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Nacionalismo

Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.
Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
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países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
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campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.
Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
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1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
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bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
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campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
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comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
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“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
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países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
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“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
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campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
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bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
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Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
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La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
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“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
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“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
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Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
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campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
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países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
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bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
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campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
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primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
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La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
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bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.
Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
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“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
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cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
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campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
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Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.
Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

Nacionalismo
Karl Marx y Friedrich Engels creían ciegamente en la lucha de clases en el siglo XIX. Pensaban la
revolución socialista se haría en los países con una sociedad capitalista desarrollada en la que
hubiera una clase obrera numerosa explotada por la burguesía. El Imperio ruso, un Estado
mayoritariamente agrícola en el que el 77 % de la población eran campesinos según el censo de
1897, no parecía amenazante para los teóricos alemanes. Para ellos primero era necesario
desarrollar el capitalismo y luego destruirlo con las fuerzas del proletariado sublevado. Pero las
cosas salieron de otro modo.
Después de que la Revolución de febrero de 1917 derrocara la monarquía, de marzo a octubre
de 1917 en Rusia hubo una lucha entre varios partidos por el poder. Prevalecieron los
bolcheviques, los socialistas más radicales, liderados por Vladímir Lenin, y estos prometieron al
pueblo, atormentado por la Primera Guerra Mundial, que su sufrimiento terminaría
inmediatamente y que todos serían felices. A los pueblos les prometieron la paz; a los
campesinos, la tierra; a los obreros, las fábricas y a los burgueses una muerte bochornosa.
“A finales del siglo XIX – principios del XX, había dos Rusias” –comenta Pyzhikov a RBTH. La
primera, la Rusia de la nobleza, la clase intelectual y la burguesía, no era muy distinta de los
países europeos: las clases altas se guiaban por el capitalismo, por el sistema legal occidental.
La segunda, que reunía a la absoluta mayoría de los campesinos y a una parte considerable de
los obreros, vivía según unas normas completamente distintas.
“Este era un mundo muy patriarcal que conservaba las antiguas costumbres, un estilo de vida
casi medieval” –comenta Pyzhikov-. La principal institución era la comunidad, los campesinos
explotaban las tierras de forma conjunta y la propiedad privada no estaba muy desarrollada”.
Fue precisamente esta 'segunda Rusia', según Pyzhikov, la que apoyó alegremente a los
bolcheviques cuando estos les propusieron tomarlo todo y repartirlo.
“La Rusia campesina había llevado dentro muchos años al poder soviético”, señala el historiador.
Fue por esta razón, y de ningún modo por lealtad a las ideas rusas de Marx, que triunfó el
comunismo en Rusia.

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