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que se es sujeto: ese libro con tirada de un solo ejemplar cuyo texto
virtual llevas por todas partes y en el que está escrito el guion de tu
vida, o al menos su hilo conductor". Jacques Alain Miller. Cartas a la
opinión ilustrada.
DESTINOLOGÍA PSICOANALÍTICA
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Automatón y tyché
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El "Sujeto" de un Destino
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“APRECIADO amigo!
Las agradabilísimas impresiones personales que me
quedaron de su última visita a Viena vuelven a animarse sin
cesar en mi recuerdo. No hace mucho terminé de leer su nuevo
volumen de la historia de José, con la melancólica reflexión de
haber dejado tras de mí otra hermosa experiencia y de que
probablemente no me será dado leer la continuación.
La coincidencia de dicha historia con la idea de la «vita
vivida» y su prototipo mitológico, que usted expuso en su
conferencia, hizo germinar en mí una reflexión que tomo ahora
como motivo para conversar con usted como si se encontrara
aquí, sentado frente a mí en este gabinete, sin que por ello
pretenda, empero, una respuesta amable, ni menos aún una
atenta consideración. Yo mismo no tomo muy en serio mi
construcción hipotética, pero tiene para mí el encanto que
despierta, por ejemplo, el restallido del látigo en un carretero
jubilado.
A saber: ¿existe un personaje histórico para el cual la vida de
José sería el prototipo mítico, de modo que pudiéramos admitir
que la fantasía de José fue el motor demoníaco oculto tras la
completa imagen de su vida?
Creo que Napoleón I fue esa persona.
a) Napoleón era corso, el segundo entre una multitud de
hermanos. EI mayor, el único que lo precedía, se Ilamaba…
José, y ésta fue la circunstancia que marcó su destino, pues es
así como lo casual se entrelaza en la vida humana con lo
inevitable. Las prerrogativas del primogénito se respetan en la
familia corsa con una veneración rayana en lo sacrosanto.
(Creo recordar que Alphonse Daudet lo describió cierta vez en
una novela: ¿me equivoco o fue en El nabab? ¿Acaso en otra
parte? ¿O fue Balzac?) Esta tradición corsa exalta al máximo
una relación humana que en otras partes no pasa de lo normal.
El hermano mayor es el rival por antonomasia; a él le dedica el
menor una hostilidad elemental, infinitamente honda, que en
años posteriores podrá ser lícitamente calificada como deseo de
muerte, como propósito homicida. Eliminar a José, colocarse
en su lugar, ser a su vez José: tal debe de haber sido el más
poderoso anhelo afectivo del pequeñuelo Napoleón. Por
notable que parezca, la observación lo ha demostrado con
certeza: justamente los impulsos infantiles, tan desmesurados,
tienden a revertir en lo contrario. El odiado rival se convierte
en el ser más amado.
Así ocurrió también en Napoleón. Inferimos que primero lo
odió a muerte, pero nos enteramos de que más tarde amó a
José como a ningún otro ser humano, y que a él, a ese inútil e
irresponsable hermano, le perdonó casi todo. El odio
primordial quedó, pues, sobrecompensado, pero la agresión
desencadenada otrora se mantuvo al acecho para desplazarse a
otros objetos. Centenares de miles de seres anónimos habrían
de expiar el hecho de que el pequeño demonio respetara a su
primer enemigo.
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El fundamento de un Destino
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con una mujer que no ama, solo por su dinero, tal cual lo fuera
su padre. Contrariamente a tales mandatos, el joven se había
enamorado de una joven pobre a quien amaba. Como ya lo
intuía Freud, el conflicto era entre su deseo y la de sus padres.
La famosa “procastinación” no consiste sino en este
“postergar” la decisión debido a conflicto entre deseos. Todo
esto genera angustia, inhibiciones y síntomas, todos muy
conocidos. Sin embargo, el sujeto trata de “hacerse” un destino
a la medida del “destino paterno”. Las consagradas ideas de
que el obsesivo busca construir la “función paterna” consiste
más bien en la búsqueda de comprensión del destino paterno y
su propio destino, su definición de su subjetividad y su ser
tanto en el marco familiar como su linaje. Recordemos las dos
dimensiones del sujeto según Freud, a saber, ser un fin de si
mismo y al mismo tiempo, como representante de la cadena
transgeneracional de su linaje.
Las preguntas sobre la vida, la existencia, la muerte, el amor,
etc., no apuntan sino al “suprasentido” que otorga dirección y
lógica a los síntomas, inhibiciones y angustias: el Destino del
“Hombre de las ratas”. Como una verdadera "Gramática
inconsciente" que fija su destino como copia literal de la del
padre por lo que el “Hombre de las ratas” cede el manejo del
dinero de su herencia a su madre, por ejemplo. Por tradición
masculina, no desea deber nada a una mujer y ello no solo
habla de un carácter desligado de su existencia porque es marca
de un destino masculino, tal cual lo era el de su padre. Solo
desea tener deuda con un hombre y por ello el “delirio”
justificatorio de que no le debe a la estafetera sino al teniente
durante su estadía en el servicio militar. Por otro, la
determinación paterna lo obliga a elegir una mujer rica, pero su
síntoma lo induce hacia su deseo de enamorarse de una mujer
pobre.
Esta historia de oscilaciones entre una mujer rica y otra
pobre se reitera por ejemplo entre la estafetera “rica” (que le
paga la deuda) y la cantinera pobre. De idéntica forma que el
padre por su paso por el servicio militar, debió contraer una
deuda, un amigo salvador y la oscilación entre ambas mujeres.
En el fondo, y como búsqueda de una ideal del yo que regule
su vida, el “Hombre de las ratas” deseaba contraer una deuda
con el hombre, o mejor, con el padre. Por ello, perdido en la
imagen especular, el “Hombre de las ratas” se pierde en el
laberinto de su destino simbólico donde se juega el deseo de
sus padres versus el suyo. Lo insistente en su caso es la historia
donde el padre utilizó el dinero de su compañía en el ejército,
oportunidad en que lo salva un amigo aunque nunca devolvió
ese dinero. La “eficacia simbólica” del mito (Destino para
nosotros) aparece en todo detalle del caso, como el momento
en que debía elegir una mujer entre la rica que no amaba y la
pobre amada. Debía adecuarse a los mandatos de la historia
paterna y sus dudas y síntomas se remontan a la pregunta por
su destino versus la del padre y el mandato familiar donde
mandaban las mujeres. Identificado a las insignias parentales, el
“Hombre de las ratas” materializa su destino apoyado en el
ideal paterno.
En cierta manera, el discurso inconsciente aliena al sujeto en
un destino literal y paterno. Las fallas paternas retornan en el
sujeto como deuda impaga al amigo, como oscilación entre dos
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De la “estructura” al Destino
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La pulsión de Destino
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Bibliografía
“Destinología Psicoanalítica”…………………………….....1
Introducción……………………………………………....…3
Inconsciente y Destino……………………………………....6
Automatón y tyché…………………………………………14
La maldición del Inconsciente……………………………..19
El sujeto de un Destino…………………………………….24
El mito estructurante de un Destino………………………..27
La Neurósis de Destino revisitado………………………....33
Un caso de “Neurósis de Destino” de Hélene Deutsch…....36
El Destino como proyección del superyó……………….....40
¿Identificaciones que destinan?............................................42
Destino y elección en Freud……………………………….45
El Destino, entre disposición y azar……………………….47
Fundamentos de un Destino…………………………….…48
Parte II: Destinos singulares……………………………….51
El Destino trágico de Edipo………………………………..51
El Destino enigmático de Hamlet………………………….55
Reflexiones sobre el Hombre de las ratas……………….....58
Destino de mujer desde el psicoanálisis……………………61
Destino de mujer II………………………………………....67
Parte III: Significante y Destino…………………………....69
Un significante que destina………………………………...69
Una estructura que Destina………………………………...72
De la estructura al Destino…………………………………74
Parte IV: La perspectiva de Christopher Bollas sobre
el Destino………………………………………………......77
“Fuerzas de Destino”……………………………………....77
El idioma del propio-ser-genuino………………………….79
El análisis del Destino según Bollas……..……….………..82
El lugar del Destino en el psicoanálisis…………………....83
La incompletud del Destino………………………………..86
Parte V: Proyecto identificatorio y Destino………………..87
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