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Questões em Debate
www.lumenjuris.com.br
eDitOReS
João de Almeida
João Luiz da Silva Almeida
CONSeLhO eDitORiAL
CONSeLhO CONSuLtivO
Direitos Humanos
Questões em Debate
CoLaBoraDores
Paula arruda (Doutora – universidade de salamanca – espanha)
Ángela Figueruelo Burrieza (Doutora – universidade de salamanca)
mª teresa López de La vieja (Doutora – universidade de salamanca)
Laura Zúñiga rodríguez (Doutora – universidade de salamanca)
Celma tavares (Doutora – universidade de salamanca)
Daniel sarmento (Doutor – uerJ)
José Claudio monteiro de Brito Filho (Doutor – PuC-sP)
edson Benassuly arruda (mestre – uFPa)
ProDução eDitoriaL
Livraria e editora Lumen Juris Ltda.
impresso no Brasil
Printed in Brazil
Colaboradores
esta obra apresenta análise crítica sobre várias temáticas relevantes aos
Direitos Humanos proporcionando uma visão pluralista acerca da proteção
destes direitos.
o artigo “CooPeraCiÓn entre Los sistemas De ProteCCiÓn
De Los DereCHos FunDamentaLes en euroPa: uniÓn euroPea
Y eL Convenio euroPeo De DereCHos Humanos” avalia critica-
mente os sistemas europeus de proteção aos direitos humanos discorrendo
sobre o processo de formação de cada sistema, para evidenciar a necessidade
de criação de um sistema integrado, internacional e nacional, harmônico e
uniforme na europa que garanta efetivamente a proteção de direitos.
o estudo “iGuaLDaD Y no DisCriminaCiÓn Por raZÓn De
raZa” analisa a ação das nações unidas, do sistema europeu de garantia dos
direitos humanos e o âmbito de proteção nacional espanhol contra a discrimi-
nação racial.
a temática “BioÉtiCa Y DereCHos FunDamentaLes” aborda a
preservação da integridade física e psíquica no avanço das técnicas da medici-
na e biologia, ressaltando a proibição de práticas eugênicas e de clonagem
reprodutiva em seres humanos, conforme dispõe a Carta de Direitos da união
européia.
em atenção ao combate às práticas de tortura que se constituem nas mais
remotas práticas de ofensa à dignidade humana, o artigo “eL tiPo PenaL De
tortura en La LeGisLaCiÓn esPaÑoLa, a La LuZ De La Juris-
PruDenCia naCionaL e internaCionaL” analisa a normativa inter-
nacional de repressão à tortura e situa a proteção à dignidade e à integridade
física e psíquica no sistema constitucional espanhol.
neste caminho, o ensaio “o Direito internaCionaL Dos Direi -
tos Humanos e a ContinuiDaDe Da PrÁtiCa De tortura Por
Parte De aGentes Do estaDo” amplia a discussão avaliando o embate
entre soberania nacional e proteção internacional no enfrentamento à tortu-
ra, enfocando o caso brasileiro.
a tutela jurídica dos direitos sociais é objeto de estudo no artigo “a Pro-
teção JuDiCiaL Dos Direitos soCiais: aLGuns ParÂmetros
ÉtiCo-JurÍDiCos” que parte da análise dos critérios de ponderação judicial
no labor de implementação de políticas públicas.
o estudo “açÕes aFirmativas: FunDamentos e CritÉrios
Para sua utiLiZação” estrutura o conceito de igualdade material anali-
sando a obrigação do estado na consecução de políticas públicas e o estabele-
cimento de critérios para a utilização de ações afirmativas.
Por fim, a efetivação dos direitos sociais por meio da tributação é objeto
de crítica no ensaio “o PaPeL Da triButação na imPLementação
Dos Direitos FunDamentais soCiais”, que avalia a vinculação de tri-
butos para a promoção de direitos.
o conjunto desta obra evidencia a riqueza de seu conteúdo proporcio-
nando que o leitor se mantenha atualizado na temática dos direitos humanos
e suas questões em debate.
PauLa arruDa
Cooperación entre los sistemas de Protección
de los Derechos Fundamentales en europa:
unión europea y el Convenio europeo
de Derechos Humanos
Paula arruda*
introducción
* maestra en Derecho por la universidad Federal del Pará. Doctora en Derechos Humanos por la
universidad de salamanca. Profesora de Derecho Constitucional y Derechos Humanos de la
universidad de la amazonía. investigadora.
en el sistema de la unión europea. teniendo en cuenta los cambios políticos,
económicos y sociales, y queriendo responder al mismo tiempo a las aspiracio-
nes de los europeos, los Jefes de estado o de Gobierno acordaron unas nuevas
normas para regular el alcance y los procedimientos de la labor futura de la
unión. el tratado de Lisboa permite adaptar las instituciones europeas y sus
métodos de trabajo y consolidar la legitimidad democrática de la unión y la
base de los valores fundamentales.1
en primer momento la declaración normativa de derechos supone res-
puesta a las cobranzas comunitarias para la elaboración de un catálogo de
derechos humanos en la ue, enfatizando el carácter de autonomía del dere-
cho comunitario.
el tratado de Lisboa supone la salida de la crisis constitucional frente al
tCe que establecía una “Constitución” para europa tras el rechazo de su rati-
ficación en las consultas populares de Francia y Holanda.
sin embargo, las principales innovaciones para el nuevo tratado de la ue
se relacionan a la ratificación normativa de la Carta de derechos fundamenta-
les de niza por la mención del artículo 6.1 y al carácter imperativo de conver-
gencia al CeDH, establecido en el artículo 6.2, que determina la adhesión de
la ue a ese sistema. actualmente hay dos sistemas judiciales distintos en el
ámbito de protección europeo: de un lado el tribunal de Justicia de las
Comunidades europeas (en adelante tJCe), y de otro, el tribunal europeo de
Derechos Humanos (en adelante teDH).
La dualidad jurisdiccional, podría dar causa a decisiones divergentes ins-
talando problemas de “inseguridad jurídica”, una vez que los países de la ue
coinciden en la adhesión al CeDH, pero los dos sistemas de protección toda-
vía desempeñan actividades autónomas. ese problema será atenuado con la
entrada en vigencia del tratado de Lisboa.
Por otro lado, al mismo tiempo que el tratado de Lisboa representará la
convergencia entre los sistemas de la ue y del CeDH, las negociaciones polí-
ticas para la adhesión a ese normativo internacional impulsó una regresión en
la idea de supremacía del derecho comunitario frente al derecho constitucio-
nal nacional debido a las exigencias de Polonia y del reino unido para adhe-
rir al Protocolo sobre la aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales.
el apartado segundo del artículo 1 enuncia que “en particular, y a fin de no
dejar lugar a dudas, nada de lo dispuesto en el título iv de la Carta crea dere-
1 Los objetivos del tratado de Lisboa han sido frecuentemente reiterados en los espacios oficiales
de divulgación de las acciones de la ue, conforme se observa en el sitio web oficial: http://euro -
pa.eu/lisbon_treaty/take/index_es.htm
chos que se puedan defender ante los órganos jurisdiccionales de Polonia o del
reino unido, salvo en la medida que Polonia o el reino unido hayan contem-
plado dichos derechos en su legislación nacional”.
Callejón (2007) cuestiona si europa ha pasado de la Carta de Derechos a
los derechos a la Carta, en concreto para el reino unido y para Polonia, caso
en que la integración política y económica estará perjudicada. Podemos obser-
var como todavía sigue complejo el proceso de integración político europeo,
razón por la cual dedicaremos especial atención a la actuación de la ue en la
protección de los derechos humanos.
el estudio se desarrollará en tres etapas: la actuación de la unión
europea; la protección según el Convenio europeo de Derechos Humanos; y
por fin, la articulación entre las distintas esferas de protección, en cuanto cri-
terio de legitimidad de la protección de los derechos humanos. veremos a
seguir.
La unión europea
rainer arnold (2002) afirma que en la europa de hoy existen tres nive-
les de derecho constitucional: el nivel de los ordenamientos constitucionales
de los estados miembros, el nivel del Convenio europeo de Derechos
Humanos y el nivel del ordenamiento comunitario.
Las razones para cualificarlos como niveles constitucionales se relaciona-
rían a los hechos de que la ue sustituye progresivamente el poder nacional de
los estados miembros, con la consecuencia de que las funciones constitucio-
nales se conviertan en funciones supranacionales; y en el caso del CeDH, se
puede calificarlo como tercer nivel constitucional porque sus garantías se
incorporarían al sistema nacional de protección del individuo.
estos tres niveles constitucionales en europa son niveles jurídicamente
separados, autónomos, pero que se influyen recíprocamente.
en efecto, nos cumpliría indagar: ¿Cómo resolver un posible conflicto
que se vaya presentar entre los tres niveles de protección de los derechos?
¿Debe ser aplicado un reglamento comunitario incompatible con la Ley fun-
damental? ¿Qué ordenamiento es decisivo?
rainer arnold (2002) analiza que el tCFa, en su decisión soLanGe ii,
actuó en un sentido equilibrado entendiendo que la protección de los dere-
chos fundamentales no es restricta a las normas internas del estado. Cuando
se aplican normas del derecho comunitario en la esfera interna del estado, la
aplicación es consecuencia de que estas normas sean compatibles con los dere-
chos fundamentales de los estados.
se trata de un sistema de sustitución de las normas constitucionales por
las normas supranacionales en la protección de los derechos fundamentales.
el tCFa pronunció que es tarea del tJCe controlar el respecto a la norma
comunitaria, así como, es tarea del tCFa controlar la presencia de una pro-
tección suficiente del individuo en el nivel comunitario. en ese sentido, hay
una relación de cooperación entre los dos tribunales.
sin embargo, además de alemania, otros tribunales Constitucionales (en
adelante tC’s) relativizan o no reconocen el principio de la supremacía del
derecho comunitario, conforme podemos observar en sus jurisprudencias: el
italiano no reconoce la primacía del derecho comunitario, basándose en una
transferencia parcial de poderes; en el mismo sentido está el español, enten-
diendo que en caso de divergencia, se debe aplicar el derecho nacional y no el
comunitario. Por fin hemos referenciado los casos de Polonia y reino unido
que insisten a no someterse a los derechos contemplados en la Carta que no
estén asegurados en su ordenamiento nacional.
en conclusión, afirma rainer arnold (2002) que a pesar del CeDH haber
sido el punto de referencia de la protección de los derechos humanos durante
un período de diez años, el desarrollo de los derechos humanos en el ámbito
comunitario se convirtió en autónomo, siendo creado por el tJCe un cuerpo
jurisprudencial para la resolución de nuevos conflictos, distinto de la protec-
ción jurisdiccional del teDH. De esa forma, los conflictos entre esos dos nive -
les de protección de los derechos humanos (del tJCe y del teDH) no se resuel-
ven de manera uniforme; y además, el conflicto entre el nivel constitucional
de los estados y el nivel supranacional de la ue tampoco está solucionado, pues
el principio de la primacía comunitaria ha sido relativizado por los tC’s.
Cuanto al primer problema el artículo 6.2 del tratado de Lisboa viene a
matizarlo determinando la adhesión de la ue al sistema del CeDH. sin embar-
go, persiste la dificultad en uniformizar la protección de los derechos huma-
nos en el ámbito de los derechos fundamentales de los estados.
Los problemas de interpretación y aplicación del derecho entre el orden
comunitario y sus estados miembros se encuentran en las diferencias de defi-
nición del estándar comunitario de protección, que se realizan sobre la base
crítica y valorativa de los sistemas nacionales en el proceso dialéctico de libe-
ración. en ese sentido resulta interesante analizar cual sería la solución apta
para armonizar los tres niveles de protección de los derechos humanos
en efecto, Jöel rideau (2002) entiende que la proclamación de la Carta
de Derechos Humanos, en niza, reforzó el sistema de protección de la ue. a
pesar de no haber sido incorporado su texto en el tratado de Lisboa, ese se le
otorga expresamente fuerza vinculante.
en ese sentido, Fonseca morillo (2002) informa que el contenido de la
Carta de derechos fundamentales de la ue proclamada en la reunión del
Consejo europeo de niza, presentes el presidente del Parlamento europeo, el
Presidente del Consejo de la ue y el Presidente de la Comisión europea, con-
sagra los principios de universalismo e indivisibilidad de los derechos huma-
nos. Dicho documento se inspira en las tradiciones nacionales de sus 15
estados y en fuentes internacionales. tiene como objetivo esencial poner de
manifiesto ante los ciudadanos de la ue la importancia sobresaliente de los
derechos humanos y su alcance.
se previó una cláusula de stand still, en el art. 53 de la Carta, cuyo obje-
tivo sería preservar el nivel de protección existente en el derecho de la ue, en
el derecho de los estados miembros y en el derecho internacional.
Las autoridades sujetas al respecto de los derechos enumerados están en
el art. 51, ap. 1. La Carta no puede aplicarse a las actividades nacionales que,
cayendo fuera del ámbito de aplicación del derecho de la ue, se refieren a
ámbitos propios de las competencias nacionales. el concepto de aplicación
procede de la jurisprudencia del tJCe (sentencia de 13/04/2000, asunto
C-292/97, citado en el documento Convent 49). Las instituciones sujetas
están definidas en el art. 7 del tue y art. 308 del mismo diploma.
Fonseca morillo (2002) informa que los derechos previstos en la Carta de
niza son otorgados a todas las personas, sin distinción de sexo, nacionalidad o
residencia, manteniendo especial relación con los derechos del CeDH.
entretanto, los derechos políticos stricto sensu (arts. 39, 40 y 46) son
reservados a los ciudadanos de la ue. Con excepción de esos tres derechos los
demás derechos enumerados en el Capítulo v (ciudadanía) se extienden
expresamente a todos los residentes, y además, se los pueden conceder a cual-
quier persona que esté bajo la jurisdicción de los estados miembros de la ue.
Con el tratado de Lisboa podemos considerar que el teDH podrá tor-
narse una especie de jurisdicción suprema que garantice la interpretación uni-
forme, corrigiendo las divergencias entre los sistemas de protección de los
derechos humanos. La adhesión podrá suponer la sumisión de la unión
europea al sistema jurisdiccional del Convenio europeo, en términos del art.
62 del CeDH, que impone un mecanismo propio de resolución de conflictos
entre las partes.
el dispuesto en el artículo 6.2 del tratado de Lisboa resolverá las diver-
gencias anteriormente ocurridas entre la ue y el CeDH que caminaban en el
sentido de que las demandas interpuestas ante la Comisión europea de
Derechos Humanos del CeDH eran rechazadas por manifiestamente infunda-
das. Fue declarada inadmisible rationae personae la demanda introducida en
el teDH referente a una divergencia entre la ue y un estado miembro.
Queralt Jiménez (2003) reflexiona que situación distinta es el control
sobre las autoridades nacionales. el tribunal de estrasburgo ha reconocido la
autonomía del ordenamiento comunitario, pero sigue controlando los estados
miembros de la ue, una vez que eses países han ratificado el CeDH, en su
mayoría.
Las autoridades estatales están sometidas al control jurisdiccional comu-
nitario de forma directa a través del recurso por omisión e, indirectamente, a
través de las cuestiones prejudiciales que le plantean los órganos jurisdiccio-
nales nacionales. además, se encuentran sujetas al control de estrasburgo por
medio del CeDH.
en consecuencia, en el caso del teDH constatar que los derechos huma-
nos no han sido suficientemente garantizados por el sistema comunitario, el
sistema de estrasburgo podría accionarse e incluso llegar a declarar la respon-
sabilidad del estado miembro por una violación del CeDH. Las competencias
de la ue serán modificadas para adecuarse al CeDH. en ese sentido, la
Comisión europea ya se declaró competente para examinar la aplicación
nacional de reglamentos comunitarios en la decisión de 01/07/93, serie a, nº
326, y en la sentencia de 19/04/94, serie a, nº 288.
morenilla allard (1999) analiza que el tribunal de estrasburgo ha acep-
tado incluso controlar la ejecución de las sentencias del tJCe, en los términos
de la sentencia steDH, de 25/02/97.
Para armonizar los niveles internacionales europeos de protección de los
derechos humanos, el tJCe y el tribunal de Primera instancia de las
Comunidades europeas deberán seguir utilizando, y cada vez en mayor esca-
la, el CeDH y la jurisprudencia del teDH a la hora de sentenciar sobre la pro-
tección de los derechos humanos en el ordenamiento jurídico comunitario.
Por su parte, el teDH deberá reconocer la especificidad del derecho
comunitario, cuando está llamado a controlar a los estados miembros dentro
del ámbito de aplicación del derecho comunitario y evitar ciertas impruden-
cias que, a veces, caracterizan su jurisprudencia.
Conclusión
sumario: i. Planteamiento del tema; ii. igualdad y no discriminación; iii. La discriminación por
razón de raza; iv. La acción de las naciones unidas contra la discriminación racial; v. Las accio-
nes contra la discriminación racial en el ámbito europeo; vi. La discriminación racial en el caso
español; vii. Frente a la discriminación los derechos fundamentales; Bibliografia.
5 un estudio muy completo y razonado sobre este tema lo realiza De veGa GarCÍa, P.:
mundialización y Derecho Constitucional: para una palingenesia de la realidad constitucional.
cualquier estudio del significado y alcance de los derechos humanos en gene-
ral o de alguno de ellos en particular, requiere realizar un análisis global y por-
menorizado. Por ello, en este trabajo nos vamos a ocupar de estudiar el dere-
cho a la igualdad y la no discriminación por razón de raza, pero comenzare-
mos el análisis a nivel internacional, comentando el contenido de los textos
que a dicho nivel lo reconocen, y descenderemos luego al nivel regional euro-
peo (con sus normas e instrumentos de control), para terminar poniendo el
acento en el marco del derecho español. en el caso patrio centraremos nues-
tro interés en el marco constitucional y en las garantías jurisdiccionales esta-
blecidas para su garantía y defensa.
7 Cfr. reCasens siCHes, L.: tratado General de Filosofía del Derecho. méxico, 1965. Págs. 569 y ss.
también GÁLveZ montes, F.J.: Comentario al artículo 14, en “Comentarios a la Constitución”,
GarriDo FaLLa, F. (Director). editorial Civitas s.a. 3ª edición. madrid, 2003. Págs. 272 y ss.
8 Cfr. aGuiLera PortaLes, r.e.: La multidimensionalidad de la igualdad como valor normativo,
axiológico y político fundamental. en “igualdad ¿para qué? a propósito de la Ley orgánica para
la igualdad efectiva de mujeres y hombres”. a. FiGuerueLo et alt. (editora). Comares. 2007. Págs.
15 y ss.
va en el momento de su concreción.9 sólo a partir de un juicio de compara-
ción podremos concluir si dos situaciones concretas pueden ser tratadas de
forma igual o de manera diferente; la dificultad aparece cuando partimos de
un juicio sobre la realidad pero carecemos de algún criterio empírico que nos
permita sostener que dos situaciones concretas son idénticas cuando coloca-
mos en el mismo plano categorías distintas. La coherencia del sistema norma-
tivo tampoco basta para expresar el contenido normativo de la igualdad por-
que si se identifica con la prohibición de discriminaciones materiales, un aná-
lisis último obliga a efectuar un juicio de la realidad social y jurídica que le
sirva de fundamento y con ello se impone el control de la adecuación al prin-
cipio de igualdad de la diferencia de trato que se establece en el contenido de
las leyes. Los parámetros para ello utilizados son los principios de racionali-
dad, de razonabilidad y de proporcionalidad de la ley.10
Cuando la Constitución española de 1978 fue aprobada, el principio de
igualdad a nivel mundial, europeo y del derecho comparado ya había alcanza-
do cierto desarrollo acorde con las manifestaciones de valor superior del orde-
namiento jurídico (artículo 1.1 de la Ce), principio de igualdad formal ante la
ley y derecho subjetivo (artículo 14 de la Ce) al mismo tiempo que informa
un buen número de derechos específicos recogidos en el texto constitucional.
el artículo 14 constitucional, cuyo contenido queda prácticamente defi-
nido desde el anteproyecto de nuestra Carta magna, dice así:
“Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discrimi-
nación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social.”
11 Cfr. GimÉneZ GLüCK, D.: Juicio de igualdad y tribunal Constitucional. editorial Bosch. Barcelona,
2004. Págs. 33 y ss.
12 Cfr. GÁLveZ montes, F.J.: artículo 14. op. cit. Págs. 276-277. el autor destaca además que la dis -
criminación jurídica comprende tanto la cometida por órganos estatales como la realizada por
personas privadas. en el mismo sentido GimÉneZ GLüCK, D.: Juicio de igualdad… op. cit. Págs.
168-169.
discriminado por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cual-
quier otra condición o circunstancia personal o social (entre otras, la stC
137/2000, de 29 de mayo).
en relación con lo antes dicho, los extranjeros, a pesar del sentido literal
del artículo 14 de la Ce, son titulares del derecho a la igualdad en los térmi-
nos fijados por el legislador nacional e internacional. su estatus es doble res-
pecto al principio de igualdad ya que, por un lado en los supuestos específicos
de las cláusulas de no discriminación que la Constitución señala (nacimiento,
raza, sexo, religión, opinión,…) el régimen jurídico es el mismo que el de los
españoles, porque se trata de un derecho que afecta a la dignidad humana. Por
otra parte, en el resto de los supuestos, disfrutan del derecho constitucional a
la igualdad en virtud de lo establecido en las leyes y en los tratados interna-
cionales; es decir, los no nacionales pueden alegar que han sufrido violaciones
en sus derechos constitucionales siempre que se sientan discriminados y cuan-
do el derecho interno o el internacional consideren que la diferenciación esta-
blecida es discriminatoria.13
a la voluntad soberana del legislador le corresponde en un estado demo-
crático reflejar la voluntad de la mayoría, pero debe respetar los límites que el
texto constitucional fija al reconocer una serie de derechos cuyo contenido
esencial no puede ser limitado. La cláusula general de igualdad ante la ley no
obliga a que todos seamos tratados por igual en las normas jurídicas. ante lo
inviable de la literalidad de la fórmula se impone una construcción alternati-
va: el juicio de igualdad implica un juicio de racionalidad en la clasificación
legislativa y un juicio de proporcionalidad de la diferencia de trato. estos jui-
cios han de tener siempre presentes las clasificaciones legislativas que dan
lugar a un juicio estricto de igualdad: sexo, raza, opinión, religión, nacimien-
to,…, y el resto de los derechos fundamentales.14
La doctrina no es unánime a la hora de entender la virtualidad jurídica
de las cláusulas específicas de no discriminación. entre las distintas manifes-
taciones destaca la postura conservadora que defiende que dichas cláusulas
suponen un endurecimiento del juicio de igualdad al margen de cual sea el
13 Cfr. GimÉneZ GLüCK, D.: Juicio de igualdad… op. cit. Págs. 37 y ss. BorraJo iniesta, i.: el status
constitucional de los extranjeros; en la obra colectiva “estudios sobre la Constitución española.
Homenaje al profesor eduardo García de enterría”. editorial Civitas. madrid, 1991. vol. ii. Pág.
697 y asensi saBater, J.: Comentarios a la Ley de extranjería. edijus. madrid, 2001.
14 Cfr. FiGuerueLo BurrieZa, Á.: La igualdad compleja en el constitucionalismo del siglo XXi.
(especial referencia a la no discriminación por razón de sexo). Boletín del ilustre Colegio de
abogados de madrid, nº 38. monográfico sobre: “Los derechos sociales del siglo XXi”. enero
2008. Págs. 37 y ss.
perjudicado o el beneficiario. Frente a esta idea otros autores mantienen una
postura progresista, minoritaria en españa, y sostienen que los rasgos especial-
mente sospechosos de discriminación tratan de impedir su utilización para
perjudicar a grupos o colectivos que a lo largo de la historia han sido preteri-
dos y marginados y que por esa situación de infravaloración no son capaces de
defender sus intereses en el ámbito de las relaciones sociales y jurídicas. así,
para que las leyes puedan favorecer a esos colectivos se debe aplicar un juicio
de mínimos, pues las cláusulas de no discriminación se crearon por la sospe-
cha de que el legislador perjudicara a esos grupos desaventajados.
entre ambas teorías destaca otra que nos parece más acertada y que
defiende una línea mixta que sostiene que las cláusulas específicas de no discri-
minación cumplen la función de proteger a determinados colectivos que por su
situación histórica y social no pertenecen al grupo dominante que participa en
la elaboración de las normas jurídicas. Por ello se debe endurecer el juicio de
igualdad; la cláusula general de igualdad supone una presunción a favor del
legislador y las cláusulas específicas de no discriminación cohesionan a ciertos
colectivos que han sido históricamente discriminados por aquellos rasgos que
les caracterizan. si dichos rasgos se utilizan para desfavorecer a esos grupos se
origina una fuerte presunción de inconstitucionalidad de la norma.15
Las cláusulas específicas de no discriminación están redactadas de forma
neutra. se alude al sexo, a la raza, al nacimiento, a la religión y opinión; no se
usan los términos mujeres, minorías, hijos extramatrimoniales y colectivos
que comparten ideologías y religiones minoritarias. Por ello no se puede tra-
tar de la misma forma a los grupos socialmente favorecidos y a los desfavore-
cidos y tampoco cualquier medida a favor de estos últimos debe ser sometida
a juicio de mínimos. La propia norma constitucional española junto a la cor-
rección de la desigualdad de los colectivos desfavorecidos enumera de forma
neutra y bidireccional aquellos rasgos que deben ser utilizados de tal manera
que no quepan en clasificación legislativa alguna cuando esos colectivos
alcancen la igualdad material. Por ello la Constitución permite que nuestro
alto tribunal realice un juicio estricto para las normas que perjudican a estos
colectivos y un juicio intermedio para aquellas que los benefician. este juicio
15 además de esta garantía sometida al control del tribunal Constitucional el principio de igualdad,
en su vertiente de derecho subjetivo, otorga a quienes han sufrido la discriminación en dicho
derecho fundamental a la interposición de un recurso ordinario de amparo en principio y de
forma subsidiaria un recurso de amparo ante el tribunal Constitucional. Cfr. al respecto LaPorta,
F.J.: el principio de igualdad: introducción a su análisis; en sistema nº 67. madrid, 1985. Págs. 5
y ss. el autor señala que el principio de igualdad es un enunciado normativo de carácter general
y abstracto que no tiene una estructura diferente a la de las normas concretas. también GimÉneZ
GLüCK, D.: el principio de igualdad… op. cit. Pág. 35.
intermedio da cobertura a la teoría de las acciones positivas y el endureci-
miento del test de igualdad de la diferenciación en la norma, por la utilización
del rasgo prohibido, encuentra su apoyo normativo en el principio de igual-
dad material que reconoce el artículo 9.2 de la Ce. este principio quedará
integrado en el juicio de igualdad como la finalidad, que en base a la
Constitución, sirve para justificar dicho trato desigual.16
19 Cfr. reY martÍneZ, F.: La prohibición de discriminación… op. cit. Págs. 64 y ss.
20 Cfr. De asÍs roiG, a.e.: Discriminación por razón de raza. op. cit. Págs. 11 y ss.
da por alguna de las categorías señaladas como sospechosas de discrimina-
ción.21
en la práctica se debe hacer mención especial al sentido colectivo de los
destinatarios de las cláusulas antidiscriminatorias. así, aunque en sede proce-
sal la protección se realiza de forma individual es la pertenencia a uno de esos
grupos o colectivos lo que permite apreciar el carácter discriminatorio de una
medida. De esta forma es dicha pertenencia a un grupo la que otorga una pro-
tección especial a las minorías o grupos que se enmarcan en las categorías sos-
pechosas de discriminación y se justifica la ampliación de la legitimación res-
pecto a organizaciones que colaboren en la defensa de los derechos de los
colectivos marginados.22
Cada una de las categorías sospechosas de discriminación, que las normas
jurídicas recogen e intentan proteger con el principio de igualdad ante la ley
(que encierra la cláusula general de la igualdad), tiene sus propias caracterís-
ticas. en el caso de la raza se trataría de dar un trato diferencial y peyorativo
a los miembros de una comunidad racial. Pero, como el concepto de raza es
insostenible científicamente y no se limita a especies biológicas basadas en
caracteres genéticos permanentes, debemos atenernos a la existencia de una
comunidad históricamente diferenciada por su origen geográfico, por su len-
gua, cultura, etc. todas estas variables se pueden intercambiar entre sí y pue-
den llegar a impedir, en algunos casos, apreciar la existencia de auténticas
situaciones discriminatorias.
también es de tener en cuenta que en los casos de discriminación por
razón de raza nos hallamos ante uno de los supuestos en los que la apreciación
de sentido adquiere una importancia especial, ya que nos encontramos en un
supuesto específico en que las situaciones individuales no pueden ser enten-
didas ni resueltas sin tener en consideración el grupo racial objeto de la dis-
criminación. Por ello las soluciones individuales no pueden llevar normal-
mente a la recuperación de la situación de equiparación; así lo ha demostrado
la lucha, a lo largo de los últimos siglos, por los derechos de la minoría racial.23
otro problema que guarda relación con los anteriores se halla en el peli-
gro de derivar del concepto “raza” cualquier ideología racista basada en el
convencimiento y la defensa de la superioridad de una raza respecto a las
21 Cfr. roDrÍGueZ-PiÑero, F. y FernÁnDeZ LÓPeZ, m.F.: igualdad y discriminación. op. cit. Págs.
165 y ss.
22 Cfr. De asÍs roiG, a.e.: Discriminación por razón de raza. op. cit. Pág. 13.
23 Cfr. al respecto las opiniones de De asÍs roiG, a.e.: Discriminación por razón de raza. op. cit., y
la amplia bibliografía española sobre el tema que allí se cita y que sirve para fundamentar sus
argumentos.
demás. Por este motivo la expresión raza es un término contaminado que
forma parte del acervo linguístico acuñado por los distintos racismos que han
existido en nuestra historia más reciente. en este contexto lo importante no
es el hecho biológico en sí –la existencia de razas– sino la construcción de una
ideología discriminatoria a partir de ese hecho. Pensamos que hubiera sido
más precisa la utilización en las normas jurídicas de la expresión “etnia” o
“grupo étnico” entendido como grupo social con identidad cultural porque
permite poner el acento en el carácter ideológico-político del grupo. no fal-
tan autores que reconocen la existencia de un cierto paralelismo entre las
expresiones sexo y género en el tema de la lucha por la igualdad entre muje-
res y hombres y el de raza y grupo étnico cuando se habla de la discrimina-
ción de colectivos en situaciones de especial vulnerabilidad.24
el Diccionario de la Lengua de la real academia española define la
expresión “raza” con varias acepciones; una de ellas precisa que se entiende
por raza los “grupos de seres humanos que por el color de su piel y otros carac-
teres se distinguen en raza blanca, amarilla, cobriza y negra”. en esta defini-
ción se hace alusión únicamente al color de la piel. esto es tan elemental que
el estatuto científico del concepto raza alcanzaría niveles mínimos y su con-
tenido científico dejaría de ser fiable porque hay acuerdo general que desde el
plano científico en el género humano no existen razas en términos estricta-
mente biológicos. Pero al trasladar esa expresión a los textos normativos inter-
nacionales, comunitarios y nacionales, vemos cómo se va consolidando su
manejo; mientras haya racismo en la sociedad será difícil erradicar la expre-
sión raza para describir las agresiones causadas para producir discriminaciones
étnicas. Éstas son demasiado genéricas para caracterizar los ataques a la digni-
dad de aquellas personas que tienen una identidad cultural distinta a la mayo-
ritaria y también unos rasgos físicos perfectamente diferenciables que aunque
no puedan ser calificados como “raza” sí permiten agresiones racistas dada su
visibilidad clara y precisa. Quizás sea acertado sostener que aunque discrimi-
nación racial y étnica no son la misma cosa y es más preciso el segundo térmi-
24 Cfr. reY martÍneZ, F.: La prohibición de discriminación racial… op. cit. Págs. 65 y ss. el autor
recoge las ideas de manCHaDo ruiZ, mª D.: La discriminación en el ámbito de los servicios
públicos: análisis del arto. 511 del Código Penal. ed. tirant lo Blanch. valencia, 2002. esta auto-
ra señala que: «el rasgo fundamental del racismo a lo largo de la historia ha sido que las diferen-
cias, reales o inventadas, son irrelevantes. es el afán de segregar por prejuicios o intereses lo que
construye las diferencias y la discriminación del que se percibe diferente». op. cit. Pág. 213.
también stoLKe, v.: ¿es el sexo para el género como la raza para la etnicidad?; en “mientras
tanto”, nº 48. Págs. 87-133.
no que el primero, así la relación puede ser de género a especie. el género
serían las discriminaciones étnicas y la especie las discriminaciones raciales.25
en el sentido que en el Diccionario de la r.a.e. se da al término raza fue
redactada la Decimocuarta enmienda de la Constitución de los estados
unidos de américa en 1868. aquí nació la citada discriminación como conse-
cuencia del desenlace de la Guerra de secesión, que duró desde 1861 a 1865.
Las Constitución recogió la igualdad entre razas con la intención de que los
estados sureños no mantuvieran discriminaciones legales contra los negros.
Por su parte la enmienda Decimotercera prohibía la esclavitud en el territo-
rio de los estados unidos y la Decimoquinta señalaba que el derecho de sufra-
gio no podía ser limitado por razón de raza. La ventaja de la enmienda Xiv
sobre las otras dos radica en su carácter general, de tal manera que, aunque en
su origen se halla la discriminación por razón de raza a lo largo del siglo XX
ha sido utilizada como cláusula general de igualdad.26
el contenido de dicha enmienda, por su carácter constitucional, no vin-
culaba a los particulares, sólo a los poderes públicos y de entre estos sólo se
podían fiscalizar los actos de los poderes públicos de los estados; el estado
Federal no estaba vinculado y podía seguir discriminando a la minoría negra.
De ahí que, aunque en la Decimocuarta enmienda se prohibía expresamente
la discriminación contra la minoría negra en las leyes, su aplicación en la rea-
lidad legislativa del país fue prácticamente nula hasta después de la segunda
Guerra mundial. Dicha enmienda fue burlada cotidianamente por los estados
bajo la ficción legal de “separados pero iguales”, formulada por la sentencia
del tribunal supremo Plessy v. Ferguson. el espíritu antidiscriminatorio de la
enmienda se apreció gracias a la sentencia del tribunal supremo Korematsu
v. united status, que por vez primera aplicó la técnica del juicio estricto a las
diferenciaciones normativas basadas en la raza. aunque verdaderamente
revolucionaria en este tema fue la sentencia Brown v. Board of education que
versó sobre la separación de negros y blancos en las escuelas públicas.
25 Cfr. en este sentido la opinión de reY martÍneZ, F.: La prohibición de discriminación racial…
op. cit. Págs. 66-67.
26 La Decimocuarta enmienda, en su sección Primera dice: «todas las personas nacidas o naciona-
lizadas en estados unidos, y sujetas, por tanto, a su jurisdicción, son ciudadanos de estados
unidos y del estado donde residan. ningún estado podrá promulgar ni promover ley alguna que
limite los privilegios e inmunidades de los ciudadanos de los estados unidos; tampoco ningún
estado podrá cercenar la vida, libertad o propiedad de ninguna persona sin el procedimiento
debido; ni podrá denegar a persona alguna bajo su jurisdicción la igualdad ante la ley». Cfr.
meYer, Hermine Herta: the History and meaning of the Fourteenth amendment. vantage
Press. n. York, 1977. en esta obra se expone detalladamente todo el proceso de elaboración de la
Xiv enmienda.
Coincidiendo con su relanzamiento en los estados unidos de américa, la
cláusula de no discriminación por razón de raza, de una forma reiterada y
constante, comienza a ser introducida en los textos internacionales y en
europa a partir de los años cuarenta del pasado siglo XX.
27 Para un desarrollo amplio de estos temas puede consultarse el trabajo de Barreiro, Clara:
Derechos Humanos. editorial salvat. Barcelona, 1980.
tud de un acuerdo concreto sobre derechos humanos. su introducción en el texto
de la Convención se debió a la tercera Comisión de la asamblea General de la
onu, con la intención de disponer de medios eficaces para hacerla cumplir.
en la Convención se establecen tres procedimientos para que el Comité
pueda examinar las medidas de naturaleza jurisdiccional o administrativa que
adopten los estados para cumplir con sus obligaciones en la lucha contra la
discriminación racial. el primer procedimiento exige que todos los estados
que han ratificado la Convención deben presentar informes periódicos al
Comité. en segundo lugar la Convención establece la posibilidad de que un
estado presente denuncias contra otro. Y, el tercer procedimiento prevé que
una persona o grupo de personas que aleguen ser víctimas de discriminación
racial pueden presentar una denuncia al Comité contra su estado, siempre que
éste sea Parte en la Convención y haya declarado reconocer la competencia
del Comité para recibir tales denuncias. se compone de dieciocho expertos de
gran prestigio moral y reconocida imparcialidad y se trata de un órgano autó-
nomo con vínculos claros con las naciones unidas. Debe presentar informes
sobre sus actividades a la asamblea General a través del secretario General y
mantiene un diálogo con la tercera Comisión de la asamblea General, man-
teniendo acuerdos de cooperación también con la oit y con la unesCo.
Después del año internacional de la Lucha contra el racismo y la
Discriminación racial (1971), las naciones unidas instituyeron dos decenios
de la lucha contra el racismo y la discriminación racial (1973-83 y 1983-93).
Bajo los auspicios de la onu se celebraron en 1978 y 1983 Conferencias
mundiales para combatir el racismo y la discriminación racial. en estas inicia-
tivas ha participado estrechamente el Comité, que es un órgano permanente
que cuenta con una gran aceptación. así, ha publicado estudios en relación
con las Conferencias y los Decenios en los que se analizan las medidas adop-
tadas para tratar de eliminar la discriminación racial en el plano internacio-
nal: enseñanza, educación, cultura, medios de comunicación,… Los proble-
mas principales a los que debe hacer frente son: la negativa o el retraso de
algunos estados Partes a presentar los informes periódicos (deben hacerlo
cada cuatro años), que son el elemento clave para la tarea de vigilancia del
Comité. Y la dificultad de obtener los medios financieros para cubrir los gas-
tos de sus miembros que corren a cargo de los estados Partes y no se cubren
con el presupuesto ordinario de las naciones unidas. Los estados Partes tar-
dan a veces demasiado tiempo en hacer efectivas las sumas adeudadas.28
28 Cfr. Gros esPieLL, H.: estudios sobre derechos humanos. instituto de Derechos Humanos. san
José de Costa rica. 1985.
en línea con la normativa anterior, el 30 de noviembre de 1973 fue apro-
bada la Convención internacional sobre la represión y el Castigo del Crimen
del apartheid. Fue adoptada y abierta a la firma y ratificación por la asamblea
General en su resolución 3068. su entrada en vigor, de acuerdo al artículo Xv
de dicha norma, tuvo lugar el 18 de julio de 1976. Gracias a esta Convención los
estados Partes declaran que el apartheid es un crimen de la humanidad y que
las políticas y prácticas de segregación y discriminación racial son crímenes que
violan los principios del derecho internacional y en particular los principios y
propósitos de la Carta de las naciones unidas, que busca el respeto universal de
los derechos y libertades de todos los seres humanos, sin hacer distinción por
motivos de raza, sexo, idioma o religión,… el crimen del apartheid incluye las
políticas y prácticas de segregación y discriminación racial tal y como se practi-
can en el África meridional y comprende todos los actos inhumanos cometidos
con el fin de instituir y mantener la denominación de un grupo racial de perso-
nas sobre cualquier otro grupo al que oprime sistemáticamente.
en esta Convención los estados Partes se obligan a adoptar toda clase de
medidas necesarias para reprimir e impedir el crimen de apartheid y las polí-
ticas segregacionistas similares y a castigar a las personas culpables de tal cri-
men y acusadas de los actos enumerados en el artículo ii de la Convención, al
margen de que esas personas residan o no en el territorio del estado en que se
han cometido los actos, sean nacionales de ese estado o sean personas apátri-
das. Conocerá de esas causas un tribunal competente de cualquier estado
Parte en la convención que tenga jurisdicción sobre esas personas o cualquier
tribunal penal internacional cuya jurisdicción haya sido reconocida por los
estados Partes en la Convención.
La unesCo es un organismo especializado, con sede en París, creado el
4 de noviembre de 1946 con el propósito fundamental de “contribuir a la paz
y a la seguridad estrechando, mediante la educación, la ciencia y la cultura, la
colaboración entre las naciones, a fin de asegurar el respeto universal a la jus-
ticia, a la ley, a los derechos humanos y a las libertades fundamentales que sin
distinción de raza, sexo, idioma o religión, la Carta de las naciones unidas
reconoce a todos los pueblos del mundo”, (artículo i de su Constitución).
Desde su fundación ha tomado como bandera el combate al racismo y a
toda forma de discriminación mediante la adopción de una serie de instru-
mentos internacionales como: la “Declaración sobre los principios fundamen-
tales relativos a la contribución de los medios de comunicación de masas al
fortalecimiento de la paz y la comprensión internacional, a la promoción de
los derechos humanos y a la lucha contra el racismo, el apartheid y la incita-
ción a la guerra”, de 28 de noviembre de 1978. también aprobó Declaraciones
sobre la raza y los prejuicios raciales en 1950, 1951, 1964, 1967 y 1978. así
como sus diferentes recomendaciones.
merecen especial consideración las Declaraciones sobre la raza y los
prejuicios raciales porque han sido el resultado de investigaciones que la
unesCo ha patrocinado y proceden de un Comité de expertos reunidos a
título personal con el fin de proponer y recomendar la adopción general de
un programa de difusión de hechos científicos, destinados a hacer desapa-
recer lo que se suele llamar prejuicios raciales. La primera reunión de
expertos se celebró en 1950 y obtuvo como resultado la Declaración sobre
la raza de ese mismo año en la que se rechaza la idea de que dentro de la
especie humana existen diferencias fundamentales basadas en la raza, y
condenan las teorías que defienden la superioridad de unas razas sobre
otras. La segunda reunión se celebró en 1951 y llegó a las mismas conclu-
siones que la primera. La tercera reunión de expertos deja a un lado el
aspecto biológico y antropológico del problema y se fija en la situación eco-
nómica y social de las distintas comunidades.
el tema del racismo se aborda con mayor amplitud aún en la iv reunión,
que tuvo lugar en 1967, y se define al racismo como “las creencias y actos anti-
sociales basados en la falacia de que las relaciones discriminatorias entre gru-
pos puedan justificarse por motivos biológicos”. se aprecia en esta reunión el
origen social del problema y se recomienda a todos los países que emprendan
acciones educativas y en materia económica y social para formar en la igual-
dad y así erradicar el racismo. La Conferencia General de la unesCo, cele-
brada en 1978, culminó este camino con la v Declaración sobre la raza y los
prejuicios raciales. Los estudios del Comité de expertos y de otros científicos
especialistas rechazaron las tesis realistas y demostraron la unidad de la espe-
cie humana. el esfuerzo realizado aparece recogido en la citada Declaración
que ofrece una definición más completa de racismo. Éste viene a ser: “toda
teoría que invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos racia-
les o étnicos que dé a unos el derecho a dominar o eliminar a los demás, pre-
suntos inferiores, os que haga juicios de valor basados en una diferencia racial,
carece de fundamento científico y es contraria a los principios morales y éti-
cos de la humanidad”, (artículo 2).
La Declaración queda estructurada en diez artículos que muestran la
firme convicción de que todos los seres humanos pertenecen a la misma espe-
cie y tienen idénticos orígenes. así queda condenado el racismo, la discrimi-
nación racial y el crimen del apartheid; los estados son los responsables en la
aplicación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales por
todos los individuos y grupos humanos en condiciones de plena igualdad en
dignidad y derechos.29
29 un desarrollo amplio de estos temas puede verse en LeFait, Philippe: science and racism. unes-
Co. Ginebra, 1982. también en GenovÉs, santiago: razas, racismo y el cuento de la violencia.
Comisión nacional de Derechos Humanos. méxico, 1992.
30 un estudio pormenorizado y crítico sobre los contenidos de esta Directiva puede verse en el tra-
bajo de reY martÍneZ, F.: La prohibición de discriminación racial o étnica en la unión europea
y en españa. el caso de la minoría gitana. revista de Derecho Político. uneD, nº 57. madrid,
2003. en el tema que nos ocupa son de interés las páginas 91 a 103.
sin duda alguna lo más innovador de esta Directiva sea la previsión de la
creación por parte de los estados miembros de un organismo que se encargue
de prestar asistencia a las víctimas de la discriminación racial, de realizar estu-
dios y de publicar los correspondientes informes; hay países, como españa,
que aún no han procedido a dar respuesta a esta exigencia.31
La Carta europea de los Derechos Fundamentales fue proclamada en
niza el día 7 de diciembre del año 2000. actualmente se trata de un texto nor-
mativo de carácter programático que alcanzará su obligatoriedad jurídica
cuando entre en vigor el tratado de Lisboa, quizás a lo largo del año 2009.
mientras tanto su objetivo de lograr subsanar el déficit democrático de la
unión europea se logra a través de la función de los operadores públicos. en
su artículo 21, en el marco del Capítulo iii que regula “la igualdad” se prohí-
be, en su apartado 1º “toda discriminación, y en particular la ejercida por
razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéti-
cas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro
tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapaci-
dad, edad u orientación sexual”. en el apartado 2 se añade: “se prohíbe toda
discriminación por razón de nacionalidad en el ámbito de aplicación del
tratado constitutivo de la Comunidad europea y del tratado de la unión
europea y sin perjuicio de las disposiciones particulares de dichos tratados”.32
en marzo de 2007 y bajo presidencia alemana, los veintisiete estados
miembros de la unión europea firmaron la Declaración de Berlín con ocasión
de celebrar el cincuenta aniversario de la firma de los tratados de roma. en
dicho texto se proclama que el ser humano es el centro de todas las cosas, que
su dignidad es sagrada y que sus derechos son inalienables. estos derechos son
los mismos para mujeres y hombres. Y porque la unión europea se funda en
la igualdad de derechos y la convivencia solidaria hay que luchar juntos
defendiendo las libertades y los derechos ciudadanos, incluso en el combate
contra sus enemigos. nunca más debe dejarse una puerta abierta al racismo y
a la xenofobia.
31 Para una crítica a este tema consultar la opinión de GimÉneZ GLüCK, D.: Juicio de igualdad y
tribunal Constitucional. op. cit. Págs. 190-191.
32 Cfr. nuestro estudio, FiGuerueLo BurrieZa, Á.: La protección de los derechos fundamentales en
el marco de la unión europea. anuario de la Facultad de Derecho de la universidad de La
Coruña, nº 5. 2001. Págs. 315 y ss. véase la bibliografía allí citada. también FiGuerueLo BurrieZa,
Á.: La Carta de los Derechos Fundamentales de la unión europea y la función de los operadores
públicos. Letras Jurídicas. revista de los investigadores del instituto de investigaciones Jurídicas
de la universidad veracruzana. ano 2, nº 5. Xalapa, veracruz. méxico, 2002. Págs. 15 y ss.
La unión europea deberá seguir promoviendo la democracia, la estabili-
dad y el bienestar allende sus fronteras. sólo así europa será un futuro
común.33
al analizar las acciones contra el racismo en europa no podemos dejar de
aludir al “Convenio europeo para la Protección de los Derechos Humanos y
Libertades Fundamentales”. Fue firmado en roma el 4 de noviembre de 1950
y ratificado por españa el 26 de septiembre de 1979 (Boe de 10 de octubre).
Los Gobiernos signatarios de este Convenio son miembros del Consejo de
europa y siguen la estela de la Declaración universal de Derechos Humanos,
proclamada por la asamblea General de las naciones unidas el día 10 de
diciembre de 1948, que tiende a asegurar el reconocimiento y la aplicación
universales y efectivos de los derechos que en ella se enuncian. Por ello se
adhieren a esas libertades fundamentales en cuanto base de la justicia y la paz
en el mundo y se comprometen a tomar las medidas adecuadas para asegurar
la garantía colectiva de alguno de los derechos enunciados en la Declaración
universal. en esa línea reconocen a toda persona dependiente de su jurisdic-
ción una serie de derechos y libertades que se contienen en el título i de
dicho Convenio. el artículo 14 prohíbe la discriminación y dice así:
37 La teoría del estigma se debe a KennetH L. Karst: equal Citizenship under the Fourtheenth
amendment. Harward Law review, vol. 91. año 1977. Págs. 1-68. Por ello y en base a esta teo -
ría no faltan autores que defienden que las normas contra la discriminación racial deban ser más
incisivas que en otro tipo de discriminaciones. Cfr. reY martÍneZ, F.: La discriminación racial en
la jurisprudencia… op. cit. Pág. 285.
38 Cfr. reY martÍneZ, F.: La discriminación racial en la jurisprudencia… op. cit. Págs. 285 y ss. De
forma detallada y crítica el autor de este trabajo comenta los escenarios de conflicto en materia de
discriminación racial y pone de relieve que en este tema la jurisprudencia del tribunal de
estrasburgo ha sido “por lo común de baja intensidad, muy desigual y sin un marco conceptual con-
vincente”. especialmente crítico se manifiesta con la sentencia del caso ostrava que afortunada-
mente ha sido corregida por la sentencia de la Grand Chamber de fecha 13 de noviembre de 2007.
aprecia en el caso moldovan y otros contra rumania, con fecha 12 de julio de
2005, donde también la comunidad gitana sufrió los actos discriminatorios. La
discriminación en fronteras se aprecia en el asunto timishev contra rusia, de
13 de diciembre de 2005, donde el tribunal examina la negativa a admitir
chechenos en una frontera rusa.
en el año 2001 el tribunal de estrasburgo pronunció cinco sentencias
(casos Beard, Coster, Chapman, Jane smith y Lee contra reino unido) sobre
expulsiones de terrenos de su propiedad de una serie de caravanas en las que
vivían miembros de la etnia gitana. sólo se alegaban razones urbanísticas para
dichas expulsiones. La discriminación racial y la imparcialidad judicial en jui-
cio por jurados puede apreciarse en las sentencias remli contra Francia, de 30
de marzo de 1996, Gregory contra reino unido, de 25 de febrero de 1997, y
sander contra reino unido, de 9 de mayo de 2000. el discurso racista y la
libertad de información se aprecian en la sentencia Jersild contra Dinamarca,
de 23 de septiembre de 1994.
todos estos conflictos se resolvieron de forma más o menos acertada; lo
cierto es que la jurisprudencia del tribunal de estrasburgo en materia de dis-
criminación racial ha ido ganando en intensidad, por lo que se refiere a la pro-
tección de minorías étnicas a partir de la sentencia nachova de 2005. sin
embargo, un paso atrás en estos avances lo supuso el caso D.H. y otros contra
la república Checa, con fecha 7 de febrero de 2006. en este conflicto el
tribunal europeo desestimó una demanda contra dicho estado que había sido
presentada por dieciocho gitanos de nacionalidad checa por haber sido discri-
minados por motivos de raza en el ejercicio de su derecho a la educación. Los
demandantes habían sido ubicados en escuelas especiales de ostrava, dirigidas
a niños con dificultades de aprendizaje que no podían acudir a escuelas ordi-
narias. Los padres de los demandantes, que habían aceptado que sus hijos asis-
tieran a dichas escuelas especiales, solicitaron posteriormente la reconsidera-
ción de esa decisión porque desconfiaban del examen psicológico realizado
para medir la capacidad intelectual de sus hijos y porque no se les había infor-
mado de las consecuencias que se derivaban para los mismos por haberse for-
mado en una escuela especial. La solicitud fue denegada por defecto de forma
y frente a dicha denegación plantearon demanda constitucional alegando vio-
lación de sus derechos en el sistema educativo por segregación racial. el
tribunal de estrasburgo analizó la posible violación del artículo 14 del
Convenio en relación con el derecho a la educación del artículo 2 del
Protocolo Primero y después de recordar la jurisprudencia general que ha
mantenido sobre el artículo 14 (discriminación como diferencia de trato no
razonable y amplio margen de apreciación estatal) concluye que aunque los
datos estadísticos sobre la educación de los niños gitanos en la república
Checa son preocupantes y que su ecuación no es perfecta, las medidas que se
han adoptado contra los demandantes no son discriminatorias y que el envío
de los niños gitanos a escuelas especiales no es resultado de un prejuicio racial.
en consecuencia no se ha producido violación del artículo 14 en relación con
el artículo 2 del Convenio europeo de Derechos Humanos.
el juez Costa formuló un voto concurrente a la decisión de la mayoría y
el juez Cabral Barreto redactó un voto discrepante en el que se pronuncia a
favor de reconocer que dicha violación sí se había producido; fundamenta su
razonamiento jurídico en el tema de las discriminaciones positivas que se ori-
ginan cuando los estados no tratan de modo diferente a personas cuyas situa-
ciones sin significativamente distintas sin una justificación objetiva y razona-
ble. Previamente el tribunal siempre se había enfrentado a asuntos donde se
trataban de discriminaciones directas evidentes. en el caso ostrava aparece
por vez primera un asunto de discriminación indirecta porque se aplica un
criterio jurídico neutro y no sospechoso (capacidad intelectual de los niños no
fundada en la raza) que produce un resultado perjudicial para la minoría gita-
na, en comparación con el grupo social mayoritario. Pareciese que sobre este
asunto se proyecta la sombra alargada de la doctrina Plessy (separados pero
iguales), emanada del tribunal supremo de los usa en la sentencia pronun-
ciada en 1896.
La sala Grand Chamber del tribunal europeo de Derechos Humanos, en
sentencia de 13 de noviembre de 2007, ha rectificado el grave error de la
sentencia ostrava y el retroceso frente a la protección en casos de discrimina-
ción racial o étnica. se declara que se ha vulnerado el artículo 14 del Convenio
relativo a la prohibición de discriminación en relación con el artículo 2 del
Protocolo nº 1 adicional al Convenio, que regula el derecho a la instrucción,
derivado de la injustificada y desproporcionada escolarización de los niños
gitanos en establecimientos especiales. La Gran sala aprecia falta de justifica-
ción objetiva y razonable del Gobierno Checo para explicar la diferencia de
trato operada en base a la necesidad de adaptar el proceso de educación por
razón de necesidades educativas específicas relativas al nivel y a la capacidad
intelectual. así pues, cuando el efecto discriminatorio de una legislación ha
sido demostrado no es necesario probar que las autoridades afectadas estaban
animadas de una intención discriminatoria. en este caso las pruebas presenta-
das por los recurrentes evidencian que nos encontramos ante un caso de dis-
criminación indirecta que remite la carga de la prueba al Gobierno Checo que
es quien debe demostrar que esta diferencia de efectos de la legislación es
resultado de factores objetivos no vinculados al origen étnico. en los casos de
diferencia de trato basada en la raza, el color o el origen étnico, la noción de
justificación objetiva y razonable debe ser interpretada de la manera más
estricta posible.
Con este pronunciamiento de la Grand Chamber se ha vuelto a la línea
jurisprudencial iniciada con la sentencia del caso nachova. Cabe esperar que
la aplicación del artículo 14 del Convenio en materia de discriminación racial
consolide su rumbo garantista.
41 Cfr. sobre este aspecto GimÉneZ GLüCK, D.: Juicio de igualdad y tribunal Constitucional. op. cit.
Págs. 190 y ss.
42 un comentario muy completo sobre esta sentencia puede consultarse en De asÍs roiG, a.e.:
Discriminación por razón de raza. anuario de Derechos Humanos, nº 5. 1988-89. Págs. 16 y ss.
superior de Justicia de madrid, con fecha 7 de noviembre de 2002. en senten-
cia de instancia se la había reconocido a la actora, de etnia gitana, una pensión
de viudedad por el fallecimiento de su consorte con el que se hallaba casada
por el rito gitano. Frente a esta resolución el inss formuló recurso de supli-
cación y la sala segunda del tsJ lo estimó, revocando la sentencia de instan-
cia porque no aprecia discriminación ya que, conforme a la legalidad vigente
en españa, el matrimonio gitano no es una de las formas legalmente recono-
cidas en nuestro país. Las sentencias que hemos traído a colación son una clara
muestra de discriminaciones directas por razón de raza en nuestro país.43
La infrautilización de la cláusula constitucional de no discriminación por
razón de raza, tanto en su perspectiva negativa (discriminación directa o indi-
recta ejercida por los poderes públicos) como en su perspectiva positiva (que
significa adopción por parte del estado de acciones positivas), es evidente
también en la jurisprudencia del tribunal Constitucional. así, la sentencia del
tC 13/2001, de 29 de enero, recaída en un recurso de amparo, rechaza las pre-
tensiones de la recurrente que había sufrido una actuación en la que se le
requirió su identificación por el mero hecho de ser negra. el alto tribunal
previamente, en la sentencia 126/86, había calificado a la discriminación
racial como perversión jurídica, y en la sentencia 214/1991, en el caso de
violeta Friedman, rechazó que bajo el manto protector de la libertad ideoló-
gica y de la libertad de expresión (artículos 16 y 20.1 de la Constitución
española) puedan mantenerse manifestaciones o expresiones de carácter
racista o xenófobo que son contrarias a la dignidad humana (artículo 14 cons-
titucional). también en la sentencia 176/1995 mantuvo que las actuaciones
racistas contradicen los principios de un sistema democrático de convivencia
en paz y en libertad.
Por su parte, en la citada sentencia 13/2001, se distinguen las discrimi-
naciones directas y las encubiertas; ambas están prohibidas por la
Constitución. Pero en este caso el tribunal mantiene que si los controles poli-
ciales sirven a los agentes de la autoridad para identificar a los extranjeros,
determinadas características físicas pueden ser tomadas en consideración
como indicios racionales del carácter no nacional de la persona que los reúne.
43 Cfr. al respecto reY martÍneZ, F.: La prohibición de discriminación racial… op. cit. Págs. 80-82.
también GimÉneZ GLüCK, D.: Juicio de igualdad… op. cit. Págs. 198-199. un estudio sobre el jui-
cio de igualdad en la jurisprudencia del tribunal supremo puede verse en LÓPeZ aGuiLar, J.F.: el
principio de igualdad del artículo 14 de la Constitución en la jurisprudencia de la justicia ordina-
ria. análisis de la doctrina del tribunal supremo. revista del Foro Canario, nº 88. 1993. Págs. 117
y ss. también BaLaGuer CaLLeJÓn, m. L.: La aplicación judicial del principio de igualdad; en “el
principio de igualdad en la Constitución española”, vol. i. servicio Jurídico del estado. madrid,
1991. Págs. 293 y ss.
rechaza la existencia de discriminación patente porque no se ha dado una
orden específica de identificar a los individuos de una determinada raza y
tampoco se ha discriminado de forma encubierta porque la actuación policial
no fue desconsiderada ni humillante. el criterio racial fue considerado como
un indicio de la posibilidad de que la recurrente no fuera española. el voto
particular del magistrado sr. González Campos sostiene que ha habido discri-
minación racial porque se ha aceptado la raza como criterio apropiado para la
razonable selección de las personas que pueden ser sometidas a control de
extranjería. La recurrente sra. williams Lecraft ha sufrido violación del artí-
culo 14 en relación con el artículo 10.1 de la Constitución que reconoce a la
dignidad humana como fundamento de los derechos fundamentales.
La sentencia del tC 24/2005 de 14 de febrero de la sala Primera, resuel-
ve dos recursos de amparo acumulados en los cuales se reconoce violación del
derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 24.1 de la Constitución), pero se
niega que haya habido vulneración del derecho a la igualdad en la aplicación
de la ley por jueces y tribunales. La denegación del permiso de salida al reclu-
so, recurrente en amparo, puede incurrir en una causa de arbitrariedad en
relación con la decisión previa del órgano judicial de otorgarlo pero se ha uti-
lizado el criterio racial únicamente como indicativo de que el recluso no posee
la nacionalidad española. en la misma línea que la sentencia que antes hemos
resaltado se niega la existencia de discriminación racial encubierta.
Con fecha 16 de abril de 2007, la sala Primera del tribunal
Constitucional pronunció la sentencia 69/2007. se trata de un recurso de
amparo interpuesto contra una sentencia de 7-11-2002 de la sala de lo social
del tsJ de madrid que denegó la pensión de viudedad a la recurrente por hal-
larse casada por el rito gitano. esta forma de relación matrimonial no está
reconocida legalmente en españa. se alega vulneración del derecho a la igual-
dad y no discriminación por razón de raza. entiende la sala del tribunal
Constitucional que no hay discriminación por motivos étnicos porque la apli-
cación al caso del tratamiento dado a las uniones “more uxorio” no toma como
elemento referencial circunstancias raciales o étnicas sino una circunstancia
relacionada con la libre y voluntaria decisión de no acceder a la formalización
del vínculo matrimonial, conforme a previsiones legales que de ninguna
manera quedan condicionadas a la pertenencia a una raza sino exclusivamen-
te a consideraciones civiles o religiosas.
Frente a la decisión mayoritaria de la sala formula un voto particular, en
nuestra opinión más progresista, el magistrado rodríguez-Zapata. analiza las
circunstancias familiares de la recurrente de nacionalidad española y encuen-
tra que su pareja había cotizado más de diecinueve años a la seguridad social
y que el matrimonio –del cual eran fruto seis hijos– se había celebrado en
1971. eran titulares de un libro de familia expedido en 1983 y también eran
beneficiarios de una cartilla de la seguridad social. a pesar de estos datos
objetivos se considera que su unión no es legal y se le niega el derecho a la
pensión de viudedad. el voto particular compara esos hechos probados con los
resultantes de la sentencia de la sala segunda, de 15 de noviembre de 2004,
que reconoció el derecho a una pensión de viudedad al viudo de una funcio-
naria que pudo acreditar una relación conyugal –no matrimonio– que no esta-
ba inscrita en el registro Civil. en este caso se apreció vulneración del dere-
cho a la igualdad. tampoco estaba inscrito en el registro el matrimonio gita-
no de la recurrente en amparo. ante situaciones parecidas el alto tribunal ha
resuelto de forma diferente y en la opinión discrepante se resalta que se ha
vulnerado el derecho a la igualdad y a no ser discriminado por razón de raza
(artículo 14 de la Ce). Continúa el magistrado, que salva su voto, poniendo de
relieve que la jurisprudencia del alto tribunal no se ha ocupado hasta el
momento presente “de la protección de los usos, prácticas o costumbres de
una etnia o colectividad caracterizada, o cuando la no consideración como
válidos o susceptibles de protección constitucional de los actos realizados por
personas pertenecientes a minorías que reclaman respeto por su tradición cul-
tural, debe entenderse discriminatoria”. Para resolver estas cuestiones consi-
dera que son necesarias acciones positivas; no basta la neutralidad escrupulo-
sa de una norma jurídica cuando debe responder a situaciones como la de la
recurrente en amparo que pertenece a una minoría étnica y que se lamenta de
la injusta consideración legal de su situación matrimonial gitana, nacida de la
buena fe y celebrada conforme a las costumbre ancestrales de su raza.
situación que se equipara a la de una pareja de hecho o a la de una conviven-
cia “more uxorio”.
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Bioética y Derechos Fundamentales
mª teresa López de la vieja*
1 Convenio para la protección de los Derechos Humanos y la dignidad del ser humano con respec-
to a las aplicaciones de la Biología y la medicina, 1997, art. 10,1.
documento establece la primacía de los seres humanos – por encima de los
fines de la ciencia o de la sociedad –, así como la no discriminación, el acceso
equitativo a los servicios de salud y otros aspectos fundamentales. regula
incluso todo lo relativo al acceso y el correcto uso de la información sobre la
salud de los ciudadanos. aspectos mas recientes de la Biología y la medicina
están también recogidos en este Convenio, desde las intervenciones con el
genoma, la investigación con embriones, hasta la donación de tejidos y de
órganos. Por esta razón, el documento ejemplifica el interés por regular, por
clarificar en modo satisfactorio todo lo que se refiere a la salud. el énfasis en
los derechos y en las libertades es bastante significativo, pues reconoce que la
integridad y la salud son asuntos de índole privada y, al mismo tiempo, son
asuntos de índole pública, ya que la salud es uno de los bienes que más redun-
da en la calidad de vida de los ciudadanos. Garantizar el acceso equitativo a
los recursos sanitarios es, entonces, una tarea que concierne a las institucio-
nes, a los responsables de las políticas públicas. según esto, la atención sanita-
ria debe estar organizada, regulada, dotada de los medios suficientes para
atender a las necesidades de los pacientes. sin olvidar que éstos, enfermos o
personas sin incapacidad para valerse por si mismas, son también ciudadanos,
con derechos y con obligaciones reconocidas. Las éticas especiales, en espe-
cial la Bioética, se han ocupado mas bien de lo primero, de los pacientes, de
su relación con los especialistas, sus problemas, las novedades técnicas y su
impacto, etc.; en los últimos años ha ido recogiendo la otra vertiente, la situa-
ción de los pacientes en tanto ciudadanos.2
- ¿tienen derechos las células? ¿Cómo se debe entender la protección del
embrión? a comienzos del 2001, las posiciones a favor y en contra de la inves-
tigación con células embrionarias ganaba en claridad, gracias al intenso debate
que tenia lugar en alemania. La discusión estuvo suscitada por el informe de
la Deutsche Forschungsgemeinschaft,3 cuyo planteamiento resultaba sencillo:
la vida humana y su dignidad deben ser protegidas. existe incluso un amplio
consenso sobre la eventualidad de prohibir la clonación reproductiva, de lo
cual se hacía eco el documento. ahora bien, a pesar de lo anterior, el informe
sostenía que habrá que sopesar también las ventajas que pudiera tener el uso
terapéutico de las células madre. en consecuencia, el documento defendía al
4 Los debates en torno a la biotecnología y sus usos se radicalizaron en 1999, a raíz de las manifes -
taciones de de P.sLoterDiJK , favorables al empleo de las “antropotécnicas” y al “parque huma-
no” , regeln für menschenpark, suhrkamp, Frankfurt, 1999, pp. 42-51.
5 euroPean Commission, “eu Funding on Human embryonic stem Cell research”,
iP/03/969.
6 ComitÉ asesor De ÉtiCa en La investiGaCiÓn CientÍFiCa Y teCnoLÓGiCa,
“informe: La investigación sobre células troncales”, 24, febrero, 2003.
tema, fijando condiciones análogas para investigar con células embrionarias.
en octubre de 2004, el ministerio de sanidad y Consumo7 daba a conocer los
requisitos para proyectos de investigación con células obtenidas de preem-
briones sobrantes. en el reino unido, un grupo de expertos ya había enviado
en el año 2000 un informe,8 en el cual recomendaba que se permitiera la
investigación con embriones. Bajo control, siempre que la investigación tuvie-
ra efectos beneficiosos, caso de que no hubiese otro medio para investigar
sobre ciertas terapias, etc. La opinión de m. warnock9 tuvo considerable
influencia en las conclusiones, a las que habían llegado los expertos consulta-
dos en el reino unido sobre el tema.
estos informes reflejan la preocupación general por las consecuencias a
corto y a largo plazo que podrían tener las tecnologías más avanzadas. Por
este motivo, la perspectiva cívica 10 de la Bioética insiste en criterios básicos,
como es la responsabilidad, o en la aplicación equitativa de conocimientos y
de técnicas, para favorecer en el bienestar de los ciudadanos – gracias al “uso
terapéutico” de los avances científicos –, de todos los ciudadanos. sólo que
ellos mismos deberían participar en el proceso de deliberar y de decidir, por
ser temas que inciden en modo significativo sobre su salud y su bienestar. sin
embargo, la información técnica no siempre resulta accesible o suficiente-
mente comprensible para todos, tampoco está al margen de los sistemas de
valor, que influyen sobre la opinión pública. La polémica en torno a la inves-
tigación con células madre embrionarias ha puesto de manifiesto esto mismo,
los profundos desacuerdos sobre la vida, la idea de humanidad, de dignidad,
etc.. Ha mostrado la pluralidad que define a las actuales sociedades pluralistas,
su heterogeneidad cultural y moral. en este contexto, una de las contribucio-
nes de la Bioética puede ser la de dar precisión al debate, aclarando concep-
tos, identificando a quienes son titulares de los derechos, los argumentos
sobre la salud, enfermedad, bienestar, etc.
11 rau, J., “wird alles gut?- Für einer Fortschritt nach menschlichen mass”, Berliner rede, 2001.
12 sCHrÖDer, G.: “Leserbrief”, Die Zeit, 31, 2001; “interview”, Frankfurter allegemeine Zeitung,
3.05.2001.
por este motivo, G.schröder insistía en los importantes cambios sociales y
políticos que ha experimentado el país después de la guerra. alemania es
hoy una sociedad democrática, con sistemas de control a disposición de los
ciudadanos, control también para la investigación.
- Las posiciones teóricas estuvieron también divididas. Desde los años
ochenta, H. Jonas13 estuvo defendiendo límites para la medicina actual.
Hablaba incluso de “tabúes” a respetar, ya que la tecnología aplicada sobre
seres vivos representa un salto cualitativo, representa incluso una amenaza –
en su opinión- que afecta a la integridad física de los humanos. se pueden eli-
minar cualidades no deseadas, no cabe duda, pero hay que preguntarse tam-
bién ¿con que objetivo? ¿Qué derecho tenemos a determinar la existencia de
otros seres humanos? serían seres privados de libertad desde el primer
momento. su conclusión era que, en nombre de un futuro mejor, no tenemos
derecho a crear un “hombre mejor”. Las tesis de H. Jonas han influido luego
en el planteamiento de otros autores, como J. Habermas.14 es conocida su
posición al respecto: la manipulación genética hiere nuestra sensibilidad
moral. De ahí también sus importantes reservas sobre los programas de inves-
tigación con células madre embrionarias. Por un lado esta la lógica de la cura-
ción – como él mismo reconoce –, por otro, los ciudadanos no deben encon-
trarse ante hechos consumados, aunque sean los hechos de la ciencia y de la
tecnología o hechos económicos. el marco normativo debe estar siempre
claro, situando en primer plano a la autonomía y a la dignidad de los indivi-
duos, ésta era su conclusión.
- en cambio, B.schlink15 se mostraba favorable al uso de las nuevas téc-
nicas. este autor ha tenido en cuenta la influencia del pasado en la identidad
alemana; precisamente por tratarse de un capitulo de la Historia reciente, aun
no cerrado, le parecía importante distinguir entre los métodos de selección o
de “higiene racial” y, de otro lado, la realidad de las técnicas actuales, que per-
miten seleccionar los embriones antes de ser implantados. Pero sólo si así lo
desean los padres. La situación no es la misma, las analogías con el pasado tam-
poco ayudan a entender las nuevas técnica. en cuanto a la dignidad de los
seres humanos, ¿incluye ésta a partes de los seres humanos? Considerando el
destino de los embriones no utilizados en los tratamientos de infertilidad
13 Jonas, H.: “im Dienste des medizinischen Fortschritts: über versuchen and menschlischen
subjekten”, technik, medizin und ethik, insel verlag, Frankfurt, 1985, pp. 109-145.
14 HaBermas, J. : “auf dem weg zu einer liberalen eugenik? Der streit um das ethicshce
selbstverständnis der Gattung”, Die Zukunft der menschlichen natur, surhkamp, Frankfurt, 2002,
pp. 34-125; “repik auf einwände”, Deutsche Zeitschrift für Philosophie, 50, 2002, pp. 283-298.
15 sCHLinK, B., aktuelle Fragen des pränatalen Lebensschutzes, De Gruyter, Belin, 2002, pp. 15-21.
¿Cómo se salvaguarda mejor la dignidad, con la destrucción o con la investi-
gación? es cierto que las tecnológicas difuminan la frontera entre seres que
crean y seres creados, no obstante hay que considerar el enorme potencial
terapéutico que contienen las nuevas técnicas. Por todo ello, este autor enten-
día que ambos principios, la dignidad de los seres humanos y la libertad para
la investigación,16 han de ser tomados en cuenta.
esta discusión no está cerrada todavía, el marco normativo es, sin embar-
go, bastante más claro que hace unos años. Por ejemplo, el Convenio de 1997
recogía de manera inequívoca la protección de la dignidad, la integridad de los
individuos, sus derechos y libertades. Las sociedades democráticas están, ade-
más, en condiciones de garantizar y de proteger los derechos individuales,
para impedir aquellas practicas que podrían afectar a su dignidad y a su inte-
gridad. es cierto también que el temor hacia las consecuencias indeseables de
la biotecnología ha tenido especial relevancia en alemania, país muy sensibi-
lizado hacia los abusos y los crímenes contra la humanidad. está demostrado
que, en los delitos, colaboraron numerosos científicos y un número relevante
de personal sanitario,17 de ahí el énfasis en la primacía de los derechos indivi-
duales sobre los intereses de la ciencia o de la sociedad. tal vez por eso mismo,
la débil línea divisoria entre uso incorrecto – selección genética, eugenesia –
y uso terapéutico de la Genética ha suscitado notable inquietud en la mayor
parte de los países europeos. Por todo ello, la Carta de Derechos
Fundamentales de la unión europea,18 se refiere a los aspectos más novedo-
sos en medicina y Biología, prohibiendo la clonación de seres humanos y el
comercio con órganos.
La preocupación por las garantías, por los derechos negativos – destinados
a la protección de los individuos – corresponde a una cultura política liberal,
pero aun está pendiente otro tipo de debate, no menos urgente: la distancia que
16 K. BaYertZ señalaba que no siempre se trata de conceptos con una definición exacta;
“introduction: sanctity of Life andf Human Dignity”, BaYertZ, K.: sanctity of Life and Human
Dignity, Kluwer, Dordrecht, 1996, pp. Xi-XiX
17 sobre los crímenes, los encausados en el Juicio nürnberg y, luego, el papel del Código de
nürnberg, GroDin, m., annas, G.: “medicine and Human rights”, Hastings Center report,
23, 1993, pp. 8-12; sHuster, e.: “Fifty Years Later: the significance of the nurenberg Code”.,
new england Journal of medicine, 20, 1997, pp. 1436-1440. sobre la intervención de médicos y
de científicos en los experimentos y asesinatos en masa, Bastian, t.: “Ärzte als Helfer Hitlers”,
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pp. 11-24; LiFton, J.: “sterilization and the nazi Biomedical vision”, the nazi Doctors, Basic
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ihre opfer, Fischer, Frankfurt, 2002, pp. 13-59.
18 Carta de Derechos Fundamentales de la unión europea 2007.
existe entre derechos de los ciudadanos y los Derechos humanos en un
momento anterior y bastante diferente, H. arendt19 señaló los límites de un
marco normativo que pretendía ser universal, cosmopolita. no lo era, en reali-
dad, puesto que los Derechos humanos no son exactamente lo mismo que los
derechos de los ciudadanos, miembros de una comunidad política o de un
estado-nación que les ofrece determinadas garantías. sin embargo, las garantías
no alcanzan a los ciudadanos de otras comunidades ni a los desplazados, no son
derechos de todos. en este momento, se plantea un problema similar, al no estar
prevista la protección de todos agentes, pese al aumento de los riesgos asociados
a las biotecnologías, riesgos que pueden afectar a la actual generación y a las
generaciones venideras. ¿Derechos de quién? ¿Quién contará con la debida pro-
tección? ¿ante qué instituciones llevar las correspondientes demandas?
2. La Bioética
19 arenDt, H.: “Der niedergang des nationalstaates und das ende der menschenrechte”,
elemente und ursprünge totaler Herrschaft, europäische verlagsanstalt, Frankfurt, 1955, pp.
402-452.
20 woLD meDiCaL assoCiation: “introduction”, Declaration of Helsinki, 1964.
21 Potter, van ransselaer, “Bioethics, the science of survival”, Perspectives in Biology and
medicine, 1970, pp. 127-153; “Biocybernetics and the survival”, Zygon, 1970, pp. 229-246;
“Bioethics, the science of survival”, Bioethics. Bridge to Future, Prentice Hall, englewood Cliffs,
1971, pp. 1-29.
tender puentes hacia el futuro, para que la especie humana tomara conciencia
de los riesgos que afectan a su supervivencia y a la del medio ambiente.
este autor ideo una disciplina con capacidad suficiente para señalar los
problemas de la investigación, así como los problemas derivados de sus apli-
caciones y otros temas análogos, cuestiones a tener muy cuenta, tanto por
parte de los gobiernos como por parte de los ciudadanos. Quedaba así claro
que, desde el primer momento, la Bioética vinculó los logros científicos a las
políticas públicas,22 asociando los conflictos suscitados por la “nueva fronte-
ra” técnica a la reflexión moral. Ciencia y, al mismo tiempo, valores mora-
les, pero valores no tradicionales, para estar a la altura de los avances de la
ciencia. Por varios motivos, eran necesarias la renovación ética y la Bioética.
Pero el análisis bioético ha ido mas allá de la valoración de las tecnologías
avanzadas, a lo largo de treinta años, la disciplina ha ido evolucionando al
ritmo de otra “nueva frontera”, de carácter moral y político. La frontera de los
derechos y de las reformas jurídicas y políticas ha sido tan influyente como
los avances técnicos, doble enfoque que ya aparecía en el programa de van
ransselaer Potter.
en los años setenta, las libertades ciudadanas, los movimientos sociales,
las tendencias contraculturales potenciaron este lado “cívico” de la nueva ética
aplicada. Del interés por regular la investigación y las practicas profesionales
surgieron entonces los nuevos códigos, los acuerdos internacionales, los infor-
mes dedicados a la protección de los principios básicos y de los derechos indi-
viduales. La medicina fue uno de los ámbitos que antes asumió los cambios, ya
que el contexto era especialmente propicio para las reformas. en estados
unidos, la investigación científica y la práctica clínica seguían el modelo libe-
ral – prioridad de los derechos, de la autonomía de los pacientes – y, al mismo
tiempo, una ideología pragmática. Los movimiento ciudadanos influyeron para
que los derechos fueran reconocidos de forma explicita y, sobre todo, para
limitar una actitud en exceso pragmática entre los científicos y en la adminis-
tración norteamericana. Desde 1948, existía ya el texto de referencia para ape -
lar a la dignidad, la libertad y la igualdad de derechos, la Declaración universal
de los Derechos Humanos. en lo sucesivo, las normas pensadas para regular
la ciencia y la practica profesional han seguido los mismos criterios, incluso
han usado el mismo lenguaje de la dignidad y de los derechos.
1ª) en 1949 se dio a conocer el Código de nürnberg, un texto fundamen-
tal para la experimentación y para el ejercicio de la medicina. a partir de
entonces, la investigación científica se ha guiado por sus principios, y por el
22 Potter, van ransselaer, “Council on the Future”, Bioethics. Bridge to Future, pp. 75-82.
respeto de los derechos fundamentales. La medicina cambió de orientación,
dando prioridad a la autonomía de los pacientes, los documentos posteriores
ha desarrollado los principios básicos, adaptándolos a los progresos de la cien-
cia y a la expansión de los derechos. el paso siguiente se dio en 1964, con la
Declaración de Helsinki, documento promovido por la asociación médica
mundial (wma), con algunos principios básicos para los profesionales, como
el deber de proteger la vida y la salud, el respeto por la dignidad y por la pri-
vacidad. esto significa, por ejemplo, que los médicos están obligados a infor-
mar a los pacientes sobre cualquier aspecto de la a atención sanitaria o de la
investigación. el paciente podrá negarse a participar en el estudio, sin que esto
influye en la relación con su médico. el avance mas importante en la defini-
ción de los principios que han de guiar la experimentación científica se rea-
lizó en 1979, con el informe Belmont. en su origen estuvieron los escándalos
sobre investigación promovida y financiada por la administración norteame-
ricana y por agencias gubernamentales, como la Cia y el FBi. Para impedir
abusos como los que se habían cometido en tuskegee, alabama, y con el
Proyecto manhattan – activo durante más de treinta años – el informe esta-
blecía cuatro principios básicos: respeto por la decisiones de agentes autóno-
mos, beneficencia, para no causar daño y para maximizar los beneficios, justi-
cia en la distribución de tales beneficios y de las cargas. Como en los docu-
mentos anteriores, el consentimiento informado era un requisito fundamen-
tal para la investigación con seres humanos.
2ª) La etapa posterior fue decisiva para la elaboración del marco normati-
vo, acorde con los resultados de la investigación en Biología y con los avances
de la Genética. a lo largo de los años noventa, varios documentos intentaron
fijar criterios generales, a modo de respuesta ante la incertidumbre sobre los
efectos que las nuevas técnicas pudieran tener sobre los seres humanos. Hubo
antes un informe bastante completo sobre estos temas, solicitado por la admi -
nistración en el reino unido, el informe warnock de 1984; entre sus conclu-
siones figuraba la necesidad de regular la investigación y los tratamientos de
fertilidad, así como el uso clínico de embriones congelados. en la línea fijada
años atrás, el consentimiento informado era un requisito necesario para la
investigación, según el informe. el consentimiento estaba también en el
Convenio de oviedo, de 1997, cuyo objetivo principal es la protección de los
derechos y de la dignidad. el documento se refería expresamente a las pruebas
genéticas con fines médicos, al rechazo de los con fines experimentales. el con -
sentimiento y la confidencialidad de los datos eran mencionados en otro docu-
mento análogo, la Declaración universal sobre el Genoma y Derechos
Humanos, de 1997. Las aplicaciones de la Genética serán aceptables, siempre
que respeten la dignidad y, por lo mismo, el texto rechazaba aquellas prácticas
que sean contrarias a la liberad, la dignidad y los derechos de las personas.
3ª) La resolución de la asociación medica mundial (Paris, 1997) trans-
mitía muy bien la preocupación de los profesionales por el desarrollo de algu-
nas técnicas novedosas, como la clonación. en el documento, la asociación
pedía mayor seguridad para el material genético y, en consecuencia, se opo-
nía al uso de técnicas que carezcan de los debidos controles. Por esta misma
razón, recomendaba que los especialistas se abstuvieran de aplicar algunas de
esas técnicas, como la clonación. Con una intención parecida, la unión
europea hacia pública un año mas tarde una resolución sobre este asunto,
recogiendo la opinión contraria al uso de dicha técnica y defendiendo prin-
cipios básicos, el respeto por la persona, por integridad del patrimonio gené-
tico individual. tales principios constituyen, además, el núcleo de la Carta de
Derechos Fundamentales de la unión europea, que asumía valores básicos,
como la dignidad y la integridad – tanto física como mental –, reiterando que,
en el ámbito de la medicina y de la Biología, las intervenciones requerirán
siempre el consentimiento de los agentes.
La Declaración Bioética se hizo pública en Gijón, en el año 2000. el texto
valoraba desde una perspectiva análoga a la de otros documentos el tema de
la clonación. La prioridad ha de ser siempre el respeto por la dignidad huma-
na, aunque se admita la libertad en la ciencia y para la investigación; por este
motivo, el documento se pronunciaba en contra de la creación de individuos
genéticamente idénticos.23 en poco tiempo, varias instituciones reclamaron
que la investigación dirigida a estos temas – clonación, células troncales – sea
regulada a escala internacional; en españa, la real academia de medicina hizo
una declaración en ese sentido, rechazando la clonación, manifestándose a
favor del respeto absoluto por la vida, a favor de los derechos del embrión, etc.
el documento ejemplificaba la posición asumida por la opinión pública de los
países europeos. era lógico, por tanto, que la Carta de Derechos fundamenta-
les se hiciera eco de las dudas suscitadas por un tipo de tecnología que pudie-
ra poner en riesgo la dignidad, o la integridad genética de los seres humanos:
27 moLLer oKin, s.: “Gender the Public and the Private”, HeLD, D.: Political theory today,
Polity Press, Cambridge, 1991, pp. 66-90.
28 segun el análisis de s. sHerwin, “Feminism and Bioethics”, woLF, s, Feminism and Bioethics:
Beyond reproduction, oxford university Press, new York, 1996, pp. 47-66.
29 el en trabajo citado, arenDt, H.:”Der niedergang des nationalstaates und das ende der
menschenrechte”, elemente und ursprünge totaler Herrschaft, europäische verlagsanstalt,
Frankfurt, 1955, pp. 402-452.
segunda Guerra: no se debe identificar los derechos del hombre con los dere-
chos de los ciudadanos. estos están integrados en una nación-estado, pero
también existen personas y pueblos fuera de la comunidad política, sin garan-
tías, sin derechos. Por esta razón, son necesarios los Derechos humanos.
- en la nueva configuración de la esfera pública, las identidades cuentan
mucho más que en etapas anteriores: importan los derechos, pero importan
también las diferencias.30 Pues aportan significado, densidad a las normas de
carácter universal. el modelo liberal ha contribuido durante un larga etapa al
reconocimiento de derechos fundamentales, este esfuerzo se ha traducido en
códigos y en declaraciones, destinadas a proteger a los agentes. el marco nor-
mativo es imprescindible, para asegurar que los logros científicos redundarán
en beneficio de todos los ciudadanos, sin embargo, hay aspectos que van más
allá de este marco general, por lo que habrá que plantearse algunas preguntas.
¿Cómo extender y mejorar la protección de los individuos? ¿Cómo fomentar
la intervención de la sociedad civil en decisiones tan relevantes para su salud
y para su bienestar? se puede decir que los derechos fundamentales tendrían
que ser considerados como un punto de partida para la desarrollar otro tipo de
protección, los “derechos horizontales”. esto es, habría que considerar las
oportunidades reales para los ciudadanos, todos los ciudadanos, así como res-
peto por lo diferente y la mejora efectiva de la calidad de vida.
- Gran parte de los logros de la Bioética como disciplina se deben a su
compromiso con un marco bien definido, los Derechos humanos. el siglo XX
mostró las dimensiones del horror y la lección debe ser tenida en cuenta en lo
sucesivo.31 es cierto que la Historia mostró el lado más negativo, más autorita-
rio de la medicina y de la Biología. La Bioética surgió en otro clima, en una
“nueva frontera” que pretendía devolver el protagonismo a los individuos, a los
ciudadanos, terminando para siempre con las atrocidades cometidas en nom-
bre de intereses superiores. Los intereses la ciencia o los de la sociedad. Las
experiencias del daño justifican el protagonismo de este marco normativo,
definiendo poco a poco en códigos, declaraciones, resoluciones y convenios
internacionales, suscritos a partir de 1949. Después de Declaración universal
de los Derechos Humanos, con el propósito de asegurar las libertades.
ahora bien, la evolución de la investigación científica y de la sociedad
civil ha demostrado que los derechos no lo son todo. Hay que incidir también
en las formas de vida, en las prácticas que influyen más directamente en la
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existencia cotidiana. este doble compromiso, con las normas y con los agen-
tes reales, ha de ser asumido sin reservas, a fin de acabar con los prejuicios y
con los abusos y para que la protección de la vida y de la dignidad llegue a
todos los ciudadanos, sean cuales sean sus circunstancias y sus lealtades par-
ticulares. es cierto que la ciencia actual se desarrolla en otro contexto, mucho
más transparente, más abierto al control de las instituciones y de los ciudada-
nos, por eso la investigación no es, en principio, una amenaza a las libertades
ni a la dignidad individual. Los riesgos proceden, entonces, de la opacidad o
de un control insuficiente de su uso, un motivo adicional para recordar que
los Derechos humanos son la frontera que no se debe traspasar, en ninguna
circunstancia.
referencias Bibliográficas
sumário: 1. Preámbulo: La Protección Frente a las torturas como uno de los ejes Fundamentales
del estado de Derecho; 2. La Historia de la abolición de la tortura o el sueño de la razón; 3. La
Prevención de la tortura y los tratos inhumanos o Degradantes: la razón de las Leyes y las Leyes
de la razón; 4. La situación en españa; 5. el tipo Penal de tortura del art. 174 CP a la Luz de la
Jurisprudencia española; 5.1. el Bien Jurídico y la Conducta típica; 5.2. el tipo objetivo en el
Delito de tortura del art. 174 CP: elementos Comunes con los Delitos contra la integridad
moral; 5.3. el tipo objetivo de tortura: elementos especiales respecto de los Delitos Contra la
integridad moral. sujeto activo: Funcionario Público en el ejercicio de sus Funciones; 5.4. el
tipo subjetivo de tortura: elemento especial del Delito de tortura: la Finalidad; 5.5. especial
Consideración de la Detención Preventiva: Los Límites del ejercicio Legítimo de la violencia
estatal; 5.5.1. La Detención Preventiva por terrorismo. la incomunicación; 5.6. otras Causas de
Justificación; 5.7. Concursos; 5.8. Penalidad; 6. tratamiento Jurisprudencial: la investigación y
Castigo de los responsables; a) escasas investigaciones y sanciones penales; b) La impunidad;
6. La Jurisdicción internacional y el Principio de Justicia universal; a) La Jurisprudencia del
tribunal europeo de Derechos Humanos; b) La Corte Penal internacional; c) el principio de jus-
ticia universal; 8. a modo de Conclusión: la Protección Frente a los malos tratos y torturas, una
tarea aún Pendiente; Bibliografía
1 según eLÍas DÍaZ, 1985, págs. 31 y ss. la expresión estado de Derecho, que se diferencia radical -
mente de los estados autoritarios o fascistas, quiere decir que al menos, se inspiran en cuatro
notas fundamentales: en el imperio de la ley, esto es, que la ley es considerada expresión de la
voluntad general; que su organización política obedece al principio de división de poderes; que
la administración está sometida al principio de legalidad a la ley, especialmente, a través de sis-
temas de control y responsabilidad que asegure un funcionamiento conforme a Derecho; y, por
último, que se reconozcan y garanticen los derechos fundamentales de la persona humana. el
autor prosigue (pág. 39): “exigencias éticas que en cuanto conquista histórica constituyen hoy ele-
mento esencial del sistema de legitimidad en que se apoya el estado de Derecho”.
el contenido esencial del derecho fundamental a la integridad moral ha
sido desarrollado por el tC. este alto tribunal ha interpretado los términos
empleados por el constituyente “torturas y tratos inhumanos o degradantes”
como si fueran conceptos relacionados por un mismo núcleo esencial, sólo que
tendrían una diferencia de grado de afección: “...son, en su significado jurídi-
co, nociones graduadas de una misma escala que, en todos sus tramos, denotan
la causación, sean cuales fueran los fines, de padecimientos físicos o psíquicos
ilícitos e inflingidos de modo vejatorio para quien los sufre y con esa propia
intención de vejar y doblegar la voluntad del sujeto” (stC 120/1990, FJ 9º).
Como sostiene PÉreZ roYo,2 la tortura y los tratos inhumanos o degradantes
no son, pues, desde una perspectiva constitucional, compartimentos estancos,
entre los que exista una línea divisoria clara. ambos coinciden en tres elemen-
tos: 1º) se inflige padecimientos físicos o psíquicos; 2º) se realiza de manera
vejatoria; y, 3º) se persigue el objetivo de anular la voluntad de la víctima y
hacerle hacer lo que de otra manera no haría. al tratarse de conductas que tie-
nen por objetivo anular la voluntad de la víctima y hacerle hacer lo que de otra
manera no haría, estamos ante conductas que atacan el núcleo esencial de la
dignidad humana, el hecho de tener voluntad propia y de no poder ser degra-
dado a la condición de mero instrumento de una voluntad ajena. en definiti-
va, las torturas y los tratos inhumanos o degradantes constituyen una afección
frontal al principio kantiano de que todo hombre es un fin en sí mismo y nin-
gún hombre puede ser utilizado como medio de otro. De ahí la relevancia de
la protección penal que debe brindar el estado ante conductas de este tipo y la
necesidad de su persecusión penal cuando se denuncian estos casos.
3 tomÁs Y vaLiente, 1973, pág. 254. también en términos similares se expresa en del mismo, 1992,
pág. 175.
4 Cfr. tomÁs Y vaLiente, 1982, págs. 26-27.
5 en españa la tortura fue abolida por la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812 (art. 303) y
la real Cédula de 25 de julio de 1814 de Fernando vii.
6 BeCCaria, 1982, pág. 95.
no hay duda de que debemos a los iluministas el esfuerzo más notable
por abolir de la faz de la tierra los malos tratos y las torturas de manos de las
funcionarios del estado. La identificación en el siglo Xviii de la tortura con
toda una visión del mundo rechazada por las fuerzas políticas y sociales emer-
gentes fue el mejor caldo de cultivo de la proscripción de la tortura. La consi-
deración de la tortura como una práctica inhumana e irracional, hacía que los
pensadores de la época calificaran los países donde todavía se practicaba como
bárbaros e incivilizados. en 1657 Frederich Keller escribía: “israel, aragón e
inglaterra, son ejemplos de naciones civilizadas que no emplean la tortura”.7
Lamentablemente, cuando en el siglo XX una serie de estados empeza-
ron a desconocer el papel protector de la ley y entró en crisis la concepción
de la soberanía popular transmutada por la soberanía de una parte del pueblo,
reverdeció la práctica de la tortura. Los estados autoritarios y fascistas, las dos
guerras mundiales, los conflictos internos sucedidos en la época de la guerra
fría, al desconocer los derechos del hombre, dejó a los ciudadanos inermes
frente al poder del estado. La tortura en el siglo pasado reapareción con más
fuerza que nunca, bajo las ideologías que supeditaban los derechos humanos a
un bien público ideal y abstracto (“la sana conciencia del pueblo alemán”, “sal-
var la Patria de los comunistas”, etc.), cuyo fin justificaba cualquier restricción
de libertades. La funcionalización de la vida social y política hacia valores
supremos, propició una fractura social entre “amigos” y “enemigos”, entre
“nosotros” y los “otros” a quienes había que tratar de manera diferente hasta
la exterminación.8
Después de la segunda guerra mundial, se produce un resurgimiento de
los derechos humanos con la Carta de naciones unidas de 1948, donde se per-
9 Que quede claro que el desconocimiento de los derechos humanos se evidenció en las posturas
radicales de ambas ideologías, sirvió de bandera tanto para luchar contra los comunistas, como
contra los capitalistas, lo cual prueba que lo verdaderamente abominable es el autoritarismo,
tanto de izquierdas como de derechas, pues se sabe de las torturas tanto de Hitler, como de stalin
o mao.
10 el retorno de la tortura conmocionó a los intelectuales de este tiempo. sartre escribía: “La tortu-
ra no es civil ni militar, ni es específicamente francesa; es una plaga que infecta a toda nuestra
época”. Cfr. Peters, 1987, pág. 187.
11 en el 2001 se reabrió el debate en Francia conmocionando a toda europa tras la publicación del
libro del general aussaresses, servicios especiales. argelia 1955-1967, donde reconoce haber
practicado torturas y dirigido un escuadrón de la muerte durante la guerra de argelia. el País, 18
de mayo de 2001. es la llamada por los anglosajones dirty hands theory o teoría de las manos
sucias, según la cual “todo dirigente de alto nivel, civil o militar, en ciertas situaciones, puede
verse obligado a ensuciarse las manos actuando fuera de la ley y de la moral, en aras de un mejor
servicio a la propia sociedad”, como bien recuerda Prudencia García, “manos sucias y moral mili -
tar”, el País, 17 de mayo de 2001: “Pese a la tortura y al crimen, Francia perdió argelia. sin cri-
men y sin tortura la hubiera perdido también. Pero lo hubiera hecho con mayor dignidad...”.
12 Cfr. Peters, 1987, pág. 243.
lición real de la misma, esto es, la erradicación de su práctica en numerosos
países del mundo, incluso estados democráticos.
en estos albores del siglo XXi lamentablemente “la tortura goza de muy
buena salud”, se ha hecho más “científica” y sofisticada, no deja huellas y
busca vencer a la víctima, reducirla a la impotencia,13 para ganarle la moral al
torturado y a los suyos. Hoy como ayer la tortura no tiene por objetivo últi-
mo y fundamental arrancar la confesión del torturado, sino se trata de trans-
formar la cooperación forzada en aceptación, quebrar la voluntad del tortura-
do, de sus superiores, de su ideología. el principal objetivo de los torturadores
es difundir un clima de terror, obtener información es secundario.14 es decir,
primero se amedrenta al sujeto, se le quiebra la voluntad, luego la información
que da viene por añadidura.
el sueño de los iluministas no sólo no se ha hecho realidad, sino que
todavía parecen persistir “razones” para justificar la tortura. el siglo XX y lo
que llevamos del XXi nos han dado muestras de que, cada cierto tiempo, en
algunos países de nuestro propio entorno cultural, se tejen razones para un
tratamiento excepcional hacia determinados grupos de personas, fundamen-
tadas en amenazas, peligros, riesgos para nuestra cultura, sociedades, o países,
que pueden ser el caldo de cultivo de una serie de restricciones de derechos
en general, y de los malos tratos y las torturas en particular. La vieja doctrina
de la seguridad nacional se transmuta constantemente en conceptos como
seguridad ciudadana, seguridad de occidente, seguridad de una determinada
etnia, etc. es frente a esos razonamientos falaces, que finalmente desconocen
los derechos de las personas en aras de un supuesto bien común, que debemos
estar alertas, constantemente despiertos, como pasaré a desarrollar.
13 Peters, 1987, pág. 225. Los adelantos científicos en materia de instrumentos para no dejar huel-
la y los últimos conocimientos sobre el dolor han dado ludar a que la tortura hoy esté destinada
a reforzar la experiencia del dolor, a bloquear la acción de inhibidores naturales del dolor y a
aumentar éste de todos los modos posibles (op. ult. cit., pág. 235).
14 Peters, 1987, págs. 222-223.
batir su práctica y la de otros tratos inhumanos, además de su prohibición
penal. Principalmente se detectó que estas conductas ilícitas de los funciona-
rios estaban asociadas a la detención y a las demás formas de privación de
libertad, por lo que todas las medidas preventivas necesariamente están en
conección con los instrumentos de garantías de las personas detenidas o some-
tidas a prisión.
De acuerdo con las experiencias internacionales, ha quedado patente que
las restricciones al principio de presunción de inocencia y al derecho de
defensa en sus diversas manifestaciones, acarrean una situación de vulnerabi-
lidad de los detenidos y privados de libertad que puede favorecer la tortura.
Por consiguiente, las regulaciones que restringen estos derechos ciudadanos,
aún siendo legales, esto es, promulgadas por los mecanismos legítimos de los
países democráticos, pueden auspiciar los malos tratos y la tortura.
Concretamente el Comité de naciones unidas para la Prevención de la
tortura, organismo internacional encargado de realizar visitas periódicas a los
países, y de elaborar un informe sobre la situación de los mismos sobre este
tema, considera que existen tres reglas básicas que los poderes públicos deben
ofrecer a las personas que se encuentran bajo su custodia: derecho al acceso de
un abogado en todo momento que dure la situación de privación de libertad,
derecho a ser notificado de su detención a un familiar o persona de su elec-
ción y derecho a ser examinado por un médico de su elección (además del
médico forense designado por ley). Puede sintetizarse estos tres derechos,
como los tres instrumentos jurídicos para prevenir la tortura, por excelencia.
Precisamente estos derechos son los que se restringen en las legislaciones
excepcionales para el tratamiento del terrorismo15 y que, significativamente,
cial “en el plazo más breve posible”, como expresión de sus derechos a no declarar contra sí
mismo y a no confesarse culpable. en la actualidad el art. 520 bis LeCrim permite la incomuni -
cación por 24 horas más, con intervención judicial. Las implicancias de este dispositivo se anali -
zarán en el epígrafe 5.
16 Cfr. GuiDDens, 1998, pág. 240.
17 Cfr. ZÚÑiGa roDrÍGueZ, 2001, págs. 165-166.
trasladando estas teorías al tema que nos ocupa, significa afirmar que el
torturador no nace, sino se hace, se construye socialmente y hay determinadas
relaciones sociales que favorecen su aparición. el torturador existe cuando hay
una determinada ideología o un aparato organizado de poder que perpetúa la
violencia de los malos tratos.18 Como se suele decir, la violencia genera mayor
violencia. Por eso, cuando se ha instaurado la violencia, ésta se autoreprocude
ilimitadamente, de ahí que sea tan preocupante la pervivencia y el aumento de
la falta de tolerancia y de ahí también la importancia de atajar cualquier clima
social de confrontación, pues esto finalmente supone limitaciones a los dere-
chos humanos. también el terrorismo, como una suerte de “provocación” a los
estados democráticos, busca la deslegitimación de las conductas de los agentes
del orden, para pregonar la profecía que se autocumple: el autoritarismo de
estos estados. De ahí que sea muy importante que los estados no caigan en la
provocación de los terroristas rebajando los niveles de legitimidad de sus con-
ductas, aunque sean santiguadas por la legitimidad formal de leyes excepciona-
les. ello aún es más importante, si se constata que, históricamente, practica-
mente ninguna guerra contra el terrorismo ha sido ganada con malos tratos y
torturas, sino con actuaciones de las fuerzas del orden legales y legítimas.19
De otro lado, las teorías de la victimología resaltan que algunos sujetos
poseen mayor riesgo de ser víctimas de determinados delitos. existen deter-
minadas circunstancias de las personas, situaciones de precariedad, margina-
lidad, especial vulnerabilidad que favorecen que se conviertan en víctimas. La
moderna victimologia explica la interacción delincuente / víctima. es impo-
tante estudiar empíricamente cuál es la función “real” que desempeña la víc-
tima del delito en los diversos momentos del suceso criminal, lo cual, eviden-
temente, tendrá que dar luces para una estrategia políticocriminal de preven-
18 Como dice Peters, 1987, págs. 244 y 251, los estudios de personas que llegaron a realizar tortu -
ras en el régimen nazi, demuestran que el torturador no es siempre una persona cruel y pervera,
sino, la mayoría de las veces se trata de personas al servicio de un sistema político autoritario, en
el que la violencia sirve de apoyo a las necesidades políticas de quienes están en el poder. Los tor-
turadores son preparados ideológicamente de forma deliberada, de tal modo que se altera su per -
sonalidad haciéndoles aceptar una realidad política inventada en la que sus víctimas son puestas
fuera del límite de la humanidad.
19 Pongo dos ejemplos. en Perú, la lucha contra sendero Luminoso que produjo 69.000 muertos y se
prolongó de 1980 a 1992, culminó con la detención de su líder abimael Guzmán en septiembre de
1992, con una actuación policial de detención a la cúpula de la organización, que puede adjetivar-
se como ejemplar. en españa, la disminución de las acciones terroristas se debe en buena medida
a las sucesivas capturas de las cúpulas de la organización, pero sobre todo a su incapacidad para
autogenerarse debido al gran golpe económico que ha supuesto la ilegalización de su brazo políti -
co, Herri Batasuna, acción que no fue otra que la aplicación de un supuesto contemplado en la
legislación penal, de suspensión de actividades a asociaciones ilícitas, de los arts. 129 y 515 CP.
ción, ayudando a las potenciales víctimas indicándoles comportamientos, acti-
tudes, conductas y medidas tendentes a evitar la realización del delito.20 en el
caso de las víctimas de torturas, su situación de vulnerabilidad por razón de
situación social (pobreza), sexo, minoría de edad, pertenencia a una etnia
minoritaria, status jurídico (inmigrantes irregulares), pueden ser factores que
faciliten su comisión. si a eso se unen coadyuvantes como la situación de for-
taleza posicional de los agentes del orden, como impunidad o leyes que les
facultan cierto grado de arbitrariedad, se ha producido las condiciones idóneas
para la práctica de la tortura.21
De acuerdo a los informes de las organizaciones de derechos humanos y
del Comité de naciones unidas para la Prevención de la tortura, como ya se
ha dicho, la situación de mayor vulnerabilidad del sujeto para ser víctima de
malos tratos o torturas es en las diversas formas de privación de libertad rea-
lizadas por las fuerzas públicas del orden. en el ámbito español, son dos situa-
ciones las que propician el ser víctimas de torturas o malos tratos: la detención
preventiva, en especial por terrorismo cuando están sometidos a incomunica-
ción, y el tratamiento de las fuerzas del orden con extranjeros por la supuesta
comisión de delito o redadas o cacheos a inmigrantes irregulares.
Como ha podido comprobarse, históricamente la tortura se ha instaura-
do en sociedades en el que persistía un clima social de confrontación, de frac-
tura social entre “amigo” y “enemigo”, entre los “nosotros” y “los otros”. Las
sociedades que han conocido prácticas sistemáticas de torturas han sido socie-
dades divididas, en las que el grupo dominante ha sido incapaz de tener empa-
tía con el otro, cuando no ha existido diálogo, cuando el otro es el enemigo al
que hay que vencer o aniquilar moral y físicamente. esas fueron las constan-
tes de las dictaduras de videla, Pinochet o del nazismo.
en fin, el futuro de la tortura no está principalmente en las leyes, sino en
la propia sociedad civil, en su proyecto social, en su manera de entender la con -
22 Lo importante es pues, lo que montesquieu llamaba “el espíritu de las leyes” o lo que los penalis -
tas llamamos “las normas de cultura”, pues son en definitiva sujetos sociales quienes crean, apli -
can e interpretan las leyes. De nada valdrían unas magníficas leyes, si las mentes de las personas
están secuestradas por la intolerancia.
23 Peters, 1987, pág. 255.
seguidamente se aprueba la Ley antiterrorista británica (antiterrorism
Crime and security act 2001), según el cual el estado británico suspende sus
obligaciones de garantía de los derechos derivados del Convenio europeo de
Derechos Humanos, regulando un estado excepcional para el tratamiento del
terrorismo. La ue responde inmediatamente con la Propuesta de reglamento
del Consejo (Documento 501PC0569) y considera como objetivo políticocri-
minal fundamental atajar las fuentes de financiación del terrorismo, para lo
cual establece como medida la “congelación de capitales” pertenecientes a las
personas físicas o jurídicas, entidades u organismos enumerados en una lista
confeccionada de organizaciones terroristas. Las garantías para la confección
de dichas listas, establecer quiénes colaboran con el terrorismo y cómo se
imponen dichas sanciones no son regladas, por lo que deja un ámbito impor-
tante de arbitrariedad.
Por su parte, el Consejo europeo de 21 de septiembre de 2001, declara que
“la lucha contra el terrorismo será más que nunca un objetivo prioritario de la
unión europea”. Como concreción de esta declaración política de intenciones,
se acordó el Plan de acción Común contra el terrorismo y la Propuesta de
Decisión-marco que, entre otras medidas, incluye una definición amplia de
terrorismo, definición que contradice el principio de taxatividad de la ley penal
(principio de legalidad) y pone en entredicho la seguridad jurídica.
en suma, las normas europeas contra el terrorismo, dictadas a propósito de
los atentados terroristas del 11 s, han dado lugar, según un informe reciente de
expertos encargados por la Comisión europea, a un déficit en la protección de
las libertades relativas al derecho de tutela judicial, en especial a la presunción
de inocencia y al derecho de defensa, el derecho a no ser discriminado, en espe -
cial en relación a la situación de los extranjeros, y a los derechos de la persona -
lidad, como el secreto de las comunicaciones y la intimidad. el informe también
destaca el déficit en la cooperación en materia policial y judicial, dado que no
existe una interpretación uniforme de la euroorden y su procedimiento, cor -
riéndose el riesgo de subordinar el respeto de derechos fundamentales a razo-
nes de oportunidad política. otro riesgo para los derechos fundamentales cons-
tituye la aplicación de la recomendación adoptada por el Consejo europeo en
noviembre de 2002, relativa a la necesidad de elaborar “perfiles de terroristas
sobre la base de características como la nacionalidad, edad, educación, lugar de
nacimiento, características psicosociológicas o la situación familiar.24
todas estas medidas europeas conducen a una normativa legal que deja
en situación de vulnerabilidad a las personas que adquieran la condición jurí-
24 Cfr. marC CarriLLo, “ee uu y europa: las libertades... ¿para qué?”, el País, 30 de junio de 2003.
dica de imputados por terrorismo o que son extranjeros, especialmente en
situación irregular, toda vez que se restringen derechos asociados a las garan-
tías de la detención y la privación de libertad, las cuales sin duda pueden favo-
recer malos tratos y torturas. nuevamente, los dos grandes problemas euro-
peos, el terrorismo y la inmigración, confrontan a la sociedad y tocan las fibras
de los derechos ciudadanos, poniendo en cuestión la dignidad humana.
si las sociedades democráticas están optando por la seguridad frente a las
libertades, por la eficacia sacrificando garantías y esto se hace con el beneplá-
cito de los electores, habrá que recordar que es la sociedad civil y su particu-
lar concepción de las relaciones individuo- sociedad / sociedad- estado, la que
es finalmente responsable de la persistencia de malos tratos y torturas.
Por consiguiente, la medida preventiva de mayor calado para hacer fren-
te a las torturas y tratos inhumanos o degradantes es precisamente, no acep-
tar la ideología de la “guerra preventiva”, ni el choque de culturas que nos
viene desde los estados unidos,25 no admitirla ni social ni jurídicamente, por-
que dinamita las bases de la convivencia de la tolerancia en paz y, con ella, la
particular razón de las leyes según el ideario iluminista que justificó la crea-
ción del estado y del Derecho: la consideración de que no es posible subordi-
nar los derechos de la persona a cualquier bien público.
4. La situación en españa
45 La audiencia Provincial condenó como autor de dos falta de lesiones, tres faltas de injurias leves
y una falta de malos tratos de obra, a las penas de arresto de seis fines de semana por cada una de
las dos faltas de lesiones, multa de veinte días con cuota diaria de 5.000 pesetas por cada una de
las tres faltas de injurias y arresto de tres fines de semana por la falta de malos tratos de obra.
Luego, el ts declara haber lugar al recurso de la acusación particular y dicta segunda sentencia
en la que condena al acusado don mario r. v. como autor de tres delitos de tortura a la pena, por
cada uno de ellos, de un año de prisión y ocho años de inhabilitación absoluta, dejando sin efec -
to la condena impuesta por el tribunal de instancia respecto a las faltas de injurias leves y de
malos tratos.
46 PortiLLa Contreras, 1996, pág. 288.
47 Claramente une el comportamiento degradante y vejatorio a la incidencia en la dignidad de la
persona la sts 294/2003 (rJ 2003,4381).
- “obligar al detenido a desnudarse y hacer flexiones” el ts calificó
de delito de trato degradante del art. 173 CP por no actuar el suje-
to activo en el ejercicio de las funciones públicas. (sts 457/2003 –
rJ 2003,8929)48
- “Dar patadas y puñetazos por el cuerpo del detenido que se resiste
a la identificación por parte de la autoridad” fue calificado como
delito contra la integridad moral del art. 175 CP. (sts 294/2003 –
rJ 2003,4381)
- “se le aplicó electrodos en las manos, golpeó repetidamente, mien-
tras permanecía vendado y encapuchado, obligándole a realizar
ejercicios físicos, llegando a decirle que a su madre le harían todo
esto” fue calificado como delito de tortura del art. 174 CP. (sts
481/2003 – rJ 2003,3490).
- “se considera someter al interrogado a condiciones que le intimi-
dan su voluntad, el impedir a una persona el ejercicio de los dere-
chos civiles reconocidos por las leyes: el policía que priva al deteni-
do ilegalmente de su derecho de defensa”, fue calificado como tor-
tura no grave del art. 174 CP. (sts 1202/1995 – rJ 1995,8879).
- “en el ámbito penitenciario para que se aprecie existencia de tratos
inhumanos o degradantes es necesario que éstos acarreen sufri-
mientos de una especial intensidad o provoquen una humillación o
sensación de envilecimiento que alcance un nivel determinado dis-
tinto al de la condena. así, los cacheos realizados en el cuerpo del
preso con fines de seguridad, no son considerados tratos inhumanos
o degradantes” (stC 57/1994 – rtC 1994,57).
- “el no dar información del paradero del detenido a un miembro
directo de su familia, como la madre”, se considera violatorio del
art. 3 de la CeDH, esto es, la prohibición de la tortura y los tratos
inhumanos o degradantes ( teDH 2001,353).
52 en algunos casos la jurisprudencia incide sobre los actos vejatorios (humillantes, degradantes,
ejemplo, la sentencia de la audiencia Provincial de madrid núm. 2198/2003 – Jur 2003,258380),
los sufrimientos físicos o psíquicos (lesiones, amenazas, ejemplo, la audiencia Provincial de
Girona en sentencia núm. 171/2002 – Jur 2002,165492: lesiones en el curso de una investigación
policial) y otras sobre someter al interrogado a condiciones que intimiden su voluntad (sts núm.
1202/1995 – rJ 1995,8879: policía que priva al detenido de su derecho de defensa).
53 BarQuÍn sanZ, 1992, págs. 279-283 da dos ejemplos de tentativa y frustración del delito de tortura:
del primero, “cuando el funcionario ha comenzado a deslumbrar al interrogado, o a someterlo a un
ruido particularmente molesto”; del segundo, “cuando se suministra al sujeto pasivo una sustancia
tranquilizante dirigida a vencer la resistencia que pudiera tener a decir todo lo que sabe, pero con
ella se le infunde un estado de somnolencia que dura varias horas e impide el interrogatorio”.
54 La sentencia de la audiencia de Barcelona (sección 3ª) de 21-02-2001, absolvió a los acusados
don Carlos s. v. y don rafael P. m. como autores de los delitos de asesinato, tortura y falsedad
5.3. el tipo objetivo de tortura: elementos especiales respecto
de los Delitos Contra la integridad moral. sujeto activo:
Funcionario Público en el ejercicio de sus Funciones
en documento oficial. el ts declara haber lugar al recurso y dicta segunda sentencia en la que
condena a los acusados don Carlos s. v. y don rafael P. m. como autores de dos faltas de lesio-
nes, a las penas de quince días de arresto menor por cada una.
55 el art. 24 CP establece quienes son funcionarios públicos a efectos penales.
56 Cfr. muÑoZ sÁnCHeZ, 1999, pág. 59.
valora especialmente la acción57 y que suele dar lugar al concurso con otros
delitos: detenciones ilegales, injurias, lesiones, etc. (art. 177 CP).
La doctrina mayoritaria considera que es un delito especial impropio,
porque la infracción de los deberes del cargo no fundamentan la punibilidad
de la conducta, sino la agravación de la pena y porque el propio CP plantea un
tipo residual de atentado contra la integridad moral58 no cometido por fun-
cionario público del art. 175 CP.59 el carácter propio del sujeto activo y el rea-
lizar la conducta con infracción de los deberes del cargo supone dos conse-
cuencias: se puede realizar la conducta por omisión y la problemática espe-
cial de autoría y participación.
tratándose de un delito configurado como infracción de los deberes del
cargo, de resultado y de medios indeterminados, cabe perfectamente tanto la
omisión como la comisión por omisión. un caso de omisión sería el no sumi-
nistrar al detenido los alimentos necesarios para vivir o diversas conductas
omisivas que infringen la integridad moral y que tuvieran como finalidad cas-
tigar a la víctima. Pero también cabe la comisión por omisión y así lo ha tipi-
ficado expresamente el legislador en el art. 176 CP, sancionando al funciona-
rio público que faltando a los deberes de su cargo permita que otros atenten
contra la integridad ajena. se ha interpretado que en estos supuestos deben
requerirse las reglas de la comisión por omisión del art. 14 CP, esto es, produ-
cirse la regla de equivalencia entre acción y omisión en cuanto a lo injusto: 1)
producirse un resultado lesivo; 2) el deber jurídico de actuar; 3) una relación
de causalidad hipotética entre la omisión y el resultado lesivo. respecto del
deber de actuar, la doctrina ha considerado sin problemas el caso del superior
en la medida que tiene la posibilidad de impedir las torturas.60 especial pro-
blemática jurisprudencial ha suscitado el deber de actuar entre compañeros.
en algún caso el ts ha calificado torturas del 176 CP cuando los compañeros
dejaban que torture a otro.61 así castiga a los policías que observan como el
57 este elemento da unidad a los delitos de funcionarios públicos, que en otros tipos penales se deno -
minan “abuso de poder”. vid. ZÚÑiGa roDrÍGueZ, 1993, págs. 168-170.
58 a diferencia de la Convención contra la tortura que sí expresamente contempla el caso del par-
ticular.
59 así, muÑoZ sÁnCHeZ, 1999, pág. 59, con la matización de que el atentado contra la integridad
moral de funcionario público no grave, al no estar comprendido en el art. 175 CP, no tiene un
tipo de referencia, por lo que en estos casos, el art. 174 CP sería delito especial propio. Para
QueraLt, BarQuÍn y Bustos el delito de tortura es especial propio.
60 así tamarit sumaLLa, 1996, pág. 859, muÑoZ sÁnCHeZ, 1999, pág. 77: la posición de garante
queda suficientemente acreditada cuando el funcionario es superior o dirige la investigación en
la que se tortura al detenido.
61 La jurisprudencia calificaba anteriormente como delito de prevaricación el que las autoridades
permitieran y no persiguieran un delito de tortura del que tuvieran conocimiento.
compañero desnuda y maltrata al detenido (sts 726/2001 – rJ 2001,3572).
especialmente ha calificado de esta manera cuando los compañeros, superio-
res o policías estaban presentes en el momento de los malos tratos, esto es lo
consentían (así la sts 1559/2003 rJ 2003,9246: inexistencia de tortura por no
estar presente en el momento de los malos tratos). La ratio de esta interpreta-
ción jurisprudencial es que los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado tie-
nen el deber jurídico de impedir las violencias físicas contra los detenidos62 y
también el mismo deber jurídico tienen los funcionarios penitenciarios.63 no
obstante, en otros casos el ts ha calificado que la autoridad debe ser superior
a quien realiza los malos tratos para calificar el art. 176 CP (así la sts
294/2003 – rJ 2003,4381).
el tipo penal del art. 174, el tipo de tortura, sólo puede realizarlo quien
cumple con los requisitos objetivos y subjetivos de actuar en el ejercicio del
cargo. un particular no puede realizar un delito de tortura según nuestra
legislación penal. ello no quiere decir que su actuación quede impune. Puede
ser un instrumento de un autor mediato del tipo penal del art. 174 que sí cum-
ple con los requisitos exigidos, cuando éste se vale de un particular para rea-
lizar las torturas. el particular puede sancionársele por un delito contra la
integridad moral del art. 173 CP en concurso con el resultado producido:
lesiones, homicidio, atentado contra la libertad sexual, etc.
en suma, para que el uso de la fuerza sea legítima en una detención debe
respetar los siguientes principios:
65 vid. www.a-i.es, Documento público: españa: acabar con las medidas que propician la tortura,
marzo de 2003, pág. 6. el relator especial de naciones unidas sobre la tortura ha pedido que se
prohiba totalmente la detención incomunicada: “Cuando más a menudo se practica la tortura es
durante la detención en régimen de incomunicación. este tipo de detención debe declararse ile-
gal y las personas retenidas en régimen de incomunicación debe declararse ilegal” (informe del
relator especial, Doc. onu e/Cn.4/1995/34).
66 Boletín oficial de las Cortes Generales, núm. 130-1, de 28 de febrero de 2003.
67 PortiLLa Contreras, 1996, págs. 269 y ss.
De ahí que desde diversas aproximaciones al tema del terrorismo se pro-
pugne un tratamiento penal del mismo dentro de los cánones de la normali-
dad y se considere que debe derogarse la excepcionalidad legislativa para el
tratamiento del terrorismo,68 no sólo por infringir diversos principios: igual-
dad, presunción de inocencia, derecho de defensa, dignidad de la persona,
sino también por resultar una normativa poco eficaz para afrontar un fenóme-
no criminal tan complejo como es el terrorismo.69 incluso, puede decirse que
el tratamiento excepcional resulta contraproducente para la lucha política
antiterrorista que debe tratar de convencer de la legitimidad de la actuación
del estado70 a aquellos que no están atrapados en el mensaje de los grupos ter-
roristas. el tratamiento excepcional fomenta el victimismo con el cual se
nutre el terrorismo y, por lo tanto, atiza el fuego de la violencia incontrolada
de las fuerzas no democráticas.
Como medidas paliativas mientras se aplique la incomunicación, se han
propuesto una serie de instrumentos preventivos: grabación de las declaracio-
nes, visita médica periódica, contacto con los familiares, que pueden servir de
control o contrapeso a este régimen, como el Protocolo firmado por diferen-
tes Departamentos del Gobierno vasco, pero el fin de una política preventiva
contra las torturas pasa necesariamente por la desaparición del régimen de
incomunicación.
68 así también, analizando la normativa excepcional sustantiva antiterrorista CanCio meLiÁ, 2002, pág.
23, quien cuestiona especialmente la construcción teórica jakobsiana de “Derecho penal del enemi -
go”, como una especie de tratamiento excepcional para quienes son hostiles al sistema consensuado.
69 Conviene recalcar que las medidas que están teniendo más efecto con el terrorismo han estado
vigente hace mucho tiempo. el art. 129 CP por el que se regulan las consecuencias accesorias que
permitieron la suspensión de actividades del grupo político Batasuna por el auto de agosto de
2002, por el juzgado núm. 5 de la audiencia nacional, es una norma vigente desde 1995 y ya
antes se establecía la disolución de las asociaciones ilícitas. La otra medida, la ilegalización de los
partidos políticos, como medida definitiva contra los grupos satélites de eta es una norma gene -
ral no de carácter represivo. De otro lado, las detenciones contra los disturbios callejeros (la
Kaleborroka) no se han debido a un cambio de legislación, sino a la voluntad de aplicar las nor -
mas existentes por parte de policías y fiscales. entonces, no es aumentando las penas que se lucha
más eficazmente contra el terrorismo, sino con la voluntad de los operadores jurídicos, policías y
jueces, de aplicar realmente las normas penales existentes como se puede combatir esta lacra.
Como decía Beccaria, la eficacia está en la prontitud y celeridad de la acción penal.
70 si precisamente la fuerza argumentativa del estado está en su carácter democrático, en el cual
uno de sus pilares lo constituyen los derechos fundamentales, entonces, al restringirlos, pierde.
rio público (art. 175 CP). se trata de delitos contra los derechos fundamentales
en su vertiente de libertades públicas, cuya indemnidad debe proteger el
estado. además esta es una regla que ha firmado el estado español, porque se
encuentra en el Convenio de naciones unidas contra la tortura que ha ratifi-
cado españa. Como se ha dicho antes, las teorías que intentan explicar casos
excepcionales en los que cabría practicar torturas para salvaguardar bienes
supremos, han conducida todas al autoritarismo y al desconocimiento final de
los derechos fundamentales del hombre.71 mientras la obediencia debida fue
considerada una eximente antes de la segunda guerra mundial, hoy está prác-
ticamente consensuado que por encima del deber de obediencia está el respe-
to de la legalidad, máxime cuando están en juego bienes jurídicos tan precia-
dos, como éstos que compromenten a la dignidad humana. La propia
Constitución, en su art. 15 dice “en ningún caso pueden ser sometidos a tortu-
ra ni a penas o tratos inhumanos o degradantes”, dejando claro que las conduc-
tas denigrantes no se admiten de ningún modo en el ordenamiento jurídico.
sin embargo, mayores problemas puede plantear el consentimiento en el
delito de trato degradante del art. 173 CP. Las personas mayores de edad que
realizan conductas objetivamente denigrantes como relaciones sado-maso-
quistas, en las que se inflige padecimientos físicos y psíquicos, pero consenti-
dos, al realizarse en ámbitos privados, están exculpadas por el consentimien-
to y por razones de adecuación social del tipo penal. no obstante, habría que
advertir bien hasta que punto son consensuadas, pues muchas de ellas se rea-
lizan en situaciones de desigualdad y dependencia (prostitución, abusos de
personas que tienen cierto poder sobre otras, como relación laboral, docente,
etc.), en las que la libertad de elección puede estar viciada.72 en todo caso, hay
5.7. Concursos
5.8. Penalidad
o de los dos miembros de la pareja. establecer que ese consentimiento es realemnte libre resulta difícil,
puesto que se produce, en el mayor de los casos, en relaciones de dependencia económica y afectiva.
73 Por ejemplo, el País, 21 de julio de 2003, informa de una oferta en estados unidos (nevada), de
una empresa que organiza cacerías con mujeres desnudas a las que los cazadores disparan con pin -
tura roja. el juego se llama “Hunting for Bambi” y pagan por ello los cazadores 10.000 dólares.
según el organizador “las chicas participan gustosas”. Como es lógico, las organizaciones nortea -
mericanas defensoras de los derechos civiles han protestado. aunque exista consentimiento, es
una práctica totalmente denigrante que afecta a la dignidad humana.
del art. 174 CP, de dos a seis años y de uno a tres si no lo es. Hay que destacar
que la pena privativa de libertad no es muy grave, si comparamos con otras
figuras que protegen otros bienes jurídicos menos importantes y que se reali-
zan con menos violencia, como una estafa cualificada del art. 250, cuya pena
máxima es similar. sin embargo, en la práctica esta baja penalidad se puede
compensar con la aplicación del concurso real del art. 177 CP. Desde el punto
de vista de la prevención general y la prevención especial, la pena privativa de
libertad puede lograr efectos disuasorios y, sobre todo, constituirá para la víc-
tima la mejor reparación para su ofensa. además, desde un punto de vista pre-
ventivo general, la pena privativa libertad puede tener un buen efecto intimi-
dador de los funcionarios públicos que se extralimitan abusivamente en sus
funciones. Desde la posición de la víctima, de las personas o familiares que ha
sufrido una tortura, la reparación del daño consiste fundamentalmente en ver
en la cárcel al torturador.74
más bien si puede llamar la atención el mínimo de la pena de inhabilita-
ción absoluta, que es de ocho a doce años, en el caso del funcionario que rea-
liza un delito de torturas del art. 174 CP, cuya imposición debe hacer el juez.
esto es, en cada condena por torturas, cuando califique el delito de torturas
del art. 174, tendrá que sancionar necesariamente como mínimo a ocho años
de inhabilitación absoluta. esto puede resultar excesivo, en los casos de tortu-
ras no graves, ya que privar a un funcionario de manera definitiva de su
empleo público (art. 41 CP) puede resultar para el penado bastante gravoso,
pues afecta a él y a su familia, privándole prácticamente de una relación labo-
ral. no hay que desdeñar que la determinación legal de penas excesivas con-
duce en la práctica a que los jueces sean reticentes a aplicarlas y busquen dife-
rentes argumentos para rebajar la pena o declarar la absolución. Por eso, una
excesiva penalidad no es finalmente más ventajoso para proteger a las vícti-
mas, sino todo lo contrario.
Por último, en cuanto a las sanciones, conviene resaltar que en estos
casos existe paralelamente responsabilidad disciplinaria por cuanto estos
hechos también constituyen infracciones de las funciones de los cuerpos de
seguridad (art. 5.3.b LFCse que prohibe los malos tratos y la tortura). en prin-
cipio, de acuerdo al principio de ultima ratio del Derecho Penal debería pri-
mar el ámbito no punitivo, por tanto, el disciplinario, cuando se trata de casos
74 Con fecha 29 de noviembre de 2004 el gobierno chileno ha resuelto indemnizar a las víctimas de
las torturas atroces de la dictadura de Pinochet. Los debates se han dado sobre todo en la forma
de reparar pecuniariamente a las víctimas, cuando ellas lo que exigen es una justicia retributiva
y preventiva pidiendo juzgamiento y penas privativas de libertad para los torturadores.
leves. en la práctica, un mal entendido “espíritu de cuerpo” impide investigar
estos hechos, como seguidamente se verá.
75 Cfr. PortiLLa Contreras, 1996, pág. 273. así también amnistÍa internaCionaL, 2002, págs. 98 y
ss. destaca especialmente la impunidad de los maltratos y torturas de las que son víctimas extran -
jeros, ya que su especial vulnerabilidad, muchas de ellas, indocumentadas, les hace temer recur -
rir a la ley.
podido comprobar que la agresión de un determinado agente es la
causante del resultado se ha producido la absolución.
especialmente destacable es el caso resuelto por la sts 2051/2002
(rJ 2003\1117), Ponente D. José aparicio Calvo-rubio, en el que se
comprueba la existencia de lesiones producidas durante la deten-
ción, ocasionadas por golpes a los detenidos por intento de fuga y la
muerte de uno de ellos, pero se considera no probada la relación de
causalidad entre unas y otras, pese a que la autopsia practicada
determinó que la causa de la muerte fue una hemorragia epidural,
producida por un impacto en la región temporal izquierda. La abso-
lución se fundamenta en la inexistencia de dolo, pero no plantea la
posibilidad de un concurso ideal con un homicidio imprudente, ya
que existe una imputación objetiva entre las lesiones y la muerte,
como en varios casos similares ha resuelto el ts. en este caso, el ts
condena a una pena de quince días de arresto menor, por unas fal-
tas de lesiones y al pago conjunto de sesenta mil pesestas (360
euros), a pagar por responsabilidad civil a los herederos del occiso.
– Falta de pruebas. Como es lógico, si un médico forense no certifica
inmediatamente el hecho es difícil de probar, no sólo porque en
muchos casos la tortura no deja huellas (la bolsa en la cabeza, la pri-
vación del sueño, etc.), sino también porque muchas se consideran
propias del acto mismo de la detención, cuando el detenido opone
resistencia, o se consideran autolesiones.76 Por eso el Comité para la
Prevención de la tortura establece como un requisito preventivo
prioritario el examen médico del detenido privado de libertad por un
médico de su libre elección. el juez de instrucción debe, incluso,
solicitar otros informes médicos para contrastarlos en caso de duda.
76 Particularmente destacables son los casos de presuntos etarras detenidos, donde se mantiene una
dialéctica de acusasiones entre éstos y la policia: mientras los primeros suelen aducir malos tra-
tos, los segundos suelen contestar sosteniendo que se trata de autolesiones como estrategia para
autovictimizarse. en todo caso, las garantías de los controles médicos pueden servir de protección
para ambos tipos de acusaciones y esclarecer fehacientemente los hechos.
para esclarecer casos tan graves como corresponde a estos atentados contra la
dignidad de las personas, ejercidos por las fuerzas del orden.77 De no extre-
marse el celo en la investigación, el estado, por medio de sus operadores jurí-
dicos, estaría infringiendo el Convenio contra la tortura que obliga a la
exhaustividad en la investigación y sanción de los responsables.
De ahí que se considere muy importante la motivación de la sentencia.
La única manera de controlar la decisión judicial es la exigencia del mandato
constitucional de motivación de las sentencias, tanto si son de absolución
como de condena. en ambos casos, el juez debe realizar una argumentación
jurídica de los hechos y de la aplicación del Derecho que justifique su deci-
sión. sobre todo, debe explicar “por qué se sirve o renuncia al uso de determi-
nado medio de prueba, por qué confiere o niega valor a sus resultados, o pri-
vilegia algunos de éstos sobre otros; y qué criterios de ponderación habrá
empleado en cada caso”.78 en un ámbito tan importante como es la protección
de un derecho fundamental básico para el estado de Derecho, el juez debe
establecer un especial celo en investigar exhaustivamente el caso, agotando
todos los medios de prueba posibles.79
77 además del caso reseñado líneas arriba, donde se absuelve al imputado “por no haberse comproba-
do la relación de causalidad” entre la muerte del detenido y los malos tratos (que sí están probados),
amnistÍa internaCionaL, 2002, relata varios casos lacerantes de impunidad. el caso de rita rogerio
es especialmente llamativo. el 29 de agosto de 1995, rita rogerio, ciudadana brasileña, fue detenida
en la zona de Barakaldo (Bilbao) por agentes dela Brigada Prinvincial de extranjería de la policía
nacional cuando estaban realizando redadas en los clubes nocturnos, en busca de ciudadanas extran-
jeras ilegales que ejercían la prostitución. Los informes médicos y psiquiátricos demostraron que rita
rogerio fue golpeada y violada en el transcurso de la detención. el 4 de junio de 1998, la sala segunda
de la audiencia Provincial de vizcaya, consideró probados estos hechos, pero absolvió a los tres
agentes -uno de ellos, el presunto violador- porque ninguno había aportado pruebas contra sus com-
pañeros, esto es, por falta de pruebas. en sentencia de 21 de abril de 1999 el ts expresó su conster-
nación por el fallo, señalando que los otros dos agentes de guardia han tenido que necesariamente
conocer y saber con claridad meridiana que el tercero, el que había entrado en la celda, era la misma
persona que había cometido la violación. era incomprensible que en un estado democrático de
Derecho un “gravísimo delito de violación acreditado y constatado” quedara sin castigo a causa de
“trasnochadas ideas corporativas o falso compañerismo”. el ts declaró que los testigos habían incur-
rido en complicidad y falsedad, y pedía a la audiencia Provincial de vizcaya que solicitara la aper-
tura de una investigación policial de alto nivel para decidir las medidas disciplinarias que deberían
adoptarse contra los agentes. el 27 de mayo de 1999 dos de los agentes fueron suspendidos del ser -
vicio. el 12 de enero de 2000 se abrió un nuevo juicio contra dos policías nacionales (no contra el
presunto violador) por torturar a rita rogerio. el 22 de marzo de 2000 fueron absueltos por falta de
pruebas, ante la negativa de los dos agentes y el apoyo del fiscal. Por su parte, la unidad de asuntos
internos de la Dirección General de Policía, siguiendo la recomendación vertida por el ts, “tras un
minucioso expediente, concluyó que no había existido agresión sexual ni infracción administrativa
alguna” (págs. 46 y 47). así se cierra un oscuro y triste caso de impunidad de nuestra democracia.
78 anDrÉs iBÁÑeZ, 1995, pág. 589.
79 Como recuerda anDrÉs iBÁÑeZ, 1995, pág. 588: “el valor que deba darse a cada uno de tales
medios no está tasado jurídicamente, sino que se rige por el principio de la libre convicción (art.
en este sentido, es muy importante el precedente sentado por la jurispru-
dencia del tribunal europeo de Derechos Humanos (en adelante teDH), en la
Demanda núm. 32574/1996, steDH de 22 de octubre de 2002 (Jur
2003\47911) contra la república de turquía: “el estado es responsable de toda
persona detenida, ya que ésta está en manos de los funcinarios de policía, está
en situación de vulnerabilidad y las autoridades tienen el deber de protegerla”.
.. “Cuando una persona es lesionada en el transcurso de una detención preven-
tiva, cuando se encontraba totalmente bajo control de la policía, cualquier
lesión acaecida durante dicho período da lugar a serias presunciones de
hecho... corresponde por tanto al Gobierno facilitar una explicación plausible
sobre los orígenes de dichas lesiones y presentar pruebas que establezcan
hechos que hagan dudar de las alegaciones de la víctima”. en este caso resuel-
to, el teDH sienta doctrina sobre lo que denominamos “posición de garante”
del estado respecto del detenido durante una detención, esto es un deber jurí-
dico de salvaguardar la vida, la salud, la integridad del mismo, porque el suje-
to se encuentra totalmente sometido a su control y pierde capacidad de auto-
determinación. en estos casos, la presunción de inocencia cede a la obligación
del estado de probar ante una muerte o lesiones probadas médicamente, pro-
ducidas durante el transcurso de una detención, que no fueron los agentes de
policía los causantes de los mismos. esta misma doctrina ya ha sido reconocida
por el tribunal supremo en los supuestos desaparición forzada de personas.80
b) La impunidad
741 LeCrim.), que, a pesar que menudean opiniones en sentido opuesto, hoy sólo puede ser
entendida como convicción racional”.
80 en la sts de 25 de junio de 1990 (rJ 1990,5665) (Caso “el nani”) donde el tribunal fundamen-
ta una posición de garante de las autoridades que tuvieron bajo régimen de detención a santiago
Corella y no dieron explicaciones razonables sobre su puesta en libertad, por lo cual se presume
racionalmente la desaparición del mismo imputable a las autoridades.
Para que sea justo, el juzgamiento debe ser absolutamente imparcial. en
otros países, como turquía, existe el problema del juzgamiento por tribunales
militares. en nuestro medio rige el principio del juez natural, pero la judicia-
lización de la justicia que se observa en los últimos tiempos, hace que los jue-
ces se vean sometidos a presiones, sobre todo cuando los hechos saltan a la
prensa. una buena manera de superar los problemas que conllevan los juzga-
mientos por tribunales nacionales es acudir a la jurisdicción internacional, en
nuestro caso al teDH que ha desarrollado una importante jurisprudencia al
respecto.
el art. 7 del estatuto de roma considera estos delitos como de lesa huma-
nidad “cuando se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemáti-
co contra una población civil”. en estos casos estamos ante unos supuestos de
torturas que son imprescriptibles (art. 29). sin duda, la configuración de una
Corte internacional que realmente juzgue estos delitos de manera indepen-
diente y justa es un reclamo de las fuerzas democráticas que consideran la
legalidad internacional, protectora de los derechos fundamentales de las per-
sonas, como uno de los pilares de las sociedades democráticas. Pero las fuer-
zas que se oponen a la real vigencia de la Corte Penal internacional son muy
poderosas. ee uu está presionando fuertemente para conseguir la inmunidad
de sus compatriotas, restándole vigencia material a la jurisdicción de esta
Corte. se sabe que está utilizando su poder económico y militar para conse-
guir una cláusula de inmunidad para sus ciudadanos.81 el Consejo de
seguridad de la onu, con la oposición de la unión europea, aceptó dicha
inmunidad por un año y hace unas 3 semanas se amplió a un segundo año más.
está claro pues, que el gobierno de estados unidos no está dispuesto a estable-
cer reglas comunes internacionales para la protección de los derechos huma-
nos, quizás porque sus actuaciones a partir de los atentados del 11 de septiem-
bre, rozan cuanto menos la ilegitimidad.
81 ee uu suspende la ayuda militar a 50 países que no garantizan por escrito la inmunidad de sus
militares y ciudadanos ante la Corte Penal internacional (el País, 2 de julio de 2003).
c) el principio de justicia universal
Bibliografía
introdução
2 na esfera global estão todos os documentos internacionais de direitos humanos proclamados pela
organização das nações unidas; já na esfera regional existem três importantes sistemas, o euro-
peu, o interamericano e o africano, que igualmente possuem seus próprios documentos de direi -
tos humanos.
Como o que acaba prevalecendo é a preocupação com a manutenção de
seus poderes e não com o respeito aos direitos humanos, diante dos tratados
internacionais, os estados manifestam essa prevalência através de diferentes
técnicas: as reservas que são feitas para distintos tratados; a existência de
requisitos para que um estado possa denunciar outro pelo descumprimento de
algum tratado; a faculdade de aceitar ou não se submeter a determinados
órgãos estabelecidos pelos tratados (como comissões, tribunais e outros); e, em
alguns casos, a possibilidade de suspender ou restringir determinados direitos
(De Casadevante romani, 2003:71).
Porém, a proteção internacional dos direitos humanos conforme Quel
López (2003: 93-96) apresenta duas particularidades que a distingue dos demais
tratados internacionais e ao mesmo tempo a fortalece. a primeira é que as nor-
mas de proteção de direitos humanos têm caráter de ius congens, por responder
a um mínimo jurídico essencial que a comunidade internacional necessita. a
segunda é que os estados possuem obrigações gerais de proteção em relação a
estas normas ante a comunidade internacional que são obrigações erga omnes.
a partir dessas duas particularidades o autor conclui que “existem nor-
mas imperativas no setor de proteção dos direitos humanos cuja violação pode
colocar em risco os princípios básicos de coexistência entre os estados”. mas,
ao mesmo tempo, lembra que não são todas as normas de proteção dos direi-
tos humanos que possuem o status de norma imperativa e que normalmente
são os próprios órgãos responsáveis por aplicá-las que declaram o caráter de
determinados direitos.
essa divergência entre a força das normas imperativas de direitos huma-
nos e a resistência dos estados Partes ao seu cumprimento em virtude da visão
de soberania que adote, acaba tendo como consequência imediata o impasse
na realização plena da proteção dos direitos humanos, especialmente em paí-
ses onde as democracias ainda estão em processo de consolidação, caso do
Brasil e demais países latino-americanos.
3 alguns dos tratados ratificados foram: a Convenção sobre a eliminação de todas as formas de
Discriminação contra a mulher (1984); a Convenção interamericana para Prevenir e Punir a
a inserção dos direitos humanos numa rede normativa-institucional,
assim como a própria evolução e fortalecimento desta área no país se desen-
volveu, a partir de análise de viégas e silva (2005:75-102), em três fases dis-
tintas: a fase preparatória ou organizativa, a fase de construção de um sistema
normativo e institucional de proteção e a fase de inserção internacional con-
solidada e busca de implementação no ordenamento jurídico.
a autora defende que na primeira fase, compreendida entre 1985 e 1995,
o País começa a abandonar a posição que predominava durante a ditadura
militar em relação aos direitos humanos. sua característica central foi a ade-
são aos três instrumentos internacionais mais importantes na proteção jurídi-
ca de tais direitos. a segunda, entre 1995 e 2002, está marcada pela inserção
plena do País no sistema interamericano, pela ratificação da maioria dos tra-
tados internacionais de direitos humanos e pela introdução destes direitos na
agenda governamental, tendo como principal característica a estruturação de
um sistema normativo e institucional de proteção através de um conjunto de
ações oficiais. a terceira fase, iniciada a partir de 2003, está marcada pela con-
tinuidade da política anterior nos avanços desta área, com uma visível profis-
sionalização na esfera da defesa internacional do País.
o marco fundamental da mudança de postura do estado brasileiro em
relação a esta questão foi a Constituição Federal de 1988. o texto constitucio-
nal consagrou, através do seu artigo 4º, a prevalência dos direitos humanos
como um dos princípios que regem o país nas suas relações internacionais.
além disso, o artigo 5º, § 1º, estabelece a aplicação imediata das normas defi-
nidoras dos direitos e garantias fundamentais. Para Piovesan (1996:4), essa
mudança “exige uma nova interpretação de princípios tradicionais como a
soberania nacional e a não-intervenção, impondo a flexibilização e relativiza-
ção desses valores”.
entretanto, o debate sobre a aplicação das normas internacionais de
direitos humanos no país não é consensual e, de acordo com a apreciação de
sabóia (2001), o tema gira em torno de dois aspectos: a forma pela qual a
ordem jurídica incorpora os tratados de direitos humanos, e o status hierár-
quico que esta norma adquire ao ser incorporada ao Direito interno.
sobre o primeiro ponto, segundo o autor, se encontra a polêmica entre
monistas e dualistas. enquanto os primeiros afirmam que não existem limites
4 amnistía internacional. revista Bimestral para los países de habla hispana, nº 45, octubre-
noviembre de 2000.
5 Bobbio (1991:58) afirma que este e outros poucos direitos (como o de não ser mantido em
escravidão) “são privilegiados porque não entram em conflito com outros direitos também fun -
damentais”.
6 rodríguez mesa (2000: 52) recorda que “a proibição da tortura constitui um dos escassos supos -
tos excetuados de esta possibilidade de derrogação”.
dos de sessões ordinárias a cada ano e anualmente apresenta aos estados Partes
e à assembleia Geral da onu um relatório com suas atividades.
em conformidade com o artigo 19 da Ct, o Comitê deve receber relató-
7
rios dos estados Partes sobre as medidas adotadas para a implementação do
citado documento e posteriormente deve convidar estes estados a participar
das sessões onde os relatórios serão examinados. após este exame o Cat apro-
va conclusões e recomendações relativas aos seguintes itens: aspectos positi-
vos, fatores e dificuldades para a aplicação da Convenção, motivos de preocu-
pação e recomendações.
o Cat também é competente, em consonância com o artigo 20 da Ct,
para receber informações e iniciar investigações sobre denúncias de prática
sistemática de tortura8 em algum estado Parte.9 É necessário destacar que esta
competência é facultativa, pois um estado que no momento de ratificação da
Ct declare o não reconhecimento desta competência passa a inibir o Comitê
de exercer esta prerrogativa enquanto não se retire a reserva.
a figura do relator especial sobre a tortura está vinculada ao Conselho
de Direitos Humanos da onu (antes Comissão de Direitos Humanos). a mis-
são do relator é informar ao Conselho sobre o fenômeno da tortura em geral
– examinar casos de tortura, solicitar e receber informação crível e fidedigna
e responder efetivamente a esta informação. Para cumprir esta designação, o
relator solicita aos Governos informação sobre medidas legislativas e admi-
nistrativas adotadas para impedir a tortura.
suas atividades principais são: transmitir aos Governos comunicações em
forma de chamamentos urgentes e cartas de denúncia;10 realizar missões de
7 o primeiro relatório deve ser apresentado no ano seguinte da entrada em vigor da Convenção para
o estado Parte. a partir daí relatórios complementares devem ser apresentados a cada quatro anos
sobre toda nova disposição adotada. em relação à elaboração dos relatórios, o Cat criou uma pauta
geral com indicações precisas acerca da forma e do conteúdo que deve ser apresentado.
8 o Cat considera que se pratica sistematicamente a tortura “quando parece que os casos de tor -
tura notificados não são fortuitos nem se produziram em um único lugar ou em um momento
concreto e se observam entre eles elementos de habitualidade, generalidade e finalidade determi-
nada em pelo menos uma parte importante do território do país. além disso, para o Cat a tortu -
ra pode ter um caráter sistemático sem que seja decorrente da intenção de um Governo (Docu -
mentos oficiales de la asamblea General, cuadragésimo octavo período de sesiones, suplemento
nº 44 (a/48/44/add.1), párr 39, apud organización de las naciones unidas. métodos contra la
tortura. Folleto informativo nº 4, marzo de 2003 (reimpresión), p. 15).
9 Depois da investigação, os membros responsáveis por ela apresentam suas conclusões ao Cat, que
as transmitem, com suas próprias observações ou sugestões, ao estado Parte, e o convida a infor-
mar sobre as medidas que foram adotadas em resposta às observações recebidas.
10 o procedimento de chamamentos urgentes pretende atuar sem demora quando a informação de
que se dispõe permite supor que uma pessoa ou um grupo de pessoas corre o risco de ser tortura-
do. neste caso o relator envia um fax ao ministério das relações exteriores do país, através do
investigação11 em países cuja informação permite supor que a prática de tor-
tura não se reduz a casos isolados e esporádicos; e apresentar relatórios12
anuais ao Conselho e à assembleia Geral da onu sobre suas atividades, seu
mandato e seu método de trabalho.
À diferença do Cat, o mandato do relator engloba todos os países, inde-
pendente de que estes tenham ratificado ou não a Convenção. também à dife-
rença de outros órgãos de supervisão de tratados, não é necessário que se esgo-
tem todos os recursos da jurisdição interna para que o relator intervenha em
casos individuais que impliquem risco de tortura ou em supostos atos de tortura.
É possível verificar que os tratados internacionais de combate à tortura e
os instrumentos de vigilância e garantia do direito a não ser torturado, pela sua
importância e pela forma como estão estruturados, podem ser considerados,
desde uma perspectiva geral, como um avanço nesta matéria, apresentando
uma avaliação positiva dentro do sistema internacional de direitos humanos.
no entanto, devido à ainda débil relação entre o DiDDHH e o Direito inter-
no dos países, em razão do conceito de soberania que ainda é utilizado por eles
para não se submeter plenamente às regras do Direito internacional, a eficá-
cia dos citados tratados e instrumentos acaba não se traduzindo em resultados
mais concretos (pelo menos em relação à erradicação da tortura).
qual insta o Governo a zelar pela integridade física e psicológica dessa pessoa ou pessoas, apesar
de não estabelecer nenhuma conclusão sobre os fatos. as denúncias de tortura que não necessi-
tem da intervenção imediata do relator se transmitem aos Governos em forma de cartas de
denúncia. nelas se resumem os casos individuais de tortura informados ao relator e se incluem
referências gerais do fenômeno da tortura. o relator pede ao Governo que esclareça se as denún-
cias têm fundamento e que informe sobre a situação das investigações que realize sobre elas, sobre
a identidade dos perpetradores, sobre as penas impostas e sobre a quantidade de indenização paga
às vítimas ou familiares.
11 as visitas permitem ao relator conhecer diretamente a situação da tortura num país concreto,
com o objetivo de identificar os fatores institucionais e legislativos que contribuem a esta prática
e formular recomendações detalhadas ao Governo. apesar de que as missões só se realizam com
o convite de um Governo, o relator pode solicitar a visita. antes de realizar uma missão o relator
pede ao Governo algumas garantias, entre as quais: liberdade de circulação em todo país, liberda -
de para investigar, liberdade para se entrevistar confidencialmente e sem vigilância com testemu -
nhas e outras pessoas, inclusive as pessoas privadas de liberdade etc.
tos humanos e as de direito humanitário, como a Declaração universal, a
Convenção contra a tortura e as Convenções de Genebra. e a tortura passa a
ser (ou continua sendo) utilizada como o principal instrumento na cruzada
contra o terrorismo empreendida pelas nações “civilizadas” ocidentais.
Dessa forma, em nome da segurança e do combate ao terrorismo, se
cometem atos ilegais como, por exemplo, os de abu Ghraib e Guantánamo,
que se caracterizam pelo acirramento das violações aos direitos humanos,
especialmente no que se refere à tortura.
igualmente os “voos da Cia” – que se caracterizaram pela transferência
ilegal, à margem dos procedimentos normais de extradição ou deportação, de
prisioneiros e/ou suspeitos de terrorismo, para prisões secretas em países onde
podem ser torturados, utilizando para isso aeroportos da união europeia13 –
demonstraram o grau de descumprimento das garantias legais de qualquer
pessoa detida.
os “voos da Cia” foram descobertos em 2006 a partir da denúncia do
cidadão alemão de origem libanesa Jaled el masri, que foi sequestrado em 2004
na fronteira da macedônia com a sérvia e levado para Kabul, onde foi tortu-
rado. os meios de comunicação europeus passaram então a divulgar informa-
ções sobre a prática de sequestro e desaparecimento de pessoas suspeitas de
colaboração com terrorismo, indicando que aquele não era o único episódio,
mas fazia parte de uma rede de ação bem articulada, que pode ter contado com
o apoio ou omissão de vários países europeus.
seguindo essa teia de violações, no início de 2008 a Cia reconheceu o
emprego de tortura em seus interrogatórios. seu diretor, michael Hayden,
admitiu que o serviço de inteligência empregou a técnica de tortura “water-
boarding” em três ocasiões depois do 11 de setembro, nos interrogatórios con-
tra suspeitos de terrorismo.14
12 o relator especial entrega ao Conselho relatórios sobre suas atividades, nos quais examina a fre -
quência e o alcance da prática de tortura e faz recomendações aos Governos para erradicá-la.
estes relatórios, apresentados em períodos de sessões anuais, são debatidos publicamente pelos
representantes dos estados Partes e das organizações não governamentais.
13 De acordo com informações publicadas no jornal “el País”, em maio de 2008, estado unidos leva
mais de seis anos utilizando aeroportos da união europeia ou suas bases militares para escalas de
voos da Cia com destino a Guantánamo. segundo o relatório aprovado pelo Parlamento europeu
em 2006, os aviões da Cia fizeram 1.245 escalas, até aquele ano, em países da união europeia
(336 na alemanha, 170 no reino unido, 147 na irlanda, 91 em Portugal, 68 na espanha, 64 na
Grécia, 57 no Chipre e 46 na itália).
14 a Cia também admitiu ter destruído, em 2005, dois vídeos gravados em 2002 que continham
interrogatórios de suspostos membros de al Qaeda nos quais se utilizavam técnicas denunciadas
como tortura.
estes casos não são apenas inconcebíveis de um ponto de vista moral,
mas também são juridicamente ilegais e condicionantes do enfraquecimento
do respeito ao Direito internacional. essa situação é agravada pelo fato de que
o curso normal das denúncias de arbitrariedades, ilegalidades e atrocidades
acaba sendo sua negação, seu não reconhecimento, ou a minimização de sua
gravidade.
Portanto, nesse novo contexto é preciso não esquecer que os instrumen-
tos que compõem o sistema internacional de proteção dos direitos humanos,
construídos ao longo de mais de seis décadas, representam os parâmetros míni-
mos que os estados que ratificaram os tratados e convenções internacionais
estão obrigados a cumprir e respeitar. nesta perspectiva, a segurança é um
direito que deve ser realizado de forma compatível com outros direitos funda-
mentais e em observância às normas jurídicas estabelecidas pela comunidade
internacional. o que não implica a falta de investigação e punição dos crimes
de terrorismo, ao contrário, garante que sejam realizadas dentro da legalidade.
Por tudo isso é fundamental consolidar a ideia de que o indivíduo deve
ter seus direitos protegidos também na esfera internacional e superar a posi-
ção tradicional de soberania dos estados a fim de fortalecer o Direito inter-
nacional e possibilitar a responsabilização pelas violações de direitos huma-
nos, independente da desculpa usada para cometê-las.
15 É o caso, por exemplo, dos relatórios do Centro de Justiça Global, da rede social de Justiça e
Direitos Humanos ou do movimento nacional de Direitos Humanos no final da Campanha
nacional de Combate à tortura.
16 em março de 1997 umas cenas de tortura praticada por policiais militares na Favela naval, em
são Paulo, foram divulgadas na televisão, e a reação social gerada pelo fato levou o projeto de lei
para tipificar o crime de tortura que tramitava no Congresso desde 1994 e que havia sido aprova-
do pela Câmara dos Deputados em 1996 a ser votado no senado em regime de urgência.
ii – submeter alguém, sob sua guarda, poder ou autoridade, com empre-
go de violência ou grave ameaça, a intenso sofrimento físico ou mental,
como forma de aplicar castigo pessoal ou medida de caráter preventivo.
17 a inconstitucionalidade da citada Lei, neste contexto, é defendida por haver lesionado uma
norma constitucional com embasamento em tratados internacionais de direitos humanos.
18 o crime de tortura, que não é suscetível de fiança, graça ou anistia, ao ser equiparado aos crimes
hediondos, através do artigo 5º, XLiii, da Constituição, provoca polêmicas porque poderia revo -
gar, através do princípio da especialidade, o artigo 2º da Lei 8.072/90, possibilitando, de acordo
com o entendimento de alguns juristas, aos agentes que atentem contra uma ou outra Lei, a uti-
lização da figura de indulto ou liberdade provisória. neste mesmo sentido, o artigo 1º, § 7º, da Lei
9.455/97 prevê que a pena será inicialmente cumprida em regime fechado. entretanto, por sua
equiparação com os crimes hediondos, este artigo vai contra o que determina a Lei 8.072/90, que
prevê o cumprimento total da pena em regime fechado.
19 Conectas Direitos Humanos, universal Periodic review of the un Human rights Council –
BraZiL, January 2006. Disponível em: =http://www.conectas.org=, acesso em 20 de maio de
2008.
aplicação da Lei gera a impunidade ao crime de tortura, que é um dos princi-
pais fatores de estímulo à sua continuidade.
a impunidade ao crime de tortura pode ocorrer por diversas causas,
entre as quais: a) o medo das vítimas em denunciar, ou por não confiar nas ins-
tituições ou por seguir sob a custódia dos torturadores; b) a dificuldade em
provar a responsabilidade dos agentes públicos, primeiro, porque o flagrante
delito neste caso é muito difícil, e, segundo, porque são os próprios agentes
que realizam as investigações; c) a falta de autonomia dos órgãos de perícia, o
que prejudica na elaboração da prova; d) a resistência de promotores e juízes
em aplicar a Lei, muitas vezes rejeitando as denúncias e desclassificando-as
como maus tratos ou abuso de autoridade.
esta impunidade se produz tanto nos casos de tortura como ação penal
como nos de incidente processual, que são as duas formas pelas quais o crime
de tortura é contemplado nos tribunais do País. no primeiro caso, represen-
ta um processo autônomo e independente, onde a denúncia de tortura está
baseada nos dispositivos da Lei 9.455/97. no segundo caso, o crime de tortura
é alegado no curso de outro processo, a fim de que a prova obtida ilicitamen-
te (através da confissão sob tortura) seja rejeitada20
apesar da existência de uma legislação para punir este crime, o que se
verifica é que todas as dificuldades relacionadas ao texto legal e a sua aplica-
ção refletem no combate à tortura e impedem que a frequência com que é uti-
lizada se reduza.21 este tipo de violência deve ser tratado como um grave pro-
blema a ser solucionado por toda a sociedade, pois é uma questão que tem
implicações profundas para a democracia e para o respeito aos direitos huma-
nos. De igual maneira, porque a violência ilegítima praticada pelos agentes do
estado, que possuem o monopólio legítimo do uso da força e que deveriam
atuar em conformidade com as Leis em lugar de violá-las, ameaça substancial-
mente as estruturas democráticas necessárias à manutenção do estado de
20 apesar de a onu ter recomendando a não aceitação de provas obtidas ilicitamente, os casos ale -
gados no curso de outro processo não obtêm quase nenhum êxito nos tribunais. De acordo com
avaliação do CeJiL (2004, p. 32), “a declaração da pessoa torturada não possui valor processual
suficiente para dar início a uma ação contra a tortura”. opinião igualmente compartilhada pelo
Centro de Justiça Global.
21 De acordo com o relatório Final da Campanha nacional Permanente de Combate à tortura e à
impunidade, entre 2001 e 2003, o sos tortura recebeu 1.336 denúncias de tortura institucional.
entre 2000 e 2002, a ação dos Cristãos para a abolição da tortura e a Pastoral Carcerária rece-
beram 1.651 denúncias de casos de tortura só em são Paulo. mas este número, segundo as orga-
nizações de defesa dos direitos humanos, pode chegar a ser três vezes maior, pois muitas vítimas
não denunciam, por medo ou por descrença na justiça.
Direito e causam o descrédito nas instituições, especialmente as do sistema de
justiça e segurança.
22 o País igualmente ratificou, em 2006, o Protocolo Facultativo à Convenção, que obriga o estado
a constituir um Comitê nacional para a Prevenção da tortura.
23 no caso da Convenção da onu se pode citar, entre outros, a falta de cumprimento dos artigos 10,
11, 12, 13, 15.
24 o governo brasileiro, entretanto, reconhecia, através de relatório entregue à onu, a prática de
tortura no país apenas como significativa.
sentido de que não se trata de casos isolados, acontece em todo o território
nacional. o seu relatório, divulgado no ano seguinte, inclui a descrição de 348
casos de tortura em 18 estados brasileiros, e estabelece 30 recomendações ao
Governo, com o objetivo de combater esta prática no País. em 2001, o Cat,
depois de examinar o citado relatório e de ouvir o Governo brasileiro, também
fez um conjunto de 9 recomendações.
o Governo da época adotou algumas medidas, a partir do lançamento da
Campanha nacional Permanente de Combate à tortura. as ações da
Campanha estavam relacionadas à divulgação do combate à tortura nos meios
de comunicação, incluídas a distribuição de cartazes e folhetos sobre o tema,
a mobilização nos estados com a implantação de centrais de denúncia (sos
tortura) e à formação de uma rede nacional de luta contra esta prática. entre
2001 e 2002, foram instaladas uma central nacional de denúncias e 24 centrais
nos estados. Das ações da Campanha, somente o sos tortura continuou fun-
cionando no governo seguinte, mas apenas por mais um ano, posto que o ser-
viço foi suspenso em 2004.
entretanto, passados oito anos, a maioria das recomendações do relator
e do Cat estão sem cumprir-se e a tortura é uma realidade que persiste. a esta
avaliação chegou a anistia internacional em vários de seus relatórios. em
2002, por exemplo, a organização afirmou que “a tortura da polícia é genera-
lizada e sistemática em todo sistema criminal e que a maioria dos responsáveis
continuam impunes”.25 Já em 2005, ponderou que “persiste o uso amplo da
tortura e dos maus tratos”26 no país.
relatório publicado em 2004 e elaborado pelo Centro pela Justiça e o
Direito internacional (CeJiL), que buscou avaliar as mudanças ocorridas em
relação à prática de tortura, a partir das recomendações do relator especial,
corrobora as observações anteriores. Das 30 recomendações, 24 não foram
cumpridas, 5 foram cumpridas parcialmente ou de forma insuficiente e ape-
nas uma se cumpriu em sua totalidade. além disso, o relatório aponta a defi-
ciência na aplicação de políticas públicas efetivas para combater a tortura e
afirma que as iniciativas do estado nesta área são isoladas e escassas (CeJiL,
2004, pp. 12 e 21).
De igual maneira, um relatório divulgado em 2005 e organizado pelo
Gabinete de assessoria Jurídica às organizações Populares (GaJoP) e
movimento nacional de Direitos Humanos (mnDH), que analisou o cumpri-
mento das recomendações do Cat, assinala que as principais recomendações
6. Conclusões
27 De acordo com relatório do governo brasileiro entregue ao Comitê de Direitos Humanos da onu,
do início de 2008, até o momento, 11 estados brasileiros aderiram ao Plano.
são inegáveis os avanços na área da proteção internacional dos direitos
humanos desde 1948, com o desenvolvimento e a afirmação deste ramo do
Direito internacional; no entanto, ainda existem limitações à sua aplicação, sobre-
tudo, em relação à sanção dos estados Partes que descumprem suas obrigações.
neste contexto, o discurso da soberania nacional acaba jogando a favor
da falta de cumprimento dos tratados assumidos, apesar de que os tratados
específicos para a proibição da tortura são normas de natureza imperativa e de
obrigações erga ommes, indicando, na prática, a frágil relação entre o Direito
internacional dos Direitos Humanos e o Direito interno.
É assim que se apresentam alguns desafios ao sistema internacional de
proteção dos direitos humanos. sua importância é indiscutível, mas é necessá-
rio aprimorá-lo, especialmente, por ser um ramo recente do Direito
internacional. um dos problemas neste âmbito se refere à relativa eficácia das
normas internacionais de proteção destes direitos, pois muitas vezes existe a
falta de interesse, por parte dos países, em ratificar ditas normas ou a resistên-
cia em ratificá-las sem reservas. outro problema que os órgãos internacionais
enfrentam é a colaboração dos estados Partes para analisar as denúncias de
violações e acatar as sanções.
a situação do Brasil é um exemplo disso. apesar de ter ratificado os tra-
tados internacionais de proteção dos direitos humanos relacionados à proibi-
ção da tortura, continua violando suas determinações. a despeito da evolução
dos direitos humanos no País, todavia, existe certa resistência em reservar a
estes tratados o espaço que eles merecem no Direito brasileiro.
as considerações descritas no relatório do relator especial, as recomen-
dações do Comitê contra a tortura e a posição adotada pelo estado brasileiro
desde então são suficientes para indicar a existência de duas visões distintas
sobre o mesmo problema. as nações unidas consideram grave o problema da
tortura no País, enquanto o estado não adota uma política pública eficiente de
combate à tortura. Percebe-se que existe uma dissonância no país entre o dis-
curso político, o ordenamento jurídico e a realidade. esta última demonstra
que os outros dois têm mantido uma grande distância das demandas imediatas
para alcançar as transformações sociais, culturais e jurídicas necessárias ao res-
peito aos direitos humanos e à erradicação da tortura no país.
a afirmação destes direitos, nas esferas política, social e jurídica, requer
passos importantes e ações que promovam a formação de tolerância e de res-
peito ao ser humano e a sua dignidade. Para isso é indispensável a existência
de decisão política para enfrentar esta questão, a realização de políticas públi-
cas específicas e efetivas para esta área e a mudança de comportamento da
sociedade e do poder público.
o Brasil possui um regime democrático, está regido por uma Constituição
que reconhece a supremacia dos direitos humanos, ratificou a maioria dos tra-
tados internacionais de proteção dos direitos humanos e tem legislação interna
que proíbe a tortura. no entanto, não deixa de violar sistematicamente os direi-
tos humanos e os tratados internacionais que os protegem, colocando em risco,
por consequência, a democracia e o estado de Direito.
Bibliografía
1. introdução
* mestre e Doutor em Direito Público pela uerJ. Professor adjunto de Direito Constitucional da
uerJ. visiting scholar da Yale Law school (2006). Procurador regional da república.
1 Há vasta bibliografia sobre a proteção judicial dos direitos sociais no Direito Comparado.
veja-se, entre outros, mark tushnet. weak Courts, strong rights: Judicial review and
social welfare rights in Comparative Constitutional Law. Princeton: Princeton unversity
Press, 2008; alicia ely amin (Coord.). Los Derechos económicos, sociales y Culturales en
america Latina. méxico: asociación pro Derechos Humanos, 2006; e victor abramovich e
Christian Courtis. Los Derechos sociales como Derechos exigibles. madrid: editorial
trotta, 2002.
sões que implicassem controle sobre as políticas públicas voltadas à efetivação
dos direitos sociais.2
Hoje, no entanto, este panorama se inverteu. em todo o país, tornaram-
se frequentes as decisões judiciais determinando a entrega de prestações mate-
riais aos jurisdicionados relacionadas a direitos sociais constitucionalmente
positivados.3 trata-se de uma mudança altamente positiva, que deve ser cele-
2 exemplo típico desta orientação foi o acórdão proferido à unanimidade pela 1ª turma do stJ no
roms 6.564/rs, julgado em 23/05/1996, da relatoria do ministro Demócrito reinaldo, de cuja
ementa se extrai o seguinte excerto: “normas constitucionais meramente programáticas – ad
exemplum, o direito à saúde – protegem um interesse geral, todavia, não conferem, aos benefi-
ciários deste interesse, o poder de exigir sua satisfação... estas normas (arts. 195, 196, 204 e 227
da CF) são de eficácia limitada, ou, em outras palavras, não têm força suficiente para desenvol-
ver-se integralmente, ‘ou não dispõem de eficácia plena’, posto que dependem, para ter incidên-
cia sobre os interesses tutelados, de legislação complementar. na regra jurídico-constitucional
que dispõe ‘todos têm o direito e o estado o dever’ – dever de saúde – como afiançam os consti-
tucionalistas, ‘na realidade todos não têm direito, porque a relação jurídica entre o cidadão e o
estado devedor não se fundamenta em vinculum juris gerador de obrigações, pelo que falta ao
cidadão o direito subjetivo público, oponível ao estado, de exigir em juízo, as prestações prome-
tidas a que o estado se obriga por proposição ineficaz dos constituintes’. no sistema jurídico
pátrio, a nenhum órgão ou autoridade é permitido realizar despesas sem a devida previsão orça-
mentária, sob pena de incorrer no desvio de verbas”.
3 É farta a jurisprudência nesta linha, inclusive no stF. veja-se, neste sentido, trechos de duas
decisões paradigmáticas do stF, ambas da lavra do ministro Celso mello – a primeira negando a
suspensão de decisão que condenara estado da federação a custear a realização de operação no
exterior visando salvar a vida de menor impúbere portador da Distrofia muscular de Duchenne,
e a segunda reconhecendo o dever do município de assegurar o atendimento em creche para
criança com seis anos de idade:
“a singularidade do caso ..., a imprescindibilidade da medida cautelar concedida pelo Poder
Judiciário de santa Catarina (necessidade de transplante das células mioblásticas, que constitui o
único meio capaz de salvar a vida do paciente) e a impostergabilidade do cumprimento do dever
político-constitucional que se impõe ao Poder Público, em todas as dimensões da organização
federativa, de assegurar a todos a proteção à saúde (CF, art. 196) e de dispensar especial tutela à
criança e ao adolescente (CF, art. 6º, c/c art. 227, Par. 1º), constituem fatores, que, associados ao
imperativo de solidariedade humana, desautorizam o deferimento do pedido ora formulado...
entre proteger a inviolabilidade do direito à vida, que se qualifica como direito subjetivo inalie -
nável assegurado pela própria Constituição da república (art. 5º, caput), ou fazer prevalecer, con -
tra esta prerrogativa fundamental, um interesse financeiro e secundário do estado, entendo –
uma vez configurado este dilema – que razões de ordem ético-jurídica impõem ao julgador uma
só e possível opção: o respeito indeclinável à vida” (Petição 1.246 mC/sC, julgada em 31/01/1997).
“a educação infantil representa prerrogativa constitucional indisponível, que, deferida às crian-
ças, a estas assegura, para efeito do seu desenvolvimento integral, e como primeira etapa do pro -
cesso de educação básica, o atendimento em creche e o acesso à pré-escola (CF, art. 208, iv).
essa prerrogativa jurídica, em conseqüência, impõe, ao estado ..., a obrigação constitucional de
criar condições objetivas que possibilitem ... o efetivo acesso e atendimento em creches e unida -
des de pré-escola...
a educação infantil, por qualificar-se como direito fundamental de toda criança, não se expõe,
em seu processo de concretização, a avaliações meramente discricionárias da administração
Pública, nem se subordina a razões de puro pragmatismo governamental...
brada. atualmente, pode-se dizer que o Poder Judiciário brasileiro “leva a
sério” os direitos sociais, tratando-os como autênticos direitos fundamentais,4
e a via judicial parece ter sido definitivamente incorporada ao arsenal dos ins-
trumentos à disposição dos cidadãos para a luta em prol da inclusão social e da
garantia da vida digna.
sem embargo, este fenômeno também suscita algumas questões comple-
xas e delicadas, que não podem ser ignoradas. sabe-se, em primeiro lugar, que
os recursos existentes na sociedade são escassos, e que o atendimento aos
direitos sociais envolve custos. É certo que esta não é uma característica exclu-
siva dos direitos sociais, fazendo-se presente também nos direitos individuais
e políticos, cuja plena exigibilidade judicial ninguém questiona.5 afinal, pro-
teger a propriedade, prestar a jurisdição, promover eleições, etc., são ativida-
des que também importam gastos públicos. Contudo, é indiscutível que esta
faceta onerosa é especialmente saliente nos direitos sociais.6
7 nesta linha, criticando o excesso de idealismo em certas teorias sobre o tema, veja-se eros
roberto Grau. “realismo e utopia Constitucional”. in: Jacinto nelson de miranda Coutinho e
martonio mont’alverne Barreto Lima. Diálogos Constitucionais: Direito, neoliberalismo e
Desenvolvimento em Países Periféricos. rio de Janeiro: renovar, 2006, p. 133-144.
8 a expressão foi empregada por Guido Calabresi e Philip Bobbit, para referir-se às difíceis opções
alocativas que devem ser realizadas num ambiente de escassez de recursos. ela deu título à obra.
tragic Choices. new York: norton, 1978.
em face da escassez de recursos? até que ponto as suas intervenções favore-
cem, de fato, os mais excluídos? terá o Judiciário condições de atuar de modo
racional e eficiente neste campo, que envolve o controle de políticas públicas,
cuja formulação e implementação requerem expertise?
no atual contexto brasileiro, estes debates tornaram-se candentes sobre-
tudo na área de saúde pública. Houve uma verdadeira explosão de demandas
judiciais nesta área e, nos últimos tempos, parte significativa dos orçamentos
públicos de saúde das entidades federativas passou a ser destinada ao cumpri-
mento de decisões judiciais. Por um lado, é positiva a constatação de que a
Justiça brasileira tem se mostrado tão sensível às questões muitas vezes dramá-
ticas suscitadas pelo direito fundamental à saúde, mas, por outro, não é difícil
se deparar com decisões equivocadas – ainda que sempre muito bem intencio-
nadas –, que podem comprometer políticas públicas importantes, drenar
recursos escassos e criar privilégios não universalizáveis. vejam-se dois exem-
plos típicos, num universo de muitos outros que poderiam ser citados: deci-
sões judiciais ordenando a internação de pessoas determinadas no inCa –
instituição federal de ponta na área de cancerologia, localizada no rio de
Janeiro – ignorando tanto as filas existentes para acesso a esta unidade de
saúde como os critérios médicos que ela emprega para selecionar seus pacien-
tes;9 e a condenação de estado da federação a fornecer a indivíduo caríssima
medicação fabricada no exterior, cuja importação fora proibida pela anvi-
sa, à vista de pesquisas que haviam comprovado a sua ineficácia, com base
apenas na prescrição do médico particular do jurisdicionado.10
na minha opinião, os questionamentos acima referidos não devem con-
duzir à rejeição da possibilidade de proteção judicial dos direitos sociais. este
seria um inadmissível retrocesso no Direito Constitucional brasileiro, que, em
boa hora, passou a reconhecer a força normativa dos direitos prestacionais.
mas, se não quisermos que a garantia jurisdicional de tais direitos acabe com-
prometendo a possibilidade de que eles sejam efetivamente fruídos pelos mais
necessitados, é essencial traçar critérios racionais para o Judiciário atuar neste
domínio, que estejam em conformidade não só com a letra da Constituição,
mas também com os valores morais que lhe dão suporte.
13 Cf. mark tushnet. op. cit., p. 231-260; ernest wolfgang Böckenförde. escritos sobre Derechos
Fundamentales. trad. J. L requeijo e i. villaverde. Baden-Baden: verlagsgesellschaft, 1993, p.
77 ss; Konrad Hesse. “significado de los Derechos Fundamentales”. in: ernst Benda, werner
maihofer, Hans-Jochen vogel, Konrad Hesse & wolfgang Heyde. manual de Derecho
Constitucional. trad. antonio López Pina. madrid: marcial Pons, 2001, p. 97-101; Christian
starck. La Constitution Cadre et mesure du Droit. Paris: economica, 1994, p. 100-102; e José
Carlos vieira de andrade. os Direitos Fundamentais na Constituição Portuguesa de 1976.
Coimbra: Livraria almedina, 1988, p. 200-203.
14 “Philosophy and Democracy”. in: Political theory, nº 9, 1981, p. 391-392.
note-se que existem duas questões diferentes a propósito dos direitos
sociais, que muitas vezes são confundidas pela doutrina: É legítimo protegê-
los? no caso positivo, deve ser confiada aos juízes a tarefa de exercer esta pro-
teção? É possível responder afirmativamente a primeira pergunta, reconhe-
cendo a necessidade de garantia dos direitos sociais à população, e negativa-
mente a segunda, por considerar-se que a instância mais adequada para prote-
ger e promover estes direitos não é o Poder Judiciário.15 aliás, as constituições
de alguns países, como irlanda16 e Índia,17 seguiram este caminho, ao preve-
rem direitos sociais sob a forma de princípios diretivos que deveriam guiar o
processo político, vedando, contudo, a sua tutela judicial.
no caso brasileiro, alguém poderia alegar que tal debate é desprovido de
interesse prático, uma vez que o constituinte originário não apenas consagrou
direitos sociais, como também estabeleceu o princípio da inafastabilidade do
controle jurisdicional em caso de lesão ou ameaça a direito. Contudo, a objeção
não procederia, já que a posição adotada sobre temas como a relação entre pro-
teção judicial dos direitos sociais e a democracia, e a capacidade institucional do
Judiciário para garantir tais direitos tem reflexos profundos na compreensão
sobre a forma mais ou menos agressiva como a jurisdição deve atuar nesta seara,
bem como sobre os critérios que devem pautar esta atuação. tais questões são
extremamente importantes, e o texto constitucional, só por si, não as resolve.
Firmada esta premissa, cabe retornar à análise da objeção democrática à
proteção judicial dos direitos sociais. Quando posta em termos muito peremp-
tórios, me parece que tal objeção pode ser refutada a partir de três argumen-
tos. o primeiro deles é relacionado ao déficit democrático das próprias insti-
tuições representativas.18 em que pese a universalização do direito de voto
15 De forma muito resumida, esta é a posição central advogada por mark tushnet em week Courts,
social... op. cit. Contudo, o autor americano aceita a possibilidade de algum “controle fraco” dos
direitos sociais pelas Cortes, que lhes permita se engajarem num diálogo com os outros poderes
do estado nesta área, mas sem lhes conferir a possibilidade de adotarem decisões que não sejam
superáveis no âmbito do processo político.
16 art. 45 da Constituição irlandesa de 1937.
17 a Constituição da Índia de 1950 contém uma lista de princípios diretivos, que estabelecem uma
agenda de promoção de direitos sociais e redução da desigualdade material. Contudo, ela deter -
minou expressamente no seu art. 38 (1) a insindicabilidade destes princípios. Porém, a partir da
década de 80, a suprema Corte da Índia construiu um caminho alternativo para conferir alguma
proteção aos direitos sociais: uma leitura ampla e generosa dos direitos à vida e à liberdade pes-
soal, que são plenamente suscetíveis de controle jurisdicional naquele país. a partir daí, reconhe -
ceu alguma margem de exigibilidade judicial para os direitos à educação, saúde, abrigo, alimen -
tação, água etc. veja-se, a propósito, s. P. sathe. “india: From Positivism to structuralism”. in:
Jeffrey Goldsworthy (ed.). interpreting Constitutions: a Comparative study. oxford: oxford
university Press, 2006, p. 252-254.
18 sobre a crise da democracia representativa, veja-se Paulo Bonavides. teoria Constitucional da
Democracia Participativa. são Paulo: malheiros, 2001.
alcançada ao longo do século XX, hoje uma série de fatores – que vão da
influência do poder econômico nas eleições, até a apatia e distanciamento do
cidadão em relação à res publica – tende a segregar os representantes dos
representados, minando a crença de que os primeiros vocalizariam na esfera
política a vontade dos segundos. o problema é universal, mas, no Brasil, há
componentes que o agravam de forma exponencial, abalando profundamente
a credibilidade das instituições de representação popular. Para comprová-lo,
basta checar as sondagens da opinião pública que frequentemente surgem na
mídia, em que se constata a baixíssima confiança depositada pela população
em instituições como o Congresso nacional e os partidos políticos.19 neste
quadro preocupante, a objeção democrática contra o ativismo judicial se arre-
fece, sobretudo quando o Judiciário passa a agir em favor de causas “simpáti-
cas” aos anseios populares, como a proteção dos direitos sociais.
o segundo argumento diz respeito à própria compreensão sobre o signi-
ficado da democracia. esta não é a sede própria para adentrar-se nas comple-
xas e infindáveis discussões a propósito deste conceito. sem embargo, pode-se
afirmar que hoje existe um razoável consenso no sentido de que a democracia
verdadeira exige mais do que eleições livres, com sufrágio universal e possibi-
lidade de alternância no poder.20 É difundida a crença de que a democracia
pressupõe também a fruição de direitos básicos por todos os cidadãos, de
molde a permitir que cada um forme livremente as suas opiniões e participe
dos diálogos políticos travados na esfera pública. nesta lista de direitos a serem
assegurados para a viabilização da democracia não devem figurar apenas os
direitos individuais clássicos, como liberdade de expressão e direito de asso-
ciação, mas também direitos às condições materiais básicas de vida, que possi-
bilitem o efetivo exercício da cidadania.21 a ausência destas condições, bem
como a presença de um índice intolerável de desigualdade social, comprome-
tem a condição de agentes morais independentes dos cidadãos, e ainda pre-
19 em obra recentemente publicada, consta o resultado de pesquisa realizada com pessoas de todas
as regiões do país e classes sociais, na qual se apurou um índice de confiança de apenas 14% da
população no Congresso nacional e de 6% nos partidos políticos. segundo a pesquisa, estas são
as instituições em que o brasileiro menos confia (alberto Carlos almeida. a Cabeça do Brasileiro.
rio de Janeiro: editora record, 2007, p. 189).
20 em sentido contrário, sustentando uma visão mais restritiva de democracia, como mera compe-
tição das elites pelo voto dos eleitores, veja-se Joseph a. schumpeter. Capitalism, socialism and
Democracy. London: unwin university Books, 1943, p. 260-263.
21 Cf. Jürgen Habermas. Direito e Democracia entre Faticidade e validade. vol.i. trad. Flávio
siebeneichler. rio de Janeiro: tempo Brasileiro, 1997, p. 160; amy Guttman & Dennis
thompson. Democracy and Disagreement. Cambridge: the Belknapp Press, 1996, p. 200 ss;
Cláudio Pereira de souza neto. teoria Constitucional da Democracia Deliberativa. rio de
Janeiro: renovar, p. 235 ss.
judicam a possibilidade de que se vejam como parceiros livres e iguais na
empreitada comum de construção da vontade política da sociedade. Portanto,
quando o Poder Judiciário garante estes direitos fundamentais contra os des-
casos ou arbitrariedades das maiorias políticas ou dos tecnocratas de plantão,
pode-se dizer que ele está, a rigor, protegendo os pressupostos para o funcio-
namento da democracia, e não atuando contra ela.22
Já o terceiro argumento relaciona-se à natureza normativa da Cons-
tituição. ele preconiza que o dever do Poder Judiciário de aplicar as normas
jurídicas vigentes em situações de litígio, mesmo quando isto implique con-
trolar o exercício do poder estatal, não é incompatível com a democracia, mas
antes um elemento dela. ora, sendo a Constituição uma autêntica norma
jurídica, a consagração constitucional dos direitos sociais deveria afastar a
objeção contra o suposto caráter antidemocrático da adjudicação judicial des-
tes direitos, pois aqui o Judiciário desempenha a sua típica função de aplicar
o direito existente sobre situações litigiosas.23
Contudo, tais argumentos não devem nos levar ao ponto de negligenciar
os riscos para a democracia representados por um ativismo judicial excessivo
em matéria de direitos sociais, que transforme o Poder Judiciário na principal
agência de decisão sobre as políticas públicas e escolhas alocativas realizadas
nesta seara. todos eles comportam temperamentos, que nos conduzem a pre-
ferir um regime que se, por um lado, não nega ao Poder Judiciário um papel
relevante na proteção dos direitos sociais, por outro, também não o converte
à condição de protagonista neste campo.
Com efeito, não é um bom lenitivo para a crise – real e grave – das insti-
tuições da democracia representativa, a transferência de poder para uma instân-
22 Cf. Cláudio Pereira de souza neto. op. cit., p. 242 ss; sérgio Fernando moro. Jurisdição
Constitucional como Democracia. são Paulo: rt, 2004, p. 273 ss; e Gustavo Bienebojm. “os direi -
tos econômicos, sociais e culturais e o processo democrático”. in: maria elena rodriguez (org.).
os Direitos sociais: uma questão de direito. rio de Janeiro: Fase, 2004, p. 13-18.
23 Cf. Fernando Facury scaff. “reserva do possível, mínimo existencial e direitos humanos”. in:
Jacinto nelson de miranda Coutinho e martonio mont’alverne Barreto Lima (orgs). Diálogos
Constitucionais: Direito, neoliberalismo e Desenvolvimento em Países Periféricos. rio de
Janeiro: renovar, 2006, p. 160-161. em passagem do seu texto em que procura justificar uma
atuação enérgica do Judiciário brasileiro em matéria de direitos sociais, o autor averbou: “outro
aspecto a ser destacado é que este procedimento nada tem a ver com o candente debate hoje exis -
tente no Brasil, acerca da judicialização da política, através da qual se alega estar o Judiciário pra -
ticando uma espécie de ativismo em prol dos mais necessitados. no Brasil o que se pede é apenas
a aplicação da lei, em consonância com a Constituição. existem países em que da sua Constituição
é necessário extrair as diretrizes normativas oriundas de lacônicos princípios por um delicado,
custosos e árduo processo exegético. não é o caso brasileiro. o caráter analítico da nossa Carta,
permite que apenas com sua implementação seja possível alcançar um grau maior de Justiça
social, sem que os juízes sejam acusados de fazer ativismo judicial.”
cia não-responsiva perante a vontade popular, como o Judiciário. as crônicas
patologias do processo político brasileiro justificam correções de rumo na nossa
incipiente democracia, mas entre elas não está o esvaziamento das instâncias de
representação democrática. não se trata da doença matando o doente.
na verdade, o mais eficiente remédio para a correção dos desvios da
democracia brasileira – mais importante até do que uma necessária reforma do
sistema político – é o maior envolvimento do próprio cidadão na esfera públi-
ca. ocorre que a disseminação de uma cultura que centre o seu foco no papel
do Judiciário como o “guardião das promessas” da civilização e aponte a Justiça
como o principal foro para as reivindicações da cidadania pode contribuir para
o desaquecimento da atuação participativa da sociedade civil.24 este não é um
efeito necessário do ativismo judicial, e houve contextos, como o da luta con-
tra a segregação racial nos estados unidos nas décadas de 50 e 60,25 em que a
mobilização da sociedade civil e a atuação corajosa do Judiciário atuaram em
sinergia. Contudo, trata-se de um risco que não pode ser menosprezado.
ademais, se é certo que a convivência democrática pressupõe algum grau
de atendimento pelo estado das necessidades materiais básicas dos seus cida-
dãos, também é verdade que nem a exata extensão desta intervenção estatal,
nem a sua forma precisa podem ser definidas a priori, a partir de qualquer con-
ceito de democracia. Pelo contrário, a democracia também demanda um
amplo espaço de decisão política para as maiorias de cada momento,26 sobre-
tudo em tema tão complexo e permeado por pré-compreensões ideológicas
como o das prestações sociais. este espaço, no constitucionalismo social e
democrático em que se insere o Brasil, está longe de ser infinito, eis que emol-
durado pela Constituição.27 Porém, ele existe e não deve ser amputado pelo
ativismo judicial.
24 Cf. antoine Garapon. Lê Gardien des Promesses. Paris: editions odile Jacob, 1996. uma posição
moderada nesta matéria, próxima à sustentada no presente texto, pode ser encontrada em
rodrigo uprimmy. “Legitimidad y conveniencia del control constitucional de la economia”. in:
ingo sarlet (org.). Jursdição e Direitos Fundamentais. vol. i, tomo ii. Porto alegre: Livraria do
advogado, 2006, p. 307-343.
25 veja-se, a propósito, archibald Cox. the Court and the Constitution. Boston; Houghton mifflin
Company, 1987, p. 177 ss; e Charles r. epp. the rights revolution. Chicago: univesity of
Chicago Press, 1998, p. 26-70.
26 Cf. Paulo Gilberto Cogo Leivas. teoria dos Direitos Fundamentais sociais. Porto alegre: Livraria
do advogado, 2067, p. 101-103.
27 De acordo com robert alexy, a Constituição opera como uma moldura para o legislador, deixan-
do-lhe espaços de ação de duas espécies diferentes, que ele denominou, respectivamente, como
“margem de ação estrutural” e “margem de ação epistêmica”. a margem de ação estrutural cor-
responde, segundo ele, àquelas hipóteses em que a Constituição não impõe nem proíbe determi -
nada medida, deixando-a ao juízo do legislador. Já a margem de ação epistêmica manifesta-se
na verdade, reproduz-se neste campo o fertil paradoxo que percorre
todo o constitucionalismo contemporâneo, implicado no convívio, ao mesmo
tempo sinérgico e tenso, entre democracia e direitos fundamentais.28 Por um
lado, a constitucionalização dos direitos impõe barreiras à decisão das maio-
rias, limitando a democracia; por outro, ela busca assegurar e promover os
pressupostos para as interações democráticas na sociedade, possibilitando a
própria democracia. o sucesso da receita passa pela dosagem dos ingredientes:
devem-se evitar tanto as limitações em excesso, que amesquinham o espaço de
deliberação democrática da sociedade, como a falta de limites, que desprotege
direitos básicos, pondo em risco a continuidade da empreitada democrática.29
noutro giro, o reconhecimento da força normativa da Constituição –
importantíssima conquista do constitucionalismo brasileiro contemporâneo30
– e do papel do Judiciário na efetivação da Lei maior não elimina do nosso
cenário a referida tensão democrática. e nem me refiro à delicada questão
relativa à legitimidade democrática da vinculação das gerações atuais às deli-
berações adotadas no passado, pela geração que participou da assembleia
quando há incerteza sobre o que está ordenado ou proibido ao legislador pela Constituição, sendo
que esta incerteza pode relacionar-se a premissas empíricas ou normativas. Contudo, a margem de
ação epistêmica não implica, para o Prefessor de Kiel, uma liberdade plena para o legislador.
segundo a teoria de alexy, ela funciona como mais um elemento a ser considerado pelo Judiciário,
ao aferir, através da ponderação de interesses, a constitucionalidade da norma editada em casos de
restrição de direitos fundamentais. veja-se robert alexy. “epílogo a la teoria de los derechos fun-
damentales”. in: revista española de Derecho Constitucional, nº 66, madrid, 2002, p. 13-64.
28 a literatura na Filosofia Política e na teoria Constitucional sobre a relação entre constituciona-
lismo e democracia é riquíssima. no debate contemporâneo, veja-se, dentre outros, Jürgen
Habermas. “o estado Democrático de Direito – uma amarração paradoxal de princípios contra -
ditórios?”. in: era das transições. trad. Flávio Beno siebeneichler. rio de Janeiro: tempo
Brasileiro, 2003, p. 153-173; ronald Dworkin. “the moral reading and the majoritarian
Premise”. in: Freedom’s Law. Cambridge: Harvard university Press, 1966, p. 02-38; John rawls.
Liberalismo Político. trad. sergio rena madero Báez. méxico: Fondo de Cultura econômica,
1995, p. 204-206; Carlos santiago nino. La Constitución de la Democracia Deliberativa.
Barcelona: Gedisa, 1996; oscar vilhena vieira. a Constituição e sua reserva de Justiça. são
Paulo: malheiros, 1999; e Cláudio Pereira de souza neto. teoria Constitucional e Democracia
Deliberativa. op.cit.
29 Cf. Daniel sarmento. “ubiqüidade Constitucional: os dois lados da moeda”. in: Livres e iguais:
estudos de Direito Constitucional. rio de Janeiro: Lumen Juris, 2006, p. 167-206.
30 no Brasil, até não muito tempo atrás, não se levava a sério a ideia de que a Constituição era ver -
dadeira norma jurídica. tal fato devia-se menos a aspectos formais do nosso Direito
Constitucional – afinal, a rigidez constitucional e o controle de constitucionalidade das leis são
institutos tradicionais no país – e mais a aspectos da nossa cultura jurídica e social, aliados a um
ambiente político desfavorável – autoritário em alguns momentos, e patrimonialista em todos. a
“virada” só veio a ocorrer após a Constituição de 88, num ambiente político mais democrático, e
sob a inspiração da doutrina constitucional da efetividade, bem simbolizada pela obra de Luis
roberto Barroso. o Direito Constitucional e a efetividade de suas normas. 4ª ed. rio de Janeiro:
renovar, 2000.
Constituinte. Penso aqui no caráter vago e aberto da maior parte das normas
que consagram direitos sociais, que não definem aquilo que o cidadão pode
exigir em juízo a partir delas.
até não muito tempo atrás, mesmo a doutrina nacional mais progressis-
ta via nesta indeterminação semântica um obstáculo insuperável para a tutela
judicial dos direitos sociais – ou pelo menos da maior parte deles.31 Hoje, tal
posicionamento já parece ter sido superado, com base em considerações mais
substantivas a respeito da importância dos direitos em jogo. tem-se atribuído,
com razão, maior peso a considerações sobre a relevância dos bens e interes-
ses envolvidos nestas questões, tornando o debate jurídico mais permeável à
discussão moral.32
todavia, parece indiscutível que ao empregar textos normativos vagos –
como os que garantem o direito à saúde ou à moradia –, para tutelar pretensões
concretas, o juiz não se limita a agir como a “boca fria” das palavras do consti-
tuinte. a sua atividade não é meramente cognitiva, possuindo também uma
evidente dimensão criadora do Direito. É certo que esta não é uma singulari-
dade da atuação judicial nas ações em que se discutem direitos sociais. a textu-
ra aberta da linguagem humana está presente em todo o Direito.33 Contudo,
pode-se dizer que esta faceta se revela especialmente marcante nas demandas
envolvendo os direitos sociais, pois estes são positivados, em geral, de maneira
muito vaga, sem a previsão das prestações específicas que os concretizam.
ademais, a garantia dos direitos sociais não se esgota numa tarefa mera-
mente jurídica: no geral, ela envolve um emaranhado de ações estatais, que com-
preende a formulação de políticas públicas, a criação de procedimentos, o dispên-
dio de recursos, dentre outras atividades,34 que não se amoldam perfeitamente à
função tradicional do Judiciário. Daí, inclusive, a recusa, de parte significativa da
doutrina, de conceber os direitos sociais como típicos direitos subjetivos.35
31 neste sentido, por exemplo, José afonso da silva, esvaziou a força jurídica do direito à saúde, ao
conceber o art. 196 da Carta de 88 como norma programática, em razão da vagueza do seu enun -
ciado (aplicabilidade das normas Constitucionais. 3ª ed., 2ª tiragem, 1999, p. 83-84).
32 nesta linha, sustentando que a definição dos efeitos das normas constitucionais deve depender
não só das suas características formais, como também de considerações substantivas, veja-se
Cláudio Pereira de souza neto. “Fundamentação e normatividade dos Direitos Fundamentais:
uma reconstrução teórica à Luz do Princípio Democrático”. in: Luís roberto Barroso (org.). a
nova interpretação Constitucional: Ponderação, Direitos Fundamentais e relações Privadas. rio
de Janeiro: renovar, 2003, p. 285-325.
33 na teoria jurídica contemporânea a obra canônica sobre esta questão é Herbert Hart. the
Concept of Law. oxford: oxford university Press, 1961.
34 Cf. Luis Prieto sanchís. “Los derechos sociales y el principio de la igualdad sustancial”. in: Ley,
Princípios, Derechos. madrid: Dykinson, 1998, p. 107.
35 Cf. José reinaldo de Lima Lopes. “Direito subjetivo e Direitos sociais”. in: José eduardo Faria
(org.). Direitos Humanos, Direitos sociais e Justiça. são Paulo: malheiros, 1994.
Por tais razões, me parece uma simplificação exagerada a afirmação de
que, ao adjudicar demandas relacionadas aos direitos sociais, o Poder
Judiciário não interfere na democracia, pois se limita a aplicar normas jurídi-
cas vigentes.
em síntese, entendo que a democracia não impede a intervenção judicial
voltada à afirmação dos direitos sociais, mas antes a exige, sobretudo em con-
textos de grave exclusão social como o brasileiro. Porém, o princípio democrá-
tico demanda que se reconheça um vasto espaço de liberdade de conformação
do legislador nesta seara,36 revelando-se incompatível com compreensões que
depositem no Poder Judiciário todos os poderes, responsabilidades e expectati-
vas correlacionadas à construção de uma ordem social mais justa.37
36 Cf. Cristina Queiroz. Direitos Fundamentais sociais. Coimbra: Coimbra editora, 2006, p. 98
37 em linha semelhante, Christian Courtis e victor abramovich, segundo os quais “la judicatura no
es el poder estatal llamado a desempeñar atribuiciones centrales para adoptar decisiones comple -
jas em matéria de politicas sociales. De allí que se reconozca a los poderes políticos del estado um
amplio margen de actuación el diseño e ejecución de esas políticas” (op. cit., p. 248-249).
38 Cf. Christian Courtis e victor abramovich. op. cit., p. 168-220.
39 no caso eldridge v. British Columbia, julgado pela suprema Corte do Canadá em 1997, reconhe-
ceu-se a violação do direito à igualdade de três pessoas surdas no acesso à saúde, em razão do fato
de o serviço hospitalar prestado na província de Columbia Britânica não contar com intérpretes
na língua dos sinais, o que dificultava o seu contato com os médicos (151 D.L.r. (4th) 577, 616
(1997)) todavia, de acordo com ran Hirshl, tratou-se de uma exceção no cenário da jurisprudên-
cia constitucional canadense, que não reconhece, em geral, possibilidade de proteção de direi-
tos sociais (towards Juristocracy. Cambridge: Harvard university Press, 2004, p. 128-130).
40 no caso abu-apash et al. v. ministry of Health, decidido em 2000, a suprema Corte de israel
condenou aquele estado a construir seis clínicas de atendimento materno-infantil em comunida-
de árabe na qual tal serviço de saúde não era antes prestado, diante da demonstração, realizada a
partir de dados estatísticos, de que os colonos judeus que habitavam região vizinha estavam rece-
bendo atendimento muito superior na questão (cf. ran Hirshl. op. cit., p. 138).
41 vide nota 16.
cláusula do devido processo legal.42 no Brasil, direitos individuais e outros
princípios constitucionais podem operar – e frequentemente operam – como
reforços argumentativos na tutela dos direitos sociais. todavia, tal artifício
não é condição sine qua nom para a sua proteção judicial, em razão do reco-
nhecimento praticamente consensual no país, de que tais direitos possuem
força normativa própria. nada obsta, contudo, que os argumentos relaciona-
dos aos direitos individuais sejam empregados para reforçar a tutela dos direi-
tos sociais – como tem ocorrido com frequência nas ações envolvendo presta-
ções de saúde, através da invocação do direito à vida.
mas, assentada a ideia de que os direitos sociais não são meras proclama-
ções políticas ou exortações desprovidas de força vinculante dirigidas ao legis-
lador, cabe examinar qual é a sua estrutura, já que esta tem reflexos importan-
tes na forma como pode ser realizada a sua proteção judicial.
em primeiro lugar, deve ser afastada a visão brasileira tradicional, que
via nestes direitos normas de caráter programático. É certo que as normas pro-
gramáticas não são meros conselhos aos poderes públicos, produzindo efeitos
jurídicos significativos.43 Porém, de acordo com o conhecimento convencio-
nal, não figura dentre estes efeitos a possibilidade de exigência de prestações
positivas, e é exatamente isto o que mais interessa em matéria de direitos
sociais. Conceber os direitos sociais como normas programáticas implica
deixá-los praticamente desprotegidos diante das omissões estatais, o que não
se compatibiliza nem com o texto constitucional, que consagrou a aplicabili-
dade imediata de todos os direitos fundamentais (art. 5º, Parágrafo 1º), nem
com a importância destes direitos para a vida das pessoas.
Por outro lado, também não é correta a tese que prevaleceu na África do
sul, e que, no Brasil, foi defendida por Fábio Konder Comparato,45 de que
44
os direitos sociais não contariam com uma dimensão subjetiva, não ensejando
a exigibilidade de quaisquer prestações positivas pelos seus titulares, mas tão-
42 esta tendência ocorreu em período de grande ativismo progressista da suprema Corte, no fim dos
anos 60 e início da década seguinte, tendo sofrido depois uma completa reversão. sobre o tema,
veja-se Cass sunstein. the second Bill of rights. new York: Basic Books, 2004, p. 149-171; e
Frank michelman. “on Protecting the Poor through the 14th. amendment”. in: Harvard Law
review, 83, 1969, p. 7-59.
43 sobre estes efeitos, veja-se, por todos, Luís roberto Barroso. o Direito Constitucional e a
efetividade das suas normas. op. cit., p. 116-120.
44 sobre a proteção dos direitos sociais na África do sul, veja-se Cass sunstein. the second Bill of
rights. new York: Basic Books, 2004, p. 209-229; e mark tushnet. weak Courts, srong rights ...
op. cit., p. 242-247.
45 Cf. Fábio Konder Comparato. “o ministério Público na Defesa dos Direitos econômicos, sociais
e Culturais. in: eros roberto Grau e sérgio sérvulo Cunha. estudos de Direito Constitucional em
Homenagem a José afonso da silva. são Paulo: malheiros, 2003, p. 244-260.
somente um controle judicial voltado ao exame da razoabilidade das políticas
públicas implementadas para realizá-los. É verdade que esta tese vai muito
além da teoria das normas programáticas, uma vez que viabiliza a realização
de algum controle sobre o desempenho do estado na concretização dos direi-
tos sociais. Contudo, ela é ainda insuficiente, por não proporcionar aos titula-
res destes direitos uma proteção adequada. ademais, do ponto de vista dogmá-
tico, se os direitos sociais são autênticos direitos fundamentais, eles possuem
titulares e radicam na pessoa humana. Daí porque, me parece incorreta a posi-
ção que lhes nega dimensão subjetiva.
tampouco considero viável conceber os direitos sociais – ou pelo menos
a maior parte deles46 – como direitos subjetivos definitivos. esta possibilidade
deve ser afastada diante do reconhecimento da escassez de recursos e da exis-
tência de diferentes formas de realização dos direitos sociais, bem como da
primazia do legislador para adoção das decisões competentes sobre o que deve
ser priorizado e sobre como deve ser concretizado cada direito. tal primazia
decorre tanto do princípio democrático como da separação de poderes.
Portanto, não basta, por exemplo, que alguém precise de moradia ou de qual-
quer tratamento de saúde para que se conclua, num singelo silogismo, sobre a
existência de um dever incondicional do estado, judicialmente exigível, de
proporcioná-los.
resta o modelo dos direitos subjetivos garantidos prima facie. este
modelo é defendido por robert alexy,47 martin Borowsky,48 ingo wolfgang
sarlet,49 Carlos Bernal Pulido,50 miguel Carbonell51 e Paulo Gilberto Cogo
Leivas,52 dentre outros autores. De acordo com ele, os direitos sociais são
direitos subjetivos, que, contudo, possuem natureza principiológica, sujeitan-
46 Penso que é possível conceber algumas prestações da Previdência social, bem como o direito de
acesso ao ensino fundamental como direitos subjetivos definitivos, já que previstos no texto cons-
titucional através de regras e não de princípios.
47 robert alexy. “Derechos sociales Fundamentales”. in: miguel Carbonell, Juan antonio Parcero
y rodolfo vázques. Derechos sociales y Derechos de las minorías. méxico: editorial Porrúa,
2004, p. 69-88.
48 martin Borowsky. La estructura de los Derechos Fundamentaless. trad. Carlos Bernal Pulido.
Bogotá: universidad externado de Colombia, 2003, p. 148-186.
49 op. cit., p. 87-122.
50 Carlos Bernal Pulido. “Fundamento, Concepto y estructura de los Derechos sociales”. in: el
Derecho de los derechos. Bogotá: universidad externado de Colombia, 2006, p. 287-330.
51 miguel Carbonell. Los Derechos Fundamentales en méxico. 2ª ed. méxico: editorial Porrúa,
2005, p. 827-828.
52 ingo wolfgang sarlet. “os Direitos Fundamentais sociais na Constituição de 88”. in: ingo
wolgang sarlet: o Direito Público em tempos de Crise: estudos em Homenagem a ruy ruben
ruschel. Porto alegre: Livraria do advogado, 1999, p. 129-173.
do-se a um processo de ponderação no caso concreto, anterior ao seu reconhe-
cimento definitivo. nesta ponderação, comparece, de um lado, o direito social
em jogo, e, do outro, princípios como os da democracia e da separação de
poderes, além de eventuais direitos de terceiros que seriam afetados pela
garantia do direito contraposto. a possibilidade da tutela judicial, bem como
o seu conteúdo, dependerão do resultado da ponderação, que, como sói acon-
tecer, deve ser pautado pelo princípio da proporcionalidade. esta solução é
profundamente comprometida com a efetivação dos direitos sociais, mas leva
em consideração todas as dificuldades fáticas e jurídicas envolvidas neste pro-
cesso, bem como a existência de uma ampla margem de liberdade para os
poderes políticos neste campo, decorrente não só da sua legitimidade demo-
crática, como também da sua maior capacidade funcional.
É verdade que no modelo de ponderação proposto por alexy, o que figu-
ra em um dos lados da balança não é o próprio direito social vindicado, mas a
liberdade material que este assegura. Provavelmente, este modelo foi concebi-
do desta forma em razão do fato de a Constituição alemã não consagrar direi-
tos sociais em seu texto. Daí o recurso a um meio indireto para exigibilidade
destes direitos, que permitisse a superação da omissão do constituinte germâ-
nico. Contudo, no ordenamento constitucional brasileiro, os direitos sociais
foram expressamente positivados e são considerados plenamente justiciáveis.
ademais, a liberdade material não é a única razão que justifica a proteção dos
direitos sociais. esta pode ser fundamentada também em outros objetivos,
como atendimento das necessidades humanas básicas, a viabilização da demo-
cracia etc. Por isso, entendo que a ponderação não deve ser feita com a liber-
dade material, como sustenta alexy, mas com o próprio direito social em jogo.
Finalmente, cumpre fazer um adendo: o reconhecimento da dimensão
subjetiva dos direitos sociais não exclui a presença da sua dimensão objetiva.53
em razão desta última, é possível detectar, por exemplo, a força irradiante dos
direitos sociais, que os torna diretrizes importantes para interpretação de
outras normas e atos jurídicos; o dever do estado de proteger perante tercei-
ros os bens e valores subjacentes a tais direitos; e a obrigação estatal de insti-
tuir organizações e procedimentos aptos à realização dos mesmos direitos. no
53 a ideia de dimensão objetiva dos direitos fundamentais parte da premissa de que estes não se
limitam à função de direitos subjetivos. a partir do reconhecimento de que os direitos funda -
mentais protegem os valores mais relevantes da coletividade, são construídas funções adicionais
para eles, ligadas à proteção e promoção destes valores na ordem jurídica e social. veja-se, sobre
esta questão, Daniel sarmento. “a Dimensão objetiva dos Direitos Fundamentais: Fragmentos de
uma teoria”. in: José adércio Leite sampaio. Jurisdição Constitucional e Direitos Fundamentais.
Brlo Horizonte: Del rey, 2003, p. 251-314.:
presente texto, porém, o nosso foco é centrado na dimensão subjetiva dos
direito sociais.
mas falar em ponderação é pouco. a ponderação, desacompanhada de
standards que a estruturem e limitem, pode transformar-se numa “caixa
preta”, de onde o intérprete consegue sacar quase qualquer solução, conver-
tendo-se num rótulo pomposo para o mais deslavado decisionismo.54 Por isso,
o restante deste trabalho se voltará para a tentativa de formulação de alguns
destes standards.
56 Cf. no mesmo sentido, ingo wolfgang sarlet. a eficácia dos Direitos Fundamentais. op. cit., p.
288-289.
57 Para José Joaquim Gomes Canotilho, a reserva do possível significa que a realização dos direitos
sociais se caracteriza “(1) pela gradualidade da sua realização; (2) pela dependência financeira rela -
tivamente ao orçamento do estado; (3) pela tendencial liberdade de conformação do legislador
quanto às políticas de realização deste direito; (4) pela insuscetibilidade de controlo jurisdicional
dos programas político-legislativos a não ser quando se manifestam em clara contradição com as
normas constitucionais ou transportem dimensões manifestamente desrazoáveis” (“metodologia
Fuzzy e “camaleões normativos” na problemática atual dos direitos sociais, econômicos e cultu -
rais”. in: estudos sobre Direitos Fundamentais. Coimbra: Coimbra editora, 2004, p. 108).
58 DJu de 04/05/2004.
sem embargo, há na doutrina quem questione a possibilidade de trans-
posição do conceito de reserva do possível para o Direito Constitucional bra-
sileiro. andreas J. Krell, por exemplo, numa obra importante sobre o contro-
le judicial dos direitos sociais,59 apontou a recepção desta teoria no Brasil
como o “fruto de um Direito Constitucional Comparado equivocado”.60 na
sua opinião, em países pobres como o Brasil, em que muitas necessidades
humanas básicas não são minimamente atendidas, não seria possível empregar
a ideia de reserva do possível, criada no 1º mundo, sob pena de completo
esvaziamento dos direitos sociais.
Contudo, me parece que o argumento é contraditório, já que a maior carên-
cia econômica, presente em países do terceiro mundo, torna ainda mais eviden-
te a impossibilidade de realização ótima e concomitante de todos os direitos
sociais. Por isso, o índice maior de pobreza não afasta a incidência da reserva do
possível, mas antes acentua a sua importância. não obstante, concordo com o
Prof. Krell quando ele afirma que tanto o maior grau de miserabilidade da popu-
lação brasileira, como a forma explícita de positivação dos direitos sociais no
nosso texto constitucional – muito diferente, por exemplo, da Constituição
alemã, que não os consagrou expressamente –, são incompatíveis com a tese da
insindicabilidade de tais direitos. Como Krell, não tenho dúvidas sobre a legiti-
midade e necessidade de intervenção judicial nesta seara. sem embargo, diferen-
temente dele, entendo que isto não afasta a incidência da reserva do possível,
compreendida – frise-se bem – não como bloqueio à tutela jurisdicional dos
direitos sociais, mas como um critério importante para a sua parametrização.
resta, então, traçar um conceito constitucionalmente correto de reserva
do possível, o que tentarei fazer iniciando pelo seu componente fático. uma
possibilidade extrema, que deve ser desde já descartada, seria associar a reser-
va do possível fática à absoluta exaustão dos recursos públicos. De acordo com
esta exegese, uma postulação em juízo compreendida no âmbito de proteção
de direito social somente poderia ser denegada se ficasse evidenciada a com-
pleta falta de recursos do estado para satisfazê-la.61 esta compreensão me
62 exemplo deste raciocínio pode ser acolhido na argumentação do ministro edson vidigarl, à época
Presidente do stJ, na análise do pedido de suspensão de segurança nº 1.408/sP, ocorrido em
08/09/2004: “...não há como concluir que o fornecimento do medicamento a uma única pacien-
te possa causar lesão de conseqüências significativas e desastrosas à economia do estado de são
Paulo. Destaco, ainda, que o efeito multiplicador alegado como justificativa ao pedido de suspen-
são é meramente hipotético, não tendo a postulante trazido qualquer indício de que, animadas
pela decisão recorrida, tenham sido ajuizadas outras ações com igual pretensão”.
63 no mesmo sentido, Gustavo amaral. op. cit., p. 39.
custo decorrente daquela específica condenação judicial é ou não suportável
para o erário. a pergunta correta a ser feita é sobre a razoabilidade ou não da
decisão do Poder Público de não proporcionar este tratamento fora do país,
para todos aqueles que se encontrem em situação similar à do autor. trata-se,
em suma, de avaliar a legitimidade constitucional de uma omissão em matéria
de política pública, o que demanda um olhar focado não só na árvore, mas em
toda a floresta.
não quero com isso dizer que as decisões judiciais em matéria de direi-
tos sociais não devem avaliar as singularidades de cada caso, contentando-se
com generalizações. Pelo contrário, a análise pormenorizada do caso sub judi -
ce é uma obrigação incontornável do juiz, que não deve e não pode tratar as
pessoas como se fossem meros números, abstraindo de suas necessidades e de
seus sofrimentos. o que pretendo salientar é apenas que, em razão do princí-
pio da isonomia, pessoas que estiverem na mesma situação devem receber o
mesmo tratamento, razão pela qual não se pode exigir judicialmente do estado
que forneça algo a um indivíduo que não seja possível conceder a todos aque-
les que estiverem nas mesmas condições.
mas, do ponto de vista processual, a reserva do possível é matéria de
defesa. Portanto, o ônus da prova em demonstrar que a concessão de determi-
nada prestação esbarra na reserva do possível deve pesar sobre o estado, e não
sobre o jurisdicionado, até porque não seria razoável exigir deste último que
apresentasse em juízo todos os dados e informações necessários para que se
proceda à referida análise. não basta, portanto, que o estado invoque generi-
camente a reserva do possível para se opor à concessão judicial de prestações
sociais – como, infelizmente, tem ocorrido na maior parte das ações nesta
matéria. É preciso que ele produza prova suficiente desta alegação.64
64 no mesmo sentido, rogério Gesta Leal. “o controle jurisdicional das políticas públicas no Brasil:
possibilidade materiais. in: ingo wolgnag sarlet. Jurisdição e Direitos Fundamentais, volume i,
tomo i. Porto alegre: Livraria do advogado, 2005, p.174.
o debate sobre a possibilidade de o Poder Judiciário determinar a reali-
zação de gastos para satisfação de direitos sociais sem previsão orçamentária é
complexo. De um lado, argumenta-se que, diante da escassez de recursos e da
impossibilidade de atendimento concomitante de todas as demandas sociais,
devem caber ao legislador, numa democracia, o poder e o ônus de escolher
aquilo que deverá ser priorizado, o que ele faz através da lei orçamentária. De
acordo com este ponto de vista, é o legislador que tem a melhor visão de con-
junto das inúmeras necessidades da sociedade que carecem de recursos para a
sua satisfação, e do total da receita disponível para atendê-las, e é ele também
que detém a legitimidade para fazer as opções necessárias, em razão da sua
eleição pelo povo.65
Da outra banda, aduz-se que condicionar a eficácia dos direitos sociais ao
orçamento significa submeter a força normativa da Constituição à vontade do
legislador. se os direitos sociais são fundamentais – o que parece claro, à luz da
Constituição de 88 –, isto significa que eles valem como “trunfos” que se im-
põem mesmo contra a vontade das maiorias de ocasião. Daí porque, seria um
contra-senso permitir que o legislador frustrasse a possibilidade de efetivação
de direitos sociais, ao não alocar no orçamento as verbas necessárias para a sua
fruição. além disso, certos direitos sociais básicos podem ser concebidos como
pressupostos da democracia, conforme acima ressaltado. nestes casos, não há
como invocar o argumento democrático para defender a impossibilidade de
decisões judiciais que concedam prestações não contempladas no orçamento.
Há parcelas de razão em ambos os argumentos. não se pode ignorar, no
equacionamento da questão, nem a prioridade do legislador democrático na
realização das “escolhas trágicas” sobre gastos públicos, nem tampouco a natu-
reza vinculante dos direitos fundamentais sociais para o Legislativo. Cumpre,
portanto, reconhecer que se, por um lado, o legislador dispõe de uma ampla
margem de decisão nesta matéria, que não deve ser excessivamente tolhida
pela jurisdição, por outro, as suas escolhas orçamentárias não se fazem em um
“campo livre” de Constituição, uma vez que é possível inferir da Lei maior
certas prioridades que não podem ser ignoradas pelo legislador, estando sujei-
tas em alguma medida ao crivo do Poder Judiciário.66
65 Cf. silvia Faber torres. “Direitos sociais Prestacionais, reserva do Possível e Ponderação: Breves
Considerações e Críticas”. in: Daniel sarmento e Flávio Galdino. Direitos Fundamentais: estudos
em Homenagem ao Professor ricardo Lobo torres. rio de Janeiro: renovar, 2006, p. 783-785.
66 nesta linha, ressaltou robert alexy: “La fuerza del principio de la competencia presupuestaria del
legislador no es ilimitada. no es un principio absoluto. Los derechos individuales pueden tener
más peso que las razones de politica financiera ... todos los derechos limitan la competencia del
legislador; a menudo lo hacen de forma inconveniente para éste y, a veces, afectan también su
nesta linha, não concordo nem com a orientação que transparece em
algumas decisões judiciais, inclusive do stF, no sentido de que o juiz não deve-
ria se preocupar com a existência ou não de previsão orçamentária para a rea-
lização de despesas atreladas a direitos sociais,67 nem tampouco com a concep -
ção de que a ausência desta previsão constitui barreira insuperável para o
Judiciário na adjudicação de direitos sociais. a virtude, como sói acontecer,
está no meio. Penso, em síntese, que a ausência de previsão orçamentária é um
elemento que deve comparecer na ponderação de interesses que envolve a
adjudicação dos direitos fundamentais sociais previstos de forma principiológi-
ca. trata-se de um fator relevante, mas que está longe de ser definitivo, poden-
do ser eventualmente superado de acordo com as peculiaridades do caso.68
85 em sentido oposto, veja-se ingo wolfgang sarlet. “os Direitos Fundamentais sociais na
Constituição de 88”. op. cit., p. 165.
seara que atropelassem a reserva do possível em nome do mínimo existencial
ou da efetividade da Constituição poderiam, num primeiro momento, agradar
aos “progressistas”, mas fatalmente acarretariam sérias consequências do
ponto de vista macroeconômico, que, ao fim e ao cabo, acabariam vitimando
sobretudo aos mais pobres.86
em suma, não me parece que o mínimo existencial possa ser assegurado
judicialmente de forma incondicional, independentemente de considerações
acerca do custo de universalização das prestações demandadas. Porém, enten-
do que quanto mais indispensável se afigurar uma determinada prestação esta-
tal para a garantia da vida digna do jurisdicionado, maior deve ser o ônus argu-
mentativo imposto ao estado para superar o direito prima facie garantido.87
será praticamente impossível, por exemplo, justificar a não extensão do sanea-
mento básico para uma determinada comunidade carente, quando o Poder
Público estiver gastando maciçamente com publicidade ou obras faraônicas.
em outras palavras, a inserção de determinada prestação no âmbito do míni-
mo existencial tende a desequilibrar a ponderação de interesses para favore-
cer a concessão do direito vindicado. mas não existe um direito definitivo à
garantia do mínimo existencial, imune a ponderações e à reserva do possível.
Por outro lado, também não me parece correta a tese de que o papel do
Judiciário em matéria de proteção dos direitos sociais tenha sempre de se limi-
tar à garantia do mínimo existencial.88 se em relação a todos os demais direi-
tos fundamentais persegue-se a máxima efetividade, dentro do que seja fática
e juridicamente possível, por que, em matéria de direitos sociais, deveríamos
nos contentar com o mínimo? na minha opinião, o ponto a que pode chegar
o Judiciário depende de uma ponderação de interesses a ser feita em cada caso,
na qual, de um lado, figure o direito social em questão, e, do outro, os princí-
86 neste sentido, discordo da posição sustentada por autores como Celso antonio Bandeira de melo.
(“eficácia das normas Constitucionais sobre Justiça social” in: revista de Direito Público nº 57-
58, 1981, p. 233 ss.) e Luís roberto Barroso (o Direito Constitucional e a efetividade de suas
normas. op. cit., p. 150 ss.), que advogam a tese oposta. Para Barroso, por exemplo, a possibili -
dade de fixação judicial do salário mínimo decorreria do fato do texto constitucional fornecer os
elementos necessários para tanto, ao definir os bens da vida que tal salário deveria ser capaz de
suportar. Porém, me parece que o problemático no caso não é de indeterminação do texto nor-
mativo, mas sim a possibilidade econômica da implementação do comando constitucional, num
quadro de escassez de recursos, aliada à falta de capacidade institucional do Judiciário para ava-
liar de forma adequada tal questão, sopesando devidamente os múltiplos efeitos e implicações na
economia que resultam inevitavelmente de qualquer mudança no valor do salário mínimo.
87 em linha parecida a que ora se sustenta, cf. Gustavo amaral. Direito, escassez e escolha. op. cit.,
p. 211-216.
88 esta é a posição de ricardo Lobo torres (cf. “a Cidadania multidimensional na era dos Direitos”.
op. cit., p. 278-290).
pios concorrentes, como a democracia, a separação de poderes e os direitos de
terceiros que seriam atingidos ou economicamente inviabilizados caso fosse
universalizada a prestação demandada.
neste modelo, o mínimo existencial constitui elemento importante, pois
quanto mais essencial for a necessidade material em jogo, maior será o peso
atribuído ao direito social no processo ponderativo. Prestações situadas fora
do mínimo existencial têm, portanto, uma chance menor de êxito, já que
quando elas estiverem em questão, o direito social comparecerá à ponderação
com peso reduzido. Porém, persiste a possibilidade teórica de adjudicação de
direitos sociais mesmo naquilo que extrapolar ao mínimo existencial, a depen-
der da constelação concreta dos interesses em disputa.
89 uma boa definição de política pública pode ser colhida em maria Paula Dallari Bucci: “Políticas
públicas são programas de ação governamental visando a coordenar os meios à disposição do estado
e as atividades privadas, para a realização de objetivos socialmente relevantes e politicamente deter-
minados” (Direito administrativo e Políticas Públicas. são Paulo: saraiva, 2006, p. 241).
90 sobre a intervenção judicial em políticas públicas, veja-se malcolm m. Feeley & edward L.
rubin. Judicial Policy making. Cambridge: Cambridge university Press, 1998; marco maselli
Gouvêa. o Controle Judicial das omissões administrativas. rio de Janeiro: Forense, 2003; ana
Paula de Barcellos. “Constitucionalização das políticas públicas em matéria de direitos fundamen -
tais: o controle político-social e o controle jurídico no espaço democrático”. in: Cláudio Pereira
de souza neto e Daniel sarmento (Coords.). a Constitucionalização do Direito: Fundamentos
teóricos e aplicações específicas. rio de Janeiro: Lumen Juris, 2007, p. 599-636; e Luiza Cristina
Frischeisen. Políticas Públicas: a responsabilidade do administrador e do ministério Público. são
Paulo: max Limonad, 2000.
Com o perdão pela tautologia, os direitos sociais são autênticos direitos, e, nesta
qualidade, podem e devem ser garantidos pela via jurisdicional em casos de
omissões injustificáveis ou de arbitrariedades das autoridades competentes.
atualmente, a melhor doutrina não mais aceita a ideia de que exista uma esfera
de poder estatal absolutamente imune ao controle judicial, sobretudo em campo
envolvendo direitos fundamentais. Conceitos clássicos, antes invocados para
obstar a proteção judicial dos direitos sociais, como o do mérito do ato adminis-
trativo – zona de discricionariedade insindicável para atuação dos governantes
– têm sido relativizados, senão plenamente superados, diante do reconhecimen-
to da força normativa dos direitos fundamentais e de princípios constitucionais,
como os da proporcionalidade, da moralidade administrativa e da eficiência.91
sem embargo, o exercício deste controle não pode ser realizado sem que
se atente para a capacidade institucional de quem o opera.92 Por isto, não me
parecem adequadas, neste ou em qualquer outro campo, as teorias que ideali-
zam a figura do juiz – como o famoso “juiz Hércules”, de ronald Dworkin93 –,
depositando no Poder Judiciário expectativas que ele não tem como atender. É
94 Cf Lon L. Fuller. “the Forms and Limits of adjudication”. in: 92 Harvard Law review, 1978,
p. 394-397.
95 sobre esta questão, há vários estudos no livro de José reinaldo de Lima Lopes. Direitos sociais:
teoria e Prática. são Paulo: editora método, 2006.
96 Government of the republic os south África v. Grootboom and others. a decisão está acessível
no endereço eletrônico www.constitucionalcourt.org.za, acessado em 10/02/2008.
sível reconhecer a cada indivíduo um direito subjetivo à habitação, nem no
seu núcleo essencial (minimun core). todavia, afirmou que poderia controlar
a razoabilidade das políticas públicas realizadas pelo governo, no sentido de
efetiva promoção do direito à moradia. no caso, o governo sul-africano con-
tava com política pública voltada para esta área, mas a Corte entendeu que ela
falhava, por não incluir medidas emergenciais focadas nas pessoas em situação
de carência desesperadora (desperate need). Diante disso, determinou que a
política fosse reformulada, de forma a contemplar medidas de alívio imediato
daquelas pessoas, sem, no entanto, precisar que providências deveriam ser
adotadas. e aí vem a parte que nos interessa neste ponto: para permitir uma
fiscalização mais adequada da execução da sua decisão, a Corte atribuiu a um
órgão técnico independente – a Human rights Commission – de reconhecida
expertise e prestígio na África do sul em matéria de direitos sociais, a tarefa
de supervisionar a elaboração e implementação do novo programa, reportan-
do-se ao tribunal.97 medidas deste tipo, se fossem adotadas no Brasil, contri-
buiriam para a racionalização da tutela judicial dos direitos positivos.
Já no que se relaciona à limitação quanto ao acesso a informações e pon-
tos de vista diversificados, decorrente da lógica do processo judicial, esta pode
ser atenuada pelo exercício mais firme dos poderes de instrução conferidos
aos juízes, assim como pela maior participação de terceiros nas lides, como,
por exemplo, através da atuação dos amici curiae. tratam-se, contudo, de
providências apenas paliativas – algumas, inclusive, de difícil operacionaliza-
ção nas ações individuais, tendo em vista o quadro de assoberbamento do
nosso Poder Judiciário.
em conclusão, entendo que não se devem ignorar as deficiências da
capacidade institucional do Judiciário para tutelar os direitos sociais. Para
enfrentar esta dificuldade, além das medidas acima sugeridas, deve-se adotar
um parâmetro adicional para o exercício da proteção judicial destes direitos:
quanto mais a questão discutida envolver aspectos técnicos de políticas públi-
cas, mais cautelosa e reverente em relação às decisões dos demais poderes deve
ser a atuação do Judiciário.98 este não é um parâmetro isolado, na medida em
97 a decisão, e, em especial, esta solução, foram elogiadas por vitor abramovich e Christian Courtis,
em Los Derechos sociales como Derechos exigibles. op. cit., p. 160-168.
98 Gustavo Binenbojm adota parâmetro semelhante para o controle judicial dos atos administrati -
vos. um dos standards para o exercício deste controle é, nas suas palavras: “quanto maior o grau
de tecnicidade da matéria, objeto de decisão por órgãos dotados de expertise e experiência, menos
intenso deve ser o grau do controle judicial” (uma teoria do Direito administrativo .... op. cit.,
p. 236). e a mesma ideia pode ser colhida em Humberto Ávila, que, ao tratar da intensidade do
controle do Judiciário sobre outros poderes, afirmou que “o âmbito de controle pelo Judiciário
deverá ser tanto menor, quanto mais ... (2) difícil e técnico for o juízo exigido para o tratamento
da matéria” (teoria dos Princípios. 4ª ed. são Paulo: malheiros, 2004, p. 126).
que deve ser conjugado com outros, como os sugeridos acima, atinentes à
razoabilidade da universalização da pretensão do titular do direito, e à essen-
cialidade, para ele, da prestação social demandada. mas me parece que dito
critério deve desempenhar um papel relevante na adjudicação judicial dos
direitos sociais.
99 um exemplo eloqüente desta tendência foi a recente decisão da ministra ellen Gracie, que, na
qualidade de Presidente do stF, suspendeu acórdão proferido pelo trF da 5ª região, que aco-
lhera pedido formulado em ação civil pública proposta pelo ministério Público Federal, para
obrigar a união a realizar no âmbito do sus os procedimentos médicos de redesignação sexual
em pessoais transexuais. na referida decisão, s. exa. exteriorizou o seu entendimento de que, em
matéria da proteção judicial dos direitos sociais, deve-se adotar uma análise tópica, “caso-a-caso”,
em detrimento da tutela coletiva , uma vez que esta repercute “na programação orçamentária
federal, ao gerar impacto nas finanças públicas”, o que caracterizaria “grave lesão à ordem públi-
ca, em sua acepção jurídico-constitucional”. sta 185/DF, DJ 04.12.2007.
100 neste sentido apontam as conclusões da pesquisa estatística coordenada pelo Prof. vírgilio
afonso da silva, relacionada à clientela das ações judiciais com pedido de fornecimento de medi -
camentos que tramitam na Justiça do estado de são Paulo. os resultados da pesquisa ainda não
foram publicadas, mas o Prof. vírgilo os vem citando em diversas palestras proferidas sobre o
tema.
Por outro lado, na tutela coletiva, os magistrados não têm como escapar
de uma reflexão que deveria ser realizada sempre que estivessem em jogo pre-
tensões sobre recursos escassos: o potencial de universalização do que foi pedi-
do. não há como decidir uma ação civil pública que afete a todo um amplo
universo de pessoas sem considerar o seu efeito sobre as políticas públicas em
vigor e as verbas existentes. o impacto aqui é inequívoco e por isso tem de ser
enfrentado. o julgamento força uma análise de “macrojustiça”, que envolve a
legitimidade do atendimento de determinados pleitos num quadro de escassez
de recursos.
nas ações individuais, o raciocínio judicial deveria ser o mesmo. Contudo,
aqui é muito mais fácil para o juiz “tapar o sol com a peneira”, e conceder “com
o coração” qualquer prestação demandada, já que os efeitos concretos de cada
decisão sobre o orçamento público costumam ser diminutos e existe todo um
apelo emocional que inclina os magistrados a decidirem com maior generosi-
dade em favor das pessoas concretas, de carne e osso, cujas carências e necessi-
dades foram explicitadas no processo.101 assim, muitas vezes o Judiciário acaba
assegurando direitos que, diante dos recursos disponíveis e da existência de
outras necessidades igualmente importantes, não teriam como ser universali-
zados. ocorre que estas decisões tendem a se multiplicar, comprometendo a
racionalidade das políticas públicas e criando implicitamente preferências para
algumas pessoas sobre bens escassos, fora de qualquer parâmetro ético ou jurí-
dico. Finge-se que a escassez não existe, o que, obviamente, não a elimina, mas
apenas “empurra para debaixo do debate”, suprimindo o espaço para a discus-
são dos critérios de justiça na partilha do bolo.
Por outro lado, a multiplicação de decisões em casos individuais, muitas
vezes desencontradas, pode criar um cenário caótico para o administrador,
comprometendo a possibilidade do estado de implementar com eficiência as
políticas públicas de atendimento aos direitos sociais da população. sob este
ângulo, o tratamento judicial coletivo é preferível, por reduzir a entropia e
fornecer critérios claros e gerais para a eventual correção das políticas públi-
cas, visando à sua adequação à Constituição.
ademais, as ações coletivas tendem a possibilitar uma instrução proces-
sual mais completa, franqueando ao juiz um maior contato com as inúmeras
variáveis envolvidas na implementação das políticas públicas de atendimento
dos direitos sociais, que tenderiam a ser negligenciadas nas ações individuais.
isto, evidentemente, possibilita a adoção de decisões mais informadas, a par-
101 Cf. ana Paula de Barcellos. a eficácia do Princípios Jurídicos .... op. cit., p. 275.
tir de uma visão mais abrangente da problemática subjacente à adjudicação de
cada direito social.
Com isso, não pretendo sustentar o descabimento das ações individuais
para a proteção dos direitos sociais. tal posição não seria compatível com a
concepção aqui advogada de que os direitos sociais configuram autênticos
direitos fundamentais, nem tampouco com o princípio constitucional da ina-
fastabilidade do controle jurisdicional (art. 5º, XXXv, CF). além do que, ela
fragilizaria a garantia de tais direitos, ao torná-la dependente das iniciativas
dos legitimados para a propositura das ações coletivas, dentre os quais não
figura o próprio titular do direito lesado. não bastasse, há situações absoluta-
mente singulares de determinados titulares de direito social, que não se
enquadram no perfil da ação coletiva, pois esta, como se sabe, pressupõe a
indivisibilidade ou a homogeneidade do direito a ser tutelado. tais situações
não podem ser ignoradas pelo Judiciário, e as demandas individuais são o meio
adequado para trazê-las ao conhecimento dos tribunais.
enfim, o que me parece absolutamente equivocada é a adoção de dois
pesos e duas medidas pelo Judiciário brasileiro em matéria de direitos sociais,
que tem primado pela generosidade nas ações individuais e pela parcimônia
nas ações coletivas. entendo, por outro lado, que as ações coletivas consti-
tuem um ambiente mais adequado do que as individuais para os debates que
envolvem o controle das políticas públicas em matéria de direitos sociais, e
por isso o seu uso deve ser estimulado pelo legislador e pelo Judiciário.102 Já
em relação às demandas individuais, não se trata de bloquear esta via impor-
tante para a cidadania, mas de empreender uma reflexão mais amadurecida
sobre as consequências perniciosas para os pobres de um ativismo judicial sem
parâmetros, que, ao tudo conceder para os que têm acesso à justiça, pode aca-
bar retirando daqueles que não o desfrutam.
9. Conclusões
102 no mesmo sentido, Cécile Fabre. social rights under the Constitution. oxford: oxford univesity
Press, 2000, p. 175-182.
prestações materiais aos jurisdicionados com fundamento em normas consti-
tucionais.
na minha avaliação, já vencemos, com sucesso, o momento inicial de
afirmação da sindicabilidade dos direitos prestacionais. Já é chegada a hora de
iniciarmos uma outra fase, de racionalização deste processo. esta racionaliza-
ção, do meu ponto de vista, passa por dois pontos principais: (a) a superação
de uma certa “euforia judicialista” que tomou conta dos meios jurídicos bra-
sileiros, com o reconhecimento de que o Poder Judiciário, apesar da relevân-
cia da sua função, não é, nem tem como ser, por suas limitações institucionais,
o grande protagonista no cenário de afirmação dos direitos sociais, que depen-
dem muito mais das políticas públicas formuladas e implementadas pelo
Legislativo e executivo e da mobilização da sociedade civil; e (b) o traçado de
parâmetros ético-jurídicos para as intervenções judiciais nesta seara. o pre-
sente estudo foi exatamente uma tentativa de esboçar alguns destes parâme-
tros, que não repetirei aqui, para não enfadar o leitor. Cabe-me, contudo,
compartilhar uma última reflexão:
o traço mais distintivo da ordem social brasileira é a desigualdade. Já se
tornou um jargão a afirmação de que em nosso país convivem, lado a lado, eli-
tes vivendo de acordo com os padrões do 1º mundo e setores da população
sobrevivendo em verdadeiro estado de exceção econômica, privados do aces-
so às necessidades mais básicas. neste contexto, os direitos sociais deveriam
exercer um papel essencial, de emancipação dos componentes destes segmen-
tos excluídos, ao proporcionar-lhes não só mais bem-estar, como também a
possibilidade efetiva de fruição das suas liberdades individuais e políticas.
temo, contudo, que a persistência de certos padrões enviesados da jurispru-
dência brasileira possa comprometer o desempenho deste papel. Daí a neces-
sidade de mudança destes padrões, não para esvaziar os direitos sociais, mas
para redirecioná-los ao seu verdadeiro propósito: promover a inclusão dos
excluídos.
Bibliografia
sumário: 1. Generalidades; 2. as ações afirmativas como Políticas Públicas que visam ao Com-
bate à Desigualdade: Fundamentos e Critérios; 2.1. modelos de Combate à Discriminação – Jus-
tificando o Porquê das ações afirmativas; 2.2. o texto Constitucional Brasileiro e as ações afir-
mativas; 2.3. Critérios para a utilização da ação afirmativa; 3. Conclusões; Bibliografia.
1. Generalidades
a partir de discussão que começou a ser travada de forma mais intensa, no
Brasil, desde o Governo do Presidente Fernando Henrique Cardoso (1994-2002),
e atingiu seu ápice a partir do Governo do Presidente Lula da silva, o uso das
medidas de ação afirmativa vem sendo amplamente debatido, especialmente a
partir do momento em que começaram a ser utilizadas com mais frequência.1
as discussões, penso, ainda estão longe de permitir visão equilibrada da
questão, quer porque permeadas por preconceitos, quer porque as medidas
adotadas – e que servem para a discussão – não estão sendo baseadas em cri-
térios mínimos que permitam sua utilização como ação estratégica e que visa
permitir a realização de um direito fundamental, que é o acesso aos bens dis-
poníveis em condições de igualdade.
o que pretendemos, nesse breve estudo é, depois de fixar algumas pre-
missas necessárias para sua compreensão, indicar os critérios que justificam o
uso das medidas de ação afirmativa. Por outro lado, não cabe, aqui, enveredar
diretamente na análise de algumas questões que o envolvem, como as noções
de justiça e de igualdade, nem discutir a natureza das políticas públicas. ainda
assim, impossível discutir o tema das ações afirmativas sem lançar mão desses
institutos e fenômenos. serão utilizados, todavia, na medida exata de sua
necessidade para a discussão.
* Doutor em Direito das relações sociais (PuC/sP). Professor associado i da universidade Federal
do Pará – uFPa. Procurador regional do trabalho. Professor titular da universidade da
amazônia – unama.
1 não que, no Brasil, não houvesse exemplos de ação afirmativa antes desses dois períodos. as cotas
para pessoas portadoras de deficiência e pessoas reabilitadas já existem desde 1991, com a Lei nº
8.213 (Plano de Benefícios da Previdência social). apenas eram iniciativas pontuais e, por esse
motivo, não tinham despertado tanto interesse, ao menos não na sociedade.
Por fim, embora não seja ainda pretensão discutir o pensamento de autor
determinado a respeito da questão, deve ser observado que parte da discussão
segue um roteiro, que penso existir, nos diversos escritos de autor que vem
debatendo há alguns anos a temática: ronald Dworkin.2 É que este autor, em
série de escritos, ao discutir o tema com base em diversas decisões judiciais dos
tribunais norte-americanos, especialmente da suprema Corte, lança diversas
interrogações a respeito do uso das medidas de ação afirmativa, e as responde.
minha ideia é aproveitar parcialmente esse roteiro que entendo existir,
para discutir os critérios que devem nortear todas e quaisquer medidas de ação
afirmativa.
2 ver, a respeito, três obras do autor, já publicadas em português: uma questão de princípio (são
Paulo: martins Fontes, 2.000, p. 437-494); Levando os direitos a sério (são Paulo: martins Fontes,
2002, p. 343-369); e a virtude soberana: a teoria e a prática da igualdade (são Paulo: martins
Fontes, 2005, p. 543-607).
3 os dois subitens seguintes estão baseados, em boa parte, em estudos que realizei anteriormente,
e que se encontram publicados em livros de minha autoria (Discriminação no trabalho, Ltr, 2002,
e trabalho decente, Ltr, 2004).
4 ou seja, desde que a desigualdade deixou de ser regra prevista no ordenamento jurídico dos paí -
ses. Para melhor compreensão, observe-se o caso brasileiro, onde a escravidão foi admitida até a
edição da Lei áurea, nos fins do século XiX.
minalizando esses atos e, em alguns casos, impondo, também, sanções de natu-
reza administrativa, civil e trabalhista. a ele denomino modelo repressor.
ele, entretanto, deve ser entendido como modelo que se caracteriza por
ser estático, no sentido de que, muito embora reprima a conduta discrimina-
tória, pouco faz no sentido de dar às pessoas e grupos discriminados a possibi-
lidade de serem incluídos na sociedade, ao não impulsioná-los nessa direção.
essa iniciativa pertence a outro modelo, chamado ação afirmativa, ou
discriminação positiva. Conforme Joaquim B. Barbosa Gomes, a ação afirma-
tiva (affirmative action, nos estados unidos) ou discriminação positiva (discri-
mination positive, como utilizada na europa), é um conjunto de mecanismos
de integração social, de políticas sociais visando à concretização da igualdade
material.5 seu objetivo, conforme afirma Gabi wucher, é “assegurar a pessoas
pertencentes a grupos particularmente desfavorecidos uma posição idêntica à
dos outros membros da sociedade, proporcionando assim uma igualdade no
exercício de direitos”.6
estabelecendo comparação entre as medidas de ação afirmativa, e as que
caracterizam o modelo da simples repressão às condutas discriminatórias,
pode-se afirmar que a principal diferença entre os dois modelos é a postura
ativa que se adota na primeira, postura que se carateriza pela adoção, em
maior ou menor grau, de condições para que as pessoas e grupos discrimina-
dos e, portanto, excluídos, possam (re)integrar-se à coletividade, e que não se
encontra no segundo modelo, onde o estado apenas torna ilícitos os atos dis-
criminatórios, sem, entretanto, tomar outra providência que não seja essa, na
busca da neutralização desses atos.
note-se, todavia, que o modelo onde estão inseridas medidas de ação afir-
mativa não pode ser considerado isolado do simplesmente repressor, pois, no
primeiro, medidas repressivas deverão estar presentes. Dessa feita, o certo será
considerar o modelo das ações afirmativas uma evolução do modelo repressor,
embora com concepções distintas. isto porque, do ponto de vista do comporta -
mento do estado e das pessoas obrigadas a ter determinadas condutas, a dife-
rença entre os modelos é grande. Do ponto de vista dos efeitos que se preten-
de em um e outro modelo também. ainda assim, o modelo da ação afirmativa
sustenta-se na mesma ideia inicial do modelo repressor: a igualdade entre as
pessoas, dando, outrossim, passo a mais, ao buscar, por meio de medidas varia -
das, impulsionar a integração das pessoas e grupos discriminados.
7 minorias. in sÉGuin, elida (Coord.). Direito das minorias. rio de Janeiro: Forense, 2001, p. 31.
8 Discriminação positiva (www.mail-archive.com/constitucional-brasil@yahoogrupos.com/
msg00017.html).
situação era ainda mais dramática: os “pretos” nessa posição eram apenas
1,7%, os “pardos” 2,9% e os brancos 11,4%” (destaques dos autores).9
Levando a questão para dez anos depois, com o Censo 2.000 do iBGe,
pode-se observar que, de um total de 65.247.236 pessoas de cor branca,
4.885.926 constaram como tendo 15 ou mais anos de estudo, ou 7,44% do total.
Já para os 7.977.446 de pretos, 126.000 pessoas tinham 15 ou mais anos de estu -
do, o que corresponde a 1,57% do total. Por fim, para os pardos, de 44.065.267
pessoas, 734.412 tinham 15 ou mais anos de estudo (1,66% do total).10
esse desnível, que vem permanecendo sem alterações significativas,
mesmo havendo a proibição da prática da discriminação de forma expressa em
lei, só pode ser revisto se medidas apropriadas forem adotadas para descompen-
sar a situação presente, conduzindo as pessoas a uma condição de igualdade.11
13 HanCHarD, michael George. orfeu e o poder: o movimento negro no rio de Janeiro e são
Paulo (1945-1988). rio de janeiro, eduerj, 2001, p. 61-94.
14 uma das grandes dificuldades que encontram as pessoas com deficiência para a obtenção de um posto
de trabalho é sua baixa qualificação, consequência do fato de que não encontram, nas escolas, ambien-
te propício para sua integração. isso faz com que, mesmo tendo direito ao trabalho, ou não encontrem
um emprego, ou sejam obrigadas a aceitar postos que exigem baixa ou nenhuma qualificação.
o estado está obrigado a implementar políticas públicas que permitam a
inclusão dos integrantes dos grupos vulneráveis, cabendo-lhe, tão somente, e
respeitando o ordenamento jurídico, determinar a forma e o alcance.15 mais,
o ordenamento jurídico brasileiro, pelos princípios fundamentais insculpidos
na Constituição da república, deixa claro que a tarefa de corrigir as desigual-
dades não é somente do estado, pelo que as obrigações jurídicas criadas não
precisam ser suportadas apenas pelo estado, mas também pela sociedade, pois
a busca pelo bem de todos, aqui entendida como medida de justiça, é, sendo
redundante, obrigação de todos.16
15 aqui uma observação importante. Para alguns, as políticas públicas são “criações” do administra-
dor público, quando, na verdade, devem ser entendidas como obrigações previstas no ordena-
mento jurídico, cabendo ao administrador a tarefa de implementá-las. não há discricionariedade
na decisão de adotar ou não as medidas, pois esta decisão já foi tomada e consta do ordenamen-
to. o que pode o administrador é decidir, sem tanta liberdade, também, como implementar. ver
a respeito texto de minha autoria denominado Direitos sociais, políticas públicas e atuação do
ministério público do trabalho (Cadernos da Pós-Graduação em Direito da universidade Federal
do Pará, Belém, n. 18-19, p. 27-41, jan-dez. 2003).
16 esse um problema que não temos, em comparação com o modelo norte-americano.
17 a afirmação feita, embora pareça óbvia, é necessária para um país em que o proselitismo e a falta
de planejamento das ações do estado são regras.
além disso, deve haver a escolha da medida a adotar. Diversas são as
ações que configuram a discriminação positiva. embora a fixação de cotas seja
a mais comum e, em certa medida, a que produz os resultados mais rápidos,
não é a única. incentivos de natureza fiscal, ou estímulos que se pode conce-
der para a adoção de ações determinadas por particulares são outros exemplos.
além do mais, pertencer a um grupo vulnerável pode ser somente um dos cri-
térios para determinada escolha,18 como é o pensamento de parte da doutrina
e da jurisprudência norte-americana.
note-se que o fato de precisar ser a medida eficiente não impõe que seja
a única a ser adotada. verificando o caso do ensino, por exemplo, observa-se
que há deficiências na base que, caso não corrigidas, manterão sempre o des-
nível verificado no grau de instrução das diversas classes sociais e dos grupos
que compõem a sociedade.
as medidas de ação afirmativa que criam condições de acesso, então, não
serão suficientes, sozinhas, para mudar o quadro existente, mas, por outro
lado, serão eficientes no sentido de alterar, em curto e médio prazo, uma
situação que, a depender de uma reforma completa no ensino, só produziria
efeitos muito depois, atrasando a correção das desigualdades.19 É que a eleva-
ção do grau de instrução dos integrantes dos grupos vulneráveis, além de cor-
rigir a desigualdade em relação a eles, tem ainda efeito multiplicador, pois
reverte em favor da comunidade onde estes integrantes estão inseridos.
mas não é só na eficiência que se deve pensar, na adoção de medidas de
ação afirmativa. É preciso que, ao se decidir pela sua implementação, sejam
elas adequadas à correção das desigualdades, dentro do contexto em que vão
ser inseridas.
assim, não basta que a medida seja, em tese, capaz de corrigir uma desi-
gualdade; é preciso que sua implementação seja feita de forma a garantir os
resultados esperados com o mínimo de impacto negativo. Questões como o
tempo de duração das medidas, assim como sua intensidade, são indispensá-
veis para o sucesso da iniciativa, bem como para o seu controle.20
de serviços, para o acompanhamento dos alunos, que podem precisar de nivelamento, ou que
podem ser vítimas de discriminação, pela sua condição especial de ingresso.
21 Para um estudo mais completo a respeito do exemplo sugiro a leitura da dissertação de mestrado
de marisa Filomena Lima dos reis, denominada ação afirmativa e suas implicações no brasil: o
sistema de cotas nas universidades (Belém, universidade Federal do Pará, 2003).
22 essa situação, hoje, já foi alterada, com o estabelecimento de patamares mais baixos para as cotas,
e inclusão de novos grupos, o que permite uma correção das desigualdades mais eficaz e menos
sujeita a ataques, embora mais demorada.
3. Conclusões
Bibliografia
sumário: 1. Breve Histórico do surgimento dos Direitos Fundamentais sociais; 2. Direitos Fun-
damentais a Prestações; 3. os Direitos Fundamentais sociais Prestacionais como normas Progra-
máticas; 4. Políticas Públicas; 5. o Papel da tributação na implementação das Políticas Públicas;
6. em conclusão; referências Bibliográficas.
1 a respeito da critica ao estado Liberal e à defesa dos direitos sociais, destacam-se duas correntes
teóricas. a primeira é a marxista, e a segunda é a conhecida como “social-democracia”, que defen-
de a melhoria das condições sociais da população através de ações reformistas por parte do estado.
a social-democracia defende a evolução no sentido social dos direitos fundamentais e da trans -
formação do estado liberal em estado social de Direito (LuÑÕ, 1999, p. 122)
dos individuais, como direitos fundamentais. ademais, se pode destacar no
período do pós-guerra a descolonização dos países da áfrica e do oriente, onde
também houve a positivação dos direitos sociais em seus ordenamentos jurí-
dicos,2 e o processo de positivação dos direitos sociais dos países socialistas.3
(LuÑo, 1999, p. 123).
todo esse quadro exigiu a racionalização dos poderes públicos, a fim de
responder às exigências inéditas, postas pelo funcionamento de uma economia
urbana de massa. Como bem assinala Comparato, se o estado estava impedido
de fazer o mal, na prática também estava impedido de fazer o bem, ou seja, o
modelo de estado liberal não concedia aos poderes públicos a iniciativa e a
capacidade de empreender. essa inação do estado nunca perturbou os liberais,
que sempre acharam que o melhor governo é o que menos governa, contudo
ela se tornou incongruente e ineficaz ao atendimento das necessidades sociais
(ComParato, 1989, p. 97).
o estado passou, então, de mero árbitro das relações sociais a promotor
de desenvolvimento econômico com justiça social, protegendo os economica-
mente mais fracos, atenuando as desigualdades e dirimindo os conflitos oriun-
dos da sociedade capitalista e individualista que havia se desenvolvido sob a
égide do estado Liberal. surge então, o estado social, onde os poderes públi-
cos têm a missão de proporcionar à população as prestações materiais e servi-
ços públicos condignos, a fim de suprir suas necessidades vitais.4 Deste modo,
passou a ser tarefa própria do estado de direito garantir aos cidadãos empre-
go, saúde, moradia. este modelo de estado ficou conhecido como “estado de
bem-estar social” (welfare state5) (LuÑo, 1998, p. 183 e ss.).
através das lutas de classe e do progressivo reconhecimento dos direitos
econômicos e sociais, o government by law acabou sendo substituído pelo
government by policies.6 neste tipo de governo, cabe ao estado, através de
2 apesar de seus esforços, não é difícil imaginar que se tratou de uma tentativa frustrada, em virtude das
condições miseráveis da população e da fragilidade econômica destes países (LuÑo, 1999, p. 123).
3 nos países socialistas os direitos sociais eram considerados como uma garantia do exercício de
todos os demais direitos, tendo prevalência sobre qualquer outro (LuÑo, 1999, p. 123).
4 nos países mais desenvolvidos do final do século XiX, promoveu-se uma política setorial, a fim
de amenizar as péssimas condições de vida da classe trabalhadora. não havia a proposta de trans -
formação social, mas sim de remediar seus piores efeitos (PeLaYo, 1996, p. 18).
5 o conceito de welfare state refere-se a uma dimensão da política estatal, ou seja, de suas finali -
dades de bem-estar social. É um conceito mensurável em função da distribuição do capital, pres -
suposto para a realização de serviços sociais e outros índices (PeLaYo, 1996, p. 14).
6 os direitos sociais significam uma mudança de paradigma no conteúdo dos direitos fundamen -
tais, pois estes restringiam-se apenas a limitar o poder estatal, e acabaram convertendo-se em nor -
mas que exigem a gestão da ordem econômica e social. os direitos sociais possuem como princi-
pal função assegurar a participação nos recursos sociais ao distintos membros da sociedade. Perez
prestações positivas instituir políticas públicas, visando garantir os direitos
sociais, referentes à saúde, à educação, ao trabalho, etc. estes direitos só pude-
ram ser implementados, quando o Poder Público abandonou seu caráter abs-
tencionista, para incorporar seu papel ativo na realização da justiça social. Com
isso, observa-se que os direitos fundamentais sociais se diferenciam dos de
liberdade, por se caracterizarem, em grande parte, por sua dimensão positiva.
o advento de um novo modelo de estado, notadamente social interven-
cionista, resultou na positivação constitucional de direitos sociais e econômi-
cos. a configuração individualista da liberdade e da igualdade alterou-se para
uma concepção coletivista, carecedora de intervenção estatal, responsável
pela efetivação de uma igualdade material no seio da sociedade. Passou-se a
reconhecer enquanto direitos fundamentais ao lado dos direitos individuais,
os chamados direitos sociais, como o direito ao trabalho, à moradia, à educa-
ção, ou à previdência social. e nesse campo já não se cuida de limitar a ação
do estado em defesa das liberdades individuais, mas, ao contrário, de exigi-la
como uma prestação essencial à dignidade humana. o estado social tem como
fim, a concretização da ideia de igualdade, não apenas em seu aspecto formal,
mas também no aspecto material, necessitando para isso de pressupostos
materiais mínimos à favor de grupos sociais. sendo assim, pode-se adotar o
valor de igualdade para caracterizar o estado social (DÍaZ, 1989, p. 33).
Pelo exposto, estado e sociedade não são sistemas autônomos e autorre-
gulados, mas sim sistemas fortemente inter-relacionados entre si, através de
relações complexas. ou seja, não há mais o abismo entre estado e sociedade,
ambos devem caminhar juntos no sentido de unir esforços para a construção
de uma melhor distribuição de renda e justiça social e na procura de meios
para atingir estes fins.
o que é preciso ter em mente quando falamos de direitos sociais funda-
mentais é que tais direitos, como expõe alexy, são direitos de cunho libertá-
rio. De acordo com esta concepção, não é possível usufruir as liberdades jurí -
dicas sem as liberdades fáticas. De outro modo, se uma pessoa possui a liber-
dade jurídica de praticar determinada ação, esta estaria completamente esva-
ziada se não houvesse meios materiais ou fáticos que possibilitassem sua rea-
lização. a liberdade só é real, neste contexto, quando existam as possibilida-
Luño entende os direitos sociais em duas dimensões, uma objetiva e outra subjetiva. na dimen -
são objetiva os direitos sociais são um conjunto de normas que direcionam o estado a realizar sua
função moderadora e equilibradora das desigualdades sociais. ao cabo que a dimensão subjetiva
trataria das faculdades dos cidadãos e dos grupos sociais a participar dos benefícios da vida social,
através de prestações diretas ou indiretas dos poderes públicos (LuÑo, 1999, p. 84).
des fáticas e seus respectivos pressupostos para a autodeterminação7 (aLeXY,
1997, p. 486 e ss.).
7 sem a observância dos direitos sociais a liberdade fática do indivíduo não se poderia falar em uma
vida digna, dispositivo constitucional que irradia sobre todo ordenamento jurídico (aLeXY,
1997, p. 488). este entendimento já foi consagrado pelo tribunal federal alemão que expressa: “o
direito de liberdade não teria nenhum valor sem os pressupostos fáticos para poder fazer uso
dela”. no mesmo sentido, alexy nos ensina que à luz da teoria dos princípios, o catálogo dos direi-
tos fundamentais expressa, entre outras coisas, princípios de livre desenvolvimento do indivíduo,
o qual pressupõe uma existência digna dentro de uma comunidade social. Para isto, é necessário
que sejam colocados à sua disposição meios materiais, garantindo assim, uma liberdade fática para
a consecução destes fins (aLeXY, 1997, p. 489).
8 os direitos de proteção, de acordo com alexy, podem ser entendidos como aqueles em que o titu -
lar destes direitos fundamentais possuem frente ao estado para que este os proteja de interven -
ções de terceiros contra sua liberdade individual e integridade física (aLeXY, 1997, p. 435).
9 os diretos a participação e procedimento são aqueles relacionados com direitos procedimentais,
os quais permitem o acesso dos cidadãos a todo o aparato estatal, através dos instrumentos que o
governo disponibiliza, a fim de que sejam assegurados a todos esses direitos fundamentais
(aLeXY, 1997, p. 456 e ss.).
10 sob esta perspectiva os direitos a prestações englobaria os direitos a prestação em sentido estrito
(direitos sociais), os direitos de proteção e os direitos à participação na organização e no procedi -
mento. Porém, a título deste capítulo abordaremos, apenas os primeiros.
Porém, é importante ter em mente que os direitos a prestações não exi-
gem apenas prestação fáticas, mas também normativas. De acordo com o jus-
filosofo alemão, os direitos fundamentais a prestação sob a perspectiva de
direitos subjetivos, constituem uma relação trivalente entre o titular do direi-
to fundamental, o estado e uma ação positiva deste. assim, toda vez que se
verifica uma relação desta maneira, o titular do direito fundamental possuiria
a prerrogativa de exigi-los judicialmente.
os direitos fundamentais prestacionais em sentido estrito são aqueles
que exigem uma atuação positiva do estado para suprir necessidades básicas
do cidadão e para assegurar uma vida digna e o livre desenvolvimento de sua
personalidade. estes direitos estão relacionados aos direitos de educação,
saúde, habitação etc. Desta forma, os direitos prestacionais em sentido estrito
podem ser identificados como os direitos sociais de natureza prestacional.
um equívoco que deve ser corrigido é o de que os direitos sociais possuem,
sempre, uma dimensão positiva. alguns direitos sociais possuem dimensão tipi-
camente de direitos de defesa, ou seja, de liberdade e igualdade, de cunho nega-
tivo e matriz liberal. estes direitos poderiam ser enquadrados na classificação
jellinekiana: status negativus socialis ou status libertatis socialis. Como exemplo
de um direito de liberdade social podemos citar o direito de greve e o de igual-
dade no ambiente de trabalho, consistindo na não discriminação.
os direitos fundamentais a prestações são os direitos do status positivus
socialis, também conhecidos como direitos prestacionais stricto sensu. estes
direitos emanam de normas de direitos fundamentais diretamente relaciona-
das a prestações materiais, por isso são identificados com os direitos funda-
mentais sociais (sarLet, 1998, p. 257 e ss.).
o conceito oferecido por alexy é muito elucidativo, vejamos:
14 Podemos citar vários dispositivos constitucionais que seriam de eficácia limitada, ou normas pro-
gramáticas: art. 33; art. 88; v 90, § 2º; art. 91, § 2º; art. 196; art. 217; etc.
conteriam princípios, diretrizes, e fins que condicionariam a atividade dos
órgãos estatais e toda a ordem jurídica; os DFsP gerariam sempre algum tipo
de pretensão jurídico-subjetiva; possuiriam o princípio da “proibição do retro-
cesso”, ou seja, uma vez consagrados direitos fundamentais, estes não pode-
riam ser objeto de revogação, pois estariam incorporados definitivamente no
patrimônio jurídico do cidadão.
Canotilho expõe que, em virtude de alguns direitos sociais, no caso os
DFsP, implicarem prestações pecuniárias, a implementação destes direitos
está sempre condicionada ao volume de recursos suscetíveis de serem aloca-
dos para sua realização, estando então sob a reserva das disponibilidades orça-
mentárias. Porém, o constitucionalista português não destitui estas normas de
eficácia, pois mesmo sem poderem ser diretamente aplicadas, elas irradiam
importantes consequências jurídicas no ordenamento. em primeiro lugar, elas
serviriam como pautas de interpretação de outras normas legais, no sentido de
que estas devem estar em conformidade com aquelas. em segundo lugar, a
inércia do estado poderia resultar em inconstitucionalidade por omissão. e
por fim, tais normas implicariam a inconstitucionalidade das normas legais
que previssem termos diferentes dos constitucionalmente previstos pelos
direitos sociais fundamentais (CanotiLHo, 1991, p. 130). andréas Krell,
comungando do mesmo entendimento de Canotilho, quanto aos efeitos que as
normas sobre direitos sociais também podem produzir, expõe que os direitos
fundamentais sociais contidos na constituição de 1988, exercem importante
papel, no sentido de exercerem uma função sugestiva, apelativa, educativa e,
sobretudo, conscientizadora (KreLL, 2002, p. 28).
Porém, não se pode desprezar que as características das normas progra-
máticas, as quais gozariam de eficácia imediata não são, por si só, capazes de
imprimir o dever de aplicabilidade e materialização destas normas, em virtu-
de de uma série de fatores. entre eles, talvez a maior dificuldade seria a de o
poder (o Judiciário), obrigar outros poderes (o Legislativo e o executivo) a rea-
lizarem tais mandamentos. isto acabaria por enveredar em complicados cam-
pos da seara jurídica e da filosofia política, como separação de poderes, liber-
dade de conformação do legislador, instrumentos de coerção e disponibilida-
des fáticas e materiais, conjunturas globais etc. apesar de pertinentes, é pre-
ciso encontrar outras vias que não a puramente filosófica e doutrinária, a fim
de efetivar os DFsP.
as normas programáticas relativas aos DFsP estão hoje no escopo da
maioria dos textos constitucionais dos países europeus e latino-americanos,
definindo metas e finalidades, impondo a tarefa aos legisladores ordinários de
regulá-las, com o fim de maximizar sua eficácia. andréas krell expõe que estas
normas não seriam meros preceitos morais com eficácia ético-política, apenas
diretiva, mas sim direitos diretamente aplicáveis. Porém, conclui que a eficá-
cia dos direitos sociais e econômicos depende da realidade de cada país e prin-
cipalmente da adoção de uma série de medidas complementares de caráter
promocional em diferentes campos de atuação: político, jurídico, econômico,
social, etc. segundo o autor, as políticas sociais necessitam de políticas perti-
nentes à satisfação dos fins positivos nelas indicados (KreLL, 2002, p. 21).
o certo é que as normas programáticas necessitam de tarefas e de progra-
mas planejados pelos diferentes poderes e órgãos do estado, a fim de imple-
mentarem suas disposições normativas. tal atuação estatal, em regra, se mate-
rializa através de políticas públicas, assunto que veremos a seguir.
4. Políticas Públicas
ao longo do trabalho foi dito que o estado social pressupõe uma postura
ativa para a concreção dos DFsP, que estes direitos necessitam de atuações
positivas, que as normas programáticas vinculam os poderes públicos a realizar
determinadas tarefas etc. mas em que consistiriam estas ações positivas? ou
postura ativa? ou realização de determinadas tarefas? Geralmente tais ações
decorrem de políticas públicas, ou seja, é através destas que o estado materia-
liza os direitos sociais fundamentais. vejamos o conceito de políticas públicas
propostas por Dworkin, e seguido pela maioria dos estudiosos no assunto:
Comparato expõe que o objeto dos DFsP é sempre uma política pública.
antigamente, a generalidade dos autores repetia, sem maiores aprofundamen-
tos, que os direitos sociais seriam direitos a uma prestação positiva, sem, no
entanto, demonstrar a forma pela qual estes direitos deveriam ser implemen-
tados. Como os direitos a uma prestação estatal positiva supõem uma relação
direta do titular com o estado, tropeçava-se no obstáculo de que o ordena-
mento jurídico não cria pretensão ou ação individual do particular contra os
poderes públicos, para a realização desses direitos. o autor advoga a tese de
que seria impossível compelir o estado a providenciar imediatamente, a todos
os que o demandem, uma moradia, uma vaga em creche, um tratamento médi-
co-cirúrgico de alta complexidade, a despoluição do ar atmosférico, a recupe-
ração de áreas verdes, e outras prestações dessa natureza (ComParato,
2001, p. 16). Diante dessa evidência incômoda, todos acabavam por se resig-
nar à conclusão de que tais direitos teriam uma eficácia limitada em compara-
ção com os direitos e liberdades individuais. em suma, tornou-se comum na
doutrina afirmar que vigoraria, nessa matéria, o pressuposto implícito da
“reserva do possível” (ComParato, 2001, p. 6).
É preciso, contudo, corrigir esse desvio de perspectiva, pois ele equivale
ao esvaziar de toda força jurídica daquele conjunto de direitos fundamentais,
da mais alta relevância, especialmente nos países subdesenvolvidos ou em
desenvolvimento. se o estado não dispõe de condições materiais para atender
a totalidade das demandas individuais de bens indispensáveis a uma vida
digna, ele tem, não obstante, inquestionavelmente, o dever constitucional de
pôr em prática, com todos os meios ao seu alcance, as políticas públicas diri-
gidas à consecução desse objetivo.
De acordo com Luiza Frischeisen, a noção de políticas públicas e
estado Democrático de Direito estão intimamente ligadas, uma vez que o
fim deste é garantir e promover direitos iguais a todos sem qualquer espé -
cie de discriminação, o fim daquelas é o de proporcionar as condições de
igualdade, por meio de ações do poder público. neste sentido, o princípio
da democracia econômica e social impõe uma direção política aos órgãos
legislativo e executivo (políticas públicas), objetivando a construção de
uma sociedade mais justa e igualitária (FrisCHeisen, 2000, p. 59). a
autora ainda ressalta que independentemente do modelo sócio-econômico
adotado pelo estado, a temática da política pública é fundamental, pois
mesmo com a atual tendência mundial, dos países ocidentais, em diminuir
cada vez mais a participação do estado na esfera econômica e social, o pla-
nejamento referente a determinado setor econômico necessitará da elabo-
ração de políticas públicas com o fim de evitar certos danos e malefícios à
economia, como a concorrência desleal, controle inflacionário e cambial,
crescimento econômico etc. 15
Comparato, utilizando-se da definição de políticas públicas, tece algumas
considerações a fim de conferir-lhe maior instrumentalidade para servir util-
mente de mecanismo jurídico:
15 a exemplo disto, podemos citar o Brasil que sofre hoje um processo de privatização, dentro desta
conjuntura, transferindo setores econômicos imprescindíveis da economia (telecomunicações,
exploração de minérios, ect.) para o setor privado. Contudo o governo ainda exerce o controle
destas atividades por meio de agências reguladoras, em razão da função estratégicas destes seto -
res à segurança nacional e a defesa dos consumidores.
“a política ou “polícia” pública, como se usava dizer na antiga linguagem
jurídica portuguesa, é um programa de ação governamental. ela não con-
siste, portanto, em normas ou atos isolados, mas sim numa atividade, ou
seja, uma série ordenada de normas e atos, do mais variado tipo, conju-
gados para a realização de um objetivo determinado. toda política públi-
ca, como programa de ação, implica, portanto, uma meta a ser alcançada
e um conjunto ordenado de meios ou instrumentos – pessoais, institucio-
nais e financeiros – aptos à consecução desse resultado. o que organiza e
dá sentido a esse complexo de normas e atos jurídicos é a finalidade, a
qual pode ser eleita pelos poderes públicos, ou a eles imposta pela
Constituição ou as leis” (ComParato, 2001, p. 5).
16 Conhecer o objeto da política pública é de extrema importância, pois deste modo se garante a efi -
cácia de um programa de ação governamental. a concretização das políticas depende diretamen-
te do grau de articulação entre poderes e agentes públicos envolvidos. na seara dos DFsP, como
educação, saúde, previdência, é imprescindível tal articulação, resultado de um sistema comple-
xo de estruturas organizacionais e recursos financeiros (BuCCi, 2002, p. 249).
17 É sabido que Canotilho reviu alguns pontos de sua obra “Constituição dirigente e vinculação do
legislador”. Porém, não coadunamos com a tese defendida por um setor da doutrina, segundo o
qual o constitucionalista português teria negado todo o conteúdo de sua obra. analisando o
“famoso” prefácio da 2ª edição da citada obra (Coimbra: Coimbra editora, 2001); e o livro
“Canotilho e a constituição dirigente” (CoutinHo, 2003), consideramos sim, que houve algu -
mas mudanças de posicionamento, porém o autor continua defendendo a força normativa da
constituição, porém não mais como um instrumento revolucionário da ordem econômica e social.
Desta forma, acreditamos que o supraexposto das ideias de Canotilho no presente trabalho ainda
está atual com relação ao pensamento do autor e às modernas teorias do direito.
fa, ou seja, como programa de ação. o sentido dinâmico programático destas
disposições, exige a existência de atos de direção político-programática. Com
isso, a vinculação jurídico-material do programa constitucional não visa elimi-
nar a liberdade de conformação dos órgãos constitucionais titulares da com-
petência política, mas sim estabelecer fundamento constitucional para a polí-
tica. De outra forma, o modelo constitucional dirigente não visa substituir a
política, mas sim se tornar premissa material desta. a constituição não objeti-
va apenas constituir um limite à direção política, sua função essencial seria
fornecer um impulso diretivo material permanente e consagrar uma exigência
de atuação (CanotiLHo, 1994, p. 463).
o processo de elaboração e implementação das políticas públicas, inseri-
das em uma sistemática onde os DFsP, enquanto normas programáticas, as
quais necessitam de um planejamento e racionalização dos órgãos públicos, a
fim de garantirem os pressupostos de igualdade material a todos, deve obriga-
toriamente levar em consideração os pressupostos principiológicos do estado
democrático de Direito. o ordenamento constitucional brasileiro, voltado
para os direitos fundamentais, imprime o dever dos dirigentes de tomarem
estes direitos como prioritários em relação aos outros diretos (não fundamen-
tais), no momento de estabelecer quais serão as políticas públicas implemen-
tadas, sob pena de flagrante inconstitucionalidade.
no Brasil, observa-se que a maior parte do objeto das políticas públicas na
área social (saúde, educação, assistência social, etc.) já está disciplinada norma-
tivamente, tanto em âmbito constitucional como infraconstitucional.18 Desta
maneira, percebe-se que um grande número de direitos, ditos programáticos,
já possui regulação normativa suficiente para sua implementação, necessitando
para isso, apenas de implementação de políticas públicas por parte dos admi -
nistradores. o wellfare state, que na sua origem era eminentemente um estado
legislativo, vem cada vez mais se transformando em estado administrativo
burocrático. neste contexto, o Poder executivo é o principal ator para a imple-
mentação de políticas públicas, cabendo a ele a criação dos programas necessá-
rios para a realização dos ordenamentos legais (KreLL, 2002, p. 21).
reforçando este posicionamento, rodolfo mancuso assevera:
18 seguridade social: arts. 192/204 da CF; previdência social: Leis nº 8.212/90 e nº 8.213/90; saúde:
Leis 8.080/90 e nº 8.142/90; educação: arts. 205 e 214 da CF, e Leis nº 9.394/96 e 9.424/96; entre
outras.
cidadãos, viria a ser paulatinamente suplantado pelo estado telocrático,
a saber, aquele que ao editar uma lei, nem de longe pode considerar cum-
prida sua tarefa básica, senão que, ao contrário, a partir daí vincula-se ao
dever de realização eficiente do programa estabelecido na norma-objeti-
vo. Paralelamente coloca-se o estado em posição de débito perante a
sociedade civil, na condição de credora daquelas realizações, posta a
sociedade como um fórum permanente, representativo dos cidadãos,
pagadores de impostos e titulares de direitos subjetivos públicos. É dizer,
enquanto à época em que se idealizou a tripartição dos poderes a promul-
gação de uma lei significava o fim ou o coroamento da precípua ativida-
de estatal e mesmo conferia legitimidade ao estado de Direito, hoje essa
atividade não basta ao estado social de Direito, em face do qual a pro-
mulgação de uma lei surge, na verdade, como... um começo: de uma
obrigação a ser adimplida, de condutas a serem implementadas, das cor-
rentes responsabilidades administrativas e políticas atribuídas ao estado
e aos seus agentes (v. g., CF art. 37, § 6º; art. 225, § 3º)”. (manCuso,
2002, p. 779).
20 apesar da importância do aspecto político na efetivação dos DFsP, não se pode perder de vista
que as decisões administrativas também estão atreladas ao princípio da legalidade, e consequen-
temente a força normativa da constituição, a qual determina que todos os poderes, inclusive o
executivo, observem e concretizem os direitos fundamentais. ao executivo cabe a melhor forma
de otimizar estes princípios e não a discricionariedade de respeitá-los ou não.
mãos do estado para alcançar tais objetivos. Para o tributarista espanhol, a
noção de estado social está intimamente ligada à de “estado fiscal”, pois seria
através dos tributos que o estado social retiraria sua principal fonte de recei-
ta para realização de suas funções, especialmente a efetivação dos direitos fun-
damentais. neste sentido, a tributação funcionaria como um eficaz meio de
intervenção econômica e social, e redistribuição de renda, dentro do estado
Democrático de Direito (estevan, 2002, p. 22-30).
a tributação se constituiria como uma espécie de pressuposto do estado
social e Democrático de Direito, uma vez que a administração prestacional, pa-
ra desenvolver suas funções, necessita de meios econômicos que são, primor-
dialmente, retirados dos tributos. assim, estado de Bem-estar social e estado
impositivo estariam inseparavelmente unidos. Parece claro que o estado, para
desenvolver suas funções, necessita retirar dos cidadãos grande parte dos
recursos, por meio de tributos. só assim, os poderes públicos contariam com
as verbas necessárias para alocar recursos suficientes para a concreção dos
direitos fundamentais (estevan, 2002, p. 37).
Porém, devido à complexidade das funções do estado, dificilmente há
recursos suficientes para fazer frente a todas as suas despesas. É preciso inves-
tir na economia, infraestrutura, máquina administrativa, enfim, em uma série
de setores que concorrem com os direitos sociais na alocação das verbas. Com
isso, alguns setores acabam sendo privilegiados em detrimento de outros. não
raramente, em países subdesenvolvidos, principalmente, a busca desesperada
em chegar no patamar do “desenvolvimento”, faz com que seus governantes
procurem subsidiar o processo econômico, deixando em segundo o plano o
setor social. até mesmo nos países desenvolvidos como estados unidos, os
direitos sociais como saúde não estão ao alcance de todos.21
a falta de recursos suficientes para satisfazer toda a população em rela-
ção aos DFsP, ficou consagrada na doutrina e jurisprudência como “reserva do
possível”, onde se reconhece que o estado possui capacidade limitada de dis-
por sobre o objeto das prestações dos direitos sociais, de tal maneira que seu
cumprimento ficaria condicionado ao limite fático dos recursos.
em razão disso, a maior dificuldade de implementação dos DFsP reside
no fato de eles dependerem da alocação de recursos para concretizar o conteú-
do de seu objeto. necessidades básicas fundamentais como saúde, educação e
assistência social, exigem um voluptuoso investimento para a construção e
aparelhamento de escolas, hospitais, e um eficiente sistema de seguridade
social. estas características dos DFsP constituem sua grande problemática,
21 amarya sen, em sua obra, levanta os dados do serviço insuficiente da saúde americana.
pois para sua efetivação são necessárias prestações que necessitam de recursos
financeiros, e que por sua vez dependem da conjuntura sócio-econômica do
país. ou seja, a eficácia dos DFsP está diretamente relacionada com os meios
fáticos para sua consecução, sobretudo meios econômicos. Qualquer estudo
sério sobre eficácia dos DFsP deve necessariamente abordar este questiona-
mento. Com isso, se percebe que a grande dificuldade de conferir eficácia aos
DFsP reside na dependência da real existência dos meios para cumprir com
sua obrigação.22
em razão, da necessidade de recursos para a efetivação dos DFsP, muitos
defendem que tais direitos só poderiam ser realizados de forma satisfatória em
países de economia forte. Dentro desta perspectiva, os países pobres ou em
desenvolvimento não seriam capazes de arcar com os custos destes direitos.
amartya sen não compartilha deste entendimento, pois que expõe apesar de
estes países possuírem menos recursos para investirem em setores como saúde
e educação, em compensação, possuem o custo da mão-de-obra relacionadas
a estes serviços, bem menores que os dos países desenvolvidos. sendo assim, a
dificuldade de se implementar os referidos serviços acabariam por se equiva-
ler, tanto nos países desenvolvidos, onde apesar de possuir maiores recursos,
o custo do serviço é mais elevado; quanto nos países subdesenvolvidos, onde
apesar de possuir menos recursos, o valor do serviço é bem menor.
na verdade, o condicionamento da implementação dos DFsP, seria
muito mais em razão de preferências políticas, do que realmente da falta de
recursos, em se tratando de serviços básicos de saúde e educação. não pode-
mos esquecer de que não são apenas os direitos sociais que possuem um alto
custo; os direitos civis e políticos, igualmente oneram excessivamente os co-
fres públicos, independentemente da natureza jurídica dos direitos funda-
mentais (liberdade, proteção, prestacionais).
não são apenas os direitos de proteção e liberdade que exigem uma abs-
tenção por parte dos poderes públicos, os direitos prestacionais também apre-
sentam uma dimensão negativa, obrigando o estado a não afetar benefícios
sociais, como o direito à saúde, ou moradia, ou educação, privando seus titu-
lares de seu gozo (aBromoviCH e Courtis, 2003, p. 138). Da mesma
maneira ocorre com os direitos civis e políticos. ora, para garantir a não inter-
22 a eficácia dos DFsP talvez seja hoje um dos principais problemas relativos à temática dos direi-
tos fundamentais. o autor ingo sarlet, analisando a questão, expõe preliminarmente que todos os
direitos fundamentais, em nosso ordenamento jurídico, são imediatamente aplicáveis, em razão
do art. 5º, § 1º, da Constituição brasileira de 1988. ele reconhece a “baixa densidade normativa”
dos DFsP; porém, apesar de baixa, o autor aponta sua existência, pois não há norma constitucio -
nal desprovida de qualquer eficácia (sarLet, 1998, p. 236 e ss.).
venção do estado na esfera individual, ou proteger o cidadão de ameaças ou
lesões de diretos, é preciso a existência de todo um aparato jurídico, que con-
siste no poder judiciário. tal aparato possui um elevado custo de infraestrutu-
ra e pagamento de recursos humanos. além disso, é preciso um eficiente corpo
policial, com sua respectiva infraestrutura, sem falar nas penitenciárias e do
custo de seus detentos.
o que é importante ter em mente é que não são apenas os DFsP que pos-
suem um elevado custo e estariam muitas vezes limitados à reserva do possí-
vel, o mesmo também pode acontecer com os direitos civis e políticos.
tomemos como exemplo o sistema carcerário brasileiro. ora, quantos presos
não estão soltos em razão de não haver vagas nas penitenciárias, ou pela falta
de infraestrutura das polícias brasileiras? Quantas pessoas não têm acesso ao
poder judiciário, em razão da falta de recursos ou da impossibilidade da defen-
soria pública em atender toda a população carente? Quantos municípios se-
quer possuem uma comarca judicial?
entre estas e outras é preciso derrubar o tabu de que os DFsP não seriam
direitos fundamentais, uma vez que seriam normas sem eficácia, ou não
seriam direitos públicos subjetivos diretamente aplicáveis, ou por estarem ads-
tritos a reserva do possível, padeceriam de fundamentalidade. reconhecemos
que tais direitos estão suscetíveis a oscilações econômicas e financeiras, talvez
mais do que outras espécies de direitos fundamentais, porém estes problemas
não são exclusivos dos DFsP, mas sim de todos os direitos. o que há na ver-
dade, é uma prioridade política de promoção de alguns direitos em detrimen-
to de outros. não é sem razão que Fateh azzam expõe que uma das maneiras
para se averiguar o comprometimento de determinado país em relação aos
direitos fundamentais, seria através de sua análise orçamentária. a destinação
anual das verbas orçamentárias demonstra o grau de comprometimento de
determinado estado com os direitos fundamentais, especialmente quando
contrasta estes gastos com outros dispêndios, como os militares, por exemplo
(aZZam, 2005, p. 28).
inegavelmente a falta de recursos financeiros limita sobremaneira a efi-
cácia dos DFsP, porém é preciso desmistificar alguns preconceitos e tabus em
relação a esta espécie de direitos fundamentais. stephen Holmes e Cass
sunstein demonstram de forma muito elucidativa que todos os direitos pos-
suem um custo, independente de tratar-se de direitos prestacionais, ou de
liberdade ou proteção. Pois todos direitos seriam garantidos pelo estado, inde-
pendentemente de serem direitos voltados ao bem-estar social, ou aos direitos
de propriedade. os autores afirmam que:
“rights cost money. rights cannot be protected or enforcement without
public funding and support. this is just as true of old rights as of new
rights, of the rights of americans before as well as after Franklin Delano
roosevelt’s new deal. Both the right to welfare and the right to private
property have public costs . the right of freedom of contract has public
costs no less than the right to health care, the right to freedom of speech
no less than the right to decent housing. all rights claims upon public
treasury” (HoLmes and sunstein, 1999, p. 15).
24 os autores Holmes e sunstein trazem vários exemplos onde a preservação e eficácia dos direitos
de liberdade e defesa dependem do poder do estado. Direitos de cunho eminentemente privado,
como o direito contratual na esfera civil, dependem do poder público, pois sem o poder judiciá-
rio a parte credora não teria como satisfazer a obrigação acordada. somente pela via judicial a
parte credora é compelida a satisfazer o crédito, a menos que voltássemos à era da autotutela, o
que definitivamente não é o caso (HoLmes and sunstein, 1999, p. 52). o direito de proprie -
dade só existe em razão de um complexo de normas que visam assegurar os bens nas mãos dos
proprietários. Para isso existe todo um esforço legislativo neste sentido, sem falar em todo o apa -
rato de segurança pública para a preservação da sociedade e de um sistema jurídico eficiente e
rígido que puna os infratores. tomemos, também, o exemplo da liberdade de expressão. a liber-
dade de expressão além de exigir a abstenção do estado no sentido de que ele não impeça a livre
manifestação, exige da mesma forma a atuação positiva do estado para regular seus limites, atra -
vés de leis e da fiscalização do poder público, necessitando de um sistema de segurança para que
as manifestações coletivas em logradouros públicos possam ocorrer com segurança. De forma
análoga, a liberdade de religiosa, em estados Democráticos de Direito, são asseguradas como
garantias fundamentais do cidadão. assim, cumpre ao estado não impedir a escolha de determi-
nada manifestação religiosa. Porém, nestas espécies de estado, estes dificilmente obstaculizam o
exercício destes direitos. são os próprios cidadãos membros de diferentes religiões que ameaçam
o livre exercício da liberdade religiosa, através da intolerância, que muitas vezes é expressada de
forma violenta, cabendo ao estado, através do sistema de segurança pública e do sistema judiciá -
rio, coibir essas agressões, assegurando a todos o efetivo usufruto das liberdades reais.
bilhões, oitocentos e dezoito milhões, duzentos e cinquenta e sete mil, trezen-
tos e quarenta e cinco reais) com o poder judiciário e funções essenciais à justi-
ça. seguramente, ninguém ousaria dizer que os direitos de liberdade e proteção
prescindem do Poder Judiciário, uma vez que não é outro poder que garante a
liberdade individual contra abusos do governo e a proteção dos indivíduos con-
tra lesões de terceiros. Poder este que é financiado com recursos públicos oriun-
dos de impostos e taxas de toda a população, mesmo daqueles que não usufruem
do serviço. serviço este que, como acabamos de ver, possui um alto custo, que
muitas vezes acaba sacrificando outros serviços essenciais, como sistemas de
esgoto, tratamentos médicos etc., para que possa estar operante.
o Poder Legislativo, da mesma forma, é altamente custoso para os cofres
da união, suas despesas chegaram na ordem de r$ 3.535.512.778,26 (três bi-
lhões, quinhentos e trinta e cinco milhões, quinhentos e doze mil, setecentos
e setenta e oito reais e vinte e seis centavos) aos cofres públicos do orçamen-
to de 2004. mais uma vez, importantes direitos e garantias individuais, como
o mandado de segurança, habeas corpus etc., não seriam assegurados e usu-
fruídos, caso o estado não disciplinasse tais direitos.
o que seria, então, do direito de propriedade, se o Poder executivo não
protegesse tais bens? Direitos de propriedade necessitam de um eficiente sis-
tema de segurança pública que iniba qualquer tipo de turbação em relação à
propriedade. É necessário um eficiente corpo de policiais bem treinados e
equipados, para realizarem a devida proteção ostensiva de bens e valores
alheios, sem falar de casas de detenções e presídios para punirem e retirarem
de circulação os infratores. não é a toa que o Governo Federal gastou a ordem
de r$ 3.213.148.017,00 (três bilhões, duzentos e trezentos milhões, cento e
quarenta e oito mil e dezessete reais) para a área de segurança pública;25 e de
r$ 13.891.305.504,00 (treze bilhões, oitocentos e noventa e um milhões, tre-
zentos e cinco mil, quinhentos e quatro reais) na área de defesa nacional,
todos estes recursos foram provenientes do orçamento da união de 2004.
os Poderes soberanos do estado (executivo, Legislativo e Judiciário) não
estão a serviço de determinada classe ou categoria de direitos fundamentais.
Cabe ao estado a proteção de todos eles, independentemente de sua natureza
jurídica ou grau de eficácia. ao Poder judiciário cumpre fazer valer tanto as
liberdades individuais, quanto os DFsP. no primeiro caso, o Poder Judiciário
25 Cabe ressaltar que apesar da vultuosa quantia, estes recursos se demonstram insuficientes para
garantir a segurança, seja da propriedade privada, seja dos cidadãos. Basta dizer que o índice de
criminalidade é muito elevado no país e que a maioria dos crimes não são solucionados, devido a
falta de infraestrutura e treinamento dos órgãos responsáveis pela segurança pública.
irá intervir quando houver abuso de poder pelo estado, no segundo caso quan-
do houver omissão. ao Poder legislativo cumpre o dever de legislar tanto para
promoção e proteção dos direitos de liberdade quanto para os direitos presta-
cionais sociais. ao executivo cabe o dever de realizar políticas púbicas de
segurança, como também políticas públicas na seara social.
ou seja, todas as espécies de direito exigem a atuação do estado; e toda a
atuação do estado implica um custo; então, inevitavelmente todos os direitos
possuem um custo. Desta forma o argumento de que os DFsP são muito cus-
tosos e por isso ficariam adstritos à reserva do possível, enquanto os direitos
fundamentais clássicos seriam auto-aplicáveis em razão de não dependerem
de recursos orçamentários, não pode mais ser aceita. todos os direitos são
muito custosos e só podem ser garantidos graças às receitas recolhidas dos tri-
butos. isto se aplica a todas as espécies de direito, independente de sua natu-
reza jurídica. agora, é claro que alguns direitos são mais onerosos do que
outros. mas pela análise do orçamento podemos averiguar que não existe o até
então pretendido abismo entre os custos dos DFsP e direitos de liberdade e
proteção, até então, tão defendido pela doutrina tradicional.
em razão de os direitos possuírem um custo e devido à escassez de recur-
sos, é quase impossível proporcionar o gozo efetivo de todos eles. inevita-
velmente, eles acabam sendo colocados na balança dos interesses públicos, a
fim de ver quais são os direitos que terão prioridade dentro do quadro de limi-
tados orçamentos. os poderes executivo e legislativo possuem a árdua tarefa
de selecionar quais são as prioridades de determinada sociedade e, então, alo-
car os recursos orçamentários para fazer frente a estas necessidades. o estado
Brasileiro, sendo um estado Democrático de Direito, não pode ter como prin-
cipal necessidade, outra que não os direitos fundamentais. sendo assim, tais
direitos devem sempre ter primazia no momento de eleição das prioridades
que obterão a destinação das verbas orçamentárias. ou seja, tanto os direitos
de liberdade e proteção, quantos os DFsP, terão primazia no recebimento dos
recursos, pois todos são considerados direitos fundamentais e indispensáveis à
dignidade humana.
Deve-se aí, procurar um ponto de equilíbrio no sentido de distribuir
equitativamente os recursos entre os diferentes grupos de direitos fundamen-
tais. Pois se é certo que os direitos individuais não são absolutos, também é
certo que os DFsP também não são.26 ambos dependem de verbas orçamen -
26 Direitos individuais como o da intimidade podem ser limitados por razão de interesse público. É
o que acontece com a quebra do sigilo telefônico e fiscal, quando há fortes indícios contra o acu -
sado. Da mesma maneira, DFsP podem ser limitados quando razões urgentes mereçam preferên-
tárias para sua concreção e de certo modo dependem da conjuntura econômi-
ca e social, tanto local, quanto global. Direitos individuais podem ser limita-
dos em razão de ordem pública, como, por exemplo, o direito de propriedade
pode ser retirado compulsoriamente do domínio do indivíduo em benefício da
população, no caso de desapropriação por interesse público. os DFsP também
podem sofrer limitações, e a principal delas deve-se à escassez de recursos
públicos para o financiamento de políticas públicas sociais.
o importante é perceber que todas as espécies de direitos não são abso-
lutas, pois de um jeito ou de outro dependem de recursos públicos que são
oriundos do pagamento de tributos. Como foi apresentado, isto vale tanto para
os direitos sociais como para os diretos de liberdade ou proteção. Holmes e
sunstein tratam do problema de forma muito lúcida:
“(...)But since all rights depend on the state of the economy and public
finances, the decision to constitucionalize or not constitucionalize wel-
fare rights cannot be made on such grounds alone. not a single right
valued by americans can be reliably enforced if the treasury is empty.
all rights are protected only to a degree, and this degree depends partly
on budgetary decisions about how to allocate scarce public (HoLmes
and sunstein, 1999, p. 121).
6. em conclusão
referências Bibliográficas
27 outros importunos que podem gerar, de ordem econômica, referem-se à compra de mercadorias,
produtos, materiais etc., sem o procedimento de licitação, devido a urgência do cumprimento das
decisões judiciais, fazendo com que o governo sinta o impacto destas decisões no orçamento.
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