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Aprendiendo a ser maestr@:

descubrimiento e incertidumbre

Guadalupe Albores Castro


COORDINADORA
SECRETARIA DE EDUCACIÓN

SUBSERCRETARÍA DE EDUCACIÓN

DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR

ESCUELA NORMAL DE LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PRIMARIA


“DEL OCCIDENTE DE CHIAPAS”

Aprendiendo a ser maestr@:


descubrimiento e incertidumbre

Guadalupe Albores Castro


COORDINADORA
Primera edición: 2015
ISBN: 968 5710 82 3

D.R. © ESCUELA NORMAL DE LICENCIATURA


EN EDUCACIÓN PRIMARIA “DEL OCCIDENTE
DE CHIAPAS”

COORDINACIÓN EDITORIAL Y DISEÑO


Tania Bautista

FOTO DE PORTADA
Susana Colín Contreras
“Organizando los aprendizaje y maestros y
aprendices”

Impreso en México
Agradecimientos

La publicación de Aprendiendo a ser maestro: descubrimiento


e incertidumbre es un logro de la Escuela Normal de Licenciatura
en Educación Primaria “Del Occidente de Chiapas”,
ubicada en Cintalapa, Chiapas.

Agradezco al Mtro. Martín Rafael Mondragón, al Dr. Domingo Ramírez García


y a la Mtra. Cruz Toledo Cruz, directivos de la escuela en el periodo
en que se realizó el Taller “Documentación de experiencias docentes”,
su interés en fortalecer la formación de las y los jóvenes y la invitación
que me hicieron para contribuir a ese propósito.
Mi gratitud también por hacer posible la publicación de este volumen.

Mi mayor agradecimiento a los autores de los textos


por su perseverancia y compromiso para contar de la mejor forma
algunas de las experiencias docentes que han tenido en su camino
para aprender a ser maestras y maestros.

En particular deseo hacer un reconocimiento especial a Susy Colín Contreras


por su gran aporte a este libro con sus fotografías.

A todas y todos, por la riqueza que se produce en el encuentro educativo.


Índice

PRESENTACIÓN 7

ÁNGELES EN DIFICULTADES

Un ángel o un diablillo 14
Susana Colín Contreras

Una experiencia que enseña 22


Carla Rocío Ramos Núñez

Ángel, un pequeño diablillo 27


Juan Manuel Pérez Carpio

Mi reto con Eduardo 32


Jesús Alberto Moguel Camacho

Un niño problema 36
Christian Yeremi Cruz Torres
6

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

ORGANIZANDO LOS APRENDIZAJES

Un desorden inesperado 40
Jaret Crystely Zárate Ramos

Los experimentos causándonos problemas 45


Mayra Isabel Rocha Natividad

Mi experiencia con las matemáticas 49


Mónica Graciela Guzmán Grajales

Mi dificultad para organizar a los niños en el trabajo 54


Adriana Guadalupe Cruz López

MESTROS Y APRENDICES

Una experiencia improvisada 60


María Alejandra Santos Cordero

El peor maestro 64
Brenda Isela Vera Velazquez
7

Presentación

No es mío, no es mío cuanto escribo.


¿A quién lo debo?
¿De quién soy el heraldo nato?
¿Por qué, engañado,
juzgué ser mío lo que no era mío?
¿Quién más me lo dio?
Fernando Pessoa

El proceso por el cual los estudiantes normalistas se apropian de


la profesión docente y elaboran o transforman su conocimiento de
la institución escolar ha sido documentado, aún insuficientemente,
por la investigación educativa pero escasamente por los propios
actores. Este es el aporte del conjunto de textos que integran
este volumen: relatos de un grupo de docentes en formación que
escriben su experiencia de hacerse maestros en el encuentro con
los niños y las escuelas de Educación Básica.
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Los textos son producto de los estudiantes que cursaban el


quinto semestre de la Licenciatura en Educación Primaria de la
Escuela Normal del Occidente, ubicada en Cintalapa, Chiapas, en los
últimos meses del año 2012 en el marco del Taller: “Documentación
de experiencias docentes”.
El propósito que la escuela planteó para el taller fue fortalecer
las habilidades de escritura de los docentes en formación en
atención al reto que les significa elaborar el documento que los lleve
a lograr su titulación. Pero la escritura, como sabemos hoy, es un
ejercicio situado el cual implica una intencionalidad que confiere
características particulares a lo que se comunica y que expresa de
manera indisoluble al autor y su mundo.
Ante estas consideraciones el ejercicio formativo que el taller
impulsó no pudo desconocer que se trataba de un grupo de
estudiantes en proceso de formación inicial para la docencia en
educación primaria y que implicaba, entre otras experiencias, el
necesario encuentro con las escuelas de educación primaria. La
asistencia a éstas, como queda documentado, involucra tanto
las subjetividades de los aprendices de docentes como a dos
instituciones que coinciden para su formación: la escuela primaria
y la escuela Normal.
Las escuelas primarias son, en muchos sentidos, una extensión
de la institución formadora. Es en sus aulas en donde los aprendices
de docentes elaboran algunos saberes que articulan su profesión, se
acercan o confirman las tradiciones y rituales que constituyen la vida
cotidiana de las escuelas; ahí se inician en las particulares formas
de ser docente mediante la observación de niños y maestros,
ejercicios de enseñanza con grupos diversos y también mediante la
severa crítica que frecuentemente hacen a las formas de trabajo y
organización de las escuelas y actores educativos.
Históricamente la asistencia de los futuros maestros a las escuelas
de Educación Básica ha formado parte indisoluble de la preparación
para la docencia en las Escuelas Normales, de ahí la relevancia de
contribuir a documentar lo que ocurre en ese indispensable vínculo,
y aunque los fundamentos conceptuales para explicar la estancia en
9

Presentación

las escuelas han variado a lo largo de los diversos Planes de Estudio,


las tareas de observación y los posteriores ejercicios de prácticas
docentes se han mantenido prácticamente inalterables desde la
fundación de las Normales.
El grupo participante al Taller “Documentación de experiencias
docentes” fue una de las últimas generaciones inscritas dentro del
Plan que se implantó en el país en el año 1997, éste consideraba
como lineamiento transversal en toda la carrera uno de sus tres ejes
formativos: las “actividades de acercamiento a la práctica escolar”.
En el momento del taller los jóvenes habían cursado del primero
al cuarto semestres las asignaturas: Escuela y contexto social,
Iniciación al trabajo escolar, Observación y práctica Docente I y II.
Esta organización curricular implicaba tiempos diferenciados de
permanencia en las escuelas, de ahí que en los relatos se da cuenta
de estancias que suponen únicamente el ejercicio de observar a un
docente por cortos periodos y de otras de más tiempo en las que
las jornadas en las aulas suponen primero un momento para la
observación y posteriormente desarrollar un ejercicio de docencia
previamente planificado en la Normal.
A partir de las consideraciones descritas se pensó que una
de las estrategias del taller fuera que los talleristas elaboraran
una narrativa de las experiencias vivenciadas en alguna de sus
estancias en escuelas primarias, aquéllas que hubieran resultado
particularmente significativas. Así entendida, cada relato es un
espacio en la biografía de su construcción como docentes.
El proceso de escritura que se siguió podemos identificarlo con la
sentencia: “pon una marca y ve a dónde te lleva” del cuento infantil
“El punto”, que tan didácticamente narra Luis Pescetti, uno de los
materiales del taller. La primera marca para construir el conjunto
de narrativas que integran este volumen siguió el camino creativo
del texto y se continuó con elaborar las primeras ideas, dotarlas
de contenido y esbozar el hilo narrativo. Para traer la experiencia
al presente se trabajó también con la narrativa oral: contar para
recrear la historia, los rostros, espacios, tiempos, hechos. Algunos
autores se acercaron a los registros de ese periodo, cuando los
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

tenían; la mayoría optó por reconstruir a partir de la memoria y el


diálogo.
A ese punto le siguieron por lo menos tres borradores: escribir,
corregir, volver a escribir. Poco habituados a la recursividad en
la escritura, la mayoría de los 28 integrantes de este grupo logró
estructurar un texto inicial, pocos fueron los que hicieron de él
un espacio creativo y se comprometieron en su elaboración para
llevarlo un poco más allá del ejercicio escolar: estos son los nueve
trabajos que integran este volumen.

Lo que nos cuentan: indicios del aprendizaje de la profesión docente

Algunos planteamientos curriculares recientes para las escuelas


Normales parten del supuesto de que los docentes en formación
conocen la vida de las escuelas de educación básica por su
tránsito en ellas; las narrativas que aquí se presentan evidencian
la debilidad de esta idea. El acercamiento que se hace desde la
formación inicial supone para los estudiantes normalistas procesos
de gran descubrimiento del mundo escolar y sus procesos, en
ellos, emoción y entusiasmo van a la par de la incertidumbre que
se experimenta.
Encontramos en las narrativas la expresión de la alegría del día
en que “se rifa” la escuela de práctica o el grupo al que habrán de
asistir, la emoción por el aprendizaje que esto supone o por tener
la oportunidad de practicar con el grado que se desea. De lado
de la incertidumbre leemos las dudas que trae el acercamiento a
la escuela asignada: desde el “¿cómo estará el camino?” hasta la
preocupación por el carácter urbano de la escuela.
Otro aspecto singular resulta del encuentro de normalistas y
maestros responsables del grupo al que acuden. En la mayoría de
los textos encontramos referencias a este momento y valoraciones
diversas que van desde el “maestro responsable y exigente” a la
“sonrisa forzada” de la maestra “difícil”. El acercamiento entre
ambos actores puede resultar tan importante que define por sí
mismo la experiencia de sus prácticas.
11

Presentación

Algunos textos dan cuenta de la mirada evaluativa con que


los jóvenes llegan al espacio áulico, quizás una de las mayores
debilidades en los procesos de la formación docente: “el aula estaba
en completa desorganización, algunas filas se constituían de más
alumnos, otras de menos, el espacio que había entre ellas era muy
estrecho, los libros del rincón y el escritorio se encontraban sucios,
mis ojos no podían creerlo pero evidentemente era real”.
Otro de los grandes aprendizajes que tienen los normalistas
es el conocimiento que formulan en el encuentro con los niños,
aspecto muy documentado en los relatos. En ellos se identifican
características individuales de algunos alumnos y se formulan
diversas hipótesis que intentan explicarlas. Conocer gustos y
preferencias de los alumnos, indagar sobre “sus juegos y deportes,
música preferida, lugares, sueños, metas, miedos y retos”, las
actividades que les resultan más atractivas son preocupaciones
frecuentes de los futuros maestros; en algunos textos se da
cuenta claramente que esta información es base fundamental para
planificar su propia experiencia de enseñanza.

Historias afines

La similitud de temas abordados en las narrativas hizo posible que el


libro se organice en tres capítulos.
Ángeles en dificultades estructura los relatos que abordan el
vínculo del autor con un particular niño del grupo. En todos los casos
se trata de alumnos identificados “con problemas de conducta”
que comparten el rechazo de sus iguales y la soledad. Destacan en
los relatos la búsqueda de estrategias del aprendizaje por parte
del maestro para integrarlo a la dinámica escolar, y que van desde
las pláticas amistosas con los pequeños, los juegos compartidos
en el recreo, hasta visitas a la madre de alguno de ellos. Los textos
aluden al intento de “integrar” al alumno después de reconocer sus
características distintas.
Organizando los aprendizajes integra cuatro relatos de las
primeras experiencias de enseñanza. Los textos son reveladores
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

del intento por lograr la normalización del grupo escolar mediante


la planificación de actividades para trabajar con los alumnos.
Evidencian también el desconcierto de los noveles docentes frente
al inesperado “desorden” de los niños, su preocupación por la
eficiencia de sus actividades y en más de algún caso, la frustración
con que se vive la experiencia de las primeras jornadas de enseñanza.
Encontramos también un ejercicio reflexivo sobre los aprendizajes
que esos ejercicios dejaron en su formación docente.
En Maestros y aprendices se incluyen dos relatos sobre el
encuentro de los estudiantes normalistas y el docente responsable
del grupo de práctica. El primero da cuenta de una práctica común
en estas actividades: la responsabilidad del cuidado y atención
al grupo que se delega en el joven que asiste con la intención de
observar las actividades de enseñanza. Las formas de responder a
esta situación imprevista y los aprendizajes que de ellas derivan son
uno de los grandes núcleos de este relato. El segundo texto refiere
la tensión que se puede generar entre el aprendiz y el maestro
experimentado, situación que por supuesto define el carácter del
ejercicio de práctica docente.
Como se advierte en todos los textos, aprender a ser docente
implica apropiarse de los saberes de la profesión que son múltiples,
complejos y cambiantes. El acercamiento a las escuelas de Educación
Básica en el periodo de formación inicial es esencial para este
propósito; por eso es muy deseable fortalecer el vínculo entre éstas
y las Normales así como ampliar los espacios de práctica. Los vientos
de cambio educativo nos dirán el rumbo que toma esta posibilidad.

Guadalupe Albores Castro


diciembre, 2015
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas
ÁNGELES EN DIFICULTADES
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

¿Un ángel o un diablillo?

Susana Colín Contreras

Hace dos años, durante el mes de septiembre, aún me encontraba


en el primer semestre de la Escuela Normal.
Para esos días la asesora de grupo nos rifaría las escuelas a donde
iríamos para realizar nuestras observaciones, eso me emocionaba
mucho, pensaba mucho sobre cuál iba a ser la escuela a la que iría y
me imaginaba cómo sería.
Ese día llegó, al fin sabría a qué escuela iría y al escuchar mi
nombre me apresuré al escritorio de la maestra y con gran
entusiasmo tomé un papelito y lo desdoblé muy lentamente,
finalmente ahí estaba el nombre de mi escuelita: Solecito. Mi
cara fue de gran sorpresa no sólo por el nombre sino porque ni
siquiera conocía donde estaba esa escuela, solamente sabía que
se encontraba en un contexto urbano.
15

¿Un ángel o un diablillo?

El día más esperado

Llegó el día de ir a mi primera observación, me desperté con muchas


ganas de conocer la escuela, tomé mi mochila y el disco que una
noche anterior había grabado con algunas canciones infantiles.
Quería compartirlas con los niños aunque todavía no sabía muy bien
cómo las ocuparía ya que no habría clase de música, pero ese disco
me acompañaría.
Beto, mi compañero de clases, comentó que el camino a la escuela
no estaba en muy buenas condiciones y a medida que avanzamos
confirmaba lo que había dicho parecía más bien una escuela de
contexto rural, pero eso no importaba me interesaba conocerla, ver
a los niños y saber en qué grado realizaría mi observación.

¿Un pequeño Ángel o un pequeño diablillo?

Cuando llegamos a la escuela nos trasladamos a la dirección para que


el director nos asignara el grado y el grupo al que nos integraríamos.
Me asignaron el primer grado, así que sin más, me dirigí en compañía
del director al salón de clases.
Mientras el director le explicaba a la maestra titular que yo
estaba ahí para realizar mi jornada de observación, los niños
susurraban y se asomaban por la ventana; algunos tenían una
carita muy seria, otros no paraban de reír, otros disimulaban
tratando de aparentar que nada pasaba. Cuando volví mi cara a la
profesora ella me veía fijamente como si yo fuera un bicho raro,
sonrió de manera forzada y me dijo: ¡adelante, pásale! pero su
tono era muy forzado, como por compromiso… ya estaba ahí y no
podía correrme.
Cuando entramos al salón los niños me veían con una cara
de sorpresa pues no sabían la razón de mi presencia; yo era una
persona extraña que sonreía mientras caminaba a la silla ubicada en
el rincón, algunos pequeños mostraban gestos de alegría y otros de
seriedad.
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Me aproximé al escritorio de la maestra ya que me dio un espacio


para presentarme con los niños, les dije que por indicaciones de
mis maestros me encontraba en esa escuela y que mi nombre era
Fernanda. Inesperadamente un pequeño me interrumpió diciendo:
¡mmm! y ¿cuándo te vas? a mí no me gusta que otras personas
vengan a mi salón. ¡Me caes mal!, ¡vete de aquí!
En un primer momento sentí tristeza y un poco de coraje pero mi
cara ocultó ese sentir e inmediatamente mostré una sonrisa, esa que
muchas veces ponemos con tal de quedar bien. Le pregunté al niño
¿cuál es tu nombre? y él respondió: me llamó Ángel. Se paró de su
silla y se aproximó a un compañero, de la nada comenzó a molestarlo
diciéndole groserías y golpeándolo, mi reacción fue la de jalarlo
inmediatamente tratando de que no siguiera y él gritó que lo soltará,
que no le gustaba que nadie lo tocara. En ese momento pasaba que
el nombre que ese niño llevaba no era el correcto pues lejos de ser un
Ángel más bien parecía un pequeño diablillo, aunque claro nadie se
atrevería a ponerle un nombre así a alguno de sus hijos.
Cuando le pedí al niño que tomará su lugar la maestra interrumpió
mi indicación con una voz ruda: ¡Ese niño es insoportable, yo no sé
qué hace aquí, nada más se la pasa fuera del salón y nunca hace
nada, por eso nadie lo quiere!
Cuando regresé mi vista hacia Ángel el niño la veía con enfado, el
rencor que mostraba era inocultable. En ese momento me percaté
que él sólo recibía desprecio y la falta de cariño lo obligaba a portarse
grosero para sentirse respetado por los demás. En ese momento mi
mente comenzó a trabajar en cómo le haría para que ese niño cambiará
de actitud, así las cosas serían más fáciles para él y su maestra.

La maestra y los niños

Cuando comenzó la clase la maestra repartió hojas con imágenes


que los niños tenían que recortar para pegarlas en su cuaderno y
escribir el nombre del objeto que se mostraba. Pensé que quizás era
un poco apresurado pedirles algo así ya que no estaban trabajando
17

¿Un ángel o un diablillo?

sobre una letra en específico y los niños ni siquiera las conocían. Era
evidente que la actividad era improvisada y los niños al no saber
qué hacer se acercaban a la maestra para preguntarle qué era lo
que debían hacer y ella respondía enfadada: ¡recorta los dibujos y
pégalos en tu libreta!, ¿eso no lo entienden?
La maestra se enojaba cada vez más porque los niños se acercaban
a preguntarle lo mismo, llegó a tal grado que los llamó burros y
torpes, buenos para nada, además de un sinfín de comentarios más,
esto afectaba la autoestima de los pequeños. Escuchar todo esto
me hacía sentir mal y aunque de manera indirecta le comentaba a
la maestra el gran daño que les causaba a los niños ella se excusaba
diciendo “sino los trato así, no obedecen”.
Mientras tanto Ángel se limitaba a rayar su libreta y cuando me
acerqué a tratar de orientarlo rápidamente la cubrió diciéndome que
no quería hacer nada, que lo dejará de molestar; justo en ese instante
sonó la chicharra anunciando que el recreo había comenzado.
Al salir vi que unos niños jugaban al famoso “lobo”, les pedí que
me dejaran jugar con ellos. Sabía que Ángel estaba viéndome y que
tarde o temprano el chiquillo se sentiría atraído. Así fue, él pidió ser
el lobo y a partir de ese momento comencé a relacionarme con el
pequeño diablillo y a ganarme su confianza.

Es momento de bailar

Cuando entramos al salón le pedí a la profesora que me


permitiera poner algunas canciones para que los niños cantaran y
bailaran. Con un gesto de poco agrado aceptó así que me apresuré
a conseguir una grabadora e hice la invitación a los niños para que
por un momento se olvidaran de todo y sólo se concentraran en
cantar y bailar, incluso me atreví a pedirle a la maestra que bailará
con nosotros pero ella respondió que hacer ridículos no era lo suyo,
sonreí e insistí, pero se mantuvo con su negativa.
Pensé que iba ser complicado que los niños cantaran y bailaran
conmigo pero ¡oh sorpresa! fue muy hermoso ver que todos se
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

divertían y eso representaba un gran avance, por lo menos ese día.


La maestra me veía y en momentos quería reírse de los movimientos
que hacían los niños pero lo disimulaba.
Ángel era el que más disfrutaba la música, se movía con gran
soltura y hacia movimientos graciosos, me recordó al actor y bailarín
llamado Resortes; era tan chistoso verlo bailar, parecía que era el
único en el salón porque no le importaba que los demás lo estuvieran
viendo y que se burlaran de él. De repente la maestra interrumpió
y dijo: ¡bueno! ya es mucho tiempo, es hora de continuar con las
clases. Ángel se acercó corriendo y me pidió que el día siguiente
volviéramos a bailar, sonreí y moví la cabeza aceptando su petición.

Ángel necesitado de amor

El siguiente día fue demasiado corto pues la maestra citó a los padres
de familia para platicar de algunas cosas relacionadas con sus hijos.
Mientras hablaba con ellos yo jugaba con los niños involucrando
siempre al pequeño diablillo tratando de ganarme su confianza, él
parecía contento y después de un rato finalmente se acercó para
pedirme que le diera dinero porque tenía hambre, en su casa no
había desayunado y no tenía dinero para comer.
Acepté y desayuné con él, le pregunté si su mamá estaba en la
junta y él dijo que no, noté su molestia; poco a poco y con ciertas
preguntas, conocí la historia de ese pequeño. Entendí que su rebeldía
se debía a que vivía con su abuela porque su mamá trabajaba y no se
responsabilizaba de él, además lo veía como un problema y prefería
dejarlo con su abuela y ella decía que era vieja para hacerse cargo
del niño y lo educaba maltratándolo física y psicológicamente, por
eso el pequeño desquitaba su coraje con sus compañeros.
El niño a pesar de ser tan pequeño se daba muy bien cuenta de
que ninguna de las personas que lo rodeaban le demostraban amor,
que lo veían como un problema o estorbo, y además su maestra,
lejos de ayudarlo, le mostraba también desprecio, jamás se había
interesado en lo que él vivía.
19

¿Un ángel o un diablillo?

El niño me platicaba lo que sentía y era muy triste ver su carita,


sus lágrimas y ese dolor que le representaba hablar de su vida,
inesperadamente me abrazó y me dijo: Maestra, ¿tú me quieres? Yo
respondí. Claro que sí Ángel, claro que te quiero, aunque te conozco
poco, te quiero.
Era obvio que el niño necesitaba escuchar un “te quiero”, él me
sonrió cuando escuchó mis palabras y dijo “gracias”, esas palabras
hicieron que mi corazón se estremeciera y que de mis ojos rodaran
unas lágrimas. Se levantó de su lugar y mientras lo veía irse mi mente
pensaba qué haría para hacer que la maestra comprendiera a Ángel
y le demostrará un poco de cariño. ¿Cómo hacerlo? si parecía que
ella misma no se daba amor.
Después de las clases me acerqué a la maestra haciéndole
comentarios que me permitieran adentrarme poco a poco, le dije
que la rebeldía de Ángel se debía a que sus padres eran divorciados
y que no tenía apoyo de nadie, ella dijo que prefería no meterse en
la vida de los niños, que ya eran suficientes los problemas que tenía
como para complicarse más la vida. Dijo que a lo mejor porque yo
apenas comenzaba me interesaba por las situaciones de los niños
pero que en la medida en que pasaran los años me daría igual, es
más, me recomendaba que para evitarme problemas con los padres
de familia dejara de meterme en la vida personal de los alumnos.
¡Vaya que esa maestra era difícil! Cambiar su mentalidad sería
demasiado complicado y además no sabía cómo hacerlo pues las
palabras no eran suficientes.
Solamente me quedaba un día para poder ayudar a Ángel pues
después sería muy difícil que pudiera volver a verlo. También me
preocupaba que los niños habían comentado que Ángel se iría de la
ciudad así que el rescate debía ser casi fugaz.

La despedida

El último día de observación Ángel estuvo más inquieto que de


costumbre, cuando me acercaba a otros niños se mostraba celoso,
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

quería que mi atención solamente la centrará en él. Para mi sorpresa


la maestra me pidió que consiguiera la grabadora porque, ya que
era el último día, quería poner música a los niños para que bailaran.
Me apresuré a hacer lo que la maestra me había pedido y más
sorprendida me quedé cuando al poner las música y comenzar a
bailar la maestra también lo hizo, al parecer ese día había amanecido
de mejor carácter. ¡Y vaya que a mí me hacía sentir bien y muy feliz
conmigo misma! Pero el encanto duro poco, después de unos
cuantos minutos de música la maestra regresó repentinamente a su
estado de enojo y comenzó a trabajar como de costumbre.
La decepción volvió a mí cuando me percaté de lo sucedido.
Rápidamente había transcurrido los minutos y la hora de
despedirme había llegado, algunos niños mostraban mucha
tristeza ya que nos encariñamos mucho. Ángel estaba ahí, quieto,
inmóvil sin pronunciar una sola palabra. Uno a uno comenzaron
a despedirse, mi pequeño diablillo esperó pacientemente a que
todos sus compañeros se retirarán, la maestra aun permanecía en
su escritorio guardando sus cosas.
Ángel me veía fijamente y pronto se acercó para despedirse con
un abrazo tan fuerte que me estremeció, sonrió, me dio un beso
y dijo “te quiero”; las lágrimas estaban a punto de deslizarse por
nuestras mejillas pero nos miramos fijamente y las contuvimos, le
dije que era un niño hermoso, inteligente y muy valiente y que debía
seguir adelante y que esperaba algún día volver a verlo.
Justo en ese instante la maestra se acercó y le llamó “llorón”,
Ángel giró su cabeza y la ignoró, en ese momento le dije a la maestra
que él no era un “llorón” sino un pequeño ser que demostraba sus
sentimientos y que tan solo necesitaba un poco de cariño. La maestra
solamente sonrió dijo “que estés bien, me tengo que ir”, tomé al
pequeño de la mano y salimos del salón y nos despedimos una vez
más con un abrazo y poco a poco vi como mi pequeño ángel se iba, fue
una despedida muy triste y a la vez muy feliz porque pude ganarme la
confianza de ese diablillo al que todos huían e ignoraban.
A veces llegué a pensar que Ángel y la maestra eran iguales por
eso mostraban tanta antipatía entre ellos, quizá ambos estaban
21

¿Un ángel o un diablillo?

tan necesitados de amor que no podían ver más allá y darse cuenta
cuanto necesitaban uno del otro, tal vez si los dos no hubieran sido
tan orgullosos sus circunstancias hubieran sido tan distintas.
Hasta el día de hoy no sé nada de Ángel ni de aquella maestra.
Lo único que sé es que aprendí, y principalmente de Ángel, que
detrás de su rebeldía existía un ser hermoso que tan sólo quería
amor, cuidado y comprensión, pedía que existiera alguna persona
que le regalara unos cuantos minutos para que lo escucharan, lo
orientaran y le dijeran cuanto lo amaban.
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Una experiencia que enseña

Carla Rocío Ramos Núñez

¡Mi tercera práctica docente!


Una inmensa alegría por trabajar por primera vez con el grado
deseado… tercero. Sería en la escuela primaria “Vicente Guerrero”
que está ubicada en la carretera de mi querido pueblo de Cintalapa
de Figueroa en Chiapas.
Me sentía además mucho más conmocionada y emocionada
por las excelentes referencias que tenía la institución ya que al
parecer se caracterizaba por la disposición y el arduo trabajo de los
maestros, así también por las buenas relaciones que había entre el
personal administrativo y docente con los padres de familia y con
los alumnos; también se decía mucho de la sobresaliente conducta
de todos los alumnos.
Todo esto me hacía pensar que las prácticas serían de gran
relevancia aunque también me exigirían mucha responsabilidad y
preparación.
23

Una experiencia que enseña

La triste realidad educativa

El período de mi jornada de observación llegó. Al presentarme en la


escuela coincidí con Albino un buen amigo de la Normal, la casa de
mi formación docente. También él sentía nervios por saber cómo
sería el recibimiento de la directora y del grupo de trabajo. Para
nuestra sorpresa la directora fue muy amable, sin hacernos esperar
mandó llamar a los maestros titulares y entre una plática amena
cada uno de nosotros se fue presentado con su maestro de grupo.
Cuando vi a la docente con quien estaría intuí que sería
sensacional practicar con ella, su personalidad enérgica y agradable
me dio la confianza para iniciar una conversación sobre cómo
eran los niños. Su respuesta no se hizo esperar, con un semblante
cálido argumentó: ¡ja! son “unas fichitas” cuídate chulita, porque
además de indisciplinados son muy burros para las matemáticas y
para la comprensión lectora. Su comentario me dejó atónita por un
momento, cuando reaccioné nos encontrábamos en el 5°A.
El aula estaba en completa desorganización, algunas filas se
constituían de más alumnos, otras de menos, el espacio que había
entre ellas era muy estrecho, los libros del rincón y el escritorio se
encontraban sucios, mis ojos no podrían creerlo pero evidentemente
era real.
Acaparó mi atención las caritas de los niños, nunca antes
había visto unos ojos con un brillo tan especial pidiendo a gritos
un cambio… la idea resonó en mi mente por unos instantes. La
profesora Elvira cordialmente me presentó al grupo explicándoles
el motivo de mi estancia y exigiéndoles respeto, los alumnos con
una dulce sonrisa aceptaron mi presencia en el aula-clase.
Al ser un integrante más en el aula mi perspectiva cambió,
detecté un problema muy grande, una gran inconsciencia con
respecto a la importancia de nuestro papel en el proceso de
aprendizaje… no existía una planificación didáctica por lo que las
actividades improvisadas aburrían a los educandos, el libro de texto
era únicamente para leer, copiar información, resolver ejercicios,
hacer preguntas y responder dudas. El tiempo libre lo aprovechaban
24

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

para decir apodos, groserías, dar uno que otro golpe, pararse a
molestar a los compañeros, salir, tomar una siesta o jugar.
Lamentablemente estaba frente a un caso de la educación
“tradicionalista” en donde, el maestro lo es todo y el discípulo debe
llenarse de conocimientos. Pero, por si no hubiera sido suficiente,
encontré un problema mayor, el caso de Pepe que debido a su
desmotivación no participaba en clases, mucho menos cumplía con
las tareas propuestas para la casa, además su conducta violenta
provocaba el rechazo por parte de sus compañeros. Esta situación
me impulsó para demostrar que enseñar y aprender no es aburrido
además de poder integrar a Pepe al entorno escolar.

La hazaña de la labor docente

Mi aventura comenzó al conocer los gustos e intereses de los niños:


les pregunté sobre cuáles eran las materias más agradables, las
más aburridas o difíciles, sus juegos y deportes, música preferida,
lugares, sueños, metas, miedos y retos. En realidad no fue algo
nuevo porque quienes estamos incursionados en el mundo de la
docencia sabemos sobre la importancia de conocer éstos aspectos
para una buena enseñanza en la escuela primaria.
De pronto, en un abrir y cerrar de ojos el 21 de mayo de 2012
llegó, era el momento de comenzar con mis prácticas docentes. Fue
infinitamente emocionante encontrar a mis alumnos esperándome
en el portón para saludarme y ayudarme con mis cosas. Por mi
mente cada segundo pasaba el compromiso de aquel día soleado:
integrar a Pepe al aula y ayudarlo en el proceso de su aprendizaje.
Durante las tres semanas de práctica docente estimulé a
Pepe con actividades de interés, lo inducía a trabajar gracias
a su habilidad en el dibujo y la escritura, esto lo motivó mucho y
pudo participar en todas las materias. Sus compañeros al ver sus
trabajos se sorprendieron, algunos le pedían tips para dibujar igual
de bonito que él, otros querían un dibujo de su caricatura favorita,
una rosa para su mamá o el animalito preferido para su hermanita
25

Una experiencia que enseña

y había algunos más quienes solamente se sentaban a su lado para


observarlo mientras dibujaba. Pepe se mostraba muy entusiasmado
y alegre con lo que ocurría.
En la hora del recreo me involucré con los niños que jugaban
futbol, ellos ayudaron mucho al acercamiento con Pepe; las niñas
y yo éramos las encargadas de la porra cuando nuestro salón tenía
reta con los de 4°A o 3°B. Cada gol de Pepe era motivo de celebración
por todos los integrantes del grupo. En algunas otras ocasiones
jugábamos “a los atrapados” niños contra niñas, era muy divertido
ver como corrían todos contra mí, Pepe por su velocidad siempre
me atrapaba primero y me llevaba a la zona de resguardo. Nunca
olvidaré la frase ¡maestra ya la atrapamos!
Con el transcurrir del tiempo él y yo nos hicimos grandes amigos,
compartimos golosinas, desayunos, experiencias de vida, chistes,
sonrisas y una que otra carita triste. Todos veíamos a Pepe diferente,
con una confianza equilibrada, el miedo al afecto de los demás había
desaparecido, me saludaba y se despedía de beso, se mostraba
amable para ayudarme a borrar el pizarrón o pegar una lámina.
Cuando requería ayuda no solamente se dirigía a mí para
preguntar sino también permitía que sus demás compañeros le
explicaran sobre el tema; aprendió a respetar las normas establecidas
por todos dentro del salón y no se salía de las clases para molestar
a los demás niños, al ir al baño hacía uso del semáforo como todos
los demás. Con esta experiencia aprendí lo importante que son los
materiales didácticos para la organización en el aula pues a través
de ellos los niños se sienten motivados e interesados por aprender
incluso las materias “más aburridas” ayudando a crear relaciones
afectivas sólidas entre los educandos.
Mi aprendizaje fue sin duda muy significativo: en ocasiones
parece imposible creer que actividades tan sencillas de integración,
como un “simple” partido de futbol, una amena charla a la hora
del recreo, o correr con ellos pueden cambiar la vida de muchas
personitas. Ahora sé que como yo Pepe nunca olvidará esos
momentos gloriosos en que sus compañeros de equipo le daban
porras y festejaban junto con él los goles. A pesar del tiempo que ha
26

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

pasado no olvido su sonrisa y el tierno abrazo que me dio el día en


que fue llamado para ser parte de un equipo.
Desde aquella vez no he vuelto a ser la misma, esta experiencia
transformó mi forma de pensar y actuar ante situaciones como estas.
Aunque tal vez al principio dudé mucho sí lo lograría hoy sé que de
no haberlo intentado Pepe no sería un niño feliz lleno de sueños.
Agradezco a Dios por permitirme vivir esta gran oportunidad ya que
me permitió crecer y darme cuenta que con fe, amor y perseverancia
todo es posible en la vida.
Cuando se te presenten “dificultades” no dejes de creer en ti,
confía, confía, confía… aunque todo el mundo te diga que será
imposible no pierdas la fe, porque mientras exista un motivo por el
que luchar todo, absolutamente todo es posible.
Se inteligente y escucha siempre a tu corazón ya que difícilmente
se equivoca.
27

Ángel, un pequeño diablillo

Juan Manuel Pérez Carpio

Es un momento emocionante cuando nos asignan nuestra escuela


de observación y práctica pues los aprendizajes y experiencias
que nos dejarán serán muy valiosas en nuestra formación como
docentes.
Era mi tercera práctica, en esta ocasión me habían asignado la
Escuela Primaria Primero de Mayo y el grupo 4º A.
Los nervios nuevamente estaban presentes como en prácticas
anteriores, esta vez había un poco más porque estaría con un
maestro bastante responsable y exigente; un gran sentido
de responsabilidad se apodero de mí, tenía que estar muy
concentrado en mis actividades para no decepcionarlo. Había
muchas expectativas sobre mi grupo pero la más grande era ¿cómo
serían mis nuevos alumnos?
28

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

El momento de conocerlos…

Como ya mencioné el profesor del grupo, llamado Noé, era muy


responsable y estricto, tenía a los niños muy disciplinados y siempre
trabajando con actividades interesantes, se respiraba dentro del
aula un aire de tranquilidad, todo transcurría bien. El último día
de observación se integró al grupo un niño llamado Ángel, que de
ángel sólo tenía el nombre; era el niño más travieso del grupo y
con mucho esfuerzo entregaba las tareas. El maestro me comentó
que Ángel presentaba hiperactividad con déficit de atención
pero que meses atrás lo habían declarado apto para integrarse
completamente al grupo pues ya había recibido atención especial.
Era la primera vez que me tocaba trabajar con un niño con
Necesidades Educativas Especiales (NEE); un sinfín de preguntas
vinieron a mi mente con respecto a la responsabilidad y la
incertidumbre del problema; pensé que trabajar con ese niño y
lograr que sus compañeros también lo hicieran seria un gran reto.
Para poder trabajar con él empecé por investigar sobre el tema:
pedí al maestro referencias acerca del comportamiento de Ángel
y él me comentó con seriedad y con un cariño enorme la situación,
dando mucha importancia a la falta de atención por parte de sus
padres. Todavía sentí mucha preocupación pero el maestro me
pidió que esto no fuera un obstáculo pues contaba con su apoyo y
consejos, esto me hizo sentir mejor.
La situación de Ángel era inquietante, no había equipo ni
compañero que quisiera trabajar con él; a simple vista parecía no
importarle la actitud de ellos, pero yo estaba seguro que seria muy
feliz y trabajaría mejor si fuera aceptado.

El gran reto…

Al iniciar la práctica les comenté a los alumnos que la mayoría de


las actividades que traía estaban destinadas a trabajar en equipos
con la finalidad de poder relacionarnos; no pasó ni un minuto de
29

Ángel, un pequeño diablillo

haber dicho lo anterior cuando una niña llamada Nayelli, que por
cierto era repetidora y la más grande del salón, se levantó de su
asiento diciendo: “maestro me gusta trabajar por equipos pero
quisiera pedirle que no ponga en mi equipo a Ángel porque no
trabaja y le gusta andar molestando”. Este fue el inicio de una serie
de declaraciones en contra de Ángel, él solo se defendía diciendo
que podía trabajar solo. Mi prioridad entonces en ese momento
era que Ángel fuera aceptado por los demás.
La primera semana fue difícil, Ángel empezaba a conocerme y
no le gustaba nada la idea de trabajar por equipos, se mostraba
indiferente a mis indicaciones y siempre las contradecía;
trabajaba más lento que sus compañeros y le encantaba pararse
a molestarlos. Tenía amigos pero sólo para hacer desastres pero
cuando había que hacer las tareas se quedaba solo, tristemente.
Había un grupo de niñas que trabajaban muy bien y pensé
que ahí estaba la oportunidad de integrarlo; después de platicar
un poco con ellas y negociar la integración de su compañero
finalmente accedieron. Ahora era el turno de convencer a Ángel
de trabajar con sus compañeras pero no pude conseguirlo pues se
aferró a la idea de trabajar solo.
Fátima, una de las niñas de ese equipo me propuso obligarlo,
pensé hacerlo pero me detuve porque estaba seguro que de esa
forma no daría resultado. Me sentía muy nervioso y alterado, ese
niño parecía un pequeño diablillo que le gustaba sacarme de mis
casillas, parecía disfrutar de los regaños y de los jalones de oreja,
pero yo sabía que esa no era la solución. Había días en los que me
daba por vencido y dejaba que se saliera del salón, un día estuve a
punto de dejarlo a cargo del maestro.
Pero de regreso en mi casa con la mente más despejada y sin el
ruido de los 39 niños me proponía volver a intentarlo. Me dí cuenta
que a Ángel le incomodaba hablar acerca de él y de su familia, sin
embargo una vez mientras jugábamos, me comentó que vivía con
sus padres pero que los dos trabajaban. Esto me hizo pensar en la
falta de atención por parte de ellos y que quizás ésa fuera la causa
principal del problema.
30

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

En la segunda semana Ángel ya se había convertido en mi amigo,


no contradecía mis indicaciones y realizaba las actividades; las
hacía solo, pero las realizaba. En esos días, si bien había peleas con
sus compañeros, con un poco de rigor el pequeño se controlaba.
Era la última semana y ya no hacia tantas travesuras como al
principio… tampoco puedo decir que era un angelito, trabajaba
siempre y cuando estuviera con él y lo animara. Un día al revisar
su cuaderno me pude dar cuenta de su gran habilidad para dibujar.
Me sentí muy emocionado: había encontrado, quizá, la posibilidad
de cómo poder integrar a Ángel.
Era el momento de elaborar nuestra tarea de la clase de
español, consistía en escribir una noticia y acompañarla con un
dibujo para el periódico escolar. Con un poco de trabajo Ángel
por fin fue aceptado en un equipo y fue el encargado de dibujar
la imagen. Les llevé muchos materiales, colores, pinturas, listones
y papel fantasía, todos estaban muy emocionados decorando el
periódico escolar, ese día marchó muy bien. Ángel había trabajado
y lo había hecho sin pelear… bueno, eso había creído.
Al día siguiente Ángel se portó mejor que en otras ocasiones,
terminó de decorar el periódico y realizó sus tareas bastante
bien. Me apresuré a terminar con mis actividades ya que antes de
irme tenia que dejar al grupo evaluado: un examen les esperaba.
Minutos antes del toque de la salida se acercó la mamá de Ángel
para hablar conmigo, lo hizo en un tono bastante elevado. No
entendía qué pasaba ni el motivo de su presencia, así que con
un poco de incertidumbre le pedí que me esperara un momento;
minutos después la atendí y me dijo que estaba ahí por que su
hijo había sido golpeado por un niño llamado Daniel y yo no había
hecho nada para impedirlo. Me costó creer que Daniel lo hubiera
hecho pues era el niño más inteligente y tranquilo del salón por
eso realmente era difícil creerlo.
La señora estaba bastante alterada, ni siquiera me dejaba
hablar; cuando por fin pude hacerlo le dije que su hijo no era lo que
ella creía, que él hacía pocas tareas, se la pasaba molestando a los
demás y salía del salón sólo para jugar.
31

Ángel, un pequeño diablillo

La tía de Daniel también estaba ahí e intervino en la conversación


discutiendo con la mamá de Ángel, yo no sabía cómo manejar la
situación. En ese momento llegó el maestro Noé y conversó un
poco con las señoras, ahí me di cuenta que la experiencia hace al
maestro; empezó de una forma tranquila a hablar con ellas, llamó
a los niños y le preguntó a Ángel si Daniel le había pegado, lo hizo
con tanto cuidado que Ángel dijo que sí que lo había hecho porque
él le había quitado sus materiales. Continuó la conversación un
poco más y después de un rato los padres de familia se retiraron.

Mi mayor aprendizaje…

El maestro y yo nos quedamos platicando acerca de estas


situaciones inevitables dentro de una escuela y de lo mal que me
sentía por no haber sabido manejar la situación. Reconozco que la
actitud que tuve en ese problema no fue la más indicada… pero ya
ni lamentarlo es bueno.
Les mentiría si dijera que finalmente pude integrar al pequeño
completamente a los equipos, pero estoy satisfecho con lo que
logré pues al menos trabajó haciendo lo que más le gustaba:
dibujar.
Este niño me hizo reflexionar acerca de la labor tan importante
que tenemos los maestros y de lo complicado que resulta tener
un niño con NEE, sobre todo si queremos darle la atención que
requiere y tratarlo como a uno más del grupo.
Siendo su amigo logré cosas que estoy seguro no hubieran
sido posibles si hubiera estado en su contra; me da gusto haber
encontrado un nuevo amigo, un amigo sincero que me dio su
atención y cariño.
Ángel: siempre te recordaré como el primer niño que me ha
dejado un gran aprendizaje y además estoy seguro de que jamás te
olvidaré porque has hecho que me haga varias preguntas para las
que hasta ahora no tengo respuesta.
32

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Mi reto con Eduardo

Jesús Alberto Moguel Camacho

Del 21 de noviembre al 9 de diciembre del 2011 fue la segunda jornada


de observación y prácticas docentes, me tocó impartir clases en
el segundo grado de la escuela primaria General Cal y Mayor. Al
llegar por primera vez hice una visita por las instalaciones para
conocerla, noté que los niños me miraban con mucha curiosidad,
algunos de ellos me saludaban y algunos otros se acercaban para
preguntarme qué hacía ahí, que si iba a dar clases, de dónde era y
otras preguntas más.
Me emocionó mucho poder trabajar en esa escuela por tres
semanas ya que en el periodo anterior de observación me había
ido excelente: los niños respondieron muy bien en aquella ocasión
a las actividades que les presenté, prestaban atención y tuvimos
una muy buena relación con los pequeños; es por eso que en esta
ocasión guardaba la esperanza de que nuevamente se repitiera
esta situación.
33

Mi reto con Eduardo

Conociendo mi grupo

Un día miércoles inició mi de observación. Me tocó estar en un


salón amplio con mucho material pegado en sus paredes y algo
desordenado, dentro se sentía un ambiente muy agradable…
aunque eso cambiaria durante el transcurso del día. El grupo
estaba a cargo de la profesora Mariana que por motivos de salud
no asistiría durante un tiempo a la escuela, así que el grupo estaba
temporalmente bajo la supervisión de la profesora Lucía.
El día comenzó tranquilo, los niños trabajaban y seguían las
indicaciones que daba la profesora, se levantaban para preguntarle
sus dudas sobre las actividades y algunos se acercaban a mí. Sin
embargo poco a poco los niños se comenzaron a distraer con
algunos ruidos que venían de afuera de la escuela como autos y
carretas. Todo este desorden lo iniciaba, la mayoría de las veces, un
solo niño llamado Eduardo.
Los tres días de observación iban pasando lentamente y cada vez
me preocupaba más el comportamiento de Eduardo, me preguntaba
¿qué tipo de actividades podría trabajar con él?, ¿cómo podría lograr
que trabajara más a gusto con sus compañeros? o ¿qué era lo que
podía hacer para evitar las situaciones que se habían presentado en
esos tres días?

Trabajando con Eduardo

Algunas semanas después regresé a la misma escuela y esta vez fue


para comenzar ya con mi periodo de prácticas. Me sentía nervioso
y preocupado por la posibilidad de tener que trabajar con Eduardo
quien a sus once años prácticamente no sabía leer, ni escribir ni
contar.
Comencé a trabajar la primera actividad con los niños y todo iba
muy bien cuando surgió el primer problema: me acerqué al grupo
de niños que discutían porque Eduardo estaba copiando su trabajo
y no los dejaba trabajar ya que ellos no querían que el niño siguiera
34

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

ahí. Intenté que se calmaran pero ellos seguían discutiendo así que
tuve que levantar la voz para que me escucharan, así lo hicieron y
continuaron trabajando. Me quedé en ese lugar para evitar que se
repitiera la situación y poder trabajar un rato con Eduardo.
Mientras realizaba junto con él algunas operaciones matemáticas
de sumas y restas me pude percatar de que le ponía mucho empeño
a su actividad pero por no saber contar muy bien se le dificultaba
resolver los ejercicios, en ese momento comenzaba a frustrarse y
dejaba el ejercicio a un lado para ponerse a jugar o hacer otras cosa.
A Eduardo le gustaba trabajar mucho conmigo pero algunas
veces eso me traía muchos problemas porque solo quería que
centrara mi atención en él. Si estaba ayudando a alguno de sus
compañeros llegaba y comenzaba a jalarme para que le hiciera caso
a él o si estaba explicando alguna actividad se paraba enfrente del
grupo y exigía que le explicara tirándome de la camisa para que lo
ayudara.
Al ver todo este comportamiento tuve que tomar medidas pero
cometí un error que a mi parecer fue muy grave: crearme prejuicios
sobre el pequeño. Pensé que era un niño sin interés, muy agresivo
y que molestaba a sus compañeros por el simple hecho de llamar la
atención, por puro gusto; también consideré que era muy impulsivo
ya que en una ocasión golpeó a una niña del salón porque pensó
que ella le había robado su borrador pero lo había guardado en su
pantalón.
Debido a su conducta la gran mayoría de los otros alumnos no
querían trabajar con él en equipo, todos decían que no hacía nada,
que solo se la pasaba platicando, que se peleaba con los integrantes
del equipo; incluso no les agradaba la idea de participar con él en
algún juego ya que, como decían los niños, se metía de una manera
muy pesada y tenían miedo de que los lastimara. Claro, todo esto
provocaba que rápidamente se generara un ambiente de descontrol
que costaba mucho trabajo revertir.
Aunque también hay que decir que no en todo momento se
comportaba de esa manera, por ejemplo: en la clase de educación
física ponía más atención que los demás pues le gustaba mucho
35

Mi reto con Eduardo

y quería participar los más que pudiera; ahí sí hacia caso desde la
primera llamada de atención para no tener problemas y que no lo
regresaran al salón. Claro que también en esta clase se generaba
desorden pero era iniciado por otro grupo de niños.
Gracias a una charla que tuve con los padres de Eduardo pude
entrever algunos motivos de su comportamiento, por desgracia
solo quedaban un par de días de prácticas y no pude hacer mucho
más para trabajar con él con la debida atención y comprensión que
se merecía sin hacer a un lado a los otros niños ya que también
merecen una atención especial.
El último día del periodo de prácticas docentes fue uno de los
más tranquilos, trabajé con los niños un proyecto de español que
consistía en realizar un periódico escolar. Me gustó ver esa situación
ya que todos los niños se encontraban trabajando muy a gusto y se
ayudaban entre ellos, incluso Eduardo estaba trabajando muy bien y
ayudaba en lo que podía.

Buenos recuerdos, buenos aprendizajes

A pesar de todo el estrés que viví con ese grupo, especialmente con
Eduardo, debo admitir que me encariñé mucho con todos los niños
de ese salón y de vez en cuando recuerdo los buenos momentos
que pasé con ellos, como cuando jugábamos basquetbol contra
los alumnos de cuarto grado, ¡lo mucho que nos divertíamos! En
especial recuerdo cuando Eduardo me regalaba un poquito de su
tiempo para enseñarme a jugar canicas.
También me llevo muchas experiencias de esta jornada de
prácticas, ahora tengo una idea de cómo comenzar a trabajar con
niños con problemas de aprendizaje y el tipo de trato que se les debe
brindar. Pero sobre todo logré entender que antes de etiquetar a un
niño por el comportamiento que demuestre primero hay que saber
qué provoca su conducta; para lograr esto es necesario ganarse la
confianza del niño y hacerse su amigo.
36

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Un niño problema

Christian Yeremi Cruz Torres

Soy un maestro que no habla mucho con otras personas que no


conozco o que no están en mi vida cotidiana, esta característica
personal hace que me cause temor, en un principio, cada nuevo
grupo con el que voy a practicar. Es por esto que deseo narrar
algunas de mis experiencias frente a grupo.
Recuerdo muy bien mi segunda jornada de prácticas en el medio
rural con niños de segundo grado de la escuela primaria “Miguel
Hidalgo” la cual se encuentra en un pequeño ejido del municipio
de Cintalapa. La comunidad tenía un parque, un kiosco y su cancha
de basquetbol con domo. La escuelita se encontraba arriba del
parque y por ciertos cambios de relieve del suelo los niños jugaban
en ese espacio a la hora del recreo.
Estaba súper entusiasmado antes de ir a conocer la escuela
porque tenía vagos algunos recuerdos de ella en mi infancia
cuando acompañaba a mi papá a impartir sus clases ahí; recuerdo
37

Un niño problema

que a la hora del recreo íbamos a la cocina a tomar café con leche
junto a los demás maestros y el director.
Pero todo ese entusiasmo lo perdí porque desde un principio
todo salió mal: me regresaron mi planeación unos días antes de
ir a practicar, me faltaba materiales que terminar y los tiempos
me ganaron. Reconozco que en esos momentos fracasé como
docente por los distintos problemas que se presentaron y además
porque tenía una maestra muy exigente… vi que todo el mundo se
hundió bajo mis pies.
El grupo tenía cerca de treinta niños: unos altos y otros bajitos,
unos que platicaban mucho y dos hermanos que no hablaban para
nada con sus compañeritos.
También había un niño con una necesidad educativa especial:
hiperactividad. Tengo muy presente el nombre de este niño:
Moisés Imanol. Sólo andaba molestando a sus compañeritos,
nunca trabajaba en las actividades, se aburría rápidamente y se
salía del salón sin explicaciones. En los días que él no asistía el
salón de clases estaba tranquilo, sin gritos o quejas.
Además tenía en ese grupo a otros dos niños, Jorge y Luis
Ángel que también eran difíciles de controlar: andaban a ratos
parados o molestando a los compañeros de lado; sin embargo no
era nada fuera de lo normal para un niño de esa edad... al menos
el desorden que ellos provocaban se quedaba corto frente a la
magnitud del desorden que hacia Moisés Imanol.
Una tarde después de clases me quedé un momento más en
la comunidad para realizar una visita a la casa de este alumno
y platicar con su mamá. Él pensaba que iría a quejarme con la
señora y no me esperó a pesar que le había pedido que lo hiciera.
Sin embargo lo seguí hasta llegar a su casa y ahí me recibió muy
amablemente la madre.
Me comentó que su hijo en el momento del parto “venia
moradito” y que después había sufrido asma pero con el tiempo
se había controlado, que hasta la fecha Moisés Imanol ya no tenía
dicha enfermedad. Después de haber tenido esta plática con su
mamá mi relación con el niño cambió, como si hubiéramos hecho
38

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

un giro de 360 grados. El niño estuvo más atento y comenzó a


trabajar más, casi al ritmo de los demás niños.
Después de un tiempo aún pienso que todavía me falta un poco
de habilidad para organizar a los grupos además de mejorar mis
actitudes como ser paciente y tener la habilidad de reconocer en
un primer momento a los niños especiales.
ORGANIZANDO LOS APRENDIZAJES
40

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Un desorden inesperado

Jaret Crystely Zárate Ramos

A lo largo de mis prácticas docentes he obtenido diversas


experiencias que me gustaría compartir. En esta ocasión me he
detenido a analizar y reflexionar una que me propuso nuevos retos
para superar.
Era mi tercera experiencia como practicante en el contexto
urbano, sabía que me esperaba algo diferente con respecto a la
práctica anterior que desarrollé en un contexto rural y en dónde el
ambiente era más tranquilo ya que sólo había doce alumnos.
La escuela primaria “La Primavera”, ubicada en el centro de la
ciudad fue la que me designaron en esta ocasión. Un martes llegué
por primera vez a la escuela, muy temprano y con un poco de
nervios, como hemos de sentirnos todos durante los primeros días
que estamos frente a un grupo. Sabía que en esta experiencia tenía
un gran reto que superar, la organización del grupo, pues ahora tenía
el triple de alumnos con los que había trabajado anteriormente.
41

Un desorden inesperado

Al entrar saludé a los maestros que estaban en el pasillo y me


dirigí al salón de 3°B. De los treinta y cinco alumnos que estudiaban
en este grupo quince estaban dentro del salón y al verme llegar me
ayudaron a acomodar los materiales que llevaba.

Se generó el desorden

Poco después de haber entrado al salón comencé a pegar algunas


láminas en la pared y a ordenar algunos materiales que utilizaría
ese día, en ese momento pensé en tranquilizarme y animarme
pues mi clase estaba bien organizada y no existía motivo por el cuál
debiera preocuparme. A las ocho de la mañana tocaron la chicharra
y todos los niños pasaron al salón, iniciamos con la asignatura de
matemáticas. Durante las actividades que se realizaron durante la
mañana los niños estuvieron muy atentos y participativos.
Al terminar con matemáticas comenzamos a abordar la
asignatura de español con el proyecto “Escribir un recetario de
remedios caseros”. Pedí que dieran a conocer al grupo la planta
que buscaron el día anterior y explicaran su función como remedio
casero. Durante esta dinámica todo marchó bien hasta que llegó
el momento de llevar a cabo la actividad que consistía en dividir
al grupo en dos equipos: un niño de cada equipo debía pasar al
frente y elegir una tarjeta, ésta contenía un verbo que se emplea
para elaborar recetas, después, con mímica, debía comunicar a los
demás niños de su equipo el verbo que estaba escrito en la tarjeta;
al adivinar la respuesta acumulaban un punto extra.
Al principio de la actividad los niños estaban muy activos,
participaban y ayudaban a sus compañeros. Después de un rato,
Pedrito al ver que tenían que turnarse para pasar al frente sacó su
celular para ver la hora y al darse cuenta que ya faltaba media hora
para salir al recreo se acercó a mí para pedirme que los dejara salir
a jugar; seguramente ya estaba aburrido. Sus demás compañeros
lo escucharon y comenzaron a pararse de sus lugares para ver a los
niños que afuera tenían clase de educación física; en ese instante
42

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

les pedí que volvieran a sus lugares y prestaran atención a sus


compañeros que pasaban al frente.
Parecía que ya se habían concentrado de nuevo en la actividad
porque ya estaban atentos a la participación de sus compañeros,
pero al poco tiempo, mientras Jennifer describía con mímicas
la palabra de la tarjeta, Eduardo y sus compañeros perdieron la
atención y comenzaron a platicar sobre lo que harían en el recreo.
Los niños del equipo de Jennifer al ver la actitud de los otros se
molestaron mucho y cuando Eduardo pasó al frente se pusieron
a jugar para hacerle lo mismo que él y sus amigos hicieron al otro
equipo. A Eduardo no le gustó esta actitud y se enojó tanto que
terminó insultando a sus compañeros, ellos se molestaron y de igual
forma lo insultaron.
Se hizo un desorden en el salón: los niños gritaban, peleaban y se
insultaban, corrían de un lado para otro, algunos se acercaban a mí
para decirme que ya tenían mucha hambre e insistían en que ya los
dejara salir al recreo. Intenté guiar al grupo y retomar la actividad
diciéndoles que si no guardaban silencio les quitaría un punto a
todos. Al escuchar esto algunos se calmaron un poco y regresaron
a sus lugares, pero al ver a los demás grupos que andaban jugando
en la cancha volvieron a inquietarse y continuaron haciendo
desorden.
Esta vez no pude contenerme, me sentí muy nerviosa, me
desesperé tanto por querer organizarlos que tomé el borrador
del pizarrón y lo azoté contra la mesa diciendo ¡silencio por favor!
Algunos niños regresaron a sus lugares un poco asustados pero
otros siguieron inquietos hasta que llegó la hora de salir al recreo.
Durante la media hora que dura el receso estuve muy molesta
y me la pasé adentro del salón analizando la situación que se había
presentado. Me frustraba mucho pensar cómo era que una actividad
que estaba bien organizada había generado un conflicto tan fuerte
entre los niños y sobre todo un gran desorden. Además también me
enojó que el maestro titular ese día había salido de la escuela muy
temprano y todavía no regresaba, quizás su presencia en el salón en
ese momento hubiera sido de mucha ayuda.
43

Un desorden inesperado

Después de darle vueltas al asunto traté de tranquilizarme


un poco para comenzar a ver la planeación de la secuencia de
la materia de ciencias naturales que era la asignatura con la que
comenzaríamos a trabajar después del recreo.
A las 11:30 los niños entraron al salón muy agitados pero un poco
más disciplinados que cuando salieron pues habían estado corriendo
durante la media hora y seguramente ya habían sacado toda la
energía que tenían antes. En ese instante aproveché el momento
para hablar con ellos sobre lo que había ocurrido.
Empecé con manifestarles el disgusto que me causó su actitud
durante la actividad y la falta de respeto que demostraron hacia
sus compañeros. De igual forma pedí una disculpa por haber
reaccionado de la manera incorrecta. Les sugerí que evitáramos
situaciones de este tipo para no violentar y que a partir de ese
día pondríamos en práctica los valores con nuestros compañeros,
además de respetar el reglamento que establecimos un día antes
en el salón.
Los alumnos respondieron de manera positiva ante lo que les
propuse y me llamó mucho la atención que solos tomaron el acuerdo
de aplicarle un castigo o sanción al niño o niña que no respetara el
reglamento. Al concluir les pedí que se pudieran de pie para realizar
una dinámica en la cual se necesitaría formar equipos para iniciar a
trabajar con el proyecto de ciencias naturales “la importancia de la
nutrición y la salud”.
Me tranquilicé mucho al ver que los alumnos demostraron
disposición para realizar las actividades, aún hacían ruido y un
poco de desorden pero esto no causó ninguna perturbación en la
actividad. Mientras los niños trabajaban el maestro titular llegó al
salón y al ver que todo estaba en orden se dirigió hacia la dirección
de la escuela sin hacerme ninguna pregunta sobre lo que pasó
mientras no estuvo presente.
Durante los siguientes días de práctica el desorden en el grupo
fue disminuyendo pues los niños cumplieron con el acuerdo de
respetar el reglamento y practicar los valores.
44

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Reto por superar

Hoy en día aún sigo considerando a la organización del grupo como


uno de los grandes retos que debo superar en mis próximas prácticas
pues es un elemento fundamental dentro del trabajo en el aula para
poder llevar a cabo el proceso de aprendizaje de los alumnos.
Reconozco que durante el transcurso de mis estudios he
adquirido diversos conocimientos que me han sido de gran utilidad
para estar frente a un grupo y seguir aprendiendo a lo largo
de mi formación. También me he interesado por reforzar éstos
aprendizajes dándome a la tarea de investigar nuevas estrategias
que puedan ser de gran ayuda para saber cómo actuar ante estas
situaciones.
Deseo obtener muy buenos resultados al poner todo esto en
práctica y poder seguir enriqueciendo cada vez mis conocimientos y
sobre todo mi formación docente.
45

Los experimentos causándonos problemas

Mayra Isabel Rocha Natividad

Mi tercera experiencia de práctica docente fue en la ciudad de


Cintalapa en un contexto urbano, el grupo de trabajo era cuarto año y
cuando fui por primera vez a la escuela me di cuenta que contaba con
suficiente espacio para realizar actividades fuera del aula. El primer
día me presenté temprano en el plantel y tenía algo de nervios pero
traté de relajarme. El recibimiento del director fue bueno pero el del
docente no, lo hizo con una cara de gran alivio, hasta mencionó que
se alegraba mucho pues tendría un descanso de más de tres semanas;
al principio no le di mucha importancia a su comentario.

El inicio de los problemas con el maestro

El primer día de mi observación me percaté de que el maestro ya


estaba en la escuela pero que la mayoría del tiempo no estaba dentro
46

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

del aula, con esta actitud obstaculizó mi proceso de observación y


el trabajo de los niños. Después, en algún momento, me dijo que
aprovecharía mi presencia y que no llegaría los siguientes dos días,
que me quedaría a cargo del grupo.
Estuve dando clases ante este grupo aunque el maestro me dejó
trabajando a la deriva, tuve que realizar actividades que pensaba
serían prudentes para que los alumnos comprendieran los temas,
afortunadamente todo salió bien pero me di cuenta que no tenía
el más mínimo interés en ellos, mucho menos en su proceso de
aprendizaje. El quedarme a cargo del grupo me permitió ver algunas
de las actitudes de los niños: eran muy inquietos, decían palabras
altisonantes, se molestaban entre sí y eran muy platicones.
Mi planeación la realicé con base en lo que observé: trabajaban
lento y les costaba comprender algunos temas, además no ponían
nada de atención diez minutos antes de recreo y después de entrar.
Uno de los problemas que se me presentaron por ejemplo, fue
al trabajar con la materia de ciencias naturales ya que el maestro no
realizaba los experimentos sugeridos en el libro de texto, solamente
hacían la lectura y copiaban los párrafos que eran acompañados
de dibujos de su libro. Cuando intenté trabajar los experimentos
los niños no querían, mostraban mucha apatía por las actividades
y me decían que no las harían, que en dado caso las harían en su
casa con ayuda de sus padres, pero en realidad sólo escribían lo que
les dictaba el maestro sin llegar a la reflexión del porqué y mucho
menos cuál era el resultado del experimento.
Me tomó mucho tiempo pero logré que en las clases hiciéramos
los experimentos: “Que baile tan elegante” y “El día y la noche”,
ambos son sobre el movimiento de rotación y tienen la finalidad de
observar y reflexionar sobre este suceso natural. No obstante, el
objetivo de que comprendieran por qué sucede este movimiento y
qué consecuencias trae no se logró cumplir por completo ya que
algunos alumnos no respondieron a la actividad.
A esto se le anexó que tampoco querían trabajar en equipo
porque se acusaban mutuamente de no trabajar, decían que sus
mamás les decían que no se juntaran con los otros compañeros.
47

Los experimentos causándonos problemas

Tardé mucho en integrarlos porqué además el docente no


fomentaba el trabajo colaborativo y cooperativo en el grupo, ellos
mencionaban que él decía que era una pérdida de tiempo y que era
mejor trabajar individualmente.
Algo que también me causó extrañeza fue que se negaron
a trabajar entre hombres y mujeres, se alejaban unos de otros y
hasta hacían filas sólo de niños y de niñas. Les pregunté la razón del
porqué de esta organización pero ningún me respondió.
Pensando cómo hacer para que fluyera mejor nuestra relación
me di a la tarea de crear un buzón, les expliqué que podían depositar
cartas o recados dirigidos a mi persona y que podían contarme
sus dudas, decirme los temas que quisieran estudiar y sus cosas
personales, que les daríamos solución a sus inquietudes todos los
días diez minutos después de recreo (este tiempo fue asignado por
ellos de forma democrática). A través de esta estrategia pude saber
por qué era su rechazo al sexo opuesto: era por la simple y sencilla
razón de que empezaban sentir atracción y esto les generaba
nervios y temor: qué dirán de mí, cómo debo actuar ante él y qué
tengo que decirle mientras trabajamos juntos.
Para mejorar la comunicación entre todos me volví su cómplice,
la tarea resultó demasiado difícil, pero como dicen nunca hay que
rendirnos. Me costó tiempo y esfuerzo pero sí se logró favorecer
la integración entre unos y otros; esto me dio una enorme
satisfacción.
A causa de las suspensiones de labores por juntas, eventos
culturales y recreos alargados llevados a cabo dentro de los horarios
de clase muchas de las actividades que tenía planeadas no las puede
realizar; tuve que reajustarlas considerando las más importantes y
las que facilitarían el proceso de aprendizaje.
Como en todo grupo los niños eran demasiado inquietos: se
levantaban, gritaban, peleaban unos con otros, aventaban bolitas
de papel y jugaban; por supuesto me hacían trabajar mucho, tuve
que implementar estrategias como alzar o bajar mi voz, sonar
cascabeles, cantar canciones, contar hasta tres y levantar la mano
entre ellos para poder mantener el orden e integrarlos en grupos.
48

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Algo que ayuda mucho son las observaciones que hacen los
docentes al terminar la práctica, en lo personal le pedí al docente
que me las hiciera pero claro que no pudo porque nunca estuvo y no
logré rescatar mucho de esta experiencia docente.

Aprendizaje y compromiso de experiencias vividas

Con esta vivencia pude entender y aprender que a pesar de los


obstáculos que se encuentran en nuestras vidas siempre hay que
ver el lado bueno y buscar soluciones para poder seguir adelante
con nuestros objetivos. Además debemos tener presente que no
todo puede cambiar de la noche a la mañana, todo lleva su tiempo,
y que a la larga se obtienen frutos grandiosos, sobre todo hablando
de la educación en donde el propósito central es que se forme a los
niños para que sepan desenvolverse en la sociedad.
49

Mi experiencia con las matemáticas

Mónica Graciela Guzmán Grajales

Me encontraba en el cuarto semestre de la licenciatura en Educación


Primaria cuando el maestro de observación y práctica docente nos
dio a conocer las escuelas y grados que había para poder realizar
nuestro trabajo escolar; la distribución de éstas fue al azar por
medio de una rifa: tomé el primer papel y la escuela que me tocó fue
la Fray Bartolomé de Las Casas, en el segundo papel estaba escrito
el grado, era cuarto.
Me sentí muy emocionada pues mis prácticas anteriores habían
sido con niños de primer grado y en esta ocasión mis alumnos
serían un poco más grandes; en ese momento llegó a mi mente
la pregunta: ¿qué actividades llevaré para hacer más llamativa y
comprensible mi clase?, me preocupaba especialmente la materia
de matemáticas.
Pasaron los días y llegó el momento de iniciar mi periodo de
observación. Me presenté junto con mis compañeros a la directora
50

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

que nos recibió amablemente, después ella nos dirigió a nuestro


respectivo grupo para presentarnos con el maestro titular.
En el recorrido la directora me condujo hacia el salón de clases
donde se encontraba la maestra responsable del cuarto grado
con quien charlé un poco sobre el tiempo y las materias que
trabajaría. Después me dirigí a los alumnos, me recibieron muy
bien, amablemente y atentos, además realicé una dinámica con la
finalidad de conocernos y crear un ambiente de confianza que se
reflejaría después en el periodo de trabajo escolar.

Conociendo al grupo

Durante estos tres días observé la forma de trabajar de la maestra


con los alumnos en las diferentes materias; me di cuenta de que ella
explicaba las actividades pero si surgían dudas durante el desarrollo
de los ejercicios. Especialmente en matemáticas y en las operaciones
con fracciones, no respondía las dudas, pedía que otros alumnos
lo hicieran por ella; también observé que las actividades eran muy
extensas y aburrían a los niños lo que ocasionaba desorganización
en el grupo: pláticas en el rincón, niños tirándose bolitas de papel y
en ocasiones peleas.
En mis anotaciones señalé a los alumnos que presentaban
mayores dificultades y en qué materias para poder plantear
adecuadamente las actividades y además dosificarlas para evitar
la fatiga y el aburrimiento en los pequeños; buscaba tener como
resultado un alto desempeño escolar así como la comprensión de
los temas y la organización de los niños.
En la semana de planeación seleccioné las actividades adecuadas
para cada materia, busqué los materiales didácticos más llamativos
y de mayor utilidad.
Al día siguiente, cuando mi asesor de práctica docente revisó
mi plan de clase, me comentó cuáles eran las fortalezas que
presentaban mis actividades y también me hizo algunas sugerencias
para mejorarlas.
51

Mi experiencia con las matemáticas

El trabajo en el aula

Retorné a la escuela primaria para realizar mi práctica docente, me


encontraba muy feliz, emocionada y ansiosa de trabajar con los
alumnos. En las primeras sesiones de trabajo todo había marchado
muy bien hasta que un día en la clase de matemáticas tocó trabajar
las sumas y restas de las fracciones.
Inicié con un planteamiento: comparar dos empaques y
mencionar cuál contenía la mayor cantidad, después pregunté
el resultado al sumar y restar ambas cantidades. Estos ejercicios
los repetimos varias veces con diferentes fracciones buscando
obtener una noción de lo que realizaríamos en las actividades
posteriores, también para observar quienes presentaban dudas y
las pudiera discernir con otros ejemplos. Pregunté a los alumnos
si alguien todavía tenía dificultad para responder la actividad,
porque podía volver a explicar y nadie respondió, por lo tanto
asumí que todos habían asimilado el tema de estudio.
Durante el desarrollo de la actividad principal de la clase no
repartí fotocopias con la tarea que estudiaríamos, ésta consistía
en realizar sumas y restas de algunos objetos; en el centro de los
recuadros se encontraban escritas diversas fracciones y debían
señalar con rojo los resultados mayores y con azul los menores.
Durante la actividad observaba a los alumnos trabajar, caminaba
pasillo por pasillo, había niños que respondían acertadamente
pero también me encontraba con otros que presentaban dudas,
entonces les dije que se apoyaran en los materiales empleados
anteriormente como las fajillas divididas en fracciones y las figuras
fraccionadas.
Algunos alumnos se apoyaron en el material pero otros niños
no podían resolver los ejercicios porque no comprendían la
operación matemática adecuada para responder las preguntas.
Por un momento me sentí preocupada porque me encontraba
con estudiantes que respondían equivocadamente, pero evité
hacer notar mi sentir con los niños para que no se percataran de la
inseguridad que presentaba en ese instante.
52

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Entonces comencé a leer un ejercicio y pregunté ¿qué operación


matemática vamos a emplear? Algunos niños sobresalientes
afirmaban que sería una suma y si, estaban en lo correcto, pero
otros alumnos mencionaban ¡es una resta!; leí nuevamente
el ejercicio, analizamos las indicaciones y poco a poco fueron
entendiendo que consistía en una suma.
Durante el desarrollo de la actividad empleamos los materiales
que teníamos en el salón y fui pasando al frente a los niños con
dificultad para apoyarlos en su resolución cuando el proceso de la
resolución del ejercicio, los compañeros iban apoyando a resolverlo.
Varios niños, después de este suceso, fueron comprendiendo
la actividad, hasta que por sí mismos en la segunda parte de los
planteamientos respondieron acertadamente la mayoría de los
ejercicios; fueron muy pocos los que continuaban con dudas pero
trabajé con ellos de forma personalizada.
Continúe observando, apoyando y en ocasiones explicando
a quienes conservaban dudas; al finalizar la actividad planeada
pedí a los alumnos que respondiéramos juntos los incisos. En este
momento me sentí feliz, entusiasmada y con una gran sonrisa en
mi cara pues me daba cuenta el avance que tenían mis alumnos,
también porque pude guiar adecuadamente el tema de estudio
con preguntas y materiales idóneos.
En esta experiencia me percaté y pude comprobar nuevamente
que todos tenemos diferentes estilos y ritmos de aprendizaje,
además de aprender de diversas formas; por lo tanto como maestra
tengo que tener paciencia para evitar desesperarme al notar que
mis alumnos no han comprendido un tema para ayudarlos con
actividades de reforzamiento, explicarles detalladamente las
indicaciones y ejemplificar con materiales adecuados.
También es necesario identificar a los niños más sobresalientes
para que apoyen a los compañeros con las tareas difíciles y buscar
adecuar de una mejor manera mis actividades a las necesidades
del grupo. También es importante considerar como referente el
nivel cognitivo cuando observo que no presentan el éxito que
había pronosticado y buscar estrategias y herramientas idóneas
53

Mi experiencia con las matemáticas

para mejorar el trabajo con los alumnos, además de emplear los


materiales adecuados para cada materia y tema.
54

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Mi dificultad para organizar


a los niños en el trabajo

Adriana Guadalupe Cruz López

Era mi tercera jornada de prácticas docentes y la realicé en un


contexto urbano del 21 de mayo al 8 de junio. El maestro de la
asignatura “Observación y práctica docente” me asignó el tercer
grado de la escuela primaria Ignacio Manuel Altamirano, ubicada en
el municipio de Jiquipilas. La idea de realizar mis prácticas en esta
escuela no me gustó mucho desde un principio pues pensaba en
todos los gastos que me generaría viajar diario a la localidad, además
tendría que levantarme más temprano para llegar puntualmente.

Mi desagradable periodo de observación

El primer día era de observación y mis compañeros y yo llegamos a


la escuela puntualmente, esperamos un rato y después del toque
de entrada nos presentamos con la directora y el subdirector
55

Mi dificultad para organizar a los niños en el trabajo

quienes nos dieron la bienvenida, desde un principio se portaron


muy amables con nosotros y nos ofrecieron todo su apoyo en el
tiempo que durara nuestra estancia. Después pasamos a conocer
los salones para elegir en qué aula nos quedaríamos, el primer salón
al que pasamos fue el 3°A y en el que me quedé.
Al entrar al salón los niños me recibieron muy felices, parecía que
a todos les daba de gusto el tener una nueva maestra practicante,
eso me llenó de emoción y ganas de trabajar con ellos.
Al platicar con la maestra Leti, que era interina docente, me
comentó que llevaba aproximadamente cinco meses a cargo de ese
grupo y que le había costado mucho, llegó incluso a querer dejarlo en
el primer mes de trabajo porque los niños eran muy indisciplinados
e irrespetuosos. Este comentario de la maestra me causó gran
preocupación por los problemas de organización que iba a tener,
sin embargo confíé en que todo saldría bien; además la maestra Leti
me ofreció su ayuda para coordinar a los más desordenados, lo que
me tranquilizó un poco.
Durante los tres días de observación pude comprobar que
efectivamente los niños eran muy inquietos, a la maestra le costaba
mucho captar la atención de todos: mientras explicaba algunas
actividades en el pizarrón los niños jugaban, platicaban en grupos,
peleaban, se salían del salón de clases… la mayoría estaban parados
y nadie entendía lo que la maestra explicaba por el gran ruido que
provocaban. Mejor optaba por escribir las actividades en el pizarrón
describiendo las instrucciones de este modo los niños las copiaban y
realizaban; cuando tenían alguna duda se acercaban a preguntarle y
les explicaba de forma individual.
Creo que el motivo principal de que los niños se comportaran
de esa manera tan indisciplinada era porque la planificación
de las actividades que desarrollaba la maestra no estaban bien
organizadas: perdía mucho tiempo entre una tarea y otra, además
le faltaba hacer uso del material didáctico y de ambientación para
que propiciara en los alumnos su interés por realizar los ejercicios.
Otro de los problemas que observé es que la maestra tenía
dividido el grupo entre los niños que iban más avanzados y los que
56

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

estaban rezagados; entre éstos últimos habían unos que no sabían


leer ni escribir y la maestra los tenía con puras planas, además de
que dos días a la semana trabajaban con un maestro de USAER.
La profesora me informó que en mis días de práctica iba a estar
trabajando con sólo la mitad del grupo, con los que iban mas
avanzados para que de esta manera pudiera realizar mis actividades
planeadas.
Tuve que organizar mis actividades de enseñanza adecuándolas
a las características que había observado de los niños, incluyendo
la mayor cantidad de material didáctico y de ambientación,
también agregué más ejercicios y fotocopias para poder trabajar
con los que terminaran rápidamente y también no metí muchas
actividades por equipo pues de esta manera se les dificultaba
trabajar.

¡Mi primer día de práctica!

Por fin llegó mi primer día de práctica, llegué a la escuela muy


entusiasmada a las 7:30 de la mañana, y también un poco nerviosa
al pensar en la actitud que iban a tener los niños conmigo en este
primer día. Esperaba que todo saliera bien y que mis actividades
planeadas dieran los mejores resultados.
Llegué al salón y coloqué algunos materiales de ambientación:
el “semáforo”, el “quién vino y quién no vino” para el pase de lista,
la lámina donde elaboraríamos el reglamento del salón de clase,
algunos números y los días de la semana así como otros materiales.
Los niños fueron llegando uno a uno, me saludaban y preguntaban
para que ponía esos materiales y algunos se ofrecían a ayudarme,
otros sólo observaban, yo estaba muy contenta de estar ahí y
ansiosa de que iniciara la clase.
Cuando tocaron la chicharra todos los niños entraron al salón,
me volví a presentar y pedí por medio de una dinámica que ellos
también se presentaran para que los fuera identificando. Después
elaboramos entre todos el reglamento del salón de clases, aquí
57

Mi dificultad para organizar a los niños en el trabajo

todos fueron aportando ideas de lo que querían que se prohibiera


dentro y fuera del salón y acordamos un castigo para el que no
cumpliera; también les expliqué cómo funcionarían los materiales
que había pegado: el “semáforo” y el “quién vino y quién no vino”.
Posteriormente empecé a trabajar con la mitad del grupo que había
acordado con la maestra titular tiempo atrás.
En un principio, como era algo nuevo para los niños, se
portaron bien, estuvieron atentos a las explicaciones que les daba
para realizar las actividades pero después de unos minutos se
empezaban a inquietar, a platicar, a pararse, a jugar y ya no querían
terminar de hacer las actividades. La forma de organizarse para
trabajar con diferentes grupos y diferentes actividades en el mismo
salón de clases se convertía en un gran distractor para todos. En
ese momento no sabía qué hacer, les hablaba de manera general
y de manera individual y no entendían, un ratito se sentaban y se
ponían a trabajar y al ratito ya estaban parados nuevamente. Para
poder utilizar el “semáforo” salían a cada rato del salón de clases
y esto ocasionó más desorganización, la maestra interina trataba
de ayudarme y tranquilizar a los niños pero igual era sólo por unos
momentos y después volvía la indisciplina.
Ese primer día de práctica fue muy difícil para mí, llegué a mi casa
muy estresada y cansada. Empecé a buscar otras estrategias para
poder implementarlas con los niños y así poder mejorar un poco el
orden en el aula.
Durante el segundo día la situación continuó igual, llegué
preparada con otras actividades para los más inquietos pero no me
dieron los resultados que esperaba, siguieron comportándose de
la misma manera, se la pasaban peleando todo el tiempo, incluso
llegaban a los golpes. Todo me parecía horrible y deseaba que el
tiempo de clases se pasara lo más pronto posible
A pesar de que los niños fueron mejorando su manera de
trabajar cuando transcurrió el tiempo, puedo afirmar que desde un
principio me faltó recurrir a más estrategias para ordenar mejor las
actividades y la convivencia con los alumnos, nunca pude tener la
organización que deseaba.
58

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

La experiencia en estos primeros días de trabajo con los niños


me dejó muchos aprendizajes, por ejemplo el darme cuenta que
todos lo grupos son heterogéneos ya que hay una gran diversidad
de niños, también de que hay que buscar las formas más apropiadas
para poder superar nuestras dificultades.
59

MAESTROS Y APRENDICES
60

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

Una experiencia improvisada

María Alejandra Santos Cordero

Nunca imaginé cómo era la vida de un maestro y todo lo que


implicaba hasta que empecé a estudiar la licenciatura en Educación
Primaria. Actualmente tengo ya un poco más de experiencia, sin
embargo, no puedo olvidar la primera vez que fui a observar; era
una comunidad un poco retirada en el municipio de Jiquipilas, se
llamaba Galicia Galilea.
Me di cuenta que si viajaba en el transporte público no llegaría
a tiempo a la escuela, así que los tres compañeros con quien haría
la observación y yo decidimos quedarnos a dormir esos días allí en
la comunidad, me parecía emocionante porque no conocía el lugar
y además era mi primera experiencia, eso me parecía agradable...
pero no sabía lo que me deparaba el destino.
Hicimos aproximadamente dos horas de camino y cuando
llegamos estaba amaneciendo y había algo de neblina, hacía frío y
un enorme silencio rodeaba aquel pequeño pueblo. Nos dirigimos a
61

Una experiencia improvisada

la casa más cercana para preguntar por el maestro o alguien que nos
pudiera abrirla escuela; casi en frente había una casita muy sencilla,
ahí preguntamos por el maestro y una señora amablemente se
ofreció a abrir la escuela para que pasáramos y nos explicó que el
profesor había ido a Cintalapa y que todavía no regresaba.

Las vivencias en la escuela

Estábamos ya en la escuela. Tenía un patio pequeño, estaba


enmallada, había un salón que se veía recién construido y otro que
estaba en mal estado pero bien ventilado (porque no tenía puerta ni
ventanas), también había una cocina que se encontraba en uno de
los extremos. Como sólo había estas construcciones comprendí que
se trataba de una escuela multigrado.
El sol había salido y ya se veían algunos niños que venían a la
escuela con su mochila, ya era casi la hora de entrada y aún no llegaba
el maestro. Las y los pequeños nos saludaron un poco admirados,
lo cual era lógico porque para ellos éramos unos extraños, nos
observaron un buen rato y finalmente se animaron a preguntarnos
qué hacíamos ahí.
Después de una larga espera por fin llegó el maestro muy
apresurado. Habló con nosotros y con mucha pena se disculpó por
habernos hecho esperar, posteriormente nos asignó a cada uno
el grado que observaríamos. Yo me quedé en el salón de los más
pequeños; 1º, 2º y 3º.
Así comenzó la jornada escolar. El maestro inició la clase con la
asignatura de español por lo que les pidió a los niños abrieran sus
libros y leyeran la lección que tocaba; cuando terminaron el maestro
dividió el pizarrón (el cual, por cierto estaba algo desgastado) en
tres partes para poder dar a conocer las actividades que realizarían
cada uno de los grupos.
Me sorprendí mucho cuando escuché algunos niños murmurar
dentro del aula, me preguntaba qué decían pues ellos hablaban
nada más y nada menos que tsotsil, una lengua completamente
62

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

desconocida por mí. Me causó mucho asombro ver cómo los


pequeños dominaban las dos lenguas.

Un caso de desconcierto

El día siguiente surgió algo inesperado, el maestro debía salir del


pueblo a la cabecera municipal así que no quedaba de otra más
que yo me quedara a cargo del grupo. Recuerdo que sentí una gran
inseguridad cuando me lo dijo, un gran caos inundó mi pensamiento:
¿qué voy a hacer con el grupo?, ¿cómo daré la clase?.. eran algunas
preguntas que me pasaban por la mente, y a la vez también me
resistía a estar sola con los alumnos.
Sabía perfectamente que no tenía idea sobre cómo aprenden los
niños, ni de las estrategias didácticas adecuadas, es más, ni siquiera
sabía cómo diseñar las actividades de enseñanza. ¡En qué situación
me encontraba!.. era todo un reto. Al maestro poco le importó
esto y me dejó a cargo de todo. Hasta la fecha sigo creyendo que
aprovechó la oportunidad para tomarse un descanso.
Empezamos la clase cantando una canción para familiarizarnos un
poco pero fue en ese momento cuando surgió el primer obstáculo:
a los niños les daba pena cantar, pensé que quizá se debía a que
el maestro no cantaba con ellos o también simplemente porque no
se sentían en confianza conmigo. Esta situación me desanimó un
poco pues apenas comenzábamos el día y apenas me dio tiempo de
hojear el libro de texto para ver qué podía hacer al respecto.
La única forma de enseñar que conocía en ese momento era
aquella con la que me enseñaron así que fue lo que hice y puse en
práctica lo que recordaba.
Trabajamos únicamente con las asignaturas de español y
matemáticas. Los niños realizaron una lectura y posteriormente la
actividad sugerida por el libro, todo esto guiados por mí.
En matemáticas fue más fácil trabajar, aunque tal vez no fue la
forma más correcta: había que leer y resolver multiplicaciones y
restas y les pedí que realizaran las actividades del libro pero no les
63

Una experiencia improvisada

propuse una actividad de introducción, pienso que no fue la forma


adecuada de hacerlo.
A la hora del recreo algunos niños fueron a su casa a desayunar,
mientras regresaban jugué con los demás en el patio de la escuela.
Cantamos “a la víbora de la mar” y “a las estatuas de marfil” juegos
que alegremente disfrutaron. Rieron y convivieron entre ellos y con
los compañeros que se iban integrando poco a poco. Al volver de
su casa uno de los alumnos trajo consigo unos cuántos plátanos
que generosamente me regaló. Pude notar entonces la grandeza
del corazón de esos pequeños pues me mostraban un profundo
respeto; sin saberlo ellos se ganaron el mío.

Un reto sin fin

Por último, tengo que admitir que mi actuación no fue ejemplar


en esta experiencia, me fue difícil establecer la diferencia entre los
grados de dificultad de las tareas. Las actividades no tenían una
estructura de inicio, desarrollo y cierre, ni propósitos definidos.
Considero ahora que probablemente eran inadecuadas a su
momento de desarrollo pues en ninguna forma podrían ser de
ayuda a su un aprendizaje significativo. Ésta y muchas carencias más
experimenté en esa situación.
Sin embargo, a lo largo de mi formación docente, he descubierto
lo que en esa y otras ocasiones me ha hecho falta para realizar un buen
desempeño en el aula y he logrado apropiarme de conocimientos
relacionados con la pedagogía, psicología y didáctica, entre otros,
los cuales son necesarios para cualquier maestro.
Ahora puedo hacer una mirada retrospectiva y decir que aún
tengo mucho que aprender de la labor docente. Aprendemos
siempre, de nosotros y nuestros alumnos. En ese sentido, ser
maestro implica tener la humildad de aceptar que no lo sabemos
todo.
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Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

El peor maestro

Brenda Isela Vera Velazquez

Soy una estudiante de la escuela normal, actualmente estoy


cursando el quinto semestre de mi carrera: licenciatura en
educación primaria. Durante nuestra formación como docentes
la escuela nos da la oportunidad de trabajar impartiendo clases
a niños de diferentes escuelas y edades, ésta es una forma de
tener nuestros primeros acercamientos con la práctica docente
y de empezar a saber y entender cómo será nuestro trabajo más
adelante.
Antes de ir al campo de trabajo realizamos tres días de
observación con el objetivo de conocer a los niños que integran
el grupo de clases a nivel cognitivo y conductual, las formas de
trabajo que más les gustan, así como también identificar a los
alumnos con problemas de aprendizaje o de conducta. Esta
información nos permite buscar métodos o estrategias adecuadas
para trabajar con ellos.
65

El peor maestro

El conflicto con el profesor

Al cursar el cuarto semestre realicé mi tercera práctica docente, fue


del 21 de mayo al 7 de diciembre de 2012 en un contexto urbano en la
escuela primaria “Frayette”, ubicada en un pueblo llamado Tilapia.
Al conocer la escuela me pareció muy fea porque estaba sucia,
las paredes de algunos salones marcadas con rayones de lápiz, la
dirección me pareció una bodega porque era un lugar demasiado
amplio y el piso estaba de color gris de tanto polvo; los sanitarios
eran asquerosos y surgía de ahí un olor muy desagradable, no tenían
agua y algunos de los sanitarios no tenían puerta.
El día lunes al llegar por primera vez a la escuela tuve mi primer
acercamiento con la directora Sonia; conocerla me causó un
poquito de miedo pues era notorio que tenía un carácter fuerte,
su forma de expresarse y de mirar me provocó temor. Ella me
presentó al maestro Gilberto, titular del 4°B que era el grupo en
donde iba a trabajar. Por el semblante de su rostro el profesor me
pareció una persona enojona.
El grupo estaba compuesto de diecinueve alumnos y para mi
gusto los niños trabajaban perfecto ya que eran muy participativos
durante la jornada de clases, además entre los pequeños y yo se
dio una agradable relación de amistad, tenía un grupo maravilloso.
El día miércoles de la primera semana de prácticas el maestro
revisó mi planeación de clases y observó un error en la clave de la
escuela, me dijo que debía de imprimir mi planeación nuevamente.
Su observación me molestó, no tanto porque tenía que volver a
imprimir todo, sino porque me pareció que su tono de voz era más
bien déspota.
Sin embargo, y haciendo un esfuerzo de no mostrar mi enfado,
le respondí que lo volvería a imprimir pero le recordé que así me
había dictado él la clave. Al escuchar esto él se enojó aún cuando
era verdad lo que le estaba diciendo. Fue ese día cuando el maestro
se convirtió en el peor de los maestros.
Desde ese día al terminar la jornada de trabajo me llamaba la
atención por todo, hasta por las cosas más insignificantes. Por
66

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

ejemplo, porque me faltó marcar con plumón el margen a las


láminas que había realizado para el desarrollo de algunos temas,
porque a los niños inquietos los dejé salir al recreo, porque era
incorrecto (para él) explicar de manera individual a los niños que no
pueden realizar su tarea ya que era pérdida de tiempo. En algunos
casos si tomé sus consejos pero en otros estaba totalmente en
desacuerdo, por lo tanto seguía trabajando de la misma forma.
También fui amenazada por él y quería quitarme al grupo si
no trabajaba como decía. En diversos momentos me recordó mi
condición de practicante y la de él como maestro titular y que
podía evitar en cualquier momento que continuara dando clases,
que con esto él no perdería nada pero yo si pues no obtendría una
calificación.
Llegué a pensar que estaba haciendo mal mi trabajo y que esa
era la razón por la que el maestro Gilberto me quería quitar al
grupo, que tal vez yo no sabía trabajar con la clase.
El día martes de la segunda semana de prácticas tuve la
oportunidad de platicar con los maestros Alejandro y Sonia
quienes trabajaban en la misma escuela, a ellos les conté todos
los problemas que habían surgido con el profesor. Durante esa
conversación ellos me comentaron que Gilberto era una persona
muy conflictiva e inconforme y que en ocasiones llegaba a la
escuela de mal humor; también que era muy celoso con su grupo
de clases y que no le gustaba implementar nuevos métodos de
trabajo.
Al escuchar esto floreció en mí el ánimo para continuar
trabajando con los niños. Pero la situación continuaba de la misma
manera y en ocasiones ya no quería ni ir a dar clases, era muy
incómodo asistir a una escuela en donde el maestro todo el tiempo
me hacia cara de pocos amigos. Todos los días despertaba con una
gran preocupación pues trataba de adivinar con qué me llamaría
la atención ese día, le rogaba a Dios que el maestro no asistiera a
la escuela ya que él se tenía la característica de ser bien flojo y y
además pedía permiso a cada rato para salirse de las clases o para
no llegar a la escuela.
67

El peor maestro

La última semana de prácticas docentes

Cuando faltaba una semana para terminar con mis prácticas


docentes el maestro empezó a observar mi trabajo con el grupo
de clases y revisó algunas de las actividades elaboradas con los
niños. Entre los ejercicios estaba la elaboración de textos propios,
construcción de cuentos y líneas de tiempo históricas y un
periódico escolar, al parecer le agradó todo lo realizado con ellos
porque el día jueves de esa semana recibí sus felicitaciones por
la buena tarea que había ejecutado con los alumnos. Al escuchar
esto sentí mucha alegría ya que estaba reconociendo mi trabajo.
El profesor se disculpó conmigo por esos malos momentos que
me hizo pasar, me dijo que todos los humanos cometemos errores
y es de sabios reconocerlos, él se quedó mirando mis ojos como
esperando escuchar: si maestro lo disculpo no se preocupe, asunto
olvidado. Pero no fue así, guardé silencio por muchas razones…
68

Aprendiendo a ser maestr@: descubrimiento e incertidumbre

DIRECTORIO

Dr. Luis Madrigal Frías


Director de Educación Superior

Mtro. Martín Rafael Mondragón Ríos


Director de la Escuela Normal de Licenciatura en Educación Prima-
ria “Del Occidente de Chiapas”

Dr. Domingo Ramírez García


Subdirector Académico de la Escuela Normal de Licenciatura en
Educación Primaria “Del Occidente de Chiapas”

Mtra. Cruz Toledo Cruz


Subdirectora Administrativa de la Escuela Normal de Licenciatura
en Educación Primaria “Del Occidente de Chiapas”
El proceso por el cual los estudiantes
normalistas se apropian de la profesión
docente y elaboran o transforman su
conocimiento de la institución escolar ha sido
documentado, aún insuficientemente, por la
investigación educativa pero escasamente por
los propios actores. Este es el aporte del
conjunto de textos que integran este volumen:
relatos de un grupo de docentes en formación
que escriben su experiencia de hacerse
maestros en el encuentro con los niños y las
escuelas de Educación Básica.

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