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Administración estatal y municipal

Dr. Manuel González Oropeza

El pacto federal

Alumno: Jorge Laurel González


Doctorado de Administración Pública y Ciencia Política
Universidad Americana de Acapulco
El pacto federal

Introducción

El pacto federal está contenido actualmente en el artículo 40 de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos que dice: Es voluntad del pueblo
mexicano constituirse en una República representativa, democrática, federal,
compuesta por estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen
interior, pero unidos en una Federación, establecida según los principios de esta
ley fundamental. (Const. 2019, art. 40).

Nuestra Constitución establece el Pacto Federal como la forma de organización


política más adecuada para promover el desarrollo equilibrado de las partes que
integran la nación. Sin embargo, una alta centralización de facultades, recursos y
decisiones, además de la ausencia de mecanismos efectivos de coordinación entre
órdenes de gobierno y procesos de descentralización inconclusos, han
profundizado los contrastes entre regiones, entidades federativas y municipios.

De acuerdo a Ignacio Burgoa la diputación provincial, que fue reconocida como


institución política en la Constitución de Cádiz, y que concedía autonomía a las
provincias, “puede conceptuarse como el germen del federalismo en México”.
Antecedentes Históricos

Miguel Ramos Arizpe

Hablar del pacto federal, nos lleva de inmediato a la figura de don Miguel Ramos
Arizpe, nacido en 1775, ordenado sacerdote en 1803 y Siguió sus estudios en la
Real Universidad de Guadalajara donde cinco años después se doctoró en filosofía,
cánones y leyes. Ejerció la docencia en el Seminario de Monterrey donde impartió
las cátedras de derecho canónico y civil (Rotonda de los hombres ilustres sf).

En las elecciones para Cortes de Cádiz de septiembre de 1810 fue elegido diputado
por Coahuila en las que contribuyó muy destacadamente en todo el período
legislativo (1810-1814) en donde muestra sus ideas liberales e independentistas.
Período en el que se proclamó la primera constitución española, la Constitución de
Cádiz de 1812, llamada La Pepa por haber sido proclamada el día de San José.

En 1814 la reacción absolutista, con la vuelta al trono de Fernando VII, disuelve las
Cortes el 10 de mayo y Arizpe es detenido. Fue sometido a un riguroso juicio,
acusado de traición al rey, y después de más de un año en las cárceles de Madrid
fue trasladado al monasterio cartujo de Porta Coeli en Bétera, a escasos 20
kilómetros de Valencia. Allí permaneció, sin condena, hasta que las clases
populares valencianas lo liberaron, junto a otros presos políticos, con motivo de la
proclamación de la Constitución de 1812 en Valencia y la derogación del régimen
absolutista. Vuelve a las Cortes Españolas en el Trienio Liberal de 1820 a 1823.
Una vez independizado México vuelve a su país y participa, muy activamente, en la
comisión que elaboró el proyecto de constitución federal en 1823 y aprobado casi
íntegramente en 1824. Bajo el gobierno del presidente Guadalupe Victoria, de 1824
a 1829 fue ministro de Justicia, cargo que también ocupó de 1832 a 1833 bajo el
presidente Manuel Gómez Pedraza. En 1842 fue diputado a Cortes Constituyentes
por Puebla y miembro de la junta que surgió de las Bases de Tacubaya. Su defensa
del federalismo le valió el sobrenombre de Padre del Federalismo.

Ramos Arizpe, en su diagnóstico presentado a las Cortes de Cádiz sobre la


situación en general de las provincias del norte del país, marca la propuesta y la
necesidad de establecer diputaciones de provincia y municipalidades locales en la
Nueva España.

Esencia compensatoria del Pacto Federal

Una de las más grandes aspiraciones que se convirtió en el objetivo de los grupos
gobernantes después de la independencia, tanto de liberales como de
conservadores como de los gobiernos posteriores, ya sea dictadores o
constitucionalistas fue transformar a México en una gran nación.

Pese a que México nace como un Imperio, el efímero Imperio Mexicano, a cargo de
Agustín I de México, cedió el paso a la instauración de la república, que finalmente
da nacimiento al Estado mexicano necesariamente atribuye la soberanía a la
federación y su ejercicio a los órganos Legislativo, Ejecutivo y Judicial. El sistema
federal, fue adoptado por primera vez en la constitución de 1824, que en su artículo
4º. señalaba: “La nación mexicana adopta para su gobierno, la forma de república
representativa y federal” (Carbonell, 2003).
Es fundamental en el proceso de unificación nacional, el Pacto Federal fue
concebido para promover el desarrollo equitativo de todos los miembros de la
Federación, nunca para perpetuar contrastes y rezagos. Ello exige avanzar a un
federalismo que sea un eficaz instrumento de redistribución de los recursos y las
oportunidades. El Pacto Federal es un acuerdo de unidad entre varios Estados que
son Libres y Soberanos, pero que necesitan de un núcleo y una representatividad
en donde se depositen poderes que coordinen las actividades de todos (PND,
1995).

En el principio estaban los estados. El federalismo en México tiene un origen


auténtico en el proceso de formación de nuestro Estado Nación. No se trata
simplemente de una copia ingenua o artificial del exitoso sistema estadounidense,
como se debatió entre centralistas y federalistas durante el conflictivo siglo XIX, o,
más civilizadamente, durante el constituyente del 17.

La admiración por la arquitectura institucional creada en las nacientes 13 colonias


de Estados Unidos por supuesto que fue una influencia decisiva en la arquitectura
territorial de gobierno que surgió de la Independencia.

El federalismo en México surge de las Diputaciones Provinciales creadas por la


Constitución de Cádiz (que a su vez reflejan la organización territorial surgida de las
reformas borbónicas durante la era colonial), y el reto de mantener a las
jurisdicciones políticas así creadas unificadas. Tiene su historia.

El federalismo fue una solución frente a los retos militares externos creados por las
ambiciones de las grandes potencias coloniales y los propios Estados Unidos. El
presidencialismo también fue inventado durante la fundación de la nación
americana, pero pocos dudan que el presidencialismo mexicano tiene un origen
auténtico, que se puede trazar hacia nuestro pasado, con precedentes como el huey
tlatoani, los virreyes o los caudillos decimonónicos, tomando una forma específica
en nuestro país durante la larga hegemonía del PRI en el poder.

Lo mismo pasa con el federalismo: una forma de gobierno adoptada en su retórica


por sus supuestos efectos sobre la libertad y la gobernabilidad, pero que en la
práctica era un sistema arraigado con precedentes propios y un carácter específico
a México, que le dio su autenticidad.

El federalismo debe ser entendido como una alternativa de formación del Estado,
que adoptaron los países de desarrollo tardío (como Alemania, Brasil, Argentina y
México), que permitió juntar a las unidades políticas en un objetivo común, de
mantener un mercado interno abierto e integrado, y utilizar el poder del gobierno
federal para recaudar recursos fiscales que pudieran financiar la provisión de
servicios públicos, en particular, durante el siglo XIX, el servicio de la defensa militar
frente al exterior (Díaz 2010).

Hoy en día, prácticamente todos los países con grandes extensiones territoriales se
organizan como Estados federales. La gran excepción, China, puede ser entendida
mejor como un sistema federal que como uno unitario. Y si bien los sistemas
federales son muy variados entre sí, su origen, en la mayor parte de los casos, se
puede ligar a un esfuerzo de las élites regionales por mantener unido un territorio.

El federalismo, en su origen, no tiene entonces que ver con la libertad o la igualdad,


sino con un pacto entre los líderes de jurisdicciones heterogéneas que buscan un
objetivo común. De hecho, es difícil afirmar que el federalismo es normativamente
mejor que otras formas de gobierno (Aguirre 1997).
Se trata de una forma de organización que permite que minorías territorialmente
concentradas (como los blancos racistas en los Estados Unidos hasta hace unas
cuantas décadas) protejan su "derecho" de mantener en sus territorios leyes propias
(que pueden oprimir a sus minorías). Es, además, una forma de organización
política que probablemente limita la redistribución del ingreso al reducir el ámbito de
acción del gobierno nacional. Hay que compartir los ingresos.

La peculiaridad del federalismo mexicano es su alto grado de centralización fiscal.


Durante el siglo XIX los ciudadanos, cuando pagaban impuestos, interactuaban en
primer lugar con las autoridades locales. El gobierno nacional obtenía sus recursos
más importantes de los impuestos al comercio exterior en las aduanas, lo cual
afectaba a una pequeña minoría de mineros y comerciantes. Pero desde la
perspectiva de la mayoría de los pobladores, la relación fiscal casi siempre tenía
que ver con el gobierno local, ya fuera estatal o municipal. Esto cambió de manera
radical en el curso del siglo XX, cuando se crearon los sistemas fiscales modernos,
primero con la innovación del Impuesto Sobre la Renta y después el Impuesto al
Valor Agregado.

La centralización fiscal significó que los estados y municipios ahora dependan


fundamentalmente de transferencias otorgadas por el gobierno federal para
financiar la gran mayoría de los bienes y servicios públicos que proveen. Desde el
punto de vista de los ciudadanos esto significa que el federalismo centralizado
rompe lo que se conoce como el principio de beneficio: que los contribuyentes
pueden ver una relación entre los impuestos que pagan y el gasto público que
financia los servicios que reciben del Estado. Pareciera que los centralistas
finalmente ganaron la partida. Ya no se trata de la protección militar de amenazas
exteriores, sino de los sistemas de agua potable, caminos, escuelas o clínicas de
salud.
El problema del mal funcionamiento del pacto federal mexicano no se debe buscar
en el origen del mismo o una falta de autenticidad, sino en explicar por qué los
servicios públicos que provee el Estado son de tan baja calidad. Una buena parte
de la explicación viene dada por el arreglo federal que, debido a su centralización,
rompe el vínculo de responsabilidad de los políticos electos frente a los ciudadanos.

El pacto federal hoy y hacia el futuro

La ruptura del vínculo de responsabilidad, produce una desafección política entre


los electores y los gobernantes, es por ello que para que el federalismo democrático
sea una opción de cambio para que la sociedad y el Estado finquen nuevas bases
de relación, consenso y legitimidad. Ha llegado el tiempo de acabar con la tutela
política que anula la autonomía de los gobiernos estatales y municipales y luchar
decididamente por la emancipación institucional de los gobiernos locales, e
instituciones representativas de la sociedad.

El federalismo democrático implica la reforma del régimen político o, si se quiere, la


reforma del poder, que implica la construcción de un verdadero federalismo, donde
exista lo siguiente:

1. El fortalecimiento real y formal del Poder Legislativo;

2. El incremento de la representación política en el órgano Legislativo;

3. El reconocimiento real de que los gobiernos estatales y municipales como


centros con capacidad de decisión soberana y con autonomía;

4. El reconocimiento de que los gobiernos estatales y municipales tengan


autonomía fiscal;

5. La redistribución del poder como fruto de la descentralización política;


6. La consolidación de la institucionalidad de un auténtico sistema de partidos
competitivos, nacionales, regionales y locales, que permita la representación plural
plena de las minorías, por medio de la proporcionalidad y mantenga la
representación mayoritaria;

7. La democratización de la acción gubernamental en relación con la vida


ciudadana;

8. El fortalecimiento de la autonomía del Poder Judicial;

9. El diseño y ejecución de políticas que fomenten el desarrollo regional; y

10. La modernización de los sistemas de gestión pública para facilitar la


cooperación interinstitucional entre los diversos órdenes de gobierno. (Ortega
2019).

Solamente de esta manera podremos lograr un Estado, que cuente con el soporte
de los ciudadanos, para lograr la correcta administración de la justicia, en el marco
irrenunciable de nuestra libertad.
Bibliografía

Aguirre Saldívar, E. (1997). Los retos del derecho público en materia de


federalismo: hacia la integración del derecho administrativo federal. Ciudad de
México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 2019.

Carbonell, M. (2003). El federalismo en México: principios generales y distribución


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colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/anuario-derecho-
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Díaz Cayeros, A. (2010, 23 septiembre). Nuestro pacto federal. Recuperado 30


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Ortega Morales, L. (2019). Pacto Federal Democrático. Biblioteca Jurídica Virtual,


Recuperado 30 agosto, 2019, de
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