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TEXTO

MANUELA (Eugenio Díaz) MANUELA Capítulo IV

Extático se hallaba don Demóstenes, y aunque tan adicto a la El lavadero


cacería, no se resolvió a hacer fuego sobre dos guacamayas, que
por la caída de las frutas se hicieron sentir sobre el racimo de No hay pasión que tenga más alternativas ni peripecias que la de
una de las cuatro palmas que con sus arqueadas hojas formaban la caza. ¡Qué singularidades no encuentra el cazador en los
la cúpula de aquel soberbio templo de la naturaleza. bosques, en las pampas, a orillas de los arroyos, al pie de los
Don Demóstenes hubiera tenido tiempo hasta de dibujar el peñascos y entre las grutas escondidas! La cornamenta de un
cuadro entero en su cartera; parecía que era en el alma que venado puesta en los pilares de un corredor; el ave que adorna
quería grabarlo, porque los instantes se le pasaban mirándolo, la mesa de un tirador de escopeta; la sarta de cráneos puesta en
sin sentir el jején ni los voraces zancudos. Por otra parte lo tenía la choza de un calentano cazador de cafuches, ¿no son la historia
indeciso el miedo de hacerla huir o avergonzarse por razón del de las más singulares aventuras?
traje tan de confianza que llevaba. Sin embargo, la indecisión Pero ninguno, exceptuando el iniciado en los misterios de la
termino por una tomineja, que cruzó haciendo levantar los ojos profesión, conoce aquellos momentos de abatimiento en que
dulces, negros y afables de la joven, que estaban en regresa el cazador con armas al hombro, triste por la esperanza
consonancia con los demás atractivos de su rostro. Mas el burlada, después de tantas fatigas invertidas, de tantos goces
cazador tuvo la dicha de notar que su presencia no era molesta. malogrados en la infausta jornada. Como si cruzase entre los
Se acercó cuanto pudo, y como la urbanidad lo requería, tuvo sauces del cementerio de Bogotá, andaba don Demóstenes
que saludarla. entre los lindes y los michúes obscurecidos en parte por las
-¿Qué haces, preciosa negra? bejucadas de carare y tocayá, siguiendo una trocha de
-Lavando, ¿no me ve? le contestó ella con muy afable madereros, en busca de cualquier ave aunque fuera un firigüelo,
tranquilidad;... ¿y usted? cuando llegó a sus oídos un canto del lado de la quebrada.
-Cazando. Aunque la voz no era de los pájaros que buscaba, le llamó la
-¿Y las aves? atención; y con mil trabajos y agazapándose como el gato que se
-La suerte no me ha favorecido hoy, pues la guacharaca apronta para saltar sobre el incauto pajarillo, atravesó el
que maté se me ha ocultado, como si la tierra se la hubiese enmarañado bosque hasta que se puso en un punto donde pudo
comido. ver perfectamente el ave que cantaba. Vio que era una joven
-Pues se busca hasta ver. lavandera que divertía su soledad, soltando sus pensamientos y
-¡Cuando Ayacucho no pudo!... Yo me vine porque ya no su voz, mientras concluía su tarea. Los pies desnudos entre el
había ni esperanzas. agua, el pelo suelto, y cubierta con unas enaguas de fula azul que
-El cazador y el enamorado no pierden nunca las bajaban desde los hombros hasta las rodillas (traje que en los
esperanzas. valles del Magdalena y en los del bajo Bogotá se llama chingado)
-¿Y tú sabes de eso? y el cuerpo doblado para sumergir la ropa entre el agua; tal era
-Por lo que uno oye a ratos a los demás. el espectáculo que divisó don Demóstenes desde su rústico
-¿No has querido, pues, a ninguno de estas tierras? observatorio.
-Ni menos de otras; porque como dice la canta Los golpes del lavadero y la tonada del bambuco que
El amor del forastero despertaban los ecos del monte, causaron tal impresión en el
es como cierto bichito, aburrido cazador, que se quedó electrizado oyendo estos
que pica dejando roncha, versos, acompañados por los golpes:
y sigue su caminito.
-Bien picarona que serás tú... y ¿dónde vives? Los golpes del lavadero
-Con usted. Acrecientan mis pesares,
-¿Conmigo?... ¡Sería una dicha! Haciendo brotar del alma
-¿Y qué se suple, aun cuando así sea? Suspiros por centenares.
-¡Oh! sería mi mayor fortuna.
-¿Luego usted no es el bogotano que está posado en mi La espuma del lavadero 5
casa? representa mis suspiros,
-No te he visto allí... y ¿cómo te llamas? Que el aire los desbarata
-Manuela, una criada suya. En sus revueltas y giros.
-Soy quien debe servir... Estoy recordando haber oído tu
nombre en un baile de la parroquia. El sitio era pintoresco, y se había acercado el cazador todo lo
Eugenio Díaz Castro necesario para observarlo bien. Las ondas azules matizadas por
la espuma de jabón, como el cielo por las estrellas, en una noche
de diciembre, se movían en arcos paralelos desde el lavadero
hasta la barranca, de la cual colgaban verdes helechos. Se veían
las sombras de las tupidas guaduas que circundaban el charco,
con sus cogollos atados por las bejucadas de gulupas y nechas,
cuyas frutas y flores; colgaban prendidas de sus largos pedúnculos como lamparillas de iglesia en tiempo de aguinaldos.
Extático se hallaba don Demóstenes, y aunque tan adicto a la cacería, no se resolvió a hacer fuego sobre dos guacamayas, que por la
caída de las frutas se hicieron sentir sobre el racimo de una de las cuatro palmas que con sus arqueadas hojas formaban la cúpula de
aquel soberbio templo de la naturaleza.
Don Demóstenes hubiera tenido tiempo hasta de dibujar el cuadro entero en su cartera; parecía que era en el alma que quería
grabarlo, porque los instantes se le pasaban mirándolo, sin sentir el jején ni los voraces zancudos. Por otra parte lo tenía indeciso el
miedo de hacerla huir o avergonzarse por razón del traje tan de confianza que llevaba. Sin embargo, la indecisión termino por una
tomineja, que cruzó haciendo levantar los ojos dulces, negros y afables de la joven, que estaban en consonancia con los demás
atractivos de su rostro. Mas el cazador tuvo la dicha de notar que su presencia no era molesta. Se acercó cuanto pudo, y como la
urbanidad lo requería, tuvo que saludarla.

ACTIVIDAD

Lee atentamente los textos y selecciona la respuesta correcta

1- Las situaciones del texto se desarrollan en: 4- En la oración: Ondas Azules matizadas por la espuma de
A- Una zona urbana C- una zona rural jabón, como el cielo por las estrellas, una figura literaria
B- un pueblo D- En Bogotá llamada:
A- Metáfora C- Hipérbole
2- El bosque que tuvo que atravesar Demóstenes era: B- Sinestesia D- Personificación
A- De fácil acceso C- Despejado
B- De difícil acceso D- Ninguna de las 5- De la primera oración del texto se puede deducir que :
anteriores A- la caza es un deporte C- la caza es una pasión.
3- Cuando el autor dice: “El sitio era pintoresco” se refiera a: fácil D- La caza es un deporte
A- Un sitio Lúgubre C- Un sitio soleado B- Hay que estar de débiles.
B- Un lugar tenebroso D- Un lugar hermoso enamorado para ir de
caza.

Selecciona las palabras desconocidas y consulta su respectivo significado, escríbelos en tu cuaderno; luego completa el
siguiente crucigrama (palabras textuales o significados)
COMPLETA EL CRUCIGRAMA CON PALBRAS QUE SE ENCUENTRAN EN EL TEXTO DE MANUELA (capitulo 4 el lavadero)

1. Nombre común de la familia de las salicáceas,


de ramas cilíndricas y flores en amento
2. sirve para soportar la estructura horizontal de
un edificio, un arco u otra construcción.
3. En la choza de un calentano cazado de…
4. También se le llama firigüelo o ave negra
5. Demóstenes se encontraba entre los lindes y
los…
6. confundir, enredar un asunto
7. Roca de mayor tamaño y altura que la peña
8. Permanecer al acecho, estar alerta para
sorprender a alguien

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