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IMPUNIDAD”
I.E.S.T.P. INSTITUTO DE EDUCACIÒN
SUPERIOR TECNOLÒGICO
LURIN PÙBLICO LURIN
FACULTAD DE CONTABILIDAD
CONTABILIDAD GENERAL II
ALUMNO
CRISTHIAN MEDINA
TURNO CICLO
DIURNO 2019 II
LIMA-2019
INTRODUCCION
El Derecho comercial surge en la Edad Media, frente a la rigidez y formalismo del Derecho
civil, pues los comerciantes sienten la necesidad de unas normas que se adapten mejor a
los requisitos del comercio. Dejan de aplicar entre sí la normativa rígida del derecho civil, y
crean un derecho autónomo, que no surge por imposición del Estado, sino por su
aceptación social y que se plasma en costumbres recogidas por recopilaciones hechas por
asociaciones de comerciantes. ¿Cómo se impone este derecho, si no tenía respaldo
público? A través de tribunales arbitrales de las propias corporaciones de comerciantes
(conocidos como “Consulados”), cuyas sentencias no eran ejecutivas por imposición
pública sino por presión social.
Este sistema de Derecho mercantil de clase cubre desde la baja Edad Media hasta la
Revolución francesa, y en España hasta las reformas de Fernando VII, ya en el siglo XIX.
Las únicas imposiciones estatales fueron las leyes de quiebra y los requisitos para la
creación de sociedades, para lo que se exigía autorización real (fue típico el privilegio
concedido a la Compañía de las Indias). Fuera de esto, la intervención del poder estatal se
limitaba a la promulgación de Ordenanzas, recopilaciones de normas consuetudinarias con
aprobación real, como la de Bilbao de 1737.
Estas Ordenanzas de Bilbao, inspiradas en las Ordenanzas francesas de Luis XIV, llegan
a aplicarse en un ámbito nacional vía consuetudinaria, y más tarde en 1792 Carlos IV
termina por imponer su vigencia al declararlas “universalmente recibidas en sus Reinos
para los asuntos mercantiles”. En su esencia, el Derecho mercantil medieval pervive -
aunque parezca increíble - hasta la transformación radical de finales del XVIII, cuya
expresión más violenta es la Revolución Francesa, y cuyas bases ideológicas son los
principios de igualdad y libertad - libre iniciativa y libre competencia en lo económico.
1. Evolución del Derecho Comercial
Según la opinión general, resulta imposible delimitar la materia comercial en los sistemas
jurídicos de la Antigüedad, toda vez que estos carecieron de normas que regularan en
forma especial al comercio y los comerciantes. Es cierto y evidente, que los sistemas
vigentes en ese estadio histórico, regularon cuando menos en embrión muchas de las
instituciones o actos que hoy consideramos como de comercio; pero también lo es que las
condiciones políticas, económicas y culturales de la época no hicieron sentir la necesidad
de la existencia de una rama especial para regularlos, de tal manera que tales actos
constituían una especie indiferenciada en la totalidad de los actos jurídicos. Las normas
reguladoras de los actos considerados ahora como de comercio carecían de autonomía y
se encontraban dentro del ámbito de las normas jurídicas generales o, cuando más dentro
del Derecho Privado.
Sin embargo, en esos sistemas jurídicos no existió un Derecho especial o autónomo, propio
de la materia mercantil. Es decir, no existió un Derecho Mercantil como hoy lo entendemos,
sino tan sólo normas aisladas relativas a determinados actos o relaciones comerciales.
Entre esas normas los autores hacen especial mención de las llamadas "Leyes rodias" (de
la isla de Rodas), que en realidad constituyeron una recopilación de un conjunto de usos
sobre el comercio marítimo. Esas "leyes" han alcanzado fama a través de su incorporación
al derecho romano.
Derecho Romano
El Derecho comercial como Derecho especial y distinto del común, nace en la Edad Media,
y es de origen consuetudinario.
El auge del comercio en esa época, el gran desarrollo del cambio y del crédito, fueron entre
otras las causas que originaron la multiplicación de las relaciones mercantiles, que el
Derecho común era incapaz de regular en las condiciones exigidas por las nuevas
situaciones y necesidades del comercio.
El nacimiento del Derecho Comercial como tal, está ligado íntimamente a la actividad de
los gremios o corporaciones de mercaderes que se organizan en las ciudades comerciales
medievales para la mejor defensa de los intereses comunes de la clase. Las corporaciones
perfectamente organizadas, no solo estaban regidas por sus estatutos escritos, que en su
mayor parte recogían practicas mercantiles, sino que además instituyeron tribunales de
mercaderes (jurisdicción consular), que resolvían las cuestiones surgidas entre los
asociados, administrando justicia según usos o costumbres del comercio.
Es así que, en el seno de los gremios y corporaciones, principalmente en las florecientes
ciudades medievales italianas, va creándose un conjunto de normas sobre el comercio y
los comerciantes, tendientes a dirimir las controversias mercantiles, normas de origen
consuetudinario, que son aplicadas por los cónsules, órganos de decisión de aquellos
gremios o corporaciones.
Fue así que partiendo de obras como el Code Merchant francés de 1673 un gran número
de Estados redactaron legislaciones similares para regular la materia que nos compete.
Este gran movimiento legislativo de todas las naciones trajo consigo un gran movimiento
científico en la esfera de la literatura jurídica del derecho mercantil, cuyas obras de estudio
forman hoy una riquísima biblioteca. Sobre todo la materia de la legislación comparada
adquirió, como era de esperarse, un gran desarrollo, pues siendo el comercio cosmopolita
por su naturaleza y por el grande impulso que en los tiempos modernos le comunican las
pacíficas relaciones internacionales, los tratados, las vías de comunicación marítimas y
terrestres, es natural que el Derecho Mercantil, reflejo de las necesidades del comercio,
tienda a buscar esa unidad de preceptos y doctrinas, esa universalidad de principios que
exige el cosmopolitismo del tráfico en sus diversas manifestaciones. Entre los varios ramos
de la legislación mercantil hay algunos en que más se ha acentuado la necesidad de
uniformar el Derecho de las distintas naciones, como sucede en lo relativo a las letras de
cambio entre muchos otros aspectos.
Con motivo de la necesidad de uniformar por lo menos ciertos aspectos del Derecho
Mercantil entre las diversas naciones se comenzaron a celebrar congresos y conferencias
entre estas para llegar a acuerdos y tratados. Siendo la primera de ellas la reunión en Berna
en 1878, a la cual le han seguido innumerables intentos a través del tiempo con el fin de
lograr la tan deseada obtención de acuerdos que produzcan la uniformidad tan necesaria
en materias mercantiles.
Es el conjunto de instituciones jurídicas que rigen las relaciones entre los comerciantes
derivados de la realización de los actos de comercio; estos a su vez tienen el carácter de
determinar la naturaleza jurídica de orden mercantil.
El autor Rafael De Pina Vara; sostiene que resulta muy difícil definir al Derecho Comercial,
toda vez que la ley mercantil establece supuestos de naturaleza comercial sin que estos
sean ejecutados materialmente por comerciantes, por ello se determina que el derecho
mercantil o comercial no regula las relaciones entre comerciantes, sino que se enfoca a la
ejecución misma del acto de comercio.3
Siguiendo a Sánchez Calero, podemos definir al Derecho Comercial como “la parte del
Derecho Privado que comprende el conjunto de normas jurídicas relativas al empresario y
a los actos que surjan del ejercicio de su actividad económica”.4 Las notas fundamentales
de este concepto son las siguientes:
a. Parte del Derecho Privado: Se trata de un aparte del Derecho Privado, la cual es una
de las dos categorías fundamentales en que se divide el Derecho Objetivo. El Derecho
Privado se preocupa de regular las relaciones entre los particulares, y en concreto el
Derecho Comercial regula las relaciones de los empresarios entre sí, o las de éstos con
sus clientes. Pero en la actualidad no se puede decir que se trate solamente de Derecho
Privado, ya que el creciente intervencionismo estatal hace que muchas normas de Derecho
administrativo y fiscal modulen las normas comerciales.
Entendemos por fuente de donde brota surge o nace. Por lo que las fuentes del Derecho
Mercantil son aquellas que procuran el nacimiento de normas, sin embargo dichas no son
exclusivas del Derecho Mercantil.
Acotado así el tema, no puede haber en realidad una teoría propia de las fuentes del
Derecho Mercantil, porque este Derecho no ofrece formas especiales de manifestación,
distintas de las del Derecho Civil: tanto uno como otro se exteriorizan en dos fuentes
fundamentales: la ley y la costumbre; el Derecho se manifiesta o por palabras o por actos;
o reflexiva y mediatamente a través del Estado, o espontánea e inmediatamente por la
sociedad misma. No hay, pues, una diversidad de fuente. Hay una diversidad de normas
(las normas contenidas en la ley o en la costumbre mercantil), la rúbrica "Fuentes del
Derecho Mercantil" contiene una expresión equívoca impuesta por la doctrina tradicional.
No tratamos, en efecto, de las fuentes del Derecho Mercantil como modos o formas
peculiares de manifestarse este Derecho, sino de las normas (legales o consuetudinarias)
relativas a la materia mercantil. La ley y la costumbre mercantil, en tanto que fuentes del
Derecho, en nada se diferencian de la ley mercantil y la costumbre civil. La diferencia está
en su respectivo contenido (relaciones sociales que regulan, necesidades que satisfacen).
La Ley.
La ley es la principal fuente formal del Derecho Mercantil, y en nuestro sistema, elaborarla
corresponde al Congreso de la Unión según establece la fracción X del artículo 73
Constitucional, que a la letra dice "El Congreso tiene facultad: ……Para legislar en toda la
República sobre hidrocarburos, minería, industria cinematográfica, comercio,……"Sin
embargo, para los fines de nuestro estudio, entendemos por ley mercantil no solamente las
normas emanadas del Poder Legislativo Federal, sino también otras que dictó el Ejecutivo
por delegación y en uso de las facultades extraordinarias que recibió del Legislativo; las
que contienen los tratados internacionales celebrados por el mismo Ejecutivo con
aprobación del Senado; así como aquellas dictadas por el Ejecutivo en ejercicio de sus
funciones, para proveer al exacto cumplimiento de todas las anteriores normas.
Ahora bien, nuestra legislación mercantil se encuentra sumamente dispersa, toda vez que,
por una parte, muchas de las materia que originalmente se encontraban reglamentadas en
el Código de Comercio, se han segregado de él a virtud de leyes derogatorias; y por la otra,
se han expedido múltiples ordenamientos que han venido a regular materias no
comprendidas antes en dicho Código, de aquí que pueda decirse que nuestra legislación
mercantil se encuentra integrada por el Código de Comercio y por las leyes derogatorias y
complementarias de él.
En cuanto a las leyes derogatorias del Código podemos citar como ejemplos a la Ley
General de Títulos y Operaciones de Crédito, la Ley General de Sociedades Mercantiles,
la Ley sobre el Contrato de Seguro, la Ley General de Sociedades Cooperativas, entre
otras.
Por lo que toca a leyes complementarias es posible citar (por dar un par de ejemplos) la
Ley Orgánica del Banco de México, la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito y
la Ley de Cámaras Empresariales y sus Confederaciones.
La ley mercantil de carácter general, es el Código de Comercio, el cual integra los aspectos
generales del Derecho Mercantil, pues es dentro de su mismo cuerpo, Derecho sustantivo
y adjetivo, pero además se encuentra apoyado por una serie de leyes y reglamentos que
regulan materias específicas a las cuales llamamos "Leyes Especiales del Derecho
Mercantil".
Estos hechos son los que han dado lugar a la promulgación de múltiples leyes especiales,
que han venido a modificar o a completar la regulación contenida en el Código.
Para investigar cuál ha sido la historia del vigente Código de Comercio peruano hay que
.remontarse al siglo pasado. Y no porque este código tenga como fecha de inicio de
vigencia el año de 1902 y esto lleve a pensar entonces que, por tanto, fue durante los años
próximos anteriores a 1902, durante los cuales se preparó o se realizó la elaboración o
redacción de este código de comercio, sino porque, en realidad, como se comprobará más
adelante, dicho código es del siglo pasado, aun cuando tenga como fecha de inicio de
vigencia el año de 1902.
Allá por el año de 1895, exactamente el 6 de noviembre de ese año, fue presentado a la
entonces Cámara de Diputados un proyecto de ley por los diputados Felipe de Osma, José
M. Manzanilla, Germán Leguía, M. J. Pozo, J. D. Cáceres y Washington Ugarte, que
proponía la adopción del Código de Comercio español de 1885 y la elección de una
comisión que informara acerca de las reformas que fuese necesario introducir en él.
Se puede apreciar bien, entonces, que después de diez años de la puesta en vigencia del
mencionado Código de Comercio español de 1885, ya en el Perú se proponía la
incorporación de este código en su normatividad.
Pero esta observación no debe causar sorpresa porque en ese año, 1895, se encontraba
vigente el Código de Comercio de 1853 que era resultado a su vez de la incorporación del
Código de Comercio español de 1829 a la normatividad peruana. De tal manera que
cuando en 1895 se proponía la incorporación de un código extranjero a la normatividad
peruana, ya en el Perú existía un precedente.
Tal parece que en 1895 los «legisladores» peruanos al ver que ya en España habían
cambiado de código de comercio derogando el anterior de 1829, se hacía necesario
también aquí entonces, por lógica, tener que hacer los mismo; es decir, cambiar de código
de comercio. Pues hubiese sido ilógico e inconsecuente continuar utilizando el Código de
Comercio de 1853, que era el mismo de España de 1829 y que ya había sido derogado y
sustituido por otro en dicho país diez años atrás en 1885.
Estas circunstancias han debido ser sin duda las que motivaron a los diputados
anteriormente mencionados a proponer en 1895 la adopción de un nuevo código de
comercio en el Perú.
Lo que sucedió a continuación entonces fue que la propuesta de estos diputados fue
tomada en cuenta, pues de acuerdo a los datos obtenidos de los propios dictámenes
legislativos con los que se discutió y aprobó la adopción del Código de Comercio de 1902,
después de la presentación del proyecto de ley -en el que se proponía la adopción del
Código de Comercio español de 1885- en 1895, hubo de transcurrir dos legislaturas para
que finalmente se presentara el dictamen con el que se aprobó la incorporación de dicho
código a la normatividad peruana. Fue en las sesiones del año 1897 en las que ese
dictamen fue ampliamente discutido y aprobado, quedando así, por tanto, aceptada la
propuesta de adopción del Código de Comercio español de 1885 5
Pero este proyecto de ley no llegó a ser ley del Estado porque en ese año (1897) se
clausuró el Congreso sin que el Senado hubiera tenido tiempo para ocuparse del asunto.
Fue entonces cuando a comienzos del año siguiente (1898), como el Congreso estaba
inactivo, tomó riendas en el asunto el Poder Ejecutivo, pues éste participaba en la misma
medida de las aspiraciones de los diputados que habían presentado el proyecto de ley. El
Poder Ejecutivo (exactamente el gobierno de Nicolás de Piérola) expidió entonces un
decreto el 28 de febrero de 1898 mediante el cual se nombró a los doctores Luis Felipe
Villarán y Felipe de Osma y Pardo miembros de la comisión encargada de adaptar el
Código de Comercio español de 1885 a nuestras costumbres mercantiles, forma de
gobierno y organización de los juzgados y tribunales, disponiendo a su vez que la Cámara
de Comercio de Lima agregara un comerciante, quien unido a los dos anteriores
completaría dicha comisión.
Según datos también de los dictámenes legislativos, esta comisión «trabajó asiduamente
durante ocho meses» después de los cuales presentó el Código al Poder Ejecutivo y éste
lo sometió a la Cámara de Diputados del mismo año (1898)7 Pero no hubo tiempo en esa
legislatura ni en la ordinaria de ese año para tratar esa materia, razón por la cual iba a
demorar más el proceso de. aprobación del Código. Fue entonces cuando intervino la
Cámara de Comercio de Lima, que estaba muy interesada en la pronta aprobación, y
presentó en 1899 al Poder Ejecutivo una exposición en la que pedía se sometiera el Código
al Congreso extraordinario que estaba funcionando en aquel momento.
Como siguiente paso dicho proyecto fue remitido a la Cámara de Senadores de ese
entonces para su correspondiente revisión y aprobación, para lo cual emitió también su
respectivo dictamen. Pero dicha revisión, aprobación y dictamen senatorial no se realizaron
inmediatamente, sino luego de nueve meses. Así es como, recién con fecha 1 de setiembre
de 1900, se expide el dictamen del Senado.
En el dictamen del Senado éste también propone, al igual que en los demás dictámenes,
varias conclusiones; siendo la primera y más trascendente de ellas la de aprobación de las
conclusiones venidas en revisión de la Cámara de Diputados con excepción de sólo
algunas normas que se indicaron.
Pero aun con esta última aprobación efectuada por el Senado en 1900 no pudo llegar
todavía a entrar en vigencia este código de comercio. Ello se debió a que el Congreso
consideró conveniente discutirlo y revisarlo todavía en las sesiones parlamentarias de las
siguientes legislaturas del año 190 l. Durante este año las conclusiones de los tres
dictámenes fueron, pues, discutidas, revisadas y finalmente aprobadas en sesiones
parlamentarias tanto de la Cámara de Diputados como de la Cámara de Senadores de ese
entonces.
Finalmente, transcurridas las legislaturas del año 1901 el Congreso remitió el proyecto de
Código de Comercio al Poder Ejecutivo para su promulgación. Es así como finalmente el
Poder Ejecutivo de ese entonces, exactamente el gobierno de Eduardo López de Romaña,
promulgó el Código de Comercio el 15 de febrero de 1902 disponiéndose que su vigencia
comenzara a regir el 1 de julio de ese mismo año, como efectivamente rige hasta nuestros
días. Este lapso de meses entre la promulgación y la puesta en vigencia obedeció a que
se consideró que se requería algún tiempo para su necesaria difusión y divulgación, tal
como siempre se estila hasta la fecha con las leyes de importancia como son los Códigos.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
Cervantes Ahumada, Raúl. "Derecho Mercantil". 3a. edición, Ed. Herrero, S.A.
México, 1980.
De Pina Vara, Rafael. "Diccionario de Derecho", 3a. Edición, Ed. Porrúa. S.A.
México 1973.
Sanchez Calero, Fernando. “Principios de derecho mercantil”, 22ª edición, Ed.
Aranzadi. España 2017
LAMA, Miguel de la, “Dictámenes legislativos del Congreso”, en Código de
Comercio, Lima, 1902
Medina Vergara, Jaime. “Derecho comercial”. 4ª edición.Ed. Temis S.A.
Colombia, 2008