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FACULTAD DE SALUD

PROGRAMA DE ENFERMERÍA – Seccional Palmira


ENFERMERÍA I – 2018 B
HISTORIA Y FUNDAMENTACION DEL CUIDADO DE ENFERMERÍA
Una visión de la antropología filosófica de enfermería: la empatía
como cuidado trascendental

Fanny Barbera
Profesora titular Escuela de Enfermería. Doctoranda en Enfermería. Directora de Extensión y Servicio. F.C.S
Universidad de Carabobo - Venezuela.
Nelly Arenas
Profesora titular jubilada activa. Dra. En Enfermería Salud y Cuidado Humano. Miembro de la Comisión
Coordinadora del Doctorado en Enfermería Universidad de Carabobo – Venezuela.

Resumen

El yo íntimo de la persona, sólo es tal en la medida en que se trasciende a sí mismo en la intersubjetividad. Por tal
razón, en el campo de las ciencias humanas, es propio preguntarse ¿cómo se hace presenta la intersubjetividad en
la experiencia interhumana del cuidado enfermero? El relatos de vida de 5 enfermeras muestra entre otras
categorías, la intersubjetividad, que desde la perspectiva que la experiencia de enfermería significa “ponerse en
lugar del paciente”, imprimiendo en el discurso de la enfermera un yo íntimo personal que trasciende al otro, en
busca de reconocer, comprender y de sentir el yo mismo como el yo del otro.
De esta manera la empatía como respuesta humana compleja es un cuidado trascendental, que promociona la
vida, da sentido de existencia y expresa la visión antropológica de enfermería en dimensión de intersubjetividad
como expresión de encuentro y dialogo humano. El “el ponerse en lugar del paciente” planteada en el contexto de
la antropología parece mantenerla en el modelo religioso, en cuanto que la filosofía de la trascendencia humana es
corriente del cristianismo
Palabras Clave: Intersubjetividad, empatía, compasión, cuidado trascendental.

Introducción.

A partir de Florence Nightingale, las enfermeras se han propuesto cambiar su modelo religioso por un modelo que
las acerque a las ciencias y las aleje de la caridad. Por muchos años ha intentado legitimar su práctica en la sociedad
científica cartesiana, construyendo modelos, procesos y diagnósticos de enfermería que interpretan a las personas
como seres biopsicosociales y espirituales en búsqueda del equilibrio, homeostasis o adaptación a su medio
ambiente.
En ese contexto, el papel de enfermería limitó la intersubjetividad a la observación de la apariencia, los síntomas,
los signos vitales y los resultados de prueba de diagnóstico, cuyos datos son reunidos para asignarles un significado
estándar llevado a fórmulas diagnósticas que reducen al paciente a una realidad objetiva (1).
Aun así, un estudio realizado en 1998 descubre en el discurso del cuidado de las enfermeras las categorías: Ayuda,
devoción, amor, caridad y humildad, lo que lleva a la conclusión que la enfermera en su discurso mantiene la práctica
vocacional y religiosa en el modelo de cuidado (2).
A finales del siglo XX, enfermería se perfilaría en el marco de las ciencias humanas, procurando entender el
significando de la salud-enfermedad y el cuidado como experiencia humana. Este significado ha sido construido a
través del compromiso activo con otros, por consiguiente, el concepto de intersubjetividad se vuelve superior, porque
la interacción humana es comunicación, es un compromiso en el proceso de escuchar activo y el diálogo como
estrategia para facilitar la coparticipación de las personas en su cuidado (3)
Pero ¿cómo se interpreta la intersubjetividad desde la antropología filosófica? ¿Se refleja la intersubjetividad en el
discurso de la enfermera (o)? ¿Y de qué manera la intersubjetividad es parte del modelo de pensamiento
antropofilosófico de enfermería? Inicialmente este artículo presenta los resultados parciales de una investigación
que pretende la búsqueda de las diferentes perspectivas del pensamiento antropofilosófico, que no es más que
sumergirse en el discurso de enfermería a través de relatos de vida sobre su vivencia en la práctica cotidiana,
iniciando así un debate alrededor de las interrogantes planteadas.

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La Intersubjetividad de Gevaer

El ser humano no sólo existe en el mundo, como si fuese una isla solitaria, sino que se relaciona con el mundo y de
manera especial con los otros seres humanos. Así, la existencia se interpreta como un convivir en esencia y esta
forma de existir, en y desde la convivencia, es la misma esencia que pertenece a lo más íntimo del yo personal, no
se trata por lo tanto, de una condición humana secundaria, sino, de una dimensión constitutiva del ser humano.
De tal manera que, existir es un convivir, un vivir con y entre los otros. Esta convivencia se evidencia en la
transformación del mundo, en las decisiones culturales, políticas, en el trabajo como condición fundamental de la
existencia, en el lenguaje como comunicación (4). Dicho de otro modo, el ser humano no existe, ni puede
desarrollarse sino en la intercomunicación. En efecto, el yo íntimo de la persona, sólo es tal en la medida en que se
trasciende a sí mismo en la intersubjetividad. Sin duda, que la presencia dialogal del tú al yo es esencial en el
proceso del ser humano, desde la misma concepción biológica, hasta el fin de la existencia, es en sí mismo, efecto
de la relación intersubjetiva; es decir, el ser humano en relación con el otro.
Evidentemente, las preguntas surgen de un yo personal, y la comprensión de las respuestas corresponde a un yo
íntimo, que no puede ser reducido a ninguna otra totalidad. Las interrogantes sobre la esencia del ser humano y
sobre el significado de su existencia, hoy como en el pasado, no nacen en primer lugar de una curiosidad científica,
encaminada al aumento del saber. Los problemas antropológicos se imponen por sí mismos, irrumpen en la
existencia y se plantea por su propio peso. La existencia, al hacerse problemática, requiere una respuesta y obliga
a tomar posiciones (5).
De este modo, el ser humano se descubre a sí mismo, como un ser inconforme, que no está acabado, que no
responde determinado por sus instintos animales, que no posee respuestas terminadas a todos sus planteamientos,
un ser que necesita por esencia salir de sí, conocer, proyectarse, transcenderse a sí mismo constantemente; pero
siempre en relación con los demás, ya sea en una relación de conflictividad o de comunión, de identidad o de lucha,
de iguales o de contrarios, de amigos o de enemigos, en una relación de vida o de muerte; lo cierto es, que el ser
humano al ser en sí mismo relación, siempre busca respuestas al sentido de su vida en compañía del otro, desde
cualquier tipo de relación.
Por esto, se hace necesario establecer los niveles de significación y tipos de relación en que se desarrolla el ser
humano, en este sentido, se señalan cinco formas de relación interpersonal: la relación de dominio, la relación de
indiferencia, la relación desde el entenderse, relación de amarse, relación de confianza (5).
La relación de dominio, es la relación en donde se establece una lucha de destrucción entre el yo y el tú, el
crecimiento personal es hacia la muerte, el yo sobrevive en la medida en que destruye y domina al otro. De hecho,
es la relación que se establece desde la perspectiva del pragmatismo radical, en donde el otro se convierte en lo
manipulable, en lo que me produce utilidad, provecho, placer; en definitiva, la relación de dominio es donde el otro
se convierte en objeto, y se le niega su ser como persona.
De allí pues, que en este tipo de relación, el paciente es el que depende del enfermero, el que no puede, el que
tiene que ser ayudado, educado y orientado a decidir y actuar según criterios ajenos a su propia persona; es decir,
el paciente no tendría libertad de ser. El enfermero es concebido como el dominador, el que representa a la
autoridad, el que siempre tiene la razón y el poder dentro del proceso de enfermería.
El paciente se entiende como un cliente a quien hay que explotar económicamente, sacarle el máximo de ganancias
económicas, y si el paciente carece de recurso se transforma en una carga, un estorbo de quien hay que salir lo
más pronto posible, de la manera más cómoda, y a veces se llega a la barbaridad de no querer ni siquiera tocarlo
para no contagiarse.
La relación de indiferencia es el tipo de relación, en donde el otro puede ser cualquiera, en donde cada individuo
se transforma en un número, en un código, en un dato, en uno más de la masa; en un voto, en un soldado, en un
compañero, en el chofer, en el panadero, en el vecino sin nombre, en el paciente de la cama 33. Siendo así, la
relación desde la indiferencia las personas desaparecen como tales, nada importa, un muerto, tres muertos, da lo
mismo; el paciente es el ocupante de un cuarto, de una cama, uno más que es atendido, uno más.
En la relación de la indiferencia las personas desaparecen como tales, nada importa, un muerto, tres muertos, da
lo mismo; el paciente es el ocupante de un cuarto, de una cama, uno más que es atendido, uno más que muere,
una persona a quien ni siquiera se llega a conocer.
La relación desde el entenderse, se presenta como el primer tipo de relación intersubjetiva de carácter
constructivo, en donde se establece un acercamiento sincero entre dos o más personas que están dispuestas a
compartir ideas, ideales, criterios y formas de vida. Es por ello, que cuando dos personas se entienden, el otro tiene
un rostro definido, posee un nombre particular y significativo; es el amigo, el compadre, mi profesor, mi maestra, mi
vecina, mi paciente, mi enfermera.
La relación desde el amarse, esta forma de relación es personal, se vive desde la intimidad, va más allá del
entenderse, tiene que ver con otras dimensiones de la existencia que trasciende lo profesional, lo familiar, lo vecinal,
lo establecido, en efecto, el amarse es un tipo de relación que está más allá de lo explicable y penetra en el misterio
de la persona humana. Es por ello, que el amor se da sin razones; muchas veces sin entenderse, se da y punto. Sin

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embargo, el amor no hace que desaparezca el yo enajenado en la figura del otro, eso sería una relación de dominio,
y no de amor.
Amar es encontrarse, pero una vez que sucede el encuentro, ¿cómo se manifiesta el amor? Se manifiesta como
deseo de estar juntos, de compartir la vida, de no separarse. Por eso la madre no quiere separarse de su hijo, ni el
hijo de su madre; los hermanos se escriben si están lejos, pidiendo noticias o se invitan con frecuencia; los amigos
se pasan la mayor parte de su tiempo juntos, los novios se quieren ver todas las tardes y la mente está siempre
ocupada en imaginar la presencia del otro (6).
Ahora bien, dentro del marco de la evaluación del desempeño de la enfermera, la relación desde el amor no puede
ser evaluada, ya que este tipo de relación es íntima y personal. Sin embargo, una manifestación de la relación desde
el amor en el desempeño, se puede dar cuando se ama la profesión, la quiere y desea vivir para la enfermería, le
gusta y desea estar en su lugar de trabajo, y se siente feliz cuando realiza su tarea de cuidar, le parecen cortas las
horas cuando está con sus pacientes; en definitiva, cuando concibe que su felicidad está determinada por ser
enfermera, y no se ve a sí mismo viviendo de otra manera. Muchas voces lo reflejan y lo expresan “me siento feliz
cuando estoy con mis pacientes”,” el hospital es mi segunda casa”
La relación desde el confiarse, es el nivel de relación más profundo que pueda experimentar la persona, no es
fácil llegar a este tipo de relación ya que no es tan emotivo como el amor, y, sin duda, trasciende el entenderse. En
efecto, el confiarse exige una capacidad de entrega de la misma intimidad, de lo oculto, de lo que solamente se
guarda para nosotros, de eso que no compartimos, de nuestros secretos.
Es por ello, que este nivel de relación exige la presencia de un tú que no sea capaz de fallarnos. Es decir, exige
una capacidad de entrega de la misma intimidad en una persona ajena a nosotros, que no sea capaz de fallarnos
jamás. Ya que de hecho se puede entender al otro, pero ¿debo confiar mi intimidad a todos mis amigos que
comparten ideales, a todos los profesores que conozco, a todos los vecinos, a todos mis compañeros de trabajo, a
todos mis pacientes, a todos mis familiares, a mis hijos, a mi pareja, a quienes entiendo y amo?
Por otra parte, se puede amar a las personas, a la pareja, a los padres, a un amigo, a una amiga; pero, ¿puedo
confiarles, en nombre del amor, lo íntimo, mis secretos? ¿Hasta qué punto puedo confiar en el otro? ¿Hasta qué
punto el otro es garantía de mi confianza?
Ahora bien, este nivel de relación basado en la confianza plena es el que da sentido pleno a la dimensión del ser
humano; pues desde su nacimiento es un proyecto en relación con los demás, de ahí que la verdadera ética de la
liberación es aquella que defiende y fundamenta los valores del dialogo de construcción del ser humano y de una
sociedad feliz, y es la sed que impulsa al ser humano al encuentro con el otro.
Así, desde los planteamientos de Gevaer y en consideración a la naturaleza de enfermería en el campo de las
ciencias humanas, es propio preguntarse ¿cómo se hace presente en el cuidado de enfermería la intersubjetividad?

La Intersubjetividad en el Discurso de Enfermería


En relatos de vida realizados a 5 enfermeras, como avance de la investigación Modelo de Pensamiento
Antropofilosófico en el Discurso y la Práctica de Enfermería, se distingue entre otras categorías, la intersubjetividad,
desde la perspectiva que la experiencia de enfermería significa “ponerse en lugar del paciente”, imprimiendo en el
discurso de la enfermera un yo intimo personal que trasciende al otro, en busca de reconocer, comprender o de
sentirse el yo mismo como el yo del otro.
La introducción del término empatía en el discurso de la enfermera, parece responder al empeño de las
enfermeras(os) para cambiar su modelo, buscando alejarse del cristianismo y procurar autonomía marcando
distancia de su imagen como auxiliar médico (7) Pero la urgencia de sustentar científicamente la razón práctica de
su profesión le facilita su apertura a las influencias de la psicología humanística.
Desde la objetividad teórica, ¿cómo puede interpretarse “ponerse en lugar del paciente”?; Rogers (1961), propone
que en un contexto de relación de ayuda, y esta es la condición enfermera-paciente, penetrar los sentimientos y
significados personales del otro, tiene como objetivo la comprensión empática (8). En ese mismo orden, la relación
interpersonal, como manifestación de la apertura a experiencias humanas, se caracteriza por la escucha empática,
entre otros aspectos (9).
Escuchar y comprender se convierten en una dimensión de la empatía, la dimensión cognitiva (10), “ponerse en
lugar del paciente” ciertamente implica conocer al otro para reconocer sus emociones, pero desde la experiencia de
las enfermeras parece tener un significado más allá de escuchar y comprender…es sentir la emoción del otro (11)…
es hacer mío su tristeza, dolor, ira, miedo, vergüenza, sorpresa y aún la alegría…es acompañarlo en su sentir…es
trascender del yo íntimo al otro por la compasión.
La compasión yace en afectividad, lo cual la ubica en el campo de las emociones y como tal se inicia con un estímulo
(escuchar y reconocer los sentimientos del otro) en consecuencia se suceden cambios corporales (10), vale decir,
si sientes compasión tu cuerpo cambiará en concordancia con el sentimiento del otro…la enfermera no solamente
sentirá la tristeza, la ira y el miedo sino que lo hará saber de forma corpórea…su habla y su gestos mostrarán que
acompaña al paciente en sus emociones.

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Pero la empatía “como ponerse en lugar del otro” no puede entenderse solamente desde la psicología, puesto que
va más allá de entender y comprender es un acto de deseo de la voluntad por reconocerlo como sentimiento moral
bueno. Al respecto, Smith (1759) plantea la empatía como base de la virtud de todo lo apropiado, por lo tanto decisiva
de todo lo ético. La empatía trasciende como sentimiento moral en consonancia afectiva con otros, la empatía es
simpatía por compasión, entendiéndose como participación en el sufrimiento de otros (12).
En consecuencia, al escuchar, comprender, el yo participa de la emoción del otro, por proceso de emoción y
moralidad, implica que el yo pone su atención en el otro, lo escucha y lo comprende, lo asume digno, se siente
importante para los demás, se siente respetado, con derechos y deberes; de igual manera, el yo reconoce la
presencia del otro, como una persona significativa, a quien conoce, con quien comparte, a quien le desea lo mejor,
porque lo comprende, de esta manera la enfermera “se pone en lugar del paciente desde entenderse”.
Esta ética del diálogo, desde el entenderse, cobra verdadero significado en cuanto que su alcance se extiende en
número y calidad en las relaciones sociales, es lo que algunos han llamado la ética del diálogo basada en las
mínimas normas para el entendimiento de la humanidad, representadas en los derechos humanos, por el respeto a
la dignidad humana, es reconocer y comprender en la existencia del otro su condición humana (13) ¿Puede la
empatía significar otro nivel de relación? Para Unamuno (1912), la compasión es amor espiritual, porque nace del
dolor, es la compasión lo que los padres experimentan, es el sentimiento de protección ante los hijos desvalidos, se
confunden en el dolor cuerpo y alma.
Y sucedió que sobre el fruto de su fusión carnal y separación o mutuo extrañamiento espiritual, separados y fríos de
dolor sus cuerpos, pero confundidas en dolor sus almas, se dieron los amantes, los padres, un abrazo de
desesperación y nació entonces de la muerte del hijo de la carne, el verdadero amor espiritual... común miseria, se
compadecieron y se amaron. Porque amar es compadecer, y si a los cuerpos les une el goce, úneles a las almas la
pena... Amar en espíritu es compadecer, y quien más compadece más ama. (14)
De allí pues, en la verdadera relación de amor, la persona trasciende en el dolor del otro, se integra en el yo y el
otro en cuerpo y alma, como tal, se respeta y respeta al otro, se ama y ama al otro. Por lo demás, la relación de
amarse queda marcada por la necesidad de estar con el otro, y por sentirse comprometido con la existencia del otro,
hasta el punto de dar la vida, si fuese necesario; de ahí, que el prototipo del amarse es el amor de la madre, quien
lo entrega todo por los hijos, más allá de la razón y del entenderse. La enfermera que se “pone en lugar del paciente
porque ama” se hace presente a su lado, en cuerpo y alma, en cuidar físico y en el cuidar del dolor.
La Empatía, entendida como entendimiento o como amor es compasión, es emoción, pero entendida como
coparticipación del dolor es trascendencia humana. El dolor es el camino de la conciencia y es por él como los seres
vivos llegan a tener conciencia de sí. Porque tener conciencia de sí mismo, tener personalidad, es saberse y sentirse
distinto de los demás seres, y a sentir esta distinción sólo se llega por el choque, por el dolor más o menos grande,
por la sensación del propio límite. La conciencia de sí mismo no es sino la conciencia de la propia limitación. Me
siento yo mismo al sentirme que no soy los demás; saber y sentir hasta dónde soy, es saber dónde acabo de ser, y
desde dónde no soy (14).
“Ponerse en lugar del paciente” cuando su emoción es dolor es recocer un yo que no sufre sino que se compadece
del otro, la intersubjetividad en el sufrimiento, la trascendencia del yo interno al otro, es un acto ético de vida, la
piedad subjetiva por el sufrimiento de otro sujeto, lo sabe amenazado porque el dolor acerca a la muerte...por lo que
me compadezco, siento piedad ajena y en consecuencia me preocupo y ocupo del otro en su dolor, la piedad es
protección de la vida ante la amenaza, así la inhumanidad no consiste en no respetar el concepto de ser humano,
consiste en no tener piedad de la vida del ser humano (15).
El encuentro entre los seres humanos lo hace trascendente, en consonancia con el sentido de la existencia humana.
De tal manera que, la autorrealización humana es la trascendencia que solamente se colmará en el encuentro con
aquel que es absolutamente otro, capaz del colmar en un encuentro de diálogo personal la vocación de
trascendencia y de encuentro del ser humano en la plenitud del confiarse desde lo más íntimo, planteamientos de
la filosofía cristiana.
¿Por qué confiar un humano en otro humano? Se confía cuando se cree que el otro es alguien que en sí mismo,
es valioso y admirable y puedo esperar de él la bondad. El primer logro social del niño es permitir que su madre se
aleje de su lado, porque ella se ha convertido en una certeza interior y en algo exterior previsible. La confianza es
una emoción que se manifiesta por tranquilidad, calma, aproximación y franqueza, contrariamente la desconfianza
es temor, huida y ocultación. La confianza es la emoción que humaniza...pues hace posible acercarse a la persona
que tengo por honrado (9). Hace posible el cuidado de enfermería, que en todo momento implica proximidad y roce
humano.
A pesar de todo lo expuesto la intersubjetividad es una experiencia del yo íntimo, por lo tanto no puede reconstruirse
desde el objeto, sino desde el sujeto, por lo que interpretar el significado de la empatía como dimensi ón de la
intersubjetividad, como relación de entenderse, amarse o confiarse, es una construcción y reconstrucción de la
propia enfermera (o) como momento de configuración próximo de la presente investigación.

Sin embargo, desde lo teórico, es momento de preguntarse: ¿Cuál es el nivel de relación planteado desde la
intersubjetividad empática? Sand (2002) encuentra en su investigación a un grupo de enfermeras las cuales según

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características de la personalidad, denomina “Grupo Empático”, identificando en ellas cualidades que de acuerdo a
su perspectiva responden a una necesidad de cuidar de otros (16), tal necesidad en ese momento se asoma como
la vocación de trascendencia planteada por Gevaer, desde la antropología filosófica la empatía es una experiencia
de intersubjetividad, correlacionada al nivel de relación de confianza.
Esta aseveración había sido asomada por Florence Nightingale, puesto que de acuerdo a su modelo de cuidado la
observación del paciente en busca de síntomas y signos constituye el método de la práctica, no había lugar a la
pregunta, ya que la confianza entre la enfermera y el paciente debía ser de tal manera que la enfermera reconociera
los cambios corporales, emocionales y espirituales del paciente a la simple observación, y la enfermera debía tener
entre sus cualidades ser de confianza (17).
Más adelante Mayeroff (1971) nos hablara de confianza, pero concebida en el marco de la ética de las virtudes,
confiar es respeto al proceso del otro, en su esperanza y valentía., es creer que la persona a quien se cuida crecerá
en el tiempo y en su propia forma, permitir que lo haga cuando lo juzgue apropiado (18)
Como puede verse la visión de la confianza en el cuidado de enfermería parece ser incipiente, en cuanto a
construcción teórica se refiere. La enfermera habrá de preguntarse ¿Es el entendimiento, el amor o la confianza su
sentido de existencia? ¿Cómo se manifiesta el entendimiento, el amor y la confianza en la relación de cuidado?
¿Cuál es el significado de la empatía como cuidado de enfermería para ella y para el paciente?
Desde lo teórico, “Ponerse en lugar del paciente”, no es un paso en la relación interpersonal, es un cuidado
trascendental, que protege la vida ante el dolor, el miedo, la ira, tristeza... da sentido de existencia y expresa la
visión antropológica de enfermería de intersubjetividad de confianza, mediada por la empatía como respuesta
humana compleja cognitiva, emocional, trascendental. Sin embargo en la matriz epistémico de la complejidad esta
es una visión que ha de integrarse a la perspectiva de la enfermera (o) como sujeto, por lo que su significado ha de
ser contemplado en el modelo de pensamiento del discurso y la práctica de enfermería.

Conclusión
El “el ponerse en lugar del paciente” planteada en el contexto de la antropología filosófica hace de la empatía un
cuidado trascendental de enfermería. Lo que parece mantenerla en el modelo religioso, en cuanto que la filosofía
de la trascendencia humana es corriente del cristianismo.

Referencias bibliográficas

1. Pierson W, “Considering the nature of intersubjectivity within professional Nursing” Journal of Advanced
Nursing, 1999, 30(2), 294±302
2. Vago, D. O Cuidar No Identidade de Enfermeira. Texto& Contexto. Volumen 7 Nº. 2 Mayo/Agosto. Brasil:
Florianópolis, 1998
3. Piertson W, op cit.
4. Rodríguez, J. “Hacia Dios desde las relaciones Intersubjetivas”. Anthropos (15):5-24, Venezuela: Caracas,
1987
5. 5- Gevaer, J. El Problema del Hombre. Editorial Sígueme. España: Salamanca, 1976
6. Albornoz, J. La Persona Humana en Algunas de sus Dimensiones Constitutiva. Anthropos (1): 49-60
Venezuela: Caracas, 1980
7. Collière, M. Promover la Vida. Editorial Interamericana. Mc Graw Hill. España: Madrid, 1993
8. Roger, C. El Proceso de Convertirse en Persona. 17ª edición. Paldos. España: Barcelona, 1961
9. Rosal, R. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? Editorial Desclee Di Browler. España: Bilbao, 2003
10. Grembery, L. Emociones, una Guía Interna. Descle De Browver. España Bilbao, 2000
11. Palmero, F. Fernández, E. Emociones y Adaptación. Ariel Psicología. España: Barcelona, 1998
12. Smith, A. The Theory of Moral Sentiments. A Universal Download Edition. 1759. Disponible en www.
UDownloadBooks.com
13. Arena, N. El Cuidado como Manifestación de la condición Humana. Salus. Revista de la Facultad de
Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Abril 2006 Volumen 10 Nº 1 Venezuela: Carabobo
14. Unamuno, M. Del Sentimiento Trágico de la Vida. España: Salamanca, 1912. A Universal Download Edition..
Disponible en www. UDownloadBooks.com
15. -Morín, E. El Método. La Vida de la Vida. Cátedra. Quinta Edición. Catedra. España: Madrid, 1980
16. San A, “Nurses’ personalities, nursing-related qualities and work Satisfaction: a 10-year perspective” Journal
of Clinical Nursing 2003; 12: 177–187
17. Nightingale, F .Notas Sobre Enfermería. Masson S.A. España: Barcelona, 1990
18. Mayeroff, M. El Arte de Servir al Otro para Servir a sí Mismo, Brasil, 1971.

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