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¡MADRE MIA!

Cuando los ojos a la vida abría,


al comenzar mi terrenal carrera,
la hermosa luz que vi por vez primera
fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!.

Y hoy que, siguiendo mi escarpada vía,


espesas sombras hallo por doquiera,
la luz de tu mirada placentera
ilumina mi senda todavía.

Mírame, ¡oh madre!, en la postrera hora,


cuando a las sombras de mi noche oscura
avance ya con vacilante paso.

Quiero que el sol que iluminó mi aurora


sea el mismo sol que con su lumbre pura
desvanezca las brumas de mi ocaso.

TÚ NO HAS MUERTO

Madre, madre: yo sé que tú no has muerto


y que en aquella tarde me engañaron
cuando la negra caja se llevaron
y nuestro humilde hogar quedó desierto. […]

Yo sé que vienes, cariñosa y buena,


a consolarme cuando estoy enfermo,
cuando estoy triste a compartir mi pena
y acariciar mi frente cuando duermo. […]

Viva estás para mí. Ni una ceniza


cubre el sagrado fuego en que me inflamo.
Viva estás para mí, porque te amo,
¡y el amor a los muertos eterniza!

Y pues mi amor le impide retenerte,


en el sepulcro aquél no estás cautiva.
Tú nunca has de morir mientras yo viva:
¡el amor es más fuerte que la muerte!
MADRE

Madre, desde la lejanía de tu gloria


me llegan con frecuencia bendiciones,
e infantiles fragmentos de oraciones
que suavizan la piel de la memoria.

Tu espíritu es un ave migratoria


que abandona las plácidas regiones,
para cubrir de aladas protecciones
al hijo, que tropieza con su historia.

Así, como hace tiempos, de pequeño


con mis lamentos perturbé tu sueño
y lo sacrificaste todo por mi suerte;

igual que cuando al mundo me trajiste:


¡bésame tiernamente si estoy triste
y arrúllame en la hora de la muerte!.

CONVERSACIÓN

¡Eres un bello cielo de otoño, claro y rosa!


Pero en mí, la tristeza asciende como el mar,
Y en su reflujo deja en mis cansados labios,
El punzante recuerdo de sus limos amargos.

-Se desliza tu mano por mi agotado pecho;


Lo que ella en vano busca, es un hueco asolado
Por las feroces garras que esconde la mujer.
Mi corazón no busques, fue pasto de las fieras.

Ahora es como un palacio saqueado por las turbas,


Donde beben, se matan, se arrancan los cabellos.
-Flota un perfume en torno de tu desnudo cuello!...

¡Tú lo quieres, Belleza, flagelo de las almas!


Con tus ojos de fuego, como fiestas lujosas,
¡Calcina esos despojos que evitaron las fieras!

OH MADRE

Brinda arrullo y regazo como el árbol y el ave


a la desolación de mis días aviesos.
La miel de sus palabras desciende hasta mis huesos;
con el blanco rumor de una lluvia suave.

En su mirar profundo puso dios con la clave


de la vida, honda urna de castos embelesos.
Se hace pura mi carne al calor de sus besos;
su plegaria es la estrella que dirige mi nave.

Me ha dicho alguna vez que fue triste su infancia.


¡Yo nunca le pregunto por las antiguas cosas!,
mas a su voz mi espíritu se llena de fragancia.

Si pienso en su niñez me inunda dulce llanto.


Cuando niña. ¡Quién sabe si al mirar unas rosas
su virginal entraña sintió crecer mi canto!
CHISTES
Había una vez un perro que se llamaba Chiste. Un día lo atropellaron y ahí se acabo el
chiste.

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