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“…Trató de tocarse con una de sus piernas pero la tuvo que retirar en
seguida, porque su solo contacto le produjo escalofríos… (…)…Se deslizó hasta
recobrar su postura inicial. “tener que madrugar”, pensó, “lo vuelve estúpido a
uno…”
Kafka, en esta obra, trata lo irracional como si formara parte del juego, su
mundo obedece una lógica onírica, pesadillesca que ya no tiene nada que ver con
lo real. Es posible decir que el relato kafkiano abandona una de las condiciones
de lo fantástico: la vacilación ya no está.
Al principio Gregorio cree que sueña pero se convence con rapidez de lo
contrario y busca una explicación racional. Poco a poco el protagonista va a
aceptar la situación como insólita pero, en resumidas cuentas, posible. Lo más
sorprendente es que el personaje principal tanto como lector, eventualmente lo
asimilan como algo natural en el contexto de la historia, así como también el
resto de los personajes que rodean a Gregorio, no parecen sorprendidos, ni
alterados por su nuevo aspecto.
La cosmovisión kafkiana parece plantearse asuntos que muchos artistas y
filósofos del siglo XX atravesaron. La insatisfacción del hombre en un mundo
que lo somete, lo juzga, lo discrimina, no lo comprende. Acontecimientos
sociales como las guerras produjeron una recaída en el pensamiento del ser
humano. Se podría hablar de un ser humano desolado, sin fe ni esperanzas que
buscará respuestas que expliquen esa realidad interior que le acontece. Franz
vivirá sin lugar a dudas estas sensaciones. Su condición de judío tan discriminada
a lo largo de su vida, su pasión al arte tan frustrada, como así su enfermedad tan
cruel, que seguramente despertó el desprecio de su alrededor, hicieron de su
poética, un material autobiográfico, porque se puede percibir en los personajes de
su relato, sus propias sensaciones como la de sentirse un bicho.
Gregorio Samsa, se somete al autoritarismo del padre, al laboral, al social,
ya que debe trabajar para mantener a su familia, se hace cargo de ellos, pero
luego de su cambio, estos no dudan en humillarlo, lo aborrecen, Gregorio pasa
de ser el sostén, a convertirse en un estorbo. Incluso una de estas figuras
autoritarias como lo es el padre, será quien culmine con su vida.
Se concluye entonces de esta manera que “La Metamorfosis” no entra en
la clasificación de lo fantástico, y que la ausencia de la vacilación del lector, se
da por la aceptación o identificación con este personaje. Probablemente Gregorio
Samsa y su metamorfosis, no son más que la percepción de si mismo y del
hombre del siglo XX concebido bajo la mirada sartreriana como un hombre
arrojado a la acción, condenado a la libertad, una libertad que lo llevará a tomar
decisiones insatisfactorias, que lo obligará a vivir en un mundo lleno de
decepciones, provocando una alineación en él, una enajenación, una perdida de la
identidad simbolizada en Kafka con un hombre convirtiéndose en un asqueroso
insecto.
(Corto final)
Integrantes
Chávez, Paola
Gramajo, Fiama.
Revainera, María.
Salvatierra, Yesica.