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Índice

Introducción del libro: ¿hacia dónde se dirigen los valores?...........................................................iii


Introduccion parte uno y dos............................................................................................................iv
Primera parte, ¿Hacia dónde se dirigen los valores?........................................................................1
¿Crepúsculo, choque o hibridación de los valores?..........................................................................2
¿Hacia un crepúsculo de los valores?................................................................................................3
Un humanismo tácito........................................................................................................................4
De lo universal a lo singular: la violencia de la globalidad...............................................................6
Los retos de lo inhumano: ¿Qué valores para las sociedades del siglo XXI?....................................9
La cultura de lo inhumano...............................................................................................................10
El abogado del diablo......................................................................................................................11
Proyecto universal y multiplicidad de las herencias.......................................................................13
¿Valores serios o valores frívolos?...................................................................................................16
Por un génesis subversiva de los valores........................................................................................17
¿Un siglo religioso? Pero, ¿será espiritual?.....................................................................................18
Desarrollo de las asociaciones y nuevas solidaridades...................................................................20
¿Hacia una feminización de los valores?.........................................................................................21
Segunda parte:.................................................................................................................................23
La mundialización, las nuevas tecnologías y la cultura...................................................................23
La mundialización y la “tercera revolución industrial”...................................................................24
El malestar en la globalización........................................................................................................25
La mundialización, la paz y la cosmopolítica...................................................................................25
Ciencia, tecnología y globalización..................................................................................................27
Las nuevas tecnologías y la cultura.................................................................................................29
La era del acceso..............................................................................................................................30
¿Está amenazada la cultura?...........................................................................................................32
Comentario Personal.......................................................................................................................34
Cuestionario.....................................................................................................................................35
Introducción del libro: ¿hacia dónde se dirigen
los valores?

Los datos económicos, políticos, sociales, culturales o educativos de mayor


importancia han evolucionado e incluso cambiado, de modo que no siempre
nuestra visión del mundo, nuestros valores, nuestros conceptos anticuados nos
permiten adoptar soluciones apropiadas a problemáticas esenciales. Además,
siempre hemos conseguido evitar la ruptura entre, por un lado, nuestros valores y
culturas y, por otro, la economía global, las reglas del mercado que nos dirigen y
las nuevas tecnologías que, aunque sin dejar de ser muy útiles, nos invaden.
Es muy importante recordar que los particularismos culturales y las ideologías
religiosas, que a menudo han sido desviados de su verdadero sentido, aparecen
cada vez más como respuesta única.
Más que nunca, es preciso sumarse a la ética edificada en valores dirigidos hacia
un mundo más justo, más solidario, un mundo abierto a todos donde reine la
libertad, la igualdad, la paz, la no discriminación, el respeto por la diversidad, el
reconocimiento de la riqueza de todas las civilizaciones.
Por lo tanto, la tarea fundamental y urgente consiste en volver a afirmar nuestra
estima por estos valores, convertirlos en el fundamento que motiva nuestras
acciones, nuestra coexistencia con el otro.
Nadie debe imponer a los demás su visión del mundo, su cultura, su modo de
pensar, su código moral. No cabe duda de que aceptar la diversidad e integrarla
en lo universal, sin caer en el relativismo constituye el mejor camino.
La principal preocupación de nuestra época debe consistir en dar, respetando las
diferencias, un sentido a esta pertenencia común a la humanidad, en el marco de
un proyecto humanista renovado.

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Introducción parte uno y dos

A raíz de los hechos ocurridos el 11 de septiembre de 2001, la forma en que


percibimos los valores han cambiado.
En estas dos partes del libro: ¿Hacia dónde se dirigen los valores? Se hablarán
sobre temas de mucha relevancia. También se hace referencia a la decadencia de
Occidente. n
Algunos temas nos hacen reflexionar sobre el camino que los valores están
tomando hoy en día. Nos hacen ver que la cultura, la forma de comunicación y los
mercados cambian gracias al fenómeno llamado “globalización”.
Todas las etapas que la humanidad ha sufrido a lo largo de la historia han creado
una gran repercusión en la forma en que percibimos los valores de la actualidad.
Ejemplos de estas etapas son: la caída de Occidente, la revolución industrial, el
feminismo, los avances tecnológicos, la globalización, entre otros.
Es importante conocer el camino que los valores están tomando, ¿hacia dónde se
dirigen los valores? La respuesta la conoceremos estudiando estas dos partes del
libro.

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1
Primera
parte,
¿Hacia
dónde se
dirigen los
valores?

2
¿Crepúsculo, choque o hibridación de los
valores?

¿resulta el choque de valores algo irremediable? En un contexto de


mundialización los valores parecen haber perdido parte de su universalidad, y las
certezas morales algo de su fuerza. Parece que la idea de relatividad es una forma
satisfactoria de tratar el problema.
Ante la crisis de los valores que ha marcado el siglo XX se impone la necesidad de
una reflexión prospectiva sobre el porvenir de los valores.
En estos capítulos estudiaremos la idea de “civilización de decadencias” aplicado
a las relaciones del hombre posmoderno con los valores.
También se hablará sobre la negociación como medio para poner a prueba lo que
denominan “humanismo tácito”. Este concepto se sitúa en el contexto de una
renovación de las formas de violencia que caracterizan el mundo moderno y
propone analizar desde una oposición simple dos tipos de organización, por un
lado, e. antiguo modelo de los Estados-naciones y, por otro, un modelo que surge,
impuesto por los flujos y redes nacidos de la mundialización, que excluye
definitivamente la posibilidad de considerar como logro la universalidad de los
valores.
Y, por último, se hablará sobre la hipótesis de una oposición entre lo mundial y lo
universal. Aquí se afirma que, al imponerse la distorsión y la ruptura, las fuerzas
de la mundialización dan lugar a la destrucción de lo universal.

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¿Hacia un crepúsculo de los valores?
Es importante subrayar el vínculo que se establece entre la decadencia de
Occidente y el imperialismo.
El mundo occidental muestra signos de vejez, podemos comprobar que muestra
signos de madurez que quizá no caracterizan su destino, pero si su vocación.
Vitalismo contra secularización
Aunque la filosofía del siglo XX se ha caracterizado muy a menudo por una forma
de “impresionismo sociológico” es innegable que uno de los rasgos más
representativos del conflicto actual entre el mundo occidental y sus enemigos
reside en el grado de secularización de las sociedades interesadas. Sin embargo,
resulta difícil decir cuáles son las causas de esta diferencia.
La disolución de las tradiciones comunes y de la fe en unos mismos valores, se
convirtió en un fenómeno de masas. Un exceso de memoria y de recuerdos nos
impide crear nuevos valores.
Cuando hablamos sobre “crepúsculo” nos referimos no solo a l declive del sol
cuando se pone, sino también la luz indecisa que anuncia su amanecer. Es decir,
a cualquier condición más espiritualizada que pretenda ser más verdadera que la
verdad que se ve, se toca, se mide.
Bienaventurada decadencia
Al hablar sobre la decadencia de Occidente, deberíamos de tomarla en serio e
incluir la idealización de la presencia, la plenitud y de todos los elementos que
parecen constituir la “verdadera vida”.
El individuo-masa de nuestras sociedades se basan en el nivel económico y
social, en un principio de homologación de los gustos, de los comportamientos y
de los valores. Puesto que la sociedad ha perdido muchos de sus aspectos
comunitarios tradicionales, esta homologación resulta ser, en lo que respecta a los
valores, una homologación débil.
El valor de la caridad. Por una civilización en decadencia.
Si el super hombre no quiere quedarse preso de la verdad, debe abrirse a la
caridad, es decir, a unos criterios de racionalidad vinculados al respecto de los
otros sujetos, más que a la idea de poseer un valor que mereciera afirmarse a
cualquier precio.
Sin embargo, hoy en día sabemos que el desarrollo no puede ser infinito, al menos
en el terreno meramente cuantitativo.

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Si trasladamos nuestra reflexión al ámbito de los valores, encontramos el concepto
de secularización y particularmente la secularización incompleta de los “países
terceros”.
Entonces, podríamos cuestionarnos: ¿existe alguna otra vía entre el
eurocentrismo y el universalismo? Esta vía podría consistir en una negociación
explicita que respetara las diferentes tradiciones, sin que eso significara traicionar
la nuestra.
Sin embargo, primero debe producirse un cambio de actitud en nuestros países
para no caer en el error de creer que la única forma de protegernos de los asaltos
de grupos o sociedades fundamentalistas es volvernos fundamentalistas.
La novedad de la situación reside en nuestra manera de vivir los valores. Ceder
ante la tentación de volver a ser violentos y “jóvenes” significaría sobrevivir a costa
de renunciar a lo que constituye nuestra vida, no en el sentido biológico sino
biográfico y ético.
La secularización inacabada es un fenómeno que ante todo nos afecta a nosotros.
Esto significa que debemos tomar conciencia de que, cuando las armas se
convierten en la única solución, ya no tenemos oportunidad de salvarnos.
Cabe dar así una dimensión menos agresiva a nuestro desarrollo y reproducirlo en
el ámbito de la calidad de las relaciones entre personas y entre sociedades. El
reparte de bienes entro los diferentes países nos impone una verdadera cultura de
la reducción.

Un humanismo tácito
La crisis de los nombres
Todos sentimos que los hechos del 11 de septiembre de 2001 nos empujaron a
recurrir a nuestras intuiciones de crisis, alarma y ruptura. Desde esa fecha se han
propuesto muchos términos y nombres. “terrorismo” es uno de ellos, “civilización”
es otro.
En todas partes las concepciones morales apelan a la humanidad para encontrar
nombres para su alteridad. La crisis de nombres y nombramiento exige una
respuesta.
Todos sentimos que ésta es una guerra de nombres y mundos. Sin embargo, se
trata de una guerra profunda, es decir, una guerra que trasciende de los motivos
confesados e incluso la naturaleza misma de los protagonistas y los países
implicados. Se trata de una guerra sobre el futuro del Estado-nación como
referente de la civilidad, la soberanía, la autoridad moral y como detentador del
monopolio de la violencia legítima.
Guerras de diagnostico

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La globalización ha producido formas especiales de incertidumbre sobre la
identidad colectiva, lo cual ha creado nuevos tipos de violencia colectiva en
nombre de la identidad ética.
Una guerra de diagnóstico es una guerra en la que los grandes actos de violencia
tienen por objetivo descubrir y diezmar el enemigo. Estas guerras forman parte de
un mundo en el que la violencia no se dirige contra un enemigo conocido, sino que
es un intento de encontrar al enemigo.
Hemos entrado en un mundo en el que todas las caras podrían ser una máscara.
En este mundo los enemigos ya no producen guerras, son las guerras las que
determinan y diagnostican enemigos.
Las guerras de sistemas mundiales
Este no es un choque de civilizaciones, sino un choque de sistema mundiales, la
mejor forma de entender este choque es comparando el mundo “vertebrado” con
el mundo “celular”. El mundo vertebrado es el mundo del Estado-nación, definido
en términos más o menos ajustados a la realidad. Son parte de este mundo
vertebrado las multinacionales, que cruzan fronteras y desdibujan lealtades, pero
siguen funcionando esencialmente por cooptación, invasión, influencia o
corrupción de las formas de Estados actuales.
El mundo celular (o invertebrado) no se reduce a un mundo de flujos y redes, pues
también funciona a través de formas completamente diferentes de coordinación y
coherencia. Funciona por multiplicación, aislamiento de las unidades funcionales y
acción por imitación o simpatía y no por mando, y se basa en la reproducibilidad
infinita de ciertos principios mínimos, ya sean ideológicos o funcionales.
La celularidad también es un aspecto clave de muchos movimientos de
globalización, cuyo funcionamiento se parece mucho porque no obedecen a
fronteras nacionales. La llamada “sociedad civil mundial”, por tanto, adopta
muchas veces formas celulares.
En suma, el choque que presenciamos se produce entre todo el sistema de
gobernabilidad mundial.
El capitalismo se ve ahora dividido en su dimensión celular (basado en lo furtivo, lo
criminal y su movilidad transfronteriza) y su dimensión vertebrada (todavía basada
en la protección del Estado, los instrumentos burocráticos y los mercados
nacionales).
Un humanismo tácito
¿Qué tipo de valores puede guiarnos en esta lucha, que no ha hecho más que
comenzar y nos ha cogido desprevenidos?

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Lo que se necesita es una especia de humanismo tácito, un humanismo que esté
preparado para ver ideas universales en los objetivos planteados asintóticamente,
sometidos a una negociación continua, y que no se base en axiomas
preestablecidos. El humanismo tácito no cree en la equivalencia de todos los
mundos morales posibles, sino en la producción de valores a partir de un debate
comprometido,
Este humanismo tácito deberá reconocer que ya no podemos basarnos en las
certezas morales de la nación, que hemos entrado en un período en el que habrá
que reformular a conciencia el derecho a ser civil.
Quizá debamos dejar de dar por sentadas las ideas universales y empezar a
practicar el arte se construcción una por una a medida que se produzcan nuevas
situaciones excepcionales. Esta es una perspectiva difícil, pero quizá sea nuestra
mejor baza: un humanismo preparado para la negociación sin reparar en las
fronteras y desvinculado de cualquier idea universal innegociable.

De lo universal a lo singular: la violencia de la


globalidad
Entre los términos “mundial” y “universal” existe una analogía engañosa. La
universalidad es la de los derechos humanos, las libertades, la cultura y la
democracia. La mundialización es la de las técnicas, el mercado, el turismo y la
información. La mundialización parece irreversible, mientras que el concepto de
universal se consideraría más bien en vías de extinción, al menos tal como se
constituía en sistemas de valores a escala de la modernidad occidental, sin
equivalente en ninguna de las otras culturas. Cada cultura que se universaliza
pierde su singularidad y muere.
Las demás culturas murieron por su propia singularidad, lo que supone una
hermosa muerte, mientras que nosotros morimos a causa de la pérdida de toda
singularidad, de la exterminación de nuestros valores, lo que representa una
“muerte horrible”.
La mundialización destructora de la universalidad
Nosotros consideramos que el destino de cualquier valor es alcanzar la
universalidad, sin tener en cuenta el peligro mortal que conlleva dicho impulso.
Más que alcanzar una cumbre, se trata de conseguir una disminución o una
elevación al grado cero del valor.
En realidad, la universalidad perece en la mundialización. La dinámica de lo
universal como trascendencia, como fin ideal, como utopía, deja de existir en su
forma cuando se realiza. La mundialización de los intercambios acaba con la
universalidad de los valores. Es el triunfo del pensamiento único sobre el
pensamiento universal,

7
No es el localismo lo que sucede al centralismo, sino la dislocación; lo que sucede
a aquello concéntrico no es la descentralización, sino la excentricidad, es decir, la
desintegración de la universalidad. La mundialización es tanto la homogeneización
como a la discriminación creciente.
El orden mundial: violencia y desorden
Se ha roto el espejo de la universalidad: en efecto, podríamos ver en él algo
parecido al estadio del espejo de la humanidad, aunque puede que sea una
suerte, porque en los fragmentos de este espejo roto de la universalidad todas las
singularidades vuelven a aparecer: las que creíamos que estaban amenazadas
sobreviven, y las que creíamos que habían desaparecido resucitan.
La universalidad era una cultura de la trascendencia, de la reflexión del sujeto y
del concepto, una cultura con tres dimensiones: el espacio, lo real y la
representación. El espacio virtual es el de la pantalla, la red, la inmanencia, lo
numérico.
Al crear un choque entre todas las dimensiones, la pantalla de la globalización
crea un espacio-tiempo sin dimensión.
Conocemos a la virulencia como una violencia viral en el sentido de que no opera
de forma directa, sino por contigüidad, por contagio, por reacción en cadena y que
tiene por objetivo la perdida de todas nuestras inmunidades. También en el sentido
de que, al contrario que la violencia negativa o histórica, esta opera por exceso de
positividad.
La insurrección de las singularidades
Detrás de las resistencias cada vez más vivas contra la mundialización,
resistencias sociales o políticas, que pueden aparecer como un rechazo arcaico
de la modernidad, cabe percibir una reacción al dominio de la universalidad.
Lo que puede surgir de la fragmentación del sistema mundial son las
singularidades. Las singularidades no son ni positivas ni negativas. No
representan una alternativa al orden mundial, sino que se sitúan en otra escala. Su
único beneficio absoluto es romper el poder de la totalidad. Son la desesperación
de todo pensamiento único y dominante, pero no son un pensamiento contrario
único.
La singularidad puede ser sutil y pacífica, pero existen otras singularidades,
violentas. La singularidad extrema, la singularidad radical es sin duda, una
singularidad en el sentido de que pone la muerte en juego.
El terror no tiene fin, es un fenómeno extremo, es decir, que se sitúa más allá del
fin en cierto modo. La sola violencia simbólica, la que no tiene sentido y no lleva
implícita ninguna alternativa ideológica, amenaza realmente el sistema.

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El terrorismo no tiene objetivos y no se valora a través de sus consecuencias
reales.
Podemos percibir la superioridad absoluta del terrorismo en el nivel simbólico en
esta capacidad de utilizar una estrategia de desvío y de cambio total del poder
adverso, mientras que dicho poder no tiene ninguna posibilidad de conseguir lo
mismo.
El terrorismo está por todas partes, como un virus, la última etapa de la
mundialización. Cabe resaltar que todos nos hemos vuelto fotosensibles al
terrorismo.
Todo esto, sin duda, tiene una causa profunda: no resulta tan insoportable la
desgracia, el sufrimiento o la miseria en si como el propio poder y su arrogancia.
Lo que no podemos soportar ni aceptar es la aparición de este reciente poder
mundial.

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Los retos de lo inhumano: ¿Qué valores para las
sociedades del siglo XXI?

La inhumanidad es más amenazadora por el hecho de que, a menudo, tiene su


origen en el propio discurso de lo humano. Representa una desviación de nuestros
discursos culturales que es importante tener en cuenta.
Si queremos evitar que lo étnico acabe con lo ético, debemos empeñarnos en
buscar un nuevo tipo de relación entre nuestra modernidad y la idea de tradición.

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La cultura de lo inhumano
El ser humano ha alabado la cultura como fundamento o esencia de nuestra
humanidad. Sin esta relación tangible con nuestra cultura, sea cual fuere, no nos
consideraríamos seres humanos.
El pluralismo, la diversidad y la diferencia, tan provechosos al principio, se
convirtieron en gérmenes de una discriminación tan virulenta e intolerante como
una ideología racial.
No existe neutralidad posible que pueda intermediar, ya que cada cultura
determina sus propias reglas del juego; ya ninguna ley puede juzgar porque cada
cultura promulga sus propios derechos a partir de sus propias convicciones.
La violencia de las reivindicaciones culturales
La búsqueda de la libertad, que se encontraba en la base de toda emancipación
humana en la cultura, desaparece ante la de identidad.
El discurso de la diferencia, que en principio debía hacernos estar más atentos a
eso que llamamos alteridad, ha tenido un efecto contrario y ha estimulado la
necesidad de identidad.
El individuo moderno está sufriendo sus consecuencias en esta forma de
esclavitud moderna que los médicos llaman “estrés”, porque es víctima de la
ilusión de ser su propio dueño, mientras que en realidad sirve a los objetivos
oscuros de la multitud, dentro de la paradoja de un individualismo que resulta ser
una ideología de masa en lugar de una singularidad creativa.
La pertenencia a una misma cultura o religión no es una garantía de tolerancia o
de felicidad política, porque la unión cultural no presupone una unión política, sino
más bien una unión civil.
La ilusión cultural provoca sus mayores desastres: cuando se cree que se es ser
humano solo por tener una cultura y no una naturaleza, cuando la dignidad del ser
humano se encierra en su origen étnico, religioso, nacional o imperial. Ya no se
entiende entonces la palabra “cultura” como la libre perfección de uno mismo, sino
como un juramento de fidelidad de la conciencia a una primacía determinista.
La desorientación que actúa en la comunicación se define por un sobrepujamiento
cultural restringido a las pasiones de la opinión.
La sociedad actual es tribal en sus instintos de defensa y de supervivencia.
El humanismo con rostro inhumano
La cultura moderna se caracteriza por el hecho de que todos los derechos
humanos se transforman en códigos inhumanos. Se sustituye la soberanía, es
decir, el dominio que tenemos sobre nosotros mismos, por la supremacía, que es
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el dominio que tenemos sobre los demás. La tolerancia, que representa el rechazo
de lo intolerable, se ha transformado en un derecho a la intolerabilidad.
Uno de los más sutiles retos de la inhumanidad se inspira en el propio humanismo,
cuando unos derechos culturales sin límites se convierten en anhelos ocultos de la
fuerza.
La imagen de lo humano no se encuentra en ninguna parte de la cultura.
La misión de cualquier cultura es distinguir lo humano de lo inhumano. Pero el
gusto por las diferencias se ha llevado hasta tal punto que el ser humano ha
difuminado sus diferencias. Los hombres ya no quieren parecerse a los hombres.
El hombre ya no le da mucha importancia a su naturaleza. Se acomoda en una
cultura inhumana para afirmar su diferencia.
Una relación problemática entre modernidad y tradición
La confrontación entre la modernidad y la tradición ha hecho que perdieran su
inspiración; las ha estimulado ideológicamente, pero las ha desacreditado
moralmente.
Se podría interpretar lo que denominamos “alteridad” como la propia anterioridad
en el tiempo.
Los hombres ya no gobiernan el mundo, sino que el mundo gobierna a los
hombres. En la globalidad, el instinto hegemónico de cada cultura se otorga
libertad de acción. Todo lo que aspira a la globalidad y la comunicación tiende
secretamente a la dominación.
Cualquier cultura que aspira a la globalidad se vuelve inhumana cuando pretende
encarnar la totalidad del intercambio humano.
Hacen falta dos tiempos para humanizar el mundo.

El abogado del diablo


El problema principal de la filosofía moral de hoy en día es la liberación del
egocentrismo del Otro. Este fenómeno se conoce como “propaganda de los
derechos humanos”, una fórmula que ofrece la ventaja de ser generalmente
aceptable, pero que tiene la desventaja de ocultar el sentido profundo, en términos
sistémicos, del egoísmo del Otro.
El papel del abogado del diablo
La expresión “abogado del diablo “proviene del vocabulario de la curia romana, o
para ser más exactos de su populación.
El diablo quiere demostrar, siempre con buenos motivos, que los santos
potenciales no eran verdaderamente santos. A fin de cuentas, el diablo no resulta
menos piadoso que el sacerdote que desempeña su papel en el proceso.
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No cabe duda de que la figura del abogado del diablo se ha desvinculado, con el
principio de los tiempos modernos, de las formalidades romanas, y se ha
convertido en un símbolo puro y simple de la negatividad útil.
El hombre en juicio
Desde la época de San Agustín la historia antropológica se ha caracterizado por
una fuerte tendencia a exagerar la culpabilidad del ser humanos tuviéramos que
dar otra razón más discreta. Sin embargo, recurriríamos sin duda al hecho de que
la Ilustración se haya esforzado por organizar un refémndum permanente en favor
de la desculpabilización del ser humano.
Lo que se trata es comprender las condiciones de posibilidad de la resistencia de
la ley divina y de revelar en estas condiciones los motivos de la disidencia
pecadora.
Análisis de una subjetividad destronada.
Aquí se adquiera la deducción metafísica de la exterioridad. Lo único que es cierto
es que el diablo de San Agustín, no reivindica motivos ajenos a su revuelta contra
el origen. Encuentra todo lo necesario para la revuelta en sí mismo o más
precisamente en su capacidad de libertad, su más importante facultad.
No se puede cuestionar la causa o el origen de su mala voluntad. Quiere lo que
quiere y nada más. La voluntad o, en palabras más modernas, el deseo del
disidente se orienta hacia sí misma y no hacia el Otro, que ontológica y
moralmente está al frente o antes que él.
El mismo hecho de empezar por uno mismo, constituye el principio del pecado y
del egotismo. El pecado es una operación incoativa en la que los vínculos entre la
originalidad y la negatividad son estrechos.
Así crea Satán el modelo de todo aquello que, en Europa, durante miles de años,
se ha denunciado como un egocentrismo deplorable y como una tentación
irresistible para los mortales, además de todo lo que se ha concebido como su
imperfección innata.
Lo que al diablo le importa es la revuelta pura. Quiere esquivar o extraerse, por
rotación, del cara a cara con el Uno todopoderoso. Quiere la rotación como tal.
Solo puede desviarse de todo lo que representa el orden y el problema divino a
partir de la libertad no motivada.
El círculo del mal que lo rodea simboliza la clausura sistémica. El diablo, amo de
este mundo, se convierte así en el amo del egocentrismo.
Satán solo habría podido usar su libertad sin cometer un pecado si hubiera
decidido no utilizarla. Utilizar la libertad significa, en cambio, colocarse en una
posición de insurrección y decidirse por la propia liberación existencial, o también

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podríamos decir que por la distancia o la resistencia. De la insurrección, según
este análisis, nace la distancia, que es la única que permite observar desde fuera
la unidad entre creador y criatura.
Por una liberación satánica del hombre
La distancia se convierte, así, en el hijo problemático de la metafísica clásica.
La extrañeza es la situación de inicio, natural e inocente, entre individuos que
nunca han estado unidos en ningún lugar y que se encuentran por casualidad.
Solo el prejuicio metafísico de la unidad impone imaginar la extrañeza como
alienación y arrebatar así a la multitud su dignidad ontológica y con ella su
inocencia práctica.
Agustín introduce la famosa curvatura en uno mismo, que critican siempre que los
hombres eluden la norma de la extraversión, o del hecho de volverse hacia el
objeto, y se colocan ellos mismos antes que sus relaciones con los demás. Esta
expresión no indicaba únicamente la operación actual de cometer un pecado, sino
que se refiere también al resultado de una posición obstinadamente errónea del
sentido moral aquí el sujeto, aunque tenga buena voluntad, ya no puede
compensar.
Después del lapsus, los mortales, en calidad de descendientes de Adán y de
Satán, están inmovilizados en su catástrofe y ya no son libres de volver a
establecer, por sus propios medios, el contrato anulado con el Todopoderoso y su
principio personal. Se han pervertido o “enredado” de manera irremediable y
dependen totalmente, por consiguiente, de la atención del otro lado.
Esta atención se presenta, durante toda una era, bajo el nombre de “gracia”. Esta
palabra da una indicación sobre el enderezamiento de la curvatura que solo el
Otro puede conseguir. Muy a menudo, sin ser conscientes de ello, se ofrece como
el abogado del egotismo aun no emancipado y liberado del Otro. Así, a este
abogado del diablo moderno le correspondería quitarle al hombre el peso inmenso
del pecado cristiano e interceder, finalmente, en favor del egocentrismo y de la
insurrección, dejando espacio en el discurso del pensamiento humano para el
principio de distancia, la verdadera dimensión, al fin y al cabo, el diablo.

Proyecto universal y multiplicidad de las


herencias
La responsabilidad de los intelectuales no es anticipar evoluciones borrosas y
sometidas a un número infinito de coyunturas, sino mantener su función de
instructores públicos independientes de los políticos y de los expertos en
economía y ciencias sociales.
Las verdades a medias del discurso cultural

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No debemos concebir las relaciones interculturales con términos de fronteras, sino
en términos de influencias cruzadas entre centros con una proyección que
desconoce fronteras.
Los centros culturales dispersados por el mundo merecen el nombre de núcleo por
el hecho de que el efecto que ejercen fuera es el de una radiación, un efecto de
luz, cuyo radio de acción depende tanto de la capacidad de recepción de los
demás centros como de la capacidad de influencia de la fuente emisora.
La identidad es de naturaleza esencialmente histórica. El adjetivo histórico le
atribuye un sistema de cambio que permite la reunión, la acumulación, la
inteligibilidad del relato. La trama de un relato convierte una diversidad de
acontecimientos, una pluralidad de protagonistas, un enmarañamiento de
casualidades heterogéneas, intenciones de proyectos, en una unidad de sentidos
que solo es posible por la inteligibilidad del acto.
Hacer promesas no es casi nada, cumplir con ellas es dar un respaldo a la
identidad. La identidad procedente de la conjunción entre el relato y la promesa
evita la trampa de la repetición, con sus arrogancias y también sus humillaciones.
Así, la profesión de la identidad ya no es víctima de las malicias del olvido de los
interesados, ni de los artificios de la repetición con sus conmemoraciones
impuestas.
Los valores étnicos y espirituales presentados como verdades, cabe renunciar a
un tipo de universalidad que no haya pasado por el filtro de la identidad narrativa y
de la promesa de futuro. La única universalidad digna de ser invocada solo puede
enfocarse como horizonte de los intercambios entre herencias semánticas
formadas y transmitidas por el canal de las lenguas naturales, sometidas, también,
a la inevitable pluralidad humana.
Nos equivocamos mucho al evaluar los cambios que afectan los valores morales
dentro de una misma cultura, si no se tienen en cuenta las diferencias de ritmo
temporal de estos cambios, que podríamos clasificar en cambios a corto, mediano
y largo plazo.
El milagro de la traducción
El papel de la traducción constituye la respuesta decisiva al fenómeno no
irrecusable de la pluralidad humana con sus aspectos de dispersión y de
confusión.
La traducción constituye un paradigma para todos los intercambios, no solo de
idioma a idioma, sino que también de cultura a cultura.
La primera realidad es que no hay ninguna lengua universal, sino solamente
lenguas que llamamos naturales para diferenciarlas de las lenguas artificiales.

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El milagro de la traducción es producir una igualdad supuesta de sentido que, a
pesar de no ser idéntico, por falta de una tercera palabra de comparación entre los
dos idiomas, puede pretender ser el equivalente del significado de partida.
No solo siempre se ha traducido, sino que hay nuevas culturas que proceden de la
especie de hibridación realizada por la traducción de grandes corpus de textos.
Lo intraducible absoluto no existe; la traducción, a pesar de su imperfección, crea
semejanza donde parecía que solo había pluralidad. Estas semejanzas creadas
por la labor de traducción se unen “proyecto universal” y “multitud de tradiciones”.
Una labor de luto
No sería exacto pensar que nuestras tradiciones culturales solo se constituyen de
logros acumulados; también se debe pensar en términos de perdida. El trabajo de
memoria no se realiza sin un trabajo de luto.
Todos los países han sufrido algún momento de su historia una pérdida de
territorio, de población, de influencia, de respetabilidad, de credibilidad. La
capacidad de llevar a cabo el luto siempre se tiene que aprender y volver a
aprender.
Hay que aceptar que en nuestras historias vitales existen fragmentos
indescifrables, que ciertos daños sufridos u ocasionados son irreparables. Una vez
admitida esta parte del luto, nos podemos entregar a las luces cruzadas entre
focos de cultura dispersados, a la reinterpretación mutua de nuestras historias y a
la labor siempre inacabada de traducción de una cultura a otra.

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¿Valores serios o valores frívolos?

Los valores pierden todo fundamento con esta noción de frivolidad. Sin embargo,
paradójicamente, la noción de valor está cada vez más presente en nuestros
discursos y, por lo visto, su sentido es cada vez más fuerte.
En esta sección se propone más complejidad en la ética y se recuerda en este
sentido la necesidad de admitir e integrar en nuestras acciones la importancia de
las divergencias que existen entre sistemas de valores distintos, pero también
entre ámbitos tan diferentes como la ciencia, la ética y la política.
También se recuerda que resulta inadmisible que este debate se limite al contexto
histórico del pensamiento filosófico y moral de Occidente. Y se prefiere la idea de
una génesis subversiva de los valores.
Por último, se ofrece otra visión del relativismo que afecta en la actualidad
nuestros valores comparando al hombre de la época de la Ilustración con el
hombre moderno.

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Por un génesis subversivo de los valores
Las categorías mito históricas creadas desde el siglo XIX para destacar los
avances y la superioridad de Occidente ante el resto del mundo han seguido
funcionando bajo formas más o menos ocultas, incluso después de lo que
llamamos la descolonización.
Perspectivas históricas
La razón de la Ilustración nos había prometido unos valores futuros más seguros y
más fecundos para la emancipación de la condición humana.
El investigador Robert Kagan ha demostrado como los Estados utilizan un sistema
de pensamiento basado en la utilización de un doble criterio: el de los valores
políticos y morales como idealizados en la continuación de la metafísica clásica y
el de la potencia militar, científica y tecnológica.
Los discursos que se han propagado por todas partes desde el 11 de septiembre
demuestran claramente hasta qué punto nos hemos quedado todos y en todas
partes presos de categorías antiguas del pensamiento binario, de las oposiciones
dualistas, de las operaciones de sacralización, trascendetalizacion,
especialización, subutilización, todas raciones heredades de las teologías
medievales, continuadas por la metafísica clásica e incluso hoy en día por el
pragmatismo, el funcionalismo y el empirismo del pensamiento liberal triunfante.
Una génesis subversiva de los valores
Los valores se tornan peligrosos en todas las culturas, en todos los contextos, que
los utilizan para ocultar de forma ventajosa las empresas inconfesables y
condenables de los que quieren dominar, explotar, otorgarse privilegios a costa de
aquellos sin cuya ayuda los dueños de poder no tendrían nada de lo que poseen.
Los valores deben refundarse continuamente a causa de las pérdidas de sentido
que sufren por la acción de los mismos que se atribuyen el cargo de
administradores y protectores de los valores calificados de sagrados, divinos,
humanistas, universales, mientras se mantengan apartados de las intervenciones
criticas subversivas de pensadores inconformistas.
La vida de los valores es inseparable de las condiciones de socialización de cada
sujeto humano que se convierte en un actor social interactuando y compitiendo
constantemente con otros actores de motivaciones variadas y cambiantes. Para
determinar el futuro de los valores hay que identificar continuamente estos
parámetros.
Las luchas ideológicas invaden y pervierten todos los campos del pensamiento, de
la creación y de la investigación. Las sociedades se aferran a los fragmentos, bien
de las culturas tradicionales que ya no son más que residuos.

18
Todas las funciones, hasta las que se clasifican de religiosas, están afectadas por
esta transferencia a los ámbitos político y económico de los mecanismos de una
“valorización” que tiene cada vez menos vínculos con el valor ético o espiritual.
La búsqueda de nuevos valores
Existe una nueva posibilidad histórica de imaginar valores adaptados a los
requisitos de las sociedades democráticas pluralistas. Sin embargo, no se percibe
la menor respuesta pertinente a etas nuevas demandas de valores.
Urge actuar en el sentido de la subversión del campo intelectual, de la práctica de
las ciencias sociales, de los sistemas y canales de transmisión, no solo de los
conocimientos, sino también de los modos de ver el mundo y volver a analizar los
pasados mito históricos que bloquean nuestras memorias colectivas, nuestros
imaginarios sociales, nuestras interpretaciones de lo real hasta el punto de que
pervierten contra nuestra voluntad los valores por los que entramos en guerras tan
déspotas como inútiles y, no obstante, devastadoras.
Una filosofía del poder
Hay que luchar contra la violencia sistémica creada por el modo occidental de
concebir el poder y el sentido, de relacionar todo desarrollo de un sentido
verdadero, funcional y garante de la seguridad, con la existencia de una nación, de
la capacidad de disuasión que, en cualquier momento, puede convertirse en
capacidad ofensiva que garantiza la victoria total sobre el enemigo.
Entrar por primera vez en la historia de la exigencia ética en un debate sobre los
valores universalizarles.
Todo esto seguirá hasta que creemos las condiciones intelectuales para producir
nuestra historia sobre la base de la solidaridad de los pueblos y no sobre acuerdos
secretos entre estados. Porque existen estados que obran en contra de su pueblo.
Para concluir, debemos ser conscientes sobre la necesidad que tenemos todos de
concebir las condiciones para pasar de una historia basada en una jerarquía de
los pueblos y de las culturas a una historia basada en la solidaridad para construir
juntos estos valores del futuro que todos deseamos.

¿Un siglo religioso? Pero, ¿será espiritual?


El autor se asienta en la oposición entre lo religioso y lo espiritual. Esta oposición
sucede entre aislamientos, es decir, humanidades separadas por estar totalmente
ensimismadas y, por otra parte, una humanidad plural cuya unidad se dividiría en
tantas figuras espirituales que serían como las olas del mismo mar.
Los valores espirituales y no religiosos están profundamente vinculados, con los
valores de descentramiento y de dialogo orientado hacia un objetivo panhumano.
La religión, ¿última expresión de identidad?

19
Según Huntington se observa por todas partes un proceso de “indigenizacion” y
esto conlleva para él una de secularización del mundo. Considera que, en el
mundo moderno, la religión es la fuerza central capaz de animar y movilizar a los
pueblos.
El panhumanismo
La cuestión de los valores es por tanto la de un encuentro de las culturas que solo
puede suceder si está orientado hacia la idea de una sociedad de seres humanos
que la mundialización debería permití, pero que también impide actualmente
puesto que significa la exclusión y la pobreza para la gran mayoría de poblaciones
del mundo. Se construirá sobre la idea de justicia, es decir, sobre la idea no
imperial que sostiene que no se puede reducir al otro a lo mismo, con referencia a
sí mismo, pero sin que esta irreductible alteridad signifique conflicto.
Por lo tanto, no se trata de realismo, sino de ética y así pues de exigencia.
Debe existir una orientación, es decir, el punto de apoyo de la exigencia ética ha
de poder existir dentro de cada cultura, a condición de que, por supuesto, esta
3este conectada con la inteligencia de su propia historia.
La apertura espiritual
El paradigma propuesto por Huntington plantea que, al fin y al cabo, la identidad
es fundamentalmente religiosa y que la esencia de la religión es fabricar esta
petrificación que ocasiona necesariamente una oposición entre las identificaciones
que forman bloques. Un contra paradigma podría recordar que la propia religión es
también este principio de movimiento de descentramiento, esta fluidez que
constituye su dimensión espiritual.
La espiritualidad es el arte de mantenerse a distancia de uno mismo, del
dogmatismo, de la intolerancia o de la violencia que forma parte de cualquier
convicción apasionada. Así la espiritualidad está profundamente vinculada al valor
de tolerancia porque enseña la actitud que despierta la atención sobre las distintas
formas que tiene la verdad de reflejarse en cada cosa.
El hecho de ver la espiritualidad que se halla dentro de la religión significa salir de
la alternativa en la que nos instala el paradigma religioso. Un aspecto esencial de
esta orientación es el valor fundamental representado por el espíritu crítico, es
decir, la autocrítica.
También se dice que, si bien es cierto que intrínsecamente todas las culturas son
igualmente validas, que cada civilización equivale a otra, el valor distintivo de
Occidente sería su capacidad de mirarse a sí mismo para comprenderse
autocriticarse y favorecer así no solo la innovación sino también la capacidad de
entender al Otro y las culturas diferentes.

20
Aquello que no solo es la condición de una sociedad abierta, sino que posibilita el
dialogo como valor estaría en sí mismo dominado por una cultura particular.
La espiritualidad consiste precisamente en decir que no hay un grado cero de
capacidad de volverse a uno mismo, de llevar a cabo un análisis crítico de uno
mismo, condición de la sociedad abierta. Si bien debemos ser realidades y
reconocer que los poderes autoritarios están comprometidos con los
fundamentalismos que se oponen a ellos en la misma negación del pluralismo,
también hay que aferrarse a la idea de que una cultura lleva siempre el rechazo
del ensimismamiento, el rechazo de un movimiento que solo sería la inercia de
una imitación servil de la tradición y la capacidad de descentramiento que es la
condición del encuentro con los demás, y por lo tanto con el propio futuro.

Desarrollo de las asociaciones y nuevas


solidaridades
Debemos diferenciar los tres niveles de valores: los valores de principio, los
valores interiorizados y los que se practican.
Los valores abstractos o de principio los aportó el siglo de la Ilustración con la
afirmación de los valores del individuo, de la libertad y de la igualdad. Aunque
dichos valores se conocen muy bien, se ha dejado de lado el valor de asociación
de la que, en realidad, son indisociables. Se requiere un vínculo social particular
llamado asociación entre los individuos, si se quiere tener la oportunidad de
mantener vivos los otros valores.
La modernidad ha tenido que enfrentarse a este dilema entre valores abstractos y
su incumplimiento práctico, que hacen sospechoso el establecimiento del contrato
social.
La interiorización de los valores de principio
Hoy en día hemos pasado de la fase de los valores universales abstractos a la
fase de los valores interiorizados. Aunque no se han convertido todavía en valores
practicados, los valores de partida, abstractos, han terminado siendo
humanizados, creídos e integrados. Se trata, por lo tanto, de un gran paso que
explica que, ahora las relaciones entre individuos se vivan mucho más que antes
mediante la asociación.
El individualismo es uno de los factores que ha permitido que los valores
abstractos se encarnen en la continuidad. Es importante recordar que tenemos,
hoy en día, aún más capacidad para concebir la igualdad por la diferencia y no por
la identidad.
La interiorización de los valores también está vinculada a la “inversión de los
tiempos sociales”. Ahora nos estamos dando cuenta de que la modernidad permite

21
la afirmación de las individualidades en el tiempo propio de uno, en el tiempo libre
y disponible.
La tercera evolución que ha permitido desarrollar la interiorización de los valores
es seguramente la elevación del nivel cultural, porque ha permitido que el
individuo piense en sí mismo.
Vemos que se está desarrollando una economía del capital humano donde la
asociación desempeña un papel dinámico. Cuanto más nos acerquemos a una
sociedad en la que la cultura y la educación sean fundamentales más relaciones
de asociación deberán mantener los individuos. Siempre recordando que las
asociaciones no se crean por casualidad.
Esta dinámica choca con ciertos límites. Cabe resaltar que todavía estamos en la
fase dos, es decir la fase de interiorización de los valores y no en la fase tres, que
es la fase de la realización practica de estos valores. Este hiato entre la
interiorización de los valores y como se viven los valores es por otra parte el
origen del malestar de nuestras sociedades.
El segundo límite del proceso actual está relacionado con el hecho de que no
sabemos dar una traducción social, política y económica a la transformación del
vínculo entre los individuos.
Sin duda alguna, el camino es muy largo entre la fase dos y la fase tres.

¿Hacia una feminización de los valores?


En la etapa en la que nos encontramos, nuestras sociedades necesitan la entrada
de las mujeres en los diversos campos de la vida social mediante acciones
iniciadoras como la ley de la paridad.
La lucha por la igualdad
La lucha de las mujeres por su emancipación ha tenido tres etapas en los tiempos
modernos. Primero, la reivindicación de derechos políticos por parte de las
sufragistas; seguidamente, la afirmación de una igualdad ontológica con los
hombres. Y, por último, la tercera etapa, ha sido la búsqueda de una diferencia
entre los sexos que conllevaría una creatividad original de parte de la mujer, tanto
en la experiencia de la sexualidad como en el conjunto de las prácticas sociales,
desde la política hasta la escritura. En cada una de estas etapas el objetivo era la
liberación de todas las mujeres. En este sentido, las feministas no se
diferenciaban de las ambiciones totalizadoras.
El propio feminismo no ha podido evitar estos objetivos, y esta tendencia ha
ocasionado su deterioro interior en un militantismo sin futuro.

22
Hay que admitir que la más ilustre de sus inspiradoras, Simone de Beauvoir,
nunca subestimo al sujeto o al individuo en la mujer que, en su opinión,
experimenta una necesidad indefinida de trascenderse.
Simone de Beauvoir se empeñó en sacar a la mujer del estatuto menor que la
obliga a ser el Otro del hombre, que no tiene derecho ni oportunidad de
constituirse como Otro a su vez.
Atreverse a la singularidad femenina
No es seguro que el conflicto entre la condición de todas y la libre realización de
cada una se pueda resolver si solo nos preocupamos en la condición y
subestimamos al sujeto. Se dice que estamos en el principio de una nueva etapa
libertaria.
El ultimo logro de los derechos del hombre y de la mujer consiste en favorecer el
desarrollo de nuestra singularidad, el objetivo del surgimiento del “quien” en el
“cualquiera”.
Cada mujer, más que todas las mujeres, debe poder afirmar su singularidad, su
creatividad, su libertad, pero defendiendo al mismo tiempo que esta particularidad
se dibuja sobre un destino común, que es el que se ha constituido históricamente
a partir de la diferencia sexual.
Al reivindicar el conocimiento de su condición, las mujeres abren el camino para la
concienciación de su especificidad.
Valores específicamente femeninos
Por muy diferentes que sean estos genios femeninos: Klein, Colette y Arendt, las
tres tienen tres características en común. La primera es que las tres hacen
hincapié en el vínculo. El vínculo se vive dentro de la diferencia, a no ser que se
interprete como un juicio estético.
La segunda especificidad femenina reside en la idea del pensamiento como vida y
experiencia carnal.
El tercer aspecto es la comprensión del tiempo.
El fundamento ontológico de la libertad se haya en el nacimiento. La libertad no es
una transgresión sino la oportunidad de comenzar.
Por tanto, la experiencia femenina es específica.
En conclusión, debemos fomentar la singularidad como valor especifico, y puede
que la lucha de las mujeres haya sido de ayuda.

23
Segunda
parte:

24
La
mundializ
ación, las
nuevas
tecnología
s y la
cultura.
25
La mundialización y la “tercera revolución
industrial”

¿anuncia la tercera revolución industrial el nacimiento de un nuevo conjunto


homogéneo de reglas del juego sociales, culturales, económicas, y políticas
validas a escala planetaria? Las opiniones de los expertos discrepan en este tema.
En esta sección, se denunciarán los efectos publicitarios interesados en relación
con la llegada de la era digital.
También se hablará sobre la idea de una postura de vigilancia critica al respecto a
las complacencias retoricas sobre el “fin del trabajo” y la “mundialización
homogeneizadora”.
Se hablará también sobre la verificación de la extinción de la ideología baconiana
que dominaba hasta ahora el progreso científico, y propone un visón “excéntrica”
de la mundialización, cuyo objetivo sería sentar el trabajo necesario de redefinición
de las nociones de desarrollo y progreso sobre la base de un dialogo Norte-sur.

26
El malestar en la globalización
La tendencia actual hacia la globalización podría acarrearnos problemas junto con
sus innegables beneficios.
El mundo se está convirtiendo en una comunidad o un mercado único mundial, un
todo independiente.
Los marginados del mundo globalizado
Hoy en día, todos están hablando sobre el próximo boom mundial, la
transformación del centro de trabajo, la revolución tecnológica y la explosión del
conocimiento.
Debemos ser conscientes de que gran parte de la humanidad se encamina al
desastre y a la autodestrucción.
Internet como instrumento de desarrollo
La revolución tecnología y la revolución de las comunicaciones solo afectan a una
minoría de la población, sobre todo a la de los países más ricos, dejando de lado a
miles de millones de seres humanos.
Internet da un acceso inmediato al conocimiento. La explosión de conocimiento,
de la que somos parte activa, es la base de la modernización y la globalización de
la sociedad mundial.
Hablamos de “educación para todos” y de “sociedades del conocimiento” pero nos
hallamos en una revolución tecnológica que no parece que vaya a cerrar la brecha
entre los países ricos y los pobres. Hasta el momento, internet ha ensanchado aún
más las diferencias entre unos y otros.
Debemos hacer un esfuerzo conjunto para integrar a las sociedades más pobres
en el sistema de comunicaciones electrónicas que se ha desarrollado en los
últimos 20 años.
La otra posibilidad es no hacer nada, dejar que la explosión del conocimiento se
intensifique en las sociedades ricas en tecnología mientras los países más pobres
se van quedando cada vez más rezagados. En este caso, la creciente brecha
entre los ricos y los pobres llevará a un malestar generalizado que amenazará
toda perspectiva de armonía mundial y entendimiento internacional.

La mundialización, la paz y la cosmopolitita


Pensar en la mundialización
El vocablo “mundialización” se convierte en el objeto de los usos y abusos más
sintomáticos de nuestra época, sobre todo en esta última década.

27
Por una parte, unos cuantos fenómenos, realmente inéditos e irrecusables
justifican este concepto.
Los efectos de la mundialización se refieren a los ritmos y a la extensión de los
transportes y las telecomunicaciones en la era de la electrónica, la circulación de
las personas, de las mercancías, de los métodos de producción y de los modelos
sociopolíticos en un mercado en vías de expansión más o menos controlada.
La filiación brahmánica del concepto del mundo
El concepto del mundo está vinculado con una historia. Lleva en si una memoria
que lo distingue del globo, del universo, de la Tierra, incluso del cosmos.
¿El fin del trabajo, ultima figura de la mundialización?
Para el sentido común es difícil imaginarse un mundo sin trabajo. El concepto de
trabajo está cargado de sentido, de historia y de equívocos.
Algo grave le está ocurriendo a lo que conocemos como trabajo, al igual que al
mundo y que al hombre. Tenemos que reconocer que esto depende, en gran
parte, de una mutación tecno científica. Dicha mutación afecta al trabajo, la
virtualización del trabajo, y esto afecta todo lo que ocurre.
En este siglo algo le ocurre tanto a la realidad como al concepto del trabajo. Lo
que le está ocurriendo al trabajo es un efecto de la tecno ciencia, con la
virtualización y la deslocalización mundializa dora del teletrabajo.
Esta evolución va hacia una cierta mundialización, indiscutible y bastante
conocida.
El perdón
Hoy en día existe una mundialización, una teatralización mundial de la escena del
arrepentimiento y de la demanda del perdón. Así, la propia dimensión del perdón
tiende a confundirse con el transcurso de esta mundialización y con ella toda
medida, todo limite conceptual.
Si empezáramos a acusarnos, pidiendo perdón, de todos los crímenes del pasado
contra la humanidad, no quedaría ningún inocente en la Tierra, y por lo tanto nadie
en posición de ser juez o árbitro.
La paz
El contrato mundial del futuro debería de tener en cuenta esta consideración:
hasta que estas instancias internacionales no dispongan de autonomía de
deliberación, de decisión y sobre todo de realización militar y económica y porque
solamente ellos disponen del potencial económico y tecno militar necesario.
La pena de muerte

28
Siempre ha sido una instancia internacional y supraestatal trascendiendo la
soberanía de los Estados, la que ha empujado a los Estados a renunciar a la pena
de muerte. Ahora bien, sabemos que entre los países que resisten a esta
tendencia, entre los Estado-nación que presentan como grandes democracias
occidentales de tradición cristiana-europea.

Ciencia, tecnología y globalización


Muchas veces se hace referencia al final del trabajo, quizá sería más adecuado
hablar del fin del centro del trabajo.
El progreso de las naciones industrializadas puede ser una amenaza para los
países en vías de desarrollo. Es evidente que estos dos puntos de vista presentan
grades diferencias.
La fractura mundial
La globalización nos acerca los unos a los otros, pero también mantiene y
acrecienta profundas divisiones y fracturas en el ámbito social y económico y,
sobre todo, en nuestra capacidad de generar y utilizar el conocimiento. Esta
fracturas dividen la raza humana en dos civilizaciones.
Se corre el riesgo de que aparezcan dos civilizaciones con dos maneras distintas
de no ver el mundo: una activa, capaz de producir y utilizar conocimiento, y otra
pasiva, receptora del conocimiento del exterior y sin posibilidad de modificarlo.
En primer lugar, debemos ver las coas de una manera más sensata y equilibrada,
lejos de la faramalla de aquellos que ven la globalización como la respuesta a
todos los problemas, y lejos del pesimismo de quienes dicen que no se puede
hacer nada y que estamos condenados en seguir en la dirección que marcan las
tendencias actuales. El segundo punto de la agenda comporta la revitalización de
la cooperación internacional en materia de ciencia y tecnología.
Los países industrializados habían entendido que la ciencia y la tecnología tienen
cosas buenas y malas, pueden crear grandes divisiones y pueden aplicarse para
aumentar los beneficios de una pequeña humanidad.
La redefinición del desarrollo y el progreso
Necesitamos que la comunidad internacional vuelva a los principios básicos de
cooperación internacional y fomente la idea de que los países en vías de
desarrollo necesitan imperiosamente un nivel mínimo de capacidad científica y
tecnológica.
La ciencia se ha transformado. Hoy la ciencia desconoce sus propias limitaciones
como método para generar conocimiento y echamos mano de la ética y la estética
para complementar los hallazgos de la racionalidad y la ciencia.

29
Debemos ampliar nuestra concepción de generación de conocimiento e incluir en
ella otras consideraciones a parte de la pura racionalidad: la ética y la estética son
dos opciones posibles.
Para lograr el cambio se necesita de un dialogo en el que participen todas las
civilizaciones con el fin de redefinir nuestra interpretación de “desarrollo” y
“progreso”.

30
Las nuevas tecnologías y la cultura

Aunque ya se puedan anticipar las ventajas que se podrían derivar de esta


economía de redes gracias a la internacionalización de algunos costos, así se
puede aludir a la creciente concentración de poderes y a la creación de
monopolios sobre las propiedades de patentes.
Al redefinir la cultura como recorrido individual basado en las apropiaciones y los
usos locales y singulares de las tecnologías y de los contenidos, el autor Michael
Seres defiende la idea de que la cultura no está en peligro.

31
La era del acceso
Se ha hablado mucho, últimamente, sobre la revolución del comercio electrónico.
¿estamos en una nueva economía? No se trata de una nueva economía, sino que
se está produciendo algo mucho más profundo.
Una revolución económica
Estamos empezando a ver los primeros trazos de una nueva era económica.
Estamos utilizando ya tecnologías que permitirán organizarnos la vida a la
velocidad de la luz, pero los mercados no se idearon para la velocidad de la luz.
Nos encontramos a medio camino de la revolución de la electricidad. Las
tecnologías que introducimos actualmente en nuestras vidas nos permiten
desarrollar nuestras actividades a la velocidad de la luz.
En las redes no hay vendedores ni compradores, solo hay proveedores y usuarios,
servidores y clientes. En las redes todavía existe la propiedad, pero está en manos
del productor. Los clientes acceden a ella en segmentos de tiempo según varias
modalidades: asociación, suscripción, alquiler y acuerdos de licencia. No se paga
por la transacción del bien en el espacio, sino por el flujo de experiencia en el
tiempo.
De los mercados a las redes
Los mercados son específicos, son discontinuos y lineales. En los mercados los
bienes se convierten en mercancías y su valor se establece en función de su
escasez. En las redes, es el tiempo de las personas lo que se convierte en
mercancía y su valor se establece en función de su escasez.
En los mercados se gana dinero con los márgenes de beneficios, pero cuando las
tecnologías funcionan a la velocidad de la luz, el costo de las transacciones tiende
a cero. Y cuando un costo de transacción se acerca a cero, los mercados no se
pueden sostener porque no hay suficientes márgenes para el beneficio. Este es el
problema actual de todas las industrias.
De la propiedad al acceso
Se está produciendo un cambio más profundo: el paso de la propiedad al acceso.
El cambio más profundo de todos tiene que ver con la naturaleza de la producción
básica. La producción básica eran bienes y servicios. Todavía son esenciales,
pero, ya no hay márgenes de beneficio.
El nuevo comercio es cultural, es semiótico: pagamos por la experiencia de la
vida. A eso le llaman: “contenido”.
Los mercados son específicos, discontinuos y lineales. Son demasiado lentos.

32
Mejora de la protección ambiental
Esta es una revolución buena o mala. Ya que, trae beneficios para unos,
explotación para otros, quizá un salto hacia adelante para la humanidad, un salto
hacia atrás para el ambiente.
Riesgo compartido
La diferencia entre una red y un mercado: en un mercado se gana dinero gracias a
los márgenes de la transacción y a los volúmenes de las unidades vendidas. En
una red, el dinero se gana minimizando la producción, combinando el riesgo y
compartiendo el ahorro.
Mayor concentración del poder
En el futuro quizá solo haya unos pocos sectores (el de la salud, el del ocio y el de
la educación), todos ellos organizados en redes. En las redes la propiedad
siempre está en manos del producto, tanto si se trata de propiedad intelectual
como de propiedad material; lo que se compra es el acceso a ella.
Estamos en la cúspide de la mayor revolución tecnológica y económica de la
historia. Estamos creando todas estas tecnologías que proporcionan comunidad,
ahorran trabajo, ahorran tiempo; estamos empezando a organizarnos por primera
vez al límite de la velocidad de la luz. Por eso ahora estamos vendiendo tiempo,
porque tenemos tanta carencia de tiempo que convertimos el propio tiempo en
producto.
Nos adaptamos a toda prisa a la tecnología, sin detenernos en un momento para
preguntarnos como podemos adaptar la tecnología al resto de la existencia. Hasta
que no lo hagamos seremos aún más esclavos, tendremos menos tiempo y la
liberación que buscamos en la tecnología será un recuerdo lejano.
La amenaza de la cultura como materia prima
El cambio más profundo consiste en pasar el comercio industrial al comercio
cultural. Las viejas economías no desapareces, pero se convierten en las materias
primas, y la base de las nuevas economías.
Si el nuevo recurso son los recursos culturales, ¿Cuáles son las consecuencias
potenciales de su utilización? La diversidad cultural es una parte importante de la
biodiversidad. Pero la diversidad cultural se puede agotar y, si eso sucede, será
tan definitivo como perder la biodiversidad.
La gran batalla del siglo XXI será la batalla entre la cultura y el comercio.
El comercio no engendra la cultura, es su beneficiario.
¿Qué es cultura? Son todas las formas de relación que nos definen y que no son
comerciales ni de gobierno.

33
La economía equivale a trabajo, en ella creamos valor de uso. En el mundo real
vivimos lo uno y lo otro, ocio y trabajo.
La creación de una cultura es una tarea de varias generaciones. La globalización
debe tener un contrapoder, de modo que, globalización y cultura puedan coexistir.
Este contrapoder es la sociedad.

¿Está amenazada la cultura?


Las nuevas tecnologías son más antiguas de lo que pensamos en general, existen
dos tipos de tecnologías: las técnicas y las técnicas de naturaleza propiamente
informacional. La tecnología ha acompañado la historia humana.
Pecado de simonía
Las tecnologías blandas, que explotan lo blanco y, de hecho, la cultura, están en
pleno desarrollo.
Los hombres de cultura solían considerar como “simoniaco” a quien vendía
cultura. Durante mucho tiempo esta ideología simoniaca nos ha protegido de la
mercantilización de las cosas de la cultura.
En el gran cambio actual, debemos aferrarnos a la evaluación precisa de lo que
ganamos y lo que perdemos.
La memoria se ha vuelto colectiva y objetiva, cuando la creíamos subjetiva y
cognitiva. Este proceso es un dato constante del proceso de hominización. Por
ende, no debemos temer por su perdida, porque ganamos al liberarnos de la
pesadísima obligación de acordarnos, y esta cabeza bien hecha puede dedicarse
a nuevas actividades más inventivas. Las nuevas tecnologías ponen a nuestra
disposición toda la memoria del mundo.
Tres significados de la palabra cultura
La palabra cultura el invento Ciserón, que consideraba que “la filosofía es la
cultura del alma”. Esta primera definición de la cultura se inscribe por lo tanto en
una visión humanista.
El segundo significado designa el conjunto de procesos adquiridos en una
sociedad humana.
Una tercera definición, más reciente, es la de la cultura como mercancía
“mundializarle”.
Se habla hoy en día de una batalla entre la cultura global, mundializada y
mercantil, y la cultura local en la acepción antropológica de la palabra.
El espacio cultural

34
¿Cómo se adquiere una cultura? Primero, en sentido antropológico: nuestro lugar
de nacimiento, la lengua de nuestros padres, unas cuantas actitudes, unas
costumbres y unos usos que nos han legado. Sin embargo y, claramente, esto no
es suficiente para hacer culta a una persona. En cuanto la cultura está encerrada,
se ahoga y muere.
Este camino de una cultura a otra está lleno de obstáculos, y resulta difícil
encontrar al otro, que, a menudo, no es el que creíamos.
La cultura no tiene fronteras: es porosa. El espacio cultural es granuloso. Es
complejo, diferente para cada uno.
Aunque se califiquen estos medios de comunicación universales y se suponga que
nos permiten relacionarnos inmediatamente en cualquier lugar del planeta, el uso
que hacemos de ellos es asombrosamente local.
En cierto modo, la verdadera cultura no está en peligro. La cultura se caracteriza
por el proceso de aculturación, es decir, el viaje que permite de vecindario en
vecindario encontrar al otro. Por otra parte, la cultura se basa en una decisión
singular del individuo.
Estamos viviendo una transformación considerable del sujeto cognitivo, de la
ciencia objetiva y de la cultura colectiva.

35
Comentario Personal

Considero que los valores son un tema al cual le deberíamos dar más importancia
hoy en día. Sin embargo, muchas veces no nos detenemos a pensar sobre ello.
Los valores han cambiado y hay factores actuales que los cambian aún más. La
globalización es uno de ellos.
Creo que debemos estar conscientes del rumbo que los valores están tomando, ya
que estamos perdiendo nuestra singularidad, no solo como personas sino también
como culturas.
¿Hacia dónde se dirigen los valores? Es un tema al que debemos ponerle mayor
atención ya que, creo que, los jóvenes de hoy en día, dentro de los cuales me
incluyo, no le ponemos atención a este tema que es de suma relevancia y está
presente en nuestro día a día.

36
Cuestionario

Capítulo: ¿Hacia un crepúsculo de los valores?


Pregunta: ¿es infinito el desarrollo?
Respuesta: el desarrollo no puede ser infinito, al menos en el terreno meramente
cuantitativo.
Pregunta: ¿existe alguna otra vía entre el eurocentrismo y el universalismo?
Respuesta: Esta vía podría consistir en una negociación explicita que respetara
las diferentes tradiciones, sin que eso significara traicionar la nuestra.
Capítulo: un humanismo tácito
Pregunta: ¿Qué es una guerra de diagnóstico
Respuesta: es una guerra en la que los grandes actos de violencia tienen por
objetivo descubrir y diezmar el enemigo.
Pregunta: ¿Qué es un humanismo tácito?
Respuesta: un humanismo que esté preparado para ver ideas universales en los
objetivos planteados asintóticamente, sometidos a una negociación continua, y
que no se base en axiomas preestablecidos.
Capítulo: De lo universal a lo singular: la violencia de la globalidad
Pregunta: ¿Qué es la universalidad?
Respuesta: una cultura de la trascendencia, de la reflexión del sujeto y del
concepto, una cultura con tres dimensiones
Pregunta: ¿Qué puede surgir de la fragmentación del sistema mundial?
Respuesta: Lo que puede surgir de la fragmentación del sistema mundial son las
singularidades
Capítulo: La cultura de lo inhumano
Pregunta: ¿Por qué se caracteriza la cultura moderna?
Respuesta: La cultura moderna se caracteriza por el hecho de que todos los
derechos humanos se transforman en códigos inhumanos
Pregunta: ¿Cuál es la misión de cualquier cultura?
Respuesta: La misión de cualquier cultura es distinguir lo humano de lo inhumano.
Capítulo: El abogado del diablo

37
Pregunta: ¿Qué es el pecado?
Respuesta: El pecado es una operación incoativa en la que los vínculos entre la
originalidad y la negatividad son estrechos.
Pregunta: ¿Quién es el amo del egocentrismo?
Respuesta: El diablo
Capítulo: Proyecto universal y multiplicidad de las herencias
Pregunta: ¿existe lo intraducible absoluto?
Respuesta: Lo intraducible absoluto no existe
Pregunta: ¿Qué crea la traducción?
Respuesta: crea semejanza donde parecía que solo había pluralidad.
Capítulo: Por un génesis subversivo de los valores
Pregunta: según El investigador Robert Kagan, cuales son los sistemas de
pensamiento basado en la utilización de un doble criterio
Respuesta: el de los valores políticos y morales como idealizados en la
continuación de la metafísica clásica y el de la potencia militar, científica y
tecnológica.
Pregunta: ¿Qué consecuencias tienen las luchas ideológicas?
Respuesta: Las luchas ideológicas invaden y pervierten todos los campos del
pensamiento, de la creación y de la investigación
Capítulo: ¿Un siglo religioso? Pero, ¿será espiritual?
Pregunta: ¿Quién considera que, en el mundo moderno, la religión es la fuerza
central capaz de animar y movilizar a los pueblos?
Respuesta: Huntington
Pregunta: ¿a qué valor está profundamente vinculada la espiritualidad?
Respuesta: valor de tolerancia
Capítulo: Desarrollo de las asociaciones y nuevas solidaridades
Pregunta: ¿Cuáles son los tres niveles de valores?
Respuesta: los valores de principio, los valores interiorizados y los que se
practican.
Pregunta: ¿Qué valores aportó el siglo de la Ilustración con la afirmación de los
valores del individuo, de la libertad y de la igualdad?

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Respuesta: Los valores abstractos o de principio
Capítulo: ¿Hacia una feminización de los valores?
Pregunta: nombre de la más ilustre inspiradora, quien nunca subestimó al sujeto o
al individuo en la mujer que, en su opinión, experimenta una necesidad indefinida
de trascenderse.
Respuesta: Simone de Beauvoir
Pregunta: Nombre tres genios femeninos
Respuesta: Klein, Colette y Arendt
Capítulo: El malestar en la globalización
Pregunta: ¿en que se está convirtiendo el mundo?
Respuesta: El mundo se está convirtiendo en una comunidad o un mercado único
mundial, un todo independiente.
Pregunta: ¿Qué es la base de la modernización y la globalización de la sociedad
mundial?
Respuesta: La explosión de conocimiento, de la que somos parte activa.
Capítulo: La mundialización, la paz y la cosmopolitita
Pregunta: su concepto está cargado de sentido, de historia y de equívocos.
Respuesta: El concepto de trabajo
Pregunta: en la actualidad, ¿Qué le está ocurriendo al trabajo?
Respuesta: Lo que le está ocurriendo al trabajo es un efecto de la tecno ciencia,
con la virtualización y la deslocalización mundializa dora del teletrabajo.
Capítulo: Ciencia, tecnología y globalización
Pregunta: ¿Cuáles son las dos civilizaciones con distintas maneras de ver el
mundo que se corre el riesgo que aparezcan?
Respuesta: una activa, capaz de producir y utilizar conocimiento, y otra pasiva,
receptora del conocimiento del exterior y sin posibilidad de modificarlo.
Pregunta: ¿la ciencia y la tecnología únicamente aportan cosas malas?
Respuesta: No. La ciencia y la tecnología tienen cosas buenas y malas, pueden
crear grandes divisiones y pueden aplicarse para aumentar los beneficios de una
pequeña humanidad.
Capítulo: La era del acceso

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Pregunta: En las redes ¿hay vendedores y compradores?
Respuesta: no hay vendedores ni compradores, solo hay proveedores y usuarios,
servidores y clientes.
Pregunta: ¿Qué es cultura?
Respuesta: Son todas las formas de relación que nos definen y que no son
comerciales ni de gobierno.
Capítulo: ¿Está amenazada la cultura?
Pregunta: ¿Quién era considerado como “simoniaco”?
Respuesta: Los hombres de cultura solían considerar como “simoniaco” a quien
vendía cultura.
Pregunta: Inventó a la palabra “cultura” y consideraba que que “la filosofía es la
cultura del alma”.
Respuesta: Ciserón

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