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LA PENA DE MUERTE

Por: Dayana Naranjo


dayanna09876@gmail.com

Número de Palabras:

(1) No es algo nuevo hablar de la pena de muerte, con el correr del tiempo ha tenido una
variación gigantesca, se origina en Roma y el primer ejemplo que encontramos es el
ahogamiento, aunque como ya es sabido, existieron diversos tipos de pena de muerte. La
sociedad juzgaba al acusado a vista de todos. (2) Existen países en los que la pena de
muerte sigue vigente: Estados Unidos que es el único en América y China que es el mayor
ejecutor del mundo. En 2017, 142 países abolieron la condena de muerte de cualquier
forma y solo 106 en práctica. No siempre la pena de muerte ha sido imparcial. Por
ejemplo, según Amnistía Internacional:
2017: 993 ejecuciones
2016: 1032 ejecuciones
2015: 1634 ejecuciones.
Como podemos ver son cifras muy elevadas, practicadas pese a que la pena de muerte
atenta contra el derecho fundamental más importante: la vida; siendo así un castigo cruel
e inhumano. (3) Susan Morris se hallaba en el estacionamiento de la universidad de
Florida, poco tiempo pasó para que Erich Branch apareciera y la llevara a un lugar
boscoso, donde la violó y asesinó. Después huyó a Indiana, lugar donde fue detenido.
Finalmente, se tomaron medidas de seguridad para que este tipo de crímenes no
volvieran a suceder, por ejemplo, añadir más seguridad y equipo de vigilancia en las calles
de Florida. Otro caso sucedido en Cantón-China: doce personas fueron procesadas por los
delitos de venta de drogas, asesinato y robo. Según informó la prensa, fueron sometidos a
un juicio público, que finalizó con diez personas ejecutadas y dos aún en proceso de
investigación. A causa de ello, se ha vuelto un problema controversial, desatando
polémica y una gran interrogante: ¿Se debería legalizar la pena de muerte? Por un lado, sí
debería legalizarse, ​ya que ​ayudaría al ahorro de dinero a las cárceles, las cuales albergan
prisioneros durante largos periodos, siendo un gasto para el Estado. ​Pero, ​por otro lado,
no debería legalizarse ​l​a pena de muerte porque ​el acusado podría ser inocente pues el
Sistema de justicia tiene fallas, entonces, ¿estaríamos dispuestos a darle la posibilidad de
acabar con la vida de las personas? La pena de muerte ​no debería legalizarse a nivel
mundial. A continuación, se presentarán los argumentos que me permitan expresar mi
postura.

Considero que la pena de muerte no debería legalizarse en el Perú​, ​debido a que ​los
sistemas judiciales son falibles, incluso en países desarrollados se han dado casos de
ejecuciones a personas inocentes, afirmación que se defiende a través de ejemplos que se
mencionan a continuación​. ​En primer lugar, se condenó a Elish Wayne Falker a pena de
muerte porque fue acusado erróneamente de asesinar a una mujer en 1981, Georgia.
Tiempo después se hallaron pruebas con muestras de ADN, test físicos, también un
documento donde otro hombre firmó su confesión por el asesinato. Pero la Corte
Suprema no le hizo caso, acabando con su vida en la silla eléctrica en 1996. En segundo
lugar, ​en Carolina del Norte, George Stinney fue condenado debido a que lo acusaron de
golpear a 2 niñas hasta que finalmente murieron. No tuvo un abogado, ni testigos y
mucho menos evidencias. Su juicio duró poco y lo condenaron a la silla eléctrica. Después
de unos largos 70 años, se determinó que George era inocente.
La eficacia policial debió ser correcta para que esta ejecución haya sido válida, pero no fue
el caso. Se pudo evitar el mal funcionamiento de la justicia, sin embargo, no se tomó las
medidas necesarias del caso. Y, por último, debido al el presunto asesinato de Wanda
López, Carlos de Luna fue ejecutado en 1989. Sin embargo, en el año 2006 según las
investigaciones del caso llevadas a cabo por el diario Chicago Tribune, se halló evidencia
que corroboraba que el antes ejecutado era inocente. El Tribunal no lo acusó con pruebas
suficientes, porque el real criminal quien era Carlos Hernández confesó múltiples veces
que fue él quien cometió el asesinato, pero el jurado no le hizo caso.
Consecuentemente, recordemos el caso de Jorge Villanueva Torres, apodado como el
‘Monstruo de Armendáriz’, condenado a pena de muerte en 1957 por supuestamente
violar y matar a un menor de edad, cuya culpabilidad se cuestionó después de realizada la
sanción. En dicho proceso no solo hubo una deficiente labor probatoria, sino también
prejuicios contra el condenado por su marcado historial. En los casos de pena de muerte
no existe sentencia que elimine la condena. Por otro lado, al legalizarse la pena de
muerte, el liderazgo peruano se vería afectado en espacios multilaterales. Hay que
guiarnos por la Constitución y la evidencia, no por las encuestas. Para enfrentar este gran
problema, se deben modificar las normas para que las sanciones sean más fuertes. Se
debe plantear una controversia mayor para las razones de estos abusos y actuar para que
no sigan sucediendo. A pesar de los sólidos argumentos existentes, existe la idea de que
con la pena de muerte los crímenes disminuyen, que el malhechor pensará antes de poner
su vida en peligro. Sin embargo, la evidencia demuestra lo contrario. En Japón, por
ejemplo, un estudio de este año con información oficial de la policía, concluye que la pena
de muerte no evita los delitos graves. Una situación parecida ocurre en Estados Unidos, el
Death Penalty Information Center analiza la pena de muerte desde 1987 hasta el 2015 y
ha concluido que no existe evidencia alguna para sostener que la pena de muerte aminora
los índices de criminalidad.
Desde la perspectiva del Perú, mencionaré algunos ejemplos. En primer lugar, ​IDL
Reporteros difundió audios que dan a conocer la corrupción existente en instancias del
Estado peruano. Los audios publicados revelan el modo de impartir justicia y difusión de la
corrupción. La atroz respuesta del juez supremo César Hinostroza Pariachi sobre el caso de
violación de una niña de 10 años a un interlocutor no identificado fue: “¿Qué es lo que
quieren? ¿Qué le baje la pena o que lo declare inocente?”
Este tipo de jueces son los que imparten justicia en casos como feminicidios o violencia.
Un ejemplo de esto es el caso de Arlette Contreras, quien fue víctima de violencia de
género. El mismo juez César Hinostroza, falló en contra de la solicitud de la víctima. En
segundo lugar, cabe resaltar que los defensores ambientales continuamente son
criminalizados en el Perú por el Sistema de justicia, enfrentando procesos a nivel nacional.
Muchos dirigentes sociales enfrentan los estamentos del Sistema judicial. La Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos nos muestra 936 procesados por distintos tipos de
conflictos sociales -generalmente socio ambientales-. La justicia en estos casos actúa bajo
una gran presión de intereses, ya sean privados o del propio Estado, cuyo propósito será
neutralizar el trabajo de los defensores, incluso de los que no tienen posibilidades
económicas para una correcta defensa. Finalmente, en tercer lugar, Basombrío Iglesias en
la exposición que realizó en Perú, dijo que en el país existe una idea de impunidad,
permitiendo así a muchas personas ir en contra de la ley prescrita. Del mismo modo,
señaló que el 70% de la actividad económica del Perú ciertamente es informal, dando a
entender que mucho dinero viene de economía ilegal, incluso que la población ya se
adecuó a esto. Objetó que: “aún se permite que en Vraem las cooperativas no sean
inspeccionadas, aunque en este lugar sea donde existen más cooperativas, inclusive desde
hace muchos años atrás son derogadas las normas que arreglarían la situación.”
Para concluir, se recomienda trabajar para que más países aprueben la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, así como su protocolo adicional y el segundo
protocolo facultativo sobre derechos civiles/políticos de la pena de muerte. Una gran
opción para el avance del rechazo de la pena de muerte está constituida por la aceptación
de los tratados internacionales sobre los derechos humanos, tanto universales como
regionales. Jugaría un rol muy importante si se aprueba como política de estado en
referencia a la variedad de tratados que tienen relación con la pena capital y con la
absoluta prohibición de la tortura, tratos crueles, degradantes e inhumanos.Por todo lo
expuesto, se reitera la posición en contra de la pena de muerte, la cual atenta contra el
primer derecho fundamental: la vida.

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