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TLCAN (Artículo)
En su colaboración, Carlos Herrera de la Fuente escribe que el USMCA
"no es más que un TLCAN reformulado para mayor beneficio de EU".
Tal como lo señalamos hace más de dos años en este mismo espacio (“Trump:
fascismo y liberalismo”, AN, 31 de agosto de 2016), cuando Trump era todavía
candidato a la presidencia de EU, las amenazas del magnate de sacar a su país del
TLCAN en caso de llegar al poder no eran más que un estratagema adelantado para
conseguir la firma de un tratado más benéfico para su país y más agresivo para los
otros dos socios.
El TCLAN fue, desde hace más de veinte años, la declaración formal de la guerra
comercial de EUA contra México. […]. “En los hechos, Trump no pretende
abandonar el TLCAN (no le convendría de ninguna manera), sino renegociarlo para
que las empresas estadounidenses (incluidas las suyas, por supuesto) sean aún más
beneficiado por él. Por eso moviliza la frustración de los sujetos afectados por el
funcionamiento de la economía y la dirige contra otro grupo nacional (los mexicanos),
con la finalidad de que el problema se presente como una cuestión de confrontación
étnica que le permita tener una amplia base de apoyo para impulsar la renegociación
(en lugar de preocuparse por profundizar en las causas reales del desempleo y la
precarización del trabajo).
“En el fondo, lo que quiere Trump es lo mismo que todo fascista: continuar las
políticas comerciales y económicas liberales de una manera más agresiva, cínica y
descarnada en
beneficio de su propia comunidad nacional”.
Hasta aquí esta rememoración. Las amenazas constantes de Trump contra el TLC
sólo sirvieron para asustar a nuestros gobernantes y a los representantes mexicanos
en la renegociación, de tal forma que éstos se sintieron obligados a aceptar las
condiciones impuestas por Trump antes que permitir que se rompiera unilateralmente
cualquier posibilidad de un acuerdo de libre comercio entre los tres países miembros
del TLC.
Veamos los dos puntos más importantes considerados en el ahora llamado Acuerdo
Estados Unidos-México-Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés) en relación a este
sector:
Simplemente con estas dos modificaciones (más los aranceles arriba mencionados),
Estados Unidos asegura dos cosas: 1) la limitación de importaciones de insumos y
componentes de automóviles provenientes de China (el principal enemigo comercial
de EU) y 2) el incremento del empleo en el sector automotriz en su país, porque de
ninguna manera México podrá asumir los elevados costos laborales que exige el
segundo punto (en los hechos, el mayor atractivo que ofrecía y ofrece México para
promover la inversión extranjera directa en el país son sus bajos salarios).
Así, de esta manera, la que se presumía como la industria más dinámica y con mayor
crecimiento durante la era del TLCAN será seriamente perjudicada por las nuevas
reglas que impone el USMCA (que no es más que un TLCAN reformulado para
mayor beneficio de EUA).
El objetivo del USMCA, entonces, es revertir la situación presente y hacer que EUA
recupere, sino la totalidad, casi todos los puntos porcentuales perdidos en los últimos
24 años. Esto es, inclinar la balanza a favor de EU para que el estado de cosas
vuelva a estar en la misma situación, o en una muy aproximada, que la de 1994 (sin
que EU haya perdido nunca la hegemonía absoluta en dicho sector en la región del
TLCAN). Pero todavía hay algo que agregar.
Ahora, con las nuevas políticas comerciales cada vez más agresivas del país vecino,
ni siquiera esos capitales se encuentran a salvo de los procesos de intercambio
económico. Por ello, para México, la conclusión es clara: la era de los tratados de
libre comercio (que, en realidad, sólo favorecen a las economías más
desarrolladas) debe llegar a su fin.
No hay nada que celebrar con la renegociación del viejo tratado de libre comercio
que, ahora, por conveniencia del imperio y su emperador, se llama USMCA. Lo mejor
sería que, un día, ese tratado pasara a ocupar un lugar de menor importancia en las
relaciones comerciales de México.