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Carta a D. W. Winnicott
Psicoanálisis y medicina
Jacques Lacan
Intervenciones
y
Textos
Manantial
Jacques Lacan
INTERVENCIONES
Y
TEXTOS
EDICIONES MANANTIAL
Titulo original y fuente
Interventions de Lacan à la S.P.P., Ornicar? N ° 31
Intervention au Premier Congrès Mondial de Psychiatrie 1950, Ornicar?
No 30
Le mythe individuel du névrosé, Ornicar? N ° 17/18
Dialogue avec les philosophes français, Ornicar? N° 32
Lettre a D. W. Winnicott, Ornicar? N° 33
Psychanalyse et médicine. Lettres de l'Ecole freudienne N ° I
Impreso en Argentina
Queda hecho el depósito que marca la Ley N° 11.723
© de las ediciones originales, Navarin éditeur, París, Francia
© de los derechos en lengua castellana y de la traducción al castellano
Adiciones Manantial S.R.L., 1985, Santa Fe 1385, 3o piso, Buenos
Aires, Argentina.
ISBN 950-9515-06-X
EDICIONES MANANTIAL
INTERVENCIONES DE LACAN
EN LA SOCIEDAD PSICOANALITICA DE PARIS
Jacques-Alain Miller
I
VALOR REPRESENTATIVO DEL CRIMEN PARANOICO
(1933)
II
PSICOANALISIS Y PERVERSION
(1934)
Ill
EL SUICIDIO
(1934)
IV
EL CRIMEN PARANOICO
(1935)
V
LA ANOREXIA MENTAL
(1935)
VI
LA ANGUSTIA Y EL CUERPO FRAGMENTADO
(1937)
VII
FIJACION MATERNA Y NARCISISMO
(1937)
VIII
EL INSTINTO DE MUERTE
(1938)
IX
DE I.A IMPULSION AL COMPLEJO
(1938)
Discusión
X
DELINCUENCIA Y PASAJE AL ACTO
(1948)
XI
MADRE CASTRADORA Y PADRE CARENTE
(1948)
XII
LAS DOS HIPERTENSIONES
(1948)
XIII
PSICOANALISIS Y SOCIOLOGIA
(1948)
XIV
MAGIA Y PSICOSOMATICA
(1949)
XV
LA MUÑECA-FLOR DE FRANÇOISE DOLTO
(1949)
XVI
EL SER VIVO Y SU “ UMWELT”
(1949)
XVII
LA MADRE FAL1CA
(1949)
XVIII
PSICOANALISIS Y CRIMINOLOGIA
(1950)
tra sociedad, sigue siendo cierto que la cura no podría ser otra
cosa que una integración por el sujeto de su verdadera
responsabilidad y que igualmente es esto a lo cual se tendía
por vías confusas mediante la búsqueda de una punición que
puede ser quizá más humano dejársela encontrar a él.
La denuncia del Universo mórbido de la falta no puede
tener como corolario ni como fin el ideal de una adaptación
del sujeto a una realidad sin conflictos.
Esto porque la realidad humana no sólo se debe a la
organización social, sino a una relación subjetiva que, por
estar abierta a una dialéctica patética que debe someter lo
particular a lo universal, adquiere su punto de partida en una
alienación dolorosa del individuo en su semejante y encuentra
sus caminos en las retorsiones de la agresividad.
Por eso comprendemos el hecho de esa importante frac
ción de criminales acerca de los que nos afirma llcsnard,
harto justamente, que no se encuentra en ellos absolutamente
nada que pueda ser delimitado como anomalía psíquica. Y no
es poco que de fe de ello su gran experiencia y su rigor como
clínico cuando ese es el caso corriente «ante el cual el
psiquiatra sin idea preconcebida sigue asombrándose aún.
Sólo el psicoanalista que sabe a qué atenerse en lo
referente a la estructura del yo en tanto tal, comprenderá
también la coherencia de los rasgos que presentan estos
sujetos a los que se nos describe por su idealismo egocéntrico,
su apologética pasional, y esa extraña satisfacción del acto
realizado donde su individualidad parece encerrarse en su
suficiencia.
Esos criminales que hemos llamado aquí criminales del yo
(moi), son las víctimas sin voz de una evolución creciente de
las formas directrices de la cultura hacia relaciones de
coacción cada vez más exterior.
Igualmente la sociedad en que estos criminales se producen
no los toma sin mala consciencia como chivos emisarios y el
papel de vedette que les confiere tan fácilmente manifiesta
28 Intervenciones y textos
J .-A .M .
II
III
IV
J.-A.M.
Ixj que hay de bello, por otra parte, c§ que • liando Ioh
analistas tocan este problema, lo hacen tan torprn« ntr qur •
les escabulle de las manos.
Consolémonos pensando que lo que se lee en los r»iudio>
analíticos sobre el tema del poeta o del filósofo, nos prueba
que los psicoanalistas se ocupan de ellos de tanto en tanto,
incluso si esta preocupación es poco feliz, al menos nos
asegura que han leído, al menos en parte, al autor del que
hablan, y esto es beneficioso para sus pacientes, puesto que
esto es pertinente a un orden de formación que es esencial
para la acción psicoanalítica misma, lejos de representar lo
que se llama tan impropiamente el “psicoanálisis aplicado” .
En lo que concierne a Jaspers, ¡Lagache sabe muy bien
que no es un santo de mi devoción! y esta es la razón por la
cual evité citarlo.
En cuanto a la gran importancia que los enfermos otorgan
a la verdad, de la cual Lagache nos da una imagen tan
impactante con esas hesitaciones que muestran para aden
trarse en ella, declarando algo acerca de ella, es éste simple
mente el hecho de la verdad a secas, mostrándonos el
mecanismo mismo y, si se puede decir, el engranaje por el
cual entra en el análisis. Pues en la convención que libera su
palabra de toda constricción, si dicen algo, pase lo que pase,
será necesario que lo tengan en cuenta, ya sea para rectifi
carlo, ya sea para confirmarlo. Lo que está dicho está dicho y
es esto únicamente lo que yo llame la trascendencia del
lenguaje: lo que está dicho está dicho y una vez que está
dicho, eso cuenta.
Esta transmisión del discurso en el inconsciente, es decir,
bajo una forma criptográfica, es la única que nos permite
concebir la conservación latente a través de las generaciones
de una verdad histórica: pues aunque no dicha en ese
discurso, puede estar en la estructura de su decir. Al menos
esto es lo que nos impone lo que Freud admite de esa verdad
que es para él el asesinato de Moisés, en Moisés y el
66 Intervenciones y t ex tos
Por otro laclo, usted dice que hay dualidad entre el analista
y el analizado. Entonces me pregunté: ¿acaso hay una
correspondencia posible entre ambas dicotomías? ¿Quizá el
analista ve el significante y el significado y c! analizado tan
sólo el significado? Usted dirá si lo que digo es o no absurdo.
Quisiera ver claramente como todo esto se conjuga, la
síntesis. . .
Esta noche tuve un sueño. Soñé con una mujer muy
pequeñita y muy negra. Ella se llamaba Melanie Klein.
Dr. Locan. Primero hay algo que ciertamente es obra mía,
pero que, usted me perdonará, tuvo como resultado un
desconocimiento caracterizado de lo que dije.
Señalé, en efecto, como formando parte de la lógica de los
errores en que el análisis se instaló después de Freud, y como
habiéndose producido de manera comprobada, la afirmación
de que el yo (moi) del analista, lejos de ser un obstáculo en el
análisis tendría, en efecto, el privilegio y algo así como el
estado de gracia de ser a la medida de toda realidad que pudie
se en el análisis ser cuestionada. Ahora bien, es exactamente
contra esto contra lo que me sublevé.
Ahora, yo no pude decir todo. Por ejemplo, respecto a los
resultados del análisis didáctico; es, me parece, totalmente
abusivo decir, como se escucha decir, que el análisis didáctico
haría del analista alguien totalmente liberado de las opacida
des pasionales. No solamente no lo creo para nada, sino que
está precisamente en desacuerdo con todo lo que dije sobre el
valor y el campo del análisis, que no podría hacer que el yo
(moi) no siga siendo irremediablemente alienante, en tanto
que es yo (moi); pues es su naturaleza el serlo. Somos muy
infelices por tener un yo (moi); no son ni Freud ni yo quienes
lo hemos dicho; un cierto Hcgel lo mostró desde más de un
ángulo, y si supe articular algunas cositas que lo confirman en
mi ámbito, la lectura que hice en otra época, por ejemplo, del
trabajo del Sr. Wahl sobre la consciencia desgraciada, no está
allí verosímilmente por azar.
Diálogo con los filósofos franceses 69
Todavía queda por saber por que elegí ese ejemplo. ¿Por
qué me referí a él, por lo demás, como vieron, en forma
bastante rápida? Es porque si verdaderamente, de acuerdo a
lo que dije, el significante por sí mismo juega el papel, no
sólo de material sino de estructura que da a la dinámica
analítica su alcance, es mucho más impactante ver que este
hecho es desconocido en el análisis, cuando la obra de Freud
despliega en todos lados su ilustración que se vuelve induda
ble cuando ella es llevada al grado de esquema.
Tomé el ejemplo de Signorelli porque es conocido por
todos y porque en todas las buenas ediciones está resumido
en un gráfico en el que se remonta desde ese “signor” hasta la
muerte, amo absoluto, por una transferencia que ni siguiera
es de palabras sino de fonemas: que circulan a partir del Bo
que se desprende de Boltraffio como factor común con
Botticelli que es quien esconde la rima, para conducimos a
través de Bosnia al Her de Herzegovina, llerr de la Señoría
que reconoce la dignidad del nativo al médico unido con la
fatalidad, y permite alcanzar en Trafoi el punto de llamado
de la represión por la noticia que acaba de recibir Freud del
suicidio de uno de sus pacientes (afectado de impotencia
sexual).
¿Puedo hacerme entender diciendo que es el lado “de
máquina uragamonedas” de esta presentación lo que me
colma ?
En otros términos, aquello de lo que se trata por el
momento es del modo en que Freud concebía el incons
ciente, de los modos propios para operar con él y de saber si
aún estamos allí.
Si el recurso al texto de Freud nos aporta el testimonio
siempre renovado de que éste se profundiza en un sentido
siempre más orgánico a medida que se lo comenta, digo que
se lo comenta auténticamente y no se lo reduce a resúmenes,
si los tesoros siempre nuevos que se descubren en un tal
comentario nos llevan a las verdades primeras, las más
Diálogo con los filósofos franceses 79
J . -A. M.
NOTAS
1 Se trata <lcl sum ario del núm ero 5 de la revista La psychanalyse (PUF,
1959), donde figura una traducción del artícu lo de W innicott “Transitional
Objects and Transitional P h e n o m e n a cl nom bre del a u to r tiene allí una sola t.
De próxima aparición: