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Flora microbiana comensal y patógena en el ser humano

La microbiología médica estudia las relaciones existentes entre el hombre y los microrganismos. Aunque este estudio
se enfoca principalmente en las enfermedades causadas por dichas interacciones, también toma en cuenta el papel
que desempeñan algunos microrganismos en la supervivencia del ser humano. La población comensal normal de
microrganismos participa en el metabolismo de muchos alimentos, proporciona factores esenciales para el
crecimiento, protege al organismo de las infecciones y estimula la respuesta inmunitaria.

La flora microbiana presente dentro y fuera del cuerpo está determinada por diversos factores, como la edad, la
dieta, el estado de salud y la higiene personal. Por ejemplo, mientras que el feto se desarrolla en un ambiente estéril,
el recién nacido se expone rápidamente a microrganismos procedentes de la madre y del medio ambiente. Por otro
lado, la hospitalización puede hacer que microrganismos no virulentos presentes en el organismo sean remplazados
por microbios patógenos. El uso de antibióticos puede incluso destruir la flora intestinal encargada de controlar la
proliferación de microrganismos patógenos, permitiendo así que estos produzcan alguna enfermedad.

La exposición a cualquier microrganismo puede producir uno de tres resultados distintos: que el microrganismo
colonice al anfitrión transitoriamente, que lo colonice permanentemente o que le produzca una enfermedad. Los
términos colonización y enfermedad deben diferenciarse siempre. La colonización no altera las funciones del
organismo hospedero. La enfermedad, en cambio, es producto de un proceso patológico que daña al anfitrión. Este
proceso puede deberse directamente a la actividad del microrganismo o a la respuesta inmunitaria del anfitrión
frente a la infección.

Pocas infecciones se deben a patógenos estrictos, es decir, a microrganismos asociados siempre a una enfermedad
(como Mycobacterium tuberculosis, Neisseria gonorrhoeae, los géneros Salmonella y Plasmodium, el virus de la rabia y otros).
La mayoría de las infecciones, en cambio, son producidas por patógenos oportunistas, es decir, microrganismos
que forman parte de la microflora normal del organismo (como Staphylococcus aureus, Escherichia coli, etc.).

Cabeza y aparato respiratorio


Boca, orofaringe y nasofaringe

Las vías respiratorias superiores están colonizadas por numerosas bacterias aerobias y, principalmente,
anaerobias. Las bacterias anaerobias más comunes pertenecen al género Peptostreptococcus. Las bacterias aerobias se
incluyen en los géneros Streptococcus, Haemophilus y Neisseria. La flora bacteriana varía según la localización anatómica.
La mayoría de los microrganismos comunes en las vías respiratorias son inocuos, aunque pueden producir
enfermedades al entrar a sitios normalmente estériles, como los senos paranasales, el oído medio y el cerebro.
Algunas bacterias potencialmente patógenas son Streptococcus pyogenes, Streptococcus pneumoniae, Staphylococcus aureus,
Neisseria meningitidis, Haemophilus influenzae y Moraxella catarrhalis.

Oído

Las bacterias que colonizan con mayor frecuencia el oído externo son estafilococos coagulasa-negativos,
aunque también se han aislado patógenos potenciales como Streptococcus pneumoniae y Pseudomonas aeruginosa.

Ojos

La superficie ocular está colonizada por estafilococos coagulasa-negativos y, en menor grado, por bacterias
propias de la nasofaringe. Los principales patógenos oculares son Streptococcus pneumoniae, Staphylococcus aureus,
Haemophilus influenzae, Neisseria gonorrhoeae, Chlamydia trachomatis y Pseudomonas aeruginosa.

Vías respiratorias inferiores

La laringe, la tráquea y las vías respiratorias inferiores suelen ser estériles, aunque pueden ser colonizadas
temporalmente por secreciones de las vías respiratorias superiores. En general, las enfermedades agudas de las vías
respiratorias inferiores se deben a bacterias orales, como Streptococcus pneumoniae y Staphylococcus aureus. Algunos
hongos, como Candida albicans, también pueden producir enfermedades en las vías respiratorias inferiores, aunque
esto no es frecuente y debe demostrarse completamente la invasión tisular para excluir una simple colonización.
Por el contrario, la presencia de hongos dimórficos, como Histoplasma, Coccidioides y Blastomyces, tiene valor
diagnóstico porque estos microrganismos nunca colonizan las vías respiratorias inferiores.

Aparato digestivo
Pese a la ingestión continua de agua y alimentos, la población microbiana en el aparato digestivo permanece
relativamente estable, a menos que se altere su equilibrio como consecuencia de factores exógenos, como los
tratamientos antibióticos.

Esófago

A partir de muestras esofágicas pueden aislarse levaduras y bacterias orofaríngeas y estomacales, aunque
la mayoría de estos microrganismos coloniza el esófago solo temporalmente. Las bacterias rara vez causan
enfermedades esofágicas (esofagitis); la mayor parte de estas infecciones se deben a Candida spp. y a virus como el
virus del herpes simple.

Estómago

Los únicos microrganismos presentes en el estómago son las bacterias resistentes a los ácidos, como las
bacterias productoras de ácido láctico de los géneros Lactobacillus y Streptecoccus y Helicobacter pylori. Esta última es un
agente etiológico de gastritis y ulceras gástricas. La población microbiana estomacal puede variar considerablemente
en pacientes tratados con antiácidos.

Intestino delgado

El intestino delgado está colonizado por numerosas bacterias, hongos y parásitos. Incluso algunos
microrganismos que suelen producir gastroenteritis, como Salmonella y Campylobacter spp., existen como residentes
asintomáticos. En casos de obstrucción intestinal puede aparecer el síndrome del asa ciega. En estos pacientes,
la estasia del contenido intestinal permite que los microrganismos del intestino grueso colonicen el intestino delgado,
originándose así un síndrome de hipoabsorción.

Intestino grueso

El intestino grueso es el sitio con la mayor población de microrganismos. Las bacterias más comunes
pertenecen a la familia Enterobacteriaceae y a los géneros Bifidobacterium, Eubacterium, Bacteroides y Enterococcus. E. coli,
aunque representa menos del 1% de la flora intestinal, es la bacteria aerobia responsable de la mayor parte de las
enfermedades intraabdominales. De igual forma, Bacteroides fragilis es el principal microrganismo anaerobio causante
de enfermedades intraabdominales. Por el contrario, Eubacterium y Bifidobacterium son las bacterias más comunes en
el intestino grueso, aunque no suelen causar enfermedades.

El tratamiento con antibióticos puede modificar la flora bacteriana y promover la proliferación de


microrganismos resistentes a estos fármacos, como Enterococcus, Pseudomonas y hongos. Clostridium difficile prolifera
rápidamente con el uso de antibióticos y puede producir diarrea e incluso colitis seudomembranosa.

La exposición a otros patógenos intestinales, como Shigella, E. coli enterohemorrágico y Entamoeba histolytica,
también puede alterar la microflora del colon y producir diversas enfermedades.

Aparato genitourinario
En general, la porción anterior de la uretra y la vagina son las únicas porciones del aparato genitourinario
colonizadas permanentemente por microrganismos. Aunque la vejiga urinaria puede ser colonizada temporalmente,
los microrganismos son rápidamente eliminados por las células uroepiteliales y por la orina. El resto del aparato
urinario y el útero permanecen estériles, salvo en condiciones patológicas.

Uretra anterior

La uretra está colonizada por diversos microrganismos, principalmente pro lactobacilos, estreptococos y
estafilococos coagulasa-negativos. Estos microrganismos son relativamente inocuos y no suelen producir
enfermedades. No obstante, la uretra puede ser colonizada temporalmente por microrganismos fecales, como
Enterococcus, miembros de la familia Enterobacteriaceae y Candida, que pueden proliferar en la orina y producir
enfermedades. Patógenos como Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis son una causa frecuente de uretritis y
pueden subsistir como colonizadores asintomáticos de la uretra.

Vagina

La población microbiana vaginal es muy diversa y depende en gran medida de factores hormonales.
Durante las primeras seis semanas de vida extrauterina, los estrógenos maternos favorecen la proliferación de
lactobacilos. Posteriormente, cundo los niveles de estrógenos disminuyen, la flora vaginal cambia e incluye
estafilococos, estreptococos y miembros de la familia Enterobacteriaceae. Cuando en la pubertad comienza la
producción de estrógenos, los lactobacilos reaparecen como microrganismos predominantes y pueden encontrarse
estafilococos, estreptococos, enterococos, Gardnerella, Mycoplasma, Ureaplasma, miembros de la familia
Enterobacteriaceae y diversas bacterias anaerobias. Neisseria gonorrhoeae, Trichomonas vaginalis, Candida albicans y
Candida glabrata son importantes agentes etiológicos de vaginitis. El virus del herpes simple y el papilomavirus no
forman parte de la flora normal del aparato genitourinario, pero pueden provocar infecciones persistentes.

Cuello uterino

El cuello uterino suele ser estéril, aunque Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis pueden producir
vaginitis. Actinomyces también puede producir enfermedades en este sitio.

Piel
Pese a que la piel está expuesta a diversos microrganismos, es un ambiente relativamente hostil para la
mayoría de ellos. Los microrganismos más comunes en la piel son bacterias grampositivas (Staphylococcus y
propionibacterias). Clostridium perfringens también es común en muchas personas. Los hongos Candida y Malassezia
proliferan principalmente en superficies húmedas. Los estreptococos pueden colonizar temporalmente la piel,
aunque los ácidos grasos producidos por las propionibacterias les resultan tóxicos. Los bacilos gramnegativos no
colonizan permanentemente la piel debido a su excesiva sequedad.

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