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XXIIº Seminario de Formación Teológica

Construyendo teología desde una Iglesia popular

Ezequiel Silva
Marzo de 2007

Una vez más como hace veintidós años se celebró en la ciudad de Viedma el vigésimo
segundo Seminario de Formación Teológica (SFT). Se trata de un acontecimiento eclesial que
acogió a sus más de 750 participantes bajo este lema convocante: “Desde los pobres, ciudadanía
plena y vida en abundancia”.
Este año tuve la oportunidad de participar en esta experiencia al haber sido convocado por la
coordinación del SFT para acompañar como teólogo el trabajo de uno de los cuatro espacios desde
donde se podía participar en el SFT: el espacio de “Culturas Juveniles”. Hago esta aclaración
simplemente para dar cuenta de que el presente escrito recoge elementos propios de la crónica, pero
al mismo tiempo manifiesta también una experiencia personal vital e intenta imprimir un sesgo
reflexivo al acontecimiento vivido.

¿Qué son los Seminarios de Formación Teológica?

En la ciudad de Quilmes y bajo el lema “Evangelización y opción por los pobres” el SFT
comenzó a dar sus primeros pasos en el año 1986. Fue el primero de los 22 años de reflexiones
teológicas realizadas desde, por y con sectores populares. Desde entonces, cientos de participantes
(y en varias ocasiones más del mil) se dan cita anualmente para la semana durante la que
transcurren las actividades del SFT. Por lo general esto acontece entre la última semana de enero y
la primera de febrero.
Esta perspectiva popular conjugada desde la categoría teológico-pastoral de la “opción por
los pobres” se constituyó en un signo original de identidad del espacio en nuestra iglesia nacional.
La gran impronta que el SFT ha querido darle a la reflexión y praxis de las personas y comunidades
eclesiales participantes a lo largo de su historia es nada más ni nada menos que el fruto más original
de la praxis pastoral y la reflexión teológica latinoamericana: la opción por los pobres. Al repasar
los diversos temas o lemas convocantes y recorriendo las actividades y metodología propuestas por
el SFT a lo largo de sus años de vida, el gran denominador común que se repite como estribillo es la
opción por los pobres. Se trata sin duda de una experiencia inédita en nuestro país por su
metodología, por sus protagonistas, por su extensión en el tiempo y la dimensión cuantitativa de la
participación que se da en su seno: alrededor de 1000 personas reflexionando comunitariamente
según sus ámbitos de inserción social y/o pastoral y trabajando ejes comunes durante 7 días
consecutivos.
La experiencia de los SFT propone a la reflexión un acontecimiento y una "masa
significativa" de hechos y narraciones que, por un lado, se inscriben en la importante tradición
latinoamericana de Iglesia que opta por los pobres, de comunidades eclesiales de base que leen la
Biblia y celebran su fe articuladamente con su compromiso social, de experiencias de pastoral
popular y compromiso socio-político, etcétera.
El SFT hace su propia presentación en su página web (www.sft.org.ar): «Los SFT son más
un acontecimiento que una institución, se estructuran como una experiencia de "momento fuerte",
localizada pero no fijada, con trayectoria y memoria pero "reinventada" cada vez. Estas son, a la
vez, límites y posibilidades de una experiencia sui generis en muchos sentidos. Esto configura las
características de cualquier intento de reflexionar sobre su realidad, sus alcances, sus posibilidades,
sus limitaciones y su futuro. Esta condición de "vitalidad" no se refiere únicamente al hecho que
sigue realizándose, sino principalmente a la capacidad de renovación, movimiento y permanente
mutación que tienen los seres vivos. Esta es una consideración significativa para entenderlo. Con
sus lógicas consecuencias. El intento de formular una descripción del Seminario, es casi como
fotografiar un ave en vuelo: es seguro que un instante después ya no estará en el mismo lugar».
La propuesta del SFT desborda lo que puede ser un curso o un congreso, asumiendo más
bien las características de una construcción teológica colectiva, popular y participativa, un ámbito
en movimiento animado por la búsqueda y las preguntas, una reflexión desde la vida y hacia la vida,
un espacio de fiesta donde confluyen las luchas cotidianas y renacen las esperanzas utópicas para
“seguir andando nomás”.

SFT 2007: “Desde los pobres, ciudadanía plena y vida en abundancia”

Habiendo hecho una brevísima presentación del espíritu y sentido de los SFT, vamos a
comentar la especificidad de la convocatoria de este año. El 2007 motivó a las personas y
comunidades participantes a hacer teología bajo este nuevo lema: “Desde los pobres, ciudadanía
plena y vida en abundancia”. Considerando a este último SFT y los dos anteriores (Iguazú y La
Rioja), los últimos tres seminarios comparten un denominador común: trazan una relación entre
pobres y vida desde la presentación temática del lema. Este binomio pobres-vida se ha transformado
en una especie de hilo conductor que se viene profundizando desde diversas perspectivas durante
los últimos tres años del SFT. Sin lugar a dudas, resulta necesario tomar conciencia de lo mínimo
que tienen los pobres (¡pues son despojados de tantas cosas!), que es lo máximo para Dios: la vida,
tanto en su materialidad más concreta como en su profundidad abundante.
La experiencia de este año en Viedma se propuso repensar la noción de “pobres” en relación
con la ciudadanía y la vida intentando encontrar caminos de coincidencia para una reflexión que
permita vislumbrar factores y herramientas favorables para construir ciudadanía plena. «El desafío
es cómo podemos, desde el Seminario, aportar a la construcción de un Estado popular que ponga
énfasis en los insignificantes, en los expulsados del sistema. Que ciudadanía no sea sólo “derechos”
y “obligaciones”, derechos cívicos, sino que tenga la capacidad de generar un compromiso que sirva
para la vida» (22 SFT, Material para los participantes, pág. 1).
Estos objetivos y desafíos se abordaron desde cada uno de los 4 espacios diferentes en los
que los participantes podían inscribirse: 1) Persona, proyecto político y Estado; 2) Corporeidad:
espacio de ciudadanos y ciudadanas; 3) Culturas juveniles; y 4) Ética del cuidado. Luego de la
apertura, bienvenida y celebración inicial del domingo 4 de febrero por la tarde, y de la presentación
temática del 22º SFT del lunes por la mañana, a partir del mismo día por la tarde y hasta el viernes 9
se trabajó en los espacios. Cada espacio era llevado adelante por un equipo que contaba con un
coordinador, miembros del equipo de metodología del SFT y animadores. La metodología del
trabajo en los espacios combinaba la presentación temática, la reflexión, la participación, la
discusión y construcción grupal, los aportes de especialistas, el canto, la expresión plástica y festiva,
los plenarios comunes y las devoluciones por parte del equipo a cargo del espacio.
Dos momentos fuertes fueron mojones importantes en el desarrollo de las actividades
semanales. Por un lado “La Juntada”. Durante todo el día jueves hubo un trabajo en común de todos
los participantes del seminario, donde pudieron “cruzarse” todos los espacios. Este momento de “La
juntada” que se llamó “Juntando señales de vida y construyendo teología” culminó con una
expresión teológica litúrgico-festiva por la noche del mismo día. Por otro lado, la marcha y fiesta
popular del viernes por la tarde noche, este año bajo el lema: “2007: Con protagonismo de todas y
todos hacemos otra historia”. Finalmente, el sábado 10 por la mañana, cada espacio presentó los
frutos de su trabajo semanal al resto de los espacios en una producción simbólica que culminó con
la celebración final.

Una teología con rostro propio


Por varios motivos el SFT se constituye en un espacio de contornos muy originales. Quisiera
en este último apartado del artículo centrarme en uno de estos elementos inéditos que es el perfil de
la teología que brota de estos encuentros anuales. Claro que podría también focalizar en otros
elementos originales tales como la pluralidad de los participantes, la metodología propuesta, el
trabajo a nivel publicaciones, la apertura a otros “relatos” que van más allá de lo teológico, o la
estructuración “desestructurada” de la propuesta, entre otras cosas. Sin embargo considero que la
concentración en el perfil teológico del SFT es un lugar de síntesis, donde también se expresan
muchos de los elementos antes mencionados.
De lo acotado de mi participación e intentando sistematizar aunque no más sea
sumariamente las notas fundamentales del quehacer teológico del SFT se me ocurre presentar las
siguientes características de la propuesta teológica vivida en el seminario que configuran este perfil
original:

Una teología no académica: por lo general cuando se habla de teología (¡la sacra doctrina!) la
referencia a la academia, la biblioteca y las publicaciones “serias” es casi inmediata. El SFT es
claramente un ámbito no académico, aunque cuenta con participantes y/o animadores formados en
esos ámbitos. Mientras la academia, por lo general, se caracteriza por la “transmisión”, la categoría
para ilustrar la dinámica del SFT es más bien la “construcción”.
Una teología laical: el SFT es una propuesta hecha fundamentalmente por laicos, hacia los laicos.
Por supuesto que la participación está abierta a las diversas formas de vida eclesial (sacerdotal y
religiosa, entre otras), pero el perfil teológico asume claramente rasgos laicales.
Una teología para vivir: tal como hace décadas reclamaba Karl Rahner, una teología que responda
a las interpelaciones de la vida. No una teología que discurra en la discusión sobre la sexualidad de
los ángeles o las dimensiones del limbo de los niños. Una teología que brota desde la vida y se
proyecta hacia la vida. El perfil teológico del SFT se direcciona claramente en esta línea.
Una teología contextual: lejos de una abstracción generalizante, la teología se hace desde un lugar.
La preposición locativa (el “desde”) cobra una relevancia sustantiva, tornándose fundamental al
hacer teología. El “desde” del teologizar del SFT es claramente un lugar geográfico que asume los
rasgos de lugar teológico: la realidad argentina y latinoamericana. Desde esta perspectiva político-
económica y socio-cultural se rumia la fe y los contenidos propios de la revelación cristiana.
Una teología narrativa: recorriendo los grupos de reflexión de los participantes del SFT uno podía
darse cuenta que la gente contaba historias, narraba su vida. Pero se trataba de un narrar teológico
(o más bien teologal) donde uno podía percibir el misterio de Dios asomándose en las tantas
experiencias de vida, de lucha, de sueños y búsquedas que los participantes ponían en común.
Frente al primado del logos-razón tan propio de la teología académica, la fundamentalidad de logos-
narración. Se trata de otra lógica, otra matriz comunicativa y de sentido mucho más cercana a los
evangelios que a los manuales de dogmática.
Una teología oral: la oralidad, en correspondencia con la narratividad, es otro de los rasgos
característicos de la propuesta teológica de los SFT. La transmisión teológica se realiza por la
palabra pronunciada personal y comunitariamente. Los textos son importantes, pero junto a los
textos de la revelación, están los textos de los testimonios vitales, las narraciones de historias
acompasadas por el Espíritu que da vida.
Una teología plural: la experiencia propuesta por el seminario, si bien tiene un perfil e identidad
clara, no acota o reprime la expresión teológica de los participantes. Desde diversas comunidades
eclesiales y realidades sociales se proclama la buena noticia liberadora. Se trata de una teología que
es como un tapiz multicolor, con una diversidad de tramas en su contextura, tamaño y color. La
expresión teológica del SFT es plural. Todos estamos habilitados a decir una palabra sobre Dios.
Una teología colectiva: con esta impronta nos conectamos con los orígenes mismos del teologizar,
del hablar “de”, “a” o “con” Dios. Al estudiar las Sagradas Escrituras, descubrimos en la historia de
la redacción de los textos bíblicos que la mayoría de ellos ha sido construcción colectiva fruto de
una experiencia de Dios comunitaria, popular. Esta particularidad se manifiesta, por ejemplo, en que
encontramos en el mismo libro matices que expresan la pluralidad de miradas de lo divino dentro,
por supuesto, de la unidad del texto sagrado.
Una teología eclesial: los SFT se realizan siempre en las diócesis donde cuenta con el apoyo del
obispo. Descubrimos en este modo de hacer teología una voluntad de comunión eclesial sincera y
profunda. Junto a esta radicación eclesial de la experiencia, encontramos entre los participantes
personas y comunidades con los más diversos dones, ministerios, carismas, estados y estilos de
vida, etcétera. Es una pequeña parábola de la pluralidad de la Iglesia, pueblo de Dios.
Una teología transgeneracional: estamos acostumbrados a que la teología sea hecha por adultos.
En el SFT se verifica un teologizar transgerenacional que atraviesa y contiene la vida de jóvenes,
adultos y ancianos. Todos ellos hacen teología juntos. A la vez que ponen su experiencia de Dios en
palabras, cada generación abreva en la experiencia de la otra produciéndose una interfecundación
teológica singular.
Una teología espontánea: a la sombra del árbol o al calor del sol, al ritmo del mate, los bizochos y
las tortas fritas, lejos de las formalidades y acartonamiento propio de la academia, se va
construyendo teología; una teología que es la amplificación de la historia de amor entre Dios y su
pueblo.
Una teología práxica: más que hablar de teología práxica, podríamos hablar de teopraxis. Se trata
no sólo de hablar de Dios, sino de “practicarlo”. La teología se proclama como “reverberación de” y
a la vez “interpelación a” la praxis. Fundamentalmente de la praxis evangélica transformadora que
tiende a acoger constructivamente el reino de Dios en la historia. Una teología que viene del Logos-
Palabra pero que también se expresa como Logos-Verbo (cf. Jn 1, 1): en la acción.
Una teología estética: la oralidad, la narración, la canción inclusive, son caminos de comunicación
teológica. En el SFT se perciben también otros caminos de comunicación teológica: las
producciones simbólicas, las representaciones, las manifestaciones artísticas, los gestos, la danza y
la fiesta, etcétera. Todo ello como reverbero expresivo del misterio de Dios en la vida personal y
comunitaria.
Una teología en diálogo interdisciplinar: fue muy enriquecedor para mí haber podido conformar
el equipo del espacio que me tocó animar (Culturas Juveniles) con un comunicador, una
psicoanalista, un filósofo, un docente y militante de derechos humanos, un docente con actividad
sindical, y una profesora con actividad social. Desde esta matriz interdisciplinar surgió la propuesta
de construcción teológica para los participantes, quienes también se apropiaron de ella desde su
propia mirada. Junto a la mirada teológica de los temas tratados durante el SFT, se contempló
también la mirada desde la perspectiva socio-política y económica.
Una teología ecuménica: no sólo por la participación de miembros de las hermanas iglesias
evangélicas y el aporte permanente de un teólogo, pastor de una de ellas. Sino también porque el
teologizar de los SFT tiene por objeto a temas radicales y fundantes del misterio cristiano y
humano: la comunicación de la experiencia de fe, la materialidad de la vida, la vida abundante, la
comunión, la historia, la espiritualidad y la vida, Jesús vivo, el jubileo, la política y el poder, el
encuentro de los pueblos, la construcción de “otro” país, etcétera. De este modo tecnicismos propios
de la teología académica quedan descartados como propuestas para el camino teológico de los
seminarios. El ecumenismo teológico y la perspectiva universal se expresan también en que los SFT
fijan su mirada en el único sacramento universal de salvación (tanto para cristianos como no
cristianos): los pobres, los hermanos excluidos, desechos de la historia que son puestos en el centro
del pensar y del vivir en los SFT.

Estas son, según mi humilde consideración, algunas de las notas constitutivas de la teología
que es fruto de los SFT. Por supuesto que se trata de una sistematización espontánea, incipiente,
hasta prematura tal vez. Sin embargo, por lo charlado con miembros de la coordinación, parece que
es un camino y desafío a recorrer: comenzar a sistematizar esta rica y original experiencia de
construcción teológica desde una Iglesia popular.
Se trata de un teologizar de rasgos evangélicos y eclesiales que infunde un poco de aire
fresco a muchas personas y comunidades frente al muchas veces esclerotizado discurso teológico de
la jerarquía eclesiástica. Esto, indudablemente, es un motivo para valorar positivamente esta
propuesta y dar gracias por ella.

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