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LOS METALES PESADOS Y LOS CULTIVOS

Las plantas han desarrollado mecanismos altamente específicos para absorber, traslocar y

acumular nutrientes, sin embargo, algunos metales y metaloides no esenciales para los

vegetales son absorbidos, traslocados y acumulados en la planta debido a que presentan un

comportamiento electroquímico similar a los elementos nutritivos requeridos (Lasat, 2000).

La absorción de metales pesados por las plantas es generalmente el primer paso de su entrada

en la cadena alimentaria. Después de la absorción por los vegetales los metales pesados están

disponibles para los herbívoros y humanos directamente o a través de la cadena alimentaria

(John y Leventhal, 1995).

Otro mecanismo de ingreso de sustancias potencialmente tóxicas a las plantas, como los

metales pesados, es mediante la absorción foliar. La disponibilidad a través de las hojas de

algunos elementos trazas provenientes de fuentes aéreas puede tener un impacto significativo

en la contaminación de las plantas y también es de particular importancia en la aplicación de

fertilizantes foliares. La absorción foliar es medida por una fase de penetración cuticular y

un mecanismo de carácter metabólico que considera la acumulación de los elementos contra

un gradiente de concentración (Kabata y Pendias, 2000).

Las especies vegetales, incluidos algunos cultivos, tienen la capacidad de acumular metales

en sus tejidos. Las plantas capaces de absorber y acumular metales pesados por sobre lo

establecido como normal para otras especies en los mismos suelos se llaman

hiperacumuladoras y se encuentran principalmente en suelos que son ricos en estos elementos

por condiciones geoquímicas naturales o por contaminación antropogénica. Las plantas

hiperacumuladoras generalmente tienen poca biomasa debido a que ellas emplean más
energía en los mecanismos necesarios para adaptarse a las altas concentraciones de metales

en sus tejidos (Kabata y Pendias, 2000).

Los metales pesados no afectan el crecimiento de las plantas por una disminución

significativa del potencial osmótico del sustrato, sino por su propia toxicidad. Un exceso de

metales pesados o de sus quelatos solubles puede provocar una serie de alteraciones

bioquímicas y fisiológicas (Cuevas y Walter 2004).

Una de las plantas considerada como hiperacumuladora pero que a la vez es la hortaliza más

difundida en todo el mundo y la de mayor valor económico es el tomate (S. lycopersicon)

METALES PESADOS EN HERBICIDAS A BASE DE GLIFOSATO

Los herbicidas a base de glifosato, como el Roundup, contienen metales pesados y otros

aditivos tóxicos que aumentan la toxicidad del producto final según demuestra el último

análisis del Profesor Séralini.


Herbicidas a base de

glifosato

La toxicidad del

glifosato ha sido muy

debatida durante la

reautorización de su

uso en Europa debido a

que la Agencia

Internacional de Estudios sobre Cáncer lo clasificó como probable cancerígeno para humanos

en 2015 además de ser un contaminante hormonal.

Pero hay otros riesgos añadidos en los herbicidas basados en el glifosato que no se han tenido

en cuenta en las evaluaciones.

Los pesticidas a la venta siempre son formulaciones, es decir, mezclas de un principio activo

con otros ingredientes llamados adyuvantes. Los herbicidas basados en glifosato son una

mezcla de agua con un 36-48% de glifosato como principio activo más un 10-20% de otros

formulantes químicos.

Pero no es la mezcla lo que analizan los productores de pesticidas a la hora de establecer la

cantidad de ingesta diaria aceptable (la cantidad que podemos ingerir a través de agua o

alimentos, por ejemplo) sino sólo el principio activo por separado.

Contienen metales pesados


Uno de los principales hallazgos de su análisis es que los herbicidas a la venta contienen

metales pesados, como el arsénico, un venenoso contaminante hormonal, que normalmente

no se declara entre los ingredientes.

También identificó la presencia de otros metales pesados como cromo, cobalto, plomo y

níquel en 11 plaguicidas basados en glifosato.

Por otro lado, el análisis encontró residuos de petróleo, que, testados sobre células humanas,

han demostrado tener efectos de disrupción endocrina.

El estudio también demuestra la toxicidad de uno de los ingredientes utilizados,

la polioxietilenamina o amina de sebo polietoxilada (POEA), cuya elevada toxicidad ya ha

reconocido Europa.

Reducir la cantidad permitida en alimentos

Los autores demandan que sean públicos los ingredientes de los plaguicidas, cuyas fórmulas

están protegidas por secreto comercial.

Además, creen que los niveles aceptables de residuos de glifosato en alimentos y bebidas

deberían dividirse inmediatamente por 1.000 para proteger a la población frente a los

venenos ocultos en las formulaciones.

En cuanto a España, demandamos a la Agencia Española de Consumo, Seguridad

Alimentaria y Nutrición, encargada de analizar la presencia de residuos de plaguicidas en

nuestros alimentos, que busque la presencia de glifosato, algo que ha evitado hacer en sus
últimos análisis. Estos resultados también arrojan nueva luz sobre la evaluación de la

toxicidad de plantas genéticamente modificadas tolerantes al Roundup, que podrían contener

altos niveles de formulantes tóxicos.

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