Sunteți pe pagina 1din 2

Jean Baptista Say

¿Qué representa la ley de Say?


La ley de Say también es conocida como la «ley de los mercados». Ésta propone que la producción total
de bienes en una sociedad o sistema económico determinado implica una demanda agregada que es
suficiente para comprar todos los bienes que se ofrecen. Es decir, hay una continuidad en
el dinero circulante. Una implicación importante de lo anterior es que una recesión no ocurre por un fallo
en la demanda o por carencia de dinero: dado que el precio de venta de cada producto
genera ingresos o beneficios suficientes para comprar otro producto sigue que nunca se puede dar una
insuficiencia de la demanda puesto que aunque las personas ahorren en el presente deberán usar (ya
sea consumir o invertir) ese dinero más adelante. Incluso en el caso en que muchos guarden su dinero, la
situación no se modificará en lo substancial: los precios bajarán y se adaptarán al menor flujo de ingresos,
sin afectar mayormente el empleo de recursos económicos (de la misma manera que un aumento del
circulante no incrementa la demanda, una reducción del circulante no la disminuye; sólo los precios
cambian).

Oferta crea su propia demanda (explicación)


Una persona que dedique su esfuerzo a invertir en objetos de valor que tienen determinada utilidad no
puede pretender que otros individuos aprecien y paguen por ese valor, a menos que dispongan de los
medios para comprarlo. Ahora bien, ¿en qué consisten estos medios? Son los valores de otros productos
que también son fruto de la industria, el capital y la tierra. Esto nos lleva a una conclusión que, a simple
vista, puede parecer paradójica: es la producción la que genera la demanda de productos.”

“Si un comerciante dijera: “No quiero recibir otros productos a cambio de mi lana; quiero dinero”, sería
sencillo convencerlo de que sus clientes no podrían pagarle en dinero si antes no lo hubieran conseguido
con la venta de algún bien propio. Un agricultor podrá comprar su lana si tiene una buena cosecha. La
cantidad de lana que demande dependerá de la abundancia o escasez de sus cultivos. Si la cosecha se
pierde, no podrá comprar nada. Tampoco podrá el comerciante comprar lana ni maíz a menos que se las
ingenie para adquirir además lana o algún otro artículo con el cual hacer la compra. El comerciante dice
que sólo quiere dinero. Yo digo que en realidad no quiere dinero, sino otros bienes. De hecho, ¿para qué
quiere el dinero? ¿No es acaso para comprar materias primas o mercaderías para su comercio, o
provisiones para su consumo personal? Por lo tanto, lo que quiere son productos, y no dinero. La moneda
de plata que se reciba a cambio de la venta de productos propios, y que se entregue en la compra de los
de otras personas, cumplirá más tarde la misma función entre otras partes contratantes, y así
sucesivamente. De la misma manera que un vehículo público transporta en forma consecutiva un objeto
tras otro. Si no puede encontrar un comprador, ¿diría usted que es solamente por falta de un vehículo
donde transportarlo? Porque, en última instancia, la moneda no es más que un agente que se emplea en
la transferencia de valores. Su utilidad deriva de transferir a sus manos el valor de los bienes que un cliente
suyo haya vendido previamente, con el propósito de comprarle a usted. De la misma manera, la próxima
compra que usted realice transferirá a un tercero el valor de los productos que usted anteriormente haya
vendido a otros. De esta manera, tanto usted como las demás personas compran los objetos que
necesitan o desean con el valor de sus propios productos, transformados en dinero solamente en forma
temporaria.

Los recursos productivos no permanecerán indefinidamente ociosos ¿Por


qué?
Los recursos productivos no permanecerán indefinidamente ociosos por falta de demanda agregada.
¿Es esta ley una primera aproximación al problema del equilibrio general?
En su versión más primitiva (identidad de say) introduce restricciones innecesarias en el comportamiento
de los agentes económicos y no logra explicar el pleno empleo de los recursos. Y en su versión moderna
(igualdad de say) solo nos dice que el mercado de bienes y servicios tiende a equilibrarse juntamente con
los mercados de crédito y dinero. En realidad, la ley de say no predice ninguna regularidad observable.
Tan solo puede decirse que la ley de Say expresa la confianza en que un sistema de precios libres va a ser
siempre capaz de coordinar todos los mercados y lograr el equilibrio simultaneo de todos ellos. Y si todos
los mercados están en equilibrio, eso quiere decir que el mercado de trabajo también lo está: todo el que
quiere trabajar (a precios vigentes) esta empleado y no hay desempleo.

A pesar de todo, la polémica que tuvo lugar a lo largo del siglo XIX en torno a la ley de Say ha desempeñado
un papel importante en la historia del pensamiento económico. De hecho, podemos considerar que fue
uno de los primeros intentos de aproximación al problema del equilibrio general de la economía, aunque
a un nivel muy intuitivo y desde una perspectiva excesivamente agregada.

S-ar putea să vă placă și