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2. FORMAS DE CONCLUSIÓN DEL PROCESO.

Lo normal es que el proceso concluya con la emisión de la sentencia que resuelve el


conflicto, ya sea declarando fundada o infundada la demanda. También podrá
declararla improcedente. Sin embargo la normativa procesal admite otras formas,
que denomina “especiales”, de conclusión del proceso. En esta parte, estudiaremos,
ambas formas de conclusión del proceso, diferenciándolas unas de otras.

El proceso puede concluir, sin declaración sobre el fondo del asunto, o con
declaración de fondo, según lo establecido por el Código Procesal Civil, en sus
artículos 321º y 322º.

Casos en que concluye el proceso sin declaración sobre el fondo:

 Se sustrae la pretensión del ámbito jurisdiccional (art. 321º, inc. 1, C. P. C.).


 Cuando por disposición legal el conflicto de intereses deja de ser un caso
justiciable (art. 321º. 2, C. P. C.).
 Se declara el abandono del proceso (art. 321º. 3, C. P. C.).
 Queda consentida la resolución que ampara alguna excepción o defensa
previa sin que el demandante haya cumplido con sanear la relación procesal
dentro del plazo concedido conforme al artículo 451º; en los casos que así
corresponda (art. 321º, 4, C. P. C.).
 El juez declara la caducidad del derecho (art. 321º, 5, C. P. C.).
 El demandante se desiste del proceso o de la pretensión (art. 321º.6, C. P.
C.).
 Sobreviene consolidación en los derechos de los litigantes (art. 321º.7, C. P.
C); o,
 En los demás casos previstos en las disposiciones legales (art. 321º.8,
C.P.C.).

Casos en que concluye el proceso con declaración sobre el fondo:

 El Juez declara en definitiva fundada o infundada la demanda (art. 322º.1, C.


P. C.).
 Las partes concilian (art. 322º.2, C. P. C.).
 El demandado reconoce la demanda o se allana al petitorio (art. 322º.3, C. P.
C.).
 Las partes transigen; (art. 322º.4, C. P. C.) o
 El demandante renuncia al derecho que sustenta su pretensión (art. 322º.5, C.
P. C.).

En la relación que antecede, tanto del artículo 321º como del artículos 322º,
propuesta por el Código Procesal Civil, se encuentra la sentencia (art. 322º, inciso 1
del C. P. C.), que como se sabe, es la natural conclusión del proceso. Así mismo
pueden ubicarse las que corresponden a las formas especiales de conclusión del
proceso, como se verá más adelante.

2.1. La Sentencia.

“El juez recoge los fundamentos de hecho y de derecho esenciales para


motivar su decisión. La existencia de hechos admitidos no enerva la
necesidad de fundamentar la sentencia en derecho.

La sentencia se pronuncia sobre todas las articulaciones o medios de


defensa propuestos por las partes y sobre la demanda, en caso de que la
declare fundada total o parcialmente, indicando los derechos reconocidos,
así como las prestaciones que debe cumplir el demandado. Si la pretensión
ordenada es de dar una suma de dinero, la misma debe estar indicada en
monto líquido. El juez puede disponer el pago de sumas mayores a las
demandadas si apareciere error en el cálculo de los derechos demandados o
error en la invocación de las normas aplicables.

Tratándose de pretensiones con pluralidad de demandantes o demandados,


el juez debe pronunciarse expresamente por los derechos y obligaciones
concretos que corresponda a cada uno de ellos.

El pago de los intereses legales y la condena en costos y costas no requieren


ser demandados. Su cuantía o modo de liquidación es de expreso
pronunciamiento en la sentencia” (art. 31º NLPT).
La sentencia es el acto procesal mediante el cual el Juez, pone fin a la
instancia, resolviendo el conflicto de intereses o la incertidumbre jurídica. Es el
modo normal de concluir un proceso, declarando fundada o infundada la
demanda.

La palabra sentencia deriva del latín “sentiendo”, que significa “sentir”. En la


1
sentencia, nos dicen Sagástegui Urteaga, Pedro y Alfaro Pinillos Roberto , el
Juez “expresa lo que siente, frente a los alegatos y pruebas presentadas por las
partes en el proceso”.

En la sentencia, expresa Romero Montes, Francisco Javier, siguiendo a


Eduardo Couture, “debe analizarse en un doble aspecto. Como acto jurídico
procesal y como documento en el cual aparece el mismo. Como acto, la
sentencia emana de los magistrados para decidir las causas o controversias
sometidas a su decisión. En tanto que, como documento, la sentencia es la
2
pieza escrita que contiene el texto de la decisión emitida” .

“Toda sentencia es una decisión y el resultado de un razonamiento o juicio del


juez, en el cual existen las premisas y la conclusión. Pero al mismo tiempo
contiene un mandato, pues tiene fuerza impositiva, y que vincula y obliga. Es,
por lo tanto, el instrumento para convertir la regla general contenida en la ley,
en mandato concreto para el caso determinado. Pero no es por si misma un
mandato, ya que se limita aplicar el que contiene la ley”, nos indica, Devis
Echeandía, 1985, T. II; 515-516).

El Código Procesal Civil, en su artículo 121º, prescribe que: “Mediante la


sentencia el Juez pone fin a la instancia o al proceso en definitiva,
pronunciándose en decisión expresa, precisa y motivada sobre la cuestión
controvertida declarando el derecho de las partes, o excepcionalmente sobre la
validez de la relación procesal”. La sentencia, entonces, contiene la decisión

1
Sagástegui Urteaga, Pedro y Alfaro Pinillos Roberto: Manual Práctico del Abogado Procesalista.
Gaceta Jurídica Editores S. R. L. Agosto 1998, Lima – Perú, pág. 257. Ver también Cabanellas
Guillermo, Diccionario de Derecho Usual, T. IV, pág. 44.
2
Romero Montes, Francisco Javier: Derecho Procesal del Trabajo. Doctrina, Análisis y
Comentarios de la Ley procesal del Trabajo Nº 26636, Lima 1997, pág. 154 – 155.
jurisdiccional “sobre la cuestión controvertida”, cumpliendo con los requisitos
de precisión y motivación, como una de las garantías constitucionales.

Con respecto a la motivación de la sentencia, el artículo 31º de la Nueva Ley


Procesal del Trabajo, precisa que el juez para motivar su decisión debe recoger
todos los fundamentos de hecho y de derecho expresados en la demanda y en la
contestación de demanda. La motivación constituye uno de los principios y
derechos de la función jurisdiccional (numeral 5), artículo 139º, de la
Constitución Política del Estado. Los fundamentos de hecho constituyen la
historia de lo ocurrido, narrados en forma afirmativa y utilizando una línea
argumental ininterrumpida y sólida que le va a permitir al juez tener un claro
conocimiento de lo ocurrido y aplicar el derecho que corresponda, que
sustentan la decisión del juzgador. Por ello, es que la motivación, como
principio y derecho, resulta trascendental para la emisión de una sentencia justa
y razonada; de aquí que el juez esté obligado a fundamentar su decisión, aún
los hechos hubieran sido admitidos, lo cual “no enerva la necesidad de
fundamentar la sentencia en derecho” (art. 31º NLPT).

Caso en que la demanda se declare fundada total o parcialmente: La


sentencia deberá pronunciarse “sobre todas las articulaciones o medios de
defensa propuestos por las partes y sobre la demanda” (art. 31º NLPT), Si se
produjeron articulaciones o medios de defensa, el juez debe emitir
pronunciamiento, declarándolos fundados total o parcialmente. Igualmente, en
la sentencia se deberán indicar los derechos reconocidos y las prestaciones que
debe cumplir el demandado. Si estas últimas fueran de dar suma de dinero,
deberá indicarse el monto líquido.

Puede el juez aplicar el principio ultra petita, esto es, disponer el pago de
sumas mayores, si constata que hubo error de cálculo al efectuarse la
liquidación en el monto del petitorio o hubo error en la invocación de las
normas aplicables.

Si hay pluralidad de demandantes o demandados, debe individualizar los


derechos y obligaciones, pronunciándose expresamente por los derechos y
obligaciones que corresponda a cada uno de los demandantes y demandados,
según sea el caso.
Finalmente, el artículo 31º de la Ley, en su última parte declara que el pago de
los intereses y la condena de costos y costas no requieren ser demandados,
siendo de expreso pronunciamiento en la sentencia de su cuantía o modo de
liquidación.

Respecto a la estructura de la sentencia, a fin de tener más claridad sobre este


importante instituto procesal, diremos que su estructuración es la siguiente:

a) Parte expositiva: Forma parte de la estructura de la sentencia y en ella el


Magistrado narra en forma sucinta, secuencial y cronológica los
principales actos procesales acontecidos desde la interposición de la
demanda hasta el momento previo a la expedición de la sentencia. Se trata
de una síntesis coherente de los actos procesales que permite interiorizar al
juez el desarrollo del proceso que lo sitúa en un óptimo estado de
conocimiento del mismo para la realización del análisis correspondiente a
la parte considerativa. La finalidad de esta parte es que el Juez interiorice
la problemática central del proceso objeto de análisis y posterior
resolución. En concreto, esta parte debe contener la narración y/o
descripción clara y concreta de la información substancial relativa a los
actos procesales realizados, como la demanda, contestación de demanda,
conciliación, audiencia de juzgamiento y sus correspondientes etapas: de
confrontación de posiciones y actividad probatoria y demás actos
procesales pertinentes.

b) Parte considerativa: Se parte de la premisa que los puntos controvertidos


han sido debidamente fijados, cuyo análisis se efectuará mediante un
razonamiento que debe seguirse. En esta parte el Magistrado plasma el
razonamiento lógico – fáctico y/o lógico – Jurídico, que ha efectuado para
resolver la controversia. Se satisface así el mandato constitucional de
motivación de la sentencia (art. 139º, inc. 5 CE), así como lo dispuesto por
el artículo 31º de la Ley Procesal del Trabajo y artículo 12º de la LOPJ.
Constituye la parte medular de la sentencia y permite conocer a los
justiciables las razones por las que fue amparada o rechazada su pretensión
y pueda impugnarla. La adecuada fijación de los puntos materia de la
controversia, constituye la premisa fundamental para el debido desarrollo
de la parte considerativa. Si la pretensión o pretensiones no son
correctamente fijados, el análisis puede devenir en asistemático,
propiciando la posibilidad de incurrir en errores que pudieron evitarse. El
contenido de esta parte de la sentencia, es el razonamiento lógico – fáctico
y/o lógico – jurídico, efectuado por el Magistrado para resolver la
controversia y comprende: El listado de las situaciones de hecho que
guardan relación sustancial con cada uno de los puntos
controvertidos: Ello es necesario, porque para la debida evaluación de un
punto controvertido, se precisa analizar una o más situaciones de hecho, de
cuya probanza o improbanza dependerá sobremanera la conclusión
preliminar que se obtenga respecto del punto controvertido analizado. El
listado de las situaciones de hecho deben guardar relación con el punto
controvertido, a fin de incluirlos todos en el análisis sin exclusión alguna,
de bodoque no se distorsione el sentido de la conclusión a que se arribe.
Selección y análisis valorativo de los elementos probatorios y/o
necesarios para crear la respectiva convicción sobre cada una de dicha
situaciones de hecho: Este proceso de selección y análisis valorativo de
los elementos probatorios relativos a cada una de las situaciones de hecho,
permite crear convicción y la posibilidad de sustentarlos si se encuentran
acreditados y/o probados. Es un ejercicio lógico – racional que nos permite
seleccionar los medios probatorios idóneos para crear convicción. Deben
aplicarse todas las herramientas necesarias que nos proporciona la ley y la
doctrina, para cumplir este objetivo “valorización de elementos
probatorios”. Pueden aplicarse las presunciones legales relativas o los
indicios. Análisis del marco jurídico al punto controvertido evaluado y
emisión de una conclusión: Es la aptitud para emitir una conclusión final
respecto al punto controvertido materia de análisis, a la que se llega
cuando se tiene una convicción formada sobre cada una de las respectivas
situaciones de hecho, previa aplicación del marco legal pertinente. Esto
permitirá continuar con la evaluación de los subsiguientes puntos
controvertidos o en todo caso expedir resolución final. Considerando
final que permita a los justiciables anticipar el sentido del fallo
definitivo: Se redacta luego de efectuar el análisis de los subsiguientes
puntos controvertidos, considerando que hay interdependencia entre uno y
otro considerando y constituye el sentido del fallo correspondiente.

c) Parte Resolutiva: Debe contener una exposición clara y precisa de la


solución que el Juez da a la controversia, con el objeto de evitar
equivocadas interpretaciones al momento de ejecutar el fallo. Constituye la
decisión final respecto a las pretensiones de las partes y debe guardar
estricta concordancia y/o congruencia con las conclusiones preliminares
vertidas respecto a cada uno de los puntos controvertidos. Es la
consecuencia lógica de las conclusiones preliminares en forma similar a la
conclusión de un silogismo. La finalidad es que los justiciables conozcan
el sentido del fallo definitivo a fin de que puedan ejercer el derecho de
impugnación. Es la conclusión final respecto a cada una de las
pretensiones. Se debe dejar claramente establecido, si cada una de las
pretensiones han sido amparadas o desestimadas, en forma total o parcial.
Debe haber perfecta concordancia entre las pretensiones y el fallo
expedido. Cuando sea el caso debe contener: El mandato destinado a que
la parte vencida desarrolle una determinada prestación que satisfaga la
pretensión de la contraparte y/o declarar el derecho correspondiente, la
respectiva definición y/o determinación del momento a partir del cual
surtirá efectos el fallo y el pronunciamiento sobre las costas y costos, sea
3
que su pago proceda o no .

Finalmente, con respecto a la impartición de la justicia laboral, tema


estrechamente relacionado con la sentencia o decisión jurisdiccional, nuestra
flamante Ley Procesal del Trabajo en su artículo IV del Título Preliminar, tiene
una expresa referencia al denominado bloque normativo, bajo cuya
responsabilidad los jueces laborales imparten justicia. Textualmente el citado
artículo prescribe: “Los jueces laborales, bajo responsabilidad, imparte
justicia con arreglo a la Constitución Política del Perú, los tratados
internacionales de derechos humanos y la ley, interpretan y aplican toda
norma jurídica, incluyendo los convenios, según los principios y preceptos
constitucionales, así como los precedentes vinculantes del Tribunal
Constitucional y de la Corte Suprema de Justicia de la República”.

La riqueza de contenido de este artículo amerita un comentario aparte, sin


embargo, se hará a continuación un brevísimo comentario sobre el particular.

El bloque normativo en base al cual “bajo responsabilidad”, los jueces


laborales, imparten justicia, se encuentra constituido por los siguientes

3 La estructura de la sentencia: parte expositiva, parte considerativa y fallo, han tenido como
fuente la “Guía de Pautas Metodológicas para la Elaboración de Sentencias. Comisión Ejecutiva
del Poder Judicial. Secretaría Ejecutiva del Poder Judicial, 2000, Lima – Perú, páginas 17 a 60.
instrumentos jurídicos: La Constitución Política del Perú, los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos, la ley, los que deben ser interpretados y
aplicado (incluye los convenios colectivos) en conformidad con “los
principios y preceptos constitucionales, así como los precedentes vinculantes
del Tribunal Constitucional y de la Corte Suprema de Justicia”.

a) La Constitución Política del Estado.

Se le denomina Ley Fundamental porque sirve de base para todo el


ordenamiento jurídico. Igualmente, se le denomina Ley de Leyes, porque
representa el más alto nivel de todas las leyes y todas deben subordinarse a
ella y sobre todo porque es la base sobre la cual se estructura todo el
ordenamiento jurídico, que permite la organización y el normal
desenvolvimiento del Estado y de la sociedad. Es Carta Magna, porque en
ella se expresan las aspiraciones de un pueblo que lo insta a convivir
ordenadamente, dentro de sistemas en los que la libertad se encuentra
asegurada y el poder busca la justicia. De aquí la necesidad, como lo
precisara Charles de Gaulle, de verla como un espíritu en su totalidad, pero
al mismo tiempo como una práctica a través de sus instituciones.

Se ha dicho que la Constitución tiene una riqueza que va mucho más allá
de su racionalidad jurídica; su origen, concepción y contenidos expresan
aspectos centrales de la vida social de un pueblo, tales como: los derechos
individuales, la condición de las personas y su debida protección, la
organización del Estado, el territorio, la actividad económica y todo el
entramado de las relaciones sociales, tanto a nivel individual, como estatal.

Ubicándose en las posiciones más actuales y progresistas del vigente


constitucionalismo, Castillo Córdova, Luis, afirma que a la Constitución
del Estado constitucional hay que reconocerle dos características La
primera: “que es una realidad normativa en su totalidad y no sólo en la
parte que organiza el Poder político. El entero conjunto de las
disposiciones en ella contenidas no formulan meras recomendaciones, sino
estrictamente normas que contienen mandatos vinculantes. La
Constitución ya no es tenida como un mero documento político, cuyo
incumplimiento no acarrea sanción jurídica, y pasa a ser concebida como
norma efectivamente vinculante”. La segunda: “que es una realidad con
un alto contenido valorativo que en si mismo es también normativo. El
Derecho deja de ser una realidad meramente formal para pasar a ser
también una material: lo justo no es más la simple decisión adoptada por el
órgano competente a través del procedimiento correspondiente, sino que lo
justo es reconocido como tal en la medida que cumple con las exigencias
de justicia que son anteriores y superiores al Derecho Positivo. Estas
exigencias de justicia vienen representadas por los derechos fundamentales
4
que son entendidos como los derechos humanos positivados” .
Dentro de este mismo orden de cosas, agrega que: “De ahí que hoy esté
afianzada la idea de que la finalidad de la Constitución es la realización
plena de la persona a través de la limitación positiva y negativa del poder
político (y privado). La Constitución, como realidad al servicio de la
Persona, coloca a esta como fundamento y a partir de ella, por un lado, le
reconoce una serie de exigencias de justicia humana que se positivan como
derechos fundamentales, y por otro, compromete al Poder político a hacer
5
de tales exigencias de justicia una realidad” .

Por ello, continua diciendo “Este compromiso que le confiere al Poder, se


materializa en una doble tarea: Primero: Le obliga a que no haga nada que
contradiga la esencia de esas exigencias de justicia humana; y segundo: le
obliga “a que haga todo aquello necesario y posible a fin de hacer de tales
6
exigencias de justicia una realidad plena y efectiva” . De este modo “Las
decisiones constitutivas de la Comunidad pública que significa el
contenido de una Constitución, están llamadas a formularse de modo que
favorezcan la consecución de la finalidad mencionada. La Constitución no
está al servicio ni del Estado, ni de una concreta sociedad, ni mucho menos
del Derecho positivo, si no es relación necesaria con la Persona como una
realidad que es fin en sí misma (en esto consiste su valor o dignidad), y
que como tal está llamada a conseguir su plena realización (personal y
social, material y espiritual), la que las circunstancias (fácticas y jurídicas)
lo permitan en cada caso concreto. El valor fundamental de su contenido
no tiene sentido por sí mismo, sino en relación necesaria con la Persona,
pues no habrá verdadera Constitución, y la decisión constitutiva no será

4
Castillo Córdova, Luis: “Procesos Constitucionales y Principios Procesales. En Derecho Procesal
Constitucional, Ius Et Veritas, 2011, Ediciones Legales, Primera Edición, Abril, 2011. p. 107
5
ob. cit. p.108
6
Idem p. 108
realmente tal, ahí donde las disposiciones constitucionales se aparten o
7
contradigan las exigencias de justicia natural que brotan de la Persona .

La finalidad de la Constitución es la plena realización de la Persona a


través de la organización del Poder político de modo tal que se convierte
en medio efectivo para tal fin. Por tanto, en la Constitución del Estado
constitucional está justificada la existencia de al menos los siguientes
contenidos: Uno de carácter teleológico, conformado por las
disposiciones referidas a la Persona y a sus derechos inherentes (contenido
dogmático). Otro de carácter instrumental, conformado tanto por la
organización del Poder político (contenido orgánico), como por los
8
procesos constitucionales (contenido procedimental) .

Estas y no otras serían las razones por lo que se obliga al juez laboral
resolver las causas laborales, de acuerdo con este cuerpo normativo en el
que, que duda cabe, se contienen los derechos fundamentales, así como los
derechos sociales y económicos, dentro de los que se encuentra ubicados
los derechos laborales (ver artículos 22º al 29º, entre otros), cuyo
reconocimiento como derechos humanos es incuestionable, no solamente
por la inclusión que de ellos hace el artículo 3º de la Constitución Política
del Estado, sino fundamentalmente porque en la doctrina y jurisprudencia
hay un reconocimiento expreso de su calidad de derechos humanos y que,
además, sirven para la aplicación de la jerarquía normativa (artículos 51º y
138º CE) y como instrumento de inspiración e interpretación, para el
legislador y el juzgador, respectivamente.

b) Tratados Internacionales de Derechos Humanos.

En la denominación Tratados Internacionales, no solo caben aquellos


acuerdos a los que pueden llegar los Estados, para regular sus relaciones
en el nivel internacional, sino también las Declaraciones Universales de
algunos Organismos Internacionales, como la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), Organización de Estados Americanos (OEA),
sino también aquellos instrumentos emanados de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), denominados Convenios. Todos ellos

7
Idem p. 108
8
Castillo Córdova, Luis: ob. cit., pp. 107 – 111)
considerados Tratados Internacionales, puede decirse que éstos son normas
producidas por sujetos internacionales que pueden ser los propios Estados
u Organismos Internacionales. En consecuencia, Tratado es el nombre
genérico que se utiliza para designar tanto los acuerdos que en forma
bilateral o multilateral celebran los Estados o las decisiones que adoptan
los Organismos Internacionales.

Los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos, pueden ser de


ámbito mundial o regional. Entre los primeros, encontramos como
paradigma La Declaración Universal de Derechos Humanos, además de
los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos (1966) y de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, emitidos por la Organización
de las Naciones Unidas (ONU), ratificados por nuestro país y por tanto,
considerados parte de nuestra normatividad. Dentro de los tratados de
carácter internacional, también han de incluirse los instrumentos jurídicos
emanados de la Organización Internacional del Trabajo, conocidos con el
nombre de Convenios. Entre los segundos pueden citarse, entre otros, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, más conocido como
“Pacto de San José de Costa Rica”, aprobado por la Conferencia
Interamericana Especializada sobre Derechos Humanos en noviembre de
1969 en San José, El Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, “Protocolo de San Salvador”.

Los Tratados Internacionales forman parte del derecho nacional cuando


son celebrados por el Estado y se encuentren en vigor según lo prescrito
por el artículo 55º de nuestra Constitución Política del Estado, en la que se
establece el trámite a seguirse para su ratificación o incorporación a
nuestro ordenamiento jurídico nacional.

Válticos señala que “Los convenios y las Recomendaciones de la OIT


constituyen las fuentes principales del Derecho Internacional del Trabajo,
por una doble razón: a) Porque la competencia de la OIT es muy amplia y
abarca a conjunto de las cuestiones de trabajo; y b) porque “en base a esa
competencia, se han adoptado efectivamente un gran número de convenios
y Recomendaciones que tratan de numerosos aspectos de la política social
9
y del derecho al trabajo” .

Los Convenios Internacionales de Trabajo expedidos por la Organización


Internacional del Trabajo, se refieren estrictamente a derechos laborales,
pudiéndose citar entre ellos, los siguientes: Libertad Sindical (Convenios
11, 87, 98, 151, 154), Proscripción del Trabajo Forzoso (Convenios 29 y
105), Al tiempo de trabajo (Convenios 1, 4, 14, 20), al trabajo de menores
(Convenios 10, 58, 59, 78, 112), Política de Empleo (Convenio 122),
Seguridad Social (convenios 35, 36, 37, 38, 71). Además, convenios sobre
libertad de trabajo, igualdad de oportunidades y de trato, salarios mínimos,
jornada de trabajo y descansos, seguridad e higiene en el trabajo, trabajo
de mujeres, menores y trabajadores de edad, empleo, administración del
trabajo, relaciones profesionales, etc. etc.

La prescripción de artículo IV del Título Preliminar de la Nueva Ley


procesal del Trabajo, al establecer la obligación de los jueces laborales de
impartir justicia, de conformidad con los tratados internacionales, no ha
hecho más que recoger una corriente que en la doctrina y jurisprudencia
internacional y nacional se ha venido gestando desde hace algún tiempo,
contradiciendo la heterodoxia del neoliberalismo que dio lugar a la
flexibilización del Derecho del Trabajo y a las reformas laborales que se
iniciaron en la década del setenta y que en nuestro país, se aplicó con la
máxima rudeza en los años noventa. Así, el Pacto Mundial para el Empleo
de la OIT del 19 de junio de 2009, como una respuesta a la crisis,
constituye, como lo indica Ermida Uriarte, una respuesta contraria a los
reiterados planteamientos de los años 80 y 90 de preservar el empleo o la
creación de nuevos puestos de trabajo aún a costa del desconocimiento o
degradación de los derechos laborales. La lógica de aquél entonces era
“empleos vs. Derechos, que comenzó a superarse con la adopción del
concepto y objetivo del trabajo decente, lo que suponía advertir que no
bastaba con crear “empleos basura” para abatir las tasas de desempleo,
sino que debería tratarse de empleos decentes, o sea, por lo menos empleos
con derechos. Este viraje se confirma luego, especialmente, con la

9 Válticos, Nicolás: Derecho Internacional del Trabajo, Madrid, Editorial Tecnos S. A., pp. 143-
149, en Derecho Laboral, Materiales de Enseñanza, PUCP, Facultad de Derecho, Javier Neves
Mujica, p. 71
adopción de la Recomendación 198 sobre la Relación de Trabajo OIT
2006 y de la Declaración de la OIT sobre la Justicia Social para una
Globalización Equitativa, del 10 de junio de 2008.

La jurisprudencia constitucional, en nuestro país, recogiendo la


experiencia española, es ilustrativa sobre el particular. A ello, se hará
referencia cuando se aluda a los precedentes vinculantes, sea suficiente por
ahora, decir, que la declaración de inconstitucionalidad del artículo 34º de
la Ley de Productividad, constituye el ejemplo más claro y presente de esta
corriente.

El precedente más lejano, de volver a las declaraciones y posiciones


primigenias de la OIT, puede encontrarse en la Cumbre Mundial sobre
Desarrollo Social, reunida en Copenhague en 1995, para reflexionar y
evaluar los impactos del nuevo orden mundial. Entre sus conclusiones se
afirma que la aplicación de las normas fundamentales del trabajo, como la
libertad de asociación y reconocimiento efectivo del derecho de
negociación colectiva, eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u
obligatorio, abolición efectiva del trabajo infantil y de la discriminación en
el ámbito del empleo y de la profesión, constituyen la única forma de dar
cumplimiento a los objetivos planteados en la Cumbre. Así mismo se apeló
al deber que tienen todas las naciones de promover el pleno empleo como
prioridad básica de las políticas económicas – sociales, y a preparar a todos
los hombres y mujeres para conseguir medios de vida seguros y sostenibles
mediante el trabajo y el empleo productivo elegido libremente.

Posteriormente la Organización Internacional de Trabajo reasumiendo el


liderazgo mundial en materia laboral en 1998, emite La Declaración
Relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo y su
seguimiento, en la que luego de declarar “que la creación de la OIT
procedía de la convicción de que justicia social es esencial para
garantizar una paz universal y permanente” y que “el crecimiento
económico es esencial, pero no suficiente para asegurar la equidad, el
progreso social y la erradicación de la pobreza, lo que confirma la
necesidad de que la OIT promueva políticas sociales sólidas, la justicia e
instituciones democráticas”. Declara que todos los Miembros tienen el
compromiso “de respetar, promover y hacer realidad, de buena fe y de
conformidad con la Constitución, los principios relativos a los derechos
fundamentales que son objeto” de los convenios, precisando que estos
derechos son los relativos a la libertad de asociación y la libertad sindical y
el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva,
eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, la
abolición efectiva del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación
en materia de empleo y ocupación.

La Declaración, no hizo sino relanzar en el ámbito de las relaciones de


trabajo, los principios y derechos recogidos en convenios internacionales
con varios años de vigencia, incidiendo en la importancia de los mismos
en nuestros días y dándole un nuevo hálito, convirtiéndose en la base
normativa referencial de la agenda de discusión en materia de empleo y
trabajo, y por ende, del trabajo decente. En definitiva la Declaración es
invocada en forma permanente habiéndose convertido en el punto de
referencia en los acuerdos de integración y los tratados de libre comercio.

La Memoria del Director General de la OIT, cuyo título sugestivo es el


de “Reducir el déficit de trabajo decente. Un desafío global en el año
2000, se sumó en este año, al esfuerzo, aludiendo al trabajo decente,
entendido como un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad,
seguridad y dignidad en la cual los derechos son respetados y se cuenta
con remuneración adecuada y protección social. Proclamó que “Todos los
que trabajan tienen derechos en el trabajo. La Constitución de la OIT
aboga por el mejoramiento de las “condiciones de trabajo”, organizadas
o no y se trabaje donde se trabaje, ya sea en la economía estructurada o
bien en la no estructurada, en casa o en asociaciones locales o de
carácter voluntario”. Con respecto al empleo precisó que: “La promoción
del empleo es un objetivo central. La defensa de los derechos en el trabajo
presupone forzosamente la obligación de promover las posibilidades del
trabajo propiamente dicho. La función normativa de la OIT trae consigo
su misión de fomentar las dotes individuales y de ampliar las
oportunidades de encontrar un trabajo productivo y de ganarse a vida
decorosamente”.
No puede pasar inadvertida La Declaración de los Jefes de Estado y de
Gobierno en la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas, realizada en
el año 2005, en la que se declaró: “Apoyamos firmemente una
globalización justa y resolvemos que los objetivos del empleo pleno y
productivo y el trabajo decente para todos, en particular las mujeres y los
jóvenes, serán una meta fundamental de nuestras políticas nacionales e
internacionales y nuestras estrategias nacionales de desarrollo, incluidas
las estrategias de reducción de la pobreza, como parte de nuestro esfuerzo
por alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio. Estas medidas
debían abarcar también la eliminación de las peores formas de trabajo
infantil, según la definición del Convenio numero 182 de la Organización
Internacional del Trabajo, y el trabajo forzoso. También resolvemos
garantizar el pleno respeto de los principios y derechos fundamentales en
el trabajo”.

Dentro de esta misma línea puede ubicarse El Informe del Director


General de la OIT, en mayo de 2006, en la XVI Reunión Regional
Americana, realizada en Brasilea, denominado Trabajo Decente en las
Américas: Una Agenda Hemisférica, 2006 – 2015, en la que luego de
proclamar la necesidad del trabajo decente y el logro de la efectiva
aplicación de los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo,
precisa como objetivos estratégicos de la Agenda Hemisférica: a) El
cumplimiento de las normas sobre derechos laborales y, muy
especialmente, sobre los principios y derechos fundamentales en el trabajo
(objetivo estratégico Nº 1), b) la generación de mayores oportunidades de
trabajo para hombres y mujeres (objetivo estratégico Nº 2), c) la
protección social (objetivo estratégico Nº 3), d) la promoción del diálogo
social y el fortalecimiento de las organizaciones de los actores sociales que
en él intervienen (objetivo estratégico Nº 4).

La Recomendación 198 sobre la Relación de Trabajo, aprobada en la


Conferencia Internacional del Trabajo, del 31 de mayo de 206,
realizada en Gínebra, constituye otro aporte a la normativa internacional
sobre materia laboral, al recomendarse a los Estados Miembros que en la
Política Nacional se incluya, por lo menos, medidas tendientes a
proporcionar “a los interesados, en particular a los empleadores y a los
trabajadores orientación sobre la manera de determinar eficazmente la
existencia de una relación de trabajo y sobre la distinción entre
trabajadores asalariados y trabajadores independientes”. Así mismo,
“luchar contra las resoluciones de trabajo encubiertas en el contexto de
las relaciones de trabajo encubiertas, en el contexto de, por ejemplo, otras
relaciones que puedan incluir el recurso a otras formas de acuerdos
contractuales que ocultan la verdadera situación jurídica, entendiéndose
que existe una relación de trabajo encubierta cuando un empleador
considera a un empleado como si no lo fuese, de una manera oculta su
verdadera condición jurídica, y que pueden producirse situaciones en las
cuales los acuerdos contractuales dan lugar a que los trabajadores se
vean privados de la protección a la que tienen derecho” (4. A y b).
La Declaración de la OIT sobre la Justicia Social para una
Globalización Equitativa, del 10 de junio de 2008, no escapa a esta
corriente, en la que se reconoce y declara que “En el contexto de cambios
acelerados, los compromisos y esfuerzos de los Miembros y de la
Organización para poner en práctica el mandato constitucional de la OIT,
en particular, mediante las normas internacionales del trabajo, y para
situar el empleo pleno y productivo y el trabajo decente como elemento
central de las políticas económicas y sociales, deberían basarse en los
cuatro objetivos estratégicos de la OIT…”. Los objetivos estratégicos son
los ya expuestos: a) Promover el empleo creando un entorno institucional
económico sostenible, en cuyo marco las personas puedan adquirir y
actualizar las capacidades y competencias que necesitan para poder
trabajar de manera productiva en aras de su propia realización personal y
el bienestar común, b) Adoptar y ampliar medidas de protección social,
seguridad social y protección de los trabajadores que sean sostenibles y
estén adaptadas a las circunstancias nacionales, c) Promover el diálogo
social y el tripartismo como los métodos más apropiados y d) Respetar,
promover y aplicar los principios y derechos fundamentales en el trabajo,
que revisten particular importancia, no solo como derechos sino también
como condiciones propicias, necesarias para la plena realización de todos
los objetivos estratégicos.

Finalmente y sin dejar agotada la agenda, El Pacto Mundial para el


Empleo, adoptado en la Conferencia Internacional del Trabajo de la
OIT, en el mes de junio de 2009, se suma a los esfuerzos que desde hace
tiempo viene desplegando la OIT y los países del Orbe para enfrentar los
serios problemas que genera el desempleo, la pobreza, la desprotección
social y la exclusión social. En este Pacto Mundial, que como su nombre
lo indica, no solo es un acuerdo de los Miembros de la OIT, para enfrentar
los graves problemas que genera el desempleo, sino también un
instrumento que pretende una respuesta a la crisis basada en el trabajo
decente, además de reafirmarse, en palabras de Ermida Uriarte, “los
valores, principios e instrumentos esenciales de la OIT, del Derecho del
Trabajo y de la política social, en tanto son instituciones de protección del
trabajo”.

Según el Pacto, artículo 7º, “Nuestra respuesta debería favorecer una


globalización más justa, una economía más respetuosa del medio
ambiente y un desarrollo más eficiente en lo que atañe a la creación de
empleos y empresas sostenibles, el respeto de los derechos de los
trabajadores, la promoción de la igualdad de género, la protección de las
personas vulnerables, la ayuda a los países para que proporcionen
servicios públicos de calidad y su capacitación para dar cumplimiento a
los Objetivos de Desarrollo del Milenio”. Declara, además que: “El
Programa de Trabajo Decente de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) constituye el marco en el que se inscribe esta respuesta”
que deben dar “Los gobiernos y las organizaciones de trabajadores y de
empleadores”, para lo cual “se comprometen a trabajar codo a codo para
contribuir al éxito del Pacto Mundial para el Empleo” (art. 8º).

El Pacto Mundial para el Empleo, constituye uno de los más importantes


documentos emitidos por la OIT, por su trascendencia, sus objetivos, la
puesta en vigencia, una vez más, de los principios de este importante
organismo laboral, así como el compromiso que han asumido las partes,
entre los que se encuentra nuestro país, para hacerlo realidad. Alude a la
promoción de “las normas fundamentales del trabajo y otras normas
laborales internacionales favorables a la recuperación económica y la
recuperación del empleo y reducir la desigualdad de género” (art. 9º,
numeral 7). Se declara que “Las normas internacionales del trabajo
constituyen una base para sustentar y apoyar los derechos en el trabajo, y
contribuyen a desarrollar una cultura de diálogo social especialmente útil
en tiempo de crisis”, para el efecto y “evitar que se desate una espiral
descendente en las condiciones laborales y sustentar la recuperación”
(art. 14º), señala la especial importancia de reconocer que “el respeto de
los principios y derechos fundamentales en el trabajo es fundamental para
la dignidad humana (numeral 1, del art. 14º). Se agrega que ello es
también “esencial para la recuperación y el desarrollo” (ídem). Se
precisa la necesidad de aumentar “la vigilancia para conseguir la
eliminación y evitar el incremento de las distintas formas de trabajo
forzoso, trabajo infantil y discriminación en el trabajo” (art. 14º, numeral
1, literal i). Igualmente, “el respeto de la libertad de asociación y la
libertad sindical y el derecho de sindicación y el reconocimiento efectivo
del derecho de negociación colectiva, en cuanto mecanismos propicios a
un diálogo social productivo en tiempos de mayor tensión social, tanto en
la economía informal como en la economía formal” (art. 14º, numeral 1,
literal ii). Finalmente, se alude a los convenios y recomendaciones de la
OIT, además de los que se refieren a los derechos fundamentales.

La larga enumeración de instrumentos jurídicos internacionales, no dejan


duda alguna, que la Nueva Ley Procesal del Trabajo, se ubica dentro de las
más modernas tendencias, respecto a los derechos laborales, concebidos
como Derechos Humanos, debidamente constitucionalizados, obligando a
los jueces impartir justicia teniendo en cuenta el contenido de la
normatividad laboral internacional.

c) La Ley.

La ley corresponde al nivel primario del sistema legislativo peruano,


aprobada por el Congreso de la República, según procedimiento
establecido y en mérito de las facultades otorgadas por la Constitución
Política del Estado. En este nivel, además de la ley, se encuentran otras
normas jurídicas con rango de ley, tales como los Decretos Legislativos,
Decretos Leyes y Decretos de Urgencia. De los cuatro tipos de normas
jurídicas, solo la ley es la que tiene como fuente material al Poder
Legislativo, las otras tienen como fuente el Poder Ejecutivo.
La ley es superior a cualquier otra norma, según el artículo 51º de la
Constitución Política. El artículo IV del Título Preliminar de la Nueva Ley
Procesal del Trabajo, se refiere sólo a la ley, no obstante, según lo indican
Toyama Miyagusuku, Jorge y Vinatea Recoba, Luis, “comprende todas
aquellas fuentes del derecho del trabajo de rango infraconstitucional, y no
solo a las normas de rango legal, lo que permitiría incluir a las fuentes de
10
nivel secundario y terciario” .

De este modo, según los mismos actores, el juez deberá también


fundamentar sus fallos en: a) Normas de nivel primario; tratados (que no
sean de derechos humanos, como los tratados de libre comercio, por
ejemplo), las leyes ordinarias, decretos legislativos, decretos de urgencia,
ordenanzas, resolución legislativa, ordenanzas regionales, ordenanzas
municipales, sentencia anulatoria del Tribunal Constitucional; b) Normas
de nivel secundario, reglamentos, sentencia anulatoria del poder judicial,
Directivas del Ministerio de Trabajo; c) Normas de nivel terciario:
Convenio colectivo, reglamento interno de trabajo, costumbre laboral.

d) Interpretación y aplicación de toda norma jurídica, según los


principios constitucionales, los precedentes vinculantes del Tribunal
Constitucional y de la Corte Suprema.

La obligación del juez, no solo alcanza a la interpretación de toda norma


legal de carácter laboral de conformidad con los principios
constitucionales, sino que al mismo tiempo debe aplicar tales normas, de
acuerdo con estos mismos principios. Los derechos laborales, como
derechos humanos o derechos fundamentales se encuentran
constitucionalizados, por lo que encontrándose su desarrollo legislativo en
normas infraconstitucionales, cualquier violación o desconocimiento que se
produzca en las relaciones laborales y se solicite tutela jurisdiccional, el
juez ha de considerar los principios constitucionales para su interpretación
y correspondiente aplicación. Del mismo modo tendrá en consideración los
precedentes vinculantes, tanto del Tribunal Constitucional como de la Corte
Suprema.

10 Ob. cit. p. 47
PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES

Uno de los principios constitucionales está referido a la jerarquía


normativa, esto es, el principio supra – ordenador que la Constitución
contiene, al señalar que la norma constitucional tiene prevalencia sobre
cualquier otra norma del sistema jurídico nacional y que en caso de
conflicto normativo, aplicará la norma constitucional sobre ella.
Igualmente, de acuerdo con tal principio, las normas constitucionales no
puede ser contradichas ni desnaturalizadas por ninguna otra norma,
principio que se aplica de dos maneras: a) Control difuso, llamado
también de no aplicación, por el que el juez, en caso de incompatibilidad
entre una norma ordinaria y la norma constitucional, preferirá la primera
(arts. 51º y art. 138º 2do. Párrafo CE). b) Control concentrado: De
invalidez de la norma inconstitucional por el Tribunal Constitucional (art.
200º, inciso 4 CE).

Otros principios constitucionales que han de tenerse en cuenta en la


impartición de justicia, serían los siguientes:

 La persona humana como fin supremo del Estado y la sociedad, cuya


“defensa (…) y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del Estado” (art. 1º CE), declaración, que a decir de
Bernales Ballesteros, Enrique, cumple una doble función: a) sirve
como medio de interpretación sistemática para todo el texto
constitucional y de otras normas de menor jerarquía, “…sirve como
criterio para iluminar el significado de las demás normas de la
Constitución, y particularmente los derechos constitucionales, cuando
ello es necesario”; y b) sirve para la integración de soluciones
hermenéuticas, “…es un principio que sirva para hacer
hermenéutica; es decir, que en ausencia o deficiencia de normas,
puede ser un elemento para extraer normas a partir de procedimiento
de integración jurídica” (“La Constitución de 1993. Análisis
Comparado. Constitución y Sociedad ICS Editora. Cuarta Edición.
Julio 1998. Lima – Perú, p. 108). Obsérvese que no solo se alude a la
defensa de la persona humana, sino también al respeto de su dignidad,
que en las relaciones de trabajo, no siempre se cumple; de aquí que la
misma Constitución Política en su artículo 23º, proclama que:
“Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos
constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador”.

Para efectos de la interpretación, debe tenerse en cuenta la Cuarta


Disposición Transitoria y Final de la Constitución Política del Estado,
según la cual los derechos y libertades en ella reconocidos se
interpretan de conformidad con la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, la que a su vez, precisa en su artículo 1º: “Todos
los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y,
dotados como están de razón y conciencia, debe comportarse
fraternalmente los unos con los otros”.

La declaración del artículo 1º de la Constitución, se completa con la


enumeración de los derechos fundamentales de la persona, que
aparecen en el artículo 2º, dentro de los cuales “…no excluye los
demás que la Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga
o que se fundan en la dignidad del hombre, o en los principios de
soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la
forma republicana de gobierno” (art. 3º CE). Dentro de estos
derechos, se encuentran el derecho a la vida, identidad, integridad
moral, psíquica y física, libre desarrollo y bienestar, la igualdad ante la
ley y la no discriminación, derecho al trabajo, a la paz, tranquilidad,
disfrute del tiempo libre, al descanso, a gozar e un ambiente
equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida, entre otros, derechos
que constituirían una ilusión si es que no se cuenta con un trabajo
decente y productivo, con pleno goce de todos los derechos laborales.
 Los deberes primordiales del Estado, según el artículo 44º de la
Constitución, entre los que se encuentran: “…defender la soberanía
nacional; garantizar la plena vigencia de los derechos humanos;
proteger a la población de las amenazas contra su seguridad; y
promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el
desarrollo integral y equilibrado de la Nación”.
 La proclamación de que “La República del Perú es democrática,
social, independiente y soberana” (parte pertinente del artículo 43º
CE).
 El reconocimiento del trabajo como deber y derecho social, “base del
bienestar social y un medio de realización de la persona” (art. 22º
CE), “…objeto de atención prioritaria del Estado, el cual protege
especialmente a la madre, al menor de edad y al impedido que
trabajan” (art. 23º CE). Tales proclamaciones permiten sentar las
bases no solo para la emisión de una legislación laboral protectora,
sino que también pueden constituirse en fundamento para el ejercicio
de los derechos reconocidos en la Ley, la Constitución y la convención
colectiva y particularmente el de la estabilidad laboral, tanto de
entrada como de salida y como clave interpretativa para el conjunto de
derechos laborales reconocidos al sector laboral, como lo ha indicado
Neves Mujica, Javier y reconocido por el propio Tribunal
Constitucional, a través de numerosa, reiterada y uniforme
jurisprudencia.
 El reconocimiento al derecho universal y progresivo a la seguridad
social y la garantía del libre acceso a prestaciones de salud y a
pensiones (arts. 10º y 11º CE).
 La obligación del Estado de actuar principalmente en las áreas de
promoción del empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos
e infraestructura (art. 58º CE).
 La obligación del Estado de garantizar la libertad de trabajo, de
empresa, comercio e industria (art. 59º CE).
 La obligación del Estado de brindar oportunidades de superación a los
sectores que sufren cualquier desigualdad (art. 59º CE).
 La libertad de información, opinión y difusión del pensamiento (art.
2º. 4 CE).
 Derecho a la información, que incluye su transmisión.

Agréguense los Derechos Laborales, recogidos por la Constitución

 El derecho a una remuneración equitativa y suficiente (art. 24º CE).


 Prioridad en el pago de la remuneración y los beneficios sociales
sobre cualquier otra obligación del empleador (art. 24º CE).
 Participar a través de sus organizaciones representativas en la
regulación de las remuneraciones mínimas (art. 24º CE).
 La jornada de trabajo de ocho horas diarias o cuarenta y ocho
semanales (art. 25º CE).
 Derecho al descanso, diario, semanal, feriados y anual (art. 25º CE).
 Derecho a la igualdad de oportunidades sin discriminación (art. 26º. 1
CE).
 Derecho a ser protegido contra el despido arbitrario (art. 27º CE).
 Derecho a participar en las utilidades y otras formas de participación
(art. 29º CE).
 Los Derechos Colectivos: Libertad Sindical, Negociación Colectiva y
Huelga (art. 28º CE). Deben mencionarse, igualmente, los derechos
colectivos de los servidores públicos, a quienes se les reconoce
únicamente los derechos de sindicación y de huelga, más no el
derecho a la negociación colectiva, con la exclusión de dos sectores:
a) Los funcionarios del Estado con poder de decisión, que
desempeñen cargos de confianza o de dirección; y b) los miembros de
las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional (art. 42º CE). La expresa
prohibición de los magistrados a sindicarse y de declararse en huelga,
constituye una negación del ejercicio de los derechos laborales.

LOS PRECEDENTES VINCULANTES DEL TRIBUNAL


CONSTITUCIONAL Y LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.

Los precedentes a tener en cuenta por los jueces laborales al impartir


justicia, son de dos clases: Los que corresponden al Tribunal
Constitucional y los emitidos por la Corte Suprema de Justicia. En el
primer caso, se tratará de precedentes constitucionales y en el segundo de
precedentes judiciales, como una novedad más de la Nueva Ley Procesal
del Trabajo.

El precedente constitucional vinculante, se incorporó al ordenamiento


jurídico, con el Código Procesal Constitucional, que en su artículo VII del
Título Preliminar dispone: “Las sentencias del Tribunal Constitucional
que adquieren la autoridad de cosa juzgada constituyen precedente
vinculante cuando así lo exprese la sentencia, precisando el extremo de su
efecto normativo. Cuando el Tribunal Constitucional resuelva
apartándose del precedente, debe expresar los fundamentos de hecho y de
derecho y las razones por las cuales se aparta del precedente”.
La definición de precedente vinculante es la que nos alcanza Adrián
Coropuna, Javier: “aquella regla jurídica del Tribunal Constitucional que
soluciona un caso concreto y que debe ser de observancia obligatoria
para el propio Tribunal (precedente vinculante horizontal), así como para
todos los jueces y tribunales inferiores (precedente vinculante vertical), en
11
todos aquellos casos que sean sustancialmente iguales” .

Para constituir precedente vinculante constitucional deben cumplirse dos


requisitos: que adquiera la sentencia la autoridad de cosa juzgada y que así
lo exprese la sentencia, respecto al extremo de su efecto normativo. El
precedente actúa en un doble nivel: horizontalmente, de cumplimiento
obligatorio por el mismo Tribunal que lo emitió; y verticalmente, de
cumplimiento obligatorio de los jueces de jerarquía inferior, vale decir por
los jueces y vocales de las Salas Constitucionales o civiles sino hubieran
las primeras.

Constituido el precedente vinculante constitucional, pasará a formar parte


de la Constitución, como norma adscrita a ella, siendo su consecuencia, en
caso de no tenerse en cuenta al momento de resolver, su nulidad, o más
agresivamente, su inconstitucionalidad. Sobre ello, es preciso tener en
cuenta que el artículo 34º de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, establece
como una de las causales del recurso de casación “…el apartamiento de
los precedentes vinculantes dictados por el Tribunal Constitucional o la
Corte Suprema de Justicia de la República”.

El precedente vinculante judicial, constituye otra de las novedades de la


Nueva Ley Procesal del Trabajo para la impartición de justicia en materia
laboral, en la que se obliga a los jueces de trabajo, a interpretar y aplicar
toda norma jurídica, de acuerdo con los precedentes vinculantes de la
Corte Suprema de Justicia, es decir por la justicia laboral ordinaria. Este
precedente también se aplica horizontal y verticalmente, es decir, rige
tanto para la propia Corte Suprema, como para los magistrados de nivel
inferior, jueces y salas laborales.

11 “La Jurisprudencia Vinculante de los altos Tribunales como Límite al Principio de


Independencia Judicial”. En CARPIO MARCOS, Edgar y GRANDEZ CASTRO, Pedro
(coordinadores). Estudios al Precedente Constitucional. Palestra Editores. Primera edición, p.
121, cita de Huamán Estrada Elmer, “El Precedente Constitucional Vinculante y el Precedente
Judicial en la Nueva Ley Procesal del Trabajo”, Soluciones Laborales Nº 26, Febrero 2010, p.
64)
Podrían, anotarse como antecedentes los artículos 54º, inciso “b” y 56º,
inciso “d” de la derogada Ley 26636. El primero prescribía: “El recurso
de casación tiene como fines esenciales: (…) b) La unificación de la
jurisprudencia laboral nacional por la Corte Suprema de Justicia de la
República”. En el segundo se estableció: “Son causales para interponer el
recurso de casación: (…) d) La contradicción con otras resoluciones
expedidas por la Corte Suprema de Justicia o las Cortes Superiores,
pronunciadas en casos objetivamente similares, siempre que dicha
contradicción esté referida a una de las causales anteriores”. Si bien es
cierto los fines estaban constituidos por la unificación de la jurisprudencia
y no por la necesidad de tener una justicia más predecible, no puede dejar
de advertirse, que la unificación jurisprudencial trae como consecuencia la
obligación de aplicar el precedente como caso líder, en tanto no se dicte
otro precedente que lo supere. Esto es explicable porque frente a un mismo
hecho o similar, debe corresponder una solución igual.

Para el caso concreto de la aplicación de los precedentes vinculantes, se


aplicaba el artículo 22º de la Ley Orgánica del Poder Judicial, cuya
prescripción es la siguiente: “Las Salas Especializadas de la Corte
Suprema de Justicia de las República ordenan la publicación trimestral en
el diario oficial El peruano de las Ejecutorias que fijan principios
jurisprudenciales que han de ser de obligatorio cumplimiento en todas las
instancias judiciales”. La obligación de los magistrados de todas las
instancias de cumplir con los principios jurisprudenciales, va mucho más,
al disponer el citado artículo que: “Estos principios deben ser invocados
por los Magistrados de todas las instancias judiciales, cualquiera que sea
su especialidad, como precedente de obligatorio cumplimiento”. No
obstante los magistrados pueden apartarse del precedente obligatorio para
cuyo efecto “están obligados a motivar adecuadamente su resolución
dejando constancia del precedente obligatorio que desestiman y de los
fundamentos que invocan”. La misma obligación se impone a los
Magistrados de la Corte Suprema, según la última parte del artículo 22º de
la referencia.

En el caso del proceso laboral, la Nueva Ley Procesal del Trabajo,


respecto al precedente judicial laboral obligatorio, en su artículo 40º,
prescribe: “La Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de
Justicia de la República que conozca del recurso de casación puede
convocar al pleno de los jueces supremos que conformen otras salas en
materia constitucional y social, si las hubiere, a efectos de emitir
sentencia que constituya o varíe un precedente judicial. La decisión que se
tome en mayoría absoluta de los asistentes al pleno casatorio constituye
precedente judicial y vincula a los órganos jurisdiccionales de la
República, hasta que sea modificada por otro precedente”.

Finalmente, con la finalidad de dejar establecido que el precedente


vinculante obligatorio judicial ya se encontraba regulado por la norma
adjetiva, citemos el artículo 400º del Código Procesal Constitucional, cuyo
contenido es sumamente parecido al artículo 40º de la NLPT, en el que se
lee: “La Sala Suprema Civil puede convocar al pleno de los magistrados
supremos civiles a efectos de emitir sentencia que constituya o varíe un
precedente judicial. La decisión que se tome en mayoría absoluta de los
asistentes al pleno casatorio constituye precedente judicial y vincula a los
órganos jurisdiccionales de la República, hasta que sea modificada por
otro precedente”.

Si hacemos una comparación entre lo establecido por el artículo VII del


Título Preliminar del Código Procesal Constitucional y la vigente Ley
Procesal del Trabajo, podemos encontrar que ésta última no tiene la
precisión de aquella, en la que se indica de manera taxativa que el
precedente constitucional es de obligatorio cumplimiento “cuando así lo
exprese la sentencia precisando el extremo de su efecto normativo”. Un
problema que podría traer a colación la aplicación de los precedentes
vinculantes obligatorios judiciales, sería el caso en que el precedente
vinculante obligatorio constitucional trajera una solución distinta. Para el
caso, nos parece que el juez deberá escoger el precedente que contiene la
solución más favorable, aunque hay quienes sostienen que debería aplicar
el precedente vinculante constitucional, independientemente de la solución
propuesta, debido a su nivel jerárquico y provenir del órgano contralor de
la Constitución, como lo es el Tribunal Constitucional.
6.2. Formas Especiales De Conclusión Del Proceso.

“El proceso laboral puede concluir, de forma especial, por conciliación,


allanamiento, reconocimiento de la demanda, transacción, desistimiento
o abandono. También concluye cuando ambas partes inasisten por
segunda vez a cualquiera de las audiencias programadas de primera
instancia.

La conciliación y la transacción pueden ocurrir dentro del proceso,


cualquiera sea el estado en que se encuentre, hasta antes de la
notificación de la sentencia con calidad de cosa juzgada. El juez puede
en cualquier momento invitar a las partes a llegar a un acuerdo
conciliatorio, sin que su participación implique prejuzgamiento y sin que
lo manifestado por las partes se considere declaración. Si ambas partes
concurren al juzgado llevando un acuerdo para poner fin al proceso, el
juez le da trámite preferente en el día.

Para que un acuerdo conciliatorio o transaccional ponga fin al proceso


debe superar el test de disponibilidad de derechos, para lo cual se toman
los siguientes criterios:

a. El acuerdo debe versar sobre derechos nacidos de una norma


dispositiva, debiendo el juez verificar que no afecte derechos
indisponibles;
b. Debe ser adoptado por el titular del derecho; y
c. Debe haber participado el abogado del prestador de servicios
demandante.

Los acuerdos conciliatorios y transaccionales también pueden darse


independientemente de que exista un proceso en trámite, en cuyo caso no
requieren ser homologados para su cumplimiento o ejecución. La
demanda de nulidad del acuerdo es improcedente si el demandante lo
ejecutó en la vía del proceso ejecutivo habiendo adquirido, de ese modo,
la calidad de cosa juzgada.

El abandono del proceso se produce transcurridos cuatro (4) meses sin


que se realice acto que lo impulse. El juez declara el abandono a pedido
de parte o de tercero legitimado, en la segunda oportunidad que se
solicite, salvo que en la primera vez el demandante no se haya opuesto al
abandono o no haya absuelto el traslado conferido” (art. 30º NLPT).

El proceso, conforme se señaló en su oportunidad, es un conjunto de actos


ordenados y sistematizados, dirigidos a un fin: la solución del conflicto (o la
satisfacción de la pretensión), mediante la imposición de la regla jurídica, el
derecho (o más mediatamente, la implantación de la paz y la justicia en el
12
medio social)” . En el proceso “se destaca su carácter teleológico”, nos dice
Véscovi, refiriéndose al fin perseguido por el proceso.

La forma normal y hasta natural de conclusión del proceso, como ya se ha


señalado, es la sentencia. Sin embargo, en la doctrina procesal, se admiten
otras formas de conclusión, que el Código Procesal Civil, las denomina
“formas especiales de conclusión del proceso”, incluyendo dentro de ellas la
conciliación (artículos 323º al 329º), allanamiento y reconocimiento (artículos
330º al 333º), transacción judicial (artículos 334º al 339º), desistimiento
(artículos 340º al 345º) y abandono (artículos 346º al 354º). La derogada Ley
26636, utilizó la denominación “Conclusión anticipada del proceso”,
reconociendo sólo dos formas: La conciliación (art. 45º) y el desistimiento (art.
46º).

La Nueva Ley Procesal del Trabajo, siguiendo la estructura del Código


Procesal del Trabajo, se refiere, igualmente, a las “Formas especiales de
conclusión del proceso”, reconociendo como tales, las siguientes: la
conciliación, el allanamiento, el reconocimiento de la demanda, la transacción,
el desistimiento y el abandono, todas dentro del artículo 30º. Sobre las formas
especiales de conclusión del proceso, la norma adjetiva laboral, desarrolla
solamente aspectos puntuales respecto de la conciliación, la transacción y el
abandono; por lo que, para entender el real alcance de cada uno de las formas
de extinguir el proceso, es necesario recurrir a la aplicación supletoria del CPC,
con la salvedad que deben ser analizados en el contexto de un proceso laboral
radicalmente distinto de aquel, caracterizado por la prevalencia de la
13
oralidad” .

El artículo 30º de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, hace referencia a la


conciliación y a la transacción, como si fueran dos instituciones similares. Así
mismo hay una tangencial referencia al abandono. Respecto al allanamiento y
reconocimiento de la demanda, no hace más referencia que el de enumerarlas.
Finalmente se observa que el mismo trato se le da al desistimiento, respecto al
cual no hay desarrollo alguno, tan solo el hecho de mencionarlo como una
forma de concluir anticipadamente el proceso.

12
Véscovi, Enrique, obra citada, pág. 7. Ver, además artículo III T. P. C. P. C., sobre fines del
proceso.
13
Toyama Miyagusuku, Jorge Luis y Vinatea Recoba, Luis, obra citada, pág. 148
A las formas especiales de conclusión del proceso, se les denomina también
“especiales”, “alternativas”, “excepcionales”, “extraordinarias”, “eventuales” e
14
incluso “anómalas” o “anormales” .

El orden que se seguirá al desarrollar el presente tema, será el mismo que sigue
la Nueva Ley Procesal del Trabajo. Para ello empecemos por la conciliación.

6.1.1. Conciliación.

15
A decir de Monroy Cabra, citado por Hinostroza Minguez, Alberto “La
conciliación puede ser de varias clases: a) Conciliación extrajudicial
voluntaria, b) Conciliación como una etapa previa obligatoria antes de
iniciar un proceso, c) Conciliación como primera etapa obligatoria dentro
del proceso, una vez se haya constituido la relación jurídica procesal, d)
Conciliación como acto bilateral voluntario de las partes durante el curso
del proceso, e) Conciliación para intentar resolver controversias de
carácter interno, y conciliación para facilitar la solución amigable de
desavenencias comerciales internacionales”.

En nuestro País, la conciliación es de dos clases: extrajudicial y judicial o


procesal o intraprocesal. Veamos, brevemente, cada una de ellas:

La Conciliación Extrajudicial, es aquella que se realiza fuera del


proceso. Se encuentra regulada por la Ley de Conciliación Nº 26872 y su
Reglamento, que ha declarado de interés nacional su
“institucionalización y desarrollo (…), como mecanismo alternativo de
solución de conflictos” (art. 1º), que “propicia una cultura de paz y se
realiza siguiendo los principios éticos de equidad, veracidad, buena fe,
confidencialidad, imparcialidad, neutralidad, legalidad, celeridad y
economía” (art. 2º). Se le concibe como “una institución consensual, en
tal sentido los acuerdos adoptados obedecen única y exclusivamente a la
voluntad de las partes” (art. 31), y se le define como “…una institución
que se constituye como un mecanismo alternativo para la solución de

14 Hinostroza Minguez, Alberto, obra citada, pág. 42-43


15 Monroy Cabra, Marco Gerardo: “La conciliación Como Medio Alterno de Solución de
Conflictos”. En Revista del Colegio de Abogados de la Plata. La Plata Argentina, año XXXV,
Enero – Diciembre 1995, Nº 56, pág. 180, cita de Hinostroza Minguez, Alberto: “Formas
Especiales de Conclusión del Proceso. Gaceta Jurídica Editores S. R. Ltda. Octubre 1998,
Primera Edición, Lima – Perú, pág. 47.
conflictos, por el cual las partes acuden ante un Centro de Conciliación
o al Juzgado de Paz Letrado a fin que se les asista en la búsqueda de
una solución consensual al conflicto” (art. 5º).

Para la Nueva Ley Procesal del Trabajo, la conciliación extrajudicial,


puede darse en los siguientes casos:

a) Cuando existiendo proceso en trámite, se realiza fuera de él: En


este caso, “Si ambas partes concurren al juzgado llevando un
acuerdo para poner fin al proceso, el juez le da trámite en el día”.
La conciliación extrajudicial, ha de realizarse de conformidad con lo
establecido por la Ley de Conciliación, Ley Nº 26872 y su
Reglamento. Se exige que para la aprobación del acuerdo
conciliatorio ponga fin al proceso y consecuentemente sea aprobado
por el juez, “debe superar el test de disponibilidad de derechos”, en
mérito de los principios de protección e irrenunciabilidad de
derechos, “para lo cual se toman los siguientes criterios: a) El
acuerdo debe versar sobre derechos nacidos de una norma
dispositiva, debiendo el juez verificar que no afecte derechos
indisponibles; b) debe ser adoptado por el titular del derecho; y c)
debe haber participado el abogado del prestador de servicios
demandante” (art. 30º NLPT, parte pertinente).

La Ley 26636, recogía esta institución en sus artículos 102º y 103º,


en los siguientes términos: “El Estado promueve la conciliación, sea
privada o administrativa, como un mecanismo de solución de los
conflictos jurídicos a que se refiere esta Ley” (art. 102). “La
conciliación privada es voluntaria y puede, realizarse ante una
entidad o ante un conciliador individual, debiendo, para su validez,
ser homologada por una Sala Laboral ante solicitud de cualquiera
de las partes, caso en el cual adquiere autoridad de cosa juzgada.
La conciliación administrativa es facultativa para el trabajador y
obligatoria para el empleador. Se encuentra a cargo del Ministerio
de Trabajo y Promoción Social, el cual proporciona los medios
técnicos y profesionales para hacerla factible” (art. 103º).
La conciliación extrajudicial, puede ser privada o administrativa. En
ambos casos es promovida por el Estado. La conciliación
extrajudicial privada es voluntaria y a elección de los interesados,
puede realizarse ante un Centro de Conciliación o ante un
conciliador individual, no siendo necesario para su validez se
homologue, pudiendo por su carácter de título de ejecución, exigirse
su cumplimiento, a través del proceso de ejecución, a que se refiere
el artículo 57º y siguientes de la Ley 29497. La conciliación
extrajudicial administrativa, se realiza ante el Ministerio de
Trabajo y Promoción Social.

b) Cuando no se ha iniciado proceso: Sobre ello, la Nueva Ley


Procesal del Trabajo, prescribe: “Los acuerdos conciliatorios y
transaccionales también pueden darse independientemente de que
exista un proceso en trámite, en cuyo caso no requieren ser
homologados para su cumplimiento o ejecución” (art. 30º NLPT).
Dos cuestiones muy precisas sobre el particular: Primero: La
conciliación extrajudicial, se realizará, igualmente, de conformidad
con lo establecido por la Ley de Conciliación, Ley Nº 26872 y su
Reglamento. Puede ser privada o administrativa. Segundo: para su
validez y vigencia no es preciso seguir el proceso de homologación
que establecía la derogada Ley 26636. Se trata de un título ejecutivo,
como lo precisa el artículo 57º, literal f) de la Ley 29497.

c) La conciliación judicial o procesal o intraprocesal, es aquella que


se realiza dentro del proceso, de donde proviene su denominación.
Se encuentra recogida en la parte pertinente del artículo 30º de la
Nueva Ley Procesal del Trabajo. Ocurre dentro del proceso en
cualquier estado del proceso, hasta antes de la notificación de la
sentencia con calidad de cosa juzgada. La invitación a conciliar será
promovida por el juez, en cualquier momento del proceso, “sin que
su participación implique prejuzgamiento y sin que lo manifestado
por las partes se considere declaración y sin que lo manifestado por
las partes se considere declaración”.

d) La conciliación en el proceso laboral ordinario y en el abreviado,


se encuentra regulada en el artículo 43º y 49º de la Nueva Ley
Procesal del Trabajo, respectivamente. Sin perjuicio de aludir a ella,
cuando se desarrolle el tema referido a las clases de procesos
laborales (ordinario y abreviado), sólo se dirá que en el proceso
laboral ordinario, de producirse conciliación parcial o total del
conflicto, “el juez, en el acto, aprueba lo acordado con efecto de
cosa juzgada; asímismo, ordena el cumplimiento de las prestaciones
acordadas en el plazo establecido por las partes o, en su defecto, en
el plazo de cinco (5) días hábiles siguientes”. Aunque la ley no lo
precisa de manera expresa, debe entenderse que el mismo criterio es
válido para el proceso laboral abreviado, a que se refiere el artículo
49º de la NLPT.

La Ley Orgánica del Poder Judicial, incluye la conciliación como


una de las facultades de los Magistrados quienes pueden “Propiciar
la conciliación de las partes mediante un comparendo en cualquier
estado del juicio” (artículo 185º LOPJ).

Por su parte el Código Procesal Civil, recoge ésta institución, en los


artículos del 323º al 329º, estableciendo que puede conciliarse en
“cualquier estado del proceso, siempre que no se haya expedido
sentencia en segunda instancia” (art. 323º C. P. C.).

“La conciliación judicial, nos informa Hinostroza Minguez


16
Alberto , refiriéndose a su naturaleza jurídica, es un acto jurídico
procesal complejo, típico, nominado, bilateral, de libre discusión,
conmutativo, oneroso y solemne, por el cual los sujetos procesales
(activo y pasivo), en presencia del Juez, quien la dirige, exponen sus
puntos de vista sobre la materia controvertida y llegan a un acuerdo
con el que ponen término al proceso en que se ventila”. Explicando
tales afirmaciones agrega, “Es un acto jurídico porque implica la
expresión de voluntad de los justiciables destinada a crear, regular,
modificar o extinguir relaciones jurídicas. Tiene carácter procesal
( porque emana de las partes, acontece dentro del juicio y
extingue la relación jurídica procesal conjuntamente con el proceso.
Se dice, además, que constituye un acto jurisdiccional porque para la
validez de la conciliación es indispensable la aprobación del Juez”.
Es un acto típico porque se encuentra previsto en la Ley.

16 Obra citada, pág. 51.


La formalidad constituye un requisito esencial de la conciliación,
para su validez, pues no es suficiente que las partes lleguen a un
acuerdo conciliatorio, sino que es necesario que se consigne su
contenido en un acta, que además debe ser aprobada por el Juez, a
fin de que adquiera la autoridad de cosa juzgada y disponga su
cumplimiento.

La conciliación procesal, debe, además, contener un incuestionable


requisito de fondo, que de no cumplirse, el Juez no la aprobará:
“debe superar el test de disponibilidad de derechos”, es decir, que el
juez al momento de aprobarla debe cuidar que no se produzca
disposición de derechos laborales indisponibles. Constituye facultad
del juez “invitar a las partes a llegar a un acuerdo conciliatorio”.
Se puede conciliar “…cualquiera sea el estado en que se encuentre
el proceso, “hasta antes de la notificación de la sentencia”.

En cuanto al rol del Juez en la conciliación, puede decirse con


17
Piedrabuena , citado por Hinostroza Minguez, Alberto, que “…En
la conciliación judicial existe un elemento subjetivo – que es el Juez
conciliador – cuya intervención, dado su carácter de órgano del
Estado, implica una garantía de justicia y hace surgir la presunción
de que el avenimiento que se formalice no será injusto”. Agrega
18
Gelsi : “Aquí (…) lo fundamental es la intervención indelegable del
Juez, la autoridad que reviste y que da peso a su dirección y a sus
proposiciones. Y muy particularmente su presencia importa para
mantener el fiel de la balanza, para asegurar la igualdad de las partes,
para que el acuerdo no derive en la imposición de la parte más fuerte
o más astuta”.

De todo lo dicho queda claro, que la conciliación, como forma


especial de concluir el proceso, según la Ley Procesal del Trabajo es
la judicial o procesal o intraprocesal. Sin embargo, la misma Ley,

17 Piedrabuena, Jorge C. “Conciliación Judicial y Acción de Equidad”. En la Justicia, México D. F.


Tomo XXV, Mayo 1965, Nº 421, pág. 31, cita de Hinostroza Minguez, Alberto, obra citada, pág.
59.
18 Gelsi Bidart, Adolfo: “Conciliación y Proceso”. En El arbitraje en el Derecho Latinoamericano y
Español. Libro en homenaje a Ludwik Kos Rabcewicz Zubowski of Ottawa, Cultural Cuzco S.
A. Editores 1989, Lima – Perú, pág. 615 – 616, cita de Hinostroza Minguez, Alberto, obra
citada, pág. 59.
tanto en el proceso ordinario laboral (artículo 43º.2), como en el
abreviado laboral (art. 49º.1), dispone que “El juez invita a las
partes a conciliar posiciones y participa activamente a fin de que
solucionen sus diferencias total o parcialmente”. Esta es propuesta
por el Juez en la Audiencia de conciliación, en forma obligatoria y
facultativamente en cualquier momento durante el desarrollo del
proceso y hasta antes de notificarse la sentencia. Igualmente, las
partes pueden proponerla en cualquier estado del proceso y en tanto
no se hubiera notificado la sentencia.

La conciliación puede ser parcial o total. En el primer caso, se


archivará el proceso en la parte que fue objeto de conciliación y
continuará en lo no conciliado. En el segundo caso, concluirá el
proceso, adquiriendo la conciliación la autoridad de cosa juzgada, al
ser aprobada por el Juez, disponiéndose el archivo definitivo del
proceso.

En salvaguarda del debido proceso, la ley ha previsto que la


participación del juez en la conciliación no implica prejuzgamiento.
Así mismo, en salvaguarda de los derechos de los justiciables, no se
considera como declaración lo manifestado por las partes.

En el ámbito laboral, la conciliación es considerada por la OIT, “…


como una práctica que consiste en utilizar los servicios de una
tercera persona neutral para que ayude a las partes en un conflicto a
allanar sus diferencias y llegar a una transacción amistosa, o a una
19
solución adoptada de mutuo acuerdo” .

Finalmente el término conciliación deriva de la voz latina


“conciliare”, que significa componer, ajustar los ánimos de quienes
20
estaban opuestos entre si. Según Hinostroza Minguez “La palabra
conciliación proviene del latin “conciliatio”, del verbo “conciliare”,
utilizado para denominar la actividad encaminada a componer y
ajustar los ánimos de los que estaban opuestos entre si; hacerlos

19
La conciliación en los conflictos de trabajo. Guía Práctica OIT, Ginebra 1974, pág. 4, cita de
Romero Montes, Francisco Javier, obra citada, pág. 43.
20
Obra citada, págs. 48 – 49.
amigos, avenir sus voluntades respecto del punto en cuestión en que
estaban en disidencia; ponerlos en paz”.

6.1.2. EL ALLANAMIENTO. –

La Ley Procesal del Trabajo, como ya se dijo, se limita sólo a señalar el


allanamiento, como una forma especial de concluir el proceso, sin hacer
ninguna otra referencia, por lo que resulta procedente remitirnos al
Código Procesal Civil, en su calidad de norma jurídica supletoria. La
derogada Ley Procesal del Trabajo 26636, tenía una expresa referencia al
allanamiento o reconocimiento, en el artículo 47º, numeral 4), al
prescribir que “El proceso se encuentra expedito para sentencia cuando:
(...) 4. Se haya producido allanamiento o reconocimiento admitidos por
el Juez”.

Son los artículos que van del 330º al 333º, del Código Procesal Civil, que
se refieren al allanamiento, a su oportunidad, improcedencia y efecto. El
demandado puede expresamente allanarse a la demanda, para cuyo efecto
deberá legalizar “su firma ante el Auxiliar Jurisdiccional”, en señal de
conformidad, constituyéndose en un requisito formal para su validez. De
este modo, “acepta la pretensión dirigida contra él” (art. 330º CPC).

En cuanto a la oportunidad del allanamiento, éste puede realizarse


“en cualquier estado del proceso, previo a la sentencia”. Procede,
“respecto de alguna de las pretensiones demandadas” (art. 331º CPC) o
de todas las pretensiones.

Los casos de improcedencia del allanamiento, se encuentran regulados


por el artículo 332º del Código Procesal Civil, siendo los siguientes:
 El demandado no tiene capacidad para disponer del derecho en
conflicto.
 El apoderado o representante del demandado carece de facultad para
allanarse.
 Los hechos admitidos requieren ser probados por otros medios,
además de la declaración de parte.
 El conflicto de intereses afecta el orden público o las buenas
costumbres.
 El conflicto de intereses comprende derechos indisponibles.
 Habiendo litisconsorcio necesario, el allanamiento no proviene de
todos los demandados.
 Presume la existencia de fraude o dolo procesal.
 Advierte que la sentencia a dictarse va a surtir efecto frente a tercero
no emplazado; o
 El demandado es el Estado u otra persona de derecho público, salvo
que su representante tenga autorización expresa.

En cuanto a los efectos del allanamiento, se dirá que una vez producido,
el proceso queda expedito para la emisión de la correspondiente
sentencia, salvo que el allanamiento “no se refiera a todas las
pretensiones demandadas” (art. 333º CPC).

Desde el punto de vista laboral, la jurisprudencia, nos informan Vinatea


21
Recoba, Luis y Toyama Miyagusuku , define el allanamiento “como el
sometimiento a la pretensión del demandado y sólo puede tener por
objeto relaciones jurídicas disponibles; es decir, aquellas que sean
transigibles o renunciables y en general, aquellas en que no estuviera
comprometido el orden público” (Exp. Nº 2184-95. Data 35,000. Gaceta
Jurídica). “(...) el allanamiento supone una aceptación de la pretensión
del demandante que no admite condiciones o modalidades, pues estas son
propias de los actos bilaterales (requieren aceptación de la contraparte),
por lo que los alcances del allanamiento no pueden extenderse más allá
de los límites permitidos” (Exp. Nº 99-408-376. Data 40,000. Gaceta
22
Jurídica) .

Palacio, Lino, en su obra “Derecho Procesal Civil”. BBAA. T. 5. Edit.


23
Abeledo Perrot 1975, p. 545 , nos trae las siguientes definiciones de
allanamiento: es “la declaración de voluntad del demandado en cuya
virtud reconoce la fundabilidad de la pretensión interpuesta por el actor”
(Palacio Lino). Constituye la “renuncia a continuar con la contienda”
(Sentis Melendo). “Habrá allanamiento cuando el demandado, sin
reconocer la exactitud de los hechos y del fundamento del derecho de la

21 Ob.cit.
22 Obra citada, p. 149
23 en cita que hace Gómez Valdez, Francisco, ob. cit.
demanda, manifiesta estar conforme en que se dicte una sentencia que
24
pidió el actor en su demanda” (Fornaciari) .

6.1.3. Reconocimiento De La Demanda. –

“El demandado puede expresamente (...) reconocer la


demanda, legalizando su firma ante el Auxiliar
Jurisdiccional”. En tal caso, “además de aceptar la
pretensión, admite la veracidad de los hechos expuestos en la
demanda y los fundamentos jurídicos de ésta” (art. 330º
CPC).

Como ha podido notarse, el Código Procesal Civil, regula en el mismo


artículo 330º, el allanamiento y el reconocimiento, no obstante tratarse de
instituciones procesales distintas, cuyas diferencias son señaladas por
Gómez Valdez, Francisco, en los siguientes términos:

“Entre las diferencias que existen en ambas figuras jurídicas tenemos:


 En el allanamiento existe un sometimiento voluntario a las
pretensiones del actor, pero sin calificar las razones que la justifican,
tanto así que puede no expresar la razón de dicho sometimiento. En
el reconocimiento, en cambio, se registra lo uno y lo otro, esto es, las
pretensiones y razones habidas en la demanda como condición para
ejercitar el acto. Bajo estas condiciones se reconoce el derecho de la
parte actora sin controvertir el tema fáctico.
 En el allanamiento no se discute ni los hechos como tampoco el
derecho de la demanda. Cosa distinta ocurre con el reconocimiento
de la demanda, ya que se “admite la veracidad de los hechos
expuestos en la demanda y los fundamentos jurídicos de esta”.
 El allanamiento implica el sometimiento a la pretensión en la
demanda, mientras que el reconocimiento es aceptar la veracidad de
los hechos y derechos expuestos en esta, pudiendo ambas figuras
jurídicas unirse en un mismo acto procesal, o sea, desistirse y

24 Gómez Valdez, Francisco: Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley Nº 29497. Editorial San
Marcos. Primera edición 2010, p. 476
reconocer la demanda, cuidando quien lo ejercita efectúe la suma
25
divitio de las mismas” .

6.1.4. Transacción.-

La Nueva Ley Procesal del Trabajo, a diferencia de la derogada Ley


26636, que en su artículo 23º establecía que podía ser deducida como
excepción, considera que esta figura jurídica procesal, constituye una
forma especial de concluir el proceso.

Así mismo, la Nueva Ley Procesal del Trabajo, regula la transacción y la


conciliación en el artículo 30º, como si fueran dos instituciones iguales,
sin hacer ninguna diferencia entre una y otra. Así, por ejemplo, ambas
“pueden ocurrir dentro del proceso, cualquiera sea el estado en que se
encuentre, hasta antes de la notificación de la sentencia con calidad de
cosa juzgada”. Igualmente, prescribe que tanto una como la otra para
que, “ponga fin al proceso debe superar el test de disponibilidad de
derechos, para lo cual se toman los siguientes criterios: a) El acuerdo
debe versar sobre derechos nacidos de una norma dispositiva, debiendo
el juez verificar que no afecte derechos indisponibles; b) debe ser
adoptado por el titular del derecho; y c) debe haber participado el
abogado del prestador de servicios demandante”. Se trata, entonces, de
la transacción intraprocesal o dentro del proceso.

También incluye la transacción extrajudicial, al prescribir que: “Los


acuerdos (...) transaccionales también pueden darse independientemente
de que exista un proceso en trámite, en cuyo caso no requieren ser
homologados para su cumplimiento o ejecución”.

Los requisitos exigidos por el Código Procesal Civil en su artículo 335º,


para la transacción son los siguientes: a) “(...) debe ser realizada
únicamente por las partes o quienes en su nombre tengan facultad
expresa para hacerlo”. b) “Se presenta por escrito, precisando el
contenido y legalizando sus firmas ante el Secretario respectivo”.
Tratándose de una transacción que se realiza fuera del proceso, aun
cuando este se encuentra en trámite, las partes, “presentarán el

25 obra citada, p. 478


documento que contiene la transacción, legalizando sus firmas ante el
Secretario respectivo en el escrito en que la acompañan”.

Otras diferencias sustanciales entre la transacción y la conciliación,


pueden ubicarse en la naturaleza de una y otra, como puede verse del
artículo 337º del Código Procesal Civil, al prescribir que: “El Juez
aprueba la transacción siempre que contenga concesiones recíprocas,
verse sobre derechos patrimoniales y no afecte el orden público o las
buenas costumbres (...)”. En la conciliación, no hay concesiones
recíprocas.

Respecto a este polémico tema, Vinatea Recoba, Luis y Toyama


26
Miyagusuku, Luis , hacen los siguientes comentarios: “Respecto a la
transacción debido a la falta de una definición por parte del Código Civil,
ha conllevado que se genere un debate sobre su naturaleza jurídica. Por
un lado, existe la posición de considerarlo genéricamente como un acto
jurídico, vale decir, sería un acto dirigido a dilucidar una situación
dudosa y litigiosa, produciendo predominantemente efectos extintivos.
Así, la transacción no implica la asunción de obligaciones sino que las
extingue. Esta postura tiene un respaldo por el hecho de que esta figura
se ubica dentro del Código Civil, como una de las destinadas a extinguir
obligaciones. Así mismo, se apoya en el hecho de que un sector de la
jurisprudencia define a la transacción como el acto jurídico bilateral y
consensual donde, al hacerse mutuas y recíprocas concesiones, las partes
extinguen obligaciones dudosas o litigiosas” (Exp. Nº 1588-2006-Lima.
Data 40,000. Gaceta Jurídica).

“Por otro lado, continúan diciendo los mismos autores, existe la postura
de definir a la transacción específicamente como un contrato, porque la
transacción no se agota solo en un efecto extintivo sino, como se aprecia
de la lectura del segundo párrafo del artículo 1302 del Código Civil,
también dispone que mediante este negocio jurídico se puede reconocer,
eliminar, modificar o regular derechos u obligaciones, cargas o derechos
potestativos, etc. Así mismo, se observa que un requisito básico de la
transacción es la patrimonialidad de los derechos transigibles, que no
constituye un rasgo de los derechos que surgen de los contratos. En ese

26 obra citada, pp. 151 -152


sentido, consideramos que a la transacción se le podrán aplicar las reglas
de contratación en cuanto no le sean contrarias”.

Finalmente, con relación a las características que debe contener la


transacción, que igualmente, la distancian de la conciliación, los
precitados autores, en cita que hacen de Osterling Parodi Felipe y
Castillo Freyre, Mario: “Compendio de Derecho de Obligaciones”. 1ª
Edición, Palestra, Lima 2008. pp. 180 y siguientes, señalan que estas son
las siguientes:

 Busca dilucidar asuntos dudosos o litigiosos. Es dudoso en la


medida en que el asunto aún no es parte de un proceso, pero al
tratarse de una controversia con relevancia jurídica es susceptible
potencialmente de generarlo; y será litigioso cuando se esté
dilucidando ya dentro de un proceso judicial.
 Existen concesiones recíprocas. Implica que cada parte debe
sacrificar algún derecho o pretensión. Aunque es necesario precisar
que no necesariamente las concesiones deben ser equivalentes o
proporcionales, las cuales dependerán de la negociación de las
partes.
 La transacción es indivisible. Es un todo integral y lo que le ocurra
a una parte afecta al resto; salvo que se pacte en contrario.
 La transacción versa exclusivamente sobre derechos disponibles.
Sólo los derechos que tengan esta característica serán susceptibles de
ser transigidos. Como bien lo señala el artículo en comentario, el
acuerdo debe versar sobre derechos nacidos de una norma
dispositiva.
 La transacción no debe afectar el orden público o las buenas
costumbres.
 La transacción tiene calidad de cosa juzgada. El asunto tratado no
podrá ser materia de un proceso posterior”.

6.1.5. Desistimiento.

El desistimiento constituye otra de las formas especiales de concluir el


proceso, no desarrollado por la Nueva Ley procesal del Trabajo, como si
lo hacía la Ley Nº 26636, en su artículo 46º, en los siguientes términos:
“El desistimiento de la pretensión, del proceso o de algún acto procesal,
se formula antes de que surtan sus efectos. Cuando el demandante lo
proponga debe motivar su pedido para obtener la aprobación del Juez,
quien cuida que no se vulnere el principio de irrenunciabilidad respecto
de los derechos que tengan ese carácter”.

La vigente Ley, se limita sólo a enunciarlo como una forma especial de


concluir el proceso, por lo que debemos remitirnos a la doctrina y al
Código Procesal Civil, como norma supletoria.

La derogada Ley procesal, admitía, como lo hace el artículo 340º del


Código Procesal Civil, tres tipos de desistimiento: a) desistimiento de la
pretensión, b) desistimiento del proceso; y c) desistimiento de algún acto
procesal. Veamos a continuación en que consiste cada uno de ellos.

a) Desistimiento de la pretensión: La pretensión como ha sido


indicado, es el contenido del derecho de acción que expresa lo que el
demandante quiere lograr. “La pretensión es la declaración de
voluntad hecha ante el Juez y frente al adversario. Es un acto por el
cual se busca que el Juez reconozca algo, con respecto a cierta
relación jurídica. En consecuencia se dirige al Juez (como órgano del
Estado) para solicitar la puesta en movimiento de la actividad
judicial y obtener un pronunciamiento (sentencia). No se dirige al
27
Estado (o al Juez) sino a un sujeto de derecho” , de modo que si no
hay pretensión no habrá ejercicio de acción, ni demanda. Se ha dicho
por último que la pretensión es el objeto del proceso. El
desistimiento de la pretensión en materia laboral, tratándose de un
trabajador, se encuentra estrechamente ligado al principio de
irrenunciabilidad de los derechos laborales, siendo por ello que la
derogada ley 26636, en su artículo 46º imponía como obligación que
se motive el desistimiento, estando obligado el Juez a cuidar “que
no se vulnere el principio de irrenunciabilidad respecto de los
derechos que tenga ese carácter”.

27 Véscovi, Enrique: Obra citada, pág. 65.


28
“El desistimiento, nos informa Hinostroza Minguez , es
denominado también renuncia o desistimiento del derecho o,
inclusive, de la acción”. Passi Lanza, afirma que “Para un correcto
encuadre terminológico debe tenerse presente que, a los fines
procesales, desistimiento del derecho o desistimiento de la acción
son términos equivalentes, puesto que la renuncia de ésta última
29
implica la imposibilidad jurídica de reiterar la pretensión…” . Esta
“clase de desistimiento, constituye una manifestación expresa de
voluntad dirigida no sólo a apartarse del proceso sino también a
abdicar de la pretensión del proponente. El desistimiento de la
pretensión es una forma especial – en relación a la sentencia – de
conclusión del proceso que, además de poner término a la relación
procesal, afecta la cuestión de fondo (enmarcada en la pretensión del
sujeto), la misma, que una vez renunciada – y aprobada por el Juez –
, no puede ventilarse nuevamente en otro juicio. Así, el derecho
sustancial en que reposa la pretensión no puede ser luego debatida
30
judicialmente si se hizo renuncia de él en un proceso previo” . El
desistimiento de la pretensión y la consiguiente aprobación del Juez
“produce los efectos de una demanda infundada con la autoridad de
cosa juzgada” (art. 344º C. P. C.).

b) Desistimiento del Proceso: El proceso, no está demás reinerarlo“…


es el conjunto de actos dirigidos a un fin (como sucede en todos los
demás: proceso químico, fisiológico), la solución del conflicto (o la
satisfacción de la pretensión) mediante la imposición
de la regla jurídica, el derecho (o más mediatamente, la implantación
31
de la paz y la justicia en el medio social)” . Es el medio adecuado
que el Estado tiene para resolver el conflicto, regulado por el
Derecho Procesal. Se le concibe, igualmente, como un conjunto de
actos regulados por el procedimiento que liga a las partes y al Juez.
En este proceso emergen deberes, derechos, poderes, obligaciones o
cargas. Se inicia cuando alguien ejercita su derecho de acción, a
través de la demanda, solicitando tutela jurisdiccional y normalmente

28 Obra citada, pág. 189.


29 Passi Lanza, Miguel Angel: “El Desistimiento del Proceso y el Desistimiento del Derecho en la
Jurisprudencia”. En: Revista Jurídica Argentina La Ley, La Ley S. A. Editora e impresora,
Buenos Aires, 1967. Tomo 126, pág. 545, cita de Hinostroza Minguez, obra citada, pág. 189.
30 Hinostroza Minguez, Alberto: Obra citada, pág. 189.
31 Véscovi, Enrique: Obra citada, pág. 7.
concluye con la sentencia. El desistimiento, constituye una forma
especial de concluirlo, según es de verse del artículo 30º de la Nueva
Ley Procesal del Trabajo, encontrándose su fundamento en el
Principio de Disponibilidad del Proceso que tienen las partes para
darlo por terminado en cualquier momento a través del
desistimiento. Se le denomina también “renuncia al estado de
litispendencia (según la doctrina alemana) o renuncia a los actos del
juicio (según cierto sector de la doctrina italiana) o desistimiento de
la acción o de la instancia o de la demanda, es aquel acto jurídico
procesal a través del cual el demandante manifiesta expresamente su
voluntad de apartarse del proceso (quedando incólume su
pretensión), terminando de ese modo la relación jurídica procesal.
(siempre que reúna dicho acto los requisitos de ley y sea declarado
eficaz por el Juez, y, además que no haya reconvención formulada
32
por el demandado)” . “El desistimiento del proceso lo da por
concluido sin afectar la pretensión” (art. 343º C. P. C.). Si el
desistimiento, se formulara, luego de notificada la demanda, se
requerirá la conformidad del demandado, la misma que debe ser
expresada dentro de tercer día de notificado, de modo que si no se
produce la conformidad, el desistimiento carecerá de eficacia y el
33
proceso deberá continuar su curso .

c) Desistimiento de algún acto procesal: Los actos procesales forman


parte de la actividad procesal y corresponden a las partes y al Juez.
En el caso del desistimiento de algún acto procesal, se alude a los
actos procesales de las partes y no del órgano jurisdiccional. No está
referido a la totalidad de ellos, sino de alguno o algunos, porque de
lo contrario estaríamos ante el “desistimiento de los actos del juicio”,
34
que corresponde al desistimiento del proceso . Los actos procesales
son elementos indisolubles del proceso y, por tanto, constituyen una
parte esencial cuya estructura (requisitos y eficacia) está
35
predeterminada por la Ley, sometida al principio de legalidad . Si el

32 Hinostroza Minguez, Alberto, obra citada, pág. 171.


33
“El desistimiento del proceso lo da por concluido sin afectar la pretensión. Cuando se formula
después de notificada la demanda, requiere la conformidad del demandando expresada dentro de
tercer día de notificado, o en su rebeldía. Si hubiera oposición, el desistimiento carecerá de
eficacia, debiendo continuar el proceso” (art. 343º C. P. C., parte pertinente).
34 Hinostroza Minguez, Alberto: obra citada, pág. 181.
35 Palomeque López, Manuel Carlos y Alvarez de la Rosa, Manuel: obra citada, pág. 1146).
desistimiento es de algún “medio impugnatorio, medio de defensa u
otro, deja sin efecto la situación procesal favorable a su titular”. Si
“es de un medio impugnatorio, su efecto es dejar firme el acto
impugnado, salvo que se hubiera interpuesto adhesión” (art. 343º C.
P. C., parte pertinente).

La oportunidad para proponer el desistimiento, es antes “de que la


situación procesal que se renuncia haya producido efecto” (art. 342º
CPC). El desistimiento puede ser propuesto por el accionante o por
el accionado.

Cuestión importante es la declaración contenida en el artículo 342º


del Código Procesal Civil, con respecto a la presunción del
desistimiento:” El desistimiento no se presume”. Como garantía de
su procedencia, se exige a quien lo propone precise “su contenido y
alcance” legalizando su firma ante el Secretario de la causa.

36
Eduardo J. Couture, según nos indica Urquizo Pérez, Jorge ,
distingue varias acepciones del término desistimiento: a) Modo
anormal de conclusión del Juicio, en virtud del cual uno de los
litigantes se aparta de él en forma expresa, renunciando a su
demanda o a su oposición, b) Renuncia o abdicación del derecho
material invocado en un proceso, c) renuncia o abdicación de llevar
adelante una instancia promovida mediante el recurso, d) renuncia o
abdicación del derecho a realizar un acto jurídico.

37
Para Hinostroza Minguez “El vocablo desistimiento significa,
apartamiento o renuncia. Puede ser visto entonces el desistimiento
como una forma de renuncia a algo que hace un determinado sujeto”.
Por su parte, Monroy Gálvez, en cita que hace el mismo Hinostroza,
precisa que “…el desistimiento es un instituto procesal. Siendo así,
38
se presenta únicamente durante el desarrollo del proceso” .

36
Obra citada, pág. 163.
37
Obra citada, pág. 169.
38
Monroy Gálvez, Juan: Temas de Proceso Civil, Librería Studium, Lima Perú, 1987, pág. 163,
citado por Hinostroza Minguez, obra citada pág. 169.
39
Agrega Hinostroza Minguez que “El desistimiento como acto
jurídico procesal representa una manifestación de voluntad unilateral
encaminada a dejar sin efecto algún acto procesal o el proceso o a
renunciar a la pretensión. Advertimos que la declaración de quien se
desiste es de carácter unilateral, presentándose en el desistimiento
una nota de bilateralidad sólo en lo concerniente a su eficacia (como
cuando se exige la conformidad del adversario o, al menos, su
silencio – rebeldía -, tratándose del desistimiento del proceso, o
cuando se requiere que sea convencional el desistimiento de la
pretensión, si se hubiera expedido ya sentencia de primera instancia,
operando esta última forma de desistimiento siempre que tal
resolución no hubiere quedado firme todavía, en razón de la
inmutabilidad derivada del instituto de la cosa juzgada que no puede
ser afectada ni siquiera por acuerdo de las partes)”.

Anotemos dos citas más, respecto al significado del desistimiento:


“Desistir es manifestar la parte su voluntad de separarse de la acción
intentada o deducida, de la oposición que ha formulado, del
40
incidente que ha promovido, o del recurso que haya interpuesto” .

El desistimiento “(…) la declaración de voluntad del demandante de


no continuar el ejercicio de la acción en el proceso pendiente,
41
iniciado por él” .

6.1.6. El Abandono. –

“El abandono del proceso se produce transcurridos cuatro (4)


meses sin que se realice acto que lo impulse. El juez declara el
abandono a pedido de parte o de tercero legitimado, en la
segunda oportunidad que se solicite, salvo que en la primera vez
el demandante no se haya opuesto al abandono o no haya
absuelto el traslado conferido” (art. 31º, in fine NLPT).

39
Obra citada, pág. 169.
40
Pardo, Antonio: “Desistimiento”.En estudio de Derecho. Organo de la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, Medellín Colombia, Volumen XII, Mayo de
1951, Nº 37. p. 311, cita de Hinostroza, obra citada, pág. 170..
41
Prietro Castro y Ferrandiz, Leonardo: Derecho Procesal Civil, Volumen 1, 3ª edición, Editorial
Tecnos Madrid, 1980, pág. 216, cita de Hinostroza, obra citada, pág. 170.
En la doctrina se le conoce también con la denominación “caducidad de
la instancia”, que se produce cuando no se impulsa el proceso, o mejor se
le abandona sin activarlo durante un periodo de tiempo, que en el caso
del proceso laboral, es de cuatro meses, luego de los cuales se tiene
entendido o se presume, que la parte litigante no tiene interés en
continuarlo. El abandono supone que el proceso ha quedado paralizado,
por propia voluntad de las partes.

Dentro de esta misma línea, Juan Morales Godo, citado por Toyama
42
Miyagusuku y Vinatea Recoba , “el abandono es una institución que se
desprende del principio de perención o caducidad de la instancia a través
del cual se decreta la muerte del proceso, o de un determinado recurso,
según sea el caso, ante la inactividad procesal de las partes durante un
plazo determinado”. De este modo, agregan los mismos autores, citando
la Casación 957-96-Lima, El Peruano, 23/.04/97, p. 753, “el abandono
extingue la relación procesal y que se produce después de un periodo de
tiempo en virtud de la inactividad de las partes”.

El lapso de tiempo que debe transcurrir para que el abandono se


produzca, es de cuatro meses, sin que se hubiere realizado acto alguno
que lo impulse. Uno de los primeros temas a dilucidar, es desde cuando
se computa el término para que se materialice el abandono. La respuesta
la encontramos en el Código Civil, artículo 384º en los siguientes
términos: “El abandono opera por el solo transcurso del plazo desde la
última actuación procesal o desde notificada la última resolución”.

El abandono no opera de oficio, pues de conformidad con el artículo que


comentamos, el Juez lo declara, “a pedido de parte o de tercero
legitimado”. Para ello, deberá correr traslado, a la parte afectada, a fin de
que lo absuelva, sino lo hace, esperará a que se vuelva a solicitar por
segunda vez, declarando, en esta oportunidad, el abandono del proceso.

Los actos válidos para el impulso del proceso sólo serán aquellos que
cumplen esta finalidad, de modo que los actos procesales que no tienen
este destino, no interrumpen el término para la declaración del abandono,

42 obra citada, p. 166


tales como la designación de nuevo domicilio, pedido de copias,
apersonamiento de nuevo apoderado y otros análogos (art. 348º C. P.C.),
última parte. Sin embargo el abandono no opera si la parte beneficiada,
realiza un acto de impulso procesal (art. 348º C. P.C.).

El abandono no opera cuando la paralización del proceso se debe a


causas de fuerza mayor, que los litigantes no hubieran podido superar
con los medios procesales a su alcance (art. 349º CPC).

El abandono es improcedente, en los siguientes casos:

 Cuando el proceso se encuentra en ejecución de sentencia.


 En los procesos no contenciosos.
 En los procesos en los cuales se litigan pretensiones imprescriptibles.
 Cuando el proceso se encuentra en el estado de emitir sentencia,
salvo que se encuentre pendiente una actuación a cargo de una de las
partes, computándose el plazo para el abandono, desde que se
produjo la notificación que dispone tal actuación.
 Cuando se encuentra pendiente de emitir resolución, cuya demora es
imputable al juez.
 Cuando la continuación del trámite dependiera de una actividad que
la ley impone: a los auxiliares jurisdiccionales, al Ministerio Público
a otra autoridad o funcionario público que deba cumplir un acto
procesal requerido por el Juez.
 En los procesos que la ley señale (art. 349º C. P.C.).

Con relación a los efectos del abandono, no se encuentra ninguna


referencia, en la nueva Ley Procesal del Trabajo, por lo que debe
aplicarse supletoriamente el Código Procesal Civil, en cuyo artículo 351º,
prescribe: “El abandono pone fin al proceso sin afectar la pretensión.
Sin embargo, su declaración impide al demandante iniciar otro proceso
con la misma pretensión durante un año, contado a partir de la
notificación del auto que lo declare. Así mismo restituye las cosas al
estado que tenían antes de la demanda. Si por segunda vez, entre las
mismas partes y en ejercicio de la misma pretensión, se declara el
abandono, se extingue el derecho pretendido y se ordena la cancelación
de los títulos del demandante, si a ello hubiera lugar”.
“La declaración de abandono cancela todos los efectos sustanciales que
se hubieran producido en la interposición de la demanda y la notificación
de esta al demandado. Así, pone fin al proceso sin afectar la pretensión y
borra el efecto interruptivo de la prescripción provocado por el
43
emplazamiento” .

El abandono afecta a la pretensión, cuestión fundamental, por ser


respecto a ella que gira el debate dentro del proceso y sobre el que incide
el material probatorio. No obstante la norma procesal, le otorga a la parte
afectada por el abandono, la posibilidad, de volver a demandar sobre la
misma pretensión, luego de transcurrido un año, empero, si en esta
segunda oportunidad, volviera a declararse el abandono, se extinguirá el
derecho pretendido, ordenándose la cancelación de los títulos del
demandante, si a ello hubiera lugar.

Sobre esto último, Toyama Miyagusuku y Vinatea Recoba, precisan que


estos efectos, “también deben aplicarse al proceso laboral; teniendo en
cuenta que si bien se debe buscar la tutela de los intereses del trabajador,
tampoco se debe tolerar que este abuse de su derecho de acción. Así, lo
que se busca con esta sanción es precisamente disuadir a los
44
demandantes de activar innecesariamente el aparato judicial” .

6.1.7. Inasistencia Por Segunda Vez A Audiencias. –

a) Inasistencia a la Audiencia de Conciliación.

“Si ambas partes inasisten, el juez declara la conclusión


del proceso si, dentro de los treinta (30) días naturales
siguientes, ninguna de las partes hubiese solicitado fecha
para nueva audiencia” (art. 43º, 2do. párrafo NLPT).

Si bien la ley se refiere al derecho que ambas partes tienen en el


proceso, de solicitar nueva fecha para la audiencia, cuando ninguna
de ellas asistió a la audiencia de conciliación, debe considerarse que

43
Toyama Miyagusuku, Jorge y Vinatea Recoba, Luis: obra citada, pág. 168
44
Idem. P. 168
será el demandante, quien tendrá interés que no se concluya el
proceso, por lo que será él el que solicite la nueva fecha.

b) Inasistencia a la Audiencia de Juzgamiento.

“Si ambas partes inasisten, el juez declara la conclusión del


proceso si, dentro de los treinta (30) días naturales
siguientes, ninguna de las partes hubiese solicitado fecha
para nueva audiencia” (art. 44º, parte pertinente NLPT).

El supuesto de la inasistencia a que se refiere el artículo 44º es la


inconcurrencia a la Audiencia de Juzgamiento. No obstante, en
ambos casos, la prescripción es la misma, el juez declara la
conclusión del proceso si, dentro de los treinta (30) días naturales
siguientes, ninguna de las partes hubiese solicitado fecha para
nueva audiencia”.
Similar disposición se encontraba en la derogada Ley Nº 26636,
artículo 64º, con algunas diferencias en su redacción sin mayor
significación. La nueva Ley Procesal del Trabajo utiliza la siguiente
redacción: “ninguna de las partes hubiese solicitado fecha para
nueva audiencia”, refiriéndose a la Audiencia de conciliación y de
juzgamiento, en el proceso ordinario laboral. La anterior ley, tenía la
siguiente redacción: “el proceso no ha sido activado por ninguna de
ellas”, refiriéndose, a la audiencia de conciliación en el proceso
ordinario laboral.

Los efectos son los mismos que produce el abandono: Concluye el


proceso, pero queda vigente la pretensión.

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