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METRO DE MEDELLÍN
Durante la década de los 70, Medellín, ciudad capital del departamento de Antioquia,
sufre un crecimiento poblacional pasando de ser un pueblo a una ciudad en pocos años,
sin embargo, no contaba con proyectos o instituciones que gestionaran un desarrollo de
planificación para la ciudad. Este crecimiento en la población de la ciudad antioqueña
correspondió al desplazamiento de familias campesinas por violencia política en áreas
rurales, a la búsqueda de oportunidades de empleo, estudio y de mejor calidad de vida,
entre otros motivos.
El desarrollo de la ciudad como una urbe cada vez más grande se manifestó en distintas
construcciones y obras públicas. La implementación de planes viales para integrar la
ciudad como la vía paralela al río, la carrera 80, y la construcción de la Avenida Oriental
que, más que integrar, dividió el centro. Con todo este avance, Medellín se convierte en
un “centro” comercial e industrial, el cual “pedía a gritos” sistemas de transporte que
abasteciera todo este desarrollo.
Por parte de la capital antioqueña, los años 80 fue un periodo en el que florecieron
problemáticas que despertaron la atención del gobierno y el miedo de los ciudadanos,
tales como: auge del narcotráfico, surgimiento del sicariato, nacimiento de los grupos de
autodefensas, aumento progresivo de las violencias (secuestro, extorsión, homicidios,
masacres, magnicidios, ataques con explosivos, fronteras invisibles), aumento desmedido
de la población, crecimiento del índice de desempleo, ampliación del cinturón de
pobreza, debilidad institucional y corrupción.
Finalmente, en 1983, ETMVA logra obtener la aprobación y apoyo para el proyecto del
Metro de Medellín por parte de la gobernación nacional, a pesar de las inconsistencias
presentes en todo su planteamiento de costos de presupuestos para el proyecto, en la
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que desde sus inicios estuvo tan ultrajado por la corrupción y el desinterés social de unos
pocos: al terminar la obra se estimó que su costo fue dos veces más que el valor
inicialmente proyectada, cuenta que fue cubierta por bancos pero que el Gobierno tiene
que responder. ¿Cómo pagará el Gobierno cerca de US$3.000 millones (costo
aproximado final del Metro de Medellín)? Lo pagaremos todos. Todos los colombianos.
Para saldar la deuda con el Gobierno Nacional la región empeñó la sobretasa a la gasolina
y el impuesto al tabaco y al cigarrillo hasta 2083.
Es por lo anterior que toda esta historia es importante tenerla presente, que todos los
ciudadanos colombianos seamos conscientes que no podemos seguir permitiendo que la
corrupción siga presentándose en nuestras políticas, que es necesario escoger bien
nuestros representantes políticos para que gestionen y administren de la mejor manera los
recursos del país. No es posible que, a pesar de todo lo que ha tenido que pasar el pueblo
colombiano: terrorismo, narcotráfico, años de temor y desesperanza como lo fueron los
años 80 y 90, y que poco a poco hemos superado toda esa violencia, sigamos permitiendo
la corrupción de la misma manera que hace 50 años. Tenemos que cambiar esta vaina,
porque si no lo hacemos nosotros mismos, aquellos corruptos no lo harán por nosotros.