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PSICOLOGIA INFANTIL

INTRODUCCIÓN.- La psicología infantil en nuestros tiempos han ido tomando


distintas actividades en el medio social sufren cambios en la estructura del pensamiento
del niño no son consecuencias directa de su crecimiento fisiológico, sino de su
evolución psicoafectiva. Muchos maestros comprueban diariamente en sus clases que la
madurez no tiene por qué guardar relaciones estrechas con el crecimiento.

La maduración del pensamiento infantil sobreviene gracias a un procedimiento de


interiorización de los cambios experimentados hasta el momento. El final de la infancia
suele ser, en general, un periodo especialmente gratificante para los niños, los puntos
críticos de cada una de las fases de su desarrollo anterior han sido superados en el
proceso de socialización está en su apogeo. La liquidación del complejo de Edipo y la
asunción de la prohibición del incesto han sido la ceremonia de iniciación del pequeño
en el mundo de los adultos.

PREFERENCIAS Y AFICIONES

Puede decirse que los intereses afectivos del niño se trasladan desde lo puramente
pulsional, que exigía una satisfacción inmediata, a lo intelectual y a lo simbólico, que
los permite aproximación progresiva a las leyes de sociedad.

Esta renuncia a las satisfacciones inmediatas puede ser notable en muchos casos. El
niño deja de mostrarse infantil y caprichoso, aprende a tener paciencia cuando la
situación lo requiera e incluso puede llegar a preferir la dificultad a la velocidad. Por
ejemplo, en los juegos, en las actividades manuales o artísticas o en la lectura
(manteniendo su atención en obras más largas, varios días).

Todo ello no significa que renuncie a la fantasía, a la recreación soñadora a ala


imaginación, sino, bien al contrario, que tales procedimientos mentales entran al
servicio de intereses más sólidos menos inmediatos y en consecuencia, menos efímeros
en su duración. Cuando estas preferencias se manifiestan, es oportuno facilitar al niño
para llevarlas a cabo. Los juegos de construcción, y los programas de preparación
artística, musical o deportiva pueden ser en algunos métodos adecuados para ellos.

LA AGRESIVIDAD EN EL NIÑO

La agresividad constituye un elemento inherente a la personalidad del ser humano.


Representa un mecanismo de reacción común al hombre y a los animales que se pone en
funcionamiento para combatir una situación frustrante.
En este sentido, en el componente agresivo juega un importante papel en la evolución
del individuo, puesto que es precisamente que es el factor que le impulsa muchas veces
ha intentar soluciones nuevas ante las dificultades. Considerando ésta óptica, pues, la
agresividad no siempre será sinónimo de agresión física, sino que aparecerá como un
impulso positivo y necesario para superar cualquier obstáculo.

El niño, ya en los últimos años de su desarrollo como también más tarde, y cuando
adulto, debe ir aprendiendo a someter sus impulsos primarios a las posibilidades que
permite al ambiente de hacerlos realidad. Su inicial búsqueda de placer y satisfacción ha
de ir adaptándose a las normas, las cuales obligan a distinguir lo permitido de lo
prohibido.

No por inevitable y necesario deja de superársete hecho una represión, y en


consecuencia de provocar un sentimiento de frustración en el niño cuya primera
respuesta ante la prohibición es una reacción de agresividad, verbal o física, en un
intento de vencer el obstáculo que se opone a sus deseos.

Progresivamente, gracias que su maduración neurológica y personal le permiten mayor


adaptación a las situaciones adversas, el niño aprende a aceptar estas imposiciones, a
someterse a al normas y a buscar alternativas distintas dentro de la opciones que sabe
permitidas.

El proceso educativo que se desarrolla con la intervención del medio familiar, escolar
social en general va contribuyendo por otra parte a reformar también en él expresiones
de agresividad directa, a lo que es igual más indirectas y socializadas.

En ciertas condiciones vitales, no obstante, todos los niños se escolarizan su irritación.


Estas reacciones, dentro de los límites normales, incluso son positivas para su
evolución. Las conductas agresivas no incontrolables contribuyen al progresivo
dominio del cuerpo y de los objetos y descubren al sujeto el placer de destruir para
luego reconstruir. Es como una especie de juego que aporta momentos de gran
satisfacción al niño que además que le sirve para reproducir episodios concretos de la
realidad tal y como él quisiera que hubiesen sucedido.

Sin embargo, cuando las normas sociales le son impuestas con una arbitraria o
prematuro, sin ser razonada ni oportuna, éste tiende a reaccionar con irritación
impedimento cuyas razones no alcanzan comprender. Y acto seguido, al constatar su
impotencia para combatirlo, se eleva su grado de frustración y se genera en él un nivel
aún mayor de agresividad .

Sin necesidad de acudir a los casos de patología extrema, en el desarrollo infantil


hallamos con frecuencia, por tanto, estas conductas agresivas, que el niño puede ejercer
bien contra si mismo bien hacia los demás, pero siempre a partir de una situación
frustrante, en al cual se ve imposibilitado de conseguir aquello que desea (y que lo
mismo puede tratarse de un objeto concreto que del afecto o la atención de una
persona).

Loa adultos, padres y maestros, han de saber reconducir este componente agresivo y
aprovecharlo en un sentido positivo para la maduración personal y social del niño.
Utilizar sus impulsos de autosatisfacción, dotados de una mayor o menor carga agresiva,
como motivación para desarrollar sus respuestas inteligentes puede ser en efecto, un
camino útil para rentabilizarlos.

En otros momentos, incluso los juegos de gran motricidad o de fuerte componente


competitivo, que en principio nunca deben apoyarse particularmente, podrán servir
también para que el pequeño se libere de sus impulsos violentos. Siempre hay que
preferir una descarga a una represión o inhibición total, que pueden llegar a ser tan
nocivas para el sujeto como las agresiones continuas e indiscriminadas. En estas
actividades, no obstante, la intervención del adulto para conducir los impulsos primarios
por canales socialmente más aceptados es inevitable. Sin que esta supervisión suponga
impedir la salida de toda una carga energética que en el niño ya ha de reprimir
normalmente a lo largo de su educación social y personal.

Una situación aparte está constituida por la violencias infantil que surge en un tiempo
concreto y como fruto de una situación frustrante muy especifica ya que ha de
relacionarse entonces con un conflicto que subyace a un nivel inconsciente, esto es, que
no ha sido elaborado ni verbal izado externamente. La conducta agresiva equivale en
tales casos a una señal de alarma de la intención interior que afecta profundamente al
niño.

Un ejemplo bien conocido seria el de aquellos niños, que tras el nacimiento de un


hermanito, de pronto empiezan a manifestar un comportamiento agresivo en la escuela
con actos de rebeldía verbal y física, y conductas inadaptadas de toda especie en casa,
dado que no pueden permitirse una agresividad directa y manifiesta contra el rival.

Casos como este y similares requieren una atención especial, que debe empezar en el
momento mismo en el que aparecen las primeras reacciones desconocidas.
Generalmente, ayudar al niño elaborar su conflicto a aceptarlo a de ser suficiente para
acabar con las acciones violentas. Si existe, por el contrario, una intolerancia en el
ambiente y no se ayuda a afrontar el obstáculo, que para él es insalvable, es muy posible
que el comportamiento agresivo quede afianzado en su personalidad y a las conductas
inadaptadas den cada vez con más frecuencia.

LA MADURACION DEL PENSAMIENTO LÓGICO

A los 5 o 6 años de edad el permanece todavía en el estadio de las operaciones


concretas. A partir de los 10 y 11 años, cuando sea capaz de operar con relaciones
lógicas expresadas verbalmente, accederá por fin al estadio de las operaciones formales,
etapa final del desarrollo intelectual. En los momentos actuales, el pensamiento infantil
prosigue, pues, su evolución madurativa, asimilando y perfeccionando las adquisiciones
que en los últimos momentos han empezado a distanciarlo de la fase pre-lógica, y
alcanzando nuevas potencialidades que en los años de la adolescencia consolidarán la
capacidad de razonamiento lógico científico que caracteriza intelectualmente a los
adultos.

LA MEMORIA Y EL APRENDIZAJE

La memoriainirse como la capacidad del individuo para almacenar información y


recobrarla posteriormente en condiciones de utilizarlas. En una facultad que el niño va
ha desarrollar con la edad, en particular de las operaciones concretas.

Las razones por las cuales un niño va aumentando su capacidad para recordar, a medida
que va aumentando de edad, no están suficientemente claras, los psicólogos han
estudiado distintos aspectos de la memoria, pero no han conseguido todavía hallar
explicación a todos ellos, si bien en algunos puntos concretos las coincidencias son
prácticamente absolutas. No sin fundamento, se presume, por ejemplo, que los niños de
mayor edad ha descubierto la utilidad de distintas técnicas o estrategias mnemotécnicas
para almacenar la información afianzar el recuerdo.
La capacidad para organizar el material que debe ser recordada la habilidad para
clasificarlo o agruparlo en torno a determinadas palabras claves, la posibilidad de crear
imágenes mentales o de asociar, en base a una característica determinada, las cosas que
deben ser recordadas, contribuyen a que la memoria puede retener mayor cantidad de
información.

FACTORES QUE FAVORECEN LA RETENCIÓN

El mismo nivel de inteligencia no asegura, sin embargo, en dos sujetos distintos la


misma capacidad para recordar. Ni siquiera en el mismo individuo en constante la
capacidad de memorizar. Hay cosas que es fácil recordar con toda nitidez y otra, en
cambio, a veces incluso posteriores, que pasan inmediatamente al olvido.

Fundamentalmente, estos casos tienen lugar debido a que otros factores de tipo
coyuntural, además de la inteligencia, pueden influir en un momento en el rendimiento
de la memoria en particular la motivación, es decir el interés que puede llegar a tener
para el sujeto lo que se trata de recordar, a ala atención que se haya prestado en el
momento de recibir la información.

Si no existe ningún problema de percepción sensorial deficiencia de tipo auditivo, visual


o similar, el interés que un tema especifico o un dato determinado despiertan en el
individuo favorece afectivamente la fijación del material que constituye la base delo
recuerdos. La atención por su parte, se manifiesta significativamente en e3l niño a partir
de los seis años momento en el que empezaran una concentración intensa y continuada.
Y a la memoria en efecto, comienzan a fallar cuando no es posible concentrar la
atención. A veces, esta imposibilidad se debe a la intervención de estímulos extraños del
ambiente que provocan la distracción; otras, a los propios pensamientos personales, y,
en circunstancias distintas, cuando existe un estado de nerviosismo o de ansiedad. Todo
tipo de interferencias, físicas o mentales, reducen el potencial memorístico de la persona
en cantidad y calidad.

TIPOS DE MEMORIA

Existe unanimidad entre los psicólogos en cuanto a reconocer tres tipos de memoria: la
memoria sensorial, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. Toda la
información que retenemos pasaría por estos tres estadios y en el mismo orden
indicado.Veamos muy brevemente las características principales de estos de estos
sistemas.

La memoria sensorial actúa mientras estamos percibiendo un estimulo a través de los


sentidos. Su intervención es fugaz, y a menudo se la suele comparar a la cámara
fotográfica. Cuando el estimulo cambia, las impresiones sensoriales no permanecen
ningún segundo en la memoria sensorial. De hecho, la mayoría de impresiones
sensoriales se han perdido casi instantáneamente, y sólo una parte muy pequeña si se
procesa con eficacia, se trasfiere al siguiente sistema de memoria o memoria a corto
plazo (también llamada memoria “activa”por algunos investigadores, como Arkinson
,Shiffrin y otros ). En esta fase la información se retiene por espacio de un plazo de
tiempo mas o menos breve, si esta destinada por el propio individuo a ser olvidada
después de haber hecho un uso inmediato, o procesa debidamente para pasar a un
sistema más permanente. Esta última retención tendría lugar en la llamada largo plazo,
que es verdadero almacén de la información, allí donde hay que actuar para recuperarla
y emplearla.

Para los aprendizajes escolares del niño, la memeoria a largo plazo es el sistema de
mayor interés, y la trasferencia y fijación de los daros procedentes de la memeoria a
largo plazo puede ser estimulada por los adultos, padres, profesores y especialistas
poniendo en práctica distintos recursos mnemotécnicas.

COMO APOYAR LA MEMORIA

A medida que el niño avanza en su escolarización, aumenta el número de aprendizajes


que debe desarrollar y se acumula los conocimientos que ha de retener, es decir fijar en
la memoria de manera que sean recuperables y utilizables posteriormente. Por
consiguiente, de mayor a menor capacidad de memorización dependen en buena medida
los éxitos escolares a que puede aspirar.
Por efecto de la misma evolución intelectual del niño, como hemos indicado, su
capacidad de retención aumenta principalmente en los años de la segunda infancia. Sin
embargo, basta efectuar una simple comparación entre los escolares de una misma clase
para descubrir que las diferencias individuales son inevitables y, a veces, más que
notable. Veamos las principales causas que pueden explicar estas diferencias y los
métodos básicos que pueden utilizarse para auxiliar y reforzar la memoria.

En ausencia de insuficiencias perceptivas de carácter orgánico o funcional, así como de


evidentes retrasos en la maduración intelectual, las diferencias que en la capacidad de
recordar podemos detectar en individuos equiparables en otros aspectos están
supeditadas fundamentalmente, como se ha dicho, a al capacidad o la incapacidad del
sujeto de mantener la atención. La incapacidad de atender se considera consecuencias
de la existencia o la aparición de otros pensamientos que interfieren el proceso que
dirige la atención, o de estímulos ambientales que actúan como factores de distracción.
Ambos procesos a menudo simultáneamente, suelen darse sobre todo en los niños
ansiosos. La ansiedad o el nerviosismo, en efecto, crean una estimulación que distrae la
atención de la información que está llegando, la cual, en consecuencia, encuentra
mayores dificultades para inscribirse en la memoria.

Inversamente, la facilidad para asimilar y codificar palabras, imágenes y conceptos que


puedan asociarse con el material a recordar favorécela capacidad de memorización. Se
ha comprobado que los niños proceden de ambientes lingüísticamente deficitarios, o que
poseen un vocabulario muy restringido, tienen más dificultades para retener la
información que aquellos otros que pueden utilizar recursos lingüísticos más
abundantes.

¿cómo ayudarles a aprovechar mejor la memoria? Si ninguna de las causas que pueden
impedirla o interferirla están presentes en tal intensidad como para hacer presumible el
fracaso, podemos enseñarles a utilizar unas reglas mnetécnicas que deberán poner en
práctica al recibir la información que deban de retener.

Los especialistas que han investigado la adquisición y retención de aprendizajes hablan


de retención de aprendizajes hablan de repaso y de codificación como métodos de
básicos para, respectivamente, retener una información en la memeoria a corto plazo e
introducirla en el sistema de memoria a largo plazo.

El repaso consiste en repetir varias veces la palabra, en vos alta o mentalmente. Aunque
se puede considerar en método más conocido y generalizado para memorizar, al parecer
no todas las personas lo utilizan sistemáticamente o de la forma adecuada. En niños con
dificultades graves para adquirir o retener los aprendizajes se ha podido averiguar que
es una práctica que casi nunca aparece. En otros niños con retrasos de menor
importancia, o que progresan muy lentamente en su formación escolar, se puede
constatar con la misma frecuencia que emplean malas técnicas de repaso y tienen
dificultades para fijar los contenidos en la memeoria a largo plazo.
La codificación es un proceso posterior. Consiste en asignar un símbolo o un etiqueta
significativa a un dato que debe ser recordado. Generalmente, se utilizan símbolos
verbales, también se recurre a formulas esquemáticas, analógicas, visuales, etc.

El secreto para memorizar esta en la organización tiene ligar mientras la información


permanece en la memoria a corto plazo, y básicamente tiene por objeto buscar un apoyo
que facilite automáticamente la recuperación de los recuerdos.

Cuando se trata de recordar una lista de conceptos o palabras, podemos enseñar al niño
distintos recursos:

1.- Repetir varias veces cada palabra mientras la esta leyendo;

2.- Repetir grupos de dos o más palabras.

3.- Organizar agrupaciones de palabras, si se trata de alguna relación extensa, en base a


los conceptos que designan (vegetales, nombres propios, personas, cosas...), el número
de sílabas que las componen, la letra inicial de cada una, etc.

4.- Construir una historia que enlace todas las palabras que hay que memorizar; etc.

Si se trata de un párrafo o texto seguido, lo primero que se debe hacer es de asegurarse


de que el niño lo comprenda en su totalidad, haciéndole que busque nuevas palabras
cuyo significado desconoce. En el caso de un texto largo, es conveniente enseñarle a
dividirlo en distintas partes que tengan un sentido propio, trabajando estos párrafos por
separado sin pasar al siguiente hasta haber memorizado al anterior. Para ensamblar
luego estos fragmentos, podrá elaborar un esquema de conjunto que recoge las líneas
maestras del texto en su totalidad.

Memorizar sin comprender es una tarea difícil y casi siempre inútil. Esta es la primera
idea que hay que inculcar en el niño. Sucesivamente, el proceso de memorización
consiste en saber utilizar la estrategia que más conviene a cada aprendizaje y mejor se
adapta a las capacidades o características mnemotécnicas del individuo.

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