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BOLIVARIANISMO Vs.

MONROÍSMO

Autor: Tte. Casanova Delgado Daniel


Unidad: 1cia. Destacamento N° 332

Bolívar vive en el bolivarianismo:

El Bolivarianismo, como ideología, ha sido desarrollado y promovido por partidos


latinoamericanos revolucionarios agrupados en el Foro de Sao Paulo. Sin embargo,
esta tendencia ideológica es poco probable que se diese en el contexto histórico de
la emancipación.

Defiende la postura del antiimperialismo y el anticolonialismo, en su época,


provenientes de las potencias de Europa Occidental (Gran Bretaña, Francia y
España). Hoy esa postura es reivindicada por la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América

Que como doctrina y en el ámbito de la geopolítica mundial se erige para enfrentar


de nuevo los intereses perversos del imperialismo estadounidense.

Estado depredador de los recursos estratégicos de los pueblos y que amenaza


constantemente la paz y el orden mundial, sobre la base de una teoría muy
conveniente y una doctrina en la que han pretendido y pretenden fundamentar el
injerencismo del que han sido víctimas las naciones del mundo, la doctrina del
Libertador sustentada en el principio de la autodeterminación de los pueblos,
mantiene una lucha permanente, una resistencia sistemática en favor de la justicia,
de la mediación y el respeto a los intereses propios de cada Estado.

Hablar de Bolívar y aún más del Bolivarianismo, es hablar de la solidaridad como


inclinación de los Venezolanos e hispanoamericanos hacia las agrupaciones
humanas, siendo indiferentes frente a los intereses estrechos de la soberanía
absoluta que han mantenido, mantienen y han ido moldeando algunos Estados
europeos, así como, los grupos de poder que desde las antiguas colonias inglesas
se vinieron conformando entorno a una demencial teoría del destino manifiesto que
terminó por constituirse en el marco del desarrollo republicano de los Estados
Unidos de América en la denominada Doctrina Monroe.

Según esta teoría y posterior doctrina que se ha venido desarrollando desde el siglo
XVII, alcanzando su madurez en el siglo XIX, y que se ha convertido en la excusa
doctrinaria para intentar solapar el principio sagrado del Bolivarianismo de la
autodeterminación de los pueblos.

Frente a este potencial enemigo, Bolívar no solo acuña aquella frase inmortal de los
Estados Unidos están predestinados por la providencia a plagar la América de
miseria en nombre de la libertad, sino que en su desarrollo perfila un modelo de
integración justo, con equilibrio de poderes y basado en la libertad republicana
basada en las buenas relaciones e intereses mutuos en el desarrollo y la defensa
de la independencia, de igual forma se observa en Bolívar una contraposición a la
idea napoleónica de establecer unos Estados Unidos de Europa, a través de un
esquema de conquistas y el afianzamiento de la figura del gran emperador.

Bolívar como estadista y el bolivarianismo como doctrina, se erigen para plantear


por primera vez y defender en lo consecutivo la necesidad estratégica de proponer
y crear una comunidad de naciones, visión prospectiva del Padre Bolívar que
terminaría por aplicarse tarde o temprano en la Organización de Estados
Americanos y en la Organización de las Naciones Unidas, foros de la geopolítica
continental e internacional en los que el bolivarianismo ha estado permanentemente
en los principios fundamentales de su razón de ser y en contraposición a las
pretensiones que desde el denominado monroísmo estadounidense han
pretendido, y hasta han logrado, de utilizarlos para el afianzamiento de sus propios
intereses en detrimento de la paz y el orden mundial.
Ya desde muy temprano al desarrollo del genio y figura del Libertador,
representando los intereses de Venezuela como diputado en Londres durante 1810,
sugirió la idea de una liga anfictiónica de las naciones de habla española a los fines
de lograr el orden y el buen entendimiento en la lucha por la

Libertad y su mantenimiento en el tiempo. Idea que dejaría plasmada para la


historia en aquellas declaraciones dadas al periódico británico Morning Chronicle el
5 de septiembre de aquel año, y en las que esbozaba la aspiración de los
venezolanos a invitar a todos los pueblos de América a conformar una
confederación.

En 1815, Bolívar desarrolla uno de sus documentos fundamentales para la posterior


doctrina del Libertador y del Bolivariaismo que defendemos y desarrollamos los
patriotas de Venezuela, la Carta de Jamaica en la que vislumbra en ella la eventual
conformación del Nuevo Mundo en una sola y gran nación, del establecimiento de
un foro geopolítico llamado a tratar y discutir sobre la paz y la guerra, espacio que
no aleja de su mente y en las oportunidades que la dinámica de la guerra permite,
adelanta y consolidad en la perspectiva de orientar su necesario establecimiento,
así por ejemplo, en 1818 dirigiéndose Bolívar al Supremo Director de las provincias
Unidas del Rio de la Plata, plantea la idea del pacto americano, de la creación de
un cuerpo político una vez consolidadas las independencias hispanoamericanas.

De igual forma, después de Boyacá, y en el desarrollo de los planes de


organización de la República de Colombia, envía plenipotenciarios a los países
hispanoamericanos entre otras cosas, para establecer el contexto estratégico para
la conformación de una liga americana, y que contrapuesta a la Santa Alianza
europea, establezca un criterio superior enmarcado en los derechos del hombre y
del ciudadano, conformada en la libertad de los pueblos, en una sociedad de
naciones hermanas, y que aunque separadas por el curso de los acontecimientos,
estuviesen unidas y fuertes para defenderse de las agresiones que desde el
extranjero pudiesen acometerse en su contra.
Pero en su desarrollo y de la mano de la traición Santandereana, el bolivarianismo
en su origen y en su esencia fue contrapuesto a una doctrina que buscaba, busco y
sigue buscando el desarrollo de sus propios intereses con menoscabo al de los
pueblos de América, está no es ni ha sido otra que la doctrina Monroe política
Estadounidense que se ha traducido en división, miseria y subordinación de
nuestros pueblos a los soberanos intereses Estadounidenses, pero Bolívar vivo en
el alma y corazón del pueblo venezolano, renace en la fuerza y determinación del
Comandante Chávez para alertar a los pueblos de América y del mundo de la
amenaza que representa el mantenimiento de semejante doctrina en detrimento de
los pueblos del mundo.

En esta coyuntura, los venezolanos no hemos estado solos y junto a los pueblos
del mundo una vez más levantamos nuestras manos para seguir luchando contra la
injusticia social, la desigualdad, el hambre y la guerra que afecta a los pueblos de la
tierra, detrás el vetusto monroísmo que cual imperio británico y español en América
habrá de extinguirse para dar paso definitivo al bolivarianismo, doctrina de la
juventud eterna en tanto defiende el sagrado principio de la autodeterminación de
los pueblos, sin el menoscabo de los intereses de otros.

He allí nuestro destino manifiesto de nuestro, luchar por un mundo cada vez más
justo, unido y amante de la paz y el orden como principios fundamentales para la
felicidad de los pueblos. En esa medida, estaremos garantizando la elevación de la
conciencia nacional al entendimiento supremo de que la felicidad de uno debe de
ser la de todos, en esa medida Bolívar nos hereda la paz organizada como doctrina
para el mundo en el fomento de la conciliación y la mediación, en esa medida
habremos de evitar los conflictos.

El monroísmo consistía: 1) en proclamar que ninguna potencia europea tiene


derecho a intervenir en los asuntos internos de América Latina, 2) en que cualquier
injerencia de un país europeo en la región latinoamericana será considerada por el
gobierno de Estados Unidos como un acto hostil, y 3) en que no era admisible la
fundación de nuevas colonias europeas en esta parte del mundo. Aforismo de
América para los americanos, que resumió en su tiempo el contenido de la doctrina
Monroe, y que devino irónicamente en la proclama de América para los
norteamericanos.

Para diferenciar las apetencias imperialistas norteamericanas de las europeas, se


erigió el término “Monroísmo” que desde entonces señaló específicamente al
imperialismo excluyente de Estados Unidos sobre los países latinoamericanos.

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