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Rachel Vincent Saga Werecats Alpha

AGRADECIMIENTOS

Staff de Traducción
ClaRe..!!
Sheilita Belikov
majo! ♥
palolasg12
Anne_Belikov
Anelisse
Ellie
flochi
Darkemily
Masi
*!!!BellJolie!!!*
Luxero
cuketa_lluminosa
Taty95.12
Hillary_Stone
2 cYeLy DiviNNa
Sera

Staff de Corrección
Obsession
Anne_Belikov
Vanille
V!an*
Milliefer
Haushiinka
Recopilación y Revisión
Vanille

Diseño
Evelin

Purple Rose
Rachel Vincent Saga Werecats Alpha

SINOPSIS
Traducida por Anne_Belikov

TIENES QUE ATRAPAR A FAYTHE...

El inescrupuloso nuevo presidente del consejo nos ha acusado a Jace, Marc y a


mí de allanamiento, secuestro, asesinato y traición. Sí, hemos estado bastante
ocupados. Pero es momento de tomar justicia en nuestras propias manos.
Tenemos que vengar la muerte de mi hermano y remover la podredumbre
3 existente en el corazón del consejo.
No va a ser fácil y la pérdida parece inevitable, pero me he comprometido a
proteger mi Orgullo, no importa de qué. Con un objetivo tras mi espalda y Marc
a mi lado encabezaré el enfrentamiento final, que podría cambiar todo para
siempre.

Sexto y último libro de la Saga Werecats

Purple Rose
Rachel Vincent Saga Werecats Alpha

CAPITULO 1
Traducido por ClaRe..!! y Sheilita Belikov
Corregido por Obsession

—¿Estás segura sobre esto? —Jace vaciló, una mano agarrando una rama desnuda
sobre su cabeza, y la otra preparada sobre su cremallera. Pero yo pude ver la verdad.
Él quería esto tan malditamente como yo.
—Absolutamente. —Empujé el último botón a través del agujero y dejé caer mi
camiseta al suelo en un área de luz del sol moteada. Mi piel ya estaba cubierta de piel
de gallina, tanto de anticipación como del frío de Febrero—. Ahora cállate y sácate los
pantalones.
Él se encogió de hombros y sonrió.
—Sabes que siempre estoy dispuesto por un poco de diversión sudorosa. —Pero la

4 mirada en sus ojos mientras su mirada vagaba al sur de la mía desmentía su casual
entusiasmo. Parte lujuria de sangre, parte lujuria real, y todo regocijo, justo como yo.
—No estoy segura de que sea exactamente cómo yo describiría esto. —No es que no
estuviese deseando un poco de acción. Habían pasado días, y realmente estaba
empezando a ansiar.
—¿Qué demonios es esto? —gruñó Marc, un instante antes de que arrancase la maleza
a mi izquierda. La luz del sol irrumpió en el bosque con su intrusión, destacando mi
sujetador expuesto y la... total desnudez de Jace. ¡Maldición, ese chico es rápido! La
furia emanó de Marc como una profunda y oscura oleada, enfatizando sus fuertes y
oscuros rasgos—. No vas a hacer esto sin mí.
Mierda.
—Marc, esto no es lo que piensas, y no tenemos tiempo para explicar... —Mis ojos se
estrecharon a la vez que finalmente capté sus últimas palabras—. Espera… ¿qué?
—Dije, no... sin... mí. —Su ceja se alzó en un reto silencioso, y todas las palabras me
abandonaron.
Parpadeé, perdida por un momento en las posibilidades, luego sacudí la cabeza para
aclararla.

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—Pero nosotros no estamos... —Ondeé una mano adelante y atrás entre Jace y yo,
realmente incapaz de vocalizar lo que él seguramente pensó que estábamos haciendo—
. Vamos tras Ryan. Capté un olor suyo en mi carrera.
—Vic me dijo. —Él todavía estaba claramente cabreado, incluso sabiendo que Jace y
yo no habíamos salido corriendo en secreto, caído el mediodía en la... maleza.
—¿No se lo dijiste a mi padre...?
Marc había estado hablando de estrategias de guerra con mi padre cuando yo había
llegado de mi carrera, y no les había dicho adónde íbamos porque no quería que mi
padre supiese acerca de Ryan. No cuando nosotros podíamos hacernos cargo del
problema fácilmente y ahorrarle a él (y a mi madre) la tensión adicional.
Él sacudió la cabeza lentamente, como si dudase de su propia decisión.
—Ryan es la última cosa con la que debería tener que tratar ahora mismo.
—Sí. —Y yo estaba realmente esperando el ejercicio, para quemar un poco el estrés a
través de un buen y limpio esfuerzo. A diferencia de la otra clase más sudorosa, la cuál
estábamos todos actualmente denegándonos, para evitar que Marc y Jace se matasen
entre ellos.
Quienquiera que dijese que dos es mejor que uno era estúpido o estaba loco. O sin
corazón.

5 —Voy contigo, así que vístete. Ahora. No vas a Cambiar.


—No empieces a ordenarle —gruñó Jace, y el temor cayó profundo en mi estómago,
como náuseas con una acidez mejorada.
Marc gruñó, y vi el instante en el que perdió el control de su temperamento. Se
abalanzó sobre Jace. Jace saltó hacia delante. Yo me lancé entre ellos.
Ambos cuerpos duros se estrellaron contra mí. El aire estalló de mi garganta. Mi
gruñido de dolor difícilmente llevó algún sonido. Durante un instante, no me pude
mover, aplastada entre ellos, confundida por la colisión de olores y doliéndome todo.
Mi torso era un hematoma gigante, no me habría ido mucho mejor entre dos coches
acercándose.
No estoy segura cuál de los dos se movió primero, pero de repente yo estaba en el
suelo, mirando a dos caras preocupadas y enfadadas.
—Maldición, Faythe, vas a conseguir que te matemos —dijo Marc bruscamente.
Respiré dolorosamente, y mi voz salió ronca.
—Evidentemente, eso es lo que toma el evitar que se maten. —Aunque
verdaderamente, mientras que Jace se defendería ansiosamente él mismo, todavía no
había atacado a Marc realmente. No podría decirse lo contrario.

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Les empujé lejos y me puse de pie por mí misma, mirando a Marc como si ambos
estuvieran conmigo.
—Mira, sé que todo esto es mi culpa...
—No sólo tuya. —Marc fulminó con la mirada a Jace sobre mi hombro.
—... Y sé que el momento no podría ser peor. Y lamento más ambas cosas de lo que
posiblemente podría explicar. Pero si tengo que gastar todo mi tiempo y energía
tratando de mantenerlos separados, realmente voy a conseguir que me maten, y será
su culpa.
Marc se tambaleó como si le hubiese dado un puñetazo. Pero se recuperó rápidamente,
con una fresca dosis de enojo.
—Cosechas lo que siembras, Faythe. Y yo todavía voy contigo.
Crucé mis brazos sobre el pecho y traté de ignorar las frescas sacudidas del frío.
—Creo que tú y Jace deberían estar alejados el uno del otro hasta que te hayas
enfriado.
—¿Por qué? ¿Así ustedes dos pueden rematar su caza con un poco más de... cosechar
y sembrar?
Cerré mis ojos, respirando a través del dolor agudo de mi pecho, el cual no tenía nada
que ver con la colisión entre Toms. Después, me obligué a mirarle.
6 —¿Honestamente piensas que te haría eso?
—Creo que ya lo has hecho.
Él tenía razón, pero la púa todavía picaba. Ni siquiera me había acercado para ganar el
perdón todavía, pero este no era el momento de intentarlo. Algo parecía estar siempre
en el camino.
—Vamos tras Ryan. Eres bienvenido a unirte a nosotros, si puedes controlar tu
temperamento.
Nunca había visto a Marc tan amargo o abiertamente antagonista como había estado
durante la semana pasada. Su enojo se metía en el camino de su concentración, su
patrón de sueño, y su trabajo, pero él no podía trabajar alrededor de ello porque no
podía resolver el problema (que dependía de mí) ni podía escapar de él. Cada vez que
se daba la vuelta, Jace y yo estábamos ahí, nuestra presencia recordándole lo que
había pasado.
Esto no iba a ponerse mejor hasta que yo tomara una decisión, de una manera u otra.
Las oscuras cejas de Marc bajaron y dio un paso más cerca, tanto que tuve que mirar
hacia arriba para encontrar sus ojos.

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—Voy... en mis propios términos. —Se sacó su camiseta negra sobre la cabeza, y mi
mirada quedó atrapada involuntariamente en su pecho, esculpido durante años con
entrenamientos de guardián y marcado por el Extraviado que lo había traído a mi vida
quince años atrás. Quería trazar aquellas cicatrices con mis dedos, pero no estaba
segura de tener el derecho nunca más. Él apenas me había tocado desde que
descubrió lo de Jace y yo.
—Todavía no me superas en rango —escupió—. Así que ponte tu camiseta, te quedas
en dos piernas. Y esta vez mira si las puedes mantener juntas.
Yo realmente me tambaleé hacia atrás, anonadada por la profundidad de su ira. Pero
no realmente sorprendida. Me merecía lo peor que tuviese para atacar, y él merecía
una salida, especialmente considerando que no podía descargarse donde alguien más
pudiese oírle. Pero maldición, el veneno en su voz escocía.
Jace gruñó y dio un paso adelante, pero yo puse una mano en su estómago para
detenerle.
Quería gritarle a Marc, pelear en respuesta, pero eso sólo empeoraría todo. Así que me
tragué mi enojo y me ceñí al tema.
—Diablos, no. Soy más rápida en cuatro piernas. —Mi carrera privada había sido corta
por el olor no desautorizado en el bosque, y yo estaba que me moría por un poco de
ejercicio en forma de gato para ayudar a aclarar mi cabeza y pelear con la sed de

7 sangre que todos hemos estado batallando durante el último par de semanas. Desde
que Ethan murió, mi hermano asesinado en nuestra propia propiedad.
Marc arrancó mi camiseta del suelo y la empujó hacia mí.
—A no ser que estés planeando matarle, las garras y los caninos no harán ningún bien
esta vez.
Él tenía razón, así que gemí y empujé los brazos a través de las mangas, luego les di la
espalda a los dos, ya corriendo hacia la mancha donde había captado el olor de Ryan
primero.
—Alcáncenme cuando hayan Cambiado.
Yo no era un líder. No realmente. No todavía. Pero mi padre me estaba entrenando
para reemplazarle como Alfa algún día, y un Alfa tenía que estar preparado para hacer
preguntas y dar órdenes, las cuales eran difíciles de hacer en forma de gato.
Normalmente, un Alfa (incluso un aprendiz) no arrastraría el culo a través del bosque
solo mientras está buscando a un delincuente conocido. Especialmente en forma
humana, y prácticamente indefensa contra alguien con garras y caninos. De todas
formas, este delincuente en particular era más que simplemente conocido. Era
vilipendiado, desdeñado y compadecido. Pero no era temido.
También era mi hermano.

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Mi pulso latió aceleradamente a la vez que yo corría y cada aliento venía más rápido
que el anterior. Traté de exhalarlo todo, para purgar mi cuerpo del veneno que había
estado viviendo y respirando desde que había empezado a mentirle a Marc. Eso fue
todo. Él sabía que yo había dormido con Jace, una vez, en el ataque de dolor por
Ethan, mientras Marc estaba desaparecido y presuntamente muerto; pero la verdad
sólo había hecho las cosas peores. Podía disculparme, y tuve muchas, muchas
ocasiones, pero no podía decirle que estaba terminado. No podía decirle que no amaba
a Jace. No sin mentirle otra vez.
Me odiaba a mí misma por ello, pero era un odio inútil. No cambiaba nada. Yo amaba a
Marc, pero no lo merecía. Amaba a Jace, pero no podía abandonar a Marc. Y no
importaba lo que decidiese, Marc me había dejado claro que él no podía vivir con Jace
nunca más. Una vez que la guerra acabase, uno de ellos tendría que irse. Pero no
quería perder a ninguno de los dos.
Perdida en mis pensamientos y desgarbada en forma humana, tropecé con una raíz
expuesta y me atoré en una rama torcida, usando sólo un momento para recuperar el
equilibrio. Luego seguí otra vez, mis pulmones estaban quemando por el frío.
Unos cuantos pasos más tarde, dos elegantes formas negras me pasaron tan rápido
que ni siquiera pude enfocarme en ellos. Pero pude olerlos, Marc y Jace, Cambiados
completamente en forma de gato y envueltos en una carrera improvisada. Todo era
una competición ahora, si me involucraba o si no. Todo era tenso, peligroso y doloroso.
8 Y prácticamente podía degustar la frustración de Marc. Él probablemente habría
pasado a Jace, excepto que él no sabía adónde estaban yendo. Él no había estado ahí
cuando le dije a Jace dónde había olido a Ryan.
Para el momento en que llegué, lo habían obligado a subirse a un árbol; una forma
humana delgada aferrada a las ramas sobre su cabeza. Ryan era algo más que un
mosaico de sombras proyectadas por el entrecruzamiento de las ramas, pero yo podía
jurar que vi a esas sombras temblar.
Marc le había querido muerto todo este tiempo por lo que me había hecho. Por darme a
los traficantes de Tabbies sudamericanos, quienes me habrían vendido al mejor postor.
—Retírense —dije, y ambos Toms me obedecieron. Incluso en su inaudito estado de
rabia, Marc no expondría el disentimiento en nuestros rangos al enemigo. Y a pesar de
la debilidad de mi madre por su segundo hijo, el resto de nosotros consideraba a Ryan
un enemigo.
—Baja. Ahora —ordené, y después de un momento de vacilación, Ryan se dejó caer al
suelo en frente de mí, rodillas flexionadas, brazos extendidos para el equilibrio. Traté
de no reconocer la destreza en su bajada. Lo atribuí a la frecuencia con la cual un
cobarde como la oveja negra de mi hermano estaba probablemente subido a un árbol.

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—Faythe. —Ryan asintió con la cabeza en señal de saludo provisional, cuidadoso de no
inclinar la cabeza demasiado. Él no estaba preparado para reconocer mi rango en el
Orgullo. No todavía de todas formas. Incluso aunque él ya no era un miembro.
La sombra de una rama desnuda caía a través de su cara, y en mi mente vi barras de
acero. Él había aparecido bajo una bandera de tregua en el funeral de Ethan, pero
había demasiadas cosas ocurriendo entonces, yo apenas le había dado un segundo
pensamiento. Pero verlo aquí, escondiéndose en las sombras, lo trajo todo de nuevo...
—Dame una buena razón por la que no debería dejarles arrancarte los brazos y ver
cómo te desangras.
—Porque mamá olería mi sangre la próxima vez que se acerque a media milla de aquí.
—Elevé ambas cejas, a regañadientes impresionada. Había esperado que suplicara por
su vida, o por lo menos apelara a nuestro deshilachado vínculo familiar. Pero
obviamente sabía que eso no haría bien. Y que incluso si estuviese dispuesta a matar a
alguien que no representaba una amenaza inmediata, no dañaría a nuestra madre, ni
siquiera para castigarle; ella ya había enterrado a un hijo, y yo no la pondría a través
de un segundo funeral en menos de un mes.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? Y ten en mente que los Cambiadores pueden
asumir un montón de dolor sin llegar a morir.
Yo lo sabía.

9 Ryan me había visto golpeada en una masa de sangre, con chichones y moratones
después de pelear con el primero de los violadores y asesinos psicóticos que él había
ayudado a secuestrarnos a mí y a otras dos Tabbies, incluyendo nuestra prima Abby.
Todo para proteger su propio culo. Para él, eso era siempre la línea más baja. Ryan era
un cobarde grado A. Sólo mirarle me hacía sentir enferma.
—Necesito verla. —Nuestra madre, por supuesto. Su apoyo, banco, manto de
seguridad, y el único miembro de nuestra familia del que parecía preocuparse
realmente.
—Me importa una mierda lo que necesites —escupí, y Marc resopló en acuerdo.
—Bien. Lo entiendo y no te culpo —asintió Ryan, siempre ansioso por aplacar, para
evitar tener su rostro golpeado—. Pero ella necesita verme.
Rodé mis ojos.
—¿Por qué necesita verte?
—Por la misma razón que necesita verte a ti. Porque es nuestra madre. ¿No crees que
ella ha sufrido lo suficiente con Ethan?
—No. —Tragué pesadamente y mis manos se cerraron en puños a la vez que Jace
gruñía a mi lado—. Tú no puedes decir su nombre. Ethan era todo lo que tú no eres. Él

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peleó por todos nosotros, una y otra vez. Él murió peleando por una Tabby inocente.
Pero tú... tú nos vendiste. —Dejó caer una mirada llena de culpa, y eso sólo me puso
más enfadada—. Mírame —exigí, mi garganta doliendo por retener las cosas que quería
gritarle. Las acusaciones que había estado reteniendo por meses—. El contacto visual
es lo menos que me debes.
Ryan levantó su cabeza, y la miseria que vi en su cara no hizo nada para apaciguar mi
cólera. Él no conocía la miseria. Él no conocía nada como el dolor que había causado.
—Abby tenía diecisiete años, y era virgen, y los dejaste violarla. Sara se iba a casar, y
dejaste que la violaran, y luego la mataran. Y dejaste que pusieron sus manos sobre
mí. Dejaste que intentaran...
Él dio un respingo, y no pude terminar. Él sabía lo que los había dejado intentar. Y por
la manera en que se encogió, yo diría que los recuerdos lo lastimaban. Bien. Pero no
podían lastimarlo como me lastimaban.
—No te atrevas a decirme lo que mamá necesita. Ella no te necesita. Ninguno de
nosotros lo hace.
Ryan suspiró y su mirada se intensificó, como si estuviera buscando algo en mis ojos.
—Ya sé que no quieres escuchar esto, pero ella me perdonó, Faythe. ¿Por qué tú no
puedes?

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Mi puño voló antes de que supiera lo que estaba haciendo. Su nariz crujió, luego su
sangre salpicó mi camisa y cuello. Ryan aulló, pero el sonido terminó en un gorgoteo.
Sus manos volaron a cubrirse el rostro.
Marc ronroneó y se frotó contra mi tobillo. Ryan se dejó caer de rodillas, acunando su
nariz arruinada.
—A mamá no la aprisionaron, patearon, dieron puñetazos y humillaron —dije
bruscamente—. Ella no fue arrojada en una jaula en un sótano sucio. No fue tocada.
Tiene el lujo del perdón porque no fracasa luchando contra ellos en sus pesadillas.
¿Sabías que sueño con eso, Ryan? —Me dejé caer en una posición en cuclillas delante
de él y tiré su cabeza hacia atrás por su pelo hasta que vi sus ojos, ya rodeados por la
rápidamente hinchada y oscurecida carne—. ¿Sabías que sucede todo de nuevo, todas
las noches que duermo sola? ¿Cada noche que estoy demasiado cansada para luchar
contra los recuerdos? —Me tragué un sollozo y obligué las siguientes palabras a salir—
. Te necesitaba entonces. Se suponía que me protegerías. Pero no te necesito ahora.
Mi puño se estrelló contra su mandíbula y su cabeza golpeó el tronco del árbol. Sus
ojos se humedecieron, pero no podía decir si eran lágrimas de arrepentimiento o dolor.
Y no me importaba.
Uno de los chicos me haló hacia atrás por el dobladillo de mi camisa, y me paré,
olvidando el frío.

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—Éramos familia. —Le di una patada, y mi bota se estrelló contra su muslo—. Eras mi
hermano mayor.
Las lágrimas de Ryan cayeron. Él estaba diciendo algo, pero yo no podía oírlo. No
quería.
—Los hermanos se supone que están para asegurarse que esas cosas nunca les
sucedan a sus hermanitas. Es su trabajo, así sean un guardián o no. Ethan sabía eso.
¿Por qué diablos no lo hiciste? —Lo pateé otra vez, y Ryan se acurrucó contra la base
del árbol. Ni siquiera trató de defenderse. Como si quisiera ser castigado. Como si ser
golpeado aliviara parte de su culpa.
Marc me haló de nuevo, y me tambaleé hacia atrás, medio sorprendida al ver la sangre
en mi mano. No me había dado cuenta de que todavía acarreaba tanta rabia.
Ryan alzó la vista. Se limpió la sangre y las lágrimas con la manga de su chaqueta, y
se paró lentamente.
—Lo siento mucho, Faythe. Sé que nunca va a ser suficiente, pero lo siento tanto,
tanto.
Sí. Dile eso a Sara y a Abby.
—Vete de aquí. —Mis ojos ardían, y quería frotarlos. O cerrarlos.
—Faythe...
11 —¡Lárgate! —grité—. Y si vuelves, te juro que usaré tus caninos como aretes.
—Por favor... —Trató una vez más, conteniendo el goteo constante de sangre de su
nariz.
—¡Vete!
Finalmente, Ryan echó a correr. Miró hacia atrás dos veces. Y sólo me di cuenta que
estaba llorando cuando me caí de rodillas, y Jace lamió las lágrimas calientes de mi
cara con su lengua caliente y áspera. Ellos se enroscaron alrededor de mí, ambos
compartiendo su calor y su consuelo, y clavé mis dedos en su pelaje. Y durante varios
minutos, sólo pude llorar.

Estaba sentada en el sofá de la casa de huéspedes, con mis dedos todavía entumecidos
por el frío, mi cara todavía enrojecida por el llanto.
Marc subió la cremallera de sus pantalones, y el susurro metálico era fuerte en el
íntimo silencio, incluso desde la cocina hasta el otro lado de la sala. Mientras Jace
terminaba su Cambio, Marc me trajo una botella de agua fría; sin duda, todos los

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vasos estaban sucios. Medio minuto más tarde, Jace se puso de pie, desnudo por su
Cambio y sin prisa por alcanzar su ropa.
Marc frunció el ceño y le arrojó los pantalones vaqueros que yo había recogido en
nuestro camino de vuelta del bosque.
Jace me miró con preocupación mientras se los ponía, y la mirada que Marc le disparó
podría haber congelado lava. Pero Jace estaba imperturbable.
—Voy a tratar de arreglarla. Ve a conseguirle una camisa limpia.
—No te dejaré solo con ella. Aquí. —Dónde Jace y yo nos habíamos... besuqueado. En
el piso de la sala.
Jace rodó sus ojos de color azul brillante.
—Como si fuera a tratar seducirla mientras está alterada.
—Si la memoria me sirve, es cuando está más... receptiva —Marc escupió.
Mi temperamento quemó y mis manos se apretaron en puños, pero mantuve mi boca
cerrada. Él había sobrevivido a ser un cornudo, yo podría sobrevivir a su ira.
Jace pisoteó hacia la cocina y golpeó sus manos extendidas contra la encimera,
mirando a través de la isleta a Marc.
—Puedes desahogarte contra mí si quieres, pero déjala en paz.

12 —Me hablas así de nuevo, y voy a desahogarme contra tu cara —Marc gruñó con los
dientes apretados.
—Ven por ello. —Jace se irguió y abrió los brazos, invitando el primer golpe. Quería
pelear, pero no quería empezarlo porque sabía que me enfadaría.
Marc estaba tratando de enfadarme. Para lastimarme como yo lo había lastimado.
Y su lengua resultó ser tan afilada como la mía.
—No. —Debería haber estado entusiasmada por el hecho de que no tenía que levantar
mi voz para detenerlos, pero en ese momento, estaba en cierto modo viendo el vaso
medio vacío—. A menos que quieran decirle a mi papá que los golpeé hasta sacarles los
mocos, mejor suspendan el infierno. —Levanté mi mirada de la botella, fría y húmeda
en mi mano—. No puedo entrar ahí llevando la sangre de Ryan, y si tomo prestada una
camiseta de uno de ustedes, alguien va a preguntar qué pasó con la mía.
—Está bien. —Marc cabeceó hacia la puerta principal—. Jace, ve a traerle una camisa
limpia. Ella tiene otra igual a esa. —De hecho, tengo varias blusas negras con botones
en el cuello, útiles tanto para trabajar como para retozar.
Jace se encogió de hombros.

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—¿Y qué debería decir cuando alguien me vea hurgando en sus cajones, o incluso
simplemente saliendo de su habitación con una camisa?
—Maldita sea —Marc juró. Nadie se atrevería a cuestionar su presencia en mi
habitación, o su posesión de mi camisa; en un buen mes, pierdo un par de artículos de
ropa en el cumplimiento del deber, y al menos uno más por la fuerza de la naturaleza
que es Marc y su impaciencia. Él dio un puñetazo en la encimera, luego salió por la
puerta sin otra mirada a cualquiera de nosotros.
Cuando se marchó, Jace dejó correr agua en el fregadero, luego se hundió en el sofá
junto a mí con un trapo húmedo y lleno de vapor.
—¿Tú, eh, quieres quitarte eso? —Él miraba mi camisa manchada de sangre—. En el
sentido más platónico de... desvestirte.
—No debería. —No hasta que Marc estuviera de vuelta. Pero apenas podía soportar el
olor de la sangre de Ryan en mí. Me recordaba lo que acababa de hacerle, y lo que él
había dejado que me pasara. Así que me giré lejos de Jace y me desabotoné la blusa.
Él me dio espacio para moverme, pero sentía su mirada sobre mí como un calor
palpable, y mi corazón latió más rápido.
Mi mano temblaba cuando dejé caer el algodón sucio en el suelo.
—Aquí, inclínate hacia atrás —Jace susurró, y cuando no me moví (cuando no podía,

13
por temor de quebrar mi frágil autocontrol) él deslizó una mano fuerte detrás de mi
cuello y acunó mi cráneo, inclinando mi cabeza hacia atrás con presión suave.
Limpió la parte baja de mi mandíbula con el trapo húmedo y tibio, y su pulso
susurraba más rápido con cada movimiento. Cerró sus ojos, y mi latido se paralizó con
pánico. No había contacto platónico entre Jace y yo. Ya no. Y ya aprendí que más vale
prevenir que... la furia y dolor Marc.
—Ya lo tengo. —Le quité el trapo y limpié superficialmente mi cuello y pecho, mientras
él se quedaba mirando el piso, obviamente decidido a no mirar. Para pensar en otra
cosa. Cuando terminé, dejé caer el trapo en el borde de la mesa y me di la vuelta para
apoyarme en el brazo del sofá, con mis piernas dobladas debajo de mí para mantener
distancia entre nosotros.
Jace me frunció el ceño, su intensa mirada en busca de la mía. Había encontrado algo
más en qué enfocarse, y ya podía notar que no me gustaría el cambio de tema.
—¿De verdad sueñas con ello? ¿Sobre estar en ese sótano?
Me quedé mirando mi regazo, donde mis dedos trataban de entrelazarse en nudos,
hasta que la mano Jace se cerró sobre ellos.
—¿Crees que inventaría eso?
—Nunca dijiste nada. ¿Marc lo sabía?

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Asentí.
—¿Cómo podría no hacerlo?
Jace respiró hondo, y oí a su pulso acelerarse.
—Si dormir sola lo hace peor... no tienes que dormir sola. —Alcé la mirada con una
ceja levantada, pero él se apresuró—. No estoy pidiendo nada. Sólo estoy diciendo...
que estoy aquí.
Me dolía el corazón, como si estuviera demasiado lleno para caber en mi pecho, y
parpadeé para impedir que viera eso.
—Sí. Hasta que Marc te mate.
—Me gustaría ver que lo intentara.
—A mí no.
Fuertes pisadas subieron las escaleras, y Jace se movió un pie de distancia en el sofá.
La puerta se abrió y Marc nos observó. Frunció el ceño, pero no hizo ningún
comentario. No habíamos roto las reglas... técnicamente.
—Toma. —Me arrojó la camisa limpia y me levanté para ponérmela—. Date prisa.
Angela acaba de dar vuelta en el camino de entrada.

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CAPITULO 2
Traducido por palolasg12.
Corregido por Vanille.

Corrí a través del patio hacia la casa principal, con Marc y Jace a mis talones.
Entramos por la puerta de atrás, y ellos me pasaron cuando me detuve en el baño de
visitas para asegurarme de que la camisa estaba acomodada y no quedaban hojas en
mi pelo. Había conseguido quitarme toda la sangre del cuello, pero tuve que lavarme
las manos para quitar el aroma de Ryan de mi puño derecho, cuando descubrí que
había roto dos de mis nudillos con su cara. Mierda.
Ninguno de mis compañeros gatos le dedicaría un segundo pensamiento, sino que
asumirían que había asaltado el saco de boxeo sin mis guantes de nuevo. Pero
Angela... Probablemente no sabría qué pensar de mis nudillos partidos, por no hablar
de la delgada línea blanca que dividía mi mejilla izquierda. Por lo menos la manga
cubría la nueva cicatriz en forma de zigzag con tejido cicatrizante que tenía en el

15 antebrazo izquierdo, lo que era una pregunta menos para contestar. Suponiendo que
tuviera las agallas para preguntar.
Su motor rugió en el frente, y mi pulso se disparó casi dolorosamente. ¿Por qué estaba
nerviosa? Bueno, en verdad, todo el mundo estaba nervioso. No todos los días conoces
a la novia embarazada de tu hermano muerto. Una novia humana, en este caso. Y ella
no tenía idea de que no éramos completamente humanos, por lo que una buena parte
de la tensión ambiental venía de tener que ocultar nuestro pequeño secreto, para que
no corriera gritando… a plena luz de día.
El resto tenía que ver con el bebé. El bebé de Ethan, cuya existencia sólo habíamos
descubierto el día que enterramos a mi hermano. Una pequeña porción de él que no
teníamos razón para esperar. El nieto que mis padres nunca esperaron.
Ese bebé era un milagro genético, y quería desesperadamente que le agradáramos a
Angela. Para que nos quisiera incluir en la vida de su hijo.
Sin embargo, mis propios nervios iban más allá de eso. Eran una mezcla compleja de
celos, nostalgia y alivio por mi cercana pérdida con una trágica vida mundana.
Angela sería mi primer vistazo de cerca a algo parecido a la normalidad desde que
había dejado la escuela de postgrado. La libertad por la que había peleado una vez, se
había ido (se atragantó con la existencia del puño de hierro de la responsabilidad), y la

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vida de la que había huido me había reclamado. Había tomado mis propias decisiones,
y mientras había superado innegablemente la parte escapista de mi vida, había alguna
pequeña parte de mí que se inclinaba hacia el pánico en el conocimiento de que yo no
podría irme ahora, aunque quisiera.
Miré en el espejo, tratando de ver cómo me vería ella. El cabello enredado, mejillas con
cicatrices, nudillos pelados. Mi cara era demasiado delgada, mis brazos y los hombros
demasiado bien definidos. Y había una dureza detrás de mis ojos ahora, difícil de
describir, pero imposible de perderse.
Había visto y hecho cosas que habrían puesto a la mayoría de las mujeres de mi edad
en una habitación acolchada.
Yo había luchado por mi vida, mi libertad y mi familia. Había sido secuestrada,
golpeada, rota, desgarrada y apuñalada. Había capturado truhanes, matado a
asesinos, había visto a mi hermano morir. Es difícil creer que hace menos de un año
había sido una estudiante como Angela.
Excepto todo el asunto de condón defectuoso convertido en milagro.
Mi madre apareció en la puerta del baño, torciendo nerviosamente su anillo de bodas
mientras trataba de peinarme el cabello con los dedos.
—Ella está aquí.

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—Eso he oído. —Me aparté de mi crisis de identidad y sonreí, casi divertida de verla
tan nerviosa. Mi mamá no había parpadeado cuando se enfrentó a una manada de
extraviados en su propio sótano, pero ahora parecía a punto de perder su desayuno—.
Va a estar bien —insistí, mientras que la duda sonaba en mi cabeza, suave pero
insistente. No había manera de que resultáramos ser como el hogar estadounidense
promedio. Los locos Addams tenían una mejor oportunidad. ¿Qué pasa si Angela sabía
que había algo aterradoramente diferente en nosotros, y ella se iba con el bebé de
Ethan? ¿Y si decidía no tenerlo?
—Tal vez no deberíamos hacer esto. —Mi madre se enderezó la blusa recién planchada,
y el alto arco de sus cejas logró transmitir tanto entusiasmo como temor—. Quiero
decir, obviamente debemos ayudarla económicamente, pero tal vez deberíamos...
mantener nuestra distancia. No es realmente un buen momento, con todos ustedes
partiendo mañana…
Después de meses de espera, el cabildeo y la lucha al margen, nuestro gran día había
finalmente llegado. Marc, Jace, y yo acompañábamos a mi padre a una reunión en
pleno del Concejo Territorial, ostensiblemente por la votación que podría restituirlo
como jefe del Concejo, o poner al megalómano padrastro de Jace, Calvin Malone, en el
poder. Pero nuestra verdadera razón para ir era presentar pruebas contundentes
contra Malone, como un traidor a nuestra especie y con suerte ponerlo fuera de la
carrera. Y completamente fuera del poder.

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Empujé a un lado mis dudas y puse mi brazo en ella, de forma que dejara de torcer
sus dedos.
—El momento está fuera de nuestras manos —dije, y ella sólo pudo inclinar la
cabeza—. Vamos a tratar de no abrumarla.
Entré en la sala, medio tirando a mi madre, y puse los ojos en blanco cuando vi a
Brian, Parker y Vic mirando por las persianas.
—Chicos. Vamos. Estamos tratando de no abrumarla.
Brian se encogió de hombros, pareciendo más joven que nunca, y Vic sólo frunció el
ceño y cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Realmente crees que haya alguna posibilidad de eso?
—Si ustedes dejan de lado el mirar fijamente, y encienden el encanto, sí. —Aunque en
privado tenía mis dudas—. Recuerden, son unos normales, no peludos, ayudantes de
rancho y muy amigos de la familia. —Eso era lo bastante cercano a la verdad para ser
creíble (si Lazy S hubiera sido un rancho en funcionamiento). Y si sus ayudantes no
estuvieran entrenados para proteger a sus Alfas, patrullar su territorio y acabar con
los malos en un combate garra a garra.
—Brian, ve a decirle a mi papá que ella está aquí —dije, y se dirigió obedientemente
hacia la oficina, que estaba prácticamente insonorizada con la puerta cerrada, gracias

17
a los sólidos muros de hormigón.
—Esto es tan raro. —Parker se pasó la mano por el cabello recto canoso—. Ethan
siendo padre. No puedo imaginarlo.
—Yo sí. —Lo alejé de la puerta, con la esperanza de que Angela no oliera el whisky en
su aliento. A la una de la tarde.
Mi madre se metió en la sala de estar para modificar un arreglo de bocadillos, y yo me
apreté cerca de Vic para mirar por la ventana. Nuestra invitada seguía sentada en su
coche con la puerta del lado del conductor abierta, buscando algo en su bolso. Pero
tuve la distinta impresión de que estaba estancada.
No podía decidir quién estaba más nerviosa, si Angela o mi mamá. O yo.
—Ven rápido —dijo Kaci, y me volví a encontrar a la joven tabby detrás de mí, con sus
ojos pardos muy abiertos, y su pelo largo y castaño tirado en una coleta ondulada
gruesa en la base de su cuello. Kaci no se veía nerviosa. Ella se veía curiosa. Y
escéptica.
La muerte de Ethan la había golpeado muy duro, y ahora parecía tanto fascinada de
reunirse con su único vínculo en el mundo, como ambivalente con la mujer que había
conocido un lado completamente diferente de él.
—Ella se ve... normal.

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Jace se rió.
—¿Qué esperabas? ¿Dos cabezas?
Kaci sólo frunció el ceño.
—¿Cómo es que ella está solo sentada en su coche?
Marc habló desde la puerta del comedor, sin hacer ningún intento de mirar a través de
la ventana.
—Estoy seguro de que está nerviosa.
Y ella no había conocido nuestra progenie todavía.
—Bueno, ¿qué tal si ustedes chicos se sientan, así no la abrumaremos cuando pase
por la puerta?
El ceño fruncido de Marc era un reflejo del de Kaci, pero se llevó a la tabby de trece
años hacia la sala de estar y lanzó una última mirada irritada a mí y a Jace antes de
entrar a través de la puerta y quedar fuera de vista. Yo había estado nominada para el
comité de bienvenida, porque era la única tabby cerca de su edad (por lo menos, la
única con impecable inglés) y Jace tenía que aparecer porque él había arreglado la
reunión con Angela. Él había salido con su hermana un par de semanas, antes,
cuando Ethan y Angela comenzaron a salir.
Sí, Jace y Ethan salieron con gemelas. En serio.
18 Jace se acercó a mí en el pasillo desierto, aparentemente para mirar a través de la
ventana, y el calor de su pecho me alcanzó por la parte posterior de la camisa.
—¿Estás lista? —preguntó, pero la pregunta se sentía cargada, como si Angela fuera la
última cosa en su mente.
Mamá tenía razón: el momento no podría haber sido peor.
Suspiré.
—Ni siquiera cerca.
Él me volteó por los hombros y sonrió hacia mí.
—Ella no va a morder. Y es probablemente la única persona dentro de una milla
cuadrada que puede jurarlo en este momento.
—Eso es parte del problema.
Abrí la puerta, y Angela levantó la mirada cuando nos paramos en el porche. Luego
respiró hondo y se bajó del auto.
Ella es tan joven, pensé, percatándome de su forma delgada y las mejillas pecosas.
Pero era sólo un año menor que yo, y veintidós realmente no era tan joven para ser

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madre por primera vez. Incluso hoy en día, la mayoría de tabbies ya tenían un hijo o
dos a la edad de Angela.
Me sonrió, y su boca se volvió un reflejo nervioso de mi propia expresión.
Entonces, se dio cuenta del tom detrás de mí, y se iluminó su cara.
—¡Jace! —Ella sonaba tan familiar que tuve que luchar contra una fuerte sacudida de
celos, aunque sabía que ella y Jace nunca habían estado involucrados. Pero, de
repente, estaba irritada por el hecho que sabía más sobre una parte de su vida que yo.
Y aún más sobre Ethan—. No estaba segura de que estarías aquí.
—Como si yo fuera a dejarte entrar sola en la guarida del león —bromeó, y la racha de
celos en mí se hizo más fuerte mientras su sonrisa se ensanchaba. Aunque Jace y
Ethan casi nunca se quedaban en casa los fines de semana, yo no recordaba de hecho
haberlo visto interactuar con alguien fuera de la esfera de nuestra existencia en
secreto. Él era... diferente. Relajado y confiado, sin mostrar signo de la lucha de poder
con Marc o la sed de sangre con la que todos habíamos estado luchando desde hace
semanas.
Me sorprendió que él pudiera apagar todo eso y hacerla sentir a gusto. Y debajo de los
celos, me sentí agradecida, ya que ninguno de nosotros conocía a Angela lo suficiente
como para jugar a llevarla de la mano, y guiarla por el infierno en que nuestro mundo
se había convertido desde la muerte de Ethan.

19 —No te preocupes, todos están ansiosos por conocerte —dijo Jace, y lo seguí, bajando
los escalones, retrocediendo cuando ella lo abrazó. Se aferraba a él como a una balsa
salvavidas en una tormenta.
—Andrea todavía pregunta por ti —dijo, cuando finalmente se alejó.
Jace se puso rígido, como si quisiera mirar hacia mí, y se pasó una mano por el
cabello.
—¿Cómo está ella?
—Bien. Sorprendida. —Sonrió y se pasó la mano por su vientre plano, y alguna vaga
tensión en mí se alivió. Ella estaba feliz de estar embarazada. No le molestaba el bebé
de Ethan, y eso hizo que me agradara, a pesar de sus modos familiares con Jace—.
Está emocionada de ser tía.
Yo también.
Nunca había esperado estar relacionada por sangre a un niño que no fuera mío. Pocos
toms tenían hijos, y aunque Ethan era un gran luchador, no era un líder. Él nunca
habría sido un Alfa, ni se habría establecido en un matrimonio humano sin hijos como
Michael. Así que si no fuera por Angela y su bebé, no tendríamos nada de él, sólo los
recuerdos.

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Mis ojos se humedecieron ante la idea de un bebé con los ojos verdes de Ethan, y un
toque de su pelo negro.
—¿Es ella? —Angela preguntó, y me miró, sorprendida.
—Sí. —Jace me agitó hacia adelante, y di los dos últimos pasos lentamente—. Faythe,
esta es Angela Raymond. Angie, este es Faythe, hermana de Ethan.
—Es tan genial conocerte. —Me echó los brazos alrededor del cuello y me tropecé por
la sorpresa. Pero Angela no se inmutó, así que le di unas palmaditas en la espalda con
torpeza—. Los chicos hablaban de ti todo el tiempo —dijo, cuando finalmente me dejó
ir, y su mirada de ojos azules se reunió con la mía después de darle una mirada a mi
mejilla cicatrizada. Es obvio que no habían mencionado eso—. Me siento como si ya te
conociera.
Oh, eso lo dudo....
Pero ella tenía una mirada tan amplia, tan seria, a pesar de sus nervios, que era
imposible no sonreírle en respuesta. No sentir simpatía por ella.
Ethan se había considerado a sí mismo un jugador. No había tenido problemas para
amar y dejar a chica tras chica. Hasta Angela. Y ahora, al verla y oírla, comprendí por
qué ella había sobrevivido a las demás, y me pregunté si, dado el tiempo, ella podría
haber ganado un lugar en su corazón, en lugar de sólo en su cama.

20
—Todo el mundo está emocionado de conocerte —dijo Jace, señalando hacia la puerta
principal.
—¿Todo el mundo? —Su frente se arrugó y lucía como si pensara que la casa se la
fuera a tragar entera.
—No te preocupes. —Jace puso una mano en su espalda para guiarla hacia adelante—
. Conocerlos es la parte fácil. —Él miró hacia mí y me guiñó un ojo—. Recordar los
nombres podría ser algo desafiante.
Cerré la puerta del coche de Angela y, a continuación, los seguí al interior.
La casa estaba en silencio, excepto por las respiraciones, los latidos de corazón y
murmullos en la sala de estar, que Angela probablemente no podía oír. Todo el mundo
estaba escuchando. Esperando. Ansiosos por el primer vistazo de cerca.
Esto no tenía precedentes. Fue hasta hace poco que nos enteramos de que los seres
humanos y los werecats podían engendrar hijos, y mientras los Extraviados eran
prueba de que había sucedido (para ser “infectado”, un humano ya debe llevar un gen
recesivo, donado por un hombre gato en algún lugar del árbol familiar) habían muy
pocos casos de toms en realidad reclamando a sus hijos ilegítimos. Y todos esos casos
eran muy recientes, ya que antes estos embarazos se habían considerado imposibles.

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El bebé de Ethan nacería humano, y la diferencia entre su sangre y la de su madre
sería lo suficientemente pequeña como para evitar su detección en las pruebas básicas
del recién nacido, como había estado ocurriendo desde hace décadas con Extraviados
potenciales. Así que mi sobrino (el bebé casi sin duda sería un niño) no tendría
verdadero lugar en nuestro mundo violento y complicado, hasta que (y a menos) que
fuera un día arañado o mordido por un werecat. Y la infección seguía siendo un crimen
capital incluso entre parientes de sangre, un concepto que como especie habíamos
sido forzados a confrontar recientemente.
Mientras Angela entraba por la gran puerta de nuestra casa (nuestro Orgullo es la sede
desde que mi padre se convirtió en Alfa), traté de imaginar lo que debía parecerle a
ella. ¿Qué debemos parecerle? La mayoría de los seres humanos carecían del
respectivo compartimiento mental que presentábamos nosotros. Ellos sentirían algo
diferente de nosotros, pero sin ser capaces de decir qué. Podríamos asustarla.
Podríamos fascinarla. Podríamos nunca volver a verla.
Ese era el peor miedo de mi madre.
Jace la llevó a la primera habitación a la derecha, y Angela se detuvo en seco en la
puerta. Su sonrisa se congeló, y luego se desvaneció en la incertidumbre en cuanto su
enfoque pasó de cara a cara, ninguno que pudiera ver desde el pasillo.
Éramos un grupo heterogéneo en el mejor de los casos, incluso en comparación con la
mayoría de Orgullos, y éramos mucho a la vez para un humano. Especialmente, una
21 primeriza embarazada estudiante universitaria, cuyo novio acababa de morir.
Esto era tan difícil para ella como lo era para nosotros.
La simpatía por Angela me inundó, y le di un pequeño empujón a Jace. Levantó una
ceja hacia mí, pero se acercó, y guió a Angela a la sala para hacer las presentaciones.
Para representar a mi familia y tratar de cerrar la brecha entre los mundos.
Todos los hombres se habían levantado cuando entramos en la habitación, y hasta el
último de ellos la miró directamente. Suspiré con frustración y puse los ojos en varios
de ellos. Qué manera de lucir normales, chicos. Forcé una sonrisa y me volví hacia ella.
—¿Ethan te dijo que tenemos una gran familia extendida?
Ella asintió con la cabeza, vacilante.
—Sé que es algo abrumador, pero todo el mundo tiene muchas ganas de conocerte.
—Aunque en retrospectiva, presentarla a toda la familia a la vez parecía un
extraordinario mal plan.
Ella asintió de nuevo, silenciosa.

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La llevé a la derecha y nos abrimos paso por la habitación. Ella estrechó manos, y yo
hice pequeñas presentaciones y di explicaciones. Mis compañeros guardianes fueron
los primeros.
—Angela, estos son Brian, Vic, y Marc. Ellos trabajan para mi padre.
—¿En el rancho? ¿Al igual que Jace? —Sus ojos se iluminaron, ella estaba complacida
de encontrar alguna lógica a la que aferrarse en el mar de confusión al que la
habíamos lanzado.
—Um, sí. —Cada uno de ellos le dio la mano y la bienvenida, pero Marc tenía sus ojos
en Jace mientras él nos seguía por la habitación.
Luego vino Kaci.
—Este es mi prima Karli. —La identidad con la que ella asistiría a la escuela, una vez
que todo se hubiera calmado. Suponiendo que eso alguna vez sucediera.
—Hola, Karli —dijo Angela, obviamente, más a gusto con una chica joven que con una
sala llena de hombres extraños.
—Hola. ¿Así que, vas a tener el bebé de Ethan? —Kaci dijo, después de una mirada
sincera y curiosa al vientre plano de Angela—. Bueno, supongo que es tu bebé
también. Pero espero que se parezca a él, por lo menos un poco.
Angela sonrió.
22 —Yo también. —Y así nada más, se había ganado a Kaci.
Mientras cruzamos la alfombra hacia Owen, se inclinó para ayudar a Manx a
levantarse, con Des en sus brazos. Sus manos estaban dispuestas cuidadosamente por
debajo de los pliegues de las mantas del bebé, de modo que los dedos (las uñas
arruinadas, de su reciente desgarramiento) no se mostraran.
—Y este es mi hermano Owen.
Owen le lanzó una sonrisa amable, desequilibrada, y sacó una mano callosa hacia ella,
con su otro brazo alrededor de Manx.
—Encantado de conocerte. Lamento que Ethan no esté aquí para hacer las
presentaciones.
—Yo también. —Angela le estrechó la mano calurosamente, a continuación, su mirada
bajó para hacer frente a Des mientras bostezaba y estiraba un brazo regordete de
debajo de la manta—. ¿Y quién es este? Ethan no mencionó a un sobrino.
Owen se sonrojó, pero acarició la cara del bebé con un dedo de largo.
—Mercedes es una amiga de la familia, y este es su hijo, Desiderio.
—¡Qué hermoso! —dijo Angela, cuando Manx inclinó su conjunto hacia adelante para
que su hijo pudiera ser admirado.

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—Por favor, perdóname por no estrecharte la mano —dijo, y Angela sonrió con su
exótico acento.
—No te preocupes por eso. Tienes las manos llenas.
Manx sonrió aliviada y miró a Owen, quien la miró tranquilo. Había estado nerviosa
acerca de cómo ocultar las manos, no importa cuántas veces le había asegurado que
no sería un problema.
—¿Papá? —dije, y mi padre se adelantó con su traje habitual, menos la chaqueta.
—Este es mi padre: Greg Sanders. —Se sentía raro no añadir su título después de la
básica presentación, pero Angela ni siquiera sabía lo que era un Alfa, y el decirle
(exponer nuestra existencia a un ser humano) sólo me traería incluso más cargos.
Ella le tendió la mano y mi padre la estrechó formalmente, estudiando su rostro como
si fuera a ser cuestionado por él mas tarde.
—Es tan bueno finalmente conocerte. Ahora veo por qué Ethan trató de mantenerte
para él solo.
Angela se sonrojó, y yo miré a mi padre con sorpresa. ¿Quién hubiera sabido que podía
ser encantador, cuando no estaba ladrando órdenes?
—Y esta es mi madre —le dije, mientras mi madre juntaba las manos delante de sus
perfectamente planchados pantalones—. Karen Sanders.
23 Angela tomó una respiración profunda, y casi me eché a reír en voz alta al darme
cuenta de repente que en una habitación llena de hombres grandes, extraños, estaba
más nerviosa de conocer a mi mamá que a cualquier otra persona. ¿Qué demonios le
había dicho Ethan de nuestra madre? ¿O era algún tipo de nervios del ritual de
conocer a la madre, del que yo había sido salvada por el hecho de que Marc, un
huérfano, era mi única relación a largo plazo?
Angela le tendió una mano temblorosa, y mamá la tomó entre las suyas.
—Estoy muy encantada de conocerte —dijo mi madre, mirándola directamente a los
ojos—. Y quiero que sepas que tú y tu hijo son siempre bienvenidos aquí. Esperamos
que lo traigas a vernos frecuentemente.
Fruncí el ceño. Mamá estaba pasándose un poco, pero no podía evitarlo. Había estado
soñando con nietos durante años, y fue éste, en particular, como una inesperada
bendición.
Angela se echó a llorar. Sus manos volaron para limpiar sus mejillas, y aspiró un gran
respiro jadeante, tratando de detener el flujo de lágrimas.
—Oh, ven, siéntate —mi madre insistió, ya orientando a Angela hacia el sofá.

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—Lo siento —sollozó, secándose debajo de los ojos con el pañuelo que mi madre tomó
de una caja al final de la mesa—. Esto ha sucedido tan rápido, y yo tenía miedo de que
ustedes estuvieran furiosos o creyeran que yo era... Pero ustedes son tan amables... —
Las lágrimas comenzaron de nuevo—. Gracias.
Mi madre se hundió en el sofá junto a Angela y pasó un brazo alrededor de sus
hombros, mientras que el resto de nosotros se quedaba sin palabras.
—Estamos tan contentos de que nos quieras involucrar en la vida del bebé.
Después de un par de minutos, Angela se puso bajo control, y mi mamá le puso un
plato de bocadillos y fruta en rodajas pequeñas en las manos.
—Así que, ¿de cuánto estás? —mi madre le preguntó—. ¿Y has visto a un médico?
—Sí, sólo para la primera visita. Él dice que estoy de trece semanas.
Los ojos de mi madre se abrieron.
—Tres meses. Vaya. ¡Hay tanto que hacer! —Podía prácticamente ver los engranajes
girando detrás de sus ojos. Pero mi padre era más práctico.
—Nos gustaría ayudarte con los costos de cualquier manera, por supuesto —empezó a
decir, y la frente de Angela se arrugó—. Pero si estás interesada, tenemos un médico
familiar que estaría encantado de verte.
El Dr. Carver, por supuesto.
24 —Um, seguro —dijo—. Lo voy a ver.
Mientras ella y mi madre charlaban en voz baja, los chicos llenaron platos, se
quedaron alrededor del cuarto comiendo, y mirando casi reverencialmente el milagro
que Angela y su hijo representaban para nosotros. Fue el momento más tranquilo y
sencillo que habíamos experimentado desde la muerte de Ethan, y no quería que
terminara.
Por desgracia, la presentación de Angela en nuestra familia se sintió muy parecida a la
calma que antecede la tormenta. Y yo ya podía sentir las nubes reuniéndose...

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CAPITULO 3
Traducido por majo! ♥
Corregido por Anne_Belikov.

Montana. De nuevo. Debido a que la última visita funcionó tan bien…


Halé mi bolsa tipo dufel desde el tablero trasero del automóvil de alquiler y alcé la
mirada hacia la cabaña mientras un dolor fantasma en mi costado anunció una
avalancha de recuerdos. Había arrojado y derramado sangre aquí. Había amado a
Marc y lo había dejado ir. Había encontrado a Kaci, asesinado chicos malos, y evitado
por poco mi ejecución.
Esa cabaña y yo teníamos una relación de amor-odio, casi tan complicada como mi
historia con Marc. Pero Montana era un escenario apropiado para este encuentro del
Concejo en particular. Calvin Malone debería ser expulsado donde había empezado su
búsqueda por dominar el mundo werecat. Malone trataría de evitar que el Concejo (la
mayoría del cual no albergaba ningún afecto hacia mi Orgullo) escuchara nuestra
25 evidencia, yo no tenía ninguna duda. Pero estaba dispuesta a gritar la lista de sus
crímenes desde la cima de la montaña más cercana, si fuera necesario. Y empujaría la
evidencia de sangre de su culpabilidad por las gargantas de otros Alfas, si eso ayudara.
—¿Estás bien? —Jace levantó la correa de la bolsa de mi hombro. Si él pudiera aliviar
mi carga emocional de manera tan sencilla, lo haría. Jace ya no era tan fácil de
entender como lo había sido un mes antes.
—Sí. Estoy bien. —Era una mentira absoluta, pero era algo a lo que aferrarse.
Sobrevivir se había vuelto un juego de engaño. De poner mi cara animada y fingir que
no estaba preocupada. De que no tenía a todo en el mundo sobrellevándose en ésta
reunión.
Pero lo hice.
Si Calvin Malone fuera votado para estar en el poder, tendríamos que sacarlo por la
fuerza. De lo contrario, haría la vida del Orgullo sur-central y nuestros aliados un
infierno, porque somos todo lo que él odiaba. Todo lo que amenazó su visión de túnel
de la sociedad werecat como su propia autocracia personal. En el paraíso de Malone, la
membrecía sería sólo por invitación. No estaría abierto a los linajes que carecen de
raza pura. Inaccesible para aquellos sin un cromosoma Y, a menos que se doblegaran
a su voluntad.

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Mi temperamento se disparó tan sólo de pensarlo, y alguna voz oscura dentro de mí
insistió en que si nuestras pruebas hacia él fallaban, simplemente debíamos joder el
voto y causar dolor. Nosotros habíamos estado preparados (incluso ansiosos) para
pelear por semanas, pero Paul Blackwell, el provisional jefe anciano del Concejo
Territorial, había convencido a mi padre de dar una oportunidad de paz, tan cursi
como sonara. Si tal vez pudiéramos prevenir la guerra civil a fondo y las bajas
inevitables en cualquiera de los lados, toda la población werecat merecía que lo
intentáramos. Incluso yo no podía discutir eso. En teoría.
Sin embargo, en mi experiencia, el concepto de paz tenía mucho en común con el
monstruo del Lago Ness. Encontré a ambos evasivos y difíciles de creer. Así que
esperaría lo mejor, pero me prepararía para lo peor.
Marc cerró la cajuela, luego tiró la puerta del lado del conductor y yo salté,
sobresaltada por mis propios pensamientos.
—Jace, corre hacia la cabaña y trae la llave.
Jace iba tieso y hablé antes de que pudiera gruñir.
—Yo la traeré. —Tan cansada como estaba de estar entre ellos, era más seguro jugar a
ser el que mantiene la paz que poner fin a una a pelea que pudiera resultar de eso si
no lo hacía. Era más seguro física y políticamente. El mundo entero sabría de Jace y
de mí lo bastante pronto (dos de los hombres de Malone lo habían entendido y

26 seguramente divulgarían la información donde hiciera más daño a nuestra causa) y yo


no estaba muy dispuesta a darle pistas a nadie, por medio de una pelea a muerte entre
Marc y Jace.
—No puedes ir sola —insistió Marc—. Malone y sus hombres probablemente ya están
aquí. —Y ellos estaban tras nosotros tres después de que nos salimos con la nuestra la
semana anterior con la tripleta del traspaso/secuestro/ataque. No es que hayamos
tenido otra opción.
—Blackwell bajó ayer, así que incluso si Malone esta aquí, no está solo. —Le
respondí—. Y no va a dar problemas justo horas antes del voto. —Pero la verdad era
que ambos, Jace y Marc, tenían más miedo del Orgullo Apalache que yo. Malone aún
me necesitaba viva, pero ya que el Concejo tenía que reconocer de forma oficial la re-
admisión de Marc a nuestro Orgullo, él técnicamente no tenía derechos dentro de
nuestra sociedad. Lo que significaba que su sola palabra no tendría peso contra sus
atacantes, si se reducía a eso.
Y Malone sólo estaba buscando una excusa para deshacerse de Jace (su hijastro) sin
testigos.
—Ustedes muchachos, quédense y esperen a mi papá. Por favor. —Nuestro Alfa había
conducido desde el aeropuerto con Umberto Di Carlo y sus hombres, para poder
hablar de estrategias en el camino—. Estaré de vuelta pronto. —Luego, antes de que

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alguno de los dos discutiera, metí mis manos dentro de mi abrigo y comencé a caminar
enérgicamente mientras los dos me miraban fijamente.
Los tres pudimos haber ido juntos, pero francamente, después de horas en el avión,
luego en el auto con Jace y Marc y la gran cantidad de testosterona que estaban
expeliendo en el aire, yo realmente necesitaba un poco de tiempo para mí misma, para
aclarar mi mente. Para pensar acerca de mi decisión. Y el hecho de que no quería
escoger o decirle a alguien más lo que estaba pasando. Pero el día de vencimiento de
esa opción se estaba acercando rápidamente, aún si Alex Malone y Colin Dean no
habían estado contando historias aún. Mi papá definitivamente estaba sospechando.
Si no estuviera en medio de una gran serie de catástrofes por golpear al Orgullo sur-
central en un sólo mes, ya lo habría averiguado.
Habíamos retrasado el decirle antes para evitar aumentar su nivel de estrés, pero
ahora nuestro tiempo se había acabado. Había planeado decirle camino del aeropuerto,
pero perdí esa oportunidad cuando en lugar de eso se fue con Di Carlo, así que ahora
tenía que hacer tiempo para agarrarlo cuando estuviera solo y tratar de explicarle.
Antes de que lo escuchara de alguien más.
Jace estaba seguro que mi papá lo echaría. Marc estaba preocupado por lo mismo. O
tal vez estaba preocupado de que si echaban a Jace antes de que yo tomara mi
decisión, mi papá me presionaría para escogerlo en ausencia de Jace, aún si eso no
fuera lo que yo realmente quería. Marc no quería ganar por default. Él quería vencer de
27 verdad. Para siempre.
Pero mi papá no echaría a Jace. No ahora. No con todo lo que estaba sucediendo.
Probablemente nunca. Jace era parte de nuestra familia y, como Marc, no tenía
ningún otro lugar a donde ir.
—Demonios, alguien realmente te hizo un numerito en tu cara —una voz familiar me
dijo, sacándome de mis pensamientos.
Mi mano se fue hacia mi mejilla izquierda y mi pulso se aceleró tanto que mi corazón
se estresó del esfuerzo. Alcé mi vista para ver una forma alta en la sombra de la
cabaña que estaba adelante. Su ropa era una imagen borrosa oscura, pero su estatura
y su apabullantemente cabello blanco eran inequívocos. Así como su voz. Colin Dean.
Demonios, demonios, demonios.
—Iba a decirte lo mismo. —Forcé mi mano a ir detrás de mi bolsillo sin dejar que mis
dedos recorrieran la delgada y recta cicatriz que iba desde mi pómulo izquierdo hasta
la esquina de mi boca. Dean la había hecho. Había tallado mi rostro lentamente
mientras yo estaba congelada, temerosa de respirar demasiado profundo por miedo a
que la cuchilla se hundiera más en mi piel. Pero al final, él se había llevado lo peor a
cambio; yo había enterrado el cuchillo en su estómago y lo había dejado sangrando.

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Pero no antes de que Marc rompiera su nariz y pómulo, y Jace hubiera rebanado el
costado del rostro de Dean.
Seguramente sus cicatrices eran peores que las mías. Dean se paró en la luz y por
primera vez desde que nos conocimos, su rostro me hizo sonreír. Su cicatriz era gruesa
y nudosa, y, a diferencia de la mía, podía sentirla desde adentro con su lengua. Su
nariz había sanado recta, pero todavía estaba un poco hinchada, aún después de un
mes entero y mucho tiempo para apresurar su recuperación mediante cambios. Pero
los moretones amarillos descoloridos alrededor de sus ojos y el más oscuro en su
mejilla hacían que Dean se viera más aterrador y más enojado de lo que lo había visto
jamás.
Quizá mi padre tenía razón. Quizá debimos matarlo. Por un momento, me arrepentí de
mi decisión de venir sola. Asumí que Malone y sus hombres se estaban quedando en la
cabaña al otro lado del alojamiento principal, donde se habían quedado la vez pasada,
en cuyo caso no me habría topado con ninguno de ellos sola. O yo estaba equivocada,
o Dean me había venido a buscar.
Él se acercó a mí sigilosamente y mis opciones pasaron por mi mente rápidamente. Yo
podía correr, pero entonces él me seguiría, ya fuera por diversión o porque
verdaderamente no podía controlar su instinto felino de abalanzarse a cualquier cosa
que pareciera una presa. O porque no quería controlarlo.
Podía afrontarlo y pelear, pero eso sería estúpido siendo que el voto se acercaba. No
28 podría arriesgarme a hacer algo que hiciera ver mal a mi papá.
Podía gritar llamando a Marc y Jace, pero eso me haría ver aún más cobarde que el
salir corriendo.
O podía seguir caminando y esperar que Dean tuviera órdenes de no tocarme, sin
duda Malone no querría ensuciarse las manos, de ninguna manera, tan cerca de la
elección.
Caminé y Dean alteró su curso para interceptarme.
—¿Cuántos puntos fueron necesarios para sostener tus tripas? —pregunté, apretando
mis puños en los bolsillos de mi abrigo mientras él me alcanzaba el paso, como si
fuéramos viejos amigos.
—Ni cerca de los que necesitarán para coserte de nuevo cuando terminé contigo.
—Eso me suena a amenaza. —Mi voz salió calmada y confiada y esperé que el rápido
latido de mi corazón no arruinara la impresión. Sí, yo era una buena combatiente, pero
Dean me llevaba alrededor de más de cien libras y había estado entrenando al menos
el mismo tiempo que yo. Probablemente mucho más. Y su rencor hacia mí había
sobrepasado su deseo de verme muerta, él quería verme destrozada y humillada antes.

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Si él no tenía órdenes de jugar limpio, los dos saldríamos de ésta con nuevas
cicatrices. Asumiendo que saliéramos de ésta.
—¿Comprendiste eso, cierto? —Su sombra se extendía pasando la mía en la hierba
marrón que crujía bajo nuestros pies—. Tarde o temprano, te vas a encontrar sola
conmigo, y voy a averiguar qué se necesita para hacerte gritar como la perra que eres.
Me encogí de hombros, halando mis puños hacia mis bolsillos, aliviada de ver que
estábamos a la vista del alojamiento principal.
—Estamos solos ahora. ¿Qué te está deteniendo? —Aparte de más o menos una
docena de guardianes al frente del alojamiento, bien, dentro del rango de audición,
uno de nosotros debería notarlo.
—Formalidades… —gruñó Dean, caminando en frente de mí para bloquear mi
camino—. Pero después del voto, el consejo te pondrá en tu lugar, y yo soy uno de los
toms que te mantendrá allí.
Levanté ambas cejas en silencio desafiante, ahora estaba segura de que si él iba a
lanzar un golpe, ya lo habría hecho.
—No tienes autoridad sobre mí, y el Concejo no puede cambiar eso. —Incluso si
Malone llegara a ser el presidente del Concejo, él no podría reasignarme a su propio
Orgullo, tampoco podía hacer que mi padre contratara a Dean como uno de nuestros
guardianes. No hay presidente del Concejo que alguna vez haya intentado nada por el
29 estilo. No había ningún precedente para apoyarlo.
—En caso de que no lo hayas notado, las cosas están cambiando por aquí, y Cal sabe
exactamente cómo purgar las impurezas de las razas de tu Orgullo para que el resto de
nosotros podamos vivir limpios.
¿Impurezas? ¡El hijo de puta estaba hablando de Marc! Halé mis puños de mis
bolsillos, pero antes de que pudiera actuar en mi imprudente impulso, Dean estaba
hablando de nuevo.
—Cal tiene planes, incluyendo consecuencias para pequeñas chicas que andan más
allá de sus límites. Y yo podría ser una de esas consecuencias.
Me reí en voz alta. No pude evitarlo.
Los ojos de Dean brillaron con ira y de repente me di cuenta de que su furia era
completamente impotente. Él me estaba incitando porque Malone lo tenía en una
cuerda apretada, al menos por el momento.
Mis puños se relajaron. Apoyé mis manos en mis caderas y alcé la vista hacia él.
—¿Puedo verla?
Parpadeó, aún con el ceño fruncido.

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—¿Ver qué?
—Tu cicatriz. —Su expresión se oscureció como un repentino eclipse, y dejé enfriar mi
mirada.
—¿Quieres oírme gritar? Da tu mejor tiro. Pero hasta entonces, cada vez que te quites
tu camiseta, podrás repartir mi tarjeta de negocios. Empujé profundo mi cuchilla
dentro de ti y amé cada pulgada de esto. Cuando no puedo dormir en la noche, el
recuerdo de ti gritando como una pequeña perra es mi canción de cuna. Y todos saben
exactamente lo que esa cicatriz significa: que una pequeña chica te pateó el culo. De
nuevo.
—Maldita perra… —Dean me tomó por ambos brazos, y mis dedos de los pies apenas
rozaban el suelo. Tomó cada onza de mi autocontrol dejarme colgar allí, en vez de dar
una patada.
—Hazlo —dije, mirándolo fijamente a los ojos. Desafiándolo—. Golpéame. Lánzame.
Elige una pelea, horas antes del voto. Estoy segura de que Malone lo entenderá. —
Dean gruñó. Con sus manos apretadas alrededor de mis brazos, y mis dedos se
crisparon cuando apretó un nervio.
—¡Maldito idiota, bájala! —No pude ver al hablante (no podía obligarme a mirar lejos
de Dean mientras me sostenía como una muñeca de trapo) pero reconocería la voz de
Alex Malone en cualquier lado—. Tú pones una simple magulladura en ella, y mi papá

30 encontrara nuevas formas de desollar a un gato.


Dean me dejó caer, pero su furiosa mirada nunca dejó la mía. Aterricé con las rodillas
dobladas y apenas resistí el impulso de frotar mis brazos donde él los había sostenido.
—No tendrá la oportunidad. Tócame de nuevo, y te destriparé. Y no necesito un
cuchillo para hacerlo. —Gracias al Cambio parcial de un brazo.
Alex dio un paso alrededor del gigante Nórdico y se burló de mí, luego se volvió hacia
Dean.
—¿Qué demonios está mal contigo?
Antes de que Dean pudiera contestar, un movimiento sobre su hombro llamó mi
atención.
—¿Faythe? —llamó Marc, trotando hacia nosotros con Jace en sus talones.
—Estoy bien —insistí, mientras ellos se encañonaban a cada lado mío—. Dean y yo
sólo estábamos comparando heridas de guerra. Él ganó. Alguien lo cortó bastante mal,
¿eh, Colin?
Dean gruñó de nuevo.
—Mantente fuera de mi camino, perra. O haré que ese rasguño en tu cara parezca una
bendición. —Él y Alex pisotearon de vuelta a su cabaña.

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—¿Qué demonios fue eso? —exigió saber Marc una vez que ellos se fueron.
Me encogí de hombros.
—Dean está jugando, así que traté de provocar una falta.
Jace frunció el ceño.
—¿Querías que te golpeara?
Sacudí mi cabeza hacia el alojamiento principal, donde varias formas ahora eran
visibles en las ventanas.
—¿Con un auditorio para verlo lanzar el primer golpe? Demonios, sí. Necesitamos cada
ventaja que podamos obtener sobre Malone.
—Bien, apuntemos a las ventajas que no impliquen ninguna puntada más o moretones
para ti, ¿de acuerdo? —Jace sonrió, y Marc frunció el ceño, y como se había vuelto mi
hábito, estuve de pie entre ellos. Sola, entre compañía. Intocable, y francamente
extrañando el contacto físico sumamente importante para los werecats.
—Sólo vamos a conseguir la llave. —Marc empujó sus manos en los bolsillos de sus
vaqueros y se dirigió hacia el alojamiento—. Tu papá está esperando.
Jace y yo lo seguimos sin una palabra, pero aquel breve y torpe silencio no podía
compararse con el que en ese momento nos dio la bienvenida cuando Marc abrió de un
empujón la puerta frontal del alojamiento. La sala principal estaba llena de toms, y no
31 encontré un rostro amigable entre ellos. Milo Mitchell y Wes Gardner, Alfas de los
Orgullos del Noroeste y del Gran Lago, respectivamente, estaban sentados uno frente
al otro en los sillones gastados, con una mesa de café maltratada separándolos. Tres
de sus guardianes se sentaron en el sofá que hace juego, todos mirándonos con
idénticas expresiones de repugnancia.
Habíamos perdido el beneficio de Gardner cuando dejamos de ejecutar a Manx por
matar a su hermano Jamey. Traumatizada por haber sido secuestrada, violada, y
prisionera, Manx estaba en ejecución y embarazada en el momento, y el hecho de que
ningún otro Alfa en el mundo hubiera matado a una Tabby embarazada hizo poco para
apaciguar a Wes. Él se había sentido excluido del proceso y se había resentido con mi
padre desde entonces.
El hijo de Milo Mitchell, Kevin, fue exiliado del Orgullo sur-central alrededor del mismo
momento, por mover furtivamente Extraviados en el territorio por dinero. El odio de
Mitchell sobre todas las cosas Sanders fue consolidado cuando Marc mató a Kevin
durante una lucha en la zona libre, a menos de un mes antes del voto programado.
Rondé por la entrada, abrumada por las ondas de hostilidad estrellándose contra mí.
Casi todos en esa habitación me odiaban, y algunos de ellos odiaban aún más a Marc.
Los verdaderos enemigos de Jace estaban en su Orgullo de nacimiento, pero los

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aliados de su padrastro estaban más que deseosos de odiar a Jace, basados en su
asociación conmigo y los míos.
—Tienes un montón de nervios mostrándose aquí. —Una nueva voz gruñó a mi
izquierda, y me volví para ver a Jerald Pierce (Padre de Parker y Alfa del territorio de
los Grandes Llanos), acechándome desde la cocina.
—Gracias, supongo. —Me encogí de hombros y traté de dejar el rencor salir por mi
espalda, pero es difícil estar de pie ante el aborrecimiento puro. Especialmente cuando
mucho de esto viene de un cercano amigo de mi padre. No me extraña que Parker haya
optado por quedarse en el rancho, en compañía de una creciente colección de
botellas—. Aunque me inclino a pensar en ello como un sentido de obligación y deber a
mi Alfa. —Mi padre. El hombre más fuerte, más apacible y noble que jamás había
conocido.
—¿Qué pasa con el honor? —exigió Pierce—. ¿No eres tú quien siempre está hablando
acerca de hacer las cosas correctas? ¿Dónde demonios estaba el sentido de honor
cuando estaban entregando a mi hijo para ser sacrificado por una Bandada de sucios
Thunderbirds?
Bueno, al menos ahora estaba al aire libre… Aunque no haría nada para romper la
tensión en la habitación.
—Faythe hizo lo que tenía que hacer para salvar la vida de una Tabby inocente —

32 insistió Marc, encendido en cólera, pero obviamente tratando de mantener su


temperamento bajo control—. Ella tomó una decisión que sólo un líder real podría
haber enfrentado, y…
—¡Muérdete la lengua antes de que la arranque de tu boca! —rugió Pierce, y Marc se
erizó como un tigre en alerta. Me acerque a él, y para mi alivio (y sorpresa) Jace
caminó rápidamente hacia el otro lado, listo para defender a su hermano de Orgullo si
fuera necesario, a pesar de su rivalidad personal—. Siempre te di el beneficio de la
duda —Pierce escupió—. Incluso te defendí cuando ellos dijeron que un Extraviado
nunca podría ser tan buen guardián como un gato nacido en el Orgullo. ¡Pero luego, la
ayudaste a conducir a mi hijo a la matanza! ¿Qué demonios está mal con tu grupo?
¿Cómo pudiste entregar a un miembro de tu propia especie para ser picoteado hasta
morir por un grupo de buitres gigantes?
Quería discutir. Defenderme a mí y a mis acciones. Pero lo habíamos discutido con mi
padre y habíamos acordado no comentar sobre lo sucedido a Lance Pierce. Incluyendo
el hecho de que le había ordenado a Marc ejecutar a Lance para ahorrarle el ser
devorado vivo por las aves. Malone estaba seguro de declarar eso un asesinato, en
lugar de un acto de piedad.
—Supongo que Cal tiene razón acerca de los Extraviados. Tú eres genéticamente
inferior. No diste un carajo por mi hijo porque incluso tú no eres de la misma especie.

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¡Y tú! —Pierce volvió la furia de sus oscuros ojos hacia mí, y casi doy un paso atrás,
abrumada por la profundidad de su odio—. Tú eres una abominación. Mirando con
desprecio tu verdadero deber y obligación al entregar a uno de los tuyos a sangre fría.
Compadezco a tu padre, enganchado con una puta tan autosuficiente como hija.
Rehusándose a darle herederos, sin embargo, alardeando dos amantes en frente del
mundo entero. Realmente no tienes vergüenza.
Me tambaleé como si hubiera sido abofeteada. Mis mejillas ardieron. De hecho, podía
ver manchas rojas de piel en el fondo de mi campo visual. Y la doble moral ardía como
llamas del infierno. Si había un guardián en la habitación que no había estado con
una mujer, entonces yo era Garfield.
—Jerald. —Paul Blackwell ni siquiera levanto su voz, pero cada cabeza en la
habitación se volvió hacia él, y Pierce se quedó en silencio un instante. El Alfa mayor y
suplente del presidente del Concejo estaba de pie en la puerta de la cocina, apoyado en
un desgastado bastón, luciendo cada trozo de sus setenta y algo de años—. Tendrás
una oportunidad para hacer públicas tus quejas, pero ésta no lo es.
Pierce asintió coléricamente, pero se negó a dar un paso atrás, así que tuve que dar un
paso alrededor de él para aceptar el llavero que Blackwell me estaba ofreciendo.
—Dile a tu padre que votaremos a las siete en punto. Si tiene algún tipo de asunto
preliminar, tendrá que presentarlo antes de ello.

33 El leve arco en la frente de Blackwell era tan sutil que seguramente nadie lo notó. Pero
yo sabía lo que significaba. Si íbamos a jugar el as de nuestra manga colectiva,
teníamos que hacerlo pronto.
Asentí, apretando el llavero, luego lo giré y me marché por la puerta principal con Marc
y Jace en mis talones.
—Si esto no funciona, estamos muy jodidos —susurró Jace, mientras caminábamos a
través de la hierba en una línea recta—. Nos ensartarían a todos nosotros ahora, si
pudieran. No hay manera en que esos tres se cambien de bando.
—Funcionará —insistió Marc, por una vez olvidando gruñir a su rival—. Tiene que
hacerlo.
Sólo pude asentir, todavía aturdida por el discurso de Pierce. Mi mano se desvió al lado
izquierdo de mi abrigo, debajo del cual apenas podía sentir una cresta larga y recta.
Dos plumas de Thunderbird, manchadas con la sangre de Lance Pierce. Evidencia de
que Lance había matado al joven pájaro, y que Malone había tratado de inculparnos
injustamente por el crimen, simultáneamente debilitando nuestras defensas y
desviando las secuelas de su propio Orgullo.
Esas plumas eran la llave para nuestro ataque preventivo. No habíamos venido por el
voto. Habíamos venido para prevenirlo, acusando a Calvin Malone de traición.

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CAPITULO 4
Traducido por palolasg12, Sheilita Belikov y majo! ♥
Corregido por Vanille

—Tenemos que decirle a mi papá. —Metí mis congeladas manos en los bolsillos de mi
abrigo y suspiré. Mi aliento quedó suspendido en el aire, una nube blanca y delgada
que atravesé en mi siguiente paso.
—¿Ese Jerald Pierce ha perdido su mente de mierda? —Jace se encogió de hombros a
mi izquierda, siempre unos cuantos centímetros más cerca de mí de lo que Marc se
permitía—. Cuanto antes, mejor. Contarle a Parker será la parte más difícil.
—Él ya lo esperaba —le dije, pensando en su borrachera angustiada.
La cabaña de Malone estaba a la vista más adelante, y me pregunté si alguno más de
sus psicóticos secuaces estaba dispuesto a hacer ruido. Después de haber sido
34 llamada una puta delante de la mitad del Concejo Territorial, una buena pelea podría
ser justo lo que necesitaba para purgar algún serio malsano resentimiento y agresión.
Pero todo se veía tranquilo mientras nos acercábamos. Lástima.
—Pero yo no estaba hablando de Pierce.
Maldita sea, van a hacer que lo diga.
—Tenemos que decirle a mi padre acerca de nosotros. Este. —Me detuve y saqué las
manos de mis bolsillos para hacer un gesto que abarcara a los tres—. Sea lo que sea.
Ahora.
—No existe un “nosotros” —dijo Marc, su voz baja y pesada. Se encontró con mi
mirada franca y se alejó dos pasos de espacio frío y vacío entre su cuerpo y el mío—.
Somos tú y yo, o tú y él. —Él agitó una mano hacia Jace, y me estremecí.
—Ya lo sé. —Suspiré. Y después de la emisión pública de Pierce, estaba súper
consiente de que si no tomaba una decisión pronto, ya fuera Marc o Jace quitarían la
elección de mis manos—. Pero mi punto es que Pierce sólo le dijo a Blackwell, y a todo
el mundo, exactamente lo que está pasando. —Y eso fue una sorpresa, porque
esperábamos plenamente que nuestros enemigos guardaran el secreto hasta revelarlo
cuando nos hiciera más daño. Lo que nos daría tiempo para dar las noticias primero—.

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Y si mi padre se entera por cualquier persona que no seamos nosotros, que no sea yo,
pues... no le puedo hacer eso a él.
Tratar con mi catastrófica vida amorosa era lo último que necesitaba en este momento,
excepto que saber de ella delante de todo el Concejo sería mucho, mucho peor.
—Así que le diremos. —Jace se encogió de hombros. Había acordado sólo mantener
nuestra relación en secreto por respeto a Marc. Marc era el que realmente sufría, y sólo
sería peor una vez que todo el mundo supiera que había sido engañado.
—No, yo se lo diré. —No podría arrastrar a Marc en frente de mi padre y anunciar que
lo había engañado. Y no podía dejar a Jace ver cómo mi padre desaprobaba que él
estuviera a mi lado. Eso no sería justo para ninguno de ellos. Quisiera asumir sola las
consecuencias—. Sólo necesito que ustedes mantengan a todos los demás a un lado
por unos minutos para que yo pueda decirle en privado.
Marc se veía como si quisiera vomitar. Extendí la mano hacia él, pero él retrocedió.
—¿Quieres que entretenga a nuestros aliados para que puedas informar a tu padre
que ya no estás segura de que me quieres? —El dolor estaba nadando en sus ojos
dorados, y cuando no pude entender qué decir para hacerlo mejor, movió lentamente
la cabeza y salió por la fría hierba muerta hacia nuestra cabaña.
Me moría por ir tras él, pero él quería estar solo, y comprendí por qué.

35
—Él va a estar bien. —Jace trató de acercarme, pero di un paso fuera de su alcance,
disculpándome con los ojos. Si no podía tocar a Marc, no podía tocarlo a él, ni siquiera
para un inocente consuelo. Tanto porque eso no sería justo con Marc, y porque era por
el consuelo en cuestión que no parecía quedar mucha inocencia entre yo y Jace.
—No estoy segura de que ninguno de nosotros vaya a estar bien —dije en voz baja, al
pasar el establecimiento de Malone.
La furgoneta de alquiler estaba estacionada frente a nuestra cabaña, con Umberto Di
Carlo y mi padre en los asientos delanteros. Cuando nos acercamos, la puerta
corrediza se abrió y se bajó Mateo Di Carlo a darme un abrazo, mientras que dos de
sus compañeros guardianes asintieron con la cabeza en señal de saludo.
—Oye, Faythe, ¿cómo lo llevas?
—Estoy bien, Teo. Gracias. —La gente me preguntaba eso todo el tiempo, y Jace
obtenía las mismas preguntas. Mi hermano Ethan, toda la vida el mejor amigo de Jace,
llevaba sólo tres semanas en el suelo, y habíamos visto tanta tragedia y desastre desde
su muerte que habíamos tenido que poner el luto en espera. Pero su ausencia todavía
se colaba en mí por la noche, cuando estaba sola y necesitaba a alguien con quien
hablar. En muchos sentidos, Ethan había sido el alma de nuestra familia, tanto como
mi madre era el corazón, y su muerte había chamuscado un agujero a través de mi

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propio pecho. A veces pensaba que nunca podríamos realmente recuperarnos, como
familia o como Orgullo.
—¿Marc vino por aquí? —le pregunté, mientras mi padre daba la vuelta a la parte
delantera de la camioneta.
—Pensé que estaba contigo. —Tomó la llave que le ofrecí, mientras que los chicos
ayudaron a Bert Di Carlo con el equipaje.
—Él estaba... sólo necesitaba un poco de tiempo para sí mismo. Vuelve enseguida.
Levantó una ceja gris, y luego asintió con la cabeza y abrió la puerta principal. Lo
seguí en la sala de estar, mirando alrededor a los muebles usados y familiares
aparatos obsoletos de cocina. Parecían casi los mismos que tenía cuando la dejamos
(¿fue realmente hace sólo tres meses?). Y sin la nariz de werecat, no podía oler la
sangre residual.
La sangre de Ethan. Mi hermano había sido corneado aquí, defendiéndome a mí y a
Kaci. Y ahora se había ido. Por un momento, me perdí en la memoria, y en el dolor de
mi propia pérdida. Tanto había cambiado en tan poco tiempo. Muy poco para bien.
—¿Faythe? —Mi padre frunció el ceño ante mí mientras el tropel de chicos entraban
con nuestro equipaje.
—Los cuartos serán un poco estrechos, ya que estamos duplicando. —La última vez,

36
sólo cuatro territorios habían sido representados, esta vez, todos los diez Alfas venían,
con séquitos de guardianes—. Estoy poniéndolos a ti, Marc y Jace en la habitación del
fondo, pero supongo que a Jace no le importará tomar el sofá, si piensas que eso
sería... más prudente.
—Sí, sobre eso... —Mis manos se torcieron juntas, a pesar de mis mejores esfuerzos
para mantenerlas quietas. Para mantener la calma. Luego, seguí adelante antes de que
pudiera volver atrás—. Papá, tengo que hablar contigo —casi susurré, con la esperanza
que los demás no escucharan. A pesar de que se iban a enterar muy pronto de todos
modos—. En privado.
Jace me miró en su camino a la primera habitación, con cuatro maletas a la vez.
Mi padre echó un vistazo a mi cara y asintió con la cabeza.
—¿Afuera?
—Claro. —Me metí en mi abrigo y lo seguí de vuelta al frío de febrero, mucho más
afilado y amargo que en noviembre.
Mi papá caminó pesadamente los escalones en botas de senderismo y vaqueros. Hacía
demasiado frío para su tradicional traje y zapatos de vestir, aunque probablemente se
cambiaría antes de dirigirse a la casa principal.

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—¿Qué está mal, gatita? —Deslizó un brazo fuerte alrededor de mis hombros, y me
incliné en él mientras caminábamos, atesorando el contacto físico voluntario después
de pasar la mayor parte de la semana pasada sin ser tocada.
Pero esperé hasta que estuvimos en el borde de la línea de árboles (fuera de un oído
indiscreto) para responder, tratando de llegar a una línea de inicio aceptable mientras
caminábamos. Cuando mi papá finalmente se detuvo y me miró, me obligué a
encontrar su mirada. Atrás quedaron los días en que yo miraba al suelo y susurraba
las confesiones como una niña traviesa, incluso si así era exactamente como me
sentía. Había cometido un error muy adulto, que necesitaba una decisión muy adulta
que aún no había tomado.
—¿Faythe…? —Mi padre me incitó, y podía leer la creciente preocupación en su
arrugada frente y la línea de tensión de su mandíbula. Incluso parecía tener más plata
en las rayas grises de su sien—. ¿Se trata de Marc?
—Sí. Um, las cosas se han vuelto un poco complicadas entre yo y Marc. —Crucé los
brazos sobre el pecho para sostener mi mano cerrada—. Y Jace...
—¿Jace? —Mi padre parpadeó, y vi el momento exacto en que la comprensión cruzó
sus ojos. Los cerró, y su exhalación del día, fue larga y muy, muy pesada. Miró a la
cabaña, entonces, me indicó que lo siguiera en el bosque, donde se detuvo antes de
que perdiera de vista la camioneta—. ¿Desde cuando?

37 —Desde el día en que Ethan... —Me apoyé con mi mano en el tronco de un árbol
desnudo. No pude terminar esa frase—. Pero yo no soy... No estamos... Yo no creo que
tengamos que entrar en detalles aquí, papá, pero Jace y yo… nos enrollamos, y no es...
Está bien, es físico, hasta cierto punto, pero es más que eso. Mucho más.
Él suspiró de nuevo y me miró con su cara de póquer en su lugar, y algo en mi pecho
se apretó. Yo quería desesperadamente ser capaz de leer su reacción.
—¿Y Marc sabe?
—Sí. —Di una respiración profunda, preparándome para decir la peor parte—. Como lo
sabe la mitad del Concejo.
—¿Qué? —Su cara de póquer se derrumbó debajo de gruesas líneas de ira y
desconcierto.
—Papá, te íbamos a decir cuando las cosas se pusieran un poco más tranquilas y
tuviéramos oportunidad de resolver todo. Pero cuando fuimos al alojamiento a recoger
la llave, Jerald Pierce me llamó puta delante de la mitad del Concejo, así que creo que
es seguro decir que este particular gato está fuera de la bolsa. Y que probablemente lo
van a tratar de usar contra nosotros.
—¿Cómo ha podido Jerald saberlo? —mi padre preguntó en voz baja, pero sabía que lo
que en realidad preguntaba era: “¿Cómo diablos toda la oposición del Concejo

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Territorial podría saber algo tan íntimo sobre tres de sus guardianes, cuando él no lo
sabía?”
—Alex Malone lo descifró la semana pasada mientras Dean usaba mi rostro como tabla
de cortar. Entonces, Dean le dijo a Marc. Y, evidentemente, a cualquier otra persona
que quisiera escuchar. Pero yo quería que lo escucharas de mí. Lo siento, no te dije
antes. No queríamos darte una cosa más de qué preocuparte.
Mi padre miró al suelo del bosque, luego se hundió en un tronco grueso, seco y caído.
—¿Cómo está Marc?
Cerré los ojos contra la quemadura de las lágrimas frescas.
—Está molesto y herido, y alrededor de una docena de otras emociones complejas,
volátiles que tiene todo el derecho a sentir. Está luchando contra su instinto de matar
a Jace, y él no está exactamente feliz conmigo tampoco. Aunque para que conste, estoy
segura que podría matar a Jace. Él dice que tengo que elegir. Pronto.
—Tiene razón. Esto podría ponerse feo, Faythe. Marc piensa en ti como suya desde que
tienes dieciséis años, y perderte temporalmente en el mundo de los humanos fue lo
suficientemente duro para él. ¿Pero con otro tom? ¿Uno que ha mostrado seria firmeza
últimamente? Supongo que está lidiando con mucho dolor y humillación, y viniendo de
un potencial Alfa, eso se parece mucho a la ira.

38
—Yo lo llamaría más una completa ira ciega. —Pasé una manga por mis ojos, y me
senté a su lado. La corteza era fría y áspera, incluso a través de mis jeans, pero los
árboles bloqueaban la mayor parte del viento gélido.
—¿Y tú entiendes por qué? —La voz de mi padre era suave, su mirada con calmante
búsqueda.
La respuesta parece obvia, pero la intensidad de la calma con la que me pidió que le
dijera esto era lo suficientemente importante para mí como para soltar una respuesta
impulsiva. Yo era la primer Alfa potencial en la historia que no tenía una comprensión
personal de la posición del tomcat en nuestro mundo, y de cuán tenue realmente era
ese estatus.
—Porque esto va más allá del que yo lo haya lastimado. Más allá de nuestra relación.
—Mierda. Mi corazón se estrujó cuando el sistema de puntos comenzó a conectar en
mi cabeza, ilustrando para mí las complicadas conexiones y jerarquías que definen el
rango de un tomcat dentro de nuestro mundo—. He perjudicado su estatus. Ellos ya lo
ven como un extraño, como inherentemente más débil. Inferior. Verán esto como mi
rechazo a Marc en algún nivel, y si no es lo suficientemente bueno para mí, ¿por qué
iba a ser lo suficientemente bueno para ellos? —Mi padre asintió, y me odié un poco
más.

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Había insultado a Marc personal y políticamente. Lo había apuñalado por la espalda y
en el corazón al mismo tiempo. Y considerando cuán públicos estaban a punto de
hacerse nuestros problemas, ahora me consideraría afortunada si él siquiera me
hablaba.
—¿Esto va a perjudicarnos, políticamente?
—No estás en juicio en esta ocasión, Faythe.
Pero los dos sabíamos que lo estaba. Todos lo estábamos. Todo lo que un gato de
Orgullo hace se refleja en su Alfa, y todo ello era juego limpio durante la votación. Que
es con lo que habíamos estado contando, con respecto a las plumas manchadas de
sangre aún en el bolsillo interior de mi chaqueta.
Desgraciadamente, esa espada cortaba en ambas direcciones.
—¿Estás enojado conmigo? ¿O decepcionado? —De alguna manera, eso importaba más
para mí que la opinión colectiva de todo el Concejo.
Mi padre se quitó las gafas para limpiarlas en el faldón de la camisa que se asomaba a
través de su chaqueta abierta.
—Lo hubiera estado de ambos, si esto fuera un simple juego. Si estuvieras tratando de
poner celoso a Marc, o rebelarte por aburrimiento. Pero si esto es realmente más que
eso... no veo cómo podría estar enojado sin tener que llamarme a mí mismo hipócrita.

39
No puedes evitar amar a quien amas, Faythe. Nadie puede.
Parpadeé, confusa.
—¿Quieres decir que mamá...?
Se puso las gafas de nuevo, y una sonrisa nostálgica se apoderó de sus labios.
—Ella estuvo comprometida con Bert Di Carlo primero. Pero entonces, llegué al
territorio como guardián de tu abuelo el verano después de mi primer año en la
universidad, y nos enamoramos, fuerte y rápido.
Me quedé atónita en silencio. Sabía que mis padres seguían locamente enamorados
(¿de qué otra forma podría cualquier matrimonio durar tanto tiempo?) Pero no tenía
idea de que hubiera habido complicaciones en su relación.
—¿Cómo es que nunca he escuchado esto?
—¿Por qué abrir viejas heridas? El pasado es el pasado, y todo salió mejor para todos
nosotros, al final.
—¿Fue duro?
Mi padre se movió en el tronco para hacerme frente, y pude ver el dolor en su rostro,
todavía muy real incluso tres décadas más tarde.
—No voy a mentirte, Faythe. Bert no habló con ninguno de los dos durante dos años.

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—Pero ahora...
—Ahora él es uno de mis mejores amigos y más grandes seguidores.
Y si funcionó para ellos, podría funcionar para nosotros, ¿verdad? Sin importar a
quién eligiera. Excepto...
—¿Crees que él lo habría superado si no hubiera encontrado a la Sra. Di Carlo? —
Jugueteé con la lengüeta de la cremallera en el dobladillo de mi chaqueta—. ¿Si no se
hubiera enamorado de otra persona?
—Honestamente, no lo sé. Podría no haberlo hecho. Un nuevo amor puede ayudar a
cicatrizar heridas muy grandes.
Jace y yo lo sabíamos mejor que la mayoría. Pero el amor también podía abrir heridas.
Grandes, abiertas y sangrientas.
—No sé qué hacer. —El dolor en mi pecho era tan fuerte como siempre, y se profundizó
ante la idea de dejar ir a cualquiera de ellos—. Sé que soy demasiado vieja para venir a
ti con problemas de chicos, pero estoy perdida, y estoy bastante segura de que
cualquier cosa que decida, sólo va a empeorar las cosas. Pero Jace me ama, papá. De
verdad.
Esa vez, su sonrisa agridulce era en partes iguales angustia y simpatía.
—Primero que todo, nunca serás demasiado vieja para pedirle a tu padre un consejo.
40 Forcé una sonrisa con lágrimas aún permanentes en mis ojos.
—Y en segundo lugar, no tengo ninguna duda de que Jace te ama. Ha estado
mirándote como si pendieras de la luna desde el día en que regresaste al rancho.
Simplemente, asumí que no iría más allá de mirar. Pensé que no lo haría, después de
que Marc se ocupó de él la última vez.
—Jace está cambiando. Él está... retando a Marc, y no sólo por mí.
Él asintió lentamente, mirando hacia las ramas como si estuviera viendo otra cosa.
—Vi eso también. Desde que Ethan... Yo simplemente no sumé dos más dos.
Tragué espesamente y la corteza cortó la palma de mi mano cuando apreté el tronco
debajo de mí.
—Creo que él podría ser un Alfa. Podría ser un buen Alfa, papá.
Él asintió con vacilación.
—Tal vez sea así, con algún tipo de formación dirigida al liderazgo. Pero esa no es la
cuestión más importante ahora mismo. Lo que necesito saber es, ¿lo amas?
Más lágrimas vinieron, y esta vez las deje caer, calientes en mis congeladas mejillas.

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—Sí. —Parpadeé, y el rostro de mi padre se volvió borroso—. Yo no quiero amarlo...
esto sería mucho más simple si no lo hiciera. Pero lo amo. Él es divertido, y
apasionado, y fuerte, y cree en mí incluso más de lo que yo creo en mí misma. Cuando
él me mira, siento como si pudiera conquistar el mundo entero y salir erguida de eso.
Me gusto más cuando estoy con él, por cómo me mira. Me hace sentir hermosa y
poderosa, como si fuera lo más importante en el mundo, y no sé cómo alejarme de eso.
No sé cómo alejarme de él.
Jace era como una droga, constante, furtivamente derrocando mi fuerza de voluntad. Y
había un serio calor entre nosotros. El tipo de calor que puede derribar edificios o
hacer quemar una persona espontáneamente.
Mi padre se veía aturdido, y realmente le tomó un momento recuperarse de mi
discurso sobre el nuevo amor.
—¿Y todavía amas a Marc?
—Incluso más de lo que puedo explicar. Él es mi roca: fuerte y estable, y listo para
cualquier cosa. Él sabe que lo necesito antes de que yo lo sepa, y él me empuja a
trabajar más duro, a mirar profundamente, y ser mejor. Él me desafía, y me enfurece,
y me enciende profundamente en mi alma. Y nunca, jamás me ha defraudado. A veces
se siente como si él fuera la única cosa que mantiene mi corazón latiendo. Lo amo
tanto que se siente como si estuviera muriendo un poco cada día que no me sonríe. O
me toca. Ni siquiera un abrazo. Mantiene la distancia entre nosotros ahora. Y Jace
41 tiene que hacer lo mismo, porque tienen esa extraña y frágil tregua que no funciona
completamente, pero sé que eso es mejor a hacerlos destrozarse. Pero esta tregua va a
destrozarme.
Las lágrimas cayeron rápidamente y un sollozo realmente patético las siguió.
—Los amo a los dos, y los dos me aman, pero incluso ninguno de ellos sostendrá mi
mano, y estoy más sola ahora de lo que alguna vez he estado en mi vida, y todo eso es
por mi propia culpa. —Sorbí, mi nariz moqueando por el frío y por las lágrimas—. No
se supone que sea así. No se supone que el amor rompa tu corazón. O el de alguien
más. No se supone que haya dos de ellos. ¿Cómo llegó a suceder esto? Quiero decir, sé
cómo sucedió, pero no puedo encontrarle ningún sentido. Incluso si no me hubiera…
enrollado con Jace la noche en que Ethan murió, todo esto finalmente habría
emergido, y no puedo pensar en ninguna manera menos dolorosa en la que podría
haber sucedido.
Él me atrajo hacia sí, con un brazo alrededor de mi espalda, y puse mi cabeza en su
hombro como no lo había hecho desde que era una niña.
—Faythe, tu corazón no responde a tu cerebro. Y tampoco el de ellos. Si ese fuera el
caso, ¿crees que Marc todavía estaría esperando tu respuesta?

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—Por supuesto que no. Si su cabeza estuviera a cargo, me habría dejado hace años. —
Sollocé de nuevo, y esta vez mi padre río entre dientes—. ¿Qué es tan gracioso? —
pregunté, inclinando mi cabeza cuando mi mejilla mojó su abrigo.
—No lloraste cuando Kevin Mitchell rompió tu brazo, o cuando te apuñalaron en la
cadera la última vez que estuvimos aquí. Pero los problemas con chicos todavía son
suficientes como para hacerte llorar.
—Creo que esto es más que sólo “problemas con chicos”, papá.
—Aún recuerdo tu primer año en la escuela secundaria, cuando te sentaste en tu
habitación llorando por… ¿cuál era su nombre? ¿Chad Baker?
—¿Cómo demonios recuerdas eso?
—Tú eres la única hija que tengo, Faythe. Recuerdo a todos los que te han lastimado.
—Me aparté un poco de él para verlo asombrada, todavía secando lágrimas de mis
mejillas entumecidas. Él hablaba en serio.
—De todos modos, viendo el lado bueno, tú tienes una ventaja que la mayoría de las
otras tabbies no tienen.
—¿La tengo? —parpadeé concienzudamente.
—Esto no tiene que ser una decisión política. De hecho, no debería serlo. Tú no tienes
que casarte con un Alfa, Faythe. Tú vas a ser un Alfa. Tengo sin duda en mi mente que
42 cuando esté listo para retirarme, tú estarás lista, sin importar a quién escojas. Así que
tienes que seguir a tu corazón en este caso. Te lo debes a ti misma, y a ellos dos.
—Eso fue lo que Marc dijo.
Los ojos de mi padre se ensancharon, y vi el respeto inequívoco en su pequeña sonrisa.
—¿Él lo hizo? —Asentí—. Entonces, realmente lo dijo en serio, porque aunque veo gran
potencial en Jace, en este momento, Marc está mejor preparado para ayudarte a dirigir
este Orgullo.
—Lo sé. —Mi cerebro estaba dando vueltas, mientras mi corazón sólo latía lentamente
en protesta—. Pero no necesito dirigirlo ahora mismo, ¿no es verdad? ¿Y en pocos años
eso podría cambiar?
—Claro. Es por eso que el único consejo que puedo darte es éste… —Se sentó derecho
y giró para verme a la cara, su mirada fija en la mía—. No confundas este asunto
tratando de entender quién te ama más o quién te necesita más. Al final, sólo hay una
cosa que importa: escoger a aquel sin el cual no puedas vivir.

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CAPITULO 5
Traducido por Anne_Belikov
Corregido por V!an*

Corrí a través del patio hacia la casa principal, con Marc y Jace a mis talones.
Entramos.
—¿Cómo ha ido? —Jace susurró, de pie a mi lado en el mostrador mientras yo vertía
soda en un vaso con hielo. La cabaña estaba llena ahora, pero la cocina permanecía
vacía. Sin embargo, los werecats tienen una audición increíble, incluso en forma
humana.
—Él no está enojado. —Levanté el vaso para dar un trago, y la efervescencia de la soda
roció mi nariz—. Pienso que está furioso, pero… dijo que no puedes ayudar a quien
amas. —Miré a Jace, y su mirada azul cobalto pareció quemar a través de mí—.
Resulta que mi madre estuvo comprometida con Bert Di Carlo. Creo… Jace, creo que
43 él realmente lo entiende.
Jace sonrió, y su rostro entero se iluminó.
—¿Debería decir algo? ¿Hacer alguna clase de declaración formal? —Se inclinó más
cerca para susurrar en mi cabello—. ¿O agradecerle por no sacarme los pulmones por
la garganta por haber dormido con su hija?
Sonreí. No pude evitarlo. No lo había visto luciendo tan feliz por más de un minuto
desde que Ethan murió, y yo deseaba tanto hacerlo feliz. Hacerlo sonreír. Cuando Jace
sonreía, sentía una calidez dentro. Él apartaba el borde del frío congelante en las
montañas.
—Creo que sería un poco torpe ahora. Él se los está diciendo.
Cabeceé hacia la sala, donde mi padre estaba sentado con Di Carlo y otros tres de sus
guardianes. Tan humillante como era para mí (e incluso mucho más para Marc) los
aliados de mi padre necesitaban saber qué estaba sucediendo, ya que probablemente
se usaría contra nosotros en la votación. La honestidad completa a nuestros aliados
era una de las cosas que mi padre ofrecía, pero Malone no. Ya que una vez que
hubieran dado a conocer los crímenes de Malone, aquellos Alfas que no sabían nada
sobre ellos (estábamos seguros de que Wes Gardner y Nick Davidson estaban

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completamente en la oscuridad) abandonarían el barco. ¿Cómo podían ellos votar por
un traidor y un asesino?
—Quiero besarte. —El susurro de Jace me sacó de mis pensamientos y levanté la
mirada para encontrar sus ojos ardiendo con pura necesidad—. Sólo porque Marc no
vaya a tocarte no significa que yo no tenga que hacerlo, ¿verdad? No tengo ese tipo de
autocontrol y honestamente, no veo el punto en ello. ¿Se supone que estarás
impresionada por cuánto tiempo podemos aguantar sin tocarte? Porque si este es el
juego al que estamos jugando, creo que prefiero perder.
Casi me derretí por el alivio en su declaración, incluso con la ola de culpa que le
siguió. Estaba cansándome de no ser tocada. Sola en una habitación llena de gente.
¿Cómo se supone que podría elegir a quién quería para pasar el resto de mi vida si no
podía estar sola con ninguno de ellos, permitiéndome sentir algo que no fuera dolor o
remordimiento? ¿Cómo negar todo lo que sentía bien experimentar por amor y que
podría ayudarme a tomar mi decisión?
Jace vio mi indecisión y tiró de mí en la habitación, poniéndome fuera de vista desde la
sala. Me presionó contra la pared de paneles de madera y mis manos encontraron su
pecho por su propia cuenta, antes de que supiera lo que estaba haciendo.
—No es un error, Faythe —susurró él, y me dolía el corazón duramente de querer
creerle—. Esto es lo que se supone que debemos hacer. Explorar nuestra relación.
Ayudarte a decidir.
44 —Pasó las manos suavemente por mis brazos, enviando espasmos fríos por toda la
longitud de mi cuerpo.
—¿Piensas que mi decisión estará basada en quien besa mejor? —Apenas exhalaba las
palabras, con los ojos cerrados, intentando resistir lo que se sentía tan equivocado, y
sin embargo, tan bien.
—Ambos sabemos que es más que eso, pero es físico también, y no quiero que olvides
cómo me siento. —Jace se inclinó sobre mí, deslizando una rodilla entre las mías, y su
piel estaba caliente, incluso por encima de nuestra ropa—. Lo que me gusta… Porque
si esto es un concurso, eso te hace a ti el jurado. —Uno de los lados de su perfecta
boca se torció en una malvada sonrisa—. ¿Entonces, qué? ¿Quién es mejor?
—Mmm… —susurré mientras frotaba su mejilla a lo largo de mi sien—. Ha pasado un
tiempo. No estoy segura de lo que recuerdo.
Su aliento rozó mi mejilla a pocos centímetros.
—Permíteme recordarte. Déjame besarte, Faythe. —Su voz era baja y grave, casi
rompiéndose por su necesidad de mí, y yo estaba abrumada por el poder de esa
necesidad.

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Un beso no era todo lo que él quería; podía sentirlo con él presionándose contra mí.
Pero era un maldito buen comienzo.
—Voy a besarte —dijo, cuando no hubo respuesta.
Sí… El sonido no salió de mi boca, pero él lo escuchó, de todas formas.
Los labios de Jace se encontraron con los míos, e incliné mi cabeza hacia arriba para
encontrarlo. Mi boca se abrió y el beso se profundizó. Él estaba hambriento de mí, y yo
estaba medio muerta de hambre por la hambruna reciente. Sus labios eran ardientes,
sus manos calientes en mis caderas, incluso a través de la ropa. Mis brazos se
deslizaron a través de su espalda, sintiendo el juego de músculos con cada
movimiento.
Su lengua se introdujo en mi boca, y de pronto me dolían otros lugares más sensibles.
Lo estábamos haciendo en el pasillo, a plena vista, donde cualquiera podría caminar.
La emoción de ser posiblemente descubierta no fue mitigada por el hecho de que todos
lo sabían. Que ya no estábamos robándonos besos escondidos en medio del dolor y el
caos. En todo caso, yo quería más de él ahora. Y él claramente me quería…
La puerta de la cocina se abrió. Empujé a Jace y golpeé mi cabeza contra la pared.
Pero él no estaba interesado en detenerse, y yo no fui lo suficientemente rápida. Marc
estaba en la puerta, con las manos formando puños a sus costados, y el rostro
alineado en dolor.

45 Jace retrocedió y yo intenté alisar mi blusa, pero el daño estaba hecho.


Marc sólo había visto a Jace una sola vez conmigo, en mi habitación, cuando apenas
había regresado al rancho. No era real en ese entonces. Porque Jace no se lo estaba
tomando enserio, y Marc y yo ni siquiera estábamos juntos en ese tiempo. Pero Marc
había arrancado la puerta junto con las bisagras y roto el Sheetrock con la cabeza de
Jace.
—No se detengan por mí —espetó, con su mandíbula apretada furiosamente—.
Demonios, ¿por qué no simplemente vendemos boletos? —Se detuvo cuando un
intrusivo silencio descendió desde la sala. Marc enterró el rostro en ambas manos,
luego cruzó sus brazos sobre su pecho y miró hacia el piso, claramente intentando
controlar su temperamento.
—Marc…
—No. —Él miró hacia arriba, con llamas ardiendo detrás de sus ojos—. Afuera, si
acaso quieres hablar.
Asentí y me dirigí a la cocina, agradecida únicamente porque él no sólo hubiera salido
furioso de nuevo.
Jace comenzó a seguirme, y Marc se volvió hacia él, lanzando un puñetazo hacia atrás.

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—¡Detente! —grité. Mi padre apareció en el umbral, tenso y furioso. Jace
prácticamente zumbaba con furia. Aspiré una respiración profunda y tomé el brazo de
Marc, empujándolo hacia abajo constantemente mientras trataba de mirarlo fijamente
a los ojos. Le rogué en silencio que retrocediera, plenamente consciente de que si él no
estaba dispuesto, no podría obligarlo.
—Faythe… —La advertencia de mi padre tenía un poco de esa simpatía que había
mostrado anteriormente. Él no me juzgaría, pero sí preservaría el orden. Tenía que
hacerlo. Y así lo hizo—. Si no puedes lidiar con esto, lo haré yo.
—Está bien, lo tengo. —Dejé ir el puño de Marc y éste se mantuvo abajo, a pesar de
que sus ojos todavía destellaban con ira y subyacente agonía personal. Hice un gesto a
Marc para que saliéramos. Jace trató de seguirnos de nuevo, pero esta vez me
interpuse en su camino—. Jace, danos un minuto.
—¡Demonios, no! —Él estaba completamente tenso, y pude sentir su furia irradiando
como el calor de una hoguera—. No deberías estar sola con él cuando está así.
Mi padre gruñó en advertencia, y miré hacia Jace.
—No me digas dónde o con quien no debo estar. Quédate aquí. Necesito hablar con
Marc.
Él frunció el ceño, pero asintió. Lancé una compungida mirada a mi padre, luego salí
por la puerta trasera después de Marc. Pero el patio trasero estaba vacío. Corrí por las
46 escaleras, la adrenalina fluyendo en mis venas, demandando una búsqueda inmediata.
—Por aquí —dijo Marc, y me di la vuelta para encontrarlo apoyado contra el cobertizo
cercano a la línea de árboles. Corrí a través del patio y dentro del cobertizo mientras él
mantenía la puerta abierta para mí. Él tiró de la cadena, luego se apoyó contra la
puerta cerrada y me recargué en la pared a su lado, dándole los dos pies de distancia
que parecía preferir mantener.
Pasé el cabello por detrás de mis orejas, deseando que él me mirara. Que me tocara, y
me mostrara que podía sentir algo más que ira contra mí, incluso si ese algo más fuera
sepultado en lo más profundo de mí.
Pero en cambio, él guardó sus manos en sus bolsillos, reforzando la distancia física y
emocional que estaba construyendo. Él parpadeó con un resplandor del foco desnudo,
y su rostro estaba en blanco. Completamente ilegible.
—Realmente ibas a hacerle daño. —Yo había leído mucho en su postura. Y a
continuación, Jace le habría respondido, y la situación se hubiese vuelto irrecuperable.
Él rodó sus ojos y dejó que su cabeza cayera contra la pared de madera a su espalda.
—¿Me estás culpando?

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Suspiré. Él tenía todo el derecho de estar enfadado, pero yo tenía que pensar en el bien
del Orgullo.
—Si esta guerra realmente sucede, lo necesitaremos, y lo sabes.
—Tal vez ustedes dos deberían pensar en ello antes de que le permitas meter su lengua
en tu garganta en frente de… —La voz de Marc se rompió debajo de su evidente
angustia, y mi corazón de pronto se sintió diez libras más pesado—. ¿Por qué estás
haciéndome esto, Faythe? ¿No he sufrido lo suficiente, sabiendo que ha estado dentro
de ti? ¿Era todo el espectáculo del piso sólo para darme una visión? ¿Para asegurarte
de que sepa cuanto te gusta…?
—¡No! —Tomé una respiración profunda, intentando recomponer mis pensamientos—.
Marc, no estoy intentando herirte. Lo juro. Sólo… dijiste que tenía que elegir, pero no
sé cómo hacerlo si no estás cerca de mí, y si tampoco le permites a él acercarse. No me
tocas, Marc. Ni un abrazo, ni un beso. Ni siquiera te sientas a menos de dos pies de
mí.
—¿Y tu solución es permitirle tocarte a plena vista?
—Sólo quiero saber que no estoy sola. —Cerré mis ojos, jadeando por una explicación
que él pudiera entender—. Sé como se siente. Él quiere mostrarme cómo se siente
hacia mí, y tú no. No lo haces. Te extraño, y extrañarte es mucho más difícil cuando
todavía puedo verte, oírte, olerte, pero no me tocas. Ni siquiera me miras a menos que

47 estés demasiado enfadado para evitarlo, y no puedo preguntarte si todavía me quieres,


o si sólo quieres hacerme pagar por lo que hecho.
—¡Te acostaste con alguien más! —Marc se volvió y golpeó la pared del cobertizo, sus
nudillos se ensangrentaron—. ¡Demonios, por supuesto, quiero que pagues! Quiero
que ambos paguen. ¿Cómo se supone que tengo que mirarte después de lo que has
hecho con él? Sabiendo que todavía quieres estar con él. Estoy justo aquí, Faythe. Te
equivocaste, te equivocaste con él y yo estoy pagando por ello.
—Lo siento…
—¡Sentirlo no significa nada! No cuando todavía estás con él. No es sólo que me hayas
engañado, sino que él todavía está aquí. Simplemente sigue y sigue, y me duele cada
vez que te veo con él. Odio que te haga sonreír, y que no haya nada que yo pueda
hacer para evitarlo. No puedo pensar con claridad, todo duele y nada tiene sentido.
Estás destrozando mi corazón con una mano y acariciando su ego con la otra. Y esto
me está matando, Faythe. Tú me estás matando. Y sólo va a empeorar, ahora que todo
el mundo lo sabe.
Me sequé las lágrimas de mis mejillas con fríos y temblorosos dedos.
—¿Qué quieres que haga?

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—Quiero que lo sientas lo suficiente como para decirle que se vaya a exteriorizar sus
emociones encima de la novia de alguien más. Quiero que me jures que soy el único al
que quieres, el único al que querrás siempre, y que nunca te fijarás en nadie más. Sólo
quiero que me quieras, Faythe. Tanto como yo te quiero a ti.
—Pero te quiero. Nunca he dejado de quererte. —No podía contener mis lágrimas, y
mis palabras eran interrumpidas por sollozos—. Esto no es sobre ti…
—¡Bueno, pues debería serlo! —gritó, y me estremecí—. Todo lo que hago es por ti, y
quiero que lo contrario sea verdad también. —Me limpié más lágrimas, mi garganta
ardía con palabras que sólo podrían hacer esto peor—. ¿Qué, necesitas recordar? Eso
era lo que él estaba haciendo, ¿verdad? Y ahora hueles como él. Probablemente sabes
a él. Deberías saber a mí…
Él estuvo en mí antes de que pudiera siquiera capturar mi siguiente respiración, su
boca apretándose contra la mía, y después de todo, respirar no parecía tan importante.
Marc me presionó contra la pared del cobertizo, sus manos a ambos lados, en mis
hombros. Me besó como si hubieran pasado años, en vez de días. Como si nos
estuviera haciendo recordar a los dos.
Mi cuerpo respondió sin consultar a mi cerebro y me aferré a él, empujándolo más
cerca. Lo había extrañado tanto.
Sus labios se perdían en mi cuello, y sus manos vagaban por debajo de mi blusa,

48 reclamando. Demandando. Él se apartó sólo lo suficiente para pasar mi camiseta por


encima de mi cabeza. Mi blusa golpeó el polvoriento suelo del cobertizo, y mi sostén
aterrizó justo encima de ella un instante después.
Su boca alimentó la mía, su lengua se deslizó entre mis labios mientras sus labios
exploraban territorios que yo había creído abandonados. Luego se dejó caer en
cuclillas, dejando mi boca fría y vacía y levantó primero mi pie derecho, luego el
izquierdo, para quitarme las botas. Dejó una estela de ardientes besos en mi estómago.
Jadeé cuando él dejó libre el botón de mis pantalones, pero Marc permaneció en
silencio. Ansioso, pero todavía enfadado.
Casi perdí mi equilibrio cuando él empujó mis pantalones y mi ropa interior hacia
abajo con ambas manos, a continuación, me los quitó completamente y los lanzó por el
suelo con un pie. Desabotonó sus propios pantalones y se los bajó hasta la mitad,
entonces me levantó y me sostuvo contra la fría pared con su propio cuerpo.
Se deslizó completamente dentro de mí con una sola embestida, y tuve que envolver
mis brazos alrededor de su cuello para mantener el equilibrio. Este no era tierno y
afectuoso sexo. Era sólo desesperada necesidad y ardiente deseo, parte venganza,
parte pasión. Este era él reclamando lo que creía que había perdido, y dándome lo que
él pensaba que yo pedía.

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Cada embestida era rápida y dura. Cada golpe era profundo y prolongado. La fricción
quemó entre nosotros, y mi placer se construyó tan rápido para ser saboreado,
demasiado caliente para sostenerlo. Para cuando se estremeció contra mí, dentro de
mí, golpeándome contra la pared una y otra vez, sacudiendo todo el cobertizo con la
fiereza de nuestra unión, mi propio intenso y apretado placer eclipsó todo aquello que
no fuera la visión, olor o sonido de Marc.
Colapsó contra mí, su camisa húmeda con mi sudor y el suyo. Me aferré a él, aún
palpitando en torno a él, respirando tan fuerte que mi corazón golpeteaba, aturdido y
finalmente lleno de esperanza.
Luego, sin una palabra, me levantó y dio un paso atrás, retirándose en todo el sentido
de la palabra. Puso mis pies descalzos sobre el suelo y subió la cremallera de sus
pantalones. Me quedé ahí desnuda y en shock, mirando como él abría la puerta y
caminaba en el frío intenso.
—Tal vez ahora recuerdes.
Entonces él se fue, y el mundo se volvió helado.

Me vestí lentamente, sola. Todavía podía sentir su eco, demasiado profundo. Podía

49
todavía olerlo en mi piel, saborearlo en mis labios. Pero nunca me había sentido más
sola en mi vida. Abandonada. Rechazada.
Mi blusa y mis pantalones estaban cubiertos de polvo. Los sacudí lo mejor que pude,
pero todavía lucían como si me hubiera revolcado en ellos. ¿Qué era lo que él quería?
¿Qué oliera como él y pareciera como si nos hubiéramos revolcado sobre la tierra?
¿Había sido marcada? ¿Reclamada, y deseaba entonces que me preguntara qué
demonios había sucedido?
Aturdida, crucé el frío patio, subiendo pesadamente los escalones, y abrí la puerta de
la cocina lentamente, para evitar que hiciera ruido. No era necesario. Marc no estaba
ahí. Pero Jace sí.
—¿Qué demonios sucedió? —exigióó en un susurro, mientras voces flotaban desde la
sala, los otros discutiendo sobre la próxima elección.
—Yo… —Pasé junto a él, dirigiéndome a tomar la soda que había derramado media
hora antes. Tragué saliva en el cristal, tratando de averiguar qué decirle, y casi me
ahogo cuando un hielo plateado a medio derretir se atoró en mi garganta.
—Hueles como él, él huele a ti y estás vestida sólo con la maldita mitad de la montaña
de ropa que traías —siseó Jace—. Puedo adivinar lo que ha sucedido.

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—No estoy segura de que yo misma sepa lo que ha pasado. —El vaso se resbalaba en
mis manos, así que lo puse en el mostrador, intentando reunir mis pensamientos—.
Pero creo que sólo obtuve una dosis de mi propia medicina.
Jace frunció el ceño.
—Yo diría que ambos lo sabemos. Marc está de nuevo en el juego.
Vacié mi vaso y fui a rellenarlo.
—Enseguida vuelvo. Necesito una ducha. —Pero el piso crujía cuando di un paso en el
vestíbulo y Marc lo escuchó. Probablemente había estado escuchando.
—¿Ustedes dos van a boicotear la reunión o van a formar parte de esto? —llamó.
Gemí en mi interior. Marc me iba a hacer pagar. Él me iba a humillar, como yo lo
humillé a él, haciéndome aparecer en una gran reunión sobre estrategias oliendo a él,
y cubierta de suciedad para que ellos asumieran que nos habíamos acostado. Todo el
mundo sabría lo que habíamos hecho, si acaso no lo sabían ya.
Él estaba haciendo una declaración. Replanteando su reclamo. Y Jace y yo tendríamos
que vivir con ello.
Pero con un poco de suerte, si le permitía tener su momento (expresar su queja) él
sería capaz de trabajar un poco en su ira. Por favor, permítele superar su ira…
—¿Faythe? —llamó mi padre, claramente ajeno al juego que Marc estaba llevando tan
50 lejos.
—Sí, ya voy. —Convocando a mi valor, retiré un poco más de suciedad de mi ropa con
mi mano libre, luego caminé de regreso a través de la cocina y dentro de la sala con la
cabeza en alto. O al menos no tropezando. Jace me siguió y se colocó en su posición en
la puerta, luciendo más furioso de lo que nunca lo había visto.
Marc se sentó en el brazo del sofá, observándome, aparentemente en paz con todo el
mundo, al menos por el momento.
Me apoyé en la pared, bebiendo de mi vaso, intentando ignorar las miradas que
vagaban por mi pelo (evidentemente despeinado) y que siguieron por mi camiseta y
pantalones, analizando las manchas que yo no podría sacar sin usar detergente.
—De acuerdo, por muy divertido que sea este torpe silencio… —Tenía que forzar a mi
mano a relajarse alrededor de mi vaso antes de que lo quebrara—. ¿Cuál es el plan?
Mi padre aclaró su garganta, misericordiosamente desviando la atención colectiva de
mí y forzándonos a todos a volver al plan como sólo él podía.
—La votación tomará lugar en una hora y media. Cuando ellos pregunten por los
asuntos predominantes, presentaré cargos formales contra Malone, luego

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presentaremos nuestra evidencia. ¿Faythe? —Mi padre se giró hacia mí, y por una vez
estaba contenta de no poder leer su expresión.
—Por supuesto. —Coloqué mi vaso en la mesa del café y levanté la parte posterior de
mi abrigo. De un bolsillo interior saqué una bolsa transparente sellada del tamaño de
un galón (el único tamaño suficientemente grande como para guardar dos plumas de
Thunderbird de catorce pulgadas de largo) y la sostuve en alto para que todos
pudieran verla.
Los gatos del Orgullo sur-central lo habían visto todo, pero los hombres de Di Carlo no.
Ellos se reunieron alrededor para ver más de cerca cuando dejé la bolsa sobre la mesa
de café.
—¿Podemos abrirla? —preguntó Teo Di Carlo, y mi padre asintió.
—Sólo un minuto, sin embargo. La sangre ya está seca y el olor sólo va a desaparecer
con el tiempo y la exposición al aire. —Y necesitábamos que todos en la votación
fueran capaces de decir sin lugar a dudas de quien era la sangre que manchaba esas
alas.
Teo abrió cuidadosamente el sello y sostuvo la bolsa en su nariz. Sus ojos se
iluminaron cuando inhaló.
—Éste es definitivamente Lance Pierce.

51
—Puedo olerlo desde aquí. —Uno de sus compañeros guardianes añadió, desde el otro
lado del sofá.
—No hay duda sobre ello, Greg —dijo Di Carlo, su voz retumbando a través de la
habitación—. Ahora, si los aliados de Malone aceptan o no la conclusión obvia… aún
está por verse.
Y eso era lo que más nos asustaba. Michael (mi hermano mayor que era un abogado
en el mundo humano) nos había advertido que nuestra evidencia era circunstancial.
Sólo probaba que Lance había sangrado en la pluma del Thunderbird, no que él había
matado al pájaro. O que la pluma se había unido al pájaro cuando su sangre se
derramó en ella. Pero ya que el sistema legal werecat no se parecía al humano,
esperábamos que fuera suficiente. Yo había sido juzgada por asesinato con menos
evidencias.
Por supuesto, había sido encontrada inocente de ese particular cargo…
—Bert, ¿te importaría ir a reunir a Rick y a Ed? —preguntó mi padre.
—Luego podremos reunirnos en la casa principal en media hora. —Mi tío Rick Wade y
Ed Taylor (Alfas del Orgullo de la Costa Este y del Orgullo del Medio Oeste,
respectivamente) estaban compartiendo una cabaña al otro lado de la casa principal.

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Di Carlo asintió y se levantó, haciendo un gesto a Teo para que se uniera a él. En su
camino fuera de la puerta dejaron una pequeña ráfaga de viento helado y una visión
del cielo oscureciéndose rápidamente, y segundos más tarde sus pasos se
desvanecieron en la distancia.
—Todo el mundo prepárese —dijo mi padre, luego desapareció en su habitación para
cambiarse a su traje formal.
Marc me siguió dentro del dormitorio que supuestamente compartíamos con Jace y
arrebató la bolsa dufel de Jace desde el suelo. Antes de que Jace pudiera protestar,
Marc le arrojó la bolsa.
—Serás el primero en ducharte. Tómate tu tiempo.
Jace se erizó, pero sólo sacudí mi cabeza.
—Por favor, Jace. Estoy cansada de luchar con mis compañeros de Orgullo. Sólo
vamos a guardarlo para la lucha real, ¿de acuerdo?
Jace se giró sin decir una palabra y pisoteó fuertemente todo el camino hasta el único
baño.
Coloqué mi bolsa en la cómoda y la abrí, y estaba excavando por ropas limpias cuando
Marc cruzó la habitación y cerró la puerta.
—Puedes cambiarte y cepillar tu pelo, pero no te atrevas a tomar una ducha.
52 —No me digas lo que tengo que hacer. —Me volví para encontrar su dura mirada en
mí, su frente fruncida.
—Me lo debes. Todo el mundo sabe que dormiste con Jace, y Dean se lo dirá a
cualquiera que quiera escuchar que es porque no puedo mantenerte interesada. Me
has convertido en una broma andante y lo menos que puedes hacer es asegurarte de
que todo el mundo sepa que todavía no estoy fuera del juego.
—Esto no es un juego, Marc.
¿Por qué siguen refiriéndose a esto como tal?
—¿Nosotros tres, enredados de esta manera? Demonios, no, no es un juego. Es mi
maldito tren de vida. ¿Pero tú caminando alrededor oliendo como si hubiéramos tenido
un revolcón en el cobertizo? Eso es más de lo que has hecho. Conmigo, esta vez.
Suspiré y me senté en el otro lado de la cama, sosteniendo mi cambio de ropa.
—De acuerdo, si eso se te hace feliz.
Él arrebató su propio cambio de ropa de la cómoda y abandonó la habitación, dando
un portazo.

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Jace regresó unos pocos minutos después, cuando estaba empujando una camisa
limpia sobre mi cabeza. Él se congeló en el umbral, su pelo goteando sobre sus
hombros.
—¿No vas a tomar una ducha?
—No puedo.
—Demonios que no puedes. Él está haciendo esto a propósito. Castigándonos a ambos.
Me senté al final de la cama y agarré mi bota izquierda.
—¿Y no crees que nos lo merecemos? Lo hemos humillado, y esto es sólo el principio.
¿Qué piensas que todo el mundo va a decir a sus espaldas? No va a matar a cualquiera
de nosotros que yo camine alrededor oliendo como él por un par de horas.
Excepto porque odiaba ser marcada, y Marc lo sabía malditamente bien. Lo que era
todo el punto.
Cerré mis botas y Jace dejó caer su dufel en el suelo y salió pisoteando fuertemente de
la habitación.
Genial. Este debería ser el episodio donde Faythe no puede hacer feliz a nadie.
Afortunadamente, mis planes para Calvin Malone no tenían nada que ver con su
felicidad.

53 Vestida con pantalones vaqueros, botas, y una cómoda camiseta negra de manga
larga, tomé mi chaqueta en la sala y nos dirigimos a la casa principal como un grupo.
Esperaba tanto que los chicos me dieran el proverbial saludo frío, pero para mi
sorpresa, tomaron posiciones a ambos lados de mí, haciendo sólo una breve pausa
para mirarse entre sí. No era un comienzo prometedor esta noche. Pero una vez que se
hubieran enfocado en su mutuo enemigo, la rivalidad personal desaparecería por un
tiempo.
La cabaña que Malone y Mitchell compartían estaba oscura cuando la pasamos, y
cuando llegamos a la casa principal, me di cuenta de que éramos los últimos en
arribar. Uno de los hombres de Paul Blackwell se reunió con nosotros en la puerta y
nos llevó al comedor formal en la parte trasera de la casa, donde había sido juzgada
por mi vida tres meses antes. La habitación era amplia y normalmente parecía incluso
más amplia de lo que era, gracias a una completa pared de ventanas. Pero esta vez se
sentía pequeña y apretada llena de diez Alfas y el gran total de treinta y seis
guardianes. Nunca había sentido semejante concentración de testosterona y
hostilidad.
Y yo era la única mujer en la habitación.

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Los tres sólidos muros de la habitación se alineaban con sillas metálicas plegables, la
mayoría de ellas ya estaban ocupadas por fornidos Toms. En la mesa del centro había
diez, y nueve de esas sillas estaban ocupadas por los otros Alfas.
Un extraño silencio descendió cuando entré en la habitación seguida de Marc y Jace, y
luché contra el impulso de bajar la mirada, lo cual se volvió más fácil cuando me di
cuenta de que no estaban enfocados en el aroma de Marc que todavía se aferraba a mí,
puesto que ellos no habían tenido oportunidad de olerme todavía. Ésta era la primera
vez que la mitad de los Toms me había visto desde que Colin había marcado mi rostro.
La mayoría de los Toms no sabían qué me había sucedido. Me negaría a responder a
los pocos que tuvieran el descaro de preguntar, y Dean no parecía querer hacerse
publicidad a sí mismo, probablemente porque su cicatriz era más grande que la mía.
Pero yo había sido cortada obviamente a propósito, puesto que los cortes accidentales
no son tan rectos.
Miré de nuevo con valentía, esperando en silencio que alguien se atreviera a comentar,
y sólo cuando las miradas fueron de regreso a Colin Dean me di cuenta de en qué
dirección soplaban los vientos predominantes del rumor. Quizá la mayoría no había
puesto las piezas del rompecabezas juntas todavía, pero nuestras cicatrices similares
eran demasiada coincidencia como para no relacionarlas.
Paul Blackwell estaba sentado a la cabeza de la mesa, su bastón enganchado en el
brazo de su silla. Malone estaba sentado a su izquierda, y el asiento opuesto había
54 sido reservado para mi padre.
Mi papá tomó su lugar y Blackwell aclaró su garganta, señalando a los últimos
rezagados que encontraran un asiento. Pero cuando busqué por una silla, vi que sólo
había dos disponibles. Una entre Alex Malone y Colin Dean, y la otra al otro lado de
Alex. Ellos se habían sentado así, asegurándose de que tendría que sentarme con uno
de ellos en lugar de Jace o Marc. Marc había tomado ya asiento entre Dean y la pared
y cuando sonreí para agradecerle por tomar esa opción fuera de la mezcla, él me
devolvió una de esas apretadas sonrisas suyas.
Deliberadamente, tomé la silla entre Alex y Dean, para mostrarles que no estaba
intimidada. Ambos chicos lucían perversamente complacidos por mi elección.
Cuando me senté, Blackwell habló.
—Antes de que comencemos, ¿hay algún asunto predominante? —Él sabía lo que
haríamos. Había estado en el rancho cuando fuimos atacados por Thunderbirds y
había iniciado una investigación oficial sobre la participación de Malone en ello. Pero
había permanecido oficialmente neutral, lo cual consideraba el único curso de acción
apropiado para el presidente del Concejo. Al menos hasta que presentáramos
formalmente nuestro caso.

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—Tengo un asunto que exponer —dijo mi padre, y atesoré la mirada de sorpresa en el
rostro de Calvin Malone, que fue muy breve.
—Adelante, Greg —dijo Blackwell.
Mi padre se puso de pie y enderezó la chaqueta de su traje.
—Acuso al Concejal Calvin Malone de traición contra la organización y sus miembros.

55

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CAPITULO 6
Traducido por Clare..!!
Corregido por Milliefer

—¿Qué? —Alex Malone saltó de su asiento como un Jack en la caja, y su gesto


sorprendido y enfadado estuvo a centímetros de aplastar mi nariz. Pero con una sola
mirada de su Alfa, se dejó caer en la silla, echando humo en silencio. Su mirada estaba
pegada a la mesa, donde mi padre se quedó mirando ahora en su sitio, ambos Alfas
impecablemente serenos, mientras que el nivel de tensión en la sala aumentaba lo
suficientemente rápido para hacernos al resto sudar.
Literalmente.
Malone se echó hacia atrás en su silla, con los brazos cruzados en el pecho.
—Ahora, Greg, difícilmente creo que mi cuestionamiento de tu autoridad se califique
56 como traición.
—No. Pero incitar la guerra con otra especie de Cambiadores sí lo hace. Especialmente,
cuando esa guerra es intencionada para esconder la culpa de tu Orgullo e inutilizar los
recursos de mi Orgullo.
—Greg, esos son cargos muy serios —dijo Milo Mitchell, desde su asiento al lado de
Malone. Como si no fuesen conscientes.
—Acompañados por muy pocos detalles —añadió Nick Davidson—. ¿Asumo que
puedes proporcionar detalles y pruebas?
—Por supuesto. —Asintió mi padre, y esta vez, el parpadeo lento de Malone fue la
única indicación de su sorpresa. Él no sabía nada sobre las plumas—. Creo que todos
vosotros sabéis, que la semana pasada, mi Orgullo fue atacado por una Bandada de
Thunderbirds de un nido en Nuevo México. Evidentemente, ellos pasan el invierno en
la zona libre werecat justo al oeste de mi territorio. Nosotros estábamos siendo los
anfitriones de varios invitados a la vez. —No había necesidad de mencionar que
nuestros “invitados” estaban ayudándonos a planear un ataque contra el Orgullo de
Malone como represalia por el asesinato de mi hermano—. Y entre nosotros, perdimos
dos guardianes y sufrimos graves heridas múltiples. Pero también capturamos un
prisionero, que nos dijo que su Bandada estaba atacándonos para vengar la muerte de
uno de los suyos, a quien ellos creían que lo asesinamos nosotros.

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—¿Y cómo exactamente hace eso culpable de traición a Calvin Malone? —exigió
Mitchell, mientras Malone se sentaba silenciosamente a su lado, aparentemente
imperturbable a nuestros alegatos.
—Tenemos pruebas de que el Thunderbird en cuestión fue asesinado no por uno de
mis guardianes, sino uno de los suyos. Pero Calvin nos culpó del asesinato, incitando
a los Thunderbirds a atacar y a paralizar mi Orgullo, sin afectar al suyo.
—¿Los Thunderbirds te contaron esto? —Nick Davidson se inclinó hacia delante,
apoyando los codos sobre la mesa. Él parecía considerablemente más viejo que sólo
cuarenta y dos, pero entonces, él había tenido unos años difíciles. Había perdido a su
mujer por un cáncer y se quedó criando a sus siete niños (incluyendo una hija
pequeña) solo.
—No inicialmente. —Mi padre frunció el ceño y su atención volvió a Malone, quien le
devolvió la mirada como si nada de esto le molestaba—. Brett Malone nos lo contó...
justo después de pedir santuario. Menos de una hora antes de morir.
La habitación se quedó completamente en silencio. Creo que la mayoría de nosotros
dejó de respirar. Incluso Paul Blackwell parecía sorprendido, sus manos agarraron los
brazos de su silla como si pudiese caerse sin eso. Él había sabido que acusaríamos a
Malone de traición, pero evidentemente no había previsto la implicación evidente de
asesinato. Calvin Malone se alzó, sus ojos marrones ardiendo. Se inclinó chocando
ambas palmas con la mesa, mirando a mi padre como si el simple contacto visual
57 fuese suficiente para intimidarlo.
—¿Estás diciendo que hay algo sospechoso con la muerte de mi hijo?
Mi padre se mantuvo firme, imperturbable.
—Estoy exponiendo hechos. Las conclusiones que lances son tuyas propias.
—Brett murió durante un accidente del entrenamiento. —Milo Mitchell se inclinó hacia
delante en su silla, pero no estaba obviamente dispuesto a lanzar más atención sobre
sí mismo poniéndose de pie—. Su muerte ha sido muy dura en su familia, y es
reprensible que calumnies su muerte, Greg.
—No estoy calumniándola, Milo. —Mi padre le devolvió su mirada descaradamente, y
Mitchell miró hacia otro lado—. Tengo un respeto inmenso por Brett Malone. Se
necesita una gran cantidad de coraje el ponerse de pie por lo que es correcto,
especialmente cuando eso significa levantarse en contra de su padre.
—¡Brett no tenía nada que temer de mí! —Malone rugió a través de la mesa, y no pude
evitar una diminuta sonrisa de satisfacción al verle perder la compostura.
Especialmente, cuando Alex se estremeció a mi derecha. Él se sentaba tan recto y tan
tenso que estaba medio convencida de que explotaría si yo le daba un codazo.

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—Y él no tenía planes de desertar —el Alfa de los Apalaches continuó, más suave
ahora, pero no con menos vehemencia—. A menos que tengas alguna prueba
sugiriendo lo contrario, te recomiendo fuertemente que dejes descansar en paz a mi
hijo y sigamos adelante con las partes más relevantes de esta discusión. Asumiendo
que hay alguna.
Malone empezó a sentarse, luego se congeló cuando mi padre se giró hacia el final de
la habitación, donde Marc, Jace y yo nos sentábamos intercalados con los guardianes
Apalaches.
—De hecho, tengo algunas pruebas bastante sugerentes —mi padre me sonrió
brevemente, y después le asintió a Marc.
Marc se puso de pie y metió la mano en el bolsillo de su abrigo a la vez que cruzaba el
cuarto. Todos los ojos estaban en él (más de la mitad de las miradas eran abiertamente
hostiles) mientras que le tendía varias hojas de papel dobladas a mi padre.
—¿Qué es eso? —exigió saber Milo Mitchell, sin reconocer a Marc. Habíamos estado
esperando alguna estática sobre su reincorporación no oficial en el Orgullo, pero hasta
ahora nadie dijo una palabra. Ni siquiera Malone había mencionado las operaciones
encubiertas que habíamos llevado a cabo en su Orgullo, a pesar del hecho de que
varios de sus hombres habían sido heridos seriamente.
Mi teoría de su silencio era que Malone estaba planeando lanzarnos las consecuencias

58 con todas sus fuerzas, una vez que tuviese el poder para hacer caso omiso de las
objeciones. Lo cual era una de las razones más críticas por las que teníamos que evitar
que fuese votado como cabeza del Concejo.
—Calvin, ¿cuándo murió Brett? —dijo mi padre, sin contestar la pregunta de Mitchell o
desdoblar los papeles—. Fecha y hora, por favor.
—Esto es completamente inapropiado —insistió Malone, a la vez que una vena en la
sien le latía visiblemente—. No voy a permitirte que conviertas la trágica muerte de mi
hijo en el anillo central de cualquier circo que estés dirigiendo. Estamos aquí para
votar.
—No creo que podamos darnos el lujo de pasar por alto estas graves acusaciones. Y
pensaría que estarías ansioso por defenderte.
—No hay nada que defender. No he hecho nada malo.
Mi padre elevó una ceja, todavía mirando a Malone constantemente.
—Entonces, contesta la pregunta. ¿Cuándo murió Brett?
Malone se hundió tieso en la silla, todavía apartado de la mesa, y cuando Blackwell no
objetó la pregunta, no tuvo otra opción que contestar.
—La pasada noche del lunes.

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—¿A qué hora? —Mi padre desdobló lentamente el primer papel, enfocado en él ahora,
en vez de en Malone, como si el otro Alfa no fuese digno de su atención.
—Por la tarde. No recuerdo la hora exacta. Fue un día muy traumático.
—Estoy seguro de que tu mujer estaba traumatizada también, pero ella se acuerda de
la hora. Según Patricia, Brett murió sobre las 3:45 p.m.
Malone asintió lentamente, sus ojos se estrecharon con furia apenas contenida.
—Eso suena correcto. ¿Cuál es tu punto?
Mi padre dejó la primera hora de papel hacia arriba en la mesa y la empujó hacia
Malone.
—Esto es un impreso sobre la reciente actividad del teléfono móvil de Jace Hammond.
Mi hija lo tomó prestado la tarde del lunes pasado, en frente de múltiples testigos. La
línea subrayada muestra una llamada que ella hizo a las 2:49 p.m. el día que tu hijo
murió. ¿Reconoces el número al que llamó?
Malone parecía que quería decir que no, decir que no reconocía el número de teléfono
de su propio hijo. Pero él sabía que podíamos probar de quién era el número, así que
finalmente él asintió.
—Es el de Brett, ¿y qué? Ella le llamó, y él probablemente colgó tan rápido como oyó
su voz.
59 —Mira otra vez —dije, luego me precipité antes de que alguien pudiese decirme que me
callara—. Esa llamada duró diecisiete minutos, y estoy más que dispuesta a testificar
sobre lo que él me dijo.
—No tienes la palabra —dijo bruscamente Milo Mitchell, sus ojos brillando—. Y el
testimonio de oídas es inadmisible.
Una de los pocos paralelismos con el sistema humano legal. Lo cual ya lo sabíamos
todos. Pero Mitchell estaba mal informado.
Me puse de pie y me dirigí a Paul Blackwell, tratando de no estar completamente
intimidada por el hecho de que acababa de dejar a Alex Malone y Colin Dean a mi
espalda, donde no podía verlos.
—Concejal, ¿puedo? —dije, con mi mejor y más respetuosa voz. ¿Quién dijo que nunca
aprendo?
Blackwell me dio un asentimiento corto y reluctante, y yo aplasté mi breve urgencia de
sonreír con triunfo antes de redirigir mi mirada y mis comentarios a Milo Mitchell,
cuyo hijo Kevin había roto mi brazo y había tratado de matarnos a mí, a Marc, a Jace y
al doctor Carver este mismo mes.

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—El testimonio de oídas no es admisible en un juicio, pero como el Consejal Malone ya
ha señalado, él no está en un juicio. Nosotros simplemente estamos ofreciendo
evidencias como una base para el cargo del que estamos acusándole. Tenemos derecho
a presentar el cargo y la evidencia, y yo puedo citar múltiples precedentes, si le
gustaría.
Había trabajado con Michael durante ocho largas horas, memorizando casos y
aprendiendo cómo la decisión del Concejo en cada uno apoyaba nuestra estrategia. Y
en silencio reté a Mitchell por retar mi conocimiento. Por darme una oportunidad para
mostrarme y hacerle quedar como tonto. Eso es lo menos que él se merecía después de
conspirar con Malone para cazar Extraviados en la zona libre, una trampa que casi le
había costado a Marc su vida, y había convencido a la mayoría de los Extraviados que
no podía haber paz entre ellos y los gatos de Orgullo.
Pero Mitchell debe haber visto la verdad en mis ojos, o en mi conducta confiada, lo
cual también lo había trabajado con Michael. Aparentemente hay una diferencia entre
la confianza en uno mismo y ser gallito. ¿Quién lo diría?
De cualquier manera, Mitchell sólo meneó la cabeza.
—Eso no será necesario.
Esa vez resistí la sonrisa a favor de un pequeño asentimiento, la respuesta menos
comprometida, y una más de los Alfas perfeccionada rápidamente. Luego me volví

60 hacia Blackwell.
—¿Oirá el Concejo mi testimonio?
Blackwell dudó, pero para su crédito, no miró alrededor en busca de la contribución de
sus compañeros Alfas. A él sólo le quedaba una cuestión de minutos como cabeza del
consejo, y no iba a malgastarlo.
—Sí. Brevemente.
—Gracias —dije, y aunque mi padre realmente no se atrevió a sonreír bajo tan graves
circunstancias, vi aprobación en su breve asentimiento cargado de coraje—. El día en
que los Thunderbrids atacaron mi Orgullo, yo personalmente interrogué al prisionero
dos veces, y basada en la información que me dio, se me hizo claro que el Concejal
Malone manipuló a la Bandada para atacarnos. Él les engañó sobre quién era
responsable de la muerte de su thunderbird.
Nadie podría haber malentendido mis palabras. Llamar a Malone engañoso, en vez de
mentiroso. Pero raramente tenía la oportunidad de decir la verdad cuando realmente
importaba y, como Blackwell, yo no iba a malgastarlo.
—Eso no es... —empezó Malone, pero Di Carlo le cortó con un único y brusco ruido
desde el fondo de su garganta. No era propiamente un gruñido (que podría haber sido
considerado una abierta declaración de hostilidad) pero era suficiente para callarle.

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—Faythe tiene la palabra. Déjale hablar.
Podría haber besado a Di Carlo.
—Le dije a mi Alfa y al consejero Blackwell lo que yo sospechaba, pero ellos sabían que
no podíamos actuar sin evidencia. Así que llamé a Brett, porque él tenía acceso a la
información que necesitábamos, y francamente, él me debía una grande. —Yo había
salvado su vida sólo a un cuarto de milla de donde estábamos sentados, cuando un
Extraviado le corneó y Colin Dean era demasiado gallina para ir a ayudarle sin
malgastar tiempo Cambiando.
Blackwell asintió.
—Adelante.
—Brett no quería hacerlo al principio, Concejal Malone. —Le lancé a Malone una
mirada de ojos abiertos y seria, sabiendo que le enfadaría que me dirigiese a él
directamente. Pero no había nada que él pudiese hacer sobre eso. Y yo estaba diciendo
la verdad—. Él quería permanecer leal a su Orgullo de nacimiento, pero sabía que lo
que estabas haciendo estaba mal. Pidió santuario, y mi padre no sólo le ofreció un
lugar al que pertenecer, sino también un trabajo como guardián. Brett estaba de
acuerdo. Él era un buen hombre, Consejal, y todos nosotros hemos perdido algo con
su muerte.
Malone intentó esconder desesperadamente su rabia, pero no podía ser contenida. Su
61 cara brillaba tan roja que tenía miedo de que los capilares en su nariz estallasen.
Apretó los brazos de la silla tan fuerte que la madera crujió, dirigiendo todas las
miradas hacia él.
En ese momento, la venganza, incluso en una pequeña y breve dosis, fue más dulce
que el té de mi madre. Y mucho más refrescante…
—¿Qué dijo él? —preguntó Nick Davidson, cuando hice una pausa demasiado larga
para disfrutar la reacción de Malone.
—Dijo que él y varios de sus compañeros guardianes estaban en la zona libre en Nuevo
México… —hice una pausa, y mi tío interrumpió con una pregunta líder, como
planeamos.
—Espera, ¿qué estaban haciendo en Nuevo México?
Me encogí de hombros y di al Concejo entero una mirada de confusión.
—Tendrías que preguntarle eso al Concejal Malone. Todo lo que sé es que esa parte en
particular de Nuevo México está a pocos kilómetros de nuestra frontera oeste, y a
varios cientos de millas del territorio Apalaches.

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Hice una pausa de varios segundos para dejar que se captase. Sí, estaba siendo mano
dura y obvia, pero a veces esa es la única manera de pasarle información a un grupo
de Alfas. En números largos, ellos no parecen ser capaces de captar sutilezas.
—De cualquier forma, dijo que él y sus compañeros guardianes estaban en Nuevo
México, y uno de ellos mató a un thunderbird en una disputa sobre una presa. Ellos
llamaron a su Alfa, y cuando los thunderbirds llegaron buscando a su compañero de
Bandada, Brett dijo que su padre, el Concejal Malone, les contó a los thunderbirds que
uno de los gatos del Orgullo sur-central lo había matado. Él dijo que su padre arregló
un acuerdo a cambio por la información sobre dónde encontrar nuestro rancho, los
pájaros tenían que prometer traerle las tabbies, para evitar hacerles daño, por
supuesto, antes de que el derramamiento de sangre real comenzara.
Hice otra pausa para dejar que se captase y juzgar sus reacciones. Nuestros aliados ya
sabían lo que iba a venir, por supuesto, y Blackwell tenía una buena idea de ello.
Pero las reacciones de los aliados de Malone iban desde la confusión y la incredulidad
(de Nick Davidson) a la indignación absoluta de Milo Mitchell y Jerald Pierce.
—¿Quién dijo Brett que había matado al thunderbird? —preguntó Di Carlo, en el
momento justo. Todos los ensayos habían dado su fruto.
Esta vez mi duda fue real. Me sentía mal por los Pierces (por Parker sobretodo, incluso
aunque él no estuvo allí) y estaba lejos de estar cómoda con mi decisión de entregar a

62 Lance Pierce a los thunderbirds sabiendo que moriría. Pero no había tenido otra
elección. Los thunderbirds habían estado reteniendo a Kaci, y ello la habría matado sin
dudarlo si yo no hubiese ido con lo que querían.
Habría cambiado la vida de casi cualquier persona por la de Kaci. Incluso la mía. Y
Lance era culpable.
—Fue Lance Pierce —dije finalmente, mirando al Concejal Pierce con mi visión
periférica.
Efectivamente, él se puso de pie, con los ojos rojos y húmedos, y la cara encendida con
furia.
—¡No tienes ninguna prueba de eso! ¡Ninguna!
Esa parte estaba improvisada, obviamente, pero no inesperada, y jugó derecho en
nuestras manos.
—Concejal Pierce, realmente siento tener que decirte esto, pero tenemos pruebas.
Con eso, saqué la bolsa de plástico transparente de mi bolsillo interior de la chaqueta y
caminé hacia delante para ponerla sobre la mesa, donde Pierce la miró como si fuese
una granada a la que yo acababa de quitarle el pin.

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—Esta es la prueba que Brett ofreció a cambio de santuario. Desafortunadamente, él
murió en menos de una hora después de que hablásemos con él, antes de que tuviese
una oportunidad de echarse atrás o salir del territorio. Así que tuvimos que entrar
nosotros mismos y tomarlas.
Allí. Acababa de admitir haber traspasado el territorio, pero eso era un riesgo
calculado que ya habíamos decidido correr. No había manera de evitar admitir dónde
conseguimos la pluma, y si nuestro plan funcionaba, Malone nunca estaría en la
posición de hacer algo sobre eso.
Pierce miró la bolsa y se acercó a ella dos veces. Sin embargo, en ambas echó la mano
hacia atrás como si el plástico le hubiese sorprendido. Él no podía hacerlo. Pero Nick
Davidson sí. Cogió la bolsa y la abrió, luego olió cuidadosamente el contenido.
Sus ojos se agrandaron, y miró solemnemente a Pierce. Luego asintió, y la cara de
Pierce se desmoronó.
—No…
Habiendo presentado mi testimonio y la prueba, volví a mi asiento, dándole una ceja
elevada a Colin Dean, que parecía que quería arrancarme la cabeza de los hombros.
Davidson pasó la bolsa, y uno por uno, los Alfas olieron la pluma. Todos, incluyendo a
Malone, que ya sabía lo que encontraría, y mi padre y Di Carlo, que ya la habían olido.

63
—Calvin, esta es una prueba muy convincente —dijo Blackwell, cuando la pluma llegó
delante de él después de hacer el circuito completo—. Más que suficiente para
justificar un juicio. Me temo que vamos a tener que posponer la votación…
—No. —Malone se puso de pie, la línea de la mandíbula firme, las manos en la
superficie de la mesa—. Esto es completamente circunstancial. No prueba nada. No
sabemos cómo o cuándo la sangre de Lance llegó a esta pluma, o incluso de quién es
la pluma. Todo lo que sabemos es que los thunderbirds podrían haberla sumergido en
la sangre de Lance después de matarlo. Tenemos una responsabilidad de defender la
justicia, y esto no es justicia. Mi palabra tiene más peso que la de ella. —Malone hizo
una pausa para lanzarme una fría y calmada mirada—. Más, considerando que yo
represento un Orgullo entero y nunca he sido condenado por un delito, lo que no se
puede decir de Faythe Sanders. Y mi palabra jurada es que nada de esto es verdad.
Nunca me he encontrado con un thunderbird, ni he vendido a uno de mis compañeros
Alfa y a sus hombres. No sé de dónde realmente sacaron esta pluma, pero sospecho
que fue empapada en la sangre de Lance Pierce cuando una Bandada de tunderbirds
le sacrificaron por un crimen que no cometió, el cual ellos nunca podrían haber hecho
si ella... —La mirada que me envió a la vez podría haberme quemado—, no le hubiese
entregado como a un chivo expiatorio. Pero independientemente, no podemos acusar
en buena conciencia a un guardián respetable, un guardián muerto, que no puede
estar aquí para defenderse a sí mismo de asesinato. No lo haré, y estaré muy

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decepcionado de cualquiera de ustedes que caiga en este obvio intento de tramitar este
Concejo y posponer la votación por la que todos nosotros vinimos aquí.
Blackwell se puso de pie, apoyado en su bastón.
—Calvin, no puedes negar que esta prueba lleva algo de peso.
—Algo, sí. —Asintió Malone gravemente—. Pero no el suficiente. Es una prueba
circunstancial en el mejor de los casos, presentada por una chica de moral
cuestionable quien ya ha sido condenada de un crimen capital. No podemos
permitirnos tomar su palabra por su valor nominal, y la única manera de comprobarlo
es con el testimonio del thunderbird con el que supuestamente yo hice el trato.
Mi temperamento estalló con la pulla de “moral cuestionable”, pero no podía pelear eso
sin dejarme como una tonta y humillar a Marc. Y había un problema más grande en
juego.
Los thunderbirds podían sólo ser contactados en persona, e incluso si teníamos ese
tipo de tiempo para malgastarlo, no tenía razones para creer que los pájaros realmente
testificarían. A ellos les importaba un comino nuestra agitación política, o cualquier
injusticia werecat que no les afectase directamente.
Tenía que haber alguien más que pudiese respaldar. Alguien cuyas palabras el Concejo
tuviese que aceptar. Pero mi padre no había oído realmente lo que Brett dijo por
teléfono. Los únicos que sí lo habían hecho eran Marc y Jace, y Malone no aceptaría
64 más su testimonio que el mío. Él le recordaría a todo el mundo que el Concejo todavía
tenía que reconocer a Marc como un gato del Orgullo desde su regreso, y si llevaba a
Jace ante ellos, Malone le llamaría parcial y tendría la excusa perfecta para llamarme
puta en frente de la asamblea completa.
—Si lo que la señorita Sanders dice es verdad, seguramente ella puede presentarnos a
este thunderbird para preguntarle, ¿verdad? —Malone me miró expectante, y para mi
completa indignación, me di cuenta de que la gente estaba escuchándole. Un par de
Alfas (Davidson y Gardner) parecían inseguros sobre lo que creer, pero Mitchell y
Pierce apuntaban furiosas miradas hacia mí.
Yo estaba en una pérdida completa de las palabras. Si admitía que los thunderbirds
probablemente no testificarían, podríamos decirle adiós al caso contra Malone. Pero si
les prometía algo con lo que no podía cumplir, estaría soplando otro agujero enorme en
mi propia credibilidad, así que dije la única cosa que se sentía verdad detrás de tantas
restricciones.
—Puedo intentarlo.
—Bien. —Malone dio un gesto superficial—. Esperaremos ansiosos ese testimonio, en
la ocasión más temprana posible. Pero mientras tanto, no veo razón para posponer la

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votación basada en pruebas circunstanciales, insustanciales y no confirmadas contra
un Alfa que no tiene una sola mancha en su historial.
—Pero… —balbuceé, mis manos poniéndose frías de la impresión. En todas nuestras
estrategias, nunca pensamos que Malone sería capaz de ignorar nuestros cargos y
seguir adelante. Y nuestra prueba no era no corroborada. Pero Marc y Jace no eran
testigos apropiados, y nadie más había oído la llamada de Brett, o la confesión de
Lance. Excepto Kaci…
No. No podía arrastrarla en esto. Ella ya estaba aterrorizada del Concejo en general, y
de Malone en particular, y no había manera de que ellos me dejasen sentarme con ella
mientras testificaba. Ellos probablemente no me dejarían ni siquiera estar en la misma
habitación. Y ella sola, era muy fácil de intimidar.
No podía sacrificar su salud mental y emocional, incluso por esto.
Le lancé a mi padre una mirada frustrada e impotente, preguntándome si sabía lo que
estaba pensando, y él se volvió hacia Blackwell.
—Paul, yo puedo testificar personalmente que nuestro prisionero nos dijo que un
miembro de nuestra especie culpó de la muerte del thunderbird a nuestro Orgullo.
—Sí, pero ¿realmente nombró a su informante? —preguntó Blackwell, pareciendo
sombrío y esperanzado.

65
—No, pero la Bandada más tarde le confirmó la identidad de Malone a Faythe.
Blackwell frunció el ceño, y su frente se arrugó. Y supe lo que venía antes de que
abriese la boca.
—Lo siento, pero él tiene razón. Si estás basando sus cargos en pruebas
circunstanciales y en información de segunda mano no corroborada, necesitamos
tener esta evidencia y las pruebas de oídas autentificadas antes de que puedan ser
aceptadas. —El ceño de Blackwell se profundizó, como si las palabras supiesen mal en
su boca. De todas formas, él seguiría la letra de la ley. Era su muleta en la cara del
terreno incierto moral, pero eso le inutilizaba en el campo de la justicia—. No tenemos
otra que proceder con la votación como estaba previsto.

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CAPITULO 7
Traducido por Anelisse
Corregido por Obsession

Me levanté lentamente, el miedo y la ira peleando dentro de mí. Yo no podía hacer que
mis manos se aflojaran a mis lados, pero mi voz y mi cara estaban bajo control.
Ecuánime y respetuosa, por lo menos desde el exterior.
—Concejal Blackwell, por favor, reconsidere su decisión.
—¡Ya no tienes la palabra! —se quebró Mitchell, mirándome desde el otro lado de la
habitación.
—Ni tampoco tú. —Cuando el primer zarcillo de mi carácter rebelde comenzó a
desenrollarse, me agarré a él con desesperación, tratando de mantenerlo bajo control.
Para mantenerme en la boca de la excavación de un agujero del que mi padre no podía
salir. Me volví hacia Blackwell, ignorando la completa indignación escrita en todas las
66 líneas en el rostro de Mitchell—. Concejal, usted sabe que estas acusaciones tienen
mérito. Estaba allí cuando el Thunderbird atacó. Sabe que está diciendo la verdad.
La mirada de Blackwell se endureció bajo las nervudas cejas grises, y me di cuenta de
que había cometido un error, aunque razonable en mi exposición. Había cuestionado
su juicio delante de todo el consejo.
—Lo que yo sé —dijo Blackwell, con su chirriante voz más estable de lo que había oído
en años—, es que tú has tenido tu opinión y yo he tomado mi decisión. Este consejo no
es insensible a ruegos apasionados, pero no es gobernado por ellos. Si no cumplimos
con nuestras propias reglas, vamos a caer en el caos. Lo mismo que los caudillos
militares fuera de la ley a nuestro sur. Cuando traigas el testimonio de testigos
presenciales, los vamos a escuchar, y vamos a decidir a continuación, si o no para
tratar al Concejal Malone sobre el cargo en tu Orgullo que has dado a luz. ¿Entiendes?
Entendí. También entendí lo que Blackwell no estaba diciendo... que estaba
sacrificando la verdad y la justicia para preservar el orden en un sistema legal que ya
no estaba en posición de hacerse cumplir. Por todos sus ideales, Blackwell estaba a
punto de perder su posición de autoridad, y si Malone era elegido con el apoyo
suficiente, estaría en condiciones de reestructurar por completo el consejo.

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En el momento en que regresáramos con un Thunderbird para declarar... suponiendo
que pasaría... Malone podría simplemente negarse a escuchar el testimonio. Si había
conservado el apoyo de todos sus aliados actuales, su poder sería prácticamente
ilimitado. Sería más un dictador que un presidente del Concejo.
Sobre todo si Blackwell insistía en mantenerse neutral. Al negarse a aceptar nuestra
evidencia, estaba creando al monstruo que había estado tratando de destruir. ¿Cómo
no iba a ver eso?
Pero por el momento, no había nada que pudiera hacer. Nada que cualquiera de
nosotros pudiera hacer, sin declarar la guerra ahí mismo. Y que habría estado más allá
de la idiotez. Nos superaban en número al lado de nuestros enemigos, y la mayoría de
nuestras tropas estaban a cientos de kilómetros de distancia, en el rancho.
Mi padre me miró fijamente, pero sin enviarme ninguna señal. No había instrucciones
silenciosas para mi próximo movimiento. Él se sentía tan frustrado como yo. Tal vez
más. Así que sólo pude asentir y volver a mi asiento, a pesar de que todo impulso me
instaba a seguir hablando hasta que todos vieran la razón.
A mi izquierda, Colin Dean estiró sus piernas para tener tanto espacio como fuera
posible en su silla plegable. Sus muslos se encontraron con los míos, y yo quería volver
a abrir sus recientemente curadas cicatrices con mis desnudas uñas.
Empecé a deslizarme lejos de él, pero me di cuenta de que eso significaría deslizarme

67 más cerca de Alex Malone, que había estado directamente involucrado en la muerte de
Ethan, el asesinato de su propio hermano, y la nueva cicatriz que me dividía la mejilla.
Así que sólo podía sentarme allí, echando humo y moliendo los dientes, tratando de
ignorar la lixiviación de calor no deseado en mi pierna proveniente de Dean mientras el
Concejal Blackwell llamaba a la votación oficial.
Sería una votación abierta, vocal, para algo tan grande. Cada decisión de Alfa quedaría
en el registro. Podríamos haber hecho que lo lograra, si se hubieran utilizado papeletas
cerradas. Si el más débil de los aliados de Malone... Nick Davidson parecía menos
sólidamente a bordo... no podíamos enfrentarle durante el procedimiento, o admitir
que había cambiado de bando.
O si Blackwell hubiera votado. Pero él se mantuvo firme, inestable aunque con su
objetivo.
Uno por uno, fueron alrededor de la mesa, y cada uno de los Alfas dijo un nombre. Mi
padre y Malone fueron excluidos, y Blackwell juzgó necesario interrumpir el
procedimiento.
La votación comenzó con Milo Mitchell, cuyo hijo Kevin había sido exiliado por mi
padre, y luego asesinado por Marc.
—Mi voto va para Calvin Malone. —Ninguna sorpresa.

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Luego vino Umberto Di Carlo, cruzando la mesa de Mitchell.
—Estoy a favor de Greg Sanders.
A continuación, Jerald Pierce, quien tenía dos hijos... Parker y Holden... en el Orgullo
sur-central, y acababa de perder al mayor, Lance, con el sistema de justicia
Thunderbird.
—Malone. —Quería sacudirlo y preguntarle cómo podía estar del otro lado, con un hijo
sobre los demás. Sobre todo teniendo en cuenta que la cobardía de Lance había
costado dos vidas de otros, y casi le cuesta mucho más.
Después de Pierce, llegó mi tío Rick Wade, el hermano de mi madre.
—Greg Sanders tiene mi voto y mi apoyo incondicional. —Yo quería llorar.
Wes Gardner, cuyo hermano Jamey había sido asesinado en nuestro territorio por
Manx, votó con una sola palabra.
—Malone.
Aaron Taylor, cuya hija se había salvado de ser secuestrada y vendida en el Amazonas,
mostró su lealtad al votar por mi padre.
Y finalmente llegó Nick Davidson, y por un momento, pensé que iba a fallar. Pensé que
estaba viendo la luz en el último minuto. Luego cerró los ojos y suspiró. Y dijo:

68 —Calvin Malone.
Y justamente con eso, la justicia murió, sin ni siquiera un gemido de dolor. Cuatro
votos a tres. Si Blackwell hubiera votado, podría haber forzado un empate y
comprarnos tiempo. Pero se fue con su conciencia, y tan inconveniente como resultó
para el Orgullo sur-central, una parte de mí lo respetaba por pegarse a sus armas, sin
importar las consecuencias.
Sin embargo, había otra parte de mí que quería estrangularlo desde donde estaba.
Y de pronto entendí algo que mi padre había estado tratando de enseñarme durante
casi un año: a veces tienes que hacer las cosas mal por la razón correcta para hacer
una verdadera diferencia.
Yo había estado a punto de entender eso de Lance Pierce, cuando había tenido que
darse la vuelta para salvar a Kaci. Pero en un lapso de diez minutos, simplemente se
negaba a actuar, Paul Blackwell había llevado a casa un punto que mi padre no había
sido capaz de hacerme ver en todo mi tiempo como una guardiana.
El mundo no es blanco o negro, bueno o malo. Las batallas que marcan la diferencia
real se libran en la zona oscura en el medio, donde el bien común requiere de un
brutal sacrificio. Cuando tanto los medios y los fines son sólo sombras en un paisaje
gris monótono.

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Y esa fue la muerte de mi idealismo.

Jace siguió a Marc por la puerta principal en menos de un segundo, y miraron a su


alrededor al unísono, ambos buscándome. Temporalmente unidos por su interés
común. Me encontraron apoyada contra la pared a la izquierda del porche, y sus
expresiones idénticas de socorro habrían sido divertidas, si no fuera que acababa de
ver la justicia estrangulada por el puño de acero con guante de la opresión.
¿Melodramática? Tal vez. Pero también precisa. Calvin Malone ni siquiera podría
definir la integridad, y mucho menos mantenerla.
—¿Estás bien? —Jace corrió hacia abajo los primeros pasos, pero tampoco hizo ningún
movimiento de tocarme, por lo que nos quedamos allí como tres chicos primerizos en
un baile de secundaria, sin saber quién debía dar el primer paso.
—No. Eso no sucedió. —Me sorbí los mocos en el frío.
Jace empujó las dos manos en los bolsillos, probablemente para evitar que me
alcanzaran. Todos necesitábamos a alguien que sostuviera o agujereara, pero ninguno
de ellos podría causar más problemas, después de lo que acababa de presenciar.
—Nadie está menos emocionado de ver a Calvin al cargo de lo que lo que lo estoy yo.
69 —No apuestes a eso —murmuró Marc, apoyado contra la pared de la cabaña junto a
mí, sólo a unos cuantos centímetros de distancia en este momento—. Su primer acto
como presidente del consejo será encontrar una manera de deshacerse de mí.
—Eso no será fácil. —Jace se sentó en el escalón más alto, enfrentándonos—. Se trata
de una adquisición hostil y bastante maldita, y él va a tener al padre de Faythe, su tío,
Bert Di Carlo, y a Aaron Taylor peleando a cada paso del camino, lo que significa que
ni siquiera tiene la mayoría simple... esos seis votos vitales de cada diez... él va a
necesitar a Blackwell.
Marc tiró una piña a través de la hierba muerta.
—Paul Blackwell no va a mover un dedo para mantenerme aquí, aun sabiendo lo que
Malone intentó hacernos.
—Sí, lo hará —insistí en eso, seguramente para captar el lado bueno de los bordes de
la nube de tormenta que justamente había rodado un poco más que nosotros—.
Blackwell puede no ser abierto de mente o progresivo, pero si Malone se olvida de
cruzar una única T, el viejo va a votar en su contra. De hecho, apuesto que Blackwell
buscará razones legítimas para ir contra Malone.
Marc se encogió de hombros.

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—Así que Malone hará lo que hace siempre... ocultar su agenda personal con algo
técnicamente válidas, y moralmente repugnantes, nuevas propuestas. De cualquier
manera, va a hacer que nuestras vidas sean un infierno...
—Ya lo sé. —No había forma de evitar eso. Y yo sería la próxima en su lista de vidas a
arruinar. La experiencia ya nos había demostrado que Malone estaba dispuesto a
hacer cualquier cosa para casar a tantos de sus hijos como fuera posible en Orgullos
dónde más tarde pudieran convertirse en Alfas, poniendo un pedazo considerable de la
tarta territorial bajo su propia pata. Ya me había emparejado mentalmente con Alex,
su hijo mayor, ahora que Brett había muerto. Y yo no tenía ninguna duda de que haría
uso de nuestro pecado en su territorio para deshacerse de Marc y tratar de
chantajearme hacia la posición que más le beneficiara.
Jace sería más difícil de eliminar. Él no era un Extraviado ni una arpía, y él no era
técnicamente culpable de violación de domicilio, porque había sido invitado por su
madre para llorar la muerte de su hermano con el resto de la familia.
Pero todos sabíamos que Malone mataría a Jace si la oportunidad se presentaba.
Después de matar a su propio hijo primogénito, sacaría al hijastro al que nunca había
querido en primer lugar y que ni siquiera lo perturbaba. Especialmente, si pudiera
descartarlo en legítima defensa, o alguna otra cosa justificable.
Jace suspiró, y su cálido soplo de aliento era visible en el resplandor de la luz del
porche.
70 —Tiene que haber una forma de evitar esto. Estamos jodidos, siempre y cuando Cal
esté a cargo.
—Así que vamos a despedirlo —dije en voz baja, para protegerme de los fisgones. Me
aparté de la pared, aferrándome a la única parte de la esperanza que podía ver en el
horizonte, a pesar de que fuera descabellada—. Vamos a volver a la Bandada y
enganchar a un testigo. Ahora, antes de que Malone tenga la oportunidad de llegar a
alguna razón para prohibir el testimonio del Thunderbird. Ya sabemos que Blackwell
no va a apoyarlo en eso.
—Pero ¿realmente queremos desperdiciar nuestro mejor activo en el testimonio? —
preguntó Marc, su voz tan suave como la mía.
El Thunderbird me debía un favor al salvar la vida de una de sus crías cuando Lance
Pierce la tomó como rehén en un último esfuerzo para salvarse a sí mismo. Y estaban
dispuestos a retirarse de mi deuda. Pero habíamos estado guardando el favor,
planificando solicitar sus servicios como apoyo aéreo en nuestra inevitable e inminente
guerra contra Malone. Los Thunderbirds eran adversarios feroces, y teníamos que
tener alguna manera de defendernos de los ataques desde lo alto, sin llegar a disparar
fuera del cielo. Pero si lo llamamos a mi favor para el testimonio por el contrario,
perderíamos nuestra ventaja real sólo contra el Orgullo de los Apalaches y sus aliados.

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—No lo sé... —comenzó Jace—. Si el testimonio funciona y Cal es arrojado fuera, no
tendremos que luchar, ¿verdad?
—Podemos si decide tomar su posición por la fuerza —dijo Marc—. Ya sabemos que ha
estado almacenando muchos guardianes y aliados, así que tenemos que estar
preparados para defendernos contra la reacción.
Pensé por un momento, sacando un pañuelo del bolsillo para limpiarme la nariz que
me goteaba.
—Por lo tanto, si vamos a luchar de todos modos, pedirle a uno de los Thunderbirds
que declare no tiene sentido. Especialmente, si esto significa renunciar a ellos como
aliados en la batalla.
—Exactamente. —Asintió Marc con firmeza, aún hablando en voz baja—. A mi modo de
ver, le dimos la oportunidad de paz y la paz nos ha jodido. Es hora de ponerse serios,
tiempo para vengar a Ethan... —Malone había enviado el contingente que mató a
Ethan y trató de tomar a Kaci—... Y poner fin permanentemente a la tiranía de Malone.
—Y para eso necesitamos dar oficialmente de alta a nuestras fuerzas especiales. —
Asentí con la cabeza, satisfecha con la dirección que había tomado la discusión—.
Podemos salir esta noche y estar allí a primera hora de la mañana.
—¿A dónde vas? —Colin Dean dio la vuelta a la esquina de la cabaña, y me congelé. Mi
entusiasmo por el viaje por carretera estalló en una llamarada de ira en el pecho que
71 extrañamente imitó una viciosa acidez—. ¿Escapada romántica para aliviar la picadura
de un fracaso total? ¿Sólo ustedes tres, o tienes la esperanza de agregar un cuarto? Se
rumorea que eres muy difícil de mantener satisfecha. ¿Verdad, Marc?
Marc gruñó y se abalanzó sobre Dean. Lo agarré por detrás, mientras Jace se puso
delante de Dean para protegerlo de Marc, y los cargos de asalto de Marc.
—¡Marc, detente! —grité, clavando mis talones en el suelo congelado para detenerlo—.
¡No vale la pena!
Dean se echó a reír, a centímetros del pecho de Jace, porque se negó a dar marcha
atrás, ya fuera para evitar admitir que estaba en peligro, o porque quería pelear con
Marc... siempre y cuando Marc fuera el primero en golpear.
A menos que alguien resultara herido de gravedad, las peleas ocasionales uno-a-uno
por lo general eran pasadas por alto por aquellos a cargo. A veces los ánimos tenían
que ser ventilados para evitar explosiones más viciosas posteriormente, y
honestamente, a veces el jugar alborotadamente se sale de las manos. Pero Marc no
podía permitirse el lujo de dar a Malone alguna razón para echarlo. Y Dean lo sabía
muy bien.
—¿Qué, vas a compartir con Jace, pero no conmigo? —Dean levantó una ceja burlona
hacia Marc—. ¿Qué pasó con “mientras más, mejor”?

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—Debería haberte cortado la lengua cuando tuve la oportunidad —gruñó Jace,
mirando para arriba a Dean a pulgadas de distancia.
—Sí. —Dean asintió con la cabeza, sonriendo—. Debiste haberlo hecho. Entonces
ninguno de los dos tendría que escuchar qué tan duro se ponía su pezón cuando lo
trazara con la punta de mi espada. Estoy seguro de que ella estaría sólo fría.
Probablemente no tenga nada que ver con el hecho de que le gustaba tener mis manos
en ella. Por no hablar de mi cuchillo. —Él me miró, y mis dedos temblaban alrededor
del brazo de Marc cuándo consideré brevemente de dejarlo ir. Tenía muchas ganas de
ver el rostro de Dean roto de nuevo. O tal vez su cuello...
—¿No es así? Podrías haberme detenido en cualquier momento que quisieras, lo que
significa que o eres demasiado orgullosa para rogar, o que te gustaba. —El enfoque de
Dean cambió de nuevo a Jace cuando el brazo de Marc se tensó bajo mis manos y me
acordé de que no podíamos darnos el lujo de tomar el cebo—. Tú podrías haberlo
parado también, pero me dejaste cortarla. ¿Qué clase de hombre deja que el amor de
su vida se reparta como una mierda de pavo mientras mira?
Jace apretó los puños a los costados, pero mantuvo la boca cerrada. Yo no tenía
mucho autocontrol.
—Si alguna vez te acercas a mí con un cuchillo de nuevo, voy a matarte. —Mi voz era
tranquila y clara, y suave, sin revelar ninguno de mis pánicos ocultos en la memoria
de Dean esgrimiendo una navaja, sin embargo, sí toda mi fría determinación de verlo
72 muerto. Yo estaba un poco impresionada, y también Marc. Me di cuenta porque se
relajó un poco por debajo de mis manos.
Los ojos de Dean se estrecharon.
—Las reglas están cambiando, y te encontrarás con un muy duro despertar, pequeña
gatita. Espero que resistas. Espero que tengas que romperte como un caballo salvaje. Y
para cuando haya terminado contigo, voy a rajar tu garganta, en lugar de tu mejilla. —
Miró hacia la ventana sobre la cabeza, sonrió con frialdad, y se volvió para marcharse
hacia su propio camarote, como si no hubiera ningún temor en el mundo.
—Si puedo lograr alguna cosa más en mi vida, voy a ver a ese hijo de puta
desangrándose —respiró Marc.
—Es mío —insistí cuándo Jace se dejó caer a mi lado para ver irse a Dean.
La puerta principal se abrió a mi izquierda, y mi padre salió, seguido de Di Carlo y sus
guardias.
—¿Qué pasó?
—Sólo fraternizando un poco con el enemigo —dijo Jace—. Nada que no se pueda
manejar.

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—Dean estaba tratando de cebarnos en una lucha. —Metí mi brazo en el de mi padre.
Por lo menos podía aceptar su comodidad sin enfadar a nadie o hacer que cualquier
persona estuviera celosa—. ¿Qué pasa con Malone? —Después de la votación oficial,
los Alfas habían sacado a los guardianes para poder cumplir que el nuevo presidente
pudiera reunirse con su Concejo por primera vez—. ¿Es que ya conspira para
apoderarse del mundo?
—Un Orgullo a la vez. —Suspiró mi padre mientras girábamos hacia nuestra cabaña,
el camino iluminado por la luna fría y blanca—. Él vino preparado con una lista de
ideas para “reestructurar” las cosas.
—¿Robarles a los pobres para alimentar a los ricos? —le preguntó Marc a mi derecha,
y yo casi podía saborear la frustración de Jace por haber perdido un lugar a mi lado.
—Algo así. —Mi padre se frotó la frente con la mano libre y bajó la voz—. Si sus nuevas
propuestas pasan, esto va a ponerse desagradable muy rápidamente.
—Estábamos pensando lo mismo. —Miré de Marc a Jace, y ambos asintieron con la
cabeza para que yo continuara—. Creemos que es hora de llamar a las reservas. Si nos
vamos a primera hora de la mañana, podemos estar en Nuevo México mañana por la
noche.
Mi padre se detuvo y se enfrentó a nosotros, y Di Carlo y los guardianes se desplegaron
alrededor de todos nosotros.

73 —¿Crees que deberíamos golpear aquí? ¿En la montaña?


Me encogí de hombros, tratando de buscar más confianza de la que sentía.
—Es un territorio neutral, por lo que Malone no tiene ventaja de campo. Y si llamas a
nuestros hombres, mientras nos vamos, podrían estar aquí en el momento en que
volvamos con los birds, lo que significa que superaremos mucho en número a Malone.
Todo podría ser de forma más relativamente rápida y sencilla. —Suponiendo que no se
diera cuenta de lo que estábamos haciendo y trajera más de sus propios hombres.
Mi padre lo consideró por un momento, luego miró a Di Carlo para su dictamen.
—Nunca hemos luchado a gran escala en territorio neutral. —Hasta ahora, la guerra
había llegado siempre en forma de una invasión territorial—. Si esta maniobra no se
nos ocurrió, es probable que no se les ocurra a ellos.
Asentí con la cabeza, el entusiasmo arrastrándose por mis dedos de los pies mientras
sentía un hormigueo en el resto de mi cuerpo.
—Y si no hacemos un movimiento pronto, vamos a perder la oportunidad. Malone hará
todo lo posible para discapacitarnos, a partir de exiliar a Marc. —Uno de nuestros
mejores combatientes—. Una vez más. —O peor.
Di Carlo frunció el ceño.

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—Estoy de acuerdo, pero ¿estamos realmente listos para ir a la guerra tan pronto?
—Hemos estado listos —dijo Jace—. Sólo tenemos que pedir un pequeño favor y
obtener el resto de nuestros hombres en su lugar. —Sólo unos pocos guardianes para
acompañar a cada uno de los Alfas al complejo de cabañas.
—No veo que tengamos otra opción —dijo mi padre—. Calvin ya está hablando de
complementar el presupuesto del presidente del Concejo, por los costos de operación.
No tengo ninguna duda que va a gastar ese dinero en contratar más guardianes.
Añadirlos a las tropas de sus aliados para que las posibilidades de una victoria
disminuyan con cada día que le damos para que se preparen.
Di Carlo, finalmente asintió.
—Pero tenemos que asegurarnos de que Aaron y Rick se encuentran a bordo antes de
que ustedes tres vayan a Nuevo México. Desafortunadamente, no tendremos tiempo
para hablar de ello esta noche. Volveremos a reunirnos en quince minutos.
—¿Y durante el almuerzo de mañana, en nuestra cabaña? —preguntó mi padre.
Di Carlo pensó por un momento y luego volvió a asentir.
—Voy a pasar por allí, y espero que ustedes tres puedan dejarnos por la tarde.
Mi padre miró de mí hacia Marc, y luego a Jace.
—Voy a sacar a Vic y Brian afuera para que los reemplacen.
74 No pude resistir una sonrisa. Finalmente sucedía. Malone iba a pagar, y una sola libra
de carne no sería suficiente. La justicia pedía todas sus ciento ochenta libras,
poniéndolo fuera de combate y yaciendo frío y muerto en la tierra para reclamar.

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CAPITULO 8
Traducido por Ellie y flochi
Corregido por Haushiinka

—Lo llamaría loco, si él no estuviera tan bien organizado. —Mi tío Rick Wade se
recostó en el andrajoso sillón, con su frente fruncida reflejando la desilusión de cada
rostro en el cuarto. Incluyendo el mío, sin duda—. Malone sabía que iba a ganar, y
vino preparado. Algunas de sus propuestas son obviamente dictatoriales, pero han
sido expresadas muy cuidadosamente, de forma que es difícil oponerse
razonablemente a ellas.
—Sí, es bueno en eso de mantener la ilusión de integridad. Es algo así como un súper
poder de maldad. —Abrí el viejo grifo de acero inoxidable de la cocina, y el agua
comenzó a verterse en la inmensa olla. Tardaría una eternidad en hervir en la vieja
estufa eléctrica, pero los espaguetis eran la comida más fácil que sabíamos cocinar en
75 cantidades grandes, y ahora teníamos algunas bocas extras que alimentar: mi tío y
Aaron Taylor, además de Vic y Brian, que habían llegado esa mañana para
reemplazarnos a mí, a Jace y a Marc, bajo la suposición de que estaríamos saliendo
pronto para Nuevo México.
En la estufa, Marc llenó una sartén con carne picada. Estaba tieso y molesto porque
pasé la noche en el sofá, en vez de dormir entre él y Jace, o intentar convencer a uno
de ellos de dormir en el sofá.
Jace me miró mientras untaba con mantequilla unas rodajas de pan francés, y me dio
una pequeña sonrisa. Por el momento, cualquier cosa que irritara a Marc lo hacía feliz.
Jace aún estaba molesto por haberme descubierto oliendo a “eau de Marc” la noche
anterior.
—¿Y no piensas que recolectar testimonios de los Thunderbirds serviría para algo? —
preguntó mi tío, luciendo lejos de estar convencido.
—Creo que estamos más allá de las posibles soluciones políticas, Rick —dijo mi padre
desde la silla frente a su cuñado—. Nosotros siempre supimos que llegaríamos a esto.
—Y ya era la maldita hora —Umberto Di Carlo retumbó desde algún lugar más allá de
mi campo visual—. Estoy cansado de jugar según las reglas, de todos modos. Todos
saben que Cal ordenó la invasión que terminó en el asesinato de Ethan, y sabemos que

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es el responsable del ataque de los Thunderbirds que mató a Charley Eames y a Jake
Taylor.
Aaron Taylor parpadeó ante la mención de su hijo muerto, y yo aparté la mirada de su
dolor, porque resucitaba el mío propio.
—...Y que casi nos costó a Kaci —continuó Di Carlo. Y eso sin mencionar a los
Extraviados que Malone había hecho etiquetar y/o asesinar en la zona libre, lo que
casi había terminado con la vida de Marc—. Es hora de que pague por todo eso. Yo
digo que dejemos de dar vueltas y le demos una consecuencia verdadera. Una con la
que él no pueda vivir.
—Yo no podría estar más de acuerdo. —El comentario de mi padre fue tan suave que
casi no lo oí, y cuando lo miré, lo vi mirando fijamente la mesa de centro, sus manos
sosteniendo su mentón. Estaba ansioso por justicia, pero ningún Alfa en su sano juicio
pediría la guerra sin tener en cuenta las consecuencias. Las posibles pérdidas.
—Quiero verlo pagar por la muerte de Jake. Pero antes de que saltemos a algo,
necesito saber que todos estamos en la misma página —dijo Aaron Taylor, mientras yo
cerraba el grifo y levantaba la olla medio llena del fregadero—. Estamos hablando de
guerra. Hablamos de atacar a otro Alfa y a sus aliados...
—Hablamos de matar a Calvin Malone. —Dejé la olla en la mesada y crucé la cocina
hasta la puerta, donde podría ver todo el cuarto. Las Alfas se habían agrupado

76 alrededor de la mesa de centro, y los guardianes de Di Carlo estaban alineados contra


la pared más lejana—. Hablamos de removerlo del poder quitándole la vida. Eso es lo
que merece, y es la única solución permanente al creciente problema que representa.
Taylor se inclinó hacia delante en su silla, mirándome primero a mí, y entonces a sus
compañeros Alfas.
—Sí, ¿pero una guerra de escala completa? Si la muerte de Jake me ha enseñado algo,
es que no podemos permitirnos perder esa cantidad de toms.
—Pero tampoco podemos permitirnos dejar a Malone a cargo —indicó mi padre en su
tranquilo y razonable tono—. La pérdida simultánea de vidas y de nuestra libertad
sería devastadora.
—Sí, ¿pero por qué no concentrarnos sólo en Malone? —preguntó mi tío desde el sofá.
Recogí una caja abierta de espaguetis de la mesada.
—Podríamos hacerlo así, y yo personalmente adoraría estar allí cuando Malone tome
su último aliento. Pero eso sólo aplazaría lo inevitable. ¿Qué piensan que el Orgullo de
los Apalaches y sus aliados harán si asesinamos a su líder? ¿Qué haríamos nosotros si
ellos mataran a alguno de ustedes?
Mi tío Rick suspiró.

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—Una guerra total. Pero nosotros no podremos arrepentirnos de ello una vez que
comience.
—Claro que no. —Mi padre dejó caer sus manos y se sentó más recto, atrayendo toda
la atención hacia él mientras yo ponía la olla sobre la estufa y prendía la llama al
máximo—. Ese es el punto. La dirección que ha tomado el Concejo es inaceptable, y se
necesitará algo drástico para encaminarlo correctamente otra vez.
—Estoy de acuerdo. —Los hombros del tío Rick se desplomaron por la carga de
responsabilidad que todos ellos debían estar sintiendo—. Todo lo que digo es que,
después de que esto, nunca volverá a ser lo mismo. El Concejo puede que nunca
vuelva a estar realmente unido.
—No lo ha estado desde hace ya bastante tiempo —indicó Di Carlo—. Y nuestro fracaso
al actuar no cambiará eso. Si comenzamos una guerra para deshacernos de Malone,
tal vez destruyamos el Concejo en el proceso. Pero si permitimos que las cosas
continúen así, él reestructurará la organización del Concejo para satisfacer sus propias
necesidades, efectivamente destruyéndolo él mismo.
—Él ya comenzó a hacerlo —exclamó Taylor, y su mirada aterrizó en mí con un peso
particular.
—Vaya, ¿qué significa eso? —Miré la olla de agua, y entonces decidí que la comida
podía esperar. El Concejo se había reunido hasta tarde la noche anterior, y había sido

77 convocado nuevamente a primera hora de la mañana; una vez


Evidentemente, el resto de nosotros se había perdido más que
más, sin guardianes.
sólo el diseño de los
nuevos muebles de oficina de Malone.
Mi padre se quitó sus gafas para lustrar los cristales, y sólo cuando volvió a ponérselos
en su lugar, encontró mi mirada.
—Calvin tenía una lista completa de cambios de política preparada antes de la
votación y, desde entonces, ha estado introduciendo una tras otra. Hasta ahora,
aproximadamente la tercera parte de ellas fueron aprobadas, y cada vez, Paul
Blackwell fue el voto decisivo.
El terror presionó mi estómago como un torno de hierro.
Desafortunadamente, incluso con la nueva hostilidad tácita instalada entre ellos,
Blackwell y Malone aún compartían unos pocos principios ideológicos, como la
creencia de que los Extraviados no tenían lugar dentro de un Orgullo, y que la única
responsabilidad de las Tabbys es proporcionar a su Orgullo una próxima generación.
Entonces, si podía contarse con que Blackwell votaría de acuerdo a sus creencias (y ya
había demostrado antes que lo hacía), tendría que apoyar a Malone en la mayoría de
los cambios políticos ideados para lastimarme a mí y/o a Marc.
Mierda.

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—¿Qué ha sido aprobado hasta ahora?
—Todo nuevo Alfa debe ser aprobado por una simple mayoría del Concejo antes de ser
reconocido oficialmente —dijo mi tío, su ceño marcado tan profundamente que me hizo
pensar que su rostro se hundiría en sí mismo.
Ese punto pudo haber sido dirigido a mí o a Marc, y sin dudas se aplicaría también a
Jace, si su padre tenía alguna idea de la amenaza en la que Jace se había convertido.
—Vaya, están planeando muy hacia el futuro. ¿Qué más?
Mi tío suspiró.
—Todos los Orgullos deben pagar una remuneración mensual a un fondo discrecional
que será utilizado para financiar los negocios del Concejo.
—¿Qué clase de negocios? —preguntó Marc mientras quitaba la primera sartén de
carne del fuego.
—Establecer una nueva y permanente sede del Concejo, emplear nuevos guardianes
para cuando se los necesite...
La ira quemó en la parte trasera de mi garganta, donde un gruñido ansiaba por
formarse.
—¿Para qué Orgullo? El de Malone, presumo. ¿Se supone que debemos pagar para que
emplee a nuevos maleantes? Él puede besar mi...
78 —No para él —dijo mi padre, antes de que pudiera completar mi planeada maldición—.
Serían guardianes para el Concejo en general, para manejar cualquier asunto que
implique a más de un Orgullo.
—Ese es un golpe directo a tu padre —agregó el Tío Rick—. Por haber manejado el
asunto de Manx solo en vez de entregárselo al Concejo.
Me tomó un verdadero esfuerzo lograr que mi pulso dejara de correr y evitar que mis
dientes Cambiaran por la furia.
—¿Eso es todo? —Si esas eran las leyes que pasaron con el voto de Blackwell, sólo
podría imaginarme a qué clase de horribles propuestas él había objetado.
—Esas son las más amenazantes hasta ahora. —Di Carlo pasó una mano por su aún
grueso y oscuro cabello a pesar de estar ya muy entrado en sus cincuenta—. Pero se
supone que debemos debatir una más esta tarde... —Miró a sus compañeros Alfas,
ninguno de los cuales parecía dispuesto a completar la oración inconclusa de Di Carlo.
Cada pelo en mi cuerpo se erizó de pronto.
—¿Qué? ¿Cuál es la nueva propuesta?
Finalmente, mi padre suspiró y se inclinó hacia delante con los codos apoyados en sus
rodillas, luciendo más pesimista y frustrado de lo que lo había visto en muchísimo

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tiempo. Por lo menos cuando Ethan murió, había estado enojado. Yo prefería mil veces
verlo enojado que desesperanzado.
—Faythe... Su nueva propuesta dice que ninguna mujer puede servir como un
guardián hasta que dé a luz a una hija.
Noooo...
Mi tío le dio un único vistazo al horror que sin dudas se mostraba en mi cara, y se
apresuró a explicar.
—Originalmente, la política decía que ninguna mujer podría ser admitida como
guardiana, punto; pero Blackwell se negó a eso, así que Malone hincó el diente en la
escasez de hijas mujeres. Y parece que Blackwell va a apoyar esa moción también.
Por supuesto que lo haría. Él siempre me había creído más conveniente para cargar
una bolsa de pañales que un par de esposas.
—El problema es que no hay una buena forma de protestar a eso —dijo Di Carlo—. Si
queremos sobrevivir como especie, necesitamos... —Su voz se fue apagando, pero todos
sabíamos cómo debía terminar esa oración.
Yo había crecido sabiendo una gran e ineludible verdad, y había descubierto otra
desde que empecé a trabajar para mi padre. La primera era que, para sobrevivir, el
Orgullo sur-central me necesitaba para proveerle de niños. A causa de un gran

79
inconveniente genético, había generalmente de cuatro a seis niños varones nacidos
antes de cada niña, y al igual que la mayoría de las tabbys, yo era la única en mi
familia. El vacío en mi vientre significaba el fin de mi árbol genealógico y la extinción
de mi Orgullo. No había manera de eludir eso.
La segunda (e igualmente importante) era que quería servir como guardiana, y algún
día como Alfa. Aún tenía que encontrar la forma de lograrlo sin comprometer cada
parte de mi personalidad, y hasta que lo hiciera, el Concejo (especialmente ahora que
Malone lo dirigía) lo utilizaría en mi contra.
No es que estuviera en contra de la idea de tener hijos. Jamás lo había estado.
Sin embargo, los “si”, “cuando” y “con quién” eran decisiones que yo debía tomar, y
nadie tenía derecho a hacer esas elecciones por mí. Pero Malone obviamente había
encontrado una nueva forma de intentarlo.
Parpadeé, pero el cuarto se negaba a regresar a foco. Mi sangre corría tan rápidamente
que la cabaña entera parecía girar. Miré a mi padre, deseando desesperadamente que
me dijera que había oído mal. Que Malone no intentaba hacer que me despidieran y
sentenciarme a dar a luz en serie, todo con un solo golpe.
Pero él no podría decirme eso.

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Tiré los tallarines secos dentro de la olla, luchando por controlar mi temperamento,
entonces me giré para encarar al resto del cuarto otra vez.
—¿Entonces estamos de acuerdo? Malone debe morir.

La cabaña se puso en calma después del almuerzo. Los alfas se habían ido al
alojamiento principal para intentar evitar que la propuesta política más sexista jamás
escrita llegara a convertirse en ley oficial del Orgullo, y yo no pudiera hacer más que
esperar el resultado. Y reflexionar sobre mi futuro. Y lavar los platos.
Teo y Vic se ofrecieron para hacer una de las recetas de su madre para la cena. Teo
viajó a la ciudad por suministros y Vic había insistido en ir con él, al parecer con la
intención de asegurarse que su hermano mayor no estropeara nada. Pero la verdad
era que él no quería estar cerca de Jace y de mí. Estaba tomando nuestra relación casi
tan mal como Marc, y apenas había dicho una palabra cortés de nosotros desde que lo
habíamos hecho público. Creo que incluso estaba un poco enojado con Marc por no
presionarme más fuerte por una decisión. O matar a Jace.
Jace se había ofrecido a ayudar con los platos, pero lo envié a la sala de estar para un
tenso y hostil juego de cartas con Marc y mi primo Lucas, que trataba de mantener la
paz. Necesitaba tiempo a solas para pensar, y no lo iba a hacer viendo a Marc
80 mirándonos a mí y a Jace, esperando a que nuestras manos se tocaran
accidentalmente a propósito en el agua jabonosa. Había acomodado el último plato en
el escurridor cuando el estruendo de un motor atrajo mi mirada a la ventana del
frente. Esperaba ver a Vic y a Teo Di Carlo volver en la furgoneta de alquiler, pero en
vez de eso, vi un sedan gris pasando lentamente por la calle de grava que atravesaba el
complejo de cabañas.
El auto era desconocido, pero no había duda de que era el mechón de pelo rubio-
canoso de Colin Dean en el asiento del conductor. Había un segundo hombre en el
asiento de pasajeros delantero y uno tercero en la parte de atrás, ambos con sus
rostros alejados de mí. Pero mientras manejaban directamente en frente de nuestra
cabaña, Dean señaló hacia ella, y los otros toms se giraron para mirar. Y mi corazón
literalmente se detuvo. Los conocía a ambos. El chico grande del frente era Gary
Rogers, a quien todavía lo pensaba a medias como Garganta Profunda. Había roto su
brazo para conseguir que hablara, en el bosque detrás de la propiedad de Malone
cuando entramos a hurtadillas para agarrar a Lance Pierce. Y el tom directamente
detrás suyo era Jess… o algo por el estilo. Jess me había inmovilizado y luego tocado,
y Marc lo había mordido quitándole el pulgar ofensivo y lo había dejado sangrar junto
a la tumba que habían cavado para Jace.

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¿Qué demonios estaban haciendo en Montana? Aunque Malone pensara que
necesitaba seguridad extra, esos dos con toda seguridad serían la última opción, tras
haber fallado en detenerme a mí y a Marc de rescatar a Jace y tomar a Lance. Lo que
dejaba una sola razón posible para su presencia: ellos eran testigos.
—¡Muchachos! —Di la vuelta al grifo demasiado fuerte y crujió debajo de mis manos
hasta que lo solté. Marc puso sus cartas bocabajo, y los tres alzaron la vista mientras
cruzaba de la cocina a la sala de estar.
—Dean acaba de entrar en el complejo con Gary Rogers y Jess cual-sea-su-nombre.
Creo que Malone nos va a acusar. Pronto.
—Claro. —Jace frunció el ceño pero no parecía particularmente preocupado.
—Bueno, no es como si no lo viéramos venir. —Marc recogió el resto de las cartas y las
acomodó en una pila ordenada lista para mezclar—. Le diremos a tu papá cuando
regrese, pero si aprobamos el ataque, un estúpido cargo de traspaso y asalto va a ser
un punto bastante discutible, ¿verdad? No es como si Malone fuera a estar cerca para
supervisar un juicio. Pero yo no podía sacudir el malestar carcomiendo en mi interior.
A medio camino de su siguiente mano, me levanté para caminar.
—Faythe... —Jace puso sus cartas boca abajo y se unió a mí en la ventana, y pude
sentir la mirada de Marc sobre nosotros—. ¿Y qué si nos acusa? No va a hacer
ninguna diferencia al final. Vamos, te vas a volver loca mirando por la ventana.

81 —Nosotros también —bromeó Lucas, ya contando conmigo—. Ven a ayudarme a darle


a estos dos una lección. —Ya que no podía jugar parejas de espadas ni con Marc o
Jace.
—Lo lamento. —Me hundí en el sofá y levanté mis cartas, organizándolas por palo en
piloto automático—. Es que no acabo de entender por qué Jess y Gary volarían todo el
camino hasta aquí sólo para hacer un cargo formal. No necesitan testigos para eso. —
Tal vez el Concejo lo hizo hacerlo, después que se negaran a aceptar nuestros cargos
contra él sin testigos. Puedo ver completamente a Blackwell haciéndole demostrar que
está dispuesto a jugar con sus mismas reglas.
—Sí, supongo. Pero esto se siente como excesivo. Incluso cuando me mantuve
despierto por asesinato e infección, ellos sólo enviaron una carta, y no nos tienen ni de
cerca en algo así de serio. —Porque ni traspaso ni asalto eran crímenes capitales.
Lucas se encogió de hombros.
—A menos que esté planeando acusarnos como cómplices del asesinato de Lance.
—De ninguna manera. —Pero a pesar de mi protesta, esa era otra posibilidad—. En
primer lugar, Lance no fue asesinado… fue ejecutado. —Y nadie salvo yo, Marc, Jace, y
Kaci sabían que en realidad no fueron los thunderbirds los que lo habían asesinado. —
En segundo lugar, ni Jess ni Gary nos vieron tomar a Lance, y mucho menos verlo

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morir. —Los habíamos dejado atados en el bosque cuando nos movimos a completar
nuestra misión.
—Bueno, a menos que quieras ir abajo y preguntarle a Malone qué está tramando, no
hay nada que podamos hacer más que esperar. —Marc frunció el ceño a la mano
reconfortante que Jace puso sobre mi hombro—. Y jugar a las cartas. Tú pujas.
Traté de prestar atención, y tras dos manos ganadoras de espadas en una ronda,
finalmente empecé a relajarme, hasta que el primer conjunto de pasos golpeó los
escalones del porche delantero. Seguido rápidamente por varios más.
No habíamos escuchado ningún motor de auto, lo que descartaba a Vic y Teo, y mi
padre y sus aliados no se movían tan rápidamente o pisaban tan duramente, a menos
que algo estuviera mal. Nos pusimos de pie al unísono. Las cartas cayeron al suelo. La
silla de mesa del desayuno detrás de Marc cayó repiqueteando sobre la madera dura.
La puerta delantera se abrió de golpe, y casi me ahogué por la sorpresa, y después por
el crudo terror.
Alex Malone se encontraba en la puerta, apuntando un arma a mi pecho. Colin Dean
parado a su espalda, junto con varios guardianes más que apenas reconocí. Ninguno
de ellos había estado en el complejo durante la votación de la noche pasada. Malone
había traído refuerzos.
—Whoa... —Marc dio un paso frente a mí, luego se congeló cuando Alex le sacó el

82 seguro al arma—. No te muevas. —Alex entró en la sala de estar, y sus hombres se


desplegaron detrás de él, todos sosteniendo pistolas.
—¿Desde cuando llevamos armas? —preguntó Jace, su voz calma y baja. Aparte de las
pistolas ocasionales con tranquilizantes para los truhanes con lo que no se podía
razonar, la mayoría de los Cambiadores evitaban las armas de fuego debido al temor
muy arraigado de ser disparados por cazadores, así como la creencia generalmente
aceptada que al estar dotados de garras, caninos y sentidos sobrenaturales, las armas
eran una ventaja injusta. Por lo que llevarlas era deshonroso. Claramente Malone y
sus hombres no se veían importunados por ese molesto sentido del humor.
—Desde que el Concejo las aprobó para el uso del nuevo grupo operativo del Orgullo
hace diez minutos. —Dean apuntó su pistola hacia mi cuando Alex ajustó la suya
hacia Jace.
—Los trajiste contigo… —susurré, asombrada por su brutal preparación y nuestra
deplorable falta de previsión. Un abismo de miedo se abrió profundamente dentro de
mí, lo bastante grande para tragarme por completo. Dean se encogió de hombros y
me disparó una sonrisa arrogante
—Vinimos preparados.
No pude evitar preguntarme para qué más habían venido preparados...

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—Estás siendo detenida por cargos de traspaso, secuestro, asesinato, y traición.
Camina lentamente hacia la pared y pon tus manos detrás de tu espalda —dijo Dean
para la habitación en general.
—¿O qué? —exigió Jace—. ¿Nos dispararás, en frente de todos estos testigos?
Dean se burlo.
—Si luchan, estamos autorizados a disparar para herir. Así que ten en cuenta eso
antes de empezar a Cambiar.
—Esto es por el cuchillo, ¿verdad? —Miré intencionadamente la cicatriz gruesa
dividiendo su mejilla izquierda—. No puedes confiar en mantener tu propia cuchilla,
por lo que te dieron un arma. ¿Qué te hace pensar que eres mejor con eso?
—Lo averiguaremos pronto si pones tu pequeño culo apretado contra esa pared.
Marc gruñó.
—La tocas y te…
—¿Tú qué? —exigió Dean—. ¿Sangrarás por todo el piso? Porque eso es exactamente lo
que va a pasarte si te mueves. Ahora, todos ustedes, contra la pared. Tres pasos
separados.
—¿Qué demonios hice? —Lucas cruzó sus gruesos brazos sobre su amplio pecho,
destacándose de todos los miembros de la sala, incluido Dean.
83 —No estamos aquí por ti. —Alex empujó a Jace con el cañon de su arma hasta que su
medio hermano retrocedió a regañadientes hacia la gran pared posterior—. Pero no te
vas a entrometer tampoco. Frente a los paneles, o conseguirás un agujero en tu pie.
Lucas gruñó, pero cumplió. Ninguno de nosotros podría combatir una herida de arma,
y no podíamos permitirnos el tiempo para sanar una. Mejor escapar de la custodia
después, que conseguir un disparo resistiéndose.
Marc fue el siguiente, girando su rostro hacia mí mientras un guardián sin nombre lo
empujaba primero en el pecho hacia la pared. Tuvo que meter su arma en la parte
trasera de sus pantalones para abofetear a Marc, pero dos de los tres guardianes de
repuesto en su espalda tenían a Marc en su mira, sólo por si acaso.
—Eres la siguiente, princesa. —Dean se acercó lo suficiente para bajar la vista y ver
sobre mi camisa, pero me rehusé a moverme. No quería ser esposada y arrastrada
fuera de nuestra propia cabaña como alguna clase de criminal.
—Eso es. Lucha. Hazme ponerme violento. Sólo estoy buscando una excusa.
—Faythe, sólo hazlo —advirtió Jace, y pude escuchar el dolor en su voz, de lo que le
costaba decirlo.

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—¿Es lo que dijiste para meterte en sus pantalones? —preguntó Dean, pero él estaba
mirándome a mi, no a Jace, se acercó más para susurrar la siguiente parte, su arma
haciendo un hematoma en mi esternón, su aliento agrio en mi rostro—. ¿Eso es todo lo
que toma? ¿Una buena y fuerte orden?
—Vete a la mierda —susurré entre dientes. Mis manos se cerraron en puños tan
apretados que mis uñas cortaron mis palmas. Me concentré en ese minuto de dolor
para mantenerme enfocada. Para evitar que por estar furiosa mi rostro Cambiara. Si
eso pasaba, no tenía duda que Dean me dispararía. Ni siquiera dudaría.
—Contra la pared. Ahora.
—Faythe, estará bien —dijo Marc a través de sus dientes apretados.
—Oh, no, no lo estará. No para cualquiera de ustedes. —Dean rió, todavía mirándome
hacia abajo—. Pero podría ir todo bien. Ahora muévete.
Cuando no lo hice, agarró mi brazo lo bastante fuerte para magullarme y físicamente
me moví, pero no caminé hasta que empujó el cañón de su arma en mi espalda. Me
detuve en la pared, y cuando miré a Marc mis dientes se apretaron de furia impotente,
Dean me empujó desde atrás, impactando el costado de mi rostro en el panel lo
bastante fuerte como para aturdirme. Parpadeé, y el cuarto dejó de girar, pero no antes
de que él empujara mis brazos detrás de mi espalda.
—¿No deberías decirnos nuestros derechos o algo así?
84 —¿Te refieres a decirte tus derechos? —Dean rio nuevamente—. Ya no tienes ningún
derecho. Y mejor ten presente esto antes de que te vayas de boca. —El frío metal se
cerró sobre mi muñeca izquierda, luego en la derecha, y cerró las esposas demasiado
apretadas a propósito—. Busca sus teléfonos.
—En la última mesa —dijo Jace, antes de que Alex lo registrara.
—Bolsillo delantero —dijo Marc, obviamente esperando evitar el mismo proceso. El
guardián sin nombre hizo una mueca mientras rodeaba a Marc para deslizar fuera el
delgado teléfono con dos dedos.
—¿Qué hay del tuyo, princesa? —susurró Dean en mi oreja—. ¿Dónde escondes las
mercancías? —Deslizó su mano lentamente bajando por mi costado, pero podía notar
por la mirada de Marc de absoluto odio que Dean estaba mirando su reacción, como
también la mía.
—¡Te voy a madrear!1
—Está en el dormitorio delantero —dije, tratando de apartar la mano de Dean, pero su
arma me pinchó desde atrás, todavía sosteniéndome.

1
Dicho en español.

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—¿Cómo sé que estás diciendo la verdad? —La mano de Dean se deslizó sobre mi
cadera izquierda y alrededor del frente de mis jeans, apenas acariciando mi bolsillo
vacío antes de meter la mano demasiado bajo para los procedimientos estándar de
búsqueda.
Esta vez, el gruñido de Jace hizo eco al de Marc, y hubo un suave clic cuando alguien
quitó el seguro de su arma.
—¡Es verdad, así que dispárame o quita esa mierda de mí! —grité, conteniendo las
lágrimas de furia por pura voluntad.
—Deberías calmarte —advirtió Dean, su aliento rozando mi oreja—. Estás
consiguiendo que tus amantes se irriten, y eso no puede terminar bien.
—Dean. —Alex Malone entró en mi campo de visión—. ¿Tiene el teléfono o no?
—No con ella —espetó Dean.
Hmm... ¿Desacuerdo entre la filas?
—Entonces, mantén tus manos sobre ti mismo.
Dean retrocedió un paso, pero no quitó su arma de mi columna.
—Vamos. —Alex asintió, y a su señal, el guardián detrás de Marc le dio vuelta por el
brazo y lo empujó hacia adelante, después marcharon hacia la puerta delantera. Jace
fue el siguiente, y Dean les dijo a los miembros restantes de la “fuerza especial” que lo
85 siguieran. El último fue Lucas, después corrieron detrás de los otros.
En mi camino hacia la puerta, el arma de Dean se clavaba en mis costillas, me giré
para ver a Lucas mirando detrás de nosotros en estado de shock. A pesar de su
tamaño y considerable experiencia de guardián, él estaba tan indefenso como el resto
de nosotros. Las armas eran un cambio innovador.
—Ve por mi papá —dije, mientras Dean me empujaba al primer escalón.
Lucas asintió.
—Sí, como si fuera a ayudar. —Dean endureció su agarre sobre mi brazo y se inclinó
para susurrar en mi oreja, mientras miraba detrás de Marc y Jace en la luz del día
marchitándose rápidamente—. Papi no puede hacer una mierda sin pedirle permiso a
Cal, y él seguro como el infierno que no podrá sacarte de este lío. Soy tu guardián
personal. Y si das un paso fuera de línea, nunca te mirarás en otro espejo sin llorar.

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CAPITULO 9
Traducido por Darkemily
Corregido por Anne_Belikov

Mi padre entró en la vacía sala de estar de la cabaña principal justo cuando Dean me
empujó por la puerta principal desde el pasillo, y mi Alfa se tomó un par de segundos
para procesar lo que vio. Nada como esto había sucedido nunca antes en los Orgullos
de América.
—¿Papá? —Yo tenía miedo de que si me zafaba de Dean, él me dispararía, e incluso
una herida de bala no letal haría a mi padre perder los estribos. Por lo cual, él podría
conseguir un disparo también.
Mi padre parpadeó, y cuando su enfoque se reajustó, su expresión se volvió oscura,
sus ojos verdes brillaban de furia.
—Quita tus manos de mi hija antes de que te las arranque. —Su voz era tan profunda
como la que siempre había oído, ondulante por la ira como un trueno en el cielo. Él
86 sabía lo que Dean me había hecho, y lo que yo le había hecho a él a cambio. Y que
Dean estaría desesperado por venganza.
—Ahora, Greg, eso sería un movimiento bastante estúpido. —Calvin Malone se apoyó
contra la puerta de la cocina, luciendo exasperadamente seguro de sí mismo. Echó
una mirada de mí a mi padre y viceversa, como si él no estuviera seguro de qué vista le
agradaba más: yo esposada y sostenida a punta de pistola, o la furia impotente de mi
Alfa—. No hay razón para que esto se torne violento.
—Yo veo un montón de razones para la violencia. —Mi padre dio varios pasos hacia mí,
y Dean empujó la pistola más duro en mi espalda—. Déjala ir, o voy a rasgar tu
garganta en donde estás de pie.
—¡Papá, detente! Él tiene un arma
Mi padre se congeló en el centro de la pista, mientras los otros Alfas observaban desde
el salón. Aspiró el aire, y sus ojos se oscurecieron cuando captó la esencia de metales y
aceite.
—¿Quién tiene un arma? ¿Qué demonios es esto? —Mi tío preguntó, de forma
automática, tomando una posición al lado de su cuñado.

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—Alex Malone y Colin Dean y un montón de otros matones, simplemente entraron en
nuestra cabaña con armas de fuego y nos esposaron. —Traté de fundir vivo a Malone
con el poder de mi odio, pero él sólo me miraba, al parecer contento de dejarme
expresar mi opinión por el momento—. ¿Dónde diablos están Marc y Jace?
—Tus hombres están bien. Están recluidos en jaulas en el cobertizo de atrás. Sólo
tenemos un espacio extra en el interior, y ambos coincidieron en que tú deberías
tenerlo. Pensé que estarías agradecida por su generosidad.
—No los puedes dejar ahí. ¡Estamos a diez grados! Van a congelarse.
Malone hizo rodar sus ojos.
—Ellos están al abrigo del viento, y si tienen frío, siempre pueden cambiar. Nuestros
antepasados no tenían calefacción eléctrica.
—No, ellos tenían fuegos para calentarse. —Mi padre estalló de ira.
—Um, aún estoy un poco perdido de información vital aquí —dijo el tío Rick, su ira
casi ensombrecida por la confusión escrita en cada línea de su frente—. ¿Puede
alguien darnos la versión corta?
Mi padre cruzó los brazos sobre su gruesa chaqueta.
—Dean retiene a mi hija a la fuerza, a punta de pistola y evidentemente esposada —
respondió él, en tanto Taylor y Di Carlo tomaban posiciones entre mi Alfa y mi tío,
87 trazando una línea muy obvia en la arena proverbial—. Y si él no la deja ir ahora
mismo, esto se va a poner muy feo. —Su voz se profundizó notablemente en un
gruñido felino y me di cuenta de que alguna parte de su garganta había Cambiado. Y
no se veían sus pupilas un poco... ¿verticales?
—Bueno, vamos todos a calmarnos —dijo Blackwell, y miré hacia arriba para
encontrar al anciano apoyado en su bastón. Y si no lo estaba imaginando, el tejido de
las arrugas en su cara se veía más que nunca. Se veía... agotado—. Todos tienen un
asiento y estoy seguro de que podemos llegar al fondo de esto.
—¿Yo consigo sentarme, o debo permanecer de pie aquí con esta pistola que está
haciendo una abolladura permanente en mi espalda?
—Por supuesto, puedes sentarte. —Blackwell se dirigió lentamente hacia uno de los
sillones e hizo señas para que tomara el otro a su izquierda.
Malone frunció el ceño por haber derribado su autoridad y puso su taza sobre la mesa
más cercana, apresurándose para volver al juego.
—Dean, guarda el arma. No creo que ella vaya a intentar cualquier cosa en una sala
llena de toms.
Dean vaciló, y sólo quitó la pistola de mi riñón cuando Malone le dio un segundo aviso.

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—Muy bien. Pero espero no ser el único que recuerde que una vez trató de comer mi
cara en frente de una sala llena de Alfas.
—Oh, por favor, eso era para mostrar el resultado. —Me giré hacia él al minuto en que
oí el clic del gatillo de seguridad en su lugar—. Para asustarte. —Forcé una sonrisa
satisfecha, toda para él—. Y funcionó mucho mejor de lo previsto...
Dean quería decir algo. O golpearme. Eso era obvio. Pero él no podía golpear a una
chica discapacitada por las esposas. Al menos, no en una habitación llena de testigos.
Aunque en ese momento deseaba con cada fibra de mi ser que lo hiciera, para que
todos pudieran ver el monstruo que era en realidad.
Blackwell se aclaró la garganta de forma significativa.
—¿Señorita Sanders, si no le importa? —Asentí con la cabeza bruscamente y me dirigí
(torpemente, con las manos aún atadas detrás de mí) al sofá indicado, mientras que la
mayoría de los otros Alfas se encontraban en los asientos. Pero mi padre y sus tres
aliados se quedaron de pie, en señal de obvia y silenciosa protesta.
El Concejal Blackwell apoyó el bastón en el lado de la silla y se dirigió a Malone.
—Calvin, ¿qué diablos está pasando?
Pero antes de que Malone pudiera hablar, irrumpió Lucas a través de la puerta y corrió
varios pasos en la habitación.

88 —Tío Greg, ellos tomaron Faythe y... —Mi primo siguió el rastro en silencio mientras
observaba al resto de la habitación, incluyéndome a mí, esposada en el sofá—. Oh.
Supongo que usted ya lo sabe.
—Bienvenido a la fiesta, hijo. —Tío Rick le lanzó una sonrisa irónica.
—Lo siento... —Lucas se retiró a un rincón de la habitación para mirar con los otros
guardianes.
Malone recuperó su taza de una mesa y tomó un sorbo, saboreando claramente tanto
el momento como la atención.
—Marc Ramos y Faythe están detenidos por cargos de violación de domicilio, asalto,
secuestro, y cómplices de asesinato. Yo acuso a Jace Hammond con los mismos
delitos, excepto por entrar ilegalmente. Faythe permanecerá aquí hasta el comienzo de
su juicio, entonces ellos serán rápidamente juzgados y condenados, si ello resultase
necesario.
—No tienes derecho a retenerla —gruñó mi padre—. No hay precedentes para esto.
—Tampoco hay ninguna política que lo prohíba. No es que esto importe más. Puedes
recordar que la votación de esta mañana dio al Concejo la autoridad para retener a
criminales peligrosos hasta que puedan ser juzgados y condenados. Creo que pasó por
un margen de seis a cuatro.

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Mi padre y sus aliados fueron los votos en contra, obviamente. Durante el almuerzo,
mi padre había dicho que se había opuesto a la vagancia del lenguaje.
—La palabra clave es peligroso, Calvin. Faythe no es peligrosa.
Malone casi escupió el café en toda su blanca camisa abotonada.
—¡Alcen las manos si ustedes creen eso!
Ninguna mano fue levantada, y yo no estaba segura de si estar frustrada o
extraordinariamente contenta.
—Dean... —Malone hizo un gesto a su nuevo brillante muchacho para que tomara la
palabra.
—Concejal Sanders, su hija amenazó con destriparme. Sin un cuchillo. —La mirada de
falsa preocupación de Dean apenas podía ocultar su alegría de finalmente pronunciar
la línea que había estado esperando—. Alex estaba allí. Él dará fe de ello.
Seguí el gesto de Dean para ver que Alex Malone se había deslizado en la habitación en
algún momento y ahora me miraba en obvia anticipación.
Y de repente me sentí como la idiota más grande del mundo. Una vez más.
Me preparé para levantarme del bajo sofá (una tarea nada fácil sin el uso de mis
manos) y mi padre hizo un gesto sutil para que me sentara antes de que alguien
confundiera mi movimiento repentino con otro signo de agresión. Tomó cada pedazo de
89 autocontrol que tenía hacerme caer de nuevo en el sofá, pero lo hice sin comprometer
la indignación que todavía esperaba brillara en mi cara. Dean me miró, y en silencio
comprimí la necesidad de dejar que mis dientes cambiaran.
—Tú me incitaste a propósito, tratando de que yo llegara a perder los estribos. —Por
supuesto, yo había estado haciendo la misma cosa, así que fue realmente molesto
establecer el hecho de que su astucia había tenido éxito donde la mía había fallado—.
Y me has estado amenazando desde que llegué aquí.
Dean se encontró con mi mirada, totalmente inexpresiva.
—No tengo idea de qué estás hablando.
—Volvamos a la cuestión real aquí —dijo Malone, sabiamente llamando la atención de
Dean antes de que la mala actuación del cabrón pudiera deshacer el daño que había
hecho a mi caso—. Y eso es el hecho de que la Srta. Sanders amenazó con usar su
capacidad de Cambio parcial, una habilidad que se suponía debía ser enseñada al
resto de los guardianes, para equipar mejor a toda la comunidad, para torturar y
matar a uno de mis guardianes.
—¡No es así como sucedió! —insistí, ya que el calor repentino escaldaba mis mejillas.
La mayor parte de los aliados de Malone no me creerían, no importa lo que dijera, y los
que lo hacían estaban ansiosos de verme avanzar, saber si era culpable o no.

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—Sabes que ella no quería decir eso —insistió mi tío—. Ella estaba molesta, y me
suena a como si él estuviera provocándola.
—Oh, lo decía en serio. —El toque de autentica certeza en la voz de Dean me llamó la
atención justo a tiempo para verlo levantar su camisa, dejando al descubierto la
gruesa cicatriz de dos pulgadas de cuando yo lo había herido con su propio cuchillo—.
Ella está buscando terminar lo que empezó.
Un grito de asombro universal hizo eco en toda la habitación, y yo apreté mis dientes
con tanta fuerza que mi mandíbula dolió. Hasta donde yo sabía, aparte de Malone, mi
papá era el único otro Alfa que ya sabía sobre el accidente de Dean con el cuchillo, y él
nunca había visto en realidad la cicatriz. Tengo que admitir que se veía muy mal. En
una semana, incluso con la curación acelerada de un eerecat. Me estremecí al pensar
cuántas veces había tenido que cambiar él para llegar a ese punto, al tejido de la
cicatriz todavía gruesa y de color rosa y horrible.
—¿Es por eso que usted cortó su cara? —Blackwell preguntó, al parecer horrorizado
como todos los demás.
—¡No! Fue al revés —grité. ¡Como si Dean pudiera incluso ponerse de pie después de
tener un cuchillo en las tripas!—. Él cortó mi cara y amenazó con seguir adelante. Yo
solamente... —Pero dejé el camino de la oración, por miedo de declarar contra mí
misma—. Él ha estado intentando atraparme desde que él Concejal Blackwell lo
despidió hace tres meses.
90 —Este no es el momento de entrar en los detalles —insistió Malone, convenientemente
cortando mi explicación, en lugar de exponer a Dean—. Ella tendrá la oportunidad de
contar su versión durante el juicio.
—¿Qué? ¿Tienes miedo de que ellos crean la verdad si la oyen? —Pero nadie me
escuchaba. Nadie que tuviera el poder para sacarme las esposas de mis puños, de
todos modos. Todos estaban sin dejar de mirar la cicatriz de Dean.
—Calvin, logísticamente hablando, esto no tiene sentido —insistió mi padre, y yo
podría haberme alegrado de la reintroducción de lógica en la discusión más insana que
yo alguna vez había tratado de seguir—. Sólo tenemos las cabañas para tres días más,
y extenderlo por cualquier período de tiempo sería prohibitivamente costoso, tanto en
tiempo como en dinero.
Malone se paró con su taza, en dirección a la cocina.
—Tienes toda la razón. La única solución razonable es llevar a cabo una audiencia
muy conveniente.
—¿Qué tan conveniente? —pregunté, ya temiendo la respuesta.
El presidente del nuevo Concejo se volvió hacia mí por completo, cafetera en mano.
—Mañana.

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—¡No!— mi padre gritó, y me miró mientras cerraba los ojos, probablemente contando
en silencio. Cuando los abrió, estaba en calma y en control de nuevo, aunque yo no
podía comprender cómo él lo había conseguido. Yo estaba viendo la habitación a través
de una fina película de color rojo ira—. Por supuesto que no. ¿Cómo se supone que
vamos a preparar la defensa en doce horas?
—Oh, no puedo ver cómo eso vaya a ser un gran problema. Todo lo que Faythe tiene
que hacer es decir la verdad, y cualquier posible testigo que podríamos llamar ya está
aquí.
Mi mandíbula se apretó dolorosamente. De los posibles testigos, los únicos que podían
decir la verdad eran Marc y Jace, cuyos testimonios probablemente se consideren
influenciados y egoístas (ya que están acusados por los mismos cargos) lo cual era
inadmisible.
—Pero creo que te estás perdiendo el cuadro grande aquí —continuó Malone, ahora de
espaldas a todos nosotros, mientras él vertía su café—. Un juicio rápido beneficiará a
todos. El Concejo ya está convocado, y nuestras cabañas están pagadas. Estaremos
ahorrando los gastos de viaje adicionales y el alojamiento, por no mencionar el tiempo
fuera del trabajo y nuestras familias. —Por último, se volvió hacia la sala, sosteniendo
una taza de café negro—. Y realmente, ¿quién aquí quiere desperdiciar tiempo y
dinero, cuando podría resolver todo este lío mañana con un mínimo de
inconvenientes?
91 Tuve que admitir que había dado un discurso muy bueno. Incluso los Alfas que
habrían estado perfectamente dispuestos a darme tiempo para prepararme no iban a
admitir el deseo de desperdiciar su tiempo y dinero.
—¡Este “lío” del que estamos hablando es mi vida! —Mis manos se curvaron en puños
en mi espalda y de repente me di cuenta de que la decisión de utilizar las esposas fue
muy deliberada. Si bien podría cortar a través de cinta adhesiva o cuerda por el
cambio parcial de una mano, no era lo suficientemente fuerte como para romper a
través del acero—. De algún modo dudo que estuvieras en una carrera por la justicia si
se tratara de uno de tus propios hombres sentado aquí.
Malone levantó una ceja y medio sonrió.
—¿La Srta. Sanders está sugiriendo que el presidente del Concejo es parcial?
Sí. Eso es precisamente lo que estaba sugiriendo, pero yo sabía que no debía admitirlo.
En cambio, miré a mi padre, estudiando su calma y tratando de tomar prestado un
poco de ella para mí.
Tranquila y firme era la única manera de hacer frente a una sala llena de Alfas, la
mitad de los cuales solamente buscaban una excusa para una pelea con mi padre. Y
seriamente yo quería pelear (de hecho, estaba que ardía de ganas de cambiar y reducir
a alguien) pero incluso tenía que admitir que este no era el momento para iniciar una

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guerra. No conmigo esposada, nuestros dos mejores luchadores encerrados en el
cobertizo y la mayoría del resto de nuestros hombres dispersos en varios Orgullos en
todo el país.
Tomé una respiración larga y lenta.
—Estoy diciendo nada más que por qué apresurar algo que parece completamente…
imprudente.
Malone realmente sonrió, mirando alrededor de la sala a sus aliados para ver si
compartían su diversión.
—Gracias por tu preocupación. Estoy seguro de que todos estamos muy interesados en
tu evaluación de lo que constituye la sabiduría.
Imbécil. Sentí que me ruborizaba aún más que antes.
—Ahora, Dean, si gustas enseñar a la Srta. Sanders su habitación...
Colin estuvo de pie, pero me negué, así que me arrastró por un brazo.
—Alto. —Mi padre dio un paso directamente hacia la trayectoria de Malone—. No voy a
dejarla sola.
—¡Por supuesto que no! —Malone tomó otro sorbo de su taza, trabajando demasiado
en su expresión de tú-no-eres-lo-suficientemente-importante-para-cambiar-mi-
rutina—. Ella estará bajo vigilancia armada. —Hizo un gesto hacia Dean, cuya mano
92 apretaba alrededor de mi brazo y me helaba la sangre.
De ninguna manera en el infierno iba a estar con Dean, en ningún sentido de la
palabra, armado o no.
—¡Eso es un evidente conflicto de interés! —insistí, girando en el agarre de Dean para
mirar a Malone. Tranquila y firme era una fachada controlada que no me impediría
argumentar mientras era sostenida y llevada esposada por un psicópata con una
pistola en una mano y un chip de Misoginismo2 en su hombro—. Estoy en juicio, en
parte, por apuñalar a Dean, ¿y quieren entregarle un arma y la llave de mi habitación?
Tal vez también quisieran atarme, desnudarme, y pintarme un gran objetivo rojo en el
pecho.
—¿Estás sugiriendo que uno de los miembros del grupo de trabajo del Concejo no
puede permanecer imparcial y controlar su temperamento?
—¡Estoy diciéndolo! —Me sacudí del agarre de Dean y antes de que pudiera protestar
Malone, me dirigí a Blackwell, el voto decisivo de hecho en todo lo importante—. Mire,
Concejal Blackwell, la verdad es que yo apuñalé a Dean con su propio cuchillo para
que no tallara sus iniciales en mi pecho.

2
Odio a las mujeres

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Un par de guardianes en realidad jadearon, ya sea porque me creyeron o porque
estaban impresionados de que dijera una mentira tan audaz en una habitación llena
de Alfas. Blackwell en realidad se estremeció, así que seguí adelante, dirigiendo mi
próxima declaración a toda la sala.
—Ustedes tienen dos opciones sobre qué creer. Pueden creer que él me cortó y me
estaba defendiendo, lo que demuestra que no se le debe permitir a Colin Dean estar en
cualquier lugar cerca de mujeres o armas... —Dean comenzó a agarrar mi brazo otra
vez, pero tropecé lejos de él y hacia mi tío, que me estabilizó, así que me precipité hacia
delante; las palabras caían de mi boca casi demasiado rápido para ser entendidas—. O
pueden creer que después de que lo apuñalé sin motivo alguno, él tenía la fuerza no
sólo para mantenerse en pie, sino para quitar el cuchillo de su pecho, sujetarme, y
cortar mi mejilla a cambio. Personalmente, creo que esa explicación desafía la lógica,
pero si ustedes eligen creer esa versión, la larga cicatriz en mi mejilla no puede ser otra
cosa que la venganza a sangre fría por parte de Dean. ¿Quién lo detendrá de hacerlo de
nuevo, si ustedes me dejan a solas con él? Será más fácil esta vez, ya que no puedo
defenderme.
El silencio cubrió la sala cuando mi última palabra se perdió. Los aliados de mi padre
miraron indignados. Blackwell parecía convencido. E incluso un par de aliados de
Malone se veían confundidos.... Que era tanto como yo podría esperar, dadas las
circunstancias.

93 —Eso es ridículo... —Malone comenzó, pero Blackwell plantó su bastón firmemente en


el suelo y él estuvo de pie, cortando a Malone.
—Ella tiene razón —declaró—. Hasta que tengamos un veredicto, no creo que la Srta.
Sanders y el Sr. Dean debieran estar cerca uno del otro. Calvin, asigna a otra persona
a su protección, o nos mantenemos aquí, en una votación cerrada durante toda la
noche, para asegurarme de que ella esté a salvo.

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CAPITULO 10
Traducido por masi
Corregido por Vanille

—¿Realmente necesitamos las esposas? —Yo giré mis manos, tratando de aliviar el
dolor de mis muñecas y los alfileres y agujas de mis dedos, pero sólo terminé forzando
mis hombros—. Dean las puso demasiado apretadas, y mis manos se están
entumeciendo.
Alex ni siquiera me miró.
Me senté en el extremo derecho de la cama doble, tratando de controlar mi
temperamento con la concentración de Zen, como la desvaída y campestre colcha a
cuadros debajo de mí. Por desgracia, no encontré la decoración campestre relajante.
De hecho, tenía un efecto sobre mí como si se tratara de uñas arañando una pizarra.
94 Al igual que Alex Malone, mi carcelero a tiempo completo.
Alex estaba sentado en una silla de respaldo recto a la derecha de la puerta, con los
brazos cruzados sobre el pecho, mirándome cada pocos segundos para asegurarse de
que no había siquiera parpadeado desde la última vez que había mirado. De vez en
cuando, se revolvía en su asiento, buscando una posición cómoda, que no iba a
encontrar con la pistola escondida en la parte trasera de sus pantalones.
Había presionado para deshacerme de la pistola, insistiendo en que el arma y las
esposas en conjunto, constituían un exceso intolerable. Tenía la esperanza de que
Malone se mostrara reacio a admitir que las precauciones estaban más que
justificadas. En cambio, él me había preguntado si estaba dispuesta a jurar que no
trataría de escapar de un guardia desarmado.
Frustrada, por mi propia falta de voluntad para contar una descarada mentira...
A veces no vale la pena ser el bueno. Y lo peor era que yo estaba demasiado enojada
para disfrutar del triunfo de ser finalmente reconocida como una seria amenaza para
el enemigo. El riesgo de ser disparada me quitó la alegría de la ocasión.
Pero en el lado bueno (de acuerdo, en el lado menos pesimista) Malone nunca sería
capaz de mencionar la debilidad inherente de las mujeres como la razón para que a las

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mujeres no se les permitiera ser guardianes. No después del alboroto que estaba
haciendo con mi detención.
—Oye, idiota, ¿qué dirá tu padre cuando yo sufra daño permanente en un nervio por
ante tu vigilancia? —pregunté, mientras estaba intentando aliviar el dolor de mis
brazos.
Finalmente Alex me dirigió una fría mirada.
—Él dirá: “Menos mal que no la necesitaremos por sus manos”.
Lo que sea. Esa amenaza hacía tiempo que había dejado de asustarme.
—Vaya. Ustedes son como un disco rayado. ¿No se cansan de estar con la rutina de
“golpearlos y arrastrarlos a la cueva”? Porque te juro que los Cro-magnón fueron más
sutiles.
Alex no respondió, pero la respuesta era clara. Nunca se cansaba de ello, porque era
todo lo que sabía. Probablemente era todo de lo que su padre siempre habló o lo que
planeó. Nuestro sistema de gobierno era muy enrevesado. Los Alfas eran
tradicionalmente masculinos, sin embargo, los territorios no pasaban de padre a hijo,
sino de madre a hija, y la única manera de convertirse en un Alfa de uno de esos
territorios era casarse con la tabby nacida en ella.
Por desgracia, la fuerza de todo el sistema depende de que cada tabby eligiera al

95
hombre adecuado para mandar su territorio, independientemente de cómo se sintiera
acerca de él, personalmente. A veces, una tabby tiene la suerte de amar a un hombre
muy cualificado. A veces el amor viene tras varios años de matrimonio, cuando tienen
tanto miembros de Orgullo como hijos en común. A veces el amor nunca llega. Pero el
peor de los casos es cuando una se casa por amor, pero su compañero elegido no es lo
suficientemente fuerte como para dirigir su Orgullo.
Algunas personas piensan que es lo que sucedió con los padres de Jace. Jason
Hammond era demasiado débil, y por eso murió cuatro años después de su
matrimonio, dejando a su mujer vulnerable ante los avances de un aspirante a déspota
despiadado y sediento de poder como Calvin Malone.
—¿Cuándo empezó este asunto, de todos modos? ¿Toda esto de “conquista a la mujer,
conquista el mundo”? —Me deslicé torpemente hacia la esquina de la cama más
cercana a Alex, tratando de llamar su atención, pero todo lo que obtuve de él fue otra
mirada fugaz—. Fue con Manx, ¿no?
Antes de que ella se mostrara, no había más tabbies, y mi prima Abby y yo éramos las
únicas elegibles (pero sin ser dicho directamente) werecats en la ciudad. Abby estaba
todavía en la escuela secundaria, y yo había rechazado, años antes, la propuesta de
Brett Malone, así que la ambición de Malone estaba, temporalmente, bloqueada por las
circunstancias.

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Luego llegó Manx.
—Tu padre la vio como su boleto de oro, ¿verdad? Manx estaba sin reclamar y era
vulnerable, además de que una estaba embarazada y la otra era buscada por
asesinato. Una perfecta presa para Malone. De repente, hay una mujer más en el
asunto, y por derecho divino o puro, gula no adulterada, ella debe ser suya, de una u
otra manera, ¿no? Afortunadamente, estaba dispuesto a vivir de forma indirecta a
través de sus hijos. De lo contrario, el “factor ick”3 sería demasiado para contemplar.
Y así llegó Kaci.
Kaci estaba inicialmente mal nutrida debido a los meses que pasó ella sola, por su
cuenta, confundida al no tener ningún conocimiento previo de su propia especie, y
traumatizada por haber matado accidentalmente a su madre y a su hermana durante
su primer Cambio.
Y en ese momento Malone debe haber oído el coro cantando su nombre. Después de su
juicio y la pérdida de sus garras, Manx estaba indefensa y desesperada por proteger a
su pequeño hijo. Kaci era joven y estaba lo suficientemente asustada como para poder
ser manipulada para conseguir su sumisión.
—Es el dos por tres de tu padre, ¿no? —Pero aún así Alex se negó a reconocérmelo—.
Lo qué significa que todo se reduce a mí.
Yo era la espina en la pata de Malone. La fatal imperfección en su plan. No podría ser

96 amenazada, manipulada, o coaccionada a obedecer, y podría mantenerme dueña de mí


misma en una lucha justa. Y estaba dispuesta a luchar no sólo por mí, sino para
proteger también a Manx y a Kaci. Era todo lo que Malone odiaba en una mujer, por
no hablar de todo lo que él temía, y él estaba decidido a romperme o matarme.
Pero yo tenía noticias para él. Alex Malone no estaba preparado para el reto o ser parte
de él. Sin embargo, con suerte estaba listo para ayudarme a salir de mi última celda de
prisión. O al menos las garras.
—Así que... ¿qué edad tenías cuando decidiste dedicarte profesionalmente al estatus
de limpiar culos?
Esa vez la cabeza de Alex se giró y me dirigió una mirada.
—Insultarme no va a hacer que hable contigo.
Sin embargo, yo acababa de escuchar su voz...
—Yo diría que te gustaría hablar conmigo. ¿No se supone que estás seduciéndome, o
algo así? ¿Engrasando las ruedas del camino a nuestras temidas nupcias? —Eché un
vistazo alrededor de la habitación, catalogando las armas potenciales como de

3
Factor asco

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costumbre. No había nada que pudiera manejar sin el uso de mis manos—. ¿O tu papá
ha cambiado de opinión sobre eso?
Alex se burló.
—Mi padre nunca cambia de opinión.
—Oh, eso está bien. Tu padre es del tipo que golpearía su cabeza contra una pared de
ladrillo una y otra vez, convencido de que la pared con el tiempo se derrumbará. Pero
no son los ladrillos los que van a ceder, Alex. Afortunadamente, pareces haber evitado
esa falla de carácter particular. Tú tienes otro defecto de una manera totalmente
diferente.
Él puso sus ojos en blanco, pero me di cuenta que le estaba irritando.
—Eso no te va a sacar de aquí. Y no estoy en mal estado.
—Puede ser. Pero, tengo curiosidad: ¿Es difícil caminar en posición vertical sin
columna vertebral?
Alex parecía a punto de escupir fuego, y me entraron ganas de reír. ¡Era tan fácil de
hacer enojar! Por supuesto, sólo tenía dieciocho años; seguramente su carácter se
apagaría con la experiencia. A menos que se pusiera en mi camino de nuevo, y tuviera
que matarlo.
—¿Alguien, alguna vez, te dijo que eres una perra rabiosa?
97 —Eso suena familiar. —Forcé a mis dedos a flexionarse, desesperada por recuperar
algo de sensibilidad en ellos—. Pero desde mi punto de vista, o eres un idiota que
nunca ha tenido un pensamiento original, o eres un cobarde, demasiado asustado
para decir lo que piensa.
Alex frunció el ceño.
—¿Qué es lo que pienso?
—Que en realidad no quieres casarte conmigo. Creo que eso es un gran plan de tu
papá, pero no estás tan deseoso de ello. —Me encogí de hombros—. Quiero decir, soy
una perra. Esto ha sido claramente establecido. ¿Qué clase de hombre quiere casarse
con una perra rabiosa?
—El tipo de hombre que quiere ser Alfa. —Alex caminó tranquilamente hacia la
cómoda y medio se sentó sobre ella, mirándose las manos como si tuvieran alguna
respuesta que su cerebro no tenía.
—Sí, bueno, estoy empezando a pensar que el trabajo no es tan bueno como creía.
—No de la forma en que tu padre quiere —dijo él, y la cara de desprecio estaba de
vuelta, junto con aquellos ojos fríos y duros—. Sin embargo, los beneficios suenan

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condenadamente bien. —Su sugerente mirada lasciva era inexperta, en el mejor de los
casos, y no me pude resistir a poner los ojos en blanco.
—¿Por qué cada una de las conversaciones que tengo con un airado tomcat terminan
siendo sobre sexo? —Traté de deslizarme en la cama y casi me caigo sin mis manos
para mantener el equilibrio—. Y en serio, si eso es todo lo que buscas con esto, tengo
que decirte que hay maneras más fáciles de tener sexo. Deberías decirle a tu padre que
se vaya al infierno. Si hay una cosa de la que estoy absolutamente segura es que no
tienes que vivir tu vida para complacer a tus padres. O a cualquier otra persona. Es tu
vida. Por todo el tiempo que dure.
—Entonces, ¿estamos a la par ahora? —Alex cruzó los brazos sobre su pecho, todavía
apoyado contra la cómoda, y por el espejo yo podía ver la pistola metida en la parte de
atrás de su cintura.
—Diablos, no. —Fruncí el ceño—. Todavía eres el malo de la película y todavía quiero
derramar tu sangre por todas partes de esta alfombra de mierda. —Ser joven e ingenuo
no le absolvía de los crímenes del pasado. No me había olvidado de que, además de
matar a su propio hermano, Alex era el que le había dicho a Dean que me cortara—.
Pero estaríamos mucho más cerca de la tolerancia neutral si me quitaras estas
malditas esposas. Mis manos están en muy mal estado por la falta de circulación.
Alex vaciló, mirando a la puerta como si su padre pudiera ver a través del panel de
madera hueca.
98 —¿Prometes no intentar algo?
Arqueé ambas cejas hacia él.
—Sabes que yo no puedo hacer eso. Tenemos algún tipo de asunto mortal y enemigo
pasando aquí. —Me encogí de hombros e intenté mostrar una sonrisa arrogante de mi
propia cosecha—. Pero te prometo que no intentaré nada ahora mismo, y si hago un
intento más adelante, puedes tratar de detenerme por completo.
Para mi sorpresa, Alex se rió entre dientes.
—Te voy a recordad eso. —Él se apartó de la cómoda y cruzó la habitación para
sentarse en la cama detrás de mí, sacando del bolsillo la llave de las esposas—. Para tu
información, tengo una mano en mi arma.
Hice rodar mis ojos, pero tenía que representar mi papel. Podía jugar con él.
—Eso es lo que todos los muchachos dicen...
Se rió de nuevo, y su mano rozó una de mis muñecas. También podría haber tocado la
palma de mi mano, pero no podía sentir nada por debajo de las garras. Un momento
después, algo metálico hizo clic, y mi mano izquierda estaba libre. Traté de flexionar
los dedos de nuevo, pero no se moverían, y cuando sostuve mi mano con la palma
hacia arriba, tenía un tinte azul claramente definido en ella.

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—Tus manos están congelándose —dijo Alex, mientras yo esperaba el siguiente clic—.
Dean es un bastardo abusivo.
—Estás predicándole al coro sobre ese —dije, pero todavía no había un segundo clic.
En cambio, mi mano derecha fue retirada hacia un lado y sentí una cálida y húmeda
respiración contra mi cuello y algo sólido contra mi espalda.
—Esto no es tan malo... —susurró Alex, y me quedé inmóvil—. No eres siempre una
perra. Eres graciosa cuando quieres serlo.
—Sí. Soy una perra divertida. —Mi pulso se aceleró y mi rostro se ruborizó. ¡El
bastardo estaba afectándome! ¡Mientras yo estaba todavía medio esposada! ¿Quién
estaba manipulando a quién aquí? Como si fuera una chiquilla—. ¿Puedes abrir la otra
cadena ahora?
Alex se echó hacia atrás lentamente, tirando de mi brazo derecho otra vez mientras
que yo abría y cerraba el puño izquierdo en mi regazo. En mi estado actual, no podía
ni siquiera lanzar un golpe decente.
—Yo no soy como Dean, sabes —susurró, y mi piel se erizó.
Finalmente, la última cadena hizo clic al abrirse, y empecé a retirar mi mano a mi
regazo, pero Alex me detuvo con una mano alrededor de mis bíceps.
—Lo digo en serio. —Él se acercó de nuevo, y su aliento en mi cuello hizo que se me

99
erizara la piel. No del modo bueno, sino del tipo espeluznante—. Tendremos que estar
juntos entre sí, pero podríamos hacer de esto lo mejor.
Inhalé un par de respiraciones profundas, tratando de controlar mi temperamento y
pensar con lógica. Todavía tenía un arma y estaba detrás de mí, desde donde no me
vería extraerla.
—No, Alex. Eso no va a suceder. —Yo estaba casi orgullosa de lo tranquila que sonaba,
aunque mi voz estaba cerca de ser un gruñido.
—Oh, va a pasar, pero no tiene por qué ser algo malo. Eres sexy, y yo no soy
exactamente un perro. Podríamos hacerlo peor.
¿Estaba borracho? Delirante, lo más probable.
—Eres un asesino. —Mi tono disminuyó de forma constante hasta que mi voz fue
demasiado profunda para pasar por una mujer humana—. Eres el perrito faldero de tu
padre, y un miserable y repugnante bastardo. —Me retorcí para enfrentarme a él
entonces, aliviada, sólo en retrospectiva, al ver que no había sacado la pistola, porque
estaba demasiado enojada para haberme detenido, incluso si él lo hubiera hecho—. Y
te diré algo más, ya estoy cansada de tus gilipolleces de blandir las armas hacia mí,
por lo tanto, mantén tus manos de mierda alejadas de mí o dispárame. Estas son tus
opciones y si luchamos, sólo uno de nosotros quedará en pie, por lo que es mejor que
dispares a matar. ¿Cuánto crees que a tu papá le gustará eso?

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Alex tragó fuertemente, y un instante después endureció su expresión y entrecerró los
ojos.
—Tú eres una perra.
—Como si fuera algo de última hora.
Él me miró como un niño mimado.
—Debería volver a poner, de nuevo en su lugar, las cadenas.
—Te invito a que lo intentes. —Pero él tenía que usar las dos manos para eso, y así
tendría una oportunidad de quitarle su pistola, yo no dudaría en pegarle un tiro en la
pierna. Lo cual formaba parte de la diferencia entre él y yo, yo no tenía miedo de
terminar lo que empezaba—. Pero si no vas a hacerlo, entonces, vete de una maldita
vez fuera de mi cama.
—Cantarás una canción diferente una vez que ellos tomen tus garras. ¿Qué vas a
hacer entonces? ¿Hablarles a las personas hasta la muerte?
—Tal vez me protegeré a mí misma —exclamé tratando de ocultar el horror que
lentamente crecía dentro de mí. Yo no podía perder mis garras. Flexioné mis dedos,
contenta de que estuvieran creciendo bien de nuevo. No viviría mi vida a su merced, o
a la de alguien más—. Las armas parecen estar de moda últimamente para los
desesperados y los cobardes.

100 Alex trató de agarrar mi brazo de nuevo, pero me aparté bien lejos mientras se abrió la
puerta detrás de mí. Me volví para encontrarme con mi padre de pie en la puerta con
dos tazas humeantes. Tenía la cara enrojecida por el frío.
—¿Qué está pasando?
—Nada. —Aspiré profundamente y tomé nota de que olía a pino y humo de madera, y
de repente ansié el aire libre, a pesar de que había estado allí una hora antes—. Alex
estaba siendo un idiota, pero creo que el momento pasó. ¿Es correcto, Alex?
Se puso de pie y se dirigió, pasando junto a mí, hacia la puerta, vacilante mientras mi
padre se hacía a un lado para dejarlo pasar.
—Tiene un cuarto de hora a solas con ella, y habrá un guardia destinado afuera de la
ventana.
—Vaya. Este lugar es un verdadero San Quentin —le espeté, deleitándome en mi
propio sarcasmo.
Alex miró a mi padre desde pocas pulgadas de distancia.
—Su hija tiene un verdadero problema de actitud.
Mi padre se echó a reír, una carcajada fuerte, si alguna vez escuché una, y Alex se
sorprendió notablemente.

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—Deberías haberla visto cuando era adolescente.
No pude resistir una sonrisa mientras él cerraba la puerta en la cara de Alex.
—¿Cómo están? —Me deslicé de nuevo en el colchón hasta que mi columna vertebral
golpeó la cabecera de la cama, y mi padre me entregó la taza azul. Bebí de ella,
esperando café, pero me encontré en su lugar con un rico chocolate caliente y dulce.
Alimento reconfortante. El aroma del café de la otra taza lo había disfrazado—.
Gracias. —Levanté la taza y él asintió con la cabeza, luego volví mi atención de nuevo
al tema que teníamos entre manos.
—Están doloridos, pero sobrevivirán. —Se instaló en el borde de la cama doble extra,
acunando su propia taza—. Marc tiene un labio partido y Jace tiene una protuberancia
en la parte posterior de su cabeza. Parece que ambos se opusieron a la idea de estar
encerrados, hasta que descubrieron que eran ellos o tú. Malone está completamente
renuente a tenerlos en la casa a los tres juntos, o a ti con cualquiera de ellos. No es
que lo culpe.
—Me sorprendería que nos dejara quedarse juntos. A lo mejor piensa que van a
matarse el uno al otro.
Mi padre tomó un sorbo de su taza, y casi me perdí el pequeño temblor de su mano.
Estaba muy, muy molesto.
—Están en jaulas separadas. Jaulas de gatos de transporte, las que un zoológico
101 podría utilizar. Estructura de acero con paredes de malla de acero. No se puede
asomar más que un dedo a través de los lados, y no pueden salir.
De repente, me sentí como si fuera a vomitar mi almuerzo por toda la cama.
—¿Pueden ponerse de pie?
Dejó la taza en la mesilla de noche.
—No en la forma humana. —El ceño fruncido de mi padre hablaba casi con tanta
claridad como las manos que estrechó en su regazo. Él estaba más preocupado que
enfadado, y eso no era bueno. Necesitaba enfadarse. Todos nosotros tendríamos que
estar completamente enojados para conseguir superar esto.
—Tenemos que...
—Ya lo sé. —Bajó la voz hasta un susurro apenas audible y cruzó la alfombra para
sentarse en el borde de mi cama. Estábamos solos, pero no tenía ninguna duda de que
varios conjuntos de oídos escuchaban desde la sala principal también silenciosa—. Las
jaulas están cerradas con cadenas, pero sólo aseguradas con un candado estándar.
Una vez que nos deshagamos de la guardia, podemos sacarlos, dando con un martillo
corriente durante unos pocos minutos ininterrumpidos.
Mi cerebro se aceleró.

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—¿Alguna oportunidad de que los hombres de Di Carlo puedan llegar a ellos? —Yo ya
estaba cansada de susurrar.
—Posiblemente. Pero tenemos que hacerlo en algún momento de esta noche, porque
vamos a intentarlo por la mañana. Y tenemos que liberarlos a ustedes tres a vez,
porque una vez que descubran que alguno falta, tendremos que correr o pelear. Y,
gatita, nunca he corrido en toda mi vida, y no pienso empezar ahora.
Un hormigueo de anticipación me atravesó al oír sus palabras. Estaba listo. Había
estado listo. Y había algo extrañamente reconfortante en la planificación de una guerra
con mi padre. Pero...
—No es que no esté de acuerdo, pero ¿qué pasa con el resto de nuestros hombres? —
Mis siguientes palabras apenas fueron pronunciadas—. Y nuestros nuevos reclutas,
los Thunderbirds, por supuesto.
Mi padre se encogió de hombros, en su rostro estaba dibujado un gesto tenso.
—No hay tiempo. Incluso si llamáramos ahora, ellos nunca lo lograrían en las
próximas horas. Y no tenemos ninguna manera de ponernos en contacto con los birds
rápidamente.
Maldita sea. Me levanté y empecé a caminar. Me sentía como si estuviera a punto de
arrastrarme fuera de mi piel, aunque sólo había estado encerrada durante una hora, y
la idea de la lucha inminente no ayudaba.
102 —Papá, necesitamos el apoyo aéreo, ahora más que nunca. Malone pidió refuerzos.
—Ya lo sé. —Se levantó y cruzó la habitación para apoyarse en la cómoda junto a mí—.
Oficialmente, todos ellos son testigos en tu contra, Jess y Gary, obviamente, o
guardianes para sustituir a los hombres que ha reasignado mientras el Orgullo interno
toma fuerza. Pero lo que realmente significa, es que Malone tiene más del doble de
armas a su espalda, que cualquiera de las que tenemos el resto de nosotros, y cuando
se toma en cuenta a sus aliados y sus hombres, estamos decididamente en inferioridad
numérica.
En el mejor de los casos una sombría perspectiva.
—Pero no tenemos otra opción, ¿verdad? —Miré a mi padre, con la esperanza infantil,
sólo durante un momento, de que me llamaría tonta y me prometería que todo estaría
bien. Pero el tiempo de tales promesas se había ido muy lejos, y mi padre nunca había
sido del tipo que endulza la verdad, un hecho que yo agradecía más cada día que
pasaba.
Sacudió la cabeza y puso un brazo alrededor de mí, en lugar de hacerme promesas
vacías.
—No, a menos que quieras ir a juicio. Otra vez.

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—No es una opción. —No tenía ninguna posibilidad de absolución en esta ocasión,
porque había hecho realmente todo de lo que me acusaban, a pesar de que fuera para
salvar la vida de Kaci, e incluso estaba dispuesta a mentir al respecto, nadie me
creería. Y aunque estaba dispuesto a hundirme para representar la parte que Malone
me había impuesto, nunca pondría a Marc y a Jace en el mismo lugar.
Ellos no serían desprovistos de sus garras. Serían ejecutados. Especialmente una vez
que todo el mundo se enterara de que Marc era quien realmente mató a Lance Pierce.
Algo me decía que el aspecto de la misericordia del asesino no atraería mucha
misericordia hacia él.
Suspiré y me apoyé en mi padre, poniendo mi cabeza sobre su hombro.
—Alex dice que tomarán mis garras.
—Ya lo sé. —Su brazo se apretó a mí alrededor, y yo quise arroparme con la chaqueta
de su traje también. Cuando yo era pequeña, había estado bastante segura de que era
mejor que Kevlar para esquivar balas, tanto las de plomo como las verbales—. Paul
Blackwell dice que Malone ha estado presionándole para conseguir su apoyo durante
toda la tarde.
—¿Lo consiguió?
—No. —Mi padre suspiró y bajó la voz aún más para continuar con su respuesta—.
Pero no lo conseguiremos tampoco cuando ataquemos. Él estará al margen y
103 contendrá a sus hombres.
Me senté a mirarlo, y la cómoda crujió bajo mis pies.
—¿Él dijo eso?
—No le pregunté. Si se entera de lo que estamos planeando, se sentirá obligado a
contárselo a Malone, para tratar de evitar la guerra.
Mis manos se apretaron alrededor del borde de la cómoda. Apenas podía contener mi
frustración.
—Así que... ¿cuál es el plan? —susurré.
Él se puso de pie, y yo lo seguí lejos de la puerta.
—Sólo hay un guardia en el almacén, y uno fuera de tu ventana. Brian se hará cargo
del guardia del almacén, y una vez que lo tenga, Marc y Jace saldrán, acabarán con tu
guardia y te sacarán a través de la ventana.
—Entonces, vamos por las armas, ¿no?
Mi padre sonrió, orgulloso.

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—Exactamente. Sólo los toms trabajan mientras los guardias lo lleven, y será difícil
deshacerse de ellos, pero podemos incluso estar al menos en igualdad de condiciones
disponiendo de la reserva.
Mi estómago se revolvió de nuevo.
—¿Estamos seguros de que hay una reserva?
—Casi seguro. Y ese es tu trabajo. Conseguir que Alex hable. Averiguar dónde están
las armas y cuántas tienen, a continuación, noquearlo y desarmarle cuando Marc y
Jace vayan por ti.
—Conseguir que Alex hable... —Fruncí el ceño—. Eso podría haber sido más fácil antes
de que yo le dijera dónde podría meter su propia pistola.
Mi padre se rió y me sentí aliviada de que pudiera ver el humor en la situación.
—Podrías hablar del color verde de la hierba, Faythe. Y esta vez, estamos contando con
ello.
Maravilloso. Pero por lo menos eso era una misión para la que estaba bien entrenada.
Mi padre miró su reloj, y yo sabía que nuestra visita mayoritariamente privada llegaba
al final. Pero antes de que se fuera, o que Alex volviera...
—Oye, papá, nosotros deberíamos, probablemente, llamar al Dr. Carver. No importa
cómo termine el asunto, vamos a necesitarlo.
104 Él sonrió y deslizó las manos en los bolsillos de su pantalón.
—Estará aquí a primera hora de la mañana, sólo espero que eso sea lo suficientemente
pronto.
Pero no sería así para algunas personas. No puede haber una guerra sin víctimas, y
me dolía el corazón simplemente de pensar en que podríamos perder a alguien de
nuestro lado. Malone podría emplear artillería para interponerla entre él y el peligro,
pero nosotros no lo haríamos. Cada miembro de nuestro Orgullo era valorado, cada
guardián era de primera calidad y querido como a un hijo o un hermano. Éramos
familia en el verdadero sentido de la palabra, si no, en el sentido literal, y no podía
soportar la idea de perder a nadie. No con la muerte de Ethan aún fresca en mi
memoria.
El brazo de mi padre se deslizó de nuevo a mí alrededor, incluso antes de que me diera
cuenta de que me había estado observando.
—¿Qué estás pensando?
Mi suspiro, esa vez, era medio sollozo, a pesar de mi mejor esfuerzo por mantener mis
emociones bajo control.

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—Si pudiera, me gustaría sacar a los chicos de todo esto, nadie más debería tener que
morir a causa de la megalomanía de Malone. Pero ellos están tan dispuestos a luchar
por esto como yo lo estoy, y no tengo derecho a decirles que no pueden. O no deberían.
Incluso si eso significa que perdemos a alguien más.
El suspiro de mi padre era pesado y largo, y cuando finalmente habló, su voz era
espesa, como si se estuviera guardando más de lo que estaba diciendo.
—Hablas como un verdadero líder.

105

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CAPITULO 11
Traducido por *!!!BellJolie!!!*
Corregido por V!an*

—No… —Comencé a protestar que no era una líder, pero me detuve cuando la puerta
del dormitorio se abrió. Alex estaba en la puerta, sosteniendo un plato de guisado y un
termo.
—Voy a dejarte comer —dijo mi papá, ya dirigiéndose hacia el pasillo. Al cerrarse la
puerta, me lanzó una sonrisa comprensiva, alentadora, y me tragué el pánico lo
suficiente para asentir en cambio.
En comparación a Marc y Jace, en mi alojamiento yo estaba prácticamente en el cielo,
y podía llevar a cabo mi asignación, aunque mi piel se arrastrara sólo de saber que no
era libre de irme cuando quisiera.
106 —Toma. —Alex colocó el plato y el termo en la mesita de noche, pero esperé hasta que
se retirara a su silla antes de cruzar la habitación hacia mi cena.
Me hundí en la cama y levante el plato, aliviada al darme cuenta de que podía sentir el
calor en mis manos. La sensación había vuelto a mis dedos. Y el guisado olía bastante
bien.
Alex vio que recogía una cucharada de carne y zanahorias (horas antes de iniciar una
guerra no era un buen momento para comenzar una huelga de hambre) y consideré
brevemente, tratar de seducirlo con mis armas. Él acababa de salir de la escuela
secundaria demasiado joven para tener mucha experiencia con las mujeres, y lo
suficientemente arrogante como para creer que en realidad podría haber cambiado mi
corazón, con una vez que pasara un poco de tiempo con el imán del sexo que él
seguramente pensaba que era.
Pero después me di cuenta de que el solo pensar en tocarlo me enfermaría el estómago,
y no sería tan buena actriz.
Bien, volvamos a la vieja y verdadera prueba: hacerlo enojar hasta que diga lo que
quiero escuchar.
Cuando él se dio cuenta que lo miraba, Alex puso su mejor cara, su expresión era casi
de arrepentimiento. Todavía estaba tratando de ganarme. Idiota.

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—Sabes, entiendo que me odies, por ser tu carcelero, y todo eso.
Negué con la cabeza.
—Estás haciendo tu trabajo. Te odio por lo de Ethan.
Frunció el ceño mientras masticaba.
—Yo no maté a tu hermano.
Me tragué mi primer bocado, otra cucharada a mitad de camino a la boca.
—Estuviste a cargo del grupo que vino por Kaci. Lo que sólo demuestra que tu papá es
un idiota. Un líder es responsable de las acciones de sus hombres, y uno de ellos mató
a Ethan. Eso hace que sea tu culpa.
Tanto como de su padre. Las pálidas cejas marrones de Alex se juntaron.
—¿Cómo iba yo a saber que Gibson iba a saltar?
Se me cayó la cuchara de nuevo en el plato, ahora furiosa, incluso más allá del alcance
de mis manipulaciones intencionales.
—Es tu deber saber cómo los hombres van a reaccionar bajo tu orden en cualquier
situación. Si no los conoces, ¿cómo se supone que los guiarás? ¿Nunca debiste haber
llevado a... Gibson? —pregunté, y él asintió con la cabeza, la ira y la vergüenza de la
guerra claramente se reflejó en su rostro.

107 —Nunca deberías de haber llevado a Gibson en esa asignación. Ethan no era una
amenaza para él, incluso no sabía que estaba allí y Gibson lo mató de todas formas. ¡Y
después ibas detrás de una niña de trece años! ¿Qué hubiera pasado si él atacaba a
Kaci en su lugar?
Alex se erizó, casi me sorprendió verlo mostrar un poco su espina dorsal.
—Mira, yo no pedí esa asignación, y no elegí a los hombres. Así que no puedes odiarme
por algo que incluso no hice.
—Crece, Alex. —Dejé la taza y tome el termo—. Un verdadero líder no pone excusas. Él
simplemente se cercioraría de que no vuelva a suceder algo similar.
Tomé agua del termo, pero el agua fría no pudo apagar las llamas que quemaban de
rabia dentro de mí.
—Pero no eres un líder, y los hombres bajo tu orden lo sabían. Y también tu papá. Él
está tratando de ponerte en mi cama porque sabe que puedw manipularte, y que vas a
darle el control de los dos territorios.
—Él no me manipula. Él es mi papá —Alex habló con los dientes apretados, y su ira
cada vez mayor alimentaba la mía. Saqué otro bocado del plato, mirándolo por encima
de mi cuchara.

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—Él era el padre de Brett también, ¿no? Sin embargo, te manipulo para matar a tu
propio hermano. —Abrió los ojos y miró la puerta cerrada, claramente pensando en
todos los oídos que escuchaban desde la otra habitación—. Yo no veo una fuerte
relación entre padre e hijo aquí, Alex. Ustedes hacen que Anakin y Luke parezcan
Andy y Opie. Dejó caer la cabeza de nuevo, mirando a la alfombra mientras hablaba.
—Brett se cayó de un árbol.
—Así es. Y tú eres el único que vio lo que pasó, ¿no? Todo el mundo sabe que tú lo
hiciste, y ellos saben que tú padre te hizo hacerlo porque Brett había decidido venir a
jugar con los buenos.
—¿Crees que eres una de los buenos? —Alex de pie, gesticuló ahora furioso—. Tú
entregaste a Lance a los Thunderbirds. ¡Elegiste a otra especie sobre uno de los tuyos!
—Hice lo que tenía que hacer para salvar a Kaci. Y ambos sabemos que Lance era
culpable. Pero te dejé vivir y a Dean, incluso después de que trataste de matar a Jace y
él quería hacer un jack-o'-lantern4 de mi cara. ¿Un chico malo haría eso?
—Sólo un idiota haría eso —replicó Alex, y antes de que pudiera protestar (algo que me
moría de ganas de hacer con mis puños) se precipitó—. Eres una hipócrita, Faythe
hablas sobre el honor y la misericordia, pero estás dispuesta a dejar que tu especie
entera se extinga sólo porque eres una perra frígida que no la honra. Es la extinción.
Es genocidio a cámara lenta...

108 Mi mano se aflojó alrededor de mi cuchara. No podía pasar sus acusaciones. ¿Era eso
lo que todos pensaban de mí? ¿Que yo quería limpiar mi especie entera con un chorro
de agua por el inodoro? No es de extrañar que muchos de ellos me odiaran. Pero
estaban equivocados. Acerca de todo.
Se me cayó mi plato sobre la mesita de noche, y el caldo salpico por la madera.
—Estás tan lleno de mierda, que apestas a una milla de distancia. Y lo mismo ocurre
con tu papá, si ese es el tipo de toro que te ha estado alimentando. No puedes culpar
de los problemas de propagación de toda una especie a una mujer que desea tener una
vida propia antes de que ella esté lista para crear varios más. Y, francamente, cuanto
más escucho tus mentiras, menos quiero tener hijos, ¡por temor a que vallan a resultar
como tú! Tal vez nuestra especie no esté destinada a sobrevivir. ¿Alguna vez pensaste
en eso? Tal vez haya una razón por la que tienen tan pocas mujeres, y tal vez la razón
es para que idiotas como tú y tu padre, y patéticos seguidores besa-culos, no se
merezcan estar aquí, y mucho menos formar toda una nueva generación de soldados
de juguete y máquinas de bebés rotas de espíritu.

4
Lámpara hecha con una calabaza.

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Yo sabía que había dicho demasiado, sabía que todos en la sala podían oírme y que
podría ser que acabara de hacerme a todos mis nuevos enemigos. Pero no podía parar.
La verdad quemaba dentro de mí, exigiendo que hablara.
—No estarás asustado de que las otras Tabbies comiencen a pensar como yo. Tienes
miedo de que comiencen a pensar, ¡y punto! No sabrías qué hacer con una mujer que
tiene ideas propias, y tu mirada vacía e impresionada ahora lo demuestran —hice una
pausa para respirar profundamente y me levanté—. Y por cierto, el negarme a dormir
contigo no significa que sea una chica frígida. Esto significa que tengo estándares. —
Me hundí en la cama otra vez, flotando con la satisfacción y la más nutrida verdad por
la que yo había hablado que por la sopa que había comido. Probablemente pagaría por
todo lo que había dicho más tarde, pero no me arrepentía de una sola palabra. Malone
y sus aliados necesitaban una dosis de honestidad, y necesitaban saber con quién
trataban realmente. Y ahora lo sabían.
Alex echaba chispas. Su rostro enrojeció a púrpura por la rabia y humillación, y no
dejaba de mirar la puerta cerrada, hiperactiva porque la sala se había vuelto
completamente en silencio cuando comencé violentamente.
—Sabes, sólo sabes hacer las cosas más difíciles para ti, moviendo tu boca de esa
manera. Pronto perderás tus garras y necesitarás de un amigo, y verás me veré
malditamente bien junto a la alternativa.
—¿Alternativa? —le pregunté, y un destello de irritación genuina y celos pasaron sobre
109 su cara. El temor se estableció a través de mí mientras el significado se hundía en mis
adentros.
—¿Hablas sobre Dean?
—Sí. —Alex se dejó caer sobre la cama gemela de repuesto y se encontró con mi
mirada a tres metros de distancia, bajando la voz para que no escucharan desde el
salón.
—Marc y Jace no van a durar mucho tiempo, ahora que las cosas han cambiado. Los
dos sabemos eso. Y si no puedo hacer que entres en razón para el momento en que los
dos estén solos, mi padre dará un arma a Dean junto contigo. ¿Estás segura de querer
tratar con él en lugar de tratar conmigo? —Su mirada se desvió a la cicatriz en mi
mejilla izquierda—. ¿Después de lo que te hizo en la cara? Por lo menos, yo nunca te
lastimaría.
Tomé cada pedacito de autocontrol que me quedaba para no gritar, y no hice ningún
esfuerzo para bajar la voz.
—¿Y yo tengo que creer que he olvidado mágicamente cómo llegó mi nueva cicatriz? Tú
le dijiste que me cortara, Alex. Esta fue tu brillante idea, y no es el tipo de cosas que
una chica sólo puede perdonar y olvidar.

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—¡Fue solo una amenaza! —Su voz era una sugerencia de sonido ahora, incluso
aunque apenas lo escuche—. ¿Cómo iba yo a saber que realmente harías que lo
hiciera?
—Un Alfa no hace amenazas vacías, Alex. Dicen lo que quieren decir, y siguen
adelante. Un Alfa bueno, de todos modos. Tú padre, obviamente, no reúne los
requisitos, teniendo en cuenta que te mantiene bajo su pulgar con nada más que una
serie de inactivas amenazas.
—No son inactivas —susurró—. Él habla muy serio acerca de cómo deshacerse de
Marc y Jace.
—Oh, no lo dudo. Pero él no intentaría hacer algo pronto para poner a cargo a Dean en
el territorio sur-central que ha dejado que Marc maneje. Tu padre no puede controlar a
Dean Colin, y él lo sabe. Pero al menos Dean tiene las pelotas para hacer el trabajo.
Tú... no creo que las tengas.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Tu padre quiere nietos, y yo nunca estaré dispuesta a dormir contigo. —Lo dije
ruidosamente, cuidadosa al declararlo, para que todos en la otra habitación lo
escucharan—. Haz tus cálculos. ¿Cuál sería la única forma de dejarme embarazada?
—No. —Sacudió la cabeza, con los ojos muy abiertos, aunque todavía en voz baja.

110
—No va a ser así. Tú volverás, una vez que Marc y Jace se hayan ido. No tendrás
garras, ni a nadie para protegerte. Mi papá me dijo que tú me necesitas, y la necesidad
puede hacer que una mujer entre en razón.
Y de repente recordé que era muy joven e ingenuo.
—Tu papá es un idiota furioso —escupí, el desprecio goteaba de mi voz—. Voy a
luchar. Cada día. No me domesticarás. No me romperás. Voy a hacer tu vida un
infierno, y si tengo la oportunidad de matarte, lo haré. Y, francamente, no creo que me
puedas vencer en una pelea justa. Pero incluso si pudieras, ¿estás realmente
preparado para hacer lo que tu papá quiere? ¿Una y otra vez?
Alex parecía enfermo, como si estuviera a punto de vomitar por todo el piso. Di un
suspiro de alivio en silencio por haber podido leerlo correctamente. Si él se pareciera
más a Dean, mi enfoque hubiera fracasado espectacularmente.
—Puedes ser joven y estúpido, pero no eres un monstruo, Alex. Y si tu padre tuviera
una neurona cerebral en ese cráneo inflado, sabría que cuando llegue el momento,
serás inútil para él. Mierda, yo no estaría sorprendida si él te deja por completo.
Entonces, ¿adónde iras?
Su manzana de Adam se agitaba como si estuviera tratando de tragarse la rabia que
no tenía otra forma de salir. Y cuando por fin habló, apenas podía oírle.

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—No soy Brett. No me vas a hablar de desertar.
Me reí en voz alta y me emocionó el verlo retroceder.
—Mi padre no te llevaría. Tenemos estándares en el Orgullo sur-central. Los cobardes
no necesitan aplicar.
—Yo no soy un cobarde. —Tenía esa ira de nuevo. Era una furia tranquila en este
momento, burbujeando bajo la superficie.
—Así es. Es por eso que tienes una pistola metida en la parte trasera de tus
pantalones. Un arma puede hacer que incluso el más cobarde despreciable se sienta
poderoso, ¿no lo crees? Pero lo que el arma realmente significa es que tú no luchas lo
suficientemente bien para ir sin ella.
—Tú no sabes de lo que estás hablando.
Rodé los ojos.
—Sé esto, no lograras sorprendernos con armas de nuevo. La caza es grande en Texas,
Alex. ¿De verdad crees que nos impresionarás con un par de pistolas estúpidas?
Me obligué a respirar de manera constante, asustada de que si contenía la respiración,
él vería qué tan importante era su respuesta; que la discusión había sido del todo una
introducción a la cuestión de la pistola.
Afortunadamente, Alex estaba demasiado furioso para el cambio sutil en el tema.
111 —¿Un par de pistolas estúpidas? —Su rostro se volvía rojo de nuevo—. No es tan sólo
un par. Son veinte. Más que suficientes para proteger y defender, y no eran fáciles de
conseguir, sin todas las comprobaciones de antecedentes y documentos.
Una sensación de malestar se retorció en mis entrañas y mi satisfacción comenzó a
desvanecerse. ¿Malone tenia veinte armas? Mierda. ¿Cuánto tiempo había estado
planeando esto? ¿Cómo demonios se supone que tenemos que deshacernos de varios
antes de la pelea? ¿Y qué demonios se supone que debemos hacer con ellos?
—¿Veinte? Hablas de la capacidad de destrucción... ¿O es que tu papá tiene veinte
guardianes ahora? Con el ego elevado, es probable que crea que necesita ese tipo de
entorno.
Alex frunció el ceño. No le gustaba que insultara a su padre, lo que hizo de esto mi
nuevo pasatiempo favorito.
—Las armas son para el nuevo grupo de trabajo.
—¿Y tú estás en este grupo de trabajo?
—Escogidos cuidadosamente hace un mes.

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Antes de que incluso hubiera un grupo de trabajo. Doblé mis rodillas hasta mi pecho y
mis brazos alrededor de ellos, teniendo en cuenta que la conversación se había
reanudado en la sala de estar. Ya no escucharían.
—¿Hay en realidad veinte miembros? —Esa sensación de temor se hizo más oscura.
Ese grupo de trabajo era una muy mala idea.
—Todavía no, pero lo habrá. Mi padre tiene el ojo en varios toms de otros Orgullos,
para mantener las cosas justas.
O por lo menos para mantener las cosas y que parezcan justas.
—¿Me estás diciendo que tu papá está pasando armas de fuego a un montón de
novatos hambrientos de poder que nunca han sostenido ni siquiera un arma antes?
Alex frunció el ceño.
—Eso sería una estupidez. Hemos estado entrenando desde hace semanas, y la
mayoría de nosotros somos muy buenos disparando. —Vaciló, y luego agregó—: Yo soy
mejor que Dean.
No podía decidir si pegarle o sostener su mano y llevarlo de vuelta a la guardería. Alex
era sólo un niño. Era un adolescente impresionable, cuyo sentido del bien y el mal
habían sido deformados para siempre por un padre hambriento de poder.
Desafortunadamente, también era un adolescente armado que podría lanzar a un

112
hombre adulto a la habitación de al lado.
—Ustedes no tendrán todos los cañones aquí, ¿verdad? —pregunté, cuando una
manera más sutil a la pregunta no se presentó.
Sus ojos se estrecharon.
—¿Qué, piensas tomar una, ahora que sabes lo que tienes en contra? —Comencé a
negar, a continuación, decidí dejarlo pensar lo que quisiera—. No va a pasar. Sólo
tenemos la mitad, y la mitad están encerradas sanas y salvas. Nunca conseguirás
poner una mano en ninguna.
Me encogí de hombros, tratando de parecer casual.
—Yo ni siquiera lo intentaría. Ni siquiera sé utilizarlas.
—Esa es una razón más que deberías replantearte en la rutina de Perra frígida. Tu
boca no te va a proteger de una bala de 9 milímetros, ni siquiera tus garras te salvarán
tampoco. Lo mejor que puedes hacer por ahora es callarte y empezar a jugar bien,
porque los puentes ardientes sólo se van a dejar atados.
Mejor sola que con Alex. O Dean. ¿Y qué clase de metáfora de mierda era esa, de todas
formas? Alex confundió mi silencio por capitulación (o por lo menos la contemplaba
seriamente) y por varios minutos, ninguno de los dos habló. Entonces, finalmente,
suspiró.

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—¿Vas a comer eso? —Hizo un gesto hacia el plato medio vacío de guisado ya frío en la
mesita de noche.
—No. Ve por ello.
En lugar de levantarse y caminar alrededor de la cama, se inclinó sobre mí con una
mano sobre el colchón, con cuidado para asegurarse de que su pecho rozara el mío al
llegar al plato. El maldito arrogantemente. A medida que se extendía, la camisa se
subía, dejando al descubierto el extremo del arma que sobresalía de su cintura.
Dudé menos de un segundo. No estaba en mi plan. Se suponía que debía esperar la
fuga de la cárcel, no ejecutarla yo misma. Pero la vida rara vez balancea oportunidades
tan cerca de mis avariciosas manos, y yo no iba a pasarla por alto.
Le arrebaté el arma. Alex se sentó, tratando de agarrarla. Su seguridad se esfumó,
como había visto hacer antes. Alex se congeló.
—Faythe...
Levanté el arma, con fuerza. El mango se estrelló contra su sien. Alex se derrumbó
encima de mí, fuera de combate, ya formándose una protuberancia a un lado de su
cabeza.
—Sólo dije que tú podría intentar detenerte.

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CAPITULO 12
Traducido por Luxero y Sheilita Belikov
Corregido por Milliefer

Hice rodar a Alex de mí al borde de la cama, luego tiré de las esposas de su bolsillo y
aseguré sus brazos detrás de su espalda. La llave estaba en el bolsillo delantero, eché
un vistazo alrededor del cuarto por algo con que atar sus tobillos. El aparador, la
cómoda, y el armario estaban todos vacíos, a excepción de unas pocas perchas de
metal dobladas en el suelo del armario. La única cosa aún remotamente parecida a
una cuerda era el cable telefónico.
Arrodillándome entre las camas individuales, saqué la mesita de noche de la pared y
desconecté el cable de la toma, luego del teléfono, y lo usé para atar los tobillos de Alex
juntos.
Sin cinta aislante y nada que usar como una mordaza, rasgué la manga de su
camiseta negra de invierno, luego me maldije por ya tenerlo esposado. Marc había
hecho parecer el acto de desgarrar tela como material fácil, y yo había hecho estallar
114 las costuras del hombro bien, pero me costó dos intentos conseguir que la manga
quedara desgarrada a lo largo de la longitud de su brazo.
Enguaté encima del material flojo y lo empujé en su boca, en lugar de una mordaza
mejor, luego lo empujé debajo de la cama. Si alguien buscaba más de un segundo, lo
encontrarían (sobre todo si él se despertaba y luchaba) pero a simple vista, el cuarto se
vería vacío, una vez que me hubiera ido.
El plan había sido que Marc y Jace se ocuparan del guardia afuera de mi ventana,
pero ellos obviamente no estaban libres aún, sin embargo, era el mayor inconveniente
en mi fuga improvisada de prisión. Bien, esto, y el hecho que yo no llevaba un abrigo,
lo que significaba que se iba a congelar mi culo afuera.
Me arrodillé en la cabecera de la cama izquierda para mirar por la ventana, pero no vi
ningún signo de mi guardia, o de alguien más. Mi habitación daba al patio lateral (en
el primer piso, gracias a dios) y hacía frío suficiente para que cada uno con una onza
de sentido estuviera dentro. De hecho, yo podía oír el rugido del crujido de un fuego en
la sala principal por el pasillo, con el zumbido de conversación que, con esperanza,
disfrazaría los pocos sonidos de mi fuga.

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La vista de la segunda cama era la misma, lo que significaba que mi guardia había
dejado su puesto o bien estaba de pie directamente al lado de una de las ventanas
donde yo no podía verlo, esperando golpearme en la cabeza y regresarme.
Para probar la teoría, tomé una respiración profunda en calma y empujé la ventana un
par de centímetros y jadeé por el frío punzante. Si el guardia aparecía, yo diría que
quería aire fresco.
Pero nadie vino, entonces la abrí un poco más y saqué mi cabeza. El patio estaba
vacío.
Esto era probablemente una trampa. ¿Cuáles eran las posibilidades de que se me
ocurriera hacer mi fuga durante el único descanso del guardia para ir al baño?
—¿Adónde diablos piensas que vas?
Giré hacia la voz desconocida y me golpeé la parte trasera de la cabeza sobre la parte
inferior de la ventana.
—¡Mierda! —Froté mi cuero cabelludo, vi al guardia desplazándose hacia mí, llevando
un termo que echaba vapor por el agujero. Uno de los hombres de Malone. Yo lo
conocía de vista (él había estado allí cuando fuimos “detenidos”) pero su nombre no
venía a mí. ¿Terry? ¿Tommy? Algo con una T...
Mi pulso se aceleró, y luché para controlarlo. Como si él no pudiera oír muy bien con

115
aquella capucha gruesa sobre él. Seguramente.
¡Teddy! Esto vino a mí de repente cuando él se aceró fuertemente, desabrochando su
chaqueta para mostrarme el arma metida en el frente de su cinturón. El idiota debería
haberla guardado.
—Ted ¿no? —Evoqué una sonrisa, preguntándome cuánto sabía él de mí. Cuán
peligrosa era considerada por los toms con los que no había tenido ningún contacto
personal.
Su ceja se levantó, entonces sus ojos oscuros se estrecharon en la luz que se
derramaba de la ventana sobre mi cabeza. Él pareció tanto sorprendido como
sospechoso de que yo supiera su nombre.
—Esto no es un paseo por la ventana. Regresa allí.
—¿Es eso café? —Mi cerebro zumbaba, luchando por las palabras adecuadas, una
explicación plausible—, ¿Posiblemente podría convencerte de conseguirme una taza?
Alex está bastante pegado a esta rutina de pan-y-agua.
—No soy tu maldita ardilla. —Estiró el cuello, tratando de mirar alrededor de la
ventana—. ¿Dónde está Alex, de todos modos?
—En el baño. Atoraron alguna mierda justo fuera de la puerta. —Me incliné más lejos
de la ventana y miré a su taza—. ¿Puedo tener un sorbo de la tuya, entonces?

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Teddy vaciló, mirando de mí a su taza aislada, luego de vuelta. Hice rodar mis ojos.
—Debes ser el único tom en este complejo que tiene miedo de mis gérmenes. Todos los
demás parecen malditamente impacientes por tomar todo lo que estoy dando. Lo que
quiere decir que eres miedoso de grandes felinos, o que eres realmente tacaño con tu
café. —O a él no le gustaban las chicas. Me encogí de hombros y comencé a agacharme
de vuelta dentro de la habitación—. Muy bien. Quédate con el maldito café.
—Toma. —Él empujó la taza hacia mí, como la mayor parte de toms, impacientes por
defender su virilidad—. Espero que te guste negro.
Sonreí abiertamente.
—Mientras esté caliente. —Lo juro, llamarlos “asustados” funciona igual de bien como
jugar la trampa de mostrar las tetas. Casi. Así que sólo por si acaso, le di una visazo
agradable, me incliné a mitad de camino hacia fuera la ventana otra vez. Mientras él se
quedó mirando mi camisa, alcancé el café, y agarré su muñeca en cambio.
Tiré con fuerza. Él gruñó y voló hacia mí. El café se derramó. Su cara se aplastó en la
ventana sobre mi cabeza. Tiré su arma de su cinturón.
—¡Whoa!... —Ted dejó caer el café y empezó a retroceder.
—No te muevas —ordené.
Él se congeló.
116 —Ni siquiera sabes cómo usarla.
—Mi papá aprendió a disparar en la universidad, y él nos enseñó todo lo básico. —Un
poco de verdad en cada mentira es como la sal sobre las patatas, sólo se pone mejor
así. Levanté una ceja cuando él frunció el ceño en incredulidad—. ¿Qué? Pensaste que
eran los únicos disparando ciervos de papel. Piensa otra vez.
—Estas mintiendo...
Sonreí.
—¿Qué pasa si no lo estoy?
—Ellos vendrán en el minuto en que escuchen los disparos.
Me encogí de hombros.
—Sí, estarás fusilado. Como los quince siguientes que atraviesen aquella puerta.
¿Quieres esto sobre tu cabeza?
—No vas a matarlos.
—No, pero voy a disparar. ¿Qué vas a decirle a Malone cuando averigüe de dónde
conseguí el arma?
Teddy vaciló, claramente tratando de pegar un tiro de bolas de fuego desde sus ojos.

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—Eres una puta.
—Sí, estoy pensando en que tendré que ponerlo en algunas tarjetas de presentación.
Ahora, gira y da un paso atrás. Gritas, y voy a poner una bala en tu hombro.
Él no se movió hasta que quité el seguro con un chasquido, alegre de haber visto tanto
a Dean como a Alex hacer esto antes. Y aún más alegre de que ellos claramente
llevaban todos los mismos modelos de armas.
—Mierda. —Teddy se volvió lentamente, con los brazos extendidos a los costados.
—Pon tus manos detrás de tu espalda.
Teddy resopló.
—No puedes atar mis manos y mantener la pistola al mismo tiempo. —La tensión en
sus manos y cuello dijo que él iba a intentar algo estúpido.
—Tienes razón en eso. —Coloqué el seguro de nuevo y me incliné más lejos de la
ventana, luego balanceé el arma con todas mis fuerzas. La culata se estrello contra la
parte posterior de su cabeza. Ted cayó al suelo como una marioneta con sus cuerdas
cortadas.
Subí por la ventana, ya temblando violentamente, y cuando estuve segura de que Ted
todavía respiraba (gracias a las bocanadas de aire blanco que flotaban delante de su
cara) lo hice rodar en su estómago y saqué sus esposas de su bolsillo. Entonces, tomé
117 el placer perverso al contener sus propios puños. Eso es recibir un disparo con tu
propia arma o apuñalar con tu propio cuchillo. Sal a la herida.
Me gustó la ironía.
Los ojos de Teddy revolotearon, y él gimió, ya despertándose. Era difícil entrar en un
buen movimiento cuando cuelgas de una ventana.
Como yo no tenía otra forma de mantenerlo tranquilo, le di patadas detrás del cráneo,
y su cabeza rodó a la izquierda. Él estaba frío esa vez. Y sólo una vez que la adrenalina
comenzó a desvanecerse, me di cuenta de que lo había esposado antes de quitarle su
abrigo. Otra vez. Y una rápida búsqueda reveló que él no tenía las llaves. Me hacía
demasiado feliz esposar para mi propio bien. Por suerte, yo también estaba libre,
armada con dos pistolas que no sabía usar, y llena de la satisfacción de que sin ayuda
de nadie había desarmado e incapacitado a dos miembros del grupo de trabajo “Elite”
de Malone.
Y me estaba congelando el culo.
Comprobé dos veces la seguridad en la nueva pistola, luego deslicé el cañón en la
pretina delantera de mis jeans (incómodamente consciente de que ahora era la carne
en un sándwich de dos armas de fuego) entonces miré alrededor para orientarme. Mi

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habitación estaba al lado del alojamiento; la parte frontal estaba a mi izquierda y la
parte de atrás estaba a mi derecha.
Avancé lentamente de espaldas a la pared, mientras un reloj hacia tic-tac suavemente
en mi cabeza. No tardarían mucho en darse cuenta de que me había ido, y tenía que
liberar a Marc y a Jace antes de que ocurriera. Pero cuando di la vuelta en la esquina
trasera del alojamiento, descubrí a través de la luz y el ruido que salía desde la
ventana descubierta de la cocina que estaría claramente a la vista durante mi
arremetida a través del patio trasero hacia el cobertizo donde se encontraban
detenidos.
Afortunadamente, la entrada del cobertizo estaba en la pared a la izquierda, por lo que
el guardia aún no me había visto. Sin embargo, un acercamiento sencillo nunca
funcionaría. Incluso en la oscuridad, cuando me negara a identificarme, él ya habría
disparado o gritado por un respaldo.
Frustrada y medio congelada, di marcha atrás rápidamente, luego atravesé el patio
lateral, en dirección al bosque lo más silenciosamente posible. Bajo la cubierta de los
árboles, me detuve a Cambiar mis ojos. La luz de la cabaña no llegaba a la línea de
árboles, y en mi forma torpe de dos patas, con la inadecuada visión humana, nunca
llegaría al cobertizo sin tropezar y delatarme.
Ahora mejor preparada, tomé mi camino a través de la maleza, dirigiéndome por
montones de hojas de pino en lugar de crujientes hojas caídas, hasta que vi el
118 cobertizo justo al frente. Y al tom en servicio, demasiado oscuro para identificarlo
desde tan lejos.
Me di cuenta por su presencia y porte que no lo conocía. Sin embargo, las
posibilidades de que él no me conociera eran casi nulas, por lo que el: “Oye, me perdí
en el bosque” rutinario probablemente no funcionaría.
Pero de todas formas... él no podía ver tan bien como yo en la oscuridad, y nuestro
sentido del olfato no es tan bueno en forma humana como en forma de gato. Y él no
esperaba que la prisionera más famosa de Malone (de quien no sabía que se había
escapado) saliera andando del bosque.
Tal vez si voy por el Óscar...
A falta de un buen plan, cualquier plan funcionaría. Moví el arma de Teddy del frente
de mi pretina a la parte trasera, junto a la de Alex. Mi corazón estaba acelerado, pero
eso era bueno, una respuesta fisiológica natural de una verdadera damisela en apuros.
Después de dudar un solo momento, tomé una respiración profunda y salí a
trompicones del bosque.
Tropecé a propósito, respirando con dificultad, y miré por encima del hombro a los
árboles que podía ver mucho mejor que el guardia. Medio sollozando, me impulsé en
mis pies y trastabillé unos pasos más allá.

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—¡Oye! —El guardia gritó, y me sobresalté ante su volumen—. ¿Qué estás...?
—¡Oh, gracias a Dios! —jadeé, obviamente sin aliento por mi carrera por el bosque.
Con suerte, él no se detendría a preguntarse por qué no me había oído llegar—. Hay
algo allí afuera. Persiguiéndome... —Corrí hacia él, medio girada al lugar en el bosque,
y para mantener mi cara apartada, resollé y exhalé, como si apenas pudiera respirar—.
Algo grande. Lo oí. Jadeando. Gruñendo.
Miró por encima del hombro, con su mano yendo a su cintura en un gesto automático
y natural, y tuve un momento para preguntarme si había encontrado a un tom que
fuera realmente bueno con su pistola.
—¡Corre! —di un grito ahogado—. Está justo detrás de mí.
—No escuchó ningún...
Cuando no se movió, me dejé chocar con él, colisionando en sus brazos como la bella
huyendo de la bestia. De esa manera, él estaba demasiado ocupado sosteniéndome
como para ir por su pistola. Pero yo no lo estaba. Cuando él me levantó, agarré la 9
mm de su cintura (mi tercera captura en media hora). Nada mal para una chica, ¿eh?
—¿Qué...?
—Cierra la boca y ponte de frente al cobertizo. —Lo empujé alrededor por un hombro—
. Incluso aparenta que te vas a mover, y te pego un tiro en el muslo.

119 —Mira, no tengo dinero en efectivo, y no tienes idea de con qué te has tropezado.
Me reí en voz baja. Todavía no me reconocía.
—Oh, tengo una idea bastante buena. También tengo una muy buena idea de lo que
Malone va a hacerte cuando se entere de lo que pasó con tu arma.
—¿Faythe? —El guardia comenzó a girar, pero se detuvo cuando empujé el cañón de la
pistola en su espalda.
—Una palabra más, y estarás luchando contra la pérdida de sangre e hipotermia.
¿Entendido? —Él asintió en silencio, y yo tuve que trabajar en evitar que mis dientes
castañearan—. Bien. Quítate el abrigo. Lentamente.
El guardia deslizó primero un brazo, luego el otro, de sus mangas.
—Déjalo caer, y luego patéalo hacia atrás. Y ten en cuenta que si puedes sacar un
brazo a la vez, me lo puedo poner en la misma forma. El arma sigue apuntando a tu
espalda.
—No me vas a disparar. —Él dejó caer el abrigo, luego lo deslizó hacia atrás con su pie
derecho.
—¿No has oído que soy una perra loca?

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Después de eso, él no tuvo nada más que decir cuando me agaché por el abrigo y me lo
puse en un brazo a la vez, haciendo todo lo posible por mantener el arma apuntando,
tal como lo había prometido.
—Ahora, abre la puerta.
—Está cerrada con candado —dijo, y un vistazo al cobertizo lo confirmó.
—Ábrelo. Y deja caer tus esposas.
Sacó las esposas de un bolsillo y las dejó caer en el suelo a sus pies, luego separó una
llave de la otra.
—Malone va a tomar tu cabeza por esto —dijo mientras giraba la llave en la cerradura,
con los dedos ya encarnados y entumecidos por el frío.
—Sí, ¿qué va a hacer, matarme dos veces? —Por supuesto, la muerte no era lo que
realmente tenía que temer de Malone y sus hombres, pero nada de lo que hiciera o
dejara de hacer cambiaría lo que ellos querían de mí. Un segundo después, haló el
candado de la puerta del cobertizo—. Está bien, ábrela y camina al interior. Y no
toques una puta cosa.
El guardia abrió la puerta y entró. Seguí sus pasos, sólo deteniéndome el tiempo
suficiente para cerrar la puerta detrás de mí. La bombilla de luz tenue que colgaba del
techo fue un shock después de la oscuridad del bosque, y me detuve por un momento

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para dejar que mis ojos de gato se adaptaran. Pero antes de que pudieran, oí un
arrastramiento de pies directamente enfrente.
—¿Faythe?
Marc. Y Jace estaba en la jaula junto a él. Forcé mis ojos a abrirse más y sonreí.
—Sorpresa.

Purple Rose
Rachel Vincent Saga Werecats Alpha

CAPITULO 13
Traducido por cuketa_lluminosa y Taty95.12
Corregido por Obsession

Mi sangre hervía a pesar de la temperatura bajo cero, a la vista de Marc y Jace


encerrados en jaulas de animales de cinco metros de altura. Como yo, ellos habían
sido sacados de nuestra cabaña sin abrigos, y en jaulas separadas, ni siquiera podían
amontonarse en busca de calor. Después de menos de dos horas en el frío, ambos
estaban pálidos y temblando, y sólo calentados por la furia ardiente que quemaba
claramente tras sus ojos.
—¿Cómo te escapaste? —dijo Jace entre dientes mientras permanecía encorvado, sus
dedos se cerraron alrededor de los lados de malla de acero de la jaula.
—A través de la ventana. —Le di al guardia en la espalda con su propia arma—.
Déjalos salir.

121 —Yo no tengo las llaves. —Comenzó a girar, pero se detuvo cuando le empujé de
nuevo.
Eché un vistazo alrededor de la caseta y vi una caja de herramientas abierta, oxidada
en una esquina, sosteniendo un martillo y un surtido de llaves.
—Consigue el martillo y golpea las cerraduras. Un golpe a cada una. —Porque si
alguien lo escuchaba, no habría tiempo que perder con delicados toques—. Y si incluso
parece que vas a golpear otra cosa que no sean las cerraduras, te pego un tiro en la
espalda. —Yo no podría matar tan fácilmente como los hombres de Malone, pero podía
y lo haría en defensa propia, o bien en defensa de los hombres en las jaulas.
—¿Qué pasa con Alex? —Marc preguntó, mientras el guardia tomaba el martillo y
vacilaba, probablemente tratando de decidir si hablaba en serio sobre matarlo.
—¡Vamos! —Golpeé al guardia, y miré a Marc—. Alex es una víctima de su propia
estupidez y la arrogancia.
—¿Está muerto? —Jace preguntó, con su voz llena de una mezcla de pesar y de alivio.
Ellos luchaban en bandos opuestos, pero compartían una madre.
—Sólo inconsciente. Lo mismo pasa con el matón afuera de mi ventana. Por lo tanto
apurémonos. —Miré al guardia—. Hazlo. Y si tienes que tomar más de un movimiento,
vas a lamentarlo.

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Finalmente se encogió de hombros, y dio un paso atrás cuando volvió a la cerradura de
la jaula de Marc. La cerradura se abrió, y di un suspiro de alivio en silencio. Yo no
había estado segura de que funcionara.
—Quita la cadena, y luego hazlo en el otro.
El guardia puso su martillo en la parte superior de la jaula de Marc y sacó la cadena
como ordené. Aún temblando, Marc salió de su prisión mientras el hombre de Malone
pasó a liberar a Jace.
—Toma. —Mientras que el guardia desenrollaba la segunda cadena, tomé una de las
armas de mi cintura y se la entregué a Marc—. Por si acaso.
Cuando Jace estuvo libre, le entregué las esposas, y aseguró las manos del guardia
detrás de la espalda.
—¿Quieres ponerlo en la jaula?
—Sí, si alguna de las cerraduras todavía funcionan.
—Deberíamos amordazarlo también, o va a gritar hasta que alguien se presente —dijo
Jace. Examinó las cerraduras, mientras que Marc buscaba algo para amordazarlo.
Desafortunadamente, ambas cerraduras estaban destrozadas, pero Marc encontró un
rollo de toallas de taller y un rollo de cinta adhesiva en una caja. Él amordazó al
guardia y puso sus tobillos con cinta juntos, luego lo empujó a una de las jaulas. Jace
122 puso la cadena alrededor de la cerradura y la barra. Sin el candado para mantenerlo
en su lugar, el guardia probablemente con el tiempo daría una patada y quedaría libre,
pero con un poco de suerte, no sería pronto.
Con el nuevo prisionero tan tranquilo y seguro como podíamos tenerlo, salimos al frío,
para evitar discutir el resto de nuestros planes delante de él, otra lección aprendida de
los chicos malos de televisión.
Detrás del cobertizo, fuera de la vista desde el albergue, interrogué a los chicos. En
sentido figurado.
—Bueno, tenemos que deshacernos de las armas antes de que esta nueva pila de
mierda golpee el ventilador aunque, como ven, yo diría que encontrar un par de
abrigos es también una prioridad. —Les entregaría el mío, pero no estaba segura de a
cuál ofrecérselo. Y ninguno de ellos la habría tomado, de todos modos.
—Sí, los asuntos obviamente presionan, pero en primer lugar... —Marc me miró como
si quisiera abrazarme, aunque sólo fuera para darme calor, pero él no se dejó—. ¿Estás
bien?
No pude resistir una risita.

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—Por una vez, la doble moral trabajó a mi favor. Tenía una habitación caliente, guiso
caliente, y un guardia idiota. Ustedes chicos estaban congelando sus culos en las
jaulas.
—Estamos bien —insistió Jace con los dientes apretados, probablemente para evitarles
castañear—. ¿Sacaste tres de los hombres de Cal tú sola?
—Los cerebros están sobre la fuerza física, bebé. —Sonreí—. Si alguna vez ellos dejan
de subestimarme, yo podría en realidad sentir el cambio.
Jace devolvió mi sonrisa.
—O morir.
—¿Así que supongo que esto significa que nos estamos moviendo en contra de Malone
antes de lo esperado? —Marc preguntó, los brazos cruzados con fuerza sobre su pecho
en busca de calor, obviamente, no queriendo tomar parte en la ligera post fuga.
—No tenemos otra opción, a menos que ustedes quieran volver de nuevo a las jaulas.
La sonrisa Jace se tambaleó, pero no pudo extinguirse completamente.
—Ni siquiera si te arrastraras allí conmigo.
Marc apretó los dientes, pero se mantuvo enfocado en el asunto en cuestión.
—Así que... las armas. Supongo que Malone las mantiene cerca. Probablemente en su

123 habitación.
Me encogí de hombros.
—En realidad, estoy pensando que están en el cobertizo detrás de la cabaña. Alex dijo
que están encerradas, y que yo sepa, ninguna de las habitaciones tienen cerraduras.
—Por lo menos, las nuestras no tenían.
—¿Alex te ha hablado de las armas? —Jace preguntó, con los labios azules.
—Sólo que tienen veinte, y trajeron diez aquí. Pero hay tres menos ahora. —Sonriendo,
tiré de la segunda pistola de mi cintura y se la entregué a él.
Jace parecía impresionado, pero aceptó la pistola vacilante, sin duda recordando el
período de recuperación de su herida de bala pasada.
—No sé cómo disparar.
―Yo tampoco, pero supone una muy buena amenaza, y supongo que, de cerca, tu
objetivo no tiene por qué ser tan bueno. Sólo asegúrate de que sabes cómo quitar el
seguro, o ellos entenderán muy rápidamente que estás mintiendo. —Mientras Jace
giraba el arma en sus manos, miré a Marc, que se mantuvo estoico contra el frío—.
Bueno, tenemos que conseguir que estén calientes y dejar que papá sepa que estamos
fuera. Vamos por el bosque. —De esa manera, estaríamos fuera de la vista, y
bloquearíamos lo peor del helado viento.

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—Así que, esto va a ir abajo sin respaldo... —Marc susurró, cuando elegimos nuestro
camino con cuidado por el bosque. Los chicos tenían Cambiados sus ojos también
(ellos fueron de los primeros miembros de mi Orgullo en dominar el Cambio parcial) y
parecían mucho más hábiles al senderismo en sus formas humanas de lo que yo
estaba en la mía, incluso con sus miembros seguramente medio entumecidos por el
frío.
—No hay tiempo para llamar al resto de nuestros muchachos, y mucho menos los
Thunderbirds. —Con quienes tenías que ponerte en contacto en persona, gracias a su
falta descortés de un teléfono. Y cualquier otra comodidad moderna más allá de la
cintas de vídeo usadas un poco y una vieja televisión para sus hijos.
—Somos todos combatientes fuertes —dijo Jace—. Y llevar las armas ayudará incluso
con las probabilidades.
Pero incluso si las manejáramos, la guerra no se libraría sin bajas. Perderíamos a
alguien. Tal vez más de una persona. Y eso no estaba bien.
Quince minutos más tarde, nos asomábamos entre los árboles en la parte posterior de
nuestra propia cabaña, escuchando y buscando cualquier cosa fuera de lo común. Si
Malone sabía que habíamos escapado, habría tenido a alguien mirando la cabaña, y
mientras estábamos más que listos para luchar, no podíamos arriesgarnos a empezar
algo grande antes de habernos librado de las armas y advertido a todos los demás. Y
calentar a Marc y Jace.
124 —Creo que está despejado —dijo Jace finalmente, y yo asentí. No había visto ni oído
nada extraño, y conocía a todas las figuras que habían pasado por la ventana. Pero mi
padre no había estado entre ellos. Estaba todavía en el alojamiento, ¿no quería
dejarme allí sola?
Me dolía el corazón, tanto en gratitud como frustración, y yo habría dado cualquier
cosa por un teléfono celular en ese momento, así lo podía poner al corriente.
—Vamos. —Marc cruzó la línea de árboles, a continuación, corrió hacia la escalera
trasera. Jace y yo corrimos tras él. En el momento en que llegamos, Marc estaba
llamando a la puerta—. Está cerrada —explicó, cuando se detuvo en el escalón por
debajo de él, incómodamente de pie expuesto a la luz del porche.
El visillo se separó, y apareció la cara de Teo Di Carlo. Sus ojos casi desorbitados de su
cabeza cuando se dio cuenta de que Marc estaba en la luz del porche, y luego me vio
detrás de él. Hurgó con el pomo de la puerta, y un momento después nos llevó en su
interior.
—¿Alguna vez he mencionado lo mucho que amo la calefacción central? —Marc se
dirigió hacia la cafetera, todavía chorreando dulce y caliente cafeína.

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—Y chimeneas rugientes... —Jace se dirigió derecho a la chimenea de piedra—.
¿Alguien tiene malvaviscos?
—¿Cómo diablos has salido? —Teo cerró la puerta cuando la gente emigró a la cocina,
atraídos por nuestras voces.
Marc sirvió café en dos tazas, a continuación, llegó el azúcar.
—Faythe nos liberó.
—¿Y quién la liberó? —Vic preguntó, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras
se apoyaba contra la pared de la cocina. Todavía estaba enojado y, evidentemente, el
rescate de Marc no me daba ningún punto a su favor, porque había rescatado a Jace
también.
—¿Qué soy? ¿Impotente? —Sonreí y acepté la taza que Marc me dio, pero Vic sólo
asintió con la cabeza en reconocimiento de mis habilidades—. ¿Dónde está mi padre?
—Está en el alojamiento, cuestionando cada palabra de Malone para mantener al
Concejo ocupado. Estábamos a punto de ejecutar una fuga de la cárcel.
—Sí, lo tengo cubierto. —Puse mi taza sobre la mesa y miré alrededor, tratando de
reunir mis pensamientos. ―Está bien, Marc y Jace necesitan comida, algo caliente y
alto en calorías, y yo necesitaba un teléfono.
Vic sacó el teléfono del bolsillo, el teléfono que deliberadamente no me ofreció,
125 mientras que Teo sacó un recipiente de vidrio con algo caliente, con queso y medio
devorado del horno.
—Toma. —Brian Taylor me dio su celular, y yo le sonreí en agradecimiento. Mientras
los chicos recogieron grandes porciones de la pasta al horno en platos, envié un
mensaje a mi padre para evitar que los otros Alfas oyeran por casualidad la
conversación.
Es F. Estamos afuera en la cabaña.
Un momento después, su respuesta fue: Voy de camino. Y a pesar de las
circunstancias, me tomé un momento para divertirme por el hecho de que mi padre
sabía escribir mensajes de texto. Ethan le había enseñado, insistiendo en que el nuevo
conocimiento sería muy útil. Me dolía el corazón con el hecho de que él no estaba cerca
para presumir de tener la razón.
Mientras Jace y Marc comían, tomé un plato de una combinación de aspecto
vagamente italiana de fideos, queso y salsa de tomate, y había enfundado la mitad
antes de darme cuenta de Vic con el ceño fruncido hacia nosotros desde la sala de
estar. Irritada ahora, hice contacto con los ojos y lancé la cabeza hacia el pasillo.
Él asintió con la cabeza bruscamente y me encontró allí, entonces me siguió en
silencio a la primera habitación que pasamos.

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—Bueno, acaba de una vez —dije, apoyándome contra la puerta cerrada.
—¿Qué?
—Estás enojado conmigo, y todo el mundo puede ver que, nuestra vida sólo puede
depender el uno del otro en el próximo par de horas. Así que crece un poco y haz tu
paz, entonces sácalo.
Su ceño fruncido sólo creció.
—Te acostaste con Jace. —No era una pregunta.
—Sí. Y, francamente, no tengo que justificarme contigo. —Empezó a objetar, pero lo
interrumpí—. Sobre todo porque es injustificable. —Y de repente sentí la ausencia de
Ethan más fuerte de lo que la había sentido desde el día en que había muerto.
Necesitaba hablar con alguien acerca de Jace y Marc, y tan impresionante como lo era
el consejo de mi padre, él era mi papá.
—Bueno, al menos reconoces eso. —Él resopló, pero se veía medio apaciguado por mi
admisión.
—¿Te sientas?
Vic vaciló, y luego sacó una silla de escritorio de la pared y se dejó caer en ella. Me dejé
caer hacia debajo de la puerta y me senté con mis rodillas dobladas hacia el pecho,
mirando hacia él, ahogándome en la sobrecarga de dolor y conflicto que se precipitó de
126 nuevo, ahora que estábamos fuera de peligro inmediato.
—Estoy perdida, Vic. No sé lo que estoy haciendo.
Puso los ojos en blanco.
—Y pensé que esto iba a ser duro... Tú sólo dile a Jace “gracias por el viaje”, que
sientes haberlo convertido en un cachorro jadeando, pero lo que pasó estaba mal y no
puedes vivir sin Marc.
Las lágrimas llenaron mis ojos y yo las sequé antes de que pudieran caer.
—Mierda —susurró, y la silla chirrió bajo su peso al moverse—. No es tan fácil,
¿verdad? —Negué con la cabeza pero me negué a levantar la mirada—. ¿Lo quieres?
Asentí con la cabeza y sequé las lágrimas derramadas en mi manga.
—Me gustaría como el infierno no hacerlo, pero si los deseos fueran gotas de lluvia, ya
me habría ahogado. La verdad es que no puedo soportar la idea de perder a ninguno
de ellos.
—Joder. —Vic se levantó de la silla y se dejó caer al suelo a un pie de distancia. La
distancia que quedó entre nosotros dijo que aún lo desaprobaba, pero se puso a mi
nivel, en el modo completo de querer hablarlo todo—. ¿Marc sabe que es en serio?
—¿Crees que estaría molesto si no?

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—Creo que habría matado a Jace ya, si no creyera que podría perderte por ello.
—Ya lo sé. —Extendí la mano para arrebatar un pañuelo de la mesa a mi derecha.
—Tienes que elegir.
—Ya lo sé.
—Tienes que elegir a Marc.
No tenía respuesta para eso. Tenía que haber elegido a Marc. Pero tenía que elegir a
Jace también. Sin embargo, eso no era una opción. Y yo no podía contener la maldita
decisión mucho más tiempo.
—Lo siento, Vic. Más de lo que podrías imaginar. Sólo quiero que lo sepas. Y que ésta
no es una rebelión estúpida. Yo nunca arriesgaría lo que tengo con Marc por algo así.
Esto es real, y es la cosa más dura que he tenido que hacer, y es una tortura para
nosotros tres. Y todo es culpa mía.
—Bueno, tienes razón en eso. —Otro hombre que no endulza las cosas para mí—. Pero
creo que Jace comparte más que un poco de la culpa.
Parpadeé para aclarar mi visión y secar la última de mis lágrimas en el pañuelo.
—¿Hay algo que has tenido que hacer para confortarte después de que Sara murió? ¿Si
estás a solas con su mejor amiga, y ambos habían perdido una gran parte de sus
vidas, y estaban sufriendo tanto que se sentía como si el dolor se tragara su vida?
127 ―Faythe, yo honestamente no lo sé. Pero eso no es excusa...
—Ya lo sé. Yo no estoy diciéndolo para excusarme. Sólo digo que eso es lo que sucedió,
y después, me di cuenta que no se sentía tan mal como debería. Es decir, lastimar a
Marc se sentía horrible, y aún se siente horrible, pero el resto de ello, amar a Jace, no
se siente mal.
Vic me miró por un momento, como sin saber qué decir, y no podía culparlo. Sabía
exactamente cómo se sentía. Pero antes de que pudiera decidir sobre una respuesta, la
puerta de la cabaña chirrió al abrirse.
—¿Faythe? —mi padre llamaba. Me puse de pie y abrí la puerta. Mi papá estaba en el
centro del piso, sin aliento y tratando de recuperar la respiración—. Estoy bien, papá.
Estamos todos bien.
—No por mucho tiempo. —Hizo una pausa para aspirar hondo—. Corrí hasta aquí,
pero los oí detrás de mí, alrededor de un cuarto de milla. Creo que saben que te has
ido.
—Está bien. —Mi corazón latía tan fuerte que apenas podía oír nada más, y el resto de
la habitación parecía desvanecerse en el fondo cuando me concentré en mi padre—.
Ésta es tu decisión, papá. Podemos rendirnos y esperar a que vayan por las armas,

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pensamos que están en el cobertizo detrás de la cabaña de Malone. O podemos resistir
y luchar ahora.
—Vamos a obtener lo mejor de ambos mundos. —Miró por encima del hombro—.
Brian, ve por el bosque y consigue las armas. Llévalas por el bosque y suelta toda la
caja, entonces, regresa listo para pelear. Las destruiremos más tarde. En el camino,
llamé a Aarón y Rick y les dije que tuviesen a sus hombres listos.
—Ya estoy en ello, Greg —dijo Bert Di Carlo desde la puerta de la cocina, con su
teléfono celular en la oreja.
—Bien. —Mi padre miró a cada uno de nosotros, yo la última de todos—. Esta vez
lucharemos. —La anticipación zumbaba en mi estómago como avispas enojadas, el
miedo y la sed de sangre se combinaban para girar mi cabeza y mi columna vertebral
de acero—. Confisqué tres pistolas, pero hay dos más en uso, además de los cinco que
Malone todavía tiene bajo llave. Asumiendo que no las haya distribuido. Colin Dean
tiene una de las dos, pero cualquier persona podría tener la última. Así que algunos de
nosotros deberíamos Cambiar, pero también necesitamos unos pocos en forma
humana, para desarmar a los dos últimos miembros de la “equipo de trabajo”. —Saqué
mi camisa sobre mi cabeza, haciendo hincapié en la urgencia.
—De acuerdo. —Mi padre miró a su alrededor en la habitación llena de toms, todos
esperando sus órdenes—. Lucas, Jace, Vic y yo seguiremos como humanos. El resto de
ustedes Cambien. Deprisa. Haremos lo posible para deshacernos de las armas, pero
128 permanezcan fuera de la línea de fuego por si acaso.
Marc ya se había quitado la camisa y desabrochado el pantalón cuando me agarró del
brazo y señaló hacia el dormitorio, donde estaríamos protegidos contra el ataque
inicial.
—Allí. —Debido a que somos más vulnerables en mitad de un Cambio que en cualquier
otro momento de nuestras vidas. Por lo menos, desde la infancia.
Marc se dirigió a la habitación y agarró a otro guardián de Di Carlo en el camino.
—¿Cuántos vienen? —pregunté, desabrochando mis pantalones vaqueros en la puerta
del dormitorio.
Mi padre frunció el ceño cuando su profunda mirada se posó en la mía.
—No podría decirlo. Pero más de los que vinieron la primera vez, estoy apostando.
Asentí con la cabeza y me metí en el dormitorio, dejando la puerta entreabierta para
que pudiéramos salir sin manos para girar la perilla. Metí mis jeans y ropa interior en
el suelo, escuchando a mi padre cuando caí de rodillas en el piso de madera, aún
buscando a tientas el cierre de mi sostén.
—Bueno, nuestro principal objetivo es desarmar y desactivar —nos llamó el Alfa desde
la habitación del frente, cuando la primera sacudida de dolor emanaba desde las

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profundidades de mis articulaciones—. Pero debido a que nos enfrentamos a hombres
con armas de fuego, si se trata de matar o morir, opten por lo primero.
A mi izquierda, Marc estaba en la mitad del Cambio entre las dos camas individuales,
y de repente deseé haber pensado en poner al menos un colchón entre la puerta y yo,
así como entre mí y cualquier ataque potencial. Pero ya era demasiado tarde para
moverse. Una vez que mi Cambio empezó, sólo pude dejarme ir por las olas de dolor. O
dejar que ellas me llevaran.
—Una vez que este primer grupo sea sometido... —Ellos venían a arrestarme, con
suerte no sabían que de hecho los íbamos a atacar—... vamos a tener que actuar con
rapidez. Vamos a sujetar a los sobrevivientes y reagruparlos, luego sigan a través de
los bosques hasta la cabaña de Malone. Es nuestro objetivo principal, pero obviamente
vamos a tener que hacer frente a cualquier otra persona que se interponga en el
camino. Tan silenciosamente como sea posible, para evitar que se escape. —Mis
rodillas tronaron, y gemí. El dolor hizo eco en la longitud de mis piernas, irradiando
hacia fuera desde el centro de mis huesos. Mis costillas dolían ferozmente y mis
músculos los acompañaban, Cambiando para dar cabida a los órganos de un felino.
Mientras miraba mis manos, extendidas en el suelo, mis palmas empezaron a
rellenarse debajo de mí. Mis dedos crujieron mientras se reducían y engrosaban,
creciendo almohadillas adaptadas a terrenos difíciles.
—Pero sobre todo, no permitan que ninguno de ellos salga. —Las botas de mi padre
129 rasparon el suelo de la sala de estar, y se me hizo difícil concentrarme
simultáneamente en sus palabras y la fuerza de mi Cambio llegaba más rápido de lo
normal—. Si ellos le avisan al resto de los hombres de Malone, perderemos el elemento
sorpresa y seremos superados en número. ¿Entendido?
Hubo un murmullo de asentimiento de los hombres que todavía estaban en forma
humana, pero no pude dejar de preguntarme si en primer lugar realmente había el
elemento sorpresa. Seguramente, no estaban esperando que me girara y me retirara
silenciosamente. De nuevo.
—Los oigo —dijo Vic, su voz lo suficientemente baja para evitar ser detectado por los
toms en camino, pero lo bastante alta para ser oída en las habitaciones contiguas,
sobre los gruñidos y jadeos de tantos Cambios simultáneos.
Mi ritmo cardíaco se duplicó. Unos minutos. Mi pulso hizo eco en mis oídos, una
fanfarria anunciaba la próxima atracción. Estábamos en el borde de la guerra (la
primera pelea entre Orgullos americanos en las últimas décadas) y yo no estaba lista.
Me deshice de la adrenalina extra generada por mi Cambio, obligando a mi cuerpo a
través del ritmo más y más rápido. La cabeza me dolía por la presión tan fuerte
mientras que sentía cómo mi cráneo exprimiera mi cerebro hacia mis oídos.

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En cambio, mi cara se alargó y el dolor explotó a lo largo de la nueva longitud de mi
mandíbula. Mis pómulos se extendían con un sonido extraño, un chirrido que
escuchaba sólo en mi cabeza, mientras mis oídos viajaban hacia adelante y todo el
sonido del exterior fue suspendido temporalmente. Mi nariz se aplanó y oscureció, y un
hocico largo, ahora se asomaba a más de la mitad en mi campo de visión.
—¿Están todos listos? —Esta vez la voz de mi padre era baja y estable con una falsa
calma.
Yo sólo pude gemir en respuesta, y era muy consciente de que Marc ahora estaba de
pie junto a mí, totalmente Cambiado. Se puso entre la puerta y yo, obviamente con la
intención de protegerme hasta que mi Cambio hubiera terminado.
Todo mi cuerpo empezó a picar ya que el pelaje brotaba sobre mi piel, empezando a lo
largo de mi espina dorsal, y fluyendo para cubrir cada centímetro de mí, a excepción
de los cojines de mis patas. Mis dientes crecieron tan rápido que me obligaron a abrir
la boca, y casi mordiéndome la punta de mi propia lengua.
Los bigotes salieron disparados de los lados de mi boca, completamente blanca en
contra de la mancha oscura de mi propia piel. Se retorcieron mientras olfateaba la
habitación. Casi ahí. A la espera de... Mis garras.
A pesar de que yo las limo, mis dedos y uñas de los pies crecieron duros y afilados,
alargando los puntos mortales. Las retraje, luego las desenvainé otra vez y las clavé en

130 el suelo, imaginando que perforaba vulnerable carne humana.


Y así, cuando mi cola comenzó a agitarse, completamente formada y moviéndose
enojada, mi padre dio la señal desde el cuarto frontal.
—¡Prepárense! —Se fue completamente inmóvil y en silencio total.
Marc y yo nos ubicamos en silencio a los lados opuestos de la puerta del dormitorio,
donde fuéramos menos propensos a ser fusilados y probablemente sorpresa para
cualquier intruso.
Suaves pasos subieron los escalones. Los hombres de Malone iban de modo sigiloso.
¿Pensaban que no sabíamos que venían?
Me asomé a la sala a ver a mi padre de pie a un lado de la puerta principal, con la
espalda contra la pared, Lucas a su izquierda. Jace y Vic reflejados en el otro lado.
Los pasos se detuvieron. Se debieron haber dado cuenta de que algo andaba mal.
¿Cómo no se iban a dar cuenta, con las luces encendidas, pero nadie a la vista por las
ventanas? Sin voces desde el interior.
El primer hombre se detuvo delante de la puerta. Su silueta oscura se extendió a todo
lo ancho de la pequeña ventana. Su sombra se volvió, y oí un ligero susurro mientras
hablaba con los toms detrás de él. No podía entender sus palabras, pero el mensaje era
claro: “Nos hemos topado con algo. O bien ellos han dejado la casa. O han huido”.

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Mi corazón latía en mis oídos, y de repente me pregunté si deberíamos haberlo hecho.
¿Estábamos cometiendo un tonto error, enfrentándonos a hombres con armas de fuego
mientras estábamos armados con nada más que ira, protegiéndonos con nada más que
valor?
De cualquier forma, ya era demasiado tarde para un cambio de planes. La silueta se
inclinó hacia un lado y pateó la puerta principal.
Yo conocía a varios de los rostros, pero no me sabía los nombres de cada uno de ellos,
y de un vistazo parecía que todos estaban llevando armas de fuego. Brian era
demasiado lento para deshacerse de ellos. Los hombres de Malone estaban en la sala
de estar, aparentemente vacía, y nuestros hombres en forma humana contuvieron el
aliento. No podían disimular sus latidos, pero si los latidos de los intrusos fueran
corriendo tan fuerte como los míos nunca oirían los latidos del corazón, de todos
modos.
—Se echaron a correr. —El primer tom bajó la pistola—. El montón de cobardes de
mierda huyeron. —Él cruzó el umbral, y dos más lo siguieron antes de la primera
vuelta.
Jace tomó el brazo con la pistola del hombre más cercano y puso al tom frente a él,
protegiéndose a sí mismo de disparos. Vic hizo lo mismo con el segundo hombre que
volteó.

131 Mi padre se lanzó con una velocidad que había visto pocas veces en él. Tomó la mano
del hombre y forcejeó la pistola apuntando hacia otro lado, luego puso al tom a la
izquierda, fuera de la vista desde la entrada y a la salida de la línea de fuego. Sucedió
tan rápido que ni siquiera tuve tiempo para preocuparme, más allá del terror y una
mezcla de adrenalina ya surgiendo a través de mí.
El tom trató de liberarse. Mi padre le apretó la mano tan fuerte que escuché el crujir
de los huesos a cinco metros de distancia. El tom aulló y dejó caer la pistola. Lucas se
inclinó para arrancarla.
—Lancen sus armas dentro y den un paso adelante con las manos en la cabeza. —La
voz de mi padre sonaba con una absoluta autoridad, un hecho que había reconocido
mucho antes de que diera mis primeros pasos. Pero los tres hombres en pie en el
porche no se inmutaron para nada.
—No va a pasar, Concejal.
Mi padre estuvo a segundos de perder los estribos.
—¡Suelten sus pistolas, ahora!
—Ella está aquí. —El primer tom estiró el cuello de las garras de mi padre para echar
un vistazo alrededor de la cabaña—. La puedo oler. Pero el resto de ellos están
Cambiados. Llamen por refuerzos.

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Pasos golpearon el porche mientras los tres últimos toms se volteaban y corrían, dos
de ellos armados.
Mi padre gritó. Su rostro encendido por la ira, y su puño se estrelló contra el lado de la
cabeza del tom. El tom cayó al suelo con un ruido sordo.
—¡Vallan por ellos! —mi papá gritó, con la garganta medio Cambiada, sus palabras
apenas comprensibles.
Pero su significado era claro.
Salté a la sala y estaba en el porche dos saltos más tarde. Golpeé la hierba corriendo,
las hojas congeladas crujían bajo mis patas, el aire frío quemaba mis pulmones. Marc
estaba en mi cola, y podía oír a otros dos detrás de nosotros.
Mi pulso se aceleró mientras corría. Cada aliento era un resoplido profundo y potente,
por derecho propio, sin los ruidos sordos de acompañamiento suave de mis patas en el
suelo.
Tres hombres corrían delante de mí, claramente visibles en la poca luz de una luna en
cuarto creciente cubierta de nubes. El hombre se volvió, con el arma apuntando hacia
un objetivo. El barril brilló. Por un instante, el mundo era demasiado brillante para
soportar. La bala pasó zumbando varios metros por encima de mi cabeza y cayó en la
tierra congelada detrás de mí.

132
Apuntó de nuevo, y yo zigzagueé mientras que Marc zigzagueaba. La bala rozó el aire
entre nosotros. Demasiado cerca para estar cómodos.
Él volvió a correr de nuevo y yo salté. Mis patas se estrellaron contra su espalda. Él
gritó y cayó debajo de mí. Mi boca se cerró sobre la parte posterior de su cuello. Mis
dientes perforaron su tierna carne, lo suficiente como para amenazarlo. La sangre
corrió en mi boca. Sabía como el miedo. Movió la pistola a su lado. La golpeé con
fuerza lejos antes de que pudiera disparar, dislocándole el codo. Él goleó por debajo de
mí.
Una mancha oscura pasó cerca de nosotros. Otro golpe. El segundo tom golpeó la
hierba con Marc encima de él. Gritó cuando Marc realizó la misma maniobra con sus
garras desenvainadas.
Ojalá hubiera pensado en eso...
El tercer tom aún corría hacia la casa principal, desarmado. Otra mancha oscura
corrió por delante de nosotros a la derecha de Marc, uno de los hombres de Di Carlo lo
perseguía. Él cayó con un golpe en la espalda del último tom y ambos chocaron con el
suelo.
Los tres toms habían caído, pero sus gritos y disparos sin duda, atraerían a más.

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Teo Di Carlo se escabulló por delante de mí en forma de gato, soplando en aprobación
de mi desmontaje. Más pasos golpearon detrás de nosotros: mi padre, Bert Di Carlo, y
al menos otro Tom en forma humana.
—Estás jodida —jadeó el hombre debajo de mí. Aumenté la presión sobre su cuello y
más sangre corrió a través de mi lengua y por mi barbilla—. Ustedes no son
suficientes. Malone llamó a una docena de guardianes y ellos están a la espera de
ustedes imbéciles para patearles los traseros. Parece que van a conseguir su deseo.
Esta vez mi mandíbula se apretó contra mi voluntad. ¿Una docena de hombres más?
Él tenía razón. Aún sin armas, éramos superados en número en serio. Ellos sabían que
íbamos a luchar, antes de someternos a un juicio injusto. O al menos que hubiera una
buena posibilidad.
Los pasos se redujeron a uno detrás de mí.
—Buen trabajo. —Mi padre se arrodilló a mi lado con un rollo de cinta adhesiva, y me
bajé de mi prisionero, pero no solté su cuello hasta que sus muñecas fueron sujetadas.
A varios metros de distancia, otros toms en forma humana estaban haciendo lo mismo
con los otros dos enemigos caídos—. Aaron Taylor y mi tío Rick habían enviado a sus
hombres a unirse.
Pero nuestra primera victoria estaba a punto de ser falsa. Desde el otro extremo del
complejo, llegaban inconfundibles susurros de los gatos que corrían en forma felina,
133 aumentando silenciosamente la velocidad. Los que estaban en forma humana no
podían oír, pero cuando Marc y el otro gato gimieron, yo sabía que también los habían
oído.
Mi padre arrastró a mi prisionero a sus pies y siguió mi mirada en la oscuridad.
—¿Ellos vienen? —Asentí con la cabeza, y luego di un empujón al tom arrestado con la
parte superior de mi cabeza, ordenándole que le dijera a mi Alfa lo que él me había
dicho. Pero se negó a hablar, y no había tiempo para Cambiar y advertirles.
Los pasos se hicieron más fuertes, y mi padre se congeló.
—Hay demasiados —dijo, lo suficientemente alto como para que los demás
escucharan—. Pero el lado bueno, hablando literalmente, es que no pueden llevar
armas en forma de gato. —Lo que significaba que Alex había dicho la verdad sobre el
número de pistolas que había traído. Según mis cuentas, ellos habían confiscado todas
menos una. Colin Dean todavía estaba armado.
Tiré de la manga de mi padre. Debíamos retroceder. No podíamos luchar con muchos
de ellos, sin armas. Pero mi padre hizo un gesto con el brazo libre.
—No importa —susurró—. Si ellos quieren entrar a la cabaña, entrarán. Es mejor
luchar aquí, donde hay espacio para maniobrar.

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Empecé a discutir, pero me di cuenta de que sería inútil. Nos superaban en número,
pero habíamos sido superados en número antes. Y si no aprovechábamos este
momento para defendernos, nunca podríamos tener una segunda oportunidad.
—¿Estás lista? —preguntó mi padre, mientras que el último de nuestros aliados se
detenía en medio de nosotros, una mancha de pecho negro agitado por su carrera, sus
ojos brillaban con la poca luz disponible.
Asentí con la cabeza, cuando el primero de nuestros enemigos apareció, una larga
serie de gruñidos y pelos brillantes debajo de la luna.
Y cuando el primer gato se abalanzó, yo salté a su encuentro.

134

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CAPITULO 14
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por Haushiinka

Chocamos en el aire y nos estrellamos juntos contra el suelo, el tom medio


aplastándome. Su mandíbula se cerró a centímetros de mi cuello. O él no sabía con
quién estaba luchando, o no le importaba. O Malone finalmente había decidido que era
más fácil matarme que tratar conmigo.
Ataqué con mis patas traseras. Mis garras se hundieron en la carne y el pelaje, luego
rasgaron a través de ambos. El tom chilló y se desplomó cerca de mí. La sangre
brotaba de su muslo. Me levanté y me abalancé sobre él, con la mandíbula abierta y
lista.
Y fui derribada en el trayecto en el aire por otro cuerpo volador.
135 Mi costado golpeó el suelo. El aire salió velozmente de mis pulmones en un ronco y
felino gruñido. Inhalé una respiración profunda y exhalé vaho. El nuevo tom se montó
a horcajadas sobre mí, gruñendo. Vacilando. Se había dado cuenta que yo era mujer y
se mostró renuente a matarme.
Su error.
Arremetí sobre su pata delantera derecha y la aplasté haciéndola crujir hasta el hueso.
El tom aulló y cayó al suelo. Rodé sobre mis patas y sólo tuve un instante para
asimilar lo que vi.
Lucha. Trifulca. En todas partes. Por lo menos tres docenas de toms, la mayoría en
forma de gato, golpeando, siseando, atacando, y desgarrando. Dos de Malone contra
uno de los nuestros, en la mayoría de los casos.
A mi izquierda, alguien gruñó. Me di la vuelta y levanté una garra desenvainada
cuando él atacó súbitamente. Tiré tajos. Mis garras se engancharon en el músculo. El
tom chilló. La sangre fluyó, fragante y vigorizante.
El dolor carcomió mi muslo trasero izquierdo, y aspiré el olor de mi propia sangre.
Golpeé obcecadamente y arrasé más carne. Un dolor fresco se movió a través de mí
cuando sus dientes se hundieron en mi pata delantera derecha. Mordí con mi propio
hocico la parte posterior del cuello del tom y probé más sangre.

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Apreté mi mandíbula tan fuerte como pude. Su cuello se rompió con un crujido que
sentí en mis propios huesos. Sus dientes se desprendieron de mi pierna. Él se quedó
lánguido debajo de mí.
Me paré, lamiendo la sangre de mi hocico, y me encontré al borde de la lucha, cerca de
la línea de árboles. Mi mirada vagó entre la multitud, buscando entre los cuerpos en
pose de arremeter, extremidades sangrantes, y caras gruñendo a un hocico familiar y
al inconfundible arco de una columna vertebral bien conocida.
Marc. Estaba aproximadamente a cincuenta pies a mi izquierda, retrocediendo
lentamente de dos toms en forma de gato. Tenía una pronunciada cojera y cortes a
través de sus dos extremidades izquierdas, pero él estaba vivo y todavía en
movimiento.
Jace estaba al otro lado de la confusa pelea, blandiendo un enorme martillo contra un
tom mucho más grande en forma de gato. Brian Taylor luchaba cerca de él, habiendo
regresado después de su cacería infructuosa de las armas restantes.
Colin Dean y su pistola todavía tenían que hacer acto de presencia.
Salté de vuelta a la pelea y me abalancé sobre el lomo de un tom enemigo antes de que
pudiera atacar a Marc. Mis garras rastrillaron surcos profundos en sus costados antes
de que él me lanzara lejos. Cuando caí, asesté un último golpe fuerte en su cráneo.
Cayó al suelo como una animadora después del baile de graduación.

136 —¡Faythe, cuidado!


Me volví hacia la voz de mi padre para verlo señalando a través del caos a algo a mi
izquierda. Me volví y mi corazón saltó a mi garganta. Una gran mancha negra se
estrelló contra mí. Aterricé sobre mi costado derecho. El aire estalló de mis pulmones.
El peso constriñó mi pecho, y sólo podía aspirar en cortos y superficiales jadeos.
Una mandíbula abierta descendió hacia mi garganta. Un cálido aliento a sangre acre
bañó mi cara. Mi pulso se aceleró tan rápido que pensé que iba a estallar a través de
mi piel y hasta su boca, sin necesidad de dientes.
Lo golpeé con mis patas traseras. Una dio en su pata y lo hice perder el equilibrio. El
tom cayó a medias, pero se recuperó rápidamente. Le di con una pata en su hocico. La
sangre manó en una línea a través de su nariz. Él siseó. Yo me paré. Nos enfrentamos,
ambos sangrado. Gruñendo.
Él se abalanzó. Yo caí en un balanceo. Una sombra enorme se cernió entre nosotros y
la poca luz de la luna disponible. Algo pasó zumbando por delante de mi cabeza. El
ruido del impacto fue casi tangible. Cuando me levanté, mi enemigo yacía en el suelo,
uno de los lados de su cráneo hundido. Sesos descoagulados se filtraban a través de
las nuevas aberturas en su cabeza.

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—Faythe, ¿eres tú? ¿Por qué no pueden tus gatos alguna vez venir de visita sin traer
problemas a mis lares?
Sorprendida más allá de la capacidad de pensamiento racional, miré hacia arriba. Y
más arriba. Y más arriba. Allí estaba Elias Keller, los siete pies y medio de él. Todas
sus más de trescientas cincuenta libras. Cargando un garrote hecho en casa tan
grande como mi cintura. Con su barba entrecana e increíble volumen, aún parecía un
oso en dos piernas.
Por un momento, sólo pude sumergirme en el agradecimiento de que él me reconociera
a cuatro patas. Hubo un momento en que él no había sido capaz de hacerlo.
Afortunadamente, yo era la única chica-gato en el bosque de Montana en este
momento.
Pero entonces, eso es lo que habíamos pensado la vez pasada... hasta que Kaci
apareció.
—¿A qué diablos están jugando? —Su voz grave resonó en mis huesos. Por supuesto,
actualmente no podía responderle, así que simplemente miré de un lado a otro el patio
lleno de peleas de gatos, esperando que la evidencia hablara por sí misma.
Alguien había liberado a los toms que habíamos capturado, y ahora luchaban mano a
mano contra nuestros hombres todavía en forma humana. Jace golpeó a uno de los
hombres de Malone en la cara, luego siguió con un devastador golpe en el riñón.

137 Apenas hizo una pausa para limpiar la sangre que goteaba hacia sus propios ojos
antes de desatar su sed de sangre en otro tom en forma humana.
Yo nadaba en un mar de gemidos, siseos y gruñidos. A todo mi alrededor, cuerpos
golpeaban contra el suelo, luego se levantaban por más. Toms sangraban, gritaban, y
daban zarpazos, rara vez deteniéndose en sus propias heridas.
Me agaché para saltar a la acción, pero Keller agarró un pedazo de piel en la parte
trasera de mi cuello, manteniéndome quieta como ninguna otra criatura sobre la faz de
la tierra se hubiera atrevido. Pero Keller tenía poco que temer de los werecats.
Fácilmente podría encargarse de varios toms a la vez, lo había visto hacerlo.
Gruñí y tiré fuertemente contra él, no queriendo en realidad hacerle daño, por el bien
de ambos.
—Espera aquí, niña. Esto tiene que parar. —Se levantó, y me di cuenta de varias cosas
a la vez mientras él inhalaba una respiración gigantesca a sus pulmones titánicos.
Mi padre lanzó un puñetazo rompe huesos a uno de los toms que habían venido a
arrestarnos (él había recuperado un arma en alguna parte). El tom levantó su pistola.
Mi padre la lanzó con una patada más ágil que las que había visto de él en años.
Un movimiento a la izquierda atrajo mi mirada. Colin Dean salió del bosque
sosteniendo su arma, flanqueado por dos toms desarmados en forma humana.

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Elias Keller rugió, un rugido profundo que zumbó en cada célula de mi cuerpo.
Prácticamente, podía ver el flujo de ondas expansivas sobre la multitud cuando su
sonido nos alcanzó.
Todo el mundo se congeló, a medio golpe. Cabezas se volvieron a su dirección.
Obviamente no éramos los únicos que podíamos Cambiar una parte a la vez (si ese
sonido provenía de una garganta humana, yo era una hembra hombre-lobo en celo).
—No sé qué diablos creen que están haciendo, pero esta es mi tierra. Mi hogar. Ahora
retraigan sus garras y den marcha atrás, o voy a empezar un cementerio de gatos en el
lado de mi montaña.
Mandíbulas cayeron abiertas. Puños bajaron lentamente. Cabezas, tanto humanas
como felinas, se giraron, buscando a los Alfas que tenían la autoridad para realizar la
llamada final a un alto al fuego.
Algo hizo clic a mi izquierda, tan fuerte como un trueno contra el reciente silencio. Me
volví hacia el sonido para ver a Dean mirando a través del caos en pausa, con su arma
levantada. Seguí su línea de visión hasta ver a mi padre, de pie sobre el tom que había
derribado, sosteniendo el arma recuperada.
Chillé.
Keller rugió.

138
El arma de Dean brilló en la oscuridad.
Me liberé rasgando el asimiento de Keller y corrí a través del césped, saltando sobre los
cuerpos boca abajo, esquivando a los que seguían en movimiento.
Llegué demasiado tarde.
Mi padre trastabilló hacia un lado. Se tambaleó hacia atrás. Una eclosión de color rojo
oscuro se desplegó a través de su camisa blanca. Mi padre cayó al suelo. Chillé
mientras saltaba, un maullido horrible que se hizo eco en el silencio conmocionado.
Mis patas golpearon la hierba y me dejé caer junto a él, empujando su cabeza con mi
hocico.
Él estaba respirando, pero el sonido era calado. Dificultoso.
Toms cayeron al suelo a mi lado, empujándolo con sus narices de gato o haciendo
preguntas que él parecía incapaz de responder. Nadie parecía saber qué hacer.
Finalmente, alguien me empujó fuera del camino para rasgar la camisa de mi padre, y
miré hacia arriba para encontrar a Keller sosteniendo el arma de Dean. Dean yacía en
el suelo a sus pies, inmóvil. Cuando todos los que no estaban reunidos alrededor de mi
padre miraron con cautela al Bruin en lugar de dispersarse de la lucha, él volvió a
rugir. Los gatos se dispersaron en todas direcciones. Mientras huían, Keller vino
pisoteando hacia nosotros. Su enorme puño se cerró alrededor de la pistola y la

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destrozó como plástico. Los pedacitos de la pistola cayeron sobre la hierba detrás de él
como un reguero de migas de pan.
—Oh... Greg, ¿puedes hablar? —Bert Di Carlo preguntó, inclinándose sobre mi padre.
Sus manos se cernieron sobre la sangre en aumento que seguía eclosionando, y de
repente deseé no poder ver tan bien en la oscuridad.
Tío Rick sacudió la cabeza.
—No lo hagas hablar.
—Tenemos que llevarlo adentro —dijo Jace, mientras Marc frotaba su mejilla a lo largo
de mi flanco, su felina mirada pegada a mi padre. Él gimoteó en armonía conmigo,
compartiendo mi angustia de la única manera que podía en forma de gato.
—¿Qué diablos pasó? —Aaron Taylor exigió. Él había estado luchando en los bordes
cuando lo había visto por última vez.
—Ese mequetrefe de pelo rubio de allí le disparó. —Keller señaló a donde Dean estaba
tendido inmóvil en el borde de la línea de árboles, rodeado por varios de sus propios
hombres. Tenía la esperanza de que estuviera muerto. Tenía la esperanza de que Keller
hubiera hecho estallar su cráneo como una calabaza podrida. Si mi padre no estuviera
sangrando y esforzándose por respirar, habría ido a profanar el cuerpo de Dean por mí
misma, riendo histéricamente ante el pensamiento del gigante nórdico llamándolo
mequetrefe. Nadie más que Keller podría considerarlo insignificante.
139 —Déjenme llevarlo adentro. —Keller se metió entre el grupo y tomó a mi padre como a
un bebé, luego seguimos sus pasos cuando Di Carlo abrió el camino a nuestra cabaña.
Marc y Jace me flanquearon todo el camino. Si no lo hubieran hecho, no habría sabido
a dónde iba. No podía detener el gemido que escapaba de mi garganta o el dolor
profundo en mi pecho, como si yo compartiera un eco del dolor de mi padre, que
eclipsaba el de mis propias heridas.
Mi padre era la persona más poderosa en mi vida. El verlo indefenso estaba mal. Así
que básicamente, estaba trascendentalmente mal que ni siquiera pudiera procesar
adecuadamente la visión.
Así que la bloqueé. Ocupé la parte principal de mi mente con una lista actualizada de
las cosas que tenía que hacer: primeros auxilios, llamar a mi mamá, destripar a Colin
Dean o profanar su cadáver, lo que resultara necesario; mientras que en el fondo de mi
mente cantaba un mantra una y otra vez. Él va a estar bien. Él no va a morir. Él va a
estar bien. Él no va a morir. Élvaaestarbienélnovaamorir...
Él no podía morir, porque mi mundo no tendría sentido sin él. Yo era literalmente una
parte de mi padre. Él le había dado forma a mi vida entera, incluso a mi juventud
rebelde, por darme opciones. Desafíos. Expectativas. Normas. Honor. Respeto. Y no
estaba completa con eso. Él tenía más que dar, y estaba lista para recibirlo.

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Él no podía morir. Yo no se lo permitiría.
En la cabaña, Keller lo puso en el sofá en medio de un silencio angustioso y
respetuoso. Lo chequé para asegurarme de que aún respiraba, entonces Cambié allí
mismo en la sala de estar, mientras el tío Rick cortaba cuidadosamente el resto de la
camisa de mi padre, con su mandíbula apretada contra su propio dolor y rabia.
Cuando me paré dos minutos más tarde, Marc seguía Cambiando, pero Jace estaba
allí con mi bata. La envolvió a mí alrededor y yo la até en la cintura, apenas notando
que estaba cubierta de piel de gallina. Por no hablar de cortes, heridas punzantes, y
rasguños.
—Alguien llame al Dr. Carver. —Me dejé caer en mis rodillas y apliqué presión con la
tela sobre el agujero en el pecho de mi padre, tomando el relevo de mi tío, que se movió
para hacerme espacio. El pánico se alzó dentro de mí, demandando atención, pero lo
empujé hacia atrás y me enfoqué en el trabajo que realizaba con las manos: estabilizar
a mi padre. Nada más importaba.
Mi padre parpadeó hacia mí, y aunque su cara estaba llena de dolor, sus ojos estaban
secos. Los míos no.
—El avión del doctor no aterrizará durante una hora. —Di Carlo se pasó la mano por el
grueso cabello gris, no había duda de que el de Vic se vería así en pocos años.
—Está bien. —Parpadeé para despejar más lágrimas—. ¿Qué podemos hacer,
140 entonces? ¿Limpiar la herida? ¿Darle algo para el dolor? Tiene que haber algo. —La
respiración de mi papá sonaba graciosa. Húmeda, como si estuviera aspirando cada
respiración a través de un popote agujereado. Teníamos que arreglar eso.
Una mano se envolvió alrededor de mi brazo y me llevó suavemente a mis pies. Cuando
me di la vuelta me encontré en los brazos de mi tío. Él me abrazó tan fuerte que casi
no podía respirar, y luché contra los sollozos con cada pedacito de voluntad que me
quedaba, para evitar que mi padre me oyera llorar. El tío Rick me llevó a la cocina,
pero me negué a salir por la puerta. Cualquier cosa que quisiera decirme podría decirla
a la vista de mi padre. Yo no lo dejaría.
—Faythe, cariño, no hay nada que podamos hacer.
—Ya lo sé. Pero el Dr. Carver sabrá qué hacer, y tenemos que tener todo listo para él.
—Me restregué la cara con las manos, tratando desesperadamente de juntar mis
pensamientos—. Trajimos un kit de primeros auxilios. No es muy grande, pero tiene lo
básico. Podemos... por lo menos podemos detener el sangrado, ¿verdad?
Mi tío cerró los ojos, y cuando su mirada se cruzó con la mía de nuevo, sacudí mi
cabeza en negación ante la inevitabilidad que vi en la suya. Ante el dolor y la creciente
aceptación.

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—No podemos detener la hemorragia interna. Y parece que tiene un pulmón perforado,
Faythe, y no hay nada que podamos hacer al respecto.
—No...
—Sí. —Él puso sus manos sobre mis hombros y me hizo mirarlo—. Faythe, tu padre se
está muriendo. Sólo le quedan unos cuantos minutos. Así que tienes que decidir cómo
quieres que sean esos minutos. Si hay algo que quieres que sepa, tienes que decírselo
ahora. Vamos a tratar con todo lo demás después.
Las lágrimas vinieron otra vez. Derramándose por mi cara, y casi me atraganté con
sollozos. No podía soportarlo. El miedo quemaba dentro de mí, consumiendo toda
lógica, devorando toda esperanza. Este terror funesto amenazaba mi fe en el concepto
mismo de justicia, la idea de que siquiera era posible. No había suficiente dolor en toda
la existencia para que Dean pagara por lo que había hecho.
El tío Rick me dio una toalla de cocina y restregué mi cara con ella. Mi padre no podía
estar muriendo. Él sólo tenía cincuenta y siete. Era demasiado joven para morir. Era
demasiado joven para no hacer otra cosa más que hostigar a su hija por nietos.
Pero mi tío tenía razón, y a pesar de la intensa e insistente negación, lo sabía. Lo
sentía.
Dejé caer la toalla sobre la mesa y tomé una respiración profunda. Luego me hice
tomar otra. Y otra. Entonces, endurecí mi columna vertebral y volví a entrar en la sala
141 de estar, de pronto consciente de los murmullos y las miradas. Marc estaba arrodillado
al lado de mi padre, hablando con él en voz baja. Mi padre tomó su mano y le susurró
algo que no pude oír, y Marc asintió.
—Te lo juro —dijo, y pude ver las grietas en su apariencia serena. Esto estaba
destrozándolo, como me destrozaba a mí, y nuestro dolor no tenía igual.
Jace estaba cerca de Marc, mirándome. Tocó el hombro de Marc, y ambos se
apartaron.
Me hundí en mis rodillas de nuevo, y esta vez no vi nada más. Nada más que los ojos
de mi padre, del mismo tono verde que los míos. Como los de Ethan. Más lágrimas
vinieron, y las enjugué.
—Te amo, papá. —Las palabras salieron entrecortadas. Vacilantes. Envueltas
alrededor de un sollozo que atravesó mi corazón—. Todo lo bueno en mí viene de ti y
mamá, y lamento mucho todos los momentos que no fueron tan buenos. Yo...
Su mano se movió. Más una contracción que algo más, pero yo sabía lo que quería.
Enrosqué mis dedos alrededor de los suyos, y traté de no advertir cuán fría estaba su
piel.

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—Faythe… —susurró, y me acerqué más—. Nunca quise nada más en una hija. Nada
más o menos de lo que eres... —Tosió, y burbujas rojas aparecieron en sus labios
pálidos.
Sollocé de nuevo, y alguien puso un pañuelo en mi mano. Limpié su boca con cuidado,
y él engulló.
—Eres más fuerte de lo que piensas. Eres inteligente. Tiene la fuerza de tu madre y su
corazón, y eso es todo lo que necesitas. Siento que ocurriera tan pronto, pero el
Orgullo es tuyo ahora. —Él me apretó la mano débilmente, y apreté en respuesta. No
quería oír nada más. No quería que muriera. No quería estar a cargo, aún no. Pero lo
que yo quería nunca había importado menos. Él volvió a toser, y mis lágrimas
corrieron por mi cara mientras secaba más sangre de sus labios—. Ocúpate de nuestro
Orgullo. Lucha por ellos. Lidéralos. Estarán contando contigo.
—Haré mi mejor esfuerzo. —No había nada más que pudiera decir. No podía decirle
que no estaba lista. No estar lista ya no era una opción.
—Te amo —susurró, tras un momento de doloroso silencio—. Y ellos también. —Su
mirada parpadeó por encima de mi hombro, hasta donde yo sabía que Marc y Jace
estaban de pie. Observando. Esperando.
—Tienes que elegir. No puedes tomar decisiones por el resto de ellos si no puedes
tomar esta por ti misma.

142 No existía el detener las lágrimas en ese momento. Ni siquiera podía hacerlas más
lentas. Me incliné hasta que mi mejilla rozó la suya, y más allá del penetrante olor de
su sangre (tanto como el de la mía) él olía a cuero y after-shave5, los olores de mi
infancia.
—No sé cómo elegir. —Mis lágrimas cayeron sobre su mejilla, y su barba incipiente
causó picazón en mi mentón.
—Los amas a los dos, pero sobrevivirás la pérdida de uno. Elije al único sin el cual no
puedas vivir.
Aspiró otra respiración dolorosa, y su mirada era tan intensa que quemaba.
—Dile a tus hermanos que estoy muy orgulloso de ellos. Dile a tu madre que ella es
toda mi vida, y lo ha sido desde el momento en que nos conocimos. Está en mi corazón
y en mi alma, y esto en realidad nunca nos separará.
Inhaló una vez más. Entonces, su agarre en mi mano se aflojó, y sus dedos se
desprendieron.
Mi padre se había ido.

5
Loción para después de afeitar.

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CAPITULO 15
Traducido por majo! ♥
Corregido por Anne_Belikov.

No podía respirar. No podía obligarme a aspirar el siguiente aliento, o incluso obligar a


salir el anterior. Todavía estaba sentada en el suelo de rodillas, mi frente descansando
en el estómago de mi padre, esperando en vano que se levantara por debajo de mí. Su
sangre manchó mi mejilla. Su mano todavía estaba húmeda en la mía, y todavía olía a
vivo. Y tanto deseaba que esas cosas fuesen verdaderas; realmente no podía aceptar su
muerte.
Simplemente no había sucedido. No podía hacerlo.
A pesar de eso, entendí que le había fallado.
Mi primordial trabajo como un guardián era proteger a mi Alfa (mi padre) y había
fallado espectacularmente. ¿Qué le diría a Michael y a Owen? ¿Qué podría decirle a mi
madre?

143 —¿Faythe? —La mano de Marc se posó suavemente en el lado de mi cuello, la única
parte de mí que no estaba cubierta por mi bata—. Faythe, vamos.
Pero yo no podía. No podía afrontarlos. Ellos no me necesitaban. Necesitaban a mi
padre. Y yo también. Marc me levantó y me apretó tan fuerte que repentinamente perdí
el aliento que no quería tomar. Aspiré aliento fresco y lo exhalé en un sollozo tan fuerte
que nos sacudió a los dos. Lloré en su hombro, aferrándome a él, mis ojos cerrados
con fuerza, mi nariz goteando. La fuente de mis lágrimas era un pozo sin fondo
esculpido en mi alma, alimentado por mi pena y manchado con cólera tan negra, tan
carbonizada, que incluso no había penetrado completamente en mi mente consciente.
Pero pronto lo haría.
Y cuando finalmente abrí mis ojos, vi la habitación llena de toms a través de hilos
enredados de mi propio cabello, mientras respiraba el aire que tenía un sabor al olor
de Marc y a la sangre de mi padre. Unos miraron fijamente sus propios pies, sus
manos metidas en sus bolsillos, lágrimas manchando sus rostros usualmente estoicos.
Algunos mirándome. Esperando. Aguardando… por algo profundo. Algo decisivo. Algo
digno de un Alfa.
Y ahí fue cuando realmente entendí, incluso si no lo había aceptado totalmente: ellos
necesitaban a mi papá, pero lo que tenían era a mí. Y punto. Nada cambiaría eso. Y no
podía fallarles, no sin fallarle a mi padre.

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Atraje otra respiración profunda y dejé ir a Marc, aunque mis brazos se sentían
insoportable y trágicamente vacíos. Jace me dio un Kleenex y enjugué mi rostro,
sobresaltándome cuando el Kleenex se separó manchado de sangre.
—Bien… —Empujé mi cabello atrás de mi cara y eché un vistazo alrededor de la
habitación, distraídamente aliviada al darme cuenta de que todos permanecían de pie
bajo sus propios medios. Habían heridas, ciertamente (dos toms acunaban un brazo
cada uno, y uno favoreciendo su pierna izquierda) y había cortes y magulladuras en
abundancia. Y todos eran de importancia.
—Debemos evaluar nuestras heridas y decidir cómo proceder desde allí. ¿Correcto? —
Eché un vistazo a mi tío, y él asintió.
Di Carlo dio un paso hacia adelante, atrayendo la atención sobre mí mientras
enjugaba mis mejillas de nuevo.
—Mateo, elabora un rápido informe de cómo le fue al otro lado. Heridas, bajas, y la
disposición en general. Cualquier cosa que puedas averiguar sin realmente adentrarte
en ninguna de las otras cabañas. Lleva a alguien contigo, y sé cuidadoso.
Teo asintió y se dirigió a su habitación, probablemente para agarrar una chaqueta y
algo con que escribir.
—Um… —Me aclaré la garganta y empecé de nuevo—. Jace, ¿pueden tú y Vic
conseguirme una valoración de las heridas en nuestro lado? Las que pueden ser
144 sanadas rápidamente Cambiando, y las que no. Y las que necesitan atención médica.
Vic asintió, y Jace me dio una pequeña y triste sonrisa que de alguna manera
comunicó sufrimiento, compasión, y confianza, al mismo tiempo. Él quería tocarme,
consolarme, compartir mi pena, pero no haría un problema mientras estábamos en
semejante dolor, incluso si eso significaba ver a Marc parado donde él quería estar.
—Tío Rick… —Encontré su torturada mirada trayendo frescas lágrimas a mis ojos. Él
había estado llorando también. Nunca había visto a un Alfa llorar, otro además de mi
padre, cuando Ethan murió.
—Sólo dime lo que necesitas —dijo.
Necesito a mi padre de vuelta. Necesito otra década de experiencia. Necesito la cabeza
de Calvin Malone montada en un poste en mi patio delantero. Necesito a Colin Dean
estacado a la tierra, con los brazos extendidos, con su estómago hecho rodajas,
entonces puedo tirar lentamente de sus intestinos, mientras grita. Pero mi tío no podía
darme ninguna de esas cosas. Y tenía la intención de llevar a cabo los últimos dos por
mí misma.
—Necesito un alto al fuego. —Prácticamente pude oír a mi cerebro zumbando entre
mis orejas, en busca de algún recuerdo de un precedente. ¿Era la muerte de un Alfa

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suficiente para justificar una pausa en la pelea?—. Al menos lo suficiente para…
sepultar a mi papá. ¿Puedes hacerlo con seguridad?
Él asintió lentamente, claramente pensando.
—Necesitaré a Aaron y a Bert, estoy bastante seguro de que Blackwell estará de
acuerdo con nosotros en este caso. En primer lugar, él no quería pelear, y no estará
interesado en deshonrar la muerte. Con un poco de suerte, al menos un par de los
otros sentirán lo mismo. Ellos pelearon contra nosotros hoy, pero fueron dirigidos por
tu padre por años antes de eso.
—Bien. —Froté mi frente, manteniendo alejado el dolor de cabeza monstruoso cuando
traté de envolver alrededor de mi mente todo lo que necesitaba hacer—. Gracias.
Los tres Alfas se dirigieron a la cabaña principal, junto con la mayoría de sus
guardianes, dejándome sola con Marc, Brian y Elias Keller. La seguridad extra nunca
era una mala idea en la mitad de una guerra. Afortunadamente, Keller no mostró
inclinación a marcharse, y no dejaría a nadie sorprendernos mientras los demás se
hubieran ido. A él no le gustaba Malone (quien una vez lo había llamado Oso Yogi) y
había compartido un gran respeto mutuo con mi padre.
—Gracias por su ayuda, Señor Keller. —Contorneé la desplazada mesa de café con un
brazo extendido, aunque casi físicamente me dolió dejar el lado de mi padre. Se sentía
como si lo estuviera abandonando.

145 —Llámame Elias. —La mano del bruin se tragó la mía, más allá de mi muñeca—. No
hay nada que odie más que un Cambiador lleve consigo una pistola. Tramposos, todos
ellos. Tienen mejor fuerza y velocidad que los humanos, pero acarrean pistolas como
cobardes.
—No podría estar más de acuerdo.
Keller soltó mi mano, y ya había perdido el calor.
—Um, acerca de las pistolas —Brian empezó, rondando por la entrada de la cocina—.
No podía encontrarlas en el cobertizo, y una vez que todos corrieron a luchar, miré en
la cabaña de Malone también, pero…
—Está bien, Brian. Creo que hemos llevado la cuenta de todas ahora.
—Bien, odio decirlo, pero nuestros problemas con pistolas podrían no haber terminado
—empezó Marc, atravesando la cocina—. Confiscamos nueve de ellas, y tú… —Le echó
un vistazo a Keller—. Bueno, tú aplastaste la decima, a menos que yo estuviera
alucinando por ahí. Pero parece que los hombres de Malone recuperaron las tres que
tomamos de los toms que corrieron por nuestra cabaña antes de que todo esto
comenzara.
—No tuvimos una oportunidad de deshacernos de ellos antes de que la mierda
golpeara… —mascullé—. Y ellos estarán buscando el resto. —Eché un vistazo a las

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seis pistolas alineadas en la mesa del desayuno, cada una probablemente cargada y
lista para disparar.
—Oh, deja que yo me preocupe por eso. —La voz de Keller resonó a través de la
cabaña, y tuve la clara impresión de que si no estuviera tratando de respetar el
fallecimiento de mi padre, habría sonado casi con náuseas ante la perspectiva—.
Destruiré un montón de ellas. Podría incluso traer las piezas de vuelta a este hombre
Malone, sólo por ver la expresión de su rostro.
No pude resistir imaginarme la conmoción y la furia de Malone, especialmente
tomando en cuenta que no había nada que pudiera hacer al respecto.
—¿Puedo ir y mirar?
Keller rió suavemente entre dientes.
—Me gusta tu espíritu.
Eso era tener suerte, porque en este momento, estaba funcionando en nada más que
eso y pura fuerza de voluntad. Lo que realmente necesitaba era una bebida. Y en la
ausencia de alcohol…
—¿Puedo traerte algo de café?
—Me encantaría un poco. —El bruin cubrió un enorme bostezo con una inmensa
mano—. No estoy normalmente levantado hasta… bien… alrededor de Abril.
146 —Siento mucho interrumpir tu sueño. —Había olvidado completamente que los bruins
(como los osos naturales) hibernaban la mayoría de los meses de invierno.
—Oh, sospecho que tienes cosas más importantes de las que preocuparte que un viejo
oso gruñón. Simplemente, me alegra que el olor de los werecats merodeando en mi
montaña sea suficiente para despertarme. —Su sonrisa era desaliñada con barba
demasiado crecida, pero era uno de los gestos más amables que había visto en meses.
—Ya viene el café. —Marc llamó desde la cocina—. Brian, si quieres un poco, ven a
prepararlo tú mismo en una taza.
—Gracias, Marc. —Me hundí en la silla más cercana a mi padre y de repente me di
cuenta de que me dolía en todas partes. Mi mandíbula dolía por estar apretada y mi
garganta quemaba por contener las lágrimas. Pero más allá de eso, cada músculo de
mi cuerpo dolía, y tenía aguijonazos por los cortes y palpitaciones por las
magulladuras en todas partes. La pelea de por sí casi había sido eclipsada en mi
memoria por la muerte de mi padre. ¿Realmente había terminado hace sólo una hora?
¿Realmente mi padre había estado muerto por sólo la mitad de eso? Se sintió como si
hubiera sido por siempre.
Me quedé mirando el sofá. No podía pararme por mí misma. Alguien había cubierto a
mi padre con una sábana del closet, y aunque yo sabía que era la cosa más adecuada

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que hacer por respeto a la muerte, de repente me sentí inquieta. Con los nervios de
punta. Como si no fuera capaz de verlo de cierta manera hiciera su muerte más real.
¿Cómo sería capaz de sepultarlo?
Unos minutos después, Marc vino desde la cocina llevando dos tazas. Le dio una a
Keller, luego una a mí, y me puse de pie cuando la acepté.
—Yo, uh, necesito hacer una llamada telefónica.
La cabeza de Keller se balanceó.
—No te preocupes por mí ahora. Si no te importa, iba a quedarme por ahí mientras el
resto de tus hombres regresan, sólo para estar seguro. Me parece que tus hombres
han hecho unos cuantos enemigos.
—Más que unos cuantos, desafortunadamente. —Marc se acomodó en el brazo de la
silla y puso su brazo alrededor mío, me incliné hacia él, agradecida por la comodidad
cuando más la necesitaba, a pesar de todas las razones legítimas que él tenia para
retenerla—. Siento haberle despertado, pero si no hubiéramos resistido a Malone esta
noche, él habría tenido a Faythe condenada y sin garras mañana, y a mí y a Jace
ejecutados al siguiente día.
—¿Por qué demonios? —Keller dijo con voz cavernosa, sus mejillas rubicundas
enrojecieron aún más en furia.

147 —Por hacer lo que nosotros teníamos que hacer para salir del lío en el que él nos puso.
Nos incriminó por el asesinato de un Thunderbird, y la semana pasada tuvimos que
entregar al verdadero asesino, uno de los hombres de Malone, a la Bandada para
detener la invasión aérea en nuestra casa. Y para impedirles matar a Kaci.
—¿La gatita? —Sus cejas se atrajeron hacia abajo y sus ojos se estrecharon. Y si no
estaba equivocada, él parecía estar gruñendo suavemente, profundo en su garganta.
Keller había traído a Kaci a nosotros, durante nuestro último viaje a las montañas, a
mi juicio. Él la había encontrado arraigando a través de su basura por comida y la
confundió conmigo. No podía haber estado más sorprendido al descubrir su error.
Nosotros tampoco—. ¿Esa comadreja trató de matar a Kaci?
—No, él trató de secuestrarla. Pero a los Thunderbirds no les gustó que les mintieran,
y no son el grupo más compasivo.
—Bueno, ciertamente tengo ganas de devolverle sus armas.
Ingenié una sonrisa en el pensamiento, pero murió cuando eché un vistazo a la sábana
cubriendo mi padre y recordé que mi madre todavía no sabía.
—Volveré enseguida… —Me levanté con mi café y estaba a mitad de camino a mi
habitación cuando me di cuenta de que no tenía mi teléfono celular.

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—Está enchufado en el cargador en la habitación de tu papá. —Marc se levantó y guió
el camino, claramente habiendo leído mi mente o mi expresión. O mi corazón muy
roto.
Él cerró la puerta detrás de nosotros, y fue directamente por el celular. Pero cuando
me hundí en la cama para auto marcar, olí a mi padre, y empecé a llorar de nuevo. No
pude evitarlo.
Marc se sentó a mi lado, nuestras piernas tocándose. Envolvió un brazo alrededor de
mi cintura y apoyé mi cabeza en su hombro.
—Faythe, sé que esto es difícil. He estado allí. —Él había perdido a su madre cuando
tenía catorce años, y no había tenido otra familia con la que acongojarse. Si él pudo
sobrevivir a eso, yo podría sobrevivir a esto. Todos podríamos—. Pero deben
mantenerse unidos. Tu mamá te va a necesitar…
—Lo sé. Estoy bien. —O al menos lo estaría. Eventualmente.
Él me apretó de nuevo, luego se colocó de pie y se dirigió hacia la puerta,
probablemente para darme privacidad para la única llamada más difícil que había
tenido que hacer alguna vez. O con suerte nunca.
—¿Marc? —Limpié mis ojos con la manga de mi traje, más allá de la preocupación de
que mi rostro sin duda pareciera un tomate hinchado—. ¿Te quedarás?

148
Él no sonrió, pero asintió, con una mano en el pomo de la puerta.
—Volveré en seguida. —Entonces, se deslizó en la sala y cerró la puerta suavemente
detrás de él.
Me tomó dos intentos de auto marcar el teléfono de mi casa, y si no hubiera estado
programado en la memoria de mi celular, podría no haber sido capaz de hacer la
llamada. No estaba pensando claramente. Las endorfinas de la pelea se habían
desvanecido, junto con el “espíritu” que Keller había admirado. Ahora, aparte de los
brutales dolores post-lucha, simplemente me sentía vacía. Entumecida. Muy poco
parecido a un Alfa.
Pero el teléfono sonó, obviamente para mi angustia.
—¿Hola? —Michael. Mi hermano mayor. Casi lloré en alivio. No es que decirle a él sería
fácil, pero sería más fácil que decirle a mi mamá. Como un periodo de prueba para la
trituración de un corazón de un ser querido con tus garras desnudas.
—Hola. Soy yo.
—¿Faythe? Papá dijo que estabas bajo arresto domiciliario. Por favor dime que no
gastaste tu única llamada telefónica en mí…

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Prácticamente, podía oír la sonrisa en su voz, y la ironía ni siquiera empezaba a
describir el hecho con que el estaba tratando de animarme. Tragedia era más como
eso.
—Um, me fugué. —Mi siguiente aliento hizo arder mi garganta con lo que debía ser
dicho—. Michael…
—¿Te fugaste de tu arresto domiciliario? Faythe, ¿qué es lo que está pasando allá? —
preguntó. Sorbí, conteniendo las lágrimas con lo que parecía la ultima de mis
fuerzas—. ¿Qué sucede?
—¿Estás solo? —Soné nasal, parecía necesitar resoplar mi nariz, pero perfectamente
ininteligible. Hasta ahora, muy bien.
—Sí, pero la puerta de la oficina está abierta.
—Ciérrala.
Se levantó sin una palabra. Oí chillar la silla de mi padre. (¿De quién sería ahora la
silla?) Y reconocí el suave clic de la puerta.
—¿Qué sucede, Faythe? Me estás asustando.
¿Por qué las palabras no venían? ¿Nunca antes me había quedado sin ellas realmente?
—Hubo una pelea —empecé, y presioné mi puño contra un ojo cuando las lágrimas
amenazaron de nuevo—. Tuvimos que tomar posición, porque me iban a enjuiciar
149 mañana y tratarían de tomar mis garras. Y Malone iba a ejecutar a Marc y a Jace. Sé
que iba a hacerlo. Tuvimos que pelear. Todos estuvieron de acuerdo. —Papá estuvo de
acuerdo.
Pero ¿qué tal si todos nosotros estuviéramos equivocados? Si hubiera sabido que mi
padre iba a morir, habría estado dispuesta a perder mis garras, y con ellas, mi orgullo,
independencia, y espíritu. ¿Pero su vida había sido digna de la de Marc? ¿Y la de Jace?
Había un gran problema. Lo sabía. Mi padre lo sabía. Todos lo sabíamos. No
estábamos sólo peleando por una victoria inmediata. Estábamos peleando por un largo
plazo. Por lo que era correcto.
Tan difícil como algunas veces era definir el concepto, Calvin Malone lo hizo más fácil
tomando constantemente el bajo camino. Mintiendo, engañando, manipulando,
secuestrando, y asesinando. Lo correcto se había vuelto más fácil de reconocer, contra
el telón de fondo del mal absoluto de Malone. Así que habíamos hecho lo que era
correcto, y pagábamos un terrible precio.
—Faythe, ¿qué estás diciendo? —Michael lo sabía. Pude oírlo en la categoría
inanimada insípida de su voz, un mecanismo de defensa para impedirme oír lo que
realmente estaba pensando. Lo que estaba sintiendo. Él sabía que alguien había
muerto, y ya que nuestro padre no había llamado con las noticias, probablemente

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sabía a quién habíamos perdido. Pero no lo creería hasta que lo escuchara. Quizá
hasta que lo viera por él mismo.
—Malone compró armas. Diez. Confiscamos nueve, pero Colin Dean todavía tenía la
suya. Él… —Tomé una respiración profunda, luego dije a la fuerza las únicas palabras
más odiadas que alguna vez había pronunciado—. Él le disparó a papá, Michael. Dean
le disparó a Papá en el pecho.
—No. —Aquella categoría inanimada se había ido. Su voz ahora se desbordaba con
dolor, un eco del mío—. No. ¿Él está…?
—Él murió hace aproximadamente veinte minutos.
Él estaba llorando ahora, y el sonido de los sollozos de mi hermano mayor, rotos por
pequeños periodos de terco estoicismo, de fuerza, era más de lo que podía soportar.
Mis propias lágrimas fluyeron silenciosamente, y les di un golpe mientras hablaba.
—Él me dijo que te dijera cuán orgulloso está de ti y de Owen. Y que le dijera a
mamá… —Mi mano se apretó alrededor del teléfono, y tuve que usar mi otro brazo
para limpiar mi rostro, porque la primera manga estaba empapada—. Debo decirle a
Mamá. ¿Puedes llegar a ella?
—Ella va a… —Él sorbió en el auricular—. Faythe, no sé lo que va a hacer.
—Yo tampoco. ¿Podrías ir por ella?
150 —Un momento. —Escuché más pisadas, luego la puerta chirrió al abrirse de nuevo—.
¿Mamá? —Él llamó, y su nariz parecía tan congestionada como la mía.
Ella estuvo allí en un instante.
—¿Michael? ¿Qué pasa? —La puerta se cerró de nuevo, y ella se acercó al teléfono—.
¿Es Faythe?
—Ella está bien. Es Papá.
—¿Qué sucedió? ¿Él esta bien? —Ella exigió, y pude oír el pánico construyéndose en la
voz que conocía de memoria. Si mi padre era mi fuerza, ella era la de él. Una columna
vertebral de acero envuelta en satén.
En vez de contestar, Michael debió haberle dado el teléfono.
—¿Faythe? ¿Qué sucedió? ¿Tu padre está bien?
No podía soportar el pequeño temblor en su voz. No podía soportar ser la razón por la
que estaba allí. Sacudí mi cabeza, aunque ella no pudiera verlo.
—Lo siento, mamá. Ellos tenían pistolas. No había nada que pudiéramos hacer…
El teléfono se estrelló contra el suelo, y el impacto resonó profundamente dentro de mi
cerebro. Pero el siguiente sonido completamente lo dominó.

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—¡Nooooo...!

151

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CAPITULO 16
Traducido por Hillary_Stone y majo! ♥
Corregido por Vanille.

Los gritos de mi madre cortaron a través de mí como una espada en mi corazón, y yo


quería dejar caer el teléfono. Pero no lo hice. Yo no alejaría su angustia. Era nuestra,
para compartir, y el zumbido en mis oídos fue la penitencia por fallar al salvarlo.
Aunque no era suficiente en absoluto.
Nunca sería suficiente.
El teléfono sonó ruidosamente contra la madera, y Michael estaba de vuelta.
—Faythe, espera. Déjame ir por Owen.
Michael tomó el teléfono con él y aunque no pude escuchar el chillido de puertas
abiertas sobre los histéricos gritos de mi madre, escuché a Michael gritar a Owen.

152 Como todos los demás en la casa.


Él estuvo allí en un instante. Probablemente, empezó a correr en el segundo en que
había oído a nuestra madre gritar, porque ella nunca gritaba. Ni cuando estaba
enojada, ni cuando estaba herida, ni cuando estaba emocionada. Ella era tan firme
como la rotación de la Tierra, aunque un poco menos predecible últimamente, y yo
acababa de lanzarla completamente fuera de su órbita.
Me dolía también. Nos dolía a todos, pero yo sabía que nunca podría entender
completamente la profundidad del dolor de mi madre hasta que perdiera al amor de mi
vida, mi marido de treinta y tres años y padre de mis cinco hijos.
—¿Qué pasó? —La voz normalmente suave de Owen era casi sin inteligencia, y se
desvaneció en la nada mientras se movía cerca del teléfono, Michael todavía hablaba,
probablemente para confortar a nuestra madre.
—Michael, ¿qué demonios pasó? —Owen repitió, esta vez más fuerte.
Mi madre seguía gritando, y ahora empezaba a ponerse ronca. No podía soportarlo.
Escuchar su agonía y ser incapaz de ayudarla, enviaba mordeduras de dolor a través
de mi pecho; mi corazón estaba literalmente destrozado.
—Toma, yo me quedaré con mamá —dijo Michael—. Habla con Faythe. —Algo rascó el
receptor cuando el teléfono fue tomado, y el llanto de mi madre cambió cuando

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Michael le habló. Me hubiera gustado estar allí con ellos. Tal vez podríamos llorar
juntos. Ellos deberían haber podido hablar con mi padre antes de morir.
Mi padre no debería haber muerto.
—¿Faythe? —La voz de Owen era espesa y llena de temor—. Es papá, ¿no?
—Sí. —Hundí mi cara en una mano, pero levanté la vista cuando la puerta se abrió.
Marc llegó y llevaba una camisa limpia, pero aún estaba descalzo; llevaba nuestra
bolsa de primeros auxilios color rojo brillante. Se arrodilló en el suelo delante de mí
mientras el aliento de Owen se enganchaba en mi oído.
—¿Cómo sucedió?
Suspiré, deseando estar en otro sitio, haciendo otra cosa. Prefería luchar contra una
docena de truhanes a la vez que tener que contarle a alguien sobre la muerte de mi
padre.
—Malone traía armas de fuego.
Marc tiró del dobladillo de mi bata abierta para exponer una pierna, y yo salté cuando
su mano se asentó en mi muslo. La palma de su mano era áspera y caliente. Quería
fundirme con su toque, en su comodidad, hasta que no hubiera nada más en el
mundo. Pero entonces derramó un líquido frío, y algo me tocó la pierna. Las llamas
quemaban un camino a través de mi piel, localizando las heridas que yo había olvidado

153
por completo, a la luz de la más inmediata agonía emocional.
Obligué a mi atención volver de nuevo a Owen mientras Marc continuaba limpiando
las heridas expuestas.
—Él nos arrestó a mí, a Marc, y a Jace, y nosotros teníamos que luchar o correr. Nos
libramos de la mayoría de las armas, pero Dean aún tenía la suya... Él le disparó a
papá. En el pecho.
Por un momento, sólo hubo silencio en la línea. Michael había calmado a nuestra
madre de alguna manera, y yo me negué a romperlo con un silbido por la picadura
viciosa en mi pierna.
—¿Cuándo? —preguntó finalmente Owen.
—Hace pocos minutos. Él me quería decir lo orgulloso que estaba de ti y Michael. —¿Y
Ryan? Él había dicho “mis hermanos”. ¿Ryan incluso no contaba más?—. Él me dio un
mensaje para mamá también, pero voy a esperar hasta que ella esté... lista para
escuchar.
—Eso puede llevarse un tiempo... —Owen sorbió los mocos, y como él y Ryan habían
heredado justo los sentimientos de nuestra madre, yo sabía que su cara y sus ojos ya
estaban rojos de las lágrimas que apenas podía oír—. No puedo creer esto. No se siente
real.

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—Ya lo sé. —No se sentía real para mí tampoco. Todavía no.
—Entonces... ¿ahora qué?
Owen fue el primero en preguntar en voz alta la pregunta que había estado
persiguiendo su propia cola en mi cabeza.
—Todavía estamos pensando eso. El tío Rick piensa que él puede llegar a parar el
fuego. Entonces, creo que vamos a llevar a papá a casa y hablaremos sobre el resto de
esto cuando estemos todos juntos. —Me torcí hacia un lado, respingando ante la
rigidez instalándose en mi sobre-trabajado cuerpo mientras Marc se levantaba para
bajar uno de los hombros de mi bata, con una botella de agua oxigenada en la mano—.
Tenemos mucho que decidir, pero puede esperar un par de días, creo. Tratar con esto
es suficiente por ahora.
—Sí. Creo que mejor me voy... a ayudar a Michael. Y diles a todos los demás.
—Está bien. Escucha, dile a Kaci que si necesita hablar, me puede llamar. Y con un
poco de suerte, vamos a estar en casa mañana.
—Se lo diré.
En el fondo, mi madre estaba llorando otra vez. Pesados sollozos que eran de alguna
manera peores que el desgarrador grito. Los sollozos hablaban de los inicios de su
aceptación, y sabía por experiencia que por lo general era más fácil revolcarse en la

154
negación.
Después de que Owen colgara, yo deslicé mi teléfono en el bolsillo, y Marc se sentó en
el colchón junto a mí.
—Van a estar bien —dijo, mientras sacaba el brazo derecho de mi bata para que él
pudiera llegar a la herida más grande.
—No, no lo estarán. Ninguno de nosotros lo estará. Todavía no estamos bien con Ethan
muerto. ¿Cómo diablos se supone que manejemos esto? —No es que yo esperara una
respuesta. Marc levantó mi brazo por el codo, y esta vez cuando, presionó el algodón
empapado de agua oxigenada en mi corte, yo di la bienvenida a la picadura. El dolor
era infinitamente mejor que el entumecimiento. El dolor demostraba que todavía
estaba viva, a pesar del enorme agujero en mi pecho donde mi corazón solía estar.
—Ellos lo van a manejar, ya que se tienen a sí mismos. Y porque te tienen a ti.
Cuando lo miré a los ojos, casi me lo podía creer, porque él lo creía, pero cuando
parpadeó y se centró en mi brazo, la confianza se drenó de mí, me dejó fría. No podía
escapar de la verdad.
—Yo no soy lo que necesitan. Ellos necesitan un verdadero Alfa.
Él giró la tapa en el frasco de agua oxigenada y la puso en el suelo, luego me tumbó en
la cama, tan serio como yo nunca lo había visto.

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—Tú eres el Alfa ahora, Faythe. Y eso es muy real.
Negué con la cabeza lentamente y le dije lo que no podría haberle dicho a nadie en el
mundo.
—No estoy lista.
—Si no estuvieras lista, él no te habría nombrado.
Suspiré y parpadeé más lágrimas. ¿Nunca pararían?
—Se equivocó. No tenía otra opción. —Esto raramente pasaba: un Alfa muerto sin un
hijo calificado en la ley para dejar a cargo su Orgullo.
Marc tomó mi mano, acariciando la parte de atrás con el pulgar, y yo traté de no leer
demasiado en eso. Él estaba triste por mi papá también, pero eso no significaba que
me hubiera perdonado.
—Él tenía opciones.
—Él debería haberte nombrado. —Marc tenía más experiencia, así como el respeto y la
lealtad de todo el Orgullo.
—El Concejo nunca entendería eso. Nombrarme hubiera causado más problemas de
los que resolvería, y más problemas son la última cosa que necesita este Orgullo.
—Sí, como si el Concejo fuera a estar encantado conmigo. —Ninguna mujer había sido

155 alguna vez más odiada en EE.UU. En la historia de los Orgullos. Pero yo no podía
discutir su punto. No era justo que mi padre fuera limitado, incluso en el más allá, por
el fanatismo estúpido e inútil—. Entonces, ¿por qué no nombró a Michael? Es el
mayor. Y el más inteligente.
Marc se echó a reír.
—Michael es muy bueno para la recopilación de información y lanza un gran puñetazo,
pero no es un líder, Faythe. Y le gusta la ley demasiado para salir de su práctica. Su
corazón no está en esto, y un Alfa sin corazón... Bueno, un Alfa sin corazón es Calvin
Malone. Un megalómano sin alma que abusa de su poder para mantener a todos los
demás sin ninguno.
Muy cierto, pero... Yo miré mi regazo, horrorizada al ver que mis manos estaban
temblando realmente.
—¿Qué pasa si yo no lo tengo tampoco? ¿Qué pasa si mi corazón no está en eso? —
¿Qué pasa si mi corazón murió con Ethan y mi papá? ¿Y con la parte de mi madre que
nunca va a volver? ¿Y si ellos eran el corazón del Orgullo, y yo era sólo los pedazos
impulsivos, testarudos de pasta cardíaca que quedaban en su ausencia?
Su risa suave estaba de vuelta.

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—Oh, no empieces. —Marc rodó sus ojos, pero cuando su mirada se cruzó con la mía
otra vez, brilló con su sinceridad—. Eres todo corazón, y ambos lo sabemos. Tú te
preocupas por la gente de este Orgullo más de lo que has cuidado de otra cosa en tu
vida, e incluso cuando metes la pata, lo haces tratando de defender a uno de ellos. Uno
de nosotros.
Cuando traté de mirar hacia otro lado, él giró mi cara para que yo tuviera que mirarlo,
o hacer un tema de mi negativa.
—Tu estás en esto a largo plazo, y lo has estado desde el primer momento en que el
Concejo trató de forzarte a entrar en un matrimonio y niños antes de estar lista. Desde
que descubriste que le harían lo mismo a Kaci y a Manx, y que ninguna de ellas sería
capaz de luchar por sí misma. Tú perteneces a aquí, Faythe. Tú tienes un propósito, y
una visión, y tienes exactamente lo que se necesita para ver a ambas cosas llegar
hasta el final. Sabes que las cosas tienen que cambiar, y sabes exactamente qué
cambios deben ser. Y la única manera de que alguna vez sucedan es contigo liderando
el llamado a la acción.
Recorrió su pulgar sobre mi labio inferior.
—Además, esta boca se hizo para gritar la verdad y exigir justicia. Entre otras cosas...
Yo quería devolverle la sonrisa. Demonios, quería meter su pulgar en mi boca, sólo
para tener un sabor de él. Pero nuestros problemas ahora trascendían nuestra relación

156 personal, y no podía permitirme el lujo de perder la concentración.


Marc estaba en lo cierto. Él tenía razón en todo. Pero eso no cambiaba el resultado
final: el Orgullo sur-central merecía lo mejor, y yo no estaba allí. Todavía no.
—Marc, no puedo hacerlo por mi cuenta. No estoy lista. —Y dolía admitir eso, una
punzada de angustia hizo un sendero en el eco de mi pena agarrada ya en mi centro.
Sin embargo, dolorosa o no, era la verdad, mi vocación, según él.
—Ya lo sé. —La sonrisa de Marc era más pequeña ahora, y agridulce, como si se
hubiera tragado un recuerdo de mal gusto—. Por eso me pidió que te ayudara. Él me
hizo prometer que, aunque... —Cerró los ojos, tomó aire, y la suave sonrisa había
desaparecido—. Incluso si tú y yo no terminábamos... juntos.
Mi corazón latía tan fuerte que estaba segura de que se podía oír, y esta vez yo no
sabía por cuál de nosotros estaba herida.
—¿Y lo hiciste? ¿Dijiste que lo harías?
—Sí. —Parpadeó otra vez, y apretó la mandíbula—. Le juré a un moribundo. Y lo decía
en serio. Voy a estar allí para ti, Faythe. Pase lo que pase. Tú puedes hacer esto. Él
creía en ti, y yo también, y si das la oportunidad, todos los demás también.

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Tiré mis brazos alrededor de su cuello como si fuera a disolverse en mis manos.
Después de un momento, Marc devolvió mi abrazo, ligeramente al principio, y aunque
su indecisión me molestó, lo entendí. Me lo merecía.
Pero luego él me abrazó de verdad, su barbilla se apoyó en mi hombro; su barba era
áspera contra mi piel expuesta.
—Gracias. —Salió mitad voz baja, mitad sollozo—. No puedo hacer esto sin ti.
—Puedes lograrlo una vez tus pies estén debajo de ti. Pero no tendrás que hacerlo. —Él
se alejó, pero no se levantó—. Y no seré sólo yo. Estoy seguro de que tu tío estaría
encantado de servir como un consejero, y también lo hará tu madre, una vez que haya
tenido algo de tiempo para tratar con esto.
Asentí con la cabeza, pero en el fondo me preguntaba si sería suficiente. ¿Podría una
mujer joven, tenaz, impulsiva y varios asesores a un tiempo parcial posiblemente
llenar los zapatos enormes de mi padre? ¿En caso de que lo intentáramos?
Sí. No había otra opción.
—Entonces, ¿estás lista? —preguntó Jace, y los dos lo miramos de pie en la puerta
entreabierta, observándonos. Él tragó saliva espesa, y comprendí que sólo una parte de
su dolor era por la pérdida de nuestro Alfa. Desde la sala llegó un fondo suave de voces
silenciadas. ¿Cuándo habían llegado todos de nuevo? ¿Mientras estaba al teléfono?

157
Tendría que empezar a poner más atención a mi entorno, o sería la Alfa de más breve
duración en la historia.
—¿Lista para qué? —le dije, mientras Marc se levantaba y me llevaba con él.
—Para la orientación. —Jace se encogió de hombros como disculpándose, con los ojos
aún rojos de sus propias lágrimas recientes—. Al parecer el ser Alfa es uno de esos
puestos de trabajo donde tienes que comenzar a ejecutar.
—¿Por qué no te pones algo de ropa...? —Marc cerró la botella de agua oxigenada—. Y
tendremos que fijarnos en eso.
Jace abrió la puerta y salió del camino, todavía me miraba mientras Marc se dirigía a
la sala de estar.
—Tus aliados te esperan...
Cinco minutos más tarde, me senté en una silla de cocina que alguien había puesto en
la sala de estar, incómodamente consciente de que todos los ojos en la sala estaban
dirigidos en mi dirección. Esto no era inusual, por supuesto, pero yo estaba bastante
segura de que era la primera Alfa en la historia que hacía frente a sus aliados y
ejecutores usando nada más que una bata carmesí y un par de shorts de chico. Marc

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iba a coser mis heridas durante nuestro pequeño pow-wow6, así que no podía llevar
nada que cubriera mis miembros.
Lucas había dejado a mi padre en su lecho, pero el recuerdo fresco y crudo de su
muerte aún llamaba mi mirada hacia el sofá, aunque cuatro guardianes ahora estaban
sentados donde había muerto, cada uno cubierto con varios cortes y magulladuras de
aspecto repugnante, así como una variedad de vendas. A excepción de Elías Keller,
éramos un equipo en el mejor de los casos, y nuestro Orgullo estaba ahora sin líder, a
menos que yo me pusiera las pilas.
—¿Qué dijeron ellos? —pregunté, cuando mi tío se hundió en la silla más cercana a
mí—. ¿Acordaron cesar el fuego? —Por lo menos el tiempo suficiente para organizar un
funeral...
Él frunció el ceño y se inclinó hacia delante con los codos en las rodillas, para centrar
su atención en mí por completo, como si fuéramos las únicas dos personas en la
habitación. Eso no podía ser bueno.
—Ellos quieren que hagas la petición tú misma.
—¿Por qué? ¿Así pueden tratar de arrestarme otra vez? ¿O simplemente matarme? —
Como si yo fuera a caminar voluntariamente a una trampa.
—Es posible, pero no creo que eso sea lo que están haciendo en este momento. —El tío
Rick hizo una pausa lo suficientemente larga como para restregar ambas manos sobre
158 su rostro—. Les dije que tu papá te nombró como su sucesora, y mi conjetura es que
ellos quieren darte suficiente soga como para que te ahorques tú misma. O si no, te
quieren humillar. Es una cuestión de poder. Ahora mismo, ellos lo tienen…
—Y quieren verme arrastrándome por misericordia el suficiente tiempo para enterrar a
mi padre. —Las palabras tenían un sabor amargo, todas ellas, y quise escupirlas.
—Sí. Pero creo que podemos hacer este trabajo por nosotros. Si vas allá con tu
temperamento bajo control y tus pies en la tierra, tienes una oportunidad de convencer
a un par de los otros Alfas de que realmente perteneces a donde tu padre te ha
colocado. Y que mereces un asiento en el Concejo.
—Pero ¿eso no es algo que no tiene sentido en este punto? Quiero decir, incluso si yo
quisiera estar en el Concejo... —Y no estaba exactamente ansiosa de ver la corrupta
justicia de Malone y promoverse a sí mismo en el nombre de la “purificación”—, ellos
nunca van a dejarme entrar. Demonios, incluso podrían no dejarlos volver a ustedes,
chicos. —Eché un vistazo a mi tío, a Umberto Di Carlo, a Aaron Taylor, un poco

6
Inicialmente, un pow-wow era el nombre de un hombre que tenía habilidades especiales para curar a los
enfermos o de ofrecer asesoramiento.

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abrumada al estar reunida con ellos sin mi padre. Seguí esperando que entrara a la
habitación, disculpándose por llegar tarde, luego asumiendo el control—. Acabamos de
comenzar una guerra, y hasta ahora ellos van ganando. ¿Por qué no querrían
aprovechar su ventaja?
—Porque un alto al fuego los beneficia a ellos incluso más de lo que nos beneficia a
nosotros —Di Carlo dijo a través de la habitación, sosteniendo un pequeño vaso con
una pulgada de whiskey en el fondo—. El grandioso plan de Malone sólo funciona si él
está a cargo de todo el Concejo, no sólo de una maltratada parte de él. Él va a querer
juntar su pequeño reino de nuevo, de esta manera puede llevar puesta la brillante
corona. Y podría incluso perder uno o dos de sus propios aliados si se rehúsa a
conceder un entierro apropiado a un respetado colega Alfa. Aunque probablemente no
tenga la intención de dejar que el Concejo te reconozca como un Alfa.
—Estoy teniendo problemas para entender la parte en la que esto debe importarme. —
Me encogí de hombros disculpándome, y en su tranquilo rincón de la habitación, Keller
estaba asintiendo—. Quiero decir, si no pertenezco al Concejo, no pueden meter su
nariz colectiva en el negocio del Orgullo sur-central, ¿cierto?
Y si ese era el caso, quizá deberíamos habernos separado del Concejo desde hace
mucho tiempo. No, eso no detendría a Malone de poner a nuestros enemigos contra el
suelo, pero nos retiraría de la zona contaminada, ¿no sería así? Y necesitamos ese
poquito de distancia, al menos lo suficientemente larga para podernos ajustar a la
159 pérdida de nuestro Alfa y el surgimiento del Alfa más joven, y con más problemas de
testosterona en la historia.
Sin embargo, esos mismos beneficios eran mi primera clave de que dejar el Concejo
probablemente no sería tan fácil como sonaba. Malone podría no querer que me
sentara en su Concejo, pero nunca estaría dispuesto a renunciar a su influencia sobre
el territorio más grande del país.
Nosotros probablemente podríamos haber desertado cuando mi padre aún era Alfa,
pero él nunca habría considerado eso. Él nunca habría abandonado a sus compañeros
miembros del Consejo a la influencia venenosa de Malone y su dictadura emergente.
La respuesta de Di Carlo confirmó mi propia conclusión.
—Aún si no están dispuestos a remover tu Orgullo de la influencia colectiva del
Concejo, y no lo estarán, hay una razón por la cual el Concejo existe. Nos asociamos
porque la unión hace la fuerza. Porque en su estado no pervertido, el Concejo asegura
un gobierno representativo y un conjunto de recursos e ideas que benefician a todos.
—Sí, pero la palabra clave allí es no-pervertido, y ahora mismo, ustedes chicos están
funcionando bajo el pulgar del mayor poder-pervertido que alguna vez meneó su
trasero en los Estados Unidos. Él es como Hitler con pelaje.

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Mi tío se vio sorprendido por la rara imagen mental, pero luego asintió aceptando mi
punto.
—Sí, pero la solución a ese problema es quitar de su lugar a Calvin Malone, no
remover el Orgullo sur-central.
Él tenía razón. Mi fantasía separatista fue agradable, pero fugaz. Después de todo, la
razón por la que estaba dispuesta a asumir el liderazgo del Orgullo en primer lugar era
para hacer de nuestro mundo oculto, un mejor lugar y más seguro. Marc había estado
en lo cierto acerca de ello, y no podía hacer eso si nos separábamos de este mundo.
Eché un vistazo en primer lugar a Taylor, luego a Di Carlo, antes de estrechar mis ojos
a mi tío, buscando en su rostro la verdad.
—Pero realmente no creo que él vaya a dejarme entrar en el club de los chicos…
—No. Pero creo que tienes que pedírselo, de todos modos. —El tío Rick atrajo una
respiración profunda, después encontró mi mirada con la misma expresión de acero
endurecido que había visto en mi madre, su hermana, muchas, muchas veces. Estaba
a punto de decirme la verdad, aunque no me fuera a gustar.
—Tratamos de pelear a nuestra manera para salir de esto y fallamos. Malone todavía
está muy vivo, todavía en el poder, todavía fuertemente armado, si Alex estaba
diciendo la verdad acerca de la otra reserva escondida de armas. Y aún no estamos
listos para una segunda oleada de ataque. No con tu padre yaciendo frío en la cama de
160 allí, y la mayoría de nuestros hombres fuera de alcance.
—Sin mencionar la severa ausencia de nuestros nuevos aliados… —añadió Marc,
arrodillándose junto a mí con el kit de primeros auxilios en mano.
Asentí lentamente, mientras la verdad penetraba
—Así que, tengo que ir a pedir un tiempo de tregua para tener la oportunidad de
reagruparnos. Incluso si eso significa darle a Malone la oportunidad de prohibirme la
entrada en el club.
—Exactamente. —Di Carlo asintió con firmeza.
Mi tío se enderezó.
—Malone se negará a reconocerte, ahora eso es un hecho. No importa. Lo que importa
es que tienes que ir allí y causar la mejor impresión posible en ellos, de modo que
después del funeral, tengas la posibilidad de ganarles y por la noche tendremos la
probabilidad de llevarles ventaja. Incluso después de que Malone se haya ido...
suponiendo que realmente podamos deshacernos de él, todos vamos a tener que
trabajar con sus actuales aliados, por lo que entre menos enemigos hagamos en este
momento de guerra, mejor preparados estaremos más adelante para luchar.

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Lo consideré por un momento, tratando de ordenar a través de la barrera de la
información y las decisiones. Desde afuera mirando hacia adentro, yo siempre había
pensado que mi padre tenía un arsenal de opciones brillantes desplegadas delante de
él (el lujo de elegir) pero ahora que estaba en sus zapatos, era obvio que un Alfa no
tenía más opciones de las que hubiera tenido un guardián. Y basada en primer lugar
en esta pequeña muestra, cada una de ellas era una mierda. Peor aún, cada decisión
que tomaba llevaba a consecuencias de vida o muerte.
Yo acabara de salir de la piscina para niños a la parte más profunda, sin flotadores. Y
el ahogarse no era una opción.
—Bien, estoy dentro. Puedo jugar bien, aunque él no lo hará. —Traté de no darme
cuenta de que Marc enhebraba la aguja de sutura larga y curvada. Me obligué a mirar
de nuevo a mi tío—. Así que... ¿qué va primero?
Mi tío Rick miró a sus compañeros Alfas, cada uno de los cuales sólo pudo encogerse
de hombros. Luego volvió su atención hacia mí.
—Que yo sepa, la sustitución de un Alfa nunca antes ha ido así, por lo que todo lo que
realmente se puede hacer es tratar esto como la ascensión de cualquier otro Alfa,
reconociendo que necesariamente van a haber algunas diferencias.
Semejante nuevo Alfa, dándole un vistazo del interior de sus muslos a la habitación
entera, lo cual no se pudo evitar, con Marc preparándose para coserme. No es que la

161 vista de la carne fuera nueva para alguien, pero los Alfas rara vez llevaban puesta la
ropa interior de encaje y decorada a reuniones formales.
Y algo me dijo que era sólo la primera de muchas diferencias que pronto
descubriríamos entre el estilo administrativo de mi padre y el mío.
—Bien, estoy a tu disposición. —Traté de no sobresaltarme cuando Marc se inclinó
hacia mí y la aguja picó en mi sensible piel alrededor de mi gran acuchillada. Había
optado por ir sin anestesia porque todo lo que teníamos era alcohol, y mientras que
eso habría adormecido más que una clase de dolor, no podía permitirme la lógica
difusa.
—Bien. —El tío Rick se puso de pie, y su nervioso andar me recordó al de mi padre, y
al hecho de que no podía moverme alrededor para quemar algo de mi propia energía
nerviosa—. A fin de ser oficialmente reconocida como Alfa por tu Orgullo, los
guardianes de tu territorio deben de forma unánime aceptarte formalmente jurándote
su lealtad.
Sabía sobre el juramento, por supuesto. Lo había visto siendo dado cada vez que mi
padre contrataba un nuevo guardián, y había hecho el mismo juramento cuando había
sido oficialmente contratada. Pero esto era un poco diferente, tanto por la escala (todos
los guardianes tenían que jurar, en lugar de sólo uno o dos nuevos reclutas) y porque
sin la lealtad dedicada de los guardianes, un Alfa nunca podría esperar

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verdaderamente conducir un Orgullo, mucho menos mantenerlo afrontando la
oposición. Y yo probablemente había batido records en el último departamento.
Si uno de los guardianes se rehusaba a jurar lealtad a un potencial Alfa, ese Alfa tenía
dos opciones. La primera, podría pelear (y vencer) al votante opositor, y de esa manera
expulsarlo del rango de guardián. O podría heredar el trabajo con guardianes bajo
juramento de él misma, quienes no hubieran trabajado con el anterior Alfa, y tomar el
Orgullo por la fuerza. Eso no había pasado en un Orgullo Estadounidense en más de
un siglo, pero sabíamos de un caso muy reciente en el sur de la frontera: el padre de
Manx, quien había sido ejecutado por el Alfa retador.
Afortunadamente, como en la mayoría de los casos, había sido nombrada sucesora por
el anterior Alfa, y había servido con los otros guardianes, entonces un apoderamiento
hostil no parecía probable, incluso si uno de ellos no estaba dispuesto a servir bajo mi
autoridad.
Como si él supiera lo que estaba pensando, mi tío continúo.
—Pero ser reconocida por el Concejo es otro asunto. Debes ser reconocida por una
simple mayoría de sus miembros existentes. Pero ya hemos acordado en que eso no va
a suceder ahora mismo, así que no quiero que te preocupes por ello. Cuando
lleguemos al alojamiento, puedes hacer una petición formal, luego perder con tanta
gracia como sea posible.

162 Bueno, al menos había un plan B. El cual era bueno, porque ni siquiera podía
conseguir que la mayoría de Alfas estuvieran de acuerdo en dejarme respirar, mucho
menos en ponerme a cargo de mi propio Orgullo.
—Bueno, no vamos a poner la cola antes que el hocico, ¿verdad? Quiero decir, si no
tengo el apoyo del propio Orgullo, el resto de esto es totalmente discutible.
Eché un vistazo abajo a mi pierna justo cuando Marc recortó el hilo de la sutura en la
primera acuchillada. Alrededor de una docena de puntos, a mi conjetura, y no eran
precisamente bonitos a la vista. Pero nada estaba roto o protuberante de mi carne, con
todo, me conté afortunada.
Marc debió haber sabido lo que yo estaba pensando, porque en vez de comenzar con el
siguiente corte, se levantó, y me puse de pie a su lado.
—Antes de que continuemos, necesito saber que ustedes chicos están conmigo. —
Encontré los ojos de los guardianes del Orgullo sur-central, uno por uno, deseando
desesperadamente que todos ellos estuvieran con nosotros. Pero Owen y Parker se
habían quedado en el rancho para defender el frente interno, así que tendríamos que
avanzar sin ellos por el momento—. Así que esta es su elección, y quiero que sean
honestos, con ustedes mismos, conmigo, y con este Orgullo. Esto nunca funcionará si
no confían en mí. Si verdaderamente no creen que pueda hacer esto. Que podemos
hacer esto juntos. Así que no se preocupen por herir mis sentimientos o hacerme

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enojar. Soy una gran chica. Pero deben saber que aceptarme como su Alfa va ofender a
algunos y a molestar totalmente a otros. Y que los próximos días y semanas...
Demonios, quizá los próximos años, serán los más difíciles de los que alguna vez
hayan servido como un guardián.
Di una respiración profunda, concentrándome en los cuatro hombres que habían
venido para estar de pie en una línea en frente mío. Marc, Jace, Vic y Brian. Estuve
levantada ante ellos. Si todos me aceptaban, nuestro Orgullo tendría un Alfa y un
nuevo punto de partida, sin importar cuán difícil pudiera ser el camino.
Pero incluso si uno de ellos estaba renuente a poner su vida en mis manos, bien, no
estaba segura qué pasaría entonces, porque no quería empezar mi liderazgo teniendo
que pelear contra uno de mis propios amigos más antiguos.
—Entonces, les pregunto ahora. ¿Servirán al territorio sur-central conmigo como su
Alfa? —Las palabras eran viejas y familiares, pero el miedo que burbujeaba en mi
estomago no lo era—. ¿Juran lealtad a mi Orgullo, y a mí, como lo hicieron con mi
padre?
—Sabes que lo haré. —Jace se dejó caer de rodillas en un único y fluido movimiento
tan rápido que apenas registré el cambio—. Juro mi lealtad y mi vida al Orgullo sur-
central, y a mi Alfa, Faythe Sanders.
Frescas lágrimas vinieron entonces, y las alejé, aferrándome desesperadamente a la

163 compostura.
—Gracias. —Tomé su mano cuando él me la ofreció, como un apretón de manos, y
respondí con las palabras que esperaba de mí—. Juro guiarte con lo mejor de mi
capacidad, y a poner siempre al Orgullo antes que a mí misma.
Cuando levanté la mirada, Marc tomó mi mano, tirando de mí suavemente para estar
de pie frente a él.
—Me has tenido desde el principio, Faythe. En lealtad, vida, corazón y alma. —Su
mano estaba caliente en la mía, pero su mirada me quemó cuando se arrodilló sin
romper el contacto visual—. Juro mi lealtad y mi vida al Orgullo sur-central, y a mi
Alfa, Faythe Sanders.
Quería decir algo. Algo importante y honesto. Algo que le dijera que entendía lo que él
me estaba dando, y que trataría de merecerlo. Pero antes de que pudiera formar una
sola palabra, Brian golpeó sus rodillas a mi izquierda.
Tan mal como quería aferrarme a la mano de Marc y nunca dejarlo ir, sólo pude
apretar su palma, recitar la respuesta esperada, y luego avanzar hacia Brian.
Brian Taylor me miró fijamente con ojos brillantes y llenos de esperanza, y algo pesado
se instaló en mis entrañas mientras él decía el juramento familiar. Él no entendía en lo
que se estaba metiendo. No realmente. Él sabia que a la mayoría de los otros Alfas no

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les gustaría esto, pero posiblemente no podía entender en verdad la pelea para la que
nos habíamos alistado. El peligro con el que se había comprometido.
Pero lo necesitábamos, y no le negaría su oportunidad de servir.
Sólo Vic se mantuvo de pie inmóvil, y mi piel hormigueó cuando lo sentí mirándome.
Juzgándome, como era su derecho. Si él tenía dudas, no debería servir. Era así de
simple.
Miró fijamente mis ojos y yo lo miré en respuesta, esperando que viera en mí lo que
Marc veía. Lo que mi padre había visto. Lo que aún esperaba probarme a mí misma. La
única verdadera certeza que yo podía reclamar, la única cosa que sabía más allá de la
mínima sombra de duda, era que yo podía vivir y morir por mi Orgullo. Para proteger a
todos en él y tratar de forjar el muy necesario cambio desde adentro del sistema.
—Te creo —susurró Vic al fin—. Creo que puedes hacer esto. Va a ser difícil. Este
trabajo va a romper tu corazón, Faythe. Va a lastimarte desde adentro hacia afuera, y
puede impedir que alguna vez seas realmente feliz. Pero creo que pelearás por todos
nosotros con cada aliento de tu cuerpo. No creo que seas capaz de algo menos que eso.
Me ahogué en mi siguiente aliento, perpleja por su declaración de confianza y lealtad,
consciente de lo que él pensaba de mis errores personales.
Con eso, se puso de rodillas y tomó mi mano.

164
—Juro mi lealtad y mi vida al Orgullo sur-central, y a mi Alfa, Faythe Sanders.
Dije mi parte, y cuando soltó mi mano, retrocedí y los miré: mis compañeros de
Orgullo. Mis compañeros guardianes. Las primeras almas valientes en poner sus vidas
en mis manos.
No me sentí como esperaba. No había apremio de poder o gloria. Mis primeros
momentos como un Alfa se sintieron… pesados. Sombríos. Como si acabara de asumir
una deuda colosal que no podía esperar para reembolsar. Ser un Alfa era una carga y
una enorme responsabilidad, no una licencia para empujar a las personas alrededor.
Y eso era lo que Calvin Malone nunca había realmente entendido.

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CAPITULO 17
Traducido por ClaRe..!!
Corregido por V!an*

Una ola de impacto chocó conmigo cuando los chicos se pusieron de pie, y me di
cuenta de que ya no era su compañera de trabajo. Ahora era su jefe. Pero el término
“empleador” describe a un Alfa tan bien como la palabra “cuidador” define el concepto
de paternidad; es una fría palabra de una dimensión que fracasa totalmente en
transmitir el elemento humano.
Mi padre había sido mucho más que nuestro jefe. Él era nuestro líder, tutor, consejero,
casero, orientador, a veces un confidente, y la figura de un padre incluso para aquellos
con los que no compartía sangre. Él era un campeón y defensor de aquellas personas
con poco poder y voces suaves. Era una fuente de sabiduría y fuente de inagotable
paciencia.

165 Él era tantas cosas que nunca había ni siquiera considerado, y yo no albergaba la
ilusión de que pudiese rellenar todos aquellos roles justo afuera de la puerta. Pero
quería hacerlo desesperadamente. Quería ser lo que ellos necesitaban. Necesitaba
hacer esto correctamente, porque ellos se merecían lo mejor que tenía para ofrecer.
—De acuerdo, así que, ¿ahora qué? —Miré a mi tío por consejo.
—¿Vamos a hacer las paces con el consejo?
Asintió solemnemente.
—Pero esto no será fácil.
—Nada que valga la pena lo es alguna vez. —Tomé una respiración profunda, tratando
de poner mis pensamientos en orden—. ¿Cómo funciona?
Marc hizo un gesto hacia mi silla, con la aguja de sutura en mano, y yo me senté a la
vez que mi tío se puso de pie, andando de un lado a otro de nuevo. La mayoría de los
guardianes se habían reunido alrededor de otro kit de primeros auxilios extendido
sobre la mesa de café, pasando alrededor botellas de peróxido de hidrógeno y vendas,
un par enhebrando agujas para coser lo peor de los cortes de los compañeros toms.
Era un tipo de extraño ritual en silencio, tan diferente de las otras veces en las que
ellos habían compartido botellas más grandes y pasado bolsas de aperitivos. Pero la

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familiaridad estaba allí. Éramos familia, amigos, y aliados, ya estuviésemos celebrando
o en un funeral.
O preparándonos para enfrentar a los enemigos comunes. Tío Rick levantó una taza de
ya no humeante café del final de la mesa, y pude decir por la forma en que la sujetó
sin hacer uso del asa que deseó que tuviese algo más fuerte que cafeína tibia.
—Ellos están curando sus propias heridas ahora, justo como nosotros. —Miró al triaje7
del centro de la mesa de café, y me di cuenta de que los Alfas ya habían sido todos
tratados. Ese particular privilegio del rango nacía de un deseo de mantener a nuestros
líderes vivos y… bien… liderando. Un punto impulsado por mí cuando Marc empezó la
segunda serie de puntos no anestesiados en el corte de mi costado.
—Y como dije, ellos están tan ansiosos como nosotros por un alto el fuego, aunque
Malone nunca lo admitiría.
—¿Qué sabemos sobre sus daños? —pregunté, estremeciéndome cuando el hilo de
Marc tiró de la piel muy sensible.
—Tienen un par de toms inconscientes y un par de huesos rotos… —Ninguno de los
cuales teníamos nosotros—. Y tres bajas.
Una fue mi matanza, otra la de Elias Keller, y la tercera, si tenía que adivinar, era de
Marc. Evidentemente Colin Dean había sobrevivido, un descuido que pronto
remediaría incluso si se llevaba mi último aliento.
166 —Nosotros nos beneficiamos del elemento sorpresa —continuó mi tío—. Pero lo hemos
perdido ahora, y no lo conseguiremos de vuelta por lo pronto. Y ellos tendrán la
duración del alto al fuego para concentrarse en curarse y reagruparse, pero nosotros
no.
Porque nosotros teníamos que planear un funeral, a la vez que nuestro siguiente
movimiento.
—¿Les dijiste que vendría? —pregunté, y la costura de Marc hizo una pausa a medio
punto mientras esperaba por la respuesta.
—Sí. Y ellos probablemente esperan que vengas con armas en llamas. Literalmente. —
Se volvió hacia la mesa del desayuno y yo seguí su mirada para encontrar la mesa
cubierta de los restos de seis pistolas, ahora traducidas virtualmente irreconocibles,
gracias a los esfuerzos de Keller—. O no.
—Destrozaré el resto de ellas también, si por casualidad pones tus manos en ellas —
retumbó Keller—. No me gustan las pistolas, y ya es suficientemente malo que los

7
Triaje.- (del francés triage) es un método de la medicina de emergencias y desastres para la selección y
clasificación de los pacientes basándose en las prioridades de atención, privilegiando la posibilidad de
supervivencia, de acuerdo a las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles.

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humanos las lleven. No puedo tener un montón de gatos aquí, disparando en mi
montaña.
—Estamos completamente de acuerdo —dije—. Y espero que Malone no sea tan
estúpido para realmente usar las armas que le quedan contra la oposición desarmada.
Al menos en frente del resto del Concejo.
—No lo hará —dijo Taylor desde un sillón a través de la habitación.
—Él no va a poner en peligro su posición con sus aliados menos leales.
—Bien. —Cerré mis ojos, pensando mientras Marc cortaba el hilo de la aguja—. Con
un poco de suerte los atraparemos con la guardia baja cuando esté dispuesta a jugar
bajo sus reglas. —Fruncí el ceño a mi tío.
—¿Cuáles son sus reglas, exactamente?
—Es una simple encuesta formal. Cada miembro del Concejo tiene una oportunidad de
reconocerte como Alfa o de negarlo. Necesitas ser reconocida por cinco de los nueve
Alfas, obviamente, tú no puedes votar, ya que no estás dentro todavía.
—De acuerdo… —Mi cerebro estaba corriendo—. Necesito cinco y tengo tres aquí. —
Miré desde mi tío a Bert Di Carlo, hasta Aaron Taylor—. Así, a largo plazo, sólo
necesito empezar ganando sobre dos más. Creo que nuestras mejores apuestas son
Nick Davidson… —Porque él no tenía ninguna razón para odiarme, que yo supiera—. Y

167
Paul Blackwell. —Porque él era actualmente el menos fiel al Malone. Aunque él no era
exactamente un fan de Faythe. Menos mal que me gustan los retos.
—Faythe... —Miré hacia arriba para ver a Aaron Taylor mirándome con una expresión
cuidadosamente cautelosa, y mi estómago empezó a darse la vuelta con temor. Lo vi en
sus ojos antes de que dijese las palabras.
—No estoy diciendo que no. Creo que eres un infierno como guardián, y estoy seguro
de que tu padre tenía una muy buena razón para dejarte a cargo de su Orgullo. Pero
esto es una decisión muy grande, y no estoy preparado para decir sí o no todavía. Así
que por hoy, voy a declinar mi voto.
Sólo pude parpadear, sus palabras no deben haber sido captadas todavía, porque no
pude sentirlas. Él dudó, con los ojos cerrados, luego se encontró con mi mirada otra
vez y continuó.
—Eres muy joven, Faythe, y largamente sin demostrar. Has sido un guardián por
menos de un año, y mientras que creo que tu vida privada es tu asunto, también sé
que hay muy poco sobre la vida de un Alfa que es verdaderamente privado. Todas tus
elecciones serán cuestionadas, y serás preguntada para justificar cada decisión que
tomes. Y sin más experiencia, no estoy del todo seguro de que estés preparada para
tomar algunas de esas decisiones todavía.

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Asentí, entumecida; Taylor estaba dando voz a mis propias dudas, y no podía ni
siquiera discutir con ellas. Yo no habría votado por mí tampoco, en su posición. Pero
porque la mayoría del Concejo nunca consideraría a Marc como lo demostraba su
negativa a reconocer que había sido re-aceptado en nuestro Orgullo, no había nadie
más para relevarme de mis obligaciones, incluso si yo quisiera renunciar.
—Es por eso que nos tiene a nosotros. —Tío Rick miró a Taylor desde el otro lado de la
habitación—. Ella ha recorrido un largo camino este año, y su padre sabía lo que
estaba haciendo cuando la nombró. Ella nos tiene a nosotros para orientarla y
aconsejarla, y francamente, no tenemos tiempo para que gane más experiencia, a no
ser que esté en el puesto. El Orgullo sur-central necesita un Alfa, y lo necesita ahora.
—El Concejal Taylor tiene razón. —Sentí las palabras hacer eco en mi pecho hueco de
dolor. Me puse de pie, enfrentándolos a todos, y Marc se echó hacia atrás para darme
espacio—. No tengo experiencia, tomé algunas pobres decisiones, y a veces hablo sin
pensar. No voy a poner excusas. —Miré hacia arriba desde el suelo y me encontré con
la mirada evaluadora de Taylor—. Todo lo que puedo decir con respecto a los errores
que he cometido desde que me convertí en guardián es que verdaderamente estaba
intentado hacer lo correcto. Y espero que con amigos y aliados más mayores, sabios y
experimentados a mi espalda, tenga los recursos que necesito para tomar decisiones
más informadas y mejor equilibradas. —Le sonreí a mi tío para agradecerle su apoyo,
luego me volví hacia Taylor otra vez—. Pero tú tienes que tomar tus propias decisiones,

168
y mientras, obviamente, desearía que tuvieras la confianza en mí para decidirte ahora,
tengo que admitir que entiendo tus dudas. —Aunque me magulló en alguna parte
profunda de mí decir aquellas palabras—. Pero con todo el debido respeto, hay otro
punto importante que creo que puedes estar olvidando.
Taylor elevó ambas cejas, esperando en silencio a que siguiera. Tomé una respiración
profunda y continué.
—Estamos un poco de faltos de opciones por aquí. Si yo no voy a ser Alfa, ¿quién lo
será? Marc conseguiría incluso menos apoyo en la posición que yo. —Miré a Marc para
verle asentir solemnemente, a la vez que repetí lo primero que él me había dicho—. Tío
Rick tiene razón, no nos podemos dar el lujo de estar sin líder. Especialmente ahora.
—Taylor miró de mí hasta mi tío, luego volvió a mí, pareciendo que lo consideraba.
—Tiene que haber otra opción. Un líder provisional, justo hasta que tú ganes un poco
más de experiencia.
Meneé la cabeza lentamente.
—Concejal, ¿tienes un plan para lo que pasará a tu Orgullo si murieses de repente?
—Sí, por supuesto. Ya que Carissa no ha elegido un marido todavía, su hermano más
mayor se haría cargo hasta que ella esté lista para sentar la cabeza con un nuevo Alfa.
Esa vez asentí.

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—Mi padre tenía un plan de contingencia también, y es este. Él sabía justo como todos
ustedes seguramente saben que un Alfa podría morir en cualquier momento, y tanto
como él me quiere, sé que es un hecho que él nunca me habría nombrado como el
siguiente Alfa si hubiese tenido una mejor opción. Con su último aliento, él habría
hecho lo que es mejor para el Orgullo. Y tengo que creer que eso es exactamente lo que
hizo. — Taylor me miró en silencio, obviamente luchando con la decisión.
—Aaron —dijo mi tío, rompiendo el tenso silencio. —Tenemos que presentar un frente
unido en esto. Si no, Malone dividirá y conquistará.
Taylor suspiró y encontró mi mirada otra vez.
—Tú hablas con las habilidades de tu padre y la pasión de tu madre. Si conseguiste
cualquier otra cosa de ellos, supongo que probablemente no sea la peor decisión que
tú padre tomó alguna vez.
No me atreví a sonreír.
—¿Significa eso…?
—Tienes mi voto —dijo Taylor, asintiendo solemnemente—. Con la condición de que
elijas varios consejeros sensatos. Y que los escuches.
—Hecho. —Asentí, mirando a Marc y a mi tío—. ¿Señor Di Carlo? —Me giré hacia el
padre de Vic, muy consciente de que Vic y Teo y todos los demás en la habitación

169
estaban mirándonos—. ¿Necesitas más tiempo para tomar tu decisión?
Di Carlo sonrió y alcanzó mi mano, envolviéndola con las suyas.
—No. Yo confié en tu padre con mi vida, y confío en su decisión. Tú eres una pequeña
apasionada bola de determinación atemperada por una fuerte brújula moral y un
corazón tan grande como el de un bruin. El resto vendrá con el tiempo y la experiencia,
si escuchas a tus consejeros y aprendes de tus errores. Y creo que harás ambos,
¿verdad?
Sólo pude asentir, determinada a no llorar de nuevo hasta que estuviese sola.
—Gracias. —Me tragué las lágrimas de gratitud sin derramar—. Lo haré lo mejor que
pueda para no decepcionarte.
—Oh, niña, no son mis expectativas las que tienes que cumplir. Son las de tu Orgullo.
Y algo me dice que tus propios estándares son más altos que incluso de lo que ellos
esperarían de ti. —Con una sacudida repentina de comprensión, me di cuenta de que
era verdad. Mis expectativas para mí estaban por las nubes, porque eran las
expectativas que mi padre había establecido desde el principio. Y viviría para estar a la
altura, o moriría intentándolo.
Cuando Di Carlo dio un paso atrás, miré alrededor para encontrar que la mayoría de
los moretones habían sido enfriados, los cortes limpiados, y las heridas cosidas. Marc

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fue el último en recibir atención médica, y Vic estaba terminando sus suturas en ese
momento en un largo pero afortunadamente corte poco profundo a lo largo de su
muslo exterior derecho.
—De acuerdo, vamos. —Me volví hacia la puerta, y los hombres se pusieron de pie.
—Um, ¿Faythe? —Marc alcanzó mi brazo, y una pequeña sonrisa apareció en la
esquina de su preciosa boca—. Como mi primera pieza oficial de asesoramiento al
nuevo Alfa, déjame sugerirte que te pongas unos pantalones. Y quizás una camiseta.
—Su sonrisa creció y me acercó para susurrarme en la oreja, mientras Jace nos
miraba con rigidez a través del cuarto—. Mientras que esto definitivamente funciona
para mí, creo que los otros Alfas probablemente te tomen más en serio si te vistes.
Me sonrojé, de repente consciente de que estaba medio desnuda. Y que Marc me había
tocado voluntariamente sin una aguja en la mano o rencor tras sus ojos.
—Sí. Ropa. Buena idea. —En el dormitorio, excavé a través de mi maleta y elegí un
pantalón negro y una blusa fina a juego de rayas. Estaba abotonando mi blusa cuando
la puerta se abrió. Jace entró y cerró la puerta a su espalda.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Tan bien como puede esperarse. —Metí la cola de mi blusa en los pantalones y
abroché el cinturón.

170
Jace se inclinó contra el vestidor enfrentándome y su mirada buscó la mía.
—No he tenido realmente una oportunidad de decir esto todavía, y se siente tan…
inadecuado. Pero lo siento por tu padre. —Extendió sus brazos, y yo di un paso hacia
ellos. Le dejé sostenerme. Él no pidió nada y sólo ofreció su presencia, y un momento
de suave y caliente confort, minutos antes de que tuviese que mostrarle al mundo mi
columna de acero y rostro de granito.
Puse mi barbilla en su hombro y él acarició mi espalda, susurrando en el pelo que
escondía mi oreja.
—Realmente no recuerdo mucho sobre mi padre, pero no ha habido un día desde que
murió que no haya deseado que todavía estuviese aquí. Diablos, si estuviese, nada de
esto habría sucedido.
—Nada causó esto, Jace. Y no podemos deshacerlo. Lo mejor que podemos hacer es
acabarlo. Acabar con Colin Dean y destruir a Calvin Malone.
—Sabes que estoy contigo. Lo que sea que necesites.
—Lo sé. —Sorbí las lágrimas no derramadas—. Gracias.
Antes de que pudiese contestar, la puerta se abrió, y yo me alejé de él para encontrar a
Marc mirándonos. Su mandíbula estaba apretada, pero se tragó lo que sea que quería

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decir, sin duda en deferencia a las circunstancias. Y al hecho de que Jace y yo
estábamos ambos vestidos completamente.
—¿Estás lista?
—Sí. —Estiré mi camisa y aclaré mi garganta—. Sólo… necesito un minuto. Con mi
padre.
Marc asintió, y me deslicé por el pasillo hasta la habitación de mi padre, cerrando la
puerta detrás de mí, tratando de bloquear todo lo demás: la conversación en voz baja,
la tensión y el miedo en turbulentas olas desde el salón, y el conflicto y necesidad que
batía en una violenta nube constante alrededor de tanto Marc como Jace.
Lo empujé todo hacia atrás a la vez que me acercaba a la cama, vadeando a través del
pesado silencio en mi cabeza y el fresco dolor que la muerte de mi padre había dejado
en mí, sólo rozando la agonía mucho más aguda que vendría cuando finalmente
tuviese tiempo para lidiar con mi pérdida. Para aceptarla.
La sábana que alguien había echado sobre él no podía ocultar la forma que yo conocía
tan bien. Mi padre había sido la fuerza más grande en mi vida. Él era la fuerza que
hacía que el reloj hiciese tic-tac, y que el sol se alzase y se pusiese. En mi juventud,
sus expectativas alimentaron mi ambición y su decepción cortaba hondo en mi
corazón, incluso cuando me rebelé en un intento de forjar mi propio camino. Cuando
crecí, hacerle sentirse orgulloso todavía llevaba el mismo peso, incluso si no lo admitía.

171 Mis manos temblaron a la vez que doblé la sábana. Él me miró, sin ver, y yo no pude
parar las lágrimas frescas.
Cuando era una niña, todos los problemas terminaban con una sola palabra de mi
padre. Una sonrisa suya era el sol, su ceño fruncido una descarga de truenos. Él era
listo, y generoso, y honorable sin falta. Él podía exiliar a un intruso, comprobar mis
deberes de matemáticas, y arreglar las goteras del lavabo del baño, todo antes de la
cena. Durante mucho tiempo, pensé que era invencible. Por encima de los pequeños
problemas que asediaban a la gente normal.
Y ahora se había ido.
Me senté al borde del colchón.
—Voy a hacerlo, justo como querías —susurré, deseando desesperadamente que
realmente pudiese oírme—. Voy a intentarlo, de todas formas. Voy a perder, pero eso
no es en realidad el punto ¿no? —Miré las manos en mi regazo, dándome cuenta por
primera vez que eran una versión de sus uñas, en los delgados y largos dedos de mi
madre. ¿Cómo no lo había notado nunca antes?
—No voy a rendirme porque Malone y los otros se nieguen a reconocerme. Encontraré
otra manera. No voy a decepcionar al Orgullo.
— Tampoco voy a decepcionarte a ti…

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Cuando me puse de pie, descubrí que cubrirle era incluso más difícil que doblar la
sábana hacia atrás en primer lugar. Me sentí un poco como dejándole ir, y esa era una
de las cosas más terroríficas que había hecho alguna vez. Con mi padre muerto (a
parte del dolor tan profundo y real que su ausencia dejó dentro de mí) no había
verdaderamente nadie que me protegiera si me descontrolaba. Todavía tenía amigos, y
apoyos, y consejeros, pero mi red de seguridad de toda la vida ahora se había ido, y un
paso mal dado me enviaría a estrellarme contra el suelo, rota.
Ninguna cantidad de apoyo o consejo podría arreglar las cosas una vez que haya caído.
Entumecida por el peso que se había asentado en mis hombros, fría de sobresalir en
ese saliente sola, me volví de mi padre para enfrentar el espejo, y casi no reconocí a la
mujer que me devolvió la mirada.
Ella tenía mis ojos verdes y tenía mi propio pelo negro y largo que aparté de su cara.
Pero el alma que me miró estaba magullada más allá del reconocimiento, incluso más
dañada que la cara que yo ahora llevaba, tan diferente de mí en mi memoria, una
perpetua chica de dieciocho años, todavía brillante y emocionada, y convencida de que
la educación y la independencia eran las llaves para desentrañar el futuro con el que
siempre había soñado.
La yo en el espejo tenía cicatrices en la cara, golpes frescos por todo el cuerpo, y
sombras graves bajo sus ojos. Esta Faythe estaba toda vestida con una blusa ajustada
a rayas y pantalones oscuros, su pelo era un nido feroz de enredos alrededor de la
172 cara, como una salvaje melena negra. Esta Faythe estaba lista para jugar al juego de
su padre, y esta Faythe jugaba para siempre.
Pasé los dedos por el pelo, domándolo lo suficiente para parecer presentable, luego me
alejé del espejo, satisfecha con lo que vi. Me deslicé de vuelta por el pasillo y paré en
mi cuarto para ponerme mis mejores botas negras. Los tacones eran demasiado altos
para pelear, pero si esto se volvía una pelea física, estaríamos jodidos antes de incluso
empezar; Malone todavía nos sobrepasaba en número malamente, y todavía tenía tres
pistolas.
Todo el mundo miró hacia arriba cuando entré en el salón, y más que unos cuantos
ojos se agrandaron. Podía decir por sólo la expresión de Marc que yo parecía: mitad
mujer de negocios de piedra fría, y mitad perra admirable.
—Estoy lista. Acabemos con esto. —Marché hacia la puerta, y los otros se apresuraron
para seguirme. En el césped frontal, Marc formaba filas a mi derecha, Jace a mi
izquierda. Tío Rick y sus hombres seguían detrás y a la derecha, Di Carlo y sus
hombres detrás a la izquierda. El grupo de Taylor cerraba la marcha, acompañados
por el distintivo y retumbante paso del bruin, que parecía determinado a quedarse
hasta que supiese que no habrían más peleas en su territorio. Por lo cual yo estaba
más que agradecida.

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Andamos sin hablar, moviéndonos rápidamente, y yo apenas noté el frío, aunque no
había parado por una chaqueta. Cinco minutos más tarde, subí pisando fuerte los
escalones de la entrada de la casa principal y empujé la puerta. Mis hombres se
desplegaron alrededor mío en el porche en formación estándar.
Calvin Malone se puso de pie del sofá, tratando de ocultar su sorpresa. Yo era de
esperar, por supuesto, pero aparentemente se esperaba que llegase arrastrándome
sobre mis manos y rodillas, sangrando y asustada, suplicando por piedad. Pero así no
era cómo se iba a desarrollar, y cuanto antes él comprendiera eso, mejor.
—¿Qué es esto?— Los ojos de Malone se estrecharon, los puños apretados a los lados.
¿De verdad había pensado que me doblaría bajo la presión antes de que incluso ellos
tuvieran la oportunidad de amenazarme?
—Soy la nueva jugadora. Y ahora es un juego completamente nuevo.

173

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CAPITULO 18
Traducido por Ellie
Corregido por Milliefer

Di un paso dentro del alojamiento, y mis aliados llenaron el espacio tras de mí, y tengo
que decir que formábamos un frente muy impresionante, incluso con Keller esperando
en el porche delantero, porque simplemente no había lugar en el cuarto para su
cuerpo.
—¿Qué quieres? —preguntó Milo Mitchell, parándose junto a Malone, de modo que no
podríamos no notar su alianza con él.
—Un alto al fuego que dure el tiempo suficiente para enterrar a mi padre.
—Bueno, bueno... mírate, jugando a disfrazarte —dijo Jerald Pierce desde la puerta de
la cocina, y de inmediato me sentí muy complacida al ver un profundo corte rodeado
con costras de sangre en su sien—. Primero empiezas un combate, entonces pides un
174 tiempo fuera para poder lamer tus heridas. ¿Eso es lo que querían decir con “la
prerrogativa de una mujer para cambiar de opinión”? —Se giró hacia Malone y se
encogió de hombros dramáticamente—. Supongo que esa es la clase de conducta
hormonal impulsiva que consigues cuando pones a una niña a cargo. Lo cual es
exactamente el por qué no hacemos eso.
Malone sólo me miraba fijamente mientras Pierce se me acercaba furtivamente, y yo lo
miré fijamente a él, determinada a no estremecerme debajo de su evaluación.
—Tú no tienes autoridad para pedir un alto al fuego. Esa es la prerrogativa de una
Alfa.
—Bien, entonces tienes suerte de estar mirando a la nueva Alfa del Orgullo sur-
central. —Mi voz salió constante y tranquila, en contraste con el infierno de ira
quemando dentro de mí.
—Tú no eres un Alfa, eres una puta traidora. —El ceño furioso de Pierce dijo que sólo
esperaba mi respuesta, pero fue Jace el que habló, desde mi izquierda.
—Sus guardianes la han aceptado y le han jurado su lealtad formalmente.
—Sí, porque se acuesta con ellos —dijo rápidamente Pierce, y yo casi me mordí la
lengua para evitar responderle. Proclamar que mi vida privada era privada no era una
verdadera opción para un Alfa.

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—Ella no ha sido reconocida por el Concejo. —Ante el sonido de la nueva voz, todos
miramos para ver a Wes Gardner entrando a la sala desde el vestíbulo, seguido por
Paul Blackwell y Nick Davidson. Todos los jugadores habían llegado.
—Entonces, consideren esta mi petición oficial para ser reconocida como Alfa por el
Concejo Territorial. —Tuve que contenerme conscientemente de cruzar mis brazos,
para no lucir cerrada o dispuesta a confrontaciones.

—Faythe... —empezó Blackwell, y encontré verdadera simpatía en su arrugada


expresión—. Lamento mucho lo de tu padre.
—Gracias. —Tomé un sutil aliento profundo, esperando no lucir tan trastornada como
me sentía—. Todo lo que pido es una oportunidad para enterrarlo.
—Y, evidentemente, un asiento en el Concejo —chasqueó Mitchell.
—Sólo si eso es lo que se requiere para obtener un alto al fuego. —Yo realmente no
había esperado tanta resistencia ante esa parte. Quizá no estaba suplicando lo
suficiente. Mi error.
—Así que, ¿puedes comenzar un combate, pero no puedes terminarlo? —Colin Dean
chasqueó desde una de las puertas, y yo encontré pura furia tras sus ojos. Él me había
arrebatado a mi padre, separándome de mi protector más fuerte y obligándome a

175
ahogarme en dolor. Y también, por si solo, me había promovido a Alfa. Sí, y cuando, yo
fuera reconocida oficialmente, lo superaría en rango y poder. Lo cual explicaba la
nueva rabia prácticamente resplandeciendo alrededor de su silueta.
Tomó más autocontrol del que había sabido que tenía el evitar abalanzarme sobre él y
rasgar su garganta con mis propias manos, por lo que le había hecho a mi padre, y a
mi Orgullo. Semejante muerte habría sido demasiado rápida y misericordiosa para él,
pero estaba corta de paciencia, y no podía malgastarla en Colin Dean.
Desafortunadamente, no podría hacer más que fantasear acerca de su muerte por el
momento. Y tramarla. Y planearla...
Su día llegaría, y yo estaría allí.
—¿Realmente piensa que siquiera consideraremos confirmarla como Alfa? —Pierce
hablaba claramente con Malone, pero su mirada repugnada nunca dejó mi rostro.
—Creo que los principios que juraste apoyar como miembro del Concejo te obliga a por
lo menos oír mi petición —respondí, entonces cambié mi atención a Malone, para
esperar su respuesta mientras el resto de nuestros aliados se esparcía en el gran
cuarto principal.

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—Tiene razón —dijo Malone finalmente—. Tiene derecho a una consideración justa. —
Pero todos sabíamos que “consideración” tenía muy poco que ver con “confirmación”—.
¿Estás lista ahora?
¿Lista para empezar con el sexismo y la humillación?
—Cuanto antes, mejor.
Malone extendió un brazo hacia el pasillo en un falso gesto generoso.
—Nos reuniremos en el comedor.
Diez minutos más tarde, todos estaban en su lugar. Los guardianes estaban sentados
en sillas plegables contra tres de las cuatro paredes. Malone estaba ubicado a la
cabeza de la larga mesa, con sus aliados sentados en su derecha y los aliados de mi
padre (más Paul Blackwell) a su izquierda, cada grupo separado por una invisible pero
casi palpable separación política, además de por el ancho trozo de caoba.
Había dicho a mis guardianes recientemente jurados que se sentaran directamente
detrás de mí, para que no pudiera mirarlos accidentalmente. El consuelo y el ánimo de
los seres amados podrían ser visto fácilmente como una debilidad en un potencial Alfa.
Mi tío, Bert Di Carlo, y Aaron Taylor me apoyaban, y Paul Blackwell no estaba más
interesado en apoyar a Malone que en apoyarme a mí, pero yo no podría contar con
ninguno de ellos. Esta era mi exposición. Mi responsabilidad.

176
Mi oportunidad de demostrarles, no sólo a los otros Alfas, sino a cada tom en el cuarto,
que tenía lo necesario para dirigir y proteger a mi Orgullo.
A pesar de su tendencia sexista y su desconfianza general.
Pero cuando me paré a los pies de la mesa, frente a los hombres que tenían el futuro
de mi Orgullo en sus manos, mi primer pensamiento fue: Maldición, realmente odio
este cuarto.
Nada bueno pareció suceder jamás en el comedor principal del alojamiento.
—Bueno, Faythe, dinos cómo murió tu padre.
Durante un largo y doloroso momento, sólo pude mirar fijamente a Malone, en shock.
Él sabía malditamente bien lo que le había sucedido a mi padre; sólo quería intentar
agitarme al obligarme a revivir lo que pasó. Otra vez.
—Dean le disparó, Calvin —dijo Di Carlo, mirando furioso al Concejo desde tres
asientos de distancia—. No veo razón para perder el tiempo al recordar algo que todos
sabemos.
—Está bien —dije, luchando por hacer que mi voz saliera fuerte y firme. Si era
demasiado frágil para hablar de la muerte de mi padre, no era los suficientemente
fuerte para ser un Alfa, y yo no les daría una nueva razón para votar contra mí. Ellos

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ya tenían muchas—. Fue disparado en el pecho, y murió cerca de media hora después,
en el sofá de nuestra cabaña.
—¿Y tú reclamas que antes que de morir, te designó como su heredera primaria?
—Sí.
—¿En frente de testigos? —preguntó Mitchell, sus ojos brillando con una morbosa
curiosidad más apropiada para un Tour a la morgue que para una reunión formal del
Concejo Territorial.
—Sí. Incluyendo a tres otros Alfas —dijo mi tío, aunque yo estaba bastante segura que
ninguno de ellos había podido oír realmente lo que mi padre me había dicho a mí.
—¿Y tú crees que puedes dirigir y proteger el Orgullo sur-central así como tu padre lo
hizo? —preguntó Malone, y su fría insinuación de una mueca levantó los pelos de mi
nuca. Pregunta capciosa. No había respuesta correcta. Si reclamaba que tenía lo que
se necesitaba para ser tan buena líder, sería una mentirosa arrogante, pero si admitía
inferioridad, entonces no sería apta.

El menor de dos males, Faythe...


—Nadie puede manejar el Orgullo sur-central tan bien como mi padre. Todo lo que yo
puedo hacer es trabajar duro para alcanzar mi propio potencial, con la esperanza de
177 que él se sienta orgulloso de mí.
—¿Y si tu potencial no es lo suficientemente bueno? —La voz de Wes Gardner fue
suave, pero su expresión era fría y estable—. ¿Realmente piensas que es justo
condenar a tu Orgullo a un líder inferior al mejor posible si resulta que tu ambición no
les proporciona lo que realmente necesitan?
Mis manos estaban húmedas con sudor frío, y no sabía qué hacer con ellas.
—Por supuesto que no. La ambición es la muerte de todo buen liderazgo. —Me sentía
verdaderamente orgullosa de mí misma por no haber mirado deliberadamente a
Malone cuando lo dije—. Pero ¿qué pasa si realmente soy lo que necesitan? ¿Qué tal si
ellos necesitan de alguien que los conozca mejor de lo que se conocen a sí mismos?
¿Alguien que comprende sus fuerzas y sus debilidades, porque aprendió de sus
propios aciertos y errores? ¿Alguien que comprende el valor del consejo y la guía de
otros que ya han estado donde ella está ahora? ¿Alguien que los ama más que a nada
en el mundo, y que haría lo que fuera necesario para dirigirlos y protegerlos?
—¿Incluso si eso significa dar un paso al costado para hacer sitio a alguien más
calificado para ello? —Paul Blackwell preguntó suavemente, y mi próximo aliento se
enfrió dentro de mi pecho.

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Antes, cada vez que me había enfrentado al Concejo, mi padre había estado allí para
decirme cómo lo estaba haciendo mediante un pequeño asentimiento o un ceño
fruncido imperceptiblemente. Pero esta vez yo volaba a ciegas, sin posibilidades de
divisar la pista. Un aterrizaje accidentado era mi mayor temor.
—Sí —dije finalmente—. Si encontrara a alguien mejor calificado para dirigirlos,
entonces sí, me retiraría. Como espero que todo buen Alfa lo haga. Pero, en este
momento, no hay nadie mejor calificado para este trabajo de lo que yo lo estoy. Por lo
menos, no de acuerdo a mi padre.
—¿Y si él estaba equivocado? —Malone dobló las manos por encima de la mesa,
observándome constantemente. Retándome a contestar.
Un largo y silencioso aliento escapó de mí mientras intentaba decidir si mi respuesta
siquiera importaba. Entonces, parpadeé y encontré su mirada directamente.
—Es mi trabajo el asegurarme que él no se equivocó.
El silencio encontró mi respuesta. Las Alfas intercambiaron miradas ilegibles y, detrás
de mí, varios guardianes se removieron en sus asientos.
Yo no podía respirar. ¿Eso era todo? ¿No había más preguntas?
—Creo que estamos listos para oír a los miembros del Concejo. —Malone se paró,
ahora frente a mí desde el otro extremo de la larga mesa, y aunque yo había entrado a

178
esta reunión esperando una derrota resonante, aún así tenía la piel de gallina en mis
brazos.
—Caballeros, cada uno tendrá una oportunidad de hablar. Pueden reconocer a la Srta.
Sanders como Alfa, rehusarse a reconocerla, o no emitir opinión por el momento. —
Encontró mi mirada entonces, y yo me paré más derecha, tirando de mi blusa en su
lugar—. Si eres reconocida por cinco de los Alfas, serás considerada como reconocida
por el Concejo en general.
Cabeceé. Nada nuevo allí.
Malone miró a mi tío, quien estaba sentado más cerca a mí en el lado derecho de la
mesa.
—¿Rick?
Mi tío sonrió, la primera expresión amistosa que había visto desde que la reunión
empezó.
—Reconozco a Faythe Sanders como Alfa del Orgullo sur-central.
Le di una pequeña sonrisa en señal de gracias, pero Malone ya había continuado al
siguiente.
—¿Bert?

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Di Carlo encontró la mirada de Malone con valentía.
—Reconozco a Faythe Sanders como Alfa del Orgullo sur-central.
—¿Aaron?
Taylor vaciló, pero sólo por un momento.
—Reconozco a Faythe Sanders como Alfa del Orgullo sur-central.
Malone frunció el entrecejo, pero no hizo ningún comentario.
—¿Milo?
Milo Mitchell me lanzó una mirada de desprecio.
—Me niego a reconocer a Faythe Sanders como Alfa. Infiernos, debería negarme a
reconocerla como tabby, por evitar su verdadero deber durante tanto tiempo.
Cerré los ojos, apretando los dientes para evitar soltar una maldición en respuesta que
se moría por salir.
Malone refrenó una sonrisa, pero sus ojos prácticamente brillaron de placer.
—¿Wes?
Wesley Gardner miró fijamente la mesa.
—Me niego a reconocer a Faythe Sanders como Alfa del Orgullo sur-central.
179 —¿Paul? —Blackwell tomó fuertemente su bastón y se sentó en silencio por un
momento. Entonces, me miró a través de la mesa.
—Por el momento, no voy a opinar al respecto.
Realmente dejé salir un suspiro silencioso de alivio y logré aflojar un puño a mi lado.
No emitir opinión era infinitamente mejor que negarse a reconocerme, lo cual era lo
que había esperado de él. No dar sentencia significaba que yo quizás podría
convencerlo luego de que mi padre sabía lo que hacía. Que yo era adecuada para el
trabajo.
—¿Nick?
Davidson se movió en su silla, y la semejanza a su hija de siete años sin madre fue de
repente obvia.
—No emitiré sentencia en este momento.
Nunca en mi vida me había sentido tan estremecida con una no-respuesta, y el ceño
fruncido de Malone era como la cereza del postre.
—¿Jerald? —dijo Malone, y todos los ojos se centraron en el padre de Parker, el voto
final.

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—Me niego a Faythe Sanders como Alfa de cualquier cosa excepto de su propia
imaginación. Y, francamente, me siento insultado por su arrogancia.
Por un momento largo, Malone permitió que la declaración de Pierce permaneciera en
el aire, para que pudiera ser absorbida apropiadamente, y yo no podría hacer nada
más que esperar en silencio.
—El total es el reconocimiento sólo de tres Alfas —dijo finalmente el nuevo jefe del
Concilio, por si acaso alguien no había llevado la cuenta, y mis mejillas llamearon. Sí,
era lo que había estado esperando, pero eso no hacía que el gran trozo de humillación
supiera menos amargo—. Así que mi decisión no es realmente necesaria. Pero te la
daré de todos modos. —En ese momento, cuando su mirada encontró la mía, los
rincones de su boca se elevaron, obviamente picando de placer—. Faythe Sanders, me
niego a reconocerte como Alfa del Orgullo sur-central.
Asentí bruscamente, ya girándome hacia la puerta. No podría salir de allí lo bastante
rápido. Pero las siguientes palabras de Malone me detuvieron.
—Sin embargo, por respeto a su padre, te otorgaré un alto al fuego, para que pueda ser
enterrado apropiadamente. —Comencé a dar las gracias, a pesar de su uso irónico de
la palabra “respeto”, pero Malone no había terminado de hablar—. Y por respeto a tu
Orgullo y a su trágica pérdida, te daré el mismo plazo de tiempo para presentar un Alfa
digno del reconocimiento de este Concejo. Si no puedes proponer tal Alfa en el tiempo
asignado, nosotros te designaremos uno.
180 ¿Qué?
Yo no podía hablar. No podía respirar. Él no podía hacer eso. Nunca antes un Alfa
había sido designado por otra persona que no fuera el Alfa anterior, e incluso eso era
generalmente sólo una formalidad antes de su jubilación oficial.
Mis mejillas llamearon. Mis manos se cerraron en puños a mis lados, y no podría
aflojarlos. Un ardor familiar comenzó detrás de mis ojos, y por un momento no supe si
ese calor anunciaba más lágrimas o un Cambio parcial.

—Usted no tiene autoridad para hacer eso. No hay precedente... —empecé, sólo
moderadamente aliviada al ver que Taylor, Di Carlo, Blackwell, y mi tío Rick lucían
horrorizados.
—Tampoco hay precedente de un Orgullo siendo incapaz de proponer a un candidato
adecuado.
—Yo soy un candidato adecuado. —Hablé a través de mis mandíbulas apretadas para
evitar que mis dientes Cambiaran.
—Ni siquiera eres una esposa adecuada —escupió Dean desde la pared a mi
izquierda—. Con la forma en que te acuestas con la mitad de tus guardianes...

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Una mirada de Malone lo calló, pero el daño ya estaba hecho. Pierce y Mitchell
asentían, e incluso Blackwell fruncía el ceño. Y no me haría ningún favor el gritar:
“¡Falta!”. Me incliné hacia delante, con las palmas sobre la mesa para evitar que mis
manos se sacudieran.
—Concejal Malone, usted no puede simplemente poner a cualquier tom en el lugar de
nuestro Alfa. Esa no es su decisión. ¡Las personas no son piezas de ajedrez que puede
manipular a su conveniencia!
—Tiene razón. —Mi tío se paró, sus músculos tensos destacándose bajo las mangas de
su camisa—. Tú no puedes escoger al Alfa de otro Orgullo.
—Y no tendré que hacerlo, si Faythe hace lo que es mejor para su Orgullo. Si se retira
y escoge a un marido conveniente para protegerlos. —Su énfasis en “conveniente” no
dejaba dudas que, en su opinión, ni Jace ni Marc calificaban para ello—. Pero si ella
no considerará el interés de los habitantes de su Orgullo, entonces yo estoy totalmente
preparado para hacer lo que es mejor para ellos.
Mi corazón golpeaba tan fuerte que estaba segura que mi pecho estallaría.
—Usted no puede escoger a mi marido.
—Por supuesto que no. Como tampoco puedo darle a tu pobre madre un nieto,
desafortunadamente. Aunque su línea familiar desaparecerá si te niegas a proveer de
la próxima generación. Pero, por el contrario, sí puedo asegurarme que tu Orgullo
181 tenga el líder que merece, sin considerar si tú lo aceptas como deberías. A menos que
estés dispuesta a retirarte y hacer lo correcto por otra persona, para variar.
Un gruñido retumbó en mi garganta, pero la mano de mi tío aterrizó en mi brazo,
advirtiéndome en silencio que me lo tragara.
—La única forma en que cualquier otra persona se sentara como Alfa de mi territorio
es si se gana ese privilegio, ese deber, desafiándome formalmente. Uno contra uno,
desarmados, como la tradición lo dicta.
Malone realmente se rió, mirando a sus aliados para ver si compartían la gracia. Y
cuando su mirada encontró la mía otra vez, tenía una alegría amarga e intolerable.
—Tienes cinco días para enterrar a tu padre. Si no tienes un nuevo Alfa cuando esté
bajo tierra, yo escogeré uno para ti. Bien puedes luchar, o llevarlo a tu cama como tu
marido, tal y como la tradición lo dicta —dijo, arrojándome mis propias palabras
mientras yo hervía con una rabia que no tenía forma de salir—. De cualquier manera,
el Orgullo sur-central tendrá un nuevo Alfa para la noche del sábado.

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CAPITULO 19
Traducido por flochi y Anelisse
Corregido por Anne_Belikov

—¡Ese bastardo sarnoso! —Empujé mi bata dentro de la maleta abierta sobre mi cama,
y empujé puñados de tela de toalla en las esquinas, determinada a hacer que
cupiera—. No puede hacer esto, ¿verdad? Malone simplemente no puede soltar un
nuevo Alfa en nuestros regazos. Especialmente, el mío.
—Técnicamente, no. —Suspiró mi tío y se hundió en la silla de la esquina, los huecos
oscuros bajo sus ojos destacaban por la débil iluminación y sombras penetrantes—.
Más que nada, técnicamente, eso no es lo que está haciendo. Oficialmente lo que
pasará, si adivino, es que el sábado por la noche, algún tom fuerte se presentará y te
desafiará formalmente por el liderazgo del Orgullo. No he visto nada como eso en vida,
al menos, no lo recuerdo, pero es definitivamente un precedente histórico. —Lo que

182 había señalado yo misma—. Y el hecho de que Malone sea el que elija a quién te
desafíe no será parte de los registros. Ni siquiera será mencionado.
—Entonces, oficialmente, ¿esto será legítimo? —¿Cómo conseguía Malone disimular
siempre sus maquinaciones maléficas como maniobras perfectamente legales?
El tío Rick asintió reluctantemente.
—Si un poco arcaico y barbárico, sí.
—Así que todo lo que tengo que hacer es luchar contra este imbécil, ¿verdad? —O
casarme con él, evidentemente, lo que no iba a pasar—. Si lo hago papilla en frente de
una audiencia de mis compañeros, conseguiré ser el Alfa, ¿correcto? —Presioné la
parte superior de la maleta, pero no pude hacer que las dos mitades se encontraran, lo
que sólo me molestó más.
—Pelearé con él. —Marc tomó la bata y la dobló prolijamente, luego la cruzó sobre la
maleta abierta y cerró la cremallera.
—No, de ninguna maldita manera. —En el vestidor, metí mi secador de cabello y el
cepillo en una bolsa pequeña, luchando por evitar aplastarlos; mis puños querían
apretarse alrededor de todo lo que tocaban—. No voy a empezar mi mandato como Alfa
dejando a alguien más pelear mis batallas. ¿Qué le va a decir eso a los otros Alfas? ¿Al
resto de la población werecat?

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—Van a decir que eres inteligente. Tradicionalmente, se te permite elegir un Guardián
para pelear en tu lugar.
—¿Y crees que eres mejor luchador que yo? —Marc empezó a responder, pero lo corté,
poniendo los ojos en blanco a mí misma—. Está bien, eres completamente mejor que
yo, pero ese no es el punto. Tengo que hacer esto. Todos tienen que verme hacer esto.
Si no puedo mantener el Orgullo por mí misma en este primer desafío, Malone sólo
enviará más retadores.
—No. —Mi tío sacudió su cabeza lentamente—. Si el primero pierde contra ti, o contra
Marc, Malone no intentaría esa táctica nuevamente. No puede afrontar lucir débil ante
sus hombres tampoco. En vez de eso, llevará las cosas a un nivel superior. En una
escala más amplia.
—¿Guerra? —preguntó Marc, y el tío Rick asintió.
—Entonces, si esa es la conclusión, de todas maneras, ¿por qué no nos saltamos toda
la mierda... —Pensé que maldecir como un Alfa era diferente a maldecir a un Alfa—… y
repartimos una matanza a gran escala desde el principio?
Marc frunció el ceño.
—Porque conseguiremos entregar nuestros traseros una vez más.
—No si trabajamos contrarreloj para nuestra ventaja. —Abrí el cierre de mi bolsa de

183
baño y metí el shampoo y el acondicionador que sólo tuve oportunidad de usar una
vez. Habíamos aterrizado en Montana hace menos de treinta y seis horas antes, y
desde entonces, mi mundo entero se había desmoronado—. Sabemos cuando la pelea
va a venir, y esta vez no hay razón para que no podamos llamar a las reservas.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Di Carlo, y alcé la vista para encontrarlo de pie en
la puerta. Detrás de él los toms se movían en la sala de estar, empacando mochilas y
cargando los vehículos. La mayoría de ellos volarían a casa, pero mis hombres y yo
tendríamos que manejar, con el cuerpo de mi padre envuelto y cuidadosamente
acomodado en la parte posterior de la furgoneta de alquiler.
Me senté en el extremo de la cama, enfrentando a Di Carlo y a mi tío, y tiré de Marc
para que se sentara a mi lado.
—Malone dijo que teníamos cinco días para enterrar a papá y llegaría con un nuevo
Alfa. Hoy es lunes. Él planea golpear con su marioneta Alfa el sábado, por lo que
tendremos que apresurar nuestra propia agenda y asegurarnos que sea demasiado
tarde para él.
—¿Un ataque preventivo? —Di Carlo entró en el cuarto y se apoyó contra la pared al
lado de la silla de mi tío—. Veo un montón de riesgos evidentes, pero no tenemos
muchas opciones.
—O mucho tiempo —agregó el tío Rick.

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Asentí.
—Y ahí es donde entra la secuencia creativa. Difundimos que el funeral es el viernes,
pero en realidad será un servicio pequeño y tranquilo el miércoles por la mañana. El
viernes, nos movemos al propio territorio de Malone. Con algo de suerte, lo
atraparemos fuera de guardia, mientras todavía está recibiendo a sus soldados de
juguete. —Miré desde Di Carlo a mi tío, tratando de leer sus expresiones—.
Quitaremos a Malone y a sus hombres, y sin su cabeza, el resto de la bestia política
debería desplomarse estrepitosamente sobre el suelo y morir.
—Me gusta. —Marc envolvió su brazo alrededor de mi cintura.
Jace entró en el cuarto con dos tazas humeantes, sonriéndome e ignorando
deliberadamente a Marc.
—Especialmente la parte de desplomarse y morir.
—Sí, es la más destacada. —Acepté el café que él ofreció, entonces me giré a los otros
Alfas, y asimilé la gravedad de lo que estaba planeando verdaderamente—. Vamos a
necesitar a cada tom que tengamos. Todos ellos. —Miré de uno a otro mientras
hablaba—. Sé que esta no es realmente su batalla, por lo que entiendo si quieren
retirarse. Pero necesito saberlo ahora... ¿Están conmigo en esto?
Tío Rick frunció el ceño.

184
—Esta es mi batalla, Faythe. Casi tanto como tuya. Tu padre era más que un amigo
para mí, y más que un cuñado. Era prácticamente un hermano, pero aunque no lo
fuera, nunca dejaría al Orgullo de mi hermana ser tomado por un Alfa sin conexión
con la tierra o las personas. —Aclaró su garganta, y sus ojos lucieron repentinamente
brillantes—. Nací en el Orgullo sur-central, ¿recuerdas? Y a pesar de que he sido Alfa
del Orgullo de mi esposa por más de dos décadas, el territorio sur-central todavía se
siente como mi casa. Siempre lo será, a menos que Malone escoja a algún extraño tom
con motivos cuestionables y obvias lealtades al Orgullo de los Apalaches o a su Alfa.
Exhaló lentamente y pareció resuelto en el resplandor tenue de la lámpara del techo.
—No puedo dejar que eso pase.
—Tampoco yo. —Di Carlo parecía tan serio como nunca lo había visto, parecía haber
envejecido diez años en las pasadas horas.
—Gracias. —Tragué el nudo en mi garganta y parpadeé para apartar las lágrimas de
agradecimiento—. Muchísimas gracias a ambos. —El brazo de Marc se apretó a mí
alrededor y me pregunté si estaba bien para un Alfa acurrucarse—. ¿Qué hay de Aaron
Taylor? ¿Crees que haya alguna posibilidad de que luche con nosotros?
Di Carlo asintió.
—Todas las posibilidades del mundo.

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—Puede que no piense que estés lista para manejar el Orgullo por ti misma aún —
empezó mi tío—... pero no hay ni una maldita manera de que se quede y deje que
Malone ponga a alguien más a cargo. Hablaré con él y llamaré para confirmar que está
dentro.
—Gracias. —Cerré mis ojos, repasando el plan preliminar por puntos débiles y lógica
defectuosa—. ¿Estoy olvidando algo? ¿Alguna sugerencia?
—¿Cómo vamos a hacer para que Malone crea que el día del funeral es el viernes? —
preguntó Di Carlo—. Si sólo se lo dices, sabrá que estás mintiendo.
Mi tío asintió y se recostó en su silla.
—Creo que la mejor opción sería evitar todo tipo de contacto con el Orgullo de los
Apalaches, porque si comienzas a alentarlo con falsa información directamente, va a
saberlo.
—Sí, supongo que el único modo para hacerlo creer lo que queremos es hacer que
trabaje para conseguir la información falsa. —Me puse de pie y había caminado al
centro del cuarto cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, o que mi padre
hacía a menudo lo mismo—. Entonces, invitaremos a todos para un funeral el viernes,
incluyendo a Paul Blackwell. Él es a quien Malone acudirá por la información, ya que
ninguno de sus propios aliados será invitado. Blackwell no se esforzará en ayudar a
Malone, pero él no le mentirá directamente tampoco, y Malone sabe eso. Entonces,

185 cuando Blackwell le diga que el funeral está previsto para el viernes, Malone lo creerá.
Marc se retorció en la cama frente a mí.
—El único problema que veo es el hervidero de rumores. ¿Cómo vas a evitar que
Malone escuche sobre eso cuando las personas dejen sus casas por el funeral un día
completo antes de tiempo? Alguien, en alguna parte, mencionará algo a un amigo,
hermano, o primo trabajando para Malone, y después de eso nuestro tiempo está
estropeado.
Sacudí mi cabeza lentamente y me giré para cruzar el cuarto nuevamente antes de
responder.
—Malone no escuchará nada de las personas yendo antes de tiempo al funeral, porque
nadie vendrá. —Miré del tío Rick a Bert Di Carlo, entonces volví, ya lamentando lo que
diría a continuación—. Incluyendo a ustedes.
—Espera, ¿no estamos invitados al funeral? —Mi tío parecía como si lo hubiera
abofeteado, pero sacudí mi cabeza firmemente.
—Nadie lo está… Al menos, no al verdadero del miércoles. Marc tiene razón. No hay
manera de evitar que Malone escuche sobre las personas procedentes de todo el país...
Demonios, de todo el mundo... —Porque mi padre conocía a muchos Alfas
internacionales—…viniendo para el funeral. Nuestra única opción es un entierro

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tranquilo sólo para residentes del rancho. Después, cuando todo haya acabado, vamos
a hacer un monumento conmemorativo adecuado.
El tío Rick suspiró, su mandíbula firmemente fija.
—Bueno, no puedo decir que me guste eso, pero si funciona, supongo que el fin
justifica los medios.
Di Carlo asintió y cruzó sus brazos sobre su pecho.
—Por supuesto, tendremos que decirle algo a nuestros hombres, o si no van a caminar
a una batalla esperando un funeral.
Miré a Marc.
—Sí, tendremos que hacer lo mismo con nuestros hombres. —Los miembros del
Orgullo no guardianes, todos los cuales serían llamados para la batalla.
—No les digas hasta el jueves a la noche —dijo Marc, mirando de mí a Di Carlo,
después a mi tío—. De esa manera tendrán toda la noche para prepararse
mentalmente para la guerra en Apalaches en vez de un funeral en Texas, pero
esperemos que no sea el tiempo suficiente para que los rumores inevitables se
propaguen hasta Malone.
Y todos esos rumores eran inevitables en una sociedad donde todos tenían amigos o
miembros de familia en otro Orgullo.
186 —Bueno, está lejos de ser perfecto, pero ciertamente es un plan —dijo Di Carlo,
mientras mi tío se levantaba de la silla—. Siento como ha resultado todo, Faythe.
Me puse de pie y extendí mi mano para sacudir la suya, pero Di Carlo en vez de eso me
acercó a él, y me besó en la frente, otro acto inusual para dos Alfas. Pero francamente,
con el rumbo que las cosas estaban tomando, la historia identificaría mi mandato
como Alfa con adjetivos mucho más fuertes que inusual.
—Puedes manejar esto —dijo Di Carlo, cuando dio un paso atrás para mirarme—.
Podemos manejar esto juntos, tal y como tu padre hubiera querido.
—Gracias —dije, y mi garganta se sintió espesa nuevamente por mantener atrás las
lágrimas.
Di Carlo asintió, luego se giró repentinamente y se dirigió a la sala de estar. Tuve la
clara impresión de que él estaba resistiendo las lágrimas también.
—Llámame cuando lleguen a casa —dijo mi tío, sacudiendo la mano de Marc. Luego se
volvió hacia mí—. Sólo era cinco años mayor que tú cuando me volví Alfa, y recuerdo
cuán aterrado estaba, incluso con mi suegro cerca para ayudarme cuando lo necesité.
Así que no puedo imaginar bajo cuánta presión debes estar ahora mismo. Pero sé
esto… Tu padre no te habría dejado a cargo si no hubiera estado completamente

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seguro de que podías hacerlo. Y yo no te respaldaría si no estuviera completamente
seguro de que él tenía razón.
No pude detener las lágrimas esta vez; lo mejor que pude hacer fue limpiarlas con mi
manga antes de que pudieran caer.
—¿Está bien para un Alfa abrazar a otro?
El tío Rick me dio una sonrisa triste y lenta.
—Lo está ahora. —Me arrastró a un abrazo y apretón tan fuerte que no pude
moverme—. Eres una clase diferente de Alfa, Faythe. Una nueva raza. Y esa diferencia
es parte de tu fuerza. No trates de ser como el resto de nosotros. Ni siquiera como tu
padre. Malone nunca te entenderá, por lo que no sabe cómo lidiar contigo. Y no sabrá
cómo luchar contigo. Siempre y cuando permanezcas fiel a ti misma.
Asentí, porque se sintió como un buen consejo. Y podría haber sido aún más valioso, si
tuviera alguna idea de qué demonios era realmente.
Dijimos un adiós sincero y apologético a Elias Keller, entonces le dejé el teléfono de
Brian y una batería extra. Malone y sus aliados estaban planeando quedarse en el
complejo por un par de días más, y Keller prometió dejarnos saber si comenzaban
algún problema más, o si tenía una oportunidad de destruir el resto de sus armas.
El viaje de Montana a Lazy S tomó poco más de treinta horas, incluyendo las paradas

187
al baño. Comimos comida grasienta de tiendas en la furgoneta y tomamos por turnos
el volante y dormimos en la segunda fila, así podríamos manejar sin detenernos por la
noche.
El vuelo del Dr. Carver aterrizó dos horas antes de irnos, por lo que montó con
nosotros, al lado de Brian en la tercera fila.
Fue el peor viaje de toda mi vida, y pasé unas buenas seis horas acurrucada en la
segunda fila, usando el muslo de Vic como almohada, de modo que ni Marc ni Jace se
sentirían desatendidos a favor del otro. Pero cuanto más cerca estábamos de Texas,
más difícil se hacía para mí dormir. No pude dejar de pensar en mi madre, y en lo que
le iba a decir. O en mi papá envuelto en plástico en el área de carga, en semejante
posición tan indigna para la persona más digna que yo había conocido.
Cuando Marc finalmente giró la furgoneta en nuestro camino de grava de una
distancia de cuarto de milla el martes por la tarde, yo estaba entumecida, por dentro y
por fuera. Nada más parecía real. Mi mundo se había reducido a los sonidos de la
carretera y los olores de grasa y el cansancio. Y a pesar de pasar más de un día en el
coche sin nada que hacer, cuando llegamos a casa me di cuenta de que estaba muy
lejos de tener tiempo suficiente para llevar a cabo todo lo que tenía que hacer.
Yo estaba fuera de la camioneta antes de que Marc apagara el motor y la puerta
principal se abrió antes de que subiera los escalones. Mi madre se tambaleó en el

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porche con Michael sobre sus talones, y ella se desplomó en mis brazos antes de que
me hubiera dado cuenta siquiera de su intención.
Ella se aferró a mí, llorando, y sus lágrimas empaparon el hombro de mi blusa
arrugada.
—Mamá... —Le eché un vistazo a Michael por encima del hombro, pero él sólo se
encogió de hombros y se apoyó contra la cara de la puerta. Sus gafas se sentaban
torcidas en la nariz, el pelo de punta en una forma divertida, como si hubiera estado
durmiendo encima de esa parte de su cabeza, y sus ojos estaban rodeados de oscuras,
muy oscuras ojeras.
—Mamá... —intenté de nuevo, y esta vez sosteniéndola a la distancia de mis brazos, de
modo que ella tendría que mirarme.
Mi madre se veía como el infierno. Sus pantalones estaban arrugados, la blusa estaba
manchada de café, y su pelo gris y liso, a la altura del mentón estaba enredado como
si se hubiera tratado de sacar un puñado a la vez. Tenía la cara roja e hinchada de
tanto llorar, y su mirada buscó desesperadamente la mía cuando miró hacia mí.
—¿Es cierto?
—Lo siento. Mamá, yo… lo siento mucho. —Parpadeé a través de las lágrimas frescas y
empujé el cabello de mi cara, tratando de encontrar alguna semejanza con la madre
que conocía. Ella estaba allí en alguna parte, enterrada bajo la pena del alma triturada
188 y de las negaciones.
—Yo quiero verlo. Tráemelo… tengo que verlo.
—No, mamá, no quiero...
—Katherine Faythe Sanders, no discutas conmigo. —Ella se enderezó y tiró de su
blusa en su lugar, como si eso fuera a restaurar la compostura y la apariencia por lo
general sin defectos—. Él es mi marido, y yo quiero verlo.
—Está bien mamá... —Michael dio un paso adelante para poner su brazo alrededor de
ella y se alejaron de la puerta para que los chicos pudieran meter las bolsas—. Pero no
podemos llevarlo dentro. —Me miró entonces, con su expresión medio de agotamiento,
medio de disculpa—. Holly está aquí. Ella piensa que fue un accidente de coche, por lo
que la herida por arma de fuego va a ser difícil de explicar.
Genial. Tuve que abrir mi mandíbula para hablar.
—¿Qué demonios hace ella aquí?
—Ella está tratando de ayudar —espetó Michael, mientras que nuestra madre miraba
a la furgoneta, con silenciosas lágrimas rodando por sus mejillas—. ¿Qué se supone
que debía hacer? ¿Decirle que no era bienvenida al funeral de mi padre?

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—Tienes razón. Lo siento. —Cerré los ojos y respiré profundamente antes de hacer de
nuevo contacto con sus ojos—. Es sólo que este es un momento colosalmente malo
para tener un ser humano vagando por el rancho.
Suspiró.
—Ya lo sé.
Pero él realmente no lo sabía. Yo no le había dicho a ninguno de ellos acerca de la
amenaza de Malone para reemplazarme como Alfa, porque quería dar la noticia extra-
mala en persona, por lo que sólo tendría que decirla una vez.
—Necesito hablar contigo. Tengo que hablar con todos los que no sean Holly, en
realidad. En la oficina. Es... es malo, Michael.
Sostuvo mi mirada por un momento, al parecer tratando de juzgar nuestra ubicación
en la escala de desastre sólo por mi expresión. Luego asintió con la cabeza y dejó a
nuestra madre conmigo mientras él iba a recoger al resto de la familia.
—¿Mamá? —le dije, y ella se alejó de la camioneta para mirarme. Las lágrimas se
habían detenido y ella se había formado. Ahora sólo parecía agotada, y escurrida, y...
vieja—. Necesito hablar contigo, y es importante. Si estás... ¿Vas a ser capaz de
escuchar? —¿Y entenderlo...? Porque yo sabía mejor que nadie qué estragos podrían
desempeñar el dolor en la comprensión de una persona.

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—Voy a estar bien una vez que lo haya visto. Pensé que... tenía que verlo por mí
misma.
—Está bien. Si estás segura.
Ella asintió con la cabeza y cruzó los brazos sobre la blusa arrugada.
—Estoy segura.
—Sólo un minuto. —Corrí escaleras abajo y me reuní con Marc en la camioneta—.
Oye, ¿podrían llevarlo al granero y ponerlo allí? Mamá quiere verlo, y no puedo hablar
de ello. —Y honestamente, cuanto más pronto lo viera, más pronto podría comenzar a
aceptar su muerte.
—No hay problema. —Marc se deslizó detrás del volante, mientras que Vic se metió en
el asiento del pasajero, y se dirigieron al granero en el campo este.
Mi madre comenzó a bajar las escaleras para seguirlos, pero la detuve con una mano
en su brazo.
—Mamá. —Miré deliberadamente a sus pies desnudos, y ella siguió mi mirada—.
Zapatos.
Ella asintió con aire ausente y se dirigió a la casa, rozando a Jace al cruzarse en su
camino.

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—¿Cómo estás llevándolo? —preguntó, y yo dejé que me doblara en un abrazo. Un
abrazo casto, reconfortante, con mi mejilla en su hombro, porque todavía no les
habíamos dicho a los que se habían perdido el espectáculo en Montana sobre nuestra
relación.
—Mi cabeza está dando vueltas, y tengo unas pocas náuseas —admití en voz baja—.
Hay mucho que hacer. Así que hay mucho que decir. Es demasiado de una sola vez,
para ellos y para mí. Y yo honestamente no tengo ni idea de por dónde empezar.
—Comienza por tu mamá —sugirió Jace—. Ella te necesita, y no debería tener que
escuchar de todo esto con todos los demás allí. —Asentí, y él se apartó para poder ver
mi cara—. Y por mucho que me odie decirlo, tal vez la parte sobre tú y yo no debería
ser un mensaje televisado. En realidad, no es asunto de ninguna otra persona, y
tienen cosas más importantes en las que centrarse en este momento.
Esbocé una sonrisa.
—Señor Hammond, creo que estás reservando la sabiduría para tu edad avanzada.
Se rió en voz baja.
—Veintiséis ya no se siente tan joven hoy como se sentía el mes pasado.
—Tampoco veintitrés y tres cuartos.
—¿Faythe? —me llamó mi madre, y los dos nos miramos, sorprendidos. Me alejé de
190 Jace y me di cuenta de que si no nos habíamos visto sospechosos antes, lo habíamos
hecho ahora.
Genial. Tanto para no decírselo aún a nadie...
—¿Estás lista? —le pregunté, y ella asintió—. Voy a ir contigo. Jace, ¿podrías
comprobar a Kaci? Dile que estaré allí en un minuto.
Él asintió con la cabeza y se metió en la casa, empujando la puerta que se cerró detrás
de él.
Mi madre y yo caminamos en silencio durante casi un minuto, nuestros zapatos
crujiendo primero en la grava, a continuación, en el camino congelado al este del
campo. La casa principal estaba detrás de nosotros, larga y regordeta, un rancho de
un piso que había sido diseñado por mi padre antes de que yo naciera. El granero
estaba por delante, mucho más antiguo y pintoresco que la casa con su descascarada
pintura roja y los altos tejados. Yo había vivido la mayor parte de mi vida en y
alrededor de los dos edificios, pero nunca me había imaginado ninguna vez a mí
misma viviendo allí sin mi padre.
Yo no había estado en la casa todavía, pero ya en casa no se sentía totalmente como en
casa sin él. Me sentía como si estuviera jugando a fingir, o como que me despertaría en
cualquier momento de una pesadilla.

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—Así que... ¿tú y Jace? —me dijo mi madre, y me congelé, y luego tuve que correr para
ponerme a su altura.
—¿Era tan obvio?
—La sutileza nunca fue tu punto fuerte, Faythe. —Se detuvo para mirarme, y yo
busqué en sus ojos desaprobación o reproche, pero no encontré nada y me di cuenta
aparte del hecho de que ella estaba buscando algo en mis ojos también—. Tú lo amas.
—No era una pregunta, sino que era una declaración pronunciada con la confianza de
la autoridad de un largo tiempo sobre el tema.
—Sí. Pero no hay que hablar de esto ahora. No es realmente el momento....
—Faythe, nunca va a ser un buen momento para este debate, y creo que ya lo sabes.
Asentí con la cabeza. Ya fuera porque tenía que ofrecer asesoramiento o porque quería
distraerse de una realidad que pronto no sería capaz de evitar, que, obviamente, quería
hablar sobre mi jodida vida amorosa. Y yo haría cualquier cosa que quisiera en ese
momento, si le ayudaba a hacer frente a nuestra pérdida mutua.
—¿Qué pasa con Marc?
Suspiré y ausentemente golpeé una roca con mis pies.
—Todavía amo a Marc tanto que me duele al dar la vuelta y no verlo a mi lado. Jace es
algo... diferente.
191 Algo particular, pero fuerte.
Mi madre frunció el ceño, y finalmente asintió.
—Tienes que elegir.
¿Por qué todo el mundo decía eso?
—Ya lo sé.
—Marc es material de Alfa, Faythe, y si Jace alguna vez comienza a mostrar alguna
tendencia de Alfa... esto podría ser muy malo.
—Él ya tiene la tendencia —dije, y ella volvió a asentir, como si sólo hubiera
confirmado sus sospechas—. ¿Cómo supiste?
—Yo lo sabía, porque te conozco. Eres fuerte, Faythe. Demasiado fuerte para la
mayoría de los toms. La mayoría de los tomcats solteros esperarán ya sea que los
obedezcas porque eres una mujer, o que los dirijas porque ahora eres un Alfa. Pero tú
sólo amarás a hombres que sean dirigidos por ti, pero que puedan mantenerse por su
cuenta contigo. Hombres que te desafíen.
Negué con la cabeza, vacilante.
—Pero Jace no me ha desafiado. —Todavía no, de todos modos...

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Su triste sonrisa lo decía todo, y sus ojos parecían asomarse directamente en mi
cabeza, y tal vez en mi corazón.
—Sí, él lo hace, o tú no estarías interesada en él. Mi conjetura es que te reta a ser fiel a
ti misma. Que se atreve a tomar riesgos por los que estás muriendo secretamente por
tomar, y sientes cosas que tienes miedo a dejar de sentir. —Ella cerró los ojos, y
cuando los abrió de nuevo, brillaron con un dolor nostálgico, y una chispa de emoción
que no podía comprender—. Te hace sentir viva, ¿no? Al igual que el mundo entero es
un alambre vivo colgando, sólo esperando a que lo sujetes y lo conectes a la corriente.
La miré como si de repente me hubiera empezado a hablar en ruso… y lo entendí.
—¿Cómo diablos sabes eso?
Su sonrisa creció con un nostálgico y lejano recuerdo.
—Lo sé porque tu padre fue mi hilo conductor.

192

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CAPITULO 20
Traducido por masi
Corregido por Vanille

Las puertas del granero estaban cerradas, y el saber que el cuerpo de mi padre
descansaba detrás de ellas, hacía que su muerte se sintiera, de alguna manera, aún
más real, más devastadora, que cuando había sido testigo de su último aliento.
—Mamá, no tienes que hacer esto. —Deslicé un brazo sobre sus hombros, mientras
mirábamos a las puertas, ninguna de los dos nos movíamos para abrirlas.
—Sí, lo tengo que hacer. —Tragó saliva fuertemente, y esa idea en la que mi padre era
el hilo conductor de su vida se había ido, y había sido sustituida por un dolor y un
temor tan grande y pesado que prácticamente podía saborearlos en el aire—. Si yo no
le veo, nunca me lo creeré realmente, porque él vive aquí dentro. —Puso una mano
193 temblorosa y sin guante sobre su pecho—. Él está tan vivo dentro de mí que todavía
puedo oírle.
—¿Qué está diciendo? —pregunté, mientras su cara se veía borrosa bajo mis lágrimas.
Yo le había fallado más que nadie.
—Me está diciendo que soy una cobarde. —Su voz se quebró en la última palabra, y
ella se sorbió la nariz en el frío, las patas de gallo de sus ojos, de repente, estaban más
definidas de lo que había visto nunca.
—No, mamá, él nunca te llamaría cobarde. —Ni siquiera aunque fuera cierto. Él nunca
le haría daño intencionadamente, y nunca se habría perdonado a sí mismo por hacerlo
sin querer—. ¿Te estás escuchando a ti misma? —Ella era no sólo la culpable de mi
lengua franca, si no también del lenguaje soez que a menudo salía de mi boca.
—Lo sé. —Se volvió a sorber la nariz y se enderezó—. Pero suena como él. Él me está
desafiando a que vaya allí y haga frente a esto, y de esa forma poder salir más fuerte y
lista para hacer lo que tenga que hacer. El funeral y el empacar. —Entonces se giró
para mirarme de frente, con los ojos muy abiertos, con verdadero horror—. Faythe, no
creo que pueda empaquetar sus cosas.
—Entonces, no lo hagas. ¿Quién dice que tienes que hacerlo? —Traté de sonreír, pero
lo mejor que pude hacer fue no fruncir el ceño—. No hay ninguna regla, mamá. No hay

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un tiempo de duelo. —Aparte del plazo de los cinco días Alfa, sobre los que todavía no
le había hablado.
—Tienes razón. —Ella tomó una larga y profunda respiración, y después se giró de
vuelta al granero—. Estoy lista.
Entramos por la puerta lateral, de tamaño normal, y a mi madre se le congelaron los
dos pies en el establo. Marc estaba de pie junto a una plataforma hecha de restos de
balas de heno, en la que una manta oscura cubría el cuerpo de mi padre. No estaba
segura de dónde habían encontrado la manta, pero estaba agradecida. Parecía mucho
menos frío y estéril que una hoja de plástico.
Cuando mi madre se acercó, sacudiendo sus hombros por los sollozos silenciosos,
dobló la parte superior de la manta hacia el cuello de mi padre. Traté de no mirar, pero
no pude detenerme. Yo había visto un montón de muertos, tanto amigos como
enemigos, pero el ver el cuerpo de mi padre fue una experiencia totalmente diferente.
Su rostro había envejecido desde que lo había visto por última vez, y ya no parecía lo
suficientemente vivo para que pudiera fingir que estaba solamente durmiendo.
Mi madre se encogió de hombros, debajo de mi brazo y se inclinó lentamente hacia él.
Marc se apartó para darle un poco de privacidad, y nos unimos a Vic, que estaba cerca
del primer gran redil vacío, en donde se había quedado mirando sus propias botas de
senderismo negras y desgastadas. Su rostro estaba rojo, sus ojos hinchados.

194 Marc lucía del mismo modo. Le rodeé con mis brazos durante un momento, a
continuación, me di la vuelta para presionar mi espalda contra su pecho.
Mi madre se dejó caer de rodillas sobre el suelo sucio del granero. Puso una mano
sobre el pecho frío de mi padre y presionó la otra contra su propia boca, como si ella
pudiera evitar que todo el asunto fuera real, si simplemente pudiera contener las
palabras.
Pero no podía.
No oí lo que ella le susurró, y tampoco quise hacerlo. Algunas cosas son privadas.
Algunas cosas tenían que ser dichas, incluso cuando la persona que necesitaba oírlas,
no podía oír nada. Nunca más.
Los pensamientos circulaban por mi cabeza tan rápido, que realmente no podía
centrarme en ninguno de ellos. Había mucho por hacer. Y era tan poco lo que sabía
hacer. Había mucho dolor y no tenía tiempo para tratar con ello.
El funeral. La lucha. Planificar ambos. Tal vez podría canalizar mi ira, a causa de la
necesidad de enterrar a mi padre, para preparar el complot para asesinar a Malone y
destripar sin piedad al asesino de mi padre. Ya sabes, ¿dos pájaros de un tiro? Eso es
un uso eficiente de la motivación de la ira, ¿no?

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Y Kaci. De alguna manera tendría que encontrar una forma para hablar con ella sobre
el hecho de que había perdido a alguien más. El hombre que la había acogido y
protegido con todo lo que tenía, incluyendo la vida de su hijo menor, después de que
ella hubiera perdido a su propia familia. Kaci no podría soportar mucha más pérdida, y
yo no podía darle falsas pretensiones, diciéndole que la muerte de mi padre sería la
última.
Había muchas probabilidades de que perdiéramos a alguien más. Incluso a varios.
No. Me puse tensa, y los brazos de Marc se apretaron en torno a mí, sin decir una
palabra, reconfortándome, aunque no entendiera lo que me perturbaba.
Planear la pelea era una cosa, pero anticipar el resultado trágico era otra,
completamente distinta. No podía pensar en quienes serían esas víctimas potenciales.
Excepto yo. Una de ellas podría ser yo, y entonces, ¿qué pasaría con el Orgullo cuando
me hubiera ido?
—No parece como si hubieran pasado treinta y tres años —dijo mi madre, sacándome
de mis propios pensamientos para verla todavía arrodillada, frente a mi padre, pero,
evidentemente, hablando con nosotros—. Nunca habría pensado que tres décadas
podría sentirse tan fugaces, parece como si hubiera deslizado mi mano en la suya la
semana pasada, prometiéndole amor eterno. Y yo nunca me he arrepentido de un solo
momento de ese tiempo. Ni siquiera cuando dejaba la luz del baño encendida, ni
cuando se quedaba dormido en su escritorio a las dos de la mañana.
195 Yo no sabía qué decir. Yo no sabía cómo detener mis lágrimas silenciosas, o la mejor
forma de secar la suyas.
—Estábamos acostumbrados a correr juntos, ya sabes. Sólo nosotros dos, fuera en el
bosque, eufóricos por el viento, y los olores, y los de cada uno. Nunca necesitábamos
algo más, pero fuimos bendecidos con muchísimo más. —Se retorció para mirarme a
continuación, y el dolor grabado en su rostro me puso de rodillas, el dolor de mi
corazón un olvido sin fin y sin nombre.
Marc me dejó ir y me arrastré por el suelo hacia ella.
—Fuimos bendecidos contigo y con tus hermanos. A medida que crecíais, me sentía
tan impotente, como si sólo pudiera hacer poco más que observar como os convertíais
en las personas que son, cada uno de los cinco. Fue como presenciar un milagro, y
sucedió demasiado rápido. Un día estábamos fascinados por qué tan pequeños eran
los pies de recién nacido de Michael que cabían en esas pequeñas botas, y al siguiente,
tú te largabas a la universidad sin mirar atrás. Yo no sé dónde pasé el tiempo, pero
pasé por todo con él, y se escabulló tan rápido.
Me senté a su lado en el suelo, la paja me arañaba la espalda a través de mi camisa, y
me presioné tan cerca de mi madre como pude. El contacto era el único consuelo que
sabía como dar, las palabras me habían abandonado por completo.

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—No sé cómo vivir ahora, Faythe —susurró—. Dicen que nunca se sabe lo que se tiene
hasta que se ha ido, pero yo lo sabía. Lo sabía en todo momento, y yo no sé lo que
debo hacer ahora que él se ha ido.
—Nos tienes a nosotros —dije, muy consciente de que no éramos suficiente. Tener
hijos mayores no era lo mismo que tener al amor de su vida. La otra mitad de su
propia alma. Pero yo no tenía nada más que ofrecerle.
Excepto sus últimas palabras.
—Él me dio un mensaje para ti —dije, y ella se volvió hacia mí, sus ojos azules estaban
rojos de tanto llorar, y se abrieron con esperanza—. Él dijo que te dijera que eres toda
su vida, y lo has sido desde el momento en que te conoció. Dijo que estás en su
corazón, y en su alma, y que incluso la muerte nunca los separará.
Y yo lo creía. Si algún amor podía trascender el tiempo y la vida, sería el amor de mis
padres.
Mi madre se puso a llorar de nuevo, pero esta vez ella estaba sonriendo, y me alegré de
haberme guardado su mensaje para ese momento. Cuando ella realmente lo
necesitaba.
Se sentó allí durante varios minutos, pensando. Probablemente recordando. Entonces
ella parpadeó y sacudió un poco la cabeza, y yo sabía que ella estaba de vuelta en el
presente.
196 —Tenemos que enterrarlo. Tengo que llamar a la gente...
¿Cómo podía decirle que, posiblemente, no podíamos hacer eso? Que tendríamos que
enterrarle como a un criminal en la noche, para evitar las consecuencias políticas que
lo empeorarían todo.
—Ni siquiera se lo he dicho a Rick todavía.
—Lo sabe —susurré.
Ella se sobresaltó durante un instante, luego asintió con la cabeza.
—Por supuesto que lo sabe. Él estaba allí. Yo debería haber estado allí.
No, no debería haber estado.
—Mamá... tenemos que hablar sobre el resto del asunto. Sobre todo lo que pasó.
Ella levantó la vista, y me sentí aliviada al ver claridad en sus ojos, incluso cuando su
mano todavía acariciaba su brazo inmóvil en el fardo de heno.
—Él te nombró, lo sé. —De repente pareció preocupada—. Ese fue siempre su plan,
pero sucedió tan pronto...
—Sí. Me dejó a cargo del Orgullo, pero, mamá, el consejo no me reconocerá, y si no
tenemos un Alfa “aceptable” el sábado, Malone intentará colocar uno de su elección.

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Los ojos de mi madre brillaron con furia, y su cuerpo entero se tensó.
—Tendrá que matarme para hacerlo.
—A nosotros también —dijo Marc, y Vic asintió con la cabeza.
Pero, en realidad, él sólo tenía que matarme a mí.
—¿Faythe? —dijo Owen, y levanté la vista para verlo de pie en la puerta con Parker.
Owen sostenía su sombrero de vaquero desgastado sobre su pecho, y mientras yo
estaba de pie quieta, su mirada se deslizó por delante de mí, hacia las balas de heno,
donde nuestro padre estaba. Dio un paso adelante, y yo ayudé a mi madre a ponerse
sobre sus pies, y entonces fui al encuentro de mi hermano.
Los brazos de Owen me rodearon, junto con los olores de sudor limpio y tierra. No
había mucho trabajo de granja que hacer, en un rancho de animales libres, en febrero,
pero los olores se aferraban a su sombrero y a sus botas, provocando un confort cálido
y familiar que no encontraría en ningún otro lugar, ahora que Ethan se había ido.
Pero la comodidad no podía hacer mucho.
—Yo debería haber estado allí —dijo sobre mi pelo, con su barba de tres días arañando
mi frente.
—No podrías haber hecho nada. —Pero yo no podía decirme a mí misma lo mismo. Yo
lo había visto venir. Yo había visto cómo Dean apuntaba con su arma, y yo no me
197 había movido lo suficientemente rápido. No pude—. No podemos luchar contra las
balas. —Pero podríamos arrancar las armas de las manos de quienes las sostuvieran.
—Para mamá está siendo muy duro.
—Lo sé. Para todos lo es. —La muerte de mi padre era un shock y una devastación,
como ninguno de nosotros había sentido nunca. Lo cambiaba todo. Estábamos
intentando arreglárnoslas por un nuevo camino, atravesando un territorio virgen sin
él, y el retroceso de las ramas al pasar ya me había dejado molida—. Conseguiremos
seguir adelante, con una buena dosis de patear el culo disfrazado como terapia.
—Hablando de eso... —Owen me soltó y dio un paso hacia atrás, haciendo un gesto
para que Parker se acercara.
Parker abrió sus brazos para darme un abrazo, y traté de ignorar el hecho de que olía
a whisky. A un montón de whisky.
—Lo siento mucho, Faythe —dijo, cuando me soltó, pasando una mano por su pelo
encanecido, que de repente parecía ser más blanco que gris.
Por encima del hombro, vi a Owen rodear con un brazo a nuestra madre, mientras
compartían una visita privada y silenciosa.
Parker se aclaró la garganta y miró a sus pies antes de levantar la mirada de nuevo.

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—¿Viste a mi padre? ¿Cómo estaba?
Suspiré y resistí la tentación de evitar sus ojos. Dar malas noticias era definitivamente
mi parte del trabajo menos favorita, hasta ahora.
—Bueno, digamos que no es mi mayor fan. De hecho, podría ser el miembro fundador
del club de “Faythe debe morir con una muerte lenta y dolorosa”.
Parker se encogió.
—¿Tan mal?
—Me dijo que era deshonesta y una zorra.
—¿Por qué te llamaría zorra? —preguntó Owen, girándose hacia nosotros sin dejar de
lado a nuestra madre.
—¿Qué pasa, la parte de deshonesta no te sorprende? —Forcé una sonrisa para
hacerle saber que estaba de broma, y para evitar responder a su pregunta. Detrás de
él, Marc se puso rígido y cruzó los brazos sobre el pecho.
Parker frunció el ceño, demasiado distraído por sus problemas personales para
procesar ni siquiera la mirada de Owen.
—Sólo estoy... estoy muy arrepentido por cómo mi padre te ha tratado. Cómo,
probablemente, nos tratará a todos nosotros.

198 Negué con la cabeza y le miré, tratando de transmitir significado con mi mirada.
—No es tu responsabilidad disculparte por tu padre. Nada de esto es tu culpa.
—Saber eso no disminuye la culpa.
—Ya lo sé. —Jace se sentía de la misma forma por el protagonismo de su padrastro en
el esfuerzo para hacerse cargo de nuestro Orgullo, y yo tenía sentimientos similares
acerca de la muerte de mi hermano y mi padre. La culpa era al menos una emoción
racional que alguna vez había experimentado, y la más difícil de superar.
—Oye, Brian dijo que nos perdimos la toma de posesión formal, así que… —Parker se
encogió de hombros, y ante sus palabras, Owen y mi madre se volvieron hacia
nosotros—. Estamos dispuestos a recuperar el tiempo perdido.
Owen forzó una triste sonrisa, una mano retorció el borde de su polvoriento sombrero
marrón.
—Creo que la única cosa buena que sale de todo esto, es el hecho de que mi hermana
es ahora la primera mujer Alfa en la historia de los werecat. Deshonrada o no.
—Ella ya estaba trabajando duro en la ofensa, así que no estoy seguro de que esto
realmente haga mucha diferencia —bromeó Marc.
Mi madre frunció el ceño.

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—Esto marca una gran diferencia en el mundo. —Su mano cálida y delgada se deslizó
en la mía—. Estoy orgullosa de ti, Faythe. Tu padre también lo estaría.
Parpadeé para retirar mis lágrimas una vez más. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que
pudiéramos hablar de él sin llorar?
—No puedo... yo no creo que pueda ser lo que él era. —Tragué fuertemente, y su mano
apretó la mía—. Al menos, no todavía. Pero Marc y el tío Rick se comprometieron a
servir como asesores, y yo esperaba que tú lo fueras también, cuando las cosas se
calmen un poco.
En ese momento me dirigió una media sonrisa.
—Yo estoy aún más orgullosa de ti.
—Por lo tanto, ¿nadie puede venir al funeral? —dijo Owen, y yo asentí con la cabeza
apoyándola sobre el respaldo del sillón de mi padre. En este momento, no me atrevía a
sentarme en ella, pero tenía que asumir alguna posición física de autoridad. Era lo que
se esperaba. A veces la gente reconocía a los líderes en base a pistas subconscientes, y
estar de pie cerca del asiento tradicional de autoridad de mi padre era la forma más
simple y perfecta que conocía para reforzar la idea de mí como su sucesora.
Pero ya que Owen y Parker habían jurado su lealtad y ninguno de los presentes había
puesto en duda mi autoridad, sin embargo, no pude dejar de preguntarme si yo estaba
realmente tratando de convencerme a mí misma.
199 —Nadie que no esté aquí —dije—. Pero una vez que todo esto termine, tendremos un
verdadero memorial. Él será, apropiadamente, recordado.
—Pero no invitar a gente parece tan... frío —dijo Brian, desde el sofá donde estaba
sentado con Parker y Marc.
—Todo lo contrario, la verdad —dijo mi madre, en voz baja, pero no tuvo problemas
para captar la atención de todos, desde su posición en el sofá de dos plazas junto a
Manx—. Será íntima. Un entierro pequeño y privado nos dará la oportunidad de
llorarle en privado, antes de que tengamos que exponer nuestro dolor frente a todos los
demás que le conocieron.
Y así sin más, el asunto se zanjó. Gracias a Dios. Yo estaba asombrada de mi madre.
—¿Entonces vamos a la lucha? —El deseo de sangre se mostró a través de la voz de
Vic, como el vino se derramaba a través de la seda.
—Sí, y no abandonaremos el territorio Apalache hasta que personalmente compruebe
que Calvin Malone ya no respira. Colin Dean es el objetivo secundario, y aunque me
encantaría tener la oportunidad de darle una muerte lenta y agonizante por lo que le
hizo a nuestro Alfa, no podemos darnos el lujo de ser tan exigentes. Yo lo traeré
muerto si traerlo vivo no es posible. —Y si conocía lo bastante a Dean, él haría que lo
matáramos antes de ser hecho prisionero.

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—¿Existe un plan específico, más allá de matar, mutilar, y capturar? —preguntó
Parker, con la mirada más sombría de lo que le había visto alguna vez. Él se estaba
tomando las noticias sobre su padre muy mal, y yo podía oler el whisky en su aliento,
incluso desde el otro lado de la habitación. Tendría que hablar con él sobre eso.
—En realidad sí. Obviamente, Patricia y Melody Malone están completamente fuera de
los límites, a pesar de que tienen permiso para protegerse de ellas si fuera necesario.
—Y yo era la prueba viviente de que una tabby enojada podía ser tan difícil de manejar
como un tomcat—. En cuanto a los demás, matar si es necesario. Estamos tratando de
golpear la cabeza del enemigo, no cortarle en mil pedazos, y un poco de piedad puede
recorrer un largo camino.
—También puede hacer que te maten—dijo Parker.
—Sí. Vamos a intentar no dejar que eso ocurra. —Parpadeé y obligué a mis ojos a
enfocarse mientras miraba alrededor de la habitación, hacia todas las caras que
estaban observándome—. Además de todo eso, vamos a tener respaldo de los Orgullos
de la Costa Este, el Medio Oeste, y el sureste. Tío Rick, Aaron Taylor, y los hombres de
Bert Di Carlo, por supuesto. Así como el apoyo aéreo de una Bandada de
Thunderbirds. Al menos, ese es el plan.
A pesar de que aún no estábamos seguros de su ayuda, ya que ellos sólo podrían ser
contactados en persona. Cuando los murmullos de sorpresa se calmaron, continué sin
poder ocultar por completo mi sonrisa triste.
200 —Espero que todo esto resulte ser una exageración importante, pero esta es nuestra
última y buena oportunidad de eliminar a Malone, y no vamos a echarla a perder.
Esa vez, el sentimiento general fue de aprobación, y teñido de un aumento palpable de
anticipación de sed de sangre.
Cuando contesté el resto de las preguntas y expuse los fundamentos del entierro
privado, concluí la reunión con una sugerencia de que todo el mundo durmiera un
poco. Habría poco tiempo para descansar después del funeral del día siguiente.
—Bien hecho —dijo Marc, mientras el último de los toms salía por el pasillo.
Yo estaba agotada, física y mentalmente, y realmente quería sentarme. Miré hacia
abajo a la silla de mi padre, y Jace se rió entre dientes.
—Puedes sentarte allí, sabes. No creo que él tuviera ningún inconveniente.
Negué con la cabeza.
—No estoy lista. Parece raro. —Y no había otro lugar en la sala para sentarse sin que
pareciera como si estuviera tomando partido por alguno, con Marc sentado en el sofá,
y Jace sentado en el sófá de dos plazas.

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—Entonces, ¿estarás de pie en cada reunión? —Marc sonrió como si estuviera
bromeando, pero no lo hacía. Y lo que realmente quería preguntar era si tenía la
intención de quedarme de pie, en lugar de elegir entre los dos.
—Tal vez. Por lo menos hasta que averigüe... lo que funciona mejor.
—¿Tienes hambre? —preguntó Jace, y Marc frunció el ceño.
—No, estoy bien. Escuchen, chicos... —Lancé un gran suspiro y, finalmente, me senté
en el brazo de la silla de mi padre, con un pie en el suelo para mantener el equilibrio—.
No es necesario que me esperen. No quiero que lo hagan. Puedo cocinar mi propia
comida y conseguir mi propio café.
Marc se echó a reír.
—Faythe, tú no cocinas nada.
—Está bien, me has atrapado ahí. —Sin embargo, a menos que estuviéramos hablando
de pizza congelada o hamburguesas, tampoco lo hacía ninguno de ellos—. Pero mi
punto es que no puedo ser mi padre, y no tienen por qué tratarme como a él. Todavía
estoy tratando de entender todo esto... Averiguar quién tengo que ser, para ser Alfa…
y lo último que necesito es que ustedes dos empiecen a actuar raro a mi alrededor.
Jace se rió entre dientes.
—A riesgo de molestar a Marc, no creo que ninguno de nosotros tenga la intención de
201 tratarte como a tu padre.
Marc frunció el ceño de nuevo, pero no podía discutir el punto.
—Yo sólo quiero cuidar de ti, Faythe.
—Ya lo sé. Y realmente lo aprecio. Simplemente... tengo mucho que resolver en este
momento. Conseguiré resolverlo. Lo juro. Pero justo ahora, tengo que hablar con Kaci.
—Los dejé en la oficina, pero me detuve a escuchar, por fuera de la puerta, cuando oí
que Marc hablaba.
—No estás haciendo esto más fácil para ella —espetó, y yo, prácticamente podía sentir
cómo los pelos de Jace se erizaban, incluso con una pared separándonos.

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CAPITULO 21
Traducido por *!!!BellJolie!!!*
Corregido por Anne_Belikov.

—Eres la prima Karli, ¿correcto? —Holly preguntó. Presioné mi espalda contra la pared
para escucharla otros minutos por segunda vez. Yo le había pedido a Kaci mantener a
la esposa humana de Michael ocupada durante la reunión del Cambio, sólo en la
oficina.
—Um... sí. —Kaci en realidad no había tenido que usar la identidad que mi padre le
había creado con nadie, no hasta ahora con Holly, y crucé mentalmente mis dedos
para que ella lo recordara—. ¿Por qué?
—Las ramas de esta familia son tan... ¿extrañas?
—¿Qué quieres decir? —Kaci preguntó, y me encogí. Todos sabíamos exactamente lo
202 que Holly quería decir.
—Funerales privados. Emergencias familiares. Prácticamente cada semana, por lo
general a media noche. Reuniones familiares a puerta cerrada que incluían a los
empleados, pero no a la nuera. Peones que viven en la propiedad, a pesar de que no
hay ganado, y en invierno no hay ni siquiera heno.
—No sé nada de eso —concluyó Kaci—. Mi familia no tenía una granja.
Casi me reí en voz alta.
—Así que, ¿dónde está tu familia? —preguntó Holly, con toda la sensibilidad de una
chica de fraternidad—. ¿Por qué vives con tus primos en vez de tus padres?
Aaahh, allí está mi entrada...
Caminé a la esquina en la cocina para ahorrarle a Kaci que respondiera, tratando de
parecer como si no hubiera estado escuchando, Kaci se sentó en la barra de desayuno,
sus ondas largas, marrón y gruesas tirando de una trenza apretada. Holly estaba
frente a ella, midiendo el polvo de chocolate para colocarlo en una olla de leche. Ella
llevaba maquillaje en los ojos y sólo se había sujetado el pelo en una coleta sencilla en
la base de su nuca. En jeans y una camiseta ajustada, no se parecía en nada a las
fotos que había visto de ella en la pista, pero seguía siendo hermosa, incluso sin todos
los artículos profesionales para el cabello y cosméticos que la moldeaban como artista

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para obtener una apariencia de perfección. Parecía... limpia y honesta, sólo un poco
confundida.
—Oye, Faythe, estamos haciendo chocolate caliente. —Su sonrisa era sincera, igual
que su mirada desconcertante que me estudió en busca de pistas acerca de cómo
estaba tomando la muerte prematura de mi padre—. ¿Quieres un poco?
Chocolate caliente, la forma pasada de moda y belleza sin ayuda. No es de extrañar
que Michael la amara, a pesar de la desventaja obvia del desplazamiento.
—Um, seguro. —Me deslicé en el taburete de la barra al lado de Kaci y le di un guiño
sutil diciéndole que todo estaba bien, tan bien como podría considerarlo, teniendo en
cuenta lo que había pasado, y lo que yo había hecho pronto.
—¿Tienes algún extracto de menta? Sabe muy bien con el chocolate....
—Compruébalo en el gabinete para hornear de mi mamá. —Gesticulé hacia las puertas
del armario detrás de ella, y el único ser humano Sanders volvió a mirarme.
Probablemente me hubiera gustado Holly también, si yo no estuviera siempre tan
ocupada tratando de mantener los secretos. No podíamos decir nuestra existencia a un
ser humano: era una ofensa capital. Castigable con la ejecución. No es que el Concejo
Territorial se encontrara en cualquier forma para hacer cumplir dicha pena en este
momento, pero podría ser doloroso a veces, y ninguno de nosotros quisiera exponer a
Holly o a Michael a cualquier peligro innecesario.
203 —¿Está todo bien? —Holly miró hacia el pasillo para indicar la reunión que acababa de
concluir sin mencionarlo frente a Kaci. Su intención era dulce (proteger a la chica
contra toda mención de tragedia) pero un poco irónico, teniendo en cuenta que Kaci
sabía mucho más sobre la muerte de mi padre (por no hablar de la vida) que tuvo.
—Tan bien como puede esperarse, considerándolo. —Deslicé la mano a lo largo de la
trenza de Kaci, y ella me dio una sonrisa triste, aceptando la comodidad física al
instinto, el impulso más fuerte de un werecat que había visto en ella todavía.
—Bien. —Holly dejó caer dos gotas de extracto de menta a la olla del chocolate, a
continuación, abrió una bolsa de cinco libras de azúcar granulada y tomó una taza
para medir.
—Me estaba preguntando sobre mi familia. —Kaci fue dura, pero Holly no se dio
cuenta. Froté la espalda de Kaci, entonces comencé a intervenir para redirigir el
acecho, pero Kaci continuó, su rostro atrapado en algún lugar entre su ceño fruncido y
un aire de triunfo—. Ella dijo que era extraña.
Holly enrojeció al instante, y sus ojos se agrandaron.
—Yo no... Eso no es lo que quise decir.

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—Ya lo sé. —Dirigí mi cabeza hacia el pasillo y Holly frunció el ceño y luego asintió con
la cabeza y me siguió con una promesa a “Karli” de que volveríamos.
No había nada de lo que Kaci le gustara hablar menos al hecho de que ella
accidentalmente matara a su madre y a su hermana durante su primer Cambio,
completamente inesperado. Kaci era lo que los expertos llamaban una doble recesiva.
Ella era nuestra tabby de milagro, nacida de dos padres humanos que no tenían idea
de que ambos llevaban el gen recesivo werecat. Aunque en realidad es bastante más
complicado que la simple frase: me aferré a ello.
El padre humano de Kaci asumió que ella había muerto con el ataque del animal que
mató a su esposa y a su hija mayor en Canadá, y él sólo había estado en la búsqueda
de su cuerpo. Pero en lo que a mí respecta, Kaci tiene el peor final del asunto. Ella no
tenía idea de lo que le estaba sucediendo durante su primer Cambio y fue perseguida
siempre por el papel que jugó sin querer en la muerte de su madre y la de su hermana.
Y a diferencia de su padre, ella nunca pudo alcanzar consuelo, porque mientras que él
podía llorar y, finalmente, seguir adelante, ella sabía que él estaba vivo, pero fuera de
su alcance. Debido a que no se podía enviar a una Sanders adolescente a vivir con un
padre humano, incluso si ella no tuviera que explicar su ausencia y la muerte de su
familia. A la sala, le susurré. Yo sabía perfectamente que Kaci escuchaba, pero Holly
no lo sabía.
—No le gusta hablar de su familia —comencé a decir, echando un vistazo a la cocina
204 una vez más, como si quisiera asegurarme de que Kaci no escuchara—. Ellos murieron
hace unos meses, y todo lo referente a eso está en el olvido. Así que ahora está con
nosotros para bien.
—¡Oh, qué horrible para ella! —susurró Holly, bajo su frente en sus cejas pálidas se
dibujó la confusión. Entonces, ella se encogió, como si lo que había dicho en realidad
se uniera a ella—. La parte de la muerte, no la parte de estar con ustedes. —Ella
sacudió la cabeza para restablecer su tren de pensamientos, mientras ahogaba una
sonrisa—. ¿Fue otro accidente?
—Más o menos. En realidad fue un ataque de un extraño animal. —La clave posible
para mentir eficazmente era seguir lo más cerca de la verdad. No me gustaba mentir,
pero cuando tengo que hacerlo, quiero conseguir el premio.
En el borde de mi visión, vi endurecerse a Kaci, pero de nuevo Holly lo dejó pasar.
—¡Ustedes han tenido la peor suerte! Primero la familia de Karli, a continuación,
Ethan, y ahora su padre... Por suerte, no tengo que ir a ninguna parte por las
próximas dos semanas, así que estoy completamente a tu disposición. Sólo dime qué
puedo hacer para ayudar.

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Me tragué un gemido de frustración y obligué a mis labios a hacer una media sonrisa,
tratando de tener en cuenta que no tenía ni idea que estaba haciendo mi trabajo más
difícil. O incluso que tenía un puesto de trabajo.
—Gracias. Voy a robármela durante unos minutos, pero vamos a estar de vuelta para
el chocolate caliente.
—Bien... —Holly regresó a su chocolate y le hice un gesto a Kaci para que me siguiera
a mi habitación.
Después, lo pensé mejor y la dirigí hacia la oficina, que Marc y Jace habían dejado
vacía. Holly no tenía audición sobrenatural, pero yo no quería arriesgarme a que nos
escuchara, por si acaso. Cerré la puerta tras de Kaci y nos sentamos en los extremos
opuestos del sofá, frente a frente con los pies metidos debajo de nosotras.
—Gracias por mantener a Holly ocupada —comencé, de repente deseé la taza de
chocolate. O mejor aún, el café.
—Ella parecía pensar que era mi niñera. ¿Estás segura de que no está bien?
—Lo juro por mi mejor par de botas. Yo sólo necesitaba una excusa para mantenerla
fuera de la reunión. No tengo ninguna intención de ocultarte nada.
—¿Obtendré las botas si estás mintiendo?
Levanté las cejas tanto, esperando que ella estuviera bromeando.
205 —No, no cabe duda. Y no estoy mintiendo.
—Bien —dijo, y se relajó un poco la tensión dentro de mí—. Prefiero mis propias botas,
de todos modos. —Sacó su trenza sobre un hombro deslizando los dedos al final, como
las cerdas de un pincel—. Así que... Owen dice que eres el Alfa ahora. ¿Eso quiere
decir que conseguiste ser más inteligente?
Esperé alguna señal de que estuviera bromeando, pero no llegó ninguna.
Suspiré.
—Desafortunadamente, no. Y no soy ni más vieja, más rápida o más asustadiza.
Tampoco ha habido un desarrollo repentino como aumento de testosterona o una
disminución de ovarios. De hecho, entre tú y yo, puedo ser la menos cualificada para
ser Alfa en la historia.
Se quedó pensando, a continuación, frunció el ceño.
—No lo creo. He conocido a Calvin Malone, ¿recuerdas?
—Gracias. Es bueno saber que, en opinión de una chica de trece años, estoy más
calificada que un completo Megalómano.
Ella frunció el ceño.

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—¿Un mega qué?
—No importa. Acabo de decir que Malone es un gran maniático del trabajo, hambriento
de poder.
—Sin palabras.

—Mamá, vamos. Hace demasiado frío para que permanezcas aquí. —Había pasado la
mayor parte del último día en el granero, tratando de decir adiós a mi padre, y yo
estaba empezando a preocuparme por su salud física, así como su bienestar
emocional.
—No estoy lista para ir. —Ella se limpió la roja, y goteada nariz en un pañuelo ya
empapado de lágrimas, pero ni siquiera me miró—. No lo estaré hasta que haya
terminado. Todo.
—Por favor, mamá. —Crucé los brazos sobre mi pecho, tratando de dejar de temblar,
pero no tenía mucho sentido ni siquiera intentarlo. La sepultura en casa, la tumba a
mis pies era la causa de que mis dientes castañetearan y mis extremidades temblaran,
y no del frío.
Todos los demás se habían ido ya al interior a llorar en soledad o en grupos
206 melancólicos.
A excepción de Marc, Jace, Vic, y Parker, que habían cavado la tumba, y ahora la
rellenaban con sus ropas fúnebres, porque el cambio a ropa de trabajo sería de alguna
manera una falta de respeto.
—No estoy lista, Faythe. —Mi madre levantó la vista, y las gruesas gotas de humedad
se aferraban a sus pestañas desnudas y a las mejillas—. Necesito un poco más...de
tiempo.
—Está bien. —La única diferencia real entre el proceso de luto de mi madre y el mío
era que yo tenía algo importante que me distraía, el abismo cada vez más frío dentro
de mí con cada mirada a su tumba, y ella no. Yo lo perdería en los planes para la
invasión al territorio Apalache. Me centraría en las llamas de la sed de sangre de mis
venas en lugar de la agonía por la pérdida. Vería cada gota de dolor y rabia en los
detalles, y la carnicería resultante sería en memoria a mi padre, infinitamente con más
sentido que la lápida aún en orden.
Con la pala en mano, Marc me lanzó una mirada de simpatía que se fundió en
preocupación cuando vio mi cara. ¿Era tan obvio? Apuñaló su pala en el suelo lo
suficiente para tenerla en pie por sí sola. Me estremecí con el proceso, después
presioné los dientes con irritación por encima de mi propia afectación. Eso tendría que

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irse. Si no nos ayudaba a vencer a Malone, no tendría nada en mi cabeza hasta que me
uniera a mi padre en la tierra.
Me quité la chaqueta y la coloqué en los hombros de mi madre, en la parte superior,
Marc me miraba desde el otro lado de la tumba. Lo encontré a varios metros de
distancia de mi mamá.
—¿Estás bien? —Se sacudió las manos y la suciedad calló de ellas. Los minúsculos
grumos golpearon la tierra y parecían hacer eco en mi cabeza, mucho más fuerte de lo
que debió haber sido imposible.
—Estoy bien. Sólo necesito ir a terminar los últimos detalles. Tengo que comprobar el
tiempo y el número de hombres que mi tío envió, entonces tengo que salir para el
aeropuerto. —Yo llevaría conmigo a Vic para reclutar a los Thunderbirds, porque no
podía justificar la salida de Marc y Jace, lejos del Orgullo cuando más necesitan de su
protección, y no podía elegir entre ellos.
—Tal vez deberías tomar un par de horas de descanso. Trata de relajarte. Ayuda a tu
mamá. —Negué con la cabeza lentamente, tratando de no mirar fijamente la tierra y
recordar que mi padre estaba en ella—. Ella quiere estar sola, y no quiero relajarme.
Quiero estar enojada, así podré terminar de poner esto junto con la cabeza en claro.
Su ceño se profundizó y cruzó los brazos sucios sobre el frente de su camisa.
—¿La ira te dará una cabeza clara? —Asentí.
207 —Me da la claridad como el girar las perillas en un microscopio.
Marc parpadeó, y por un instante, leí la confusión en sus ojos. O tal vez algo más
oscuro.
El vello se erizó en la parte de atrás de mi cuello, aunque no podría haber dicho
exactamente por qué.
—¿Puedo entender que no funciona eso para ti?
Él negó con la cabeza.
—La ira me hace ver rojo, y pierdo toda perspectiva. Puedes recordar los últimos
ajustes de la irracionalidad, seguido por un exceso de cosas.
—Sí. —Fruncí el ceño hacia él—. Eso es algo parecido a lo lo que vamos a dar, con
Malone y Dean. —Y con cualquiera que se interpusiera en el camino.
—Ya lo sé... Simplemente trata de tomarlo con más calma, ¿de acuerdo? —Echó un
vistazo sobre su hombro y levanté la vista para encontrar a Jace mirándonos, mientras
que Parker y Vic seguían excavando.
—Habrá el momento para tomarlo con calma cuando Malone y Dean estén muertos.
Marc exhaló pesadamente.

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—Eso espero.
Eché un vistazo por delante de él a la tumba sin terminar, y mi garganta de repente se
sintió más gruesa.
—Gracias por... por hacer eso.
Siguió mi línea de visión.
—Es lo mínimo que le debemos. En serio.
—Ya lo sé. —Ni siquiera podía empezar a cuantificar lo que le debía a mi padre. Mi
independencia. La capacidad de defenderme. La certeza de que hacer las cosas
correctas siempre valen la pena, no importa lo que cueste—. ¿Vendrás a verme cuando
entres?
Él asintió con la cabeza.
—Por supuesto. —Después él regresó al agujero más odioso que jamás había visto, y
me dirigí a la casa principal, con una mirada más a mi madre.
A mitad del camino, oí pasos y tuve que arrastrar la mirada de la tierra, a mis
pensamientos para identificar la forma que caminaba hacia a mí.
Ryan.
Dudó cuando me vio llegar, y luego comenzó a caminar de nuevo, como si pudiera

208 comprobar su columna vertebral, simplemente para no salir corriendo. Pero ya era
demasiado tarde para eso. No tenía la espina dorsal izquierda, y ningún Orgullo. Ryan
caminaba en las sombras por la vergüenza estos días, y sólo caminaba, porque al final
nos dio la información que había necesitado para capturar a dos de sus socios. No por
la bondad de su corazón, sino para salvar su propia piel podrida.
Me detuve y crucé los brazos sobre el pecho, tratando de parecer dura en lugar de
simplemente fría mientras esperaba por él. Dejó cuatro pies de distancia, con la nariz
todavía hinchada y morada.
—No estoy buscando problemas, Faythe. Acabo de llegar a dar mis respetos.
—No deberías estar aquí.
Ryan frunció el ceño.
—Faythe, quiero despedirlo. Estoy aquí por mamá. —Trató de pasar a mí alrededor,
pero lo tomé del brazo y tiré de él hacia atrás.
—Ella te llamó, ¿no? ¿Y te llamó cuando Ethan murió?
Echó una mirada al suelo cuando habló, y supe que nada había cambiado.

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—¿Estás segura de que quieres hablar de esto ahora? —Ryan hizo un gesto por encima
del hombro a nuestra madre, pero no me volví para mirarla. No podía, porque ahora
una vieja pregunta martilleaba en mis nervios con toda certeza y temor.
—Ella te dejó escapar, ¿verdad? Mamá te permitió salir de la jaula....
—Faythe, ahora no puedo hacer esto.
Hablé con los dientes cerrados fuertemente, mis manos apretadas en torno a un
puñado de mi falda negra y larga.
—Ryan, te lo juro sobre la tumba de nuestro padre que voy a romperte todos los
huesos de mierda de tu cara si no me contestas ahora mismo. El Concejo empezará
hacer preguntas sobre ti muy pronto, y yo soy la que va a tener que responder. Malone
y sus aliados la golpearían sólo para llegar a mí, y yo voy a tener que proteger a mamá.
Los ojos azules de Ryan buscaron los míos, odiaba que yo pudiera ver gran parte de
nuestra madre en ellos.
—Realmente lo hizo. Realmente te nombró a ti.
—Sí. Realmente lo hizo. Ryan, es necesario que salgas de aquí antes de que cualquier
persona te vea. Eso es toda la misericordia que estoy dispuesta a extender ahora.
—Déjame hablar con mamá. ¿Quieres que te jure lealtad? Voy a jurarla. —Se dejó caer
de rodillas en el suelo congelado y tomó mi mano, pero la alejé de su alcance—. Por
209 favor, Faythe. Si no quieres hablar conmigo, está bien. Lo entiendo. No estás lista. Pero
no puedes dejar que no venga. Por favor, Faythe. Por mamá.
—Levántate. —Le detuve antes de que pudiera moverse por su cuenta—. Tienes una
hora. —Cedí, en contra de mi buen juicio—. Si todavía estás aquí después de eso, te
encerraré con una patada en el culo.
Él asintió con frialdad.
—Muy bien. Gracias. —Parpadeé, medio convencida de que lo había oído mal. Corrió
junto a mí, probablemente por miedo de que cambiara de opinión, y me dirigí a la casa
sin mirar atrás. No podía soportar verlo con mi mamá, no importa lo feliz que le haga
tenerlo cerca, por ninguna razón podría entenderlo.
En el interior, dos grupos se habían reunido, uno en la cocina, donde había café y
varios tipos de pasteles y tortas, y el otro en la sala de estar, donde yo podía oler tanto
whisky como el brandy que se servían.
Pasé junto a todos y me encerré en la oficina sola, en la que me hundí en la silla del
escritorio.
Veinte minutos más tarde, no había hecho nada más que mirar en la parte posterior
del sillón de mi padre cuando se abrió la puerta y Marc apareció.

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—¿Cómo estas? —me preguntó. Todavía podía oler la suciedad en él, y había venido
directamente conmigo, incluso antes de ducharse.
—Estoy bien.
—Ellos te necesitan en la cocina. O en la sala.
— ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Algo malo?
Él se encogió de hombros.
—Nada, aparte del hecho de que tu padre acaba de ser enterrado y que tú estás
haciendo caso omiso de todos los otros que lo amaban.
Cerré los ojos y me incliné sobre el escritorio, con la cara en mis manos.
—Lo siento. Yo estaba sólo...
—No sabes cómo estar con ellos —terminó, por mí, y me miró, sorprendido—. Porque
piensas que es tu culpa.
—Sí. Se suponía que debía protegerlo.
—Todos íbamos —señaló Marc, como de costumbre, demasiado racional para ser
discutido.
—Sí, pero no era sólo mi Alfa. Él era mi papá. Yo le fallé en ambos casos. —Marc negó
con la cabeza, pero permaneció en su puesto. Él sabía que necesitaba espacio—. No le
210 fallaste a él, ni a nadie. —Echó un vistazo a los periódicos y los teléfonos en la mesa
delante de mí—. De hecho, creo que estaría orgulloso.
Negué con la cabeza.
—No he ganado todavía. Pero lo haré.
—Ven a tomar café con nosotros.
Suspiré.
—Sólo una taza.
Él sonrió.
—Eso es un buen comienzo.
Pero sólo llegamos a mitad del pasillo antes de que un estruendo nos congelara en el
lugar, a continuación, nos sacudió un movimiento. Llegamos a la puerta juntos y miré
de un lado a otro de los cristales.
Coches. Yo había escuchado los motores, pero al verlos el miedo y la adrenalina por
mis venas se dispersó como un rayo a través del cielo nocturno. No reconocí los
vehículos, ni podía distinguir los rostros detrás de ellos desde esta distancia, pero yo
sabía que estos huéspedes no habían sido invitados.

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Malone. Y su nuevo aspirante a Alfa.

211

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CAPITULO 22
Traducido por darkemily y cYeLy DiviNNa
Corregido por Vanille.

—¡Michael! —grité, todavía mirando detenidamente a través de la luz lateral a la


izquierda de la puerta. Me volví para encontrar a Jace corriendo hacia mí y a Marc,
todavía en su traje, con sus facciones tensas con alarma.
—¿Qué está mal? —Jace avanzó más lento hasta pararse en la mitad de la sala,
mirando por encima del hombro a través del cristal.
—Hemos sido adelantados. Malone está fuera ¡Al frente! Con suficientes hombres para
llenar… —Me di vuelta y miré al frente de nuevo, a medida que más personas salían a
la sala, Michael adelante de la pequeña multitud—. Se ven como ocho vehículos.
—¡Mierda! —Jace juró.
—¿Quién es Malone? —Holly preguntó, sosteniendo una humeante taza de café delante
de un elegante vestido negro, a la rodilla. Ella estaba hoy en maquillada en su
212 totalidad, a la luz de nuestro dolor formal.
No hice caso de su pregunta y me centré en mis compañeras tabbies.
—Manx, agarra tu bolsa de pañales. Kaci, tira algunas cosas en tu mochila
rápidamente. —Entonces, encontré la mirada de Michael, las líneas alrededor de sus
ojos se estrecharon, la única señal de que estaba tan enojado y asustado como yo—.
Quiero que saques a Holly, Manx, Des, Kaci, y a mamá por atrás, a través del bosque.
Deja tu coche aquí y llama a Carey Dodd para que conduzca por el camino. —Dodd era
el tom no guardián más cercano al Orgullo sur-central, y probablemente él no estaría
sorprendido por el deber de chofer de emergencia, sólo una semana después de la
última llamada.
Él asintió con la cabeza, tenso y listo para la acción.
—¿Adónde vamos?
—Um, no se puede ir a casa de Dodd. Sabrán que su casa es la más cercana, y cuando
se den cuenta de que Manx y Kaci se han ido, van a buscar allí.
—Ocupen mi casa —dijo Marc, sus pesados pasos sobre la dura madera cuando él
salió de la cocina con una enorme llave, obviamente, listo para la batalla.

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—No, está demasiado lejos... —comencé, mi corazón marcando segundos que no
teníamos que desperdiciar, pero me detuve cuando Jace salió de detrás de Marc,
armado con una palanca.
—Es por eso que deben ir allí —dijo él, cuando Marc sacó un juego de llaves de su
bolsillo de los pantalones de su traje—. Y los hombres de Cal no los seguirán en la
zona libre. No ahora que los extraviados saben que él puso esos chip de rastreo.
Pensé por un segundo, que era todo el tiempo que tenía, con los motores todavía
rugiendo hacia nosotros en el frente.
—Está bien. Michael, consigue la dirección de Marc. Llamaremos cuando sea seguro
regresar. —Me volví a gritar a mi madre, pero ella ya estaba allí, de pie junto a una
atónita y silenciosa Holly.
—Yo no voy.
Suspiré, tratando de tener en cuenta lo que estaba pasando. Lo que todos estábamos
pasando.
—Va a ser una pelea, mamá. Voy a pelear, y no será bonito. No quiero que te
involucres. —Y yo no quería que ella interviniera. La única ocasión que ella me había
visto luchar por mi vida, había intervenido para salvarme, y yo no podía dejar que ella
hiciera eso otra vez—. No pude proteger a papá, pero que me condenen si no te protejo
a ti. Te vas.
213 —No perdamos el tiempo discutiendo sobre esto, Faythe. —Con eso, se marchó a la
cocina, gritando a Ryan. Me fui tras ella y la encontré hablando con él por la barra de
azulejos—Ve con ellos —decía—. Eres el único a excepción de Marc, que está
familiarizado con el área. Mantenles fuera de la vista y mantenlos a salvo, hasta que
Marc llegue.
—Mamá, él no puede.
—Sí. Él puede. —Ella frunció el ceño hacia mí con una mano en el brazo de Ryan—.
Ha aprendido de sus errores, Faythe. Él no me defraudará.
—Y tengo un coche... —él ofreció, encontrando mi mirada con valentía—. Va a ser un
ajuste apretado, pero de esta manera no tienes que sacar a Dodd de la lucha. Y es
posible que lo necesiten.
Tenía menos de un segundo para considerarlo. Entonces, agarré por el cuello a Ryan y
lo lancé contra la pared mientras lo silenciaba. Kaci jadeó desde la puerta del comedor,
con la mochila sobre un hombro, y Manx pasó el brazo libre alrededor de la joven
tabby. Me concentré en mi hermano, en el miedo flotando detrás de sus ojos.
—Si todos ellos no llegan a la casa de Marc, sin un solo rasguño, yo personalmente te
arrancaré la garganta. ¿Entiendes?

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Ryan asintió con la cabeza, lo mejor que pudo con mi mano alrededor de su cuello.
Lo dejé ir, y respiró profundo.
—Vayan. Ahora. —Ryan se dirigió a la puerta trasera, conduciendo a Kaci delante de
él. Manx los siguió con Des en sus brazos. Owen se puso a caminar a su lado y deslizó
la bolsa de pañales por encima de su hombro, y luego le dio un rápido beso en la
mejilla. Un momento después, se habían ido, dejándome de pie a una confundida y
aterrada Holly junto a su marido.
—Voy a llamar cuando pueda —le dije a Michael, cuando el tiró a su esposa hacia la
puerta de atrás.
Él asintió con la cabeza.
—¿Qué está pasando? —Holly exigió. Ella trató de detenerlo, pero Michael sólo tiro
más fuerte, más preocupado por conseguir la seguridad que por cómo explicaría los
detalles—. ¿Quiénes están en los coches? ¿Estás en la mafia? Oh, mierda. Eres un
abogado de la mafia. ¡Debería haberlo sabido! Todas las emergencias de madrugada y
los secretos... ¡Suéltame!
Michael la sacó por la puerta, y cuando se cerró detrás de ellos, me volví para hacer
frente a todos los demás. Mis hombres. Y mi madre.
No había suficientes de nosotros. Marc, Jace, Vic, Parker, Owen, Brian, yo, el Dr.

214
Carver, y mi mamá. Malone tenía un coche lleno de toms para cada cuerpo capaz que
nosotros teníamos, y aunque contábamos con mi madre, estábamos jodidos. ¿Cómo
diablos se habían enterado sobre el entierro? ¿Y qué diablos estaba pensando cuando
les pedí a nuestros aliados que se mantuvieron alejados? Por lo menos si hubieran
llegado, estaríamos mejor defendidos.
O no. Si hubiéramos tenido más hombres, Malone, sin duda, habría aportado más a la
fiesta. Sus recursos eran interminables en comparación con los nuestros.
Medio minuto después de que la puerta trasera se cerrara detrás de Michael y Holly, el
primer coche rodó hasta detenerse frente a la casa. Los otros siete siguieron en rápida
sucesión, y yo no me sorprendí al ver a Malone en el asiento delantero del pasajero del
primer coche.
Me volví para hacer frente a mis hombres, inhalé una respiración profunda que tenía
un sabor como a miedo y furia, pero en su mayoría furia.
—No tenemos ninguna oportunidad en la batalla abierta. No aún. No así. —De repente,
me sentí muy vulnerable en mi falda y tacones—. Si Malone trajo a un desafiador, voy
a pelear con él.
—Faythe... —Marc interrumpió, cuando la puerta del primer coche se cerró a mi
espalda.

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Mi pulso se aceleró, y mis ojos me dolían a medida que el Cambio parcial comenzaba,
espontáneamente, provocado por el estrés y la sed de sangre.
—No. Voy a luchar sola.
—Estoy de acuerdo con Marc —dijo Jace, y ninguno de nosotros podría haberse visto
más sorprendido—. Que uno de nosotros luche. Eso es lo que tu padre hubiera
querido.
—Eso es lo que querría para su hija, si estuviera aquí. Aún como Alfa. Pero no es lo
que él querría para sí mismo. Y yo soy el Alfa ahora. No puedo darme el lujo de dejar
que alguien más luche mis batallas. Especialmente esta primera.
Jace y Marc fruncieron el ceño, pero no argumentaron.
—Además, yo puedo arreglármelas contra Alex Malone. Incluso en una falda.
—¿Cómo sabes que es Alex? —Jace preguntó, y le señalé el lateral, a través del cual
podía ver ahora a los cuatro ocupantes del automóvil: Malone, Colin Dean, uno de los
hermanos de Parker, cuyo nombre se me escapaba por el momento, y Alex Malone.
—Oh, mierda —susurró Parker, y él ni siquiera pareció darse cuenta de que había
despotricado en frente de la nueva Alfa. No tuve que preguntar que estaba mal;
emergiendo del segundo coche mientras veíamos, estaba Jerald Pierce.
—Todo irá bien, Parker —insistí—. De una u otra manera. ¿Todo el mundo listo?
215 Todos asintieron en silencio, y mi madre se alisó el pelo, preparando su rostro de
batalla. Yo alguna vez había visto su aspecto más feroz, cuando sólo hace unos
momentos había estado a punto de desmoronarse. No es de extrañar que mi padre se
hubiese enamorado tanto de ella. ¿Cómo no podría?
Abrí la puerta y salí al porche, mí pulso se disparó sobre sí mismo lo que me obligó a
detenerme. Marc y Jace tomaron posiciones a ambos lados de mí, y los otros se
desplegaron alrededor de nosotros, a excepción de mi madre, que se mantuvo firme al
lado de los escalones delante de la barandilla del porche. Fue más claro que nunca en
ese momento de dónde había venido la mayor parte de mi orgullo y obstinación.
—Sra. Sanders... —Malone se cruzó de brazos sobre una camisa abotonada con las
mangas enrolladas, a pesar del frío. Tal vez exaltado era una descripción más precisa
de lo que habíamos imaginado alguna vez realmente.
La línea de autos se extendía a su derecha, cerca de la entrada en círculo y se
arrastraba sobre el largo camino de grava. Los hombres iban saliendo, golpeando las
puertas, y sólo reconocí alrededor de la mitad de ellos.
Crucé los brazos sobre mi pecho, la mirada fija en él desde el porche.
—Dijo que tendríamos hasta el sábado.

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—No, dije que tendrías hasta que enterraras a tu padre, y hay un pedazo de tierra
recién revocada por debajo de ese árbol de manzana. —Señaló hacia donde mi padre
yacía junto a Ethan por toda la eternidad—. Eso dice que su misión se ha logrado...
¿Así que propones a un Alfa adecuado para tu Orgullo?
—Yo soy el Alfa del Orgullo sur-central. Ese era el deseo de mi moribundo padre, y lo
honrare.
—Hasta tu último aliento, sin duda —Malone murmuró, apenas moviendo los labios
cuando dio un paso hacia el porche, deteniéndose justo delante del escalón inferior.
—Esa es la idea general. —Eché un vistazo a Alex, esperando que se uniera a su padre.
Pero Alex no me miraba. Ni siquiera levantó la vista de sus zapatos.
Uh-oh. Eso no podía ser bueno.
Malone se giró y asintió con la cabeza a uno de sus hombres, y el hermano de Parker
dio un paso adelante, con la columna vertebral rígida, su aburrida mirada en la mía.
Él era el mayor de los chicos de Pierce, y una década mayor que yo. Pero yo no podía
recordar su nombre...
—Yo reto a tu liderazgo del Orgullo sur-central. Uno a uno. El ganador se convierte en
Alfa.
Abrí la boca para responder, pero Parker se adelantó.

216 —Kent, hijo de puta, te voy a matar por esto.


Eché un vistazo a Parker para encontrar su mandíbula apretada, con los brazos
saltones a través del material de la camisa, las manos apretadas en puños a los
costados. Y de pronto comprendí cómo Kenton Pierce (ese era su nombre) había
aumentado tan rápidamente el favor de Malone. Y cómo Malone había sabido sobre el
funeral secreto.
Kent no respondió a su hermano, así que di la única respuesta que podía: mi única
opción, aparte de entregar el Orgullo, el trabajo de vida de mi padre, a un hombre con
quien rara vez había hablado.
—Acepto.
Yo nunca había visto pelear a Kent, así que no tenía idea de cuáles fueran sus puntos
fuertes y débiles. Pero él tenía mayor fuerza, tamaño, y experiencia. Todo lo que yo
tenía era una determinación férrea para ganar. Para mantener mi Orgullo intacto y
proteger a mi familia.
Kent asintió con la cabeza, con una expresión notablemente ausente de satisfacción, o
incluso anticipación. Él no parecía en particular feliz de desafiarme por el estatus de
Alfa, pero obviamente Malone le había hecho una oferta que él no podía rechazar. Al
menos, no si quería vivir.

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Lástima que tenía que matarlo, de todos modos.
—Esta es tu tierra natal, por el momento —dijo Kent, sin hacer ningún movimiento de
quitarse la chaqueta o prepararse para patearme el culo inminentemente—. ¿Tienes
alguna preferencia sobre el lugar? ¿Tal vez el granero?
—No. —El granero tenía paredes y puestos. Y un sinnúmero de otros elementos físicos
que se podrían utilizar en mi contra. La mejor manera de desgastar sus ventajas era
privándole de todo eso—. Ahí mismo. —Señalé el círculo de hierba marrón en el centro
del camino de entrada.
Kent se giró para mirar, y luego asintió, al parecer satisfecho.
—Eso va a funcionar. ¿Dean? —Hizo un gesto amplio, con una sola mano, y Colin
Dean corrió hacia el centro del círculo y luego se giro a mirarme. En espera.
En realidad, me tomó unos segundos comprender. A continuación, Kent fue lo
suficientemente amable en decírmelo.
—Colin Dean luchará por el desafiador.
—¿Qué? —Rompí mi mirada furiosa de Dean, que se regodeaba de mí desde diez
metros de distancia, para fruncir el ceño hacia Kenton Pierce—. ¿No vamos a pelear?
¿Escogiste a Colin Dean como tu... defensor? —Había tantas cosas mal con esa
declaración—. ¿Qué, estás demasiado asustado para luchar contra mí?

217 Kent frunció el ceño y miró brevemente a su padre antes de volverse hacia mí de
nuevo.
—Por supuesto que no. Simplemente estoy utilizando los recursos a mi disposición.
—Practicaste eso, ¿no? —Forcé una sonrisa fría—. Apuesto a que lo tienes escrito en
una tarjeta en el bolsillo, y apuesto que la escritura no es tuya. ¿Te la hicieron
memorizar? ¿Te dijeron qué decir después de que te pateara el culo? Suponiendo que
todavía fueras capaz de hablar.
Detrás de mí, Jace se rió entre dientes, pero Kent me fulminó con la mirada, su cara
colorada bajo la quemadura de la humillación. Y si no me había odiado antes, ahora
podría.
—¿Eso significa que lucharas tú misma?
—Sí. Eso es el tipo de cosas que hago. Probablemente no deberías intentarlo, sin
embargo. Los cobardes tienden a romperse bajo el peso. —Yo estaba tratando de
molestarlo, prácticamente desafiándolo a pelear conmigo.
Pero Dean no lo toleraría.
—Vamos a ver quién se quiebra en pocos minutos —dijo él, llamando mi atención, del
obviamente irritado Kenton Pierce—. Elije tu forma, ¿piel o carne?

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Mierda. Dean tenía por lo menos el doble de mi peso y era diez pulgadas más alto que
yo. Yo solamente había sido capaz de tomarlo en su forma humana, la primera vez
porque lo tomé por sorpresa, y la segunda porque volví su propio cuchillo contra él...
En realidad aún no habíamos intercambiado golpes.
Pero si no podía tomarlo sobre las dos piernas, no había manera en el infierno en que
pudiera tomarlo en cuatro.
—Carne —le respondí al fin, y a mi derecha, Marc exhaló lentamente—. ¿Tengo que
cambiarme, o tengo que patear tu cráneo usando tacones de tres pulgadas? —No es
que yo lucharía realmente en tacones, iría descalza, si tenía que hacerlo.
—Cámbiate. Sin embargo, no pierdas el tiempo —dijo Kent, arrebatando el punto de
mira de regreso a su “campeón”—. No tenemos tiempo para que te preocupes por lo
que vas a usar cuando mueras.
Demasiado furiosa, tuve que apretar los dientes para evitar que se movieran, me volví
en una brusca media vuelta y me dirigí a la casa, agarrando el brazo de Parker en el
camino, llevándomelo conmigo. Mi madre, Marc y Jace vinieron por su propia cuenta.
Owen, Vic, y Brian vigilaban en el porche.
—Faythe, no tienes que hacer esto —dijo mi madre, tan pronto como la puerta se cerró
detrás de nosotros.
—Sí, tengo que, y no tenemos tiempo para discutir sobre ello. Llama a Michael y dale
218 una actualización. Diles que no dejen de conducir hasta que lleguen a la zona libre.
—Pero...
—Por favor, mamá. —Me desabroche la blusa mientras caminaba, y me arrastraba a
mi dormitorio—. Si realmente crees que puedo manejar este trabajo, este es el
momento de demostrarlo.
Se detuvo justo en mi puerta, frunciendo el ceño. Pero ella asintió con la cabeza y ya
estaba marcando su camino de regreso a la sala.
—Faythe... —Marc empezó, pero lo interrumpí con un dedo pidiendo un minuto.
—Parker... ¿qué demonios? —Me di por vencida con los botones y me arranque la
camisa abierta, apenas dándome cuenta de cuando los brillantes discos negros
rodaron en silencio a través de mi alfombra.
Parker tenía la forma de la miseria.
—Lo siento mucho, Faythe. Él llamo ayer, disculpándose, hablando de cómo papá lo
había perdido realmente. Se me escapó decirlo.
—Sí, y entonces se le escapó a él decírselo a tu padre y a tu padre decírselo a Malone.
Y ahora tengo que luchar contra algún psicópata gigante que lo único que lamenta en
todo este asunto es que me voy a morir con los pantalones puestos.

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—No tienes que... —Jace comenzó, pero lo hice callar con una mirada furiosa y me
volví de nuevo a Parker.
—Estabas tomando, ¿no? ¿Estabas borracho cuando él llamó?
Parker no contestó, pero todos pudimos ver la respuesta en su rostro.
—Lo siento mucho.
—¿Estás seguro como el infierno de eso? —Bajé el sierre de mi falda y dejé que se
acumulara alrededor de mis tobillos; a continuación, salí de la tela, vestida sólo con
ropa interior y zapatos de tacón—. O estás con nosotros o contra nosotros, Parker, y
hasta ahora, no se parece mucho a lo primero.
—No. Yo estoy contigo. Puedo hacer esto por ti. —Parker cerró los ojos e inhaló una
respiración profunda—. Por favor, dame una oportunidad.
Dudé. Nosotros lo necesitábamos, ahora más que nunca. Y él nos necesitaba.
—Sabes que te quiero, Parker. Pero amo al resto del Orgullo también, y no puedo dejar
que nos quiebres. Metes la pata otra vez, y estás fuera.
—Está bien. —Él sorbió los mocos otra vez—. Lo siento.
Le di una patada a mis tacones en la esquina de la habitación.
—Reúnete con los demás y vuelve por ahí.

219 Parker se fue y Marc cerró la puerta de la habitación, mientras yo excavaba a través de
mi cajón buscando una camisa. Algo caliente, pero que me dejara circular libremente.
—Faythe, por favor, no hagas esto —dijo, y me di cuenta de la calma cuidadosamente
controlada de su voz que estaba luchando por evitar ordenarme no hacerlo.
—Hemos hablado de esto... —Saqué un ajustado cuello de tortuga negro del segundo
cajón y lo sostuve en alto. Sin agujeros, sin manchas, sin defectos. Y la sangre apenas
se notaba en contra del negro.
—Faythe, mírame. —Marc me agarró del brazo y tiró de mí hacia él—. Me estás
asustando. Estás asustando a la mierda viviente fuera de mí, y parece que no tienes la
amabilidad de que te importe.
Aspiré lentamente y me hice reconocer esa mirada.
—Me importa. Realmente me importa, y lo siento. Pero tengo cosas más importantes de
qué preocuparme en este momento que tu miedo. O incluso el mío. Si pierdo, todos
perdemos este territorio. Además, yo podría estar muerta. —Me zafé de sus manos y
tiré de la camisa por encima de mi cabeza, después tiré mi pelo libre del grueso cuello,
dejándolo suelto.

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—Jace, ayúdame aquí afuera —dijo Marc, y me congelé en el acto de acomodarme el
cuello, sorprendida en el silencio por escucharlo realmente pidiéndole ayuda a Jace.
Por mí—. No puedo lidiar con ella cuando no quiere escuchar.
—Estoy oyendo. —Seleccioné un par de pantalones vaqueros de color oscuro de la
gaveta inferior. Estaban muy gastados, pero todavía intactos, por lo que no impedirían
el movimiento.
—Pero no lo escuchas —Jace insistió, mientras entraba en los pantalones vaqueros.
Cuando me enderecé para abotonarlos, Jace envolvió una mano alrededor de cada uno
de mis brazos—. Faythe. Te pedimos que no hagas esto. Dean te va a matar.
—Sólo si no lo mato. Y todos saben que tengo una mejor oportunidad en este
momento, en una lucha justa, que en un campo de batalla abierto. Cuando no hay
reglas, él traerá un cuchillo o una pistola a la fiesta. Esta es la única manera de
llevarlo. Cuando ustedes están ahí para asegurarse de que es una lucha justa.
Jace inclinó la cara hacia abajo hasta encontrar su frente con la mía, y yo podía oír su
corazón latiendo muy fuerte, el pulso corriendo más rápido de lo que debería. Podía
oler el estrés mezclándose con su olor personal, que alimentaba mi propia ansiedad.
—Pero, Faythe, no tienes que ser tú quién lo haga. Deja que uno de nosotros luche
contra él.
—No. Tengo que ser yo. Y Marc sabe por qué. —Jace miró hacia arriba, y Marc frunció
220 el ceño, pero sostuvo la mirada—. ¿Qué me dijiste la semana pasada, Marc? ¿Qué
pasará si... alguien te desafiaba, y no lo golpeabas? —Ese alguien era Jace, y aunque
sin duda él captaría ese hecho, yo no lo iba a decir en voz alta.
Marc suspiró, pero no iba a mentir.
—Si creen que no puedo defender mi posición, van a seguir desafiándome. Y Malone
tendrá razón para demandar que no tengo materia de Alfa, por lo tanto, no soy digno
de estar a tu lado. Para ayudar a conducir el Orgullo.
—Y es por eso que tengo que hacer esto si no demuestro que puedo arreglármelas con
chicos… incluso si eso significa tomar al matón más grande en el patio… No voy a ser
capaz de mantener seguro al Orgullo, ahora o en el futuro. Y los dos lo sabemos. —
Dudé, y luego me deje caer en el lado de mi cama y los miré a los dos—. Pero más allá
de todo eso, él mató a mi papá. Tengo que hacer esto.
Finalmente, Marc asintió con la cabeza, aunque Jace parecía menos convencido.
—Pero no voy a dejar que te mate. Detendré la pelea, si todo se reduce a eso, y... —Me
puse de pie y traté de interrumpir, pero él habló por encima de mí—, y si intentas
decirme que no, te juro que me iré lejos ahora mismo. No puedo ver que te maten.
—Yo también —insistió Jace, y miré hacia arriba para encontrar su rostro arrugado
con el miedo y la conflictividad. Y determinación. Lo decía en serio. Ambos lo hacían.

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—Muy bien. No es que me quiera morir. Sólo asegúrate de que realmente voy a perder
antes de tirar la toalla, ¿de acuerdo?
Marc asintió con la cabeza, y di un paso más cerca de él. Mi corazón latía tan fuerte
que se hizo eco en mis oídos. Deslicé una mano detrás de su cuello y Marc me besó
como si nunca más tuviera otra oportunidad. Y yo sabía que, en el fondo, realmente
creía eso. Que podría morir en los próximos minutos, y una parte de él me estaba
besando como un adiós.
Cuando finalmente me aleje de él, tensó su mandíbula y cerró los ojos. Echó un vistazo
a Jace, y luego a mí, y el dolor que brillaba en sus ojos tenía tantas fuentes que era
como mirar en un caleidoscopio de angustia.
—Yo... voy a estar ahí. —Él caminó rígidamente en toda la habitación hacía la puerta,
luego la cerró suavemente, y me dolía el corazón, incluso en medio de mi propia
vorágine de miedo al conflicto, la rabia y temor.
Pero antes de que pudiera decidir llamarlo o no para que regresara, Jace estaba allí, y
su angustia era tan real. Del mismo modo inmediato.
—Por favor, no hagas esto, Faythe. Te lo ruego. Todos sabemos que puedes luchar, por
lo que el estado de tu trasero no está en peligro. Pero no es parejo contra Colin Dean.
—Jace…

221
—Lo sé, vas a hacerlo de todos modos. Si Marc no puede hablar contigo, ¿qué
posibilidades tengo?
Lo miré a los ojos, dejándole ver todo lo que estaba en juego para mí.
—¿Qué harías en mi lugar? Si él hubiera matado a tu padre, y te hubiera cortado en
pedazos, y te dijera cómo quiere hacerte gritar antes de morir, y ésta fuera tu única
oportunidad de una lucha justa... ¿qué harías? ¿Honestamente?
Jace suspiró, pero se veía muy lejos de aplacarse.
—Yo querría arrancar su interior mientras él miraba. —Envolvió los brazos alrededor
de mí, y me pregunté brevemente si su calor era la última cosa agradable que jamás
sentiría—. Tú eres la mujer soltera más rebelde que he conocido —susurró, moviendo
los labios contra los míos con las últimas palabras. El beso de Jace no estaba diciendo
adiós… me estaba pidiendo quedarme.
Cuando por fin dio un paso atrás, me tomó un momento no perder el equilibrio,
entonces até mi cabello en una cola de caballo, me metí en mis botas de trabajo, y me
dirigí a la puerta, centrándome en mi propia rabia devastadora para reemplazar el
miedo ahora pulsando a través de mí con todos los latido de mi corazón. Yo no era ni
tonta ni ciega. Dean era un monstruo, y él era un monstruo enorme de mierda.

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Pero yo era más inteligente y más rápida. Y tenía que vengar a mi padre y defender a
mi Orgullo. Si no podía cumplir dos tareas vitales, ¿qué tan buena era yo, como hija y
como un Alfa?
En el exterior, todos los ojos se volvieron a mi camino cuando salí al porche. Nadie
hablaba. Me detuve a darle a mi madre un abrazo y me maravillé de su fuerza… ella se
resistía obstinadamente a las lágrimas. Luego me marché por las escaleras y entré en
el círculo informal creado por nuestro camino de grava.
Colin Dean estaba en el centro del círculo. Esperándome. Sonriendo torcidamente,
gracias a su mejilla con grotescas cicatrices.
Eché un vistazo a Malone, esperando a que él, como Presidente del nuevo Consejo,
diera la señal oficial para comenzar. En cambio, miró a Dean y asintió con la cabeza.
Me volví para encontrar un enorme puño volando hacia mí. El dolor estalló en el lado
izquierdo de mi cabeza, y el mundo giró a mí alrededor. Golpeé el suelo medio torcida,
ambas palmas de las manos en la hierba.
Pero estuve arriba en un instante, y mi furia tenía una cara nueva.
Colin Dean iba a caer.

222

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CAPITULO 23
Traducido por cuketa_lluminosa y Taty95.12
Corregido por Anne_Belikov

—¿Esto es por lo qué escogiste morir? —Dean se burló mientras yo le siseaba. Yo no


sería tomada por sorpresa otra vez—. No es que importe. Vas a estar toda roja y
pegajosa en un minuto, de todos modos.
—Esto es lo que sacaste, ¿no? —Giramos en torno a nosotros mismos lentamente, mi
cabeza palpitante, y sentí todas y cada una de las miradas en mí, la mayoría de ellas a
la espera de ver a David en el suelo pisoteado por Goliat. Y yo sin mi honda8…—. Por
fin tienes permiso para golpear a una chica, delante de todos estos testigos, y estás lo
suficientemente enfermo como para creer que en realidad lo estás haciendo por una
causa. El bien de toda la comunidad.
—Nah... —Dean se acercó más, arriesgándose de golpe a confesar su pequeño secreto,
donde nadie más podría oír—. Esa es su causa. Estoy en esto por la revancha, que
223 dicen que es una verdadera perra. Al igual que tú.
Él se tensó preparándose para la patada, pero me tambaleé fuera del alcance y giré. Su
bota pasó a centímetros de mi estómago. Mi pie se estrelló contra sus costillas. Dean
gruñó y se tambaleó hacia un lado, pero nunca dejó de sonreír.
—Tienes razón en una cosa, sin embargo, me estoy divirtiendo.
Mi puño izquierdo rompió su nariz, pero él estaba ya en movimiento.
La siguiente patada de Dean golpeó mis piernas poniéndolas fuera de combate debajo
de mí. Su sangre parecía gotear a cámara lenta a medida que yo iba cayendo con
fuerza en mi cadera izquierda. Mi rodilla lesionada gritó. Mi madre se quedó sin aliento
a mi espalda. Algo negro borroso se arqueó hacia mi cara. Me di la vuelta, y el mundo
giró a mí alrededor. La bota de Dean golpeó mi hombro en lugar de mi cara.
El dolor hizo eco con fresca intensidad en mi hombro izquierdo. Los pies de Dean
aterrizaron al lado de mi cadera, deteniendo mi giro. Empujé con ambas manos. Su
pierna se deslizó de debajo de él, y su peso se estrelló en mi parte superior.

8
Artefacto para lanzar piedras usado por David para derrotar a Goliat.

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Yo no podía respirar. Pero tampoco él. Aturdido, Dean se quedó sin aliento, y se sentó
a horcadas en mis caderas. Le enterré mi puño derecho en el costado. Él gruñó, y
luego tomó un puñado de mi pelo y estrelló mi cabeza en el suelo.
Mi visión nadaba. Mi pulso rugió en mis oídos, y cada respiración que di fue un jadeo
irregular. Otra mancha oscura, y el dolor estalló en mi lado izquierdo. Me volví
ciegamente y choqué con algo suave. Pelos cayeron suavemente cuando fueron
arrancados de mi cuero cabelludo. Mi cabeza golpeó la tierra de nuevo, y todo empezó
a verse difuso. Si no podía sacármelo de encima, no iba a durar mucho más tiempo.
Arañé la mano enroscada alrededor de mi pelo, y el olor repentino de su sangre fue un
fragante levantón. Las garras reales hubieran funcionado mejor, pero estaba bastante
segura de que un cambio parcial sería considerado hacer trampa, ya que había optado
por la carne sobre el pelaje.
Empuje más fuerte en su carne, excavando, ardiendo con determinación. Dean silbó y
me dejó ir. Le empujé hacia atrás y lancé mi peso hacia la derecha mientras él estaba
fuera de equilibrio, lanzándole al suelo. Salté sobre mis pies, el rancho girando a mi
alrededor, y se levantó un instante después, mirándome con recelo.
La sangre goteaba de su nariz rota. Más rodaba por el lado de mi cara. Mi cuero
cabelludo quemaba. Mi cerebro se sentía como papilla. Mi nariz estaba goteando por el
frío. Pero Dean se veía cansado y golpeado, y eso hizo que todo valiera la pena.

224 —Sabes, esto no tiene que ser tan duro —dijo él, respirando con suficiente dificultad
como para darme esperanza.
—¿Es esta la parte en que intentas hablar conmigo para que abandone mis puños y
me suba a la cama con las marionetas de Malone? —Yo jadeaba, tratando de frenar mi
pulso y recuperar el aliento.
—Estarás acostándote debajo de tu nuevo Alfa, o al lado del viejo. La elección es tuya.
—Bueno, tienes razón en la última parte. —Me precipité hacia él, tirándole. Dean se
curvó para evitar el golpe. Tomó mi pie y me empujó hacia atrás. Salté, cojeando en mi
rodilla mala, reclamando equilibrio. Pero ya era demasiado tarde. Dean se precipitó,
sus manos estaban abiertas. Le di una patada de nuevo. Él apartó mi pie lejos, girando
en torno a mí a mitad de camino. Manos enormes me agarraron el brazo y el muslo
derecho, justo por encima de mi rodilla. El mundo se inclinó violentamente, y de
repente estaba en el aire.
La casa pasó cerca de mi cara, un borrón de ladrillos y cemento. Grité. Dean gruñó, y
me balanceé, a continuación me sacudió más alto, todavía gritando, buscando algo
para agarrarse.
—¡No! —mi madre gritó, pero no pude verla.
El agarre de Dean se tensó. Me lanzó al suelo.

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La tierra se estrelló contra mí con la fuerza de una colisión planetaria, y la agonía
estalló por todo mi cuerpo. Mis pulmones no se llenaron. Mi corazón no latía. Mi
cabeza no se movía. No podía sentir mis miembros.
Parpadeé, y los colores se arremolinaron juntos. Algo caliente goteaba de mi oreja y se
acurrucó en el hueco del cartílago. A la distancia, alguien estaba gritando, pero no
podía distinguir las palabras.
Algo duro se estrelló contra el lado de mi cráneo. Mi cabeza se sacudió violentamente
en el cuello. El mundo se volvió negro, pero a lo lejos el sonido indefinido todavía se
arremolinaba a mí alrededor.
Algo golpeó mi mejilla izquierda. Entonces mi derecha. Algo se estrelló contra mi nariz,
y crujió. Probé la sangre, pero no había dolor. ¿Por qué no había dolor? Levanté un
brazo, pero cayó lejos de mi cara con el siguiente golpe.
Alguien gritó, un trueno de indignación y agonía.
Otra persona estaba gritando, pero no era yo. Sólo oía el gorgoteo y sofoco en mi propia
sangre. Entonces estalló un nuevo dolor dentro de mi cabeza, y los sonidos
desaparecieron también.
No quedaba nada de mí, excepto oscuridad y silencio.

225
—Faythe... Por favor, despierta, mi vida9. Vamos. Abre tus ojos...
Marc. Yo le oía, pero no podía verlo. Parpadeé, pero sólo había una neblina de color
rosa. Una neblina de color rosa de una sola dimensión, porque mi ojo izquierdo no se
abría. El aire sabía a sangre. Oí voces en todas partes. Hablar. Discutir. Gritar. Alguien
estaba riendo. Y mi madre estaba llorando. A pesar de todo, oí a mi madre llorar, y a
Jace susurrando. Él la estaba tranquilizando con palabras que no pude entender, pero
me di cuenta que ella no las creyó. Yo no las creí tampoco.
—Eso es, nena. Despierta.
Parpadeé de nuevo, y el rojo se aclaró algo. La cara de Marc llegó a mi visión, pero de
manera extraña. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba acostada sobre mi
lado derecho. Y que el suelo estaba congelado. Y que el mundo era de dolor.
Respiré con dificultad, dolía, así que dejé de respirar, pero dolía también. Cada latido
de mi corazón bombeaba agonía a través de mi cuerpo maltratado, que palpitaba en
cada golpe, escociendo en cada corte. Y sobre todo esto había una angustia total de
fondo, como el ruido blanco táctil, si es que el ruido blanco pudiese matarte.

9
Palabra dicha en español.

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No podía oler nada. ¿Por qué no podía oler nada? Mi nariz se sentía hinchada y
caliente, y... destrozada. Pero ese dolor era difícil de separar de la agonía generalizada.
Traté de incorporarme, pero Marc puso una mano suave en mi hombro.
—Whoa, aún no. Dale un minuto.
Tomé un pequeño aliento a través de lo que quedaba de mi nariz, y me congelé.
Sangre. Todo lo que podía oler era sangre, por todas partes. Y la mayor parte era mía.
—Noooo... —Gemí, agotando más de mi propia fuerza vital, y lágrimas quemaron en
mis ojos. Luego bajaron por mis mejillas cuando cayeron.
—Shhh, no pasa nada, cariño. Vas a estar bien.
—No. —Lloré, ahogándome con sangre y lágrimas, y amargo dolor—. Nunca va a estar
bien otra vez.
—Oh, claro que sí. Yo sé cómo hacerte sentir mejor... —Colin Dean dijo desde algún
lugar por encima de mí, riendo de nuevo.
—Da un paso más y voy a matarte —dijo Marc, hablando con Dean, aunque su mirada
no me dejó.
Dean se rió más fuerte.
—¿Por qué no recoges los pedazos de tu Alfa y te marchas de aquí?

226 Marc se levantó entonces y gruñó hasta que mi madre le dijo que parara.
Traté de sentarme de nuevo, pero no pude. Todo dolía, y el mundo entero se inclinaba
cuando movía mi cabeza.
—¿Faythe? —Era el Dr. Carver. Se arrodilló a mi lado, aún vestido para el funeral. Lo
cual sería conveniente si estuviera muriendo—. ¿Puedes oírme?
Empecé a cabecear, pero dolía.
—Sí —dije con voz áspera en su lugar.
—¿Sabes dónde estás? ¿Te acuerdas de lo que pasó?
—Frente al patio. —Moretones. Inclinación de la casa. Colisión con la Tierra—. Creo
que caí en una patada.
Dean volvió a reír, y había más gruñidos, de varias fuentes esta vez.
—Sé que sientes un montón de dolor, pero ¿puedes mover los pies para mí? —El Dr.
Carver preguntó, y el pánico se apoderó, hormigueaba como si todo mi cuerpo se
hubiese ido a dormir. Él estaba probando si tenía una lesión de columna.
No... Moví mi pie derecho, flexionando la pantorrilla, y el alivio era como el aloe en una
quemadura solar. Hice lo mismo con mi pie izquierdo, y el dolor se disparó por mi
cadera. Pero el dolor era bueno, ¿verdad? Eso significaba que aún podía sentir.

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Carver sonrió como si yo hubiera hecho sólo un truco ingenioso.
—Bien, ahora los dedos...
Yo flexioné ambas manos a la vez, y esta vez mi hombro izquierdo gritó de dolor al
igual que mi cadera lo había hecho. Y recordé vagamente que había golpeado el suelo
con mi parte izquierda...
—Bueno, vamos dentro. Cuidado con su cabeza.
—Te tengo —susurró Jace, pero no podía olerlo. Yo sólo podía oler mi propia sangre. Él
me levantó, y el mundo golpeó más duro. Me aferré a él, aterrada de que yo estuviese
volando de nuevo. O cayendo—. Sólo espera...
—Ponla en el coche —dijo Marc, y sus pasos corrían para ponerse junto a nosotros—.
Conduciré de vuelta con ella. Podemos parar por suministros en el camino.
—No tienes que irte —dijo alguien más, pero mis ojos se habían cerrado de nuevo, y yo
no situaba la voz, aunque sonaba familiar—. Lo digo en serio. Por lo menos déjala
descansar en su propia cama por un tiempo en primer lugar. No tiene por qué ser...
así.
Marc gruñó, expresando más en ese sonido feroz, furioso, de lo que podría haber
logrado en mil palabras.
—Kent, sal de mi camino antes de que te saque la cabeza.
227 —Tiene razón —dijo Jace, y me apretó un poco más—. Déjala descansar antes de
irnos.
—¿Irnos? —murmuré.
Nadie me contestó.
—No puede quedarse aquí. Con ellos —insistió Marc, y traté de mirarlo, pero mis ojos,
mi ojo de todos modos, no permaneció abierto.
—Nadie va a tocarla. Puedes quedarte con ella. Los dos. Me siento mal por sacarlos a
todos mientras todavía está inconsciente.
—No estoy... —empecé, pero perdí el resto de las palabras en una niebla de dolor y
confusión.
—Muy bien. Pero si vienes a cinco metros de la puerta de su dormitorio, voy a
alimentarte con tus propios dedos, uno a la vez.
—Ni siquiera entrará a la casa —insistió mi madre desde algún lugar cercano, y me
pareció sentir su mano fría sobre mi frente—. Ninguno de ellos.
—Ahora, Karen, es la casa de él ahora... —Calvin Malone reprendió, y me estremecí al
oír el sonido de su voz, aunque sus palabras no tenían mucho sentido.

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—Vamos a esperar —dijo Kenton, con una nota impresionante de firmeza—. Tómense
su tiempo.
Jace apretó con más fuerza, y cuando me empujó, me obligué a abrir los ojos para ver
que íbamos por la escalera. El techo del porche entró en medio de mi visión, a
continuación, él me llevó a través de la puerta lateral de la entrada. Traté de darle las
gracias, pero luego todo se oscureció. Una vez más.

—Faythe, tienes que despertar. —Era Jace esta vez. Algo frío y húmedo me tocó la
mejilla, y traté de apartarme lejos de ello. Pero el movimiento dolió, y sólo pude gemir—
. No te muevas —susurró.
—Estoy cansada. Y eso es frío. —Empujé el trapo mojado, a pesar del dolor en mi
hombro y Jace rió. Pero fue una risa de medio alivio, medio pánico, no una feliz.
La cama crujía bajo su cambio de peso, y el rojo ambiente detrás de mis párpados se
iluminó cuando él se apartó de mí.
—Ella tiene sentido. Doc, está despierta y coherente.
—Bien. —Carver cruzó la habitación hacia nosotros con pasos decisivos—. Faythe, ¿te
sientes mareada después de todo? ¿Náuseas?
228 Abrí el ojo funcional para ver su rostro borroso.
—Un poco mareada. Pero sobre todo me duele. En todas partes.
—Ya lo sé. Vamos a echar un vistazo a tus costillas.
Empujé sus manos cuando trató de levantar mi camisa.
—Sólo quiero dormir.
Jace sacudió la cabeza, frunciendo el ceño.
—Hay que dejar que el médico te eche un vistazo. Estás muy mal herida, Faythe.
Herida. Mierda. Malone. Kenton Pierce. Dean Colin. ¡Nonononono! Había perdido el
Orgullo. Todo el Orgullo. A todo el mundo. Había perdido a todos. Excepto...
Abrí los ojos, y Jace entró en foco de uno de ellos. El otro mostró sólo una rendija de
luz que era dolorosa de ver.
—¿Se fueron? —exigí, agarrando su brazo, aunque mis manos enviaban dolor
punzante a través de mi hombro izquierdo, evidentemente Dean había tratado de
extraer mi brazo de su base—. ¿Manx y Kaci? ¿Y Des?

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—Hasta donde yo sé, están bien —dijo Jace, y mi próximo aliento envió un eco de dolor
por todo mi cuerpo. ¿Era posible hacerse daño, literalmente, por todas partes?—. Deja
al doctor que te revise las costillas.
Me eché hacia atrás y dejé que tirara de mi camisa, me mordí los labios para no gritar
cuando el médico me tocó la cara.
—¿Donde esta Marc?
—Él mantiene a tu madre ocupada. Ella está muy molesta.
—Es culpa mía. —Me humedecí los labios y probé más sangre—. Pensé que podía
sostenerme.
Jace entrelazó sus dedos con los míos.
—Faythe, él te tomó la cabeza y te arrojó al suelo. No hay mucho que pudieras hacer
después de eso. No hay mucho que cualquiera de nosotros podría haber hecho en tu
posición.
—Tienes suerte de que no te rompió la espalda. —El Dr. Carver se sentó al otro lado de
la cama y dirigió una linterna a mis ojos—. O el hombro. Tienes al menos una costilla
y una nariz rota. ¿Existe algo más que sientas roto?
Cerré los ojos y probé todas mis articulaciones. La mayoría de ellas me dolían (algunas
de ellas latían fuerte, sentía alfileres y agujas clavadas), pero funcionaba todo.
229 —Sólo mi cabeza.
—Tienes suerte allí. —Jace pasó la mano suavemente por mi brazo una y otra vez,
acariciándome para darme confort—. Marc detuvo la pelea antes de que pudiera
golpear tu cara. Él te iba a matar. Todos lo podíamos ver. Estaba jodidamente lleno de
poder.
No me acordaba de eso. Todo lo que recordaba, con excepción del dolor...
—Marc rugió.
—Sí, y él hizo frente a Dean. Aunque para ser justos, yo estaba justo detrás de él. Y
también Vic y Parker.
—¿Alguna vez he mencionado lo mucho que los amo chicos?
Los ojos de Jace se abrieron, entonces los labios se volvieron en una sonrisa socarrona
—En realidad, no.
—Bueno, no me gusta romper este momento tan tierno —el Dr. Carver dijo,
mirándonos sin arrepentimiento—. Pero tu nariz está rota, y necesito arreglarla.
Hice una mueca.
—Eso no suena divertido...

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Jace se encogió de hombros.
—Te va a doler como el infierno por un minuto, pero luego te sentirás mejor. Y si no lo
haces, te vas a ver como Rocky Balboa para el resto de su vida.
—Muy bien. Sólo tienes que acabar de una vez.
El Dr. Carver me ayudó a incorporarme, luego esperó hasta que estuvo seguro de que
podía mantener el equilibrio por mi cuenta. Cuando yo estaba segura de que no iba a
vomitar, asentí con la cabeza y cerré los ojos.
—Muy bien, aquí vamos... —advirtió.
Lo siguiente fue un estallido de dolor en el centro de mi cara, y el sonido chirriante de
hueso contra hueso. Grité. Entonces, todo había terminado. Todavía dolía, pero menos
que antes, y estaba menos abrumada por el dolor en el resto de mi cuerpo.
—¿Faythe? —La puerta del dormitorio se abrió y Marc entró, seguido de mi madre,
cuyo rostro estaba rojo de tanto llorar.
Mi mamá se sorbió los mocos y se secó las lágrimas con un pañuelo húmedo.
—¿Está bien?
—Ella va a vivir —dijo el doctor—. Pero va a tener mucho dolor durante mucho tiempo.
Jace se paró para que mi madre pudiera sentarse junto a mí, y en el momento en que

230 vi su cara, me eché a llorar.


—¡Lo siento mucho! Lo perdí. Perdí el Orgullo. Todo por lo que papá trabajó...
—No es todo. —Marc se apoyó sobre su hombro, su cara cuidadosamente en blanco,
que fue mi primer indicio de que algo iba muy mal. Bueno, en realidad, mi primera
pista fue mi ojo hinchado y la masa de dolor hinchada y pegajosa en que se había
convertido mi nariz—. No creo que hayas perdido a los toms. Sin embargo, perdimos la
casa.
—¿Qué? —Traté de sentarme, y el médico me empujó con firmeza sobre la almohada
por un hombro. Silbé cuando el dolor tiró la articulación, y me dejó ir—. ¿Cómo
podemos perder la casa? Esta es nuestra casa. La Casa de papá. Él la diseñó. Su
empresa la construyó.
Marc suspiró y los ojos de mi madre se humedecieron.
—Él pagó por ella en parte con el dinero del Orgullo. Con el diezmo, al igual que
nuestros salarios.
—Pensamos que era justo. —Mi mamá se secó los ojos otra vez—. Pensamos que la
propiedad debía pertenecer a todo el Orgullo, no sólo al núcleo familiar, para que todos
sepan que siempre son bienvenidos.
Yo no tenía ni idea. ¿Cómo no sabia nada?

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—¿Es posible? Estoy asumiendo que la escritura no menciona los nombres de treinta y
algo de toms en ella, ¿no? ¿Sólo tuya y de papá?
—Así es, pero todavía pertenece en parte al Orgullo, y está en el territorio del Orgullo.
Podríamos hacer una oferta para comprar la mitad del Orgullo, pero dudo que el nuevo
líder permita que eso suceda sin una lucha real. Y si ellos lo hicieran, tomaría un
tiempo para llevar los detalles a cabo y aún no podríamos vivir aquí, en el interior del
territorio, “sin someternos a la nueva autoridad.”
—Y eso no va a suceder. Así que... ¿ésta ya no es mi habitación? —Me senté, y el
tiempo se detuvo. Mi mirada recorría mis estantes, mis libros, mi tocador, y mi
escritorio. Mi CD y el ordenador. La plataforma que Marc había colgado para mí...
—No a menos que tú le prometas lealtad a Kenton Pierce —Marc habló con los dientes
apretados. Sus pupilas eran rendijas verticales brillantes en el oro marrón de su iris—.
Pero creo que en tu caso, viene con ciertas obligaciones.
Pero prometerle algo a Kent era la cosa más lejana en mi mente.
—Hay muchos de ellos... —Yo seguía mirando a mi habitación, pero lo que vi fue la
línea de coches. Las docenas de hombres que Malone (oficialmente, Kenton Pierce)
había traído—. No podemos sacarlos.
—No hemos podido aun cuando estábamos igualados —dijo Jace, semi-sentado en el
extremo de la cama—. Están armados. Diez de ellos, de todos modos.
231 —Nos están pateando —dije. Yo lo entendía. Pero no lo podía creer.
—Al resto de nosotros, sí. —La cara de Marc estaba tan roja que tenía miedo de que
sus ojos se salieran de su cráneo por la presión—. Están tratando de mantenerte a ti y
al doctor. Los recursos más valiosos.
—Tendrían que matarme a mí primero.
Mi madre resopló, y me sentí aliviada al ver la ira ganándole a sus lágrimas.
—Ellos casi lo hacen. Pero tengo que decir que toda esta maniobra no tiene sentido.
Tienen que saber que no te vas a quedar aquí con Kent. ¿Cuánto tiempo esperan
resistir, posiblemente, en un Orgullo sin tabby?
—Probablemente no se dan cuenta de que en realidad perdieron a Manx y Kaci —le
dije, ahorrando un momento para agradecer que habían escapado—. Una vez que se
den cuenta de eso, probablemente van a hacer un movimiento uno o dos de ellos. —Y
no estábamos preparados para eso. Sacudí mi cabeza y mi hombro me dolía peor—. No
podemos esperar su próximo movimiento. Vamos a reagruparnos y volver en nuestros
propios términos. Tengo un plan. —Todo el mundo trató de hablar a la vez, pero hablé
por encima de ellos—. Vamos a irnos.
Mi madre frunció el ceño.

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—¿No quieres descansar primero?
—Puedo descansar en el coche. Por ahora, quiero salir de aquí, así no tengo que ver a
ese bastardo sentado en la silla de papá. Todo el mundo empaque rápidamente. Mamá,
¿puedes tomar algunas cosas más para Kaci y Manx? —No habían tenido tiempo de
empacar mucho.
—Por supuesto. —Se puso de pie y me ayudó a levantarme, cuando la habitación
amenazó con caer a la derecha debajo de mí.
Miré de Marc a Jace y de Jace a Marc.
—Ustedes dos empaquen por ustedes y por los otros chicos. Pongan a Vic y a Brian a
vigilar la puerta principal, y Parker por la puerta de atrás, donde no tenga que ver a su
padre o a su hermano.
Ambos asintieron, y salieron con mi mamá.
Mientras que los otros llevaban a cabo sus tareas, empaqué lenta y cuidadosamente,
con la ayuda del Dr. Carver, desesperada por no poder usar ambos ojos. Me dolía todo
el cuerpo, pero me negué a tomar cualquier cosa más fuerte que Tylenol hasta que
estuviéramos en la carretera. El efecto de las pastillas que Carver me había dado
desaparecía rápidamente (maldito metabolismo) pero, mientras hacían efecto, tendían
a hacerme todo menos coherente. O consciente.

232
Metí todo lo del armario que podía caber en las dos maletas, teniendo especial cuidado
en vaciar el cajón de mi ropa interior. De lo contrario, tendría pesadillas con extraños
ojeando mis cosas mientras yo no estaba cerca para defenderlas.

Quince minutos más tarde, los chicos estaban de vuelta, con tres maletas cada uno.
Jace fue a ayudar a mi mamá con las cosas de Kaci, y Marc mandó al doctor a
empacar un poco de comida y bebidas. Luego cerró la puerta de mi dormitorio y nos
quedamos solos por primera vez desde que mi padre había muerto.
Cerré los ojos, de repente nerviosa sin motivo.
—Así que... creo que me voy a ver como Rocky por un tiempo. —Yo había evitado
intencionalmente más de una breve visión de mi cara mientras empacaba, pero una
mirada era suficiente. Mi nariz estaba hinchada y descolorida. Mis dos ojos negros,
uno hinchado y casi cerrado. Mi labio inferior dividido y sangriento. Y mi mejilla
izquierda estaba morada. Ni siquiera habría sido capaz de reconocerme, si no fuera por
el dolor, que ya llegaba a ser muy familiar.
—Tú sabes que no me importa.

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—Muy bien. Porque si hoy en día una orden termina así puede ser que así me la pase
la mayor parte de mi mandato como Alfa.
—Pensé que te iba a matar —susurró Marc, apoyado contra la puerta.
—Parece que lo intentó. —Metí el repuesto de mis botas de trabajo en la segunda
maleta y forcejeé el cierre en torno a una curva cerrada, presionando un lado de mi
agrietada costilla palpitante—. Gracias por detenerlo.
—Prométeme que no vas a hacer eso otra vez.
—Caray, yo no tenía intención de hacerlo. El plan era ganar.
Marc cruzó la habitación en un instante y me jaló por el brazo bueno. Hice una mueca,
y aflojó su agarre, pero no lo soltó.
—Lo digo en serio, Faythe. No puedes ganar contra Dean. Ni siquiera en una pelea
justa. Esto no es lo que tu padre tenía en mente cuando te nombró. Ser Alfa no se
trata sólo de luchar. Demonios, la mayoría de de ellos son demasiado viejos, de todos
modos. Y no puedo verlo matarte.
—No tienes que hacerlo. —Me empiné para darle un beso, con cierto miedo de que no
me besara de nuevo. Eso sería porque estaba muy enojado, o... me rechazara por mi
cara de carne cruda.
Él me besó como si no nos pudiéramos tocar otra vez durante años. Al igual que
233 cuando él pensó que me había perdido.
Apoyé la frente en su mentón, contenta de poder respirar por la nariz otra vez, para
poder inhalar su olor. Me dolía tanto, y yo sólo quería que me sostuviera. Pero esa no
era una opción para un Alfa. Sobre todo una avergonzada Alfa.
—¿Estás lista? —Sus brazos me rodearon deslizándose lentamente, con cuidado de
mis muchas profundas contusiones.
—Sí. Salgamos de aquí. —Me detuve en la oficina para tomar la lista de números del
Orgullo, entonces nos reunimos todos en el pasillo, los siete chicos cargados de
maletas. Mi madre llevaba su propia maleta de ruedas y sujetaba una caja de cartón
cargada con placas de mi padre, premios y documentos personales.
—Tres coches —dije, cuando estaba segura de que tenía la atención de todos,
luchando por enfocar a través del dolor—. Marc y yo iremos con Jace. Vic, te vas con
Owen y mi mamá. Protégela a ella con tu vida.
Vic me miró como si lo hubiera insultado.
—Como si eso estuviera en duda.
Asentí con la cabeza, satisfecha.

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—Parker, ve con Brian y el doctor. Nos quedaremos juntos en el camino, estaremos en
contacto a través de los celulares, y no paren hasta llegar a la frontera de la zona libre.
¿Entendido?
Todo el mundo asintió, y yo respiré hondo, y luego encontré a mi madre con la mirada.
—Lo siento. Lo siento mucho, pero te juro que solucionaremos el problema. Vamos a
arreglar esto.
—Sí. —Ella asintió con firmeza—. Así lo haremos.
Para entonces, los usurpadores sabían que nos íbamos, y estaban llenos de
entusiasmo, deseosos por caer encima del botín de guerra de Kent y Dean. Cuando
abrí la puerta, decenas de ojos me miraban.
No hice caso de todos ellos. Caminé a través del porche y bajé las escaleras mirando al
frente, fingiendo que no existían. Yo estaba casi llegando al coche de Marc cuando
Kenton Pierce se metió en mi camino.
—Sabes que no te tienes que ir.
Traté de ignorarlo, pero él no se movió, y yo no iba a caminar a su alrededor.
—No estoy escapando —gruñí con las mandíbulas apretadas—. Puedo y te derribaría
como el mal servicio de celular. —Aun cuando casi me mata.
Kent frunció el ceño.
234 —Sólo estoy diciendo que estarías a salvo aquí. Te juro que nadie te tocará.
—Si yo pensara que realmente tienes el poder para garantizarlo, puede ser que... No,
no lo haría. —Podía oír el disgusto que goteaba de mi voz—. Disfrútenlo mientras dure.
—Muy bien, si eso es lo que tu deseas. —Su rostro enrojeció. Yo me avergonzaba de
él—. Pero tú sabes que si no te quedas y, finalmente, me aceptas, tendremos que ir a
buscar ya sea a Manx o Kaci. No es que nos dejes muchas opciones. —Porque sin una
tabby, no podría permanecer mucho tiempo como Alfa.
—No vamos a dejar que las tomen. —De hecho, moriríamos defendiéndolas.
Kent asintió con la cabeza rígida, luego miró a Malone, y sus siguientes palabras
sonaron ensayadas.
—Si Marc Ramos o Jace Hammond ponen un pie en este territorio sin permiso de
nuevo, serás detenida otra vez y juzgada por los cargos pendientes.
No hice caso a la amenaza y seguí caminando, tensándome mientras nos acercábamos
a Dean. Marc se puso rígido a mi izquierda, y yo sabía que quería ponerse entre mí y
Dean. Pero no lo hizo, y yo tenía un enorme respeto por su autocontrol.
Dean nos esperaba con un propósito, de pie lo más cerca posible del coche como
podía, pero sin tocarlo. Cuando abrí la puerta, él se acercó.

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—Estoy listo para terminar el trabajo cuando tú... —susurró.
Dejé mi maleta y él se tambaleó lejos de mi puño derecho, y se encontró directamente
en el camino de mi puño izquierdo.
Dean se tambaleó hacia atrás, con una mano sobre su mandíbula. Pero él se alejó
riendo, mientras yo luchaba por no mostrar lo mucho que el golpe había herido mis
costillas y mi hombro.
Los chicos cargaban el equipaje, y mientras Vic abría la puerta de mi madre, Malone se
acercó a ella con su mano, como si quisiera estrecharla. Como si estuvieran
compartiendo una amable despedida.
—Siento la molestia, Karen —dijo, alto y claro, para que todos pudieran escuchar que
estaba siendo razonable.
Ella frunció el ceño hacia él, los ojos entrecerrados. Su brazo voló lo más rápido que yo
había visto. El golpe de carne contra la carne sonó fuerte en el silencio, y una pequeña
huella roja se destacó marcadamente en la mejilla izquierda.
—No tienes idea de cuánto lo vas a lamentar.

235

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CAPITULO 24
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por Milliefer

Estaba acostada a través del asiento trasero de Jace en la rápidamente descendente


oscuridad, con la cabeza sobre una almohada, pero no me dejaban dormir por mucho
tiempo, porque ya había perdido la conciencia (dos veces) y mis pupilas estaban
dilatadas. O no dilatadas. Lo que sea que está mal después de una lesión en la cabeza.
Marc mantuvo la ventana abierta en la parte superior de modo que el aire frío ayudara
a mantenerme despierta, y no dejaba de comprobarme. Hablándome.
Pero yo no quería hablar. Quería dormir. Y realmente quería golpear algo, pero ese tren
ya había salido de la estación y yo no estaba en él. Evidentemente, había sido
jodidamente golpeada por el.
—Faythe, realmente todo va a estar bien, de una forma u otra —dijo Jace, y deseé
poder verlo, pero el espejo retrovisor estaba fuera de mi línea de visión.
—Ya lo sé —Pero no en cualquier momento pronto—. ¿Cuándo puedo Cambiar? ¿Qué
236 dijo el doctor?
—No lo dijo. Y estoy asumiendo que significa que todavía no. —Marc se giró en el
asiento de pasajero delantero para mirarme otra vez, pero apenas podía soportar
mirarlo. Yo había perdido. Había sido humillada, dominada, golpeada y casi asesinada.
Y los había defraudado. A todos ellos. A todos mis hombres. A Kaci. A mi madre. Y a
mi padre. De alguna manera, saber que le había fallado a él me dolía más. Incluso más
que mi cabeza.
—¿Quieres un poco más de Tylenol? —Jace preguntó, y el cuero crujió cuando se
movió en el asiento del conductor—. Aún no puedes tomar nada más fuerte, nada que
te deje inconsciente, pero tenemos un montón de Tylenol.
—No, gracias. —El dolor era inconcebible, y tan imposible como parecía, literalmente
me dolía todo. Incluso mis dedos. El estruendo incesante en mi cabeza era lo peor,
pero mis costillas y cara tomaban un segundo lugar muy cercano. Pero el dolor físico
no podía compararse con el conocimiento de que había perdido el Orgullo. Toda la
maldita cosa. Ahora el régimen títere de Malone se había instalado en casa de mi
padre. Dormirían en la habitación de mis padres, usarían nuestras cosas, y en general
echarían sal en la herida abierta en la que mi existencia se había convertido.

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Cerré los ojos y suspiré, tratando de apartar todo. La autocompasión y la inseguridad
no eran rasgos dignos de Alfa, y no tenía tiempo para darles rienda suelta. No si yo iba
a reclamar lo que había perdido, ya sea desafiando a Kent (aunque no podía luchar
contra Dean de nuevo, eso estaba claro) o por un ataque a gran escala.
Preparándome para más dolor, me senté lentamente, siseando cuando el Pathfinder
golpeó un bache y mi cuerpo entero se zarandeó.
Marc me frunció el ceño.
—Vuelve a acostarte.
—Necesito el árbol de llamadas y mi teléfono. —Él había guardado mi celular mientras
yo luchaba, para que no se rompiera.
—Necesitas descansar por ahora. Vamos a comenzar a hacer llamadas cuando
lleguemos allí.
—Para entonces Malone habrá llegado a la mayoría de ellos, y quién sabe como sonará
su versión de la toma de posesión hostil. Dame el teléfono. Por favor.
—Tomamos los registros —insistió Jace, cuando pasamos una luz en la carretera que
iluminó brevemente todo el coche—. Va a llevarles un tiempo ponerse en contacto con
todos los miembros del Orgullo sin la lista y sin los números.
—Es por eso que necesitamos aprovechar nuestra ventaja. Ahora. Ellos siguen siendo
237 nuestros toms, los que opten por estar con nosotros, y tienen derecho a saber lo que
realmente sucedió. —Todos sabían lo de mi padre, por supuesto. Habíamos hecho esas
llamadas dos días antes. Pero no sabían que había sido enterrado, y hasta que Malone
(o Kenton Pierce) se pusiera en contacto con ellos, no sabrían sobre el cambio de
régimen.
—Bien —Marc dijo suspirando, ya sacando de su bolsa de viaje la lista de miembros—.
Pero déjame hacer las llamadas. Si estás planeando tratar de Cambiar pronto,
necesitas descansar.
Pensé en eso por un momento, luego asentí y me acosté sobre mi costado otra vez, con
mis piernas dobladas en la rodilla, a pesar del dolor en mi cadera. Me sentía como si
estuviera eludiendo una gran responsabilidad por no decírselo a los demás miembros
del Orgullo por mÍ misma, pero Marc estaba en lo cierto. Sería poco útil para ellos
hasta que me curara.
Sin embargo, oír las llamadas fue una tortura. Escuchar mi propio fracaso y
humillación (incluso a través de la perspectiva benditamente parcial de Marc) me hizo
sentir como si me arrastrara en un hoyo y nunca pudiera salir. Al menos, no hasta que
me hubiera redimido conmigo misma. Lo cuál sería difícil de hacer desde mi hoyo.
Aparte del Dr. Carver y Carey Dodd, yo no había tenido mucho contacto personal con
los otros toms no guardianes. La mayoría de ellos aún no habían sido contactados por

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los hombres de Kent y estuvieron completamente consternados e indignados por lo que
teníamos que decirles. La mayoría hizo informales votos de lealtad por teléfono y se
comprometieron a abandonar el territorio de inmediato.
Pero no todos estuvieron deseosos de renunciar al nuevo liderazgo en favor de una
joven hembra Alfa no probada, que había perdido un desafío (y casi perdió su vida)
durante su primera semana en el trabajo. Perdimos cerca de un tercio de nuestros
hombres, y la verdadera putada era que no podía culparlos por no tener fe en mí.
Después de que Marc hizo todas sus llamadas, le pedí mi teléfono de nuevo para que
yo pudiera empezar a llamar a nuestros aliados. Marc trató de convencerme de dejarle
hacer esas llamadas también, pero me negué. Yo tenía que ser la que llamara a los
otros Alfas.
Estábamos comprometidos. Llamaría a mi tío, entonces dejaría que el tío Rick llamara
a Di Carlo y Taylor.
Marc me entregó mi teléfono, y me senté para marcar automáticamente el número.
Estaba segura de que Malone ya le había llamado, pero debería haberlo sabido mejor.
Malone no estaría dispuesto a anunciar lo que había hecho hasta que su nuevo títere
Alfa tuviera la oportunidad de reclutar a tantos de nuestros antiguos miembros del
Orgullo como fuera posible.
—¿Hola? ¿Faythe? —mi tío dijo en el teléfono. Mi silencio fue la única razón que él tuvo

238 para suponer problemas; había hablado con él dos veces esa mañana, planeando
nuestro ataque ahora caduco.
—Sí, soy yo. —Me apoyé con mi cabeza en la ventana, dejando que el vidrio frío filtrara
un poco del calor de mi completa humillación—. Haz volver a tus hombres, si ya los
has enviado. Ha habido un cambio de planes.
—¿Qué pasó?
—Malone se enteró del funeral y llegÓ anticipadamente con ocho coches llenos de
toms. Kenton Pierce me desafió, y Colin Dean luchó en su lugar.
—¿Qué pasó? —Él sonaba enfermo, y ni siquiera había oído lo peor todavía.
—Él casi la mató —dijo Jace desde el asiento delantero cuando nos condujo en torno a
una curva cerrada, y gemí, pero no pude discutir.
—Marc detuvo la lucha cuando perdí el conocimiento. —Cerré los ojos, y me di cuenta
que nunca quería volver a abrirlos—. Perdí, tío Rick. Nos echaron. Ahora estamos en
camino a la casa de Marc en la zona libre, y la única buena noticia que tengo es que
sacamos a Kaci, Manx, y Des antes de que Malone y sus hombres los vieran. Y a Holly
también. Ella estaba allí para el funeral.
Hubo silencio, a excepción del viento de la carretera, mientras mi tío consideraba la
nueva información.

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—¿Estás bien?
—No —Marc contestó por mí—. Tiene una conmoción cerebral, una nariz rota, dos ojos
negros, una costilla rota, una posible fractura de cráneo, y más contusiones de las que
puedo contar. Se supone que debe estar descansando.
—Estoy bien —insistí, hablando a través del dolor sobre el que me rehusaba a dar más
detalles—. Y vamos a recuperarlo. Todo. Vamos a regresar, y esta vez los
sorprenderemos. Si todavía estás conmigo. —Porque la tercera vez era la vencida, ¿no?
—Sabes que lo estoy. Pero necesitas curarte primero. Llámame mañana, y haremos
planes más concretos. ¿De acuerdo?
—Por supuesto.
—Chicos, asegúrense de que descanse un poco, ¿de acuerdo?
Sonreí a pesar de mí misma cuando los chicos respondieron. El tío Rick sonaba tan
parecido a mi padre que yo estaba feliz y triste al mismo tiempo. No podía creer lo
mucho que lo echaba de menos, aunque sabía lo decepcionado que estaría de mí si
aún estuviera aquí.
Para el final de un cansado viaje de nueve horas intercalado entre los otros dos coches
en nuestra caravana, mis lesiones menos importantes se habían vuelto palpitaciones
sordas y la mayor parte de mis músculos doloridos se habían anquilosado. Pero mi

239
costilla rota y cara golpeada dolían como si Dean hubiera vuelto a golpearme mientras
yo estaba en el suelo, y mi cabeza se había convertido en la fuente de toda miseria
terrenal.
Cuando dimos vuelta en el camino de entrada de Marc, mi corazón saltó a mi
garganta. No quería entrar en la casa. No quería que me vieran en mi estado actual, y
no quería enfrentarme a ellos después de mi fracaso. Pero ellos ya sabían lo que había
pasado (mi madre había llamado a Michael desde el carro después de que nos
marcháramos) y yo no podía evitar enfrentar a mi Orgullo. No si yo afirmaba ser su
líder.
Vic detuvo su coche detrás del de Marc (que él había dejado cuando lo llevamos de
vuelta al rancho) y nosotros aparcamos junto a él, detrás del POS de Ryan. Parker se
detuvo justo detrás de nosotros.
Marc estuvo fuera del coche antes de que Jace tuviera la oportunidad de apagar el
motor. Abrió la puerta de pasajeros trasera, pero en vez de ayudarme a salir, entró
junto a mí.
—¿Estás bien?
Puse mi cabeza en su hombro y dejé que me abrazara.
—Honestamente, nunca he estado menos bien en mi vida.

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—Sí. —Vaciló, y yo sabía que había más—. Sólo tengo una cama. Quiero que la tomes.
Necesitas descansar, y yo voy... sólo voy a observarte dormir. —Tendrían que
observarme por un tiempo, debido al trauma en mi cabeza—. Voy a hacer que todos los
demás te dejen en paz hasta que te sientas como... para estar con la gente.
—No. —Negué con la cabeza firmemente, a pesar del dolor—. Aprecio la cama… siento
como si pudiera dormir por un mes. Pero tengo que hablar con ellos primero. ¿Cómo
puedo afirmar ser su Alfa, si ni siquiera puedo hacerles frente?
—Eso puede esperar un par de horas —dijo Jace desde el asiento delantero, torcido
para poder vernos a los dos.
—No, no puede. Ya ha esperado más de nueve —insistí. Alguien tocó la ventanilla del
coche, y levanté la mirada para ver a mi madre mirándonos ansiosamente—. Vamos.
Probablemente ya estén lo suficientemente preocupados tal como están las cosas.
Llegué a la casa con mi propia fuerza, pero mi cadera izquierda dolía a cada paso, así
que dejé que Marc me ayudara en el porche. Jace sostuvo la puerta abierta para mí, y
el jadeo colectivo cuando entré en la sala podría haber silenciado a una multitud en el
Estadio de Texas.
Michael se levantó del sofá, donde había estado hablando en voz baja con Holly, y
brevemente, me pregunté cómo le había explicado todo esto a ella. Siempre podíamos
decirle que me había caído de un árbol...

240 —¿Faythe? —Kaci estaba en medio de la cocina, sosteniendo una lata de Coca Cola sin
abrir, mirándome como si realmente no me reconociera. O no quisiera hacerlo.
—Estoy bien. De verdad —insistí. Pero tan pronto como ella oyó mi voz (por tanto tenía
que creer lo que veía) dejó caer la lata, y ésta rodó debajo del gabinete más cercano.
—Sí. —Michael se acercó, estudiando mi rostro bajo la luz insuficiente—. Donde “bien”
signifique “golpeada casi hasta la muerte”.
—Más que casi. —Traté de sonreír, pero la expresión se sentía mal—. Pero realmente
estoy bien. No me importaría sentarme, sin embargo.
Marc me llevó al sofá donde me senté junto a Holly, que se me quedó viendo con la
boca abierta. Su rostro estaba manchado de lágrimas, su maquillaje era un recuerdo
lejano, sin embargo ella lucía impresionante a mi lado, no tenía ninguna duda.
—¿Qué...? ¿Qué...? ¿Qué...? —Pero ella no pudo completar el pensamiento.
—Ella sigue diciendo eso —dijo Kaci, hundiéndose en el sofá a mi otro lado—. Golpéala
en la espalda, y puede que realmente termine una frase.
El resto de los guardianes nos siguieron adentro, trayendo maletas, y al instante en
que él vio a Manx, parada cerca de una pared, meciendo al bebé dormido en sus
brazos, Owen dejó caer la maleta que traía y se dirigió directamente hacia ella.

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—¿Estás bien? —Le echó un vistazo al bebé, entonces la miró como si el sol no pudiera
brillar en un mundo sin Manx en él—. ¿Los dos? —El temor evidente y el amor en su
expresión me rompieron el corazón. Owen no tenía cara de póquer; todo lo que sentía
se podía leer claramente en su rostro y no había una célula mala en todo su cuerpo.
Su corazón se podía romper muy fácilmente.
—Estamos bien. —Ella le sonrió, con su rostro reflejando su claro alivio—. Ahora.
No, Manx no rompería su corazón. Pero la vida tal vez sí. Owen no era un líder, y sólo
era un luchador competente. Y en nuestro mundo, los hombres así, ordinarios,
caballeros de gran corazón, no llegaban a casarse y formar una familia, porque no
podían protegerlos.
Ante el sonido de los tacones de mi madre en la madera deteriorada, miré hacia arriba
para encontrarla observando a Owen con una mezcla de orgullo y miedo, como si ella
estuviera pensando lo mismo. Entonces, miró alrededor de la sala en busca de Ryan, y
por primera vez reparé en él, parado solo en la esquina, observando. Su mirada se
cruzó con la mía, pero no pude leer su expresión, y no tenía la energía para tratar con
él en este momento.
—¿Dean hizo esto? —Michael se arrodilló delante de mí para verme mejor. Él comenzó
a inclinar mi cara hacia la luz, entonces pareció pensarlo mejor—. ¿Qué tan grave es?
—Pero él estaba hablando con el doctor, que acababa de pasar la puerta con su
maletín de médico.
241 —¿Quién es Dean? —preguntó Holly, con sus ojos todavía vidriosos con shock—. ¿Una
especie de sicario de la mafia? ¿Por qué está tras Faythe? ¿Es esta una especie de...
casa de seguridad?
—¿No se lo dijiste? —Le fruncí el ceño a Michael, aunque el movimiento dolió en cada
músculo de mi cara.
Se encogió de hombros miserablemente.
—No importa cómo lo ponga, suena ridículo. Y, tengo que admitir que la pena de
muerte automática es un elemento de disuasión malditamente fuerte. —Se volvió hacia
Holly entonces, todavía de rodillas, y puso una mano sobre su pierna, y su amor
resplandeció incluso a través de su miedo y frustración—. Pero juro por mi vida que no
estoy metido en la mafia. Ninguno de nosotros lo está. —Antes de que ella pudiera
argumentar, se volvió de nuevo al doctor para una respuesta.
—Obviamente la nariz de Faythe está rota —dijo Carver—. Y sospecho que tiene una
fractura lineal de cráneo y una costilla rota. Aparte de eso, ella es básicamente un gran
hematoma. Y parece que hay dolor residual y dolor en su cadera izquierda y hombro,
por el impacto contra el suelo.
—¿Impacto...? —Michael levantó una ceja, a mí esta vez, pero Marc se me adelantó.

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—El bastardo la levantó en un movimiento de dos tiempos, y la tiró al suelo. Luego
trató de patearle la cara.
—Maldita sea, Faythe... —Michael maldijo, poniéndose de pie, y sus ojos verdes se
oscurecieron con rabia como rara vez había visto en él—. Voy a matarlo.
—Vas a tener que esperar en la fila —dijo Jace, justo cuando Holly chilló:
—¿Matas personas?
—Michael. Voy a estar bien, y tenemos cosas más importantes de las que
preocuparnos. —Me aclaré la garganta y llamé a mi voz Alfa, con la esperanza de que
no hubiera sido revocada a la luz de mi humillante experiencia cercana a la muerte—.
En primer lugar, el acomodo para dormir. Vamos a estar aquí durante unos días por lo
menos, y los cuartos son obviamente pequeños. Aunque estamos agradecidos por la
“casa de seguridad”. —Le sonreí a Marc, y él trató de devolverme la sonrisa, pero
obviamente mi cara arruinada en cierto modo mataba el humor—. Marc, ¿todavía
tienes los colchones de aire de la última vez?
—Sí. Dos de ellos. En el armario del pasillo. Y hay una bomba de mano también.
—Bien. Lleva a Parker a la ciudad y compra algunos más. Y obtén una bomba
eléctrica, o nunca vamos a lograr inflarlos todos. Además, mantas y almohadas. Usa la
tarjeta de Parker. —Que mi padre nos había dado a cada uno de nosotros, para los
gastos de asuntos del Orgullo. Y esto definitivamente calificaba, aun cuando ya no
242 estábamos oficialmente en el Orgullo.
Marc asintió, aunque me di cuenta por su ceño fruncido que no quería dejarme aquí.
Pero no lo argumentaría, porque no sería seguro para Parker ir a la ciudad (en la zona
libre) sin él. La población local de extraviados conocía el olor de Marc por el tiempo que
había pasado aquí, y la mayoría de ellos sabían lo que él había sufrido para ayudarlos,
después del complot de Malone de etiquetar a todos con chips de rastreo GPS.
—Mamá... —Me volví, abrazando mi costado dolorido, para encontrarla mirándome,
con un brazo enlazado a través del de Ryan—. Tú, Kaci, y Manx pueden quedarse en el
dormitorio principal. Michael, tú y Holly tienen la habitación de en medio. Es pequeña,
pero la tendrán para ustedes solos. —Por lo menos algo de apariencia de privacidad, a
pesar de que seríamos capaces de oír todo lo que dijeran—. Los chicos pueden
acampar aquí.
—Ryan... —comencé, entonces me detuve. Quería echarlo. Guiar a los refugiados a la
zona libre no lo absolvía de los crímenes del pasado, y todavía no podía mirarlo sin
recordar que él me había lanzado a ser secuestrada y vendida. Pero lo necesitábamos,
y no podía dejar que mis rencores personales se interpusieran en el camino del
bienestar del Orgullo. El bien mayor, Faythe.
—¿Te vas a quedar? —Finalmente le pregunté—. ¿Podemos confiar en ti?

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—Sí, en ambos casos. —Ryan asintió con calma—. Quiero compensar…
—No. No puedes. —Quería que no hubiera ningún error al respecto—. Pero me lo
debes —le dije, y él asintió otra vez—. Lleva a Vic a la ciudad a comprar comida.
Mucha comida. Manx, ¿les mostrarías qué tipo de pañales necesitas? —le pregunté, y
ella asintió, pero antes de que pudiera moverse, Owen ya estaba buscando la muestra
en su pañalera.
Miré alrededor de la sala, asimilándolo todo. Encontrándome con cada par de ojos.
Deseando desesperadamente que mi padre estuviera aquí. ¿Lo habíamos enterrado esa
misma mañana? Ya se sentía como si una eternidad hubiera pasado desde que lo
había visto.
Marc rondaba cerca de la puerta, sosteniendo las llaves de su coche, listo para la
acción, como de costumbre. Jace estaba en la puerta de la sala, mirándome
atentamente, su expresión era una mezcla de preocupación por mí e... inquietud.
Parecía que quería hacer algo sobre nuestra situación actual, y permanecer quieto
estaba a punto de matarlo.
La mayoría de los otros chicos parecían molestos y un poco desorientados, pero no
verdaderamente traumatizados por la reubicación forzosa, porque la carga no era de
ellos, y ninguno tenía la responsabilidad. Tenían el lujo de seguir órdenes, y
evidentemente la confianza de que yo sabría qué hacer pronto, si no lo sabía ya. Que
podría liderarlos.
243 Si tan sólo tuviera esa misma confianza en mí misma.
Mi madre se veía agotada, simple y llanamente. Llamé la atención de Ryan y cabeceé
sutilmente hacia un sillón desocupado, después intencionadamente hacia nuestra
madre. Él la llevó a sentarse.
Kaci se quedó pegada a mi lado, ajena a los muchos moretones ocultos por mi ropa,
aferrándose a lo único que entendía, a lo único que aún tenía, cuando el resto de su
mundo había sido arrancado de debajo de ella. Ella estaba sin hogar y huyendo (de
nuevo) y la única diferencia era que esta vez no estaba sola. Y por el momento, eso era
todo lo que tenía para ofrecerle.
Holly... Mi mayor arrepentimiento del día (con excepción de no haber sido capaz de
machacar a Dean en un gran charco de puré de tomcat) era que Holly había estado
con nosotros cuando la mierda rebosó el vaso. Pero en realidad, yo no estaba segura de
que tan seguro sería el territorio sur-central para ella ahora, sin nosotros allí, y la
única alternativa supondría separarla de su marido.
Por el momento se veía confundida y asustada, pero sobre todo enojada, y mi opinión
de ella subió otro nivel ante el constante destello de ira en sus ojos.

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—A partir de ahora, estamos oficialmente en el exilio —empecé, cuando estaba segura
de que tenía la atención de todos—. Sin embargo, tengo un plan. Recuperaremos
nuestro territorio. Pero va a tomar algunos días organizarlo, lo que en realidad es en
cierto modo conveniente, porque probablemente me va a llevar algunos días sanar.
¿Cierto, doc? —Forcé una sonrisa de buen humor en su dirección, y él trató de
devolverla.
—Por lo menos.
—Hasta entonces —continué—, este es nuestro hogar. Quiero que todos descansen
mucho esta noche, porque mañana, haremos planes para enterrar al nuevo presidente
del consejo. Y no se preocupen por la falta de pala —dije, mirando de cara a cara
determinada—. Debido a que Calvin Malone acaba de cavar su propia tumba.

244

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CAPITULO 25
Traducido por majo! ♥
Corregido por Vanille

—Holly, ¿te gustaría un trago? —pregunté, observando a Michael, preguntándome por


qué él no había pensando en eso ya. Pero él sólo sacudió su cabeza, y percibí una
llamarada de molestia en su ceño fruncido.
—Ella no bebe. El alcohol tiene demasiadas calorías.
¿Y el cacao hecho en casa no las tiene? Eché un vistazo de mi hermano a su esposa,
cuyas manos estaban realmente temblando en su regazo.
—Creo que ella hará una excepción hoy.
Holly asintió, cruzando sus piernas bajo su falda fúnebre.
—Algo fuerte.

245 Quizá algo de mi ropa le ajustaría, hasta que pudiéramos llevarla de compras.
Michael se puso de pie, y lo llamé mientras se dirigía hacia la cocina.
—Deben haber varias botellas a la izquierda bajo el fregadero, y con un poco de suerte,
la bandeja de hielo llena. Pero dudo que haya algo con que mezclarlo, además de Coca-
cola.
Mientras él lo vertía, eché un vistazo alrededor de la sala de estar, evaluando el nivel
general de desesperación mientras intentaba decidir cómo ayudar a mi hermano a
decirle a su esposa que él no era completamente humano. Ni tampoco su familia.
Teníamos un poco más de espacio para respirar, con cuatro de los toms haciendo
diligencias, pero la pequeña casa de Marc todavía era un poco estrecha para un grupo
de nuestro tamaño. Había enviado a mi madre a acostarse, y Jace había inflado uno de
los colchones de aire en la habitación delantera de Manx y Des, quienes ya estaban
dormidos. Él había inflado el otro para Kaci, pero hasta ahora se había rehusado a
dejar mi costado y realmente no podía culparla.
Owen, Brian, Carver y Jace estaban jugando póker en la mesa de naipes en la cocina,
pero sólo habían hecho dos manos hasta ahora, porque Owen continuaba retirándose
para verificar a Manx, y Jace continuaba mirándome fijamente en vez de mirar a su
mano de cartas.

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Michael volvió con una bebida para su esposa (whisky y Coca-Cola, a juzgar por el
olor), y se hundió en el sofá al lado de ella, expeliendo un largo y tenso aliento. Él
estaba listo. Pero yo no podía dejarle hacerlo.
La revelación de nuestra existencia a un humano era un crimen capital, castigable con
una condena de muerte automática. En este caso particular, no teníamos ninguna
opción, Holly obviamente sabía que algo estaba muy, muy mal, y hasta su fijación de
la mafia dejaría de tener sentido una vez que empezáramos a planear el renacimiento
del Orgullo sur-central.
Pero yo no le podía dar a Malone una oportunidad para tomar a otro de mis hermanos
y esposo de Holly. Y si ellos no quisieron matarme por entregar a Lance Pierce a los
thunderbirds, entonces revelar nuestro secreto a Holly no cambiaría eso.
—Michael. Déjame.
El frunció el ceño.
—Faythe…
Me encogí de hombros. Mi Orgullo. Mi responsabilidad.
—¿Qué van a hacer ellos? ¿Matarme dos veces?
—¿Estás segura? —preguntó Michael, observándome atentamente.
—Sí.
246 —Bien, ¿de qué demonios están hablando? —Holly vació su pequeño vaso y tosió,
luego lo agarró como si nada más en el mundo tuviera sentido en ese momento—. ¿Si
no son una especie de familia mafiosa, quiénes eran los hombres en aquellos autos y
cómo pueden sacarlos a patadas de su propia casa? Y si tuvimos que escapar para
proteger a las mujeres y los niños, ¿por qué dejamos a Faythe atrás?
Michael puso una mano en su brazo, tratando de calmarla.
—Faythe no es una mujer... es un Alfa.
Le fruncí el ceño a Michael, advirtiéndole que no dijera nada más. Todos los hechos
importantes necesitaban venir de mí o él se abriría paso a serios problemas.
—Um, de hecho —intervino Jace desde la mesa de juego, alardeando una verdadera
sonrisa, la primera que había visto en un tiempo—. No es lo uno o lo otro. Ella es muy
definitivamente una mujer también.
Los ojos de Michael se estrecharon en irritación, pero él se abstuvo de contestar,
probablemente porque su propia vida personal estaba hecha un desastre en este
momento. Él sabía sobre mí y Jace (habíamos hecho una revelación menos detallada a
los miembros adultos de la unidad familiar, por necesidad) pero Kaci no sabía, así que
le lancé una mirada de censura a Jace.

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Él se encogió de hombros a modo de disculpa, pero no parecía muy arrepentido.
—No estoy siguiendo nada de esto —espetó Holly y tuve que respetar su espíritu—.
Miren, sé que hay algo mal y ustedes chicos siempre han sido un poco extraños... lo
siento, pero es cierto; y estoy sentada aquí, aterrorizada de que alguien vaya a tirar la
puerta con un arma automática e igualarnos. Así que deseo que simplemente lo
escupan. Lo que sea que tengan que decir, no puede ser peor de lo que me estoy
imaginando.
—No le apuestes a eso... —musitó Kaci, y yo puse una mano sobre su brazo para
silenciarla.
—Tienes razón. —Traté de sonreírle a Holly para reconfortarla, pero no podía hacer
cooperar a mi boca. No estaba en una especie de lugar sonriente—. Siento mucho por
lo que has estado pensando hoy y sé que debe ser aterrador. Pero necesito que seas
paciente. Y de mente tan abierta como puedas ser.
Holly simplemente asintió, dividiendo su atención entre Michael y yo.
—No estamos en ningún tipo de mafia o pandilla, aunque puedo entender cómo puede
parecer eso desde afuera. —Respiré profundamente, incómodamente consciente que
estaba a punto de romper intencionadamente una de nuestras tres leyes más
importantes—. Somos Cambiadores. Específicamente, felinos. Somos werecats. Todos
nosotros.

247 Holly parpadeó. Luego parpadeó otra vez. Su boca se abrió, luego se cerró en el acto.
Entonces, se volvió hacia Michael, con las cejas levantadas en una interrogante.
—Estoy seriamente traumatizada aquí y ella está haciendo bromas. Esto no es
gracioso. Dime qué demonios está pasando o me voy de aquí. Para siempre, Michael.
—Ella no está bromeando. Sé que suena imposible. Loco... —él comenzó, pero ella lo
cortó.
—¡Tú crees! Espero que los hombres en esos autos tengan el suministro de un año de
camisas de fuerza y Toracina, porque todos están dementes. Todos ustedes. Me voy...
—Ella trató de ponerse de pie y mi mano se cerró sobre su muñeca. Michael se levantó
con ella, moviéndose suavemente entre su esposa y la puerta principal.
—¡Déjame ir! —Ella arrebató su brazo de mi agarre y le dejé ir. Todos estaban mirando
a Holly ahora, excepto Jace, quien me miraba expectante.
—Michael... —advertí, esperando que él pudiera calmarla sin… medidas extremas.
—Holly, no te puedes ir. No es seguro...
—Claro que puedo. —Ella trató de dar un paso alrededor de él y él la tomó de ambos
brazos, suplicándole en silencio que cooperara.
Me levanté.

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—Mira, yo misma te mostraría, pero en caso de que no lo hayas notado, no estoy
exactamente en mi mejor noche. —Y el Dr. Carver me había prohibido Cambiar hasta
la mañana, al menos.
Jace se puso de pie y dejó caer sus cartas en la mesa.
—Le mostraré.
—No.
No iba a poner a nadie más en riesgo.
Jace hizo rodar sus ojos.
—Cal me quiere muerto de todos modos. ¿Qué va a hacer, matarme dos veces? —Él
dibujó otra sonrisa abierta por haberme devuelto mis propias palabras y sólo pude
fruncir el ceño—. Además, ya le dijiste. Ella está completamente revelada.
Simplemente estoy ofreciendo una demostración.
Lo pensé por un momento, luego finalmente asentí.
Jace se puso de pie en la mitad de la sala de estar, ya empujando su camisa sobre su
cabeza. Sus brazos se veían abultados a la luz del polvoso aparato en lo alto.
—¿Qué está haciendo? —inquirió Holly y, de hecho, dio un paso hacia atrás cuando él
se desabotonó sus pantalones—. ¿Por qué se está quitando su ropa? —Le echó un
vistazo a Kaci, luego a Michael, silenciosamente pidiendo que parara eso que parecía
248 una completa locura, por el bien de la niña, si por ninguna otra cosa.
Kaci aclaró su garganta, atrayendo la atención de Holly cuando Jace salió de sus
vaqueros y ropa interior y se dejo caer en sus manos y rodillas.
—Es extraño al principio. Especialmente toda la desnudez. Lo sé, porque yo solía ser
como tú. Pero Cambiar con ropa puesta no tiene ningún sentido. Lo intenté una vez.
Mi camisa se rasgó y me enredé en mis vaqueros.
Holly sólo se quedo mirándola fijamente hasta que Michael tomó la mano de su
esposa. Cuando ella se volvió hacia él, él gesticuló hacia donde Jace estaba ahora en el
suelo a gatas, en la primera fase de su Cambio. Su piel comenzó a rizarse, y Holly
jadeó. Sus manos temblaban, los temblores eran tan violentos que ella casi dejó caer
su vaso vacío. Cuando sus muñecas y tobillos se alargaron, ella dio un paso atrás,
rasgando su mano del agarre de Michael.
—No. No, esto no es real. Tú... tú pusiste algo en esa bebida. ¿Qué me hiciste?
Michael volvió su rostro hacia su esposa y tomó su barbilla suavemente en ambas
manos, obligándola a mirarlo.
Él se inclinó hacia abajo de manera que sus frentes se encontraran y le susurró,
canturreando casi como lo haría a un niño.

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—Es real, Holly. Todo es real. Perdón porque nunca te lo dije, e incluso estoy más
apenado de tener que hacerlo ahora. Pero necesitas ver esto. Esto es lo que soy. Esto
es lo que todos nosotros somos, y si no puedes vivir con eso después de que realmente
lo entiendas, entonces puedes irte. Nadie te detendrá.
Aunque eso estaba en discusión. No podíamos arriesgarnos a que ella le dijera a
alguien más, y francamente, eso no había realmente parecido una amenaza creíble
hasta ese mismo momento.
—Pero primero tienes que ver —terminó Michael. Entonces se hizo a un lado, dejando
ver a Jace de nuevo.
Las manos y los pies de Jace se habían convertido en patas, sus dedos estaban
engordando para convertirse en almohadillas. Sus uñas se alargaron y se endurecieron
en garras, justo cuando su cabeza comenzó a abultarse y cambiar con la formación de
su nuevo hocico.
El pulso de Holly se aceleró. Cada aliento venía más rápido que el anterior. Ella estaba
hiperventilando y con base en sus signos fisiológicos de estrés, ella pudo haber sido la
que estaba Cambiando.
—Está bien... —susurró Michael, sus brazos estaban alrededor de su cintura por
comodidad y su barbilla descansando en su hombro. Yo rara vez lo había visto así,
como el tierno y preocupado marido, y a pesar de que ella estaba claramente cerca del

249 colapso total, no lo apartó. Él todavía podía consolarla, incluso cuando era parte de lo
que ella temía. Era dolorosamente dulce, de la manera más surrealista imaginable.
En medio del suelo, Jace parecía un gigante y calvo gato. Su columna vertebral era
una nudosa cresta atravesando su espalda, terminando en una larga cola de color
carne. Y mientras miraba, negro y grueso pelaje comenzó a brotar en su espina dorsal,
propagándose rápidamente para cubrir su cuerpo entero.
Holly jadeó de nuevo, pero ahora parecía más impresionada que nada, aunque todavía
había claras líneas de miedo e incredulidad alrededor de sus ojos. Segundos más
tarde, el espectáculo estaba terminado. Jace se irguió en cuatro patas, arqueando su
columna vertebral dramáticamente mientras se estiraba para acomodarse en su nueva
forma, como un gato gigante de Halloween. Entonces, puso la rabadilla en el aire y
agitó su cola en saludo.
Afortunadamente, se abstuvo de alardear sus nuevos dientes afilados o sus garras
malvadamente curvas y retractables. Cualquiera de los cuales podría haber sido
demasiado para Holly, al menos tan temprano en el juego.
Jace dio un paso hacia ella y Holly gritó y casi retrocedió sobre su marido.
Kaci se rió y su genuina diversión sonaba extraña para mis oídos, no la había
escuchado en mucho tiempo. Ella cruzó el suelo atrevidamente hacia Jace y se hundió

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de rodillas en frente de él, pasando una mano sobre su cabeza para rascar detrás de
sus orejas.
—Karli, ¡no! —Holly respiró, pero Kaci sólo se rió de nuevo.
—Está bien. Puedo hacer eso también. ¿Quieres ver?
Pero aunque parecía fascinada, Holly claramente no quería ver más Cambios aún.
Jace ronroneó y frotó sus mejillas contra las de Kaci, marcándola con su aroma,
reasegurándole que aún eran buenos amigos: un saludo típico de gatos. Kaci pasó su
mano por su espalda lo más que pudo sin levantarse. Luego miró a Holly y la calma
que había en su rostro (un poquito de paz, a pesar de tanto trauma reciente)
disminuyó parte de la culpa que sentía tan pesada en mi corazón y en mi mente. Kaci
estaba bien. De alguna manera, a pesar de todo lo que había pasado con nosotros y
antes de que nos encontrara, Kaci iba a estar bien. Y si alguien podía ayudar a Holly a
adaptarse, esa era nuestra pequeña gatita humana.
—¿Quieres acariciarlo? —preguntó Kaci, alentando a Holly con su tácita demostración
de confianza.
Su comodidad con el enorme gato hizo más para convencer a Holly que cualquier otra
cosa que le pudiéramos haber dicho.
—Él te dejará, si se lo pido —añadió Kaci después y sonreí a su pequeño e instintivo

250
intento de establecer su rango en el Orgullo, sobre Holly. Eso significaba que ella
consideraba haber venido primero, pero también que reconocía a Holly como una de
nosotros. Parte de la familia, finalmente. Para bien o para mal.
—Um, yo no… —empezó Holly, y Michael frotó su brazo.
—Adelante. Está bien. Él todavía es Jace. De hecho, es casi más Jace ahora de lo que
era en forma humana.
Holly puso cara de disgusto ante eso, pero cuando Michael tiró de ella hacia adelante,
ella lo dejó.
Ella no se arrodillaría al lado del gigantesco gato, probando que los humanos no
carecen completamente de un instinto de auto conservación, pero ella se inclinó y
tentativamente tocó el pelaje en su espalda, una vez que Jace le había dado permiso
con un suave ronroneo.
En el momento en el que lo tocó, ella creyó. Vi la diferencia en su rostro. Era algo que
ver, realmente pudimos haber echado licor a su bebida, o ella pudo haber estado
soñando. Pero ella no podía negar la realidad física bajo su mano.
Los ojos de Holly se ensancharon y acarició la espalda de Jace de nuevo.
—Es suave, pero algo grueso… —susurró, como si hablar en voz alta pudiera enfadar
al gato y hacer que la comiera—. No como un gato casero.

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—No somos gatos de casa —Michael dijo suavemente, y Holly se puso de pie para
mirarlo.
—¿Tú puedes…? ¿Tú puedes hacer esto?
El asintió, estudiando cuidadosamente su reacción.
—Tengo que hacer esto cada pocas semanas, o me enfermo. Pero usualmente lo hago
mucho más a menudo que eso. Es parte de lo que soy.
—A esto es a lo que vas… —Holly estaba estudiando a su esposo ahora—. Es por eso
que siempre estás en el rancho. Para poder hacer esto. Para poder ser esto.
Me encogí de hombros.
—Bueno, por eso, y porque hemos tenido una especie de mala racha últimamente,
políticamente hablando.
—¿Qué significa eso? —preguntó Holly, y Michael le prometió explicárselo más tarde,
insistiendo en que probablemente había escuchado suficiente por el momento. Media
hora después, se retiraron a su habitación, y pude oír a Michael susurrándole,
explicándole sobre los territorios, y los Orgullos, y el Concejo, a pesar de su
proclamación de que el sueño debe venir antes del trauma adicional.
Me agradó Holly aun más por su persistencia.
Mientras esperábamos el regreso de los otros toms, el Dr. Carver me hizo otra revisión
251 rápida en el sofá. Mis ojos se estaban dilatando correctamente para entonces y no
tenía más mareos o nauseas, aunque todavía me veía como si me hubiera caído de
bruces en una maquina de cortar carne. Y me sentía así también.
El doctor dijo que si nada iba mal en la noche (una posibilidad que evidentemente
incluía una apoplejía por un coagulo de sangre en mi cerebro) sería libre de empezar a
Cambiar para sanar en la mañana. Pero por el momento, insistió en que tomara varias
Tylenol y fuera a dormir.
Lo intenté. Realmente lo hice. Pero no podía encontrar una posición cómoda en el sofá,
todavía me dolía todo y me costaba ver con mi ojo izquierdo, y no quería sacar a mi
madre de la única cama. Y cada vez que cerraba mis ojos, Dean me estaba esperando
detrás de mis párpados para patearme en la cabeza, o cortarme otra vez, o cortar mi
ropa. Después de aproximadamente una hora, Jace se enroscó en el suelo delante del
sofá y dejé que una mano se arrastrara por su pelaje. Él ronroneó, y aquel sonido y su
olor me hicieron sentir lo suficientemente segura para dormirme, a pesar de los
innumerables dolores que las Tylenol no podía quitar, y no desperté hasta que los
otros toms regresaron con nuestras provisiones.
Cuando mi madre los oyó descargando los autos, salió de la habitación para ayudar e
insistió en que me metiera en la cama. Jace trató de seguirme, pero Marc gruñó y

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cuando me quité mis vaqueros y me metí bajo las sabanas, oí sus pasos por el pasillo
detrás de nosotros.
—Demonios, no. Esta todavía es mi casa, y no vas a ir a mi habitación. No con ella. Ni
siquiera en forma de gato.
Jace gruñó, pero Marc debió mantener la calma, porque el Dr. Carver intervino
entonces y dijo que me vería en un rato. Lo cual era bueno, porque honestamente no
tenía la energía para poner fin a otra pelea en ese momento.
Me dormí de nuevo y, esa vez, no me desperté por doce horas seguidas.

252

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CAPITULO 26
Traducido por Sera y Anne_Belikov
Corregido por Vanille

Cuando me desperté, la habitación estaba iluminada con luz natural, y en el


despertador de Marc se leía 1:44. Jueves por la tarde. Mierda. Me senté demasiado
rápido y jadeé por el dolor en mi… todo, mientras la habitación parecía nadar a mi
alrededor.
—Oye, afloja el paso —dijo Marc desde la silla del escritorio, y salté, después me encogí
por la segunda llamarada de dolor. No lo había olido porque toda la habitación ya olía
como él. La silla crujió mientras se ponía en pie, luego la cama chilló mientras se
sentaba junto a mí—. ¿Cómo te sientes?
—Como si debiera haber Cambiado hace cinco horas. ¿Por qué me dejaste dormir
tanto? Tengo que llamar a mi tío. —Retiré las mantas y me sorprendí por descubrir
que todavía llevaba la camisa que había encontrado el día anterior, todavía rígida con
253 mi propia sangre seca. Me puse en pie, y casi grité cuando dejé que mis pies golpearan
el suelo. Mi herida de la cadera se había endurecido mientras dormía, y un movimiento
de prueba de mi brazo izquierdo reveló que lo mismo había pasado con mi hombro.
—Ya ha llamado. Le dije que todavía te estabas recuperando y está esperando una
llamada tuya desde esta tarde.
—¡Marc, tienes que decirme cuando uno de nuestros aliados llama! Tenemos un
montón de cosas que hacer, y necesitamos su ayuda. ¡Soy el Alfa ahora!
—Vas a ser un Alfa muerta si no te tomas un tiempo para descansar y curarte.
—Considérame descansada. Y curarse está en la agenda para hoy también. Pero
primero necesito hablar con el tío Rick. ¿Dónde está mi teléfono? —Cuando mi corazón
dejó de intentar palpitar para salir de mi pecho, me dirigí a mi maleta, a pesar del
intenso dolor en mi costado y mi cadera izquierda.
—Está en el cargador en el salón. ¿Cuál es el plan?
—Voy a hablar con mi tío, luego voy a Cambiar hasta que esté curada. ¿No acabo de
decir eso?
Marc jadeó.
—Estaba hablando a largo plazo. Ayer dijiste que tenías una idea mejor.

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—Oh. —Rebusqué en la bolsa del vestidor de Marc en busca de unos pantalones cortos
de deporte y una camiseta, ya que no me ducharía hasta que Cambiara lo suficiente
para estar presentable en la sociedad humana—. Sí. Vamos a luchar, y vamos a
hacerlo de la forma correcta. Con el elemento sorpresa de nuestro lado, y todos
nuestros aliados y hombres en su lugar. Incluyendo los Thunderbirds. Malone y sus
hombres no pueden defenderlos nada mejor de lo que nosotros podríamos. Los birds
van a ser el factor determinante en esta guerra. Vamos a recuperar el rancho y el
Orgullo. Permanentemente.
—Así que… ¿viaje en carretera? —preguntó Jace desde la puerta, y asentí.
—Sí. Una vez me haya curado lo suficiente para ser vista en público. —Empecé a tirar
de mis brazos por el sangriento suéter de cuello de tortuga, pero paré cuando el dolor
en mi costado cruzó por todo mi torso.
—Aquí, déjame. —Marc estaba a mi lado antes de que pudiera contestar, y pude oír los
dientes de Jace rechinar desde el otro lado de la habitación mientras Marc pasaba sus
manos ligeramente hacia arriba por mis costados bajo mi camisa, sujetándola arriba
para que pudiera liberar mis brazos. Incluso estiró el cuello para que no me diera en
mi nariz rota cuando lo levantara por encima de mi cabeza. Jace salió de la habitación
cuando Marc me ayudó a meterme en los pantalones y la camiseta limpia, todavía con
cuidado con mi cara dañada, pero me dolía tan malamente para preocuparme por los
sentimientos de quién era herido o quién me acababa de usar para afirmar su dominio.
254 De nuevo.
Vestida, cojeé por la parte delantera de la casa en busca de mi teléfono.
El salón parecía un campamento al aire libre. Alguien había apoyado los colchones
hinchables contra una pared, pero no había suficientes muebles para que todos
tuvieran asiento, por lo que la mayoría de los chicos se sentaban en el suelo, jugando a
las cartas en medio del salón. Manx estaba cuidando a Des en el sofá, y Owen se
sentaba a su lado, tranquilizándola de que todo iría bien. No estarían sin hogar
demasiado tiempo. Encontrarían una forma para traernos de vuelta a casa, o empezar
un nuevo hogar. Que ella y el bebé estarían a salvo.
Mi madre estaba traqueteando por la cocina, haciendo sonar cacerolas, lamentando
abiertamente la falta absoluta de Marc de una olla.
Kaci se sentó en la mesa con Holly y Michael, jugando a la versión casera de los
Cambiadores de Realidad o Ficción.
—Así que… ¿y las alergias? —preguntó Holly, mientras apartaba una almohada que
alguien se había dejado en el suelo y por poco olvidando una maleta abierta—. ¿Alguna
vez alguien les ha tenido alergia? ¿Por la caspa de gato?
Puse los ojos en blanco, contenta de que pareciera estar adaptándose, y Kaci se rió.
Michael se rió entre dientes.

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—Creo que nuestra caspa es en su mayoría humana.
—Oye, ¿cómo te sientes? —preguntó mi madre, mientras liberaba mi teléfono de su
cuerda en el mostrador de la cocina—. No te ves mucho mejor.
—Gracias. —Forcé una sonrisa. Tenía razón. Los moretones alrededor de mis ojos
estaban más oscuros de lo que lo habían estado el día anterior, el lado de mi cabeza
estaba hinchado y horriblemente sensible al tacto, y mis costillas se sentían como si
estuvieran siendo rotas con cada paso que daba. Pero mi pobre nariz… El puente
estaba muy hinchado y descolorido, y el único lado bueno que podía encontrar era
que, después de una extensa búsqueda, gracias al Dr. Carver, no se curaría torcida—.
Me siento como si hubiera sido pisoteada por una estampida de Bruin, pero estaré
mejor después de que tenga la oportunidad de Cambiar y ducharme.
Mi madre abrió la boca, probablemente para decirme que tuviera cuidado. Pero
entonces sólo la cerró y me dio una sonrisa triste, y podía ver en ella todo lo que
dejaba sin decir, cada miedo consumidor por mí, y la amé tanto por su preocupación
como por su moderación.
—Tendré cuidado —dije, y su sonrisa se amplió, como una de esas antiguas Polaroid,
de repente clara, donde había sido antes gris.
Marqué en el camino de vuelta a mi habitación, dando un silencioso saludo a Kaci.
Dijo mi nombre, pero antes de que pudiera contestar, mi tío estaba hablándome en el

255 oído.
—¿Faythe? —Le pedí a Kaci 1 minuto con una señal de mi dedo, luego me metí a la
habitación y cerré la puerta a Marc y Jace antes de que pudiera darme cuenta de que
me habían seguido pasillo abajo.
—¿Has descansado algo? —preguntó el tío Rick, mientras me hundía con cautela en la
silla del escritorio y apretaba el botón de encendido del ordenador de Marc.
—Más de lo que quisiera. Pero estoy arriba y corriendo ahora. Me voy mañana a
reclutar a los Thunderbirds, y estaba pensando que podíamos alcanzar a Kenton y sus
pequeños soldados de juguete el lunes por la mañana. Antes del amanecer, cuando
menos lo esperen. Si todavía estás conmigo.
—Estoy dentro. Y también lo están Bert Di Carlo y Aaron Taylor. Están listos,
esperando una palabra.
—Impresionante.
—Pero, Faythe, Marc lo planteó si necesitaras un tiempo para recuperarte. ¿No te estás
moviendo un poco demasiado rápido?
—Nos quedamos sin tiempo y nos sobran enemigos, tío Rick —dije, luego levanté la
mirada cuando la puerta de la habitación se abrió—. Estaré bien para el lunes. —Marc
entró con una humeante taza de café, saboreando el aire con crema de vainilla

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francesa. Jace estaba justo detrás de él, trayendo varios sándwiches de pavo en un
plato de plástico.
Mi tío suspiró en mi oreja.
—De acuerdo. Pero tenemos que saber seguro que Malone y la mayor parte de sus
hombres están todavía en el rancho antes de que entremos. Si no, incluso aunque
eliminemos a Kenton de la escena, ¿qué le costará a Malone poner a cualquier otro en
su lugar?
—Estoy de acuerdo. Malone es el objetivo. Podemos enviar exploradores por
adelantado…
—No funcionará —dijo Marc, colocando la taza llena cuidadosamente en su escritorio—
. ¿Crees que iría al problema de expulsarnos, y luego no patrullar su nuevo territorio?
Si todavía está ahí, uno de sus hombres nos olerá al momento que pongamos el pie en
el territorio.
Maldición. Marc tenía razón, por supuesto. Y no había forma de que pudiéramos
enmascarar nuestros olores lo suficientemente bien para engañar a un compañero
werecat, y no había forma de que pudiéramos evitar dejarlos con cada paso que
dábamos.
¿Pero y si no tenemos que poner el pie en su propiedad…?

256
—Tengo una idea. —Las cejas de Marc se levantaron de forma interrogativa, pero
negué con la cabeza para decirle que se lo diría luego—. No es algo seguro, pero vale la
pena.
—Muy bien, entonces, te dejo eso a menos que oiga lo contrario —dijo mi tío—.
¿Sabemos cómo descubrió Malone lo del funeral?
Me tragué un gemido y tomé la taza.
—La perdida estaba en mi equipo, pero ya se han ocupado de él. Pero en el caso, creo
que todos los hombres tienen que saber exactamente cuánto está siguiendo esto. No
podemos permitirnos advertir a Malone otra vez.
—De acuerdo. No planeo rellenar a mis hombres hasta el domingo, y el castigo por
discutir la maniobra a cualquiera fuera del Orgullo, incluyendo los miembros de la
familia, es la expulsión.
—Bien. Será lo mismo en mi final. —Di un sorbo de la taza, disfrutando del calor de
ella en mi mano—. Te llamaré después de que hable con la Bandada.
—Ten cuidado, Faythe.
—Sabes que lo tendré. —Cuando colgué, levanté la taza hacia Marc como si brindara
por él—. Gracias. No tenías que hacerlo. —Estaba incomoda con el pensamiento de
cualquiera de los dos, él o Jace, esperándome, pero no iba a rechazar su ayuda por

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orgullo, especialmente cuando estaba a sólo veinticuatro horas de la peor lucha de mi
vida.
Además, ¿con qué frecuencia le había llevado café a mi padre?
Ese pensamiento no ayudaba. Yo no era mi padre. Ni siquiera era como mi padre. Si lo
fuera, no hubiera perdido espectacularmente con Colin Dean. No estaríamos
escondiéndonos en la zona libre, abusando de la generosidad de Marc y ocupando su
pequeña casa. No estaría planeando un viaje secreto a otra zona libre werecat a
solicitar ayuda de otras especies, aquellas cuyo contacto previo con nosotros podría
difícilmente ser descrito como “amistoso”. Así que ciertamente no merecía ser tratada
como trataron a mi padre. Todavía tenía que ganarme ese privilegio.
—¿Cuál es tu idea para reconquistar el rancho? —preguntó Marc.
Puse abajo la taza y agité el ratón de su ordenador, irritada por cuánto tiempo se
estaba tomando el ordenador para arrancar.
—Esto va a sonar a locos, pero los Thunderbirds pueden hacer una exploración mucho
mejor de lo que nosotros podemos, desde mucho más lejos. Desde cualquier distancia
decente, Malone y sus hombres no tendrían ni idea de que no son pájaros normales,
porque no hay nada que juzgar a gran escala en el cielo.
—¿Quieres que los birds hagan la reconquista por nosotros? —Jace se sentó con su
cadera en el borde del escritorio hasta que Marc le frunció el ceño. Se puso en pie, pero
257 no se alejó.
—Sí. Sería más seguro y rápido.
—¿Y crees que están tan aburridos que se ofrecerán a espiar a Malone por valor de
entretenimiento? —preguntó Marc—. Porque no podemos permitirnos absorber su
deuda en nada menos que combate a gran escala.
—Lo sé. —Fruncí el ceño—. Quizá pueda presentarlo como un contrato global…
Jace se encogió de hombros, llamando mi atención.
—Sólo necesitas un bird para este trabajo, ¿verdad?
—Sí, supongo.
—¿Qué pasa con Kai? —El thunderbird que Owen había capturado durante su
incursión en nuestra propiedad—. Le perdonamos la vida. De acuerdo a su ley, ¿no
significa eso que nos la debe?
Mi sonrisa se amplio lentamente, y fue todo por Jace.
—Eso puede funcionar. Gracias.
—Así que, ¿nos vamos mañana? —Jace dejó el plato en el escritorio delante de mí,
luego se inclinó contra la pared donde pudiera vernos a mí y a Marc.

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—Sí. Estoy intentando reservar el vuelo, pero el sitio está tardando una eternidad en
cargar…
—Aquí, déjame hacerlo —dijo Marc, alcanzando ya el ratón.
—Gracias. —Puse mi tarjeta de crédito en el escritorio, luego me llevé el plato y la taza
lentamente al lado de la cama, donde usé su vieja mesita de noche como mesa. Pero
incluso sentarme me hacía daño en las costillas, y me llevó la mayoría de mi
concentración ignorar el dolor—. Necesitamos tres asientos en el vuelo más próximo a
Roswell mañana por la mañana. —Porque Roswell era el aeropuerto más cercano al
nido de los Thunderbirds. En serio.
—Así que vamos a... ¿qué? —Jace frunció el ceño, mientras mordía el primer
sándwich, haciendo una mueca de dolor por mi nariz cuando masticaba—. ¿Asaltar el
rancho y empezar a dar golpes? ¿No crees que están esperando eso?
—Probablemente. —Me encogí de hombros, luego tragué—. Pero los clásicos nunca
mueren. Y con suerte no estarán esperando ayuda aérea. —Estaba tan aburrida como
el siguiente chico por el hecho de que necesitábamos ayuda de otras especies para
nuestras propias posibilidades—. Entramos cuando no nos estén esperando y vamos
por Malone y Dean. Y luchamos contra quien quiera que esté entre nosotros y ellos.
—Puede que tengamos que matar a Kent —dijo Marc, mientras su ordenador zumbaba
y pitaba, el módem de acceso telefónico pasado de moda protestando su participación

258 en el día del trabajo.


—Kent ya hizo su elección, y tendremos que vivir con las consecuencias. O no. —Jace
frunció el ceño otra vez, y sabía lo que estaba pensando. No quería que Parker perdiera
otro hermano, y yo ciertamente no quería ser la que hiciera que pasara. Especialmente
después de que Kent me hubiera ofrecido lo que él inocentemente consideraba asilo
seguro en mi propia casa. Pero había mayores asuntos en juego, y haría lo que tuviera
que hacer para proteger a mis hombres.
Y para recuperar su confianza.
Acababa de terminar el tercero y último sándwich cuando Marc finalmente giró su silla
para estar de cara a mí.
—De acuerdo, despegamos de Jackson a las 9:38 por la mañana. Tenemos que estar
ahí una hora antes, como mínimo, y es un viaje de dos horas. Así que tendremos que
irnos sobre las 6 a.m.
—Genial. Gracias. —Terminé mi café ahora tibio, luego le pasé ambos platos a Jace—.
Voy a Cambiar un par de veces, y con suerte empezar a poner este traumatismo
craneal tras de mí. Sin mencionar la nariz rota. Apenas puedo soportar mirarme al
espejo en este momento. —Y el arco inferior de mi campo de visión era una bruma
azulada y púrpura de contusiones por las que apenas podía ver.

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—Tendrás que comer entre Cambios otra vez —dijo Jace, dirigiéndose lentamente, a
regañadientes, hacia el pasillo—. Traeré algunos sándwiches más o menos en media
hora. ¿Necesitas algo más?
—Un mazo de carne y un disparo más a la cabeza de Dean —dije, cuidadosamente
sacándome la camiseta por encima de la cabeza por mí misma. Si no podía soportar el
dolor de cambiarme de ropa, ¿cómo iba a Cambiar?
Jace forzó una sonrisa, pero por debajo del esfuerzo, parecía tenso. Decepcionado.
—Pronto, espero. Grita si necesitas algo más.
Intenté una sonrisa, pero no funcionó.
—Gracias, pero sólo necesito Cambiar. —Y sanar. Y pensar. Y llegar a ser una
competente y respetable Alfa de la noche a la mañana. Encontré la mirada de Marc—.
¿Puedes poner a los chicos al corriente con el plan? ¿Y oler el aliento de Parker? Él
está oficialmente fuera de la barra hasta nuevo aviso.
—Seguro. —Marc seleccionó apagar del menú de inicio de su computadora de
escritorio, luego apagó el monitor y se puso de pie empujando su silla lejos del
escritorio—. ¿Quieres que te traiga más café? ¿O tal vez agua?
—Estoy bien por ahora, chicos. De verdad. —Miré sobre el hombro de Marc hacia el
pasillo—. ¿Puedes cerrar la puerta? No creo que Holly necesite otra demostración tan

259
pronto.
Marc asintió y desapareció en el pasillo, y la puerta se cerró detrás de él. Estaba
suficientemente sola para no tener que llevar puesta la cara de Alfa que todavía no
perfeccionaba. O la cara de póker de guardiana que había estado llevando tan
frecuentemente. O cualquier otra cara optimista que escondiera cuán atemorizada,
furiosa e insegura me sentía. Cómo tan profundamente convencida estaba esta oscura
parte de mí de que este nuevo plan, esta nueva reencarnación de lucha-o-muere podía
fallar espectacularmente y no sólo matarme a mí, sino a todos los que amaba.
No podía dejar que eso pasara. No podía permitirme perder de nuevo.
Bajé mis shorts y me los quité, luego cuidadosamente descendí hasta que mis rodillas
tocaron la rugosa alfombra. Mi costado se sentía como si hubiera sido apuñalado. Mi
cadera izquierda protestó bruscamente y mi hombro cantó en armonía con ella.
Incluso mi nariz palpitaba fuertemente por mi cambio de posición (o tal vez, altitud) y
se sentía como si alguien hubiera impactado un martillo contra el lado izquierdo de mi
cráneo.
Abracé el dolor tanto como una penitencia como un consuelo. Era la consecuencia de
haber perdido la más importante pelea de mi vida, así como la prueba de que había
sobrevivido. El dolor era un recordatorio de mi arrogancia y debilidad, y si alguna vez
olvidaba esa lección, Dean me mataría. No dudaba de ello.

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Así que, en lugar de ignorar el dolor, llamé al mismo, tratando de alcanzar más. El
dolor es una parte de quién soy. Es la característica que define la transformación del
Cambiaformas. El dolor es lo que sufro de mis enemigos. Es con lo que castigo a
aquellos a quienes quebrantan nuestras reglas. Es con lo que puedo protegerme de
mis cargos. El dolor es lo que he heredado del destino, ese perro voluble que me dio
una boca y puños, y luego me puso en un mundo que sólo quería mi vientre y mis
brazos acunados.
El dolor es lo que me alimenta cuando nadie más puede nutrir la furia nociva en mi
corazón. Es a lo que me adhiero cuando todo lo demás (o todos los demás) se desliza
entre mis dedos crispados.
Y el dolor es a lo que me aferré esa tarde, cuando mi hermano y mi padre fueron
asesinados, mi Orgullo robado, mi cuerpo golpeado, y mi responsabilidad se estrelló en
mí como si todo el peso del mundo descansara firmemente en mi pecho.
Cierro los ojos y llamo al dolor (en todas sus gloriosas formas) y cabalgo en él como un
caballo fugitivo.
Michael sujetándome contra el suelo de una camioneta comercial, mientras lucho
contra una cuerda de nylon e intento zafarme. Su agarre hiere mi muslo, su invasión
hace daño a mi alma… En mi infierno presente, impulsada por la rabia y el dolor de
recordarlo, mis pies y mis manos se engrosan convirtiéndose en patas.

260 Michael me extiende a ambos lados de un colchón desnudo, en una celda del sucio
sótano. Me golpea el rostro, pero como eso no me hace gritar, me golpea de nuevo… En
el suelo de la habitación de Marc, mis uñas se endurecen en garras clavándose en la
alfombra en lugar de en la carne enemiga.
En mi propio sótano, Luis me patea, rompiendo dos de mis costillas…
Mi columna vertebral se alarga más allá de mi coxis, ya silbando malhumoradamente
incluso antes de que mi cola se forme completamente.
En las laderas boscosas de Montana, Zeke Radley apuñala mi cadera derecha,
hundiéndome en agonía al rojo vivo todo el camino hasta mi hueso…
El eco del dolor canta profundamente el tuétano de mis huesos, y mi rostro comienza a
alargarse, un hocico formándose donde antes sólo había estado una barbilla y una
nariz rota.
Y finalmente el dolor arrasa con todo lo demás en una profunda ola de agonía que
incinera el pensamiento, que borra la memoria.
He Cambiado por primera vez desde que me convertí en Alfa.
Mi forma de gato se siente diferente esta vez, en una forma que puede explicarse
sencillamente por mi nuevo rango. Me siento poderosa, letal, y apenas contenida. Mi
nuevo cuerpo ha nacido del dolor y la furia, y ambos han sido desatados.

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Pero no tengo dónde enfocar ese poder, nada para liberarlo sin herir a las personas
que amo. No tenía forma de gastar este poder, excepto en más dolor para mí misma.
Así que Cambié de vuelta, en menos de dos minutos de que me parara por primera vez
en cuatro patas.
El dolor era peor ésta vez en lugar de mejor, a pesar de las pequeñas heridas que podía
sentir curadas. Como si el dolor fuera el propósito de este violento poder. Mi
propósito…
Necesitaba poder y merecía el dolor, así que tomé ambos. Una y otra vez.
Cambié de vuelta a forma humana mientras amargos recuerdos pasaron detrás de mis
ojos como viejas cintas de video, acelerados y fuera de enfoque, y casi demasiado
rápidos para poder entenderlos.
Andrew extendiéndome a ambos lados del vidrio esparcido por el suelo; golpeándome,
una y otra vez. Kevin Mitchell me abofetea en una sala de estar suburbana, luego el
recuerdo se distorsiona y él gira mi brazo lo suficiente para romper el hueso. En los
bosques de Montana, un gato grande y negro se lanza contra mí, sus garras traseras
clavándose en mi estómago.
Colapsé en el suelo de la habitación de Marc, cubierta en sudor, todavía temblando. Mi
pulso estaba acelerado. Mi respiración era demasiado rápida y demasiado superficial.
Rodé en mis manos y mis rodillas y la habitación giró a mí alrededor. Me agarré al pie
261 de la cama y cuando la tierra se quedó quieta me levanté cuidadosamente y me volví
hacia el espejo, mentalmente catalogando mis heridas y molestias. Mis magulladas
costillas habían pasado de negro y morado a verde azulado pero la agrietada todavía
gritaba cada vez que me movía. Mi hombro ya no dolía, así que giré mi brazo izquierdo
para probarlo. Todo bien. Sosteniendo el borde de la cómoda para mantener el
equilibrio caí profundamente en cuclillas. Mi cadera izquierda se sintió flexible, mi
movimiento suave.
Los moretones alrededor de mis ojos se habían desvanecido y vuelto amarillentos, pero
no menos pequeños. El lado de mi cara todavía lucía grumoso, y todavía palpitaba sin
ser tocado. La hinchazón de mi nariz había bajado, pero cuando tocaba su puente,
sentía dolor. Apretando los dientes, empujé mi nariz hasta que mis ojos se
humedecieron por el dolor, entonces agarré el borde de la cómoda y estudié mi reflejo
frunciendo el ceño. No era suficiente.
De nuevo. Tenía que hacerlo de nuevo.
Me giré y caí de rodillas. La alfombra se veía borrosa por mis lágrimas mientras en
realidad estaba empañada por mi dolor. De nuevo…
La caseta del ciervo está debajo de mí, y mi brazo está destrozado desde la muñeca
hasta el codo. Colin Dean me presiona contra la pared por mi cuello. Mis pies

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colgando. No puedo respirar. El recuerdo se desvanece y él está cortando mi rostro,
amenazando cada vez más…
Me paré en forma de gato, de nuevo. El zumbido de poder todavía quemaba debajo de
mi piel y mi costado todavía estaba herido, pero se sentía como si pudiera saltar desde
una ventana de cinco pisos y aterrizar en mis cuatro patas. Estaba fuerte. Hambrienta
y herida, exhausta, pero increíblemente fuerte…
Cerré mis ojos y mis bigotes se retorcieron. Un cálido y metálico aroma rozó mi piel por
la rejilla de ventilación superior. Y llamé a los recuerdos de nuevo…
Ryan apagaba la luz y cerraba la puerta, dejándome sola con Abby. Nunca había
estado tan asustada…
Los Thunderbirds se abalanzaban, arrebatando a Kaci desde el patio delantero. Sus
piernas colgaban encima de mis manos. No podía alcanzarla. Terror y desesperación
me inundaron, y sabía que la había perdido…
Forma humana de nuevo y casi no podía moverme. Mi cabello pendía suelto en mi
rostro, fibroso de sudor. Mis brazos se sacudían. Me levanté a mí misma usando el
borde de la cómoda como apoyo. Lucía salvaje. Los moretones habían desaparecido,
pero la piel debajo de mis ojos estaba todavía negra. Mis pómulos se destacaban
fuertemente, y mi rostro estaba pálido. Mi cabeza ya no parecía hinchada, pero estaba
sensible y cuando toqué el puente de mi nariz, mis ojos todavía se humedecieron.

262 Caí de nuevo al suelo. Necesitaba Cambiar, pero difícilmente podía recordar por qué.
Mi lengua se sintió gruesa y seca cuando tragué, así que la mordí hasta que pude
saborear la sangre.
Un gato negro se abalanzó desde las ramas, y golpeó a Ethan contra el suelo. Sus
garras desenvainadas cortaron la garganta de Ethan. Ethan trató de alcanzarme.
Murió con mi nombre en sus labios…
Forma de gato de nuevo y esa vez no pude sostenerme. Caí sobre mi estómago,
jadeando, y la habitación se negaba a enfocarse. El dolor hizo eco dentro de mí,
llenando el vacío, succionando el frío con ardiente agonía. Mi estómago estaba
consumiéndome viva, demandando combustible, pero yo sólo quería arder. Quería la
llama.
Colin Dean apunta su pistola, y el destello es cegador en la oscuridad. Mi padre cae.
La sangre florece en su camisa como una rosa a medianoche. Y luego él se va, y estoy
siendo succionada por la oscuridad del tamaño de un alfiler, y el dolor es…
Los Cambios comenzaron a acontecer juntos. Recuerdos de pérdidas y triunfos (porque
Cambiando estaba en la gloria; ahí se permitía la justicia, y estaba en mi espada y en
mi escudo) me alimentaron mucho después de que mi energía desapareció, mucho
después de que el zumbido de mi poder se desvaneció. El dolor estaba todo borroso,

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pasado y presente, físico y emocional. Y por los próximos dos ciclos, no pude ni
siquiera levantarme. Sólo podía forzar a mi cuerpo a seguir los pasos por última vez,
preguntándome si eso sería suficiente.
Cuando terminó, no me pude sentar. Me quedé en el suelo jadeando, sudando,
hirviendo de agonía. Mis costillas habían sido curadas. Mi rodilla estaba sanada. Mi
mejilla lucía normal en el fondo de mi visión. Y todavía estaba ahí el dolor. Profundo,
profundo dolor, en lugares que no podía alcanzar.
Mi peso golpeó mi cadera en el suelo. Mi cuello crujió cuando levanté mi cabeza.
Intenté levantarme, pero mis piernas no cooperaron. ¿Cuántas veces? Demasiadas.
Demasiado rápido.
Lágrimas cayeron por mi rostro, silenciosas, porque no tenía energía para sollozar. El
zumbido de poder me había abandonado, y parte de mí se había ido con él. No merecía
el poder. No todavía. Pero sí merecía el dolor.
—¿Faythe? —La puerta crujió abierta, y olfateé a Marc—. ¡Faythe! —Él estuvo a mi
lado en un instante, levantándome, e incluso su suave toque dolió. Un segundo
después, Jace estaba ahí también. Consigue algo de agua. —susurró Marc—. Y algo de
comida. Pero no digas nada.
—¿Qué sucedió? —Jace susurró a Marc.
—Creo que ella ha Cambiado. Mira su rostro.
263 —Pero… un solo Cambio no podría curarla así. Demonios, cuatro Cambios no podrían
hacer eso.
—Lo sé. Consigue el agua. Y cierra la puerta detrás de ti.
Marc me colocó en la cama, y miré hacia arriba para encontrarlo, pero no podía
enfocar su rostro. Mis ojos estaban tan secos que dolía parpadear.
—¿Qué demonios estabas haciendo? ¿Tratando de matarte? —Su voz estaba densa de
emoción, y sus ojos estaban húmedos—. Eres más fuerte que eso. El suicidio es el
escape de los cobardes. ¡La gente depende de ti!
—No quería morir —susurré—. Necesitaba el dolor.
—¿De qué demonios estás hablando? —Sus ojos se estrecharon, como si quisiera
entender, pero no pudiera. Simplemente no estaba en él. Todo era negro y blanco para
Marc. Correcto y equivocado. Bueno y malo. Comprendía el espectro del dolor
(ciertamente había tenido suficiente de él) pero no lo que significaba para mí. Él no
entendía cómo haciéndome sufrir a mí misma y revivir los malos recuerdos podría
posiblemente llevarme hacia una catarsis, una respuesta psicológica al veneno
emocional—. ¿No has tenido ya suficiente dolor?”
—Aclara mi mente. Necesito más.

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La puerta se abrió y Jace entró con una botella llena de agua helada y una caja de
barras proteínicas. Él abrió la botella y me la entregó.
Tomó toda mi concentración sostener la botella, mantener el agua fluyendo hacia mí,
pero drené la mitad de la botella antes de que viniera el siguiente respiro.
—¿Qué demonios estabas pensando? —Marc tomó la botella cuando la bajé, mientras
que Jace abría la caja de barras proteínicas—. Incluso bajo la mejor de las
circunstancias, debes comer entre Cambios y esta es difícilmente la mejor de las
circunstancias. ¿Cuántas veces Cambiaste?
—No lo sé. Perdí la cuenta.
—¿En media hora? —Marc maldijo en español y me estremecí—. ¿Qué quieres, una
muerte cerebral?
—Lo siento. —Tragué difícilmente y tomé la barra de proteínas que Jace me tendía—.
No quería ir tan lejos. Sólo… necesitaba sanar y necesitaba herirme. Esa es la única
forma de que pueda dar sentido a todo esto.
—¿Qué demonios significa eso? —exigió Marc, olvidando susurrar esta vez.
No podía responder. No podía hacerle entender lo que tan difícilmente estaba tratando
de entender por mí misma.
Jace suspiró.
264 —Estaba castigándose a sí misma.
—No, yo… —Negué con mi cabeza. No era eso. Eso sonaba loco. Él todavía estaba en lo
correcto, aunque no era como yo lo pondría en palabras—. Sólo… parecía como si
fracasar en una escala masiva debiera involucrar más dolor. Como si no debiera ser
capaz de sólo caminar lejos de ahí después de una pérdida que costó todo a tanta
gente. Como si al no estar hiriéndome, no estuviera pagando lo que hice.
—No caminaste lejos de ahí. —Marc señaló, siempre útil para una interpretación literal
de los hechos—. Jace te trajo. Y demonios, Faythe, Dean estuvo cerca de matarte. ¿No
es eso suficiente dolor?
—Sólo… no lo es.
—No tiene sentido. Lo hiciste lo mejor que pudiste, y lo que pasó no fue tu culpa.
—Sí, lo fue. —Mordí la barrita y evité sus ojos—. Lo mejor de mí no fue suficiente, y
esa no es una opción para un Alfa.
Marc me miró por casi un minuto y casi pude escuchar los engranajes zumbando en
su cabeza. Trabajando. Pero realmente no lo comprendió y odió eso. Finalmente se
levantó y caminó hacia la puerta.

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—Asegúrate de que se coma la caja completa. —gruñó. Luego cerró la puerta detrás de
él y estuve sola con Jace.
Debí haber llamado a Marc. Debí llamarlo para que regresara y descubrir una manera
de explicárselo. Pero estaba demasiado cansada para pensar, y demasiado frustrada.
—Él no lo entiende. —susurré, arrugando la envoltura vacía en una bola de celofán—.
¿Por qué no lo entiende?
Jace se echó en la cama a mi lado, un brazo apretando la almohada por debajo de su
cabeza.
—Porque nunca ha fallado. El fracaso nunca ha abierto un agujero en su estómago tan
ancho y tan profundo que el dolor físico es una bendición y un castigo, todo al mismo
tiempo.
—¿Pero tú si?
Jace se sentó y encontró mis ojos con una mirada tan intensa que mi siguiente
respiración se quedó atorada en mi garganta y se negó a moverse.
—Dejé a Ethan en los bosques y él murió. Éramos compañeros, y lo dejé, Faythe. —Él
miró hacia abajo, a sus manos, y comencé a argumentar. Él solamente lo había dejado
porque Ethan le había dicho que pusiera a Kaci a salvo. No había abandonado a su
compañero. Pero antes de que pudiera poner mi argumento en palabras, él miró hacia

265
arriba de nuevo, y algo profundo en mi estómago se cerró—. Y cada vez que Cal te
hiere y no puedo matarlo, me siento de la misma manera. Como si no fuera digno del
aire que respiro si no puedo protegerte.

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CAPITULO 27
Traducido por cYeLy DiviNNa
Corregido por Anne_Belikov

—Vaya. Se siente de locura regresar aquí tan pronto. —Empujé la bolsa más arriba en
mis hombros y miré alrededor del aeropuerto de Roswell y el pequeño grupo de viajeros
matutinos.
Marc se desvió hacia una fila de sillas en la sala de espera, a la vista del lugar de
alquiler de coches, donde Jace estaba en el frente de una corta fila. Marc se hundió en
la primera silla, dejando caer la bolsa a sus pies.
—Teniendo en cuenta lo que pasó la última vez, y todo lo que ha pasado desde
entonces, yo diría que “loco” es decir poco.
Me desplomé en el asiento junto a él y me quedé mirando mi bolso en mi regazo. No
tenía idea de qué decir. Las cosas habían llegado a la calma entre nosotros desde que

266
había salido después de mi espectáculo “El Cambio frenético”, y cada vez que lo
miraba, se sentía como si alguien estuviera hundiendo garras a través de mi pecho. Se
sentía aún peor cuando me miraba, y sin embargo, era peor cuando no lo hacía.
Pero yo estaba agradecida por mi cuerpo todo cicatrizado, incluso después de lo que
me había costado, físicamente. Yo prácticamente estuve en estado de coma durante
casi doce horas después de que caí dormida.
—¿Estás bien? —preguntó, y en mi visión periférica, lo vi mirándome.
—¿Lo estás tú? —Quería tomar su mano. Lo miré, extendiendo el brazo en la silla
entre nosotros. Pero tenía miedo de que me hiciera ver más necesitada. Débil.
—¿En este momento? Sí. —Se retorció en su silla para mirarme con una insoportable y
desgarradora nostalgia en sus ojos—. Porque sólo estamos nosotros. —Miró a su
alrededor a los viajeros matutinos y se encogió de hombros—. En términos relativos.
Pero en pocos minutos, vamos a ser tú, yo y él... —Él asintió con la cabeza hacia el
mostrador de vacaciones, donde Jace estaba hablando con un empleado con el pelo
muy esponjado—. Y no sólo en la medida que puedo tomar.
—Marc...
—Déjame terminar —dijo, y yo asentí. Yo no sabía cómo completar mi abortado
pensamiento de todos modos, y di la bienvenida a sus palabras, ya que últimamente a

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menudo hablaba con los puños—. Puedo ver cómo se relacionan el uno con el otro, y
sé que no es sólo físico, lo que significa que no sólo va a estallar de nuevo. Pero
compartirte con él es como si me pidieras que cortara mi propio corazón y pusiera la
mitad en la mano de esa otra persona. Duele tan jodidamente, Faythe. Como si
estuviera muriendo.
—Así que... te estoy matando. —No era una pregunta, yo reconocía que era verdad.
Marc no se iba porque no podía tener todo de mí, y eso nos estaba matando a los dos.
—Y todos los instintos de gato que tengo me están diciendo que mate a Jace, pero no
puedo. Mi mitad humana sabe que si trato de apresurarme a tomar una decisión, o lo
que sea para disuadirte de elegirlo a él, va a volverse contra mí.
Yo parpadeé, confusa.
—¿Por qué sería contraproducente?
Frunció el ceño, como si él me conociera mejor que yo misma.
—Si hago a Jace la víctima, lucharas por él por instinto. Siempre luchas por los
oprimidos. Eso es lo que eres, y esa es una de las razones por las que te amo. Incluso
si eso no funciona a mi favor esta vez.
Mi próximo aliento lo sentí casi demasiado grueso para arrastrarlo.
—Él no es el favorito, Marc. —Exhalé en gran medida y luché contra el deseo de dejar
267 de mirarlo—. No hay favorito.
—Eso es todo el problema. Tú y yo tenemos una historia real, Faythe. Pero es cierto, yo
debería ser el favorito, y él debería ser la víctima.
—Ya lo sé. —Pero yo no podría obligarme a no amar a Jace más de lo que él podría
hacer para no amarme. Y fue entonces cuando la realidad de la situación realmente
me hundió, iba a tener que alejarme de un hombre que de verdad me amaba a favor de
otro. Y la elección de uno no significa que yo dejara de preocuparme por el otro.
Pero, ¿ellos entendían eso? Demonios, ¿alguno de ellos?
Sí. Jace lo entendió. Él sabía que amar a Marc no me hacía amarlo menos. Pero Marc
no podría comprometerse. Simplemente no estaba en su conjunto de habilidades.
—¿Y la peor parte de esto? —Dudó, poniendo los ojos en blanco en su propia
declaración—. Bueno, no es la peor parte, pero es bastante mala. La cosa es, que por
mucho que me mata verte con él, cuando no estoy allí, es el más cualificado para
protegerte. Así que incluso si yo tratara de convencerte, no puedo pedirte que te
mantengas alejada a cada momento. Yo no voy a estar en el camino para protegerte,
incluso si esto significa que te pierda ante él.
Las lágrimas llenaron mis ojos, y yo las parpadeé a distancia.

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—Simplemente... —Cuando no levanté la vista, se detuvo e inclinó mi barbilla hasta
que mi mirada se encontró con él. Sus ojos estaban nadando en el dolor—. Faythe,
sólo dime que ustedes dos están siendo cuidadosos. No le des lo que no me darás a mí.
Al principio, yo no entendía. Entonces lo hice, y yo sabía lo que le costó preguntarme
eso.
—Marc, no estoy... No estamos... —Respiré profundo y comencé de nuevo—. Fue sólo
una vez. Y sí. Tuvimos cuidado —dije en voz baja, el dolor en mi corazón amenazó con
devorarlo todo. Soltó mi barbilla, y yo miré mis manos—. Más cuidadosos que tú y yo
—Porque a veces Marc y yo... nos distraíamos y lo olvidábamos. Tomé su mano, pero él
se apartó de mí, y me dolía el pecho tan fuerte que apenas podía respirar.
—Oigan, ¿qué pasa? —Jace preguntó, y miré hacia arriba para verlo caminar hacia
nosotros con un juego de llaves en una mano y una carpeta llena de papeles en la otra.
—Nada.
Todo.
Pasé mi manga por mis ojos y me detuve, arrojando el bolso sobre el hombro.
—Vámonos.
Jace frunció el ceño, pero sabía que no debía insistir sobre el tema.
Él había alquilado un coche compacto doméstico con un rendimiento de gasolina, pero
268 que venía con pocos extras. Marc conducía, debido a que sus problemas de control
estaban en sobre marcha y no podía tomar un asiento atrás de Jace.
Yo no quería conducir. Mis problemas de control estaban reservados para la gente que
trató de decirme cuándo y con quién casarme.
—Lástima que no tienen teléfonos. No puedo dejar de pensar que esto fluiría más si
hubiéramos llamado antes para advertir que estamos llegando —dijo Jace desde el
asiento trasero.
Me giré en el asiento del pasajero para enfrentarme a él.
—¿Y qué diríamos? Oye, estamos llegando. ¿Por favor, no nos coman?
—Bueno, esto es mucho mejor: ¡La cena está lista, vengan y llévennos!
Le sonreí, pero la broma de Jace tenía su base en la verdad. Los Thunderbirds eran
aves de presa que preferían la carne cruda. Y cuando no se ponían en inminente
peligro de ser descubiertos, no tenían reparos en consumir carne humana. De hecho,
mientras que el canibalismo es uno de los mayores tabúes de los werecats, es el ritual
de los Thunderbirds consumir la carne de sus enemigos y de sus propios muertos.
También en la falsa columna de llegar inesperadamente a un nido de Thunderbirds,
está el hecho de que no les gustan los visitantes. Ni las sorpresas. O los werecats. A fin

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de cuentas, había estado en pocas misiones más arriesgadas. Y muy pocas que eran
más importantes.
Después de una hora de duración desde el aeropuerto de Roswell, salimos de la
carretera por un camino estrecho, con grava desigual, rodeado a ambos lados por
colinas empinadas y revestimientos de piedra. Nada me hacía sentir más insignificante
que estar rodeada de montañas. Excepto tal vez estar colgando a ciento cincuenta pies
en el aire, sin nada entre yo y la muerte por la gravedad, con un par de garras afiladas
de un hostil Thunderbird.
De cualquier manera, yo estaba totalmente fuera de mi elemento en Nuevo México, y
más agradecida que nunca de que Marc y Jace hubieran venido, aunque viajar con los
dos era como andar en un cortejo fúnebre. En el camino a mi propia tumba.
Después de cerca de cuatro millas por la carretera, llegamos al primer obstáculo: un
vehículo viejo y abandonado colocado de lado en el medio del camino. Si no
hubiéramos estado conduciendo un compacto, hubiéramos tenido que empujar la vieja
estructura de acero del auto, con podredumbre en los neumáticos, hacía la orilla
(factible, pero desagradable incluso para tres werecats) o dejar el coche de alquiler y
caminar el resto del camino. Un kilómetro y medio más tarde, la carretera estaba
bloqueada de nuevo, esta vez por dos coches incluso más viejos y una gran roca. Los
Thunderbirds desalentaban seriamente a los vendedores. Y a los niños pidiendo “truco
o trato”. Y las delgadas las Chicas exploradoras.
269 Tuvimos que caminar desde ese momento, armados sólo con teléfonos celulares y
barras de proteína. En el momento en que llegamos a la pila de enormes rocas,
probablemente intencionalmente caímos en medio de la carretera, el nido estaba a la
vista. Se sentaba en el extremo del valle, construido sobre un saliente que sobresalía
de la confluencia de dos colinas. La enorme estructura era de tipo albergue de al
menos seis pisos de altura, por mi mejor suposición, y más de doscientos metros en el
aire. Con ni una escalera a la vista.
El frente del amplio porche daba a la caída en picado como un balcón de seguridad y
sin rasgos y se duplicaba como una plataforma de aterrizaje para las varias docenas de
casas de pájaros gigantes dentro.
Marc se detuvo para mirar arriba en la estructura, con la boca floja por lo que sólo
puede ser impresión.
—Lo he visto antes, pero no es menos impresionante la segunda vez.
—Impresionante, de miedo como el infierno. Las opiniones varían —murmuré.
Él negó con la cabeza.
—No se puede argumentar que no sea una increíble pieza de artesanía. Apuesto a que
construyeron todo esto ellos mismos.

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Metí mis manos en los bolsillos y caminé por delante, así que los chicos no tenían más
remedio que seguirme.
—Sé que lo hicieron. Pero no estarías tan impresionado por ella si hubieras volado
hasta aquí, colgando como un gusano en un nido lleno de polluelos gigantes.
—Supongo. —Pero él no podía apartar la mirada del nido, y me di cuenta de que esta
era la primera vez que lo había visto a la luz del día. La luz del sol de medio día, de
hecho.
—Entonces, ¿cómo se supone que debemos llamar su atención? ¿Hay una puerta
oculta en la corteza de los árboles por aquí en alguna parte? —Jace miró el árbol, las
colinas cubiertas invadiendo el angosto camino, estaba empezando a hacerme sentir
claustrofobia—. No creo que pueda golpear la ventana con una... una piedra desde
aquí.
Atrás algo gritó débilmente, y miré cómo la puerta principal se abría.
—No creo que conseguir su atención vaya a ser un problema... —Pero de pronto, yo no
estaba segura de querer su atención.
Yo sabía exactamente qué tipo de daños podría infligir un gato enojado, demonios, que
había estado casi muerta por varios de ellos. Yo incluso había visto a un oso enojado
lanzar a un tom dentro de un fuerte árbol hasta romper la columna vertebral del gato.
Pero nunca había visto en mi vida nada más aterrador que una Bandada de
270 Thunderbirds furiosos y de repente, llegar a exigir el pago de la deuda parecía una idea
colosalmente mala. ¿Y si ellos no recordaban su promesa hacía mí o habían cambiado
de opinión? ¿Qué pasa si al venir sin previo aviso (no es que hubiéramos tenido otra
opción) lo consideraban de mal gusto, y nos castigaban siendo ceremonialmente
picoteados hasta la muerte, y después comidos?
Pero estábamos agotados de opciones. Si no podíamos conducir su impresionante y
desatada furia contra nuestros enemigos, podíamos decir adiós al Orgullo sur-central
para siempre. Y a nuestra libertad, no mucho después de eso, porque yo no tenía
ninguna duda de que una vez que el control de Malone sobre su régimen de nuevos
títeres estuviera seguro, irían detrás de nosotros, y los tres preferíamos morir luchando
que ser hechos prisioneros. Entonces, ¿qué pasaría con Kaci, Manx, y mi madre?
Arriba, dos formas aparecieron en el borde del porche, mirando hacia nosotros. Por lo
menos a trescientos metros de distancia y ciento dos pies hacia arriba, todo lo que
podía ver era la típica corta, pero muy robusta construcción de dos hombres
Thunderbirds. Ni siquiera podía decir con seguridad si llevaban o no ropa.
Ellos podían vernos más claramente, un pájaro puede detectar un ratón corriendo por
un campo desde el aire, y a los Thunderbirds, no parece importarles si estaban en
forma humana o aviar. No es que yo hubiera visto muchos de ellos en exclusiva de una
forma u otra, sino que tendían a preferir interminables combinaciones extrañas,

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similares a mi propia cara en un Cambio parcial. Sólo lo mejor de dos mundos a la vez,
su rutina era infinitamente más útil que la mía.
—¿Los conoces? —Jace miró hacia el sol matutino, mirando por encima del techo del
nido/casa de campo.
—No conozco a ninguno de ellos. Ellos no piensan normal... —susurré, a continuación,
farfullé un “alto” mientras dos formas de repente saltaban desde el porche en
sincronización. Completamente sin alas.
Marc y Jace quedaron sin aliento ante el abrupto (y aparentemente suicida) salto, y se
llevó la mayor parte de mi autocontrol no hacer lo mismo.
Tras el despegue, un pájaro sin alas, viró a la izquierda mientras que a la derecha se
desviaron otros, brazos humanos completamente extendidos. A menos de un segundo
más tarde, cuando había puesto suficiente distancia entre sus cuerpos cayendo
artísticamente, los Thunderbirds parecían ondear en el aire, y de repente los dos
conjuntos de brazos se duplicaron en longitud y las plumas brotaron. Sólo eso. Lo que
habían sido normales (sí, musculosos) brazos humanos, de repente tenían seis pies de
largo y oscuras plumas en las alas, en el lapso de menos de dos segundos.
Su Cambio en el aire era la cosa más increíble que jamás había visto. Sin excepción. El
Cambio de las aves no funcionaba del mismo modo en que funcionaba en nosotros, o
probablemente para los osos. Su transformación no es ni lenta ni torpe, y no pude ver

271 ninguna señal de que les doliera. Y (obviamente) podrían hacerla en pleno vuelo.
Ese era el equivalente de un werecat Cambiando a medio paso. Medio salto, incluso.
No me podía imaginar someterme a este milagro de la transformación, o cómo de
diferentes podrían haber sido los nuestros si fuera posible, y esperé un momento a la
vez sorprendida e impresionada. Pero el sentido común se hizo cargo, y regresé a un
saludable estado de precaución.
Los pájaros se abalanzaron hacia nosotros en sincronía, la punta de sus alas a menos
de un pie de distancia. Marc y Jace dieron marcha atrás, y después de vacilar un
instante, decidí mantenerme firme. Sin embargo, mi corazón latía en síncopa
aterrorizada por un momento antes de que las aves se dejaran caer en el suelo delante
de mí, mientras el viento aviar con un poderoso aroma revolvía el pelo en mi cara. Sus
plumas retrocedieron y sus miembros se redujeron a su tamaño normal en el tiempo
que tomó plegar sus enormes alas a los lados.
Y sólo una vez que habían aterrizado me di cuenta de que estaban desnudos de hecho,
al parecer sin ser afectados por el frío. Bueno, casi sin ser afectados...
Parpadeé y obligué a mi pulso a ir más lento mientras Marc y Jace tomaron posiciones
de protección a mi izquierda y derecha, por encima de los emisarios. Para ser
Thunderbirds, estos eran muy altos, sólo una pulgada más o menos que mis cinco o
siete pies. Pero los Thunderbirds caminaban (prueba de que el tamaño no lo es todo) o

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volaban. Pulgada por pulgada, ellos eran los únicos depredadores más despiadados
que había encontrado jamás, y que fueron construidos para volar y luchar.
Sus delgadas piernas y estrecha cintura les permitía ganar peso, y por lo tanto poder,
cuando era realmente necesario para el vuelo, en sus gruesos brazos y poderosos
pechos. Yo nunca había visto pectorales tan bien definidos, bíceps y tríceps cincelados
así. Podrían haber sido tallados en granito. Por lo frías y decididamente poco
acogedoras expresiones.
Por un momento, todos nos mirábamos el uno al otro, los gatos con asombroso
cuidado, las aves con completa sospecha. Y cuando sus rostros adquirieron rasgos
humanos, me di cuenta de que los conocía por rostro y nombre.
—Cade y Coyt, ¿cierto? —dije, esperando que mi sonrisa pareciera más segura de lo
que me sentía.
—Chica-gato. —El de la izquierda volvió en su extraña voz, multi-tono, asintiendo con
la cabeza en la imitación de un verdadero saludo. Y teniendo en cuenta que yo no
sabía cuál de ellos era, no podía funcionar hasta la irritación por el hecho de que había
olvidado mi nombre, obviamente. O no veía ninguna razón para usarlo—. ¿Has venido
a reclamar lo que te debemos?
—Sí. Pero primero quiero hablar con Kai. Nos debe la vida, y estoy convocando primero
su deuda personal.

272

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CAPITULO 28
Traducido por Ellie
Corregido por Obsession

—¿Crees que aceptará? —Marc preguntó, mientras Cade y Coyt se dejaron caer en el
porche en lo alto, uno al lado del otro.
Me encogí de hombros y me giré para encararlos a ambos, encorvándome más
profundamente en mi abrigo.
—Le doy un cincuenta por ciento de posibilidad de fracaso total. Si Kai se niega a
devolver una deuda que debe legítimamente, será deshonrado delante de toda su
Bandada. Los Thunderbirds siempre vengan a sus muertos, honran su palabra, y
pagan sus deudas. Esas parecen ser las únicas leyes que tienen. —Basándome en el
poco tiempo que había pasado con ellos.
Marc frunció el ceño.

273 —Es la parte de “debe legítimamente” la que me preocupa.


—Eso explica el supuesto del cincuenta por ciento de fracaso. —Miré fijamente arriba
al nido, buscando cualquier signo de actividad—. Todo dependerá de mis capacidades
de engatusarlo a creer que nos debe algo.
—Las probabilidades están siempre a tu favor cuando de engatusar se trata. —Jace
sonrió, y yo no pude evitar devolverle la sonrisa.
—No es un engaño —insistió Marc—. Podríamos haberlo matado cuando lo agarramos.
Probablemente deberíamos haberlo hecho, teniendo en cuenta cuán poca información
nos dio realmente. Entonces, según su manera de pensar, Kai nos debe su vida.
—Esperemos que tengas razón. —La puerta de arriba chirrió al abrirse otra vez, y Cade
y Coyt dieron un paso hacia la orilla del porche, esta vez seguidos por un tercero, de
cuerpo ligeramente más pequeño.
Kai. Tenía que ser.
Cade y Coyt bajaron del porche en direcciones opuestas (evidentemente era un
procedimiento estándar al momento de saltar de edificios altos), y cuando estuvieron lo
bastante lejos como para evitar un choque, el tercero los siguió, ya brotando plumas
por todas partes de sus brazos rápidamente alargándose.

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Los dos pájaros más grandes aterrizaron directamente delante de nosotros, con fuertes
y pesados golpes, y momentos después, su compañero se dejó caer al suelo un poco
detrás de ellos, mostrando la combinación extraña de un cuerpo superior de pájaro y
una mitad inferior de humano. Su rostro Cambió mientras caminaba con fuertes pasos
hacia nosotros, su pico curvo y puntiagudo fundiéndose en su cara mientras que sus
plumas se retiraban como magia. O por lo menos como magia de películas.
Cade y Coyt se apartaron cuando Kai se acercó, sus alas esparcidas agresivamente,
sus pies humanos descalzos evidentemente imperturbables por la fría y áspera grava.
—¿Qué deuda reclamas sobre mí? —exigió, con su rara voz de doble-tono raspando
dolorosamente mi pizarra interior. Los ojos negros de Kai destellaron con ira, pero tuve
la clara impresión de que era en parte un intento por encubrir... ¿vergüenza? Sí. Algo
en su lenguaje corporal (¿excesiva amenaza en su postura tal vez?), me dijo que él se
sentía humillado al tener a un trío de werecats reclamándole una deuda aún sin pagar.
Bueno. Esto quizá funcione, después de todo...
—Realmente no es tan complicado. Nosotros perdonamos tu vida, por lo tanto, tú nos
la debes. —Crucé mis brazos sobre mi pecho, olvidándome de mis dedos congelados en
un intento por lucir lo más segura posible.
Su mandíbula se apretó visiblemente, sus pequeños y brillantes ojos negros
estrechándose.

274 —Yo estaba listo y dispuesto a morir honorablemente, como un prisionero de guerra.
Resoplé, mostrando un legítimo escepticismo.
—Y, sin embargo, aquí estás. Un miembro completamente curado y funcional de la
sociedad. —Donde “sociedad” se definía como “Bandada de gigantes y despiadadas
aves de rapiña caníbales”.
De los brazos de Kai brotaron de repente plumas marrones, largas y oscuras, y sus
manos se arquearon en afiladas garras curvas, tres en el frente, y una garra opuesta a
ellas, como un pulgar muy curvo y afilado.
—Sólo porque tú no quisiste matarme.
Sonreí y tiré de mi pelo sobre un hombro.
—Lo cual nos lleva nuevamente a la parte donde tú nos debes.
—No les debo nada más que una lección de honor. —Dio un paso hacia delante en
forma amenazadora, hinchándose como un gallo enojado. Marc y Jace se erizaron a
mis costados, preparados para luchar si era necesario—. Estuve perfectamente
dispuesto a morir por mi Bandada —Kai insistió, mientras yo forzaba a mi acelerado
pulso a calmarse.

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—Tú no sonabas demasiado dispuesto a morir para tu causa cuando me rogabas no
dejarte solo en el sótano profundo y oscuro, rodeado por la tierra. Cuando me rogaste
que abriera una ventana para que pudieras ver tu precioso cielo. ¿Y qué hice yo? Abrí
esa ventana. Nosotros no sólo perdonamos tu vida, sino que te dimos confort. Te dimos
agua y refugio. ¿Acaso ustedes proporcionan alojamientos semejantes a sus
prisioneros de guerra? —Él abrió la boca para protestar, pero yo lo interrumpí antes de
que pudiera, recordando cuán bien habían tratado a Kaci mientras fue su rehén—.
¿Sin negociaciones previas, o la esperanza de alguna recompensa posterior?
Los ojos del Thunderbird se estrecharon.
—¿Y no estás tú aquí buscando tal recompensa?
Mis cejas subieron.
—Eres listo, ¿verdad? Pero, otra vez, regresamos al hecho de que nos debes. ¿Seguirás
argumentando con la sutileza de un niño mimado, o estás listo para pararte como un
hombre... ehh, pájaro, y pagar la deuda que has contraído?
Kai pareció deshincharse un poco, pero no aflojó su mandíbula. Miró de un lado al
otro, y aunque yo no podía leer mucho en las expresiones de ninguno de los otros
pájaros, evidentemente Kai sí podía. Resopló, entonces se volvió hacia mí, su espina
recta y tiesa.
—Yo no deshonraré a mi Bandada esquivando mi deber. Tú me otorgaste una pequeña
275 medida de consuelo cuando estuve bajo tu misericordia, por lo tanto te debo alguna
pequeña manera de gratitud.
Oh, oh... “Pequeña manera de gratitud” no sonaba lo bastante grande como para
cubrir lo que necesitábamos.
—Tú no suenas muy agradecido. Te perdonamos la vida.
—No. —Kai sacudió la cabeza firmemente, con la mandíbula apretada—. Tú solamente
te abstuviste de tomarla. Esas son dos cosas totalmente diferentes. ¿Qué es lo que
quieres?
—Te necesitamos para hacer un pequeño reconocimiento. Un vuelo sencillo sobre
nuestra hacienda. Todo lo que tienes que hacer es contar los coches y decirnos
cuántos hombres ves en los alrededores de nuestra propiedad.
Kai sacudió la cabeza sin vacilar un momento.
—Ni aunque me alimentaras con tu primogénito, aún mojado y chillando.
Parpadeé, pero por un largo momento sus palabras no tuvieron sentido. No la
negativa, sino la parte acerca de canibalizar a mi teórico hijo futuro.

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—Bien, ¿no es eso... asqueroso? ¿Quién eres, Rumpelstiltskin10?
Kai frunció el entrecejo, como si mis palabras no tuvieran sentido para él.
—Ningún Thunderbird reclamaría un nombre tan absurdamente largo.
Como tampoco ningún sentido del humor. ¿Qué estaba pensando?
—Olvídalo. —Froté mis sienes con mis dedos medio congelados, y cuando me relamí
los labios, probé sangre. Se habían agrietado por el frío—. ¿Estás preparado para
pagar tu deuda o qué?
—Sí. Pero fallar en tomar mi vida cuando estuve dispuesto a perderla no vale
semejante tarea.
—Tú no estarías en ningún peligro... —comencé.
—Por supuesto que no. Yo no tengo nada que temer de criaturas que ni siquiera
pueden dejar la superficie del planeta bajo su propio poder —dijo Kai, aunque él
probablemente todavía presentaba las cicatrices que Owen le había dado.
Grrr... Me había olvidado el gran dolor en el trasero que eran los Thunderbirds.
Inevitablemente.
—Bien, lo entiendo. Estás asustado. Pero quizás podrías hablar con alguno de tus
amigos por mí. Conseguir a otra persona que...

276 —Nadie más lo hará. Ningún miembro de nuestra Bandada se desvalorizaría como tu
mandadero.
Tragué un gruñido de frustración.
—Tú no puedes responder por ellos. Ustedes pueden tener esta cosa rara de
mentalidad de colmena, pero en realidad no comparten un cerebro, ¿verdad?
Los ojos de Kai se estrecharon mientras fruncía el entrecejo, obviamente tan
impaciente como yo.
—Dirán que no. Lo sé, de la misma forma en que sé exactamente qué sabor debes
tener, sólo de olerte, pero...
El gruñido de Marc rasgó el aire. Jace se envaró y se lanzó hacia Kai. Yo me tiré entre
ellos, pecho a pecho contra Jace. A Cade y a Coyt les brotaron plumas y picos
instantáneamente, enfrentándose a Marc, dos contra uno.
—¡Detente! —grité, desesperada por evitar un enfrentamiento que no podríamos ganar.
Metí mis brazos entre mi cuerpo y el de Jace y lo empujé tan duro como pude,

10
Rumpelstiltskin: es el personaje principal de un cuento de hadas antiguo retomado posteriormente por
los Hermanos Grimm. Es un duende maligno que engaña a una muchacha prisionera de un Rey,
ofreciéndole su ayuda a cambio de su futuro primogénito.

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entonces sostuve las manos en alto para detener su respuesta. Sólo una vez que él
permaneció atrás (con ojos y caninos ya Cambiados) me atreví a quitar mi mirada de él
para mirar a Marc. Él estaba de pie con las piernas bien abiertas para mantener un
buen equilibrio, los ojos brillando con rabia, los puños altos y cercanos a su cuerpo.
Estaba listo para luchar, y eso sólo podría terminar en la muerte. La muerte de quién,
eso lo temía especular.
Me paré con mis brazos abiertos en la señal universal para “¡Ya basta!”
—No habrá degustaciones de ningún tipo. ¿De acuerdo?
—Condenadamente de acuerdo —chasqueó Marc, mientras Jace sólo gruñía.
Cuando Kai respondió, yo lo miré fijamente.
—¿Ustedes chicos jugarán limpio si nosotros lo hacemos?
Él estrechó sus pequeños y oscuros ojos de pájaro ante mi expresión.
—Nosotros no atacaremos sin ser provocados. Eso sería deshonroso. Pero con
provocación... bueno, yo nunca probé realmente un gato fresco, y aunque por lo
general encuentro a la carne de carnívoros algo desagradable, me siento de humor por
algo exótico esta noche.
Genial. Alguien obviamente aún estaba amargado sobre su tiempo bajo tierra...
—Sin provocación. Sólo llévanos allí arriba para que yo pueda presentar una petición
277 racional a alguien que no esté esperando su oportunidad para arrancarme los ojos a
picotazos.
Kai hizo un sonido agudo chillante en la parte trasera de su garganta, y me tomó un
momento el darme cuenta que se estaba riendo.
—Tú definitivamente no encontrarás a esa persona en el nido. Pero si te consigo una
audiencia... ¿considerarás mi deuda saldada?
Vacilé sólo lo suficiente para decidir que ese era el mejor trato que obtendríamos de
ellos. A menos que tuvieran otro niño que yo pudiera rescatar. Por último, asentí.
—Saldada por completo. ¿Cerramos el trato? —Sostuve mi mano hacia afuera, pero Kai
sólo frunció el entrecejo.
—¿Tu palabra vale tan poco que debes ofrecer gestos físicos injustificados?
Resoplé de furia y crucé los brazos sobre mi pecho.
—Bien. Como sea. Un viaje seguro hasta tu nido y una audiencia con alguien más útil
de lo que tú obviamente eres. Pasaje para tres —agregué por si acaso.
Marc dijo algo entre dientes detrás de mí, y yo me moví para oírlo mejor.
—¿Qué?

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Puso los ojos en blanco.
—Pasaje seguro de regreso también. No nos dejes estancados allí arriba.
Ah, sí. Me volví hacia los pájaros, tratando de ocultar mi vergüenza.
—Y pasaje seguro de regreso para los tres. Si prometes todo eso, consideraré tu deuda
absuelta.
Kai cabeceó rápidamente, luciendo tan aliviado que me pregunté si debería haber
presionado por más.
—Bien. Tú primero.
—De acuerdo. Sólo un minuto. —Ya temiendo el corto vuelo sin protección, me giré
hacia Marc y Jace y los acerqué en un grupo improvisado—. No pierdan los estribos
ahí adentro. Estaremos a salvo siempre que no comencemos nada. ¿Entendido?
Los dos asintieron de mala gana, y yo me giré para encontrar a los tres Thunderbirds
ya en su forma aviar completa, una de las vistas más espantosas que yo jamás había
visto en mi vida. Mucho más espantoso que un Bruin o un werecat en su forma
animal, porque nos parecíamos a nuestras contrapartes de la naturaleza. Pero no
había pájaro en el mundo tan grande como un Thunderbird, y por todas las leyes de la
física (por lo menos las pocas que yo conocía, de todos modos), ellos no deberían poder
volar. Eran demasiado pesados. Pero tampoco deberían poder Cambiar tan

278
rápidamente. No era de extrañar que se mantuvieran a sí mismos separados de
nosotros.
El mundo nunca había visto nada cercano a los Thunderbirds, y con algo de suerte,
tampoco nuestros enemigos en el Concejo, excepto Malone. Ellos nunca sabrían qué
los golpeó.
—Bien, terminemos con esto. —Sostuve mis brazos hacia fuera y, a mi señal, Cade y
Coyt subieron en el aire con varios aleteos de sus inmensas y poderosas alas. El aire
que movieron sopló mi pelo fuera de mi cara y congeló mi ya mojada nariz. Pero
apenas si tuve tiempo de advertirlo antes de que Cade (o Coyt) envolviera sus garras
alrededor de mis brazos en un agarre poderoso.
Cerré los ojos mientras la tierra abandonaba mis pies, y varios segundos más tarde, el
otro pájaro transportador sujetó mis tobillos.
NomiresNomiresNomiresNomires...
No exhalé en alivio hasta que las tablas de madera gastadas del porche estuvieron a la
vista debajo de mí. Un pájaro dejó caer mis tobillos, y el otro sujetó mis hombros
fuertemente cuando mi cuerpo se columpió libre debajo de mí. Entonces el otro me
soltó, y caí de rodillas en el porche, mirando un gran hueco en el piso, por donde podía
ver la tierra, doscientos pies debajo.

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Mi corazón se aceleró, mientras me puse de pie rápidamente y me alejé de la orilla,
apretando la espalda contra el lado del edificio, irracionalmente atemorizada de ser
soplada fuera del porche por la ráfaga de viento debajo de las alas de los Thunderbirds
que regresaban.
Un minuto más tarde, Jace aterrizó donde yo había caído, y lo ayudé a ponerse de pie.
—¿Estás bien?
—¡Demonios, no! —Se tambaleó de pie y se pegó a mí, con el rostro más blanco que
una acera blanqueada por el sol de Texas—. Hay una razón por la que los gatos no
tienen alas.
—Sí, pero por lo menos siempre aterrizamos de pie.
—¿Entonces por qué aterricé yo sobre mi trasero?
Yo no tenía una respuesta para eso, así que simplemente tiré de él hacia la pared
mientras esperábamos a Marc.
La llegada de Marc no fue mejor, y claramente no menos traumática.
—Nunca. Más. —Fueron sus únicas palabras, mientras los tres seguíamos a Kai
dentro del nido. Yo no podría haber estado más de acuerdo.
Adentro, mi mirada fue atraída hacia arriba, aunque ya lo había visto todo antes. Dos
veces. Aún era impresionante, de la forma de de-cuántas-maneras-diferentes-puedo-
279 morir. La mayor parte del primer piso estaba ocupado por un gran espacio común,
repleto de sillas y sofás que lucían gastados pero cómodos, todos amontonados con
almohadas viejas y gastadas, como si fueran pequeños nidos. En tres de los lados del
cuarto había varias puertas cerradas que llevaban a otros cuartos, y directamente
enfrente de la entrada estaba la escalera.
No había techo. El cuarto estaba abierto completamente hasta el techo, seis pisos más
arriba, y todo el camino, las plataformas y vigas largas y gruesas abultaban las
paredes, cada una ocupada con uno o más pájaros en varias etapas de sus Cambios. Y
todos nos miraban fijamente.
El segundo y tercer piso estaba arreglado como habitaciones de hotel que daban a un
gran vestíbulo. La mayor parte de las puertas estaban cerradas, y en el rincón más
lejano pude ver el cuarto donde Kaci y yo despertamos en nuestro viaje anterior.
—¡Kai! —Todos nos giramos ante el chillido agudo y discorde, y yo me estremecí
cuando Kai se elevó sobre nuestras cabezas en respuesta a la citación. Aterrizó delante
de un Thunderbird femenino, de edad avanzada y desnuda, con una cara humana y
largas canas.
—Les he otorgado una audiencia, para absolverme de la deuda y apoyar el honor de mi
palabra.

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La Thunderbird giró de Kai para encararnos.
—Avancen e indiquen su asunto, entonces váyanse. No deseamos contacto con su
especie más allá de lo que requiera el quitarnos su deuda.
—Suena justo... —Yo no estaba exactamente emocionada por estar allí tampoco—.
¿Está alguno de ustedes dispuesto a realizar una misión de reconocimiento para
nosotros?
—¿Eso nos absolverá de nuestra deuda con usted? —Una voz más suave pero
igualmente escalofriante de doble-tono preguntó.
Me giré para encontrar un hombre moreno, en su mayor parte humano, que esperaba
mi respuesta.
—No sólo eso, no. Esta misión es sencilla y segura... y no podría considerarse
merecedora del valor de la vida de Wren. —Ante un sonido risueño detrás de mí, me
giré para ver a la pequeña segura en los brazos de su madre. Les sonreí a ambas,
entonces continué—. Tengo algo más en mente para borrar esa deuda. Este
reconocimiento es... por separado. —Vacilé, reacia de decir la próxima parte, pero no
tenía otra opción—. Es una especie de favor. Un favor que yo devolveré gustosamente
en el futuro.
—No. Tú no eres de ningún uso para nosotros —la vieja chilló—. Ahora terminamos.
Váyanse. —Con eso, ella nos dio la espalda y levantó vuelo, lista para abandonarnos.
280 Y, así de simple, habíamos sido despedidos.

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CAPITULO 29
Traducido por floci
Corregido por Vanille

—¡Espere! —grité, y la anciana aminoró sus alas, entonces se giró lentamente para
enfrentarme de nuevo, ladeando su cabeza en esa rara manera como de planear. Como
si estuviera curiosa, pero no de buena manera. Curiosa como un niño examinando a
un bicho antes de morir—. ¿No quiere que se haga justicia? —exigí, tratando de
ignorar el hecho de que todos estaban mirándome ahora, y que sólo los dos pares de
ojos que no parecían hostiles eran felinos—. ¡Si hace esto, Calvin Malone pagará por lo
que hizo!
La anciana se acercó un paso, y los vagos movimientos de aleteos empezaron a
rodearnos. Garras rasparon el suelo con cada paso. Las plumas hicieron un sonido de
crujido suave e inquietante. Varios picos se juntaron en amenazantes y ahogados
sonidos. Las aves se estaban aproximando. Reuniéndose para ver el espectáculo, con
nosotros como el centro de su círculo. Éramos la presa, rodeados por varias docenas

281 de thunderbirds adultos.


Y en ese momento, la promesa de Kai de un viaje de regreso a salvo no parecía tan
inviolable. ¿Todavía honraría nuestro acuerdo si ellos nos dijeran que nos fuéramos y
nosotros nos rehusáramos?
—Hemos tenido justicia por Finn. —El ave macho todavía humana estaba con los
brazos cruzados sobre su pecho desnudo—. Nos trajiste a su asesino, y nosotros nos
dimos un festín con cada parte comestible de su cuerpo. —Ante sus palabras, el
inarticulado barullo alrededor nuestro se hizo mas fuerte, como si las aves todavía
estuvieran inquietas en anticipación, y mi pulso se aceleró descontroladamente—. No
tenemos ningún asunto adicional contigo hasta que reclames la deuda que aún
debemos. Y no tenemos ningún asunto más para tratar con Calvin Malone en
absoluto.
—¡Pero él les mintió! ¡Los usó! ¡Casi dejó a Finn sin justicia y ciertamente los tomó por
tontos a todos ustedes! —No podía entender su ambivalencia. ¿Cómo no estaban
ansiosos por ver pagar a Malone?
El ave macho se acercó y mientras lo veía, la más mínima ondulación se arrastró sobre
la piel de sus antebrazos cruzados, como si las plumas quisieran brotar de allí, pero él
las estuviera refrenando. ¿Junto con su temperamento? ¿Eso funcionaba de la misma

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forma que el Cambio parcial para nosotros? ¿El enojo en un ave conseguía, lo más
probable, que salieran precipitadamente sus plumas y garras?
—Nuestros egos no son tan frágiles que se magullan con cada insulto —insistió—.
Malone nos mintió, ha perdido toda credibilidad. Pero al final, no sufrimos por su
mentira. Su manipulación, aunque fue mal intencionada, nos ofreció una muy
necesaria recreación.
¿Recreación? ¿Sacrificar miembros de nuestro Orgullo fue recreación?
Pero probablemente no debería haberme sorprendido tanto. Los Thunderbirds
difícilmente eran nuestra especia hermana. Eran más como primos lejanos. Una o dos
veces distantes. Bastante distantes.
—Entonces, ¿no les importa que Malone se vaya a salir con la suya?
—No. —Kai se acercó a un costado de su compañero de Bandada—. No nos molesten
más con esta cuestión, o se encontrarán con una bienvenida menos cálida.
Sí. Su cálida recepción hacía a la mirada fría de mi madre simpática y cálida.
—Faythe… —Marc puso una mano sobre mi hombro, y asentí sin mirarlo.
—Lo entiendo. No nos van a ayudar con el reconocimiento. Ahora, si se niegan a
ayudarnos a rasgar la mierda viviente de nuestros enemigos, estaremos doblemente
jodidos.
282 —¿Qué es eso? —Esta vez, la cabeza de Kai se inclinó con interés—. ¿Nos quieres para
defecar sobre tus enemigos? Estamos deseosos de pagar lo que debemos, pero no
somos palomas, dejando excremento cuando… y siempre y cuando la urgencia llegue.
Luché contra la inapropiada risa ante la idea.
—Lo siento. Mis coloquialismos parecen perder claridad en la traducción. Sin defecar.
Ningún fluido corporal de ninguna clase, excepto por sangre, con suerte.
La anciana ave habló de algún lugar a mi izquierda, y la multitud se separó para
revelarla.
—Capturaste nuestra atención, Faythe Sanders. ¿Qué sangre podemos derramar por
ti, para saldar nuestra deuda? —Su obvio afán se parecía un poco demasiado a la sed
de sangre felina a mi entender, pero siempre y cuando estuvieran trabajando para
nosotros, en vez de en nuestra contra, estaba dispuesta a lidiar con eso.
Pero en primer lugar, una precaución.
—Entonces, ¿esto es un definitivo no para el reconocimiento?
—Inequívocamente. —Las plumas de Kai se habían retirado, pero abrió y cerró sus
alas/garras como puños en anticipación a una batalla.

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—Bien. —Aunque en realidad estaba muy lejos de estar bien. Pero no inesperado—.
Entonces, estoy lista para convocar el pago de su deuda. Tratamos de lidiar con
Malone a través de medios políticos, y eso fue un fracaso espectacular. Por lo que
vamos removerlo del poder por la fuerza…
—El único modo apropiado… —La cabeza de la anciana se balanceó con impaciencia,
sus ojos pequeños y brillosos reluciendo.
—…Y ustedes lucharán de nuestro lado.
—Luchar…
El susurro hizo eco por toda la habitación cavernosa, acompañado por más susurros
de plumas, raspones de garras contra el suelo, y el emocionado clack de picos. Y varios
segundos después, la pregunta vino fuerte y rápida. Desde arriba:
—¿Para matar o mutilar?
—Lo que sea que resulte necesario. —Alcé la mirada, pero fue demasiado tarde para
detectar al que habló—. Pero sólo pueden luchar contra nuestros enemigos. Sin tocar a
nuestros aliados.
Desde mi izquierda:
—¿Cómo los vamos a distinguir? Todos lucen igual en forma de gato.
—No lo sé. —Me di la vuelta, pero nuevamente me encontré hablando a la multitud
283 entera—. Nos marcaremos de alguna manera. —Froté mi frente, ya abrumada por el
número de detalles que no había siquiera considerado.
—¿Cuándo vamos?
—¿Podemos comernos a los que matamos?
—¡No! —grité, horrorizada por las imágenes formándose ahora en mi cabeza. —Aves
alzándose sobre un campo de cuerpos, desgarrando la carne peluda de los huesos
rotos—. Incluso nuestros peores enemigos se merecen un entierro digno. —Excepto
Luiz. Dispersaríamos sus cenizas para que fueran pisoteado con regularidad. Pero esa
era otra historia…
Hubo chillidos desde el fondo de la sala mientras me giraba nuevamente, y Jace me
alcanzó para sujetarme:
—¿Habrá bastante para todos, o debemos competir por matar?
—Desafortunadamente, sospecho que habrá muchos, pero eso realmente depende de
cuántos de ustedes están dispuestos a venir. —Y en ese momento fue cuando perdí
toda pista de quién estaba hablando. Hablaban desde todas partes, al parecer
olvidando que yo estaba todavía allí.
—¡Todos nosotros!

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—Todos iremos…
—Es justo…
—Alguien debe quedarse con los niños…
—Algunos deben quedarse para cazar…
—Entonces, sacaremos plumas. ¡Plumas en un montón! ¡Las veinte plumas
seleccionadas irán y lucharán!
—¡Espera! —Tuve que gritar para ser escuchada—. ¿No quieren los detalles?
Kai frunció el ceño, una de las pocas aves que todavía me estaba prestando algo de
atención.
—No. Queremos pelear, y el festín.
—¡No! ¡Dije que no habrá festín! ¡Es una guerra, no un maldito banquete! — Levanté
mis manos con exasperación. Mencionar una guerra a una Bandada de Thunderbirds
era evidentemente como colgar caramelos en frente de una clase completa de niños
¡Niños mortales e implacables…!—. ¡Escuchen, por favor! — Y finalmente, el estruendo
empezó a morir mientras varias docenas de pares de ojos pequeños y oscuros se
enfocaban en mí—. Me alegra que estén tan impacientes. Y aún más que peleen de
nuestro lado. Pero hay detalles importantes. Esto no es un todos-contra-todos, y no
consideraré su deuda pagada si no cumplen las reglas.
284 —Faythe, no creo que estén interesados en nuestras reglas —susurró Jace, a pulgadas
de mi oído.
—Bueno, eso es condenadamente malo —murmuré, mientras la enorme multitud de
aves se volvía a reunir alrededor nuestro. Luego, elevé mi voz para hacer frente a la
multitud—. Bien, este es el trato. Cuando estemos listos, les diremos una hora y un
lugar. Ustedes aparezcan y esperen la señal. Entonces atacan. Sólo pueden atacar al
enemigo, de nuevo, nos aseguraremos de que estén claramente marcados, y no pueden
comer lo que matan. —El hecho de que siquiera tuviera que repetir esa advertencia
particular me dio escalofríos—. Si tienen hambre cuando todo termine, habrá pizza.
¡Pero no coman mientras trabajan!
Marc se rió entre dientes, pero la mayoría de las aves parecían confundidas.
—Si alguien se rinde, lo golpean hasta la inconciencia, pero lo dejan vivir —insistí.
Habíamos descubierto que durante los combates a gran escala era más fácil noquear a
los enemigos que se rendían, en lugar de correr el riesgo de atarlos, lo que podría
llevarlos a escapar, traicionar o ambos. Clasificaríamos los cuerpos, tanto vivos como
muertos, después de que la acción haya terminado—. ¿Todos entendieron?
—¿Por qué no simplemente los matamos a todos? —preguntó una voz familiar, y
cuando miré a mi izquierda para ver la fuente, estuve ojo a ojo con Neve, la ave que mi

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padre había herido durante el ataque contra nuestro Orgullo. Ella obviamente estaba
completamente recuperada.
—Por la misma razón por la que no te matamos cuando podríamos haberlo hecho. O a
Kai. Estamos interesados en ganar, en remover a Malone del poder y hacer justicia.
Pero no estamos en esto por la masacre. —Al menos, no una vez que la sangre de
Malone haya empapado el suelo y las entrañas de Colin Dean hayan sido expuestas
para el resto del mundo.
—Entonces son unos tontos. —La anciana me miró con una repugnancia evidente
ahora—. Sufres abuso de un rival, y aunque le cortarías la cabeza, dejarías su cuerpo
vivo. A tu rival le crecerá una nueva cabeza y se levantará nuevamente, y otra vez
harás un esfuerzo lamentable por detenerlo, pero nunca lo eliminarás realmente. La
piedad es una debilidad, niña. Es un rasgo de su mitad humana, y lo permites como
una niña mimada. Justo como hicieron los lobos. Supongo que sabes lo que pasó con
los lobos.
Um, si.
—Extinción. Pero ellos fueron asesinados por cazadores humanos.
—Sí, y por los bruins, y por nosotros, y por algunos de tus propios ancestros, sin
duda. Porque los lobos generaban debilidades como si fuera una virtud. Si uno en el
grupo se hubiera levantado para controlar al resto, o eliminarlos, no habrían sido una

285 presa tan fácil.


—Los aliados de Malone componen la mitad de la población gato del Orgullo. Y, ¿en
serio crees que deberíamos sólo… matarlos a todos? —Apenas podía concebir
semejante muerte a gran escala, y en su gran parte inútil—. No sé ustedes,
muchachos, pero nuestros números no están exactamente creciendo. Estamos
haciendo un buen trabajo para mantener la población actual, y matar a la mitad de
nosotros no va a ayudar a eso.
La anciana sacudió su cabeza, como si le diera lástima mi ignorancia.
—Pero todos esos que queden serán los más fuertes, y la próxima generación será aún
más fuerte todavía, por haber limpiado el banco de genes. —Ella no podía haber dicho
eso. Miré a Marc para verlo con el entrecejo fruncido.
—¿Es eso lo que pasó con ustedes, muchachos? Hasta la semana pasada, nuestro
mayor avistamiento de Thunderbirds fue hace más de quince años. Asumimos que fue
debido a que ustedes mismos se ocultaron, pero tal vez no fue eso. Tal vez han borrado
su propio banco genético con tanto vigor que poco les ha quedado. Tal vez, ustedes
sean los siguientes en seguir a los lobos.
Por un momento, la anciana pareció como si fuera a estallar en plumas o llamas, y mi
corazón golpeó tan fuerte que la delantera de mi blusa se sacudió. ¿Acababa de

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insultar el estilo de vida completo de los Thunderbirds, rodeada por varias docenas de
sus mejores especímenes?
Pero luego la anciana estalló en una risa dura, socarrona, a doble tono, con sus ojos
negros brillando.
—Eres una blanda con esas ideologías tontas y sentimentales, pero eso viene con la
juventud. Crecerás más fuerte e inteligente, si no eres enterrada bajo la bota de tu
enemigo. Pero si tu gente pelea con la mitad de la fiereza con la que hablas, tu especie
podría aún tener una oportunidad de sobrevivir.
Exhalé pesadamente y sentí a Jace y Marc relajarse a cada uno de mis lados. Gracias a
Dios, mi juventud y mi estúpido idealismo la habían divertido. Ellos solamente
molestaban a la mayoría de las personas.
—Terminemos con esto —sugirió Marc suavemente, y yo no pude estar más de
acuerdo.
—Bien, entonces eso es básicamente todo. Sólo matar al enemigo, y solamente si éste
no se rinde. Y no comer a los caídos. Les dejaremos saber cuando estemos listos para
ir. No será mucho, pero tienen que esperar un aviso nuestro.
Hablando de eso…
Mientras las aves protestaban ante las reglas con reacciones desde fuertes

286
fruncimientos de ceños a chasquidos de lengua enojados, saqué mi celular de mi
bolsillo y lo sostuve en alto
—¿Alguien aquí sabe cómo funciona un teléfono celular? ¿O incluso lo que es…?
Beck salió de la multitud, y lo reconocí desde el asalto a nuestro rancho como el ave
que había venido a ayudar a Neve después que recibió un disparo
—Hablé por teléfono con tu padre. ¿Es como el de él?
—Sí. —Afortunadamente, todavía no lo había modernizado a un teléfono inteligente, y
con menos opciones en el dispositivo, había menos formas en que los Thunderbirds
fallaran en esto—. Bien, voy a dejar mi teléfono con ustedes muchachos, y los
llamaremos cuando tengamos un plan concreto.
—Faythe, no puedes dejar tu teléfono aquí —dijo Marc, dirigiéndome lejos de la
multitud.
Jace asintió antes de que pudiera contestar.
—No es seguro para ninguno de nosotros estar incomunicado ahora mismo.
Puse mis ojos en blanco, ya buscando dentro de mi otro bolsillo.
—Calma. —Sostuve en alto el teléfono de mi padre, tratando de tragar el nudo en mi
garganta. Me sentí culpable por reclamarlo, como si estuviera tomando otro derecho

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que no me había ganado, pero no podíamos permitirnos el tiempo para otro vuelo a
Nueva México sólo para decirles a las aves que ya estaba todo listo.
Jace sonrió.
—Bien pensado.
Incluso Marc pareció impresionado. En su mayoría.
—¿Qué hay del cargador?
Sonreí y lo saqué del bolsillo de mi chaqueta, injustificadamente contenta conmigo
misma por haberme adelantado. Afortunadamente, los generadores (y por lo tanto, los
mercados) estaban entre las pocas comodidades modernas que las aves usaban, en su
mayoría para proveerse de luz y calor.
Le mostré a Beck cómo usar el teléfono (sólo lo básico) después le di una lista de
nombres que podrían aparecer en la pantalla cuando yo llamara, sólo en caso de que
algo fuera mal con el celular de mi papá.
—Bueno, mantenlo enchufado en un lugar donde los chicos no puedan alcanzarlo. —
Afortunadamente, la mayoría de los pequeños no podía volar muy bien todavía—… y
no respondas a menos que la llamada provenga de alguien de la lista. —Dejé una lista
muy completa, pero conociendo mi suerte, algún amigo de la universidad del que no
había escuchado todo el año elegiría esta semana para tratar de reencontrarse, y

287
terminaría hablando con un Thunderbird en Nuevo México en su lugar.
Eso sería gracioso de explicar.
—¿Cuánto tiempo les tomará llegar al rancho? —preguntó Marc, mientras una de las
otras aves llevaba el teléfono por otra puerta abierta.
—Necesitaremos un aviso de veinticuatro horas, para tener en cuenta los descansos
durante el vuelo y la recuperación antes de la batalla —dijo la anciana, y me pregunté
si ella podría estar luchando junto a sus familiares más jóvenes.
Asentí. Un día de aviso. Podíamos hacer eso.
Cuando todo estuvo resuelto, le di una última mirada anhelante a mi teléfono, ahora
conectado al enchufe de una cocina anticuada, entonces, dejé que Cade (o tal vez Coyt)
me transportara al camino. El viaje de regreso no fue menos agradable que el vuelo al
nido, pero cuando los tres llegamos a tierra sanos y salvos, decidí contar nuestras
bendiciones. Nadie fue mutilado o asesinado, y nos habíamos asegurado apoyo aéreo
para la lucha venidera. La que, con suerte, nos daría la ventaja que necesitábamos,
incluso si los hombres de Malone nos superaban en número. Y sin duda lo harían.
Nos congelamos en todo el camino de regreso al auto, pero una vez que pusimos la
estufa a toda la potencia, llamé a mi tío para hacerle un informe.

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—¿Hola? —dijo él, a modo de saludo, su voz recelosa por la sospecha. Y ahí fue cuando
me di cuenta que su identificador probablemente había mostrado el nombre de mi
padre.
—Soy yo. Lo lamento. Tuve que dejar mi teléfono con los Thunderbirds, por eso estoy
usando el de papá. Tengo buenas y malas noticias. ¿Cuál quieres primero?
Mi tío rió, obviamente aliviado, y su risa sonó extrañamente como la de mi madre.
—Las tomaré por orden de importancia.
Pero incluso así era difícil de determinar, por lo que se las di en orden cronológico.
—Las malas noticias son que los Thunderbirds no harán un reconocimiento para
nosotros, como yo esperaba.
—Eso es demasiado malo. Fue una buena idea, sin embargo. ¿Cuál es la buena
noticia? ¿Se han comprometido a pelear?
—Con entusiasmo —dije, mientras Jace salía del camino de grava de las aves y
entraba en la carretera—. Su entusiasmo da miedo.
—Vaya. Bien. —Su sorpresa fue obvia, como lo fue su alivio—. Entonces, ¿cuántos van
a venir?
Les sonreí a ambos chicos por el espejo retrovisor.

288 —Veinte. Están sacando plumas para ver quién consigue el honor. Y cada uno de ellos
está contento de derramar sangre tiránica por nosotros.
Y yo estaba lista para derramar más que un poco de la mía misma.

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CAPITULO 30
Traducido por Anelisse y masi
Corregido por Milliefer

—Yo podría tantear a Alex —dijo Jace, recostado en la cama del motel con los brazos
cruzados detrás de su cabeza—. Pero honestamente, creo que tendrías más suerte con
eso que yo.
—No después de que tomara su arma y lo dejara atado debajo de la cama. —El
recuerdo me hizo sonreír mientras me reclinaba en la silla y apoyaba los pies en la
desvencijada mesa del desayuno—. Creo que la única otra fuente posible que tenemos
en el interior es Kenton. Parecía menos que encantado de estar jugando su parte, y
creo que él se siente culpable. Parker podría ser capaz de trabajar a nuestro favor.
—Creo… —Marc hizo una pausa, rodando los ojos, mientras que un motor de avión
rugía por encima, momentáneamente ahogando todos los demás sonidos.

289 Nuestro vuelo de regreso no salía hasta casi las seis de la mañana, y nos dejó con unas
buenas ocho horas por matar. No suficiente tiempo para conducir en lugar de tomer el
vuelo, pero demasiado para perderlo en un bar del aeropuerto cuando podríamos estar
descansando y preparándonos mentalmente para la batalla que se avecinaba.
Cuando el avión había pasado, Marc apartó mis pies de la mesa y se dejó caer en la
silla a mi lado.
—Creo que nos estamos perdiendo la posibilidad más obvia. Tal vez no deberíamos
estar buscando una fuente en el interior, sino una fuente en el exterior.
—¿Por ejemplo...? —Estaba cansada de todo el viaje y entumecida por mi reciente
batalla, incluso después del maratón de Cambios, me hubiera gustado acostarme…
pero en la habitación había dos camas. Jace había reclamado una, y la bolsa de lona
de Marc estaba en el extremo de la otra. No podía tomar una siesta sin hacer una
DECLARACIÓN todo en mayúsculas, y ambos lo sabían. A este ritmo, me gustaría
terminar durmiendo en la bañera.
—Esto supone que no tienes que hablar con alguien en el rancho para averiguar si
Malone está ahí o no. ¿No sería más fácil para Jace sólo llamar a su madre?
Levanté una ceja hacia Marc.

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—Eso no es una mala idea. —Yo giré hacia Jace en la dura silla, deseando una
almohada—. ¿Crees que ella vaya a caer en eso otra vez?
—No lo sé. Ella está en negación, pero no en muerte cerebral. Sabe que la usé la
última vez, y sabe lo básico acerca de lo que pasó con Lance Pierce. Ella no puede
saber toda la historia detrás de la bonita y bastante nueva cara de Dean, pero
probablemente sabe que yo estaba involucrado.
—Nada de eso importa —insistió Marc—. Ella es tu madre, y ya ha perdido un hijo. No
va a renunciar a la oportunidad de reconectarse con su primogénito, aun sabiendo que
él la usa. Mira a Ryan y su mamá. —Marc me miró brevemente y luego se volvió de
nuevo a Jace—. Karen es una de las mujeres más inteligentes, más profundas que he
conocido, pero tiene un punto ciego en toda cuestión de Ryan, aun sabiendo lo que
hizo. Tu mamá tiene que saber en el fondo que todo lo que Malone le dijo acerca de ti
no es cierto. Va a hablar contigo.
Jace se sentó en la cama, con el ceño fruncido, y yo casi podía probar su resistencia.
—Incluso si lo hace, no va a renunciar a la información sensible.
Me incliné hacia delante, capturando su mirada y manteniéndola.
—No necesitamos saber dónde duerme Malone, sólo tenemos que saber si él está en el
rancho. Y tú realmente no tienes que preguntárselo. Sólo dirigir la conversación en
torno a él. Preguntar si está enojado porqué llamaste. Si él puede oír lo que estás
290 diciendo. De esta forma, si no está allí, ella te lo dirá.
Jace asintió lentamente.
—Está bien. Eso suena casi tan divertido como ser lapidado hasta la muerte, pero
estoy dentro. —Se encogió de hombros, y sus ojos se encontraron con los míos con
valentía—. Sabes que voy a hacer todo lo que necesites que haga.
El gruñido de Marc era casi lo suficientemente bajo como para pasar desapercibido.
Pero me di cuenta.
—Sólo asegúrate de que tu mamá no está haciendo la misma estafa en ti —espetó—.
Lo último que necesitamos es que des información nuestra de manera que ella pueda
llamar a Malone con los detalles.
Jace se erizó y se sentó con la espalda recta.
—Retíralo. Yo no soy un idiota.
Las cejas de Marc se arrugaron en una línea dura y oscura.
—¡No, sólo eres un hijo de puta oportunista que se acostó con la novia de un amigo
antes de que el cuerpo de su hermano estuviera aún frío!

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La ira estalló en el fondo de mi pecho, pero antes de que pudiera gritar a Marc por
traer a Ethan a esto, Jace se lanzó de la cama. Si hubiera tenido pelaje, hubiera estado
de pie en el extremo.
—Tú estás muy por encima de la línea, y es mejor dar un paso atrás mientras puedas.
Marc comenzó a ponerse de pie, pero me le adelanté, y cuándo le pedí silencio y que
permaneciera sentado, se reclinó en su silla, pero aún así se apoderó de los
apoyabrazos. Asentí con la cabeza en reconocimiento agradecido de su cooperación, a
continuación, me dirigí a Jace.
—Siéntate. Por favor.
Jace nos miró por un segundo, luego se hundió de manera fluida en el borde de la
cama.
Yo roté mi propia silla para hacerles frente a los dos, luego me senté, luchando contra
la tentación de enterrar mi cabeza en mis manos. O en la arena.
—Chicos, yo sé lo que les he hecho pasar, y ni siquiera puedo decir cuánto lo siento.
He cometido un montón de errores, y los últimos días, he estado demasiado ocupada
tratando de ver cómo cuidar el Orgullo para concentrarme en asuntos más personales
y sé que no es justo para ninguno de ustedes, pero se lo debo al Orgullo… a todos
nosotros… para ahora mismo darle a la lucha toda mi atención. Después de eso, sin
embargo, lo juro...
291 —Acabas de perder a tu padre y tu hermano. —Jace se deslizó más cerca en la cama,
con su ceño fruncido en simpatía—. Y hace dos días que fuiste golpeada casi hasta la
muerte, y luego te echaron de tu casa. Eso es suficiente para hacer frente. Tómate tu
tiempo.
—Gracias. —Le di una sonrisa tensa a Jace, luego me volví a Marc.
Suspiró profundamente y se inclinó hacia delante con los codos en las rodillas, con el
dolor de cabeza empañando el brillo de sus ojos.
—No hay nada que pueda decir ahora mismo que no vaya a empeorar la situación. No
puedo fingir que estoy bien viéndolos a ustedes dos juntos, o esperando que te decidas.
Marc miró al suelo, luego encontró mi mirada de nuevo, dejándome ver la brutal
miseria que mi indecisión le estaba causando.
—Es fácil para Jace decirte que te tomes tu tiempo, porque puede no llegar a perder
nada de esto… Hace un mes, ni siquiera estaba en tu radar, y ahora está en el centro
de la pantalla, pero yo estoy a punto de perderlo todo. —Tragó saliva espesamente,
como si las palabras se le quedaran atrapadas en la garganta, y de repente mi corazón
se sintió herido y pesado—. Pierdo un poco más todos los días que tengo que verte con
él. Y no puedo verlo más, Faythe. Necesito saber lo que significo para ti.

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El vértigo se apoderó de mí, como si simplemente hubiera caído cuesta abajo en una
montaña rusa y mi estómago se hubiera ido detrás.
—¿Me estás pidiendo que elija? ¿Ahora mismo?
Marc miró las manos en su regazo. Entonces, me miró, en su mirada el miedo y la
determinación estaban a partes iguales.
—Sí. Lo hago. Tengo que hacerlo, por mi propia cordura. Así que decide, Faythe. Yo o
él. Para bien o para mal. Ahora mismo.
—Marc, por favor, no hagas esto... —Me agarré al borde de la mesa, el pánico se creó
en mi pecho. La presión fue tan grande que apenas podía respirar.
—¡Maldita sea, Faythe! —Marc se levantó y pisoteó por la habitación, luego se volvió
hacia mí, el dolor y la frustración cubrieron sus fuertes rasgos—. No me gusta saber
que quieres que él te toque. Y odio aún más saber que hay más que eso. Si lo quieres
más de lo que me quieres, dímelo y acaba de una maldita vez. Ni siquiera sé si todos
vamos a sobrevivir a la lucha, y no quiero morir sin saber si me amas tanto como yo te
amo.
Me encontré con la mirada de Marc, y mi corazón me dolía tanto que quería que dejara
de latir tan sólo para poner fin al dolor.
—Marc, sabes que te amo...

292 Sus ojos buscaron los míos, su foco cambiando de uno a otro. Luego exhaló, y su
angustia me robó el aliento.
—Yo lo sé mejor de lo que parece que lo sabes tú. Nos perteneceremos, Faythe. Lo he
sabido desde el momento en que te diste cuenta de que me podías enojar y hacerme
sonreír en la misma frase, cuando tenías quince años. Yo te conozco mejor de lo que
nadie lo hará. Yo sé de las pesadillas que te despiertan en medio de la noche. Yo sé
adónde te vas para estar sola cuando te escabulles de una carrera de grupo. Yo sé que
eres igual de dura como la cara que muestras al mundo, pero que debajo de eso, tienes
miedo. Y también sé que el miedo te ha impedido hacer una maldita cosa como poner
tu corazón en esto. Así que, ¿por qué no pones tu corazón en nosotros?
—Marc... —empecé, y su cara se puso borrosa por mis lágrimas.
—Él te ama. —Marc miró a Jace por encima del hombro, a continuación, volvió a
centrarse en mí—. Pero yo te amo más. Él podría alejarse de ti con el corazón roto, si
tuviera que hacerlo, y vivir para amar otra vez. Pero yo no puedo. Desde la primera vez
que nos besamos, nunca ha habido nadie más, para mí que tú. Ni en mi cama, ni en
mi vida ni en mi corazón. Y nunca la habrá. Y eso es lo que necesito saber de ti. Ahora.
—Su esperanza, miedo y desesperación, eran tan espesas en la sala que casi no podía
respirar—. El purgatorio es sólo otra especie de infierno, Faythe.

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—Yo… —Cerré mis manos en puños para evitar las sacudidas. En el borde de mi
visión, Jace se puso rígido, a la espera de mi respuesta, igual de tenso como estaba
Marc, y mi corazón latía dentro de la prensa de mi pecho—. No puedo... no puedo
hacer esto ahora. —Sólo podía hacer malabares con tantas crisis a la vez, y no podía
permitirme el lujo de ser llevada a una decisión que determinaría el curso del resto de
mi vida. Y las suyas. Tenía que estar segura, más allá de cualquier posibilidad de
duda.
De lo contrario, esto nos arruinaría todo.
Marc parpadeó. Las reacciones pasaron por su rostro demasiado rápido para que yo
las identificara, pero el caleidoscopio de emociones terminó en dolor y la ira. Entonces,
de repente, su rostro estaba blanco. Él me había bloqueado, y el darme cuenta de ello
me había magullado en lo profundo de mi alma.
—Bien. —Su voz se quebró en esa sílaba, y retrocedió lentamente por la habitación
hacia la puerta, apretando la mandíbula—. Pero no puedo andar por ahí y esperar a
que te decidas. Ya he terminado con esto. —Una mano en el pomo de la puerta, y se
volvió a Jace y habló con los dientes apretados—. No dejes que me siga. ¿Entiendes?
Jace asintió con la cabeza, mudo. Obviamente sorprendido más allá de las palabras.
Entonces la puerta golpeó, y Marc se había ido.
—¡No! —La puerta cerrándose (una imagen que siempre asociaría con una pérdida
293 devastadora) sacudió mis propios cimientos, provocando un tsunami de remordimiento
y angustia del que no podía liberarme. El dolor dentro de mí, no era como algo que
hubiera sentido alguna vez. Dean podría golpearme hasta la muerte, un golpe cada vez
y no se podría comparar con tener mi corazón arrancado y destrozado frente a mí.
¿Era así como Marc se sintió cuando averiguó lo de Jace...?
—¡Marc! —Corrí a través de la habitación, pero Jace me atrapó en la puerta—.
¡Muévete! Tengo que alcanzarlo.
—No Faythe, no... —Jace me detuvo, y cuando traté de alejarme de la puerta, me
levantó y me sostuvo. Luché por rodearle, arañando el marco de la puerta de madera,
cuando no pude alcanzar la perilla. Mis uñas se rompieron. Rastros de sangre
mancharon la puerta, pero apenas sentía el dolor, mis dedos no podían compararse a
mi corazón.
Cuando la otra mitad de mi alma había desaparecido.
—¡Déjame ir! —No me di cuenta de que estaba llorando, hasta que vi que las lágrimas
empapaban la camisa de Jace—. ¡Bájame!
Él me dejó sobre mis pies, pero se mantuvo firme frente a la puerta, y casi no me
percate de las líneas de dolor que se extendían por su frente.

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Inhalé una profunda respiración.
—Jace, sal de una maldita vez de mi camino.
Él exhaló lentamente y me miró fijamente a los ojos, sosteniéndome por ambos brazos.
—Él no quiere verte ahora mismo. Lo siento. No quería que pasara algo así, pero le
escuchaste.
Sí, yo lo había escuchado. Pero no le creía. Me había dejado una vez antes, pero eso no
había durado. Esto tampoco lo haría, así que tenía que encontrarlo antes de que se
hubiera ido demasiado lejos para seguirle...
—Último aviso, Jace. Muévete.
—No puedo. Lo siento...
Mi puño se estrelló contra su mejilla, y la cabeza de Jace golpeó la puerta.
—¡Maldita sea! —Él se frotó la cara y la línea enojada de su mandíbula rivalizó con la
devastación que había detrás de sus ojos—. ¡Maldita seas, me golpeaste! —Sus ojos
azules se entrecerraron y cruzó sus brazos sobre el pecho como un portero de un club
nocturno—. No quiere verte, Faythe. Y no lo culpo. Tienes el derecho de hacer tu
elección, pero él tiene derecho a la suya también, y él ya la tomó.
Negué rápidamente, la sala se volvió borrosa debajo de mis lágrimas, pero no podía
parar.
294 Jace suspiró y descruzó los brazos.
—Faythe. —Miré hacia arriba para encontrarme con su mirada fija en mí, sus ojos
azules, oscuros como el cielo antes de una tormenta—. Se ha ido.
—No. —Caí sobre mis rodillas, agarrando mi estómago, tratando de luchar contra la
sensación de vacío que crecía dentro de mí—. No puede ser. Prometió... —Me sorbí la
nariz, y el dolor volvió a la vida, en mi nariz todavía medio rota.
Jace se hundió en el suelo delante de mí, con la espalda contra la puerta. Él me atrajo
hacia su regazo y me abracé a él, mi barbilla en su hombro, su barba pálida y áspera
contra mi mejilla mojada. Puse una palma contra la puerta de metal frío, deseando que
se abriera. Deseando que Marc estuviera allí de pie.
Pero Jace estaba en lo cierto. Él se había ido, y la puerta cerrada no iba a entregarme
mi milagro.
—¿Qué voy a hacer sin él? —susurré, mientras la mano de Jace alisaba mi pelo y
lentas lágrimas se arrastraban hacia mi barbilla.
Él inhaló fuertemente, y su pecho se expandió por debajo de mí, sólido y cálido.
—Vas a llorar, después te levantarás y seguirás adelante, porque hay un montón de
personas que dependen de ti ahora, con o sin Marc.

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Incluso bajo el peso de esta nueva catástrofe, yo sabía que Jace estaba en lo cierto. Me
apreté fuertemente a él.
—Pero ¿primero puedo llorar? —En respuesta, guió mi cabeza sobre su hombro y me
acarició el pelo de nuevo, mientras yo estallaba en sollozos.
Más tarde, cuando mis lágrimas se gastaron y sus piernas estaban, probablemente,
medio muertas por la falta de circulación, me senté y apoyé mi frente contra la suya.
—Gracias.
Frotó mi espalda con ambas manos.
—No hay de qué.
—Lamento haberte golpeado.
Jace frunció el ceño.
—Yo también. ¿Quedó un moretón?
—Sí. ¿Te duele?
—Claro que sí, pero probablemente menos que tu nariz. —Él me puso en el suelo para
poder estirar las piernas—. ¿Quieres algo para comer?
—No. —Tal vez nunca más—. Sólo quiero dormir. —Por siempre jamás.

295 —No hay problema —dijo Jace, pero su familiar sonrisa había, claramente,
desaparecido. No era así como él quería ganar. Yo lo sabía. Pero yo no tenía nada más
dentro de mí en este momento.
Me aseé en el baño y me puse la camiseta y los pantalones cortos que había traído
para dormir, y cuando salí, Jace estaba sentado en una silla en la mesa,
completamente vestido. Ninguna de las camas había sido elegida. Su bolsa estaba en el
suelo junto a la más cercana a la puerta, y había puesto mi bolsa en el centro de la
alfombra, entre las camas.
—Elige la que quieras —dijo, y yo quise llorar de nuevo. A pesar de que nunca lo
hubiera creído posible, estaba cansada de tomar decisiones.
Cuando me quedé mirando hacia las dos camas, él se fue al baño y cerró la puerta.
Apagué la luz y me metí en la cama más alejada de la puerta, girándome y
quedándome de espaldas al baño. Cuando Jace salió, se quedó de pie en silencio
durante un minuto, y mi corazón se contrajo de dolor por ambos. Yo sabía lo que él
estaba haciendo. Me estaba mirando, no dormir, sino en la cama que Marc había
dejado fría y vacía, en vez de la que él había estado calentando.
Mis ojos se humedecieron de nuevo, y me odié a mí misma. Había perdido a Marc, y
me dolía mucho. Sin embargo, alejarme de Jace por culpabilidad no haría que

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cualquiera de nosotros se sintiera mejor. Sin embargo, yo no podía pronunciar su
nombre.
Por último, suspiró, y sus pasos se dirigieron hacia la otra cama. La tela crujía detrás
de mí, mientras Jace se desnudaba. Un momento después, el somier crujió y la luz se
apagó.
Cerré los ojos y las lágrimas corrieron otra vez por mis mejillas.
Nos quedamos en la oscuridad, excepto por el resplandor del reloj, juntos, pero
separados. Un sufrimiento similar, marcado de miseria. Yo le oía respirar. Oía crujir el
colchón cada vez que se movía, y sabía que me estaba escuchando, sin dormir
también. Pero no podía conseguir que sus palabras salieran de mi cabeza.
¿Podría él tener razón? ¿Se había ido Marc para siempre? No parecía posible. Todavía
podía oler su aroma en la bolsa que había dejado atrás. ¿La habría dejado a propósito,
porque iba a volver? ¿O lo había abandonado, como nos había abandonado? Cuando
cerré los ojos, vi su rostro, tan herido, tan enojado. ¿Sería más fácil vivir sin él,
sabiendo que todavía estaba en alguna parte? ¿O estaba tan perdido para mí, como mi
padre para mi madre?
¿Perdería a Jace también, si no le admitía? ¿Si no le daba lo que quedaba de mi
corazón, ahora que nadie más lo quería? ¿Estaría traicionando a Marc de nuevo, si
tomaba la única opción que me quedaba? ¿O nos salvaría a todos de la miseria, si

296 finalmente tomaba mi decisión, a pesar de que no tuviera mucha opción?


Marc había tomado su decisión. Me había dejado con Jace. Y me sentía terriblemente
fría y vacía, acostada en la cama sola, cuando alguien que me amaba estaba haciendo
lo mismo a dos metros de distancia.
Me di la vuelta y Jace parpadeó hacia mí desde su cama, acostado sobre las mantas
como si fuera inmune al frío. Llevaba unos simples calzoncillos negros y tenía el ceño
fruncido. Tragué saliva, y luego inhalé una profunda respiración.
—Me dijiste que yo no tendría que dormir sola… que no me pedirías nada. ¿A qué te
referías?
Algo pasó por su rostro. Algo así como alivio, sólo que más profundo. Algo que dolía,
pero que se sentía bien, al mismo tiempo.
—Sí. Soy bueno para lo que me necesites, Faythe. Eso si no me rechazas.
—Necesito compañía. —Calidez. Un toque consolador, la versión en forma humana de
cómo los werecats duermen amontonados para una mayor comodidad.
Él volvió a parpadear, y apenas le vi moverse. Un segundo después, el colchón se
hundió y Jace estaba cálido a mi lado. El resplandor rojo de la alarma del reloj me
mostró la mitad de su rostro y un profundo ojo azul. Le di un beso y luego me giré y
me acurruqué en su pecho. Colocó un brazo sobre mi cintura, su mano se extendió

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sobre mi estómago. Su siguiente respiración fue profunda, lenta, y temblorosa, pero
fiel a su palabra, sólo me abrazó.
Me quedé mirando fijamente la oscuridad e intenté no pensar en la guerra, y en los
hombres que perderíamos. Marc, a quien yo había perdido ya. Jace, a quien yo quería
desesperadamente mantener, pero no podía dejar que me tocase.
Había perdido a Marc porque amaba a Jace, pero yo realmente no podía estar con
Jace, porque amaba a Marc. Y todo eso me hería tan profundamente, que apenas
podía respirar.
—¿Estás bien? —preguntó Jace, y su brazo se apretó a mi alrededor, acercándome
más a él. Su pecho desnudo era cálido contra mi espalda, incluso a pesar de mi
camisa. Su pie se deslizó entre mis tobillos, un contacto íntimo que de alguna manera
extraña no exigía nada.
—Él me prometió que se quedaría —susurré, odiándome a mí misma por dejar que
Marc se fuera, y por no ser capaz de desprenderme de él—. Le prometió a mi padre
moribundo que se quedaría y me ayudaría. No sólo me dejó a mí, Jace. Él nos dejó a
todos.
—Lo siento mucho —dijo Jace, y yo le creí. Él sabía lo que significaba la pérdida para
el Orgullo, así como para mí, personalmente.
—No entiendo. Ama al Orgullo más que a nada en el mundo. Más de lo que él me ama.
297 Yo quería que pasáramos de nuestra boda y nos fugáramos, pero él no quería irse, así
que me fui sin él. Escogió a su gente antes que a mí cuando yo tenía dieciocho años.
¿Cómo nos ha podido dejar a todos, ahora?
Jace no tenía respuesta. Al menos, ninguna que quisiera decir en voz alta. Pero ambos
sabíamos que yo había roto el corazón de Marc.
Jace suspiró y retiró el pelo por encima de mi cuello.
—Se ha ido, y no puedo reemplazarlo, Faythe. Pero te quiero tanto como él. Y yo sigo
aquí. ¿Eso no significa nada?
Cerré los ojos, y más lágrimas cayeron sobre la almohada. Me di la vuelta y le besé, y
cuando finalmente me aparté, me encontré con su mirada torturada, para que pudiera
ver la verdad en la mía.
—Lo significa todo.
Esa noche, me quedé dormida respirando el olor de Jace, todavía degustándole desde
nuestro último beso.
Pero soñé con Marc.

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CAPITULO 31
Traducido por *!!!BellJolie!!!* y Darkemily
Corregido por Vanille

Nos levantamos temprano para tomar el vuelo y llegamos a la puerta con media hora
anticipada. Marc no estaba allí, y tomé cada pedacito de autocontrol que tenía para
evitar estar devastada por su ausencia.
Todavía tenía su boleto (estaba en la maleta que había dejado atrás, para comprobar
mi equipaje) y nos dirigimos de nuevo a casa. ¿Dónde más podría ir?
¿Qué clase de puta masiva era para ejecutar al propio hombre de mi vida?
—Él va a estar bien —susurró Jace, tirando de mí para depositar un beso en mi sien—.
Él siempre lo estará.
—Ya lo sé.
Mientras Jace hacía un último viaje al baño, llamé a Michael. Yo ya le había dado la
298 actualización de los Thunderbird, así que cuando él respondió, mi falta sin
precedentes de una línea de apertura fue el claro indicativo de que algo andaba mal.
—¿Faythe?
—Sí. —Me inquieté en la silla de plástico del aeropuerto, pero no conseguí sentirme
cómoda.
—¿Qué pasa? ¿Los Thunderbirds se retiraron?
Sí, claro.
—Um, creo que ellos seguirían adelante incluso si nosotros nos retiráramos.
—Entonces, ¿qué es? —En el fondo, escuché un sonido metálico de las ollas, aunque
sólo eran las cinco y media de la mañana. Obviamente no era el único que tenía
problemas para dormir.
—¿Tienes ...? —Me recosté en mi silla y me cubrí los ojos con una mano, como si así
me protegiera de las preguntas que seguramente seguirían—. Supongo que no has
recibido noticias de Marc, ¿verdad?
—No. Desde que te fuiste. —Michael vaciló, y oí pasos. Después, el sonido de una
puerta al cerrarse, y desapareció el ruido de fondo. Cuando volvió a hablar, su voz era

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suave. Bendito sea a mi hermano mayor y su impecable sentido de la propiedad...—.
¿Por qué? ¿Qué pasó?
—Se fue. Lo perdí. —Y la ddmisión dolió tanto en voz alta como lo hizo golpeteando en
el agujero de mi peco.
—¿Por a Jace?
—Porque yo no pude elegir.
El silencio siguió, a excepción de mis compañeros de viaje, charlando y tomando café
antes del amanecer. Entonces mi hermano suspiró.
—Lo siento Faythe.
Suspiré y deje caer mi mano en mi regazo. La luz desde el aeropuerto fue brillante
después de mi oscuridad auto impuesta.
—Me alegro de que habrá un montón de culos por patear muy pronto.
—¿Cuándo tiene pensado?
—Pasado mañana. Esto debería dar tiempo para que todos tengan el mismo objetivo.
¿Podrías llamar al tío Rick por mí? Estoy a punto de subir a un avión. Si él está de
acuerdo con la programación, llamaré a los Thunderbirds cuando esté en tierra y les
diré en dónde será nuestro encuentro.

299 —No hay problema. —Pero exhaló pesadamente; yo sabía que si Marc no regresaba, su
ausencia sería difícil para alguien más que para mí.
—¿Oye, Michael,?
—¿Sí?
—No le digas a nadie sobre Marc. Les diré cuando llegue allí. Va a ser mejor viniendo
de mí.
—¿Estás segura?
Suspiré, todo lo contrario.
—Sí.
Jace regresó un minuto después de colgar, y abordamos el avión cinco minutos
después. Se quedó dormido durante el vuelo, con los dedos entrelazados con los míos.
Me quedé con el asiento vacío a mi otro lado.

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—¿Espera, él sólo se fue? —Kaci me frunció el ceño desde el sofá y atrajo los
auriculares de sus oídos, como si hubiera escuchado mal—. Él no haría eso. Marc
nunca se iría.
Mi madre puso un brazo alrededor de ella, pero la mirada de Kaci acusadora nunca se
alejó, creció más fría, con cada segundo.
—¿Qué hiciste?
—Kar... —Holly negó con la cabeza y empezó de nuevo, todavía estaba tratando de
acostumbrarse al nombre verdadero de la tabby—. Kaci, estoy segura de que Faythe no
hizo nada. —Obviamente, en busca de apoyo, miró a través de la mesa de desayuno a
Manx, que estaba sentada amamantando a su bebé, luego a Michael, que estaba
detrás de su esposa, bebiendo una taza de café humeante. Ninguno de los dos habló.
—Sí, lo hizo —Kaci insistió, y nadie discutió con ella. A excepción de Holly y Ryan, el
resto de ellos sabía lo de Jace y no tenía ninguna duda de que ya hubieran descubierto
los fundamentos de cómo se había ido—. La única razón por la que nos dejaría es por
que tuvo que hacerlo. Tú lo dejaste otra vez, ¿no?
—Kaci, eso no es asunto nuestro —mi madre la amonesto suavemente, pero su mirada
se dirigió a mis ojos, con simpatía y curiosidad a partes iguales. Ella había estado en
mis zapatos, y no cabe duda de que había tenido el mismo problema, como yo.
—Está bien. Ella tiene derecho a saberlo. —Crucé mis brazos sobre el pecho y me
300 apoyé contra la pared junto a la puerta, con el deseo de tener el café de Michael—.
Todos ustedes tienen derecho a saberlo. —Porque Aaron Taylor estaba en lo cierto: no
existía tal cosa como la privacidad para un Alfa—. Todo lo que yo hacía le afectaba a
todos—. Él me dejó.
—¿Por qué? —Kaci no se perdió ni un latido de corazón, y yo deseé haber sidolo mitad
de perceptiva de lo que es ella a esta edad—. ¿Qué hiciste?
Eché un vistazo a Jace, que reflejó mi posición al otro lado de la puerta, y
repentinamente estaba contenta de que hubiera llovido tanto antes de nuestro vuelo.
De lo contrario, todos nos hubieran olido el uno en el otro, a excepción de Holly.
Ryan siguió mi mirada hacia Jace, y abrió los ojos. Kaci lo entendió un segundo más
tarde, y el dolor en sus ojos se rasgó a través de mí.
—¿Tienes que tomar todo para ti misma? —Sin esperar respuesta, se puso de pie y
corrió por el pasillo. Un instante después, una puerta se cerró.
Empecé a ir tras de ella (sin tener ni idea de cómo iniciar la conversación en particular)
pero se adelantó mi madre.
—Voy a hablar con ella. —Dudé, y finalmente asentí. Kaci probablemente no quería
saber de mí, de todos modos. Al menos, no por un tiempo.

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Me dirigí a la cocina y hacia el atrayente café recién hecho, pero pasé junto a Ryan,
con su boca abierta, y las cejas altas en lo que sólo pudo haber sido por diversión de
mi vida personal catastrófica. Ni siquiera reduje la marcha.
—Ni una palabra, o voy a romperte la nariz.
La boca de Ryan se cerró. A pesar de que su nariz se había roto varios días antes que
la mía, la suya se veía peor. Él, obviamente, no había Cambiado tanto como yo.
No estaba segura de cuántos de nosotros estábamos alrededor, teniendo en cuenta que
mi última borrachera casi me dejó inconsciente.
Bebí dos tazas de café sola en la cocina, tratando de concentrarme en la lucha que se
avecinaba. Todos nuestros aliados tenían RSVP, y a los birds les había dado los
detalles pertinentes, incluyendo el hecho de que todos los buenos (a los que no se les
tenia permitido matarles) estarían usando una cinta adhesiva de color naranja
brillante atada a algún lugar de sus cuerpos, ya fueran humanos o en forma de gatos.
Pero mis pensamientos vagaron hacia Marc, y mi deseo ferviente de que yo había
pensado decirle a Kaci sobre Jace sin audiencia. Me había olvidado completamente de
que ella estaba enamorada de él, con todo el drama de otros y las muertes que
ocurrían a mí alrededor. Pero para ella, ese amor era de vida o muerte, y yo le había
dado una porción doble de malas noticias.
301 Mi padre nunca hubiera sido tan desconsiderado.
—¿Así que... Faythe estaba con Marc, pero después se acostó con Jace? —Holly
pregunto, llamando mi atención sobre la mesa de juego, donde Michael y Owen se
habían sumado a ella y a Manx—. ¿Y cuando Marc se enteró, dejó a todos en la
estacada sin su principal fuente de músculos?
—Um, sí, supongo que eso lo resume todo. —Michael se encogió de hombros hacia a
mí a modo de disculpa, pero sólo pude rodar mis ojos. Mi vida se había convertido en
un libro abierto. Evidentemente, un libro de adultos.
—Este lugar es como una telenovela espeluznante —opinó Holly, evidentemente,
ignorando el hecho de que yo pudiera oírla. Y verla.
—No podría estar más de acuerdo. —Puse mi taza vacía sobre el mostrador y me dirigí
a la sala sin tener que esperar para ver a Holly ruborizándose. Pero cuando vi a mi
madre en el sofá con Ryan, fruncí el ceño.
—Ella no quería hablar —explicó mamá, y suspiré. Yo no quería ir a la guerra con Kaci
odiándome.
En el pasillo, empecé a abrir la puerta de la habitación que compartía con Manx y mi
madre, pero me detuve cuando escuché la voz de Jace desde el interior.

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—Oye, niña, no te enfades con Faythe. Ella no tenía la intención de herir tus
sentimientos, y yo tampoco...
—Yo no soy una niña —insistió Kaci, y me di cuenta de que el sonido nasal de su voz
era por que había estado llorando.
—Ya lo sé. Lo siento. La gente me llamo “niño” hasta después de cumplir los veinte
años. Y ahora que lo he dicho, me acuerdo de lo mucho que lo odiaba también.
—No estoy enojada con Faythe estoy... yo sabía que te gustaba ella. Todo el mundo lo
sabía —dijo Kaci, y el colchón de aire chilló cuando Jace se retorció—. Y supongo que
sabía un poco tú le gustabas a ella. Pero... ¿qué pasa con Marc?
Sin embargo, lo que realmente quiso decir pero no lo dijo fue: “¿Y yo?”
—Kaci, a veces las cosas suceden —dijo Jace con suavidad—. Y no es culpa de nadie.
O es culpa de todos. A veces las personas se conectan cuando no es su intención.
Cuando no es conveniente, o incluso justo. A veces no es en serio, y ambos pueden ir
por caminos separados después. Pero a veces cambia las cosas para los dos, y para
muchas otras personas.
Kaci permaneció en silencio durante un minuto, probablemente pensando sobre ello;
contuve mi respiración a la espera de su respuesta. Cuando llegó, casi me reí en voz
alta.

302
—Cuando tú dices “conectar”, no estamos hablando de una mirada jugosa y profunda,
¿o sí? Te refieres a Faythe y tú besuqueándose, y todo volviéndose un desastre,
hablando en sentido figurado, y luego Marc siguió su caminó. ¿Verdad?
—Um, sí. Esa es la versión corta.
Y de repente me sentí mal por Jace. No estaba preparado para la rutina de Kaci con
pájaros y abejas, o su extraordinaria habilidad para hervir bajo cualquier situación
complicada con dos oraciones o menos. Tampoco estaba preparado para un completo
filtro verbal.
—Pero ella todavía ama a Marc —Kaci dijo, como si no fuera desgarrador para ambos y
nuestras entrañas emocionales gotearan al suelo para que todos lo vieran.
—Ya lo sé —admitió Jace, me dolió el corazón por ambos. Por todos nosotros—. Ese es
su problema.
—¿Regresará?
—No lo sé. Espero que sí. Él siempre tendrá un lugar en el Orgullo. Pero realmente él
esta enojado y herido en este momento.
—Él podría superarlo. Si te mantienes alejado de Faythe por un tiempo.
¡Oooh, chica inteligente, trabajando a su propio ángulo! Yo estaba casi orgullosa.

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Jace se aclaró la garganta, y yo sabía que él se había puesto serio.
—No puedo hacer eso, Kaci.
—Ya lo sé —ella susurró, pero ya no sonaba como si estuviera luchando contra las
lágrimas—. Pero valió la pena el intento.
Volví a hurtadillas a la sala antes de que pudiera ser atrapada escuchando
indiscretamente, pero el lugar estaba lleno, y cada mirada parecía estar enfocada en
mí. No había espacio para respirar. Así que salí pisoteando por la puerta principal y
me hundí en el escalón superior de hormigón con los codos en las rodillas, mirando el
camino de entrada, el coche de Marc seguía allí, sin ser reclamado. Un minuto más
tarde, la puerta chirrió al abrirse, y Vic se sentó a mi lado.
—Pues bien, en realidad la jodiste bien grande esta vez.
Me atraganté con lo absurdo de su subestimación y probablemente me habría irritado
por el comentario, si viniese de alguien que no fuera Vic.
—¿El término “Alfa” no significa nada para ti?
—Tú sabes que tengo razón.
—No importa ahora. Él se fue. —Y tan sólo al decir las palabras el agujero sangrante
en mi corazón se hizo más amplio.
—¿Lo culpas?
303 —No. —Me giré hacia Vic, y la parte posterior de mi garganta quemaba con las
palabras que tenía que decir, pero probablemente no debía—. Me culpo a mí misma.
Todo es mi culpa, nunca he negado eso. ¡Pero él sólo se levantó y salió, en medio de la
noche! Sin siquiera tomar sus cosas.
—Tal vez duele demasiado verte y saber que realmente no puede tenerte. Esta es la
misma razón por la que nunca tomó un turno para vigilarte en la escuela, sólo que es
peor ahora, porque esto no es sólo una traición física, permitiste que alguien más
entrara en tu corazón, y hasta ahora, ese había sido territorio exclusivo de Marc. Pero
él ya no tiene eso.
—¡Pero no puedo evitar eso! —Me restregué la cara con ambas manos congeladas—. No
puedo dejar de amar a Jace.
—Tal vez no —reconoció Vic—. Pero ni siquiera lo has intentado. No amas a Marc lo
suficiente como para siquiera intentar vivir sin Jace.
Fruncí el ceño, mi cabeza dando vueltas, mi estómago se revolvió, mi corazón dolió y se
quedó vacío.
—Esta es la peor charla para levantar el ánimo en el mundo.
—Esto no es una charla para levantar el ánimo. Esta es la verdad.

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No tenía respuesta para eso. Vic estaba en lo cierto, de nuevo.
—Pero esto va más allá de nuestra relación. Él rompió una promesa. No sólo me dejo a
mí. Los dejo a ustedes también, cuando más lo necesitamos. Personas van a morir,
algunos de los cuales él ha conocido la mitad de su vida, y él no va a estar allí para
verlo. Para evitarlo. ¿Cómo pudo hacerle esto... al Orgullo? —Porque no importaba qué
tan condenadamente Jace y yo lo habíamos lastimado, el resto de ellos no habían
hecho una maldita cosa, y no merecían ser abandonados.
Vic frunció el ceño, pero sostuvo mi mirada, y mi estómago se tenso más.
—¿Qué? —exigí, cuando él no dijo lo que sea que estuviera pensando.
—Él no va a romper su promesa, Faythe. Él estará allí para la pelea.
—¿Hablaste con él? —Mi corazón latía lo suficientemente fuerte como para herir mi
pecho. Había tratado de llamarlo dos veces, y ni siquiera se activó su correo de voz—.
¿Cuándo hablaste con él?
—Esta mañana, antes de que tu avión aterrizara.
—¿Y él va a volver?
Vic asintió y se encontró con mi mirada, y la verdad brillaba en ella hasta quemar.
—Él le prometió a tu padre que te ayudaría, incluso si ustedes dos no terminaban
juntos. Y eso es lo que pasó, Faythe. Él va a regresar por tu padre y por el Orgullo. No
304 para estar contigo.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?" Pregunté, observando la mirada fija de
Jace en su teléfono. La clara luz de la luna brillaba en su rostro y sus ojos parecían
brillar. Era hermoso, sin lugar a dudas.
—Diablos, no. —Él me dio una sonrisa nerviosa y se inclinó junto a mí en el tronco de
un árbol de roble macizo en el patio trasero de Marc—. Pero hacemos lo que tenemos
que hacer, ¿verdad?
—Lo que sea necesario. —Se había convertido en mi mantra. Haría lo que fuera
necesario para recuperar el Orgullo, y solucionaría la matanza más tarde. Y Jace
estaba en ello conmigo, cien por ciento.
—¿Puedo conseguir un beso para la suerte?
Subí sobre las puntas de mis pies.
—Puedes conseguir un beso para lo que quieras. —Porque Marc se había lavado las
manos de mí, así que no había ninguna razón para no besar a Jace ahora. Así que,
¿por qué aún me sentía medio vacía por dentro? ¿Por qué estaba segura de que mi
frialdad perduraría mucho tiempo después de que me cubriera del frío?

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—Bueno, al menos hay un beneficio. —Jace me besó, y aunque me dolía el corazón, mi
cuerpo respondió. Recordando. Pero no era el momento adecuado. No había habido un
momento adecuado, porque no había privacidad en una casa tan pequeña.
Pero la privacidad no era el problema real. El problema era que estar con Jace sólo
podría hacerme sentir mejor por unos minutos a la vez. Marc siempre estaba ahí en el
fondo, fuera del alcance, mientras mis manos dolían por tocarlo. No podía decirle a
Jace eso y, eventualmente aprendería a lidiar con mí pérdida, pero lograr
sobreponerme de Marc no era tan fácil como saltar a la cama de Jace. Tomaría tiempo,
y negar eso no sería justo para ambos.
Una puerta de coche se cerró en el patio delantero, atrayéndome de mi agonía privada.
En la casa, nos estaban esperando, con todo empacado y listo para irnos. Sólo
necesitábamos la palabra oficial de Patricia Malone de que su esposo y sus hombres
estaban en el rancho. Una vez que tuviéramos esto, podríamos marcharnos.
Comeríamos la cena sobre el camino y llegaríamos a tiempo para atacar antes del
amanecer, cuando nuestros invasores con suerte aun dormirían.
El tío Rick, Aaron Taylor, y Bert Di Carlo estaban todos preparados con sus hombres,
a algunas horas de distancia del rancho. ¡Esperando una indicación! Los Thunderbirds
estaban reunidos a un par de horas de vuelo de la propiedad, listos y deseosos de
lanzarse en picado ante la orden.
—Creo que es tiempo —Jace susurró contra mi oído, y apreté los brazos alrededor de
305 su cuello.
—Sí. Vamos a acabar de una vez. —Entendía su temor y respetaba su disposición de
trabajar por ello.
Dio un paso atrás y marcó automáticamente.
—¿Jace? —Su madre contestó al primer timbrazo—. ¿Eres realmente tú?
—Sí. Soy yo. —Se alejo de mí, y miré fijamente la parte de atrás de su cabeza, ondas
marrones brillando bajo la luz de la luna.
—No deberías llamar aquí. Cal dice que... ¿Sabes lo que ellos piensan que hiciste? —
Sobre la línea una puerta se abrió, y sus pasos ligeros se precipitaron rápidamente
sobre un piso de superficie dura.
—No, pero sé lo que realmente hice, y sé por qué lo hice.
—Dijeron que entregaste a Lance Parker a los Thunderbirds y dejaste que lo mataran.
Cal dice que trataste de matar a Alex, y que cortaste el rostro de Colin. Es... ¿es eso
verdad?
Jace suspiró.
—Nunca traté de matar a Alex. Estaba defendiéndome y defendiendo a Faythe.

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—Pero ¿hiciste el resto?
Él se apoyó en el árbol de nuevo, y pude ver su frustración de perfil.
—No sé todo lo que Cal te dijo, o lo que le crees, pero tú eres mi madre, y en cierto
modo tenía la esperanza de que tomarías mi palabra, aunque mi versión no se alinee
con la de él. Cal nos incriminó, mamá. Lance mató a un Thunderbird, y Cal nos tendió
una trampa para que asumiéramos la culpa. Tuvimos que entregar a Lance para evitar
el sacrificio del resto de nuestro Orgullo y que mataran a Kaci Dillon. Hicimos lo que
creímos que estaba bien. Y me atengo a eso.
Patricia se quedó callada por un buen rato. Casi medio minuto.
—Siento que fueran puestos en tal posición tan difícil.
—Todavía estoy en esa posición. Cal puso a Kenton Pierce a cargo del Orgullo sur
central y nos echó. Estamos viviendo en la zona libre, mamá. Todos nosotros. Mujeres
y niños incluidos.
Su inhalación sonó fuerte.
—Eso no puede... eso no es seguro, Jace. Tienes que enviar a las mujeres de regreso.
Kent las recibirá. Sé que lo hará. O nosotros lo haremos. Envíalas aquí.
Hice rodar mis ojos y me apoyé contra el tronco del árbol, pero Jace contestó sin
siquiera mirarme.
306 —Ellas no irán. Tengo que hablar con Cal, mamá. Tengo que resolver algo. ¿Puedes
ponerlo al teléfono?
—Él está... —Resortes crujieron mientras se sentaba en lo que sonaba como una
cama—. Él no está aquí. Todavía está ayudando a Kent a instalar todo en Texas. Pero
no lo llames allí, Jace. No a menos que vayas a enviar a las mujeres con nosotros. Si
vuelves al territorio, ellos van a arrestarte, y Cal dice... Jace, él no cree que pueda
detener a los otros Alfas de darte pena de muerte. La traición es un cargo muy serio, y
no parecen inclinados hacia la misericordia.
Casi me reí en voz alta. ¿Cal no podía convencer a los otros de tratarnos con mano
suave? Patricia Malone estaba o en seria negación o en total muerte cerebral.
—Yo... —Jace fingió una pausa dubitativa—. Gracias por la advertencia. Creo que es
mejor un perfil bajo durante un tiempo.
—Sí. Pero gracias por llamar. Es bueno saber que estás bien.
—Gracias. ¿Te puedo llamar de nuevo, sólo para comprobar?
¡Brillante! Si Patricia se inclinaba a decirle a Malone que llamamos, él estaría listo para
tomar ventaja de otra llamada más tarde, pero, con esperanza, completamente
desprevenido para el ataque inminente.

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—Por favor hazlo. Te amo Jace.
—Te amo, también, mamá. —Cerró su teléfono y lo metió en su bolsillo antes de
volverse hacia mí, y cuando lo hizo, sus puños estaban apretados a sus costados—.
Odio lo que él le está haciendo a mi madre. Al Orgullo de mi padre. Y está
completamente corrompiendo a Melody.
—Ya lo sé. Lo siento. —Metí mis manos en los bolsillos, deseando saber cómo
confortarlo.
—Vamos a salir a la carretera. No quiero perder nada de esta ira antes de ver a Calvin.
Mi ira no estaba en peligro de desaparecer. De hecho, yo estaba segura de que todavía
estaría marinando en rabia hasta que Calvin Malone escupiera su último aliento
amargo.

307

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CAPITULO 32
Traducido por Anne_Belikov
Corregido por Obsession

Yo era un manojo de nervios, zumbando con sed de sangre, ahogándome en


impaciencia y estaba de mal humor después de nueve horas metida en un coche. De
nuevo. Jace y yo íbamos a la cabeza, con Michael y Holly en el asiento trasero. Detrás
de nosotros, Owen manejaba con Ryan, Manx, Kaci, Des y mamá. Parker, Vic, el Dr.
Carver y Brian completaban nuestra caravana en el auto de Vic.
Habíamos considerado dejar a las mujeres en la zona libre, para mantenerlas tan lejos
de Malone como fuera posible. Pero la realidad era que ellas no estarían seguras ahí
(en gran parte sin protección y rodeadas de extraviados, la mayoría de los cuales
nunca habían visto a una hembra de su especie) más de lo que lo estarían dentro del
territorio sur-central. Siempre y cuando Malone muriera sin saber que ellas estaban
ahí.
Me pregunté si los otros estaban tan inquietos como yo. Hasta ahora, Jace y Michael

308 parecían estar tomándolo con calma, paso a paso, aunque sabía que la tensión en los
brazos de Jace indicaba que él no podía estar tan calmado como parecía.
—Así que chicos, ¿ustedes hacen esto todo el tiempo, no? —preguntó Holly,
inclinándose hacia delante con una mano en la parte trasera de mi asiento—. Esta
pelea no es la gran cosa, ¿verdad? No es realmente peligrosa.
Miré de ella a Michael y decidí dejárselo a él.
Él suspiró.
—Peleamos demasiado, sí, pero esta no es una lucha normal. Es más como una
guerra. O al menos una batalla. Calvin Malone y sus hombres nos sacaron a patadas
fuera de nuestro hogar y nuestro territorio, y vamos a tener que recuperarlo por la
fuerza.
—Pero ustedes sólo golpearán a algunos chicos, ¿cierto? Nadie va a… ¿morir? —
Cuando Michael no respondió, ella se volvió hacia él y pude ver el horror de su cara en
el retrovisor—. Michael, ¿has matado gente?
—No por mi elección. —Finalmente respondió él y la boca de Holly se abrió y se cerró,
sin producir ningún sonido—. Hacemos lo que es mejor para protegernos a nosotros
mismos y al resto de nuestro Orgullo. Esa es la manera en que funciona. Te lo
explicaré mejor cuando regresemos, porque no tenemos tiempo ahora.

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Porque la casa de Carey Dodd estaba justo a la vista al final de la calle.
—Pero ¿y qué si no regresas? —exigió Holly, en cuanto Jace giró en la entrada—.
¿Quién va a explicármelo?
Michael la tomó por los hombros, mientras Jace apagaba el motor.
—Regresaré —dijo—. No pude decirte la verdad después de todos estos años sólo
para… —Pero claramente él no sabía cómo terminar.
Giré en mi asiento para enfrentarlos cuando Owen se estacionó en la entrada detrás de
nosotros.
—Holly, no tienes nada de qué preocuparte. A pesar de los lentes, tu esposo es una
especie de chico-fuerte-patea-traseros.
—¿De verdad? —Ella parecía esperanzada y escéptica a la vez.
—Sí. ¿Crees que esos músculos vinieron de arrojar papeleo a los jueces? Ha hecho esto
una o dos veces y siempre termina en la cima. —Lo cual era más de lo que yo podía
decir de mí misma.
Gracias. Michael gesticuló con la boca, mientras ayudaba a su esposa a salir del auto.
Asentí y sin palabras acepté otra capa de culpabilidad por darle a alguien falsas
esperanzas. No podía garantizar que Michael regresara a salvo más de lo que podía
garantizar mi propia seguridad. Pero tampoco podía dejar de justificar su
309 preocupación, cuando no había nada que ella pudiera hacer para cambiar las cosas.
Dodd se reunió con nosotros en la puerta y nos guió hacia dentro. Los otros toms
estaban esperando por nosotros en su sala de estar, habiendo aparcado en otro lugar y
caminado el resto del camino en la oscuridad. Su casa estaba llena con tantos
hombres grandes que parecía que los Cowboys de Dallas se habían detenido para una
visita. En mi conteo, diecinueve toms esperaban por órdenes, todos ellos mirándome o
mirando a Manx, Des y Kaci con admiración y curiosidad.
Cuando Michael y Owen se despidieron de Holly y Manx, encontré a mi madre y a Kaci
en la cocina.
—¿Quiénes son todos estos chicos? —preguntó Kaci, dando un vistazo nerviosamente
a través de la puerta hacia la sala de estar llena.
—Son los miembros del Orgullo que se mantuvieron leales. La mayoría de ellos van a
pelear con nosotros, pero dejaremos a Carey y a Ryan aquí contigo. Recuerdas a Carey
Dodd, ¿verdad? —Él había estado manejando el auto cuando los Thunderbirds cayeron
con gran audacia sobre él durante su sitio a nuestro rancho.
Kaci asintió, y aunque sus ojos estaban brillantes, parecía estar conteniendo las
lágrimas.

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—No estoy enojada contigo, Faythe. Sólo quiero que lo sepas antes de que te vayas a
luchar. Sólo en caso… Sé que se supone que Marc se reunirá contigo aquí, pero Jace
es muy bueno también, ¿no? ¿Y Vic, y los otros?
—Sí. Todos ellos son grandes peleadores. Y con un poco de suerte, cuando esto
termine, podremos regresar a casa. —Cuatro días lejos del rancho se sentía como
siempre, cuando no me había ido del rancho por elección propia—. Tú y mamá
intenten tranquilizar a Holly, ¿de acuerdo? Ella es nueva en esto.
Incluso más nueva que Kaci.
—Yo no me quedo —dijo mi madre suavemente. Tuve que procesarlo por un momento
antes de que su verdadera intención me quedase clara.
—Oh, por supuesto que lo harás. —Planté una mano firme en el mostrador que nos
separaba—. No puedo llevarte en esta pelea, mamá. Papá nunca me lo perdonaría.
Demonios, nunca me perdonaría a mí misma si algo te ocurriera.
Ella puso sus manos en las caderas de su pantalón gris y me miró como si sólo
estuviera amenazando con arruinar mi cena consumiendo galletas.
—Katherine Faythe Sanders. He pasado toda mi vida en ese territorio y he vivido en el
rancho desde antes de que tú nacieras. Estaré ahí cuando su destino sea decidido y si
intentas mantenerme lejos de ahí, nunca te lo perdonaré.

310
Miré boquiabierta a mi madre, estupefacta.
—Pero… —La aparté a un lado para que pudiéramos argumentar en susurros, muy
consciente de que Kaci se esforzaba para escuchar—. Mamá, esto es una guerra. La
gente va a morir. No puedo permitir que seas uno de ellos.
Ella frunció el ceño seriamente.
—Conozco mis límites, Faythe. No he luchado en serio desde antes de que Michael
naciera y no voy a tomar más de con lo que puedo lidiar. Y nadie va a tomar como
objetivo a una vieja presa, de todas formas. Sólo quiero estar ahí. Necesito estar ahí.
Fruncí el ceño, pero ella sólo rodó sus ojos.
—No te estoy pidiendo permiso. Estoy declarando mi intención. Puedes ser el Alfa, pero
sigo siendo tu madre. Así que vamos. —Y con eso, ella cruzó la cocina para besar a
Kaci en la frente y luego caminó hacia la sala y desapareció de mi vista. Dejándome sin
palabras.
Jace me llevó aparte cuando entré en la habitación principal para que emitiera la
orden final.
—¿Escuché correctamente? ¿Tu madre va a venir?
Resoplé.

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—Sí, y si intentas detenerla ella te enterrará vivo hasta que tengas treinta. —Antes de
que Jace pudiera argumentar, caminé hacia el centro de la habitación y me aclaré la
garganta. Y casi muero del shock cuando el silencio descendió y cada cabeza en la
habitación se giró hacia mí.
No había susurros, ni bromas, y tampoco preguntas estúpidas. Ellos estaban vistiendo
sus rostros de negocios, y habían venido a luchar. Y se estaban preparando para morir
por nuestra causa.
Un escalofrío de temor me recorrió por el poder que representábamos. El potencial que
teníamos. El futuro estaba en nuestras manos: no sólo el futuro de nuestro Orgullo,
sino el de todas las especies porque, si Malone era eliminado y yo me reinstauraba
como Alfa, las cosas cambiarían. Tenían que hacerlo. Y los hombres que me rodeaban
creían en ese cambio, o no estarían aquí. Ellos creían con cada célula de sus robustos
cuerpos, con cada repiqueteo de poder reprimido y cada gota de sed de sangre
tarareando a través de ellos.
Lo único malo era la ausencia de Marc, y me sentía como si hubiera perdido un
miembro. Se suponía que él se reuniría con nosotros en los bosques detrás del rancho,
pero daba vueltas en mi lugar esperando verlo encontrarse con nosotros ya, verlo
observándome desde la esquina o de pie con su informe. Y cada vez que lo buscaba y
no podía encontrarlo (cada vez que recordaba que él se había ido) la herida se abría
todavía más.
311 Y la peor parte era que yo había abierto esa herida en primer lugar.
Jace se adelantó hasta quedar detrás de mí y envolvió un brazo alrededor de mi
cintura, susurrando en mi oído.
—¿Estás bien?
—Sí. —Sacudí mi cabeza, intentando en vano concentrarme en la tarea que teníamos a
mano—. Sólo… pensando.
—Creo que es tiempo para una pequeña charla, y luego mucha pelea.
Asentí, y Jace retrocedió. Cuando miré hacia arriba, encontré a todos mirándonos en
combinación de confusión y sorpresa. Aclaré mi garganta de nuevo.
—Primero, gracias a todos por venir hoy. Su lealtad nunca será olvidada.
Varios toms asintieron, pero ninguno interrumpió.
—Segundo, los Orgullos del Medio Oriente, la Costa Este y el Sur Este enviarán
hombres a luchar con nosotros, y estaremos reuniéndonos con ellos en los bosques
detrás del rancho en pocos minutos. También he cobrado un favor con una Bandada
de Thunderbirds en Nuevo México, y los llamaré.

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Todos sabían ya sobre nuestro apoyo aéreo pero un murmullo de miedo y escepticismo
general corrió a través de la multitud de todas formas.
—Nuestro principal objetivo es eliminar a Calvin Malone. No capturarlo. No golpearlo y
mandarlo llorando a casa. Lo quiero muerto. Si tienen una oportunidad, tómenla. Si
no, peleen por esa oportunidad. Maten si es necesario, pero muestren misericordia si
no quieren hacer que los maten. Si alguien se rinde, noquéenlo hasta que este
inconsciente y apártenlo.
Hubo un par de quejas, pero nadie objetó abiertamente.
—Porque los Thunderbirds no pueden diferenciarnos en forma de gato, y todos ustedes
estarán en forma de gato, así que todo el mundo tendrá una cinta de color naranja que
los distinga. —Hice un gesto a Jace, y él sostuvo en alto tres rollos que habíamos
comprado en el camino. Di Carlo, Taylor y mi tío estaban equipados de manera
similar—. Cada uno de nosotros lo ataremos a una de nuestras patas delanteras, así
los Thunderbirds sabrán que están fuera de sus límites. No pierdan esa cinta. Espero
no tener que decirles lo peligrosos que son los Thunderbirds y que no podemos
permitirnos darnos el lujo de recibir golpes del fuego amigo. ¿Alguna pregunta?
—¿Dónde está Marc? —Uno de los toms más viejos (de algún lugar cercano a la
frontera de Oklahoma) preguntó.
Contesté sin vacilación, pero nadie se dejó engañar.

312 —Él viene por separado, pero deberá estar ahí. —Pero ellos podían escuchar lo que yo
no había dicho, y las miradas recayeron en Jace, quien estaba recargado contra el
muro a mi espalda, no reconociendo ni negando—. ¿Algo más?
—¿Cuándo comenzamos? —Holden Pierce llamó desde la esquina más alejada de la
habitación. El hermano menor de Parker era nuestro más nuevo miembro del Orgullo,
y había permanecido leal a nosotros, a pesar de su padre. Estaba solamente en su
segundo año de universidad y sentí otra fuerte punzada de culpabilidad al saber que
quizá sería enviado a su muerte antes de realmente haber vivido.
Pero él había hecho su elección. Todos la habíamos hecho.
Sonreí.
—Justo ahora. A la carga.
Mi pulso corrió mientras elegí cuidadosamente mi camino entre los bosques, tratando
de ser silenciosa a pesar de mi torpe forma humana. No completaría el Cambio.
Alguien había reunido a todos nuestros aliados y puesto cintas naranja alrededor de
sus patas. Pero yo estaba armada. Tenía ojos de gato y llevaba tanto una barra de
acero en mi mano izquierda como una navaja en mi bolsillo izquierdo. Y una vez que
comenzáramos a pelear, tendría dientes de gato y garras en una mano.

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Este era el mejor compromiso que podía encontrar entre Faythe-la-Alfa y Faythe-la-
Guardiana.
Jace estaba en forma humana también, al menos para ayudarme a atarme la cinta.
Ellos avanzaron cerca de media milla conmigo a la cabeza cuando la maleza crujió a mi
izquierda y me congelé. Mi corazón se aceleró y levanté mi barra de acero. Todo el
movimiento detrás de mí se detuvo y nuestros toms me imitaron, poniéndose
instantáneamente en alerta.
Una mancha oscura salió de la maleza enfrente de mí, enorme y tensa por la acción.
Olisqueé el aire y me relajé. Mi primo Lucas. Él pareció reconocerme al mismo tiempo y
caminó hacia delante para descansar su cabeza bajo mi palma. Un momento después,
más toms salieron de la maleza y mi tío entró en mi visión alrededor de un pino alto.
Bert Di Carlo y Aaron Taylor estaban justo detrás de él.
Ellos contribuían seis hombres (siete, incluyéndose ellos mismos) a nuestro esfuerzo,
lo cual ponía a nuestras tropas terrestres en un impresionante grupo de cuarenta y
dos toms, todos listos y dispuestos a matar (o a morir) por la causa. Era la más grande
ofensiva que se recuerde, incluso sin contar a los Thunderbirds.
—Faythe… —Mi tío se adelantó para un abrazo rápido, luego me sujetó por toda la
longitud del brazo para estudiar mi rostro—. ¿Estás lista para esto?
Di un asentimiento firme, luego una pequeña sonrisa.
313 —Estaba a punto de preguntarles lo mismo.
—Listos y dispuestos —Di Carlo respondió por todos, abrazando a mi madre a manera
de saludo, y los latidos de mi corazón se volvieron tan duros que mi pecho dolía. Ya era
hora.
Pero Marc no estaba ahí. Llevé a Vic aparte por un momento y le pregunté si había
escuchado algo sobre Marc, pero él solamente sacudió su felina cabeza.
¿Y qué tal si había sido capturado en el camino? ¿Qué tal si lo habían asesinado?
¿Qué tal si él simplemente hubiera cambiado de opinión, si hubiera decidido no venir
porque no podía estar cerca de mí?
—Probablemente sólo esté llegando tarde —dijo Jace, frotando una mano a lo largo de
mi espalda—. Él estará ahí.
Asentí, luego saqué el teléfono de mi padre y me llamé a mí misma. Beck respondió al
segundo timbre.
—Soy Faythe Sanders —dije, medio susurrando, incluso aunque todavía estábamos a
milla y media del rancho—. ¿Están listos?
—Nosotros siempre estamos listos —respondió el Thunderbird, su doble tono de voz
chirriando suavemente en mi oído.

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—Bien. Muévanse y posiciónense cerca. Cuando vean que la lucha comience, ataquen.
Pero recuerden las reglas…
—Lo sabemos. No matar a nadie que tenga una cinta naranjada y no comer de
nuestras matanzas.
—Correcto.
Cuando colgué, Jace, mi madre y los Alfas estaban ya atando cintas naranja a las
piernas de los toms. Guardé el teléfono en mi bolsillo y me uní a ellos, luego até una
cinta pequeña en la parte superior del brazo de Jace.
—Puedes hacer esto —susurró él, mientras ataba una cinta en mi brazo izquierdo—. Y
estaré ahí contigo.
Intenté una sonrisa, pero fracasé.
—Con un poco de suerte, esto es un exceso. —Estaríamos atacando en medio de la
noche por una razón. Con suerte, todos estarían dormidos en forma humana y no
íbamos a darles tiempo de Cambiar. Causando la catástrofe, tener a Malone debería
ser fácil y esperaba fervientemente que el problema más grande que tuviéramos fuera
consolar a los Thunderbirds por la pequeña escala de la matanza que les habíamos
prometido.
Bueno, eso y las pistolas. Pero esperaba que Malone y sus hombres no fueran de

314
entrañas duras lo suficiente como para dormir con sus pistolas.
Cuando todo el mundo estuvo listo, comenzamos a avanzar otra vez, y cuando
cruzamos el arroyo en que había jugado toda mi vida, el trueno de gigantes alas rugió
sobre nuestras cabezas, batiendo el aire cuando los Thunderbirds nos sobrepasaron.
Casi dos docenas de ellos.
Mi pulso aumentó de nuevo. Teníamos el poder, teníamos los números, y teníamos la
ventaja de campo. ¿Cómo podía esto salir mal?
Veinte minutos después, di un vistazo entre dos troncos en el borde de la línea de
árboles, mirando a la parte trasera de mi propia casa como un ladrón en la noche. Y
eso es exactamente como me sentía, como si hubiera venido a robar mi propia vida, y
el cielo me ayudara con todos aquellos a quienes puso en mi camino.
Jace y mi madre permanecieron a mi derecha, mis aliados Alfa a mi izquierda. Detrás
de nosotros estaban nuestros toms (incluidos mis hermanos y mis amigos de toda la
vida) dispersos entre los árboles.
Tomé una respiración profunda. Luego caminé hacia el patio.
Los hombres me siguieron, moviéndose más clandestinamente de lo que yo podía en
dos piernas, y capturé la mirada de mi tío, luego señalé hacia la casa de huéspedes.
Nuestros aliados y sus hombres estarían cuidando la casa de huéspedes, por el frente

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y la parte trasera para mantener a los hombres de Malone lejos de nosotros tanto como
fuera posible, mientras intentábamos un asesinato relativamente pacífico en la casa
principal. Luego podríamos lidiar con las consecuencias.
Al menos, ese era el plan.
Pero nuestros aliados se habían esparcido alrededor de la casa de huéspedes, Mateo Di
Carlo y mi primo Lucas entre ellos, cuando comencé a tener un mal presentimiento.
Jace y yo nos dirigimos al porche trasero de la casa principal, con Michael a mi
izquierda y Owen a su otro lado, ambos en forma de gato. Al otro lado de Jace, Vic y
Parker caminaban silenciosamente, sus blancas y cálidas respiraciones eran el único
signo de que estaban vivos, seres vivos, y no eran fríos, eficientes emisarios de la
muerte, que habían venido para ayudarme a enviar a Malone a su destino.
Metí mi barra de acero bajo mi Cambiado brazo izquierdo mientras comenzaba a subir
los escalones del porche, aliviada de que el concreto no crujiera. No estaba segura de si
Kenton había cambiado o no las cerraduras, así que tenía mis llaves, sólo por si acaso.
Y si éstas no funcionaran, patearía la puerta para abrirla. Esto no sería exactamente
cauteloso, pero si conveniente.
Sin embargo, antes de que pudiera probar la perilla, ésta se giró, y mi corazón saltó en
mi garganta. La puerta trasera se abrió lentamente y Colin Dean me miró de reojo, su
pistola apuntando a mi pecho, su mutilada mejilla extendiéndose por debajo de las

315 oscuras sombras del pasillo.


—¿Volviste por más ya? —Él miró a Jace y arqueó una ceja, como si ellos compartieran
algún íntimo secreto—. Simplemente no podemos mantener a esta pequeña gatita
satisfecha por mucho tiempo, ¿verdad?

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CAPITULO 33
Traducido por cuketa_lluminosa
Corregido por Anne_Belikov

Nos levantamos temprano para tomar el vuelo y llegamos a la puerta con media hora
anticipada. Marc no estaba allí, y tomé cada pedacito de autocontrol que tenía para
evitar estar devastada por su ausencia.
Todavía.
—Dean. —Mi pulso se disparó, y traté inútilmente de reducir su velocidad mientras un
conjunto de brillantes ojos de tom parpadearon en mí desde lo más profundo del
pasillo. A continuación, un segundo par de ojos. Luego un tercero, cuarto, quinto...
Demasiados para contarlos, ellos habían Cambiado ya. Lo que significaba que sabían
que estábamos viniendo. Di un paso atrás. La mano de Jace me estabilizó cuando
estuve a punto de perder el primer escalón, y mi mente corrió. ¿Cómo habían sabido?
¿Cuánto tiempo lo habían sabido? ¿El tiempo suficiente para traer a más hombres?
Abrí la boca para exigir hablar con Malone (no podía matarlo si no podía verlo) pero
316 antes de que pudiera, la puerta de la casa de huéspedes chirrió al abrirse tras de mí, y
alguien gruñó.
Me volví para encontrar más toms saliendo de la casa de huéspedes, fluyendo como un
río de pelaje negro para rodear a nuestros aliados. Al menos otra docena. No nos
superaban en número todavía, pero estaban mucho más cerca de lo que había
esperado. Y definitivamente no fueron tomados por sorpresa.
—¡Sorpresa! —Dean salió al porche, y dio otro paso atrás—. Cuando nos enteramos de
que ibas a venir, pensamos en hacer una fiesta en tu honor. Espero que no te importe,
pero invité algunos huéspedes adicionales.
—¿Cómo lo supiste? —pregunté, tratando de controlar el ligero temblor en mi voz.
—Bueno, resulta que la pequeña Melody Malone es definitivamente hija de su padre.
Ella escuchó a su madre diciéndole al chico amado donde estaba su padre, entonces
llamó a Cal directamente para informar de la llamada telefónica sospechosa. Cal llamó
a cada tom a poca distancia del coche, y nos ordenó dormir en forma de toms, por si
acaso. Aunque tengo que decirte, no pensamos que ibas a presentarte tan pronto...
—¿Dónde está Malone? —exigí.

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—Por ahí. Moviendo los hilos desde detrás de la cortina. El inteligente Alfa no se
expondría cuerpo a cuerpo. Después de todo, ¿quién va a manejar las cosas si el Alfa
muere? —Dean dio un paso hacia el medio del primer escalón, y los toms salieron de la
casa detrás de él y saltaron al suelo, cara a cara con mis propios hombres. En mi
estimación, conté casi una docena. Algunos de ellos los conocía, otros no, pero
ninguno de ellos se veía sorprendido.
Jace tiró de mi brazo derecho, y comencé a retroceder con él, pero Dean sacudió la
cabeza.
—No te muevas, gatita. O te pego un tiro.
Michael gruñó a mi lado, y Jace gruñó más profundo en su garganta humana, pero no
había nada que pudieran hacer. Éramos rápidos, pero las balas eran más rápidas.
Afortunadamente, Dean era el único en forma humana, por lo tanto el único que
llevaba un arma.
—¿Qué te pasa, Faythe? —Dean se burló, mientras sus toms se acercaban. Dos de
ellos se encararon a Jace, gruñendo en voz baja, tratando de alejarlo de mí—. Pensé
que te gustaba ser superada en número por hombres. Esto es como tu cita de
ensueño, ¿verdad?
Deslicé mis llaves en mi bolsillo y saqué la palanca con la mano derecha, decidida a no
morder el anzuelo.

317 —¿Por qué no dejas el arma y peleas justamente?


—Ya lo intentamos de esa manera, y limpié el piso con tu culo. Por no hablar de tu
cara. Ahora deja la palanca, o tu chico tendrá una bala. —Volvió su arma hacia Jace, y
mi corazón se puso en mi garganta.
—Faythe, es una distracción… —Jace murmuró.
—No, no lo es. —Y la verdad era que él podría disparar a Jace incluso si yo cooperaba.
Dejé caer la palanca, mi mirada se cruzó con la de burla de Dean.
—Buena chica. —Corrió escaleras abajo, su arma constantemente direccionada en el
centro del pecho de Jace. Su sombra se extendía sobre la hierba debajo de la luz del
porche, no del todo ocultando la sonrisa viciosa que mandaba a Jace—. Apuesto a que
ella se pone arriba, ¿no? Una chica como ella tiene que tener el control todo el tiempo,
o simplemente no puede tener ninguna diversión, ¿verdad? —La burla de Dean hacia
mí de nuevo, su mirada siguiendo la cicatriz que había dejado en mi mejilla, a
continuación, vagando hacia abajo—. Pero una vez que la ponga en el suelo, estará
condenadamente bien permaneciendo allí.
Tomó mi brazo, pero me aparté. Mi puño se estrelló contra su mandíbula. Dean gruñó.
Me dio con la mano izquierda vacía, y se tambaleó hacia atrás, decidido a no caer.
—Voy a matarte.

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Dean se echó a reír, y su mirada nunca dejó la mía. Tomó mi brazo otra vez, y cuando
empecé a dar un paso atrás, levantó el arma, apuntando a la cara de Jace.
—Piensa con mucho cuidado.
—Faythe, no... —Jace gruñó, apretó el puño derecho a su lado, las garras de su pata
izquierda cubiertas y saliendo una y otra vez.
—Está bien —dije, y cuando Dean me agarró del brazo en un momento lo dejé, a pesar
de que mi piel se arrastró—. Voy a matarlo, y luego te encontraré de vuelta aquí. —Ya
que Jace no podía luchar con un arma apuntando sobre él, yo tenía una mejor
oportunidad de tomar a Dean sin el resto de sus hombres alrededor—. No te
preocupes.
Dean se echó a reír y miró a Jace.
—Oh, no, preocúpate completamente. Y en pocos minutos, todos podrán oírla gritar.
Owen refunfuñó y Michael gruñó, avanzando hacia los toms que los enfrentaban.
Dean me llevó hasta el primer escalón, aún apuntando a Jace.
—Mata a los toms. Deja la perra para mí.
Gatos estallaron en movimiento por el jardín. Gruñidos y silbidos sonaron como un
violento coro, una banda sonora apropiada para acompañar a mi pesadilla. El olor de
sangre floreció en el aire, y apreté la mandíbula contra un grito cuando Dean me
318 arrastró por las escaleras de un brazo.
—¡No! —Jace gritó, mientras dos toms avanzaban hacia él.
Dean metió la pistola en mi columna vertebral, y Jace se puso en acción. Se volvió al
tom de su derecha, deslizando su mano con garras a través de un flanco al
descubierto. El tom aulló, y Jace se dejó caer en un rollo. Él vino hacia mí con mi
palanca, pero Dean me arrastró al umbral y pateó la puerta cerrándola detrás de
nosotros. Todavía podía oír la lucha, pero no pude verla. No pude ver quién ganaba, o
quién podría estar muriendo.
Y yo no podía luchar contra Dean mientras que él todavía tuviese la pistola.
—Camina, perra. —Metió la pistola en mi costado y me llevó por el pasillo con él—.
¿Qué pasa con la cinta? —Movió la bandera naranja atada a mi brazo, pero yo sólo lo
miré. Los Thunderbirds eran nuestro as proverbial en el agujero, y yo no iba a
delatarlos.
No es que importara. Antes de que pudiera llegar a una mentira creíble (o incluso una
sabionda y obvia), un chillido aviar resquebrajó la noche afuera, y la cabeza de Dean
tiró hacia arriba. Metió el arma más fuerte en mis costillas y di un respingo cuando
miró por el pasillo.

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—Kent, lleva tu grupo afuera. La perra trajo apoyo aéreo.
La puerta de la oficina de mi padre se abrió (había estado entreabierta) y Kenton Pierce
salió al pasillo, seguido de cinco toms en forma humana, todos llevando armas. El
impacto de verlos en el espacio privado de mi padre fue tan traumático que casi no me
di cuenta de lo extraño que se veían las pistolas. Cuánto tiempo...
Silenciadores. ¡Mierda! Los pájaros nunca sabrán que les están disparando si no
pueden oír las armas abrir fuego.
Los hombres corrieron por delante de nosotros hacia la puerta de atrás, todos armados
a excepción de Kent, que probablemente no había tenido tiempo para prácticas de tiro
todavía. En el momento en que la puerta se abrió, grité:
—¡Jace, tienen silenciadores! —Entonces, todo lo que podía hacer era escuchar cómo
Dean me empujó hacia mi propia habitación, hirviendo de rabia en el interior. Tenía
que quitarle el arma de las manos.
Kent se quedó atrás al ver hacia dónde nos dirigíamos, y una chispa de esperanza
brilló a través de mi miedo.
—¿Los malos no se cansan nunca de la rutina de siempre? Tú amenazas con violación,
yo te doy una patada en el culo, y el mal es derrotado otra vez. ¿No podríamos cambiar
las cosas? ¿Qué tal si tratas de ahogarme con mis mullidas almohadas rosas en su
lugar?
319 Kent se congeló en el instante en que escuchó la palabra con V.
—Colin...
Dean no le hizo caso.
—Suena divertido. Desafortunadamente, Malone te quiere viva.
Kent corrió hacia nosotros cuando Dean me empujó a través de mi propia puerta. Me
puse de rodillas, pero me levanté en un instante y giré para mirarlo de nuevo,
congelado con la pistola todavía dirigida a mi pecho.
Mi estómago se revolvió, y la bilis subió en mi garganta.
—Estás enfermo. —Me aparté de él, desesperada por una oportunidad de sacar mi
cuchillo. Pero yo no podía hacer eso hasta que ya diese la vuelta o se acercara
realmente.
—Colin. —Kent Pierce paró en la puerta, viéndose casi tan enfermo como yo me
sentía—. No lo hagas.
Dean se encogió de hombros, siempre posando su atención o arma en mí.
—Ella trajo esto a sí misma, y a nadie le va importar si la fuerzo.

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—Me importa —dijo Kent. Eso hacia que fuéramos dos. Kent miro de mí a Dean, y yo
contuve la respiración, esperando que Dean sucumbiera a la distracción—. Te estoy
ordenando que no... hagas esto.
Oh, sí. Malone eligió un verdadero idiota ingobernable para ejecutar su régimen de
títeres... Pero me gustaría tener lo que puedo conseguir.
—Yo no trabajo para ti —dijo Dean, y estuve a punto de gritar de frustración cuando
acechó lentamente hacia mí, evidentemente importunado por la mosca en su pomada.
—Muy bien. Vamos a ver lo que Cal tiene que decir al respecto.
Y, finalmente, Dean se congeló. Su frente se arrugó, y su mano vacía se apretó en un
puño.
—¡Cal va a decir esto! —Dean se volvió tan rápido que dio miedo. Su pie golpeó la
cabeza de Kent. Metí la mano en el bolsillo y saqué la navaja. Kent voló hacia atrás y
su cráneo golpeó en el marco de mi puerta. Apreté el botón y la hoja salió de la manija.
Kent cayó como un saco de arena, fuera de juego.
Maldita sea.
Me lancé hacia Dean cuando se volvió. Apuntó el arma hacia arriba. Corté su bíceps
derecho con el cuchillo. Gritó y golpeó la mano libre sobre la herida.
Le di una patada, alta y rápido, y el arma voló de su mano. Solté el cuchillo, caí de
320 rodillas, y me abalancé sobre la pistola con mi mano humana. Dean pisó mi pata y
pateó la pistola debajo de mi cama, poniendo todo su peso sobre mi brazo. Grité y tiré
de la pata libre. Él me dio una patada en el estómago, cortando mi aire por varios
preciados segundos.
Antes de que pudiera aspirar mi próximo aliento, él estaba sobre mí, aplastándome.
Sujetó mi brazo Cambiado en el piso y me arrancó la camisa medio abierta. Mi puño
humano se estrelló contra sus costillas. El suya contra mi mejilla. El dolor explotó en
mi cara. Golpeé, tratando de sacudírmelo, pero era demasiado pesado. No podía mover
las piernas.
Dean arrancó el resto de mi camisa. Me estiré por el cuchillo que había dejado caer,
tratando de deslizarlo mientras que la habitación nadaba a mí alrededor. Lo hice varios
centímetros antes de que llegara a la cintura de mis pantalones vaqueros.
—¡No! —Le di otro golpe en la cara. La sangre goteaba de su labio partido. Mi pulso
hacía ruido en mis oídos y arañé sus dedos con mi mano humana, tratando de liberar
mi pata Cambiada. Su sangre corrió, manchando debajo de mis uñas. Agarré su dedo
pulgar y tiré. El dedo se quebró hacia atrás.
Dean aulló, y dejó ir de mi pata para acunar su mano lesionada. Aspiré aire, y el
cuarto surgió de nuevo en mi foco, los colores tan suaves que casi dolían. Dean me
golpeó con su mano buena. Arrastré mi pata de gato a través de su estómago,

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haciendo estragos en el algodón y la carne, al mismo tiempo, silenciosamente
dedicando el golpe a mi padre.
Dean gritó y se agarró el estómago. La sangre nos mojó, caliente y pegajosa. Le corté
otra vez. Él lanzó un grito y cayó fuera de mí. Me di la vuelta sobre mis rodillas y metí
la pata en la sangre de su estómago, arrancando grandes trozos sueltos de tejidos
blandos.
Dean gritó debajo de mí. Sus ojos vidriosos por el dolor, y aún desgarré más, sacando
pedacitos blandos que no pude identificar. No había nada más en ese momento. No la
guerra. No dolor. No pérdida. Sólo estaba Dean, y la rabia ciega, y el bendito
entumecimiento que viene con la sed de sangre a la que había sucumbido. La
habitación estaba hecha de su sangre, y yo estaba haciendo un derrame.
—¿Faythe?
Gruñendo, me giré al oír mi nombre. Kent estaba en la puerta, apretando el marco por
apoyo. Me levanté de un salto, siseando. Él parpadeó. Luego se había ido. Sus pasos
tronaron cuando gritó abajo en el pasillo.
Me volví hacia Dean y revisé los daños con una extraña indiferencia, parte instinto de
supervivencia, parte persistencia de sed de sangre. Su torso estaba destrozado. La
alfombra estaba empapada con su sangre. Aplastado bajo mis zapatos. Un bucle de
sus intestinos se extendía por el suelo, donde los había arrojado.

321 Me aparté lentamente, y las huellas de sangre me siguieron, presionando en la


alfombra limpia por mis propias botas. Dean nunca me tocaría otra vez. Nunca
dispararía con otra arma de fuego.
Uno caído, uno ido...
Me volví hacia la puerta y el espejo de encima de mi tocador captó mi reflejo. Mi cara
estaba salpicada de sangre, el pelo enredado con ella. Mi sujetador y la camisa
desgarrada estaban empapados, mi piel desnuda manchada y roja. Trozos de sangre se
aferraban a mis pantalones vaqueros.
Pero un horrible, atonal grito desde fuera destrozó mi sorpresa, y la realidad se estrelló
en su lugar, tan aguda que no se podía negar.
Guerra. Mi guerra. Mis amigos y familiares luchando por sus vidas.
Me limpié las manos en mis pantalones vaqueros, a continuación, agarré el cuchillo
del suelo, lo cerré, y lo metí en mi bolsillo, luego corrí a la sala. Me resbalé un poco en
el azulejo, las suelas de mis botas todavía manchadas de sangre. Entonces corrí a la
puerta de atrás y la abrí.

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CAPITULO 34
Traducido por Taty95.12
Corregido por Vanille

Por un segundo, sólo pude mirar. Salí de mi casa de la infancia y del infierno.
A mí alrededor, garras y gatos volaban aullando. La sangre salpicaba, las aves
chillaban desde el aire. Los cuerpos martillaban el suelo, los huesos crujían, y formas
oscuras se lanzaban, gruñendo hacia sus objetivos. En el patio se escuchaba una
algarabía de dolor y de rabia, un mosaico impresionante de violencia que nunca había
visto en mi vida. En la memoria viva. En EE.UU.
En la historia de los Orgullos...
Desde mi izquierda, llegó un sonido suave, lo suficientemente mecánico, frío y
discordante entre la brutalidad más visceral que me empujaba a un estado de shock.
Me volví para encontrar a un tom en dos piernas acurrucado en la esquina formada
por el porche de atrás, buscando una pistola con silenciador en el aire. Él volvió a
322 disparar, y por encima, un Thunderbird chilló, tambaleándose en pleno vuelo.
Corrí escaleras abajo y agarré la palanca que había caído antes, a continuación, corrí
hacia el cobarde, contenta de que no me podía oír por encima del estruendo general o
verme en las sombras. Le metí la palanca profundamente en sus entrañas. El cobarde
gritó y dejó caer la pistola. Tiré de mi palanca de hierro, entonces golpeé la pistola
debajo del porche y me volví, flexioné la palanca pegajosa, y me fui.
Yo bordeaba el patio trasero convertido en un campo de batalla, en busca de mi
madre, Calvin Malone, y otros hombres con armas de fuego. A mi izquierda, Michael
maulló, y me lancé hacia adelante para ayudarle, pero me detuve cuando él sujetó con
el hocico la garganta de su oponente. Él lo podía manejar.
—¡Faythe!
Me di la vuelta para buscar a Jace que corría hacia mí desde cerca de la casa de
huéspedes. Tome varios pasos en su dirección, pero me detuve cuando otro disparo
sonó a mi derecha. El tirador se escondió, pero apuntó de inmediato. Golpeé con mi
palanca la mano que tenia la pistola y el brazo se rompió con un crujido satisfactorio.
Mientras gritaba, me incliné por su pistola y la tire tan lejos de la lucha como pude.
Jace se hizo a mi izquierda, gruñendo a un par de gatos y me llevó lejos del cuerpo a
cuerpo.

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—¿Estás bien?
—Pegajosa. Y enojada.
Él olió, y se mostró satisfecho con oler solamente sangre enemiga.
—¿Dean?
—Muerto. De la manera más dura.
—¿Estas... —Él tocó el borde de mi camisa rota—. ¿Él te...?
—Ni siquiera cerca. ¿Dónde está mi mamá?
—Le dije que se quedara cerca de la casa de huéspedes, pero... —Jace de repente me
empujó mientras unas formas oscuras volaban hacia nosotros. El gato cayó con gracia
al suelo y golpeó con fuerza a Jace, con sus garras desenvainadas. Golpeé con la
palanca su hombro izquierdo, y el gato me gruñó, sus orejas aplastadas contra la
cabeza. La pata de Jace cambió y se arqueó hacia abajo, y el gato gritó.
—¡Ve a buscar a tu madre! —gritó, mientras él y el gato se enfrentaban.
—Gracias. ¡Toma! —Le tiré la palanca (ya que los malos eran menos propensos a
matarme que antes), y me fui hacia la casa de huéspedes con mi navaja en la mano,
esquivando los cuerpos gruñendo y evaluando la carnicería mientras iba.
Nos atacaron antes del amanecer la noche que planeábamos nuestro ataque, pero

323 resultó ser un arma de doble filo. La oscuridad estaba trabajando en contra de los
tiradores, pero no estaba ayudando a los Thunderbirds tampoco. Sólo podían ver
claramente los cuerpos con las luces del porche, y cuando se abalanzaban, disparaban
con armas silenciosas.
Nos superaban en número en tierra firme, y varios de los cuerpos caídos llevaban cinta
naranja alrededor de sus patas delanteras. Y los que quedaron luchando ahora se
enfrentaban cada uno a dos ó tres gatos enemigos, y muchos habían sido acorralados
en esquinas y contra las paredes.
Los tres Alfas aliados se habían agrupado cerca del lado de la casa de huéspedes, de
espaldas a las paredes, oscilando armas improvisadas, mientras que un par de
guardianes luchaban junto a ellos, tratando de protegerlos y ser destrozados por sus
esfuerzos.
Viré hacia ellos, cuchillo en mano.
—¡Tío Rick! —grité, y él levantó la mirada para verme.
—¡Faythe! —Luego sus ojos se agrandaron—. ¡Cuidado!
Algo pesado me golpeó por detrás. Caí boca abajo en la hierba congelada.

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Una bocanada de aliento caliente de gato soplaba contra la parte trasera de mi cuello y
mi atacante gruñó. Hundió sus garras a través de los restos de mi camisa y perforo mi
piel.
Me quedé helada. Mi aliento se atascó en mi garganta y se negó a ceder. Mi pulso se
aceleró. Eso era todo. Yo iba a morir, boca abajo en mi propio patio trasero, asesinada
por un desconocido, un enemigo sin nombre.
Algo se abalanzo sobre mí, un golpe carne contra carne. El dolor pinchaba varios
puntos en mi espalda mientras las garras salían. Alguien gruñó. Otra persona se
quejó. El gemido terminó en un gorgoteo, y el olor de sangre fresca espesa se sintió en
el aire.
Me senté, mi pulso rugiendo en mis oídos. Ryan se puso sobre el cuerpo de mi
atacante, parpadeando hacia mí. Se lamió la sangre de su boca. El otro gorgoteaba,
respiró por última vez, la sangre brotaba de su garganta arruinada.
Ryan empujó mi mano con su cabeza, y luego apretó los dientes que se cerraron sobre
la cola de mi camisa rota y tiró de mí lejos de la acción.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —pregunté. Pero yo sabía la respuesta, aun
cuando él no podía decirlo. Mamá había venido, por lo que la había seguido para
protegerla. Y me salvó la vida en el proceso—. Gracias. —Susurre, dando a su cabeza
una caricia rápida—. Ahora busca a mamá.

324 Su cabeza se balanceó, a continuación, Ryan se había ido, fuera, a la única misión que
probablemente aceptaría de mí.
Me arrodillé, buscando a tientas el cuchillo en la oscuridad. Mis dedos se cerraron
alrededor del acero frío cuando un nuevo gruñido retumbó detrás de mí. Me volví
lentamente, alejándome en un arrastre de cangrejo torpe. El gato me siguió, gruñendo,
mostrando los dientes. Yo no lo conocía. No conocía a la mitad de estos gatos, y de
aquellos que reconocía, eran hombres de Malone. Sus aliados habían enviado toms
también.
—¿Me quieres? —susurré, y la cabeza del tom se balanceo—. ¿Qué estás esperando?
Él se abalanzó, y me caí de espaldas. Sus patas se posaron en mi hombro. Metí mi
cuchillo en su estómago y lo arrastré a través de su carne hasta que se enganchó en el
esternón. Sangre derramada por mí. Cayó de costado, sin otro sonido.
Me puse de pie y mire a mí alrededor, sin contar las tiras naranja que ondeaban al
viento antes del amanecer. Ocho. Sólo había ocho personas a la izquierda en forma de
gato. Los otros estaban todos en el suelo, y aunque algunos todavía respiraban, no se
levantaban. Y Malone estaba en algún lugar escondido.
A mi izquierda, Michael se estaba alejando de tres toms. A medio camino a través del
patio, Owen cojeaba lejos de dos más. Teo Di Carlo montaba guardia delante de su

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padre, sangrado por incontables heridas, aunque gruñendo y peleando con cuatro
toms.
Habíamos perdido...
Me dolía el corazón, y nuevas lágrimas rodaban por mis mejillas, espontáneamente.
Había llevado a todos a la masacre…
Entonces, de repente, un thunderbird se precipitó en el aire, lanzando mi cabello hacia
atrás con el viento que él creó. Él se lanzo hacia Owen y enterró sus garras mortales en
el costado de uno de los gatos enemigos, cavando en la carne en el último minuto.
Batió sus poderosas alas, y ambos, tanto el pájaro como el gato chillando y
pataleando, se elevaron en el aire. A veinte metros de altura, el Thunderbird lanzó a su
presa. El tom enemigo se estrelló contra el suelo, inmóvil, una bulto cubierto de pelaje,
de fracturas, de huesos y carne desgarrada.
Me sentí como una animadora. Si los Thunderbirds no iban a darse por vencidos,
incluso cuando les disparaban y luchaban desde el cielo en una pelea que ni siquiera
era la suya, nosotros no podíamos darnos por vencidos tampoco.
No perderíamos hasta que yo fuera la última en desangrarme.
Gruñí a los toms que estaban acorralando a Michael y empuje el cuchillo entre las
costillas del más cercano, luego, golpeé con mis garras en la espalda al segundo. El
tercero saltó sobre Michael, y los otros dos se volvieron hacia mí, dolía, pero no había
325 acabado. Me aparté lentamente, y de repente Jace estaba allí.
Bandeé la palanca. El extremo curvo se estrelló contra el cráneo del primer gato. Pero
antes de que pudiera atacarlo con mi navaja, un repentino aumento de la luz me llamó
la atención. Levanté la vista para encontrar a mi madre de pie en la puerta de la casa
de huéspedes, la luz llegaba desde el interior. Tropezó en el porche, y Malone salió
detrás de ella, cogiéndola por un brazo.
¡El muy cabrón la había tomado de rehén!
Dejé el cuchillo en la palma de Jace y ya había dado dos pasos cuando mi madre se
volvió hacia Malone y le dio un puñetazo en la cara. Malone se sobó la mejilla y luego
se abalanzo detrás de ella.
Mi mamá corrió escaleras abajo. En mi visión periférica, Jace clavó el cuchillo en la
garganta de nuestro oponente. Una mancha oscura salió volando de las sombras hacia
mi madre. Una segunda mancha lo interceptó, y ambos cuerpos cayeron al suelo.
Ryan rugió. El gato lo rasguñó. Sus garras se clavaron sobre el abdomen de Ryan, y mi
hermano se derrumbó.
¡No!

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Mi madre cayó al suelo a su lado. Malone trató de tirar de ella hacia arriba. Jace corrió
hacia ellos. Corrí detrás de todos ellos, luego me congelé cuando un rugido profundo,
sobrenatural, atravesó el aire.
Me volví, y algo estalló en la línea de árboles. Me quedé mirando a través del patio
confundida mientras una segunda forma enorme, oscura surgía de los bosques,
desterrando un árbol entero de la tierra en el proceso.
—¿Qué demonios? —Jace preguntó, a tres metros de distancia, y sonreí, de repente
caliente por todas partes.
—Bruins. Es Keller. —Y otra persona. Esperemos que alguien más amigable. Y
mientras miraba, varias formas más pequeñas salieron de los bosques detrás de ellos.
toms, en forma de gato. Frescos y sin lesiones. ¿Quiénes diablos eran? ¿Cuándo
habían llegado?
Uno se detuvo delante de la multitud, mirando por encima de la carnicería. En busca
de algo. Plantó sus pies con firmeza, y rugió.
Y mi corazón se cayó al estómago.
—¡Marc! —grite, eufórica, a pesar del baño de sangre a mi alrededor.
Jace dudó. Me miró, luego a Marc. Luego corrió hacia Malone.
Marc cambió el rumbo y los otros gatos aumentaron en torno a él, y distraídamente,
326 me di cuenta de que todos ellos llevaban bandas de color naranja alrededor de sus
patas delanteras. Y de repente comprendí. Extraviados. Él había recluido extraviados
para luchar por nosotros. Y había llegado justo a tiempo.
Marc se encontró brevemente con mi mirada y asintió con la boca. Luego saltó a la
lucha.
Tomé la palanca y la sequé con mi camisa rota. Luego volví a la lucha.
Golpeé con el metal todo lo que no tuviera una cinta naranja en torno a su pierna. Los
recién llegados estaban frescos y sin lesiones. Desgarraron a nuestros enemigos como
perros frente a carne fresca, y los gritos que acompañaron su participación provocaron
en mí una gran sonrisa.
Algo chocó con mi pierna, pero me di apenas cuenta. Vivía durante la crisis de los
huesos y del flujo de sangre. Me alimentaba de los gritos y gemidos, funcionando a mi
manera en la carnicería de Malone. Ese era el punto.
Cuando yo estaba a veinte metros de distancia, Malone gritó. Miré hacia arriba del
cuerpo a mis pies para verlo alejándose de Jace. Pero él estaba fuera de la habitación,
y sin opciones. Al voltearse, Malone se golpeó con la barandilla del porche. El puño de
Jace se estrelló contra el abdomen de su padrastro. Todo el cuerpo de Malone se

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estremeció, y de repente comprendí. Jace aún sostenía mi navaja. No había golpeado
Malone, Jace lo había apuñalado.
—¡Esto es por mi madre! —Jace gritó, y el puño voló de nuevo—. ¡Y por Brett! —Lo
empujó hacia la casa con una nueva cuchillada, y para entonces ya podía oler la
sangre de Malone. Jace sacó el cuchillo y apretó a Malone contra la barandilla del
porche—. Y esto es por mi padre... —Miró fijamente a los ojos de su padrastro, y
deslizó la hoja en la garganta de Malone.
Jace dio un paso atrás y dejó caer el cuchillo. El cuerpo cayó al suelo. Se volvió hacia
mí, y Malone se contrajo a su espalda. Jace dio tres pasos, luego cayó de rodillas.
Corrí hacia él y me dejé caer al suelo a su lado. Envolví mis brazos alrededor de él, y
sentí cómo él temblaba en mis manos. Jace se aferró a mí, y lo dejé. A metros de
distancia, mi madre se arrodilló sobre el cuerpo de Ryan, llorando, ajena a la masacre
a su alrededor. Miré el patio sobre la cabeza de Jace, y exhalé en silencio. Entonces,
parpadeé.
Se había terminado. Los extraviados acabaron rápidamente con la oposición restante.
En la quietud nueva, un rápido aleteo llamó mi atención, y miré cómo las aves
restantes se dejaron caer en el suelo, todavía Cambiando a su forma humana.
—¿Faythe Sanders? —Beck me llamo, y solté a Jace para ponerme en pie. El pájaro se
acercó a mí, casi completamente humano, y sangrado por una herida de bala en el
327 costado—. Parece que has ganado tu guerra, y fue una batalla verdaderamente
gloriosa. A menos que hayas cambiado de opinión acerca de hacer un festín con los
cuerpos de tus enemigos, vamos a despedirnos.
Asentí con la cabeza, sorprendida más allá de la lógica por el momento, luego sacudí la
cabeza bruscamente.
—No. No hay festín. Pero gracias a todos.
Él inclinó la cabeza hacia un lado, como si no entendiera la gratitud.
—Vamos a considerar nuestra deuda pagada, y esperamos no tener ningún otro
contacto con usted o su especie. —Metió la mano en algo que colgaba de una cuerda
alrededor de su cuello, y sólo reconocí mi teléfono cuando me lo entregó.
Asentí con la cabeza.
—Muy bien. —Sobre todo teniendo en cuenta que la mitad de una docena de cuerpos
de aves se hallaban esparcidos sobre el campo de batalla.
Con eso, los pájaros se elevaron en el aire casi como uno. Varias parejas se
abalanzaron para recoger los cuerpos de sus compañeros de Bandada caídos, a
continuación, se los llevaron hacia el oeste.
Me quedé detrás de ellos, con admiración y con gratitud.

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El sol estaba asomando encima de los árboles al este cuando me volví a mirar por
encima del campo de batalla. Los cuerpos yacían a mi alrededor, muchos todavía
respiraban, pero seriamente heridos. Nuestras pérdidas fueron graves. Nuestra victoria
fue agridulce. Y nuestro camino hacia la recuperación sería más rocoso que el camino
que había tomado para llegar a este punto, no tenía ninguna duda.
Pero la guerra había terminado. Habíamos ganado.
Y Marc había regresado.

328

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CAPITULO 35
Traducido por Sheilita Belikov
Corregido por Vanille

—Llamé a Holly —dijo Michael, viniendo a pararse a mi lado con las manos en los
bolsillos—. Le pedí que llevara a Manx, Des, y Kaci a nuestra casa. No creo que deban
volver aquí todavía.
—Estoy de acuerdo. —Se ocuparían horas para mover los cuerpos, y horas más de
regar el césped para lavar la sangre—. ¿Tal vez puedan quedarse allí durante una
semana más o menos? ¿Hasta que pueda... poner en orden este lugar de nuevo?
Mi alfombra tendría que ser reemplazada antes de que Kaci pudiera volver a entrar,
aún una vez que hubiéramos limpiado el patio. El olor de la sangre de Dean en la casa
la traumatizaría.
Diablos, me traumatizaría a mi también.

329 —Por supuesto.


—¿Cómo está mamá? —pregunté, mirando cómo ella se arrodillaba al lado de un tom
herido, ayudando al Dr. Carver en piloto automático. Sus movimientos eran rígidos,
sus ojos vidriosos en shock—. ¿Cómo está realmente?
—Ella está lidiando con ello, por el momento, pero la va a golpear en el minuto en que
se detenga el tiempo suficiente para tomar una respiración profunda. Él salvó su vida,
Faythe —dijo Michael, y yo sabía que estaba hablando de Ryan—. Ella quiere ponerlo
junto a Ethan. Y creo que deberías dejarla.
Asentí lentamente, cruzando los brazos sobre la camisa limpia y chaqueta que me
había puesto adentro.
—Sí. Me salvó la vida, también. —Si hubiera vivido hasta los cien, Ryan nunca podría
haber compensado lo que dejó que nos pasara a Abby, Sara y a mí. Ni siquiera por
salvarme la vida. Pero al morir por nuestra madre, lo había hecho en un sólo instante.
Al final, él había muerto protegiendo a alguien a quien amaba. No era como Ethan,
pero yo no iba a deshonrar su sacrificio. Tampoco estaba dispuesta a romper el
corazón de mi madre. No después de todo por lo que ya había pasado.
—¿Tienes el recuento? —pregunté, ya temiendo su respuesta.

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—Sí. Dieciocho muertos de su lado, y puede haber un par más en algunas horas.
Todos los que quedan están muy mal heridos, pero la mayoría de ellos vivirán.
Luché por mantener oculto mi horror. Tantas vidas. Tantas pérdidas. Tanta muerte.
Pero la revolución tiene un precio, y lo mejor que podíamos hacer ahora era tratar de
merecerlo.
—¿De nuestro lado?
Michael tragó espesamente, y me obligué a mirarlo.
—Diez muertos, sin contar a Ryan. Tres del tío Rick, dos de Di Carlo, y dos de Aaron
Taylor.
—¿Lucas? —le pregunté, mi corazón latiendo dolorosamente.
—No. Él se rompió un brazo, y obtuvo un corte bastante bueno en su muslo, pero va a
estar bien. Teo también. Él hizo caer a seis toms por sí solo.
No me cabía duda de eso. Teo Di Carlo era un infierno de luchador.
—¿Y tres nuestros, aparte de Ryan? —pregunté, temiendo la respuesta como nunca
había temido algo en mi vida.
—Tom Hagarty y William Wright. —Dos de nuestros voluntarios no guardianes, que
habían creído en mí lo suficiente como para morir por nuestra causa. Pero que dejaron
una más.
330 Me volví lentamente hacia el cuerpo cubierto con una sábana que había evitado mirar
durante la última hora. Y al tom que estaba sentado en el suelo a su lado, con la
cabeza entre las manos y llorando constantemente.
—Vas a tener que lidiar con él pronto —insistió mi hermano.
—Ya lo sé. —Suspiré y descrucé mis brazos. Michael puso una mano sobre mi hombro
y la apreté, luego atravesé los diez pies de césped manchado de sangre entre nuestra
pérdida más grande en el campo de batalla y yo. Me arrodillé en el suelo junto a
Kenton Pierce, sin hacer caso de mis pantalones manchados de sangre, y con cuidado
retiré la sábana para descubrir la cara de Parker, tan frío y pálido en la muerte.
Parecía tranquilo, a pesar de su violento final, y no pude contener más lágrimas, a
pesar de todo lo que había llorado ya.
—No sé cómo pasó todo esto... —Kent sollozó—. Hace un mes, todo estaba bien, y
ahora tengo a dos hermanos muertos, y uno apenas respirando. —Miró a través del
patio, a donde Holden Pierce gravemente herido estaba siendo tratado por el Dr.
Carver.
—Todos tenemos opciones, Kent —dije, pasando un dedo por la mejilla fría de Parker.
Su barbilla con rastrojo era áspera en mi piel, y de alguna manera esa característica

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de crecimiento, de vida, hizo a su muerte parecer más real de lo que debería sin más
tiempo para asimilarlo. Él evidentemente había Cambiado para tratar de curar las
heridas mortales, pero no fue suficiente.
—Tú y Lance cavaron sus tumbas, y ahora Parker está yaciendo en la suya.
Kent sollozó más fuerte, y yo quería golpearlo por lloriquear y sentir lástima de sí
mismo por la destrucción que él había ayudado a ocasionar. Pero no lo hice, debido a
lo que él había tratado de hacer por mí. Kent no era un chico malo, solamente era lo
suficientemente débil para ser utilizado por su padre y Calvin Malone. Pero la
debilidad no era un delito de muerte. No en el Orgullo sur-central. No bajo mi mando.
—Sobreponte. —Tiré gentilmente de la sábana sobre la cara de Parker y me puse de
pie, trayendo a Kent conmigo—. Te vas a casa hoy.
—¿Vas a dejarme ir? —Se restregó las lágrimas de su rostro y me miró como si me
hubiera oído mal.
—Voy a hacer que te vayas. No eres bienvenido aquí, Kent. Nunca más. Y Parker se
queda con nosotros. El resto de tu familia puede venir al funeral, pero tú mantén a tu
padre en casa. ¿Entiendes? —Porque no podía darme el lujo de dejarlo acercase lo
suficiente como para lanzar un contraataque con los hombres que le quedaban.
Kent agitó su cabeza.

331
—Gracias.
Asentí con la cabeza bruscamente, y luego lo dejé para que llorara a su hermano en
relativa soledad, mientras yo me dirigí hacia Owen. Estaba sentado en el césped al
final de la línea de triaje, con un vendaje improvisado envuelto alrededor de su muslo y
el teléfono celular acunado en su regazo.
Me senté en el suelo junto a él.
—¿Cómo estás?
—Tengo miedo —dijo, y me di cuenta por su expresión que su miedo no tenía nada que
ver con la batalla, y todo que ver con la llamada telefónica que acababa de realizar—.
Hablé con Manx, pero Teo ya la había llamado. Él acabó con seis toms, Faythe, y me
dijo que lo hizo por ella. Para proteger su libertad. Él puede protegerla mejor que yo.
Pero...
—Pero ella te ama a ti —terminé, cuando él no pudo.
—Sí. —Sin embargo, su evidente desesperación contrastó con la tan buena noticia—.
Sé que es una locura, pero ella me ama. Juró que me ama. Pero no tenemos un
Orgullo, e incluso si lo tuviéramos, no soy material de Alfa. Lo sé. Pero la amo, y amo a
Des, y quiero que sea mío. Quiero ofrecerle más, si ella quiere, para compensar lo que
perdió.

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Puse un brazo sobre su hombro.
—Owe, eso no es una locura. Eso es amor, y el amor no siempre tiene sentido. —
Nunca tiene sentido, en mi experiencia—. Y tienes un Orgullo. Tienes éste. Y ambos
siempre lo tendrán.
—Pero ya tenemos una tabby —señaló, obviamente refiriéndose a mí.
—No, tienen una Alfa perra. E incluso si me convierto en madre algún día, ¿qué más
da? Ya somos el Orgullo excéntrico. ¿Por qué no podemos tener dos tabbies? ¿O tres?
Este es un nuevo territorio valiente ahora, Owen. Manx y sus hijos estarán a salvo
aquí. Todos vamos a protegerlos. Y tú los amaras.
Y tal vez algún día, si Bert Di Carlo estaba dispuesto a establecer un compromiso
similar, dependiendo de sus propios intereses románticos, Kaci podría considerar dar a
su territorio una segunda oportunidad de vida. En una nueva generación.
—¿Hablas en serio? —La expresión de Owen estaba suspendida en el borde de una
sonrisa, como si no se atreviera a dar ese salto.
Sonreí.
—¿Estás cuestionando a tu Alfa?
—Diablos, no.
—Bien. Haz tu llamada telefónica.
332 Owen estaba sonriendo de oreja a oreja, ya marcando cuando me levanté para hacer
mi camino de regreso a Jace, con mi corazón latiendo dolorosamente. Temía el
momento que venía con cada célula de mi cuerpo. Pero el universo me había concedido
mi milagro (dándome una segunda oportunidad) y no podía arruinarlo otra vez. No y
vivir conmigo misma.
Jace estaba apoyado contra la barandilla del porche trasero, solo, y me paré tan cerca
de él que mi brazo tocaba el suyo.
—¿Estás bien? —le pregunté, y sólo dudó un instante antes de asentir.
—Calvin está muerto. Estoy mejor de lo que he estado nunca. Con una excepción. —
Levantó la mirada, y yo seguí su mirada hacia el bosque. A donde los extraviados y los
Bruins se habían congregado. Con Marc.
Suspiré, y mi corazón se sentía tan cruelmente e insoportablemente herido.
—Él vino.
—Sí. Lo hizo. —Jace se quedó mirando el suelo y cruzó los brazos sobre el pecho.
—Jace...

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—No. —Se volvió hacia mí y pasó la mano por mi brazo lentamente, como si hiciera el
último contacto—. Ya lo sé. Lo supe en el momento en que lo viste. Estuviste más feliz
de que él regresara de lo que estuviste porque me quedé. Sé cuando he perdido.
Sorbí las lágrimas y lo alcancé para abrazarlo.
—Lo siento tanto, Jace —susurré, mientras sus brazos se envolvían alrededor de mí
por última vez, apretándome lo suficientemente fuerte como para mantener unido a mi
corazón roto, aún cuando sólo fuera por el momento.
—No. —Su mejilla froto la mía, e inhalé su esencia, tratando de memorizarla. —
Hacemos lo que tenemos que hacer.
—Esto no quiere decir que yo no...
—Detente. —Se alejó de mí, y el dolor en sus ojos hizo eco dentro de mí—. No digas
que todavía me amas. Eso sólo va a hacer esto más difícil.
Asentí, tragando las palabras que quería decir.
—¿Qué vas a hacer?
Suspiró.
—Voy a llevar el cuerpo de Cal a casa por mi madre. Luego voy a patearle el culo a Alex
y a recuperar el Orgullo de mi padre. Alguien va a tener que manejar las cosas hasta
que Melody finalmente tenga un marido calificado para asumir el mando. Quién sabe,
333 tal vez pueda deshacer algo de lo que Cal hizo en ella. Mostrarle que tiene opciones.
Sonreí.
—Si alguien puede hacer eso, eres tú. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?
Jace miró al suelo, luego encontró mi mirada de nuevo.
—Sí, si crees en mí, reconóceme. Como Alfa. Voy a tener que ser validado, incluso para
asumir el cargo provisionalmente, y podría beneficiarme de unos cuantos votos...
—Tienes el mío. —Y estaba segura de que mis aliados ayudarían también. Todos
podríamos beneficiarnos del apoyo extra que representaría el Orgullo de los Apalaches
controlado por Jace.
La sonrisa de Jace se desvaneció, y su mirada se intensificó.
—Gracias, Faythe.
—¿Por qué?
—Por darme una oportunidad. Valió completamente la pena. Cada minuto. Incluso
este.
No pude evitar llorar entonces, incluso cuando Jace me besó, por última vez. Cuando
se apartó, apoyó su frente contra la mía.

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—Maldita sea, esto es más difícil de lo que pensé, y eso no parece posible.
—Lo sé. —Yo estaba temblando, y no por el frío.
Él me soltó, y yo di un paso atrás.
—Ve. Él ha esperado el tiempo suficiente.
Asentí y me obligué a darle la espalda, con mis hombros temblando. Había avanzado
tan sólo unos pies cuando la puerta trasera chirrió al cerrarse detrás de mí, y Jace se
había ido.
Tomé una respiración profunda y me dirigí hacia la línea de árboles.
Allí había seis toms, aparte de Marc, y dos Bruins; Elias Keller había traído un amigo.
Les debía mi vida. Mi Orgullo. Mi eterna gratitud. Y no tenía idea de cómo decir eso.
Marc me vio acercándome y me encontró a mitad de camino. Mi corazón latió con
fuerza cuando lo vi caminar hacia mí, usando nada más que pantalones vaqueros, a
pesar del frío. Tenía una herida en su brazo izquierdo y la sangre había empapado la
tela sobre su pantorrilla derecha, pero aparte de eso, él se veía bien. Muy, muy bien.
—Hola —le dije, cuando se detuvo a menos de un pie delante de mí.
—Hola. —Se metió las manos en los bolsillos, y su brillante mirada marrón penetró la
mía.

334 —Gracias. —Sorbí y aparté las lágrimas parpadeando, pero mis ojos simplemente se
humedecieron de nuevo—. Si no hubieras aparecido...
Cruzó los brazos sobre su pecho desnudo, medio cubriendo las cicatrices de la marca
de garras.
—Hice una promesa.
—¿Cómo supiste de la cinta naranja?
Marc se encogió de hombros.
—Llamé a la Bandada y les hice jurar que no te dirían. Mi nombre estaba en la lista de
llamadas telefónicas aprobadas, ¿recuerdas?
Lo recordaba.
Vaciló, y luego miró a los hombres que él había traído.
—¿Quieres hablar con ellos?
—Por favor.
—Vamos... —Me llevó hacia los demás sin tomar mi mano o mi brazo. Sin tocarme en
absoluto.

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—Hola, gatita —dijo Elías Keller tan pronto como estuve en el rango de audición. Los
árboles a su espalda se mecían bajo una brisa fría, incluyendo el que él había
derribado durante su entrada triunfal.
—Elías... no puedo agradecerte lo suficiente. —Me aclaré la garganta, ahogando un
sollozo de gratitud, para poder al menos aspirar a una compostura agradecida—.
Chicos... todos son increíbles. Ni siquiera tengo las palabras...
—Y no las necesitas. —La enorme y cálida mano de Keller tragó la mía, y la apretó
suavemente—. Gato y oso, o evidentemente pájaro, luchamos por lo que es justo.
No creía que a los pájaros les importaran realmente nuestras ideas del bien y del mal,
pero no iba a replicar.
—¿Quién es él? —pregunté, mirando al otro Bruin, que era tan grande como Keller,
aunque no tan alto.
—Es Evert. —Keller golpeó una mano enorme en el ancho hombro del otro oso—. Yo
necesitaba un aventón, y él dijo que sólo me traería si podía entrar en la acción.
Resultó bien para todos, ¿no te parece?
—Muy bien. —Mi sonrisa no podía haber sido más amplia—. Es maravilloso conocerle,
Sr. Evert.
—Igualmente. —La voz del nuevo Bruin retumbó, empujando su pelo largo y claro de

335
su rostro—. No he tenido ejercicio como ese en años, inclusive si interrumpió mi siesta.
Sonreí y me volví hacia el único extraviado que reconocí: John Feldman.
—Sr. Feldman, estoy en deuda con usted. Si hay alguna manera de devolverle el favor,
por favor no dude en pedirlo.
—No lo haré. —Su voz era dura, pero a pesar de eso tan suave, oscura, y hermosa,
como su piel—. Marc nos asegura que cualquier Orgullo dirigido por ustedes será
amigable con los extraviados, y nos dimos cuenta de que no puede perjudicarnos
establecer una buena relación con nuestros vecinos.
—Estoy totalmente de acuerdo. —Y mi alivio no tenía límite. Había temido que después
de lo que Malone les había hecho a varios miembros de la población de extraviados,
ellos pensarían que el resto de nosotros estaba más allá de la redención—. Y todos son
bienvenidos como nuestros invitados. No puedo agradecerles lo suficiente por lo que
han hecho por nosotros.
Charlamos durante unos minutos más e invité a todos a pasar la noche. Luego me
despedí y Marc me siguió al otro lado del patio para un poco de privacidad.
—Yo no... no sé qué decir, Marc. —La casa de huéspedes proyectaba su sombra de
madrugada sobre los dos, y el aire de invierno era varios grados más frío de lo que era
bajo el sol.

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—Sí, yo tampoco. —Echó un vistazo a los arbustos de acebos cargados de bayas, luego
de vuelta a mí—. No podía defraudarte. No podía defraudar al Orgullo. Pero nada ha
cambiado. No me debes nada. Pero si me quieres... no puedo compartirte, Faythe. No
lo haré. Es todo o nada, para mí. Siempre lo has sabido.
—Lo sé. —Las lágrimas no paraban, y me sentí como una tonta, porque no tenía nada
para secarlas—. Te quiero. Te quiero tan desesperadamente que no puedo soportarlo.
Cuando te fuiste, se sentía como si el mundo se oscureciera. Como si realmente no
pudiera ver nada. No podía sentir nada.
—Faythe... —Su ceño fruncido estaba lo suficientemente oscuro como para eclipsar el
sol, y me di cuenta que me había visto besar a Jace—. Esto no importa, si todavía lo
amas. Así que por favor deja de...
—Sí amo a Jace —dije, y el rostro de Marc se arrugó. Él comenzó a dar la vuelta, pero
lo agarré del brazo y no lo dejé alejarse—. No puedo evitarlo. Lo amo, pero puedo vivir
sin él. No puedo vivir sin ti, Marc. Por favor, no me lo pidas.
—¿Tú...? ¿Hablas en serio?
Asentí con la cabeza.
—Desde mi corazón roto. Quiero que te quedes. El Orgullo te necesita, pero estaría
mintiendo si dijera que tiene algo que ver con esto. Quédate por mí. Quédate conmigo.
Nunca habrá nadie más. No en mi cama. No en mi vida. Y no en mi corazón.
336 Marc sonrió, vacilante al principio. Luego sonrió de verdad, y el dorado en sus ojos
brilló con luz desde el interior. Yo nunca había sido capaz de resistirme a esos ojos.
Miré hacia abajo y halé la cadena de debajo de mi camisa, para que el anillo que me
había dado hace meses colgara a la vista por completo.
—Cásate conmigo, Marc.
Sus ojos se agrandaron. Su mirada se movió de mi cara al anillo, luego de vuelta otra
vez.
—¿Es eso un sí? —Sonreí.
Su sonrisa iluminó el mundo entero.
Y Marc me besó.
Me aferré a él, apenas atreviéndome a creer que él era real. Que realmente había
vuelto.
Mi lucha contra el consejo no había terminado (demonios, mi lucha contra ellos podría
nunca terminar) y algo me dijo que mis dolores de crecimiento Alfa acababan de
empezar. Pero esta primera victoria duramente ganada demostraba que todo era
posible. Jace podría ser un Alfa. Manx podría casarse por amor. Owen podría ser un

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esposo y padre. Mi madre podría darle la bienvenida a Angela en nuestras vidas y
abiertamente mimar a un nieto humano. Abby, Melody, y Kaci, y todas las demás
tabbies jóvenes, podrían tener opciones, y tanto el privilegio como la responsabilidad
de luchar por ellas.
Y yo podría manejar cualquier cosa que la vida quisiera dirigir contra mí con mis
hombres a mi espalda y Marc a mi lado.
Juntos, representamos una nueva página en la historia de los werecats: un extraviado
y una tabby, liderando el Orgullo más grande del país. La próxima generación nos
podría catalogar de rebeldes, o (si éramos afortunados) revolucionarios. Pero, sin
embargo, nosotros nos describiríamos en el camino, mirando hacia delante; estaba
contenta de saber que, a partir de ese momento, estaríamos manejando las cosas a
nuestra manera. La manera correcta, la política estaba condenada.
Y al hacer eso, tal vez podría enorgullecer a mi padre: mi Alfa por siempre.

Fin del Libro

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RACHEL VINCENT

338

Rachel Vincent es la autora de la serie de Cambia-formas, que trata sobre una


mujer gato llamada Faythe Sanders, la cual está aprendiendo a definir su propio
papel en su familia y está luchando para reclamar un lugar en su
“Orgullo o Pride”

Residente de San Antonio, Rachel Vincent tiene una licenciatura en Inglés y una en
imaginación demasiado activa, constantemente encuentra la última manera para
ser más práctica. Ella comparte su oficina con sus dos gatos negros y sus fans # 1
(Kaci y Nyx). Rachel es más mayor de lo que parece – en serio- y más joven de lo
que se siente, pero está convencida de que por cada día que ella pasa escribiendo,
un día más le será añadido a su vida.

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SAGA WERECATS

-Stray
-Rogue
-Pride
-Prey
-Shift
-Alpha

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