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Carlos Choque Mariño

MODESTO MENA
Un plebiscitario irreductible de Ticnamar

Un homenaje póstumo a “Papa Mena” de Oscar Mena


Carlos Choque Mariño, es
profesor de Historia de Historia,
Magister en Educación Intercultural
Bilingüe de la Universidad de
Tarapacá. Y Doctor en Antropología
con mención en Estudios Andinos
en la Pontificia Universidad
Católica del Perú (PUCP). Con su
tesis doctoral del pueblo de sus
antepasados y de su niñez,
Socoroma.

En reconocimiento a su
dedicación, logro acceder a la
Universidad Pablo de Olavide en
Sevilla (España), gracias al apoyo de
la PUCP y Fundación Carolina.
Además, fue beneficiario de la
“Beca Huiracocha 2010”,
permitiéndole realizar una serie de
investigaciones en el Archivo
General de Indias en España, la
Universidad Nacional Mayor de San
Marcos en Lima y el Archivo General
de la Nación en Sucre (Bolivia).

Actualmente, es
académico de la Facultad de
Educación y Humanidades en la
Universidad de Tarapacá en el
Departamento de Ciencias
Históricas y Geográficas.
Asimismo, sigue ligado al mundo
andino, en temas como la cultura y
etnicidad. Actualmente, ha
iniciado la ejecución del proyecto
Fondecyt N° 11130024, en la
misma casa de estudios.
Carlos Choque Mariño

Modesto Mena,
Un plebiscitario irreductible de Ticnamar

Un homenaje póstumo a “Papá Mena” de Oscar Mena


Carlos Choque Mariño

Modesto Mena,
Un plebiscitario irreductible de Ticnamar

Un homenaje póstumo a “Papá Mena” de Oscar Mena

7
Primera edición: Noviembre 2013
® Corporación Nacional de Desarrollo Indígena y autor.
Todos los derechos reservados.

Financia:
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), Región de Arica y
Parinacota.

Oscar Mena Mena

Nombre del proyecto:


“Modesto Mena Mamani: Rescate de las memorias de un ex – plebiscitario
indígena “irreductible” de la comunidad de Ticnamar. Concurso de Iniciativas
culturales año 2013”.

Ejecutor: Oscar Mena Mena

I.S.B.N.: 978-956-353-477-1
Registro de Propiedad Intelectual N° 235.021

Fotografía portada: Modesto Mena Mamani


Fotografía contraportada: Matrimonio de Oscar Mena y Nora Veliz Jiménez.
Fotografías interiores: Carlos Choque, Oscar Mena, Odlanier Veliz, Carlos Humire,
Renzo Babilonia, Leonel Veliz, Alejandro Olivares y Cristian Albornoz

Digitalización imágenes: Carlos Choque Manzano


Cuidado de Edición: Yenny Manzano Manzano
Diseño e impresión: Servicios Gráficos Publicitarios.
Arica, Impreso en Chile

8
DEDICATORIA

“[…] Por mi condición de Ex – Plebiscitario Irreductible, ya que mi vida,


puedo declararla abiertamente sin temor a juicios ni observaciones
venideras, la he consagrado al servicio de mi Perú, y puedo decirlo que un
cautiverio largo, ni las amenazas, ni golpes que los llevo en mi cuerpo
como la mejor condecoración que presento a mis conciudadanos, esas
amenazas no pudieron cambiar mi peruanidad, también mostrada desde
Arica”.

Modesto Mena, 17 de Diciembre de 1951

“Abuelito, “Papa Mena”, cada vez que tengo en manos, tus documentos que
con tanto celo conservaste y guardaste, no cayeron en manos
estériles.
Hoy admiro tu valentía, lucha, sacrificio y humillación, ya que nunca
claudicaste ante tus enemigos. Con tu enseñanza, sigo tus pasos y
mirando al cielo, te rindo homenaje póstumo con las manos en el corazón,
porque eres grande y mi héroe hasta el día de mi muerte”.

Oscar Mena, Nieto del ex – plebiscitario de Tacna y Arica

“A los hombres y mujeres del Tiempo Plebiscitario.

A Oscar Mena Mena, por la confianza otorgada para escribir estas cortas
palabras por Ticnamar, su familia y en especial por su abuelo Modesto.
Gracias Oscar, por tus palabras, relatos, documentos y fotografías.

A mi amada esposa e hijos”.

El autor

9
INDICE

PRESENTACIÓN 15

INTRODUCCIÓN 19

CAPÍTULO I
ETNOHISTORIA E HISTORIA DE TICNAMAR 25
1.1. El entorno natural 25
1.2. El mundo andino antiguo 26
1.3. La conquista y el corregimiento de Arica 34
1.4. De Lagnama a Ticnamar. Las visitas eclesiásticas y vida colonial 37
1.5. Las revisitas de 1750 y 1772 en Ticnamar 39
1.6. Las tierras del “Común de Indios de Ticnamar” 42
1.7. Los indios de Ticnamar y la rebelión de Túpac Amaru 48
1.8. La vida republicana en Arica y Tacna 52

CAPÍTULO II
EL LINAJE DE LOS MENA 59
2.1. El origen de los Mena 59
2.2. Los Mena en el Perú 60

CAPÍTULO III
TICNAMAR FRENTE A LA CHILENIZACIÓN 71
3.1. El inicio de la guerra del Pacífico 71
3.2. La batalla de Arica y las comunidades andinas 72
3.3. El Tratado de Ancón y las “provincias cautivas” 74
3.4. La Chilenización de Arica y Tacna 75
3.5. La Chilenización en las comunidades andinas 79

CAPÍTULO IV
MEMORIAS DE UN INDÍGENA IRREDUCTIBLE 85
4.1. Modesto Mena Mamani 85
4.2. El plebiscito y las comunidades andinas 90
4.3. La persecución y exilio de Modesto Mena 96
4.4. Casos conocidos de muertes y desapariciones en Ticnamar 102
4.5. Casos en Putre y Codpa 106
4.6. La mujer ticnameña durante el plebiscito 110

11
4.7. Modesto Mena después el Tratado de Lima 111

CAPÍTULO V
OTRAS MEMORIAS COLECTIVAS DE TICNAMAR 129
5.1. Ritualidad y religiosidad en Ticnamar 129
5.1.1. Virgen de la Candelaria 129
5.1.2. Carnaval 130
5.1.3. Fiesta de San José 131
5.1.4. Semana Santa 132
5.1.5. Cruces de Mayo 140
5.1.6. Fiesta del Corpus Christi 141
5.1.7. Fiesta de San Juan 141
5.1.8. Fiesta de San Santiago 142
5.1.9. Fiesta de la Asunción de la Virgen María o “Asunta” 144
5.1.10. Fiesta de los Santos Difuntos 146
5.2. Memorias de arrierías y guaneras 148
5.3. Memorias de Oscar Mena 150

REFLEXIONES FINALES 159

REFERENCIAS CITADAS 167

12
Figura 1. Ticnamar Viejo en la década de 1950.
Figura 2. Iglesia de Ticnamar Viejo.
PRESENTACIÓN DE LA CORPORACIÓN NACIONAL DE DESARROLLO INDÍGENA

Entendiendo la necesidad de las personas y comunidades indígenas en


que se reconozca, mantenga y proyecte el amplio legado cultural ancestral
indígena a las nuevas generaciones, la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena, Dirección Regional CONADI, Región Arica y Parinacota, en su Unidad de
Cultura y Educación ha reconocido y apoyado los requerimientos de la
comunidad a través de iniciativas de rescate cultural enmarcadas en el
“Programa de Difusión y Fomento de las Culturas Indígenas” como es caso del
proyecto denominado: “Modesto Mena Mamani: Rescate de las memorias de
un Ex-plebiscitario indígena “Irreductible” de la comunidad de Ticnamar”, el
cual tiene por objeto que relatos, vivencias y manifestaciones culturales de un
hombre andino que vivió durante el período de Chilenización, sean incorporadas,
tanto, en la educación como en las actividades de difusión regional para la
puesta en valor testimonial de historias, prácticas tradicionales ancestrales y
memoria colectiva de los pueblos indígenas de la región.
La potencialidad cultural indígena, es una motivación para el rescate y
preservación cultural en la región, situación que cuenta con un aumento en la
demanda de organizaciones y comunidades indígenas quienes buscan
desarrollarse socialmente con un espíritu de identidad regional. A estas
necesidades de reconocimiento y desarrollo organizativo cultural, se ha buscado
constantemente apoyar, otorgando herramientas para que concreten sus
sueños, ideas, anhelos y puestas en escena a través del financiamiento de
iniciativas que rescaten los valores andinos.
En ese contexto el presente texto es el resultado de un minucioso
trabajo en la sistematización y codificación del archivo documental de la familia
Mena-Corro, de su legado histórico como una de las familias antiguas y
tradicionales del pueblo de Ticnamar, por parte del trabajo del doctor en
Antropología Carlos Choque Mariño, las cuales gracias a la recopilación de las
memorias, escritos, y fotografías de Modesto Mena Mamani guardadas como un
tesoro invaluable por su nieto Oscar Mena Mena, ejecutor de este proyecto,
buscan visibilizar y representar una mirada colectiva del proceso de
Chilenización las cuales son importantes dar a conocer a la descendencia del
pueblo de Ticnamar y la comunidad en general.
Finalmente, invitamos a los lectores en general y a los descendientes
del pueblo de Ticnamar en particular, a disfrutar de la lectura de las memorias de
Modesto Mena Mamani y a motivar a toda la juventud a escribir los relatos de sus
antepasados.

Maricel Gutiérrez Castro


Directora Regional
CONADI Arica y Parinacota
15
PRÓLOGO

Después de haber soplado las viejas zampoñas y ensayar huaynos y


cacharpayas junto a otros jóvenes lakitas para acompañar a los alférez de la
fiesta de la Asunta, Julio Mena Corró retornaba por la noche a su casa en
Ticnamar. Algunos zompoñeros vieron su figura desvanecerse entre las
callejuelas oscuras del poblado, cuando ya la medianoche se acercaba; pero
Celestina, su madre, nunca escuchó venir a Julio. Al amanecer, ella y otros
vecinos lo buscaron por la sede social, por la casa de los músicos, por las chacras
y acequias, por los senderos sinuosos que conducen a Saxamar, pero nadie lo
encontró.

Tiempo después, tras buscar a Tiburcio Ape, otro vecino desaparecido de


Ticnamar, María Ovando, esposa de Ape, hallaría en las cuevas del cerro
Margarita el cuerpo mutilado de Julio. Se susurraba por toda la comarca que, los
policías del retén lo habían golpeado en un callejón y torturado como venganza
en contra de su padre Modesto, peruano que había huido a Bolivia por mantener
su oposición a las acciones de los agentes chilenos en la precordillera ariqueña.
Al igual que con Tiburcio, los carabineros se habían ensañado con Julio,
destrozando su semblante hasta causarle la muerte. Su rostro ya ausente de su
cuerpo cubierto con piedras andinas, mostraba las huellas de la violencia política
y la xenofobia en las alturas. Julio, a sus 18 años, desaparecía en la noche larga de
la chilenización.

Numerosos episodios de terror que grabaron con sangre los recuerdos de


mujeres y hombres de la puna, constriñendo la memoria comunitaria en torno a
un plebiscito (que nunca se realizó) o a la veneración impuesta a los héroes
patrios del tricolor chileno, son reeditados en este texto como parte de una
construcción histórica local, donde las vivencias tienen una alta significación
comunitaria.

Este libro recoge aquellas voces amordazadas de aymaras y peruanos de


los Altos de Arica, que sufrieron la aplicación de los dispositivos disciplinadores
que el Estado chileno impuso, a través de su política administrativa, de la escuela
o del reclutamiento militar, so pena de castigos o persecuciones, tal como lo
acontecido con Antonio Mollo en Putre o los flagelos de Tiburcio Ape o Julio
Mena en Ticnamar. Muchos otros casos quedaron silentes ante la impunidad de
sus verdugos que los enmudecieron de la historia nacional, que requería
reproducir el ethos de la metrópolis en el territorio conquistado tras la guerra del
Pacífico. Pero, aquellas palabras no exclamadas en los aposentos de la historia
oficial, quedaron impresas en la memoria de las poblaciones indígenas andinas
que desde tiempos lejanos, supieron imponerse al olvido mediante complejas

16
prácticas de recordación como la oralidad desplegada en mitos, cánticos o
ceremonias, incomprensibles, quizá, para los transeúntes o forasteros urbanos.

El Dr. Carlos Choque Mariño, conocedor de las costumbres de Socoroma,


lugar donde ciertamente se nutrió de las sabiduría de sus ancestros, asumiendo
también cargos de gran responsabilidad social y religiosa como mayordomo, ha
buscado en los salones de la Historia y las Ciencias Sociales, las teorías e
instrumentos que permiten discutir el pasado de los pueblos andinos entre
archivos y libros centenarios. Precisamente, los relatos cobran mayor sentido al
ser confrontados con la documentación histórica, donde la astucia de Carlos
facilita al lector el reencuentro con las personas que han modelado el devenir de
las aldeas de Huaylillas, mostrando in extenso datos desde épocas
precolombinas hasta la Colonia hispana, la cual replegó y redujo hacia las alturas
precordilleranas a los nativos vallesteros a partir del siglo XVI. El corolario de la
naciente republica peruana, envolvió del espíritu liberal a los ahora ciudadanos
del Rimac, que entusiasmados con la impronta sociopolítica donde participaban
como jueces de paz, alcaldes o gobernadores, comprometieron sus lealtades
con el Estado nación a partir de 1821. Posteriormente, la guerra de 1879
remeció la organización republicana limense y la estructura decimonónica
fundada en la vieja época colonial, dando paso a enfrentamientos, conatos e
izamiento de múltiples banderas. Así, otros colores se impusieron por la fuerza,
toda vez que existieron comuneros que participaron del nuevo sistema nacional.
Ahora, como advierte el historiador Carlos Choque, la chilenización fue la
herramienta canalizada por las autoridades santiaguinas para generar una
transformación no solo política, sino que también cultural de la gente de los
Andes de Arica. Pero, como ya hemos insistido en distintos tonos y momentos, si
existió chilenización en Arica y sus valles a inicios del siglo XX, todavía entonces
es plausible pensar que coexistió una desperuanización de la cultura republicana
del Perú, y de la anterior identidad nacional de los sujetos subalternos de Azapa,
Lluta, Belén, Codpa o Ticnamar, colisionando cuando celebraban cada 28 de julio
o enarbolaban la bandera albi-roja durante el tiempo sagrado de las fiestas
patronales, como Santa Rosa (de Lima) o Rosario.

Este libro es un esfuerzo importante donde Carlos, al igual que los


colegas del Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas de la
Universidad de Tarapacá, deposita su experiencia de campo y de archivos,
aportando a la comunidad regional un texto de fácil lectura, el cual entrega un
sinnúmero de datos sobre un periodo serpenteante, como son las primeras
décadas del siglo XX. Aquí, la chilenización violenta hacia 1925, la imposición de
los héroes y el hito que significó el saturado plebiscito, relevaron a nuevos
protagonistas y actores aymaras, los cuales enfrentaron con sus testimonios y

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acciones a las huestes metropolitanas, repeliendo tal como lo realizó Modesto
Mena, el apresto de la chilenización forzada, en contrapunto con la desplazada
identidad peruana, imaginada allá arriba en la cordillera.

En hora buena,

Dr. Alberto Díaz Araya


Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas
Universidad de Tarapacá

18
INTRODUCCIÓN

El estudio de la Chilenización y las memorias colectivas de este periodo,


es particularmente compleja, debido a los factores ideológicos, sociales y
étnicos, que se expresaron durante el conflicto diplomático por Tacna y Arica
entre los años 1883 a 1929 1. Se suma a ello, una diversidad de actores políticos
que imprimieron al conflicto, sus propias visiones y soluciones, dándole a la
chilenización nuevos significados, que fueron cambiando dependiendo de las
motivaciones y subjetividades de los sujetos que vivieron esta confusa y violenta
época. Por ello, la Chilenización de las provincias cautivas 2, demarcó un proceso
que estuvo lejos de políticas y acciones homogéneas y generales, distanciándola
de la ideologización de Iquique y sus zonas aledañas, pues Tarapacá estuvo
condicionada por los intereses estatales de la renta del salitre. Por otra parte, en
Arica y Tacna, dichas políticas se supeditaron al litigio con el Perú, por el territorio
en disputa.

En este contexto, Modesto Mena Mamani, representa aquellos hombres


andinos, que se enfrentaron a un conflicto de identidades nacionales y fueron
participes activos de las controversias desde el lejano Ticnamar como otros
tantos hombres y mujeres de Putre, Socoroma, Belén o Livilcar, por mencionar
algunas comunidades andinas, las que abrazaron tempranamente la causa del
Perú. Hecho que les permitió generar su propia conceptualización e idea de la
chilenización, que denominaron como el “Tiempo Plebiscitario” 3. Por tanto,
vivieron el rigor de tales conflictos y violencias, que han sido develadas
tempranamente en documentos diplomáticos e investigaciones de Portocarrero
(1926), Medina (1926), Palacios (1974), Tudela (1992), Yepes (1999), González
(2004), Ruz y Díaz (2012), Choque (2001, 2012 y 2013) y Díaz (2012), entre otros.
Se suma, a la escena la permanente deconstrucción de la memoria y la
permanente necesidad de la población andina de rememorar y registrar su
historia pasada, que no está exenta de sus propias contradicciones.

Si bien, se conocen diversos trabajos sobre la chilenización, elaborados


desde un punto de vista disciplinario, el presente texto ofrece una lectura desde
una perspectiva etnográfica y de la memoria colectiva. Alberto Díaz, ha definido

1 Litigio derivado del incumplimiento del Tratado de Ancón, firmado entre el Perú y Chile en 1883 y
ratificado por los congresos de ambas naciones en 1884.
2 Tacna y Arica eran ciudades peruanas, que vivían una de la otra y eran centro comercial, político y
administrativo de la zona sur del Perú. En el Perú eran llamadas las "cautivas".
3 El “Tiempo Plebiscitario”, es un concepto creado en las comunidades andinas, que corresponde al
periodo de mayor violencia durante la Chilenización, es decir del año 1924 a 1926.
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la Chilenización como una construcción conceptual percibida, elaborada y/o
creada por agentes estatales, políticos, periodistas, civiles o soldados peruanos
para definir distintas acciones que llevó a cabo Chile en la zona de Tacna y Arica.
La segunda alternativa, circunscrita a la postura chilena, define la Chilenización
como las acciones para despejar la conciencia nacional peruana de los
pobladores de Tacna y Arica y abrir paso a una nueva identificación nacional, en
este caso la chilena (Díaz 2003)4 . No obstante, se hace necesario primeramente
delimitar el significado de la memoria y sus efectos en las sociedades andinas, ya
que dicha significación permitirá comprender el ímpetu y deseo de Modesto
Mena y su nieto Oscar Mena en develar este periodo de la historia comunal
acaecida a inicios del siglo XX.

Desde la perspectiva de las ciencias sociales, Jaques Le Goff (1991b),


consideró a la memoria como un concepto crucial, ya que tiene la capacidad de
conservar determinadas informaciones, que son remitidas ante “todo un
complejo de funciones psíquicas, con el auxilio de las cuales el hombre está en
condiciones de actualizar impresiones o informaciones pasadas, que él imagina
como pasadas” (Le Goff 1991b: 131). Por tanto, este atributo le permite a la
memoria tener una evolución permanente, así como lo señala Pierre Nora
(1984) y que está abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia
inconsciente, vulnerable a las utilizaciones, manipulaciones y repentinas
revitalizaciones. Asimismo, la memoria posibilita el registro de eventos y
detalles de nuestras vidas o de nuestras sociedades, que ocurren con las
adquisiciones impersonales, que son originadas en los estímulos y procesos
mnemotécnicos.

En este mismo sentido, Paul Ricoeur (2000), concibe la memoria como


parte de la historia y por ello, sometida a las controversias y reflexiones que
emergen desde el corpus del conocimiento histórico. No menos importante han
sido las discusiones en torno al alcance de las primacías y axiomas de la
memoria, tanto en su aseveración individual como colectiva. En tales
circunstancias, su significado involucra un criterio de identidad que posee
extensión temporal, situación que permite un reconocimiento de la conciencia
del pasado, que emerge de los almacenes mnémicos de los sujetos en los
campos cognitivos y pragmáticos, que se hacen presentes al momento de
indagar el conflicto de la chilenización y peruanidad de Ticnamar (Díaz y Ruz
2009; Choque 2013).

4 Agregamos a esta conceptualización que la chilenización es además, una construcción de una


conciencia nacional e identidad chilena en un espacio territorial y simbólico, que posee una
expresión dual de su identidad (nacional y étnica), en la cual se aplicaron políticas, cosmovisiones
e imaginarios tendientes a modificar el habitus, la estructura social y las prácticas culturales
mediante la aplicación del poder y la violencia (Choque 2012).
20
Diversos trabajos han evidenciado que los pueblos andinos, generan
despliegues narrativos dramatizados de su memoria, concibiendo impresiones
veraces de la escena, convenciendo a “los sujetos que los hechos rememorados o
imaginados corresponden a la verdadera realidad” (Goffman1970: 29). Entonces,
el resultado de tales ejercicios mnémicos, permiten la construcción de
memorias colectivas dependiendo de los intereses y motivaciones colectivas o
individuales, elaborándose además, fachadas permanentes, que van
traspasando el tiempo y las generaciones, todo ello, con el interés de restituir o
fortalecer la historia familiar o colectiva y en particular de olvidar o rememorar
hechos traumáticos o violentos 5 . En suma, la memoria colectiva es un proceso
social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un determinado
grupo, comunidad o sociedad, como es el caso de Ticnamar. Este pasado vivido es
distinto a la historia, pues se refiere a una serie de fechas y eventos registrados,
como datos y hechos. Sin distinguir si han sido sentidos o experimentados por
alguien. Además, la memoria colectiva es una instancia para asegurar la
permanencia del tiempo y la homogeneidad de la vida, como señala Maurice
Halbwachs (1950).

En esta misma temática, Thomas Abercrombie (2006), reflexiona en


torno a la memoria colectiva, considerándola como una forma de explorar las
representaciones pasadas y presentes de la memoria en las zonas andinas,
afirmando que las sociedades indígenas, distinguen claramente la memoria
colectiva de las memorias explícitamente históricas y oficiales. Ello, porque las
primeras, ofrecen un fundamento histórico a la existente y por lo tanto, a la
propia memoria. Si bien, se evidencian claras desventajas entre las memorias
colectivas frente a las escritas y archivísticas, los pueblos andinos siguen
teniendo la capacidad de traer a la vida, recuerdos desde tiempos remotos
(Sharon 1988; Choque 2013). Sin embargo, el uso de memorias escritas, no
garantizan la evocación, pues solo en la medida, que son activadas por el sujeto o
grupos sociales, van adquiriendo sentido y vigencia, cargados de necesidades
sociales y valores, enmarcadas además, en visiones del mundo, pues son una
construcción social 6. En consecuencia, existe una relación permanente entre las

5 La memoria colectiva se sustenta también a través de una producción continua de formas de


representación. En nuestra época los medios de comunicación - y tal vez sobre todo durante la
última década, de la creciente digitalización - esto genera un flujo de, y producción de memorias
de segunda mano. La memoria colectiva de hoy difiere mucho de la memoria colectiva de una
cultura oral, donde no existe una técnica de impresión o transporte. Esto contribuyó a la
producción de las comunidades imaginadas (Véase Benedict Anderson), donde llegamos a
compartir un sentido de herencia y puntos en común con muchos seres humanos que nunca se
reunieron - como en la manera de que un ciudadano puede sentir una especie de "parentesco" con
la gente de su nación, región o ciudad.
6 Ver Choque (2013) y Jelin (2002).

21
distintas expresiones de la memoria, pues las escritas, facilitan la construcción
del pasado y las colectivas permiten su continuidad fuera de los márgenes de la
historia oficial 7.

Desde una perspectiva metodológica el texto, es una descripción


reflexiva sobre el uso de la memoria colectiva y escrita en medio de conflictos y
violencia 8 . La variedad de datos etnográficos y documentales existentes,
llevaron a establecer categorías analíticas y codificaciones, tal como han
propuesto L'écuyer (1990), Wolcott (1994) y Holliday (2007). Además, al
momento de generar las estrategias de investigación cualitativa 9, se realizó un
dialogo teórico e interpretativo permanente con los mismos datos y materiales
proporcionados por la familia Mena y los documentos históricos disponibles,
permitiéndonos un análisis extenso del corpus de datos, tal como propuso
Amanda Coffey y Paul Atkinson (2003), situación que nos permite reflexionar
sobre el contenido ideológico de la chilenización, la peruanidad comunal, las
memorias colectivas, conflictos y contradicciones identitarias, etc.

Para la producción de los cinco capítulos del texto se recurrió a otras


experiencias etnográficas y autobiográficas de hombres y mujeres andinos, que
buscaron la construcción de sus memorias, tal como fue evidenciado en los
trabajos de Dibbits y Peredo (1988), Vallejos (1995), Valderrama y Escalante
(1992) y Choque (2012), respectivamente. En este contexto, las motivaciones de
Modesto Mena en producir y recopilar documentos y memorias en su entorno
familiar sobre los acontecimientos sociales, culturales y políticos de comienzos
de siglo XX, fueron de tipo ideológicas y archivísticas, pues consideró que los
antecedentes documentales eran esenciales para hacer presente su condición
de ciudadano peruano, luego para expresar su identidad como un plebiscitario
irreductible, y finalmente para hacer valer sus derechos sobre los bienes raíces
heredados de sus antepasados. Dichos elementos son ilustrados en los cinco
capítulos del texto.

7 La memoria escrita consta de tres partes: resumen de lo que se ha venido haciendo, crítica de lo
que se ha hecho y propuesta de mejora para el futuro. Se diferencia del informe en que posee un
contenido meramente testimonial, casi notarial, más concreto y conciso.
8 Goetz y LeCompte (1988), consideraron que para elaborar el diseño de una investigación se
deben considerar todos los factores: la índole de los fines planteados; los supuestos y
características de los distintos modelos, sus puntos fuertes y débiles y su adaptabilidad; y la
posibilidad que ofrecen de realizar triangulaciones, ya que solo así, se podría determinar
categorías analíticas de una investigación.
9 La investigación cualitativa posee como principal objetivo, el transformar e interpretar los datos
cualitativos, de manera académica y rigurosa a fin de captar las complejidades de los mundos
sociales como también de los sujetos que tratamos de comprender. Además, se incluyó la
validación y comparación de las evidencias empíricas y documentales existentes, que poseen sus
propias relaciones, regularidades, patrones y significados.
22
El primer capítulo, “etnohistoria e historia de Ticnamar”, nos introduce a
una síntesis del legado patrimonial y cultural desde los tiempos prehispánicos
en adelante. Además, se evidencian diversos antecedentes sobre la historia
colonial y republicana de Ticnamar, teniendo como límite temporal la década de
1960.

El segundo capítulo, “El linaje de los Mena”, hace referencia a los


antecedentes etnohistóricos del linaje de los Mena y su vinculación con
Ticnamar desde el año 1750 a 1960. La finalidad de tales relaciones y noticias,
buscan dejar de manifiesto como los linajes de las familias andinas poseen
continuidad y asociación con los espacios territoriales desde la colonia a la
actualidad.

El tercer capítulo, “Ticnamar frente a la chilenización”, busca evidenciar


la actuación de la población indígena en el conflicto militar y luego diplomático
y político por las provincias cautivas. Asimismo, explica las motivaciones
ideológicas que llevaron a los indígenas, abrazar la causa peruana y chilena
respectivamente. Además de las expresiones de la chilenización en las
provincias cautivas según los diversos antecedentes documentales y datos
etnográficos que se encuentran disponibles en los escritos y memorias de
Modesto Mena.

El cuarto capítulo, “Memorias de un indígena irreductible”, se refiere a


los antecedentes de Modesto Mena sobre la aplicación, desarrollo y efectos de la
chilenización en Ticnamar y demás pueblos de la sierra, la cual se expresó como
una violencia simbólica, estructural, directa y con motivaciones políticas.

El último capítulo, “Otras memorias colectivas de Ticnamar”, da cuenta


de los legados culturales de Ticnamar en el siglo XX, como también de los
cambios, perdidos y deconstrucciones culturales, que se gestaron como
producto de la chilenización y los conflictos ideológicos, que se presentaron en
la comunidad. Además, se vislumbra los sistemas simbólicos y valóricos como
también de los despliegues rituales y labores culturales vigentes.

La diversidad de material documental y datos etnográficos disponibles


han permitido presentar distintos tópicos y problemáticas sobre la expresión de
la Chilenización en la sierra de Arica y en especial en Ticnamar. Por ello, la
finalidad del texto “Modesto Mena, un plebiscitario irreductible”, es visibilizar
como se aplicó el proceso de chilenización en la comunidad de Ticnamar,
evidenciando sus diversos procesos y consecuencias a lo largo del siglo XX.
Asimismo, expone como los procesos de violencia generan cambios
estructurales y culturales en las comunidades andinas, que tratan de encubrir

23
estos hechos con nuevas memorias hegemónicas, que vienen a construir un
pasado remoto y lejano, relegado al olvido los hechos traumáticos, que llevan a
un conflicto permanente entre la memoria y olvido de tal espacio temporal.
Previendo tales disputas de Mnemósine y oblitare, Modesto Mena, dejo en la
década de 1960, una valiosa colección de documentos que su nieto Oscar Mena
ha logrado conservar para compartirla con las nuevas generaciones de hombres
y mujeres de Ticnamar que desconocen este periodo sombrío de la historia
comunal y regional.

Son muchas las personas que posibilitaron la culminación del presente


trabajo, en primer lugar nuestro agradecimiento a: Don Oscar Mena por la
confianza otorgada para escribir sobre las memorias de su abuelo y familia; La
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y su unidad de Cultura y
Educación, que financio parte importante de este proyecto; La Universidad de
Tarapacá, el Archivo Histórico Vicente Dagnino y la Casa Titu Cusi Yupanqui –
IECTA y el Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas, quienes
permitieron complementar nuestros conocimientos con la información
disponible en sus archivos y fuentes bibliográficas; y al Archivo Nacional de Chile
por los valiosos documentos y textos disponibles para la construcción de
nuestras etnografía y contra etnografía. También, nuestro agradecimiento al Dr.
Alberto Díaz Araya, Académico de la Universidad de Tarapacá; a Maricel
Gutiérrez Castro, Directora Regional de CONADI – Arica; Odlanier Veliz Mena,
Gobernador Provincial de Parinacota; y un especial reconocimiento a los
ticnameños que han sabido guardar sus memorias colectivas y micro historias
familiares.

24
CAPITULO I
ETNOHISTORIA E HISTORIA DE TICNAMAR

1.1. Entorno natural

El pueblo de Ticnamar, se encuentra ubicado en los 18º34'50.83'' Latitud


Sur y 69º29'37.90'' de Longitud Oeste, en la comuna de Putre y Provincia de
Parinacota10. El pueblo está a una distancia de 128 kilómetros al sureste de la
ciudad de Arica y a una altura de 3.296 metros sobre el nivel del mar. Es posible
acceder al pueblo por la carretera 11–CH, luego por el camino secundario A–31.
La geografía que circunda Ticnamar, es producto de la acción sedimentaria y
volcánica, existiendo un predominio de rocas andesiticas, erosionadas por las
fuerzas exógenas y endógenas, formando con ello, valles interandinos como Oxa
y Tumaya, de pronunciada pendiente y explanadas con predominio rocoso, por lo
que sus suelos son pobres en nutrientes y requieren de la permanente rotación
de las áreas de cultivo (Toledo y Zapater 1991). La zona origina el rio San José de
Azapa11, cuyas riberas son utilizadas como corredores naturales desde tiempos
prehispánicos.

Ticnamar posee un clima de influencia amazónica, pues presenta efectos


de las lluvias de verano, recibiendo precipitaciones que bordean entre los 150 a
200 mm. anuales, siendo estas sus únicas fuentes de recursos hídricos de “todo
el geosistema árido”. Además, sus temperaturas varían entre los 3,3° C a los 15,6
° C. Sin embargo, por tratarse de una zona marginal, presenta una serie de
irregularidades en sus precipitaciones, pues se presentan años lluviosos y otros
con marcada sequedad, afectando severamente la flora nativa y los cultivos
agrícolas del pueblo. Esta situación, ha generado una dependencia hídrica de las
precipitaciones estacionales y de algunas vertientes con aguas de origen
freático. La biogeografía del pueblo se caracteriza por tener un predominio
xeromórfico, prevaleciendo la tola (Baccharis Tola), tolilla (Fabiana Sp.), Chilca
(Baccharis Glutinosa), la cortadera(Cortaderia atacamensis), pimiento ó molle
(Schinus Poligamus), Amañoko (Ombrophytum subterraneum), tajtaja
(Lophopappus tarapacanus), entre otros. Los cultivos predominantes son el maíz,
ají, papa, calabazas y alfalfa, entre otros. Respecto a la fauna silvestre
predominan los guanacos (Lama Guanicoe), tarujas (Hippocamelus Bisulcus),
perdices y liebres. En las aves es posible encontrar al menos dos variedades de
palomas andinas, además de zorzales, canarios, halcones y cóndores (Choque
1997; Inostroza 2010).

10 La comuna de Putre y Provincia de Parinacota, Norte de Chile.


11 Dicho río escurre hacia las costas del Océano Pacifico.
25
Las investigaciones del académico lingüista, Manuel Mamani, proponen
que el nombre contemporáneo de Ticnamar, proviene del topónimo “Tikanama”,
que significa “lugar florecido”. Una versión local, afirma que su significado es
“entre la cordillera y el mar”, porque sus aguas escurren en dirección a la costa.

1.2. El mundo andino “antiguo”

La sierra de Arica es una entidad que favorece las comunicaciones e


interrelaciones culturales con otras áreas ecológicas desde el periodo Arcaico
hasta el Tardío, es decir desde la aparición del hombre en los Andes hasta el siglo
XV. El temprano contacto de zonas como Ticnamar con los sectores altiplánicos
se llevó a cabo por la utilización de portezuelos, que vincularon al territorio con
la puna y luego con las costas de Arica (Muñoz y Chacama 2006). Si bien, la
población de la sierra en los periodos tempranos no fue numerosa, solo las
innovaciones sociales y culturales, facilitaron un aumento de población y por
ende de cambios culturales entre la incipiente población andina a lo largo de los
sucesivos periodos culturales, que van desde el Arcaico hasta el Tardío 12.

En el contexto local, los datos son insuficientes para dar cuenta del
Arcaico13, Formativo y Medio en Ticnamar, dada la escasez de materiales
culturales, pues las condiciones climáticas, la acción de las fuerzas endógenas y
la propia acción del hombre, han destruido las evidencias materiales de los
diversas sociedades que deambularon por la sierra de Arica. No obstante, se
tiene certeza, que las primeras agrupaciones humanas fueron grupos de
cazadores especializados 14, que dejaron por evidencia, diversas pinturas con
escenas de cacería, como las halladas en los aleros de Tangani, Mullipungo y
Pampa del Muerto (Figuras 3 y 4). No obstante, cabe señalar que fue en el
Formativo, que los diversos grupos de cazadores empezaron a organizarse en
comunidades más grandes, construyendo los primeros caseríos y aldeas en los
valles costeros y oasis del desierto (Berenguer 2007). Las evidencias materiales,
para la época se expresan en la existencia de “tocados” con forma de turbantes,
además de cerámicas, textiles y herramientas líticas, hecho que coincide con la
domesticación de los primeros cultivos en el mundo andino15.

12 8.000 a.C. al 1.532 d.C.


13 La disponibilidad de los recursos marítimos fue importante, porque no presentaban
fluctuaciones estacionales y se extendían continuamente, constituyendo una relevante fuente de
subsistencia por el efecto de la fría corriente de Humboldt.
14 En la sierra y puna el hombre andino se dedicó en este tiempo a la caza de camélidos silvestres
y ciervos, recolectando además, tubérculos y raíces; sus instrumentos los fabricaban con hueso,
piedra (cuchillos y puntas de proyectil) y madera.
15 El maíz fue uno de los primeros cultivos en los Andes centrales y que Galinat (1972) le dio una
antigüedad de 4000 años en muestras de marlos (qoronta).

26
Figura 3. El pueblo de Ticnamar desde el Calvario.
Figura 4. Aldea de Charcollo, sector Oxa.
En el periodo siguiente encontraremos, los cambios más significativos
en los Andes, los que se manifestaron con el advenimiento de Tiwanaku como
potencia hegemónica16, influenciando las costas y sierras de Arica mediante su
centro de poder regional ubicado en Moquegua (Berenguer y Dauelsberg 1989).
En Azapa, los dirigentes altiplánicos propiciaron la instalación de pequeñas
colonias de agricultores para proveer a sus Estados con productos del valle y
fomentaron relaciones de intercambio con los agricultores y pescadores locales.
Las primeras colonias fueron poco numerosas y se establecieron en zonas como
Carumas, Candarave, Tarata, Caplina, Putre y Ticnamar (Cavagnaro 1986:56-57).
Las evidencias materiales sobre este periodo son cuantiosas para la costa, pero
la sierra sigue siendo una incógnita en lo relativo a la materialidad, debido a la
existencia de las lluvias estivales más prolongadas e intensas y la mayor
humedad del territorio hasta el siglo X 17.

Los periodos que más han proporcionado antecedentes del pasado


prehispánico, son el Intermedio Tardío y el Tardío respectivamente 18. En una
fecha todavía no bien establecida, que se extendió entre el 800 y 1200 d.C.,
Tiwanaku perdió el control de sus numerosas colonias y territorios en la costa,
altiplano y selvas del oriente. La causa del colapso, es variada, ya que van desde
la perdida de las rutas comerciales a los cambios climáticos y sequias
prolongadas, sin considerar las variables políticas y religiosas, que se produjeron.
El legado más significativo de Tiwanaku, para la sierra de Arica y Ticnamar
genero el refinamiento de las tecnologías agrícolas y la consolidación del
universo cosmológico andino que no poseerán significativas variaciones hasta el
advenimiento de los inkas.

Tras la caída de Tiwanaku, surgieron numerosos reinos independientes


como los: Lupaqa, Qolla, Paqajaqi, Qaranqa y Aricas, entre otros (Figura 5). La
ausencia de un poder centralizado, origino un periodo de conflictos y guerras
entre las sociedades y unidades políticas que reemplazaron a Tiwanaku, pues
trataron de convertirse en los nuevos centros hegemónicos. A dicho periodo
también, se le conoce como el “tiempo de la guerra”, según Santa Cruz Pachacuti,
dado que cada día había “encuentros y batallas sin haber paz en este tiempo de
tantos combates y guerras injustas y otros jamás estaban seguros sin alcanzar
quietud” (Pachacuti 1997: 8). El arqueólogo, José Berenguer, señalo que la
guerra se enseñoreó en toda el área y cada región comenzó a enfatizar sus
“diferencias culturales con otras regiones a través de distintivos estilos de
cerámica, formas de enterramiento, modalidades de culto y maneras de vestir,

16 El periodo Medio, se le conoce como el tiempo de Tiwanaku y se extendió entre el 200 al 1.100 d.C.
17 Las lluvias estivales son conocidas popularmente como “invierno boliviano”.
18 Intermedio Tardío 1.100 a 1.400 d.C. y el Tardío desde el 1.400 al 1.532 d.C.

29
no obstante muchos elementos culturales introducidos por Wari y Tiwanaku
seguirán subsistiendo” (Berenguer 2007:36). Sin embargo, a pesar del conflicto
existente, las diversas sociedades lograron mantener las redes de interacción e
intercambio por medio de treguas, pactos, alianzas, negociaciones y otros
procedimientos de distensión. Así también, se mantuvieron vigentes los diversos
patrones de ocupación de las zonas ecológicas, tanto en su expresión de
“verticalidad” y “horizontalidad” (Murra 1975; Rostworowski 1977).

Muñoz y Chacama (2006), afirman que los antecedentes de orden


arquitectónico, artesanal, funerario y económico, contribuyeron al
establecimiento de una hegemonía cultural e ideología común, que permitió la
formación de unidades territoriales, estructuras políticas y un legado cultural de
identidad costera ó yunga, que hemos conocido como la “cultura Arica”.
Igualmente, la zona fue denominada más tarde, como Colesuyu y se habría
extendido desde las costas de Camaná hasta la Quebrada de Tarapacá por el sur,
ocupando desde las cabeceras de la cuentas exorreicas, es decir, desde la pre-
cordillera hasta la costa del pacifico (Rostworowski 2005) 19. Por tal razón, este
espacio cultural y sociopolítico, fue ocupado predominantemente por la
población “yunga”, que debió enfrentar la expansión de los señoríos aymaras
Lupaca, Paqajaqi y Qaranqa, que presionaron por instalar sus colonias en los
valles y quebradas occidentales, esto último producto del potencial productivo
de estas tierras (Chacama y Muñoz 2006; Berenguer 2007; Choque 2009).

Coincidiendo con Berenguer, los arqueólogos Iván Muñoz y Juan


Chacama, sostienen que las poblaciones locales iniciaron la construcción de
asentamientos poblacionales en zonas de difícil acceso, con la finalidad de
controlar los recursos productivos, llegando a controlar además, las rutas de
articulación e interacción entre la costa y el altiplano. En este contexto,
surgieron un número indeterminado de pucaras en los alrededores de Ticnamar y
demás localidades, situación que deja en evidencia las fricciones con esos
señoríos y revelan el borrascoso clima político en que se desenvolvieron las
relaciones entre la población del altiplano y la población “Yunga” o “Cole”. La
existencia de una cultura material costera y otra serrana como la “Charcollo”, da
cuenta de esta diversidad 20. Charcollo, se encuentra localizada en las
estribaciones de la quebrada de Oxa, caracterizándose por la existencia de una
aldea y por una cerámica que posee una decoración negro sobre rojo, que se
extendió hacia los valles costeros, adquiriendo influencias de los estilos
cerámicos Chilpe del altiplano y San Miguel desde la costa (Figura 6).

19 Rotsworowski, expreso además que en el diccionario de aymara de Bertonio figura la voz


Koli haque – indios yungas que estaban hacia la costa de Moquegua.
20 La Cultura Arica muestra una evolución de estilos de cerámica sucesivos (San Miguel, Pocoma y
Gentilar) que no son excluyentes, sino que asocian a estilos del altiplano.
30
Figura 5. “Barranco” de Tumaya, frente de pueblo viejo.
Figura 6: Mullupungo. Sector Oxa.
Las evidencias materiales sostienen además, que la población de la
aldea de “Charcollo” presento mayores niveles de organización social, es decir,
fue centralizada y jerarquizada, permitiéndoles una mayor disposición de fuerza
laboral. Al igual, que para la “Cultura Arica”, son múltiples las explicaciones que
se han formulado para la interacción entre los “Charcollo” y las tierras altas,
aunque dado el carácter altiplánico de su cerámica, frecuentemente se han
sugerido vínculos más estrechos con los Qaranqa o Carangas (Durston e Hidalgo
1997). El J'acha Tangani, cerro vecino al Charcollo, posee las ruinas de recintos
habitacionales, morteros y restos cerámicos de la cultura Arica, que se encuentra
mezclada con una de origen altiplánico o Chilpe (Aguirre 2002).

La existencia de una sólida organización social, le permitió a los grupos


humanos aledaños al cerro Charcollo, sustentar una economía basada en la
agricultura y el pastoreo de llamas, esta última, bajo un régimen estacional
como ocurre en la actualidad, que interactuó con las tierras altas (Santoro et. Al.
2004). Los avances en la agricultura, se ven expresadas en la construcción y
mantención de la infraestructura de andenerías y canales de irrigación. Además,
el rol de Ticnamar se vio fortalecido por su función administrativa y logística en
las vías de comunicación que unieron el valle dulce de Codpa y Timar, con el
altiplano occidental, por la ruta Timalchaca, Umirpa, Itiza y Surire y con el camino
de la sierra hacia el norte, pasando por Belén, Pachama, Zapahuira y Socoroma.

El periodo Tardío, se caracteriza por la influencia Inka y de una población


altiplánica incanizada, existiendo en Ticnamar una población multiétnica
(Mittani Qaranqa y agricultores Coles o “yungas”). La administración Inka se
habría preocupado de controlar el uso intensivo de las quebradas y cabeceras del
valle, aprovechando las instalaciones tecnológicas preexistentes y la mano de
obra desarrollada previamente por los grupos locales, es decir los Coles. Las
mayores evidencias de la materialidad Inka, se encuentran al norte, en el pucara
de Saxamar, además de los vestigios viales, que aún se encuentran presentes. Se
suma a ello, la existencia de una serie de Chullpas, en la parte inferior del rio
Ticnamar, situación que da cuenta de las interacciones y complejidades
culturales que afectaron a las comunidades serranas, cumpliendo un rol
articulador entre las poblaciones costeras y altiplánicas a modo de “taypi” como
señalan Muñoz y Chacama (2006) 21.

21 Durante el período Intermedio Tardío en la desembocadura de Camarones se detecta la


interacción de grupos económicamente diferenciados en el contexto de la Cultura Arica.

33
1.3. La conquista y el corregimiento de Arica

Las “Huestes de Indias” que conquistaron el Tawantinsuyu, al mando de


Francisco Pizarro y Diego de Almagro, ingresaron a fines del año 1533 a la ciudad
del Cusco 22. Iniciando con ello, un periodo de profundos cambios culturales,
sociales, políticos y económicos, que modificaron la vida de las sociedades
andinas. Solo a mediados de 1535, los capitanes Ruí Díaz, Juan Herrada y Rodrigo
Benavidez, fueron comisionados por Diego de Almagro para armar la expedición
de conquista de Chile (Cavagnaro 1988). Por ello, Ruí Díaz, se dirigió al sur por el
mar, Herrada por el camino que sale al sur del Cusco y Benavidez por la costa, un
camino “más breve y abastecido” (Cavagnaro 1988:5). El historiador Vicente
Dagnino ha propuesto como hipótesis que “los soldados de Ruí Díaz, fueron las
primeras tropas castellanas que pasaron por Tacna i Arica” (Dagnino 1909:05) 23.

A fines del año 1535 la totalidad de los territorios Lupaqa, Paqajaqi y


Qaranqa se enteraron del paso de las huestes de Diego de Almagro y la
expedición de Gabriel de Rojas por el altiplano, como también tuvieron noticias
del ingreso de los españoles en el Cusco. Roberto Choque al referirse a este
momento crucial nos dice que algunos pueblos de la Provincia de Paqajaqi o
“Pakaxa (Qallapa, Qaqayawiri y Machaca) fueron informados sobre la llegada de
los españoles a la ciudad del Cusco a través del Mallku Tikala de Qaqinkura 24,
quien precisamente estuvo en el Cusco cuando se produjo la invasión hispana.
Pero los Mallkus de Qallapa, Qaqayawiri y Machaca trataron de evitar la posición
derrotista del referido Mallku de Qaqinkura de no prestar resistencia alguna a
los españoles, porque estaban bien armados, “decidieron entonces, darle muerte
a ese Mallcu y exterminar a todos los miembros de su familia”(Choque 2000:20).
El paso de las huestes hispanas, por las costas de Arica y Tacna, se produjeron con
la llegada de Ruí Díaz y Juan de Saavedra, quienes pudieron subir “por los valles
de Sama, Lluta y Azapa; es mucho más probable que, habiendo inquirido a los
naturales por el pueblo de cabecera de la provincia” (Cavagnaro 1988:17-18).
Tiempo más tarde, sería el propio Almagro, quien recorrería la zona, aplicando
todo tipo de violencias sobre los indios de los pueblos principales (Choque 2009).

Luego de la primera guerra civil española en el Perú, que termino con


Diego de Almagro fallecido, el territorio de Arica y Tacna, fue entregado como

22 La “Hueste Indiana”, era una expedición esencialmente voluntaria organizada por un caudillo
que cuenta con la autorización real para llevar a cabo una tarea de conquista.
23 Sin embargo, Cavagnaro ha desestimado esta afirmación puesto que Ruí Díaz, se dirigió hacia el
altiplano desde las costas de Camaná.
24 Actualmente conocida como Qaqingora, que está situada a unos 80 km. de Visviri.

34
“encomienda de indios” a Pedro Pizarro en 1538 25 , en recompensa por sus
servicios en la guerra en contra la rebelión de Manco Inca y por enfrentar a los
partidarios de Almagro. Dicha encomienda incluyo, los indios provenientes de
los linajes Copanique, que estuvieron repartidos en los:

“Pagos, caseríos o lugares: Codpa, Socoroma, Chitita, Pachica, Esquiña, Aico,


Timar, Cobija, Ticnamar, Timanchaca, Livilcar, Belén y Umagata cuya
población complexiva no ha debido bajar a dos millares de individuos por la
época del advenimiento de los españoles” (Cuneo vidal 1977:371).

Dichos indios de Codpa, tuvieron además guaneras y zonas de pesca en


la caleta de Vítor. Y los de Belén, Umagata y Ticnamar, en los faldeos costeros del
morro de Arica, según consta en los títulos y cedulas reales de la época (Cúneo
Vidal 1977).

Dos años después, el 22 de Enero de 1540, Francisco Pizarro, subdividió


dicha encomienda entre: Hernando de Torres y Cervantes, Juan de San Juan,
Lucas Martínez de Vegazo y Pedro Pizarro. En consecuencia, Lucas Martínez se
convirtió en el encomendero de Ilo, Azapa, Lluta y Tarapacá, con unos 1887 indios
tributarios. Un Documento citado por Cavagnaro dice al respecto:

“Con el cacique del valle de Tarapacá, que se llama Tuscasanga, y con los
pescadores, y un pueblo que se llama Pachica, e otro que se llama Pachuca,
e otro Guamba, que está en el Valle de Cato, e con su señor que se llama Opo,
y el valle de Caviesa y el pueblo de Ranina y el Cacique Ayavire con otro que
se llama Taucari e otro pueblo que se dice Omaguata y el señor Ayavile, e
otro Chuyapa con el señor Chuquechambeco, novecientos indios; y en la
cabeza del valle de Asapa los indios de estos dichos valles, que tienen
estancias de Coca, e ají, grana e otras cosas; e mas en el valle de Yuta con el
cacique Cayoa, que es el señor del Valle, cuatrocientos y cuarenta y cuatro
indios, en esta misión en un pueblo que se dice Comarasa, ciento e veinte
indios, y en el valle de Asapa, diez indíos con el principal Guacocan; y en un
pueblo que se dice Guator con el principal Lalio, veinte e siete indios e cabe
este pueblo una estancia que pareció tener indios, y en otro pueblo de
pescadores de este cacique, en el pueblo de Ariaca, en la costa de la mar,
diez e ocho indios, y en dos estancias del dicho cacique que tiene el valle
arriba do tiene sus sementeras en ellas, seis indios y en la otra cuatro; y en
los pueblos mitimaes de ese dicho valle, en el pueblo que se dice Velevaya
setenta indios, con el principal de él; y en un pueblo que se dice Abca,

25 La encomienda fue una institución que permitió consolidar la dominación del espacio que se
conquistaba, puesto que organizaba a la población indígena como mano de obra forzada o de semi
esclavitud de manera tal que beneficiaran a la corona española y a los conquistadores hispanos
que tuvieron el privilegio de ser encomenderos.
35
cincuenta indios con un principal que se dice Abca; que es natural de un
cacique Cariapasa; y en un pueblo que se dice Ariaca, de pescadores, treinta
indios de Tarapacá, con un principal que se dice Pano; e más el Cacique Pola,
pescador, con ciento e noventa e cuatro indios, en esta manera: en un pueblo
que se dice Ilo, que está a la boca del río de Moquegua, con veinte indios,
tiene una estancia que se dice Chiri de pescadores, con seis indios; en un
pueblo que se dice Meca, a la boca del río Irabaya con el principal de él, que
se llama Casabeli, con treinta indios; y en otro pueblo que se dice Ete con el
principal Guata, que está a la vera de dicho río, veinte e cinco indios; y en otro
pueblo de pescadores, en la costa, que se dice Piato, con el principal que se
dice Tamanco, con el principal de él, que se dice Llo, catorce indios; y en otro
pueblo que se dice Parica, y es principal Moto, veinte e seis indios; y en otro
pueblo de pescadores, que se llama Tacari, con el principal Machina,
cuarenta indios; por esta manera que montan todos los indios que ansi os
deposito, unos e otros en los dichos pueblos, mil e seiscientos treinta e siete
indios ” (Cavagnaro 1988:34).

Del texto se puede inferir, que algunos de los pueblos encomendados a


Lucas Martínez, fueron: Umagata, Tarapacá, los valles de Azapa y Lluta, no
identificándose ningún pueblo de la sierra con sus nombres contemporáneos, tal
es el caso de Ticnamar, ello porque solo desde la aplicación de las reducciones
de pueblos de indios desde el año 1570, surgieron los nombres de los actuales
pueblos de indios. El Quinto Virrey del Perú, Francisco de Toledo, dicto un
conjunto de leyes que impulsaron el control de la población, mediante las
reducciones de indios, la organización del trabajo en las mitas de Potosí, y la
reglamentación del tributo indígena (Assadourian 1982). En este contexto, el
visitador general, Juan Maldonado de Buendía, redujo los pueblos del “Colesuyo”
a veinte y dos reducciones, estableciendo a su vez, trece doctrinas en el territorio
(Vial 1984). Tales medidas, reorganizaron el sistema de relaciones sociales, el
mundo simbólico y la distribución espacial de los pueblos andinos, todo ello con
la finalidad de establecer un sistema de tributación indígena.

Algunas noticias de pueblos cercanos a Ticnamar, se encuentran en la


descripción del recorrido realizado por Pedro de Valdivia, que en el año 1540
paso por Arica, “Codpa, Esquiña, Nama y camiña…” (Hasche 1997:48). Asimismo,
las cartas del indio principal de los Carangas Chuquichambi a los oficiales de la
Real Audiencia de Charcas 26, da cuenta de algunos poblados que reclama como
suyos y que estarían ubicados en la precordillera de Arica en 1549, mencionado a
Mazcazana, Camacha, Quiaballa, Pachamama, Lizilnca, Pachapacha y
Pampacamata, no obstante, no se tiene noticias precisas donde estuvieron
dichos pueblos, a excepción de Tocoroma o Tocrama, que es el actual pueblo de
Belén.
26 AGI, Justicia, Nº 658, f.590
36
El 17 de julio de 1567, se creó el corregimiento de Arica, siendo su primer
corregidor Francisco Rodríguez Almeyda. El territorio de dicho repartimiento
incluyo Tarapacá, Pica, Loa, Lluta y Arica, Ilo, Hite, Ilabaya y Tacna. En la misma
época, los frailes dominicos estaban instalados en Sama, realizando su labor
misionera hacia “la quebrada de Malosnombres en los confines de Arica hacia el
norte hasta los altos de Zama […], su trabajo se extendía también a Tacna, Tarata,
Ilabaya y Locumba” (Hasche 1997: 51) 27 : Incluyendo además, a las doctrinas de
Azapa y Lluta, con su sede en el pueblo de San Jerónimo de Poconchile. Por tanto,
los antiguos habitantes de la zona de Ticnamar, que residieron en Vichuta,
Putawa, Cerro Negro, Taracollo, Ipilla, Putuputu, Charcollo, Tangani, J'acha
Tangani y Qana, estuvieron adscritos a la doctrina de San Jerónimo y tras la
reducción toledana serán relocalizados en el pueblo viejo de Ticnamar entre los
años 1572 y 1617.

1.4. De Lagnama a Ticnamar. Las visitas eclesiásticas y vida colonial

Entre el año 1540 a 1570 se produjo un notable descenso de la


población, pues al cabo de 30 años los indígenas habían disminuido un 36% en la
antigua encomienda de Vegazo. Este descenso demográfico fue producto de los
excesos, huidas y enfermedades que afectaron principalmente a los hombres en
condiciones de tributar. Efraín Trelles, afirma que, la población indígena en 1570
estaba en aprietos demográficos, pues la expectativa de vida era muy baja y “[…]
muy pocos llegaban a ancianos” (Trelles 1991:152). El descenso demográfico
afecto a la población “Cole” y a los mittanis o colonos aymaras que aún quedaban
en el territorio 28 , lo que implica que las estructuras tradicionales y las relaciones
de reciprocidad que entregaban cohesión social y coexistencia a las diversas
etnias se debilitaran, exponiendo a la población indígena al régimen de
explotación económica de los vecinos de Arica ó a los intereses del distante
Corregimiento de “Carangas” y del señor principal, Martín Chuquichambi, quien
reclama a los indios de los altos de Arica, para que fuesen a Potosí y pagasen sus
tributos en Carangas y no en Arica. Los problemas demográficos existentes en
Arica, obligaron a la población indígena a iniciar un proceso de rearticulación de
sus estructuras sociales y políticas. Por ello, los indios principales de Arica en el
año 1581, unificaron sus cacicazgos, según lo señalado por el historiador
Tacneño, Luis Cavagnaro:

“[…] un curaca de Auzipar, nombrado Juan Pauñi; uno de Lluta, Lorenzo Chollo;
de Huanta, Pedro Cachi y un Pedro Yaco de los indios Camanchacos de Arica;
en 1597 un solo señor, nombrado Juan Caqui, Tauqui ó Tauquina, se hacia

27 La “Orden de Predicadores” o “Dominicos”, la orden dominica se destacó en el campo de la


teología y doctrina al abrigo de figuras como Alberto Magno o Tomás de Aquino.
28 Los descendientes de la Cultura Arica, en el periodo colonial recibieron en nombre de “Coles”
o “Yungas”.
37
reconocer como Cacique de Azapa, Chacalluta y Lluta” (Cavagnaro
1988:330) 29.

Esta unificación de cacicazgos no fue la única, pues en la medida que la


población se dispersaba o disminuía nuevamente se reorganizaba el espacio
sacralizado y el territorio, impidiendo de esta manera los intentos de la elite
Qaranqa o Caranga de recuperar a sus antiguos colonos, la que termino
fusionándose “[…] armónicamente con la población yunga” (Cuneo Vidal
1977:378). Finalmente mencionar que los procesos de articulación, las
adaptaciones y los aprendizajes socioculturales, facilitaron la regeneración del
espacio andino, la cual tuvo un acento local, que culmino finalmente en el siglo
XVIII, cuando “[…] el éxito del Cacique Ignacio Cañipa, acabó con la autoridad
política de los carangas dentro de este repartimiento de los Altos de Arica, y los
colonos carangas fueron integrados plenamente al cacicazgo de Codpa” (Gavira
2008:22) 30. En el año de 1599, Ticnamar es parte de la Doctrina de San Jerónimo
de Poconchile 31, cuya jurisdicción abarcaba el altiplano, desde Caquena a la
quebrada de Camarones, pasando por Ticnamar y los demás pueblos de la
precordillera.

En el año 1618, el religioso español, Antonio Vásquez de Espinoza,


perteneciente a la “Orden de los Carmelitas Descalzos”, recorrió el
corregimiento de Arica (Figura 7). El fraile carmelita ingreso a Arica por el fértil
Valle de Lluta, pasando luego a: “Socoroma, Putre, Tocrama, Lagnama, Lupica,
Sacsama, Timar, Codpa, Cibitaya, Isquiña, Pachica, San Francisco de Vmagata,
Santiago de Vmagata, Chapiquiña, Asapa, ubicados a distancia considerable
unos de otros” (Marsilli y Cisternas 2010: 467). El pueblo de Lagnama, es sin duda
“Ticnamar Viejo” y Tocrama es “Belén” (Hidalgo 2004; Marsilli y Cisternas 2010).
Las noticias proporcionadas por Vásquez de Espinoza, dan cuenta de iglesias
abandonadas y de la ausencia de sacerdotes en numerosas comunidades, donde
sus habitantes solo tienen el nombre cristiano, señalando lo siguiente: “he
bautizando a muchas personas de edad bastante avanzada, mujeres paridas y
muchacho de mucha edad” (Vázquez de Espinosa 1948: 481). Agregando, que en
el territorio hay muchas idolatrías32, iglesias sin puertas e indios que viven en

29 A mediados del siglo XVII, el “Cacicazgo de Azapa, Chacalluta y Lluta”, paso a llamarse solo
“cacicazgo de Lluta y Azapa”, ello, por la probable desaparición de los camanchacas.
30 El “Cacicazgo de Codpa” es el sucesor del “Cacicazgo de Lluta y Azapa”. El Triunfo legal de Ignacio
Cañipa contra los Carangas, ocurrió en el año 1723. Dicha acción se produce después que los
principales Carangas demandasen a Ignacio Cañipa por el delito de usurpación de las tierras que
aun conservaban los Carangas en la cabecera de Azapa.
31 Dicha Doctrina de San Jerónimo se creó en el año 1572.
32 Idolatría, significa literalmente 'adoración de ídolos'. Dado que la adoración es la actitud de
obediencia, el servir, el “hacer la voluntad de la divinidad”, idolatría sería regir la vida en base a los
dictados de un ser humano o un bien material al que se "diviniza".
38
concubinato, pues no tienen dispensas de matrimonio. Por lo que añade al
respecto:
“…Queme vn pueblo que se llama Isquiliza, porque los más eran idolatras,
muchos auia confesando su vida, y de a diez, 12 y de a 20 años, y si uviera
prelado en Arica, los curas tuvieran más temor y cuidado” (Vázquez de
Espinosa 1948: 481).

Las noticias proporcionadas por Vásquez de Espinoza, son un reflejo de la


realidad social y cultural de la época, sin considerar que parte de sus testimonios
son de un origen dudoso o copias parciales de otras visitas eclesiásticas. En el
año de 1660, Ticnamar pasa a formar parte de curato de Codpa, que en los años
anteriores tuvo su asiento en el valle de Lluta. Hacia el año 1668, la sede de la
Doctrina de Indios de Poconchile también se traslado a Codpa.

En la misma época, el territorio fue afectado por numerosos terremotos,


lo que provocaron numerosas destrucciones en el corregimiento y pueblos de
indios, como los ocurridos en los años 1604, 1615, 1650, 1681 y 1715 (FAMSV
2010:135-136). Por ello, ha sido difícil precisar una fecha específica de
construcción de la iglesia de Ticnamar Viejo, pues debió ser reconstruida en
sucesivas ocasiones. Solo en 1739 se presenta una segunda noticia de la
existencia de una iglesia pero sin mayores detalles o descripciones. En el año
1793, los informes del intendente de Arequipa, Antonio Álvarez y Jiménez, dan
cuenta de las características de la iglesia vice parroquial de Ticnamar, que mide
16 varas de largo y 6 y media de ancho, con bautisterio, pila bautismal, sacristía,
torre y cementerio de adobe, todo ello, con un estilo tipo Barroco andino
(Moreno y Pereira 2011). El pueblo conto, además, con dos calvarios bellamente
labrados en forma piramidal y cruz en el cerro Tangani. Respecto a Timalchaca
para el periodo no se tienen mayores noticias, pues las primeras informaciones
surgirán en el año 1877.

1.5. Las revisitas de 1750 y 1772 en Ticnamar

En el año de 1750 el virrey del Perú, Conde de Superunda, instruyo la


realización de una revisita, pues de la última que se tuvo referencia, se realizó en
el año 1643, siendo corregidor de Arica en ese año, Dionisio López de Barreda,
encargándosele la revisita al Tesorero don Joaquín Javier de Cárdenas y de la
Peña, quien solo termino su trabajo en 1756, después de realizar la retasa de los
tributos indios. En este periodo don Ignacio Cañipa, fue el cacique principal de
cacicazgo de Codpa y tuvo adscritos unos 803 indios contribuyentes, de los
cuales 736 fueron indios originarios con tierra y 67 forasteros sin tierra. Los
pueblos anexos pertenecientes al cacicazgo de Codpa fueron: el ayllu
copanaique y collana de Codpa33, Pachica, Esquiña, Timar, Ticnamar, Saxamar,

33 Codpa por entonces estaba divido en dos ayllus de indios.


39
Belén, Pachama, Guallatire, Choquelimpie, Parinacota, Caquena, Putre,
Socoroma, Sora, Livilcar y Humagata (Hidalgo 1978).

La visita a Ticnamar fue realizada el 18 de mayo de 1750 y estuvieron


presentes: el visitador, don Joaquín Javier de Cárdenas; el cacique principal o
kuraka, don Ignacio Cañipa; el principal de Ticnamar Juan Calle; el escribano real,
Sebastián Núñez Dávalos; un intérprete del aymara, Pascual Medina; el
sacerdote de la doctrina de Codpa, Pedro Joaquín Cáceres y el Protector de Indios
del corregimiento, Manuel Joseph Sorarte. Para los efectos administrativos, se
revisaron primero los libros de bautismo y se empadrono a la población, bajo
pena de privación de libertad y de ser “Castigados con todo rigor” (Hidalgo 1978:
4). La revista se realizó según la siguiente instrucción:

“Escribiendo primeramente el cacique principal de aillo y su mujer si le


tuviere y sus hijos, cada uno con sus edades, sacando al margen la de los
barones y al otro la de las mujeres y en la misma orden proseguiréis con los
demás cazados de aquel aillo hasta que se acave y luego distintamente se
escribirán los viudos con sus hijos e hijas y después los solteros y luego los
reservados de tributos por tener cincuenta años de edad y por enfermedad
que los imposibilitan de trabajar o por prohibiciones particulares del
gobierno con sus mujeres e hijos y sus edades en la dicha forma” (Hidalgo
1978: 5).

El resultado de tal visita a Ticnamar, se reflejó en la existencia de 25


indios tributarios casados, 2 viudos, 5 solteros, 5 reservados, 17 viudas, 5
solteras, 10 huérfanos y un ausente, haciendo un total de 169 personas. Los
apellidos de los habitantes del pueblo que se registraron fueron: Calle, Huanca,
Choque, Tarqui, Santos, Mena o Mina, Mamani, Gómez, Alanoca, Nague, Brisuela,
Lopes, Cayo, Gonzales, Juan, Valdes, Cruz, Valeso, Santiago, Apaz, Condori, Sisa,
Mollo, Argote, Nina, Cabana, Guarachi, Ramos, Flora, Rojas y Lanchipa. Un año
antes de terminar la revisita, falleció el cacique Don Ignacio Cañipa, a fines de
Diciembre de 1755, siendo enterrado en el pueblo de Livilcar. Asumiendo, la
jefatura del cacicazgo, don Diego Felipe Cañipa, a la edad de 25 años de edad.

En el año 1772, el Virrey del Perú, don Manuel de Amat y Juniet encargo
al corregidor de Arica, realizar una nueva revisita al cacicazgo de Codpa. La orden
y las instrucciones fueron expedidas el 30 de diciembre del mismo año y solo
procedió a materializarla el 15 de julio de 1773. Al igual que en la visita de 1750,
la comitiva era numerosa y estuvo integrada por: El Corregidor y Caballero de la
Orden de Santiago, Teniente Coronel de los Ejércitos Reales, don Demetrio Egan;
Don Diego de Zaconeta, cura de la parroquia de Codpa, quien llevaba los libros
parroquiales; el escribano, Rafael Bahamondes; el protector de naturales, Juan
Joseff de López de Santana; “el defensor de la Real Hacienda, Juan Esteban
Viscarra; el Alguacil Mayor, Bernardo de Vilanova; el intérprete, Jossef Sinforiano
Jiménez; el cacique principal, Diego Phelipe Cañipa” (Hidalgo et. al 2004b: 106).
40
La finalidad de esta nueva revisita fue establecer la nueva carga tributaria a los
indios de los “Altos de Arica”, todo ello, con la finalidad de solventar la alicaída
economía del virreinato del Perú (Figura 8). La revisita se realizó en las siguientes
comunidades del cacicazgo:
“La doctrina de dies y ocho pueblos cuia cavesa es el de Cotpa que tiene dos
aillos nombrados Collana y Capanique el pueblo de Belén tiene otros dos
que son Aransaia y Mancasaya. Los pueblos de Esquiña Pachica Timar
Ticnamar Sacsamar, Guallatiri, Pachama, Socoroma, Livilca, Umagata, Sora,
Putre, Parinacota, aciento de Choquelimpe y aillo de Caquena. Que se
compone de estancias en la cordillera ay ha mas dos pueblos que son el de
Poconchile y depende del pueblo de Belén y sus avitadores comprendidos
en sus dos aillos de Aranzaya y Mancasaya y el pueblo de Churiña que se
compone de tributarios del pueblo de Sora. Putre y Socoroma, a lo que ai
tambien que añadir el pequeño valle de Chaca que es de esta doctrina que
se compone de Hasiendas de viñas de españoles sin indio alguno” (Hidalgo
et. al 2004b:200).

En los meses previos a la revisita las autoridades coloniales, se hicieron


con el control de los libros de bautismos y entierros, requisando a los caciques el
padrón de los indios tributarios y la última retasa publicada en el año 1756.
Además se procedió a publicar el bando en Junta General de Indios, este último
hecho obligaba a los vecinos de Ticnamar a participar de manera obligatoria en la
revisita. También, el comisionado Hilario Marca mandatado por Demetrio Egan,
procedió a declarar ante la comunidad los deslindes del pueblo de Ticnamar,
como parte de la Vice parroquia del mismo nombre, expresando las siguientes
palabras:
“ […] La comunidad de la bice parroquia de Tignamar a quienes les doy
posesión y le hago conocer sus pertenencias y les enseño en la lengua
aimara, todo su contenido y hordenado por dicho señor para que le sirva de
bastante instrumento y para asi conste lo huse por dilijencias en este dicho
dia mes y año […]” 34.

El documento ofrece datos relevantes, no solo por los aspectos jurídicos


de la posesión de las tierras del “Común de Indios”, sino además, por la
constitución y pertinencia étnica del pueblo, que aquel 13 de Noviembre
de1773, fue reconocido por las autoridades coloniales como “aymara”.
Asimismo, se identifica a cholos, mestizos, zambos y negros en la comunidad
(Cavarnaro 2005). Todo este acto, se realiza en el frontis de la iglesia. La visita a
Ticnamar evidencio la existencia de los siguientes apellidos de indios originarios
con tierras: Huanca,
35
Apas, Tarque, Mamani, Cruz, Choque, Santiago, García, Veles,
Condori, Calle; Forasteros casados con originarios, González, Mollo, Alanoca,
Apas y Barquero; Solteros con tierras; Ñabe, Choque, Mamani y Calle; Reservados,

34 AN, Conservadores Arica, 1903, N° 173, fojas 187-192.


41
Huanca, Mamani, Ramos, Mena, López, Enriques y Apas; y los apellidos de viudas,
Mamani, Guarcaya, Huanca, Mamani, Guarachi, Apas, Nina, Condori, Tarque e
Ybañez. Haciéndose un total de 158 habitantes del pueblo de Ticnamar, 70
hombres y 88 mujeres, considerando que el cacicazgo tiene una población total
de 3.522 indios 35.

1.6. Las tierras de “Común de Indios de Ticnamar”

La Corona española puso todo su empeño en consolidar su poder en las


nuevas colonias, estableciendo tempranamente el orden público y la
organización del espacio, para ello, se introdujeron una serie de normas
tendientes a regular el trabajo y la vida indígena. Dichas normas, se conocieron
como las “Leyes de Indias”, un conjunto de legislaciones promulgadas por la
corona española para regular y normalizar la vida social, política y económica de
los nacientes imperios españoles de ultramar, específicamente en la parte
americana. De modo general, las Leyes de Indias constituyen una recopilación de
las distintas normas legales vigentes en los reinos de Indias, realizada durante el
reinado de Carlos II. Básicamente estas eran las Leyes de Burgos, las Leyes Nuevas
y las Ordenanzas de Alfaro. Este conjunto de normativas fueron enunciadas entre
1523 y 1542, y recopiladas a finales del siglo XVII, siendo publicadas en fecha de
18 de mayo de 1680.
A los indígenas se les permitió mantener sus antiguas leyes (“Usos y
costumbres”), siempre y cuando éstas no entrasen en contradicción con los
intereses de la Corona o con lo que ésta consideraba como buenas costumbres.
Este paternalismo colonial ofrecía a los indígenas algunas ventajas que supieron
explotar durante todo el periodo colonial y así la propiedad de la tierra pudo
seguir en manos de los indígenas, generándose el llamado “pacto colonial”, que
no fue más que un acuerdo de tributos por la protección de las tierras comunales
(Walker 1999). Por ello, todos los pueblos recibieron un estatus jurídicamente
protegido como unidad básica de la república de indios; es decir, un tipo de
municipio. Ningún español podía disponer de tierras que cayesen dentro de un
cuadrado de 72 hectáreas (500 varas medidas a partir de la iglesia). Esta norma
fue rigurosamente respetada por las autoridades coloniales, pues cada “pueblo
de indios” tuvo derecho a 72 hectáreas de tierra cultivable como mínimo
(Ouweneel y Hoekstra 1998). Sin embargo, en la época de dichas reformas, los
pueblos de indios, tuvieron en uso muchos más tierras que, al igual que en la
época prehispánica, se podían repartir entre los habitantes del pueblo. Por tal
razón, fue tarea de los oidores-visitadores del siglo XVII inquirir, entre otras
cosas, si las comunidades indígenas gozaban de tierras suficientes para su
manutención y para hacer frente al pago del tributo.

35 Antecedentes completos de la revisita practicada por Demetrio Egan se encuentran


disponibles en Revista Chungará Volumen 36, Nº 1, 2004. Páginas 103-204.

42
Figura 7.
Pueblos del Corregimiento de Arica sometidos a la
Visita de Fray Vásquez de Espinoza.

43
Figura 8. Indios del Perú en el siglo XVII, según Huaman Poma de Ayala (1615).

44
Las tierras comunales abarcaron tres sub partes: el resguardo
propiamente dicho, que debía ser repartido entre los integrantes del grupo; el
potrero destinado a la cría de ganados y la labranza de la comunidad, trabajada
en conjunto por turnos de rotación obligatoria, cuyo producto debía destinarse a
dotar un hospital, al auxilio de pobres, viudas y huérfanos y al mantenimiento del
culto. Dado que los indios debían ser preferidos "en primer lugar" a fin de que sus
tierras estuvieran "juntas y contiguas" a su pueblo e iglesia sin presencia de
españoles u otras etnias, los visitadores ordenaban respetar estrictamente los
linderos de los resguardos y daban por "nulos y de ningún valor" los títulos de
tierras incluso en los límites, dejado afuera a los españoles (Mayorga 2002).

En función de la tutela protectora del Estado, los resguardos de la tierra


se consideraron inalienables y se prohibió su arrendamiento. Si bien en materia
de ventas la prohibición se cumplió, no ocurrió lo mismo con el arrendamiento,
que parece haber sido, en mayor o menor grado una práctica frecuente a lo largo
del período. Era obvio que el arriendo beneficiaba a ambos grupos. A los
indígenas les proporcionaba una renta extraordinaria que les permitía hacer
frente con menor esfuerzo el pago del tributo, sin descartar la posibilidad de
echar mano de las leyes de segregación a fin de deshacerse de los intrusos si
eventualmente su permanencia se tornaba poco deseable. Y a los españoles, se
les permitió gozar del bien arrendado y conseguir, para su explotación, el trabajo
"concertado" de la población indígena. Sin embargo, para el siglo XVIII las
medidas proteccionistas, comenzaron a debilitarse y los pueblos de indios,
comenzaron a perder sus tierras producto de los arrendamientos, las
ocupaciones que hacían los españoles o las ventas compulsivas, que se daban al
momento de no poder pagar algunos préstamos. No sabemos, la situación
puntual de Ticnamar y Saxamar, pero en 1750, ambos pueblos no son dueños de
sus propias tierras comunales.

No obstante, para el año 1758, según consta en la protocolización


judicial de 1903 36, Ticnamar recupero el control de sus tierras con la compra
realizada a dos españoles, dicho documento dice:
“[…] Antonio Belasco y Lucas Madueño, vecinos del pueblo de Codpa,
otorgamos y conocemos por la presente carta que vendemos y damos en
venta real desde ahora para en todos tiempos y siempre jamás, al común de
indios del pueblo de Tignamar y en nombre de dicho Diego Apasa, indio
principal, de dicho pueblo quien está presente al otorgamiento de esta
escritura para su aceptación es a saber, tres guaicos de tierra nombradas
Achuma, Tumaya y Putaba, las mismas que terreno en dicho pueblo que
lindan por la parte de abajo con el rio del pueblo de Sacsamar y por la parte
de arriba con un serro que es cabecera de Achuma y por ambos lados con

36 Escritura pública en el Conservador de Bienes Raíces de Arica, Notaria de Jovino Troncoso, a


fojas 187, N° 173. En 1909 se realiza una nueva protocolización a fojas 25 vuelta, N° 68.
45
pastos de los mencionados indios, las cuales vendemos con todas sus
entradas, y salidas, usos, costumbres, derechos y servidumbre y en cuanto
en si tenemos de fecha y derecho, en precio y cuantia de cuatrocientos
pesos que están abalados por personas que ambas partes nombramos con
cuya tasación nos hemos conformado y emos resibido los dichos
cuatrocientos pesos de mano de dicho comun de indios, en reales de
contados, de los cuales por tenerlas en nuestro poder nos damos por
contentos y en entregados a nuestra voluntad sobre que renunciamos las
leyes de la non numerata epicunea, a prueba del recibo y demás de este caso
mediante lo cual desde hoy dia de la fecha de esta carta que expresamos es
otorgada, nos desistimos, quitamos y apartamos del derecho, acción a
propiedad y señorio, y otras acciones reales y personales, y dichas tierras
teníamos aviamos y nos pertenecia y la sedemos, renunciamos y
traspasamos en el dicho comun de indios y de damos poder y acción en
causa propia quan bastante de derechos se requiere y es necesaria para
quede su autoridad o de las reales justicias dentren de la renuncia a la
propiedad y aprovacion de dichas tierras y saneamiento de ella, en tal
manera que en todo tiempo, les dara cierta y segura y bien pagada y no se le
pondrá, pleito, embargo ni contradicción por persona alguna, y si se les
puciesen o moviese saldremos nosotros, nuestros erederos a la vuestra y
defensa del pleito, y lo seguiremos, fenesemos y acabaremos a nuestra
propia cuenta asta dejarlo en quieta y pacífica posesión, y si asi no lo y
icieramos, le devolveremos y pagaremos los dichos cuatrocientos pesos con
más las costas, daños, intereses y menos cobros que se le originaren,
regrecion de todo lo pagado llanamente y sin pleito alguno y estando
presente del dicho Diego Apasa, en lo contenido en esta escritura que la a
cogido y entendido, otorgo que la acepta en favor de dicho común de indios
y resibo compradas las dichas tierras por los dichos cuatrocientos pesos;
que por su valor se tienen dados y de su valor y bondad me doy por
contento, y entregado a mi boluntdad, y nosotros los otorgantes,
comprador y bendedores confesamos y declaramos ser el justo precio y
balor de las dichas tierras, los dichos cuatrocientos pesos y que no balen
mas ni menos y caso que más o menos balgan de la demacia o menos de su
balor […]
[…] renunciamos todo derecho y leyes de nuestro fabor y la general
renunciación que lo proibe que es fecha la carta en el pueblo de San Pedro
de Tacna en veinte y ocho días del mes de noviembre de mil setecientos
cincuenta y ocho y los otorgantes y el general D. Pedro Remigio Fernández
Maldonado, Corregidor y Justicia Mayor en posesión de Magestad de la
ciudad de Arica […].37

Al momento de la re–visita de Demetrio Egan, los ticnameños realizaron


una declaración el 8 de enero de 1773, con la finalidad de ratificar la propiedad
de dichas tierras ante el corregidor y su comitiva. Dicha afirmación dice:

37 AN, Conservadores Arica, año 1903, N° 143, f.187 – f.192 (Archivo Nacional de Chile).

46
“Don Ramón Óseles alcalde ordinario del pueblo de Ticnamar, Martin
Santiago, Ventura Apasa, Juan Mena y Felipe Apasa, indios originarios del
dicho pueblo de Ticnamar, en voz y en nombre de todos los demás del común
de indios, parecemos ante Nuestra Merse y decimos que tenemos comprado
tres guaycos de tierras citadas en dicho pueblo en la cantidad de
cuatrocientos pesos en que nos vendió a todos nuestro común, Antonio
Velasco y Lucas Madueño, vecinos que fueron del pueblo de Codpa como
consta de la Escritura que se nos otorgó ante el señor Corregidor que fue de
esta provincia don Pedro Remigio Fernández Maldonado, lo que en debida
forma presentamos con solemnidad necesaria” (Yucra 2002: 6).

La existencia de las tierras comunales quedo registrada en el manifiesto


firmado por el cacique don Diego Felipe Cañipa y don Bernardo Vilanoba, quienes
expresaron bajo juramento que “el común de este repartimiento ni tiene caja de
comunidad ni renta alguna que solo se mantienen en las tierras de su
repartimiento” (Hidalgo et. al 2004: 193). Los mismos autores, sostienen que
para la época de la revisita de Demetrio Egan el pueblo de Ticnamar, “tiene sus
tierras y pastos en la cordillera” (Hidalgo et. al 2004: 193). En los años
subsiguientes, no se evidencian cambios significativos en la comunidad, solo las
trasformaciones políticas y sociales, originadas por el proceso de
independencia, que traerán consigo un paulatino quiebre de las relaciones y
obligaciones comunales en Ticnamar y demás comunidades andinas, todo ello,
producto de las ideas liberales y “modernidad” que comenzó a instalarse en los
Andes.

Para los intelectuales liberales, la protección de la propiedad de la tierra


de los indígenas, configuró una dificultad para las transacciones de dichos bienes
raíces en el mercado, siendo este, un viejo anhelo de los terratenientes hispanos
y criollos, ya que estuvo protegida en la colonia, por el “pacto colonial” (Soux
2008) 38 . El Estado republicano se retiró del asunto de regular las categorías de
las castas, pero las presiones sobre los recursos, la ideología liberal y las clases,
lentamente comenzaron a afectar las actitudes, estilos de vida y estructuras
sociales indígenas. De este modo, el siglo XIX, es notable no sólo como una
ruptura en la erosión secular de la sociedad indígena, sino también como un
interregno, que esconde el poco estudiado paso hacia nuevas formas de
asimilación étnica (Gootenberg 1995). Situación, que coincidió con las nuevas
normativas y constituciones políticas del Perú, que tendieron a la supresión de
las tierras comunales y un fuerte empeño en la modernización de las provincias
rurales, que tuvo en el acceso a la educación, una fuente de estímulos
desestructurantes, que finalmente catalizaron en los conflictos comunales por

38 Avanza la república, en algunas zonas de los Andes, los indígenas asumieron que para la
reconquista de sus tierras les convendría convertirse en ciudadanos y para serlo pidieron al Estado,
primero, el reconocimiento del tributo como el medio de probar su lealtad a la Republica y,
segundo, la creación de escuelas para adquirir la categoría ciudadanos.
47
el control de las tierras del “común de indios”, que han llevado a los vecinos del
pueblo de Ticnamar a tener una activa presencia en los tribunales de Arica, por el
control familiar de las tierras comunales, perdiéndose el objetivo central de los
deseos de los vendedores y de Diego Apasa en el año 1758. En otras palabras, el
desarraigo y las perdidas culturales andinas, generaron cambios culturales en las
comunidades como Ticnamar, que termino finalmente enfrentada con sus
mismos comuneros hasta el presente año. No obstante, existe la predisposición
de la comunidad indígena, para que todos los descendientes del “común de
indios” tengan derechos sobre las tierras del “común”.

1.7. Los indios de Ticnamar y la rebelión de Túpac Amaru

La revisita practicada en el cacicazgo de Codpa, proporciona


antecedentes interesantes, ya que la declaración de Bernardo de Vilanoba y
Diego Felipe Cañipa, sobre el pueblo de “Tignamar, señalan que tiene sus tierras
y pastos en la cordillera” y pueblo de Sacsamar no tiene tierras y las que
siembran estos indios son arrendadas (Hidalgo et. al 2004b: 193). El resultado de
la revisita fue la imposición de una pesada carga tributaria y un abusivo sistema
de repartos de mercancías que los indios de Arica, debían pagar al corregidor,
quien sin mayores complicaciones triplico de manera ilegal, la cantidad que
tenía autorizada desde Lima 39. Esto último, según Demetrio Egan, era necesario
para sostener la economía de la administración colonial. El resultado, fue un
juicio contra el corregidor Egan, que fue patrocinado por el cacique de Tarata,
don Pedro Copaja y Ninaja en el año 1776. Los argumentos de Ninaja fueron que
los “había reducido a la condición de esclavos suyos por medio del reparto” 40. En
dicha denuncia, los indios principales del cacicazgo de Codpa e Ilabaya, también
testificaron en contra del corregidor, sosteniendo que se les había obligado a
aceptar una “cuantiosa cantidad de mulas y otros efectos, ignorándose cual sea
lo que está permitido”41.

Los reclamos de indios principales, no fueron menores, pues Egan por


medio del reparto, distribuyo forzosamente entre los indios de Tacna y Arica:
2000 mulas, valoradas cada una de ellas en 35 pesos de plata; 1000 varas de
paños de Quito valoradas a 4 pesos cada vara; 500 fichas de color musgo a 3
pesos; 40 quintales de hierro a 48 pesos; 4000 varas de ropa de la tierra a cinco
reales 42 . Las primeras testificaciones fueron firmadas por don Diego Felipe
Cañipa, como cacique principal y gobernador de la doctrina de Codpa, siendo
acompañado por:

39 La última visita fue realizada por el intendente Antonio Álvarez y Jiménez, dando cuenta de las
costumbres, economía, forma de vida y las viviendas de la población del territorio entre 1793 y
1796.
40 (Hidalgo et. al 2004b).
41 AGI, Lima 895, N° 14, f.3.
42 AGI, Lima 895, N° 14, f.4.

48
Don Ramón Menacho, principal de Umagata; Don Gregorio García, principal
de Timar; Don Juan Contreras y Don Ylario Ramos, principales de Belén; Don
Diego Mollo de Pachamama; Don Pastor Bolaños de Sora; y don Phelipe Apas
de Tignamar”.43

La totalidad de los testigos, a lo largo del juicio expresaron sus reparos


por los abusos presentados por el corregidor y el enorme daño que se hacía a sus
haciendas y economías, como lo testifico el principal y alcalde del pueblo de
Socoroma, Inocencio Flores, quien menciona que Demetrio Egan, hizo el reparto
de 300 mulas, lampas, barretas de hierro, cuchillos, Coca, paños de Quito y
bayetas de castilla con todo tipo de violencias en los tres repartos que realizo.
En Ticnamar, Don Felipe Apas, denuncio que en el primer reparto el corregidor
entrego “sesenta y siete mulas y que todas juntas componen el número de
seiscientas y seis, que repartió el denunciado corregidor en los mencionados
pueblos” 44. En el año 1778, el dictamen del juicio contra Egan estableció una
resolución ambigua, pues por un lado condeno el sistema de reparto, pero
también, expreso su necesidad, para el sostén de la economía del corregimiento
y como una forma de control de los indios Arica, que miran con desprecio a las
autoridades eclesiásticas y civiles del corregimiento. Siendo, este el único
mecanismo, que permite evitar que los indios se abandonen a los vicios y
embriaguez 45.

Otra consecuencia de la Revisita, fue la división de la Doctrina de Codpa,


creándose la Doctrina de Indios del Apóstol Santiago de Belén, el 17 de Marzo de
1777, incluyendo los pueblos de Poconchile, Sora, Churiña, Belén, Putre,
Pachama, Parinacota, Socoroma, Guallatire, Choquelimpie Saxamar y Ticnamar.

El sistema de explotación colonial en contra de la población indígena,


fue generalizado en el virreinato del Perú, siendo un hecho que motivo un
descontento amplio, motivando la rebelión de José Gabriel Condorcanqui,
conocido como Túpac Amaru II en 1780 en el sur del Perú. Algunas de las causas
de la rebelión fueron: el reparto forzoso de mercancías, las nuevas políticas
fiscales, los efectos de las reformas borbónicas, el tributo indígena, la mita
minera y agrícola y la pérdida de poder que sufrían los caciques con los cambios
administrativos del virreinato, por tanto, el descontento en Codpa, Socoroma,
Belén o Ticnamar, era extendido en el Corregimiento de Arica. Consciente de
esta realidad, el corregidor, Andrés Ordoñez y Natera, movilizo tempranamente
las milicias de Arica y Tacna, al mando de los capitanes Nicolás Barrios, Silvestre
Gandolfo e Ignacio Enrique Portales, contando además, con un presupuesto
inicial de $18.646 pesos de plata, que obtuvo mediante préstamos y retenciones.

43 AGI, Lima 895, N° 14, f.9.


44 AGI, Lima 895, N° 14, f.10.
45 AGI, Lima 895, N° 15, f.10.
49
Todos estos preparativos se produjeron porque la rebelión se inició en las
cercanías del corregimiento, en la provincia de Chucuito (Cavagnaro 2006) 46.

La rebelión alcanzo los Altos de Arica y Tacna en Febrero de 1781, pues los
rebeldes provinieron de la Doctrina de Calacoto y fueron dirigidos por Juan
Buitrón, que seguía las órdenes de Cristóbal Túpac Amaru 47. El 12 de Febrero, se
enviaron proclamas a Belén, Socoroma, Putre, Sora, Pachama, Ticnamar y
Parinacota, entre otros pueblos para que se sumasen a la rebelión en contra del
rey de España y el mal gobierno. Dichas misivas colocaron plazos perentorios a
los principales del corregimiento de Arica, para que se plegaran al movimiento,
dejándose constancia que tendrían un plazo de 5 días. Así, el 20 de Febrero, los
rebeldes se encontraron con los indios principales de cada pueblo de la
precordillera de Arica, y que no solo ignoraron las misivas, sino que dieron su
lealtad al rey y autoridades coloniales. Ello, inicio una fase violenta de la rebelión,
afectando inicialmente al Cacique de Codpa, Don Diego Felipe Cañipa, quien
espero y enfrento a los alzados en su casa, respondiendo con voz firme:

“Soy cacique de este pueblo, repito y os prevengo que no tolerare en mi


presencia otros vitores sino los que se den por nuestro Señor el Rey de las
Españas e Indias” (Cavagnaro 2006: 58).

Entre, ¡Vivas a Túpac Amaru!, por los rebeldes y ¡Vivas al Rey!, de Diego
Felipe Cañipa, el cacique fue despojado de sus insignias y vestidos, arrastrándolo
a la plaza de Codpa el 23 de Febrero de 178148, donde lo amarraron de pies y
manos a un palo. Acto seguido, mientras Diego Felipe, gritaba “¡Viva Carlos III!”,
empezaron a cortarle a tiras la piel del cuerpo, desde la garganta hasta la planta
de los pies, según Cuneo – Vidal, las últimas palabras del cacique fueron: “Viva el
Rey” (Cuneo – Vidal 1977: 379)49. Luego de la muerte del cacique, su casa fue
saqueada y quemada. En la misma jornada, el cuerpo de Diego Felipe, fue
recogido por sus hijos y sepultado en el pueblo de Livilcar. Le sucedió tiempo
después como cacique, su hijo Eugenio Cañipa y Núñez, en la práctica y en lo
legal, fue el último cacique del Cacicazgo de Codpa. Sus descendientes solo
usaron dicho título de manera honorifica en los años siguientes pero sin
vinculaciones reales o prácticas, debido a las nuevas leyes impuestas por San
Martin, quien prohibió los títulos nobiliarios para los indígenas.

La muerte de Cañipa, trajo consigo una generalización de la violencia y la


movilización de las milicias españolas en Arica y Tacna. La población indígena
de los valles de Chaca y Lluta, se replegaron a sus comunidades de origen,

46 Chucuito está ubicado actualmente en el Departamento de Puno, vecino al de Tacna.


47 Cavagnaro sostiene que Buitrón, no sería del altiplano sino un hilacata de Codpa.
48 Paralela a la rebelión de Túpac Amaru, se produjo el levantamiento de los Katari en Bolivia.
49 El Cacique en esa fecha tenía unos 51 años de edad.

50
plegándose más tarde a la rebelión en contra de la corona española. Luis
Cavagnaro, dice que para el 3 de marzo de 1871, el miedo y angustia se apodero
de Arica, pues se tuvo noticias que “los indios de Ticnamar y Belén (venían) a
abusar (o arrasar a) esta ciudad (de Arica) y quemar sus edificios y degollar a toda
la gente” (Cavagnaro 2006: 62). La ciudad de Tacna, simultáneamente, fue
amenazada por el caudillo Ali, desde Palca, donde tenía 500 indios para asaltar el
valle del Caplina o Tacna, asesinado a sus opositores y colocando amenazas a
quienes intentaran subir a la precordillera. Más tarde, las fuerzas rebeldes se
apoderaron de Tarata y Candarave.

Si bien, la rebelión se inició al sur del Cusco, esta creció rápidamente a


otras regiones andinas, como los altos de Arica y Tacna, ya que por la
precordillera de Arica, se encontraban las rutas del comercio de la plata y de
otros bienes entre el puerto de Arica y Potosí. Según, Jorge Hidalgo, los caciques
principales de Ilabaya, Tarata, Tacna y Codpa, fueron contrarios a la rebelión de
modo abierto o indirecto, a pesar que en 1776 habían llevado a juicio al
corregidor Demetrio Egan, la negativa de involucrarse en la rebelión se debió a
que eran participes de la “arriería directa o indirecta” (Hidalgo 2004: 249), Por
ello, Cañipa, un activo arriero, prefirió oponerse junto a los otros principales de la
sierra de Arica a la rebelión.

Posterior a la muerte de Cañipa, también fueron degollados por los


rebeldes, los indios “principales” de Livilcar, Socoroma, Putre y Belén, en
respuesta por la negativa de plegarse a la rebelión 50. La movilización de las
milicias españolas en Arica, llevo al repliegue de las fuerzas rebeldes a los “Altos
de Arica”, los primeros días de marzo, hecho que motiva, a los habitantes de la
precordillera, su bajada a la ciudad de Arica, a firmar un tratado de paz y que se
comprometieran a realizar los pagos de impuestos pendientes, además de
defender la Corona “y al monarca católico aun a costa de sus vidas”(Hidalgo
2004: 260). Sin embargo, la paz duro solo hasta el mes de Abril, la violencia se
hizo más brutal, pues fueron ejecutadas alrededor de 30 a 40 personas,
atentando, incluso a los curas de Codpa y Belén. En esta fase de la rebelión, la
violencia fue explicita y racial, pues se buscó eliminar a toda criatura “blanca”
(Cavangnaro 2006: 68).

La violencia no vino, exclusivamente de los indios, sino también de las


propias fuerzas españolas, que no dudaron en aplicar los castigos más crueles e
inhumanos posibles, para lograr la rendición de los indios rebeldes, tal como lo
mencionara el corregidor de Arica al pacificar Tarata, “en fuerza de maltratos

50 La degollación parece haber sido reservada, tanto en los Andes como en Europa, para los
individuos de rango social superior, La horca, por el contrario, era el castigo aplicado a los
delincuentes de extracción baja.

51
que les di y es necesario conservarlos” (Cavagnaro 2006:71). Por ello, una
expedición militar-religiosa, al mando de José Cayo de Sosa 51 , recorrió los Altos
de Arica, capturando a 22 indios obstinados, además se cerraron las iglesias y se
retiraron los objetos sagrados, pues los indios de Putre, Socoroma, Pachama,
Saxamar y Ticnamar, entre otros, estaban excomulgados de la fe católica, por
haberse rebelado al monarca y atacar a la iglesia católica, provocando con ello
el terror en los indios. Tras la expedición de Sosa, los indios de Codpa,
manifestaron lo siguiente:
“No fuimos nosotros quienes mataron a nuestro cacique y arruinaron a
todos los chapetones y criollos y quemaron el pueblo de Codpa: fue el
malévolo Juan Buitrón y su gente forastera” (Cuneo – Vidal 1977:381).

Para el levantamiento de la excomunión y señalar su arrepentimiento,


alrededor de 900 indios de los Altos de Arica, bajaron a la ciudad y se sometieron
a una ceremonia realizada frente a la iglesia de la Merced, que estaba enlutada,
“de rodillas con medio cuerpo descubierto los campesinos, hombres y mujeres,
fueron azotados, a la vez que escuchaban exhortaciones de sus párrocos a
arrepentirse de sus pecados” (Hidalgo 2004: 261). Las consecuencias, de la
rebelión fueron nefastas en materia social, política y económica para el
virreinato peruano, sin considerar el costo elevado de indígenas que murieron en
el bando rebelde y realista, según estudios conservadores, se calculan en
500.000, los muertos entre los años 1780 a 1785. Más aún la propia muerte de
Túpac Amaru II, fue tormentosa, el 18 de Mayo de 1871, pues presenció la muerte
de amigos, esposa e hijos en la plaza del Cusco, siendo finalmente descuartizado
y su cuerpo repartido en los pueblos más importantes de Cusco y Puno, como
símbolo del poder de España y para intimidar a los indios de futuras rebeliones.

1.8. La vida republicana en Arica y Tacna

Trascurrido el periodo de violencia, se produjeron décadas de relativa


tranquilidad en las comunidades andinas, que siguieron estando bajo el dominio
español y con mayores cargas y abusos coloniales. El proceso de independencia
no significo un cambio de tales realidades, pues los recuerdos y traumas
colectivos, seguían presentes en los pueblos de indios, que simplemente se
declararon como realistas en los conflictos que se expresaron desde 1810 en
adelante. Situación que fue manifiesta durante el alzamiento de Francisco
Antonio de Zela en Tacna, cuyo movimiento fue reformista y autonomista, es
decir luchó contra el Virrey pero no contra el Rey.

51 La declaración de Cayo de Sosa, dice “hallándome en esta ciudad de Arica, donde resido y es mi
vencidad, el año pasado de ochenta y uno […], arrastre una compañía de soldados a las serranías y
doctrina de Codpa y Belén a fin de sujetar y rendir a los rebeldes”.
52
Dos años más tarde, el 03 de octubre de 1813, el teniente coronel don
Enrique Paillardelle insurreccionó Tacna junto a otros patriotas, Proclamó la
independencia, haciendo intimaciones a las autoridades coloniales de Arica y de
las ciudades de Moquegua y Arequipa, pretendiendo que los secundasen, y
previno al intendente de esta última, que le entregase a su colaborador don
Manuel Rivero que estaba allí preso, amenazando en caso negativo con “pasar a
cuchillo” a los españoles que hubiesen en Tacna. Sin embargo, estas fuerzas de
los patriotas tacneños fue derrotada en la batalla de Camiara el 31 de Octubre de
1813. En ambos casos los indios del cacicazgo de Codpa, se mantuvieron como
partidarios del Rey de España, colaborando con las tropas españolas y realistas
de la provincia. Situación contraria, se vio en Tarata y Tacna, donde los caciques
Ramón Copaja y Toribio Ara, fueron partidarios de la emancipación. Hacia el año
1820, Arica seguía declarándose fielmente como realista, teniendo en la ciudad
el llamado “Batallón Arica” con 490 hombres en armas (Cavagnaro 2006),
disminuyendo en la medida que avanzaban las fuerzas patriotas desde el Alto
Perú y Chile.

En el año 1821, las fuerzas del ejército libertador del Perú, integrado por
chilenos, argentinos y uruguayos desembarco en las costas de Arica,
conminando a la rendición de las fuerzas realistas, ofreciendo además, “respetar
las personas y propiedades, como no perteneciesen estas a los enemigos de la
libertad de la América meridional” (García 1846:402). La negativa realista, trajo
consigo el bombardeo de la ciudad, el 11 de Mayo y el posterior abandono del
puerto de parte de los vecinos de Arica, siendo luego ocupada por el capitán
Wilkinson. Paralelamente, el Mayor Soler capturo una caravana que trasportaba
120.000 pesos y 6 barras de plata, cuando estos eran remitidos a la ciudad de
Arequipa. Además, se capturaron 4.000 pesos en la aduana y mercadería
evaluada en 300.000 pesos, por parte del Teniente Coronel Guillermo Miller. La
caída de Arica y luego de Tacna se debió en gran medida a las escasas fuerzas
militares del territorio, pues gran parte de la guarnición de la provincia había sido
enviada a Puno y Oruro, y no pudieron ser convocadas de manera oportuna ante
la llegada de San Martin y Lord Cochrane. Se agrega a lo anterior, la traición del
subdelegado de Moquegua, pues fue el Coronel Portocarrero, quien informo a los
patriotas de las posiciones de las fuerzas realistas aún existentes en Arequipa,
que fueron finalmente destruidas en la batalla de Mirave el 22 de Mayo. Si bien,
las fuerzas realistas al mando del Coronel José Santos De La Hera 52, recobro Arica
el 22 de Julio, y el 28 del mismo mes se proclamó la independencia del Perú,
poniendo fin a la hegemonía hispana en la provincia de Arequipa.

52 Tras la capitulación de Ayacucho y la pérdida definitiva del Perú, le fue ordenado por el virrey La
Serna pasar a servir a Filipinas como Sub Inspector General de las tropas de infantería y caballería.
De La Hera, por su comportamiento durante la guerra Carlista le fue conferido el título de Conde de
Valmaseda y el grado de Teniente General el 21 de mayo de 1835. Fue también senador por las
provincias de Toledo y Vizcaya.
53
Si bien, las comunidades de los Altos de Arica no se vieron implicadas de
manera directa en la guerra de independencia, si debieron pagar un alto costo en
lo económico, pues por su territorio se movilizaron los ejércitos realistas y
patriotas desde y hacia el Alto Perú. Al finalizar la guerra, la provincia estaba mal
trecha en su economía y su población dispersas como en gran parte del Perú. San
Martin, durante su paso por el Perú, proclamo "establecer el reinado de la razón,
de la equidad y de la paz...", donde los pueblos originales deberían "recobrar los
derechos que son comunes a todos los individuos de la especie humana..." y
continua decretando la abolición del tributo. Acto seguido, prohibió que en
adelante no se denominarán los aborígenes como indios o naturales, sino como
ciudadanos del Perú. Tales medidas, involucraron la pérdida de la débil
protección otorgada por las leyes de indias, iniciándose la rápida voracidad de
los patriotas sobre las tierras comunales indígenas, que fueron denominadas
como propiedades fiscales del Estado peruano, perdiendo así las comunidades el
control legal de sus tierras comunales, que el reino de España reconoció como
una propiedad indígena.

Durante estos años, 1813 a 1827, la falta de curas en el territorio, motiva


que el párroco de Codpa, José Cayetano Texeda, atiende a la gente de Pachica,
Esquiña, Ticnamar, Timar, Livilcar, Saxamar y el distante Guachacalla en Bolivia
(Hasche 1997). Periodo, que evidencia las primeras referencias del Santuario de
las Peñas, de donde fueron tempranos devotos, los habitantes de Ticnamar.

En los años siguientes, no se produjeron cambios significativos en las


comunidades andinas, pues después de un corto periodo de prohibición de
tributos indígenas, el gobierno peruano que se hallaba en bancarrota, reinstalo el
impuesto colonial con el nombre de “Contribución de indígenas” en 1826. La
necesidad de reestablecer el tributo indígena, se impuso por la necesidad de
aumentar ingresos al Estado, ya que cargaba con altas deudas generadas por la
guerra de Independencia y por el descenso de los ingresos provenientes de la
minería. En el año 1854, el presidente Ramón Castilla abolió definitivamente la
“contribución de indígenas” y las comunidades perderán la importancia política
corporativa conservada aún en las primeras décadas republicanas.

Hacia el año 1830, la comunidad de Ticnamar tiene por cura párroco a


Francisco Vélez de Guevara, que tiene su asiento en el pueblo de Belén. Años
antes, en 1826, las jurisdicciones parroquiales se convirtieron en distritos,
pasando entonces Ticnamar a ser parte del distrito de Belén, que se convirtió en
la cabecera político – administrativa de la sierra. Tal medida, fue aceptada en
Ticnamar, pero en Socoroma fue rechazada, pues el “anexo insolente de
Socoroma se había levantado en contra de la municipalidad de Belén y su
alcalde”(Basadre 2010: 46).
54
En los años 1824, 1826, 1829 y 1831 53 , hubieron varios intentos por
anexar Arica y Tacna a Bolivia, hecho que se consumó militarmente de manera
temporal en 1841, tras la derrota del presidente del Perú, Agustín de Gamarra en
la Batalla de Ingavi, el 18 de Noviembre de 1841. La derrota del ejército peruano,
dieron al general José Ballivián y al ejército boliviano la oportunidad de
contraatacar e invadir territorio peruano, acercándose al Cusco y amenazando
con buscar la anexión del puerto de Arica. Las tropas bolivianas ocuparon las
provincias de Tacna, Arica y Tarapacá, motivando la aparición de grupos
guerrilleros azapeños en los valles y quebradas de la precordillera, al mando del
mayor del Ejército del Perú, Juan Bautista Ramos. También, lo hizo José Rosa Ara,
al mando de los campesinos de Tacna. Finalmente, los bolivianos abandonaron
Arica y Tacna en 1842. No existen, informes documentales que den cuenta de la
población de Ticnamar en este conflicto, pero dada la cercanía de Arica y el
antiguo Camino Real de Plata, es posible que hayan sido participes indirectos de
la guerra.

Durante los años y décadas siguientes, el Perú se vio enfrentado en


numerosas guerras civiles, entre el Mariscal Ramón Castilla, originario de la
quebrada de Tarapacá en contra de Juan Francisco Vidal y luego con Manuel
Ignacio Vivanco. Castilla, más tarde se enfrentaría a José Rufino Echeñique. La
totalidad de estos conflictos, tuvieron como centro de operaciones Arica y Tacna,
debido a la existencia de las aduanas del puerto, que fueron esenciales para el
control y el financiamiento de los conflictos civiles del Perú. Fue en ese contexto,
que Ramón Castilla, abolió los mayorazgos y el odioso impuesto a los indios del
Perú, la “Contribución de indígenas” en 1854. Después de ser cinco veces
presidente del Perú, Castilla, fue elegido Senador por Tarapacá y a la edad de 70
años, se rebeló en defensa de la constitución de 1860 en contra de Mariano
Ignacio Prado, pero falleció mientras dirigía un pequeño ejército desde Pisagua
a la ciudad de Arica. A la altura de Tiviliche, diría “Ya no puedo más”, abrazó a su
ayudante y cayó muerto junto a su caballo, el 30 de mayo de 1867.

Sus últimas palabras fueron “Un mes más de vida Señor y haré la
felicidad de mi patria, sólo unos días más”. La muerte del Mariscal Ramón
Castilla, genero conmoción en las comunidades andinas de Arica y en el Perú
entero, recibiendo funerales de Estado en la Iglesia de la Merced en la ciudad de
Arica, luego su cuerpo fue trasladado a Lima (Figura 9a y 9b). Su origen
tarapaqueño, lo hizo popular en la población indígena y negra que vio en su obra,
el rompimiento con el pasado y con las cadenas coloniales. En el contexto, del fin
de la “Contribución indígena”, los ticnameños realizaron inscripción de su título
ante el Juez de Paz, Anselmo Guzmán, el 3 de Octubre de 1856. Dicha inscripción
dice:

53 Las primera propuesta d anexar Arica y Tacna a Bolivia fue propuesta por Simón Bolívar.

55
“Juez de Paz, Anselmo Guzmán, hice copiar el presente título de su original,
para los casos que nos convenga a causa de que el original esta algo rotoso y
a fin de no se pierdan sus letras, se concertó y se trasladó sin quitar ni añadir
una sola palabra, y para su constancia se guardarán ambos papeles para que
en lo sucesivo podamos defendernos y es hecho ante los testigos que se
hallaron presentes Ronualdo Flores, Juan Tarque y Martin Ibáñez, a nombre
de éstos que no supieron firmar, firmo Mariano Torres y por el Juez de Paz,
testigo Cornelio Zavala, pasan al lugar nombrado, Amachuma y el cerro
Márquez. Conforme a las piezas copiadas con sus originales que he tenido a
la vista y que quedan archivadas en esta Notaria” (Yucra 2002: 7).

En los años siguientes Arica y los pueblos andinos de la sierra como


Ticnamar, son visitados por el Obispo de Arequipa, José Benedicto Torres, quien
describe minuciosamente los rituales observados y la administración de la
parroquia de Belén en 187354. Los terremotos de 1868 y 1877, respectivamente,
destruyeron parte importante de los pueblos e iglesias de la precodillera de
Arica. Siendo, la iglesia de Timalchaca construida por los devotos de Ticnamar,
según consta en las inscripciones de su portada. Asimismo, por la misma fecha la
iglesia de Ticnamar es reconstruida en el año 1884 (Figura 10).

54 Para este mismo año, Alberto Díaz, Rodrigo Ruz y Luis Galdames, evidenciaron en siguiente
pleito, que evidencia los cambios culturales y sociales que comienzan a surgir en el pueblo:
“Ticnamar el 7 de febrero de 1873 Asunta Colque entrega un terreno en el pago de Lluscuma en el
punto denominado Irana Corilarune y también higueras a favor de Mariano Colque. Dichos terrenos
eran ocupados indebidamente por Bartolomé Bidaurre, quien a través de un recurso se opuso. Sin
embargo, Mariano Colque se defendió al desacreditar el documento de oposición: “Es nulo el
documento indicado por que es otorgado ante persona que no muestra el carácter de Juez de Paz
como se supone y aparece en él , sino que lo era entonces Don Nicolás Arco, y además es mucho
también, porque suponiendo que hubiera sido tal Jues de Paz el tal Tomas Alave este no podría
autorizar semejante documento por ser casado con una prima hermana carnal de Bartolomé
Vidaurre: Suponiendo también que hubiese Jues de Paz assidental [?] o secante, tan tampoco podía
autorizar dicho documento, sin que el Juez propietario por impedimento legal no le hubiera pasado
la correspondiente vista que en tal caso solo podría entonces autorizar el documento aludido. Si
Tomas Alave no fue Juez de Paz cuando autorizo el expresado documento, es claro que este no tuvo
facultad no fue competente para autorizar el acto que aparece practicado ante él; y por esto debe
someterse a juicio al dicho Alave” (Díaz et. al 2011: 525).
56
Figura 9. Funeral de Ramón Castilla en Arica, año 1867.

Figura 9 b. USS “Wateree” y BAP “América”, varados en la playa


Chinchorro, después del maremoto de 1868.
57
Figura 10. Casas del pueblo viejo de Ticnamar.
CAPITULO II
EL LINAJE DE LOS MENA

2.1. El origen de los Mena

El apellido Mena tiene diversos orígenes en España. Una primera


propuesta sugiere que el apellido se originó del toponimio Vasco – castellano,
que significa “mineral” o “venal de mineral” en los Municipios de Babia y el valle
de Mena. La casa del solar del valle de Mena55, dio origen a Don Fernando de
Mena, Comendador de Benavente y caballero de Calatrava en 1535; luego de
Fernando de Mena, Camarero del rey Pedro I “El cruel”; Ruy de Mena, Recaudador
Mayor del mismo gobernante y; Juan de Mena, cronista y poeta del siglo XV. Un
segundo origen, se encuentra entre los judíos Sefardíes o Sefaradíes, que
habitaron en España y Portugal desde el siglo VII d.C., pero durante el periodo de
reconquista española, los sefardíes, fueron perseguidos por el Tribunal de la
Santa Inquisición de España desde el año 1478, cuyo primer inquisidor fue el
fraile dominico, Tomas de Torquemada. Este proceso origino una temprana
conversión de los judíos españoles al catolicismo romano. No obstante, con el
edicto de la Alhambra en 1492, gran parte de la población judía salió al exilio.
Unos pocos, amparados en la conversión de manera excepcional lograron pasar
a las “indias occidentales” y participar de su conquista (Figura 11).

Al momento de la conquista del nuevo mundo, el apellido Mena56, está


asentado en algunos poblados de Castilla y Andalucía 57. Además, este apellido
tiene dos escudos heráldicos o blasones, certificado por el Cronista y Decano
Rey de Armas Don Vicente de Cadenas y Vicent (1989), quien los describe como:

Escudo cortado, 1º, de plata, dos lobos de sable andantes y afrontados; 2º de


gules, una caldera de oro.

Otros tienen:

Escudo cortado, 1°, de plata con dos lobos, de sable, andantes y puestos en
palos; y 2°, de gules, con dos calderas de oro, puestas también en palos.
Bordura general de gules con ocho sotueres de oro.

55 Merindad de Castilla la Vieja, en el actual partido judicial de Villarcayo, provincia de Burgos.


56 Otro significado de Mena indica que al Norte de Egipto, Oeste de Alejandría, existe un pueblo
llamado Abu Mena. En dicho lugar está la Basílica de Abu Mena. Es considerada la Iglesia Cristiana
más antigua de Egipto, protegida patrimonialmente por la UNESCO.
57 Se identifican también, Menas en Canarias y las provincias catalanas en el siglo XVI.

59
2.2. Los Mena en el Perú

En el año 1502 nació en Ciudad Real, Castilla la Nueva, don Cristóbal de


Mena, siendo hijo legítimo de Diego Sánchez de Medina e Inés Alonso. Llego al
“Nuevo Mundo” conocida entonces como las “Indias occidentales” entre los años
1510 a 1513. Para 1526 era Capitán y servía a Pedro Arias Dávila, conocido como
“Pedrarias Dávila” ó “el valiente” en la conquista de Nicaragua. Este conquistador
(Arias Dávila), se caracterizó por su temperamento ambicioso y la crueldad con
que trató tanto a los indígenas como a los españoles que estaban bajo su mando,
lo cual le mereció el apodo de Furor Domini o “Ira de Dios”. Entre otras acciones,
ordenó decapitar a Vasco Núñez de Balboa, prometido de su hija María de
Peñalosa, y a Francisco Hernández de Córdoba, fundador de las ciudades de León.
En esta época, Cristóbal de Mena ejercía de Regidor de la ciudad de Granada, le
encomendó que fuera al descubrimiento de minas. Más tarde, el gobernador
Pedrarias, nombro a capitán de la mar del Sur a Francisco Pizarro y tras dos
experiencias fallidas, inicio la tercera expedición al Perú, donde fue acompañado
por Cristóbal de Mena en 1531.

El Cronista, Cieza de León, menciono sobre Mena que se había quedado


en el puerto de Realejo (Nicaragua) para recoger a los aventureros de última hora
y a otros prohibidos de embarcar por no haber saldado sus cuentas de hambre en
Panamá. Y como Capitán del barco partió hacia las islas de las Perlas llevando
buen número de esclavos indios de Nicaragua y el 22 de Abril vendió una india a
dos soldados de la expedición. Luego en Coaque vendió un caballo a crédito,
quedándoselo como garantía de la deuda y fue enviado a Puerto Viejo a rechazar
a los indios hostiles. A su llegada al Tawantinsuyu, participo en la conquista de la
Isla de Puna y más tarde de Tumbes. En Cajamarca Mena estuvo a cargo de un
escuadrón de caballería que destrozo a las fuerzas incas, acción que culminó con
la captura del inca Altahualpa, obteniendo una parte del rescate, que se valoró
en 8.380 pesos de oro y 366 marcos de plata, suma que consideró injusta y
motivó su retiro de la empresa conquistadora. Entonces recibió varios contratos
y comisiones para España. Almagro le confió en secreto un Poder para solicitar al
Rey ciertas mercedes y honores cuya gestión había encargado a Hernando
Pizarro, pero desconfiaba que éste las cumpliera; también le entregó 7.000
castellanos de oro en calidad de préstamo, debiendo cobrarse con algunas
escrituras de deuda que Mena le dejaba y con la parte del rescate que éste aún
no recibía.

Los esfuerzos de Mena, le permitieron a Almagro la merced de la


gobernación de los territorios descubiertos, pero los continuos conflictos entre
los conquistadores terminaran con la primera guerra civil española en el Perú y la
muerte de Almagro y luego de Francisco Pizarro.

60
Cristóbal de Mena, alejado de los conflictos del Nuevo Mundo, publicó
en Sevilla la primera crónica de la conquista del Perú en 1534, titulada “La
Conquista del Perù llamada la Nueva Castilla in Crónicas iniciales de la conquista
del Perù”. La crónica de Mena o Medina, es la primera que da cuenta con
veracidad y fidelidad la forma en que fue realizada la conquista, pues relata
minuciosamente los viajes, enfrentamientos, la forma de vida de los indios y la
crueldad de los españoles en contra de los habitantes del mundo andino. Mena
es el único cronista español que se refiere las torturas impuestas por Hernando
de Soto al general inca Calcuchima, para hacerle declarar donde estaban los
tesoros de Atahualpa, es el primero que trae noticias de los cadáveres de indios
colgados en los caminos incaicos por orden de Atahualpa y describe el tambor
humano del Inca, hecho del pellejo disecado de su hermano y su vaso fúnebre
labrado con el cráneo del mismo.

De Mena, no se tienen mayores informaciones pues no volvió al Perú ni al


continente americano, pero fue su paso el que visualizo por primera vez este
apellido en el mundo andino. El apellido Mena, es preferentemente encontrado
en la población indígena de Caraz y Huaras (Ancash), Cocacharcas y Cailloma
(Arequipa), Lima, Omate y Puquina (Moquegua), Sandia y Orurillo (Puno), Arica y
Tacna, entre otros. También, se ubica el apellido en el sur de Bolivia y en Chile 58.
El uso de este apellido hispano por los indígenas se debió en parte al proceso de
evangelización, a la inscripción de los indios encomendados, en servidumbre
como propiedad de un conquistador o el reconocimiento que hacían algunos
españoles de sus hijos bastardos, tenidos con las indias.

Para nuestra región, Vicente Dagnino, da cuenta de la llegada de Juan


Antonio de Mena, como Corregidor de Arica, el 20 de junio de 1721, quien
previamente ejerció como Alcalde de crimen en la audiencia de Lima. Estuvo
como máxima autoridad de la ciudad y sus repartimientos hasta el 9 de abril de
1722. Y tuvo un hijo natural con doña Ana María Trillo, bautizado con el nombre
de Martin Mena, quien a su vez, contrajo matrimonio con doña María Josefa Ara,
pariente del cacique de Tacna. Luego, con Eusebia Flores, con quien no tuvo hijos.
Por otra parte, en la misma época, hubo otros Mena en Tacna, siendo el más
notorio, Juan de Mena, un pardo libre 59, que fue arrendatario de la hacienda de
Siascapa.

58 En España hay 20.526 personas censadas con el apellido Mena y aproximadamente 22.451
personas que llevan este apellido.
59 “Pardo” es un término antiguo de las colonias españolas y portuguesas en América que se refiere
a los descendientes de esclavos africanos que se mezclaron con europeos y amerindios para
formar una gente que no era mestiza, ni mulata.

61
En los documentos coloniales y republicanos se hace mención al
apellido Mena en la década de 1750, fecha de realización de la Revisita de
Joaquín de Cárdenas a los Altos de Arica. Fecha que identifica a un Juan Mina o
Mena, de treinta y cuatro años de edad. Unido en matrimonio a Sebastiana
Guarachi 60, teniendo por hijas a María Cruz de nueve años y Ana de tres. Años
más tarde, María Cruz Mena contrajo matrimonio con Gregorio Mamani, un
natural del pueblo de Ichuña en el partido de Moquegua 61. La menor Ana Mena,
también contraerá matrimonio con Melchor Valdés, indio originario de Ichuña62.
Igualmente, se evidencia la presencia de María Mena, una menor huérfana de
ocho años, que está en casa de Gregorio Huanca y María Cruz 63. En la revisita de
1772, Juan Mena y esposa figuran como reservados del pueblo de Ticnamar, no
constatándose la presencia de otros Mena hasta el siglo siguiente.

Los padrones de contribuyentes blancos del distrito de Arica, realizado


en el año 1827, muestran la presencia de los Mena, identificando a un hombre de
34 años, llamado Gregorio Mena, un vecino de Arica. Se identifica además, a una
mulata libre llamada Gabriela Mena de 18 años y otra mulata libre de 34 años
llamada Juana Mena. También, se identifica al matrimonio de Faustino Mena
con Eulalia Cáceres y los hijos Marcelo y Petrona. También a Mariano de 76 años,
Leonarda de 47 años, Mariana de 71, Juan de 49 y Hesmenegilda Mena de 46
años 64. Hacia el año 1866, en el censo general de la ciudad de Arica y provincia,
se identificó a los siguientes Mena: Mercedes y Petronila, ambas de 23 años, que
ejercen funciones de sirvientes, a Camilo de 23, Ildefonso de 18 y María Mena de
14, lo varones, ofician de cargadores. También al anciano Faustino y la mulata
Gabriela, que fueron censados en 1827. Se agrega un tal Juan de 26 años, Jenaro
de 3, la costurera María de 25; francisco de19, zapatero; el menor Fidel de un año,
Manuel de 14, Calisto de 9, Margarita de 7, Eulalia de 5 y Gabriela de 6, entre
otras 4 personas con idéntico apellido 65.

A mediados del siglo XIX, los Mena en Ticnamar están representados por
don Bernabé Mena, quien contrajo matrimonio con Paula Mamani. Dos
documentos del año 1873, muestran que Bernabé, fue un comerciante prospero
dedicado al comercio de productos agrícolas. El mismo, año entablo una
demanda ante el Juez de Distrito de Codpa, Don Adolfo Paredes, contra

60 Ver Hidalgo (1978:79).


61 "Perú, matrimonios, 1600-1940," index, FamilySearch (https://familysearch.org/pal:/
MM9.1.1/FNT2-P2Q: accessed 13 Aug 2013), Gregorio Mamani and Maria Crus Mena, 02 Nov 1756.
62 "Perú, matrimonios, 1600-1940," index, FamilySearch https://familysearch.org/pal:/MM9.1.1/
FNTL-SRH : accessed 13 Aug 2013), Melchor Valdes and Ana Mena, 02 Jun 1767.
63 Ver Hidalgo (1978:86).
64 Ver Díaz et. al (2009: 71,74, 87, 88, 92, 98, 112 y 146).
65 Ver Díaz et. al (2008: 133,145, 153, 177, 208, 211 y 220).

62
Francisco Ballesteros, reclamándole el pago de unas plantas y la entrega
de tres cajones de alcohol. Más tarde, Mena acusaría al juez de no atender sus
reclamaciones. El denunciante, expresa que Ballesteros, a fin de no pagar su
deuda, hizo una serie de calumnias, y lo hizo remitir preso a la cárcel de la ciudad
de Arica. Luego, saldría libre reanudando el juicio y reclamando sus salarios
valorados en trecientos pesos y el castigo del calumniante conforme a las leyes
penales. Bernabé Mena expreso además:

“Por este motivo acuso a la integridad de Usted, pidiéndole se sirva mandar


el inspector de Codpa me administre pronta e imparcial justicia; y para
conseguirlo suplico a usted se digne a expedir la providencia que al final
solicito por ser justicia.
Arica, Diciembre, 1° de 1873.
Bernabé Mena” 66.

El resultado de las gestiones de Mena, fue la instrucción del Juez de


letras de Arica de abrir una investigación, pero al cabo de un año Bernabé
reclama el nulo avance de los reclamos. En 1877, Mena recurre nuevamente al
Juez de Paz, interponiendo una demanda en contra de Mariano Borquez, por un
incumplimiento de una deuda 67. De la unión matrimonial con Paula, tiene cuatro
hijos, dentro de los cuales esta Modesto Mena (Figura 12). De acuerdo al registro
del Libro de Bautismo, número IV de Belén de los años 1880 – 1887 a fojas 43 se
registra lo siguiente:
“Año del sor. de mil ochocientos ochenta y tres, a beinti y dos de Mayo. Yo el
cura infrascrito y vicario de la parroquia del Aposto Santiago de Belén, en la
Iglesia de Belén bautice solemnemente puse óleo y crisma á una criatura
nacida de tres meses á quien puse por nombre Modesto, hijo legítimo de
Bernabé Mena y de Paula Mamani naturales y vecinos de Tignamar; fueron
sus padrinos José Benito Villalba y Francisca Zuñiga á quien adverti sus
obligaciones y parentesco espiritual que contrajeron de que doy fé,
Saturnino Bernal” 68.
Si bien, el documento parroquial hace referencia al nacimiento de
Modesto Mena en el año de 1883, el Salvo conducto número 4.459, emitido por
la Dirección General de Registro Civil e Identificación, cuya fecha es 30 de
diciembre de 1955, señala que Mena es ciudadano peruano y su nacimiento se
produjo en 1875. Por otra parte, la libreta de matrimonio de Modesto Mena y
Celestina Corro, señalan que la fecha de nacimiento de Mena fue en el año 1879.
Si bien, los documentos señalan como fecha de nacimiento tres años distintos,
nos inclinamos por ver como fiable y más realista, el certificado emitido por la
parroquia del Apóstol San Santiago de Belén (Figura 13 y 14).

66 MMC, personal, 001.


67 MMC, personal, 002.
68 MMC, personal, 003 y 004, “Certificados de Nacimiento”.
63
A la edad de 24 años, Mena se une sentimentalmente con Celestina
Corro, natural de Ticnamar, iniciando un largo periodo de convivencia, pues solo
se unirán en matrimonio en el año 1921. En este periodo, tiene por hijos a
Patricia, Julio, Ceferino, Margarita, Bernabé, Maximiana y Alejandro. De estos
hijos, Martina y Bernabé fallecen a temprana edad. Su hijo Julio, desapareció en
1925 durante la violencia plebiscitaria. Los descendientes de Ceferina Mena,
serán sus hijos naturales Oscar y Telma 69. Oscar Mena, fue hijo Rafael Centella,
pero fue criado por su familia materna, convirtiéndose a temprana edad en el
ayudante de su abuelo Modesto en las labores agrícolas y de arriería, en los años
previos a la construcción de los primeros caminos que llegaron a las diversas
comunidades andinas en la década de 1960 (Figura 15 y 16).

69 Oscar Mena es el ejecutor del presente proyecto.


64
Figura 11. Escudos de los Mena.

65
Figura 12. Certificado de Nacimiento Modesto Mena.

66
Figura 13. Libreta de Matrimonio de Modesto Mena y Celestina Corro.
67
Figura 14. Salvo Conducto N° 4459.

68
Figura 15. Genealogía de los Mena en Ticnamar, parte 1.
Figura 16. Genealogía de los Mena en Ticnamar, parte 2.
CAPÍTULO III
TICNAMAR FRENTE A LA CHILENIZACIÓN

3.1. El inicio de la guerra del pacifico

El 14 de Febrero de 1879, dos divisiones del ejército chileno al mando


del Coronel Emilio Sotomayor, desembarcaron en el Puerto Boliviano de
Antofagasta, ocupando además, los puertos y ciudades de Mejillones, Caracoles,
Cobija, Tocopilla y Calama, iniciándose con ello, el conflicto militar conocido con
el nombre de “Guerra del Pacífico”, “La Guerra con Chile” y “La Guerra del Salitre”,
nombre que le asignaron las diferentes naciones en conflicto. A inicios de Marzo
Bolivia rompre relaciones diplomáticas y el 5 de abril de 1879, Chile le declaro la
guerra al Perú y a Bolivia respectivamente. Iniciándose, con ello, una de las
guerras más sangrientas de América Latina, cuyas heridas y desconfianzas
prevalecen hasta el día de hoy. Una vez conquistada la provincial del Litoral o
Antofagasta, pertenecientes a Bolivia, las operaciones militares se trasladaron a
las provincias del sur de Peru; Arica, Tacna y Tarapacá.

La provincia de Tarapaca, la más meridional y rica en salitre, fue atacada


directamente en el mes de Noviembre de 1879. Por entoncés, la provincia fue
defendida por tropas peruanas, mayoritariamente indígenas, provenientes del
Cuzco y al mando de la Guardia Nacional, con los siguientes batallones: Cusco,
Cazadores de Acomayo, Granaderos de Paruro, Canas, Canchis, Cazadores de
Quispicanchis, Chumbivilcas, Urubamba y Paucartambo, que llegaron a Tarapacá
a mediados de 1879. Estaban allí también, “la Gendarmería de Puno y de
Arequipa, adolescentes de la escuela de cabos, guardias nacionales que eran
civiles armados y otras milicias locales” (Carpio 1991: 44) 70. Las milicias locales
de Tarapacá fueron organizadas por Alfonso Ugarte, José Miguel de los Ríos y
otros ricos mineros, creando dos batallones de milicias de Tarapacá, cuyo
contingente fue mayoritariamente indígena, provenientes de las quebradas de
Tarapacá y Aroma, Pica, Matilla, Mamiña y Quizma. En Pisagua, Germania y San
Francisco o Dolores, el ejercito peruano – boliviano fue derrotado. En la batalla
de San Francisco, la derrota se origino por la huida del ejercito boliviano, hecho
que origino el rompimiento de las lineas peruanas. Durante la retirada, las tropas
bolivianas saquearon Tarapacá y demás pueblos localizados en la ruta que lleva
de Tarapacá a Colchane. Días más tarde, las tropas peruanas sobrevivientes se
enfrentaron nuevamente a las chilenas, en la batalla de Tarapacá, el 27 de
Noviembre, resultando vencedor el ejercito peruano, que quedo aislado, sin
apoyos logísticos y refuerzos, pues la totalidad de la provincia, ya había sido
tomada por las tropas chilenas, con excepción de los pueblos de la sierra.

70 Tropas bolivianas que lucharon en Pisagua, estuvieron conformadas por “indios paceños” al
mando del Coronel Villamil, quien tenía una fuerza de 600 hombres de armas y cerca de 300
fleteros ó voluntarios.
71
La retirada del ejército peruano se hizo por el camino de la sierra, una
ruta de más de 600 kilómetros, pasando por pueblos como Pachica, Mocha,
Huaviña, Limacziña, Laosana, Sibaya y Macaya, para luego tomar rumbo al norte
pasando por los pueblos de Sipiza, Sotoca, Chiapa y Jaiña, pasando luego a los
pueblos de la sierra de Arica. El recorrido fue realizado por las tropas
sobrevivientes y un número indeterminado de soldados heridos, además de
hombres, mujeres y niños, que seguían al ejército. El mariscal Andrés Avelino
Cáceres describió dicho viaje:

Después del largo rodeo que dimos en nuestra fatigosa marcha. En la cual
empleamos veinte días, haciendo jornadas sucesivas en Pachica, Moche,
Pacopilla, Zipisa, Jaiña, (donde encontramos algunos víveres enviados de
Arica), Sotoca, Soga, Campiña, Moquella, otra vez a Camiña, Nama, Esquiña,
Godpa (donde se paso revista de comisario el 15 de Diciembre), Chaca y
Camaraca, llegamos por fin, a Arica, el 18 de Diciembre (Cáceres 1986: 98).

La llegada de las tropas peruanas a la ciudad de Arica y las noticias de la


derrota sufrida en Tarapacá, acerco rápidamente el conflicto a las comunidades
indígenas de la provincia, que para entonces, estaban plenamente informadas de
los conflictos, dada la cercanía de Codpa con Timar, Cobija y Ticnamar.
3.2. La batalla de Arica y las comunidades indígenas

La llegada de las tropas peruanas al puerto, fue celebrada con júbilo por
los habitantes de Arica, siendo luego reubicados en los valles anexos y otros
trasladados a la ciudad de Tacna. Durante su estadía en la provincia, el ejército
fue reorganizado, pues se fusionaron varias divisiones, como el “Provisional de
Lima” y la “Guardia Civil de Iquique”, que formaron el Batallón “Tarapacá”, bajo el
mando del Teniente Coronel Ramón Zavala. Otra unidad que se formó en los
primeros meses del año 1880, fue el Batallón “Iquique”, integrado por los
sobrevivientes de las Columnas Cívicas de Iquique y los Gendarmes de
“Tarapacá” al mando del Coronel Raimundo de la Flor. El historiador, Gerardo
Vargas, señalo, que los restos del “ejército profesional peruano, que abatido en
Tarapacá, fue unido a los bolivianos y a milicianos improvisados en la zona de
Arica” (Vargas 1921: 63). Además, estas fuerzas carecían de servicios y, en lo
absoluto, de medios de transporte para asegurar sus abastecimientos. La única
fuerza móvil, que existía era un escuadrón de Caballería del Valle de Lluta, que
estaba a mal traer, como la caballería de Gregorio Albarracín de Tacna. Tras la
derrota aliada y el abandono de la guerra por parte de Bolivia el 26 de Mayo de
1880, las operaciones se concentraron en Arica.

La Batalla de Arica, se inició el 2 de junio con el cerco de la ciudad, que fue


bombardeada desde el 5 de Junio a diez y media de la mañana con breves
intervalos de descanso hasta el día del asalto de la plaza. Los defensores de la
72
ciudad, estuvieron agrupados en el “Escuadrón Lluta”, las milicias de la ciudad y
los Batallones: Tarapacá, Iquique, Granaderos de Tacna, Cazadores de Piérola y
Artesanos de Tacna, con un total de 1600 hombres de los cuales perecieron unos
mil (Vargas 1921). Terminada la batalla, dos tercios de las tropas peruanas se
habían perdido, no solo se debió al repase de los heridos, sino además, producto
del fusilamiento de los prisioneros que se produjo en: las gradas de la Catedral
de San Marcos, los consulados de Estados Unidos, Francia e Inglaterra y otros
refugiados en oficinas comerciales europeas, donde algunos fueron quemados o
arrojados a las norias, dando muerte a más de 200 hombres en la plaza y calles de
Arica. El explorador y botánico inglés, Sir Clements Robert Markham, mencionó
en sus memorias, lo observado:

“Todo no fue más que una espantosa carnicería. A más de 600 de la


guarnición los pasaron a cuchillo, casi todo a sangre fría y después de
rendidos” (Markham 1980: 268).

Diversos textos y partes militares, informan los apellidos de los


indígenas que participaron en la defensa de Arica fueron: Mamani, Condori,
Napuri, Calisaya, Catacora, Huanca, Chuquimia, Chuquimaita, Lanchipa, Alanoca,
Caque, Callata, Quea, Talloca, Quelopana, Tancara, Ticona, Poma, Copaja,
Mamani, Aduvire y Ara. Además de otros apellidos que son de amplio uso entre la
población indígena de la sierra de Arica, tales como: Flores, Carrasco, Mazuelos,
Maldonado, Zegarra, Zavala, Vásquez, Acevedo, Angulo, Barreda, Cayo, Loayza,
Corvacho, Romero, Ochoa, Medina, Mena, Santos y Arias, entre otros. Todos
ellos, correspondientes a las familias indígenas de los pueblos de Putre,
Socoroma, Belén, Ticnamar, Livilcar y Codpa, entre otros. Situación que
demuestra la vinculación ideológica y ciudadana de la población indígena y su
elite en el conflicto armado (Choque 2012). En aquellos años, Bernabé Mena y
pequeño Modesto, residían temporalmente en Codpa, por lo cual fueron testigos
presenciales del paso del ejército peruano.

En este contexto, Jorge Basadre, considero que los defensores de Arica


no han sido estudiados, ya que nada se sabe de los oficiales jóvenes y soldados.
Para el historiador tacneño, Jorge Basadre, “ellos eran exponentes genuinos del
pueblo tacneño, tarapaqueño o ariqueño. La batalla de Arica fue, en realidad, un
drama cuyos protagonistas anónimos incluyeron a gente trabajadora y
representativa de distintas clases sociales” (Basadre 2005: 31). Al igual que en
Tarapacá, los efectos de la guerra en la zona son inmediatos, pues la población
indígena de la sierra, debió socorrer al ejército peruano en alimentos, animales
de Lluta y aguardiente desde el valle de Codpa, como se mencionó en los partes
militares. Además, sufrir el saqueo de sus bienes por parte de las fuerza
bolivianas, que abandonaron el campo de Batalla en Tacna y salir camino a La Paz
por Tarata y los “Altos de Arica” (Figura 17 y 18).

73
3.3. El Tratado de Ancón y las “provincias cautivas”

La Guerra del Pacifico llego a su fin, el 20 de Octubre de 1883, fecha en la


cual se firmó el Tratado de Ancón. Sin embargo, en la práctica el conflicto solo
termino en 1884, año en el cual, las tropas chilenas se retiraron de la sierra
central del Perú. Los aspectos centrales del tratado tuvieron relación con la
posesión de los territorios peruanos, los cuales se expresaron en los artículos
número dos y tres, que definieron el estatus de las provincias del sur del Perú.
Respecto a la provincia de Tarapacá el tratado establece en el artículo número
dos establece:

La República del Perú cede a la República de Chile, perpetua e


incondicionalmente, el territorio de la provincia litoral de Tarapacá, cuyos
límites son: por el norte, la quebrada y río Camarones; por el sur, la quebrada
y río del Loa; por el oriente, la República de Bolivia; y, por el poniente, el mar
Pacifico. (RREE del Perú 1924: 4).

En relación a las Provincias de Tacna y Arica se menciona:


“El territorio de las provincias de Tacna y Arica que limita, por el Norte, con el
río Sama, desde su nacimiento en las cordilleras limítrofes con Bolivia hasta
su desembocadura en el mar, por el Sur, con la quebrada y el río de
Camarones, por el Oriente, con la República de Bolivia; y por el poniente con
el mar Pacífico, continuara poseído por Chile y sujeto a la legislación y
autoridades chilenas durante el termino de diez años, contados desde que
se ratifique el presente tratado de paz. Expirado este plazo, un plebiscito
decidirá en votación popular, si el territorio de las provincias referidas queda
definitivamente el dominio y soberanía de Chile o si continúa siendo parte
del territorio peruano. Aquel de los países a cuyo favor queden anexadas las
provincias de Tacna y Arica, pagara otros diez millones de pesos, moneda
chilena de plata, o soles peruanos de igual ley y peso que aquella. Un
protocolo especial, se considerara como parte integrante del presente
tratado, establecerá la forma en que el plebiscito debe tener lugar, y los
términos y plazos en que haya de pagarse los diez millones por el país que
quede dueño de las provincias […]” (RREE 1924: 4-5).
Una vez consumado la firma del tratado en los parlamentos de ambos
países, este fue de conocimiento de los miles de peruanos que vivían en las
antiguas provincias peruanas, siendo rechazadas en sendos memoriales que
hicieron llegar a Lima, los tacneños y ariqueños mencionaron al respecto:

Acordamos protestar solemnemente de la cláusula del tratado en la cual se


estatuye la posesión por diez años de nuestras provincias a la república
de Chile, por faltar dicha cláusula a los principios absolutos de honor
patrio, razón y justicia sobre los que se basan los preceptos del derecho
74
internacional. Acordamos permanecer fieles a la nación peruana, acatando
sus leyes reconociendo sus autoridades legítimas. Constituidas, soportando
las cargas que nos impongan y unidos siempre al Perú nuestra patria seguir
junto con el la suerte que la providencia le tenga reservada (Morales 1991:
83).

El propio tratado estableció como condición la elaboración de un


protocolo de acuerdo para realizar el plebiscito en las Provincias de Tacna y Arica.
Sin embargo, transcurridos los “diez años” del tratado, en 29 de Marzo de 1894, el
plebiscito no llego a diseñarse y menos concretarse, dando inicio a varios años de
enfrentamiento jurídico entre las cancillerías, pues para el Perú el Tratado había
expirado y los territorios debían volver a la soberanía del Perú, ante el nulo avance
en el diseño del plebiscito y protocolo, dicho fundamento, fue avalado por Carlos
Téllez en 1925, denominándola la “tesis de la mera ocupación” (Téllez 1925: 40).
El gobierno chileno, por el contrario considero que no había un periodo acotado
de tiempo para la realización del plebiscito en el territorio, además, las propias
ambigüedades del acuerdo de paz permitieron distintas interpretaciones. Por
ello, el propio tratado, permitió entender que Tacna y Arica estaban bajo la
soberanía chilena, pero seguían siendo peruanas de tal modo se sustentaba “el
legítimo derecho de ambos países por ese territorio” (González 2004: 28).

3.4. La Chilenización de Arica y Tacna

La chilenización fue una política que tuvo por interés el provocar una
rápida transformación demográfica y social pro-chilena a lo largo y ancho de
este espacio territorial, conocido como Arica y Tacna. Desarrollándose, una
agresiva de modernización de la zona con proyectos de irrigación a gran escala
como: el trasvasijando aguas altiplánicas del Ushusuma o el intento de desviar
las aguas del Chungará; mejorías urbanas en las ciudades de Tacna y Arica; un
sistema de franquicias tributarias para facilitar el comercio, migración de
familias e individuos desde la zona central de Chile; implementación en las áreas
rurales de campañas de alfabetización y salubridad, etc., generando de manera
directa e indirecta una clara (y a veces violenta) presencia de la agencia estatal
chilena, tanto en la costa como en el interior de las mencionadas provincias
(Figura 19 y 20).

El sistema de representación comunal, en los primeros años de


ocupación chilena, siguió sin grandes variaciones, pero luego se crearon una
serie de subdelegaciones rurales y distritos a medida que se acercaba la
expiración del Tratado de Ancón. Dicho tratado estableció, que al cabo de diez
años los ciudadanos del territorio, debían elegir la soberanía que regiría en

75
dichas provincias. Por ello, en los primeros años, se confirmaron a las
autoridades locales, pero luego, se escogieron y contrataron funcionarios
chilenos venidos de la zona central, pues las antiguas autoridades indígenas,
seguían siendo fervientes peruanos. Por tal razón, la elecciones de los
inspectores de distrito y subdelegados, tuvo un carácter político y era autorizado
por la Intendencia de Tacna y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. En
casos excepcionales se siguieron privilegiando autoridades indígenas, pero eran
enviadas a comunidades distantes donde no existieran vínculos consanguíneos
o rituales con la población local. Frente a esta realidad, los habitantes de las
comunidades, buscaron la representación en sus autoridades religiosas, quienes
ejercieron un rol equivalente a las generadas por los inspectores de distrito,
entrando en la mayor de las veces en abierta oposición y desobediencia frente a
las autoridades chilenas.

Paralelamente, las autoridades chilenas iniciaron el proceso de


“Chilenización” de la población peruana del territorio con la finalidad de hacerlo
proclive a Chile, frente al eventual plebiscito:

No se debe temer por esto, que esos individuos [peruanos] vayan


espontáneamente al plebiscito, teniendo muchos que recorrer largas
distancias y perder todo el tiempo y dinero, además siendo el indígena
peruano es esencialmente tímido, seria facilísimo intimidarlo haciéndoles
creer por ejemplo, que se le llama para enrolarlo en el ejército o para
aplicarle mayores contribuciones o bien que su vida puede correr peligro si
se aventura por ciertos caminos… ” (Morales 1991: 147).

La puesta en marcha de la Chilenización, abarco desde una concepción


simbólica, coyuntural y luego violenta, situación que comenzó a expresarse a
partir de la reorganización administrativa del territorio. Claudio Aguirre y Carlos
Mondaca, han denominado el proceso de Chilenización como un proceso de
“disciplinamiento social” de la población local, cuya expresión se basa en la
articulación de una participación sociopolítica de los comuneros indígenas, que
son ciudadanos activos en las disputas nacionales, pues desarrollaron
“estrategias políticas, económicas, sociales y culturales” (Mondaca y Aguirre
2011:7). Para los mismos autores, la Chilenización se expresó mediante la
aplicación de políticas administrativas de implantación de la burocracia estatal
y de una política educacional que fomento la chilenidad, del traslado de
población de otras partes del país y expulsión o facilidades para la partida
voluntaria de ciudadanos peruanos.

76
Figura 17. Ejército Peruano en la Guerra del Pacifico.

Figura 18. Ciudad de Arica después de la guerra.

77
Figura 19. Fotografía de Arica en la década de 1910.

Figura 20. Fotografía del diario La Voz del Sur en Tacna en la década de 1910.

78
Por tanto, la Chilenización que se aplicó en las zonas andinas de las
provincias de Tacna y Arica, debe ser entendida como un proceso de
“construcción de una conciencia nacional e identidad chilena en un espacio
territorial y simbólico, que posee una expresión dual de su identidad (nacional y
étnica), en la cual se aplicaron políticas, cosmovisiones e imaginarios
tendientes a modificar el habitus, la estructura social y las prácticas culturales
mediante la aplicación del poder y la violencia” (Choque 2012: 200). En otras
palabras se buscó construir una homogeneidad política y cultural en función de
un único criterio: la adscripción de los peruanos criollos e indígenas a la nación
chilena. Las acciones de las autoridades chilenas, se expresaron mediante un
plan de modernización – civilización de las ciudades y comunidades rurales,
todo ello con la finalidad de ganar adeptos a la causa chilena en hipotético
plebiscito, construyéndose un número importante de obras como la
canalización del rio Caplina, construcción de caminos y edificios, construcción
del Ferrocarril Arica – La Paz, entre otras; se reformuló además, el sistema de
administración pública, creándose una serie de subdelegaciones y controles
policiales para mantener el control del todo el territorio en litigio (Palacios
1974; Tudela 1992).
3.5. La chilenización en las comunidades andinas
La chilenización en sus inicios tuvo expresiones no violentas, que
calaron profundamente en las comunidades andinas. Una de estas expresiones
fue la chilenización simbólica de la comunidad, pues se buscó construir nuevos
símbolos e identidades nacionales. Es decir, mediante los símbolos como la
bandera o colores patrios, se fueron generando cambios en los pensamientos e
ideales, que se expresaron en emociones y acciones. Al mismo tiempo,
permitieron el almacenamiento y transmisión de nuestros sistemas valóricos en
nuestra sociedad y en el caso de estudio, en Ticnamar se inició la propagación de
un mundo simbólico nuevo, la chilenidad versus la identidad ticnameña y la
peruanidad de sus habitantes 71.
El establecimiento de nuevas normas como dar permiso para una fiesta
como la Asunta ó el simple hecho de colocar una bandera chilena en las plazas de
los pueblos de la sierra, implico desde ya una forma de expresión simbólica de la
Chilenización como lo representan el día de hoy las franjas tricolores, que
decoran los sombreros de los músicos o las cruces de Mayo. Esta afirmación de
la autoridad chilena en los pueblos de la sierra se produjo de manera paralela a la
ocupación de la costa.

71 En esta misma época, un funcionario de apellido Mena se encuentra trabajando para el gobierno
chileno en Tacna. Se desconoce si tiene vinculación con los Mena de Ticnamar o si tiene vinculación
con los Mena de Tacna. El documento en cuestión dice: “N°606, Tacna, Agosto 7 de 1885. En
solicitud de Adolfo M. Mena para cambiar una cañería en la calle Zela N° 107. Infórmese al director
de Obras públicas. Soffia. Isidro Becerra, Secretario. AHVD, Intendencia de Tacna, vol. 3. N° 606.
79
Por lo tanto, el despliegue de nuevas formas de música y bailes o
representaciones populares que trajeron las fuerzas de ocupación, represento
una forma de Chilenización, que fue cambiando ideológicamente a la población
de Ticnamar. Ello, también posibilito la elaboración de nuevos significados de
las prácticas culturales y cambios en el habitus 72, tanto para los habitantes de la
sierra como para los “vecinos chilenos” que llegaban, “los rotos”. La siguiente
reflexión da cuenta del periodo y sus conflictos:
“[…] Al constatar el gobierno chileno la honda lealtad de los tacneños y
ariqueños a su patria, se quedaron en la zona disputada, buscaron, a través
de múltiples medidas, reforzar su influencia en ella y fueron dilatando el
cumplimiento del antedicho artículo tercero (Basadre 1979:1).
La existencia de calles y bustos con nombres de militares del Cuarto de
Línea y personajes destacados en la historia militar chilena, asoman en los
pueblos de los altos de Arica, constituyen otro ejemplo de esta forma de generar
cambios ideológicos en las comunidades. Ejemplo de lo Anterior son los
nombres de Baquedano, Carrera, Latorre, Riquelme, Prat y Pérez Canto entre
otros que se mezclan con los nombres de los santos y zonas agrícolas en cada
pueblo de la antigua 5ª Subdelegación de Belén.

Otra forma de expresión de la chilenización en las comunidades andinas,


se dio por el nombramiento de autoridades locales y la generación de ciertas
obras públicas, que tuvieron por finalidad ganar la simpatía del ciudadano de
Belén, Putre o Ticnamar. Esta situación se reflejó en oficios y decretos de la
Subdelegación de Putre entre los años 1885 a 1901. Para este periodo, es posible
hallar a Teodoro Huanca como subdelegado de Putre, Bernardo Yucra como Juez
del Distrito de Ticnamar, Marcelino Santos en Belén, Mariano Huanca en
Choquelimpie, Gregorio Yante y más tarde a Cruz Ocaña como Jueces de Codpa.
Las consecuencias de estos nombramientos, fueron un aumento paulatino de
los conflictos comunales, aunque en muchos casos dichas contradicciones solo
duraron un breve periodo de tiempo, ya que muchas de las autoridades locales,
eran cesadas de sus cargos, por tener vínculos muy próximos con la causa
peruana o con parientes proclives al Perú.

En este contexto, se aplicó la Ley N°2.261, permitió asignar autoridades


provinciales y distritales, elegidas por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Más tarde, se incluyó a subdelegados, inspectores y jueces, quienes se
convirtieron en los máximos representantes de las fuerzas de ocupación, que
provinieron de otras provincias de Chile, tal es el caso de: Federico Klenke
(Azapa), Alberto Cacés (Lluta), Bernardo Smith (Belén) y Narciso Miñano (Codpa).

72 El habitus es uno de los conceptos centrales de la teoría sociológica de Pierre Bourdieu. Por tal
podemos entender esquemas de obrar, pensar y sentir asociados a la posición social. El habitus
hace que personas de un entorno social homogéneo tiendan a compartir estilos de vida parecidos.
80
Teodoro Huanca fue Subdelegado de Putre, por un periodo breve de tiempo,
siendo luego reemplazado por un ciudadano chileno, Mauricio Reynaud.

Los actos de violencia en las ciudades y comunidades andinas, nos


fueron evidentes en los primeros años de ocupación, pero a medida que se
acercaba el fin de los 10 años establecidos en el Tratado de Ancón, los hechos de
intimidación y agresiones a los ciudadanos y bienes peruanos comenzaron a
aparecer con recurrencia. En este sentido, el asalto y destrucción del “Diario
Caplina” de Tacna en el año 1888, marcaron el comienzo de la violencia. Una
década después, fue destruido el “Diario Tacora”, el 28 de noviembre de 1910,
un grupo de asaltantes forzó las puertas del diario en la céntrica calle San
Martín, a dos cuadras del cuartel de policía, saqueando la casa habitación de la
familia Freyre y maltrató a las personas que allí se encontraban. La venerable
dama Juana Arias de Freyre, que contaba ochenta y nueve años de edad y estaba
enferma e imposibilitada de moverse, fue golpeada y arrastrada por el pasadizo
de la casa (Basadre 1975). Más tarde, desaparecieron “La Voz del Sur” y el “Morro
de Arica”.

El cierre de las escuelas y la prohibición de izar la bandera peruana se


convirtió en foco de violencia en la precordillera de Arica y valles costero.
Igualmente se prohibió la entonación del himno nacional ó realizar cualquier
acto de carácter patriótico que fuera en beneficio del Perú. Sin embargo, estas
prohibiciones eran insuficientes pues fueron ampliamente resistidas por la
población indígena en poblados distantes de la sierra y el altiplano ó en
territorios que habían quedado a perpetuidad para Chile después de Tratado de
Ancón, como lo eran: Camiña, Tarapacá ó Haviña (Tudela 1992). En el caso de la
precordillera, los ciudadanos peruanos izaron banderas o realizaron actos
patrióticos como también abrieron escuelas privadas, como en el caso de Putre,
donde dicha escuela le pertenecía a la sociedad de Beneficia de Putre y que
funcionaba con fondos enviados desde Lima.
En el año 1901 un informe del Subdelegado de Putre al gobernador de la
provincia, consigno la siguiente información:
“Pongo en conocimiento a Ud. que el Domingo 23 i el Miércoles 26 de los
corrientes se ha cometido por los vecinos de la Subdelegación en mis manos
(Putre) los delitos de sedición, atentado contra la autoridad i desacato
contra la misma i además se han desobedecido sus mandatos (…) el
Domingo 23 como a las 12 1/2P.M. me apercibí de que en un edificio que
según se me dijo era de propiedad de don Antonio Mollo, había izada una
bandera peruana, estando parapetados en la casa un grupo llamado
“juventud putrense” y el cura párroco de Belén (…) lo conferencistas dijeron
que no reconocían mi autoridad, que la bandera peruana permanecería
izada i que ello estaban dispuestos a todo…” (Legajo nº 213, en Memoria de
la Gobernación de Putre, 2 de Julio de 1901).

81
El resultado de ese enfrentamiento culmino con la intervención de las
tropas chilenas, que realizaron una serie de descargas de fusilería, generándose
un combate que termino con un putreño muerto en la casa de Don Antonio Mollo.

Las preocupaciones chilenas, sobre la ferviente peruanidad de las


comunidades andinas, les obligó a intervenir sobre los templos católicos y en las
fiestas católicas, pues los sacerdotes peruanos, empleaban esos espacios para
mantener la presencia del Perú en la feligresía. Por ello, en 1907 se prohibió la
fiesta de la Virgen del Rosario de las Peñas:
En el valle de Arica, a más de 80 kilómetros de esta ciudad, está situado el
célebre “Santuario de las Peñas” en que se venera una imagen de la virgen
del Rosario, cincelada en la peña, para cuyo culto sus devotos han edificado
un valioso templo de tres naves. Allí acudía mucha gente de Tacna, Arica y
Tarapacá, en su mayoría peruanos, que engalanaban la iglesia con banderas
nacionales; entre los asistentes se veía grupos de devotos, llamados
morenos, vestidos de príncipes y señores medioevales, que al son de aires
populares y cantos patrióticos, danzaban típicamente en la procesión.
Estos morenos, cruzábanse bandas con los colores de la bandera peruana,
pedían en sus cantos a la Virgen la libertad de las tierras cautivas, siendo
esta la causa de que las autoridades chilenas de Arica, prohibieran esas
romerías anuales, valiéndose de diversos pretextos como por ejemplo la
aglomeración de fieles, desarrollaba epidemias y enfermedades
contagiosas (Palacios 1974: 264).

Ante el mal estado de salud del sacerdote titular de Belén, Jesús del
Carpio, el Obispado de Arequipa designo a Benedicto Rosado como cura de la
Parroquia del Apóstol San Santiago de Belén, pero este fue impedido de asumir
su cargo, siendo además, arrestado por el subdelegado Mauricio Reynaud y
llevado a Putre. Una declaración posterior, del subdelegado este menciono
sobre los hechos:
“En 1906, el 18 de setiembre, siendo Subdelegado de Putre 3ª
Circunscripción del departamento de Arica, los Peruanos me quemaron mi
casa, por venganza, por haber sido yo el primero que obedeciendo la orden
del Señor Intendente don Máximo R. Lira, cerré la iglesia del pueblo e hice
cumplir una orden de prisión en contra del sacerdote señor Rosado, que
ejercía de párroco sin tener el pase del Supremo Gobierno, aunque
anunciado por el incendio seguí en mi puesto impertérrito. Los insultos de
los peruanos eran para mi alabanza” (González 2002: 30).

Afines de la década de 1910, la violencia en las comunidades andinas se


incrementó como lo informo el sacerdote español Domingo Martínez Gago,
quien fue designado como cura de Putre en 1920, pero su simpatía con la

82
población local, motivo su remoción a la pampa salitrera, siendo acusado
finalmente de “Peruanofilo” y expulsado de Chile. Su testimonio señala lo
siguiente:

“En setiembre de 1918 fui trasladado a Chile. Y ese Monseñor Rafael


Edwards fue quien me nombro en 1920 capellán de Putre, en la provincia de
Arica. Entonces pude comprender que si en Iquique ocurrían crímenes, los
de Arica no tenían calificativo humano. He visto atropellos más grandes e
inimaginables. Cada vez que los sufrían, los peruanos nativos [indígenas]
venían a decírmelo, confiando en mi calidad de español. Yo les escuchaba y
sentía temblar mis carnes de horror. Vi muchos. Y nunca deje de expresar mi
condenación a tales desmanes. Es que yo quisiera que todo el mundo fuera
a Arica a ver aquello (Palacios 1974: 218).

Los diversos niveles de violencia, se expresaron desde los aspectos más


básicos y esenciales de la vida cotidiana; un ejemplo de esta realidad se expresó
en las prácticas de intolerancia que se vivieron en la década de 1920 en Arica, ya
que se prohibido a los ciudadanos chilenos saludar y prestar todo tipo de ayuda
a los peruanos, dicha norma también se aplicó a los extranjeros residentes, el
contravenir estas disposiciones significo la prisión de muchos habitantes. Por
otra parte, durante las noches en las ciudades de Arica y Tacna, sirvieron para la
ejecución de todo tipo de expresiones de terror, pues grupos de empleados y
oficiales chilenos recorrían de noche las ciudades, dando ¡Vivas a Chile!, ¡Mueras
al Perú!, golpeando las puertas y amenazando a los peruanos.

En los valles y pueblos de la sierra la realidad fue más brutal, como los
expresaron los “tacneños y ariqueños” en Lima:
Los habitantes de los campos, no por estar lejos, se encuentran libres de las
hostilidades chilenas. Bandadas de soldados recorren las chácaras,
pisoteando los sembríos, arrancando, por el solo placer de hacer daño, los
frutos verdes y llevándose los maduros; y ¡ay de los que se opongan!: los
insultan, los hartan a desvergüenza, les pegan, y con cinismo sin nombre,
cuando hablan de quejarse, les dicen que para los “cholos” no hay justicia
(Exposición de los tacneños y ariqueños, expulsados de su tierra natal por el
gobierno de Chile, 1920: 8).
En conclusión, El bajo impacto de política de “Chilenización” en la
población rural y en menor grado la urbana, genero un periodo de hostilidad
sistemática hacia los ciudadanos peruanos y simpatizantes extranjeros de la
causa peruana, ya que fue tomando expresiones cada vez más violentas desde
el año 1901 y que solo culminará en la década de 1940, es decir, mucho después
de firmado el Tratado de Lima. Esta violencia fue particularmente
desproporcionada en las vísperas del plebiscito acordado entre las naciones
83
litigantes, sin considerar que en la décadas previas se cerraron los colegios y
periódicos peruanos, como también se expulsó al clero religioso de origen
peruano; aplicándose además la Ley 2.207 o de “Colonización” y la conscripción
militar de los indígenas del territorio en 1912; se cerraron los diarios peruanos,
las sociedades de beneficencia de Arica y Putre, las escuelas y; finalmente se
expulsó al clero católico dependiente del Obispado de Arequipa en 1910.
En este contexto, en el año 1925, se encontraba funcionado la Escuela
Mixta N° 17 de Ticnamar, cuya preceptora era doña Ema Cabrera Molina. Dicha
unidad educativa, tuvo 38 alumnos y funcionaba en una casa particular y solo el
23 de Abril de 1926, comenzó a operar la escuela fiscal en la comunidad (Yucra
2002).

Se sumaron a estos hechos, la expulsión de los ciudadanos peruanos al


Perú y la deportación de un número aún indeterminado de hombres de las
comunidades indígenas y valles cercanos, que tenían derecho a voto a las
oficinas salitreras, las prisiones, cuarteles militares y barcos de la armada a lo
largo de Chile. De igual forma, hasta la fecha no es posible precisar con
exactitud el número de muertos y detenidos – desaparecidos de la sierra de
Arica, pues los antecedentes documentales poseen una información parcial y
subjetiva (Choque 2012).

84
CAPÍTULO IV
MEMORIAS DE UN INDÍGENA IRREDUCTIBLE

4.1. Modesto Mena Mamani

En el capítulo II, se ha mencionado que Modesto Mena nació entre el año


1875 y 1883, siendo el único hijo varón de Bernabé Mena, quien falleció
mientras Modesto era un niño. Sin embargo, tuvo otros hermanos producto del
segundo compromiso de la joven viuda, Paula Mamani con Juan de la Cruz
Ovando 73. Si consideramos que Mena, vino al mundo en 1875, pudo observar a
las tropas peruanas conducidas por el General Buendía y Coronel Andrés Avelino
Cáceres, pasando por Codpa, el 15 de Diciembre de 1879. Los acontecimientos
políticos y el inicio del conflicto diplomático por Arica y Tacna, coincidieron con
la mayoría de edad de Modesto Mena, quien se convirtió en ciudadano del Perú
en el año 1896, según lo indicado en la constitución peruana de 1867 (Figura 21).
Si bien, la infancia de Modesto, fue sacrificada, ya que el rigor propio de la post
guerra y los conflictos ideológicos que luego se desataron en Ticnamar y Codpa.
Al respecto Mena relata:

“Cuando niño, lo mandaron muchas veces a dejar fiambre y víveres a las


personas que estaban escondidos en los cerro, quebradas, cuevas y lugares
inhóspitos con caminos inaccesibles por temor de ser descubierto o
reclutado por su condición de ser peruano” (Oscar Mena, 70 años).

Producto de la convivencia con Celestina Corro, llego a tener siete hijos.


Desde temprana edad Mena, tuvo preferencia por la causa peruana, posición que
fue reforzada por las memorias de la guerra y el pasó del Mariscal Cáceres por
Esquiña, Codpa y luego Arica, generando profundas repercusiones en la
poblaciones locales y en el propio Mena. En el año 1886, el coronel Cáceres, se
convirtió en presidente del Perú, generando una serie de medidas tendientes a
sanear la economía del país; fomento la apertura de escuelas primarias; pago de
la deuda externa, reorganización y descentralización fiscal; realización de obras
públicas; reapertura de la escuela militar y naval; apertura del país a lo capitales
extranjeros y; construyo un altar consagrado a los soldado muertos en la guerra
y en especial a los caídos en Tarapacá, Tacna y Arica en el cementerio del
Presbítero Maestro. Paralelamente, a estas medidas, inicio un proceso de
“Peruanización” en todo el país, prestando principal atención en las provincias
cautivas. La medida, más significativa que desarrollo Cáceres, fue la creación del
Departamento de Tacna Libre, el 1 de Enero de 1890. Las funciones de este

73 Paula Mamani, tuvo por herencia tierras en Ticnamar y Codpa.


85
departamento fue la administración de Tacna y Arica, como territorios del Perú,
instalándose autoridades que se encargaron de tener una suerte de gobierno
paralelo a la administración chilena para prestar servicios y gobierno a los
ciudadanos de las “provincias cautivas”. La capital de este departamento fue el
pueblo de Locumba y contando además con representación parlamentaria en
Lima. Esta medida de alto valor simbólico y busco dar continuidad a la presencia
del Perú en zonas como Ticnamar, Belén o Codpa. Dichas medidas políticas se
acrecentaron en el gobierno de Nicolás de Piérola, pues instruyo al poeta
tacneño Modesto Molina, la organización de las escuelas peruanas privadas en el
territorio ocupado de Arica y Tacna, que ascendieron primero; a 18 escuelas
ubicadas en la provincia, que luego se convirtieron en 32 escuelas: “[…] Molina
eleva un informe al ministro del ramo, sobre el estado de la instrucción en Arica y
Tacna, manifestando que existen 32 escuelas de uno y otro sexo. A las escuelas
asisten 1,400 niños, siendo 260 chilenos y 1,140 peruanos” (Morales 1991: 121).

Sin embargo, lo más significativo para los campesinos de Arica y Tacna, fue
que el Cáceres después de pasar un periodo de exilio en Argentina y Europa,
volvió a residir temporalmente a las provincias cautivas, para luego volver a
Lima. El mariscal tuvo, una imagen indígena, una mestiza y de héroe, pues en
muchos departamentos del Perú, se le considero un indígena, sobre todo en los
sectores populares y rurales. En su visita a Tacna, “El brujo de los Andes”, tenía
una avanzada edad, los testigos lo muestran como una persona sencilla, cercana
a la gente del “pueblo común” y alejado de la “Aristocracia”.

Modesto Mena fue un ferviente defensor de la causa peruana, hecho que


conservo hasta su muerte el 31 de agosto de 1961. Un año antes de su deceso, el
19 de enero de 1960. Mena, tramito en el Ministerio de Interior del gobierno de
Chile, una “solicitud de Permanencia Definitiva”. En dicho formulario se declara
como nacido en Ticnamar, dedicado a la agricultura y con residencia irregular.
Declaro además, que no posee capital y pero con una renta bruta de cinco
escudos. Menciona además, que contrajo matrimonio el 12 de agosto de 1921
con doña Celestina Corro en la subdelegación de Belén, teniendo a la fecha por
hijos a Patricia, Julio, Celestina, Elia, Margarita, Maximiliana, Alejandro y Martina,
de nacionalidad chilena y peruana. Según el testimonio de su nieto Oscar, los
hijos de Modesto, fueron primeramente peruanos, ya que se registraron en el
Consulado del Perú en Arica, como es el caso de Bernabé Mena Corro, que al
cumplir la mayoría de edad decidió seguir siendo peruano (Figura 22). Según
Modesto Mena, decidió contraer matrimonio formal con Celestina, motivado
por las presiones y arbitrariedades de las autoridades chilenas, que no dudaron
en expulsarlo en el año 1918, debiendo regularizar su situación civil, casándose
ante la ley Chilena en Belén.

86
Figura 21. Modesto Mena en el año 1955.
87
Figura 22. Afiche de propaganda peruana.

88
Por ello, la decisión de adquirir la permanencia definitiva en la década de
1960 responde a la necesidad de establecer certeza jurídica a su descendencia
por los bienes inmuebles que posee. Los argumentos de la solicitud, fueron: “Por
haber nacido en el territorio chileno, haber vivido en Chile toda una vida y tener
todos mis hijos de nacionalidad chilena” 74.

Anexo a dicha solicitud, un “Certificado de Antecedentes” y el


“Certificado de Registro” N° 124 de la Dirección de impuestos Internos, la
respuesta del gobierno chileno, le llego en los meses previos a su partida. Cabe
destacar que Mena se caracterizó por su alto compromiso ciudadano con la
causa del Perú, pues se consideró asimismo, como un “nacionalista peruano”,
compromiso que transmitió a sus hijos, pues Bernabé Mena Corro, se dispuso a
realizar su servicio militar el Ejército del Perú en el año 1937:

“Señor Jefe Provincial

Bernabé Mena Corro, de 22 años de edad, peruano, con domicilio en Arica,


ante Ud., con el debido respeto me presento y expongo:

Que el lugar de mi nacimiento es Belén, 5ª Subdelegación de Belén,


perteneciente a Arica (Chile), habiendo nacido el 14 de noviembre de 1914,
y figuro inscrito en el Consulado del Perú en Arica, como peruano, en razón
de ser mis padres don Modesto Mena Mamani y doña Celestina Corro, de
nacionalidad peruana.

Informado de la ley del Servicio Militar Obligatorio, he venido a


expresamente de Arica, para hacer mi servicio militar; pero sucede, que al
presentarme voluntario, en el mes de setiembre último, al despacho de la
subprefectura, se me manifestó que no era tiempo y que volviese en este
mes. Cumpliendo esta indicación, he vuelto con el fin de hacer mi servicio y
al ser examinado por un médico, resulta que me encuentro imposibilitado
para hacer ejercicios militares, debido a que me hallo enfermo; en estas
circunstancias, y ofreciendo comprobar este hecho, me veo en la necesidad
de recurrir ante Ud., con el objeto de que se sirva elevar esta solicitud a la
Superioridad, para que resuelva lo conveniente.

A fin de que no se me considere como omiso al servicio militar obligatorio,


cumplo en presentarme ante esa Jefatura, y con el deseo de saber la
resolución que se expida en esta solicitud, suplico se digne Ud., llegado el
caso, hacer comunicar al Consulado de Arica (República de Chile), para
poder estar a derecho, y así poder dar cumplimiento a los requisitos que
tenga que llenar.

74 AMM, personal, N° 005, “Permanencia definitiva”.


89
Por tanto,

A Ud., se digne aceptar esta solicitud y darle el trámite que corresponda.


Es justicia.

Tacna, 20 de Diciembre de 1937.

Bernabé Mena C.” 75.

Una de las principales preocupaciones de Modesto Mena, fue ser


considerando como extranjero en su propia comunidad, pues había avalado y
participado en favor de la causa peruana, por lo cual su situación ante las
autoridades chilenas era irregular, por lo tanto, la otorgación de la “Permanencia
Definitiva” en el territorio chileno, represento un reconocimiento, justicia moral
y el acceso a los derechos que tuvo su familia en el “Común de indios de
Ticnamar”, que junto a otros vecinos del pueblo busco regularizar en bienes
Nacionales. Oscar Mena, recordando los últimos años de vida, expreso:
“También reclamo un montepío al Gobierno del Perú, en el cual nunca llegó;
estaba viejo, pobre, enfermo y esperando que dios lo recoja en su santo
reino, porque su vida fue un calvario” (Oscar, 70 años).

Por otra parte, modesto Mena, tuvo en su juventud una hija natural que
no llego a reconocer legalmente, pero que siempre integro a su familia,
guardándole un gran respeto. La hija fue identificada como Emilia Tarque, quien
contrajo matrimonio con Cirilo Ignacio Subieta, un vecino de Ticnamar.

4.2. El plebiscito y las comunidades andinas

En el capítulo anterior, hemos mencionado que el Tratado de Ancón, se


firmó el 1883, pero solo fue ratificado en 1884, hecho que origino el retiro
definitivo de las tropas chilenas desde las serranías del Perú. Dicho tratado
determino además, que Tarapacá quedo bajo la soberanía chilena y las provincias
de Arica y Tacna, quedaron sometidas a una estatus jurídico singular, pues solo
un plebiscito determinaría su situación. Una vez, que se cumplieron los 10 años,
se inició un largo conflicto diplomático que cuestiono y defendió la ocupación
chilena de tales territorios. Numerosos fueron los intentos por conciliar ambas
posturas, pero las posiciones irreconciliables de las partes impidieron una salida
negociada al conflicto. Se suman a tales problemas, la propia situación interna
de Chile y su cuestión social; y los conflictos que posee el Perú con Ecuador y
Colombia, por la misma época (Calderón 2000).

75 AMM, personal, N° 006, “Carta a Jefe Provincial de Tacna”.


90
Las primeras negociaciones emergieron en 1894, donde Chile propuso
al Perú, adquirir los territorios disputados, pagando una indemnización de 14
millones pesos más la devolución del Monitor Huáscar, propuesta que fue
rechazada por el gobierno peruano. Por ello, Chile amenazó con ceder sus
derechos en el Tratado de Ancón a Bolivia, hecho que genero mayores retardos a
la “cuestión de Arica y Tacna”. Un año más tarde, el embajador chileno Máximo
Lira y el canciller del Perú, Ricardo Ortiz de Zevallos, entablaron nuevas
negociaciones pero estas no fructificaron pues el gobierno peruano no pudo
garantizar monetariamente el pago de la indemnización por la devolución de
Arica y Tacna 76. En los mismos años, Bolivia busco acercamientos con Chile para
garantizar su acceso al Pacifico, complicando las pretensiones peruanas.

En el trascurso del gobierno de Nicolás de Piérola, Guillermo Billinghurst,


un antiguo vecino de Arica (antes de la guerra), fue nombrado ministro
plenipotenciario ante Chile 77, realizando varios intentos por resolver el conflicto
con Chile por los territorios en disputa. Así el 9 de abril de 1898, suscribió un
memorándum con el ministro de Relaciones Exteriores chileno Raimundo Silva
Cruz, donde se acordó la realización del plebiscito y como árbitro se requirió a la
Reina de España, María Cristina de Habsburgo-Lorena. El acuerdo se firmó en
Santiago, el 16 de abril de 1898, estableciéndose también, las condiciones del
plebiscito, siendo aprobado en el congreso peruano, pero no ocurrió lo mismo en
el chileno, donde finalmente fue archivado, hecho que origino el rompimiento de
las relaciones diplomáticas.

La firma del Tratado de Valparaíso, realizado en 1905, motivo nuevas


negociaciones entre Perú y Chile, a cargo de Antonio Huneeus y Manuel Álvarez
Calderón, quienes acordaron inicialmente realizar una ampliación del tratado
por cinco años para la realización del plebiscito, pero el requerimiento peruano
de un arbitraje internacional, motivo el rechazo de Chile. Más tarde, las
conversaciones fueron retomadas por Federico Puga Borne de Chile y Guillermo
Seoane del Perú, pero las diferencias sobre las cuestiones previas al plebiscito
como; las fechas de realización, el rol de los ciudadanos extranjeros residentes
en Arica y Tacna y los requisitos de ciudadanía de los eventuales votantes,
llevaron a los negociadores a un nuevo punto muerto. En 1912, se convirtió en
presidente del Perú, Guillermo Billinghurst, ariqueño, quien dio amplias
facultades al canciller Valera para dar a Chile una solución que le sería atractiva,
sin embargo, la propuesta fue desestimada por Chile y más tarde Billinghurst fue

76 El canciller peruano Ricardo Ortiz de Zevallos propuso una solución, si Perú no pagaba una
indemnización en un plazo dado, las ciudades serían devueltas. Lira se interesó mucho en el asunto,
pero la propuesta fue desautorizada por el gabinete peruano.
77 Billinghurst, fue elegido primer vicepresidente del gobierno constitucional de Piérola y senador
por Tacna en 1895.
91
derrocado por Oscar R. Benavides. El desarrollo de la Primera Guerra Mundial
y la tesis del presidente Woodrow Wilson 78, sobre los antiguos territorios
conquistados por Alemania, reavivo los reclamos peruanos por los territorios de
Tarapacá, Arica y Tacna, logrando el Perú, que Estados Unidos oficiase de árbitro.

En enero de 1922, Estados Unidos invito a Perú y Chile a reanudar las


conversaciones, bajo el patrocinio del presidente Warren G. Harding. Las
primeras reuniones se realizaron en Washington desde el 15 de mayo al 20 de
julio de 1922 (Laudo Arbitral) y solo en el año 1925 el árbitro, el presidente Calvin
Coolidge 79, expidió el fallo final y sosteniendo que: “el Tratado de Ancón estaba
vigente”; el plebiscito debe realizarse en Arica y Tacna; Tarapacá está fuera de
controversia, por lo cual el Perú renuncio a todo reclamo por dicha provincia y;
estableció la devolución de la provincia de Tarata al Perú, pues estaba fuera de la
jurisdicción de Tacna según el Tratado de Ancón. El arbitraje otorgó derecho al
votos a todos los nacidos en Arica y Tacna, así como a los residentes chilenos. En
este contexto, fue designado como árbitro por el Presidente Coolidge, el General
John J. Pershing, quien llego Arica en agosto de 1925 (Figura 23 y 24). El
establecimiento de la “Comisión Plebiscitaria” genero importantes expectativas
en las provincias de Arica y Tacna, a la población peruana y chilena. Las
comunidades de la sierra, no estuvieron exenta a esta dinámica, pues se
incrementaron los esfuerzos de activistas chilenos y peruanos, además, de un
aumento exponencial de la violencia. Alberto Díaz y Rodrigo Ruz, señalaron
sobre el periodo que:

“La sombra del plebiscito –en ocasiones– generó un clima caracterizado por
el conflicto de identidades (nacionales y locales) y por algunos estallidos
de violencia, la que podríamos caracterizar tanto política, psicológica como
social entre la población de las ciudades de Tacna, Tarata o Arica, como de
las comunidades de la sierra de Huaylillas o del altiplano andino. Por lo
tanto, era la población local quién decidiría los destinos soberanos del
territorio en comento, incluyendo a los campesinos andinos, que para
entonces, no dudaron en manifestar sus compromisos ciudadanos a favor
del Perú” (Díaz y Ruz 2009: 314).

78 El presidente Wilson, redactó un discurso conocido como los «Catorce Puntos», que no era más
que una serie de propuestas que permitirían desvanecer el fantasma de la guerra en todo el
planeta y la conformación de un nuevo orden mundial. El discurso fue dado el 8 de enero de 1918
ante el Congreso de los EE.UU. La intención del presidente era presentar unos objetivos bélicos
para la Entente que permitiesen alcanzar la paz y contrarrestar la propaganda pacifista
bolchevique.
79 Ver Basadre (2005).

92
Figura 23. John J. Pershing, Presidente de la Comisión Plebiscitaria.
93
Figura 24. La Comisión Plebiscitaria, Manuel de Freyre y Santander por el Perú, Agustín Edwards por Chile,
John J. Pershing por Estados Unidos y Luis Barcelo, Intendente de Tacna (Chileno).
Los autores agregan que este periodo se caracterizó por una exaltación
de los símbolos patrios y acciones de orden político y económico para asegurar
la integración del territorio y su población a la nación, chilena. La llegada de la
“Comisión Plebiscitaria Peruana”, a bordo del B.A.P. “Ucayali” al puerto de Arica,
genero expectación en la población local, pues el máximo representante
peruano, fue don Manuel de Freyre y Santander. En dicho, barco funciono
además, el periódico "La Voz del Sur", el principal órgano de propaganda de la
causa peruana en Arica, Tacna y las comunidades andinas. En este contexto, se
debe considerar relevante la existencia de los organismos de propaganda de
ambas naciones, ya que el 64.8% de la población indígena de la 5ª
Subdelegación de Belén sabe leer y escribir, convirtiéndose en centro de
interese lectoral (Díaz y Ruz 2009).

La instalación de la Comisión plebiscitaria en Arica, se produjo el 5 de


Agosto de 1925 en la ciudad de Arica y vino a ejecutar el acuerdo sostenido en
los meses previos. Respecto a las personas que podrían votar en el plebiscito,
estas serían todos los nacidos en Arica y Tacna, y los chilenos que tuviesen más
de dos años de residencia antes de 1922, año en el que se suscribió el protocolo
en Washington. En las semanas previas a la sesión inaugural de la Comisión, la
maquinaria propagandística de ambos países ya estaba en marcha. Las primeras
sesiones de la Comisión, tuvieron por finalidad discutir las atribuciones de la
“Comisión plebiscitaria”, que según las autoridades chilenas, esta solo tenía
funciones específicas. Sin embargo, el árbitro dictaminó que le correspondía la
supervigilancia del proceso plebiscitario, con el fin de que “pudiesen votar
libremente, en la necesidad de garantías y protección para los que no tenían el
poder ni la fuerza de su lado, es decir, la población peruana” (Yepes 1999: xxiv).
Dicha postura de Pershing, surgió por las continuas denuncias que realizaban los
ciudadanos peruanos a los oficiales norteamericanos desplegados en Arica,
Tacna y algunas subdelegaciones rurales.

En este escenario borrascoso, la violencia fue incrementando a tal punto


que el Pershing solicito el retiro de un número importante de funcionarios
públicos chilenos, que instigaban o participaban de la violencia en contra de los
peruanos, acusando las siguientes autoridades: Luis Barceló, intendente de
Tacna; Francisco Lopehandía, subdelegado de Lluta; agregando luego al
subdelegado de Putre, Azapa y Pachía, entre otros. Ante este clima, Pershing
renuncio a la Comisión y fue remplazado por William Lassiter el 27 de Enero de
1926. En base a los antecedentes expuestos, cabe la siguiente interrogante
¿Qué ocurría en Ticnamar en la época?

Para el año 1925, Ticnamar se encuentra sumida en una profunda


división, pues parte de la población se declara partidaria de la causa peruana,
teniendo como máximos exponentes a Modesto Mena, Julio Mena, Tiburcio Ape,
Hermenegildo Yucra, Bernabé Mena, Bartolomé Zubieta, Paulino Sajama y
95
Zenón García 80. El creciente clima de violencia llevo a un número indeterminado
de vecinos a tomar la nacionalidad chilena, situación similar enfrentaron los
bolivianos residentes en Ticnamar, que solicitaron nacionalizarse en la
gobernación de Arica. Dicha situación, se presentó con recurrencia en la 5ª
Subdelegación de Belén, pues parte de los nuevos ciudadanos lo hicieron por
miedo a los “mazorqueros” o por cierto oportunismo económico, pues ser chileno
involucraba acceso a ciertos recursos de origen estatal. Una de estas medidas
asistenciales fue el compromiso de construcción de una escuela en Belén y otra
en Ticnamar en el año 1924, bajo el compromiso de que los vecinos de dichos
pueblos costearan el transporte de los materiales de edificación desde Arica
(Díaz y Ruz 2009).
Oscar Mena se refiere a esta época en Ticnamar:
“A la gente peruana que había renunciado a su nacionalidad, los vigilaban,
tenía que mantener neutral, si los pillaban conversando con los contrarios o
vecino, se consideraban hacer propaganda, entonces le caía la justicia.
Prohibieron toda clase de música y baile de la zona como huayno, taquirari y
canto, y todas las ceremonias ancestrales a la cosmovisión andina, que a raíz
de esto, se fueron perdiendo en el tiempo, a cambio, se impusieron las
tonadas y cuecas que es el baile nacional de Chile y destacar las epopeyas
Chilenas en los actos cívicos” (Oscar Mena, 70 años).

Igualmente, el nieto de Modesto, expresa que en dichos años hubo


personas que desparecieron o murieron, como también, de muchas
personas que sufrieron diversos atropellos, golpes, amenazas injustas,
prisiones o acosos por ser peruano o sospechoso de simpatizar con el
Perú.

4.3. La persecución y exilio de Modesto Mena

En el año 1918, Modesto Mena fue expulsado de Ticnamar por su


condición de peruano y por tener una permanencia irregular, según las leyes
chilenas. No obstante, dicha situación coincidió con la expulsión de varios
indígenas peruanos del territorio. Sin embargo, la expulsión de Mena será
temporal, pues volvió de manera “ilegal” a la provincia y se radico en Codpa, junto
a su esposa e hijos. Durante su estancia en Codpa, se incrementó la presión y las
amenazas hacia los peruanos hecho que coincidió con la aparición permanente
de las organizaciones paramilitares, conocidos como “Ligas Patrióticas”,
“Sociedades de Nativos” y popularmente, llamados “Mazorqueros” 81. Estas

80 AMM, personal, N° 007, “peruanos en Ticnamar y Codpa”.


81 “Las Ligas Patrióticas provocaron la expulsión de los peruanos a través de acciones donde la
violencia fue el instrumento principal. Asesinatos, robos, discriminación y abusos de todo tipo, eran
cosa de todos los días (...) queda claro que se trata de sucesos dramáticos ocurridos en la comarca
tarapaqueña" (Lautaro Núñez, Premio Nacional de Historia).
96
organizaciones fueron integrados por funcionarios públicos, militares y
ciudadanos chilenos del más amplio espectro, que se dedicaron a realizar
actividades de propaganda, intimidación y persecución de todo ciudadano
peruano, chilenos “peruanofilos” o extranjeros simpatizantes del Perú. La
Comisión Plebiscitaria del Perú, en la época hizo permanentes acusaciones
contra estas organizaciones, pues actuaban de manera impune, acusando
además, que eran financiados por el gobierno chileno, hecho que fue desmentido
por las autoridades chilenas.

En el caso de las comunidades rurales, estas organizaciones operaron


desde las capitales de Subdelegación, donde existía una mayor población de
origen chileno, además de antiguos peruanos que optaron por nacionalizarse
como “chaleno” (Choque 2012). Javier Zenis, señala que en el caso de Codpa, se
organizó la primera “Junta de Nativos Chilenos” en 1924 y que fue presidida por
don José Tapia Gutiérrez. Este habría viajado a Santiago en 1925, junto a una
delegación de presidentes de las “Junta de Nativos” o “Mazorqueros” de todas
las subdelegaciones del Departamento de Arica (Zenis 2012). Las canciones que
entonaron estos “chalenos”, fueron:
“Tacna y Arica serán de Chile.
Pese a quien pese tendrá que ser.
Somos nativos, vamos a las urnas.
A dar el voto para vencer” (Zenis 2012: 86).

Las prohibiciones entre 1924 a 1926, fueron de diversa índole, pues se


limitó el desplazamiento a otros pueblos o zonas de pastoreo, ya que todos los
ciudadanos debían solicitar un pasaporte en los retenes de carabineros. Por otra
parte, se prohibieron la extracción de leña, yareta y venta del carbón, siendo un
producto de primera necesidad en cada hogar y de alta demanda en el centro
minero de Choquelimpie. En este contexto, la población masculina en edad de
realizar su servicio militar era enviada por vía marítima a Iquique o Copiapó con
la finalidad de acelerar su Chilenización82. Caso contrario, eran expulsados como
le ocurrió a Modesto Mena, que fue embarcado a la fuerza en el vapor “Perú”, el
1° de Noviembre de 1918, con destino al Puerto Mollendo:
“Allá en Mollendo, fue desembarcado y dejado sin dinero, solo con lo puesto,
tuvo que trabajar ocasionalmente en lo que sea para poder subsistir con la
sola intención y anhelo de volver a su querida Arica y su pueblo de Ticnamar,
donde lo esperaba su señora y sus hijos. Lucho en la clandestinidad para que
las autoridades chilenas no lo pillaran, tanto en su paso por Tacna, Arica y el
pueblo de Ticnamar, así se mantuvo durante un tiempo, en la clandestinidad,
pero no faltaron los que lo denunciaron, sus propios vecinos le tenían mala”
(Oscar, 70 años).

82 La labor de control cultural y socialización llevada a cabo por Carabineros y el sistema educativo
chileno, interrumpió sustantivamente la transmisión de elementos culturales aymaras.
97
Tiempo después, mientras residía de manera ilegal en el valle de Codpa
en los predios de su madre, Paula Mamani, fue arrestado por los policías, estando
detenido dos días en el Retén de Codpa y en los primeros días del mes de Julio de
1924 a las dos de la madrugada, recibió las siguientes instrucciones de uno de los
guardias:
“Mena, ensilla los Mulares y tu Caballo, “porque vamos a salir a terreno”, para
cumplir dichas ordenes, lo mandaban con un policía de guardia, mientras
cumplía su trabajo, encasillar los animales, el policía le apuntaba con el fusil,
él ya había instruido que su vida llegaría hasta aquí.

Los Policías tenían carta blanca en su contra y estaba condenado a ser


fusilado, fue tanta su preocupación y sus ruegos a Dios, porque era creyente
y muy católico, de repente se le vino a la menoría la idea de cómo fugarse.
Invento el plan de fuga y le pidió al guardia el último deseo, necesito orinar,
ya tenía listos los mulares, su caballo y las riendas de los animales en sus
manos, en cuanto bajó el fusil con el cual lo apuntaban, rápidamente le paso
las riendas y emprendió la fuga anhelada, saltando un muro de adobe de casi
dos metros de alto, por suerte cayo al otro lado de la cerca de una sequía de
regadío que pasaba y traía agua, por entre la sequía emprendió su fuga,
mientras el policía disparaba al aire y para salir tenía que dar la vuelta a la
casa, se dio el tiempo necesario para alejarse rápidamente por la sequía,
mientras tanto sentía los disparos por todas parte del pueblo de Codpa y
preguntaban a los vecinos que habían salidos de sus casas por el alboroto, si
le habían visto” (Oscar, 70 años).
El propio Modesto Mena, confidencio años más tarde a sus nietos sobre
su huida:
“La oscuridad del alba me protegió hasta aclarar el día, fue entonces, sin
pensar dos veces, que me subí a un árbol, era un peral viejo, donde
permanecí todo el día arriba con la mirada atenta a cualquier cosa, veía
como los policías subían por el camino tropero valle arriba y bajaban una y
otra vez, preguntando a la gente del sector, si habían visto al tal Mena. Subí
por el camino y permanecí todo el día, con el susto y el miedo, no sentía frio,
ni calor, ni hambre, lo único que pensaba era que llegará la noche lo más
rápido posible para emprender la huida a Ticnamar” (Modesto Mena) 83.

Mena, llego a Ticnamar al alba del día siguiente, explicándole a su esposa


lo sucedido en Codpa. Acto seguido su esposa le preparo “fiambre” y algunos
víveres para que emprendiera la huida hacia la cordillera 84. La policía, llego a

83 AMM, Documento, N°01, “memoria”.


84 El fiambre, son los alimentos que son embutidos como las salchichas o pasteles de carne. En el
mundo andino, el fiambre es un conjunto heterogéneo de alimentos que sirven de sustento a los
campesinos. Sus ingredientes son papa, chuño, maíz tostado y carne (Cerdo, Ovino o Equino). Suele
acompañarse también de carne deshidratada o “Chaqui”.
98
Ticnamar horas más tarde, registrando la casa y desbaratando todo objeto
sospechoso. Más tarde, se dirigieron a las casas vecinas y sectores agrícolas en
busca del prófugo. Dicha acción, la realizaron durante al menos cuatro días, pues
pensaron que Mena podría haber vuelto en la noche. Desde sectores cercanos a
la cordillera Modesto, solicito la ayuda de un vecino, quien comunicó a su esposa,
que le enviara ropa y mercadería antes de emprender su viaje a Bolivia. Este
vecino de Ticnamar fue don Juan de Dios Cuevas (Casado con Filomena Apas) y
su familia, quienes residían en el sector de Chulpa, al Este de Ticnamar. Modesto
Mena llegó a un pueblo fronterizo de Bolivia, llamado Chachacumani y luego a
Turco, donde ejerció de comerciante, situación que le permitió enviar
mercancías a su esposa, por medio de amigos y vecinos de Ticnamar, pues
nunca falto alguien que le prestara “alguna ayuda”. Según Oscar Mena su abuelo:
“[…] El soñaba en las noches y rogaba a Dios, que se terminara este calvario,
en el sueño, siempre se le presentaba un Señor Viejito, de larga barba blanca
y lo consolaba diciéndole “hijo no llores tanto por tu familia, ellos están bien
y tu hijo Julio, se preocupa y los cuida”, esto lo confortaba y a la vez lo
consolaba, para seguir luchando por la vida” (Oscar, 70 años).

En la misma época de la huida de Mena, los simpatizantes peruanos de


Codpa, Livilcar, Esquiña, Timar, Ticnamar, Belén, Socoroma, Putre, Pachama, o
Saxamar vivían escondidos en quebradas y cerros, por miedo a ser denunciados
por la “Liga Patriótica Chilena”, quienes marcaban las casas con cruces negras;
los peruanos, huían por temor a ser ejecutados o perder sus bienes.
Simultáneamente, no faltaron quienes se apropiaron de los bienes y propiedades
de peruanos caídos en desgracia, generando largos conflictos de judiciales hasta
el día de hoy en Ticnamar y otros pueblos de la precordillera. Por ello,
aprovechando su red de contactos con simpatizantes de la causa peruana, que
lograron huir a Bolivia. Modesto Mena, pudo inscribirse en la delegación peruana
en La Paz, para votar en el plebiscito que se estaba organizando en Arica.
Además, utilizando sus vínculos políticos, convirtiéndose en el encargado de los
votantes peruanos de la sierra, que estaban residiendo en Bolivia. Dicha
inscripción (su copia), titulada “Solicitud de inscripción del votante Modesto
Mena. Plebiscito de Tacna y Arica”, proporciona datos alusivos al linaje de
Mena, cita su partida de nacimiento y demuestra su relación con la 5ª
Subdelegación (Figura 25). Además, integra un cuestionario extenso, que se
anexa parcialmente:

1.Nombre y apellido.
R. Modesto Mena Mamani
4. Lugar de Nacimiento, Provincia y Distrito.
R. Ticnamar, Arica.
19. ¿Fue Ud. expulsado o nó y en qué forma lo expulsaron?
R. Me expulsaron el año 1924, 5 de julio a Bolivia desde entonces me he
encontrado en la frontera de Bolivia – Chachacumani.
99
20. Fecha en que fue Ud. expulsado.
R. También, fui expulsado al Perú el año 1918.

21. ¿Qué autoridades lo expulsaron?


R. Fue la Liga Patriótica en el vapor “Perú”.

22. ¿Su expulsión fue hecha por tierra o por mar?


R. Por tierra a Bolivia.

28. ¿Ha sido Ud. emplazado edictos de las autoridades militares chilenas por
incumplimiento del servicio Militar en Chile, por le hecho de haber nacido
en las Provincias de Tacna o Arica?
R. por varias veces me han tenido preso por no hacer el servicio militar, yo
nací antes de la ocupación chilena de Tacna y Arica.

44. ¿Puede Ud. indicar algún miembro de su familia que tenga derecho a
votar?
R. Tengo un hijo.

¿Cuál es su nombre y dirección?


R. Julio B. Mena, reside en Ticnamar.

45. ¿Si tiene Ud. algún otro dato que crea Ud. interesante, sírvase Ud.,
consignarlo aquí?

R. Al expulsarme de Arica la Liga Patriótica me robo $200 y la segunda vez


cuando regrese del Perú, me expulso el día 5 de julio de 1924 a Bolivia.

46. Si tiene Ud., un retrato tamaño pasaporte, sírvase Ud., pegarlo en el sitio
indicado.

Firma. Modesto Mena Mamani

Notas. Sírvase Ud., contestar a estas preguntas con sujeción estricta a la


verdad, pues ellas van encaminadas a procurarle los comprobantes
indispensables para acreditar su calidad de tacneño o ariqueño” 85 .

En los meses posteriores, centenares de peruanos comenzaron a


retornar a las ciudades de Arica y Tacna, para participar del plebiscito, llegando a
realizar desfiles espontáneos, pero las consecuencias serían igualmente
dolorosas para aquellos ciudadanos, pues eran atacados por los simpatizantes
chilenos (Figura 26):

85 AMM, Personal, N° 008, paginas 2, 3 y 4, “Solicitud de inscripción del votante Modesto Mena.
Plebiscito de Tacna y Arica”.
100
A la salida de la estación y en las calles de Tacna se produjo una agresión
pública, brutal y prolongada, en contra de los peruanos, que intentaban
trasladarse al centro de la ciudad, algunos en autos y otros a pie. Este acoso
se produjo en presencia de, al menos, veinticinco policías y de una turba
vociferante y hostil. Uno tras otro, los peruanos fueron separados del grupo
por pandillas organizadas, cada una compuesta por entre seis y diez
chilenos, y en presencia de la policía fueron golpeados en el suelo, pateados,
apaleados, robados y, en general, maltratados escandalosamente.

Los peruanos siguieron su recorrido, siendo apedreados. Continuaron


recibiendo insultos, amenazas y agresiones similares, a lo largo de su lento
avance de la estación ferroviaria a una casa en la calle Carreras, cerca de la
calle San Martín, donde se refugió la mayoría de ellos. Los peruanos no
pudieron defenderse de manera efectiva en contra de sus agresores.
Fueron asaltados sin provocación y casi sin resistencia. Muchos peruanos
resultaron heridos, algunos de gravedad. La apariencia de protección de la
policía fue tan ineficiente, tan falta de entusiasmo y tan completamente
ineficaz, que sugiere que la mayor parte de la policía, si no realmente en
connivencia con los agresores, simpatizaba con ellos y no tenía intención de
oponer resistencia real a sus ataques, o de ofrecer una real protección a los
peruanos” (Wambaugh 1933: 479-480).

En las subdelegaciones rurales el clima de violencia fue igualmente intenso


durante estos meses, así lo corrobora la denuncia de la Comisión Plebiscitaria
norteamericana, pues su acusación dice:

“El arresto y golpiza de Mollo y sus compañeros fue premeditado y


planificado. El teniente Alberto Carlos Toro Coronel, segundo al mando del
escuadrón de carabineros de Putre, participó en la ejecución del plan para
arrestar, golpear e intimidar a estos hombres […].
Sería extremadamente difícil no llegar a la conclusión que estos actos
ilícitos se llevaron a cabo con el conocimiento y consentimiento del
teniente Hernán Donoso Tapia, comandante del escuadrón de carabineros
de Putre, y el señor Luis Luco Cruchaga, miembro chileno de la Junta de
Registro y Electoral de Putre y, o en cumplimiento de un plan del que
formaban parte. El señor Luco fue implicado en la intimidación de Pedro
Huanca, Bernardo Villanueva y María Isabel Vásquez de Aquino y ambos, el
señor Luco y el teniente Donoso, en la intimidación de Bernardo Mamani
Gutiérrez. Que el señor Luco se encuentra detrás del sistema de espionaje e
intimidación en Putre es la inferencia natural que se extrae de la masa de
testimonios recogidos por el Inspector. Ni el señor Filiberto Ochoa, juez de
la subdelegación de Putre, ni el señor Jorge Aliaga Rojas, subdelegado
de Putre, han tomado medida alguna para corregir la situación en esa
localidad. El mismo señor Aliaga está implicado en la intimidación de
Lorenzo Humire Choque. (Wambaugh 1933: 482).
101
Frente a esos hechos, el gobierno peruano en 1925, gestiono la compra
de un terreno de 125.000 m2, a la Sociedad Británica Coro Coro United Copper
Ltd., para alojar a los plebiscitarios peruanos, que buscaban refugio en la ciudad
de Arica 86. En este clima de permanente agitación, Mena permaneció en Bolivia
dedicándose a realizar sus actividades comerciales y organizar su retorno a
Ticnamar, acción que solo concretaría luego de firmado el Tratado de Lima. Sin
embargo, las tristezas y el dolor de la familia Mena, se acrecentaron con la
ausencia de Modesto, pues en las vísperas de la fiesta de la Asunta de Ticnamar,
su hijo Julio desapareció, y fue encontrado muerto en las cercanías de
Timalchaca en 1927, dos años después de su desaparición. Otra de las
consecuencias del exilio de Mena, fue la pérdida de sus predios, recibidos en
herencia en el valle de Codpa (sector Sajima), además de dos sitios en el propio
pueblo. Esto debido a la acción de su hermanastra, doña Eulogia Ovando
Mamani, una adherente de la causa chilena, quien aprovecho la ausencia de
Modesto y los inscribió a su nombre con la complicidad de las autoridades
chilenas. Los bienes raíces de Ticnamar, los pudo recuperar años después del
tratado del año 1929, gracias a la información tributaria disponible en la
Dirección de Impuestos Internos (hoy Servicios de Impuestos Internos). En el año
1928, puedo obtener un permiso del Subdelegado de Belén para visitar a su
esposa e hijos durante 15 días, para luego retirarse nuevamente a Bolivia87.

4.4. Casos conocidos de muertes y desapariciones en Ticnamar

En el pueblo antiguo de Ticnamar, al igual que otros pueblos de la sierra,


existió un Retén Policial. Dicho sitio de propiedad de don Agustín Sajama Corro,
quien lo arrendo a la 5ª Subdelegación, empleado como cárcel del pueblo. Las
calles del pueblo antiguo eran angostas, permitiendo que los abusos que se
cometieron en contra de los presos (peruanos), fuesen oídos por los demás
vecinos, generando una serie de rumores y miedos por las acciones que se
practicaron en dicho reten. En este contexto, político y clima de miedo, se
produjo la desaparición de don Tiburcio Ape y Julio Mena.

Tiburcio Ape88, estuvo casado con doña María Ovando, ambos con
residencia en Ticnamar. Don Tiburcio según los antecedentes proveídos por

86 El Proyecto de Ley N° 2089/2012 (Perú) del 4 de abril del 2013, incorpora la cláusula décimo
séptima disposición final y transitoria, a la constitución, mediante la cual se prohíba la cesión total
o parcial del territorio de Arica a una tercera potencia.
87 AMM, Personal, N° 012, “Certificado de Subdelegado de Belén”.
88 Erick Álvarez, en su genealogía del pueblo de Ticnamar, sostiene que el apellido Ape, está
instalado plenamente en el pueblo en el año 1857.

102
Figura 25. Pase de Quince días otorgado a Modesto Mena en Belén.
Figura 26. Papeleta de inscripción para el Plebiscito de Tacna y Arica.

104
Oscar Mena, era analfabeto, pues no sabía leer ni escribir, por ello, no existía
posibilidad que participara en el mencionado plebiscito, dado que no cumplía
los requisitos acordados por los gobiernos de Chile y Perú. Además, don Tiburcio,
no hablaba bien el castellano, por lo cual ignoraba completamente las
intenciones de los policías, sin embargo, fue acusado de espionaje y ejecutado
más tarde en el retén de Guaycara como un enemigo del Estado (Figura 27).
Guaycara, está ubicada en las cercanías del cerro Familiane (zona de
Timalchaca), en la ruta que une Ticnamar con Bolivia. Los hechos se originaron
en Ticnamar, donde los policías le ordenaron llevar una correspondencia al retén
fronterizo, siendo una orden de fusilamiento para el portador de la carta. Una
vez que Ape llego a su destino, los policías le instruyeron que debía ir a una colina
cercana:

Una vez allí, don Tiburcio, levanto los brazos como se le indicaron e hizo la
señal y los policías cumpliendo la orden de ejecución, le dispararon. Así
murió don Tiburcio Ape, por no saber leer ni escribir, se entregó
inocentemente para ser ejecutado. Su cuerpo desapareció por encanto,
nunca apareció hasta el día de hoy y estas noticias solo se saben porque los
policías se burlaban y reían de este trágico día cuando estaban borrachos”
(Oscar, 70 años).

Doña María Ovando, busco a su marido por cerros, quebradas, cuevas y


otros lugares, sin lograrlo, con el propósito de darle cristiana sepultura. Los
policías solo mencionaron que Ape se había fugado a Bolivia, pero doña María en
esas diligencias, encuentra el cuerpo de Julio Mena Corro, hijo de Modesto, quien
había desparecido en la primera quincena de Agosto de 1925 en Ticnamar.

Julio Mena, tenía alrededor de 18 años en 1925 y desapareció una noche


mientras retornaba del ensayo de la banda de zampoñas del pueblo, que se
preparaba para la fiesta del 15 de Agosto (Figura 28). La banda realizaba
sus ensayos en la sede social del pueblo, donde fue visto la última vez por sus
familiares y amigos, que lo vieron partir a su casa. Según, Oscar Mena, su abuela
Celestina, sospecho inmediatamente de los policías, sosteniendo que algunos
vecinos habían visto como se llevaron a Julio, pero callaron por temor a las
represalias. Las causas de este hecho, se atribuyen a una venganza, contra la
familia Mena, pues su padre se había fugado un año antes desde Codpa. La
muerte del hijo mayor de Modesto y Celestina, fue trágica para su familia, pues
él la sostenía, ya que su padre se encontraba refugiado en Bolivia:

“Él pagó las consecuencias de esta Chilenización. Un joven que estaba


empezando a vivir y su vida fue truncada a tan temprana edad, dejando en

105
total abandono a su madre y hermanitos, porque el como hijo mayor cargaba
el peso de la casa y de la familia ya que su padre estaba en el exilio” (Oscar,
70 años).

Durante un tiempo, surgieron una serie de rumores sobre la desaparición


de Julio, se creía que lo habían capturado y golpeado en el callejón cercano al
retén policial. Los vecinos del pueblo, comentaban que fue golpeado en la
cabeza y luego introducido al retén y desde ahí lo desparecieron, hasta que fue
encontrado por doña María Ovando en las cuevas existentes en el cerro
Margarita, algunos años después. Su cuerpo estaba cubierto ligeramente con
piedras, siendo fácilmente reconocible por su madre y familiares. Y al igual, que
en el caso de Tiburcio Ape, la policía simplemente se remitió a decir de manera
grosera, que se había escapado a Bolivia junto a su padre. Los restos encontrados
por doña María, correspondían a un esqueleto que conservaba sus vestimentas
típicas, pero no tenía cabeza. Solo el buen estado de la vestimenta, permitió a
los vecinos y familiares, reconocerlo como Julio Mena, siendo enterrado más
tarde en Timalchaca.

4.5. Casos en Putre y Codpa

El estado de violencia existente en Putre, denunciado por los oficiales


norteamericanos ante la Comisión Plebiscitaria, prosiguió en los meses
siguientes, pues las intimidaciones y agresiones se siguieron expresando
cotidianamente contra los peruanos de las subdelegaciones rurales. Un antiguo
putreño, don Ruperto Quispe Vilca, proporciona dos antecedentes difusos sobre
la muerte de dos putreños, pero a su vez, muy importantes, ya que estos
recuerdos son parte importante de la memoria colectiva de dicha comunidad
hasta nuestros días. Según don Ruperto los hechos fueron los siguientes:

El Sr. Teófilo Medina y el Sr. Huanca, salieron del valle de Lluta desde el
sector Chapisca, a caballo rumbo a Putre, por la ruta tropera. Ambos
viajaron toda la noche y amanecieron en un sector llamado Ora (Cercanías
de Zapahuira), donde desayunaron el fiambre, que llevaban en sus alforjas.
Estando en pleno desayuno aparecieron unos arrieros que iban con rumbo
Arica, quienes les advirtieron del peligro que les esperaba en el pueblo de
Putre. Les dijeron que no vaya porque les están esperando.

Don Teófilo Medina, sin pensarlo dos veces, monto en su caballo y


emprendió viaje a Bolivia, donde se asilo y se escondió hasta que pasara su
persecución, por ser peruano o cholo. No se tiene conocimiento cuanto
tiempo estuvo en Bolivia exiliado. Siempre estuvo recibiendo noticias de
los acontecimientos y encargos de sus familiares.

106
Figura 27. Ruinas del Reten de Guaycara en las cercanías de Timalchaca.
Figura 28. Tumba de Julio Mena en cementerio de Timalchaca.
Por el contrario, el Sr. Huanca, el no advirtió el peligro y emprendió su viaje
hacia el Pueblo Putre, montado en su caballo y muchos lo vieron bajar la
cuesta perdiéndose en el lecho del rio, su cuerpo jamás apareció a pesar que
sus familiares los buscaron incesantemente por días y noches. El otro caso,
es el de Antonio Mollo, que fue muerto en Putre por orden de un vecino
importante del pueblo, que era apodado el “Guatón Q”. Los asesinos de
Mollo, fueron dos personas del pueblo, uno de ellos de apellido Vilca, pero la
policía hizo vista gorda de lo que pasaba en el pueblo” (Ruperto, 80 años).

Si bien, la información sobre Mollo contrasta con los antecedentes


documentales, la versión oral se suma a otras igualmente difusas, pero son
producto de las complejidades, controversias y violencias de la llamada
“chilenización violenta” (González 1997). En la misma época, el Putreño. Don
Manuel Jirón Tapia, quien trabajaba en el valle de Lluta, debió viajar
sorpresivamente al pueblo de Putre, pues le llegaron noticias sobre el
matrimonio de su madre con un vecino del pueblo, que no contaba con su
beneplácito. Por ello, Jirón emprendió un viaje a caballo y tras discutir y aclarar
la situación se devolvió a Lluta, desapareciendo entre Socoroma y Lluta, la gente
del pueblo solo se remite a decir sobre Jirón, que “desapareció en el camino,
por encanto”.

En Codpa, en el año 1925, don Nataniel Jiménez Yante, se destacaba por


su buen vestir y elegancia, también por ser un hombre respetado en el valle y
cercano a todos los vecinos. Sus familiares lo describen como una gran persona,
un caballero, las memorias familiares cuentan, que durante una madrugada,
llegaron dos personas con poncho negro de castilla, y gorro pasamontaña a la
casa de don Nataniel, tocaron la puerta y salió su hija Isolina, a quien le
preguntaron por su padre, respondiendo que estaba durmiendo y la hicieron
llamarlo, pues le tenían un mensaje urgente. Isolina, fue a buscar a su padre,
quien se levantó, y salió atender a las visitas, pero cuando llego a la puerta, los
dos desconocidos le dispararon a quema ropa y se fugaron. Sus familiares lo
velaron y sepultaron, luego dieron cuenta al retén de policías de lo sucedido,
dejando estampada la respectiva denuncia. Los descendientes de don Nataniel,
sostienen que la policía simuló la investigación, pues serían ellos mismos los
ejecutores del crimen, en el pueblo de Codpa.

Otros hechos similares los narra, don Juan Zenis a su hijo Javier en Codpa,
diciendo lo siguiente:

Don Flavio Jiménez, estaba huyendo a esconderse en la Cordillera del


poblado de Sucuna, pero fue intersectado por una patrulla de Policías. Este
vecino iba con su esposa y dos hijas, que eran muy bonitas. Entonces tuvo

109
que transar con el Sub-oficial de cargo de patrulla, entregándole una de sus
hijas para que lo dejara libre y continuar su viaje. El Suboficial, se trajo a la
joven a Codpa y más tarde se casó con ella. Más tarde se radico en la ciudad
de Iquique (Javier, 76 años).

4.6. La mujer ticnameña durante el plebiscito

La participación de la mujer en los conflictos bélicos y políticos ha


quedado registrada en numerosos trabajos históricos y etnográficos, pues la
encontramos como participe activa en los conflictos, ya sea en los cuerpos
logísticos, médicos o en los frentes de guerra. Ejemplos de la incorporación de la
mujer a los conflictos, son posibles encontrar en la Guerra del Pacifico, Primera y
Segunda Guerra Mundial, entre otros más.

La violencia plebiscitaria no solo afectara a los hombres, sino también


tuvo como mudas testigos y protagonistas a la mujeres en las ciudades y
comunidades de Arica y Tacna, pues debieron participar a favor o en contra de la
causa chilena y peruana. Este involucramiento de la mujer, se debió en gran
medida por la presión que se ejerció sobre ellas, desde las nuevas elites pro-
chilenas, como también en el caso de las mujeres partícipes de los Comités; el
involucramiento estuvo asociado al inminente acceso a nuevos recursos
económicos y por el ejercicio del poder que adquirieron desde los agentes
chilenos. Para Virginia Woolf, este involucramiento se debió a las razones de
exclusión, que afectaron a las mujeres de Ticnamar. Sin dejar de mencionar que
muchas de ellas, simplemente acompañaron en su calvario a sus esposos
muertos o huidos por el periodo de violencia que se estaba viviendo.

La mujer en este contexto, fue víctima y victimaria. El primer enunciado,


se da porque, debió enfrentar la pérdida de un esposo, hermano o hijo, ya sea por
su muerte o exilio. No obstante, la violencia en contra de la mujer puede ser
simbólica o estructural, pues la condición de peruana y la mantención de su
nacionalidad, genero discriminación y privación del acceso a los recursos
comunales en muchas comunidades andinas, en especial luego del surgimiento
de los comités pro-chilenos. Se suma a este escenario, que las mujeres de
los peruanos debieron enfrentar con esfuerzo no solo “la pena” de la pérdida de
un ser amado, sino también enfrentarse a las duras tareas agrícolas en las
comunidades andinas. Así lo vivieron doña Celestina Corro, María Obando e
Isolina Jiménez, entre otras tantas mujeres de Arica y Tacna.

Por tal razón, luego de ser expulsados; los maestros, los sacerdotes y los
periodistas, fueron las mujeres quienes asumieron, voluntaria y calladamente, la

110
noble tarea de mantener vivo el espíritu y el fervor patriótico entre nuestros
connacionales (Palacio 1974). De esta forma el hogar pronto se convirtió en un
verdadero refugio de la peruanidad, en el cual desde muy pequeños, los niños
aprendían a querer y venerar todo aquello que significaba la vinculación con el
Perú. Diversos investigadores peruanos afirman, que el calvario de Arica y Tacna
(Morales 1991), lo vivieron también, las mujeres de estas provincias, por ello se
ha convertido en referencia obligada, durante las celebraciones de la ciudad de
Tacna. Los siguientes párrafos, extraídos de la misa de la catedral de Tacna en
1926, reflejan el rol e importancia de la mujer en este periodo de violencia:

“¿Por qué lloráis tacneñas?, preguntaba ¿Qué agudas penas, os atenaza el


corazón?

Lloro por un hijo, un padre, un esposo, respondían, que de nuestro hogar


arrancado fue. Lloro, porque, si victima ha caído, el sitio donde yace no sé
dónde está y no puede allí ir a regar las lágrimas que derramo. Lloro y mi
llanto no puede bañar la tierra que le cubre: la planta que se su corazón,
sublime brotaría, en espera de mis lágrimas seca debe estar.

No lloréis más, les dije. Detened el raudal de vuestro llanto. La voz de los
que, antes de rendir de sus almas el albedrío, la vida no les importó perder,
desde la Gloria retumba y dice: Fue por la patria y lo hecho por la patria no se
llora. Nuestro sacrificio no ha sido en vano. Es el pedestal sobre el que,
radiante, el pabellón peruano aquí alzará de nuevo, y en ese día desde sus
tumbas ignoradas, nuestras almas vendrán a besar, llenas de felicidad, la
enseña por la cual morimos” (Revista Mundial, agosto 27 de 1926).

También, hubo mujeres, que tuvieron funciones específicas en la


violencia, ya que debían seguir a las “peruanas”, que salían durante la noche
para proveer de alimentos a sus maridos, refugiados en los cerros. Igualmente,
vigilaban los caminos de acceso al pueblo, por si aparecía algún peruano por
Ticnamar. En otras palabras, fueron parte del aparato de espionaje que se instaló
en las comunidades andinas, según los informes de la “Comisión Plebiscitaria
Peruana” y en casos específicos fueron activas promotoras de la persecución y
violencia en contra de sus antiguos vecinos o parientes.

4.7. Modesto Mena después del Tratado de Lima

El 3 de junio de 1929 se firmó el Tratado de Lima bajo los auspicios de los


Estados Unidos. Este acuerdo fue ratificado por el gobierno chileno el 28 de julio

111
del mismo año y publicado en el “Diario Oficial” Nº 15.449, el 16 de agosto de
1929. Dicho tratado determino el fin de la “cuestión de Arica y Tacna”, y la
disipación del periodo de violencia que afecto a las mencionadas provincias,
hecho que posibilita el retorno de Modesto Mena. En su introducción el Tratado
señala:

“Los Gobiernos de las Repúblicas de Chile y el Perú, deseosos de remover


toda dificultad entre ambos países y de asegurar así su amistad y buena
inteligencia, han resuelto celebrar un Tratado conforme a las bases que el
Presidente de los Estados Unidos de América, en ejercicio de buenos oficios,
solicitados por las Partes, y guiándose por los arreglos directos concertados
entre ellas, ha propuesto como bases finales para resolver el problema de
Tacna y Arica […]”89.

Y destacando específicamente, que queda resuelta la controversia,


estableció acuerdos por89el muelle, la ciudadanía, ferrocarril, etc. Tal como se
desprende de los siguientes artículos:

Artículo 1º. Queda definitivamente resuelta la controversia originada por


el artículo 3º del Tratado de paz y amistad de veinte de octubre de mil
ochocientos ochenta y tres, que era la única dificultad pendiente entre los
Gobiernos signatarios.

Artículo 2º. El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes, Tacna
para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas dos partes, y, en
consecuencia, la frontera entre los territorios de Chile y el Perú, partirá de un
punto de la costa que se denominará "Concordia", distante diez kilómetros
al norte del puente del Río Lluta, para seguir hacia el oriente paralela a la vía
de la sección chilena del ferrocarril de Arica a La Paz y distante diez
kilómetros de ella […].

Artículo 7º. Los Gobiernos de Chile y del Perú respetarán los derechos
privados legalmente adquiridos en los territorios que quedan bajo sus
respectivas soberanías […].

Artículo 10º. Los hijos de los peruanos nacidos en Arica, se considerarán


peruanos hasta los veintiún años, edad en que podrán optar por su
nacionalidad definitiva; y los hijos de chilenos nacidos en Tacna, tendrán el
mismo derecho”90.

89 http://especiales.pulso.cl/LaHaya/resource/docs/tratadoLima.pdf
90 Ídem.
112
Modesto Mena luego de retornar a Ticnamar, se dedicó a la agricultura y
comercio entre su pueblo, Codpa y Belén 91. Respecto a su ciudadanía, siguió
profesando su adhesión al Perú, por ello, se hizo socio de la “Sociedad Peruana
de Beneficencia de Arica” en 1933. Esta organización de beneficencia opero en
Arica, con la asistencia de enfermos, proveyéndolos de los servicios médicos de
Tomas Aravena. En el periodo 1933 a 1935, tuvo como presidente de esta
sociedad a don Félix Iturriaga, quien se dedicó a recuperar la Casa Bolognesi y
el estandarte de la sociedad, que estaba en manos del guardador Gerardo Vargas
en Lima. La memoria de la organización en 1935, posee los siguientes socios de
origen indígena: José Ale, Raimundo Centella, Guillermo Centella, Félix Centella
Mamani, Arnaldo Jiménez, Ubaldo Jiménez, Valerio Colque, Juan de Dios
Corvacho, Justo Flores, Alejandro Lozano, Emilia Lanchipa, Modesto Mena,
Bernabé Mena, Honorio Marca, Rolando Pérez, Esteban Quispe, Osvaldo
Quelopana, Pedro Rada, Víctor Tarqui Cañipa, José Zegarra y Francisco Zavala,
entre otros (Figura 29) 92. Igualmente, en este periodo, la sociedad continua
manteniendo un contacto fluido con el Perú, pues no dejo de asistir a las
actividades conmemorativas de las fiestas del 28 de julio y el aniversario de la
reincorporación de Tacna a la vecina nación (Figura 30).

El quiebre de las relaciones comunales y reciprocidad se aceleró en la


década de 1920 y 1930, pues se iniciaron una serie de pleitos por tierras y
pastales al interior de Ticnamar, enfrentando a la comunidad con Juan de la
Cruz Yucra Choque y Hermenegildo Yucra (ex plebiscitario) y luego con sus
descendientes (Figura 31) 93,94. Más tarde, nuevos juicios siguieron afectando
el clima de la comunidad, pues un grupo de vecinos en 1942, solicitan una
posesión efectiva de herencia, generando un largo conflicto familiar y comunal
en los tribunales de justicia de Arica. Dicha situación, se agravo en 1944,
pues los peticionarios reinscribieron la escritura de 1909 (Yucra 2002: 9). Los
reclamos contra esta acción fueron iniciados por Modesto Mena y otros
vecinos del pueblo, ya que consideraron que todos los vecinos tenían derecho
sobre tales bienes (Figura 32).

91 El Tratado fijo además un protocolo complementario, que fijo no se podía ceder Arica, sin el
acuerdo entre Chile y Perú a una tercera potencia parte de los territorios en disputa o construir en
ella un ferrocarril.
92 AMM, Personal, N° 09, “Memoria de la Sociedad Peruana de Beneficencia Arica”.
93 AMM, PERSONAL, N° 012, “Declaración de Hermenegildo Yucra Ancase. Juzgado de la 5ª
Subdelegación de Belén”.
94 AMM, PERSONAL, N° 013, “Carta de abogado Humberto Cifuentes a Cirilo Zubieta Doroteo
Ramos, Maclovio Zubieta, Recaredo Montealegre y Froilán Atilano Gómez. Comunica éxito de juicio
contra Yucra”.

113
En 1950, con la finalidad de acceder al montepío otorgado por el
gobierno peruano Modesto Mena envía la siguiente carta al General Alejandro
Barco, Presidente de la Junta Calificadora y Revisora de la Campaña del
Plebiscito de Tacna y Arica, que dice:

“Modesto Mena Mamani, peruano, natural de Ticnamar, comprensión de


Arica y con domicilio precario en el pago de Humo en el Cercado de Tacna,
ante usted, respetuosamente digo:

El recurrente ha sido plebiscitario en la Campaña del año 1926 y estaba a


cargo de la Delegación Peruana en La Paz, Bolivia. Fui expulsado a esta
localidad por la Liga Chilena el año 1924, donde he permanecido hasta la
fecha del plebiscito, previo y presentación de mi declaración como votante
de dicha campaña plebiscitaria, ante el señor Ministro peruano acreditado
en La Paz, Bolivia, como consta de la documentación que obra en el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Lima.

Soy padre de numerosa familia y tengo mis pequeños terrenos y ganado en


Tignamar en aquella zona de Arica y con 75 años de edad. Asimismo, he sido
víctima en el mes de enero del presente años por las autoridades chilenas
en dicho Ticnamar por el Juez de Distrito, don Manuel Infante, habiéndome
fracturado el antebrazo de la extremidad izquierda y lesionándome ambas
cejas de la cara y una lesión en el parietal derecho de la cabeza, como
aparece de la denuncia que he presentado al señor prefecto de este
Departamento de Tacna, a fin de que con intervención del señor cónsul
peruano acreditado en Arica, me otorguen las garantías y se me indemnice
los perjuicios de que he sido víctima de parte de las autoridades chilenas.

En esta virtud, ocurro a usted para que se me digne disponer lo conveniente,


a fin de que se conceda la correspondiente pensión. Hago presente que
hasta la fecha me siguen ultrajando por sostener mi peruanidad en aquella
región que fue nuestra. De acuerdo con el Decreto Ley N° 10630, reitero se
me atienda con la respectiva regularización de mi citada pensión vitalicia.

Tacna, 25 de Febrero de 1950” 95.

La solicitud de Mena, no tuvo los éxitos deseados, por lo cual un año


después envía otra carta, pero esta vez dirigida a Remigio Loza Paniagua,
pidiendo ayuda con su solicitud en Lima, dicha carta posee fecha 17 de
Diciembre de 1951 y dice (Figura 33 y 34):

95 AMM, Personal, N° 10, “Carta al General Alejandro Barco”.

114
Figura 29. Sociedad Peruana de Beneficencia de Arica. Memoria de 1935.

115
Figura 30. Salvo Conducto de Modesto Mena de 1947.
Figura 31.
Carta de abogado Humberto Cifuentes a los vecinos de Ticnamar.
117
Figura 32.
Carta de Modesto Mena al general del Ejército Peruano, Alejandro Barco.
118
Mi distinguido y buen amigo:

Con mis mejores deseos que al recibo de la presente, se encuentre Ud. bien
de salud, y con mis sinceros votos de su pronto retorno a esta ciudad, donde
sus amigos lo extrañamos de verdad.

Por serme de urgente interés, me permito rogarle muy encarecidamente se


sirva Ud. informarme, el resultado de sus gestiones hechas, sobre el asunto
que le tenido a bien encomendar, referente al montepío, que basado en la
justicia y patriotismo, me corresponde por mi condición de Ex – Plebiscitario
Irreductible, ya que mi vida, puedo declararla abiertamente sin temor a
juicios ni observaciones venideras, la he consagrado al servicio de mi Perú, y
puedo decirlo que un cautiverio largo, ni las amenazas, ni golpes que los
llevo en mi cuerpo como la mejor condecoración que presento a mis
conciudadanos, esas amenazas no pudieron cambiar mi peruanidad,
también mostrada desde Arica.

Como quiera que hace tiempo le entregue a Ud., conocedor de su apreciable


celo y conocimiento en la materia, le entregue toda mi documentación en
forma, legado debidamente informado, inclusive con Certificados
expedidos por la Prefectura y Subprefectura de nuestra Tacna, a fin de que
Ud., los enviara a Lima al Ministerio respectivo, para que se me oiga y se me
otorgue lo que justicieramente pido, ya que a mis años de larga vida vivida,
tengo derecho a pedir ayuda.

Como usted recordará, le entregué todos los documentos a fin de que por su
intermedio se hagan las gestiones pertinentes.

Por lo que ahora, le suplico, apelando a su patriotismo inmaculado mi buen


amigo Loza Paniagua, se sirva Ud. decirme en qué estado se encuentra en
Lima mi documentación, que en sus manos puse a fin de percibir los goces
que señala la patriótica Ley de los Plebiscitarios. Le ruego, pues me conteste
a Modesto Mena Mamani, dirigido a la Subprefectura de Tacna; demás está
insistir en la importancia y significado que representan para mi tal
documentación, pues ella es índice de mi vida consagrada a nuestro Perú.

Rogándole una vez más encarecidamente, quiera Ud. interesarse


mayormente sobre lo que le pido, me despido de Ud. cordialmente.

Esperando su respuesta tan valiosa y esperándole verlo en Tacna para


corresponder a sus molestias” 96.

96 AMM, Personales, N° 011, “Carta a Remigio Loza Paniagua”.


119
Las gestiones de Mena, no tuvieron éxito, pues una década después, aun
no recibía los beneficios de la “Ley de los Plebiscitarios de Tacna y Arica”. Estos
beneficios alcanzaban una cantidad de dos remuneraciones mínimas vitales,
destinadas a los ciudadanos peruanos que participaron en la Campaña
Plebiscitaria de Tacna y Arica de 1925. En 1992 97 solo trece ciudadanos
peruanos de la ciudad de Tacna aún estaban percibiendo esta pensión y luego
once en el año 2008.

En el trascurso de 1953, el río Ticnamar tuvo crecidas anormales


producto de las lluvias estivales, llegando a destruir siete casas, afectando a las
familias de Margarita Gómez, Ángel Yucra, Eustaquio Huanca, Cornelio Quispe
y José Angulo. El domicilio de la familia Mena, no fue afectado, pues se
encontraba cerca del Calvario. El diario el “Mercurio”, en su edición del 13 de
Marzo de 1953, consigna:

“Las comunicaciones recibidas del interior, dicen que el domingo último se


desencadeno una torrencial lluvia con vientos huracanados. El rio Ticnamar
se salió de madre, arrastrando siete casas ubicadas en sus orillas […].
Fenómenos parecidos se han registrado en otros pueblos pequeños situados
en el interior del Departamento, pero la falta de comunicaciones impide
saber si han ocurrido desgracias” 98 .

En el año 1955, Modesto Mena siguió implicado en la defensa de los


derechos de su comunidad, para ello recurrió a su amigo y abogado en Santiago,
don Agustín Quevedo, quien le envió el 20 de Abril la siguiente carta:

“Mi recordado y viejo amigo:

Supongo recibiría mi carta del día 15 que se ha cruzado en el camino con la


suya del día 12 (las dos por avión) y en esta carta suya venían los años que
cree se efectuaron las inscripciones “del título de Ticnamar” y que son según
su carta 1903 y 1908. Además yo encontré aquí entre sus papeles un
pedazo del diario “El Morro de Arica” del 8 de Agosto de 1903, en que figura
publicada la compra – venta que de unos terrenos de Ticnamar, la hizo
Antonio Belasco y Lucas Madueño a Diego Apasa, por si y en representación
del Común de Indios de Ticnamar. Esta minuta tiene fecha 23 de Julio de
1903 y está firmada por el notario don Jovino Troncoso. Para mejor le
mando la copia de esa publicación en el diario “El Morro de Arica”. yo muy
contento con esta publicación me fui a Bienes Nacionales y pedí los
Conservadores de Bienes Raíces de 1903, sin encontrar ni rastros de que se

97 http://docs.peru.justia.com/federales/decretos-leyes/25811-oct-28-1992.pdf
98 AMM, Personales, N° 018, “El Mercurio, 13 de Marzo 1953, página 8”.
120
haya inscrito esa compraventa que dice la publicación. Los busque por los
nombres Apaz – Apasa – Belasco – Madueño y Tignamar”. Pero no hay nada.
He estado hoy desde las 9 ½ hasta las 12, que es la hora que cierran la
oficina, dando vuelta los registros de 1903 y de 1908, pues Ud., en su carta
me indica ambos años. Yo no se que hacer, pero de todos modos volveré
mañana a ver los registros de 1906 y 1907, pues en el registro revise de
1903, están también los años 1904 y 1905, sin encontrar tampoco nada en
estos años. Si alcanzo a revisar mañana 1906 y 1907, le volveré a escribir
lo que resulte. Paciencia, pero por mi parte no puede quejarse pues día a
día me estoy preocupando de este encargo suyo por sus paisanos de
Ticnamar. Ojala que logre encontrar lo que me piden. Yo no me explico que
puede haber pasado al no figurar la inscripción en el año de la publicación
(1903) ni en el otro año indicado por Ud. (1908). Busque más datos entre la
gente antigua de allá pueda ser que descubramos donde puede estar el
enredo, que es muy raro.

Escríbame largo y bien claro. Yo le repito que voluntad y tiempo me sobran


para atenderlo, pero no puedo hacer milagros. No puedo encontrar lo que
no existe.

Su hija Bernarda vino a conversar conmigo el sábado 16 de este mes y le dije


lo que pasaba con la búsqueda del título en bienes nacionales y que los
papeles suyos los iba a buscar porque con el cambio de casa aún no los
encontraba. Quedo de volver el próximo sábado 23. Desgraciadamente no
le podre entregar más que su libreta de matrimonio, pues el testamento, una
escritura pública de compra de unas tierras en Ticnamar, etc. De que usted
me habla no existe en mi poder. No sé si esos documentos sean testamentos
e inventados los poderes de Hermenegildo Menacho Corro y sus hermanos
Olga y José otorgado por Dolores Corro de Menacho y Hermenegildo
Menacho Aso, pues estos documentos según certificado del que fue
Subdelegado de Belén don Nolasco Donoso, que le acompaño estaban en
poder de dicho Subdelegado, pero yo no los tengo. Ud., debe averiguar con
la viuda de Donoso que debe vivir por allá.

De manera, mi amigo Mena, que fuera de su libreta de matrimonio no hay en


mi poder más documentos importantes suyos. Si mañana encuentro algo en
Bienes Nacionales, se lo anunciare al final de esta carta como asimismo la
fecha en que me entregaría las copias y su valor. De mis honorarios hablare
cuando se terminen mis trabajos, encontrados o no encontrados los títulos.

De todos modos espero mayores datos de su parte, pues no es posible que


todo se haya quedado en la publicación y no se haya hecho la inscripción en
el Conservador de Bienes Raíces.

Con saludos y cariños para Ud., y amigos, se despide atte. un amigo suyo.
121
Agustín Quevedo

Nota: 21 de abril, 6 de la tarde.

Fui a Bienes Nacionales y como aún no había encontrado la inscripción que


necesitaba, pedí el Registro de Escrituras Públicas de 1903 y vi la
protocolización de la compra venta de Ticnamar, que aparece adjudicado
por el Juez Letrado mandando protocolizar la escritura indicada en que
aparecen como vendedores Antonio Velasco y Lucas Madueño, indios
principales de Ticnamar y como compradores: Vicente Flores, Bartolomé
Zubieta, Mariano y Juan de la Cruz Yucra, Rucendio Apas y Toribio Ponce.
Junto a la protocolización un documento o título también de Ticnamar,
constituido hacían 130 años en esa fecha. Los deslindes de estas tierras los
copio a la vuelta del papel de f. 1. De esta carta.

Bueno mañana después que vaya a Bienes Nacionales le volveré a Escribir” 99.
El anexo a la carta que se envió a Modesto Mena, estuvo compuesta por
una trascripción de la publicación realizada en el diario “El Morro de Arica” el 8 de
agosto de 1903, en la sección de “Avisos”, que dice lo siguiente:
“Compra – venta

Don diego Apasa, por sí y en representación del Común de Indios del pueblo
de Ticnamar, por la compra hecha a don Antonio Belasco y a don Lucas
Madueño, vecinos del pueblo de Codpa, es dueño de unos terrenos ubicados
en Ticnamar, quinta Subdelegación de este Departamento, cuyos linderos
son:
Por el Norte, pampa llamada Ancocalán y laguapachita, habrá de Controve,
Caimuta, Colabarato y cuchilla de Taracollo y el rio de Umapalca; Por el Sur,
quebrada llamada Marqueza, Amachumo y el cerro Márquez, lagunilla
Sagueshuano, la apachita de Agua Milagro; Por el Este, la quebrada de
Chano y Bichuta y; Por el Oeste, cuesta llamada Tizane y caminos a Belén y
Arica, llamado Challacagua y la apachita de Butigalaca. Así consta de
escritura pública de protocolización de compraventa otorgada en esta
notaria con fecha de hoy.
Se da este aviso por los efectos de su inscripción.

Arica, 23 de Julio de 1903.

Jovino Troncoso
N. I. y C.”100.

99 AMM, Personales, N° 014, “Carta a Modesto Mena. Títulos de Ticnamar”, paginas 1 – 4.


100 AMM, Personales, N° 015, “Compraventa publicada en el diario El Morro de Arica, 8 de agosto de
1903”.
122
Además, Agustín Quevedo, agrego una transcripción de la
protocolización de 1903 101. El 9 de Mayo, le envió una nueva carta Mena
informándole que le acababa de solicitar copia de la escritura de protocolización
de compra venta de Antonio Velasco y Lucas Madueño al Común de Indios de
Ticnamar 102 , solicitándole él envió del dinero para cancelar la tramitación, el
pago de los honorarios e informándole de los tramites que se estaban realizando
en el Ministerio de Tierras, respecto a informes sobre adjudicaciones de tierras
en 1946. Advirtiéndole además, que dichas copias de las escrituras demorarían
unos 15 días y que solo los documentos del Ministerio de Tierras se podrían
obtener antes. Agregando a su misiva un detalle minucioso de los gastos
incurridos por la búsqueda de las escrituras de la Comunidad de Ticnamar, los
cuales ascendieron a $1.516 pesos 103,104 .

En sus últimos años de vida a Modesto Mena, le toco observar la


destrucción de su amado pueblo de Ticnamar, pues en marzo de 1958, nuevas
lluvias torrenciales provocaron un nuevo desbordamiento arrastrando casas,
chacras y corrales de ganado (Figura 35). Un año después, el 19 de marzo de
1959, la crecida del río arraso con el cementerio, la escuela y un número
importante de casas. Mireya Yucra Ape, consigna los siguientes testimonios:

“Cerca de las 18 horas bajaba caudaloso el río, algunos miraban de lejos,


poco a poco nos dimos cuenta que el río, empezaba a crecer más de los
normal, inmediatamente empezamos a tratar de sacar lo que se podía, más
tarde el río arrasó con todo y la gente tuvo que contemplar como todo su
esfuerzo por construir su casa propia se iba en medio de las aguas
achocolatadas.

Vivíamos cerca del río y éste pasaba dos pies del barranco, el resto era una
pequeña planicie donde se ubicaba el pueblo, el cual se formaba por dos
corridas de casas y tres calles, la escuela atravesaba la calle y frente a ella
estaba la plaza, más allá la iglesia y al costado el cementerio” (Yucra
2002:19).

En las semanas siguientes con la ayuda de los funcionarios de Bienes


Nacionales, se identificaron tres sectores posibles para la construcción de un
nuevo pueblo, por ello se eligieron los siguientes sectores: Cayllima, Upulla y

101 Ídem.
102 AMM, Personales, N° 016, “Informa tramitación de copia de escritura de Ticnamar”.
103 AMM, Personales, N° 017, “Cuenta de la Comunidad de Ticnamar”.
104 Entre 1984 a la actualidad ha habido una serie de intentos por normalizar la situación interna
de Ticnamar así como del saneamiento de los títulos. Fue en este contexto que se constituyó la
Corporación de Desarrollo de Ticnamar”, bajo el auspicio del Ministro de Fe, el Notario Víctor
Warner, quien acudió al pueblo. Años después, se creó la comunidad indígena.

123
Tacna; Cayllima, fue rechazado por tener muchas piedras; Upulla, fue desechado
por no tener acceso al agua y; Tacna, fue un sector que era empleado como
cancha, siendo finalmente el escogido para edificar el nuevo pueblo
(Figura 36) 105. Así, el 18 de Septiembre del mismo año, Bienes Nacionales, hizo
las mensuras y trazado del nuevo pueblo, debiendo los vecinos canalizar las
aguas del Tumaya, para luego, iniciar la construcción de casas, iglesia, escuela y
sede social. El pueblo nuevo de Ticnamar, fue inaugurado finalmente en 1961.

Fue en este contexto, del renacimiento de Ticnamar, que don Modesto


viaja al santuario de Copacabana junto a su esposa a saludar a la Virgen de
Copacabana (Candelaria), meses después muere, a la edad de 86 años, en el
extremo sur de la antigua provincia peruana de Arica, Ticnamar. Horas antes de
su deceso, don Modesto salió a la calle del pueblo viejo, se arrodillo mirando la
cordillera, rezando largamente a la Virgen de la Asunción, despidiéndose luego
de su pueblo y de los vecinos que estaban construyendo sus nuevas casas en el
sector llamando “Tacna”.

Al atardecer, comenzó a sentirse mal y falleció ese mismo día 31 de


Agosto durante la noche106, el azar del destino, le llevo a pasar los últimos
instantes de su vida pensando en su Ticnamar y en esa Tacna cercana, donde
renacía su pueblo. Este nuevo Ticnamar, simbolizo la lucha de sus ideas,
convicciones y lealtades a su amado Perú, por el cual vivió penurias, miedos, la
pérdida de su amado primogénito Julio y el porvenir de su familia.

Corresponde mencionar que hasta ese año de 1961, Modesto Mena no


dejo de izar su bandera peruana, junto a la chilena en aquellas fechas
conmemorativas al igual que muchos hombres y mujeres aymaras que abrazaron
la causa del Perú. “Todo fue por ella… por la patria”, dijo este plebiscitario
irreductible, que es un ejemplo de convicciones, que no solo deben ser
entendidas por el devenir de las ideologías nacionales que lo asecharon, sino
porque Mena lucho por la integridad y cuidado de ese otro Perú imaginado, que
está amparado por el J'acha tangani, sus cerros y quebradas. Ese otro Perú, esa
“matría” 107, se llamó Ticnamar.

105 En el sector de “Tacna” habitaban la familia Mamani, los parientes maternos de Modesto por
línea materna.
106 En la actualidad el sector de “Tacna” se llama “Pueblo Nuevo de Ticnamar”.
107 Para Miguel de Unamuno, tal término evocaría la feminización de los atributos asociados a la
nacionalidad.

124
Figura 33. Carta a Remigio Loza Paniagua.

125
Figura 34. Carta de Bernabé Mena Corro al Prefecto de Tacna.

126
Figura 35. Pueblo de Ticnamar después de ser destruido por las crecidas del rio en 1959.
Figura 36. Sector de “Tacna”, antigua estancia de Ticnamar Viejo,
que se convirtió en el actual pueblo nuevo de Ticnamar.
CAPITULO V
OTRAS MEMORIAS COLECTIVAS DE TICNAMAR

5.1. Ritualidad y religiosidad en Ticnamar


Ticnamar al igual que el resto de las comunidades aymaras de la región,
poseyó en el pasado numerosas fiestas rituales y religiosas, directamente
relacionadas con las actividades agrícolas y ganaderas de su espacio territorial.
No obstante, en las últimas décadas se han acrecentado las perdidas culturales,
como consecuencia de los cambios ideológicos generados por el liberalismo
político de finales del siglo XIX, la chilenización, la destrucción del pueblo entre
1953 y 1962 por las crecidas del río y finalmente por los cambios culturales
generados por el estrecho contacto con el discurso de modernidad y progreso
que se propago por los Andes en la década de 1960 (Figura 37,38, 39 y 40).
En este contexto, la continuidad del despliegue ritual y festivo de
Ticnamar ha tenido contracciones, pues de las diez fiestas importantes que
existieron a mediados de la década de 1950, solo persisten el Carnaval, la
Semana Santa, las Cruces de Mayo, San Juan, San Santiago, la Asunta, los Santos
difuntos y la virgen de los Remedios. No obstante, algunas de estas fiestas, han
comenzado a desaparecer paulatinamente en las últimas décadas. En este
contexto, a continuación se describe el calendario ritual de Ticnamar.
5.1.1. Virgen de la Candelaria
La Virgen de la Candelaria es una de las advocaciones de la Virgen María,
que se celebra los primeros dos días de Febrero, siendo el segundo, el día central.
La historia de esta imagen está unida íntimamente a la historia de las Islas
Canarias y especialmente con la isla de Tenerife pues fue el lugar donde se dice
que apareció, llegando más tarde al continente americano. Según, Julio Elías,
fueron los dominicos, quienes propagaron la profunda devoción a la Virgen María
en toda esta región (Elías 1978). Así, su culto se extendió desde Puno a
Copacabana y luego al resto de los Andes. Es probable que el culto a la
Candelaria haya llegado entre el siglo XVII y XVIII.
En la antigua religión andina, la Luna fue considerada una deidad,
llamada Mama Quilla por los cusqueños y Phaxsi mama por los aymaras. Esta
deidad, es la guardiana y protectora de todas las manifestaciones y aspectos
femeninos, además de ser dueña de la riqueza. Por ser una deidad del Alax
Pacha, fue motivo de culto en parte importante de los Andes. Siendo en la
“primera” evangelización, su culto asimilado a la Virgen de la Candelaria. Es
decir, el sistema de creencias religiosas de Phaxsi Mama fue reinterpretado,
pasando a llamarse “Candelaria” en la totalidad de los Andes. Similar ocurrió
con la Virgen del Rosario, que en muchas regiones de los Andes, es la
personificación de la diosa Pachamama.
129
Los datos etnográficos proporcionados en Ticnamar dan cuenta que el
culto y las fiestas a la Virgen de la Candelaria, dejaron de practicarse entre el año
1961 y 1962. La estructura de la fiesta, no tuvo grandes diferencias en relación a
la festividad de la virgen de los Remedios o la Asunta 108, pues debió tener su:
Ch'alla o p'awa de Mercaderías y “chuwa” en la antevíspera; wilancha y alba;
aseo de la iglesia; Ch'alla o p'awa de Mayordomos y alférez; entrada de ceras;
misa; fiesta de víspera; nuevamente el alba de fiestas y; fiesta principal, entre
otras actividades relevantes.

5.1.2. Carnaval

Al igual que en el resto de los Andes, las fiestas de Carnaval se realizan en


los 40 días previos al inicio de la Semana Santa, hecho que motiva una variación
en su fecha de celebración. Esta fiesta, según Hans van der Berg, es uno de los
ritos de pre-cosecha más importante de los Andes, pues se produce en un tiempo
de fertilidad. Coincidiendo, además, con un periodo de florecimientos de los
campos de papa y maíz. Para el autor, el Carnaval o Anata, es un término
relacionado con el juego y con la festividad ritual destinada a los cultivos. Berg,
también describe la Anata como una figura vaga que no aparece en otro
contexto ritual y que es representada como un “viejo y joven al mismo tiempo”
(Berg 1989: 88). Además esta figura toma el nombre de José Domingo
Carnavalón en otras comunidades, respecto al mismo tema, Vivian Gavilán y
Ana María Carrasco, la han definido como un espacio de reproducción social de la
comunidad (Gavilán y Carrasco 2009), atribuyéndola como, un tiempo propicio
de la fertilidad humana e inicio sexual, pues esta fecunda los campos y cultivos.
En Ticnamar el carnaval estaba a cargo de un alférez o “capitán”,
acompañado por los mayordomos. El domingo, los jóvenes sacaban el carnaval,
pues ellos son los responsables de iniciar la festividad (Yucra 2002; Veliz y Veliz
2003). Las actividades se iniciaban con la selección del cordero y la preparación
de la Guatia. En las últimas décadas se ha generado una reinterpretación de los
ritos o se le han adosado otras actividades como las deportivas, que están
ausentes en los otros pueblos durante el primer día de fiesta. La música de
carnaval, se expresa con instrumentos de cuerda, vientos y percusión (guitarras,
violines, bandolinas, quenas y bombo), ejecutadas por los “guitarreros”. El inicio
del carnaval comienza formalmente, con el desentierro del abuelo de carnaval.

Al producirse una perdida en la estructura ritual y religiosa, los ritos de


inicio de la fiesta se han simplificado teniendo como epicentro la sede social y al
alférez o “capitán”. Así, el desarrollo del carnaval de Ticnamar le entrega un rol
más protagónico a los jóvenes, los días domingo y lunes, a diferencia de pueblos

108 La estructura de la Fiesta de la Virgen de los Remedios, remitirse al trabajo de Rodrigo Ruz,
Alberto Díaz y Rodrigo Fuentes (2011).
130
como Putre y Socoroma, que solo permiten un despliegue altamente
jerarquizado de las autoridades civiles y religiosas, pues, el alférez solo puede
iniciar la fiesta cuando se encuentre acompañado de los mayordomos, que
ocupan posiciones jerárquicas específicas, y solo después se agrega la
comunidad. En el caso de Ticnamar, el día martes de Ch'alla, está destinado a la
participación y dirección de la población adulta, llamada el “día de los casados”.
Destaca en este día, las libaciones con vino y el mastique de hojas de coca,
consumidos comunitariamente. Los días miércoles y jueves, se destinan a la
visita de las casas del pueblo, oportunidad en la cual cada anfitrión agasaja a
toda la comunidad con su “cariño respectivo” (comida, alcohol).

El día viernes es muy especial para el catolicismo en el mundo andino,


pues constituye el primer viernes santo, prohibiéndose todo tipo de
manifestaciones hasta después de la misa y procesión. No obstante, en otros
pueblos reinician la fiesta del carnaval a las cero horas, pudiendo extenderse
hasta el amanecer. En Ticnamar el sábado es el último día de la fiesta, pues al
atardecer se entierra el abuelo al pie del calvario, otros personajes, que destacan
en el carnaval son el “abuelo” y la “abuela”, personificados por dos varones de la
comunidad, que realizan un performance jocoso y festivo, pero de alta
significación ritual, que ha sobrevivido en Ticnamar, mas no en otros pueblos,
igualmente, la figura del “aychi”, impone orden moral y social, impidiendo la
burla hacia los “abuelos” (Yucra 2002), sintetizando las creencias más profundas
de la cosmovisión andina, pues se refiere a ese pasado remoto y a la dualidad del
espacio sagrado, que aun sobrevive.

El uso de membrillos adornados con flores, en el último día de fiesta es


obligatorio, pues son arrojados con ondas, invocando al “señor, la virgen, los
santos, los cerros; lejos quedan los membrillos y las flores, así se hace el
despacho, como ya no salen los abuelos se manda antes que caiga la lluvia”
(Yucra 2002: 31). Previo al despacho según Yucra, se preparan maíz con agua
bendita en dos tarros o vasijas, se hacen figuras de llamas con unt'u (grasa de
animal) y se aflojan las tapas del licor a ofrendar, toda la ofrenda luego es
enterrada al pie del calvario para que los cerros sagrados de Ticnamar y la
Pachamama los consuman.

5.1.3. Fiesta de San José

El día 19 de Marzo se celebra la fiesta de San José, en el mundo católico.


Este santo es el patrono del Perú desde 1828, aunque también se le rindió un
importante culto en el Perú virreinal, tras múltiples manifestaciones de devoción
del Congreso Constituyente, San José obtuvo una serie de cofradías, decretos

131
conciliares y sinodales, su presencia en la toponimia y numerosos patronazgos
de la patria, capillas, centros educativos, seminarios, monasterios,
congregaciones, instituciones de obras sociales y benéficas109. El olvido de esta
fiesta parece estar asociada a los cambios ideológicos que se originaron tras la
guerra del pacífico, la Chilenización y la pérdida definitiva de estos territorios
para el Perú.

5.1.4. Semana Santa

La celebración de Semana Santa, en el calendario litúrgico está


integrado por una serie de actividades religiosas, que se inician con el Domingo
de Ramos y concluyen el Domingo de Pascua o Resurrección. La liturgia del
Domingo de Ramos es una de las más intensas de la Semana Santa y del año
litúrgico, que junto el Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección
forman las celebraciones principales del mundo cristiano. El Domingo de Ramos
es un día alegre y triste a la vez, la liturgia comienza con la bendición de las
palmas y ramas de olivo. Los sacerdotes entran en procesión (la cual suele ser
más larga que lo habitual) a celebrar la Misa. La procesión litúrgica hace
referencia a la entrada triunfal de Cristo en la ciudad de Jerusalén.

El Lunes Santo, es el segundo de los días de la Semana Santa, durante la


cual, los cristianos conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de
Nazaret. En la procesión, Cristo es acompañado por Juan Evangelista, Jesús
Nazareno y la Virgen de los Dolores, al compás de las bandas de zampoñas o de
bronce.

El Martes Santo, se caracteriza por la reflexión de diversos pasajes de la


Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Son días propicios para la
meditación profunda en los que la Iglesia nos invita como en una “última
llamada” para acercarnos al sacramento de la confesión, con el fin de estar
preparados para vivir la Vigilia Pascual y el gran acontecimiento de la Pascua.
Simultáneamente se realizan diversos altares en la iglesia, pues toda la Semana
Santa, dicho altar tiene distintas disposiciones.

109 Años más tarde la Asamblea Episcopal peruana a solicito al sumo Pontífice en 1957 que
“confirmase la elección del Celestial Patriarca como Patrono de la República Peruana”, a la cual el
Santo Padre Pío XII accedió emitiendo el 19 de Marzo del mismo año el Breve Apostólico con el cual
declaró al “Patriarca San José, Esposo de la Virgen María, principal Patrono ante Dios de la Nación
Peruana, con todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden a los Patronos de los
lugares”.
132
Figura 37. Profesor Leonel Veliz, vecinas y niños de Ticnamar, año 1958.
Figura 38. Alcalde de Arica, Oscar Belmar de visita Ticnamar en el año de 1958.
Figura 39. Oscar Mena en uniforme militar de Ejército de Chile.

135
Figura 40. Matrimonio de Oscar Mena y Nora Veliz.
136
El Miércoles Santo, marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la
Pascua, es el día, en que se reunió el Sanedrín con Judas Iscariote, el tribunal
religioso judío, para condenar a Jesús. En este día se realizan en pueblos como
Belén, Putre y Socoroma, el oficio divino "de las tinieblas". En este ejercicio, se
pone delante del altar o “Ara” un candelabro triangular con velas que se apagan
sucesivamente a cada salmo, porque se acerca la muerte del redentor. Sólo una
vela se mantiene encendida y se esconde debajo del altar o guarda en él
baptisterio, pues dicha “luz” representa a Jesucristo que estando muerto no se
separa de la divinidad de su alma y cuerpo, pues volverá al tercer día. Al final del
oficio se apagan todas las luces dando lugar a la prodigiosa oscuridad. En este
proceso el cantor del pueblo canta el Salmo 50, “Miserere Mei Deus”:

“Miserere mei, Deus,


secundum magnam misericordiam tuam.

Et secundum multitudinem miserationum tuarum,


dele iniquitatem meam.

Amplius lava me ab iniquitate mea:


et a peccato meo munda me.

Quoniam iniquitatem meam ego cognosco:


et peccatum meum contra me est semper.

Tibi soli peccavi, et malum coram te feci:


ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris.

Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum:


et in peccatis concepit me mater mea.

Ecce enim veritatem dilexisti:


incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi.

Asperges me hyssopo, et mundabor:


lavabis me et super nivem dealbabor.

Auditui meo dabis gaudium et laetitiam:


et exsultabunt ossa humiliata.

Averte faciem tuam a peccatis meis:


et omnes iniquitate meas dele.

Cor mundum crea in me, Deus,


et spiritum rectum innova in visceribus meis.
137
Ne projicias me a facie tua:
et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.

Redde mihi laetitiam salutaris tui:


et spiritu principali confirma me.

Docebo iniquos vias tuas:


et impii ad te convertentur.

Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae


et exsultabit lingua mea justitiam tuam.

Domine, labia mea aperies:


et os meum annuntiabit laudem tuam.

Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique:


holocaustis non delectaberis.

Sacrificium Deo spiritus contribulatus:


cor contritum et humiliatum, Deus, nos despicies.

Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua sion:


ut aedificentur muri Jerusalem.

Tunc accetabis sacrificium justitiae, oblationes et holocausta:


tunc imponent super altare tuum vitulos”(Officia Propria Sanctorum
MDCCCLVII:59) 110,111.

Luego, la vela encendida retorna, para ponerla sobre el ara,


representando con ello la resurrección. Además, este día se caracteriza por la
realización de diversas procesiones de “encuentro” entre Cristo, el Nazareno y la
Virgen Dolorosa. En Ticnamar, el Miércoles Santo, la gente suele reunirse en la
iglesia durante tres noches, para rezar el rosario y conmemorar los quince
misterios de la virgen. En el Encuentro de la Virgen y el Cristo participa también,
“San Juan” (Yucra 2002).

El Jueves Santo, es una fiesta cristiana donde la celebración se realiza en


un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan
sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que
ocurrirá a partir de esa misma tarde del Jueves Santo, con el encarcelamiento y
juicio de Jesús. Al igual que en los días previos se realiza una Misa y procesión.

110 Funciones propias, Santos de España, año 1857 (MDCCCLVII).


111 Entonación de “Miserere Mei Deus” en https://www.youtube.com/watch?v=CPvi_x9CO08

138
En el caso de las comunidades andinas, el despoblamiento ha ido generando una
contracción de los ritos de Semana Santa, pues solo se concentran en el Viernes
Santo y Domingo de Resurrección. En Ticnamar, las oraciones son parte
importante de la tradición de este rito, siendo además, un día de preparación del
Vía Crucis.

El Viernes Santo, es el único día del calendario litúrgico católico, en que,


no se celebra la Misa, como luto por la muerte del Señor. Las campanas
permanecen mudas, siendo sustituidas en algunos pueblos por matracas de
madera, tampoco el órgano suena, excepto para marcar el tono, y se evita el
canto polifónico.

En Ticnamar los vecinos se reúnen en las cuatro esquinas de la plaza


para preparar los altares, cada esquina reúne a un número indeterminado de
familias. Los altares son preparados con mantas, palos y flores, entre otros (Veliz
y Veliz 2003). La finalidad de los altares, es recibir al Santo Sepulcro durante la
procesión. La festividad está a cargo del alférez de la fiesta de la Asunta, ya que
no existe, la figura del Fabriquero o mayordomo, como suele ocurrir en otras
comunidades, en este sentido el alférez pasa a tener un rol jerárquico de
importancia. Ante la posibilidad de inexistencia de esta figura, los mayores del
pueblo o los habitantes con más experiencia dirigen colectivamente las
actividades.

La procesión es apoyada por los varones y mujeres que voluntariamente


se ofrecen para cargar el Santo Sepulcro y Virgen Dolorosa, quienes previamente
han realizado una Ch'alla o P'awa en la sede social del pueblo. Durante la tarde
del día viernes, se realiza la representación del "descendimiento", acto en el cual
la imagen del cuerpo de Cristo es retirada de la cruz para ser colocada en el
sepulcro. Al igual, que en otros pueblos los ritos de golpear la puerta con puños o
látigos, se repite hasta iniciar la preparación del traslado del cuerpo de Cristo.
Durante la procesión, los varoneros dejan el sepulcro de cristo dentro de cada
altar, y puede servirse “caliente, té preparado con canela, azúcar y licor” (Yucra
2002:32). Mireya Yucra, sostiene que una vez finalizada dicha procesión los
varones deberán hacer el mismo recorrido llevando la cruz y arrodillándose en
cada esquina entonando cantos de alabanzas en señal de reverencia al ir
borrando los pasos del señor (Yucra 2002). La procesión, termina al alba del día
“sábado de gloria”. Finalmente, a la virgen se le retiran los adornos de hortalizas
que la adornan, que son repartidos entre los asistentes y preferentemente entre
quienes cargaron a la Virgen. Igualmente, al final, se suele compartir un plato de
Kalapurka con los varoneros y mujeres que cargaron a la Virgen Dolorosa en casa
del alférez de la Virgen de la Asunción (Veliz y Veliz 2003).
139
El Sábado Santo es un día de luto, en la Iglesia Católica también se
conmemora la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando
en compañía del Apóstol Juan. Pueden ser expuestas en la Iglesia, para la
veneración de los fieles, la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o
descendiendo a los Infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo. Ese
mismo día, en Ticnamar el Alférez y antes los mayordomos preparan una guatia
en agradecimientos a los varoneros por su participación en la actividad religiosa.
Por lo general, este día está destinado para compartir en comunidad, y para
visitar a los difuntos en el cementerio del pueblo.

El domingo Santo o Pascua marca el final de la Semana Santa, en la que


se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús. Antiguamente, en los pueblos
tradicionales se daba la "misa de gallo" a las cero horas del domingo de Pascua.
En general, este es un día festivo, por la resurrección del señor, que suele ser en
algunos casos liderados por el Mayordomo de Cristo Crucificado.

5.1.5. Cruces de Mayo

A fines de abril y durante mayo, gran parte del mundo andino vive el
periodo de mayor alegría, pues los campos se caracterizan por las flores que
adornan las terrazas de cultivo y las pequeñas chacras, con la papa, maíz, oca,
habas, zapallos y frutas en general, que están listas para la cosecha. La Fiesta de
la “Cruz de Mayo”, es por tanto, una ocasión destinada a celebrar las cosechas y
tiene como principal destinatario al Inti Tata (cuando se ofrece incienso mirando
hacia el sol en el calvario), la Pachamama, los santos y fundamentalmente la
cruz, que simboliza a los dioses ancestrales de cada comunidad y los Achachilas
(que representan a los espíritus ancestrales de cada comunidad y pueden ser
muchos con distinta jerarquía). Por lo tanto, es una fiesta de mucho
recogimiento, fe y alegría donde las familias deben reencontrarse y buscar la
armonía entre sí y con el espacio sagrado.

En Ticnamar esta fiesta se realiza el tres de Mayo. En la víspera, las


cruces traídas de los diferentes sectores de la comunidad son vestidas con flores
multicolores, diversas cintas y géneros bordados. Al atardecer, como en gran
parte de los Andes, los ticnameños participan de una misa y procesión con sus
cruces, predominan en las cruces arreglos florales de papel y últimamente con
flores artificiales. El ambiente, festivo es acompañado de música y distintos
fuegos pirotécnicos o petardos 112, arrojados a medida que avanza la procesión,
por las calles del pueblo. Al finalizar la procesión, los alférez de cada cruz
realizan una atención a la comunidad con kalapurka y una fiesta bailable. Las
cruces más importantes, son San Santiago y San Juan, que han tenido siempre

112 Los petardos pueden clasificarse, según su potencia o sonoridad, en petardos suaves,
petardos fuertes y contardos.
140
una mayor cantidad de pretendientes y ofrecimientos de devoción entre los
vecinos del pueblo. La subida de la Cruz en el pasado se hacía como en gran parte
de las comunidades a los ocho días, pero en la actualidad según lo informado por
Oscar Mena, se realiza el día 3 de Mayo. Cabe hacer notar, además, que en el
pasado se rendía culto a 10 cruces y en la actualidad, el pueblo nuevo ha reducido
el culto a comunal a solo tres, que están ubicadas en Cayllima, otra camino a
Saxamar y la más importante, en el calvario del pueblo viejo, en el J'acha Tangani.

Al igual que en el resto del mundo andino, la fiesta es coronada con el


disfrute de una guatia comunitaria, preparada por los alférez de las cruces
importantes o de mayor jerarquía del pueblo.

5.1.6. Fiesta de Corpus Christi

La fiesta de Corpus Christi, tiene como finalidad proclamar y aumentar la


fe de los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento.
La celebración se lleva a cabo el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima
Trinidad, correspondiendo al domingo siguiente a Pentecostés 113. En el
mundo andino, esta fiesta fue instaurada por el virrey del Perú, Francisco de
Toledo en 1572 y luego se propago por el resto del mundo andino. En algunas
regiones del Perú se elaboran alfombras hechas de pétalos de flores y en
Ticnamar las alfombras fueron mantas tejidas por donde pasaba la procesión del
Santísimo y el señor. Asimismo, los vecinos llevaban cada uno, la chuwa e
incienso (Yucra 2002). Al finalizar, el alférez y mayordomo, solían invitar a la
feligresía a una fiesta comunitaria, que actualmente no se realiza.

5.1.7. Fiesta de San Juan

La noche de San Juan es una festividad de origen pre-cristiano y está


ligada a encender hogueras o fuegos, cuya finalidad es celebrar la llegada del
solsticio de verano, aunque corresponda al 21 de junio. Este rito busca "dar más
fuerza al sol”, simbólicamente el fuego también tiene una función "purificadora"
en las personas que lo contemplan. En el mundo andino, tuvo interpretaciones
similares, pues las hogueras de San Juan, fueron consideradas por los
indígenas como un proceso de regeneración de la naturaleza. El viajero, Alcides
D´Orbigny describió la fiesta en 1830 de la siguiente manera:
"La tarde del 24 de junio me brindó un espectáculo imponente. Introducida
en América por los españoles la antigua costumbre de celebrar la fiesta de
San Juan por medio de hogueras, debía fácilmente encontrar imitadores en
los indígenas. Estos, que habitan las alturas, en los paredones de la quebrada

113 Es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección.

141
de La Paz, gozaron transportando combustible a todos los lugares poco
accesibles, y como por encanto, en el mismo instante, la profunda oscuridad
de la quebrada fue reemplazada por centenares de fogatas..." (D´Orbigny,
Wiener y La Condamine1958: 578).

El fuego de la noche de San Juan, lejos de destruir definitivamente la


vegetación y esterilizar el suelo, posee la virtud, concedida por el Santo, de
hacerla rebrotar con más lozanía y exuberancia y que los pastos nuevos tengan
mayor vigor y fuerza nutritiva para el ganado, que en el caso de Ticnamar fueron
numerosos en las décadas pasadas. Además, los campesinos del mundo andino,
mantienen la convicción, de que el fuego de San Juan, limpia la tierra para que al
poco tiempo, se cubra de verde césped y se engalane de fragantes flores y
plantas para el ganado. En Ticnamar la acción de prender fuego, se realiza
también, en ambos costados de la iglesia. Asimismo, en las vísperas se reza el
Santo Rosario y se suele sacar la tradicional procesión por las calles del pueblo,
para terminar en la tradicional fiesta otorgada por el alférez. Mientras tanto,
otros vecinos prenden los fuegos en la plaza y cerros cercanos. Al día siguiente,
los que hicieron los fuegos concurren al río a lavarse las cenizas, para luego
concurrir a la kalapurka en casa del alférez. Más tarde, la fiesta se reinicia con la
misa y procesión de San Juan.

Además, en estas fechas los campesinos se preocupan de realizar el


marcado y K'illpa del ganado, llamado también “areteo”, realizado al ganado
ovino y bobino, pues se tiene la creencia que dichos animales están protegidos
por San Juan. Con la finalidad de reafirmar estos vínculos, los vecinos acercan la
procesión a los corrales próximos al pueblo, para lograr generar una vinculación
espiritual y ritual del santo con los animales. Al finalizar la procesión, los vecinos
disfrutan de la fiesta comunitaria en casa del alférez o en la sede social.

5.1.8. Fiesta de San Santiago

Juan García, sostiene que Santiago Apóstol forma parte del sentimiento
andino y se ha posicionado como sagrado y profano. Al mismo tiempo, las
diversas facetas y atributos que le proporcionan los creyentes y aliados, lo
configuran como un símbolo cristiano/pagano, mundano/espiritual,
subversivo/ordenador que, con su presencia o ausencia, interviene en los
pueblos y sus maneras de vida (García 2011).

En los pueblos andinos, Santiago ha sido configurado como protector de


los animales domésticos y regulador del comportamiento climático, procurador
de las lluvias, controlador de las heladas, promotor de la fertilidad y es el centro
142
de ceremonias rituales, lúdicas, productivas, reproductivas y festivas. Por tal
razón, se le puede encontrar en casi la totalidad de comunidades, donde ocupa
un sitio de privilegio en los altares de las iglesias, frente a otras imágenes
sagradas. Santiago Apóstol ha sido incorporado y reinterpretado como símbolo
de la producción en la espiritualidad andina; asociado al comportamiento
agroclimático como procurador y regulador de las aguas naturales. Además, la
relación de Santiago con las aguas naturales se explica por tres aspectos básicos.
Primero, la calificación recibida como “Hijo del Trueno”, fue asociado al dios
“Illapa” o relámpago en los pueblos andinos, dado que este santo usa arcabuz.
Segundo, el “Illapa” con su resplandor está asociado al rayo, al trueno y a las
centellas que se presentan precediendo a las lluvias, granizadas, ventarrones,
tempestades. Y finalmente, Santiago es un agente que anuncia, regula y
controla el comportamiento de las precipitaciones pluviales en el mundo
andino (García 2011).

La fiesta de San Santiago, posee la misma estructura litúrgica y ritual, es


decir, posee: P'awa o Ch'alla de mercaderías, Alba, Aseo de la iglesia, entrada de
ceras, misa, procesión, fiesta, etc. Y al igual que en el pueblo de Belén y Caquena,
en esta fiesta los ticnameños realizan la “carrera de gallo”. Este rito de origen
español, se práctica todavía en varias provincias de Castilla – La Mancha y
Andalucía, durante las fiestas patronales (Figura 41). La carrera consiste en la
participación de un número indeterminado de jinetes, que montan sus caballos
o yeguas de bonita estampa. La calle en cuesta que da acceso a la población es el
escenario para este rito y en otros casos se realiza en las plazas. Allí se colocan
dos mástiles de unos 4 metros de altura y separados alrededor de 6 metros de
distancia de uno al otro. En la punta de ambos mástiles es sujetada la soga sobre
la que irán enganchadas las aves, y que puede ser tensada desde la base de uno
de ellos:

“La fiesta comienza al atardecer, con el anuncio de los cohetes lanzados al


aire y la banda de música que anima a acudir al lugar. La gente se arremolina
alrededor, dejando un amplio pasillo para que puedan circular por él los
jinetes. Se sujetan varios gallos por las patas a la soga mediante unas
pequeñas lices y así cuelgan en el aire cabeza abajo” (Quijera 1990: 199).

Las ceremonias previas a la “carrera de gallo”, se realizaban a un costado


de la torre de la iglesia, donde se realizaba la P'awa o Ch'alla y después, los gallos
serán sacrificados y su sangre ofrendada a la torre. Para luego realizar las
carreras, llevándose el gallo, los jinetes ganadores, que deben además, proteger
sus trofeos de los otros jinetes. Finalmente, al igual que la costumbre española,
el ganador consume el gallo en su hogar.

143
5.1.9. Fiesta de la Asunción de la Virgen María o “Asunta”

El catolicismo considera la fiesta de la Asunta, como un mensaje de


esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el cielo, la gloria de Dios y
en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros
caminamos. Sin embargo, el significado en los Andes, es más complejo, pues la
Mamapacha o Pachamama es el concepto más importante de la religiosidad
andina. Representa al mundo profano y sagrado. La Pachamama, es un ser
femenino y cumple las funciones maternales porque cuida a sus hijos, que son los
hombres, y a todos los seres vivos que moran en ella. Por esta razón se la
identifica como a la madre, por ello se le debe respeto y cariño recíproco y el
hombre le ofrece siempre el primer bocado de sus productos obtenidos en los
campos. La Pachamama es una deidad, que produce y engendra, a ella se le
“invocaba para antes de sembrar, cuando se salía de caza, y en algunas
enfermedades" (García 1998: 52). También, la Pachamama es reconocida como
la Virgen María.

La fiesta de la Asunta se inicia formalmente, en la antevíspera, es decir el


13 de Agosto. Odlanier y Alejandra Veliz, proporcionan detalles sobre este día
(Figura 42):

“Primero se colocó todo lo que se va a utilizar (harina, levadura, sal, agua y


manteca), acompañado una aguayo con Coca, azúcar, pastillas y un litro de
licor o bebida, para realizar la P'awa y todo salga bien, no haya
contrariedades, el pan sea abundante, rico y blando. Lo mismo se hace con
el horno y la leña, para que caliente bien y no se queme el pan” (Veliz y Veliz
2003: 5).

Además, se solicita a la Virgen mediante la P'awa, que todos los


alimentos sean propicios y principalmente que sean suficientes para agasajar a
todos los feligreses. En este mismo día, se adorna la casa del Alférez con
guirnaldas de papel y serpentinas. Asimismo, el Alférez puede adornar la iglesia,
la plaza y la portada del pueblo. En este mismo contexto el pasante, debe
proveer con alimentos y licores a los vecinos y parientes que se encuentran
colaborando en la preparación de la fiesta. El mismo día, se realiza uno de los
ritos más importantes de la antevíspera, la preparación de la Ch'uwa.

La Ch'uwa, consiste “en la preparación de una infusión consistente en


pastillaje, Azúcar, canela y agua depositado en dos frascos de vidrio el que debe
ser santificado por la Virgen durante la noche” (Ruz et. al 2011: 56). El rito al igual
que en las demás comunidades andinas se realiza al interior de la iglesia,
después de la P'awa. Los participantes en dicha fiesta son el alférez y su círculo

144
más allegado. En algunas comunidades andinas, suele agregarse un ingrediente
también importante y significativo, el maíz. Los granos de este cereal, son
cuidadosamente seleccionados y luego molidos en la iglesia, que más tarde se
unen a la bebida libatoria. En el caso de Ticnamar, el maíz parece estar omitido u
olvidado en los últimos años. La preparación de la Ch'uwa consiste en la
selección del pastillaje, que es separado por colores y números pares, para luego
ser molido al igual que la canela. Finalmente, los ingredientes son depositados
en un par de frascos o jarras, y dejados en la iglesia para que “serenee” durante la
noche, siendo consumidas por los alférez al día siguiente. Este rito reviste mucha
importancia, para las comunidades andinas, pues da inicio a los vínculos
sagrados con la Virgen y por ello, se realizan en un ambiente emotivo y
sacralizado.

Durante el día de víspera, el alférez suele realizar una Wilancha, que


tiene por finalidad, establecer los nexos con el espacio sagrado y en especial
para solicitar a los antepasados, la protección de la comunidad y de los
celebrantes durante los días de fiesta. Al igual, que los ritos andinos, la P'awa es
obligatoria. El animal sacrificado es presentado a los pies de la torre de la
iglesia y puede corresponder a un llamo o cordero blanco, que será
“entregado” más tarde a los pies del calvario del pueblo, y después de ser
presentado a la iglesia del pueblo antiguo. El sacrificio debe producirse al alba,
es decir no más allá de las seis de la mañana. En esta ceremonia los alférez,
tienen que “novenarse” tres veces de rodillas “alrededor del animal” (Veliz y Veliz
2003:6). Luego de la Wilancha, realizada por un yatiri, el alférez y los
acompañante inician la actividad libatoria con la Ch'uwa, licores y comida. Un
testimonio tomando por Mireya Yucra, nos dice:

“Al otro día temprano se wilancha corderito o llamo, le tienden en frazada, le


amarran su cabecita, hay que pautar, el alférez tiene que ir primero
echándole con el tarrito dándole vuelta el llamo no está cortado todavía,
está vivo, ahí tienen que perdonarse como son las costumbres de nuestros
antiguos, todos los que estamos ahí nos pedimos perdón, después de eso le
llevan detrás de la torre, ahí lo carnean. Una vez que la Ch'uwa se hecha en la
iglesia se empieza a repartir a la gente conforme van llegando, el maíz
molido y disuelto le vamos echando dando vueltas a la iglesia” (Yucra
2002: 38).

La mezcla de maíz molido, claveles rojos y agua recibe el nombre de


Llumpaqa (Ruz et. al 2011: 59). La Llumpaqa, es rociada en el contorno de la
iglesia por el alférez y los acompañantes, en una secuencia contraria a las
manillas del reloj. El animal sacrificado en los Andes, representa un acto de fé,
pues la llama o la oveja, llevan las oraciones y súplicas al espacio sagrado y por
145
tal razón, el animal no debe tener sufrimiento, más aún en los momentos previos
al sacrificio, también deben participar de las actividades libatorias (beber) y
masticar hojas de Coca 114.

En el trascurso del día, durante la tarde se realiza la entrada o


“levantamiento de ceras” (velas, cirios, etc.), por las calles del pueblo, que
culmina finalmente en la iglesia. Igualmente, se realiza la preparación de la
virgen, que consiste en vestirla y disponerla en las andas. Otra actividad no
menos importante, es la llegada de la banda o la música del alférez al pueblo, que
acompañará a la procesión y la fiesta bailable de la noche del Catorce de Agosto
hasta el día de cacharpaya el dieseis por la tarde. Más tarde, durante el
desarrollo de la misa, el alférez se ubica en el centro del templo cerca del altar
mayor, el hombre con el estandarte y la mujer con los cirios. Luego, la procesión
es encabezada por la pareja de alférez, la Virgen de la Asunta y San Santiago, que
se dirigen por las calles del pueblo (Figura 43 y 44).

Al terminar la procesión, el alférez invita a la comunidad a la realización


de la luminaria en la plaza del pueblo, iniciándose así la actividad bailable que
dura hasta las seis de la mañana, tiempo en el cual el celebrante comparte con la
comunidad, una variedad de licores, destacándose el Pintatani. Las actividades
libatorias son extensas, no solo por el carácter festivo, sino por el clima durante
su desarrollo, siendo relativamente frio en el pueblo. Alrededor de las seis de la
mañana se inicia al alba y saludo a la Virgen, iniciando así un nuevo recorrido
litúrgico, ritual y festivo. Durante el día quince, luego del alba, se disfruta de la
tradicional kalapurka, se realiza un desfile cívico, misa y fiesta principal, por ser
el día de la Virgen. Durante la misa de ese día, se presenta el nuevo alférez ante
la Virgen y comunidad. Y finalmente, el ultimo día se caracteriza por la
realización del buenos días, la visita al cementerio donde se depositan ofrendas
florales, velas y licores. Al atardecer, el alférez saliente y el entrante, más los
cabecillas (devotos que realizan donaciones y aportes al alférez), inician la
cacharpaya, actividad que puede durar desde un par de horas hasta entrada la
noche. Es característico de las comunidades andinas, que los músicos reciban
obsequios de productos locales, llamados “anguñas” (Veliz y Veliz 2003).

5.1.10. Fiesta de los Santos Difuntos

El ciclo de la vida y la muerte, juega un rol crucial en las comunidades


aymaras, pues desde el momento previo a la procreación hasta después de la
muerte, se ejecutan diversos ritos de índole familiar y comunal. Hans Van Der

114 Pijchar, equivale a masticar Coca con fines rituales.

146
Berg (1989), expresa que los aymaras del altiplano ejecutan una serie de ritos
para: El nacimiento, matrimonio y muerte; La preparación de la tierra de siembra,
viajes, corte de pelo o enfermedad; entre otros. En consecuencia, el hombre
andino requiere de una permanente relación con las fuerzas antinómicas
(naturaleza y sociedad extra humana), pues concibe la vida y cosmovisión como
una totalidad orgánica e interdependiente.

Durante la celebración los santos de la iglesia son cubiertos con velos


negros, en la parte superior del altar se colocaba una calavera simbolizando la
totalidad de las almas o ánimas. En décadas pasadas, el día primero de
noviembre se colocaban las ofrendas, en formas de t'anta wawas o panes con
forma de palomas, escaleras, wawas o animales, galletas, sopaipillas, quesos,
bebidas, licores, etc., en las paredes de las casas y para que los vecinos y
parientes recen por el difunto, para luego ser repartidas entre los diversos
rezadores. Al atardecer, los vecinos realizan la visita al cementerio, donde los
dolientes celebran a sus difuntos de manera festiva. En la actualidad el rito se ha
simplificado, pues las familias no realizan las mismas ofrendas o ceremonias
junto a la comunidad. Tal como lo evidencia un testimonio recopilado por Mireya
Yucra:

“El día 2, las familias que tenían difuntos recientes cocinaban como si se
tratara de una fiesta, invitaban a las almas, es decir, personas que
encontraban en la calle para que vaya a almorzar y después ellos rezaban al
difunto y la familia le retribuía a los rezadores con bolsas de alimentos, para
cada invitado le preparaban su paquete de fiambre. Ahora ya no hacen
como antes” (Yucra 2002: 40).

En conclusión el calendario festivo de Ticnamar ha sufrido una


permanente erosión por la pérdida cultural, pues las fiestas se han simplificado,
debido a que el control social y litúrgico que realizan los mayordomos y
fabriquero no existe, motivando una práctica cultural que depende de la
capacidad de hacer memoria del alférez celebrante, cuya consecuencia ha
propiciado una reinterpretación de los ritos y abandono de otros, como el caso de
las fiestas de San José, San Juan, Virgen de la Candelaria, San Santiago (El patrón
de Ticnamar), Virgen de Copacabana o el “baile al niño”, quedando vigente, solo
las fiestas grandes como Asunta o Virgen de los Remedios 115. El efecto de la
perdida de las festividades, ha originado un deterioro profundo en la identidad
de la comunidad, pues la menor cantidad de celebraciones no solo, ve
comprometida la futura identidad de la comunidad, sino también su relación con
el espacio sagrado, por ello, resulta de suma importancia que los vecinos de

115 Para la fiesta de la Virgen de los Remedios, ver trabajo de Rodrigo Ruz, Alberto Díaz y Rodrigo
Fuentes (2011).
147
Ticnamar recuerden y recuperen sus festividades, pues de esta forma lograrán
proyectarse en el tiempo (Figura 46 y 47).

5.2. Memorias de arriería y guaneras

En Ticnamar y su entorno existieron diversos caminos troperos para


animales de carga y arrieros, que tenían en este pueblo, su nodo de interconexión
con rutas que llevaban a los viajeros a comunidades del altiplano, precordillera y
valles costeros. Estas rutas tuvieron su origen en el pasado prehispánico y fueron
construidas por las sociedades pre-incas de la región. La dinámica económica
impuesta por el régimen colonial, le otorgo a estas rutas su sello característico,
pues las llamas fueron reemplazadas por acémilas y caballares, convirtiendo a
Ticnamar en un centro obligado de pernoctación y alimentación de animales.

De acuerdo a Javier Zenis, existieron dos tipos de arrieros que ocuparon


las rutas troperas, “el patrón” y “el común” (Zenis 2012). El primero se distinguió
por ser dueño de tierras, mercancías y numerosos animales de carga que podía
desplazar en viajes de larga distancia. Este arriero, ocupaba en Codpa y demás
pueblos de la sierra, un sombrero de paño, poncho color vicuña y espuelas
de plata, además, de estribos bellamente decorados o en ocasiones de plata.
El “otro arriero”, era un simple agricultor que practicaba la arriería para
complementar su economía doméstica. En el caso de Ticnamar, el grueso de los
arrieros correspondieron a la segunda categoría, pues gran parte de ellos, se
movilizaron en busca de guano, frutas u otras mercancías para su sustento, solo
aquellos vecinos, que estuvieron emparentados con algunos ricos vecinos de
Codpa, escaparon a esta categoría.

Se pueden distinguir rutas locales y regionales en la zona de Ticnamar,


como zonas locales, podemos identificar las siguientes:

a) Ruta Ticnamar/Livilcar/Arica, que baja por el río Ticnamar hacia la


Estrella, Purumpampa, Quero y los altos de Livilcar. Desde el pueblo de
San Bartolomé de Livilcar hacia, Las Peñas, Umagata, Azapa y Arica;
b) Ruta Ticnamar/Oxaya/Arica, desde el cruce de Purumpampa, el camino
sigue por los cerros de Cana y pampa Oxaya, uniéndose al camino que
viene del pueblo de Belén Arica. esta ruta pasa por Challacagua, lomas
de Oxaya y Quero, bajando luego hacia el camino de Azapa;
c) Ruta Ticnamar/Codpa, sale este camino por la quebrada Oxa y sube a la
Pampa del mismo nombre, pasando por los faldeos del Cerro Márquez,
quebrada Amachuma, Yerbabuenane, Pampa Marqueza, cuesta
Capercolloy, lugar del Padre Muerto y se une con el camino que viene de
Timar a Codpa, bajando finalmente por la cuesta de Apanza. Esta ruta fue
muy importante desde el punto económico, ya que permitía acceder a la
producción frutícola y vinos del valle de Codpa;
148
d) Ruta Ticnamar/Timar/Codpa, la ruta es la misma que va hacia Codpa, pero
a la altura de la quebrada el Cóndor se desvía, pasando por la quebrada
Amachuma, Planchone, y la cuesta Viscachane, llegando a la quebrada
del Pueblo de Timar y;
e) Ruta Ticnamar/Putre, une los extremos norte y sur de la actual comuna
de Putre. Sale por la parte baja del Pueblo de Ticnamar, llamada Opuya,
pasando por el rio Saxamar, subiendo luego la cuesta Lupica, Tojotojone,
Trigal pampa, Pueblo de Belén, Pachama, Murmuntani, Zapahuira,
Socoroma y Putre.

Las rutas regionales son diversas y vincularon Ticnamar con la ciudad de


Arica o la frontera boliviana. a) El recorrido de la ruta pasó por Guallatire, Rio
Lauca, Cuesta Vichuta, Pampa Ancolacane, cuesta caravilque, Codillera Contrave,
Aura Contrave, bajando cerro mina Santa Rosa, caimuta, Cerro Calabarata,
bajando la cuesta Tumaya hasta llegar al rio del mismo nombre y llegar al Pueblo
de Ticnamar; b) Ticnamar/Isluga, el camino se inicia en Ticnamar, quebrada Oxa,
Chucaya, apacheta Jaruma, Pampa Márquez, Calolojo, Angustura, Timalchaca. En
el río se enfila hacia Chilcaya, el apacheta de Lagunilla, dirigiéndose luego a
Mullure, Parcohaylla e Isluga.

Otras rutas llevaron a los Ticnameños hacia la costa en busca de un


preciado fertilizante, el guano de pájaro, extraído desde los acantilados
ubicados entre caleta Vítor y el sur del morro de Arica. La extracción del guano,
reviste un gran riesgo, pues los campesinos deben descolgarse y luego escalar a
la cima de los precipicios y acumular el guano, que más tarde cargaran en mulas y
asnos. El viaje es considerado de gran sacrificio, pues tanto los animales como
los campesinos, pasan parte del tiempo privados de alimentos y agua, solo
pudiendo encontrar estos en Chaca y algunos abrevaderos aislados,
eventualmente se llevaba algo de forraje para los animales. Por otra parte, el
viaje de ida dura unos dos días hasta las guaneras. Además, el frío costero y la
gran cantidad de insectos anofeles existentes en las cercanías de Azapa y Vítor.
Oscar Mena se refirió de la siguiente manera sobre este esforzado viaje:

“El hombre andino y de los valles, están templado para estos trabajos duro
y fuerte, porque la sobrevivencia es parte de la vida y hay que adecuarse.
A veces por descuido los animales nos dan vuelta los tiestos de agua o se
comen los víveres que tenemos para prepararnos alimentos, entonces hay
que moldarse a la sobrevivencia pasando frío, hambre y sed” (Oscar, 70
años).

Las guaneras más importantes están en los sectores de Corazones,


Cutipa, Cruzane, Anzota, más allá del valle de chaca, están “Camaraca” y Ofeico,
que son muy populares por la calidad de su guano y por su lejanía. El camino
149
que toman los vecinos de Ticnamar para las guaneras, es el mismo que se dirige
a Codpa, es decir el que va hacia Chaca, llegando al sector de Vila vila, rico en
tréboles y agua, además de camarones de río, sirviendo de descanso para los
campesinos. Estas rutas fueron recorridas por Modesto Mena y por don Victor
Ñave Ape, en sus viajes para la recolección de “guano de pájaro”.

En fin, dichas rutas fueron muy relevantes en décadas pasadas, pues


cumplieron un rol articulador de la economía, cultura y dinamizaron de la vida
política de la población andina, pues por el transitaron mercancías, noticias y
nuevas expresiones culturales, como también, fueron rutas que emplearon
hombres y mujeres que huyeron de las violencias del pasado. Desde la década de
1960, estas vías de comunicación comenzaron a ser abandonadas por la
construcción de las carreteras A-35 y A-11. Además, la continua inmigración de
la población indígena hacia la ciudad acrecentó el abandono de estas rutas de
intercambio y complementariedad económica, pasando a ser solo una memoria
colectiva de tiempos pasados.

5.3. Memoria de Oscar Mena

Oscar Omar Mena Mena, nació el 4 de Julio de 1943, hijo natural de doña
Elia (Ceferina) Mena Corro, ticnameña, su padre biológico fue don Rafael Centella
Huanca, un vecino de Livilcar. Su abuelo y madre no quisieron que fuese
reconocido por su padre en el registro civil. Para su abuelo, fue “un nieto regalón,
pues desde niño le brindo protección y enseñanza de buenos modales y valores,
como respeto a las personas mayores” (Oscar, 70 años). En la niñez, los nietos de
Modesto, lo apodaron como “Papa Mena”. Fue en esta época, que Oscar, se
convirtió en el acompañante de Modesto, en sus largos viajes hacia Livilcar y
Codpa.

En Livilcar, pudo conocer en mayor profundidad a su abuelo y sus


historias, pues las largas estancias en el cuidado de la propiedad de los Menacho
Corro y la supervisión del trabajo de los peones, en la siembra del maíz y
producción de alfalfa, cuyos frutos fueron comercializados en los pueblos de la
pre-cordillera. Además, fue en esta época donde pudo el pequeño Oscar, conocer
el oficio de la arriería, ya que su abuelo, tenía varios mulares, burros y caballares,
que debían ser alimentados y cuidados, mientras su abuelo realizaba otros
oficios. Fue en este mismo contexto, que pudo visitar tempranamente el
santuario de las Peñas y las rutas de arrieros, que unieron Ticnamar con Arica,
Oscar proporciona los siguientes datos sobre este periodo de niñez y viajes con
su abuelo:
150
“En estas actividades aprendí am anejar el sistema de cargas y descarga de
los animales de varias maneras de aplicar las cinchas y reatas. En otras
ocasiones viaje de Ticnamar a Arica, por las rutas de Quiero y Oxaya, ida y
vuelta, viajando dos días de camino para llegar y dos días para regresar, eran
viajes muy sacrificados y cansadores. También, tuve la oportunidad de
viajar al valle de Codpa, a vender productos que allí necesitaban y comprar
frutas frescas. Allá alojamos donde don “Lucho” Albarracín, de ida y regreso
siempre me indicaba los lugares por donde pasábamos” (Oscar, 70 años).

Estos tempranos viajes de Oscar, le permitieron el reconocimiento de


parte importante de Codpa, valle en el cual, conocería más tarde a su esposa Nora
del Carmen Veliz Jiménez. Dicho matrimonio se extendió por unos 42 años, pues
doña Nora, falleció en el año 2012, dejando cuatro hijos y tres nietos. Estos
largos viajes, llevaron después a Oscar, al pueblo de Socoroma, Lúpica y Belén
durante siete días. Otros viajes, se extendieron también, hacia la cordillera
donde debía buscar el ganado vacuno y ovino que pastaba temporalmente en las
tierras de la comunidad. Fue en este periodo de niñez, que pudo acompañar a su
abuelo a Tacna, donde Modesto tenía numerosos compadres y amigos.

Al fallecer su abuelo Modesto, Oscar se encontraba en Arica y vivió una


experiencia extraña y especial, según su propio testimonio:

“Yo caminaba por la calle Patricio Lynch a la altura de la calle 18 de


Septiembre, rumbo al colegio porque yo estaba internado en el Instituto
Comercial y de un momento a otro comencé a sentir una pena muy grande y
profunda con ganas de llorar y se me llenaron los ojos de lágrimas. Llegue al
“Comercial”, me llama el señor inspector general don Luis Álvarez Miranda, y
me dice que murió tu abuelito y tienes permiso, te esperan tu tía, porque
tienes que viajar con el ataúd a Ticnamar. Fue así entonces, que acompañe
con mucho dolor su sepelio en el cementerio de nuestro pueblo. De igual
manera fue dolorosa la partida de mi abuelita Celestina Corro, quince días
después de la muerte de mi abuelito” (Oscar, 70 años)116.

Oscar, sostiene que su educación fue producto al esfuerzo de su madre,


quien siempre procuro solventar sus estudios, en una época donde era complejo
y no exento de dificultad acceder a una formación profesional, en especial a la
población de origen aymara. Igualmente, Oscar, afirma que sus logros se los

116 Luis Álvarez Miranda, profesor y arqueólogo de la Universidad de Tarapacá, formo parte de la
primera comunidad científica que se organizó a fines de la década de 1950 en Arica. Fue un hombre
que amo los trabajos de campo, pues gusto de los recorridos por quebradas, serranías y punas.
También, fue un profundo conocedor de la costa, hecho que motivo el cariñoso seudónimo de “El
chango Álvarez”.
151
debe a su hermana Telma Mena, quien junto a su madre le ayudaron para lograr
ser Contador General. Fue en este contexto, que Oscar recibió de su madre un
cajón de madera, que contenían los documentos de su abuelo, sus fotografías y la
bandera del Perú, este significante acontecimiento le permitió comprender a
cabalidad todas aquellas historias que escucho en su niñez sobre su abuelo y
Ticnamar.

Fue así que Oscar, dedico los años siguientes de su vida hasta la
actualidad a buscar todos los antecedentes sobre su abuelo y de los títulos de la
comunidad en el Archivo Nacional, logrando obtenerlos solo 45 años después de
la búsqueda iniciada por su abuelo Modesto Mena y al igual que su abuelo, dichos
documentos fueron obtenidos con un gran costo personal y familiar. En 1996,
Oscar se convierte en presidente de la comunidad indígena de Ticnamar y desde
entonces, ha buscado inscribir el título de “Diego Apasa y el común de indios de
Ticnamar” a nombre de la referida comunidad. Muchos han sido los tropiezos y
pocas las alegrías en este largo caminar, pero todo esfuerzo es por el pueblo. Las
palabras de Oscar propician este trabajo, ya que sin ellas ni sus tempranos
borradores y documentos no habrían sido posibles. Sus palabras finales para el
texto así lo dicen:

“Este relato que me toco escribir, los hice con el mayor anheló y lealtad a mis
conciudadanos ticnameños, ¡Viva Ticnamar!”.

152
Figura 41. Peregrinos llegando al pueblo de Ticnamar.
Figura 42. Vecino preparando pan para la fiesta.
Figura 43 y 44.
Familia Mena en la fiesta de la Asunta en década de 1970 y 1990.
155
Figura 45. Familia Mena en víspera de fiesta de la Virgen de los Remedios.
Figura 46. Celebración de Semana Santa.

157
Figura 47. Compañía N°1 de Morenos de Ticnamar.
REFLEXIONES FINALES

Las memorias de Modesto Mena Corro, constituyen una ventana que


permite conocer la identidad e historia de Ticnamar, por ello, el presente, texto
no pretende construir la verdad de aquellas historias y memorias, sino más bien
extraerlas de la subalternidad y olvido. Además, de motivar a los ticnameños
para explorar en su glorioso pasado y acudir al auxilio de su memoria, identidad y
cultura, pues existen pasajes importantes, que en otros pueblos ya han
desaparecido.

La ubicación privilegiada de Ticnamar con las rutas hacia la costa y


altiplano, le permitieron una temprana vinculación con los cambios culturales e
innovaciones que se fueron construyendo en otras regiones de los Andes. Así la
zona vio el paso de cazadores y luego sus quebradas evidenciaron el trabajo de
los primeros agricultores; el paso de caravanas desde la costa hacia la pre-
cordillera en busca del maíz, dando paso luego a las caravas de larga distancia
que unieron a Tiwanaku con sus colonias periféricas. Serian estas mismas rutas
andinas, que utilizaron los reinos aymaras e incas en su avance al Colesuyu en el
siglo XV.

Sin duda, los efectos de la conquista hispana se sintieron


tempranamente en Ticnamar o Lagnama como lo evidencio más tarde Fray
Vásquez de Espinoza. El nacimiento del pueblo de indios de Ticnamar, tuvo las
mismas expresiones en el resto de los Andes, pues nace a partir de las acciones
coercitivas de la encomienda y luego de las reducción de indios, que tuvieron
como única finalidad controlar política, económica y religiosamente a la
población indígena, que por entonces, vivía repartidas en pequeñas aldeas
cerca de las diversas áreas de cultivo en Tumaya, Oxa, Achuma y Chucasiña, entre
otras. Desconocemos, las circunstancias que llevaron al “Común de Indios de
Ticnamar” a desprenderse de sus tierras comunales, pero probablemente fue a
inicios del siglo XVIII, recuperada por Diego Apasa en 1758. Este hecho no es
menor, en el mundo andino, pues la tierra para las comunidades representa la
vida y es fundamento de la existencia de la identidad. Por idénticas razones ha
sido motivo de arduas disputas en el último siglo, que esperamos disminuya y
decante, pues el quiebre comunal solo contribuye a la perdida cultural y por
ende, expone a Ticnamar a la pérdida de identidad e historia en las próximas
décadas.

Diversos documentos coloniales evidencian que parte de la población


indígena, posee tempranas vinculaciones culturales y políticas con los altos de
Arica, como es el caso del apellido Mena, Corro, Mamani, Yucra, Huanca, Conde,
159
Subieta, Ñave, León, Centella, Calle, Veliz y Cruz, entre muchos otros. Otros
muchos, de indios forasteros, convertidos en “originarios”, según la clasificación
hispana, situación manifestada hasta el siglo pasado. Hechos que nos permite
concluir, que la condición de ticnameño y su identidad, no solo está asociado
a las lógicas del “Ius Solis” o “Ius Sanginis”117, sino que tienen un elemento
adicional de suma importancia, la práctica cultural. Por tanto, la identidad debe
ser sentida, pensada, imaginada y compartida en la vida cotidiana, tanto en las
esferas privadas y públicas. En otras, palabras la construcción de la identidad, se
produce con prácticas concretas, intereses, ideologías, ritos e imaginarios
colectivos, que propician la diferenciación étnica y sus significaciones.

Por ello, el binomio identidad y etnicidad, tuvo fuertes implicancias en


hombres como Modesto Mena, pues apelo a aquellos orígenes lejanos de su
identidad, que luego vincula a la nueva comunidad imaginada, el Perú. La Guerra
del Pacifico y en particular la batalla de Arica, generó un amplio interés y
adherencia de la población indígena por el Perú. Estos vínculos, no solo fueron
políticos, sino también emocionales y culturales, pues Ticnamar y los Altos de
Arica, estuvieron ligados durante más de tres siglos a la ciudad de Arequipa.
Asimismo, el paso del vencido ejército peruano y su trágico fin en Arica, no hizo
más que animar y exacerbar los lazos con esta nación caída en desgracia. La
postura de Modesto Mena y otros miles de ariqueños, fue idéntica al menos
hasta la década de 1910, la cual fue cambiando en la medida que los efectos de
la “chilenización” se instalaron principalmente en la costa, para luego comenzar
a extenderse a valles, pre-cordillera y altiplano. No obstante, el cambio
ideológico, fue más tenue y lento en las subdelegaciones rurales, pues la
existencia de una elite indígena fuertemente vinculada con el Perú, impidió un
cambio rápido. Los factores que contribuyeron con los quiebres comunales y el
cambio de lealtades nacionales, fue el efecto de la violencia en las comunidades
y el surgimiento de una nueva elite al servicio de los intereses nacionales. Sin
embargo, estos cambios ideológicos, no pudieron ser efectivos sin la acción de la
“mazorca” o ligas patrióticas, que no solo intimidaron a la población peruana,
sino que su accionar violento motivo estos cambios o huidas hacia Bolivia.

Las consecuencias de la Chilenización en Ticnamar y en el resto de la


provincia son diversas, ya que implicaron cambios culturales y modificación la
estructura social y política población indígena, ya que se aplicó una “dialéctica

117 Ius Sanginis, es un criterio jurídico que puede adoptar un ordenamiento para la concesión de la
nacionalidad. Según el Ius Sanguinis, una persona adquiere la nacionalidad de sus ascendientes por
el simple hecho de su filiación (biológica o incluso adoptiva), aunque el lugar de nacimiento sea
otro país. Ius Solis, su traducción literal es “derecho del suelo” (significando 'derecho del lugar'), y
que es un criterio jurídico para determinar la nacionalidad de una persona física. Este criterio
puede ser contrario y contradictorio con el Ius Sanguinis.
160
de la dominación”, que erosionó los saberes, los valores y la cultura de la
población. Estos efectos son medibles y observables en Ticnamar, pues parte
importante de su calendario ritual ha sido afectado, generando una contracción
del calendario ritual a partir de la década de 1940 en adelante. La vinculación
de la identidad comunal fue equivalente a la identidad peruana, es decir, las
autoridades chilenas, asociaron la etnicidad con la identidad nacional, así todo lo
indígena se asimilaba a lo peruano.

Modesto Mena, fue tempranamente consiente del efecto de la


Chilenización, por ello se esforzó en dejar evidencia documental de su lealtad al
Perú, como tambien denuncio tempranamente los atropellos y persecuciones
que le propinaron. Tambien, resulta interesante ver como dos plebiscitarios,
Modesto y Hermenegildo, fueron solidarios y víctimas del mismo proceso de
violencia, pero terminaron finalmente distanciados por la administracion de los
recursos comunales y la inscripcion de las tierras del común, donde tal vez las
propias heridas de la chilenización hayan motivado distintos y opuestas
reacciones por justicia. En tal sentido, destaca la posicion de Mena, pues no solo
fue victima de la expulsión a Copiapo, luego deportado a Mollendo y finalmente
termina huyendo a Bolivia, donde encontró refugio, pero perdería a su amado hijo
varón Julio y años más tarde a Bernabé. Igualmente, la entereza y el valor de las
mujeres como Celestina Corro, María Ovando e Isolina Jiménez, entre centenares
de muchas otras. Un tema pendiente en la historiografía regional, pues si bien, la
mujer no podía votar en el plebiscito que nunca se realizó, debió llevar el peso
del hogar por el marido, el padre o hermano ausente. Sin dejar de lado, que como
en todos los conflictos fue víctima de la violencia sexual.

La totalidad de los conflictos armados y violencia generan en hombres y


mujeres distintos grados de alteraciones psicológicas. Denominando a estas
consecuencias, como experiencias traumáticas, que son vividas como una
ruptura de su proceso vital. El impacto y la intensidad de los hechos de violencia
ha tienen un carácter desestabilizador y desestructurante en los sujetos, pues
terminan superando su capacidad de tolerancia y defensa, generando:
sufrimiento físico y emocional. Los cuadros típicos que viven las víctimas de la
violencia son: inseguridad, desamparo e impotencia y, en algunos casos, un
trastorno duradero de la organización psíquica. Un factor decisivo del carácter
traumático de dichas experiencias fue la imposición del silencio y del propio
auto silencio, pues en el caso de Ticnamar, reinaba el temor de ser delatado y
acusado de espía y sufrir las consecuencias como don Tiburcio Ape y Julio Mena.
Por ello, las prohibiciones y amenazas, suscitaron miedo y silencio. De ese modo,
la vivencia traumática en muchos casos quedó encapsulada, incapaz de ser
elaborada personal y colectivamente.
161
¿Cómo enfrento este proceso Modesto Mena? Una descripción cabal de
las secuelas de la violencia incluye necesariamente la compresión de los
esfuerzos personales que llevan a la práctica los sujetos para semejante
situación. Aun en medio del impacto traumático de los hechos que se
manifestaron en Ticnamar, fueron las capacidades y recursos, tanto individuales
como comunitarios y las solidaridades directas o encubiertas, que permitieron
responder a la amenaza y el terror. Gracias a ello, muchas personas
sobrevivieron a los actos violentos y sus secuelas. Del cual, no cabe la
menor duda, dando cuenta los diversos reportes documentales, informan que el
miedo, fue generalizado entre 1924 y 1926, en las diversas comunidades
andinas, por lo que la resiliencia constituyo una herramienta eficaz para
sobrevivir a las secuelas y traumas.

La resiliencia reside en el “yo”, pues solo ahí existe la fuerza necesaria


para superar la adversidad, aprender de ellas y salir fortalecido, luego de vivir
experiencias traumáticas. La adquisición de la resiliencia ocurre en la niñez y
va evolucionado en la medida que se toma conciencia y se llega a la edad
adulta. En otras palabras, la superación de las adversidades de la niñez ante
la temprana muerte de su padre Bernabé Mena y los estímulos de su madre,
Paula Mamani, forjaron en Modesto el carácter y temple que le permitió superar
las adversidades de aquellos años complejos y sombríos en Ticnamar. Igual
proceso, ha vivido Oscar su nieto, aprendiendo precozmente los rigores de la
vida, poseyendo a su vez a Modesto como su guía espiritual y mentor.

Finalmente sostener que, Modesto Mena representa, aquellos hombres


andinos, que fueron extraordinarios, luchadores y ardientes defensores de sus
convicciones e ideas, que ni el miedo o muerte puede doblegar. Por ello, hablar
de Modesto, es también, rendir un homenaje a todos esos hombres y mujeres de
Ticnamar y demás pueblos andinos que compartieron similares tragedias, por la
defensa del Perú. No obstante, cabe destacar que la lucha real de Modesto, fue
más que dedicada al Perú, a una comunidad imaginada, más cercana, vivible y
observable, su Ticnamar y la defensa de ella, por ello, después de retornar de su
exilio siguió luchando infatigablemente por su amado pueblo con aquellas ideas
y principios de tiempos coloniales, donde el bien comunal se anteponía a los
interés individuales o personales, por lo que durante sus diez últimos años de
vida, busco afanosamente los títulos del “Común de Indios de Ticnamar”. Dichos
títulos los logra encontrar por fin en 1955, pero los años de vejez y el quiebre
comunal impidieron que se registraran a nombre de la comunidad.

Modesto Mena, fue entonces, un hombre que lucho por la defensa de su


tierra, pero no solo vista como un bien raíz, sino por su implicación mágico –

162
religiosa, pues fue un devoto practicante de los ritos y liturgias aymaras. Más
aún, su propia muerte, no solo debe ser vista como un hecho fortuito o producto
de una neumonía feroz, sino como una muerte honorable y mística, pues tiempo
antes de fallecer visito el templo más sagrado de los Andes, Copacabana para
despedirse de la Virgen de la Candelaria, es decir de Phaxsimama. Y el día de su
partida, tiene un fuerte simbolismo, pues se arrodillo y rezo al espacio sagrado
aymara, entrando en comunión espiritual con Dios, la virgen, los cerros, la
Pachamama y sus antepasados, y como todo hombre andino solicito el bien para
sus nietos y tataranietos. Modesto Mena, es un ejemplo de valentía, honor y
representa a esa estirpe de hombre, que tal vez, ya casi no existe en nuestros
Andes (Figura 48 y 49).

163
“En cuanto me ha tocado participar en todas las instancias para buscar
documentos que nos pudieran ayudar fui al Archivo de Tacna, allí hay
documentación del periodo colonial del ayllu de Ticnamar (de la comunidad),
hay nombres de las poblaciones y censos. La documentación que me entrego
mi madre doña Elia Mena Corro (W.E.P.D.), que eran de mi abuelito fue algo que
aprendí de su vida, su biografía, los papeles, cartas, documentos del tiempo
del Perú, todo fue una historia viviente que me contagio y me impregno de una
fuerza mística, de una sabiduría para luchar, pelear en buena lid y con
transparencia por el bien de mi pueblo”.

Entrevista realizada por Mireya Yucra Ape, en Febrero del año 2002 a
Oscar Mena.

164
Figura 48. Modesto Mena y Celestina Corro en la década de 1960.
Figura 49. Oscar Mena y los Ex - Plebiscitarios de Tacna y Arica (2013).
REFERENCIAS CITADAS
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en una comunidad andina. La Paz, Instituto de Estudios Bolivianos e Instituto
Francés de Estudios Andinos, SIERPE publicaciones.
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Artemisa.
ALDENDERFER, M. y L.Flores. 2011. “Reflexiones para avanzar en los estudios del
período arcaico en Los Andes centro–sur”. Chungará, Volumen 43,N° 1, pp.531-
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Otras publicaciones del autor son:

“Memoria y olvido del pueblo de


Socoroma: Deconstruyendo su
identidad e historia”. Ediciones
Tierra Viva, 2009.

“Divergencias y antagonismos del


movimiento social indígena en la
Región de Arica y Parinacota (1965-
1985)”. Rivista Confluenze, 2009,
Vol.1 Nº 2: 267-289.

“Pacha: Bases para la construcción


de nuestra identidad regional
a n d i n a ” . Ed i c i o n e s G o b i e r n o
Regional de Arica y Parinacota,
2010.

“El Colesuyu Meridional: Espacio de


articulación económica y cultural
hispano-indígena en la segunda
mitad del siglo XVI”. Instituto de
Pastoral Andina, Cusco, 2012,
Revista Allpanchis, Volumen “X”, N°
73-74: 145-168.

“Fortunato Manzano. El último


Yatiri”. Ediciones CONADI, 2012.

“Identidades, continuidades y
rupturas en el culto al agua y a los
cerros en Socoroma, una comunidad
andina de los Altos de Arica”.
Estudios Atacameños, N° 45, 2013.

“Amt'añ thakhi” en Socoroma:


significado y expresiones del uso de
la memoria en una comunidad
aymara del norte de Chile”.
CONFLUENZE Vol. 5, No. 1, 2013
Este texto fue posible gracias a la monografia de Oscar Mena Mena,
dedicada a su abuelo Modesto, títulado “Memorias de un aymara en
tiempos de la chilenización, Ticnamar (1875 - 1961)”. Además,
Oscar proveyó una cantidad importante de documentos de la época,
fotografías y otros objetos de su abuelo. Vaya a Oscar y su familia un
merecido tributo, por esa lucha inagotable por conservar estas
memorias e historias de Ticnamar.

“Mi esposa me está esperando en el cielo y yo solo espero, el día en


que me toque partir a su lado, pero antes quiero dejar estos relatos
sobre mi abuelito “Modesto Mena”, que en vida me contó, que no
supe comprender en esos años y no le di importancia y hoy quiero
compartirlos con mis hijos, parientes y vecinos de Ticnamar. Mis
escritos y relatos los hice con el mayor anheló y lealtad a mis
conciudadanos ticnameños, ¡Viva Ticnamar!”

Oscar Mena, nieto de Modesto Mena Mamani, el plebiscitario


irreductible de Ticnamar.

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