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POLÍTICAS
La Revolución del 68, también conocida como La Gloriosa por la ausencia casi total de
derramamiento de sangre, fue la última que lideró la burguesía. Su principal objetivo fue el de
encabezar un cambio constitucional a través de un golpe de estado, pero sin provocar una
verdadera revolución social. Se pretendía acabar con un sistema que impedía el acceso al poder
de los partidos más progresistas, por lo que pronto, las clases populares se unieron al proceso
incluyendo unas reivindicaciones más radicales aún, como el cambio en las estructuras de
propiedad de la tierra. A pesar de ello la burguesía controló rápidamente la situación y en los
distintos manifiestos solo se recogían sus propuestas tradicionales: respeto a los derechos de los
ciudadanos, soberanía nacional y sufragio universal. Así comienza el Sexenio Democrático
(1868-1874), el primer intento por implantar un régimen verdaderamente democrático en el país.
En septiembre de 1868 se hace público un manifiesto (España con honra) que recoge
los principios fundamentales del levantamiento: soberanía nacional, sufragio universal, libertad
de imprenta, abolición de la pena de muerte, de las quintas y creación de nuevas Cortes
constituyentes que elaboraran una nueva Constitución.
Las tropas que permanecen fieles a Isabel II tratan de contener la insurrección, pero son
derrotadas por el general Serrano en la batalla de Alcolea y la reina debe partir hacia el exilio.
Durante todo este tiempo además, se han formado Juntas Revolucionarias en casi todas las
provincias, que se constituyeron además, como grupos de defensa civil a imitación de la antigua
Milicia Nacional. Al mismo tiempo nace un gobierno provisional formado por las principales
figuras del partido progresista: Serrano, Prim, Zorrilla y en especial Sagasta, cuya presencia será
sustancial en los siguientes años de la historia de España.
No obstante, las Juntas suponían un serio peligro para la inestabilidad del nuevo
gobierno (doble poder), por lo que Prim pacta su disolución a cambio de mantener a sus
principales representantes en los ayuntamientos e instituciones locales y de aprobar lo más
rápido posible sus reivindicaciones más apremiantes (excepto la abolición de la quintas). Pero
en lugares como Barcelona, la Junta decide no disolverse, lo que evidencia el nacimiento de los
primeros conflictos centro-periferia.
Las nuevas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal masculino tras el
triunfo del proceso revolucionario, elaboraron una nueva constitución, la de 1869 que
garantizaba la existencia de un modelo mucho más democrático a través de la consolidación de
una amplia gama de derechos civiles. También se llevó a cabo la redacción de un código penal
más humanitario (aunque finalmente la pena de muerte no llegó a ser abolida). Al mismo
tiempo se aprobó el matrimonio civil y se limitaron los poderes de la iglesia. El problema ahora
radicaba en encontrar un nuevo rey…
El general Serrano asumió el nuevo gobierno provisional, de tintes autoritarios, que tuvo
como principal objetivo el mantenimiento del orden público y el control sobre las guerras
carlista y de Cuba. Pero el general Martínez Campos se subleva en Sagunto el 29 de diciembre
de 1874 y proclama la restauración borbónica en la figura del joven Alfonso XII, oficialmente
nuevo rey de España el último día de diciembre de ese mismo año.