Sunteți pe pagina 1din 17

Dirección Académica Online

MATERIAL
ACADÉMICO
Todos los derechos de autor son de la exclusiva propiedad de UNIACC o de los otorgantes de sus licencias.
No está permitido copiar, reproducir, reeditar, descargar, publicar, emitir, difundir, poner a disposición del
público ni utilizar los contenidos de forma alguna, excepto para su uso personal, nunca comercial.
Capítulo 4

TERAPIA FAMILIAR SIMBOLICO-EXPERIENCIAL

Resulta difícil hablar de todo este asunto de la terapia simbólica de


una manera que no sea simbólica. Es como hablar sobre el amor. Se
pueden encontrar palabras que representan sólo un nivel superficial. La
única esperanza tal vez sea la de hablar con metáforas, como han
descubierto los poetas.
Se me ocurre comparar la terapia simbólica con la infraestructura
de una ciudad. Lo importante es mirar todo lo que existe por debajo de
sus calles y edificios. Esto es lo que permite que la vida sobre la
superficie siga su marcha. Aún cuando no pueda verlas, cuando miro
para afuera sé que hay cañerías de gas y de agua corriente, a veces
líneas telefónicas, que corren por debajo de la superficie. Este mundo
subterráneo es esencial para la vida de la ciudad. Además de no ser
directamente observable, este nivel de operaciones también se
caracteriza porque tiene un efecto de tipo general en todas las
variedades existentes de hogares, comercios y oficinas. El efecto es
omnipresente.
De una manera similar conceptualizo la terapia simbólica. Nuestros
mundos personales subterráneos están dominados por una corriente de
impulsos y símbolos en desarrollo. Aunque no siempre son visibles, sé
que están ahí. No tengo que sorprenderme por su existencia ni
cuestionarla. Así como el agua fluye por las cañerías debajo de nuestras
calles, los impulsos fluyen por nuestro inconsciente. Somos todos
iguales en este sentido. Todos tenemos éstas infraestructuras
emocionales que aseguran el flujo de nuestros impulsos. Aunque a
veces permanecen ocultos a la vista, o por los menos disfrazados, esos
impulsos existen.
DANZANDO CON LA FAMILIA

Es difícil examinar la terapia familiar sin verla como un proyecto de


paternidad simbólica de primera magnitud. Después de todo, la familia
viene a nosotros con la idea de que podemos ayudarla, que podemos
mejorarla. Nosotros, desde luego, no estaríamos en esta descabellada
profesión si no nos perturbara, en alguna medida, la misma idea.
Queremos ser útiles a los demás, hacerlos alcanzar vidas más plenas y
felices. Queremos mitigar algo del sufrimiento que hay en el mundo.
La dificultad aparece cuando pasamos de esta idea a poner en
práctica lo que se supone que tenemos que hacer. ¿Cómo nos
ingeniamos para ayudar, o ser útiles, en el esfuerzo de crecimiento de
la familia, sin socavar torpemente el mismo progreso que buscamos?
Una vez más, ¿se trata de vernos como padres reales, con todas las
obligaciones correspondientes de ocuparnos de que nuestros hijos
hagan lo correcto, o tenemos una obligación menos concreta?
¿Podemos permitirnos dejar en sus manos la dimensión real de acción
y elección? Tal vez la verdadera pregunta sea: ¿podemos permitirnos no
hacerlo?
Tengo bien claro en mi mente que el terapeuta debe ocupar una
metaposición con respecto a la familia. Es decir, hay que mantener la
visión de todo el grupo, guardar cierta distancia y no ser absorbido para
asumir el control en el nivel de la realidad. Si bien me interesa mUcho
conversar con ellos sobre su vida y participar en una verdadera
experiencia en el consultorio, aquí acaba todo. No tengo interés en ser
un elemento fundamental en el proceso de adopción de decisiones de la
vida real. Ellos deben conservar el control en este nivel y a mí me
corresponde ocuparme de que ellos lo hagan. No sólo tengo que evitar
hacerme cargo, sino que además tengo que impedir que ellos me vean
como alguien que podría hacerlo. Los acontecimientos concretos de su
vida revisten interés tan sólo porque son manifestaciones de sus
infraestructuras emocionales y de relaciones, y no por su realidad
literal.
Se trata de una yuxtaposición interesante. Ingreso en la relación
con la intención de no dejarme convencer por ellos y así llegar a ser
demasiado literal y orientado hacia la realidad. La familia llega al
consultorio pensando que desea cosas concretas.
TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL

Ellos quieren que yo les ofrezca soluciones para su vida, que les
proporcione la poción mágica que terminará con sus males. Incluso el
médico que hay en mí sabe que eso es ridículo. Suelo responder a esa
clase de demanda contándoles que mi varita mágica está
descompuesta desde que un pequeño curioso de cuatro años arrancó la
estrella del palito, convirtiéndola en una estrella china. No existen
palabras mágicas, artilugios o ejercicios que puedan transformarlos en
un grupo perpetuamente eufórico. No hay manera de evitarlo.
¡Pero no es imposible! La gente puede aprender a vivir una vida más
íntima y enriquecedora. Pueden encontrar niveles crecientes de
satisfacción y alegría. La clave reside en su capacidad para
experimentar el mundo de una manera más amplia y profunda. A
medida que se amplía nuestra experiencia de la vida, tenemos vidas
más ricas, aun cuando los elementos de la realidad se mantengan
igual.
Desde luego, las situaciones de la realidad a veces cambian
también. No se trata de que me oponga a un cambio mundial real.
¡Lejos de eso! Se trata simplemente de que el rol que labro para mí
mismo no está centrado en los acontecimientos de la realidad de sus
vidas. No vivo con la fantasía de que soy responsable de su realidad. Sin
embargo, como interactuamos en el mundo simbólico-experiencial,
ellos pueden extraer algo que les hará modificar su vida. Yo no los
cambio, pero sucede a menudo que ellos cambian.

EL MUNDO DE LOS SÍMBOLOS

Todos nosotros filtramos nuestra experiencia de la vida a través de


un número relativamente pequeño de conceptos. Es la riqueza o
pobreza de estos conceptos lo que determina en gran medida la
experiencia subjetiva de la vida. Como la capacidad del esquimal para
percibir diecisiete clases diferentes de nieve, frente a la única categoría
de nieve que conoce el habitante urbano de los Estados Unidos. El
significado y el efecto de la realidad externa están determinados por
nuestra realidad interna.
DANZANDO CON LA F.AMILIA

La misma sinfonía puede resultar magníficamente estimulante o


terriblemente aburrida. Depende del oído del oyente.
En una terapia orientada al crecimiento, lo fundamental es
concentrarse en la expansión del significado de la experiencia y en la
ampliación de los horizontes de la vida. Organizamos nuestra vida en
torno de nuestros limitados sistemas de representación internos.
Cuanto más rico y diverso sea este mundo, mayor será la libertad y la
creatividad que tendremos. Si podemos ayudar a ampliar el mundo
simbólico de las familias que tratamos, podrán tener-vidas más
plenas.
Hay una serie de cuestiones universales que, por pertenecer a la
categoría de seres humanos, tenemos que afrontar, para nuestra
bendición y también nuestra maldición. La soledad, la ira, la
sexualidad y la muerte forman parte de todos nosotros. Todos
tenemos impulsos sexuales primitivos, homicidas y suicidas. Es parte
de la condición humana. Gran parte de nuestra vida interna alude a
esto, mientras que casi todo lo que mostramos externamente está
diseñado para alcanzar una mayor tolerancia social. Nuestra cultura
prohibe la expresión de estos impulsos, obligándonos a tenerlos bajo
control. A pesar de estos mandatos sociales, siguen siendo
profundamente activos en nuestro interior. Estos impulsos dejan su
marca en gran parte de nuestra vida concreta, o en toda ella. En el
nivel subterráneo de los impulsos primitivos, la vida está fuera del
tiempo. El pasado, el presente y el futuro se funden en uno.
Además de ser omnipresente, el mundo de los impulsos y los
símbolos tiene múltiples niveles. Los símbolos abarcan desde los
universales absolutos hasta los totalmente ideográficos. Las
representaciones directas de nuestro impulso básico de vida existen
umversalmente. Estos impulsos primarios encuentran una expresión
similar en todas las culturas. Los símbolos sexuales,, la mirada
desesperada de soledad o el terror a enfrentarse con la muerte son
conocidos para todos los pueblos. Cada cultura puede dejar también
una impronta particular en el mundo de representaciones de su
pueblo. Mientras que el tema edípico recorre todas las culturas,
existen literalmente docenas de variantes culturales. Cada cultura
puede desarrollar también su forma


TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL

de manifestar la amistad, celebrar el nacimiento, marcar el ingreso en la


adolescencia y llorar la muerte.
Cada. zona del mundo simbólico se ha de definir más personalmente
dentro de la mitología de cada familia. Así, el instinto de supervivencia
universal, glorificado en esta cultura por el mito del hombre que triunfa
por su propio esfuerzo, recibe un aspecto más ideográfico cuando es
interpretado por una familia determinada. «Nosotros somos los Smith.
Ser un Smith significa no tener que pedir nunca una limosna. Asumimos
nuestra propia manera de ser», es una interpretación típica del instinto
universal. La manera específica en que se aplique esta perspectiva
influirá poderosamente en cada uno de los miembros de la familia.
En algunas familias, el instinto de supervivencia fundamental con el
que comenzamos puede terminar distorsionado, convirtiéndose en una
necesidad intensa, implacable, de lograr cosas... una interpretación de
adicción al trabajo. Algunos pueden ir tras el «éxito» a expensas de sus
relaciones, terminando con la cuenta del banco llena y sus vidas
personales vacías. Otros pueden buscar una vida más equilibrada, pero
estar angustiados por el sentimiento de culpa que les provoca su relativa
falta de éxito tangible. Las variaciones son infinitas.
La manera en que cada familia representa su mundo simbólico puede
evolucionar con el tiempo, pero por lo general mantiene algunas
manifestaciones básicas que son más o menos consistentes. Una
manera de poder vislumbrar el modelo básico de una familia es observar
los rituales familiares interpersonales. Observar cómo actúan cuando
están físicamente juntos es revelador. La rutina de las mañanas, el ritual
de la cena y cómo se comportan en las vacaciones son elementos que
manifiestan cómo está organizado su mundo.
¿Cómo se adapta el padre a la imagen cultural de la fuerza y la madre
a la de la protección? ¿Cómo se definen y manifiestan la masculinidad y
la feminidad? ¿El grupo tiene demasiado poder sobre los individuos o
menos del necesario? ¿Cómo negocian la individualización y la
pertenencia? ¿Cómo se aborda el tema de las vacaciones? El sistema de
las representaciones simbólicas
DANZANDO CON LA FAMILLA

de la familia aparece expuesto en estas preguntas. Estos aconte-


cimientos muestran por lo general cómo es la familia.

CON LA MIRADA HACIA ADENTRO

En realidad existe una sola manera de "comprender" el complejo


mundo de los impulsos y los simbolos. Y esa manera consiste en
mirar hacia adentro. Sólo cuando usted puede identifi-car cierto
impulso básico dentro de sí mismo, sabrá reálmente si existe. Una vez
que lo ha descubierto, se vuelve real. Hasta entonces es simplemente
un bonito concepto o teoría, pero tiene poco valor para usted. Creo
que la fórmula también funciona al revés. Si usted no puede
encontrarlo en su interior, entonces no existe. Si nunca ha podido
identificar y encararse a sus propios impulsos homicidas, no podrá
creer que existen. Por lo menos, no en la gente «normal». Por
definición, entonces, cualquiera que admita esos impulsos es anormal
de acuerdo con sus normas internas encubiertas.
Yo creo lo contrario. Pienso que parte de la condición humana es
tener dentro de uno un rico y burbujeante impulso de vida. Somos
todos homicidas, todos luchamos con impulsos suicidas, todos
tenemos fantasías incestuosas, todos estamos aterrorizados por la
idea de la muerte. Si no se afronta estos simples hechos de la vida, se
limita una gran parte de nuestra condición humana.
Nuestra propia toma de conciencia del mundo de impulsos que
albergamos es un requisito necesario para poder ver, no digamos
comprender, el mundo simbólico de los demás. En la medida en que
podemos enfrentarnos a las manifestaciones simbólicas múltiples de
nuestros propios impulsos, podemos generalizar esta capacidad en el
trato con los demás.

LA TERAPIA SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL __

La idea de la terapia simbólico-experiencial surge del hecho de que


mientras pensamos y hablamos de las cosas en un nivel,
TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL

vivimos en otro nivel que es un territorio muy diferente. La terapia


simbólica se ocupa del intento de moverse directamente en el nivel de la
vida, y no en el del reino del pensamiento, la conversación o el
razonamiento. Es una terapia en la que no se trabaja con los datos que
la familia presenta como tales. No se trata de una educación. El antiguo
dicho «Nada que merezca saberse puede enseñarse» me viene a la
mente. No es un aprendizaje de adaptación social. La terapia simbólica
es un intento de abordar el sistema de representaciones que subyace
en lo que se está diciendo realmente. Implica recoger los fragmentos
simbólicos que uno detecta o percibe. Cada uno de estos fragmentos
constituye otro territorio, una infraestructura que corre por debajo de
nuestra vida de superficie.
Para mí, la terapia simbólica es un intento de penetrar en un
territorio de vida más holístico, para no quedarse atrapado en el,
territorio del pensamiento. Es una especie de extrapolación del viejo
modelo gestáltico que comprendía el movimiento del cuerpo, la
sensación corporal y una conciencia más total. La veo como una
evolución gradual que se aleja de la serie intrapsíquica freudiana hacia
un modelo de terapia interpersonal y una visión del mundo interactiva.
La terapia simbólica se centra en la idea de que hay una serie de
temas universales en la vida. Temas que son tan cruciales que a
menudo los abordamos sólo de una manera encubierta. Mientras que
nos aterrorizan demasiado para enfrentarnos en el nivel de la
superficie, invaden el nivel de la infraestructura de nuestra vida.
Por consiguiente, la terapia simbólica se centra en ayudar a la gente
a estar más cómoda con su impulso de vida, a temerlo menos y a
integrarlo más plenamente en su vida concreta. El mundo de los
impulsos no puede evitarse. ¡No se puede escapar de él!
La única manera de alentar honestamente a la gente a aventurarse
en un territorio tan temido es usarse a uno mismo. El terapeuta debe
estar dispuesto a exponer algunas de sus propias experiencias
simbólicas. A revelar su sistema personal de creencias. A ofrecer
algunos vislumbres de su infraestructura. Cuando
DANZANDO CON LA FAMILIA

usted se atreve a mostrar este aspecto suyo a la familia, en pequeños


fragmentos, ellos se quedan con trocitos suyos en ellos. Cuando se
enfrentan con parte de su mundo interior, tienen que decidir qué hacer
con él. Pueden producir sus propias extrapolaciones, de acuerdo con la
manera en que eso resuene dentro de ellos.
Si el terapeuta, por ejemplo, empieza a decir de sí mismo que es un
ser imperfecto, o revela sus sentimientos de dependencia, temor o
confusión, la familia puede sentirse tentada a mirar en su interior
también. Este enfoque tiene el objeto de ofrecerles la oportunidad de
explorarse contando con una imagen en la cual reflejarse y tal vez
exponer más cosas de su propio sistema de creencias, de su
infraestructura. Asumir personalmente la feminidad en los hombres, la
masculinidad en las mujeres o la in-fantilización que todos sentimos
puede producir un crecimiento. Pueden abrirse todos estos territorios.
Son temas sobre los que por lo común no se habla, o ni siquiera piensa,
probablemente porque son demasiado importantes.
Uno de los aspectos interesantes de este tipo de trabajo es el
descubrimiento de que a medida que evoluciona la terapia y nos
sentimos cada vez más libres para realizar un intercambio simbólico, se
convierte en una experiencia de crecimiento para mí. A menudo parece
que cuanto más obtengo yo, más obtienen ellos. El resultado del
encuentro de nuestros mundos simbólicos puede ser verdaderamente
interesante. En un sentido, todos llegamos a ser pacientes en ese
proceso.
¡ Uno de los temas clásicos de la terapia simbólica es el proceso de
abordar el tema de la muerte. La muerte deL,terapeuta, la muerte de un
miembro de la familia, el hecho universal de la muerte y del que nadie
está exento. Todos estos planteamientos pueden tener un efecto
profundo. Todos nosotros deseamos ser capaces de congelar el tiempo,
de vivir para siempre y ser eternamente recordados. En una cultura
que se empeña en despersonalizar a la muerte y la rehúye
automáticamente para negarla, la experiencia de enfrentarse a ella con
los ojos abiertos puede ser profunda. La idea de que sólo encarándose a
la propia muerte se puede vivir realmente es atormentadoramente
exacta.
TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL

De manera similar, los temas de la «locura», el suicidio, el


homicidio, la sexualidad, etcétera, tienen una influencia considerable.
Por ejemplo, suelo decirles a los miembros de la familia: «Si se volvieran
realmente locos, me entienden, chiflados de verdad, ¿cómo se
comportarían? ¿Tomarían un rifle y se pondrían a practicar tiro desde
una torre apuntando a la gente que pasa? ¿Se escaparían a un bosque
para convertirse en árbol? ¿Qué aspecto tendría su propia locura
personal?». De este modo, estoy alentando la expresión externa de su
vida interna de una manera no destructiva. Es una oportunidad para
mirar el propio mundo de impulsos sin el temor de que éste lo domine a
uno. Al enfrentarse a ellos, puede empezar a integrar los impulsos en
lugar de preservarlos intactos mediante su aislamiento. Los esfuerzos
por aislar o negar los impulsos por lo general los intensifican, a
menudo hasta el punto de que cuando logran expresarse, se está más
propenso a descontrolarse y explotar.
Mi indagación no requiere que todo el cúmulo de impulsos aparezca
de una vez. Suele ser preferible hacerlo emerger poco a poco. Por
ejemplo, pedirle a una recién casada que nos cuente sobre sus
impulsos homicidas con respecto a su marido puede resultar
demasiado duro. Sin embargo, preguntarle si alguna vez pensó en salar
excesivamente la comida para desquitarse o incluso liberarse de él, es
más tolerable.
Para ayudarlos a ingresar en territorios nuevos, podría compartir
algunas de mis asociaciones o presionarlos para que consideren la
posición polarmente opuesta a la que presentan ini-cialmente. Por
ejemplo, al marido que proclama que ama tanto a su mujer que se
moriría si ella lo rechazase, le podría preguntar: «¿Ha decidido que el
homicidio es la única manera de terminar con la tiranía?». A la esposa
que afirma amar demasiado a su marido como para criticarlo, podría
contestarle: «Eso es puro vicio».
En estos ejemplos quiero romper el esquema de que el amor es lo
opuesto al odio. Los quiero presentar como sentimientos unidos. Si
usted siente uno, el otro está automáticamente presente. Cuando se
elimina la dicotomía artificial de estas emociones, se establece un
marco de mayor honestidad. Con el esfuerzo
DANZANDO CON LA FAMILIA

suficiente, incluso puede culminar en intimidad. Quiero impulsarlos


para que ingresen en un nuevo territorio, uno en el que su viejo nivel
de vida y de pensamiento sobre la vida, ya no basta. Al contaminarlos
con mi sistema de creencias, pueden sentirse libres para
experimentar más su propio mundo de impulsos, volviéndose con ello
más humanos.
A menudo trato de ampliar la comprensión que tiene la familia de
los síntomas extendiéndolos hacia las generaciones anteriores. Otro
método es proyectarlos hacia la generación siguien-te. Suponiendo
que los síntomas tienen una continuidad en las generaciones, quiero
ayudarlos a tener acceso al rico mundo simbólico que pertenece a toda
la familia ampliada. Si la familia tiene diez hijos, deseo que sepan que
la manera en que la generación siguiente resolverá el número de
integrantes de la familia está relacionada evidentemente con la
experiencia de la familia actual. Pueden tratar de tener diez hijos o
rehusarse terminantemente a tener ninguno. El modelo puede ser
positivo o negativo. Lo más usual es que tenga un poco de los dos. De
manera similar, los mitos familiares de la paternidad, la vida conyugal,
etcétera, están ricamente entretejidos.
Alentarlos para que sean menos opresivos entre sí también puede
facilitar el crecimiento. Suelo molestar con la flexibilidad de los roles
dentro de la familia. Al preguntarle al padre cuándo fue la última vez
que se sintió lo suficientemente seguro para dejar que el pequeño
Mikey, de seis años, se sirviera la leche, o dirigiera las oraciones o
decidiera qué programas de televisión podría ver la familia, se
introduce la idea de cambio. Esto funciona también al revés. Tal vez el
padre pueda aprender a acurrucarse y hablar en media lengua
mientras los niños de cuatro y cinco años hacen de papá y mamá.
Estos tipos de inversión de roles pueden tener un efecto liberador en
los miembros de la familia:

CONFUSIÓN

Uno de los objetivos básicos del trabajo simbólico es ayudar a las


personas a ampliar su experiencia de vida. Abrirlas a una
TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL

gama más amplia de posibilidades de vida. Para poder romper su


esquema normalmente se requiere una contaminación real de la
perspectiva que tienen... una experiencia de desprogramación. Una de
las maneras más efectivas de hacerlo es a través del poder de la
confusión. Yo quiero ser capaz de perturbar sus certidumbres y destruir
la idea que tienen de que la vida es simple. Cuando se elimina la nitidez
de su dicotomía bien-mal, se abre un mundo nuevo. Se enfrentan
entonces con aspectos del crecimiento como la elección, los valores y la
responsabilidad en un mundo incierto. Una vez más, quiero participar en
una experiencia que los sacuda. Que los sorprenda lo suficiente como
para liberarse de la hipnosis de la familia de origen a la que todos
estamos sujetos.
La confusión es, en sí misma, una de las maneras más potentes de
abrir simbólicamente la infraestructura de la familia. Cada vez que un
miembro de la familia dice algo, deseo poder serle útil corrigiendo o
modificando o distorsionando lo que ha dicho de forma tal que no se
queden con una afirmación vacía. Quiero darles nuevas opciones y
consideraciones para explorar. Esto les permite adentrarse en nuevos
territorios, mientras que en el peor de los casos los deja con una
contaminación que, debido a su universalidad, no puede ser fácilmente
descartada.
En el caso de un marido infantilmente exigente, el comentario «Yo
también extraño a mi mamá» puede causar un impacto significativo. Aun
cuando no se vuelva a mencionar, puede producir un resultado
importante. Como tampoco le he dicho nada tan concreto sobre lo que
pueda estar en desacuerdo conmigo, se queda adherido al mensaje.
Una de las mejores maneras de ofrecer a una familia el beneficio de la
confusión es que el terapeuta utilice libremente los principios
universales que él tiene sobre la gente y las familias. Al centrarse
deliberadamente en el hecho de que todas las familias tienen ciertas
cosas en común, usted se puede mover con menos inhibiciones. Al dar
por supuesto que toda la tensión, toda la salud, toda la patología de
cualquier familia también se encuentran y actúan en las demás familias,
usted ya está preparado para bailar con ellos. Si bien algunos de estos
aspectos pue-
DANZANDO CON LA FAMILIA

den parecer encubiertos y ocultos a nive! consciente, sin embargo


existen.
La capacidad del terapeuta para actuar a partir de esa base de
principios universales, aun cuando todavía no se pongan de
manifiesto en la familia determinada que está tratando, es
fundamental. Le permite actuar en el nivel de las inferencias. Mientras
ellos permanecen leales a los «hechos» de su conciencia, usted puede
actuar en un plano diferente. Esta situación le permitirá moverse
directamente en el nivel dé la infraestructura, mientras ellos están
limitados por su realidad. Esta discontinuidad puede producir
confusión. Más concretamente, cualquier parte del proceso de la
psicoterapia que pueda ser directamente incluido en el proceso de
pensamiento ordinario, programado, de la familia, no produce
crecimiento o no es útil. La confusión constituye la esencia real del
desaprendizaje y el nuevo aprendizaje. Si no hay confusión, no puede
haber cambio ni progreso. Hasta que usted rompe con sus esquemas,
las rutinas siguen profundizándose. La vida sigue, mientras que lo
que vive muere. Una de las principales preocupaciones que obsesiona
a todo el que trabaja con familias es cómo producir un efecto que
signifique algo. Cómo intervenir de modo que realmente produzca una
diferencia sin dar vueltas a la noria. Nuevamente, la importancia de
abordar el mundo de los símbolos reside en que es la infraestructura
que conecta. Como tal, el crecimiento en este aspecto puede tener
repercusiones de efecto duradero.
Recuerde, sin embargo, que el efecto puede no ser inmediato. La
expansión del mundo de las representaciones puede necesitar algún
tiempo para fijarse y encontrar expresión en un contexto real. Puesto
que mis esfuerzos no están orientados a producir un cambio de
conducta sino que más bien se orientan hacia el crecimiento, las
conductas concretas pueden resultar engañosas. Yo abrigo la
esperanza de que puedan encontrar una especie de integración
personalizada para la vida, no una conducta diferente.
La expresión que utilizo para explicar cómo funciona realmente mi
método es «sembrar en el inconsciente». Considero que gran parte de
lo que aporto a la familia es algo similar a
TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL

sembrar semillas en un campo. Si las semillas resultan bastante


resistentes, el campo es suficientemente fértil y las condiciones son las
adecuadas, echan raíces y crecen. Cuando la familia y yo conectamos,
las semillas parecen salir buenas, dando con frecuencia un fruto que se
puede cosechar. Cuando algo sale torcido, no brotan. Pero la cosecha
real es de ellos, no mía. Ellos la cuidan y tienen derecho a reclamar su
propiedad. Si yo me comprometo demasiado en el resultado, se reduce
su capacidad para poseerla realmente.
El otro componente de la siembra del inconsciente, que resulta tan
agradable, es que en realidad no necesito batallar con ellos
conscientemente para sembrar las semillas. Puedo deslizar ideas a un
nivel de inferencia que no suscita motivo alguno para discutir
concretamente o estar en desacuerdo. Como no necesito convencerlos
realmente de mi interpretación, no los hostigo para que contraataquen
mi posición. No me encuentro en la necesidad de jugar la carta tramposa
de rotular el desacuerdo de la familia conmigo con el término
«resistencia», como hacen algunos terapeutas. Al no plantearse un
desacuerdo sobre quién tiene razón, ellos se quedan con la experiencia.
No se les ha dado la oportunidad de descartarla basándose en un debate
intelectual que creen haber ganado.
Hay muchas maneras de introducir de un modo útil el beneficio de la
confusión o la desorientación en las sesiones. Una de mis maneras
favoritas es jugar con la confusión de roles. Vuelvo a rotular las
interacciones que veo en función de los roles, independientemente de
quien desempeñe la parte. Por ejemplo, al niño pequeño que está
regañando a su mamá por no haber mantenido su palabra, le digo:
«Vamos a ver. Si eres el padre de tu madre... por la manera en que la
estás corrigiendo, ¿no?... entonces eres tu propio abuelo». O a la mujer
que se somete a su marido explosivo: «Vea, apuesto a que su marido está
tan enojado porque usted no se está comportando como una mamá
suficientemente buena con él». Esta especie de juego con sus roles,
aunque al principio parece bastante tonto, con frecuencia influye
significativamente cuando ellos deciden que ha llegado el momento de
vivir de otro modo.
DANZANDO CON LA FAMILLA

Otro método consiste en ofrecerles una serie de «soluciones»


ridiculas cuando piden una respuesta para un problema. Así ellos
toman contacto con la necesidad de ser responsables de sí mismos, en
lugar de actuar como si yo tuviese la respuesta y no se la diese hasta que
ellos fuesen capaces de sacármela con triquiñuelas. El empleo de
palabras con doble significado o de frases singulares también puede
tener un gran efecto. La mezcla de significados literales y contextúales
puede revelar motivaciones encubiertas. Por ejemplo, vino a verme una
nueva familia en la que el marido criticaba a su mujer por no haberle
comprado para Navidad un encendedor para la chimenea. Estaba
furiosa porque había comprado uno para su padre y otro para su her-
mano y ninguno para él. Cuando ella le replicó diciendo que la hacía
sentir muy culpable, yo comenté: «Vean, se me acaba de ocurrir una
idea extraña. Mientras ustedes hablaban me vino la imagen del
encendedor de la chimenea como si fuese un objeto sexual». Ellos
estallaron en carcajadas y con cierto embarazo en la mirada
mencionaron que el verdadero motivo que los había traído a mi
consultorio era que tenían problemas sexuales. Al parecer, la mujer
había estado fingiendo orgasmos durante años y hacía muy poco que se
lo había hecho saber a su marido. Al marido realmente le hubiera ido
bien un encendedor.
Además, trato de usar de forma afectiva palabras explosivas para
atraer la atención y subrayar algunos temas. A veces, la única manera
de hacer que un té/ma salga a la luz es exagerándolo. Puede llegar a ser
necesario acusaf a alguien de no ser honesto o, mejor aún, de ser
mentiroso, para provocar una respuesta. También se puede obtener una
respuesta si se les pregunta dónde adquirieron esa capacidad tan
refinada que demuestran para negar los problemas con una sonrisa tan
convincente.
A los niños a menudo les encantan las historias que les cuento de lo
que hacía cuando yo era una niñita. Ellos pueden disfrutar de las
tonterías y con frecuencia realizan una magnífica tarea al enseñarles a
sus padres a relajarse. Sólo los más infantiles de los adultos se toman
demasiado en serio a sí mismos.
LA EXPERIENCIA

Todavía no he encontrado la persona capaz de crecer


emo-cionalmente por medio de la educación intelectual. El verdadero
crecimiento emocional se produce sólo como consecuencia de la
experiencia. Mi próximo autoadhesivo dirá: «Nada que valga la pena de
ser conocido puede ser enseñado.» Esto no significa que el aprendizaje y
el crecimiento no son posibles, sino que presentar sugerencias,
recomendaciones o conocimientos carece de importancia. Y no sólo eso,
con frecuencia resulta perjudicial para el proceso.
La introspección y la comprensión se producen como resultado de la
experiencia, no como precursoras de ella. Como dijo Kierkegaard:
«Vivimos nuestras vidas hacia delante, pero sólo las comprendemos
hacia atrás». Todos tenemos que reinventar la rueda si hemos de
beneficiarnos alguna vez. Se parece mucho a la divertida experiencia de
ser padre. Hasta que tuve mi primer hijo, yo sabía todo lo que había que
saber sobre la crianza de los niños. Cuando fui padre, mi conocimiento
se derrumbó y empezó mi aprendizaje.

EL CRECIMIENTO

Me doy cuenta de que las familias crecen con este tipo de trabajo
cuando adquieren una mayor tolerancia ante lo absurdo de la vida.
Parecen más capaces de superar el sufrimiento que antes les parecía
insoportable. El hecho de que la vida siga siendo dolorosa ya no les
impide vivir.
Son más capaces de enfrentarse con su temor, eliminando así él
dominio que éste ejerce sobre ellos. Es como la idea de que los
alcohólicos beben porque tienen miedo de tener miedo. Una vez que nos
hemos enfrentado de verdad al terror que es real, podemos vivir con él,
en lugar de huir de él perpetuamente.
Tal vez la mejor manera de explicar el crecimiento sea pensarlo
como el modo de lograr un estado de equilibrio entre la pertenencia y la
individualización. El crecimiento es un proceso
que dura toda la vida y consiste en la lucha constante por lograr
mayores niveles de pertenencia, y una mayor individualización. La
corriente entre una y otra crea la flexibilidad necesaria para expandirse
y agregar más en los dos sentidos. Cuanto más nos atrevemos a
pertenecer, más libertad tenemos para ser independientes. Cuanto
mayor es nuestra capacidad de individualización, más libertad
tenemos para pertenecer.

S-ar putea să vă placă și