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cu/noticias/2019/04/03
Insistió en que aunque los especialistas valoran altamente la eficacia del medicamento,
se recomienda paralelamente el uso correcto del condón como el método más seguro
de evitar el contagio y el riesgo de contraer otras enfermedades de transmisión
sexual, como la sífilis, la gonorrea o el herpes genital.
Este plan piloto en Cárdenas inició el pasado día 6 de marzo, y hasta la fecha se aprobó
el consumo de la tableta a un total de 28 personas, por ajustarse a los requerimientos del
proyecto.
(Tomado de Granma)
Si algo falla, el desenlace podría ser catastrófico. Esa es la alerta que lanza un grupo
de científicos estadounidenses, quienes advierten que el gobierno de ese país está
financiando con dineros públicos unos “peligrosos experimentos” que podrían
desatar una pandemia.
El peligro, según los críticos, es que estos experimentos podrían abrir la puerta para que
estos virus altamente contagiosos -algunos de los cuáles no se han transmitido en
humanos-, puedan contagiar a miles de personas.
De hecho, la razón de ser de estos experimentos es hacer el virus contagioso para los
humanos”, le dice a BBC Mundo Marc Lipsitch, profesor de epidemiología en la
Escuela de Salud pública de la Universidad de Harvard y uno de los críticos de estos
estudios.
“Tienen poco valor científico, pero un riesgo inusualmente alto“, dice Lipsitch.
“Realmente no se por qué los están haciendo”.
¿En qué consisten estas investigaciones, cuál es su objetivo y por qué son tan
polémicas?
Los experimentos incluyen, por ejemplo, infectar hurones con el virus de la gripe
aviar H5N1 y ver si el virus se transmite de un animal a otro.
Este virus resulta altamente mortal para los humanos, pero hasta ahora no se ha
reportado que se transmita de persona a persona.
El objetivo, según los investigadores, es aprender más sobre cómo se propaga el virus y
así prever formas de detener su propagación en los mamíferos.
“La única manera de detener una pandemia es tener un mayor conocimiento científico
de cómo se transmiten estos virus”, le dice a BBC Mundo Rebecca Moritz,
microbióloga experta en bioseguridad, quien supervisa este tipo de experimentos en la
Universidad de Wisconsin.
“El objetivo no es crear intencionalmente un virus que se pueda transmitir”. Pero ese no
es el mayor temor de Lipsitch.
Según él, es poco probable que alguien quiera usar el virus como un arma, o que ocurra
una explosión en el laboratorio o una falla en el sistema de ventilación que haga que el
virus se libere.
“Lo que sí es más probable”, dice, “es que alguien cometa un error y quede
expuesto a estos virus, lo transmita a otra persona y así comience un brote“.
“En la mayoría de los casos en los que alguien quedó expuesto a patógenos peligrosos
fue porque pensaba que estaba trabajando con material seguro”.
Lipsitch reconoce que el riesgo de que este experimento desate por accidente una
pandemia es bajo, “pero eso no equivale a que sea seguro hacerlo”.
Moritz, por su parte, sostiene que el proyecto es seguro y que representa un riesgo
“increíblemente bajo” y gracias a ello recibió la financiación del NIH.
Hay muchas formas de hacer experimentos con virus, pero según Lipsitch, en este caso
se escogió la menos conveniente. “Si te quieres preparar para una pandemia, hay
muchas cosas que puedes hacer, todas ellas seguras, excepto este tipo de trabajo”, dice.
Para él, aunque los experimentos con virus siempre tienen un riesgo, hay otros métodos
que tienen más sentido.
Una opción, por ejemplo, sería tomar una cepa de gripe humana e introducirle cambios
para hacerla más parecida a la gripe aviar y luego tratar de reparar esos cambios.
Este método es costoso y complicado, así que según Lipsitch, mejor sería comparar
cepas de gripe aviar y gripe humana, analizar sus propiedades y estudias sus diferencias.
“Eso daría pistas sobre qué causa que los humanos se adapten”.
Moritz, una vez más, no está de acuerdo. “Esas metodologías no pueden llevarte muy
lejos”, dice. “Los virus de la influenza son increíblemente diversos, así que no es que
necesariamente puedas sustituir un virus de la influenza con otro virus de la influenza”.
Transparencia
Quienes se oponen a estas investigaciones también reclaman que no fue claro el proceso
mediante el cual el gobierno las autorizó.
Sin embargo, un portavoz del HHS citado por la revista Science advierte que no se
pueden publicar las conclusiones del panel, porque contienen información confidencial
del laboratorio que va a desarrollar los experimentos, la cual podría beneficiar a sus
competidores.
Para Lipsitch, esa decisión privilegia los secretos comerciales de unos pocos científicos,
por encima del derecho de los ciudadanos a conocer iniciativas que los podrían afectar.
Richard Ebrigh, microbiólogo de la Universidad de Rutgers citado por Science, dice que
esta falta de apertura es “perturbadora e indefendible”.
Según reporta Science, quienes trabajan en esta investigación deben cumplir con unas
normas que incluyen: avisar de inmediato a las autoridades si identifican una cepa de
H5N1 altamente peligrosa y que se pueda transmitir entre los hurones a través del aire;
o si desarrollan un agente contaminante que sea resistente a las drogas antivirales.
Por su parte, el proyecto sigue avanzando, aunque según Moritz aún no hay una fecha
específica en la que tengan que mostrar los primeros resultados.
Mientras tanto Lipsitch insiste en que es un riesgo que no vale la pena tomar.
“Cualquier experimento que ponga en riesgo la vida de un humano, debe ser uno de los
experimentos más importantes del siglo, debe ser algo muy especial”, dice, “y nadie ha
explicado qué tiene de especial este experimento”.
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