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Thomas Malthus
Malthus logró un lugar en la historia del pensamiento económico por su Ensayo sobre el
principio de la población (1798), trabajo en el que asumió una visión fatalista sobre la
economía y la población. La teoría de Malthus contrastaba con la idea de Smith respecto a
que el incremento de la población impulsaba el progreso económico. Malthus también
contradice las tesis de su padre Daniel Malthus quien aseguraba que la pobreza y la miseria
por la que estaba atravesando Inglaterra eran causadas por la inoperancia del gobierno. De
hecho, Daniel Malthus era seguidor de las ideas de Godwin a quien se le conocía como el
padre del anarquismo filosófico. La concepción fundamental de Godwin y Condorcet –que
Daniel Malthus aceptaba- era que el carácter de un individuo no es hereditario, sino que más
bien se forma por el ambiente en el que este se desenvuelve. En particular, Godwin estaba
perturbado por las penurias, la miseria, infelicidad y el vicio que percibía en el mundo que lo
circundaba. Concluyó que el principal factor responsable era el gobierno, y por esta razón
Godwin a veces es llamado el padre del anarquismo filosófico.
La tesis de Malthus se resume en los siguientes puntos: primero, la población crece más
rápido que la producción de alimentos; segundo, cuando se aumenta la producción de
alimentos por encima del crecimiento de la población se estimula esta tasa de crecimiento;
tercero, si la población aumenta muy por encima de la producción de alimentos el crecimiento
se frena debido al hambre, las enfermedades y las guerras. A partir de estas tesis Malthus
propuso formas de asumir el control de la natalidad y sus soluciones fueron extrañas y
controvertidas: la primera era el aumento de la tasa de mortalidad mediante las guerras, las
hambrunas y las enfermedades; la segunda era reducir la tasa de natalidad mediante una
política para que los matrimonios se realizaran más tarde de lo que se estaban haciendo. En
ediciones siguientes Malthus agregó el ingrediente de la moral en el control de la natalidad,
por lo cual no se tendría que llegar a relaciones prematrimoniales, aunque el tema del deseo
humano seguía para él implícito.
Como se ha señalado antes, el objeto del discurso de la primera parte de la obra se centra en
el crecimiento de la población, por ello hace el siguiente planteamiento: “…la capacidad de
crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir
alimentos para el hombre. La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión
geométrica. Los alimentos tan sólo aumentan en progresión aritmética…” (Malthus, 1983:
33).
La conclusión inmediata de un planteamiento como el anterior, es que para alimentar a la
población es necesario que los alimentos crezcan a la misma tasa que ésta. Sin embargo, el
problema de fondo es que la población se duplica, según Malthus, cada 25 años, mientras
que la producción de alimentos no lo hace a la misma tasa. En todo caso, merced al cambio
tecnológico y al mejor uso de los factores de la producción, la producción agrícola se puede
incrementar cada 25 años, pero en proporción aritmética (Malthus, 1983: 38-39).
Las tesis de Malthus sobre la población fueron importantes para los estudios clásicos de la
época, en cuanto a las teorías del valor y los salarios. La tesis de Malthus tiene gran
aplicabilidad en las doctrinas de la teoría clásica. Un ejemplo es la doctrina de fondos
salariales desarrollada por Adam Smith y aplicada por Ricardo posteriormente. Esta teoría
decía que un aumento de salario real del trabajador podría ocasionar un aumento en la
población, lo cual en el largo plazo provocaría que los salarios regresasen a su nivel anterior,
es decir a un nivel más bajo. Se decía entonces que cualquier intento de mejorar el bienestar
económico de los grupos con menores ingresos en la población empeoraría el problema y
que no era conveniente mejorar su situación social pues generaría una deficiencia económica
aun peor en el largo plazo.
Es decir, que una de las principales preocupaciones de este pensador era la pobreza. Sabía
que la única forma de reducirla era a través de mayor productividad. Así, incrementar el
salario de los trabajadores sin producir más, lo único que provocaría sería un incremento en
precios pues “La competencia entre los compradores en el mercado provocaría la rápida
subida del precio de la carne, que de los seis a siete peniques que cuesta hoy pasaría a costar
dos o tres chelines la libra, y no se distribuiría la carne en un mayor número de partes que en
la actualidad.” (Malthus, 1983: 71). En suma, dada la misma producción de carne, mayor
dinero sólo provocará un encarecimiento de ésta, pero no necesariamente que se consuma
más. Para incrementar el consumo de carne, sería necesario producir más, sin embargo, ello
implicaría dejar de destinar recursos productivos a otros bienes como el trigo, por lo tanto,
mayor producción de carne implicaría un menor consumo de trigo. Este principio básico en
ocasiones parece olvidarse.
Malthus también pone el dedo en la llaga al señalar que la forma en que se debe medir el
crecimiento económico es en términos per cápita, esto es en la mayor o menor disponibilidad
de bienes o servicios disponibles por persona en cualquier economía. Así “Todo aumento de
la población sin incremento proporcional del alimento producirá el mismo efecto, reduciendo
el valor del título de cada individuo. El alimento tendrá que ser distribuido en raciones más
pequeñas y, por consiguiente, una jornada de trabajo permitirá la adquisición de una cantidad
menor de provisiones.” (Malthus, 1983: 74). Más adelante señala que “El único criterio
seguro para apreciar un aumento real y permanente de la población de un país, es el
incremento de los medios de subsistencia” (Malthus, 1983: 102).
Bibliografía
Ibarra, D. (2012). Robert Malthus y su Primer ensayo sobre la población (1789). Rvista Debate
Económico.
Malthus, T. (1983). Primer ensayo sobre la población. España: Sarpe, colección Los grandes
pensadores.
Márquez , Y., & Silva, J. (2008). Pensamiento económico con énfasis en Pensamiento Económico
Público. Bogotá: Programa de Administración Pública Territorial.
Pelet, C. (2001). John Stuart Mill: la etapa de madurez de la escuela clásica. Zaragoza: Universidad
de Zaragoza.