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Informe documental “Seeds of freedom”

Nora Tapia| Cátedra: Arqueobotánica| Docente: Carolina Carrasco

El documental “seeds of freedom” da a conocer la importancia de las semillas y la


diversidad de cultivos para los agricultores/as tradicionales. La semilla es esencial para la
vida, y su cultivo debe ser diverso y adaptable a los diferentes climas del año y a las
necesidades nutricionales de la población. La dieta de las comunidades es importante y
varía cada cierto tiempo, puesto que el cultivo de ciertas semillas se da en diferentes
épocas del año. Por ejemplo, el sistema de producción del maíz en la cultura Incaica se
inicia con la siembra en septiembre, octubre y noviembre, meses en los cuales, los
campos de cultivo se regaban a través de canales de regadío (se utilizaban los ríos de las
montañas y los canales de los valles), lo que permitió el cultivo en andenes y terrazas
construidas en tierras altas (hasta los 3000 msnm); entre enero y marzo se realizaba la
cosecha, y entre los meses de abril y mayo el maíz era recolectado y posteriormente
almacenado.

Encima de formar parte de una dieta, la semilla es utilizada como un elemento medicinal
y/o ritual, es decir, que la planta se ve involucrada en una interacción más trascendente
con las comunidades tradicionales, adquiriendo ésta un significado espiritual. En este
sentido, el maíz también pertenece a una dinámica ritual. Por ejemplo, en el imperio Inca
se desarrollaba el Capacocha, ritual que consistía en realizar ofrendas de reconocimiento
al ancestro inca Mama Huaco, quien proporcionó al imperio Incaico el primer maíz. Por
tanto, el maíz no solo formaba parte de la dieta de esta cultura, sino que también es
participe de festividades religiosas.

No obstante, la llegada de productos químicos como el fertilizante y el pesticida implica un


cambio radical en la agricultura tradicional. La instauración mundial de una industria
química agrícola, trae como consecuencia la mezcla entre dos variedades puras que
producen semillas genéticamente ricas, pero que se deterioran rápidamente, por lo que es
imposible utilizarla en más de una temporada y obliga al agrícola a comprar
frecuentemente nuevas semillas. De esta forma, las multinacionales privatizan y controlan
las ganancias de las semillas, y asimismo, privatizan el sistema alimentario para acceder
al control absoluto de la economía alimenticia. Por tanto, los sistemas agrícolas
tradicionales que abarcan una gama de semillas, comienzan a ser sustituidos por los
monocultivos de exportación, tal como se afirma en el documental, la producción de café y
té reemplazan el verdadero sustento de la comunidad local.

En consecuencia, los/as agricultores/as adoptan un sistema de monocultivo vulnerable,


inestable y extremadamente costoso. Con la pérdida de la diversidad también se pierde la
seguridad y la supervivencia de las comunidades locales, es decir, disminuye la calidad
de vida y la buena alimentación; no se lograran producir los alimentos necesarios para
nuestro organismo si se continua deteriorando aún más la diversidad. De igual manera,
los conocimientos y sistemas agrícolas tradicionales se van abandonando con el tiempo, y
las poblaciones pierden la dominación de sus tierras.
En este contexto, disciplinas y sub-disciplinas de la antropología y la arqueología
reflexionan acerca de su labor en la recuperación y difusión de los conocimientos
botánicos tradicionales (Pochettino et al. 2008) dentro de un entorno modernizado y
mercantil. Dicho de otro modo, se debe tomar en cuenta la instauración de las industrias
químicas y alimenticias a nivel mundial, y su oposición al pensamiento tradicional que
discute de una manera integrativa el modo de comprender la realidad, en donde la
naturaleza y la cultura trabajan simultáneamente como un todo. En este sentido, la
relación que se genera entre la botánica y las comunidades surge hace miles de años, y
es producto de una larga adaptación a diferentes climas y ecosistemas. Lo que ha
producido un proceso de tradición, conocimiento e ideología compartida localmente.

Aproximación al conocimiento botánico tradicional a través del trabajo


arqueológico y antropológico

En primera instancia, la definición de arqueobotánica comprende actividades que abarcan


la identificación, el estudio y la recuperación de los restos vegetales hallados en contextos
arqueológicos. Mientras que la interpretación de los restos recuperados se realizaría
desde una perspectiva paleoetnobotánica (Ford 1979).

En el estudio arqueobotánico se debe considerar la antigüedad de los restos, la


procedencia, los intercambios socioeconómicos, las áreas de captación de recursos
vegetales, el uso de los vegetales, la movilidad, entre otras (Rodríguez 2008), para
formular una clara deducción sobre la relación entre las plantas y las comunidades
pasadas, y así, esclarecer en detalle la diversidad y complejidad del desarrollo del sistema
agrícola tradicional. Sin embargo, la arqueología poco ha contribuido en aclarar el rol de la
planta en asuntos diacrónicos y sincrónicos importantes para la arqueología (Rossen
2014), como el factor político, económico y social. Por un lado, según Rossen (2014), los
restos vegetales hallados en un entorno en el que no fueron domesticados pueden ser
factor de un acto natural, social, y cultural, pero también político. La quínoa, por ejemplo,
es una planta que se cultiva en las tierras altas de Perú y Bolivia, y fue utilizada por el
imperio Inca con el fin de consolidar los pueblos conquistados (como en Chile), por lo que,
llegan a ver a la quínoa como una estrategia militar para transformar el paisaje. Por otra
parte, la arqueología clásica asocia inmediatamente los restos vegetales con la dieta de
las poblaciones, en vez de indagar en la economía y producción de cultivos (Dennell
1976). El registro vegetal puede proporcionar alguna indicación del tipo de actividades de
procesamiento de cultivos realizadas en un asentamiento, como el descascarado de
cereales, la limpieza y el secado.

En general, la arqueología clásica tiene un modo poco eficiente de distinguir entre plantas
actuales y plantas utilizadas en los asentamientos prehistóricos, ya que, considera que la
gama de plantas domesticadas que se consumen hoy en día son representativas de las
que fueron usadas en la prehistoria, siendo que el grado de vegetales en el pasado pudo
ser mucho más diverso que el actual, y esto da cuenta del nulo conocimiento de la
diversidad de semillas que existen en el mundo. Por ende, es necesario que la
arqueología discuta explícitamente sus limitaciones y sesgos de los datos botánicos
recogidos de cualquier sitio arqueológico; se debe prestar más atención a las prácticas o
actividades asociadas a cada planta; y, es indispensable definir con precisión la
importancia económica de los recursos vegetales representados en un sitio arqueológico.

Es importante destacar, que el trabajo arqueológico se debe hacer por y para los pueblos
indígenas. De este modo, la participación indígena en investigaciones arqueológicas
resulta en una relación de mutuo aprendizaje y soporte. En la actualidad, muchas
comunidades dependen del cultivo de plantas y su diversidad para subsistir, pero sus
técnicas originales han sido sustituidas por monocultivos más controlados, costosos, y
que no dan abasto para la dieta de las poblaciones. Es por ello, que los pueblos indígenas
presionan por el retorno de sus alimentos, sus cultivos y conocimientos tradicionales que
son claves para manejar la botánica. Por tanto, la revitalización cultural de los pueblos
indígenas en todo el mundo está conectada a la recuperación de sus tierras y prácticas
agrícolas tradicionales (Rossen 2014), con el fin de volver a utilizar las plantas como
alimento, medicina o como parte de un ritual.

El conocimiento botánico tradicional debe ser estudiado por la arqueología y la


antropología en conjunto, debido a que ambas disciplinas aportan en el estudio y
esclarecimiento de las relaciones entre las comunidades y su ambiente en el pasado, y el
conocimiento agrícola que se genera en poblaciones contemporáneas. No obstante,
también se debe enfatizar en el futuro de éstas prácticas y cómo los actuales actores
sociales intervienen en su devenir. Por lo que, la recuperación de este patrimonio, es
decir, la diversidad de plantas y prácticas asociadas a la agricultura, así como la
propiedad cultural e intelectual de las comunidades, no solo aporta a que se den a
conocer este tipo de tradiciones, sino también a que ésta se mantenga y permanezca en
el tiempo por generaciones, y así, no desperdiciar nutrientes y/o una medicina ancestral.

La gestión del medio ambiente y el conocimiento se ven amenazados debido a los


diferentes intereses de por medio. Pochettino et al. (2008) reconoce dos tipos de
usufructo; el primero es realizado por la comunidad local, la cual es favorecida por el
comercio; la segunda es realizada por agentes externos a la comunidad, quienes se
verían propiciados mediante la recopilación de información de tradiciones locales y su
posterior explotación. En este contexto, la visión moderna apela a un discurso en el que
el medio ambiente es patrimonio de todos y todas. Sin embargo, ésta queda administrada
dentro de un grupo privilegiado y restringido. Por esta razón, el discurso disciplinar debe
apoyar a las comunidades con un manejo responsable del conocimiento botánico
tradicional.
Bibliografía

- Dennell, R. (1976). “The economic importance of plant resources represented on


archaeological sites”. In: Journal of Archaeological Science, pp. 229-248.
- Ford, R. (1979). “Paleoethnobotany in American Archaeology”. In: Advances in
Archaeological Method and Theory, vol. 2. Academic Press. New York. pp. 285-
336.
- Pochettino, M. et al. (2008) “¿Aprendices de shaman o piratas de la naturaleza?
Apropiación del conocimiento botánico tradicional y ética etnobotánica”. En:
Arqueobotánica y Teoría Arqueológica: Discusiones desde Suramérica, S. Archila,
M. Giovannetti y V. Lema, comp. Universidad de Los Andes, Colombia.
- Rossen, J. (2014). “Explorando nuevas dimensiones en el estudio de las plantas
arqueológicas”. En: Avances y desafíos metodológicos en arqueobotánica.
Miradas consensuadas y diálogos compartidos desde Sudamérica, editado por C.
Belmar y V. Lema, pp. 31 -48. Monografías Arqueológicas, Faculta de Patrimonio
Cultural y Educación, Universidad SEK. NEWGRAPHIC y Cia Ltda, Santiago.
- Rodríguez, M. (2008). “Analizando el registro arqueológico: arqueobotánica vs.
paleoetnobotánica”. En: Arqueobotánica y teoría arqueológica, discusiones desde
Sudamérica, compilado por S. Archila, M. Giovannetti y V. Lema, pp.51 -62.
Ediciones Uniandes, Bogotá.

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