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Sistema

de la

lógica objetiva

Por el

Dr. Ge. Wilh. Friedr. Hegel,

Profesor de Filosofía en la Real Universidad

Federico-Guillermo de Berlín. Caballero de la

Orden del Águila Roja de Tercera Clase.

Primer volumen

la d o c t r i n a del s e r

Stuttgart y Tubinga, Librería de J.G. Cotta.

1832

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21: 4 Cicer[ón]. Tuscul[anarum] quaest[ionum] lib. II. cap. 1. Est enim philosophia
paucis contenta judicibus, multitudinem consulta ipsa fugiens, eique suspecta et invisa.

[Cicerón, Cuestiones tusculanas. II, 4: “La filosofía se contenta en efecto con ser juzgada por
pocos, huye intencionadamente de la multitud y es a su vez tan odiada como sospechosa”.]

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PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

La reforma plena que el modo filosófico de pensar ha experimentado entre


nosotros desde hace unos veinticinco años y la más alta perspectiva que la
autoconciencia del espíritu ha alcanzado sobre sí en este período de tiempo han
tenido hasta ahora poca influencia en la configuración de la l ó g i c a .

Lo que antes de este espacio de tiempo se llamaba metafísica ha sido, por


así decirlo, extirpado de raíz y desaparecido de la lista de las ciencias. ¿Dónde
cabe escuchar las voces de la ontología de antaño, de la psicología racional, de la
cosmología o incluso de la teología natural de otrora, o dónde les está siquiera
permitido hacerse escuchar aún? ¿Dónde podrían despertar todavía interés
investigaciones dedicadas, por ejemplo, a la inmaterialidad del alma o a las causas
mecánicas y finales? Hasta las pruebas de la existencia de Dios, antes de curso
corriente, son ahora deducidas sólo de un modo histórico o en favor de la
edificación y elevación del ánimo. Es un hecho que el interés por el contenido de
la antigua metafísica, por su forma, o por ambas cosas a la vez, se ha perdido. Si
digno de nota es que a un pueblo le llegue a ser inservible, por ejemplo, la ciencia
de su derecho político, así como sus convicciones, sus costumbres y virtudes
éticas, al menos igual digno de nota es que un pueblo pierda su metafísica, que el
espíritu, que se ocupaba con su propia esencia pura, no tenga ya ninguna
existencia efectiva en el mismo.

La doctrina exotérica de la filosofía kantiana: que al e n t e n d i m i e n t o n o


l e e s t á p e r m i t i d o s o b r e v o l a r l a e x p e r i e n c i a , pues de lo contrario
se tornaría la facultad de conocer en r a z ó n t e o r é t i c a , incapaz de por sí de
incubar otra cosa que e l u c u b r a c i o n e s m e n t a l e s , ha servido para justificar
desde el lado científico la renuncia al pensar especulativo. En apoyo de esta
doctrina popular acudió el griterío de la moderna pedagogía, la miseria de estos
tiempos, que dirige su mirada al estado inmediato de necesidad, de modo que, así
como para el conocimiento sería la experiencia lo primordial, así también para
conducirse con habilidad en la vida pública y en la privada sería incluso nociva la
intelección teorética, pues en general lo esencial, lo único provechoso, sería el
ejercicio y la educación práctica.- Al / trabajar así codo con codo la ciencia y el
común entendimiento humano por llevar a cabo el hundimiento de la metafísica,
parecía que iba a darse el singular espectáculo de ver a u n p u e b l o c u l t o
d e s p r o v i s t o d e m e t a f í s i c a : algo así como un templo por demás
ricamente adornado, pero sin sagrario.- La teología, custodia en tiempos pasados
de los misterios especulativos y de la metafísica –dependiente empero de la
primera-, había abandonado esta ciencia para darse a los sentimientos, a lo
práctico en sentido popular y a lo erudito de tipo histórico. A un cambio tal
responde de otra parte el hecho de que desaparecieran [los eremitas,] esos
s o l i t a r i o s sacrificados y separados del mundo por su pueblo para que estuviera

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presente la contemplación de lo eterno y una vida sólo dedicada a servir, mas no
en vista de alguna utilidad, sino por mor de la bienaventuranza; es ésta una
desaparición que, en otro contexto, puede en esencia ser considerada como el
mismo fenómeno que el antes mencionado.- Y así, disipadas esas tinieblas de la
incolora ocupación consigo del espíritu tornado a sí, la existencia parecía haberse
transformado en el claro mundo de las flores, entre las cuales, como es bien
sabido, ninguna hay n e g r a .

A la l ó g i c a no le ha ido tan mal como a la metafísica. El prejuicio de que


con ella se a p r e n d e r í a a p e n s a r , cosa en que antes se veía su utilidad y por
ende su fin –algo así como si sólo por el estudio de la anatomía y de la fisiología
se debiera aprender a digerir y a moverse- se ha perdido hace ya tiempo, de modo
que el espíritu de lo práctico no pensaba darle mejor destino que a su hermana. A
pesar de esto, y probablemente en virtud de alguna utilidad formal, se la dejó
ocupar todavía un puesto entre las ciencias e incluso fue mantenida como objeto
de enseñanza pública. Esta mejor suerte concierne sin embargo sólo al destino
externo, pues su figura y contenido siguen siendo los mismos, al ser este último
herencia de una larga tradición, aunque se haya hecho cada vez más tenue y
delgado en esta transmisión; el nuevo espíritu que a la ciencia, no menos que a la
realidad efectiva, se le ha abierto no ha hecho sentir todavía su impronta en la
lógica. Pero querer mantener las formas de la cultura anterior cuando la forma
sustancial del espíritu se ha dado otra figura es cosa, en definitiva, completamente
vana; ésas son hojas marchitas que caen bajo el empuje de los nuevos brotes, ya
nacidos en sus raíces.

También en lo científico está acabando ya esa actitud de n o q u e r e r


d a r s e p o r e n t e r a d o de ese cambio general. Imperceptiblemente, hasta los
adversarios han llegado a familiarizarse con las otras representaciones,
apropiándoselas; y aun cuando siguen haciendo melindres a las fuentes y
principios de aquéllas, conduciéndose de una manera contradictoria frente a
ellas, / han tenido que doblegarse ante las consecuencias, sin poder zafarse de su
influjo; a ese comportamiento negativo –cada vez más insignificante- no le saben
dar importancia positiva y contenido sino sirviéndose, para entrar en controversia,
de los nuevos modos de representación.

Por otro lado, parece haber pasado el tiempo de fermentación con el que una
nueva creación comienza. En su aparición primera, una tal creación suele
comportarse con fanática animadversión contra la difundida sistematización del
principio anterior; suele también, en parte, sentir miedo a perderse en la extensión
de lo particular y, en parte, asustarse también del trabajo requerido para lograr una
configuración científica; al estar necesitada de tal, lo primero que hace es
aferrarse a un formalismo vacío. La exigencia de tratamiento y configuración del
material se hace entonces tanto más urgente. Tanto en la formación de una época
como en la del individuo hay un período en el que importa sobre todo la

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adquisición y afirmación del principio en su intensidad no desarrollada. Pero el
requisito, más alto, estriba en que ese principio se convierta en ciencia.

Ahora bien, sea lo que fuere lo acontecido en otro respecto a la Cosa y a la


forma de la ciencia, la ciencia lógica –que constituye la metafísica propiamente
dicha o pura filosofía especulativa- se ha visto hasta ahora muy desatendida. En la
I n t r o d u c c i ó n he indicado de modo preliminar lo que entiendo con más
precisión por esta ciencia y por el puesto que le es propio. Aun cuando ni siquiera
un trabajo de muchos años ha podido dar a este intento una mayor perfección, es
de esperar que quienes lo enjuicien con equidad tengan en cuenta la necesidad que
esta ciencia tiene de volver a ser iniciada desde el principio, la naturaleza del
objeto mismo y la carencia de trabajos preparatorios que para la nueva
elaboración emprendida habrían podido ser utilizados. El punto de vista esencial
estriba en que hay en general que habérselas con un concepto nuevo de lo que sea
el tratamiento científico. Si la filosofía debe ser ciencia no puede tomar prestado
al efecto su método, según he recordado ya en otro lugar *, de una ciencia
subordinada, como es la matemática, ni tampoco darse por satisfecha con
aseveraciones categóricas de la intuición interna o servirse de una argumentación
raciocinante fundada en la reflexión externa. Aquí sólo puede tratarse de l a
n a t u r a l e z a d e l c o n t e n i d o , la cual se m u e v e en / el conocimiento
científico, en cuanto que, al mismo tiempo, es esa r e f l e x i ó n p r o p i a del
contenido l a primera en poner y e n g e n d r a r la d e t e r m i n a c i ó n misma d e
éste.

El e n t e n d i m i e n t o determina y mantiene firmes las


determinaciones; l a r a z ó n es negativa y d i a l é c t i c a , por disolver en nada las
determinaciones del entendimiento; es p o s i t i v a , por engendrar lo u n i v e r s a l
y concebir en él lo particular. Igual que suele ser tomado el entendimiento por
algo separado de la razón en general, de la misma manera suele ser tomada la
razón dialéctica por algo separado de la razón positiva. Pero en su verdad es la
razón e s p í r i t u , que es más alto que ambos, razón que entiende o entendimiento
que razona. El espíritu es lo negativo, aquello que constituye la cualidad tanto de
la razón dialéctica como del entendimiento: niega lo simple, y pone así la
diferencia determinada del entendimiento; pero en la misma medida la disuelve y
es, así, dialéctico. Pero no se detiene en la nada de este resultado, sino que es allí,
justamente de este modo, positivo, restableciendo así por ende lo simple primero,
pero como universal, que es en sí concreto; no es que venga a subsumirse bajo
éste un particular dado, sino que el particular se ha codeterminado ya en aquel
determinar y en su disolución. Este movimiento espiritual, que en su simplicidad
se da su determinidad y en ésta su igualdad consigo, siendo con ello el desarrollo
inmanente del concepto, es el método absoluto del conocer, y a la vez el alma
inmanente del contenido mismo.- Afirmo que sólo sobre este camino, que se

*
Fenomenología del Espíritu, Pról. a la primera ed.- La explicitación apropiada es el conocimiento del
método, y tiene su puesto en la Lógica misma.

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construye a sí mismo, es capaz la filosofía de ser ciencia objetiva, demostrada.-
Así es como, e n l a F e n o m e n o l o g í a d e l E s p í r i t u , he intentado exponer
la c o n c i e n c i a . La conciencia es el espíritu en cuanto saber concreto y,
además, atrapado en la exterioridad: pero el movimiento de este objeto hacia
adelante descansa únicamente –como ocurre con el desarrollo de toda vida,
natural y espiritual- en la naturaleza de las e s e n c i a l i d a d e s p u r a s , que
constituyen el contenido de la lógica. La conciencia, en cuanto espíritu que
aparece y que se libera en su camino de su carácter inmediato y exteriormente
concreto, viene a ser saber puro, que se da por objeto aquellas esencialidades
puras mismas, tal como en y para sí son. Ellas son los pensamientos puros, el
espíritu que piensa su propia esencia. El automovimiento de esos pensamientos es
su vida espiritual, y es aquello por lo cual se constituye la ciencia y de lo cual es
ella exposición.

Con ello queda aquí indicada la respectividad de la ciencia que denomino


f e n o m e n o l o g í a d e l e s p í r i t u con la lógica.- En lo concerniente a la
relación exterior, / la primera parte del S i s t e m a d e l a C i e n c i a * que
contiene la Fenomenología, estaba destinada a ser seguida por una segunda parte
que debía contener la lógica y las dos ciencias reales de la filosofía: la filosofía de
la naturaleza y la filosofía del espíritu, con lo que se habría concluido el sistema
de la ciencia. Pero la necesaria extensión que la Lógica tenía que ganar para sí me
ha inducido a sacarla a la luz por separado; constituye así, dentro de un plan
ampliado, lo primero que sigue a la Fenomenología del Espíritu. Posteriormente
haré seguir la elaboración de las dos ciencias reales de la filosofía, ya
mencionadas.- Este primer volumen, empero, contiene como libro primero la
D o c t r i n a d e l s e r ; el segundo libro, la Doctrina de la esencia, como
segunda parte del primer volumen, mientras que el segundo volumen contendrá la
Lógica subjetiva o Doctrina del concepto.

Nuremberg, 22 de marzo de 1812.

*
(Bamberg y Wurzburg; impr. por Göbhard; 1807). A la segunda edición, que aparecerá en la próxima
Pascua, no se le dará ya ese título.- En lugar del propósito, citado en lo que sigue, relativo a una
segunda parte que debía contener todas las demás ciencias filosóficas, he publicado desde entonces la
Enciclopedia de las ciencias filosóficas, cuya tercera edición apareció el pasado año. (Observación de la
segunda edición.

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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

En esta nueva elaboración de la ciencia de la lógica, de la que al presente


aparece el primer volumen, he llegado en verdad a tener entera conciencia tanto
de la dificultad del objeto de por sí, y de su exposición, como de la imperfección
que comportaba la elaboración del mismo en la primera edición; mas a pesar de
lo mucho que me he esforzado por remediar esa imperfección, tras una ocupación
ulterior de muchos años con esta ciencia creo tener todavía razones suficientes
para apelar a la indulgencia del lector. Por lo pronto, esa apelación está
ciertamente justificada por la circunstancia de que, en la metafísica y lógica
anteriores, no se ha encontrado mayormente para el contenido sino material
exterior. A pesar de haber sido aquéllas tratadas en su generalidad
frecuentemente, y de haberlo seguido siendo la última hasta nuestro tiempo, tanto
menos ha alcanzado tal elaboración el respecto especulativo; más bien se reitera
en todo el mismo material, ora diluyéndose hasta llegar a trivial superficialidad,
ora arrastrando y volviendo a ponerse de relieve, voluminoso, el viejo lastre, de
modo que de tales esfuerzos, que a menudo no son sino enteramente mecánicos,
ninguna ganancia pudo sacarse que beneficiara al genuino contenido filosófico.
Por eso se hizo necesario un nuevo proceder, empezando además por el
principio, para exponer el reino del pensamiento filosóficamente, esto es en su
propia actividad inmanente o, lo que es lo mismo, en su desarrollo necesario; hay
que considerar empero aquel material adquirido –las consabidas formas del
pensar- como una aportación de la más alta importancia, y aun como una
condición necesaria y presuposición que hay que reconocer con gratitud, aun
cuando se limite a ofrecer aquí y allá un hilo enteco o los huesos de un esqueleto,
carentes de vida e incluso esparcidos en desorden.

Las formas del pensar están al pronto depositadas y consignadas en el


l e n g u a j e del hombre; en nuestros días, nada cabe recordar con mayor
insistencia que aquello por lo que el hombre se diferencia del animal es el
pensar. En todo cuanto se le convierte en algo interior, en representación en
general, en lo que él hace suyo, ha penetrado el lenguaje; y lo que él convierte
en lenguaje y en él exterioriza contiene envuelta, mezclada o trabajada hasta
ser puesta de relieve una categoría; hasta ese punto le es natural lo Lógico al
hombre o, más bien, lo Lógico mismo es su propia y cabal n a t u r a l e z a . Y si a
lo espiritual le oponemos la naturaleza en general –como lo físico- / debiera
decirse entonces que lo Lógico es más bien lo sobrenatural, que se infiltra en
toda conducta natural del hombre, en sus sensaciones, en su intuir y desear, en
sus necesidades y tendencias, haciendo así en general de esa conducta algo
humano y convirtiéndola –aun de un modo formal- en representaciones y fines. A
un idioma le resulta provechoso poseer para las determinaciones del pensar
expresiones lógicas en abundancia, o sea expresiones peculiares y distintas; entre
las preposiciones y artículos hay ya muchas relaciones de este tipo, basadas en el
pensar; se dice que la lengua china, en su configuración, no ha llegado en

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absoluto a ese punto, o lo ha hecho de modo harto exiguo; esas partículas entran
con todo en juego de forma enteramente subordinada, y sólo algo más suelta que
los aumentativos, signos de flexión y demás. Mucho más importante es que las
determinaciones del pensar sean expresadas en un idioma como sustantivos y
verbos, y reciban así el sello de formas objetuales; el idioma alemán tiene al
respecto muchas ventajas sobre las otras lenguas modernas; muchas de sus
palabras tienen incluso la propiedad adicional de poseer significados no sólo
diversos, sino contrapuestos, de modo que no cabe dejar de reconocer justamente
en ello un espíritu especulativo de la lengua; al pensar le cabe la alegría de
toparse con palabras tales y encontrarse con la unificación de términos
contrapuestos –resultado de la especulación, mas contrasentido para el
entendimiento-, y que ya de manera ingenua se da léxicamente, como una sola
palabra de significados contrapuestos. A ello se debe que la filosofía no precise
en general de terminología especial alguna; bien es verdad que hay que aceptar
algunos términos de lenguas extranjeras, que sin embargo ya han adquirido en
ella derecho de ciudadanía por el uso; sería por demás bien impertinente hacer
gala aquí, donde lo decididamente importante es la Cosa, de afectado purismo.-
El progreso de la cultura en general y de las ciencias en particular, aun de las
empíricas y sensibles –dado que por lo común se mueven en las categorías más
habituales (p.e. de un todo y sus partes, una cosa y sus propiedades, etc.)-
requiere que paulatinamente salgan también a la luz relaciones más altas del
pensar, o las pone al menos de relieve con mayor generalidad y por ende, las
hace objeto de más precisa atención. Así por ejemplo, si en la física ha sido la
f u e r z a la determinación predominante del pensar, en la época actual es la
categoría de p o l a r i d a d –que por lo demás ha penetrado demasiado à tort et à
travers en todo, hasta en la luz- la que tiene el papel más significativo: la
determinación de una diferencia en la cual los diferentes están
i n d i v i s i b l e m e n t e enlazados; es de importancia infinita que de esa manera
haya sido sobrepasada la forma de abstracción, de identidad, por la cual obtiene
consistencia de suyo una determinidad, digamos la fuerza; y que la forma del
determinar, de la diferencia que, en la identidad, sigue existiendo al mismo
tiempo como algo indivisible, haya sido puesta de relieve y convertida en
representación de uso corriente. Por la realidad a la que firmemente se atienen
sus objetos, la contemplación de la naturaleza / conlleva por fuerza la necesidad
de fijar aquellas categorías que, en ella, no cabe pasar más tiempo por alto, aun
cuando ello se haga con la más grande inconsecuencia para con otras que
t a m b i é n han de ser tenidas por válidas; y no hay que permitir que se dé el
paso –como acontece con mayor facilidad en lo espiritual- a abstracciones
acerca de la oposición, y a generalidades.

Mas aunque tanto los objetos lógicos como sus expresiones sean
seguramente cosa por todos consabida en el mundo de la cultura, en igual
medida, como he dicho ya en otro lugar, lo c o n s a b i d o es, por serlo, lo no
c o n o c i d o ; si puede despertar incluso impaciencia el deber ocuparse todavía

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de lo consabido, ¿qué cosa habrá más consabida que las determinaciones del
pensar, de las que hacemos uso por doquiera, y que nos vienen a los labios en
cada proposición que enunciamos? Este prefacio debe estar destinado a indicar
los momentos generales relativos al curso del conocer que parte de esas cosas
consabidas, y a la relación del pensar científico con ese pensar natural; todo ello,
más lo contenido en la I n t r o d u c c i ó n , más antigua, será suficiente para dar
una representación general del sentido del conocer lógico, que es lo que de
antemano se le pide a tal representación relativa a una ciencia antes de entrar en
ésta, o sea en la Cosa misma.

Por lo pronto, hay que tener por infinito progreso el hecho de que las
formas del pensar hayan sido liberadas en la estofa en que se hundían en el intuir
y representar autoconscientes, así como en nuestro querer y desear o, mejor aún,
en el querer y desear propios de la representación (y no hay querer o desear
humanos sin representación); que estas generalidades hayan sido entresacadas
de por sí y que, como P l a t ó n y luego sobre todo A r i s t ó t e l e s hicieran, se
las haya tomado de por sí como objeto de consideración es lo que marca el inicio
del conocimiento de las mismas. “Sólo después de haber tenido a mano casi todo
lo necesario” –dice Aristóteles- “así como lo pertinente a la comodidad y
relaciones de la vida empezaron los hombres a cuidarse del conocimiento
filosófico.” “En Egipto” –había observado anteriormente- “las ciencias
matemáticas han tomado pronto su configuración porque allí se puso pronto al
estamento sacerdotal en la situación de disponer de ocio.” De hecho, la
necesidad de ocuparse con los pensamientos puros presupone un amplio
camino, que debe haber recorrido el espíritu humano; puede decirse que se da
aquí una necesidad resultante de haber satisfecho ya la necesidad que se tiene
de lo necesario1, o sea un tener necesidad por carecer de necesidades2: a esa
necesidad ha tenido que llegar aquél, [a la necesidad] de hacer abstracción de la
estofa del intuir, imaginar, etc., de los intereses concretos del deseo, la tendencia
o la voluntad, estofa en la cual se ven envueltas las determinaciones del pensar.
En los calmos espacios del / pensar allegado a sí, y que sólo en sí es, guardan
silencio los intereses que mueven la vida de los pueblos y de los individuos.
“En muchos respectos” –dice Aristóteles en relación con esto- “es dependiente la
naturaleza del hombre; pero esta ciencia, que no es buscada por mor de utilidad
alguna, es la única libre en y para sí, y por eso no parece posesión humana.” La
filosofía en general sigue teniendo que ver en sus pensamientos con objetos
concretos, Dios, la naturaleza o el espíritu; pero la lógica, en su completa
abstracción, se ocupa solamente y por entero de aquellos pensamientos, tomados
de por sí. Esta lógica suele considerarse al pronto apropiada para los estudios de
1
der Nothwendigkeit
2
das Bedürfniss… der Bedürfnisslosigkeit.

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la juventud, en razón de que ésta no ha accedido aún a los intereses de la vida
concreta, sino que vive en el ocio respecto a aquéllos, teniendo que ocuparse
primero de sí y de éstos de modo todavía teórico y para su fin subjetivo,
procurando adquirir medios y posibilidad de llegar a tomar parte activa de los
Objetos de aquellos intereses. Entre estos m e d i o s , y en contra de la ya citada
concepción de Aristóteles, se cuenta con la ciencia lógica, ocuparse de la cual es
trabajo previo y cuyo lugar es la escuela, a la cual debe seguir luego la seriedad
de la vida y la actividad orientada a fines de verdad. De lo que en la vida se trata
es del u s o de las categorías, depuestas del honor de ser consideradas de por sí,
y puestas al s e r v i c i o del ejercicio espiritual del contenido viviente y la
creación e intercambio de las respectivas representaciones: en parte como
a b r e v i a t u r a s , gracias a su universalidad, pues ¡qué infinita multitud de
singularidades de la existencia y actividad exteriores comprehende en sí la
representación: batalla, guerra, pueblo, o bien: mar, animal, etc., igual que la
representación: Dios, o amor etc. –la s i m p l i c i d a d de un tal representar-
sirve de epítome de una multitud infinita de representaciones, actividades,
situaciones, etc.!; y en parte para determinar y hallar con más precisión las
r e l a c i o n e s o b j e t u a l e s , sólo que en este caso al contenido genuino y fin, a
la corrección y verdad del pensar que se inmiscuye en ellas se les hace
enteramente dependientes de lo presente mismo, sin adscribir a las
determinaciones del pensar eficacia ninguna de por sí, determinante del
contenido. Tal uso de las categorías, que hace un momento ha sido denominado
lógica natural, tiene lugar sin conciencia de ello; y cuando en la reflexión
científica se les asigna en el espíritu la relación de servir de medio, se hace
entonces del pensar en general algo subordinado a las otras determinaciones
espirituales. Bien es verdad que no decimos que nuestras sensaciones, tendencias
e intereses nos sirven, sino que valen como fuerzas y poderes subsistentes de
suyo, de modo que nosotros mismos somos esto: el tener sensaciones, desear y
querer, el poner en ello nuestro interés. Mas a la vez podemos llegar a tener
conciencia de que, aparte de los hábitos, somos más bien nosotros los que
estamos al servicio de nuestros sentimientos, tendencias, pasiones, intereses, en
lugar de poseerlos, / y menos aún, dada nuestra íntima unidad con ellos, hacerlos
servir de medio. Semejantes determinaciones del ánimo y el espíritu se nos
muestran pronto como p a r t i c u l a r e s , en oposición a la u n i v e r s a l i d a d ,
en cuanto que es en ella donde llegamos a ser conscientes de nosotros mismos, y
donde tenemos nuestra libertad; estimamos más bien que esas particularidades
nos aprisionan y dominan. Según esto, menos aún podemos estimar que estén a
nuestro servicio las formas del pensar, que atraviesan todas nuestras
representaciones, sean éstas meramente teóricas o contengan una estofa
perteneciente a la sensación, la tendencia o la voluntad; estimamos así que son
más bien ellas las que nos poseen, en vez de ser posesión nuestra; ¿qué n o s
queda frente a ellas?; ¿cómo íba m o s , cómo iba y o a colocarme como algo
más universal fuera y p o r e n c i m a de ellas, si ellas mismas son lo universal

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en cuanto tal? Cuando nos situamos en una sensación, fin o interés, y nos
sentimos allí limitados y sin libertad, el lugar en el que somos capaces de salir de
esa situación y de retraernos, tornando a la libertad, es el lugar de la certeza de
uno mismo, de la pura abstracción, del pensar. O igualmente, cuando queremos
hablar acerca de las c o s a s , llamamos a l a n a t u r a l e z a o e s e n c i a de
las mismas su c o n c e p t o , y éste existe3 sólo para el pensar; y menos aún
diremos de los conceptos de las cosas que somos nosotros los que los dominamos,
o que las determinaciones del pensar, cuyo complejo son, están a nuestro
servicio; es al contrario nuestro pensar el que tiene que restringirse a ellos, y
nuestro arbitrio o libertad no debe pretender enderezarlos a sí. Pues como el
pensar subjetivo es nuestro acto4 más íntimo y propio, y es el concepto objetivo
de las cosas el que constituye la Cosa misma, no podemos estar fuera de aquel
acto ni sobrepasarlo, de igual modo que tampoco nos es posible sobrepasar la
naturaleza de las cosas. Sin embargo, podemos hacer abstracción de esta última
determinación; ella coincide con la primera en cuanto que allí se daría una
referencia de nuestros pensamientos a la Cosa; algo vano, empero, ya que
entonces vendría la Cosa a establecerse como regla de nuestros conceptos,
cuando justamente la Cosa no puede ser para nosotros otra cosa que nuestros
conceptos acerca de ella.

Cuando la filosofía crítica entiende la relación de estos t r e s terminorum como


si fuéramos nosotros los que situáramos los p e n s a m i e n t o s como un término
medio entre n o s o t r o s y l a s C o s a s , en el sentido de que ese término medio
n o s desligaría más bien de las C o s a s en vez de coligarnos con ellas, hay que
contraponer a ese modo de ver las cosas la simple observación de que justamente
esas Cosas que deben hallarse al otro extremo, más allá de nuestros
pensamientos y más allá de los pensamientos que a ellas se refieren, son ellas
mismas cosas de pensamiento5, y de que, al ser enteramente indeterminadas, no
son más que una sola cosa (la llamada cosa-en-sí) de pensamiento, de la vacua
abstracción misma.

Con todo, y aunque esto pueda bastar respecto al punto de vista del cual
desaparece la relación según la cual son tomadas las determinaciones del pensar
por mera cosa de uso y como medio, más importante es lo además conexo con
ello, y según lo / cual se acostumbra a comprender aquéllas como formas
externas.- La actividad del pensar, que actúa en nosotros a través de todas las
representaciones, fines, intereses y acciones, lo hace –como ya se ha dicho- sin
conciencia de ello (lógica natural); lo que nuestra conciencia tiene ante sí es el
contenido, los objetos de las representaciones, lo que llena el interés; según esta
relación, las determinaciones del pensar tienen valor de f o r m a s que se

3
ist
4
Thun
5
Gedankendingen [: entes de razón].

11
limitan a estar e n 6 e l c o n t e n i d o g e n u i n o , sin ser el contenido mismo.
Pero cuando se trata de lo indicado poco antes y por lo demás admitido en
general, a saber que la n a t u r a l e z a , la e s e n c i a propiamente dicha, lo de
verdad p e r m a n e n t e y s u s t a n c i a l en la variedad y contingencia del
aparecer y de la efímera manifestación externa es el c o n c e p t o de la C o s a ,
l o e n e l l a m i s m a u n i v e r s a l –igual que todo individuo humano tiene
ciertamente en sí algo infinitamente peculiar, el prius de todas sus
peculiaridades: ser h o m b r e , así también todo animal singular tiene el prius de
ser a n i m a l - resultaría entonces imposible decir, si le fuera retirado ese
basamento, que sería aún un individuo tal, por provisto que por lo demás
estuviera de otros muchos predicados; si es que dicho basamento puede ser
denominado, como los otros, predicado. El basamento indispensable, el
concepto, lo universal, que es el pensamiento mismo, con sólo que en la palabra
pensamiento pueda hacerse abstracción de la representación, no puede ser
considerado s ó l o como una forma indiferente que estuviera e n 7 un
contenido. Pero estos pensamientos de todas las cosas naturales y espirituales,
siendo ellos mismos el c o n t e n i d o sustancial, no dejan de ser un contenido
tal, que contiene múltiples determinidades y guarda todavía en8 él la diferencia
entre alma y cuerpo, entre el concepto y una realidad relativa; el basamento
más profundo es de por sí el alma, el concepto puro que es lo más íntimo de los
objetos, su simple pulso vital, igual que lo es del pensar subjetivo de aquéllos.
Llevar a conciencia esa naturaleza l ó g i c a que anima al espíritu y en él puja y
actúa: tal es la tarea. El hacer de especie instintiva se diferencia en general del
hacer inteligente y libre en que éste acontece con conciencia; en cuanto el
contenido de lo pujante es separado de la unidad inmediata con el sujeto y puesto
como objetualidad ante éste comienza la libertad del espíritu, enredado en el
ejercicio instintivo del pensar en las ligaduras de sus categorías y disperso en
una estofa infinitamente variada. En esta red se ligan a veces nudos más sólidos,
puntos de apoyo y orientación de su9 vida y conciencia que deben su solidez y
poder justamente al hecho de ser, llevados ante la conciencia, conceptos –en y
para sí esentes- de su10 entidad. El punto más importante para la naturaleza del
espíritu no estriba sólo en la relación de aquello que él
e n s i m i s m a d a m e n t e es con aquello que él r e a l y e f e c t i v a m e n t e es,
sino / de aquello como lo cual él s e s a b e a s í m i s m o ; este saberse a sí
mismo, en virtud de que él11 es esencialmente conciencia, constituye por ello la
determinación fundamental de su r e a l i d a d e f e c t i v a . Purificar estas
categorías –que en cuanto tendencias operan sólo instintivamente, que son
llevadas al pronto a la conciencia del espíritu de forma aislada y, por tanto,
variable y confusa, y que guardan así en ella una realidad efectiva aislada e
6
an
7
an
8
an
9
[Se refiere a “espíritu”]
10
[Se refiere a “espíritu”]
11
[Se refiere a “espíritu”]

12
insegura-, elevarlas con ello a libertad y verdad: tal es pues la empresa, más alta,
de la lógica.

Lo por nosotros indicado como inicio de la ciencia, cuyo alto valor de por
sí y también en cuanto condición del conocimiento de verdad ha sido ya antes
reconocido, a saber el tratar por lo pronto los conceptos y momentos del
concepto en general, las determinaciones del pensar, como formas diversas de la
estofa y que sólo en12 ella se dan, es algo que enseguida se echa de ver como
conducta en sí misma inadecuada para con la verdad, indicada como objeto y fin
de la lógica. Y es que en cuanto meras formas, en cuanto distintos del
contenido, son aceptados como estando en una determinación que los sella
como finitos y los hace incapaces de comprehender la verdad, que en sí es
infinita. Bien puede por demás lo verdadero, sea en el respecto que quiera,
volver a asociarse con la limitación y finitud: tal es el lado de su negación, de su
no verdad y falta de realidad efectiva, es decir de su final, y no de la afirmación,
que es lo que él, en cuanto verdadero, es. El instinto de LA SANA RAZÓN se ha
sentido al fin tan fortalecido que, frente a la aridez de las categorías meramente
formales13, ha dejado despectivamente la tarea de dar cuenta del conocimiento de
éstas al dominio de una lógica y metafísica escolásticas, sin atender al mismo
tiempo al valor que la conciencia de estos hilos tiene ya de por sí, y sin
conciencia de que en el hacer instintual de la lógica natural, y aún más, en el
rechazo reflexivo de [toda] noción y conocimiento de las determinaciones mismas
del pensar, seguía estando prisionero y al servicio de un pensar no purificado ni,
por ende, libre. La simple determinación fundamental o formal común a la
reunión de tales formas es la i d e n t i d a d , afirmada en la lógica de esa reunión
como ley, como A = A y como principio de contradicción. LA SANA RAZÓN ha
perdido de tal manera su veneración hacia la Escuela –que está en posesión de
tales leyes de la verdad y en la que aún siguen siendo fomentadas- que se ríe de
la misma y considera inaguantable al hombre que sabe hablar de verdad según
tales leyes, a saber: que la planta es una… planta, la ciencia es… la ciencia, y
a s í a l i n f i n i t o . También por lo que hace a las fórmulas de las reglas de la
inferencia silogística –de hecho un uso capital del entendimiento-, y por injusto
que sea desconocer que [ellas]14] tienen su campo en el conocimiento, en el que
deben valer, y que al mismo tiempo son material esencial para el pensar de la
razón, / se ha establecido la igualmente justa conciencia de que ellas, medios
indiferentes, son al menos en la misma medida medios del error y la sofistería,
a más de inutilizables –determínese como se quiera la verdad- para la verdad
más alta, p.e. la religiosa, sin alcanzar en general más que corrección en los
conocimientos, no la verdad.

Lo incompleto de esta manera de considerar el pensar, que deja a un lado


la verdad, es algo que únicamente puede ser suplido tomando en consideración
12
an
13
formellen
14
[Adic. de la ed. acad.]

13
de manera pensante no sólo aquello de lo que suele darse cuenta como forma
externa, sino también, y con ella, el contenido. Pronto se muestra de suyo que lo
que en la habitual reflexión primeriza está separado, en cuanto contenido, de la
forma, no debe ser, de hecho, ni informe ni carente en sí de determinación; el
[contenido] no sería entonces más que el vacío, algo así como la abstracción de
la cosa-en-sí; él tiene más bien forma en él mismo, e incluso únicamente por
ella tiene animación y genuino contenido, y es ella la que no hace sino tornarse
en la apariencia de un contenido, así como también, por ende, en la apariencia
de un [contenido] exterior a esa apariencia. Con esta introducción del contenido
en la consideración lógica, no son las c o s a s las que vienen a ser objeto [de
ella], sino la C o s a , el c o n c e p t o de las cosas. A este propósito cabe recordar,
empero, que también h a y multitud de conceptos y multitud de Cosas. En parte
se ha dicho ya poco antes cómo limitar esa multitud, a saber, por el hecho de que
el concepto, al ser pensamiento en general, al ser [algo] universal, es la
inconmensurable abreviatura frente a la singularidad de las cosas, según éstas
se ofrecen en multitud al intuir y representar indeterminados; por otra parte,
empero, u n concepto [cualquiera] es primero, al punto, e l concepto [que
hay] en15 él mismo, y que no es sino uno, el basamento sustancial; mas el
concepto no deja de ser de otro lado un concepto d e t e r m i n a d o , cuya
determinidad en16 él es aquello que aparece como contenido; sólo que la
determinidad del concepto es una determinación formal de esa unidad
sustancial, un momento de la forma en cuanto totalidad, [o sea un momento]
d e l c o n c e p t o m i s m o , que es el basamento de los conceptos determinados.
Éste no llega a ser intuido o representado sensiblemente; no es sino objeto,
producto y contenido d e l p e n s a r , la Cosa que es en y para sí, el lógos, la
razón de lo que es, la verdad de aquello que lleva nombre de cosa; aquello que
en menor medida cabe dejar fuera de la ciencia lógica es [justamente] el lógos.
No debe ser, pues, cosa de capricho el tratarlo dentro de la ciencia o dejarlo
fuera de ella. Cuando las determinaciones del pensar que no son más que
formas externas, son de verdad consideradas en17 ellas mismas, lo único que
puede salir a la luz es su finitud y la no verdad de su deber-ser-para-sí; y como
su verdad, el concepto. Por consiguiente, la ciencia lógica, en cuanto que trata
de las determinaciones del pensar, que en general atraviesan nuestro espíritu
instintivamente y sin que se tenga conciencia de ello, y que incluso al entrar en
el lenguaje / siguen sin ser notadas ni ser objeto de consideración, será también
la reconstrucción de aquellas determinaciones que la reflexión pone de relieve y
son por ella fijadas como formas subjetivas, externas a la estofa y al contenido
genuino.

15
an
16
an
17
an

14
No hay exposición de objeto alguno capaz en y para sí de ser
RIGUROSAMENTE PLÁSTICA DE MANERA TAN DEL TODO
INMANENTE COMO LA DEL DESARROLLO DEL PENSAR EN SU
NECESIDAD; ningún otro objeto conlleva hasta tal punto esa exigencia; su
ciencia tendría que superar también, en este respecto, a la matemática, pues
ningún otro tiene en él mismo esa libertad e independencia. Una presentación
de este tipo –como ocurre a su modo en el curso de las inferencias matemáticas-
exigiría que en ningún nivel del desarrollo viniera a darse una determinación y
reflexión del pensar que no brotara inmediatamente en ese nivel y no
proviniera de los precedentes. Sólo que es necesario desde luego renunciar en
general a una tal perfección abstracta de la exposición; ya por el hecho de que la
ciencia ha de iniciarse con lo puramente simple, y por ende con lo más
universal y vacío, la presentación no admitiría más que justamente esas
expresiones –ellas mismas enteramente simples- de lo simple, sin más adición
de ningún tipo; lo que, según la Cosa, debiera tener lugar serían reflexiones
consistentes en negar18, que se empeñarían en detener y alejar lo que, de otra
forma, podría inmiscuir allí la representación o un pensar desarreglado. Sin
embargo, tales incidencias en el simple curso inmanente del desarrollo son de
por sí accidentales, y el empeño mismo por rechazarlas se ve afectado por ende
de ese carácter accidental; de todos modos, es vano pretender enfrentarse a
t o d a s las incidencias de ese tipo, y ello justamente porque se hallan fuera de la
Cosa, así que siempre habría al menos algo de incompleto en lo que, a este
respecto, cabría exigir aquí en orden a la satisfacción sistemática. Pero la
inquietud y dispersión características de nuestra conciencia moderna no dejan
otra opción que la de tomar en consideración reflexiones e incidencias,
pertinentes por lo demás en mayor o menor medida. Aparte de ello, UNA
PRESENTACIÓN PLÁSTICA REQUIERE TAMBIÉN UN SENTIDO
PLÁSTICO PARA RECIBIR Y ENTENDER [DOCTRINAS]; SÓLO QUE
JÓVENES DISCÍPULOS Y VARONES ASÍ DE PLÁSTICOS [, FLEXIBLES,]
QUE RENUNCIEN CON TANTA TRANQUILIDAD A LAS P R O P I A S
REFLEXIONES E INCIDENCIAS [O SEA, OCURRENCIAS] CON LAS
QUE EL PENSAR P O R P R O P I A C U E N T A 19 SE IMPACIENTA POR
PROBARSE, OYENTES QUE SIGAN SÓLO A LA COSA MISMA –SEGÚN
LA INVENCIÓN POÉTICA DE PLATÓN- NO PODRÍAN LLEGAR A SER
ESTABLECIDOS EN UN DIÁLOGO MODERNO; Y MENOS AÚN CABRÍA
CONTAR CON LECTORES ASÍ. Por el contrario, se me han presentado
demasiado a menudo y con demasiado encarnizamiento adversarios así,
incapaces de hacer la simple reflexión de que sus ocurrencias y objeciones
contenían categorías que son presuposiciones y que, antes de ser empleadas,
precisan primero justamente de crítica. La inconsciencia llega en este punto
increíblemente lejos; ella es la autora del malentendido fundamental, de ese

18
negirende Reflexionen
19
Selbstdenken

15
proceder nocivo, es decir inculto, de pensar en una categoría, cuando ésta es
tomada en consideración, a l g u n a o t r a c o s a y no esa categoría misma.
Tanto menos justificable es esta inconsciencia cuanto que esa o t r a cosa consiste
en / otras determinaciones del pensar y en otros conceptos, siendo justamente en
un sistema de la lógica donde esas otras categorías tienen que haber encontrado
igualmente su puesto y haberse sometido allí, de por sí, a consideración. Donde
más llama esto la atención es en la preponderancia de objeciones y ataques a los
primeros conceptos o proposiciones de la lógica: el s e r y n a d a y el
d e v e n i r , en cuanto que éste, siendo él mismo una determinación simple,
contiene de manera desde luego irrebatible –según muestra el análisis más
sencillo- esas dos determinaciones como momentos suyos. La búsqueda de
fundamentación20 parece requerir que, ante todo, se tome como punto de
partida el inicio, visto como fundamento sobre el que edificarlo todo, e incluso
que no se vaya más lejos hasta que haya probado su solidez; y que al contrario,
cuando éste no sea el caso, se rechace todo lo que [de él] se siga aún. Esta
búsqueda de fundamentación tiene al mismo tiempo la ventaja de garantizarle
el más grande alivio a la tarea del pensar; incluido en ese germen tiene ante sí el
desarrollo entero, y tiene para sí haberlo llevado todo a cabo con haber dejado a
punto el [germen o inicio], que es lo más fácil de despachar, ya que él es lo más
simple, lo simple mismo; ése es el menor trabajo que exigirse pueda, y por eso
se recomienda esencialmente esa búsqueda de fundamentación, ella misma tan
contentadiza. Esta limitación a lo simple deja libre espacio de juego al arbitrio
del pensar, que no quiere para sí seguir simplemente siendo, sino dar salida a sus
reflexiones sobre el asunto. Con el buen derecho de ocuparse por de pronto s ó l o
del principio, sin injerirse por ende en l o d e m á s , esta búsqueda de
fundamentación hace en su tarea justo lo contrario de aquello: deja que salga
más bien lo d e m á s , o sea otras categorías que no son ya sólo el principio,
otras presuposiciones y prejuicios. Tales presuposiciones, a saber: que la
infinitud es distinta de la finitud, el contenido otra cosa que la forma, lo interno
cosa distinta a lo externo, o bien que la mediación no es la inmediatez, son al
mismo tiempo traídas a colación a modo de enseñanza, como si uno no supiera
cosas semejantes; y no son tanto probadas cuanto enumeradas y aseguradas. En
tal modo de enseñanza, en cuanto proceder, hay –no cabe llamarlo de otra
forma- necedad; según la Cosa, empero, en parte es injustificado limitarse a
presuponer cosas así y admitirlas directamente; pero lo que por otra parte hay es
más bien ignorancia de que necesidad y tarea del pensar lógico es justamente
investigar si una cosa finita es sin infinitud algo verdadero, o también si tal
infinitud abstracta, o después un contenido carente de forma o una forma carente
de contenido, al igual que una cosa interna de por sí sin manifestación externa
alguna, etc. son a l g o v e r d a d e r o y además a l g o r e a l m e n t e
e f e c t i v o .- Pero esta formación y disciplina del pensar, mediante la cual se
llevaría a efecto un comportamiento plástico del mismo y sería superada la

20
Gründlichkeit

16
impaciencia de la reflexión ocurrente [, que tiene ocurrencias], se consigue
únicamente por el avance, el estudio y la producción del entero desarrollo. /

A propósito de la mencionada exposición platónica: a quien en los tiempos


modernos21 trabaje22 en levantar de nuevo un edificio de la ciencia filosófica que
se sostenga por sí solo, cabe recordarle la historia de que Platón reformó23 siete
veces sus libros sobre la República. El recuerdo al respecto –una comparación en
la medida en que éste pareciera incluir en sí tal cosa- debería hacer crecer tanto
más fuertemente el deseo de disponer de libre ocio para elaborar setenta y siete
veces, hasta el fondo24, una obra que por pertenecer al mundo moderno25 tiene
ante sí un principio más hondo, un objeto de más peso y un material de más rica
extensión por transformar26. Pero en consideración a la magnitud de la tarea
tuvo el autor que contentarse con lo que ha podido hacer, dadas las
circunstancias de necesidad exterior, de inevitable dispersión a causa de la
magnitud y pluralidad de aspectos de los intereses temporales, e incluso bajo la
duda de si el tonante ruido del día y la ensordecedora charlatanería de la
imaginación, que se vanagloria de limitarse a estar al día, dejarán todavía
espacio a la participación en la desapasionada calma del conocimiento
puramente pensante.

Berlín, 7 de noviembre de 1831. /

21
modernen
22
[respect.:] arbeitet, umgearbeitet, durchzuarbeiten, Verarbeitung.
23
[respect.:] arbeitet, umgearbeitet, durchzuarbeiten, Verarbeitung.
24
[respect.:] arbeitet, umgearbeitet, durchzuarbeiten, Verarbeitung.
25
modernen
26
[respect.:] arbeitet, umgearbeitet, durchzuarbeiten, Verarbeitung.

17
TABLA DEL CONTENIDO

Prólogo a la primera edición.

Prólogo a la segunda edición.

Introducción.

Concepto general de la lógica.

División general de la lógica.

LIBRO PRIMERO.

DOCTRINA DEL SER.


¿Por dónde tiene que hacerse el inicio de la ciencia?

División general del ser.

SECCIÓN PRIMERA.

Cualidad.

CAPÍTULO PRIMERO.

Ser.

A. Ser.

B. Nada.

C. Devenir.

1. Unidad del ser y de la nada.

Observación 1. La oposición de ser y nada en la representación.

Observación 2. Defectuosidad de la expresión: Unidad, identidad de ser y


nada.

Observación 3. Aislamiento de estas abstracciones.

Observación 4. Carácter inconcebible del inicio.

2. Momentos del devenir.

3. Asunción del devenir.

Observación. La expresión: a s u m i r . /

18
CAPÍTULO SEGUNDO.

El estar.

A. E s t a r , en cuanto tal.

a. Estar, en general.

b. Cualidad.

Observación. Realidad y negación.

c. Algo.

B. L a f i n i t u d .

a. Algo y un otro.
b. Determinación, disposición y límite

c. La finitud.

α) La inmediatez de la finitud.

β) La limitación y el deber ser.

Observación. El deber ser.

γ) Transición de lo finito a lo infinito.

C. L a i n f i n i t u d .

a. Lo infinito, en general.

b. Determinación recíproca de lo finito y lo infinito.

c. La infinitud afirmativa.

La transición.

Observación 1. El progreso infinito.

Observación 2. El idealismo.

CAPÍTULO TERCERO.

El ser para sí.

A. El s e r p a r a s í , en cuanto tal.

19
a. Estar y ser para sí.

b) [El hecho de] ser para uno.

Observación. Expresión: ¿Q u é [es ser apropiado] p a r a u n [a cosa]?

c) Uno.

B. U n o y p l u r a l .

a. El uno en27 él mismo.

b. El uno y el vacío.

Observación. La atomística.

c. Muchos uno. Repulsión.

Observación. Mónadas leibnizianas. /

C. Repulsión y atracción.

a. Exclusión del uno.

Observación. Proposición de la unidad del uno y lo


mucho.

b. El uno de la atracción.

c. La respectividad de repulsión y atracción.

Observación. La construcción kantiana de la


materia a partir de las fuerzas de atracción y repulsión.

SECCIÓN SEGUNDA.

Cantidad.

Observación.

CAPÍTULO PRIMERO.

La c a n t i d a d .

A. La c a n t i d a d p u r a .

Observación 1 Representación de la cantidad pura.

27
an

20
Observación 2. Antinomia kantiana de la indivisibilidad y
de la infinita divisibilidad del tiempo, el espacio, la materia.

B. Magnitud continua y discreta.

Observación. Separación habitual de estas magnitudes.

C. D e l i m i t a c i ó n de la cantidad.

CAPÍTULO SEGUNDO.

Cuanto.

A. El número.
Observación 1. Operaciones de la aritmética.
Proposiciones kantianas sintéticas, a priori, de la intuición.

Observación 2. Uso de determinaciones numéricas para


la expresión de conceptos filosóficos.

B. C u a n t o e x t e n s i v o y c u a n t o i n t e n s i v o .

a. Diferencia entre los mismos.

b. Identidad de la magnitud extensiva y la intensiva.

Observación 1. Ejemplos de esta identidad.

Observación 2. Aplicación kantiana de la


determinación del grado al ser del alma.

c. El cambio del cuanto. /

C. L a i n f i n i t u d c u a n t i t a t i v a .

a. Concepto de la misma.

b. El progreso cuantitativo infinito.

Observación 1. La alta opinión acerca del progreso


al infinito.

Observación 2. La antinomia kantiana del carácter


delimitado e ilimitado del mundo en espacio y tiempo.

21
c. La infinitud del cuanto.

Observación 1. La determinidad conceptual del


infinito matemático.

Observación 2. La finalidad del cálculo diferencial


deducida de su aplicación.

Observación 3. Otras formas conectadas también


con la determinidad cualitativa de la magnitud.

CAPÍTULO TERCERO.

La r e l a c i ó n c u a n t i t a t i v a .

A. La relación directa.

B. La relación inversa.
C. Relación de potencias.

Observación.

SECCIÓN TERCERA.

La m e d i d a .

CAPÍTULO PRIMERO.

La c a n t i d a d e s p e c í f i c a .

A. El cuanto específico.

B. Medida especificadora.

a. La regla.

b. La medida especificadora.

Observación.

c. Relación de ambos lados como cualidades.

Observación.

C. El ser-para-sí en la medida. /

CAPÍTULO SEGUNDO.

22
La m e d i d a r e a l .

A. La relación de medidas subsistentes de suyo.

a. Combinación de dos medidas.

b. La medida como serie de relaciones de medida.

c. Afinidad electiva.

Observación. Berthollet, acerca de la afinidad


electiva química, y teoría de Berzelius al respecto.

B. Línea nodal de relaciones de medida.

Observ. Ejemplos de tales líneas nodales; acerca


de que no haya salto alguno en la naturaleza..

C. Lo carente de medida.

CAPÍTULO TERCERO.

El d e v e n i r d e l a e s e n c i a .

A. La absoluta Indiferencia.

B. La Indiferencia como relación inversa de sus28 factores.

Observ. sobre la fuerza centrípeta y la centrífuga.

C. Transición a la esencia. /

28
ihrer

23
INTRODUCCIÓN

CONCEPTO GENERAL DE LA LÓGICA

En ninguna ciencia se siente más fuertemente que en la ciencia de la lógica


la necesidad de hacer el inicio por la Cosa misma, sin reflexiones preliminares. En
toda otra ciencia se diferencian entre sí el objeto por ella tratado y el método
científico, así como tampoco constituye el contenido un inicio absoluto, sino que
está en dependencia de otros conceptos y en el contexto de otras materias
circundantes. Por eso se les concede a estas ciencias que hablen de manera solo
programática tanto de su suelo, y del contexto de éste, como del método seguido,
que apliquen sin más las formas de definiciones y similares, presupuestas por ellas
como algo notorio y aceptado, y que se sirvan del habitual modo raciocinante para
asentar sus conceptos universales y determinaciones fundamentales.
La lógica no puede presuponer en cambio ninguna de estas formas de la
reflexión, o reglas y leyes del pensar, pues ellas constituyen una parte de su
mismo contenido, y tienen primero que ser fundamentadas en el interior de ella.
También el c o n c e p t o mismo de la c i e n c i a en general, y no sólo la
indicación del método científico, pertenece al contenido de la lógica y constituye,
a decir verdad, su resultado último; por consiguiente, lo que ella sea no [es cosa
que] ella pueda decir de antemano, sino que sólo su entero tratamiento da a luz
este saber de ella misma como su punto final, y como acabamiento suyo.
Igualmente su objeto, el p e n s a r o, de un modo más determinado, el p e n s a r
c o n c i p i e n t e , es tratado esencialmente dentro de ella; el concepto del mismo se
engendra en el curso de ésta, de manera que no puede ser ofrecido de antemano.
Por consiguiente, lo que en esta introducción es ofrecido de antemano no tiene
como fin fundamentar de algún modo el concepto de la lógica o justificar de
antemano científicamente el contenido y el método de ésta, sino hacer más
accesible a la representación, por medio de algunas aclaraciones y reflexiones, en
sentido raciocinante y de tipo histórico, el punto de vista desde el cual considerar
esta ciencia./

Cuando se acepta que la lógica es la ciencia del pensar en general, se


entiende con ello que este pensar constituye l a m e r a f o r m a de un
conocimiento, que la lógica abstrae de todo c o n t e n i d o , y que el llamado
segundo e l e m e n t o c o n s t i t u t i v o de un conocimiento: la m a t e r i a , tiene
que ser dado desde otra parte; y que, por ende, al ser esa materia cosa total y
enteramente independiente de la lógica, ésta no puede sino dar una indicación de
las condiciones formales del conocimiento de verdad, sin poder empero contener
real verdad ni ser siquiera c a m i n o hacia la verdad real, porque precisamente lo
esencial de la verdad: el contenido, se halla fuera de ella.

24
Para empezar, empero, no es de recibo decir que la lógica abstraiga de todo
c o n t e n i d o y se limite a enseñar las reglas del pensar, sin poder comprometerse
con lo pensado ni atender a la disposición de éste. Pues como el pensar y las
reglas del pensar deben ser el objeto de la lógica, ésta tiene ya inmediatamente en
ellos su contenido peculiar y en ellos también aquel segundo elemento
constitutivo del conocimiento: una materia, de cuya disposición se ocupa.

Sólo que en segundo lugar, y en general, las representaciones en las que


hasta ahora descansaba el concepto de la lógica han caído ya en parte, y en parte
ya es hora de que acaben por desaparecer y de que el puesto de esta ciencia sea
captado de un modo más elevado, ganando así la lógica una configuración
completamente distinta.

El concepto hasta ahora tenido de la lógica descansa en la separación,


presupuesta de una vez por todas en la conciencia habitual, entre el c o n t e n i d o
del conocimiento y la f o r m a de éste, o sea, entre la v e r d a d y la c e r t e z a .
P r i m e r o se presupone que la estofa del conocer está presente en y para sí como
un mundo ya listo fuera del pensar, que este último es de por sí vacío y
externamente se agrega como una forma a esa materia, llenándose de ella, y que
es entonces cuando por vez primera gana allí un contenido y deviene por ello
conocer real.

Estas dos partes constituyentes (pues deben tener la relación de partes


constituyentes, estando el conocer compuesto por ellas de un modo mecánico o a
lo sumo químico) tendrían además entre sí esta ordenación jerárquica: el Objeto
estaría de por sí listo y acabado, y por lo que hace a su realidad efectiva podría
prescindir perfectamente del pensar; éste, en cambio, sería algo deficiente que
sólo se completaría con una estofa y que, a decir verdad, tendría que ajustarse a su
materia como una blanda forma indeterminada. Verdad es la concordancia del
pensar con el objeto; y para producir esta concordancia –pues ella no está presente
en y para sí-, el pensar, se dice, debe ensamblarse con el objeto y acomodarse a él.

En tercer lugar, en cuanto esa diversidad entre la materia y la forma, el


objeto y el pensar no es dejada en aquella nebulosa indeterminidad, sino / tomada
de un modo más determinado, cada uno de ellos es entonces una esfera separada
de la otra. Por consiguiente, en el hecho de recibir y dar forma a la estofa no va el
pensar más allá de sí mismo; ese recibir la estofa y ese acomodarse a ella sigue
siendo una modificación de sí mismo, sin convertirse por ello en su otro; fuera de
esto, el determinar autoconsciente no pertenece más que al pensar; así pues, en su
respectividad al objeto no va más allá de sí, hasta el objeto; éste sigue siendo sin
más, en cuanto cosa en sí, algo que está más allá del pensar.

Estos modos de ver la relación que sujeto y Objeto guardan entre sí


expresan las determinaciones que constituyen la naturaleza de nuestra conciencia
habitual, tal como aparece; pero estos prejuicios, transmitidos a la razón como si
en ella tuviera lugar una relación de la misma índole, como si esta relación tuviera

25
verdad en y para sí, constituyen entonces los errores cuya refutación, llevada a
cabo por todas las partes del universo espiritual y natural, es la filosofía, o mejor:
son los errores que, por obstruir el acceso a la filosofía, tienen que ser apartados
con anterioridad a ésta.

La vieja metafísica tenía, a este respecto, un concepto más alto del pensar
que el que se ha hecho corriente y usual en la época moderna. Aquélla partía en
efecto de la base de que lo conocido procedente de las cosas, y conocido en
ellas por medio del pensar, era lo único de verdad verdadero en ellas; por
ende, no en su inmediatez, sino elevadas primero a la forma del pensar; o sea,
como cosas pensadas. Esta metafísica mantenía de ese modo que el pensar y las
determinaciones del pensar no eran algo extraño a los objetos sino más bien
la esencia de éstos, o sea que las c o s a s y el hecho de p e n s a r l a s (al igual
que también nuestra lengua expresa una afinidad entre ambos) concordaban
en y para sí, que el pensar en sus determinaciones inmanentes y la naturaleza
de verdad de las cosas eran uno y el mismo contenido.
Pero el entendimiento r e f l e x i o n a n t e se apoderó de la filosofía. Hay
que saber exactamente lo que esta expresión, que de otro modo viene a ser
utilizada múltiples veces como un tópico, quiere decir; por ella hay que entender
el entendimiento abstrayente y, por ende, separador, que persiste en sus
separaciones. VUELTO CONTRA LA RAZÓN, SE CONDUCE COMO
C O M Ú N E N T E N D I M I E N T O H U M A N O Y HACE VALER SU
MANERA DE VER, SEGÚN LA CUAL DESCANSARÍA LA VERDAD EN
LA REALIDAD SENSIBLE, SIN SER LOS PENSAMIENTOS M Á S Q U E
PENSAMIENTOS, EN EL SENTIDO DE QUE SÓLO LA PERCEPCIÓN
SENSIBLE LES DARÍA ENJUNDIA Y REALIDAD Y DE QUE, EN LA
MEDIDA EN QUE LA RAZÓN SIGUIERA SIENDO EN Y PARA SÍ, NO
ENGENDRARÍA SINO ELUCUBRACIONES MENTALES. En ese acto de
renuncia de la razón a sí misma viene a perderse el concepto de la verdad; la
razón está restringida al solo conocimiento de la verdad subjetiva, de
solamente lo que aparece / o sea, a conocer solamente algo a lo que la
naturaleza de la Cosa misma no corresponde; el s a b e r ha recaído en
opinión.

Sin embargo, este giro que toma el conocer, y que aparece como pérdida y
retroceso, tiene como fundamento algo más profundo, algo sobre lo cual descansa
en general la elevación de la razón al espíritu, más alto, de la filosofía moderna.
Hay que buscar en efecto el fundamento de aquella representación,
generalizada hoy, en la intelección del n e c e s a r i o a n t a g o n i s m o de las
determinaciones del entendimiento consigo mismas.- La ya nombrada
reflexión consiste en s o b r e pasar lo concreto inmediato y en
d e t e r m i n a r l o y s e p a r a r l o . Pero en la misma medida, la reflexión tiene
que i r m á s a l l á de esas sus determinaciones d i s g r e g a d o r a s y hacer,
por lo pronto, que éstas e n t r e n e n r e f e r e n c i a . Sobre la base de esta

26
‘referencialidad’ sale a la luz el antagonismo de las determinaciones. ESTA
‘REFERENCIALIDAD’ OPERADA POR LA REFLEXIÓN PERTENECE
EN29 SÍ A LA RAZÓN; LA ELEVACIÓN SOBRE AQUELLAS
DETERMINACIONES, QUE CONSIGUE LLEGAR A LA INTELECCIÓN
DEL ANTAGONISMO DE LAS MISMAS, ES EL GRAN PASO NEGATIVO
HACIA EL VERDADERO CONCEPTO DE RAZÓN. Pero la intelección,
que se queda corta, cae en el MALENTENDIDO de creer que es la razón
misma la que incurre en contradicción consigo misma; la intelección no
reconoce que la contradicción es justamente el acto por el cual se eleva la
razón por encima de las limitaciones del entendimiento, así como la acción por
la cual se disuelven éstas. En vez de dar a partir de aquí el último paso hacia lo
alto, el conocimiento, dado lo insatisfactorio de las determinaciones del
entendimiento, ha vuelto a huir a la existencia sensible, pretendiendo en ésta
tener algo sólido y acorde. Pero en la medida en que, por otra parte, este
conocimiento se sabe conocimiento limitado a lo aparente, admite desde luego
su carácter insatisfactorio, sólo que al mismo tiempo presupone que si, a decir
verdad, no conoce las cosas en sí, en cambio sí que conocería correctamente
dentro de la esfera de la aparición; como si sólo la e s p e c i e d e l o s o b j e t o s
fuera al respecto diversa, y una de estas especies –las apariciones- cayera en el
conocimiento, y la otra en cambio –las cosas en sí- no. Igual que si a un hombre
se le atribuyese una correcta [capacidad de] intelección con el añadido de que, sin
embargo, no sería capaz de inteligir nada verdadero, sino sólo lo no verdadero. Si
absurdo es esto último, igual de absurdo sería un conocimiento verdadero
que no conociera al objeto como él es en sí.

La c r í t i c a d e l a s f o r m a s d e l e n t e n d i m i e n t o ha tenido el
resultado mencionado de que esas formas no tengan ninguna a p l i c a c i ó n a
l a s c o s a s e n s í .- Esto no puede tener más sentido que el de que estas
formas son, en ellas mismas, algo no verdadero. Sólo que, al ser tenidas como
válidas para la razón subjetiva y para la experiencia, / se ve que la crítica no
efectúa ninguna alteración en ellas mismas, sino que las deja valer para el sujeto
con la misma figura con que antes valían para el Objeto. Si son insuficientes para
la cosa en sí, menos aún se vería precisado el entendimiento, al que ellas deben
pertenecer, a considerarlas satisfactorias y querer contentarse con ellas. SI NO
PUEDEN SER DETERMINACIONES DE LA C O S A E N S Í MENOS
AÚN PUEDEN SER DETERMINACIONES DEL E N T E N D I M I E N T O ,
AL CUAL DEBIERA CONCEDÉRSELE POR LO MENOS LA DIGNIDAD
DE SER UNA COSA EN SÍ. En el mismo antagonismo están las
determinaciones de lo finito y lo infinito, ya vengan aplicadas al espacio y al
tiempo, al mundo, o sean determinaciones interiores al espíritu; así, igual de bien
dan negro y blanco un color gris si están entremezclados en una pared que si lo
están aún en la paleta; si nuestra representación del m u n d o se disuelve en
cuanto se le transfieren las determinaciones de lo infinito y lo finito, más aún
29
an

27
será entonces el e s p í r i t u mismo, que contiene en sí a ambas, algo en sí
mismo contradictorio y que se disuelve.- No es la disposición de la estofa o del
objeto al que fueran aplicadas las determinaciones, o en el que ellas se
encontraran, lo que podría constituir una diferencia, pues el objeto tiene la
contradicción en él únicamente por esas determinaciones, y según ellas.

Aquella crítica se ha limitado pues a alejar de la cosa las formas del pensar
objetivo, pero las ha dejado en el sujeto tal como las había encontrado
primeramente. De esta manera, en efecto, LA CRÍTICA NO HA
CONSIDERADO ESTAS FORMAS EN Y PARA SÍ MISMAS, SEGÚN SU
CONTENIDO PROPIO, SINO QUE LAS HA TOMADO
DIRECTAMENTE, Y DE UN MODO PROGRAMÁTICO, DE LA LÓGICA
SUBJETIVA; DE MODO QUE NO SE HACÍA CUESTIÓN DE UNA
DERIVACIÓN DE ÉSTAS EN ELLAS MISMAS, NI TAMPOCO DE UNA
DERIVACIÓN DE LAS MISMAS COMO FORMAS SUBJETIVAMENTE
LÓGICAS, Y MENOS AÚN DE SU CONSIDERACIÓN DIALÉCTICA.
El idealismo trascendental llevado a cabo de manera más consecuente
ha reconocido la nulidad del fantasma de la c o s a - e n - s í , de esa sombra
abstracta separada de todo contenido que la filosofía crítica había dejado aún
como resto, y se ha propuesto como fin la acabada destrucción de tal sombra.
Igualmente puso esta filosofía el inicio en el [hecho de] dejar que la razón
expusiera sus determinaciones a partir de sí misma. Pero la índole subjetiva de
este intento impidió llevarlo a cabo. Después, esta actitud ha sido abandonada; y
con ella, también aquel inicio y el cultivo de la ciencia pura.

Lo que comúnmente se entiende bajo el nombre de lógica es


considerado empero como algo sin referencia alguna a un significado
metafísico. En el estado en que aún se encuentra esta ciencia / no tiene desde
luego ese tipo de contenido que, en la conciencia habitual, vale como realidad y
como Cosa de verdad. Pero no es ésta la razón de que ella sea una ciencia formal,
desprovista de una verdad rica en contenido. No es desde luego en esa estofa,
echada en ella de menos, y a cuya falta se suele atribuir su carácter insatisfactorio,
donde hay que buscar el territorio de la verdad, sino que LA CARENCIA DE
ENJUNDIA DE LAS FORMAS LÓGICAS SE HALLA MÁS BIEN
ÚNICAMENTE EN EL MODO DE CONSIDERARLAS Y TRATARLAS.
En cuanto que éstas caen unas fuera de otras como determinaciones fijas en
vez de ser mantenidas de consuno en unidad orgánica, no son sino formas
muertas en las que no vive ya el espíritu, que es su concreta unidad viviente.
Pero por eso mismo están desprovistas de contenido sólido, de una materia
que en sí misma fuera enjundiosa. El contenido que se echa en falta en las
formas lógicas no es otra cosa que un basamento firme y una concreción de
estas determinaciones abstractas; y una tal esencia sustancial suele ser
buscada para ellas fuera. Pero la razón lógica misma es lo sustancial o real que,
en sí, mantiene juntas a todas las determinaciones abstractas y es la unidad sólida,

28
absolutamente-concreta de éstas. Así pues, no había necesidad de buscar lejos
aquello que suele ser denominado una materia; cuando se dice que la lógica
carece de enjundia, la culpa no la tiene su objeto, sino únicamente el modo en que
éste viene captado.

Esta reflexión conduce más cerca de la indicación del nivel en conformidad


con el cual hay que considerar la lógica, [a saber:] en qué grado se distinga aquél
del modo en que hasta ahora ha sido tratada esta ciencia y que es el único puesto
verdadero en que ha de estar para siempre colocada en el futuro.

En la F e n o m e n o l o g í a d e l e s p í r i t u he presentado la exposición de
la conciencia en su movimiento hacia adelante desde la primera, inmediata
oposición entre aquélla y el objeto, hasta el saber absoluto. Ese camino pasa a
través de todas las formas de r e l a c i ó n d e l a c o n c i e n c i a c o n e l
O b j e t o , y tiene por resultado el c o n c e p t o d e l a c i e n c i a . Este concepto
no está necesitado, pues, aquí de justificación alguna (aparte de que él brota en el
interior de la lógica misma), ni es susceptible de otra justificación que la de su
salida a la luz a través de la conciencia, y la disolución en él, como en la verdad,
de todas las figuras propias de aquélla.- Una fundamentación o aclaración
raciocinantes del concepto de la ciencia puede lograr a lo sumo que éste sea
llevado a la / representación, y que lo efectuado a partir de ello sea un tener
noticia [de tal concepto] de una manera histórica; pero una definición de la
ciencia, o más precisamente de la lógica, tiene su prueba únicamente en esa
necesidad de su propio brotar. La definición que una ciencia cualquiera erija como
inicio absoluto no puede contener otra cosa que la expresión determinada y
conforme a reglas de aquello que es r e p r e s e n t a d o , d e m a n e r a
c o n v e n i d a y n o t o r i a , como objeto y fin de la ciencia [en cuestión]. Que
ello sea representado precisamente así es una aseveración histórica, en vista de la
cual cabe invocar únicamente tal y cual [cosa ya] reconocida o que, propiamente
hablando, cabe aducir sólo si buenamente se quiere dejar que tal y cual cosa pasen
por ser algo reconocido. Incesantemente aportan uno allá, y otro acullá, un caso y
una instancia según los cuales habría que entender en esta o aquella expresión
algo más, o distinto, con lo que encima habrá que dar acogida en su definición a
una determinación más precisa o más general, y enderezar también en función de
ello a la ciencia.- Además, qué tenga que venir incluido o excluido, hasta qué
límite y con qué amplitud, todo eso depende aquí de una argumentación
raciocinante; pero a ésta le están abiertas las más variopintas y diversificadas
estimaciones, sobre las cuales, al remate, sólo la arbitrariedad puede establecer
como conclusión una determinación firme. Y es que con este proceder de iniciar
la ciencia por su definición no se trae a colación lo perentorio30 de mostrar la
n e c e s i d a d de su o b j e t o y, por ende, de ella misma.

Así pues, el concepto de ciencia pura y la deducción de éste no vienen


presupuestos en el presente tratado sino en la medida en que la fenomenología del
30
Bedürfniss

29
espíritu no es otra cosa que la deducción de tal concepto. El saber absoluto es la
verdad de todos los modos de conciencia porque, tal como sacó a la luz el curso
de ésta, sólo en el saber absoluto se ha disuelto perfectamente la separación entre
el o b j e t o y la c e r t e z a d e s í m i s m o , viniendo a ser la verdad igual a esta
certeza, así como esta certeza igual a la verdad.

De este modo, la ciencia pura presupone la liberación de la oposición de la


conciencia. LA CIENCIA CONTIENE A L P E N S A M I E N T O E N L A
MEDIDA EN QUE ÉL ES, PRECISAMENTE DE LA
M I S M A M A N E R A , L A C O S A E N S Í M I S M A , O BIEN
CONTIENE A LA C O S A E N S Í M I S M A EN LA MEDIDA EN QUE
ELLA ES, P R E C I S A M E N T E D E L A M I S M A M A N E R A , E L
P E N S A M I E N T O P U R O . En cuanto c i e n c i a la verdad es la pura
autoconciencia que se desarrolla y tiene la figura del sí mismo [, consistente en]
que e l c o n c e p t o s a b i d o es l o e n y p a r a s í e s e n t e , mientras que e l
c o n c e p t o e n c u a n t o t a l es l o e n y p a r a s í e s e n t e . /
Este PENSAR OBJETIVO es, pues, el c o n t e n i d o de la ciencia pura.
Por consiguiente, ésta es tan escasamente formal y prescinde tan escasamente de
la materia propia de un conocimiento realmente efectivo y verdadero que su
contenido es, más bien, lo único verdadero absoluto o, si se quisiera servir uno
aún de la palabra materia, ES LA MATERIA DE VERDAD: una materia
empero que no es un [algo] exterior a la forma, ya que esta materia es más
bien el pensamiento puro, y con ello la forma absoluta misma. Según esto, la
lógica ha de ser captada como el sistema de la razón pura, como el reino del
pensamiento puro. E s t e r e i n o es la v e r d a d , t a l c o m o e l l a e s s i n
v e l o s e n [y]31 p a r a s í m i s m a ; cabe por ello expresarse así: que ESTE
CONTENIDO ES L A E X P O S I C I Ó N D E D I O S T A L C O M O É L
ES EN SU ESENCIA ETERNA, ANTES DE LA
CREACIÓN DE LA NATURALEZA Y DE UN ESPÍRITU
FINITO.

A N A X Á G O R A S viene alabado por haber sido el primero en formular


el pensamiento de que el N o u s , e l p e n s a m i e n t o , es el principio del mundo,
y de que hay que determinar la esencia del mundo como pensamiento. Con esto ha
echado el fundamento de un modo intelectual de ver el universo, modo cuya
pura figura tiene que ser l a l ó g i c a . Ésta no tiene que ver con un pensar
s o b r e algo que de por sí, fuera del pensar, yaciera como fundamento, ni con
formas que debieran entregar meras n o t a s de la verdad, sino que las
formas necesarias y las determinaciones propias del pensar son el contenido y
la verdad suprema misma.

Mas para aceptar esto, al menos en la representación, hay que dejar a un


lado la opinión de que la verdad tenga que ser algo palpable. Semejante

31
[Adic. ed. acad.]

30
palpabilidad está, por ejemplo, inmiscuida todavía incluso en las ideas
platónicas, que están en el pensar de Dios, a saber: como si fueran cosas
existentes, pero en otro mundo o región, fuera de la cual se encontrase el mundo
de la realidad efectiva con una sustancialidad distinta de aquellas ideas, mas real
sólo por esa diversidad. La idea platónica no es otra cosa que lo universal o, de
un modo más determinado, el concepto del objeto; solamente en su concepto
tiene algo realidad efectiva; en la medida en que algo es distinto de su
concepto deja de ser efectivamente real, y es una nadería; el lado de la
palpabilidad y del sensible ser fuera de sí pertenece a ese lado de nada.- Pero del
otro lado pueden ser invocadas las representaciones propias de la lógica habitual;
en efecto, se acepta p. e. que las definiciones no contienen determinaciones que
caigan solamente en el sujeto cognoscente, sino determinaciones del objeto, que
constituyen la más esencial y propia naturaleza de éste. O bien, cuando
partiendo de determinaciones dadas se infieren otras, se viene a aceptar que
lo inferido no es algo / exterior y ajeno al objeto, sino que ello le conviene más
bien esencialmente a éste: que a este pensar le corresponde el ser.- La base
general del uso de las formas del concepto, juicio, silogismo, definición, división,
etc. es que éstas no son meramente formas del pensar autoconsciente, sino
también del entendimiento objetual.- P e n s a r es una expresión que atribuye
preferentemente a la conciencia la determinación contenida en esa expresión. Pero
en la medida en que se dice que h a y e n t e n d i m i e n t o , que h a y r a z ó n
e n e l m u n d o o b j e t u a l , que el espíritu y la naturaleza tiene[n] l e y e s
u n i v e r s a l e s según las cuales se hacen la vida y los cambios de ambos, se
concede de este modo que las determinaciones del pensar tienen,
precisamente en la misma medida, valor y existencia objetivos.

Es verdad que la filosofía crítica convirtió ya a la m e t a f í s i c a en l ó g i c a


pero, como antes ha sido recordado, dio por MIEDO AL OBJETO, como el
idealismo posterior, una significación esencialmente subjetiva a las
determinaciones lógicas, en virtud de la cual éstas quedaron al mismo tiempo
sujetas al Objeto del que huían, dejando como resto en ellas un más allá, una
cosa-en-sí, un inicial impulso infinito. Pero la liberación de la oposición
[característica] de la conciencia, que la ciencia tiene que poder presuponer, eleva
las determinaciones del pensar por encima de ese nivel medroso e inacabado, y
exige que las mismas sean consideradas tal como ellas, sin una tal limitación y
respecto, son en y para sí: lo lógico, lo puramente racional.

Por lo demás, Kant alaba la fortuna de la lógica, o sea del agregado de


determinaciones y proposiciones que en sentido habitual es llamado lógica,
por el hecho de que haya llegado por su parte, antes que otras ciencias, a tan
temprano acabamiento, sin haber retrocedido un paso desde A r i s t ó t e l e s ,
aunque sin dar tampoco ninguno hacia adelante, pareciendo tener en razón
de esto último todo el aspecto de estar clausa y acabada.- Pero lo que se sigue
de que la lógica no haya sufrido ningún cambio desde Aristóteles –pues, de

31
hecho, si se consideran los modernos compendios de la Lógica, los cambios no
han consistido por lo común más que en supresiones- ES MÁS BIEN QUE
ELLA PRECISA, CON MAYOR RAZÓN, DE UN TRABAJO DE
REFUNDICIÓN TOTAL, PUES UN PROGRESIVO TRABAJO
BIMILENARIO DEL ESPÍRITU TIENE QUE HABERLE
PROPORCIONADO A ÉSTE UNA CONCIENCIA MÁS ALTA DE SU
PENSAR Y DE SU ESENCIALIDAD PURA EN SÍ MISMO. La comparación
de las figuras a las que se ha elevado el espíritu del mundo práctico y el religioso,
y el espíritu de la ciencia, en cada especie de conciencia real e ideal32, con la
figura en la que se encuentra la lógica, [que es] la conciencia de aquél sobre su
esencia pura, muestra una / diferencia demasiado grande como para que no se
imponga enseguida a la consideración más superficial que esta última conciencia
no es en ningún caso adecuada a las elevaciones primeras, sino indigna de
ellas.

De hecho, hace ya largo tiempo que se siente la necesidad de cambio en


la configuración de la lógica. Cabe decir que ésta, en la forma y contenido en
que se expone en los manuales, ha caído en desprecio. Si aún se echa mano de
ella es más por el sentimiento de que no se puede prescindir en general de una
lógica y por el hábito, todavía existente, de apelar tradicionalmente a su
importancia, que por la convicción de que ese habitual contenido y la ocupación
con esas formas vacías tengan valor y provecho.

Las ampliaciones que durante una temporada le fueron dadas a base de


material psicológico, pedagógico e incluso fisiológico han sido posteriormente
reconocidas, por lo general, como deformaciones. En y para sí, gran parte de
esas observaciones, de esas leyes y reglas psicológicas, pedagógicas y
fisiológicas, ya se den en la lógica o en donde sea, tiene que aparecer como cosa
sobremanera huera y trivial. Todas esas reglas de que, por ejemplo, hay que
ponderar y poner a prueba lo leído en los libros o recibido oralmente, o de que,
cuando no se tiene vista, hay que prestar ayuda a los ojos poniéndose gafas –
reglas facilitadas por los manuales dentro de la llamada lógica aplicada, y además
seriamente, mediante división en parágrafos, con el fin de acceder a la verdad-
tienen que resultarle a cualquiera cosa superflua salvo, a lo sumo, al escritor o
profesor que se halle en el apuro de extender como sea el contenido de la lógica,
de otro modo muerto y demasiado corto.

Por lo que hace a tal contenido, ya se ha indicado antes la razón de que sea
algo tan carente de espíritu. Las determinaciones de ese contenido tienen valor,
incólumes, en su compacta solidez, y se las junta unas con otras estableciendo tan
sólo una respectividad exterior. Como en los juicios y silogismos se reducen las
operaciones sobre todo a lo cuantitativo de las determinaciones, y se fundan sobre
ello, queda todo basado en una diferencia exterior, en la mera comparación,
viniendo a ser éste un proceder plenamente analítico y un cálculo carente de
32
reellen und ideellen

32
concepto. La derivación de las llamadas reglas y leyes, especialmente de la
silogística, no es mucho mejor que la manipulación de varitas de desigual
longitud, seleccionadas y enlazadas según su magnitud, o que eso a lo que
juegan los niños: partiendo de cromos troceados en formas variadas, buscar
los fragmentos que casen bien.- No es injusto que se haya igualado por ello
este pensar / al calcular, y el calcular a su vez a este pensar. En la aritmética
se toman los números como algo carente de concepto que, aparte de su
igualdad o desigualdad, es decir aparte de su relación enteramente exterior,
no tiene significado alguno: aquello que ni en él mismo ni en su respectividad
es un pensamiento. Cuando de manera mecánica se echa la cuenta de que tres
cuartos por dos tercios son un medio, esa operación contiene más o menos tanto
o tan poco pensamiento como cuando se calcula si en una figura puede darse
tal o cual tipo de silogismo.

A fin de que esta muerta osamenta de la lógica sea animada por el


espíritu hasta hacerse enjundia y contenido, su m é t o d o ha de ser tal que
sólo por él sea aquélla capaz de ser ciencia pura. En el estado en que se
encuentra, apenas cabe reconocer un atisbo de método científico. Tiene más o
menos la forma de una ciencia empírica. Dentro de lo que cabe, las ciencias
empíricas han encontrado, para lo que ellas deben ser, su método peculiar de
definir y clasificar su materia. También la matemática pura tiene su método,
adecuado para sus objetos abstractos y para la determinación cuantitativa, la única
en que los considera. Sobre ese método y, en general, sobre el lugar subordinado
de la cientificidad que pueda caber en la matemática, he dicho ya lo esencial en el
prólogo de la Fenomenología del espíritu, pero también dentro de la lógica misma
será ello considerado con más precisión. Spinoza, Wolff y otros se han dejado
seducir [por el deseo] de aplicarlo igualmente a la filosofía y de CONVERTIR
EL CURSO EXTERIOR DE LA CANTIDAD CARENTE DE CONCEPTO
EN CURSO DEL CONCEPTO, cosa en y para sí contradictoria. Hasta ahora, la
filosofía no ha encontrado aún su método; contemplaba con envidia el edificio
sistemático de la matemática y, como se ha dicho, le tomó prestado el método, o
se apoyó en el de ciencias que no son sino mezclas de materiales dados,
proposiciones empíricas y pensamientos, o bien se las arregló desechando
toscamente todo método. PERO LA EXPOSICIÓN33 DE LO QUE PUEDA SER
EL ÚNICO MÉTODO DE VERDAD DE LA CIENCIA FILOSÓFICA CAE
DENTRO DEL TRATAMIENTO DE LA LÓGICA MISMA; PUES EL
MÉTODO ES LA CONCIENCIA DE LA FORMA DEL
AUTOMOVIMIENTO INTERNO DEL CONTENIDO DE LA LÓGICA: EN
LA F E N O M E N O L O G Í A D E L E S P Í R I T U HE OFRECIDO UN
EJEMPLO DE ESTE MÉTODO EN UN OBJETO MÁS CONCRETO, LA
C O N C I E N C I A * . Hay aquí figuras de la conciencia, de las que cada una, en
su realización, se / disuelve al mismo tiempo a sí misma, tiene su propia negación
por resultado suyo y, con ello, ha pasado a una figura más alta. LO ÚNICO
33
dessen [: del curso]

33
PRECISO P A R A G A N A R E L C U R S O P R O G R E S I V O D E L A
C I E N C I A Y POR MOR DE CUYA34 INTELECCIÓN ENTERAMENTE
S I M P L E HAY ESENCIALMENTE QUE ESFORZARSE, ES EL
CONOCIMIENTO DE LA PROPOSICIÓN LÓGICA DE QUE LO
NEGATIVO ES PRECISAMENTE EN LA MISMA MEDIDA POSITIVO,
O SEA QUE LO QUE SE CONTRADICE NO SE DISUELVE EN CERO,
EN LA NADA ABSTRACTA SINO, ESENCIALMENTE, EN LA SOLA
NEGACIÓN DE SU CONTENIDO P A R T I C U L A R , O QUE UNA TAL
NEGACIÓN NO ES TODA ELLA NEGACIÓN, SINO LA N E G A C I Ó N
D E L A C O S A D E T E R M I N A D A , QUE SE DISUELVE, CON LO
QUE ES NEGACIÓN DETERMINADA; que, por tanto, en el resultado está
contenido esencialmente aquello de lo que él resulta: cosa que es propiamente
una TAUTOLOGÍA, pues de otro modo sería un inmediato y no un
resultado. En cuanto que lo resultante: la negación, es negación
d e t e r m i n a d a , ésta tiene un c o n t e n i d o . Ella es un nuevo concepto, pero
más alto y más rico que el precedente, pues se ha hecho más rico por la
negación de éste, o sea por estar contrapuesto; lo contiene pues, pero también
[contiene algo] más que él, y es la unidad de sí y de su contrapuesto.- En este
camino se tiene que formar en general el sistema de los conceptos y, en un curso
incesante, puro, sin inmiscusión de nada externo, darse a sí [mismo] acabamiento.

¿Cómo no iba a ser yo de la opinión de que el método seguido por mí en


este sistema de lógica –o, más bien, que este sistema sigue en 35 él mismo- es
susceptible aún de muchos perfeccionamientos; de muchos refinamientos en cosas
sueltas? Pero al mismo tiempo sé que es el único método de verdad. Esto se hace
ya de por sí patente por el hecho de que él no es en nada diferente a su objeto y
contenido; pues es EL CONTENIDO EN SÍ, L A D I A L É C T I C A Q U E
É L E N É L M I S M O T I E N E , LO QUE LO MUEVE HACIA
DELANTE. Está claro que no podrá tener validez científica ninguna exposición
que no siga el curso de este método ni se acompase a su ritmo simple, pues en ello
consiste el curso de la Cosa misma.

En conformidad con este método, recuerdo que LAS DIVISIONES Y


EPÍGRAFES DE LIBROS, SECCIONES Y CAPÍTULOS INDICADOS EN
LA OBRA, ASÍ COMO TAMBIÉN LAS EXPLICACIONES A ELLO
LIGADAS, ESTÁN HECHOS CON EL FIN DE LOGRAR UNA VISIÓN
PROVISIONAL DE CONJUNTO Y SON, PROPIAMENTE, SÓLO DE
VALOR H I S T Ó R I C O . NO PERTENECEN AL CONTENIDO Y
CUERPO DE LA CIENCIA, SINO QUE SON CLASIFICACIONES DE LA
REFLEXIÓN EXTERNA, QUE HA RECORRIDO YA EL TODO DE LA
ARGUMENTACIÓN / y sabe e indica por tanto de antemano la secuencia de

34
dessen [: del curso]
35
an

34
los momentos de ese todo antes de que ellos se originen por medio de la Cosa
misma.

Tampoco en las otras ciencias son de por sí tales determinaciones previas y


divisiones otra cosa que tales indicaciones externas; mas tampoco en el interior
de la ciencia van a elevarse por encima de este carácter. Incluso en la Lógica se
dice, por caso: “la Lógica tiene dos partes principales, la Doctrina de los
elementos y la Metodología”; después, y bajo la Doctrina de los elementos, se
encuentra sin más, por caso, el t í t u l o : “Leyes del pensar”; después: “P r i m e r
c a p í t u l o : De los conceptos. P r i m e r a S e c c i ó n : de la claridad de los
conceptos”, etc.- Estas determinaciones y divisiones, hechas sin deducción ni
justificación de ningún tipo, constituyen el armazón sistemático y la entera
cohesión de tales ciencias. Una tal lógica entiende que es parte de su oficio al
advertir que los conceptos y verdades tienen que ser d e r i v a d o s de
principios; pero cuando se trata de eso que ella llama método nadie piensa, ni
de lejos, en una derivación. El orden consiste, de alguna manera, en la
clasificación de lo similar, en anteponer lo más simple a lo compuesto y en otros
respectos exteriores. Pero con respecto a una cohesión interna, necesaria, las
determinaciones de los apartados no van más allá del registro, y la entera
transición se hace tan sólo para que en un momento se diga: S e g u n d o
c a p í t u l o ; o bien: “ a h o r a v a m o s a o c u p a r n o s de los juicios”, y así.

De igual modo, tampoco los títulos y divisiones que vienen a darse en este
sistema deben tener de por sí otra significación que la de un índice de materias.
Pero lo que además de esto hace falta es que la n e c e s i d a d de la cohesión y la
s u r g e n c i a i n m a n e n t e de las diferencias, se hallen en el tratamiento de
la Cosa misma, pues ella acaece en la propia determinación progresiva del
concepto.

Aquello por cuyo medio se guía el concepto mismo para avanzar es lo


recientemente indicado, lo n e g a t i v o que él tiene en sí mismo; esto es lo que
constituye lo dialéctico de verdad. La d i a l é c t i c a , considerada como un
apartado de la Lógica, y que por lo que hace a su fin y su puesto ha sido, cabe
decir, enteramente malentendida, obtiene / de ese modo una situación enteramente
distinta.- Aun la dialéctica p l a t ó n i c a tiene, incluso en el Parménides, y en
otros lugares de manera todavía más directa, por una parte la sola intención de
disolver y refutar por sí misma afirmaciones restringidas, mientras que por otra
tiene en general la nada como resultado. La dialéctica es vista habitualmente
como un hacer exterior y negativo que no pertenece a la Cosa misma, que
tendría su fundamento en la mera vanidad, [entendida] como afán subjetivo
de quebrantar y disolver lo firme y verdadero, o que al menos no conduciría
sino a la vanidad del objeto dialécticamente manipulado.

KANT HA SITUADO A LA DIALÉCTICA [EN UN PLANO] MÁS


ALTO –Y ESTE ASPECTO CONSTITUYE UNO DE SUS MÁS GRANDES

35
MÉRITOS- AL QUITARLE LA APARIENCIA DE ARBITRARIEDAD
QUE SEGÚN LA REPRESENTACIÓN HABITUAL TIENE Y
EXPONERLA COMO U N H A C E R N E C E S A R I O D E L A
R A Z Ó N . En cuanto que su valor consistía en el arte de suscitar trampantojos y
engendrar ilusiones, se presuponía sencillamente que ella jugaba a un juego falso,
que toda su fuerza se basaba únicamente en el disimulo del engaño, y que sus
resultados eran obtenidos mediante subrepción, sin ser más que apariencia
subjetiva. Es verdad que cuando se consideran más de cerca las exposiciones
dialécticas de Kant en las Antinomias de la razón pura, tal como con más detalle
les acontecerá a algunas en el curso de esta obra, no merecen desde luego gran
alabanza; pero la idea general que ha situado a la base y hecho valer es la
o b j e t i v i d a d de la a p a r i e n c i a y [la] n e c e s i d a d de la
c o n t r a d i c c i ó n , [contradicción] que pertenece a la n a t u r a l e z a de las
determinaciones del pensar; por lo pronto además en el modo y en la medida
en que estas determinaciones vienen aplicadas por la razón a l a s c o s a s e n
s í ; pero lo que precisamente constituye su naturaleza es aquello que ellas son
en la razón y en consideración a lo que es en sí. Este resultado,
a p r e h e n d i d o en s u l a d o p o s i t i v o , no es sino la n e g a t i v i d a d
interna de las mismas, no es otro que su alma, que se mueve a sí misma, el
principio de toda vitalidad natural y espiritual en general. Pero, así como
viene a quedarse estancado sólo en el lado abstracto-negativo de lo dialéctico, así
el resultado es solamente lo notorio, [a saber:] que la razón es incapaz de conocer
lo infinito; y puesto que lo infinito es lo racional, extraño resultado es ése de decir
que la razón es incapaz de conocer lo racional.

En este [elemento] dialéctico, tal como viene aquí tomado, y por ende en
la captación de lo contrapuesto en su unidad o de lo positivo en lo negativo,
consiste l o / e s p e c u l a t i v o . Este es el aspecto más importante, pero más
difícil para la facultad de pensar falta aún de ejercicio y todavía no libre. Cuando
ésta se halla aún en trance de arrancarse del representar sensible concreto y del
raciocinar, lo primero que tiene que hacer es ejercitarse en el pensar abstracto,
mantener firmemente los conceptos en su d e t e r m i n i d a d y aprender a conocer
a partir de ellos. Una exposición de la lógica enderezada a este fin tendría que
atenerse en su método a las divisiones antes mencionadas y, por lo que hace al
contenido más preciso, a las determinaciones dadas para los conceptos singulares
[sueltos], sin adentrarse en lo dialéctico. En su figura externa, sería semejante a
la habitual presentación de esta ciencia, aunque por lo demás se diferenciaría
también de ella en lo tocante al contenido, y podría seguir sirviendo en todo caso
para ejercitar el pensar abstracto, ya que no el especulativo; un fin que la lógica
popularizada por [el empleo de] añadidos psicológicos y antropológicos no puede
siquiera cumplir. [Aqu]élla daría al espíritu la imagen de un todo metódicamente
ordenado, aunque el alma misma del edificio, el método, que vive en lo dialéctico,
no aparecería él mismo allí.

36
Con respecto a la f o r m a c i ó n y r e l a c i ó n d e l i n d i v i d u o p a r a
c o n l a l ó g i c a hago notar aún, finalmente, que esta ciencia aparece, al igual
que la gramática, según dos modos de ver o valores diversos. Para quien accede
a ella y a las ciencias en general por vez primera, la lógica es cosa distinta que
para el que retorna a ella a partir de estas ciencias. El que empieza a
aprender la gramática encuentra en sus formas y leyes abstracciones secas,
reglas contingentes y, en general, una multitud aislada de determinaciones
que se limitan a mostrar el valor y la significación de aquello que encierra su
sentido inmediato; el conocer no [re]conoce por lo pronto en ellas nada más
que a ellas [mismas]. Por el contrario, solamente a aquel que se ha adueñado de
un idioma y tiene al mismo tiempo noción de otros con los que compararlo se le
pueden HACER SENTIR en la gramática de la lengua de un pueblo, el espíritu y la
formación [cultura] de éste. Esas mismas reglas y formas tienen ahora un valor
pleno, viviente. A ese tal le es posible, mediante la gramática y a través de ella,
conocer la expresión del espíritu en general, la lógica. DEL MISMO MODO,
AQUEL QUE ACCEDE A LA CIENCIA ENCUENTRA POR LO PRONTO
EN LA LÓGICA UN SISTEMA AISLADO DE ABSTRACCIONES QUE,
LIMITADO A SÍ MISMO, NO SE EXPANDE SOBRE OTRAS NOCIONES
Y CIENCIAS. MANTENIDA MÁS BIEN FRENTE A LA RIQUEZA DE LA
REPRESENTACIÓN DEL MUNDO, FRENTE AL CONTENIDO DE LAS
OTRAS CIENCIAS, QUE APARECE [COMO ALGO] REAL, Y
COMPARADA CON LA PROMESA QUE HACE LA CIENCIA
ABSOLUTA DE DESVELAR LA E S E N C I A DE ESTA RIQUEZA, LA
N A T U R A L E Z A I N T E R N A DEL ESPÍRITU Y DEL MUNDO, LA
V E R D A D , ESTA CIENCIA / TIENE MÁS BIEN, EN SU FIGURA
ABSTRACTA, EN LA SIMPLICIDAD INCOLORA Y FRÍA DE SUS
DETERMINACIONES PURAS, EL ASPECTO DE CUMPLIR
CUALQUIER COSA ANTES QUE ESA PROMESA Y DE ESTAR
ENFRENTADA, FALTA DE ENJUNDIA, A AQUELLA RIQUEZA.
Cuando se llega por primera vez a conocimiento de la lógica, ésta restringe su
significación a ella misma; su contenido no vale sino para una ocupación
aislada con las determinaciones del pensar, a l l a d o d e l a c u a l
constituyen las otras ocupaciones científicas un material y enjundia propios
de por sí, sobre el que lo lógico tiene en cierto modo un influjo formal, y
además un [influjo] tal que se ejerce más bien de suyo, y tocante al cual
puede desde luego prescindirse en rigor de la figura científica y de su estudio.
Las otras ciencias han rechazado por entero el método de ser, conforme a reglas,
una secuencia de definiciones, axiomas, teoremas y sus pruebas, etc.; la llamada
lógica natural, se hace valer en ellas de por sí y sigue sirviendo de ayuda sin
conocimiento particular enderezado al pensar mismo. Pero la materia y
contenido de estas ciencias se tienen como algo de por sí plenamente
independiente de lo lógico y corresponden, también, más a los sentidos,
sentimiento, representación e interés práctico de toda especie.

37
Así, la lógica tiene por de pronto que aprenderse, ciertamente, como algo
que se entiende e intelige bien, pero en donde se echa en falta ya desde el inicio
alcance, profundidad y significación ulterior. Sólo a partir de una más profunda
noción de las otras ciencias se eleva lo lógico para el espíritu subjetivo como
algo que no es tan sólo un[a cosa] abstractamente universal, sino como lo
universal que comprehende en sí la riqueza de lo particular; así tampoco la
misma sentencia ética, en la boca del adolescente que la entiende de forma
enteramente correcta, posee la significación y alcance que en el espíritu de un
hombre con experiencia de la vida, para el cual viene a expresarse, por tanto, toda
la fuerza de la enjundia contenida en ella. Así, lo lógico obtiene por vez primera
aprecio para su valor cuando se ha convertido en resultado de la experiencia
de las ciencias; a partir de esto, lo lógico se le expone al espíritu como la
verdad universal; no como una noción p a r t i c u l a r a l l a d o d e otra
materia y realidades, sino como la esencia de todo ese otro contenido.

Ahora bien, aunque al inicio del estudio no esté lo lógico presente al espíritu
en esa consciente fuerza, no menos deja éste de recibir en sí, mediante lo [lógico]
mismo, la fuerza que lo conduce a toda verdad. EL SISTEMA DE LA LÓGICA
ES EL REINO DE LAS SOMBRAS, EL MUNDO DE LAS
ESENCIALIDADES SIMPLES, LIBERADAS DE TODA COMPACIDAD
SENSIBLE. El estudio de esta ciencia, la estancia y el trabajo en este reino de
sombras es la formación y disciplina absolutas de la conciencia. Allí emprende
ésta un / quehacer alejado de intuiciones y fines sensibles, de sentimientos, del
mundo de la representación, el cual es cosa de mera opinión. Considerado según
su aspecto negativo, ESTE QUEHACER CONSISTE EN MANTENER
ALEJADA LA CONTINGENCIA DEL PENSAR RACIOCINANTE Y DEL
ARBITRIO DE DEJAR QUE VENGAN A LAS MIENTES Y SE HAGAN
VALER TALES O CUALES RAZONES OPUESTAS.

Pero [lo que] de este modo gana ante todo el pensamiento [es]
subsistencia de suyo e independencia. En lo abstracto y en el avance por
conceptos, sin sustratos sensibles, el pensamiento llega a [sentirse en] su casa,
se convierte en la potencia inconsciente de acoger en la forma racional la
múltiple variedad restante de nociones y ciencias, comprendiéndolas y
sosteniéndolas en lo que les es esencial, despojándolas de lo exterior y
extrayendo de ellas de esta manera lo lógico: o lo que es lo mismo, llenando
con la enjundia de toda verdad el basamento abstracto de lo lógico, adquirido
previamente mediante el estudio, y dándole el valor de algo universal, ya no
plantado como un particular cabe otro particular, sino expandido sobre todo esto y
constituyendo la esencia de ello, lo absolutamente verdadero.

38
DIVISIÓN GENERAL DE LA L Ó G I C A

En lo dicho acerca del c o n c e p t o de esta ciencia, así como del lugar al


que compete su justificación, está implicado que la d i v i s i ó n general no puede
ser aquí más que p r e l i m i n a r , que no puede, por así decirlo, ser indicada más
que en la medida en que el autor conoce ya la ciencia, el cual está por
consiguiente en condiciones de aducir aquí, de antemano y de un modo
h i s t ó r i c o , las diferencias principales a las que se determinará el concepto en
su desarrollo.

Cabe, con todo, intentar hacer de antemano y en general inteligible lo


requerido para la d i v i s i ó n , aunque también aquí es necesario recurrir a un
proceder metódico que, sola y primeramente dentro de la ciencia, obtiene plena
inteligibilidad y justificación.- Antes que nada hay, pues, que recordar lo
presupuesto aquí, a saber: que la división tiene que ser coherente con el
c o n c e p t o o, mejor dicho, residir en el mismo. El concepto no es
indeterminado, sino d e t e r m i n a d o en36 él mismo; pero la división expresa de
forma d e s a r r o l l a d a esa d e t e r m i n i d a d suya; ella es su j u i c i o [, su
disyunción37], no un juicio s o b r e un objeto cualquiera tomado de fuera, sino el
[acto de] juzgar, esto es de d e t e r m i n a r el concepto en38 él mismo. La
rectangularidad, acutangularidad, etc., así como la equilateralidad etc., que son
las determinaciones por las que se dividen los triángulos, no son cosa que se
halle en la determinidad misma del triángulo, e.d. en aquello que suele ser
denominado el concepto de triángulo, al igual que tampoco en lo que [vale]39
como concepto de animal en general, o de mamífero, ave, etc. se hallan las
determinaciones según las cuales se dividen los animales en mamíferos, aves,
etc., y estas clases en géneros ulteriores. Tales determinaciones vienen tomadas
de otra parte, de la intuición empírica y se añaden desde fuera a ese llamado
concepto. En el tratamiento filosófico de la división [, en cambio,] el concepto
tiene que mostrarse como aquello que contiene el origen de ellas [, de las
determinaciones].

Pero ya se indicó en la Introducción que el concepto mismo de la lógica


[surgía] como resultado de una ciencia que estaba más allá, de modo que también
aquí queda indicado como una p r e s u p o s i c i ó n . / La lógica se determinó en
consecuencia como ciencia del pensar puro, que tiene por principio suyo e l
s a b e r p u r o , la unidad no abstracta, sino concreta y viviente en virtud de que,
en ella, la oposición de la conciencia entre un e n t e que es subjetivamente p a r a
s í y un segundo e n t e semejante, un ente objetivo, está [, se da] como superada, y

36
an
37
Urtheil [: “participación originaria”].
38
an
39
[Adic. de la ed. acad.]

39
el ser es sabido como concepto puro en40 sí mismo; y el concepto puro, como el
ser de verdad. Según esto, esos son los dos m o m e n t o s contenidos en lo lógico.
Pero ahora vienen sabidos como siendo i n s e p a r a b l e s , y no como en la
conciencia [, en la que] cada uno e s t a m b i é n p a r a s í e s e n t e ; sólo que,
por ser sabidos al mismo tiempo como d i f e r e n t e s (aunque no para sí esentes),
su unidad no es abstracta, muerta, inmóvil, sino concreta.

Esta unidad constituye al mismo tiempo el principio lógico como


e l e m e n t o , de modo que el desarrollo de aquella diferencia, que en seguida
está en él, adviene tan sólo e n e l i n t e r i o r de este elemento. Pues así como la
división, según lo dicho, es el j u i c i o del concepto, el poner la determinación
que le es ya inmanente y, por ende, el poner su diferencia, así este poner no ha de
ser comprendido como una nueva disolución de aquella unidad concreta en sus
determinaciones como si éstas tuvieran valor de ser para sí, lo que resultaría
aquí un vacuo retroceso al nivel anterior, a la oposición de la conciencia; esa
[oposición] ha desaparecido, más bien; aquella unidad sigue siendo el elemento,
y de ella no sale ya ese [proceso de] diferenciar de la división y, en general, del
desarrollo. Con ello, las determinaciones precedentes (e n c a m i n o a l a
v e r d a d ) y para sí e s e n t e s , a saber: subjetivo y objetivo, o también pensar y
ser, concepto y realidad, ya sean determinadas en uno u otro respecto, son
depuestas a h o r a e n s u v e r d a d , esto es en su unidad, a f o r m a s . En la
diferencia mutua siguen siendo ellas mismas, por consiguiente, e n 4 1 s í el
entero concepto, y éste, en la división, viene a ser puesto solamente bajo sus
propias determinaciones.

Así, es el entero concepto el que una vez ha de ser considerado como


concepto e s e n t e y otra como c o n c e p t o ; allí es él solamente concepto e n 4 2
s í , [concepto] de la realidad o del ser; aquí es el concepto en cuanto tal,
concepto e s e n t e p a r a s í (como lo es, por citar formas concretas, en el
hombre pensante, pero ya incluso –aunque no desde luego como concepto
c o n s c i e n t e , y menos como concepto s a b i d o - en el animal sentiente y, en
general, en la individualidad orgánica, mientras que concepto e n 4 3 s í lo es
solamente en la naturaleza inorgánica).- Según ello, la lógica habría de dividirse
por lo pronto en lógica del c o n c e p t o en cuanto / s e r y del concepto e n
c u a n t o c o n c e p t o , o bien –sirviéndonos de expresiones por demás
habituales, a pesar de ser las más indeterminadas y, por ende, las más equívocas-
en la l ó g i c a o b j e t i v a y [la] s u b j e t i v a .
44
Mas tras el elemento, situado de fundamento, de la unidad del concepto en
sí mismo y, por ende, de la inseparabilidad de sus determinaciones, éstas, en la
medida en que son d i f e r e n t e s , [en la medida en que] el concepto viene puesto
40
an
41
an
42
an
43
an
44
[Cf. 11: 3128-29 – 321-4

40
en las d i f e r e n c i a s entre ellas, tienen que estar también, además, en
r e s p e c t i v i d a d mutua. Resulta de ello una esfera de m e d i a c i ó n : el
concepto, como sistema de d e t e r m i n a c i o n e s - d e - r e f l e x i ó n , esto es del
ser que transita al ser- e n - s í del concepto, que, de esta manera, no está puesto
para sí e n c u a n t o t a l, sino que está afectado al mismo tiempo del ser
inmediato, como [si se tratara] de algo externo igualmente a él. Esta es l a
d o c t r i n a d e l a e s e n c i a , que está entre la doctrina del ser y la del
concepto.- En la división general de esta obra lógica ha sido emplazada aún bajo
la lógica o b j e t i v a , en la medida en que, aunque la esencia sea ya lo interno,
hay que reservar expresamente para el concepto el carácter de s u j e t o .
45
En los nuevos tiempos, Kant46 ha situado frente a eso que habitualmente
viene llamándose lógica, / otra aún, a saber, una l ó g i c a t r a s c e n d e n t a l . Lo
que aquí ha sido denominado l ó g i c a o b j e t i v a correspondería en parte a lo
que en el caso de aquél es la l ó g i c a t r a s c e n d e n t a l . L a diferencia de la
por él denominada lógica general, de modo que α) considere los conceptos que se
refieren a priori a o b j e t o s , sin abstraer por ende de todo c o n t e n i d o del
conocimiento objetivo, o sea que contenga las reglas del pensar puro de un
o b j e t o , y β) se remonte al mismo tiempo al origen de nuestro conocimiento, en
la medida en que éste no pueda ser atribuido a los objetos.- A este segundo
respecto está dirigido exclusivamente el interés filosófico de Kant. Su
pensamiento capital es el de reivindicar las c a t e g o r í a s para la autoconciencia,
[entendida] como el Y o s u b j e t i v o . En virtud de esta determinación se queda
detenido el enfoque en el interior de la conciencia y de su oposición, habiendo
quedado todavía como resto algo fuera de lo empírico del sentimiento y la
intuición que no está puesto por la autoconciencia pensante indeterminado por
ella, [a saber] una c o s a - e n - s í , una cosa ajena y exterior al pensar, aun cuando
es fácil inteligir que un abstracto tal como c o s a - e n - s í es él mismo solamente
un producto del pensar, y además del pensar solamente abstrayente. Cuando, con
respecto al [acto de] determinación del o b j e t o por el Yo, se han expresado otros

45
[Cf. 11: 311
46
Recuerdo que, si en esta obra tomo frecuentemente en consideración la filosofía kantiana (cosa que a
más de uno le podría parecer superflua), ello se debe a que ella constituye –cualquiera sea el modo en que
por lo demás se considere, incluso en la obra presente, su determinación más precisa, así como las
diversas partes de su elaboración- el basamento y el punto de partida de la filosofía moderna, ya que su
mérito queda incólume, por más objeciones que a ella quepa hacer. Y también hay que tenerla
frecuentemente en consideración, al menos en la lógica objetiva, porque toma partido en importantes
aspectos, m á s d e t e r m i n a d o s , de lo Lógico, mientras que ulteriores exposiciones de la filosofía
prestan al contrario poca atención al mismo, y en parte no han demostrado a menudo frente a él sino un
desprecio grosero –pero no impune-. El modo más extendido de filosofar entre nosotros no sale de los
resultados kantianos de que la razón no puede conocer ningún contenido enjundioso verdadero, y de que
por lo que hace a la verdad absoluta hay que remitirse a la fe. Mas lo que en Kant es resultado viene
tomado en este filosofar como inicio inmediato, de modo que la elaboración antecedente, que es de
donde proviene aquel resultado, y que es un conocer filosófico, queda desgajada y desechada. La
filosofía kantiana le sirve así de almohada a la inercia del pensar, que se tranquiliza con eso de decir
que ya está todo probado y despachado. Para el conocimiento, y para un contenido determinado del
pensar, que / no se aviene a tan estéril y árido tranquilizante, hay que volverse por consiguiente a
aquélla elaboración precedente.

41
kantianos [diciendo] que hay que tener en vista el [acto de] objetivación del Yo
como un hacer originario y necesario de la conciencia, de modo tal que en este
hacer originario no habría aún representación del Yo mismo –como si hubiera
primero conciencia de aquella conciencia, o incluso un [acto de] objetivación de
aquella conciencia- entonces es este hacer objetivante, liberado de la oposición
[propia] de la conciencia, lo que con más precisión puede ser tomado por p e n s a r
en cuanto tal, en general*. Pero entonces, este hacer no debiera ser llamado ya
conciencia, / [la] conciencia incluye en sí la oposición del yo y de su objeto, cosa
que no está presente en aquel hacer originario. La denominación [de] conciencia
proyecta sobre el mismo la apariencia de subjetividad con más [fuerza] aún que la
expresión p e n s a r , a la que hay empero que tomar aquí en general en el sentido
absoluto de pensar i n f i n i t o , no afectado por la finitud de la conciencia, en una
palabra: [en el sentido de] p e n s a r e n c u a n t o t a l .

Ahora bien, en cuanto que el interés de la filosofía kantiana estaba dirigido


a eso que se llamaba lo t r a s c e n d e n t a l de las determinaciones del pensar, el
tratamiento de las mismas resultó a su vez vacío; lo que ellas sean en47 ellas
mismas, sin la abstracta relación48 al Yo –que es igual para todas-, la
determinidad de unas frente a otras y la relación de unas para con otras, de nada
de esto se ha hecho objeto de consideración; por consiguiente, el conocimiento de
su naturaleza no se ha visto fomentado en lo más mínimo por esa filosofía. Lo
único interesante a este respecto viene a darse en la crítica de las ideas.- Pero
para el progreso efectivo de la filosofía era necesario que se suscitara el interés
del pensar por la consideración del lado formal49, del Yo, de la conciencia en
cuanto tal, esto es, de la abstracta respectividad de un saber subjetivo a un
Objeto, y que de esta manera viniera a ser introducido el conocimiento de la
f o r m a i n f i n i t a , esto es, del concepto. Sin embargo, para alcanzar este
conocimiento fue necesario despojarse aún de aquella determinidad finita en la
que está la forma como Yo, [como] conciencia. Excogitada así en su pureza, la
forma contiene entonces en sí misma [el acto] de d e t e r m i n a r s e , esto es, de
darse contenido, y además el [contenido] mismo en su necesidad: como sistema
de las determinaciones del pensar.
50
La lógica objetiva pasa a ocupar con esto, más bien, el sitio de la
m e t a f í s i c a de antaño, en cuanto que ésta era el edificio científico sobre el
mundo, [edificio] que sólo debía ser llevado a cabo por medio de
p e n s a m i e n t o s .- Cuando nos referimos a la figura última en que se ha
*
En caso de que la expresión: “hacer o b j e t i v a n t e del Yo” traiga a las mientes otras producciones
del espíritu, p.e. las de la f a n t a s í a , hay que observar que se habla de determinar un objeto en la
medida en que los momentos-de-contenido de éste n o pertenezcan al s e n t i m i e n t o y l a
i n t u i c i ó n . Tal objeto es un p e n s a m i e n t o , y determinarlo quiere decir, de una parte, producirlo
primero; y de otra, en la medida en que es un [algo] presupuesto, tener ulteriores pensamientos sobre él:
pensándolo, hacer avanzar su desarrollo.
47
an
48
Relation
49
formellen
50
[Cf. 11: 325]

42
desplegado la formación de esta ciencia la lógica objetiva ocupa entonces
inevitablemente, en primer lugar, el sitio de la o n t o l o g í a : l a parte de
metafísica que debería investigar la naturaleza del e n t e en general: el ente
comprende en sí tanto [el] s e r como [la] e s e n c i a , / para cuya distinción ha
preservado afortunadamente nuestra lengua expresiones diversas.- Pero además, la
lógica objetiva comprende en sí también el resto de la metafísica, en la medida en
que ésta intentaba captar con las formas puras del pensar los sustratos
particulares, tomados por lo pronto de la representación: el alma, el mundo, Dios,
y [en que] las d e t e r m i n a c i o n e s del p e n s a r constituían lo e s e n c i a l del
modo de consideración. Pero la lógica considera estas formas libres de aquellos
sustratos, [libres] de los sujetos de la r e p r e s e n t a c i ó n , y su naturaleza y valor
en y para sí mismas. Esa metafísica descuidó este [extremo], atrayendo sobre sí
por consiguiente, y con razón, el reproche de haber utilizado estas formas s i n
c r í t i c a , sin la investigación previa [de] si, y cómo, serían capaces de ser
determinaciones de la cosa-en-sí, según la expresión kantiana: o, más bien, de ser
[determinaciones] de lo racional.- La lógica objetiva es por consiguiente la crítica
de verdad de las mismas: una crítica que no las considera según la forma
abstracta de la aprioridad frente a lo a posteriori, sino que atiende a ellas mismas
en su contenido particular.

La l ó g i c a s u b j e t i v a es la lógica del c o n c e p t o : de la esencia que ha


asumido su51 respectividad a un ser, o [sea que ha asumido] su apariencia y que,
en su determinación, no es ya exterior, sino lo subjetivo [que es] libre y
subsistente de suyo, y que se determina en sí o, más bien, el s u j e t o mismo.-
Dado que lo s u b j e t i v o lleva consigo el malentendido de [ser cosa] contingente
y arbitraria así como, en general, de [ser] determinaciones que pertenecen a la
forma de la c o n c i e n c i a , no hace falta ponderar aquí particularmente la
diferencia entre subjetivo y objetivo; esa diferencia será desarrollada
posteriormente, de modo más preciso, en el interior de la lógica misma.-

La lógica se divide en general, es verdad, en lógica o b j e t i v a y


s u b j e t i v a . Pero, más determinadamente, tiene estas tres partes:

I. La l ó g i c a d e l s e r ;

II. l a l ó g i c a d e l a e s e n c i a , y

III. l a l ó g i c a d e l c o n c e p t o .

51
seine [: del concepto].

43
LIBRO PRIMERO.

LA DOCTRINA DEL SER.

44
¿POR DÓNDE HA DE HACERSE EL INICIO DE LA CIENCIA?

52
Sólo en los tiempos modernos se ha llegado a tener conciencia de que
constituye una dificultad el [problema de] encontrar un i n i c i o en la filosofía; y
la razón de esta dificultad, así como la posibilidad de resolverla, se ha hablado
mucho y variado. El inicio de la filosofía tiene que ser, o un [algo] m e d i a d o , o
[un algo] i n m e d i a t o ; y fácil es mostrar que no podría ser ni lo uno ni lo otro,
con lo que una y otra manera de hacer el inicio encuentran su refutación.

Verdad es que también el p r i n c i p i o de una filosofía expresa un inicio,


mas no tanto un inicio subjetivo cuanto o b j e t i v o , el inicio d e t o d a s l a s
c o s a s . El principio es cierto c o n t e n i d o determinado: el agua, el uno, nous,
idea …. sustancia, mónada etc. o, si referido a la naturaleza del conocer, y por
ello más bien simple criterio que determinación objetiva: pensar, intuir, sentir,
Yo, la subjetividad misma, también es aquí la determinación de contenido aquello
a lo que el interés se dirige. Por contra, iniciar en cuanto tal es cosa que, al ser
subjetiva –dado el casual modo y manera de introducir el relato 53- sigue pasando
inadvertida y continúa siendo indiferente y, con ello, también la necesidad de la
pregunta de por dónde hacer el inicio sigue siendo insignificante frente a la
necesidad del principio, en cuanto que únicamente en éste parece hallarse el
interés d e l a C o s a , el interés por lo que sea lo v e r d a d e r o , por lo que sea
el f u n d a m e n t o a b s o l u t o de todo.

Pero la perplejidad moderna respecto a lo que el inicio sea brota de un


estado de necesidad más hondo, aún no notado por algunos –a saber, por
aquellos que dogmáticamente se aplican a demostrar el principio, o por quienes
escépticamente pretenden encontrar un criterio subjetivo contra el filosofar
dogmático-, y rechazado enteramente en cambio por otros –a saber, por aquellos
que querrían hacer el inicio como de un pistoletazo, partiendo de su revelación
interna, de la fe, de la intuición intelectual, etc., dispensándose así del m é t o d o
y la l ó g i c a -. Si el antiguo pensamiento abstracto se interesaba por lo pronto
sólo por el principio como c o n t e n i d o , con el avance de la cultura se vio
empero empujado a atender el otro lado, o sea el modo en que el c o n o c e r se
comporta, / así como también el hacer s u b j e t i v o viene comprendido como un
momento esencial de la verdad objetiva, que conlleva la necesidad de que el
método sea unificado con el contenido, la f o r m a con el p r i n c i p i o. Así, el
p r i n c i p i o debe ser también inicio y, aquello que es el Prius para el pensar,
ser también lo p r i m e r o en el c u r s o del pensar.

Lo único que hay que considerar aquí es el modo en que aparezca el inicio
l ó g i c o ; ya se han traído a colación los dos lados bajo los cuales puede ser

52
[Cf. 11: 341]
53
Vortrag

45
tomado: como resultado, de manera mediata, o como inicio propiamente dicho,
de manera inmediata. No es éste el lugar de debatir 54 la cuestión, que en la
cultura de la época parece tan importante, de si el saber de la verdad es un saber
inmediato, sencillamente inicial, una fe, o bien un saber mediato. En la medida en
que sea posible plantear p r e l i m i n a r m e n t e una consideración tal, ello fue
hecho ya en otro lugar (en mi Enciclopedia de las cienc. filos. 3ª ed., Concepto
prelim., § 61 y sigs.). A este propósito cabe aducir aquí sólo lo siguiente: que
nada h a y , ni en el cielo ni en la naturaleza ni en el espíritu, ni donde sea, que no
contenga tanto la inmediatez como la mediación, de manera que estas dos
determinaciones se muestran como i n s e p a r a d a s e i n s e p a r a b l e s , y
aquella oposición como nula. Mas por lo que concierne al d e b a t e 5 5
c i e n t í f i c o , las determinaciones de inmediatez y mediación, y por tanto la
localización5 6 de su oposición y su verdad, vienen a darse en cada proposición
lógica. En la medida en que, en referencia al pensar, saber y conocer, esta
oposición obtiene la figura, más concreta, de s a b e r inmediato o mediato, la
naturaleza del conocer en general viene entonces a ser considerada en el interior
de la ciencia de la lógica, de la misma manera que, en su ulterior forma concreta,
acaece el conocer en la ciencia del espíritu y en la fenomenología de éste. Pero
querer tener y a a n t e s de la ciencia las cosas claras respecto al conocer
significa pretender que éste sea debatido [y localizado] f u e r a de la misma; pero
f u e r a de la ciencia no cabe efectuar tal cosa, al menos de una manera
científica, que es de lo único que aquí se trata.

L ó g i c o es el inicio, en cuanto que debe ser hecho en el elemento del


pensar que es libremente para sí, [o sea] e n e l s a b e r p u r o . M e d i a t o lo
es, con ello, porque el saber puro es la última, absoluta verdad de la
c o n c i e n c i a . En la Introducción se ha observado que la 57F e n o m e n o l o g í a
d e l e s p í r i t u , la ciencia de la conciencia, es la exposición de ello, que la
conciencia tiene por resultado el c o n c e p t o de la ciencia, esto es, el saber puro.
En esta medida, la lógica tiene por presupuesto suyo la ciencia del espíritu que
aparece, ciencia que / contiene y muestra la necesidad y, por ende, la prueba de
la verdad de la posición58 que el saber puro es, así como la mediación del mismo,
en general. En esta ciencia del espíritu que aparece se parte de la conciencia
empírica, s e n s i b l e ; y éste es el saber i n m e d i a t o propiamente dicho; allí
mismo [, en esa ciencia,] se debate [y localiza] qué haya en59 este saber
inmediato. Basta un mínimo de reflexión para darse cuenta de que es bien
impropio aducir como saber inmediato otra conciencia, como la fe en verdades
divinas, la experiencia interna, el saber por revelación interna etc. En aquel
tratado, la conciencia inmediata es también lo primero e inmediato en la ciencia,
54
Orte, erörtern
55
Erörterung
56
Erörterung
57
[Cf. 11: 335]
58
Standpunkt
59
an

46
y por ende el presupuesto; pero en la lógica, el presupuesto es aquello que,
partiendo de aquella consideración, había venido a mostrarse como resultado: la
idea en cuanto saber puro. La l ó g i c a es la c i e n c i a p u r a , esto es, el saber
puro en la entera extensión de su desarrollo. Pero, en ese resultado, esta idea se
ha determinado a ser la certeza que convertida en verdad, la certeza que, por un
lado, no está enfrentada ya al objeto, sino que lo ha interiorizado y lo sabe como
[siendo] sí misma, y que, del otro lado, ha abandonado el saber de sí como [saber]
acerca de un[a cosa] enfrentada a lo objetual, sin ser sino la aniquilación de éste;
que se ha exteriorizado [, puesto fuera] de esta subjetividad y es unidad con su
exteriorización.

Ahora, para que a partir de esta determinación del saber puro le siga
siendo inmanente el inicio a su ciencia, no hay que hacer otra cosa que
contemplarlo o, más bien, descartando todas las reflexiones, todas las opiniones
que se tienen, limitarse a dar acogida a l o q u e e s t á p r e s e n t e .

El saber puro, en cuanto l l e g a d o a c o i n c i d e n c i a en esta u n i d a d ,


ha asumido toda respectividad a un otro y a [una] mediación; él es lo carente de
diferencia; con ello mismo, esta [cosa] carente de diferencia cesa de ser saber;
está presente solamente [la] i n m e d i a t e z s i m p l e .

La inmediatez simple es ella misma una expresión [propia] de la reflexión, y


se refiere a la diferencia con lo mediado. En su expresión verdadera, por
consiguiente, esta inmediatez simple es el s e r p u r o . Así como saber p u r o no
debe significar más / que el saber en cuanto tal, de forma enteramente abstracta,
así tampoco debe significar ser puro más que el s e r en general; s e r , nada más,
sin ninguna determinación y plenificación ulteriores.

El ser es aquí lo inicial, expuesto como surgido por mediación, y además


por una [mediación] tal que es, al mismo tiempo, su propia asunción; con la
presuposición del saber puro como resultado del saber finito, de la conciencia.
Mas si no se debe hacer ninguna presuposición, si el inicio mismo debe ser
tomado i n m e d i a t a m e n t e , entonces éste se determina por el solo hecho de
que él debe ser el inicio de la lógica, del pensar para sí. Sólo está presente la
resolución, que puede ser vista también como una arbitrariedad, de querer
considerar en efecto el p e n s a r e n c u a n t o t a l . Así, el inicio tiene que ser
a b s o l u t o o, lo que en este caso significa igual cosa, inicio abstracto; así, n a d a
le está permitido p r e s u p o n e r , por nada tiene que estar mediado, ni tener un
fundamento; él mismo debe ser más bien fundamento de la ciencia toda. Por
consiguiente, tiene que ser sencillamente un [algo] inmediato o, más bien, lo
i n m e d i a t o mismo. Así como no puede tener una determinación frente a otro,
tampoco puede tener ninguna en sí [ni] contener contenido alguno, pues semejante
cosa sería diferenciación y respectividad de lo diverso, de un [término] al otro [y],
con ello, una mediación. El inicio es pues el s e r p u r o .

47
Tras esta simple presentación de aquello que, por lo pronto, pertenece tan
sólo a este inicio lógico, a su vez el más simple de todos, es posible aportar aún
las siguientes reflexiones ulteriores, que no deben poder servir empero para
dilucidar y confirmar aquella presentación, ya de por sí acabada, sino que más
bien están sólo ocasionadas por representaciones y reflexiones que pueden venir
a dársenos de antemano en el camino pero que, al igual que todos los otros
prejuicios precedentes, tienen que ser despachadas60 en la ciencia misma; así
que, en consecuencia habría que recomendar propiamente paciencia al respecto.
61
La intelección de que lo absolutamente-verdadero tenga que ser
resultado y, a la inversa, que un resultado presuponga un [algo] primero verdadero
pero que por ser primero no es, considerado objetivamente, necesario ni, según el
lado subjetivo, conocido ha engendrado en los tiempos modernos el pensamiento
de que la filosofía sólo podría iniciarse con un[a cosa] verdadera [que fuera] /
h i p o t é t i c a y p r o b l e m á t i c a ; y que, por consiguiente, el filosofar no
podría ser por de pronto más que un buscar: un modo de ver defendido por
R e i n h o l d en la época tardía de su filosofar, y al que es preciso hacerle debida
justicia, a saber: que hay a su base un interés de verdad, [un interés] que
concierne a la naturaleza especulativa del i n i c i o filosófico. La controversia
con este modo de ver da ocasión al mismo tiempo a introducir una explicación
preliminar, que haga entender el sentido del progresar lógico en general; pues
aquel modo de ver implica al punto la alusión al acto de avanzar. Y además, ese
[modo de ver] se lo representa de tal modo, que la marcha hacia delante en la
filosofía es más bien un ir hacia atrás y [un] fundamentar; por lo cual, lo primero
que resultaría es que aquello por lo que se hizo el inicio no sería meramente un[a
cosa] arbitrariamente aceptada sino, de hecho, por una parte lo v e r d a d e r o , por
otra lo p r i m e r o v e r d a d e r o .

Hay que admitir que es una consideración esencial –que vendrá a resultar
con más precisión dentro de la lógica misma- [el afirmar] que el ir hacia adelante
es un r e g r e s o al62 f u n d a m e n t o y hacia lo63 o r i g i n a r i o y [lo ente] d e
v e r d a d , de que depende aquello por lo cual se hizo el inicio, y que de hecho
viene a ser engendrado.- Así, la conciencia, haciendo su camino a partir de la
inmediatez por la que se inicia, viene a ser reconducida al saber absoluto como su
más íntima v e r d a d . Esto último, el fundamento, es pues también aquello a partir
de lo cual brota lo primero, que entró por de pronto en escena como [algo]
inmediato.- Así y mejor aún el espíritu absoluto, que se da como resultado cual
concreta y última verdad suprema de todo ser, se conoce como aquello que, al
f i n a l del desarrollo, se exteriorizará con libertad y se expedirá como figura de un
ser i n m e d i a t o , resolviéndose a la creación de un mundo que contiene todo lo
ocurrido en el desarrollo precedente a aquel resultado; dado lo inverso de esta
60
ihre Erledigung finden
61
[Cf. 11: 3424]
62
in den
63
zu dem

48
situación, [todo] ello viene a ser transformado, junto con su inicio, en un[a cosa]
dependiente del resultado [, entendido] como principio. Lo esencial para la
ciencia no es tanto que un puro inmediato sea el inicio, sino [el] que el todo de la
misma sea una circulación en sí mismo, en donde lo primero viene a ser también
lo último, y lo último también lo primero.

Por consiguiente, se sigue del otro lado, como algo igual de necesario que
haya que considerar como r e s u l t a d o aquello a lo que, como a su
f u n d a m e n t o , regresa el movimiento. Según / este respecto, lo primero es
precisamente en la misma medida el fundamento, y lo último un [algo] deducido;
en cuanto que se parte de lo primero y se llega mediante inferencias correctas
como fundamento a lo último, éste es [entonces] resultado. Además, al a v a n c e
que parte de aquello que hace el inicio hay que considerarlo sólo como una
determinación ulterior del mismo, de modo que lo inicial sigue hallándose a la
base [, como fundamento] de todo lo que sigue, sin desaparecer de allí. El avanzar
no consiste en que venga derivado simplemente un o t r o o se pase a un otro [que
lo sea] de verdad: y en la medida en que venga a darse ese pasar, así [también] en
la misma medida se asumirá de nuevo. Así, el inicio de la filosofía es el
basamento que se hace presente y se mantiene en todos los desarrollos siguientes,
lo permanente de forma de todo punto inmanente a sus determinaciones ulteriores.

Por medio de este avance, pues, pierde el inicio aquello que, en esa
determinidad de ser un inmediato y un abstracto en general, tiene de unilateral;
viene a ser un [algo] mediado, y la línea del movimiento progresivo de la ciencia
se convierte por ello e n u n c í r c u l o .- Al mismo tiempo, resulta que aquello
que constituye64 el inicio, al no estar allí todavía desarrollado, al estar carente de
contenido, no llega aún a ser de verdad conocido, así como que sola-y-
primeramente la ciencia, y además en su entero desarrollo, es el conocimiento
acabado, pleno de contenido, y por vez primera de verdad fundamentado, del
inicio.

Pero no porque el r e s u l t a d o sea el primero en ponerse de relieve como el


fundamento absoluto [se sigue que] la marcha progresiva de este conocer sea algo
provisional o un[a cosa] problemática o hipotética, sino que ella tiene que estar
determinada por la naturaleza de la Cosa y del contenido mismo. Ni aquel inicio
es algo arbitrario y aceptado sólo de momento, ni un[a cosa] que aparezca como
[algo] arbitrario, presupuesta a manera de postulado desde el que mostrar sin
embargo en las consecuencias lo justo que había sido hacer de él el inicio, ni
ocurre como en las construcciones a las que hay que remitirse para hacer la
prueba de una proposición geométrica, a saber: que de ellas resulta que sola y
primeramente en las pruebas se ve que se había hecho bien trazando precisamente
esas líneas, y luego, en las pruebas mismas, que había estado bien hacer el inicio
por la comparación de tales líneas / o ángulos; de por sí, en este [acto] mismo [de]
trazar líneas o de comparar no se halla su propia comprensión. Así, el
64
macht

49
f u n d a m e n t o [o razón] por el que en la ciencia pura se parte del ser puro acaba
de ser indicado, [y] de forma inmediata, en ella misma. Este ser puro es la unidad
a que regresa el saber puro , o bien, en caso de que este último deba ser tenido
aún, en cuanto forma, como diferente de su unidad, él es también el contenido del
[saber] mismo. Este es el lado según el cual este s e r p u r o , este absolutamente-
inmediato, está así igual de absolutamente mediado. Pero igual de esencialmente
tiene él que ser tomado simplemente en la unilateralidad de ser lo puramente-
inmediato, p r e c i s a m e n t e , p o r estar aquí como el inicio. En la medida en
que no fuera él esta pura indeterminidad, en la medida en que estuviera
determinado, vendría tomado como [algo] mediato, llevado ya más allá; un [algo]
determinado contiene un o t r o r e s p e c t o a un [término] primero. Se halla pues
en la n a t u r a l e z a d e l i n i c i o m i s m o el que él sea el ser, y nada más. Por
consiguiente, no se ha menester de ninguna otra preparación para adentrarse en la
filosofía, ni tampoco de reflexiones y puntos de contacto traídos de otra parte.

Del hecho de que el inicio sea inicio de la filosofía no cabe propiamente


tampoco sacar ninguna d e t e r m i n a c i ó n m á s p r e c i s a o un contenido
p o s i t i v o respecto al mismo. Pues la filosofía es aquí, al inicio, donde la Cosa
misma no está aún presente, una palabra vacía o una cierta representación
aceptada, no justificada. El saber puro no da más que esta determinación negativa:
que el inicio debe ser a b s t r a c t o . En la medida en que el ser puro viene tomado
como c o n t e n i d o del saber puro, debe entonces éste retirarse de su contenido,
dejar que valga de por sí y no determinarlo ulteriormente.- O bien, en cuanto que
hay que considerar al ser puro como la unidad en la que el saber, en su punto más
alto de unificación con el Objeto, se ha hundido [al coincidir con él]65, en esta
unidad ha desaparecido entonces el saber, sin dejar como resto diferencia alguna
respecto a ella ni, por ende, determinación alguna respecto a ella. Tampoco está
presente, en alguna otra parte, algo o un cierto contenido que pudiera ser utilizado
para hacer con él un inicio más determinado

Pero también se podría omitir la determinación d e l s e r , hasta ahora


aceptada como inicio; / de manera que no se exigiría más que hacer un puro
inicio. Entonces, nada está presente sino el i n i c i o mismo, y habría que ver qué
sea él.- Esta actitud podría constituir al mismo tiempo una propuesta de ayuda a
aquellos que, de una parte, no se quedan tranquilos con eso de que se haga el
inicio por el ser –sean cuales sean las reflexiones al respecto- y menos aún con la
consecuencia que el ser implica, [a saber:] pasar a la nada, y que, de otra parte,
lo único que saben es que en una ciencia el inicio se hace –dicen- por la
p r e s u p o s i c i ó n de una r e p r e s e n t a c i ó n : una representación que acto
seguido venga a ser a n a l i z a d a , de modo que el resultado de tal análisis
suministraría en la ciencia el primer concepto determinado. En cuanto que
también nosotros observamos este proceder nos quedaríamos sin ningún objeto

65
zusammengefallen ist [. La ambigüedad del verbo es –creo- buscada: el saber se abisma en (y como) el
ser cuando coincide con él; es la (anti)figura del saber puro.]

50
particular, puesto que el inicio, en cuanto [inicio] del p e n s a r , debe ser
enteramente abstracto, enteramente universal, íntegra forma, sin contenido
ninguno; con ello, no tendríamos absolutamente nada más que la representación
de un mero inicio en cuanto tal. Por tanto, se trata sólo de ver qué es lo que
tenemos en esta representación.

Nada es aún, y debe llegar a ser algo. El inicio no es la pura nada, sino una
nada de la que debe salir algo; en el inicio ya está pues también contenido el ser.
El inicio contiene por tanto a ambos: ser y nada; es la unidad de ser y nada; o es
no ser que al mismo tiempo es ser, y ser que al mismo tiempo es no ser.

Además ser y nada están presentes en el inicio como d i f e r e n t e s ; pues él


[, el inicio,] remite a algo distinto: él es un no ser que está respectado al ser como
a un otro; lo inicial no e s aún; al pronto, va hacia el ser. Por tanto, el inicio
contiene al ser como un [algo] tal que se aleja del no ser o lo asume, como un
[algo] contrapuesto a él.
Pero además, lo que se inicia ya e s , sólo que precisamente en la misma
medida n o e s tampoco aún. Los contrapuestos, ser y no ser son [, están] pues en
él en inmediata unificación; o él es la u n i d a d i n d i f e r e n c i a d a de ambos.

El análisis del inicio daría, con esto, el concepto de la unidad del ser y del
no ser: o en forma más reflexionada, de la unidad del ser-diferenciado y del ser-
no-diferenciado: o de la identidad de la identidad y no-identidad. Este concepto
podría ser considerado como la definición primera y más pura, esto es: más
abstracta, del absoluto: tal como lo sería, de hecho, si se tratara en general de la
forma de definiciones y del nombre del absoluto. En este sentido, / igual que ese
concepto abstracto vendría a ser la [definición] primera [del absoluto], así todas
las determinaciones y desarrollos ulteriores vendrían a ser solamente definiciones
más determinadas y ricas de este absoluto. Pero aquellos que no están contentos
con el s e r como inicio porque el [ser] pasa a [la] nada y de ello surge la unidad
de ser y nada, bien pueden mirar a ver si, mejor que hacer el inicio por el ser, se
quedan más contentos con este otro inicio que se inicia por la representación del
i n i c i o y con el análisis, sin duda correcto, de aquélla, pero que conduce
igualmente a la unidad de ser y nada.

Pero aún hay que hacer una ulterior consideración sobre este proceder.
Aquel análisis presupone la representación del inicio como [cosa sabida y]
notoria; se ha procedido así siguiendo el ejemplo de otras ciencias. Éstas
presuponen su objeto y aceptan a manera de postulado que cualquiera tenga la
misma representación de él y que allí pueda encontrar más o menos las mismas
determinaciones que las que, por análisis, comparación y demás argumentos
raciocinantes aducen e indican éstas de él [del objeto] aquí y allá. Pero que lo que
constituye el inicio absoluto tiene que ser de igual manera, por lo demás, [cosa]
notoria; ahora bien, si es un[a cosa] concreta, o sea un[a cosa] determinada en sí
de variada manera, entonces esa r e s p e c t i v i d a d que él tiene en s í se

51
presupone como algo notorio; de este modo, se da una indicación de ella como de
algo i n m e d i a t o , c o s a q u e e l l a e m p e r o n o e s ; pues ella es sólo
respectividad en cuanto [respectividad] de diferentes, con lo que contiene en sí la
m e d i a c i ó n . Además hace su entrada en lo concreto la contingencia y
arbitrariedad del análisis y del diverso determinar. Qué determinaciones sean
engendradas es cosa que depende de aquello con lo que cada uno se t o p e en su
representación inmediata, contingente. La respectividad contenida en una [cosa]
concreta, en una unidad sintética, es una [respectividad] n e c e s a r i a solamente
en la medida en que ella no sea algo con lo que uno se topa, sino algo que dé a luz
el propio movimiento de los momentos, [consistente en] regresar a esta unidad: un
movimiento que es lo contrario del / proceder analítico, que es [algo] exterior a la
Cosa misma, [un] hacer que cae [, que ocurre] en el sujeto.

En ello está implicado más precisamente que aquello por lo que hay que
hacer el inicio no puede ser un[a cosa] concreta, un[a cosa] tal que contenga una
respectividad e n e l i n t e r i o r d e s í m i s m a . Pues tal [cosa] presupone un
mediar y un pasar de un [término] primero a otro en el interior de sí, de cuyo
[movimiento] sería el resultado la [cosa] concreta que se ha hecho simple. Pero el
inicio no debe ser ya él mismo un [término] primero y un [termino] otro [,
distinto]¸ aquello que es en sí un primero y un otro contiene ya un haber-
avanzado66. Lo que constituye el inicio, el inicio mismo, ha de ser tomado por
consiguiente como un [algo] no analizable, en su simple inmediatez no
plenificada, o sea c o m o s e r , como lo enteramente vacío.

Si, impaciente acaso ante la consideración del inicio abstracto, se quisiera


decir que no debe hacerse el inicio por el inicio, sino directamente por la C o s a ,
esta Cosa no es entonces nada más que aquel ser vacío; pues lo que la Cosa sea es
algo que justamente debe primero resultar en el transcurso de la ciencia, algo que
no puede ser presupuesto como notorio antes de ella.

Cualquiera sea la forma por lo demás adoptada para tener otro inicio que el
ser vacío, de igual modo sufrirá ese inicio de las faltas aducidas. Aquellos que no
se queden contentos con este inicio bien pueden proponerse el problema de
hacerlo de otra manera, a fin de evitar esa falta.

No es posible empero dejar sin mención un original inicio de la filosofía


que se ha hecho famoso en la época moderna, el inicio por el Y o . Éste provino
en parte de la reflexión de que, a partir de lo primero verdadero tiene que ser
deducido todo lo siguiente, y en parte de la necesidad de que lo p r i m e r o
verdadero f u e r a un[a cosa] notoria, más aún, un[a cosa] i n m e d i a t a m e n t e
c i e r t a . Este inicio no es en general una representación tal que sea contingente
y pueda estar dispuesta en un sujeto de una manera y en otro de otra. Pues Yo,
esta autoconciencia inmediata, aparece ella misma por lo pronto en parte como
un[a cosa] inmediata, [pero] de otra parte como un[a cosa] notoria, en un sentido

66
Fortgegangenseyn

52
mucho más alto que cualquier otra representación; es verdad que algo por demás
notorio le pertenece al Yo pero es todavía un contenido diferente de él y por ende,
de seguido, contingente; Yo, en / cambio, es la simple certeza de sí mismo. Pero
Yo en general es también, a l m i s m o t i e m p o un[a cosa] concreta, o más bien:
Yo es lo más concreto [que hay]: la conciencia de sí en cuanto mundo
infinitamente variado. Para que Yo sea inicio y fundamento de la filosofía se
requiere la separación [, la acción de apartar, de abstraer] de esto concreto: el acto
absoluto, por el cual es Yo purificado de sí mismo y llega a conciencia suya como
Yo abstrato. Sólo que este Yo puro n o es ahora ni un [Yo] inmediato ni el
notorio Yo habitual de nuestra conciencia, el lugar por el que cada uno debiera
entrar inmediatamente en contacto con la ciencia. Aquel acto no sería
propiamente otra cosa que la elevación al nivel del saber puro, en el cual ha
desaparecido la diferencia entre lo subjetivo y lo objetivo. Pero del modo en que
es exigida esa elevación, así, i n m e d i a t a m e n t e , ella es un postulado
subjetivo; para que se diera a ver como requisito de verdad tendría que haber sido
mostrado y expuesto en el Yo concreto de la conciencia inmediata, por medio de
su propia necesidad, el movimiento progresivo de éste hacia el saber puro. El
saber puro, determinado también como la i n t u i c i ó n i n t e l e c t u a l , aparece
sin este movimiento objetivo como un punto de vista arbitrario, o incluso como
uno de los e s t a d o s empíricos de la conciencia, en vista del cual todo depende
de si uno se t o p a con él en su interior o lo puede engendrar, mientras que otro
no. Pero en la medida en que este Yo puro tiene que ser el saber esencial puro, y
en que el saber puro no viene puesto en la conciencia individual más que por el
acto absoluto de elevación de sí, pues no está presente en ella de modo inmediato,
se viene a perder precisamente la ventaja que debiera originarse de este inicio de
la filosofía, a saber que él sea algo sencillamente notorio que cada uno encuentra
inmediatamente en sí, y en el cual pueda establecer contacto la reflexión ulterior;
aquel Yo puro es más bien, en su esencialidad abstracta, algo que a la conciencia
habitual no le es notorio, algo con lo que ella no se topa allí. Por ende, lo que
interviene [aquí] es más bien la desventaja de la ilusión de que deba tratarse de
algo notorio, del Yo de la autoconciencia empírica, cuando de hecho se trata de
algo lejano a esa conciencia. La determinación del saber puro como Yo lleva
consigo el persistente recuerdo del [y recurso al]67 Yo subjetivo, cuyas
limitaciones deben ser olvidadas, y mantiene / presente la representación, como si
las proposiciones y relaciones resultantes en el desarrollo ulterior del Yo pudieran
venir a darse y ser encontradas ahí delante, en la conciencia habitual, como algo
allí presente, pues ella es justamente aquello a partir de lo cual pueden venir a ser
afirmadas. Esta acción de trastrocar [una cosa por otra] no hace más bien sino
engendrar, en vez de claridad inmediata, una confusión tanto más perturbadora y
una entera desorientación; por añadidura, exteriormente ha dado ocasión a los
malentendidos más groseros.

67
Rückerinnerung

53
En lo concerniente además a la determinidad s u b j e t i v a del Yo en
general, bien es verdad que así le quita el saber puro al Yo su significación
limitada: tener en un Objeto su oposición insuperable. Pero por esta razón [o
fundamento] sería, por lo menos, s u p e r f l u o conservar aún esta actitud
subjetiva y la determinación de la esencia pura como Yo. Sólo que esta
determinación no entraña solamente esa molesta ambigüedad sino que,
considerada de más cerca, sigue siendo un Yo subjetivo. El desarrollo
efectivamente real de la ciencia que parte del Yo muestra que el Objeto tiene y
retiene allí la determinación perenne de [ser] un o t r o para el Yo, de que el Yo de
partida no es por tanto el saber puro que ha superado en verdad la oposición
[propia] de la conciencia; sino, que está atrapado aún en el fenómeno.

Al respecto hay que hacer aún la observación esencial de que, aun cuando
e n s í b i e n pudiera estar determinado y afirmado[el] Y o como el saber puro o
como intuición intelectual y como inicio en la ciencia no se trata de lo presente e n
s í o i n t e r i o r m e n t e , sino del estar [, de la existencia] de lo interior en el
p e n s a r, y de la d e t e r m i n i d a d que un [pensar] tal tiene en ese estar. Pero lo
que haya de intuición intelectual, o bien, en caso de que su objeto sea denominado
lo eterno, lo divino, lo absoluto: lo que h a y a de eterno o absoluto al i n i c i o de
la ciencia, no puede ser otra cosa que determinación primera, inmediata, simple.
No importa que se le dé otro nombre más rico que el que expresa al mero ser: sólo
cabe tomar [aquí] en consideración es de qué modo en que tal absoluto ingrese en
el saber p e n s a n t e , y en la proferencia del saber. Bien es verdad que la intuición
intelectual es / el violento rechazo [la remisión]68 del mediar y de la reflexión
demostrativa, exterior; pero ella profiere más que simple inmediatez: [profiere]
un[a cosa] concreta, un[a cosa] que contiene en sí determinaciones diversas. Sin
embargo, la proferencia y la exposición de un[a cosa] tal es, según se ha
observado, un movimiento mediador iniciado a partir de u n a de las
determinaciones, y que avanza hacia la otra cuando ésta regresa a su vez hacia la
primera: es un movimiento al que no le está permitido ser a la vez arbitrario o
asertórico. Por consiguiente, el punto i n i c i a l de una tal exposición no es lo
concreto mismo, sino solamente lo inmediato simple, del que el movimiento parte.
Cuando un concreto es tomado como inicio, falta además la prueba, precisa para
el enlace de las determinaciones contenidas en lo concreto.

Así pues, si en la expresión del absoluto, de lo eterno o de Dios, (del que no


cabría en modo alguno discutir el derecho de que el inicio fuera hecho por É l ), si
en su intuición o pensamientos l a t e algo m á s que en el ser puro, eso allí
l a t e n t e debe s a l i r entonces primero a l a l u z en el saber como pensante, no
representador; ya puede ser lo allí latente tan rico como se quiera, que la
determinación salida p o r d e p r o n t o a la luz en el saber es un[a cosa] simple,
pues sólo en lo simple no hay otra cosa que puro inicio; sólo lo inmediato es

68
Zurückweisung

54
simple, pues solamente en lo inmediato no hay aún un haber-progresado 69 de un
[punto] a otro. Aquello pues que en las formas, más ricas, de la representación del
absoluto o de Dios deba ser proferido o estar contenido por lo que hace al ser no
es al inicio más que palabra vacía, no es más que ser; este simple, que no tiene por
lo demás ninguna significación ulterior, este vacío, es pues, sin más, el inicio de la
filosofía.

Esta intelección es ella misma tan simple que este inicio no precisa en
cuanto tal de preparación alguna ni introducción ulterior; y este preámbulo
raciocinante sobre él no podía tener la intención de traerlo a presencia, sino más
bien de alejar todo preámbulo. /

69
Fortgegangenseyn

55
DIVISIÓN GENERAL DEL SER.

El ser es[tá] p o r d e p r o n t o determinado en general frente a otro;

E n s e g u n d o l u g a r , es determinante de sí en el interior de sí mismo;

E n t e r c e r l u g a r , en cuanto que es rechazado este preámbulo de


división, el [ser] es la abstracta indeterminidad e inmediatez, en la que él tiene
que ser el inicio.

Según la p r i m e r a determinación se sitúa el ser aparte, frente a la


e s e n c i a , en cuanto que en su desarrollo ulterior da a ver su totalidad sólo
como la esfera una del concepto frente a la cual, como momento, sitúa otra
esfera.

Según la s e g u n d a , él es la esfera en cuyo interior caen las


determinaciones y el entero movimiento de su reflexión. El ser se pondrá allí en
las tres determinaciones:

I. como d e t e r m i n i d a d , en cuanto tal: c u a l i d a d ;

II. como determinidad a s u m i d a : m a g n i t u d , c a n t i d a d ;

III. como c a n t i d a d c u a l i t a t i v a m e n t e determinada: m e d i d a .

Esta división, como ha sido ya recordado por lo que hace a est[e tipo de]
divisiones en general, es aducida aquí como preámbulo; sus determinaciones
tienen que surgir sola-y-primeramente del movimiento del ser mismo, y definirse
y justificarse por su medio. Nada hay que recordar aquí sobre la desviación de
esta división respecto a la enumeración habitual de las categorías: a saber, como
cantidad, cualidad, relación y modalidad –que, por lo demás, debían ser en K a n t
sólo los títulos de sus categorías, mientras que de hecho no son más que
categorías, pero más generales- dado que la entera ejecución mostrará lo
desviado en general del orden y significación habituales de las categorías.

Sólo cabe observar, de algún modo, que de costumbre es enumerada la


c a n t i d a d antes que la c u a l i d a d , y ello –como en la mayor parte de los casos-
sin más fundamento. Se ha mostrado ya que el inicio se hace por el ser, c o m o
t a l , / por consiguiente por el ser cualitativo. Al comparar la cualidad con la
cantidad queda fácilmente de manifiesto que aquélla es primera por naturaleza.
Pues la cantidad es la cualidad que ha venido a ser negativa; La m a g n i t u d es la
determinidad no aunada ya con el ser, sino diferente de él; la cualidad asumida,
que ha venido a ser indiferente. Ella incluye la alterabilidad del ser, sin que la
Cosa misma, el ser –cuya determinación es-, venga alterada por ella; en cambio;
como la determinidad cualitativa está aunada con su ser, ni lo sobrepasa ni se
queda en el interior del mismo, sino que es su inmediata restricción. Por

56
consiguiente, al ser determinidad i n m e d i a t a , la cualidad es la primera, y por
ella hay que hacer el inicio.

La m e d i d a es una r e l a c i ó n 70, aunque no la relación71 en general sino,


determinadamente, de la cualidad y cantidad, de la una para con la otra; las
categorías que Kant engloba bajo la relación72 ocuparán su puesto en otro lugar
enteramente distinto. La medida puede ser vista también, si se quiere, como una
modalidad; pero en cuanto que ésta no debe constituir ya en K a n t una
determinación del contenido, sino concernir tan sólo a la respectividad de éste
para con el pensar, con lo subjetivo, constituye entonces una respectividad
enteramente hetereogénea e impertinente aquí.

La t e r c e r a determinación d e l s e r cae en el interior de la sección, de


la cualidad, en cuanto que el [ser], como inmediatez abstracta, se depone [, se
degrada] a una determinidad singular frente a las otras suyas, dentro de su esfera
[propia]. /

70
Relation
71
Relation
72
Relation

57
SECCIÓN PRIMERA.

DETERMINIDAD.

(CUALIDAD).

El ser es lo inmediato indeterminado; es[tá] libre de la determinidad


frente a la esencia, así como, todavía, de toda determinidad que pueda mantener
él mismo en el interior de sí. Este ser carente de reflexión es el ser tal como
inmediatamente sólo en73 él mismo es.

Como es indeterminado, es ser carente de cualidad; pero e n 7 4 s í , el


carácter de indeterminidad le conviene solamente en la oposición a lo
d e t e r m i n a d o o cualitativo. Pero frente al ser en general hace su entrada el ser
d e t e r m i n a d o , en cuanto tal, que constituye con ello empero su indeterminada
misma, su cualidad. Se mostrará por consiguiente que el ser p r i m e r o , en75 sí
determinado, y con esto que

e n s e g u n d o l u g a r pasa él a e s t a r , es e s t a r ; pero que éste se asume


como ser finito, y pasa a la infinita respectividad del ser a sí mismo, [o sea que]

e n t e r c e r l u g a r , pasa al s e r p a r a s í .

CAPÍTULO PRIMERO.

SER.

A.

[SER.]76

S e r , p u r o s e r : sin ninguna determinación ulterior. En su inmediatez


indeterminada, él es solamente igual a sí mismo, sin ser tampoco desigual frente a
otro; no tiene / ninguna diversidad dentro de sí, ni tampoco hacia fuera. Por una
determinación o contenido, cualquiera que fuere, puesto [como] diferente en él, o
por el cual fuere puesto como diferente de un otro, dejaría de estar firmemente
mantenido en su pureza. Él es la indeterminidad y vacuidad puras.- N a d a 77 hay
que intuir en él, si puede hablarse aquí de intuir; o bien, él es sólo este puro, vacío

73
an
74
an
75
an
76
[Añadido en la ed. acad., de acuerdo con la Tabla de Contenidos del orig.]
77
nichts [en los demás casos, el término está escrito con mayúscula:] Nichts

58
intuir mismo. Tampoco hay algo que pensar en él, o bien, él es justamente sólo
este vacío pensar. De hecho, n a d a es el ser, lo inmediato indeterminado, y ni
más ni menos que nada.

B.

NADA.

N a d a , l a p u r a n a d a ; ella es simple igualdad consigo misma,


perfecta vaciedad, carencia de determinación y contenido; indiferencialidad en
ella misma.- En la medida en que pueda[n] mencionarse aquí intuir o pensar, vale
entonces como diferencia que algo o que n a d a 78 sea intuido o pensado. Nada
intuir o [nada] pensar tiene pues una significación; ambos vienen diferenciados,
así que nada e s (existe) en nuestro intuir o pensar; o, más bien, ella es79 el vacío
intuir y pensar mismos; y el mismo vacío intuir o pensar que el puro ser.- Nada es
con esto la misma determinación o, más bien, carencia de determinación, y por
ende, en general lo mismo que lo que el puro s e r es.

C.

DEVENIR.

1.

Unidad d e s e r y n a d a .

E l p u r o s e r y l a p u r a n a d a e s p o r l o t a n t o l o m i s m o . Lo
que es la verdad no es ni el ser ni la nada, sino el [hecho de] que el ser no es que
pase, sino que ha pasado a nada, y la nada a ser. Pero justamente en la misma
medida no es la verdad su indiferencialidad, sino el que ellos n o sean l o
m i s m o , que sean a b s o l u t a m e n t e d i f e r e n t e s ; pero justamente tan
inseparados e inseparables que c a d a u n o d e s a p a r e z c a inmediatamente e n
s u c o n t r a r i o . Su verdad es pues este m o v i m i e n t o del inmediato
desaparecer del uno en el otro: el d e v e n i r ; / un movimiento en donde ambos
son diferentes, pero mediante una diferencia disuelta con igual inmediatez.

Observación 1. [Título en la Tabla del Contenido: La oposición de ser y nada en


la representación.]
78
nichts [en los demás casos, el término está escrito con mayúscula:] Nichts
79
ist [. Añadido en la ed. acad.]

59
N a d a suele venir contrapuesto a a l g o ; pero algo es un ente determinado,
que se diferencia de otro algo; es así pues, igualmente, la nada contrapuesta a
algo, la nada de cierto algo, una determinada nada. Aquí hay que tomar empero a
la nada en su simplicidad indeterminada.- Si se quisiera tener como más concreto
el contraponer al ser el n o - s e r –en vez de la nada- nada habría que decir en
contra de ello por lo que hace al resultado, pues en el n o - s e r está contenida la
respectividad al s e r ; él es ambas cosas, ser y la negación del mismo, proferido
en u n o [solo de los extremos]; [él es] la nada tal como ésta, en el devenir, es.
Mas al principio no se trata de la forma de contraposición, esto es, al mismo
tiempo, de la r e s p e c t i v i d a d , sino de la negación abstracta inmediata, de la
nada puramente para sí, de la acción negadora carente de respectividad: de
aquello que, si se quiere, podría expresarse también mediante el mero: n o .

El pensamiento simple d e l s e r p u r o lo han formulado primero los


e l é a t a s , y sobre todo P a r m é n i d e s como el absoluto y como única verdad, y
en los fragmentos que nos quedan de él [lo ha formulado] con el puro entusiasmo
del pensar, que por vez primera se comprende en su absoluta abstracción: s ó l o
e l s e r e s , y l a n a d a n o e s e n m o d o a l g u n o . En los sistemas
orientales, y esencialmente en el budismo, la n a d a , el vacío, es notoriamente el
principio absoluto. El profundo H e r á c l i t o puso de relieve frente a aquella
simple y unilateral abstracción el superior concepto total del devenir, y dijo: t a n
p o c o e s e l s e r c o m o l a n a d a , o también: todo f l u y e , es decir: todo es
d e v e n i r .- Las sentencias populares, especialmente [las] orientales, [que dicen]
que todo lo que es tiene en su nacimiento el germen de su perecer, [y] que la
muerte es a la inversa la entrada en [una] nueva vida, expresan en el fondo la
misma unión de ser y nada. Pero estas expresiones tienen un sustrato, en el que
acontece la transición; ser y nada vienen sostenidos como separados en el tiempo
y representados como alternándose en él, sin ser empero pensados en su
abstracción y, por consiguiente, tampoco de modo que sean lo mismo en y para sí.

Ex nihilo nihil fit: [ésta] es una de las proposiciones a las que se atribuyó
gran significación en la metafísica. / Pero hay que ver en ella, o bien tan sólo la
tautología carente de enjundia de que nada es nada; o bien, en caso de que el
d e v e n i r deba tener en ella efectiva significación, entonces, en cuanto que sólo
n a d a se hace de n a d a , no está más bien presente de hecho devenir alguno, pues
nada sigue siendo nada. Lo que el devenir contiene no es que nada siga siendo
nada, sino que pase a su otro, al ser.- Cuando la metafísica posterior, [la] cristiana
especialmente, rechazó la proposición: “que de nada se haga nada”, afirmó
entonces una transición de nada a ser; por sintético o meramente representativo
que fuera el modo en que ella tomó esta proposición, [en ella] está contenido sin
embargo, aunque en la más imperfecta unificación, un punto en donde ser y nada
se encuentran de consuno y desaparece su diferencialidad.- La proposición: D e
l a n a d a n a d a d e v i e n e , n a d a e s j u s t a m e n t e n a d a , tiene
propiamente su importancia en su oposición al d e v e n i r en general y, por ende,

60
también a la creación del mundo de la nada. Quienes defienden incluso hasta el
acaloramiento la proposición de que nada es justamente nada, no son conscientes
de que con ello se adhieren al p a n t e í s m o abstracto de los eléatas y, por lo que
hace a la Cosa, también al [panteísmo] spinozista. El modo filosófico de ver para
el que vale como principio que el ser sea sólo ser y la nada sólo nada merece el
nombre de sistema de la identidad; esta identidad abstracta es la esencia del
panteísmo.

No hay que conceder mayor atención al hecho de que el resultado: que ser y
nada sea lo mismo, sorprenda de por sí o parezca paradójico; más bien habría que
asombrarse de ese asombro, tan nuevo en la filosofía, y que olvida que en esta
ciencia vienen a darse determinaciones enteramente distintas a los de la
conciencia habitual y el llamado entendimiento común de los hombres, que no es
precisamente el sano entendimiento [, el buen sentido,] sino el entendimiento
adaptado a abstracciones y a la fe o, más bien, a la superstición que cree en 80
abstracciones. No sería difícil mostrar esa unidad de ser y nada en cada ejemplo,
en cada [cosa] efectivamente real o [en cada] pensamiento. Del s e r y [la] n a d a
hay que decir lo mismo que antes acerca de la inmediatez y [la] mediación (en
cuanto que esta última contiene una respectividad de uno a o t r o , y por ende
negación): que en parte alguna del cielo y la tierra hay
a l g o q u e n o c o n t e n g a e n s í a a m b o s , a l s e r y l a n a d a . Claro
está que, al hablar a este propósito de u n c i e r t o a l g o y [de algo]
r e a l m e n t e e f e c t i v o , aquellas determinaciones no están ya presentes allí en
la perfecta no-verdad en la que están en cuanto ser y nada, sino en una
determinación ulterior, y / vienen aprehendidas p.e. como p o s i t i v o y
n e g a t i v o ; aquél, el ser puesto, reflexionado; éste, la nada puesta,
reflexionada; pero positivo y negativo contienen –en cuanto basamento abstracto
suyo- aquél, al ser; éste, a la nada.- Así, en el mismo Dios la cualidad [o sea la]
a c t i v i d a d , c r e a c i ó n , p o t e n c i a etc. contiene esencialmente la
determinación de lo negativo: ellas son el [acto de] generación de un o t r o . Pero
[dar] mediante ejemplos una aclaración empírica de aquella afirmación sería aquí
de todo punto superflua. Ya que esta unidad de ser y nada como verdad primera
está, de ahora en adelante, situada de una vez por todas de fundamento y
constituye el elemento de todo lo que sigue, ejemplos de esta unidad son entonces,
aparte del devenir mismo, todas las demás determinaciones lógicas: estar,
cualidad y en general todos los conceptos de la filosofía. Es en cambio al
sedicente entendimiento humano sano o común al que, en la medida en que
rechaza la inseparabilidad de ser y nada, bien cabría solicitar que intentara
descubrir un ejemplo en el que se hallaran separados uno del otro (algo,
separado del límite o limitación; o el infinito, Dios –como se mencionó antes-,
separado de la actividad). Los únicos [términos] separados son estos vacíos entes
de razón [, cosas de pensamiento,] mismos, ser y nada; ellos son los preferidos

80
an

61
por aquel entendimiento, antes que la verdad, [que es] la inseparabilidad de
ambos, y que por todas partes está ante nosotros.

No es posible abrigar la intención, la pretensión de enfrentarse en todos los


respectos a las confusiones a las que se ve expuesta la conciencia habitual con
ocasión de tal proposición lógica, pues ellas son inagotables. Cabe tan sólo
mencionar algunas. Un fundamento –entre otros- de tal confusión está en que la
conciencia aporta respecto a tal proposición lógica abstracta, representaciones
de algo concreto, olvidando que no se trata de tal, sino solamente de las
abstracciones puras del ser y la nada, y que únicamente a éstas, en y para si, hay
que atenerse.

Ser y no ser es lo mismo; l u e g o es lo mismo que yo sea o no sea, que esta


casa sea o no sea, que estos cien táleros en el estado de mis haberes sean o no.-
Esta conclusión, o aplicación de aquella proposición, altera por completo el
sentido de ésta. La proposición contiene las abstracciones puras del ser y la nada;
pero la aplicación hace de ellas un ser determinado y una nada determinada. Solo
que, como se ha dicho, aquí no se trata del ser determinado. Un ser determinado,
un ser finito es un [ser] tal que se respecta a otro; es un contenido que está en
relación de necesidad con otro contenido, con el mundo entero. Con respecto / a la
cohesión del todo en su determinación recíproca, la metafísica podía hacer la
afirmación –en el fondo tautológica- de que si una mota de polvo fuera destruida
se derrumbaría el universo entero. Si en las instancias que vienen a hacerse
contra la proposición en cuestión aparece algo como no dando igual que sea o no
sea, ello no se debe al ser o no ser, sino a su c o n t e n i d o , que algo pone en
conexión con otro. Una vez p r e s u p u e s t o un determinado contenido, un cierto,
determinado estar, tal estar es[tá] entonces, por estar d e t e r m i n a d o , en variada
respectividad con otro contenido; a él no le da igual que otro contenido cualquiera
–con el que está en respectividad- sea o no sea, pues sólo por [una] tal
respectividad es él esencialmente lo que él es. El mismo caso se da81 en el
r e p r e s e n t a r (al tomar el no ser en el sentido, más determinado, del
representar, frente a la realidad efectiva): en este contexto no es cosa que dé igual
al ser o la ausencia de un contenido que, en cuanto determinado, esté
representado en respectividad con otro.-

Esta consideración contiene lo mismo que aquello que constituye un


momento capital en la crítica kantiana a la prueba ontológica de la existencia de
Dios, [crítica] a la que aquí sin embargo no se atiende sino en lo concerniente a
la diferencia, que en ella viene a darse, entre ser y nada en general, y entre ser
d e t e r m i n a d o o no-ser.- Es notorio que en aquella pretendida prueba se
presuponía el concepto de un ser al que convienen todas las realidades y, por
ende, también la existencia, aceptada igualmente como una de las realidades. La
crítica kantiana se atenía especialmente al hecho de que la e x i s t e n c i a o el ser
(cosa equivalente aquí) no es ninguna p r o p i e d a d o p r e d i c a d o r e a l
81
ist

62
alguno, es decir, un concepto de algo que pudiera añadirse al c o n c e p t o de una
cosa*.- Lo que Kant quiere decir con esto es que ser no es ninguna determinación
de contenido.- Por consiguiente, continúa, lo posible no contiene más que lo
realmente efectivo; cien táleros efectivos no contienen, ni en lo más mínimo, más
que cien posibles: en efecto, aquéllos no tienen ninguna determinación de
contenido más que éstos. / A este contenido, aisladamente considerado, le da de
hecho igual ser o no ser; en él no hay diferencia alguna entre ser y no ser; esa
diferencia no le afecta en general de ningún modo; los cien táleros no se hacen
menos cuando no son, ni más cuando son. Una diferencia tiene que venir sola-y-
primeramente de algún otro sitio.- “Por el contrario, recuerda Kant, cuando se
trata del estado de mis haberes hay más en cien táleros realmente efectivos que en
el mero concepto de los mismos, o en su posibilidad. Pues, en el caso de la
realidad efectiva, el o b j e t o no está meramente contenido analíticamente en mi
concepto, sino que se a ñ a d e s i n t é t i c a m e n t e a mi c o n c e p t o (que es una
d e t e r m i n a c i ó n de mi e s t a d o ), sin que esos cien táleros pensados hayan
aumentado en lo más mínimo en virtud de este ser, externo a mi concepto.”
Se p r e s u p o n e n aquí dos tipos de estados, por atenerse a las expresiones
kantianas –que no dejan de tener una confusa pesadez-: el uno, que Kant llama
concepto, [y] por el que hay que entender representación; y otro, el estado de los
haberes. Tanto para el uno como para el otro, para los haberes como para el
representar, cien táleros son una determinación de contenido o, según se expresa
Kant, “se añaden s i n t é t i c a m e n t e a un [contenido] tal”; Yo, como
p o s e e d o r de cien táleros o no poseedor de los mismo, o bien yo como
r e p r e s e n t á n d o m e cien táleros o sin representármelos, es de todas todas un
contenido diverso. Tomada la cosa de un modo más general: las abstracciones de
ser y nada dejan de ser abstracciones en cuanto obtienen un contenido
determinado; ser es entonces, realidad, el ser determinado por 100 táleros; la
nada, negación, el no-ser determinado por los mismos. Esta determinidad misma
del contenido, los cien táleros, tomada de por sí de forma igual de abstracta, es
en el uno, invariable, lo mismo que en el otro. Mas en cuanto que el ser viene
además tomado como un estado-de-haberes, los cien táleros entran en relación
con82 un estado para el que tal determinidad –que ellos sean [o existan]- no es
indiferente; su ser o no-ser es sólo c a m b i o ; están traspuestos a la esfera del
e s t a r . Por consiguiente, cuando se alega contra la unidad de ser y nada el
hecho de que no dé igual si tal o cual [cosa] (los 100 táleros) sea o no sea, es
entonces una ilusión el que carguemos meramente en la cuenta del ser y del no ser
la diferencia / de que yo t e n g a o n o t e n g a los cien táleros: una ilusión que,
como se ha mostrado, se debe a la abstracción unilateral que omite el [hecho de]
e s t a r d e t e r m i n a d o , presente en tales ejemplos, y se atiene meramente al ser
y no ser, así como transforma, a la inversa, el ser y la nada abstractos que deben
ser aprehendidos, en un ser y nada determinados. Sola-y-primeramente el e s t a r
*
Kant, Crítica de la raz. pura. 2ª ed. [B] 628 s. [A 600 s.]
82
in Beziehung zu

63
contiene la diferencia real entre ser y nada, un a l g o y un o t r o .- [Es] esta
diferencia real [la que] está a la vista de la representación, en lugar del ser
abstracto y de la pura nada, y [en lugar de] su diferencia sólo mentada83.

Según se expresa Kant, “84por medio de la existencia viene algo al contexto


de la experiencia en su conjunto”; “en virtud de ello, recibimos un objeto más en
la p e r c e p c i ó n , pero nuestro c o n c e p t o del objeto no aumenta por ello”.-
Esto quiere decir, como se sigue de lo ya esclarecido, tanto como que es por
medio de la existencia –y ello esencialmente en razón de que algo es existencia
determinada- como ese algo está en conexión con o t r o y, entre [esos] otro[s],
también con un percipiente.- “El concepto de cien táleros, dice Kant, no viene a
ser aumentado por el [hecho de] percibir”.- El c o n c e p t o quiere decir aquí: los
recién citados cien táleros, a i s l a d a m e n t e representados. Aislados de esta
manera, es verdad que son un contenido empírico, pero cercenada, sin conexión ni
determinidad respecto a o t r o ; la forma de la identidad consigo, les quita la
respectividad a otro y los hace indiferentes [al hecho] de si son o no percibidos.
Pero este presunto c o n c e p t o de los cien táleros es un falso concepto; la forma
de la simple respectividad a sí no pertenece ella misma a un tal contenido
delimitado, finito; es una forma prestada, una forma con la que el entendimiento
subjetivo viste a ese contenido; cien táleros no son un [algo] que se respecta a sí,
sino un [algo] variable y perecedero.

Al pensar, o [al] representar, para el que lo único que está a la vista es un ser
determinado, el estar, / hay que reenviarlo al citado inicio de la ciencia hecho por
Parménides, el cual ha depurado y elevado su representar y, con ello, también el
representar de la posteridad hasta el p e n s a m i e n t o p u r o hasta el ser en
cuanto tal, creando con ello el elemento de la ciencia. Lo que es p r i m e r o en la
c i e n c i a se ha tenido que mostrar h i s t ó r i c a m e n t e como lo p r i m e r o . Y
tenemos que ver al u n o o s e r eléatico como lo primero del saber acerca del
pensamiento; bien es verdad que el a g u a , y principios materiales de este tipo,
d e b e n ser lo universal, pero, al ser materias, no son pensamientos puros; los
n ú m e r o s no son ni el primer pensamiento simple ni el pensamiento que demora
cabe sí, sino el pensamiento que se es enteramente exterior a sí mismo.

La remisión del ser p a r t i c u l a r f i n i t o al ser como tal en su


universalidad enteramente abstracta ha de ser vista no sólo como el primero de
todos los requisitos teóricos, sino incluso también de todos los prácticos. En
efecto, cuando a propósito de los cien táleros se llega a suprimir85 que en el
estado de mis haberes constituya una diferencia el que yo los t e n g a o n o , y
hasta que Yo sea o no, o que otro sea o no, entonces –sin contar con que haya
haberes para cuyo estado dé igual tal posesión de cien táleros- puede recordarse
83
gemeinten [: “que es cosa de opinión”].
84
[Todas las comillas del párrafo son exclusivas de esta seg. ed.]
85
[“Si el universo se rompe en pedazos, herirán las ruinas al impávido.” Od III, 3. E.C. Wickham, ed.;
Oxford, 1921.- Una versión más literaria es la de Vicente López Soto (Horacio, Poesías escogidas.
Barcelona 1974, p. 78): “… y aunque el orbe se desplome, / sus ruinas le herirán sin sobresalto.”]

64
al respecto que el hombre debe elevarse en sus convicciones a esta universalidad
abstracta en la que es indiferente de hecho que los cien táleros –sea cual sea la
relación cualitativa que tengan con el estado de sus haberes- sean o no,
justamente de la misma manera que a él [mismo] le es indiferente ser o no ser,
esto es, ser o no ser en la vida finita (pues lo así mentado es un estado, un ser
determinado), etc. Aun si fructus illabatur orbis, impavidum ferient ruinae, ha
dicho un romano, y aún más debe el cristiano encontrarse en esta indiferencia.

Todavía hay que hacer notar la conjunción inmediata de la elevación sobre


los cien táleros –y las cosas finitas en general- y la prueba ontológica y la crítica
kantiana, ya aducida, de la misma. Esta crítica se ha hecho generalmente
plausible gracias a lo popular de su ejemplo; ¿quién no sabe que cien táleros
realmente efectivos son diversos de cien táleros meramente posibles, y que ellos
constituyen una diferencia en el estado de mis haberes? Como esta diversidad
resulta tan evidente en los cien táleros, el concepto –es decir, la determinidad del
contenido como vacía posibilidad- y el ser son diversos entre sí; l u e g o también
el concepto de Dios es diverso de su ser e, igual que yo no puedo extraer de la
posibilidad de los cien táleros su efectiva realidad, así tampoco puedo yo
“entresacar” del concepto de Dios su existencia; / la prueba ontológica debe
consistir empero en este entresacar la existencia de Dios de su concepto. Ahora
bien, aun cuando tenga desde luego su corrección en el que el concepto es
diverso del ser, más diverso aún es sin embargo Dios de cien táleros y de otras
cosas finitas. La d e f i n i c i ó n d e l a s c o s a s f i n i t a s es[triba en] que en
ellas concepto y ser son diversos, y separables concepto y realidad, alma y
cuerpo, siendo por ello perecederas y mortales; la definición abstracta de Dios es
por el contrario justamente esto: que su concepto y su ser están i n s e p a r a d o s
y son i n s e p a r a b l e s . La crítica de verdad de las categorías y la razón es
precisamente ésta: hacer que se entienda el conocimiento de esta diferencia e
impedirle aplicar las determinaciones y relaciones de lo finito a Dios.

Observación 2. [Título en la Tabla


del Contenido: Defectuosidad de la expresión: Unidad, identidad de ser y nada].

Hay que aducir además otra razón86, que favorece la aversión hacia la
proposición relativa a ser y nada; esta razón es que la expresión del resultado
dado a partir de la consideración del ser y de la nada mediante la proposición: s e r
y n a d a e s u n o y l o m i s m o , es imperfecta. El acento viene a ser colocado
de preferencia sobre el ser u n o y l o m i s m o , al igual que en el juicio
general, en cuanto que en él es el predicado el que dice primero lo que el sujeto
e s . Por consiguiente, parece que el sentido está en que se niega la diferencia, que
sin embargo, al mismo tiempo, viene a darse inmediatamente en la proposición;
86
Grund [: “fundamento”].

65
pues ésta profiere a m b a s determinaciones, ser y nada, y las contiene como
diferentes.- Al mismo tiempo, no es posible ser de la opinión de hacer abstracción
de ellas y atenerse sólo a la unidad. Este sentido se daría él mismo como
unilateral, dado que aquello de lo que debe abstraerse está sin embargo presente y
viene a ser nombrado en la proposición.- En la medida en que la proposición: s e r
y n a d a e s l o m i s m o , profiere la identidad de estas determinaciones
mientras que, de hecho, contiene a ambas, justamente de igual modo, como
diferentes, se contradice en sí misma y se disuelve. Si nos atenemos a esto más
precisamente, hay aquí puesta entonces una proposición que, considerada de más
cerca, tiene el movimiento de desaparecer por sí misma. Pero con ello acontece en
ella misma aquello que debe constituir su contenido propio, a saber: el d e v e n i r .

La proposición c o n t i e n e , con esto, el resultado; ella es este [resultado]


e n s í m i s m a . La circunstancia / empero a la que hay que prestar atención
aquí es la falta [, consistente en] que el resultado no está él mismo e x p r e s a d o
en la proposición; es una reflexión externa la que lo [re]conoce en ella.- Al
respecto, y justo al inicio, es preciso hacer la siguiente observación: que la
proposición, en f o r m a d e u n j u i c i o , no es atinada para expresar verdades
especulativas; tener noticia de esa circunstancia sería cosa apropiada para dar
de lado muchos malentendidos en las verdades especulativas. El juicio es una
respectividad i d é n t i c a entre sujeto y predicado; en este caso, se hace
abstracción del hecho de que el sujeto tiene todavía más determinidades que la
del predicado, así como del hecho de que el predicado es más amplio que el
sujeto. Ahora bien, si el contenido es especulativo, lo n o i d é n t i c o del sujeto y
[del] predicado es entonces igualmente momento esencial; sólo que ello no está
expresado en el juicio. La luz paradójica y extraña bajo la cual buena parte de la
filosofía moderna aparece ante quienes no están familiarizados con el pensar
especulativo se debe en muchos respectos a la forma del juicio simple, cuando se
la utiliza para la expresión de resultados especulativos.

Con el fin de expresar la verdad especulativa, la falta viene por lo pronto


reparada añadiendo la proposición contrapuesta: s e r y n a d a n o e s l o
m i s m o ; una proposición que también ha sido anteriormente formulada. Sólo
que así surge la falta adicional de que estas frases están desligadas, de modo que
exponen el contenido sólo en la antinomia mientras que su contenido se refiere
sin embargo a una y la misma [cosa] y las determinaciones expresadas en las dos
proposiciones deben estar sencillamente unificadas: una unificación que puede
ser pues formulada como una i n q u i e t u d de [términos] al mismo tiempo
i n c o m p a t i b l e s , como u n m o v i m i e n t o . La injusticia más comúnmente
infligida al contenido enjundioso especulativo está en hacer de él [algo]
unilateral, esto es, en poner de relieve sólo una de las proposiciones en las que
[aqu]él puede resolverse. No es posible negar, entonces, que se afirma esta
proposición: t a n c o r r e c t a c o m o l a i n d i c a c i ó n s e a , a s í d e f a l s a
s e r á ; pues una vez tomada de lo especulativo una sola de las proposiciones,

66
justamente en la misma medida sería necesario por lo menos dar cuenta e
indicación de la otra.- Al respecto hay todavía que mencionar particularmente
esa palabra, por así decir, desafortunada: u n i d a d ; la u n i d a d designa, más
aún que la i d e n t i d a d , una reflexión subjetiva, y viene tomada sobre todo como
la respectividad que surge de la c o m p a r a c i ó n , de la reflexión exterior. En la
medida en que ésta halla lo mismo en dos o b j e t o s d i v e r s o s , se presenta
entonces una unidad / frente a la cual se presupone al respecto la perfecta
i n d i f e r e n c i a de los objetos mismos comparados, de manera que este
comparar y la unidad [resultante] no afecta para nada a los objetos mismos, para
los que es un exterior hacer y determinar. La unidad expresa por consiguiente la
mismidad enteramente a b s t r a c t a , y suena tanto más dura y estridente cuanto
más sencillamente diferentes se muestran los [términos] de los que viene
formulada. En vez de unidad habría que decir mejor, en esta medida, solamente
i n s e p a r a c i ó n e i n s e p a r a b i l i d a d ; pero con ello queda sin expresar lo
a f i r m a t i v o de la respectividad del todo.
Así el resultado íntegro y verdadero entregado aquí es el d e v e n i r , el cual
no es meramente la unidad unilateral o abstracta del ser y la nada, sino que
consiste en este movimiento, [a saber] que el ser puro es inmediato y simple, que
por ello [y] precisamente en la misma medida es él la nada pura; que h a y
diferencia entre ellos, pero que ésta s e a s u m e precisamente en la misma
medida, y n o e s . El resultado afirma por tanto la diferencia entre el ser y la nada
precisamente en la misma medida, empero, en que [la afirma] como una
[diferencia] solamente m e n t a d a [, con el solo valor de opinión].-

Se m i e n t a - y - o p i n a que el ser es más bien lo sencillamente otro que la


nada; y nada más claro que la diferencia absoluta entre ellos, ni nada parece más
fácil que poder indicar esa diferencia. Pero justamente igual de fácil es
convencerse de que eso es imposible, de que la [diferencia] es i n e f a b l e . A
quienes pretenden persistir en la diferencia de ser y nada
s e l e s i n v i t a a q u e i n d i q u e n e n q u é c o n s i s t e é s t a . Si ser y
nada tuvieran una cierta determinidad por la que se diferenciaran serían entonces,
como se ha recordado, ser determinado y nada determinada, no el ser puro y la
nada pura, que es lo que son aún aquí. Su diferencia es por consiguiente
plenamente vacía; cada uno de ellos es de igual manera lo indeterminado; la
[diferencia] no subsiste87, por consiguiente, en ellos mismos, sino sólo en un
tercero, en el opinar. Pero el opinar es una forma de lo subjetivo, que no pertenece
a esta secuencia de la exposición. Lo tercero en que ser y nada tienen empero su
subsistencia tiene que venir a darse también aquí; y ha venido a darse: es el
d e v e n i r . [Es] en él [donde] están ellos como diferentes; no hay devenir sino en
la medida en que ellos sean diferentes. Este tercero es un otro [distinto] de ellos:
ellos subsisten solamente en otro, lo que quiere igualmente decir que no tienen

87
[En todo este párrafo se verterá, excepcionalmente, bestehen por “subsistir” (en lugar de “consistir”) ya
que los presentes análisis se mueven en el marco metafísico tradicional de las relaciones de subsistencia.]

67
subsistencia de por sí. Este devenir es el subsistir del ser en igual medida que del
no ser; o bien, el subsistir de éstos es solamente su ser en u n o s o l o ; su subsistir
es justamente esto: que su diferencia, precisamente en la misma medida, se
asuma.

La invitación a indicar la diferencia de ser y nada incluye también / en sí la


invitación a decir qué s e a p u e s s e r , y q u é n a d a . Quienes se empeñan en
no reconocer que el uno, lo mismo que el otro, no son más que un p a s a r el uno
al otro, y afirman en cambio esto o lo otro acerca del ser y la nada, bien pueden
indicar de q u é están hablando, esto es: establecer u n a d e f i n i c i ó n del ser y
la nada, y mostrar que es correcta. Si no dan satisfacción a este primer requisito
de la antigua ciencia, cuyas reglas lógicas aplican y hacen por demás valer,
todas esas afirmaciones sobre el ser y la nada se quedan en aseveraciones,
inválidas desde el punto de vista científico. Y si por lo demás se ha dicho que la
existencia –tenida por lo pronto en esta medida como equivalente al ser- es el
c o m p l e m e n t o de la p o s i b i l i d a d , con ello viene a presuponerse entonces
otra determinación, la posibilidad, y el ser no es formulado en su inmediatez, sino
incluso como no subsistente de suyo, como condicionado. Para el ser que está
m e d i a d o conservaremos nosotros la expresión: e x i s t e n c i a . Pero uno se r e -
presenta88 al ser, bien es verdad, digamos bajo la imagen de la luz pura, como la
claridad de un ver no enturbiado, mientras que la nada se representa como la
noche pura, refiriendo la diferencia entre ellos a esa diversidad sensible, [que es]
bien notoria. Pero de hecho, si también este ver es representado más exactamente,
se echa entonces fácilmente de ver que en la claridad absoluta se ve tanto y tan
poco como en las tinieblas absolutas, [y] que un[a de estas formas de] ver es tan
buena como89 la otra: ver puro, ver nada. Luz pura y tinieblas puras son dos
vacuidades, que son lo mismo. Sola-y-primeramente en la luz determinada –y la
luz viene a ser determinada por las tinieblas-, o sea en la luz enturbiada, así como
sola-y-primeramente en las tinieblas determinadas -y las tinieblas vienen a ser
determinadas por la luz-, [o sea] en las tinieblas aclaradas puede diferenciarse
algo, porque sola y primeramente la luz enturbiada y las tinieblas aclaradas tienen
la diferencia en90 ellas mismas y, con ello, son ser determinado, e s t a r .

O b s e r v a c i ó n 2 [Título en la Tabla del Contenido: Aislamiento de estas


abstracciones.]

La unidad, cuyos momentos: ser y nada, están como inseparables, es al


mismo tiempo diversa de esos [momentos] mismos, siendo así frente a ellos u n

88
stellt … v o r
89
[Adición de la ed. crítica.]
90
an

68
t e r c e r o que, en su forma más peculiar, es el d e v e n i r . P a s a r es lo mismo
que devenir, sólo que en aquel [término] vienen representados los dos [extremos],
de los cuales el uno viene a pasar al otro, más [bien] como estando en reposo uno
fuera del otro, y el pasar como aconteciendo e n t r e ellos. Ahora bien, allí
donde / se trate del ser y la nada, y del modo en que se trate, tiene que estar
presente este tercero; pues aquéllos no tienen consistencia de por sí, sino que
están sólo en [el] devenir, en este tercero. Pero este tercero tiene múltiples
figuras empíricas, a las que se da de lado por abstracción o a las que no se
presta atención, a fin de atenerse firmemente a esos91 sus productos, el ser y la
nada, cada uno de por sí, y de mostrarlos [como estando] preservados del pasar.
Frente a tal comportamiento simple de la abstracción es justamente igual de
simple el limitarse a recordar la existencia empírica, en la que esa abstracción
no es ella misma sino algo, [o sea:] tiene un estar. O bien, si no formas de la
reflexión, son formas por cuyo medio debe venir fijada la separación de los
inseparables. En92 tal determinación está presente en y para sí lo contrario de
ella misma, de modo que, sin regresar a la naturaleza de la Cosa y apelar a93
ésta, preciso es malentender en94 ella misma esa determinación de reflexión, y
ello por tomarla tal cual se da, y por ser su otro lo que en 95 ella misma se
muestra. Vana fatiga sería pretender capturar, como si dijéramos, todos los giros
y ocurrencias de la reflexión y su raciocinar, con el fin de arrebatarle e
imposibilitarle los subterfugios y escapatorias con los que se encubre a sí misma
su [propia] contradicción. Por eso me abstengo también de prestar atención a
múltiples sedicentes objeciones y refutaciones aducidas contra el hecho de que ni
ser ni nada sean algo de veras, sino que sólo el devenir es su verdad; la
formación [y cultura] en [lo relativo a] pensamientos que se precisa para inteligir
la nulidad de esas refutaciones, o más bien para expulsar de sí mismo tales
ocurrencias, [es cosa que] sólo se lleva a efecto gracias al conocimiento crítico
de las formas-del-entendimiento; pero los más fecundos en96 objeciones
semejantes son los que, engañados, quedan al punto atrapados con sus
reflexiones al caer sobre las primeras frases [de la obra], sin ayudar ni haber
ayudado, por el estudio ulterior de la Lógica, a tomar97 conciencia de la
naturaleza de estas crudas reflexiones.

[Ahora] deben considerarse algunos de los fenómenos que vienen a darse


cuando son aislados uno de otro el ser y la nada y puestos el uno fuera del
dominio del otro de modo tal que, con ello, es negado el pasar [del uno al otro].

P a r m é n i d e s se atuvo firmemente al ser, y fue extremadamente


consecuente al decir al mismo tiempo de la nada que ella d e n i n g ú n m o d o
91
ihre [: de la abstracción].
92
an
93
an
94
an
95
an
96
an
97
zum

69
e s ; sólo el ser es. El ser, así enteramente para sí, es lo indeterminado; sin tener
por tanto respectividad alguna a otro; parece, por consiguiente, que a p a r t i r d e
e s t e i n i c i o no fuera posible a v a n c e ulterior, a saber partiendo de él mismo,
y que sólo podría acontecerle un avance porque le fuera referido algo ajeno
d e s d e f u e r a . / El avance [consistente en] que el ser es lo mismo que la nada
aparece por ello como un segundo inicio absoluto: una transición que es para sí y
que se agregaría exteriormente al ser. Ser no sería en general el inicio absoluto si
tuviera una determinidad, ya que entonces dependería de otra [cosa] y no sería
inmediato, no [sería] el inicio. Pero si él es indeterminado y, por ende, inicio
verdadero, tampoco tiene entonces nada por medio de lo cual trasladarse a un
otro, él es al mismo tiempo el f i n a l . En tan escasa medida puede algo
prorrumpir, saliendo de él, como irrumpir, entrando en él; en Parménides, al
igual que en Spinoza, no se debe avanzar del ser, o la sustancia absoluta, hasta lo
negativo, [lo] finito. Ahora bien, si a pesar de todo se avanza –cosa que, como se
ha observado, si se parte del ser carente de respectividad y por ende de curso
progresivo no puede acontecer más que de una manera exterior- entonces es este
avance un segundo inicio, nuevo. Así, el más absoluto principio de F i c h t e , [el
principio] incondicionado, es: p o n e r A = A ; el segundo, c o n t r a p o n e r ;
éste debe ser e n p a r t e condicionado y e n p a r t e incondicionado (y con ello,
la contradicción en sí). Éste es un avanzar, [propio] de la reflexión externa, que
vuelve a negar justamente aquello por lo que, como por un absoluto, se inicia –el
contraponer es la negación de la identidad primera-, y que al mismo tiempo hace
al punto de su segundo incondicionado, expresamente, un [algo] condicionado.
Pero si hubiera en general derecho a avanzar, esto es, a asumir [y suprimir] el
inicio primero, tendría que estar latente98 entonces en este [inicio] primero mismo
el [hecho de] que otro pudiera respectarse a él; luego tendría que ser un [algo]
d e t e r m i n a d o .- Sólo que ni el s e r ni tampoco la sustancia absoluta pretenden
dárselas de tal cosa [, de ser algo determinado]; al contrario. Él es lo
i n m e d i a t o , lo aún sencillamente i n d e t e r m i n a d o .

Las descripciones más elocuentes, aunque quizás olvidadas, sobre la


imposibilidad de ir desde un abstracto a un[a cosa] ulterior y a una unificación
de ambos las hace J a c o b i , en apoyo de su polémica contra la s í n t e s i s
kantiana de la autoconciencia a priori, dentro de su Trat. sobre el intento del
criticismo de volver sensata a la razón99 (Obras de Jacobi; vol. III). Éste presenta
el problema (p. 113) así: que en un[a cosa] p u r a , ya sea [la pureza] de la
conciencia, del espacio o del tiempo, venga a mostrarse la surgencia o
generación de una síntesis. “Sea el espacio u n o , el tiempo u n o , la conciencia
u n a : dígase ahora de qué modo se multiplique p u r a m e n t e en él mismo uno
[cualquiera] de estos tres unos; cada uno de ellos es solamente u n o , / no o t r o ;

98
liegen
99
[Juego de palabras intraducible; sería algo así como: “hacer entrar en razón (zu Verstanden) a la razón
(die Vernunft)”. Sólo que la primera, mostrenca razón es el entendimiento, también tomado como sentido
común.]

70
una uniformidad, una m i s m i d a d m a s c u l i n a , f e m e n i n a o n e u t r a 100
sin articulación determinada, sea masculina, femenina o neutra101!; pues estas
[articulaciones] dormitan aún, con el masculino (e l ), femenino (l a ) y neutro
(l o ), dentro del infinito = 0 de lo indeterminado, ¡que es de donde deben brotar
primero todos y cada uno de los d e t e r m i n a d o s ! ¿Qué es lo que introduce
f i n i t u d en esas tres infinitudes? ¿Qué fecunda espacio y tiempo a priori con
número y medida, y los transforma en un m ú l t i p l e 102 p u r o ? ¿Qué es lo que
pone a la e s p o n t a n e i d a d p u r a (Yo) en oscilación? ¿Cómo viene a hacerse
consonante su pura vocal o, más bien, cómo, interrumpiéndose a sí mismo, c e s a
su i n s o n o r o e ininterrumpido s o p l o para ganar al menos una suerte de
sonido [propio,] de suyo103, un a c e n t o ?”.- Como se ve, J a c o b i ha reconocido
de manera bien determinada el m a l á n g e l d e l a e s e n c i a 104 de la
abstracción, sea como un presunto espacio absoluto –o sea, un espacio
simplemente abstracto- o como un tiempo justamente igual [de abstracto], o de
una conciencia pura o Yo justamente igual; él insiste en ello para sostener la
imposibilidad de avanzar a otra [cosa], a la condición de una síntesis, y a la
síntesis misma. La síntesis, que es aquí el objeto de interés, no tiene que ser
tomada como un nexo de determinaciones ya presentes e x t e r i o r m e n t e : de
una parte se trata de la generación de un segundo con respecto a un primero, [o
sea] de un [algo] determinado con respecto a lo inicial indeterminado; mientras
que de otra parte se trata de la síntesis i n m a n e n t e , de la síntesis a priori, [o
sea]: de la unidad en y para sí esente de lo diferente. D e v e n i r es esta síntesis
inmanente de ser y nada; pero como el sentido más cercano al de síntesis es el de
una compilación exterior de [cosas] presentes y exteriores entre sí, el nombre de
síntesis y de unidad sintética ha quedado con razón fuera de uso.- Jacobi
pregunta: c ó m o llega la vocal pura del Yo a ser consonante, q u é [es lo que]
100
Der – Die – Das – Selbigkeit [A. Moni, el tr. italiano, recurre a los barbarismos latinos is – ea – id –
dentitas. Vid. Scienza della Logica. Bari 1978; I, 104 y la nota 2. Stirling (The Secret of Hegel.
Edimbungo 1898) vierte the – this – that selfsameness.]
101
Derheit, Dieheit, Dasheit [Esto es: la expresión de cualquier cosa exige en al. (y en esp.) la
anteposición del artículo determinado; sin embargo, al tomarla por algo abstracto, se supone que podría
subsistir, tener un nombre sustantivo, sin estar determinada por un género, sin tener algo que la hiciera
(e.d. un carácter: -heit) ser el (der), la (die) o lo (das) que sea. Los latinismos de Moni (hicceitas,
haecceitas, hocceitas) ad.loc. (ver n. anterior) son una explicación, me temo, del tipo obscurum per
obscurius.]
102
Mannigfaltiges
103
Selbstlaut
104
das U n w e s e n [Traducir aquí “inesencia” (o insussistenza, como hace Moni ad.loc.: I, 105) sería tan
literal como ininteligible en español, de modo que me he decidido por la metáfora profunda del
andalucismo (vulg.: “malage”). La contraesencia (otra vers. posible, utilizada en mi trad. de O.
Poeggeler, El camino del pensar de M. Heidegger. Madrid 1987) no es una falta de esencia, sino una
esencia a la contra, un ser esencialmente maligno. En el uso común del alemán es un abuso, una fechoría
(Unwesen als Missbrauch) por la que algo carente de peso, una mera apariencia (Schein), pretende
hacerse valer (tal es justamente nuestro caso). Por eso reaparecerá el término al comienzo de la Doctrina
de la esencia (11:2465) para referirse a lo inmediato, que pretende seguir siendo diferente de la esencia y
se alza frente a ella. Aquí, el movimiento inicial es diametralmente inverso (y por eso, da igual). La
abstracción pretende ser lo esencial, cuando en verdad deja a las cosas en un vacío total. Por ello, también
el mal es para Hegel el parecer (Schein) enteramente abstracto (Cf. Enz (1830) § 512). Estas precisiones
han surgido en buena medida gracias a conversaciones en el Archivo-Hegel con los profesores Geraets
(Universidad de Ottawa) y Hogemman (Universidad Ruhr-Bochum), a quienes dedico esta nota.

71
introduce determinidad en la indeterminadad? El ¿q u é ? sería fácil de contestar
y, a su manera, Kant ha dado contestación a esa pregunta, pero la pregunta por
el ¿ c ó m o ? quiere decir: de qué modo y manera, según qué relación, y cosas
similares; y requiere pues que se haga indicación de una categoría particular;
pero aquí no se puede hablar de modo y manera, de categorías del entendimiento.
La misma pregunta por el ¿ c ó m o ? pertenece a las malas maneras de la
reflexión, que pregunta por la comprensibilidad conceptual105, pero que al
hacerlo presupone sus categorías fijas, y por ende se sabe ya armada de
antemano contra la respuesta a aquello por lo que se pregunta. Tampoco ha
tomado esta pregunta en Jacobi el sentido, más alto, de ser una pregunta por la
n e c e s i d a d de la síntesis ya que él sigue estando, como se ha dicho, aferrado a
abstracciones, a fin de sostener la imposibilidad de la síntesis. Jacobi describe de
manera particularmente intuitiva106 (p. 147) el procedimiento para acceder a la
abstracción del espacio. “Durante todo este tiempo tengo que esforzarme
puramente por olvidar que yo vi, oí, toqué y palpé alguna cosa, la que fuere, sin
excluirme expresamente a mí mismo. Tengo que olvidar puramente, puramente,
puramente todo movimiento, y / entregarme directamente, del modo más
apremiante, a este o l v i d a r , porque ello es lo más difícil. De igual forma que he
prescindido de todo con el pensamiento, igualmente tengo también que q u i t a r
de en medio todo en general, y ello de una manera total y perfecta, sin conservar
otra cosa en absoluto que la sola intuición, retenida p o r l a f u e r z a , del
infinito e s p a c i o i n m u t a b l e . Por consiguiente, ni siquiera me está permitido
tampoco v o l v e r a h a c e r m e c a r g o c o n e l p e n s a m i e n t o d e m i
s i t u a c i ó n e n e l e s p a c i o como algo diferente de él y a la vez ligado a él;
no me está permitido el mero dejarme c i r c u n d a r y p e n e t r a r por él, sino
que tengo que p a s a r íntegramente a él, llegar a ser uno con él, transformarme
en él; de mí mismo no tiene que restar otra cosa que e s t a misma i n t u i c i ó n
m í a , a fin de que yo la contemple como una representación de veras subsistente
de suyo, independiente, única y exclusiva.”

Dada esta pureza enteramente abstracta de la continuidad, esto es, de la


indeterminadad y vacuidad del representar, da igual llamar a esta abstracción
espacio o intuir puro, pensar puro: todo eso es lo mismo que aquello que el hindú
–cuando se queda años y años exteriormente inmóvil, e igual de inerte por lo que
hace a la sensación, representación, fantasía, deseos, etc., sin hacer otra cosa
que mirar la punta de su nariz ni decir interiormente, en sí, más que Om, Om,
Om, o incluso nada en absoluto- llama B r a m a . Esta conciencia obtusa y vacía,
aprehendida como conciencia, es: el s e r .

En este vacío, sigue luego Jacobi, le ocurre lo contrario de lo que, en


conformidad con la aseveración kantiana, le debiera ocurrir; él no se encuentra
[allí] –dice- como un p l u r a l y [un] m ú l t i p l e , sino más bien como uno, sin

105
Begreiflichkeit
106
anschaulich

72
pluralidad ni multiplicidad algunas; es más: “yo soy la i m p o s i b i l i d a d
misma, soy la a n i q u i l a c i ó n de todo lo múltiple y plural: partiendo de mi
esencia pura, sencillamente simple, inmutable, nada –n i siquiera lo más mínimo-
p u e d e s e r r e s t a b l e c i d o ni tampoco tener dentro de mí una figura
fantasmal: así, en esta pureza, toda recíproca exterioridad, toda contigüidad, así
como toda la multiplicidad y pluralidad, que descansa sobre aquélla se revela
como un p u r o i m p o s i b l e .”

Esta imposibilidad no quiere decir otra cosa sino la tautología de que yo


me atengo a la unidad abstracta y excluyo toda pluralidad y multiplicidad, me
sostento en lo carente de diferencia y en lo indeterminado, y aparto la vista de
todo lo diferente y determinado. La síntesis kantiana a priori de la
autoconciencia, esto es, la actividad de esta unidad [, a saber:] dirimirse, y en
esta acción de dirimir conservarse a sí misma, es dilucidada por Jacobi hasta
hacerla la misma abstracción. De esa “síntesis e n 1 0 7 s í”, del “j u z g a r
o r i g i n a r i o , ” hace él unilateralmente “la c ó p u l a e n 1 0 8 s í: un e s , e s ,
e s , sin inicio ni final y sin qué, quién o cuál; este repetir la repetición que va
siempre adelante, al infinito, es la única y exclusiva / ocupación, función y
producción de esa síntesis, la más pura de todas; ella misma no es más que el
mero repetir, el repetir puro y absoluto.” O bien, de hecho, dado que allí no hay
interrupción alguna, esto es, ninguna negación ni diferenciar alguno, no [es]109
ella entonces un repetir, sino sólo el ser indiferenciado, simple.- Pero ¿es esto sin
embargo síntesis, cuando Jacobi omite precisamente aquello por lo cual es la
unidad unidad sintética?

Por lo pronto hay que decir que cuando Jacobi se emplaza tan fijamente en
el espacio, en el tiempo y también en la conciencia absolutos, es decir,
abstractos, él mismo se desplaza de esa manera a algo e m p í r i c a m e n t e falso
y se atiene fijamente a ello; n o h a y , e.d. no están empíricamente presentes
ningún espacio ni tiempo que sean una [cosa] espacial y temporal ilimitada,
ningún espacio ni tiempo que en su continuidad no estén llenos de un estar y de
una variación múltiplemente delimitados, de modo que estos límites y variaciones
pertenecen inseparada e inseparablemente a la espacialidad y a la temporalidad;
de la misma manera está llena la conciencia de determinado sentir, representar,
desear, etc.; ella existe inseparada110 de un cierto contenido particular.- La
t r a n s i c i ó n empírica se entiende sin más de suyo; bien es verdad que la
conciencia puede darse por objeto y contenido el espacio vacío, el tiempo vacío, y
hasta la vacía conciencia misma, o [sea] el ser puro; pero no se queda en este
punto, ni aun se limita a salir, sino que se impulsa a sí misma a ir más allá de tal
vacuidad, hacia un contenido mejor, esto es, de cualquier manera más concreto;
107
an
108
an
109
[Adición ed. acad.]
110
existirt ungetrennt. [Lasson modifica este paso, y propone leer: existirt [nicht] ungetrennt, o sea: “[no]
existe inseparada”. Como se ve, la adición es superflua y quizá confundente. La no separación es el modo
de existencia de la conciencia, no una condición necesaria (sine qua non) de la misma.]

73
y por malo que en otro respecto sea un contenido, siempre será mejor y más
verdadero por lo que hace a este punto; justamente es un contenido tal [el que es]
un [contenido] sintético en general, tomando sintético en el sentido más general.
Así es como Parménides llega a tener que habérselas con la apariencia y la
opinión, lo contrario del ser y de la verdad, igual que Spinoza con los atributos,
los modos, la extensión, el movimiento, el entendimiento, la voluntad, etc. La
síntesis contiene y muestra la no verdad de aquellas abstracciones; [es] en ella
[donde] están éstas en una unidad con su otro, o sea, no como subsistentes de por
sí ni como absolutas, sino sencillamente como relativas.

Pero es que no se trata de hacer ver la nulidad empírica del espacio vacío,
etc. Abstrayendo, la conciencia se puede desde luego llenar de esa [cosa]
indeterminada, y las abstracciones fijadas son los p e n s a m i e n t o s del espacio
y tiempo puros, de la pura conciencia, del ser puro. Es el pensamiento del
espacio puro etc., esto es, el espacio puro etc. e n 1 1 1 é l m i s m o el que debe
darse a ver como nulo, esto es: que él, como tal, es ya su [propio] contrario; que,
en112 él mismo, su contrario se ha infiltrado ya en él; que él es ya de por sí el
haber salido113 de sí mismo, [o sea:] determinidad.

Esto viene a darse inmediatamente en114 ellos [, en esos pensamientos].


Ellos son –cosa abundantemente descrita por Jacobi- resultados de la
abstracción, expresamente determinados como i n d e t e r m i n a d o s , que es lo
que –por / regresar a su forma más simple- es el ser. Pero es justamente esta
i n d e t e r m i n i d a d lo que constituye la determinidad del mismo, pues la
indeterminidad está contrapuesta a la determinidad, con lo que es, en cuanto
contrapuesto, ella misma es lo determinado o negativo, y además lo negativo
puro, enteramente abstracto. Esta indeterminidad o negación abstracta que, de
este modo, tiene el ser en115 él mismo, es la que la reflexión, tanto externa como
interna, profiere al ponerlo [como] igual a la nada, [o sea cuando] lo declara
vacío ente de razón [, cosa de pensamiento116], nada.- O bien, cabe expresarse
[así:] como el ser es lo carente de determinación, por eso no es él la (afirmativa)
determinidad que él es, no [es] ser, sino nada.

En la pura reflexión del inicio, en el modo en que, en esta Lógica, viene a


hacerse por el s e r en cuanto tal, la transición está todavía oculta; es porque el
s e r está solamente puesto como inmediato por lo que la n a d a irrumpe en117 él
sólo de manera inmediata. Pero todas las determinaciones siguientes, tal como, al
punto, el e s t a r , son más concretas. En el estar está ya p u e s t o lo que la
contradicción de esas abstracciones, y por consiguiente su transitar, contiene y

111
an
112
an
113
Herausgegangenseyn
114
an
115
an
116
Gedankending
117
an

74
engendra. En el caso del ser, en cuanto aquel simple, inmediato, el recuerdo de
que él es el resultado de la abstracción perfecta –siendo ya pues, por ello,
negatividad abstracta [él mismo], nada- es dejado atrás, a las espaldas de la
ciencia, la cual vendrá a exponer dentro de ella misma, partiendo expresamente de
la e s e n c i a , aquella i n m e d i a t e z unilateral como una [inmediatez] mediada,
allí donde el ser es p u e s t o como e x i s t e n c i a y lo que media a este ser,
[como] el fundamento.

Con ese recuerdo cabe representarse –o también, según se dice, e x p l i c a r


y h a c e r c o n c e b i b l e - la transición de ser a nada como algo fácil incluso, y
trivial, a saber: que desde luego el ser –del que se ha hecho el inicio de la
ciencia- nada sea, ya que se puede abstraer de todo y, cuando se ha hecho
abstracción de todo, nada resta. Pero, cabe proseguir, de ese modo no sería el
inicio un [algo] afirmativo, no [sería] ser, sino precisamente nada, y nada sería
entonces también el f i n a l , al menos tanto como el ser inmediato, e incluso aún /
más. Para abreviar, mejor será conceder tal argumentación raciocinante y
atender al modo en que están dispuestos los resultados de que ella alardea.
Según esto, si el resultado de aquella argumentación raciocinante fuera de la
nada y debiera hacerse entonces el inicio por [la] nada (como en la filosofía
china), no cabría por esa razón ni poner la mano al revés, pues antes de ponerla
al revés ya se habría vuelto al revés, precisamente en la misma medida, la nada
en ser (v. arriba: B. Nada). Pero además, si lo presupuesto fuera aquella
abstracción de t o d o –todo, pues, que sigue sin embargo s i e n d o - habría que
tomarla entonces de una manera más exacta; el resultado de la abstracción de
todo ente es, por lo pronto, ser abstracto, s e r en general, al igual que en el
argumento cosmológico de la existencia de Dios, a partir del ser contingente del
mundo –sobre cuyo ser viene allí a elevarse-, el s e r sigue estando implicado en
esa elevación; [es] el ser [el que] viene determinado como s e r i n f i n i t o . De
todas formas, es p o s i b l e empero hacer también abstracción de este ser puro,
agrupando aún al ser en las filas118 de todo [, de ese todo] del que ha sido ya
abstraído; nada queda entonces. Ahora, si lo que se pretende es olvidar o no
saber nada del [hecho de] p e n s a r la nada, esto es, del [hecho] de volverse
súbitamente119 ser, entonces es p o s i b l e continuar, siguiendo el estilo de este
[hecho de] s e r - p o s i b l e 120; en efecto, es posible hacer incluso abstracción
(¡alabado sea Dios!) hasta de la nada (también la creación del mundo es una
abstracción de la nada) y entonces no queda nada, pues se ha hecho abstracción
justamente de ésta, sino que de este modo se ha vuelto a llegar al ser.- Este s e r -
p o s i b l e 121 ofrece un juego exterior del abstraer, [juego] en el que el abstraer
mismo es sólo el hacer unilateral de lo negativo. Por lo pronto, en este mismo
[hecho de] ser-posible122 se encuentra [lo siguiente:] que a él le es el ser tan
118
geschlagen werden
119
Umschlagen
120
Können
121
Können
122
Können

75
indiferente como la nada, y que en la medida en que cada uno de ellos
desaparece, justamente en la misma medida surge también cada uno, mientras
que da justamente igual haber partido del [hecho de] hacer la nada que de la
nada. El [hecho de] hacer la nada, esto es, el mero abstraer, no tiene ya ni más ni
menos verdad que la mera nada.

Igualmente, la dialéctica según la cual trata P l a t ó n en el Parménides del


uno no ha de ser tenida más que por una dialéctica de la reflexión externa. El ser
y el uno son, ambos, formas eléaticas, [formas] que son lo Mismo. Pero también
hay que diferenciarlas, y así las toma Platón en aquel diálogo. Luego de haber
apartado del uno las distintas determinaciones del todo y las partes, del ser en sí
mismo y en otro etc., de la figura, el tiempo etc., el resultado es que al uno no le
conviene el ser, pues el ser no conviene a algo más que de una de aquellas
maneras (p. 141. e. Vol. III. ed. Steph.). Acto seguido trata Platón de la
proposición: e l u n o e s ; y es cosa de ver cómo, en su caso, a partir de esta
proposición viene efectuada la transición hacia el n o - s e r del uno. Ello
acontece por c o m p a r a c i ó n de las dos determinaciones de la proposición
presupuesta: el u n o e s ; la [proposición] contiene al uno y al ser; y [que] el
uno e s [es cosa que] contiene más que cuando se dice solamente: el uno. En el
hecho de su d i v e r s i d a d se da a ver el momento de la negación que la
proposición contiene. Es patente que esta vía tiene una presuposición y es una
reflexión externa. /

Así como el uno es puesto aquí en conjunción con el ser, así el ser, que debe
ser fijado abstractamente p a r a s , í viene de la manera más simple a mostrarse,
sin [necesidad] de entrar en el pensar, en una conjunción que contiene lo
contrario de lo que ha de ser afirmado. Tomado tal como él inmediatamente es,
el ser pertenece a un s u j e t o ; es un[a cosa] proferida, tiene un e s t a r empírico
en general, y con ello, se halla en el campo de la limitación y de lo negativo.
Cualesquiera que sean las expresiones y giros adoptados por el entendimiento
cuando se encrespa contra la unidad de ser y nada, y apela a lo inmediatamente
presente, no viene a encontrar justamente en esta experiencia misma nada más que
ser d e t e r m i n a d o , ser con una limitación o negación: [o sea,] aquella unidad
que él rechaza. La afirmación del ser inmediato se reduce de este modo a una
existencia empírica a cuya m o s t r a c i ó n no puede rehusarse, porque a lo que
ella quiere atenerse es a la inmediatez que está fuera del pensar.

Lo mismo ocurre con la n a d a , sólo que de manera contrapuesta; y esta


reflexión es [sabida y] notoria, y bastantes veces se la ha hecho. La nada, tomada
en su inmediatez, se muestra como e s e n t e ; pues según su naturaleza es lo
mismo que el ser. La nada viene a ser pensada, representada; se habla de ella: e s ,
pues. La nada tiene su ser en123 el pensar, representar, hablar, etc. Pero este ser es
también, además, diferente de ella; se dice, por consiguiente, que la nada es[tá], es
verdad, en el pensar [y] representar, pero que por esa razón no e s , que no le
123
an

76
conviene, en cuanto tal, el ser, que es solamente pensar o representar lo que es
este ser. Pero en124 este diferenciar no cabe negar, precisamente en la misma
medida, que la nada está en respectividad a un ser; pero en la respectividad, [y]
aunque ésta contenga también la diferencia, está presente una unidad con el ser.
Sea cual sea la manera en que la nada venga proferida o mostrada, ésta sea
nuestra en conjunción o si se quiere en contacto con un ser; inseparada de un
ser, o sea: en un e s t a r .

Pero en cuanto que la nada viene a mostrarse así en un estar, le suele todavía a uno venir
a las mientes esta diferencia de la misma con respecto al ser, [a saber:] que el estar de la nada no
convenga en absoluto en nada / a la nada misma; que, para sí misma, no tenga en125 ella el ser;
que ella no s e a el ser e n c u a n t o tal; que la nada sea sólo ausencia de ser, asi como las
tinieblas sólo a u s e n c i a de luz, el frío sólo ausencia de calor etc. Como si las tinieblas tuvieran
significación sólo en referencia al ojo, en la comparación externa con lo positivo, con la luz, al
igual que el frío sería sólo algo en nuestra sensación, mientras que luz, calor, así como ser, serían
por contra de por sí lo objetivo, real, activo, y tuvieran calidad y dignidad sencillamente distintas
que aquellos negativos, que la nada. Cabe encontrar frecuentemente aducida como reflexión muy
importante y conocimiento de mucha monta el que las tinieblas no sea m á s q u e a u s e n c i a
de luz y el frío m á s q u e ausencia de calor. Sobre esta aguda reflexión cabe observar
empíricamente, en este campo de objetos empíricos, que las tinieblas muestran ser desde luego
activas en la luz, en cuanto que la determinan para hacerla color, y sola y primeramente por este
medio le confieren visibilidad, dado que –como anteriormente se dijo- en la pura luz se ve en tan
escasa medida como en las puras tinieblas. La visibilidad es empero un causar efectos en el ojo,
actividad en126 la que tanta parte tiene aquello negativo como la luz, a la que se da valor de [cosa]
real y positiva; de igual manera, el frío se da suficientemente a conocer en el agua, en nuestra
sensación etc., y si le negamos realidad objetiva, con ello no hemos ganado absolutamente nada
frente a él. Además, habría que censurar [el hecho de] que también aquí –como antes- se habla de
un negativo que tiene un determinado contenido, en vez de atenerse a la nada misma, a la que el
ser ni le va a la zaga ni le aventaja en127 abstracción vacía.- Sólo que calor, tinieblas y negaciones
determinadas de este tipo han de ser al punto tomadas de por sí, y hay que ver qué sea puesto con
ello por lo que hace a su determinación general, que es por lo que han sido traídas aquí a
colación. Ellas no deben ser la nada en general, sino la nada de la luz, del calor etc. [, o sea,] de
algo determinado, de un contenido; de modo que ellas son nadas determinadas, nadas rellenas128,
si cabe hablar así. Pero una determinidad –como se verá todavía ulteriormente- es ella misma
una negación; son, así, nadas negativas; pero una nada negativa es algo afirmativo. Que, gracias
a su determinidad (aparecida hace un momento como un e s t a r en el sujeto, o si no en donde
sea), la nada se vuelva súbitamente [cosa] afirmativa es [algo] que a la conciencia, aferrada a la
abstracción [propia] del entendimiento, se le aparece como el colmo de la paradoja; por simple
que sea, la intelección –o también en razón de su misma simplicidad- / de que la negación de la
negación es [algo] positivo aparece como algo trivial, [algo] a lo que el orgulloso entendimiento
124
an
125
an
126
an
127
an
128
inhaltige

77
no necesita en consecuencia prestar atención, a pesar de que la Cosa tenga su exactitud; y no
posee solamente esa exactitud, sino que de la universalidad de tales determinaciones le viene su
extensión infinita y universal aplicación, de modo que bueno sería prestarle atención.

Por lo que hace a la determinación de la transición mutua de ser y nada puede aún
hacerse notar que la [transición] misma ha de ser aprehendida justamente sin ulterior
determinación de reflexión alguna. Ella es inmediata e íntegramente abstracta en virtud de la
abstracción de los momentos transeúntes, esto es, en cuanto que en129 estos momentos no está
puesta aún la determinidad de aquel otro por cuyo medio transitarían; la nada no está p u e s t a
aún e n 1 3 0 e l ser, a pesar de que ser es e s e n c i a l m e n t e nada, y a la inversa. No es por
consiguiente admisible que se apliquen aquí mediaciones más determinadas, tomando a ser y
nada en una cierta relación: ese [acto de] transición no es aún relación alguna. Es pues
improcedente decir: La nada es el f u n d a m e n t o del ser, o: Ser es el f u n d a m e n t o de nada;
[que] la nada es c a u s a del ser, etc.; o [decir que] se puede pasar a la nada sólo a c o n d i c i ó n
de que algo s e a ; o al ser, sólo a c o n d i c i ó n del no ser. El tipo de respectividad no puede ser
ulteriormente determinado sin que al mismo tiempo lo sean los t é r m i n o s 131 respectivos. La
conexión de fundamento y consecuencia, etc. no tiene ya por términos 132, enlazados por aquélla,
al mero ser y a la mera nada, sino expresamente [al] ser que es fundamento, y a algo que, verdad,
es sólo algo puesto, de suyo insubsistente, pero que no es la nada abstracta.

133
Observación 3.
[Título en la Tabla del Contenido: Carácter inconcebible del inicio].

De lo anterior se sigue el modo en que la d i a l é c t i c a se las ha frente al


i n i c i o d e l m u n d o y también [frente] a su ocaso, por medio de lo cual
debiera ser mostrada la e t e r n i d a d de la materia; o sea [el modo como se las
ha] con la dialéctica frente al d e v e n i r , el surgir o perecer, en general.- La
antinomia kantiana sobre la finitud o infinitud del mundo en espacio y tiempo será
considerada con más detalle posteriormente, al tratar del concepto de infinitud
cuantitativa.- Aquella simple dialéctica habitual / está basada en el firme
mantenimiento de la oposición entre ser y nada. De la manera siguiente viene a
ser probado que es imposible inicio alguno del mundo o de algo:

Nada puede tener inicio, ni en la medida en que algo sea, ni en la medida en


que no sea; pues en la medida en que es, el inicio no es lo primero; pero en la
medida en que no es, tampoco se inicia.- En caso de que el mundo o algo
debiera[n] haberse iniciado tendría[n] que haberse iniciado en la nada, pero en la
nada no hay inicio; o bien, la nada no es inicio; pues inicio [es algo que] implica134
129
an
130
an
131
Seiten
132
Seiten
133
Cf. 11: 558]
134
schliesst

78
en sí a un ser, pero la nada no contiene ser alguno. Nada es solamente nada. En
un fundamento, causa, etc., [o sea] cuando la nada viene así determinada, está
contenida una afirmación, ser.- Por el mismo fundamento [o razón], tampoco
puede algo cesar [de ser]. Pues entonces tendría que contener el ser a la nada, pero
ser es solamente [eso:] ser, no lo contrario de sí mismo.

Es evidente que aquí, frente al devenir, o inicio y cese, [frente a] esta


u n i d a d de ser y nada, no viene alegado nada más que un asertórico desmentido
de [aqu]élla, para atribuir verdad a ser y nada, cada uno separado del otro.- Esta
dialéctica es sin embargo por lo menos más consecuente que el representar
reflexionante. Para él tiene valor de perfecta verdad [el hecho de] que ser y nada
sólo por separado sean; pero de otro lado hace valer un inicio y cese como
determinaciones de tipo igualmente verdadero; pero en éstas se acepta
fácticamente la no separación de ser y nada.

En el caso de la presuposición de la absoluta escisión del ser respecto de la


nada, el inicio o el devenir es algo desde luego i n c o n c e b i b l e –como se oye
tan a menudo-; pues se hace una presuposición que suprime135 el inicio o el
devenir, cosa que sin embargo se concede d e n u e v o ; y esta contradicción
puesta por uno mismo y cuya solución hace imposible, quiere decir lo
inconcebible.

Lo aducido es también la misma dialéctica utilizada por el entendimiento


respecto al concepto que136 el análisis superior ofrece de las m a g n i t u d e s
i n f i n i t a m e n t e - p e q u e ñ a s . Más adelante se tratará con mayor detalle de
este concepto.- Esas magnitudes han sido determinadas como [magnitudes] tales
que s o n [, existen] e n s u d e s a p a r e c e r : ni a n t e s de su desaparecer, pues
entonces son magnitudes finitas, ni d e s p u é s d e su / desaparecer, pues entonces
nada son. Contra ese concepto puro, se ha objetado y siempre repetido que: o
b i e n tales magnitudes son algo, o b i e n nada; que no hay e s t a d o
i n t e r m e d i o alguno (estado es aquí una expresión inadecuada, bárbara) entre
ser y no ser.- En este caso, se acepta igualmente la separación absoluta entre ser y
nada. Por el contrario, se ha mostrado ya que ser y nada son de hecho lo mismo o,
por hablar aquel lenguaje, que nada h a y , de ningún modo, que no sea un e s t a d o
i n t e r m e d i o e n t r e s e r y n a d a . La matemática ha de agradecer sus éxitos
más brillantes a la aceptación de esa determinación, contradictoria para el
entendimiento.

Al raciocinante argumento aducido, que hace la falsa presuposición del


absoluto estado de separación de ser y no ser y se queda estancado en ella no hay
que llamarlo d i a l é c t i c a , sino s o f i s t e r í a . Pues sofistería es un argumento
raciocinante que parte de una presuposición carente de fundamento, la cual se
hace valer sin crítica ni meditación; mientras que nosotros llamamos dialéctica al

135
aufhebt
136
den [. Añadido en la ed. crítica.]

79
superior movimiento racional en el que tales [momentos], que parecen
sencillamente separados, pasan por sí mismos, mediante aquello que ellos son, el
uno al otro, y la presuposición se asume. Es la naturaleza dialéctica del ser y la
nada mismos [la que hace] que ellos muestren su unidad, el devenir, como verdad
de ellos.

2.

Momentos del devenir.

El devenir, surgir y perecer, es el estado de no separación de ser y nada; no


la unidad que abstrae de ser y nada, sino que, como unidad d e s e r y n a d a , él
es esta unidad d e t e r m i n a d a , o [la unidad] en la cual tanto ser como nada e s .
Pero en cuanto que ser y nada es cada uno inseparado de su otro, é l n o e s . Por
tanto, ellos s o n en esta unidad, pero como evanescentes, solamente como
a s u m i d o s . Decaen de su s u b s i s t e n c i a d e s u y o –al pronto,
representada- para convertirse en m o m e n t o s t o d a v í a d i f e r e n t e s , pero al
mismo tiempo asumidos. /

Aprehendidos de acuerdo a esta diferencialidad suya, cada uno está en l a


m i s m a como unidad con e l o t r o . El devenir contiene por tanto ser y nada
como d o s u n i d a d e s t a l e s ; de las que cada una es ella misma unidad de ser
y nada; la una, el ser como inmediato y como respectividad a la nada; la otra, la
nada como como inmediata y como respectividad al ser; las determinaciones son
de valor desigual en estas unidades.

El devenir es[tá] de esta manera en determinación doble; en una es la nada


como inmediata, esto es, iniciándose de la nada que se respecta al ser, es decir,
que pasa al mismo; en la otra es el ser como inmediato, esto es, iniciándose del
ser, que pasa a la nada: s u r g i r y p e r e c e r .

Ambos son lo mismo: devenir, también en el sentido de que estas


direcciones tan diferentes se compenetran y paralizan recíprocamente. La una es
p e r e c e r ; ser pasa a nada, pero nada es precisamente en la misma medida lo
opuesto de sí misma, tránsito al ser, surgir. Este surgir es la otra dirección: nada
pasa a ser, pero ser se asume precisamente en la misma medida a sí mismo y es,
más bien, el tránsito a nada, perecer. Ellos no se asumen recíprocamente, el uno
no asume exteriormente al otro; sino que cada uno se asume ensimismadamente y
es en137 él mismo lo contrario de sí.

3.

Asunción del devenir.

137
an

80
El equilibrio en el que se ponen surgir y perecer es por lo pronto el devenir
mismo. Pero éste coincide así [consigo], igualmente, en q u i e t a u n i d a d . Ser y
nada son [, están] en él sólo como evanescentes; pero el devenir como tal no es
sino por la diferencialidad de los mismos. Su desaparecer es por consiguiente el
desaparecer del devenir, o desaparecer del desaparecer mismo. El devenir es una
inquietud carente de contención que se hunde conjuntamente en un resultado
quieto.

Esto podría venir expresado también así: el devenir es el desaparecer de ser


en nada y de nada en ser, así como el desaparecer de ser y nada en general; pero
reposa al mismo tiempo en la diferencia de los mismos. Se contradice / pues en sí
mismo porque unifica en sí [cosas] tales que se contraponen; pero una tal
unificación se destruye [a sí misma].

Este resultado es el ser [y haber] desaparecido, pero no como n a d a ; en ese


caso sería él solamente una recaída en una de las determinaciones ya asumidas, no
resultado de la nada y d e l s e r . Él es la unidad del ser y [la] nada que se ha
convertido en quieta simplicidad. Pero la simplicidad quieta es s e r , sólo que ya
no para sí, sino como determinación del todo.

El devenir es así transición a la unidad de ser y nada, que es como e s e n t e ,


o que tiene la figura de la unilateral unidad i n m e d i a t a de estos momentos: es
el estar.

Observación [Título en la
Tabla del Contenido: La expresión: A s u m i r ].

[El] a s u m i r y lo a s u m i d o (lo i d e a l )138 es uno de los conceptos más


importantes de la filosofía, una determinación fundamental que retorna sin más
por todas partes, [y] cuyo sentido hay que aprehender determinadamente,
diferenciándolo en particular de la nada.- Lo que se asume no se convierte por ello
en nada. Nada es lo i n m e d i a t o ; un asumido es por el contrario un m e d i a d o ,
lo no esente, pero como r e s u l t a d o que ha salido de un ser; tiene a ú n , por
consiguiente, e n 1 3 9 s í la d e t e r m i n i d a d d e l a q u e p r o c e d e .

A s u m i r tiene en el lenguaje el doble sentido de significar tanto conservar,


m a n t e n e r , como igualmente hacer cesar, p o n e r p u n t o f i n a l 140. El
conservar mismo incluye ya en sí lo negativo de que algo venga a ser privado de
su inmediatez y, por ende, de un estar [, como existencia,] abierto a las influencias

138
Ideelle
139
an
140
ein Ende machen

81
exteriores, [y ello] con el fin de mantener ese algo.- Así, lo asumido es un [algo]
al mismo tiempo conservado que no ha perdido sino su inmediatez, pero que no
por ello ha sido aniquilado. Desde el punto de vista del léxico, las dos
determinaciones indicadas de a s u m i r pueden ser aducidas como dos
s i g n i f i c a d o s de esta palabra. Pero a este respecto debería llamar la atención
el que una lengua141 haya llegado a utilizar una y la misma palabra para dos
determinaciones contrapuestas. Para el pensar especulativo es alentador
encontrar en el lenguaje142 palabra que tengan en143 ellas mismas un significado
especulativo; el idioma144 alemán tiene más de este tipo. El doble sentido del
latín: / tollere (famoso por el retruécano ciceroniano: tollendum esse
Octavium145 no llega tan lejos; la determinación afirmativa alcanza sólo hasta
“elevar”. Algo está asumido solamente en la medida en que ha pasado a entrar en
la unidad con su contrapuesto; en esta determinación más precisa, en cuanto que
es un [algo] reflexionado y puede ser llamado, convenientemente, m o m e n t o .-
En la palanca, p e s o y d i s t a n c i a de un punto son denominados m o m e n t o s
mecánicos de la misma en virtud de la m i s m i d a d de su efecto, a pesar de toda
la restante diversidad que hay entre un[a cosa] real146, como es un peso, y otra
ideal147, la mera determinación espacial, la línea; vid. Encicl. de las cienc. filos.
3ª ed. § 261, Obs. Aún con mayor frecuencia se impondrá la observación de que el
lenguaje técnico de la filosofía utiliza expresiones latinas para determinaciones
reflexionadas, bien porque la lengua vernácula no tenga ninguna expresión para
ello, o bien porque cuando la tiene, como aquí, su expresión recuerda más lo
inmediato, mientras que la lengua extranjera recuerda más lo reflexionado.

El sentido y expresión más precisos que reciben 148 el ser y [la] nada en
cuanto que, desde ahora, son m o m e n t o s ha de darse cuando se tome en
consideración el estar, en cuanto unidad en que ellos están conservados. Ser es ser
y nada es nada solamente en la diferencialidad del uno respecto al149 otro; pero en
la verdad de ambos, en su unidad, ellos han desaparecido como esas
determinaciones y son ahora algo otro. Ser y nada son lo mismo; p o r q u e s o n
l o m i s m o , p o r e s o n o s o n y a s e r y n a d a , y tienen una
determinación diversa; en el devenir, fueron surgir y perecer; en el estar, en
cuanto unidad determinada de otro modo son, a su vez, momentos determinados
de otro modo. Esta unidad queda ahora de basamento suyo, del cual no salen ya
para tomar [de nuevo] el significado abstracto de ser y nada. /

CAPÍTULO SEGUNDO.
141
Sprache
142
Sprache
143
an
144
Sprache
145
[“Hay que relevar a Octavio [bien eliminándolo, bien elevándolo de rango]”]
146
Reellen
147
Ideellen
148
erhalten
149
von

82
EL ESTAR.

Estar es ser d e t e r m i n a d o ; su determinidad es determinidad e s e n t e ,


c u a l i d a d . A l g o está, por su cualidad, frente a otro, sino en150 él determinado
de forma sencillamente negativa. Esta su negación, enfrentada por lo pronto a
algo finito, es lo i n f i n i t o ; la oposición abstracta en que aparecen estas
determinaciones se disuelve en la infinitud carente de oposición, en el s e r p a r a
sí.

El tratado del estar tiene, así, los tres apartados:

A) e l e s t a r e n c u a n t o t a l ;

B) a l g o y o t r o , la f i n i t u d ;

C) l a i n f i n i t u d c u a l i t a t i v a .

A.

ESTAR, EN CUANTO TAL.

En151 el estar

a. e n c u a n t o t a l, hay que diferenciar por lo pronto su determinación

b. en cuanto c u a l i d a d . Mas ésta ha de tomarse tanto en una como en la


otra determinación del estar: como r e a l i d a d y como n e g a c i ó n . En estas
determinidades empero, [el] estar está, precisamente en la misma manera,
reflexionado en sí; y puesto en cuanto tal es él

c. a l g o , ente que está ahí152 /

a.

Estar en general.

Del devenir brota el estar. El estar es el simple estar aunados el ser y la


nada. Por mor de esta simplicidad, tiene la forma de un i n m e d i a t o . Su
mediación, el devenir, se halla tras él; ella se ha asumido, y el estar aparece por
consiguiente como un [algo] primero del que se partiera. Está por lo pronto en la

150
an
151
an
152
Daseyendes

83
determinación unilateral del s e r ; la otra [determinación] que él contiene, la
n a d a , se distinguirá igualmente en153 él, frente a aquélla.

Él no es mero ser, sino e s t a r . Tomado etimológicamente: ser en154 un


cierto l u g a r [, o sea: estar]; pero la representación espacial no es aquí pertinente.
Según su devenir, estar es en general s e r con un n o s e r , de tal modo que este
no ser sea acogido en unidad simple con el ser. El n o s e r , acogido de tal modo
en el ser que el todo concreto esté en la forma del ser, de la inmediatez,
constituye la d e t e r m i n i d a d en cuanto tal.

El t o d o está igualmente en la forma, o sea d e t e r m i n i d a d del ser, pues


ser se ha mostrado en el devenir, igualmente, [como] siendo sólo un momento: un
[algo] asumido, negativamente determinado; mas eso lo es p a r a n o s o t r o s ,
e n n u e s t r a r e f l e x i ó n , sin estar p u e s t o aún en155 él mismo. Pero la
determinidad del estar en cuanto tal es la [determinidad] puesta, que se halla
también en la expresión: ser a h í 1 5 6 . - Hay que diferenciar muy bien en todo
caso entre ambas; sólo aquello que está p u e s t o en157 un concepto pertenece a
la consideración, en desarrollo, del mismo, a su contenido. La determinidad aún
no puesta en158 él mismo pertenece empero a nuestra reflexión, ya concierna a la
naturaleza del concepto mismo o sea comparación externa; hacer notar una
determinidad de la última clase es cosa que sólo puede servir para dilucidar o
aludir de antemano a la vía que en el desarrollo se expondrá a sí misma. Que el
todo, la unidad del ser y la nada, esté en la u n i l a t e r a l d e t e r m i n i d a d del
ser, es una reflexión exterior; pero en la negación, en algo, o t r o , etc. vendrá a
darse como p u e s t a . - Aquí había que llamar la atención sobre la diferencia
indicada; pero dar cuenta y señal de todo cuanto la reflexión se pueda permitir
conduciría a la prolijidad de anticipar aquello que tiene que resultar en159 la
Cosa misma. Aun cuando reflexiones semejantes pueden servir para facilitar una
visión de conjunto y, por ende, la comprensión, conllevan sin embargo también la
desventaja de darse a ver como afirmaciones, fundamentos y basamentos
injustificados / y establecidos en vista de lo que sigue. Por consiguiente, no deben
ser tomados por más de lo que son, diferenciándolos de aquello que es un
momento en el curso hacia adelante de la Cosa misma.

El estar corresponde al s e r de la esfera precedente; sin embargo, el ser es


lo indeterminado, razón por la cual no se dan determinaciones en 160 él. Pero el
estar es ser determinado, un [ser] c o n c r e t o ; en161 él se abren

153
an
154
an
155
an
156
D a seyn [:”ser ahí; estar (determinado).”]
157
an
158
an
159
an
160
an
161
an

84
consiguientemente, al punto, más determinaciones, relaciones diferentes de sus
momentos.

b.

Cualidad.

Por mor de la inmediatez en que, en el estar, ser y nada están aunados, no se


sobrepasan el uno al otro; hasta donde esté siendo el estar, hasta ese punto es él no
ser, [o sea] está determinado. El ser no es lo u n i v e r s a l , la determinidad no [es]
lo p a r t i c u l a r . La determinidad n o se ha d e s p r e n d i d o aún del s e r ; es
verdad que tampoco se desprenderá ya de él; pues lo verdadero, situado desde
ahora de fundamento, es la unidad del no ser con el ser; sobre ella, como
fundamento, vienen a darse todas las determinaciones ulteriores. Pero la
respectividad en que la determinidad está aquí con el ser es la unidad inmediata
de ambos, de modo que no está puesta todavía ninguna diferenciación entre ellos.
Aislada de este modo para sí, la determinidad es, en cuanto determinidad
e s e n t e , la c u a l i d a d : un [algo] simple, inmediato. La d e t e r m i n i d a d en
general es [algo] más universal, [algo] que puede ser también, de igual manera,
lo cuantitativo, como [algo] ulteriormente determinado. En virtud de esta
simplicidad, no hay más que decir de la cualidad en cuanto tal.

Pero el estar, en el que están contenidos tanto la nada como el ser,


constituye él mismo el patrón de medida respecto a la unilateralidad de la
cualidad, [entendida] como determinidad solamente i n m e d i a t a o e s e n t e .
Ella ha de ser puesta precisamente de la misma manera en la determinación de la
nada, con lo que la determinidad inmediata o e s e n t e viene entonces a ser
puesta como una [determinidad] diferente, reflexionada; y la nada, al ser
entonces la [nada] determinada de una determinidad, es igualmente una [nada]
reflexionada, un a c t o - d e -n e g a c i ó n 1 6 2 . La cualidad, en cuanto que,
diferente, es válida como e s e n t e , es la r e a l i d a d ; ella, en cuanto afectada por
un acto-de-negación, es n e g a c i ó n en general, una cualidad igualmente, pero
cuya validez es la de una falta, y que se determina después como límite y
limitación. /

Ambas son un estar, pero en la r e a l i d a d –al tener la cualidad el acento


de [cualidad] e s e n t e - está oculto [el hecho de] que contiene la determinidad y,
por tanto, también la negación; la realidad vale consiguientemente sólo como
algo positivo, del que se excluyen [el] acto-de-negación, [el] hallarse en estado
de limitación, [la] falta [o carencia]. Tomada como mera falta, la negación sería
lo que [la] nada es; pero es un estar, una cualidad, sólo que determinada con un
no ser.

162
Verneinung

85
163
Observación.
[Título en la Tabla del Contenido: Significado Realidad y negación.]

Realidad puede parecer una palabra con disparidad de sentidos, dado que es
utilizada con respecto a determinaciones diversas e incluso contrapuestas. En
sentido filosófico se habla, por caso, de realidad m e r a m e n t e e m p í r i c a , en
el sentido de un estar carente de valor. Pero cuando de pensamientos, conceptos,
teorías se dice que n o t i e n e n r e a l i d a d a l g u n a , lo que esto quiere decir es
que no les conviene r e a l i d a d e f e c t i v a alguna; e n 1 6 4 s í o en el concepto
bien podría ser verdad p.e., la idea de una república platónica. A la idea no se le
quita aquí su valor; se la deja estar, incluso a l l a d o de la realidad. Pero frente
a las llamadas m e r a s ideas, frente a m e r o s conceptos, es lo real165 lo que
tiene valor de única [cosa] de verdad.- El sentido, en el cual, por un lado, se
atribuye al estar exterior la decisión sobre la verdad de un contenido, es
justamente tan unilateral como cuando la idea, la esencia y hasta la sensación
interna vienen representadas como indiferentes frente al estar exterior e incluso
tenidas por tanto más excelentes cuanto más alejadas de la realidad estén.

A propósito de la expresión: realidad, hay que mencionar el acostumbrado


166
c o n c e p t o metafísico d e D i o s , base sobre todo de la llamada prueba
ontológica de la existencia de Dios. Dios fue determinado como o m n i t u d d e
t o d a s l a s r e a l i d a d e s , y se decía de esta omnitud que ella no contenía en sí
contradicción alguna, que ninguna de las realidades suprimía167 a las otras; pues
había que tomar una realidad solamente como perfección, como [algo]
a f i r m a t i v o que no contiene negación alguna. De este modo, las realidades no
estarían contrapuestas entre sí ni se contradirían.

Cuando se trata de este concepto de realidad, se acepta que ésta siga


permaneciendo aún cuando toda negación sea apartada con el pensamiento; pero
con ello viene a ser asumida toda determinidad de la misma. / La realidad es
cualidad, estar; con ello, contiene el momento de lo negativo, y únicamente por
ello es lo determinado, que ella es. En el llamado s e n t i d o e m i n e n t e , o como
i n f i n i t a en el significado habitual de la palabra –que es como se decía debía ser
tomada-, la realidad viene ensanchada hasta hacerse carente de determinación, y
pierde su significado. [Se dice que] la bondad de Dios no debe ser bondad en el
sentido habitual, sino en el eminente, ni diversa de la justicia, sino por ella
t e m p l a d a , (una expresión l e i b n i z i a n a de mediación), así como a la inversa
la justicia por la bondad; así, ni la bondad es ya bondad ni la justicia justicia.- La
163
[Cf. 11: 6318]
164
an
165
das Reelle
166
[Cf. 11: 6433]
167
aufhebe

86
potencia debería ser templada por la sabiduría, pero entonces no es potencia en
cuanto tal, pues estaría sometida a aquélla; la sabiduría debería ser ampliada
hasta [hacerse] potencia, pero entonces desaparece como sabiduría que determina
el fin y medida. Más adelante vendrá a darse el concepto verdadero del infinito, y
de su unidad a b s o l u t a , que no ha de ser captado como un t e m p l a r ,
r e c í p r o c o l i m i t a r o m e z c l a r , cosa que es una respectividad superficial,
mantenida en una niebla indeterminada y con la cual sólo [un] representar carente
de concepto puede contentarse.- Tal como se la toma en esa definición de Dios:
como cualidad determinada, la realidad, llevada fuera y más allá de su
determinidad, cesa de ser realidad, convirtiéndose ser abstracto; Dios, en cuanto
lo p u r a m e n t e real en todo lo real, o como o m n i t u d de todas las realidades,
es la misma [cosa] carente de determinación y enjundia que el vacuo absoluto, en
el que todo es uno.

En cambio, si se toma 168la realidad en su determinidad, como contiene


esencialmente el momento de lo negativo, se convierte entonces la omnitud [o
concepto integral] de todas las realidades, precisamente de igual modo, en una
omnitud de todas las negaciones, en la omnitud de todas las contradicciones,
[convirtiéndose] por lo pronto en una suerte de p o t e n c i a absoluta en la que
todo lo determinado es absorbido; pero como ella misma no es más que en la
medida en que está enfrentada aún a un [algo] no asumido por ella, se convierte
entonces –al ser pensada como ampliada potencia enteramente desplegada e
ilimitada- en la nada abstracta. Eso real en todo lo real, el s e r [que hay] en todo
e s t a r –que es lo que debe [, según se dice] expresar el concepto de Dios- no es
otra cosa que el ser abstracto, cosa que es lo mismo que la nada. /
169
La determinidad es la negación en cuanto afirmativamente puesta; es la
proposición de Spinoza Omnis determinatio est negatio; esta proposición es de
importancia infinita; sólo que la negación en cuanto tal es la abstracción carente
de forma; mas no se debe inculpar a la filosofía especulativa de que, para ella, la
negación o la nada sea [algo] último; para ella, es esto así en tan poca medida
como en la realidad sea [algo] de verdad.
170
De esta proposición de que la determinidad es negación se sigue
necesariamente l a u n i d a d d e l a s u s t a n c i a s p i n o z i s t a ; o sea, que no
hay sino una sola sustancia. P e n s a r y s e r o extensión, es decir las dos
determinaciones que Spinoza tiene ante sí, tuvieron que ser puestas por él como
aunadas en esta unidad pues, en cuanto realidades determinadas, ellas son
negaciones, cuya infinitud es su unidad; según la definición spinozista –de que
hablaremos más adelante- la infinitud de algo es su afirmación. Por tanto, las
concibió como atributos, es decir como [cosas] tales que no tienen una
consistencia particular, en ser-en-y-para-sí, sino que sólo son como asumidas,

168
[Cf. 11: 7618]
169
[Cf.11: 7611]
170
[Cf. 11: 7627]

87
como momento; o, más bien, ni siquiera son para él momentos, pues la sustancia
es en ella misma lo enteramente carente de determinación, y los atributos, al
igual que los modos, son diferenciaciones hechas por entendimiento externo.- De
igual manera, tampoco puede tener consistencia la sustancialidad de los
individuos en vista de aquella proposición. El individuo es respectividad a sí
porque pone límites a toda otra [cosa]; pero estos límites son, con ello, límites de
sí mismo, respectividades a otro; él no tiene su estar en él mismo. Bien es verdad
que el individuo es m á s que algo simplemente limitado por todos lados; pero,
este m á s pertenece a otra esfera del concepto; en la metafísica del ser es él un
[algo] sencillamente determinado [, sin más]; frente al hecho de que un [algo] tal,
[de] que lo finito como tal sea en y para sí, la determinidad se hace valer
esencialmente como negación y lo arrebata [y desgarra] en el171 mismo
movimiento negativo del entendimiento, que hace desaparecer todo en la172
unidad abstracta, la sustancia.

La negación está inmediatamente enfrentada a la realidad; posteriormente,


en la esfera propia de las determinaciones reflexionadas, vendrá a estar
contrapuesta a lo p o s i t i v o , / el cual es la realidad que reflexiona sobre la
negación: la realidad en173 la que p a r e c e lo negativo escondido aún en la174
realidad en cuanto tal.
175
La cualidad es al respecto, primero, ante todo p r o p i e d a d , al mostrarse
como d e t e r m i n a c i ó n i n m a n e n t e en una r e s p e c t i v i d a d e x t e r i o r .
Se entiende por propiedades, por ejemplo de hierbas, determinaciones que no
solamente son en general p r o p i a s de un algo, sino [que lo son] en la medida en
que él se c o n s e r v a por este medio de una manera peculiar en la respectividad
a otras, sin dejar que las influencias ajenas puestas en él operen en él, sino
haciendo v a l e r sus propias determinaciones en el otro, sin rechazarlo
ciertamente y apartarlo de sí-. En cambio, las determinidades más en reposo176,
como por ejemplo figura, configuración, no suelen ser denominadas propiedades,
ni tampoco, por caso, cualidades, en la medida en que éstas vienen representadas
como variables, no idénticas al s e r .
177
La Q u a l i r u n g [“cualificación como fuente de afecciones sobre el
sujeto pasivo”] o I n q u a l i r u n g una expresión de la filosofía de J a c o b
B ö h m e -[filosofía] que se encamina a la profundidad, pero a una profundidad
turbia, significa el movimiento de una cualidad (ácida, astringente, cáustica etc.)
en ella misma, en la medida en que ésta se pone y asienta en su naturaleza
negativa (en su Q u a l [, en su padecimiento]) a partir de otro; es en general la

171
in die [Con movimiento]
172
in der [Locativo, sin movimiento]
173
an
174
in der [Locativo, sin movimiento]
175
[Cf. 11: 7125]
176
mehr ruhenden
177
[Cf. 11: 728]

88
inquietud de ella en178 ella misma, según la cual ella se engendra y mantiene sólo
en la lucha.

c.
179
Algo.

En180 el estar ha venido a distinguirse su determinidad como cualidad; en181


ésta, en cuanto estante182, la diferencia e s : [la diferencia] de realidad y
negación. Ahora bien, en la medida en que estas diferencias están presentes en183
el estar, en esa medida son, también, nulas y [están] asumidas. La realidad
contiene ella misma la negación: es estar, no [el] ser indeterminado, abstracto.
De igual modo, la negación es estar; no la nada que, de forma abstracta, debe
ser184, sino puesta aquí como ella en185 sí es, como esente [y] perteneciente al
estar. Así, la / cualidad no está en general separada del estar, el cual es
solamente ser determinado, cualitativo.
Esta asunción de la diferenciación es más que una mera recogida y
descarga externa y renovada, de la misma, o [más] que un simple retorno al
simple inicio, al estar en cuanto tal. De la diferencia no cabe descargarse, pues
ella e s . Lo fáctico, y por tanto lo presente, es el estar, en general, la diferencia
[que está] en186 él y la asunción de esta diferencia; el estar, [mas] no como
carente de diferencia, tal como al inicio, sino como d e n u e v o igual a sí mismo,
p o r a s u n c i ó n d e l a d i f e r e n c i a : la simplicidad del estar [, que viene]
m e d i a d a por esta asunción. Este haberse-asumido187 la diferencia es la propia
determinidad del estar; él es, así, s e r e n s í ; el estar es e n t e q u e e s t á ,
algo.

El algo es la p r i m e r a n e g a c i ó n d e l a n e g a c i ó n , en cuanto
simple respectividad esente a sí. Estar, vivir, pensar, etc. se determina[n]
esencialmente hasta [hacerse] e n t e q u e e s t á [ahí], v i v i e n t e , p e n s a n t e
(Yo), etc. Esta determinación es de importancia suma, a fin de no quedarse
estancado en el estar, vivir, pensar, etc., ni tampoco en la d e i d a d (en lugar de
Dios), como generalidades188. Con razón, para la representación, a l g o tiene el
valor de una [cosa] r e a l 1 8 9 . Sin embargo, a l g o es aún una determinación

178
an
179
[Cf. 11: 6523]
180
an
181
en
182
daseyender
183
en
184
abstract-seynsollende
185
en
186
en
187
Aufgehobenseyn
188
Allgemeinheiten [: “universalidades”].
189
Reelles

89
muy superficial; igual que r e a l i d a d y n e g a c i ó n , el estar y su
determinidad no son ya, es verdad, los vacuos: ser y nada, pero siguen siendo190
determinaciones enteramente abstractas. Por esta razón son también las
expresiones de uso más corriente, y la reflexión filosóficamente inculta las utiliza
en mayor medida, vertiendo allí sus diferenciaciones y creyendo tener en ello191
algo de veras bueno y sólidamente determinado.- Lo negativo de lo negativo es,
en cuanto a l g o , solamente el inicio del sujeto: el ser en sí, sólo que al principio
enteramente indeterminado. Posteriormente se determina por lo pronto, como
ente para sí, y así de seguido, hasta que sola y primeramente en el concepto
obtiene la concreta intensidad del sujeto. A la base de todas estas
determinaciones se halla la unidad negativa consigo. Pero a este propósito hay
que diferenciar bien entre la negación como p r i m e r a , como negación e n
g e n e r a l , y la segunda, la negación de la negación, que es la negatividad
concreta, a b s o l u t a , así como esa [negación] primera es, por el contrario,
solamente la negatividad a b s t r a c t a .
A l g o es e s e n t e [o algo está siendo] en cuanto [que es] la negación de la
negación; pues ésta es el restablecimiento de la respectividad simple a sí: mas
con ello es algo, justamente de igual modo, la m e d i a c i ó n d e s í c o n s i g o .
Ya en lo simple del algo, luego de modo aún más determinado [y más preciso] en
el ser para sí, [en el] sujeto, etc., está presente la mediación de sí consigo mismo;
hasta en el devenir [estaba] ya, sólo [que allí era] la mediación enteramente
abstracta; la mediación / c o n s i g o es[tá] p u e s t a en el algo, en la medida en
que él está determinado como simple [algo] i d é n t i c o . Cabe hacer notar la
presencia de la mediación, en general, frente al principio de la afirmada mera
inmediatez del saber, de la cual debiera [-según dicen-] estar excluida la
mediación; pero no es preciso seguir haciendo notar posteriormente, y de manera
particular, el momento de la mediación, pues éste se encuentra en todos lados y
por doquier, en todo concepto.

Esta mediación consigo que algo, en192 sí, es, no tiene –tomado solamente
como negación de la negación- ninguna determinación concreta por lo que hace
a sus lados [o extremos], de modo que coincide en la unidad simple que [el] s e r
es. Algo e s , y e s pues, también, ente que está [ahí]; además, e n 1 9 3 s í es
también d e v e n i r , pero que no tiene ya solamente por momentos suyos ser y no
ser. Uno de ellos, el ser, es ahora estar y, ulteriormente, ente que está [ahí]. El
segundo es igualmente un e n t e que está [ahí], pero determinado como negativo
de algo: un otro. El algo como devenir es un transitar cuyos momentos son ellos
mismos algo, y que, por ello, es c a m b i o : un devenir devenido ya c o n c r e t o . -
Pero el algo se cambia [-tiene variaciones-] por lo pronto sólo en su concepto, sin
estar p u e s t o aún como mediador y mediado; por lo pronto [está puesto] sólo
190
sind
191
daran
192
an
193
an

90
como conservándose simplemente en su respectividad a sí; y lo negativo de sí,
como un [algo] igual de cualitativo, [siendo] tan sólo un o t r o en general.

LA FINITUD.

a. Algo y otro; por lo pronto están indiferentemente enfrentados; otro es


también un ente que está inmediatamente [ahí], un algo; la negación cae así fuera
de ambos. Algo es[tá] e n 1 9 4 s í [cuando está] frente a su s e r - p a r a - o t r o .
Pero la determinidad pertenece también a su e n s i m i s m a m i e n t o , y es

b . l a d e t e r m i n a c i ó n de éste, la cual pasa, precisamente en la misma


medida, a [la] d i s p o s i c i ó n , que, idéntica a aquélla, constituye el ser-para-
otro –inmanente y al mismo tiempo negado-, el l í m i t e de algo [límite] que

c. es la determinación inmanente del algo mismo, con lo que éste es lo


finito.

En el primer apartado, en el que se trató del e s t a r en general, tenía éste


–al ser por lo pronto tomado [así sin más]- la determinación de e n t e . Los
momentos de su desarrollo, cualidad y algo, tienen por ello, de igual modo,
determinación afirmativa. Por contra, en este apartado se desarrolla la
determinación negativa que / se halla en el estar y que allí era sólo, al principio,
negación en general, negación p r i m e r a , pero que ahora está determinado a
[ser] el punto del s e r - e n - s í de algo, a [ser] negación de la negación.

a.

Algo y otro.

1. Algo y otro son p r i m e r o , los dos, entes que están [ahí], o a l g o .

E n s e g u n d o l u g a r , cada uno de ellos es de igual modo un o t r o . Da


igual cuál sea denominado al pronto, y meramente por serlo [, por ser nombrado
en primer lugar], a l g o (en latín, cuando vienen a darse en una proposición,
ambos se llaman aliud o un respecto a otro: alius alium; o, en una reciprocidad,
análogamente: alter alterum). 195Si denominamos A a un estar y B al otro, [el
término] determinado por lo pronto como lo otro, [es] B. Pero A es precisamente
en la misma medida lo otro de B. Ambos son, de igual manera, o t r o s . Para fijar
la diferencia y el algo que ha de ser tomado como afirmativo sirve el e s t o . Pero
e s t o enuncia justamente que este diferenciar y poner de relieve uno de los algo
es un designar subjetivo, que acaece fuera del algo mismo. En ese mostrenco acto

194
an
195
[Cf. 11: 6111]

91
de mostrar196 [, un mostrar] exterior, [es donde] acaece la entera determinidad; la
expresión misma: e s t o , no contiene diferencia alguna; todos y cada uno de los
algo son justamente tanto és t o s como, con igual derecho, otros. Por: e s t o , se
m i e n t a [y se es de la opinión de] haber expresado algo perfectamente
determinado; de este modo se pasa por alto que, en cuanto obra del
entendimiento, el lenguaje –fuera del n o m b r e de un objeto singular- profiere
sólo [lo] universal; pero el nombre individual carece de sentido, en el sentido de
que él no expresa un universal, y aparece como un [algo] meramente puesto,
[algo] arbitrario por la misma razón por la que cabe aceptar también nombres
propios de manera arbitraria, darlos o, de igual modo, cambiarlos.

Con esto, el ser otro aparece como una determinación extraña al así
determinado estar, o [sea que] lo otro aparece f u e r a del primer estar197; en parte
[, parece] que un estar venga determinado sola y primeramente por un ser tercero
el que hace la c o m p a r a c i ó n ; en parte, [parece] que venga determinado como
otro solamente por mor del otro que está fuera de él, pero que no sea así de por sí.
Al mismo tiempo, y como se ha hecho notar, cada estar se determina, también para
la representación, precisamente en la misma medida como otro estar, de modo que
no queda un estar que estuviera determinado solamente como [eso, como] un
estar, [o sea] que no estuviera fuera de un estar, [y] que por lo tanto no fuese él
mismo un otro./

Ambos están determinados tanto como a l g o cuanto, también, como o t r o ;


con esto, [son] el m i s m o , sin que esté presente ninguna diferencia entre ellos.
Esta m i s m i d a d de las determinaciones acaece empero, igualmente, sólo en la
reflexión externa, en la c o m p a r a c i ó n de ambos; pero, del modo en que el
o t r o está puesto por tanto, así está de por sí el mismo, es verdad, en
respectividad al algo; mas también, d e p o r s í , f u e r a d e l m i s m o .

E n t e r c e r l u g a r , hay que tomar por consiguiente al o t r o como [algo]


aislado, en respectividad a sí mismo; [hay que tomarlo] a b s t r a c t a m e n t e
como lo otro, [como] τό έτερον de Platón. el cual lo contrapone, como uno de los
momentos de la totalidad, a l U n o , atribuyendo de esta manera a l O t r o
n a t u r a l e z a propia. E l o t r o es captado así únicamente como tal; no lo otro
de algo, sino lo otro en198 él mismo, esto es, lo otro de sí mismo.- Tal otro [, que lo
es] según su determinación [y destino], es la n a t u r a l e z a f í s i c a , que es lo
o t r o d e l e s p í r i t u ; esta su determinación es así, por lo pronto, una mera
relatividad, por cuyo medio no viene expresada una cualidad de la naturaleza
misma, sino sólo una respectividad exterior a ella. Pero en cuanto que [es] el
espíritu [el que] es el algo de verdad y que, en199 ella misma, la naturaleza no es
por consiguiente más que [el hecho de] estar frente al espíritu, entonces la

196
Monstriren
197
dem einen Daseyn
198
an
199
an

92
cualidad [, la calidad] de la naturaleza –en la medida en que venga tomada de
por sí- es justamente esto: ser lo otro en200 ella misma, ser lo q u e e s t á -
f u e r a - d e - s í (en las determinaciones del espacio, del tiempo, de la materia).

Lo otro de por sí es lo otro en201 él mismo, y por ende lo otro de sí mismo, o


sea, lo otro de lo otro: por tanto, lo desigual en sí, sin más, lo que se niega [a sí],
lo que se c a m b i a . Pero en igual modo sigue siendo idéntico a sí, pues aquello
en que él se cambia es lo o t r o que, aparte de serlo, no tiene más determinación;
mientras que lo que se cambia no está determinado a ser otro de una manera
distinta202, sino de la misma [, o sea como otro]; por consiguiente, en él mismo n o
h a c e s i n o c o i n c i d i r c o n s i g o . Está así puesto como un [algo] en sí
reflexionado, con asunción del ser otro; [como] algo i d é n t i c o consigo, del que
por ende el ser otro, que al mismo tiempo es momento del mismo, es un [algo]
diferente que no le conviene en cuanto algo mismo.

2. Algo 203se m a n t i e n e en su no-estar; es, esencialmente, u n a s o l a


[cosa] con él y, esencialmente, n o u n a s o l a [cosa] con él. Se halla por tanto en
r e s p e c t i v i d a d a su ser otro; él no es puramente su ser otro. El ser otro está al
mismo tiempo contenido en él y, al mismo tiempo, s e p a r a d o todavía de él; es
ser-para-otro.

Estar, en cuanto tal, es [algo] inmediato, carente de respectividad; o [sea,]


está en la determinación del s e r . Pero estar, en cuanto [algo] que incluye en sí al
no-ser, es ser d e t e r m i n a d o , ser que ha sufrido la acción de ser en sí negado204
y es, de resultas, por lo pronto otro: pero, en virtud de que él se mantiene también
al mismo tiempo en la acción que lo niega205, no es sino s e r - p a r a - o t r o . /

Él se mantiene en su no-estar, y es ser; pero no ser en general, sino como


respectividad a sí f r e n t e a su respectividad a otro, como igualdad consigo frente
a su desigualdad. Un ser tal es s e r e n s i m i s m a d o .

Ser-para-otro y ser ensimismado constituyen los d o s m o m e n t o s del


algo. D o s p a r e s de determinaciones son los que vienen aquí a darse: 1) a l g o
y o t r o ; 2) ser-para-otro y ser ensimismado. Los primeros contienen la
carencia de respectividad de su determinidad; algo y otro caen el uno fuera del
otro. Pero su verdad es su respectividad; el ser-para-otro y el ser ensimismado
son, por consiguiente, aquellas determinaciones, puestas como m o m e n t o s de
uno y lo mismo, en cuanto determinaciones que son respectividades y que
permanecen en la unidad de ellas, en la unidad del estar. Cada uno [de los]

200
an
201
an
202
verschiedene
203
[Cf. 11: 6136]
204
verneintes
205
seiner Verneinung

93
mismos contiene, por ende en206 él, al mismo tiempo, también el momento que
diverge de él, [el momento] suyo.

Ser y nada en su unidad, la cual es estar, no son [o sea, no se dan] ya como


ser y nada; eso lo son solamente fuera de su unidad; así, en su inquieta unidad, en
el devenir, son surgir y perecer.- Ser, en el algo, es s e r e n s i m i s m a d o . Ser, la
respectividad a sí, la igualdad consigo, ya no es ahora inmediato, sino
respectividad a sí solamente en cuanto no ser del ser otro (en cuanto estar en sí
reflexionado).- De igual modo no ser, como momento del algo, no es en esta
unidad de ser y no ser, no-estar en general, sino otro y, más determinadamente,
según la d i f e r e n c i a c i ó n del ser respecto de él [mismo], a la vez
r e s p e c t i v i d a d a su no estar, s e r -para-otro.

Con ello, s e r e n s i m i s m a d o es, en primer lugar, respectividad negativa


al no-estar; tiene el ser otro fuera de él y se le enfrenta; en la medida en que algo
es[tá] e n s i m i s m a d o , es[tá] sustraido al ser otro y al ser-para-otro. Pero, en
segundo lugar, tiene también en207 él al no ser, pues él mismo e s e l n o s e r del
ser-para-otro./

Pero el s e r - p a r a - o t r o es, en primer lugar, negación de la simple


respectividad del ser a sí, que debe ser por lo pronto estar y algo en la medida en
que algo es[tá] en otro, es para otro, está privado del propio ser. Pero, en segundo
lugar, él no es el no-estar en cuanto pura nada; él es no-estar que apunta al ser
ensimismado como a su ser reflexionado en sí; igual que, a la inversa, el ser
ensimismado apunta al ser-para-otro.

3. Ambos momentos son determinaciones de uno y el mismo [algo], a saber,


del algo. 208Algo está e n - s i m i s m a d o en la medida en que, a partir del ser-
para-otro, ha retornado a sí. Pero algo tiene también una determinación o
circunstancia e n s í (aquí cae el acento sobre el e n ) o [sea] e n él, en la medida
en que esa circunstancia está exteriormente en él [y] es un ser-para-otro.

Ello lleva a una determinación ulterior. S e r e n s i m i s m a d o y ser-para-


otro son, al pronto, distintos209; pero, el que algo tenga también e n é l a q u e l l o
q u e é l ensimismadamente es, y a la inversa, que lo que él es en cuanto ser-para-
otro lo sea también ensimismadamente, es [constituye] la identidad del ser-
ensimismado y del ser-para-otro, según la determinación [consistente en] que
algo mismo es uno y el mismo [algo] de ambos momentos, o sea [que] ellos están
inseparados en [dentro de] él.-Formalmente210 le da ya esta identidad en la esfera
del estar, pero mas expresamente [se da] en la consideración de la esencia y luego
de la relación de la i n t e r i o r i d a d y e x t e r i o r i d a d ; y, del modo más
determinado, en la consideración de la idea como unidad del concepto y de la
206
an
207
an
208
[Cf. 11: 643]
209
verschieden
210
formell

94
realidad efectiva.- Se tiene la opinión de haber dicho algo elevado con el e n s í ,
i g u a l que con lo i n t e r n o ; pero, lo que algo s o l a m e n t e e n s í es, es
también [algo] que no hace m á s q u e estar e n é l ; en sí es una determinación
que no es más que abstracta y, por ende, ella misma exterior. Las expresiones
[del tipo]: nada hay e n 2 1 1 é l [que valga la pena], o bien algo hay e n 212 ello
[que merece atención], implican, aunque de un modo algo oscuro, que lo que hay
e n 2 1 3 u n o pertenece también a su s e r e n s i m i s m a d o , a su interno valor de
verdad.

Cabe hacer notar que aquí viene a darse el sentido de la c o s a - e n - s í 214, la


cual es una abstracción muy simple pero que, durante un tiempo, fue una
determinación muy importante, algo casi excelso, al igual que la proposición de
que no sabemos lo que sean las cosas en sí / era una sabiduría que valía para
múltiples cosas.- Se dice que las cosas son en-sí en la medida en que se hace
abstracción de todo ser-para-otro; es decir, y en general, en la medida en que
viven pensadas sin ninguna determinación, como nadas. Desde luego que, en este
sentido, imposible es saber q u é sea la cosa-en-sí. Pues la pregunta: ¿ q u é ?
requiere se aduzcan d e t e r m i n a c i o n e s ; mas como las cosas de las que se
pide indicación deben ser al mismo tiempo c o s a s - e n - s í , es decir, justamente
sin determinación, de una manera carente de pensamiento se ha puesto entonces
en la pregunta la imposibilidad de dar contestación, o bien no se hace [de ella]
sino una respuesta sin sentido. La cosa-en-sí es lo mismo que ese absoluto del que
nada se sabe salvo que, en él, todo es uno. En consecuencia, se sabe muy bien lo
que hay e n 2 1 5 estas cosas-en-sí; éstas no son, en cuanto tal, más que [cosas]
carentes de verdad, vacuas abstracciones. Pero la exposición de lo que en verdad
sea la cosa-en-sí, de qué sea de verdad en sí, es la lógica, en la cual, empero, se
entiende por e n 2 1 6 s í algo mejor que la abstracción, a saber: aquello que algo,
en su concepto, es; este [concepto] es empero concreto en217 [, dentro de] sí,
concebible como concepto en general y cognoscible en218 sí como determinado y
[como] cohesión de sus determinaciones.

El ser ensimismado tiene por lo pronto enfrentado a él como momento suyo


al ser-para-otro; pero también le está enfrentado al mismo el s e r p u e s t o ; es
verdad que en esta expresión se halla ya el ser-para-otro, pero ésta contiene de
manera determinada el ya acontecido repliegue219 de aquello que no es en220 sí en
aquello que es su ser ensimismado, en donde él221 es p o s i t i v o . Hay que tomar
211
an
212
an
213
an
214
[ Hasta el final del apartado, “en sí” vierte siempre an sich.]
215
an
216
an
217
in
218
in
219
Zurückbeugung [: “reflexión”].
220
an
221
es [E.d.: el ser-para-otro, lo que no es en sí].

95
habitualmente al s e r e n s i m i s m a d o como una manera abstracta de expresar
el concepto; p o n e r [es cosa que] acaece propiamente por vez primera en la
esfera de la esencia, de la reflexión objetiva; el fundamento p o n e aquello que
viene fundamentado por él; la causa aún, g e n e r a un efecto, un estar cuya
subsistencia de suyo está i n m e d i a t a m e n t e negada y que tiene en222 él el
sentido de tener en otro su [propia] C o s a , su ser. En la esfera del ser, el estar no
hace sino b r o t a r del devenir, o [sea:] con el algo es puesto un otro, con lo finito
lo infinito, pero lo finito no genera lo infinito, no lo p o n e . En la esfera del ser, el
mismo d e t e r m i n a r s e del concepto es primero solamente e n 2 2 3 s í , y es así
denominado un transitar [, un pasar]; también las determinaciones reflexionantes
del ser, sean algo y otro, lo finito y [lo] infinito, aunque esencialmente apuntan de
seguido la una a la otra –o sea, son [se dan] como ser-para-otro-, tienen valor de
[determinaciones] c u a l i t a t i v a s , con consistencia de por sí; lo o t r o e s , lo
finito tiene justamente igual valor de e n t e i n m e d i a t o y de tenerse firme de
por sí como lo infinito; el significado de ellas [, de las determinaciones] aparece
como [cosa] acabada / aun sin su otro. Por contra, lo positivo y negativo, causa y
efecto, por más que vengan tomados también como siendo aislados, no tienen al
mismo tiempo ningún sentido sin [remitirse] el uno al otro; e n 224 e l l o s
m i s m o s está presente su mutuo parecer, el parecer del otro de cada uno en
éste.- En los diversos círculos de la determinación, y particularmente en el curso
progresivo de la exposición, o más precisamente en el curso progresivo del
concepto hacia su exposición, es capital diferenciar bien en todo momento lo que
todavía es e n 2 2 5 s í y lo que es[tá] p u e s t o , [o sea] el modo en que estén las
determinaciones en cuanto [estando] en el concepto, y el modo en que estén en
cuanto puestas, o en cuanto siendo-para-otro. Ésta es una diferencia que
pertenece solamente al desarrollo dialéctico, del que el filosofar metafísico, al
cual pertenece también el [filosofar] crítico no tiene noticia; lo único que las
definiciones de la metafísica pretenden, al igual que sus presuposiciones,
diferenciaciones e inferencias, es afirmar y producir [al] ente, y además [al] e n t e
ensimismado.

El s e r - p a r a - o t r o es [se da] en la unidad de algo consigo, [es] idéntico


a su e n 2 2 6 s í ; así, el ser-para-otro es[tá] e n 2 2 7 e l algo. La determinidad
reflexionada de este modo en sí es de nuevo, por ende, s i m p l e [determinar]
e s e n t e y, con ello, de nuevo una cualidad: la d e t e r m i n a c i ó n .

b.

Determinación, disposición y límite.


222
an
223
an
224
an
225
an
226
an
227
an

96
El e n 2 2 8 s í, en el que algo, partiendo de su ser-para-otro, está
reflexionado en sí, ya no es [algo] abstracto en229 sí sino que, al ser negación de
su ser-para-otro, está mediado por éste que, así, es momento suyo. No es él tan
sólo la identidad inmediata de algo consigo, sino la [identidad] por la cual algo es
también e n 2 3 0 é l lo que él e n 2 3 1 s í es; el ser-para-otro está e n 2 3 2 é l
porque el e n 2 3 3 s í es la asunción del mismo, [porque algo] es en234 sí a l
p r o v e n i r d e l m i s m o ; mas ya también y precisamente en la misma medida,
por ser abstracto, o sea por estar esencialmente afectado de negación, [afectado]
de ser-para-otro. Lo aquí presente no es tan sólo cualidad y realidad,
determinidad esente, sino determinidad e n s i m i s m a d a m e n t e e s e n t e ; y el
desarrollo es [, consiste] e n p o n e r l a como esta determinidad en sí
reflexionada.

1. La cualidad, que en el simple algo es el en235 sí, [al estar] esencialmente


en unidad con el otro momento de éste, [a saber con] e l e s t a r 2 3 6 - e n 2 3 7 - é l ,
puede ser denominada su d e t e r m i n a c i ó n , en la medida en que esta palabra
se diferencia, en un sentido más exacto, de [la voz] d e t e r m i n i d a d . La
determinación es la determinidad afirmativa, [a saber:] en cuanto ser
ensimismado al que algo, en su estar, frente a su implicación con otro que lo
determinara, guarda conformidad, conservándose [, manteniéndose] en su
igualdad consigo y / haciéndola238 valer en su ser-para-otro. Él l l e n a su
determinación [-cumple su destino-] en la medida en que la determinidad
ulterior, que al pronto medra de varia suerte mediante su relacionarse-y-
comportarse con otro, viene a ser, de conformidad con su ser ensimismado, su
plenitud. En la determinación [, el destino,] está comprendido el que, aquello que
algo sea en239 sí, esté también e n 2 4 0 é l.

L a d e t e r m i n a c i ó n [, el destino] del h o m b r e es la razón pensante:


pensar en general es la simple d e t e r m i n i d a d de aquél, por la cual se
diferencia del animal; él es pensar e n 2 4 1 s í , en la medida en que el mismo está
diferenciado también de su ser-para-otro, de su propia naturalidad y
sensibilidad, que es por lo que está inmediatamente en conexión con otro. Pero el
pensar está, también, e n 2 4 2 é l; el hombre mismo es pensar, e s t á a h í como
228
an
229
an
230
an
231
an
232
an
233
an
234
an
235
an
236
seyn
237
an
238
[Se entiende: haciendo valer su determinación, su destino, en el propio hecho de ser para otro].
239
an
240
an
241
an
242
an

97
pensante, eso es su existencia y realidad efectiva; y además, en cuanto que el
pensar es [, se da] en el estar [, en la existencia] del hombre, y su estar en el
pensar, éste es [pensar] c o n c r e t o , que ha de ser tomado con contenido y
plenificación, es razón pensante y, así, d e t e r m i n a c i ó n del hombre. Mas
incluso esta determinación es, a su vez, solamente e n 2 4 3 s í, en cuanto [que es]
un d e b e r s e r , esto es [en cuanto que] ella, con la plenificación encarnada en
su en244 sí, es[tá] en la forma del en245 sí en general, f r e n t e al estar no
encarnado en ella, [estar] que, al mismo tiempo, es [se da] aún como sensibilidad
y naturaleza, inmediata y exteriormente enfrentada.

2. La plenificación del ser ensimismado con [la] determinidad es también


diferente de la determinidad, que es sólo ser-para-otro y se queda fuera de la
determinación. Pues, en el campo de lo cualitativo, a las diferencias les sigue
quedando también, en su ser-asumido, el inmediato ser cualitativo [de la] una
frente a la otra. Aquello que el algo tiene e n 2 4 6 é l se divide, de este modo, y es
según este respecto 247[el] estar exterior de algo, [un estar] que es también su
estar, pero que no pertenece a su ser ensimismado.- La determinidad es, así,
disposición.

Dispuesto de una otra manera, algo es[tá] comprendido248 como en externo


influjo y relaciones. Esta respectividad externa de la que depende la disposición, y
el venir determinado249 por otro, aparece[n] como algo contingente. Mas es
cualidad del algo el estar entregado a esta exterioridad y el tener una
disposición.

En la medida en que algo cambia, acaece el cambio en la 250 disposición; el


[cambio] es / e n e l 251 algo aquello que un otro deviene. El [algo] mismo se
[mantiene y] conserva en el cambio, que atañe solamente a esa superficie
inestable de su ser otro, no a su determinación.

Así, determinación y disposición son diferentes la una de la otra; según su


determinación, algo es indiferente, frente a su disposición. Pero aquello que algo
tiene e n 2 5 2 é l es el término medio simple, la d e t e r m i n i d a d en cuanto tal; a
su identidad le pertenece tanto determinación como disposición. Pero la
determinación misma pasa de por sí a disposición, y ésta a aquélla. Ello se halla
[ya] en lo anterior; la conexión253 más precisa es ésta: como aquello que algo es

243
an
244
an
245
an
246
an
247
[Cf. 11: 7030]
248
begriffen
249
Bestimmtwerden
250
in die [Direccional]
251
am
252
an
253
Zusammenhang

98
e n 2 5 4 s í está también e n 2 5 5 é l , está afectado de ser-para-otro; la
determinación está con ello, en cuanto tal, abierta a la relación con otro. La
determinidad es al mismo tiempo momento, pero contiene al mismo tiempo la
diferencia cualitativa de ser diversa del ser ensimismado, de ser lo negativo de
algo, [o sea, de ser] otro estar. La determinidad que, de este modo, comprehende
en sí lo otro, unida al ser ensimismado, introduce el ser-otro en el ser
ensimismado o en la determinación que, por ello, es depuesta a disposición.- A la
inversa, el ser para otro, aislado en cuanto disposición y puesto de por sí, es en256
él lo mismo que lo otro en cuanto tal, [que] lo otro en257 él mismo, esto es, [lo
otro] de sí mismo; de este modo es, empero, estar que se r e s p e c t a a s í , y por
ende ser-ensimismado con una determinidad, o sea d e t e r m i n a c i ó n .- Con
esto, y en la medida en que ambos han de ser mantenidos por separado, la
disposición, que aparece fundada en [algo] exterior, en un otro en general,
d e p e n d e también de la determinación, y el [acto] ajeno de determinar está
determinado por la [determinación] propia, al mismo tiempo inmanente, del algo.
Pero además, la disposición pertenece a aquello que el algo es en258 sí; con su
disposición, algo se altera.

Esta alteración de algo no es ya el cambio primero de algo [acaecido]


meramente según su ser-para-otro; ese [cambio] primero era sólo el cambio en259
sí esente, perteneciente al concepto interno; ahora, el cambio es también el
[cambio] puesto en el260 algo.- El algo mismo está ulteriormente determinado, y
la negación [está] puesta como inmanente a él, como su ser-en-sí desarrollado. /

Por lo pronto, la transición mutua de determinación y disposición es la


asunción de su diferencia, y con ello es puesto el estar o algo en general; y, en
cuanto que él resulta261 de esa diferencia que comprehende en sí también al ser-
otro cualitativo, son [, hay,] dos algo, pero no sólo otros en general, uno frente al
otro –de modo que esta negación fuera aún abstracta y acaeciera sólo en la
comparación-, sino que ella [, la negación,] es desde ahora i n m a n e n t e al algo.
En cuanto e s e n t e s que e s t á n [ahí], son indiferentes, el uno frente al otro,
pero esta afirmación suya ya no es inmediata; cada uno se respecta a sí mismo
m e d i a n t e la asunción del ser otro, que, en la262 determinación, está reflejado
en el263 ser ensimismado.

Algo se relaciona a s í , d e s d e s í m i s m o , con otro, porque el ser otro


está puesto en él como su propio momento; su ser en sí comprehende en sí la

254
an
255
an
256
an
257
an
258
an
259
an
260
am
261
resultirt
262
in der[. Locativo].
263
in das [. Direccional].

99
negación por medio de la cual tiene él ahora en general su afirmativo estar. Pero
lo otro es también cualitativamente diferente de éste, con lo que está puesto fuera
de algo. La negación de su otro es solamente la cualidad del algo, pues [es] como
este asumir a su otro [como] él es algo. Con ello pasa propiamente a enfrentarse
por vez primera lo otro a un estar [, a un ente] mismo; al primer algo le está
enfrentado el otro sólo de manera exterior, o [sea que] mientras de hecho están
ellos conectados sencillamente, esto es, según su concepto, su conexión es ésta:
que el estar ha p a s a d o a ser-otro, algo a otro, que algo es, en la misma
medida que el otro, un otro. Ahora bien, en la medida en que el ser en sí [es] el
no ser del ser otro que está en él contenido, pero que, al mismo tiempo, en cuanto
esente, es diferente, el algo mismo es la negación, e l [acto de] c e s a r u n o t r o
e n 2 6 4 é l ; él está puesto como relacionándose-y-comportándose frente a ello de
forma negativa y, con ello, [como] conservándose-y-manteniéndose: este otro, el
ser en sí de algo como negación de la negación, es su ser e n s i m i s m a d o , y al
mismo tiempo es[tá] dicho asumir –en cuanto simple negación- e n 2 6 5 é l , a
saber: como negación por su parte del otro algo [que es] exterior a él. Él es u n a
ú n i c a determinidad de las [negaciones] mismas, [una determinidad] que es
tanto idéntica al ser en sí de los algo –en cuanto negación de la negación- como
también –al estar estas negaciones mutuamente enfrentadas como otros algo- las
concatena, partiendo de ellas mismas, y en igual medida separa una de otra –[en
cuanto que] cada uno está negando al otro-: el l í m i t e .

3. S e r - p a r a - o t r o es comunidad indeterminada, afirmativa, de algo con


su otro; en el límite se pone de relieve el n o s e r [que es] para otro266, la
negación cualitativa del otro, que, por ello, viene a mantenerse aparte del algo
reflexionado en sí. Preciso es ver [ahora] el desarrollo de este concepto,
[desarrollo] que se muestra empero, más bien, como embrollo y contradicción.
Esta [última] está presente al punto en [el hecho de] que el límite –en cuanto
negación, en sí reflexionada, del algo- contiene en ella, i d e a l m e n t e 267, los
momentos del algo y del otro, y éstos, en cuanto momentos diferentes, están al
mismo tiempo puestos en la esfera del estar como d i f e r e n t e s r e a l 2 6 8 y
cualitativamente.

α. Algo es, por tanto, inmediato estar que se respecta a sí y tiene un límite, /
por lo pronto, como frente a otro; el [límite] es el no ser del otro, no del algo
mismo; en el [límite], el [algo] pone límites a su [propio] otro.- Mas el otro es, a
su vez, un algo en general; así pues, el límite que el algo tiene frente al otro es
también límite del otro en cuanto [que éste es] algo, es límite del mismo, mediante
lo cual mantiene apartado de sí al primer algo [, entendido] como s u otro; o
[sea,] es un n o s e r d e a q u e l a l g o ; así, el [límite] no es solamente no ser
264
an
265
an
266
N i c h t s e y n -für-Anders [. O sea: no la negación de lo que es para otro, sino el no ser que el ser-para-
otro, como ha resultado, es. Cf. la nota de A. Moni a la tr. ital. cit. I, 150-151].
267
ideell
268
reell

100
del otro, sino [no ser] tanto del uno como del otro algo y, por ende, del a l g o en
general.

Pero en la misma medida es el [límite], esencialmente, el no ser del otro, de


modo que algo e s [, se da] al mismo tiempo por medio de su límite. En cuanto
que algo es delimitante, viene a tal efecto a ser ciertamente depuesto [,
degradado] a estar él mismo delimitado; pero su límite, en cuanto [acto de] cesar
el otro en269 él [en el algo], no es a su vez sino, al mismo tiempo, el ser del algo;
é s t e e s p o r é l [, por el límite, ] a q u e l l o q u e é l e s , tiene e n é l [, en el
límite,] s u c u a l i d a d .- Esta relación es la aparición externa [fenoménica] del
[algo, a saber:] que el límite es negación simple o p r i m e r a negación, mientras
que el otro es, al mismo tiempo, la negación de la negación, el ser en sí de algo.

Algo es por tanto, en cuanto estar inmediato, el límite frente a otro algo,
pero tiene el [límite] e n 2 7 0 é l m i s m o , y es algo por mediación del [límite]
mismo, que, precisamente en la misma medida, es su no ser. El [límite] es la
mediación por la que algo y otro t a n t o e s como n o e s .
β. 271Ahora bien, en la medida en que algo e s y n o e s en su límite, y en
que estos momentos son una diferencia inmediata, cualitativa, caen entonces, uno
fuera del otro, el no estar y el estar del algo. Algo tiene su estar f u e r a de su
límite (o, como también se lo representa uno, d e n t r o de él); precisamente así,
también lo otro –por ser algo- está fuera del límite. Éste es el t é r m i n o m e d i o
e n t r e ambos, en el cual ellos cesan. Ambos tienen e l e s t a r [o sea, su
existencia] m á s a l l á del uno y del otro, [más allá] d e s u l í m i t e ; el límite,
como no ser de cada uno de ellos, es lo otro de ambos.

Según esta diversidad [existente] entre algo y su límite, la l í n e a aparece


como línea sólo fuera de su límite, del p u n t o ; la s u p e r f i c i e , como superficie
fuera de la línea; el c u e r p o , sólo como cuerpo fuera de su superficie
delimitante.- Este es el respecto por el que cae por lo pronto el límite en la
representación: [el respecto de ser] el ser-fuera-de-sí del concepto en cuanto que
viene también tomado preponderantemente en los objetos espaciales.

γ. Pero además, el algo, tal como es fuera del límite, es el algo no


delimitado: solamente estar en general. Así, [algo] no es diferente de su otro, [sino
que] es solamente / estar; tiene pues con su otro la misma determinación: cada uno
es solamente algo en general, o ser cada uno es otro; ambos son, así, l o m i s m o .
Pero su estar –[que] por lo pronto [es] inmediato- está puesto ahora con la
determinidad como límite, en el que ambos son lo que ellos son, diferentes el uno
del otro. En igual medida es el [límite], empero, la diferencia c o m ú n de ambos,
la unidad y diferencialidad de los mismos, al igual que [pasaba en] el estar. Esta
identidad doble de ambos, el estar y el límite, implica que el algo tiene su estar

269
an
270
an
271
[Cf. 11: 6820]

101
solamente en el límite, y que, en cuanto que el límite y el estar inmediato son
ambos, al mismo tiempo, lo negativo del uno con respecto al otro, el algo, que
sólo es en su límite, precisamente en la misma medida se separa de sí mismo y,
apuntando más allá de sí, a su no ser, lo profiere como [siendo] su ser, y pasa así
al mismo. Para aplicar esto al ejemplo anterior: igual que una de las
determinaciones es [, consiste] en que solamente en su límite algo es lo que él es,
así el p u n t o no es pues solamente de tal modo límite de la l í n e a que ésta cese
simplemente en él y que ella, en cuanto estar, esté fuera de él; la l í n e a no es sólo
de tal modo límite de la s u p e r f i c i e que ésta cese simplemente en la línea,
como tampoco la s u p e r f i c i e en cuanto límite del c u e r p o . Sino que en el
punto s e i n i c i a también la línea; él es su inicio absoluto, también en la medida
en que ella viene representada como ilimitada por sus dos lados o, según se
expresa [también], como prolongada al infinito; el punto constituye su
e l e m e n t o , tal como la línea el elemento de la superficie, [y] la superficie el del
cuerpo. Estos l í m i t e s son p r i n c i p i o de aquello que delimitan, al igual que el
uno es por ejemplo límite como [número] cien, pero también elemento de la
entera centena.

La otra determinación es la inquietud de algo en su límite, [inquietud


consistente en] ser, en el [límite] en el que es inmanente, la c o n t r a d i c c i ó n ,
que lo envía [y destina] más allá de sí mismo. El punto es así esta dialéctica de sí
mismo [consistente en] convertirse en línea; la línea, la dialéctica de convertirse
en superficie; la superficie, la de convertirse en el espacio total. De la línea, la
superficie y el entero espacio viene a darse una segunda definición, a saber que
la línea surge mediante el m o v i m i e n t o del punto, la superficie mediante el
movimiento de la línea, etc. Pero este m o v i m i e n t o del punto, de la línea, etc.
es visto como algo contingente, o sea [como algo] sólo representado. Sin
embargo, propiamente hablando es retirado [tal aserto] por el hecho de que272 las
determinaciones de que debieran surgir la línea etc. son sus e l e m e n t o s y
p r i n c i p i o s , y éstos no son otra cosa, al mismo tiempo, que sus límites; el
surgir no viene, de este modo, considerado como contingente o [como cosa]
solamente así representada. Que punto, línea, superficie, de por sí, se
contradigan, que sean inicios que se repelen de sí [mismos] y que, con esto, el
punto pase de suyo273, por medio de su concepto, a la línea, s e m u e v a e n 2 7 4
s í y / haga surgir la línea, etc., [es cosa que] se halla en el concepto del límite
inmanente al algo. Con todo, la aplicación misma pertenece a la consideración
del espacio; por hacer aquí alusión a ella: el punto es, así, el límite enteramente
abstracto, pero e n u n e s t a r ; este [último] está tomado aún de manera
enteramente indeterminada, es el llamado e s p a c i o absoluto, es decir abstracto,
el estar uno fuera de otro de forma sencillamente continua. Dado que el límite no
es negación abstracta, sino [negación] e n e s t e e s t a r y que el [límite] es

272
darin
273
aus sich
274
an

102
determinidad e s p a c i a l , el punto es [entonces] espacial, [es] la contradicción
de la negación abstracta y de la continuidad y, por ende, el pasar y haber pasado
a línea, etc., igual que no h a y , pues, [no se da] ningún punto ni tampoco línea[s]
y superficies.

Algo, puesto con su límite inmanente como contradicción de sí mismo, por


medio de la cual es expulsado y propulsado más allá de sí, es lo f i n i t o .

275
c.

La finitud.

El estar está determinado; algo tiene una cualidad, y en ella está, no sólo
determinado, sino delimitado; su cualidad es su límite, afectado del cual sigue
siendo él, por lo pronto, estar afirmativo, en reposo. Pero, desarrollada esta
negación de modo que la oposición de su estar y de la negación [, entendida]
como límite a él inmanente, sea ella misma el ser en sí de algo, y que, con ello, no
sea éste sino devenir en276 él mismo, [todo ello es lo que] constituye la finitud de
algo.

Cuando decimos que las cosas s o n f i n i t a s , se entiende por ello no sólo


que tienen una determinidad, no sólo que tienen la cualidad como realidad y
determinación ensimismadamente esente, de modo que tienen aún [su] estar fuera
de su límite, sino que lo que constituye su naturaleza, su ser, es más bien el no ser.
Las cosas finitas s o n , pero su respectividad a sí mismas es [tal] que se respectan
a sí mismas como n e g a t i v a s , enviándose [, destinándose] justamente, en esta
respectividad a sí mismas, más allá de sí, más allá de su ser. Ellas s o n , pero la
verdad de este ser es su f i n a l . Lo finito no solamente cambia, al igual que [lo
hacía] algo en general, sino que p e r e c e ; y ello no es [cosa] meramente posible,
como si pudiera ser [, existir] sin perecer. Sino que el ser de las cosas finitas, en
cuanto tal [ser], está en tener el germen del perecer como su ser en sí; la hora de
su nacimiento es la hora de su muerte. /

α. La inmediatez de la finitud.

El pensamiento de la finitud de las cosas entraña esta tristeza porque ella [,


la finitud,] es la negación cualitativa llevada al extremo, [porque] a ellas, [a las
cosas,] en la simplicidad de tal determinación, no s e les deja ya un ser afirmativo
d i f e r e n t e de su determinación [, de su estar destinadas] al ocaso. La finitud es,
por mor de esta simplicidad cualitativa de la negación que ha regresado a la
oposición abstracta de la nada y el perecer frente al ser, la categoría más
obstinada[mente defendida por parte] del entendimiento; la negación en general,
275
[Cf. 11: 783]
276
an

103
[la] disposición, [el] límite, se compadecen con su otro, con el estar; también la
nada abstracta viene a ser de por sí abandonada, en cuanto abstracción; pero [la]
finitud es la negación en cuanto f i j a d a e n 2 7 7 s í , y se yergue en consecuencia,
abrupta, frente a su afirmativo. Lo finito se deja de este modo llevar bien por la
corriente; él mismo es esto: estar determinado [, destinado] a su final, pero sólo a
su final: él es más bien el rechazo a dejarse llevar afirmativamente a su
afirmativo, a lo infinito, [el rechazo] a dejarse enlazar con ello, está, pues,
inseparablemente puesto con respecto a su nada, y toda reconciliación con su
otro, con lo afirmativo, está por ello cortada. La determinación [, el destino] de
las cosas finitas no es otra cosa que su f i n a l . El entendimiento persiste en esta
tristeza de la finitud, al hacer del no ser la determinación de las cosas,
[haciéndo]lo al mismo tiempo i m p e r e c e d e r o y a b s o l u t o . La caducidad
de las cosas no podría perecer sino en su otro, en lo afirmativo; así [es como] se
separaría de ellas su finitud; pero ésta es su cualidad inmutable, esto es, [una
cualidad] que no pasa a su otro, o sea a su afirmativo; a s í , e l l a e s e t e r n a .
Ésta es una consideración muy importante; pero que lo finito sea absoluto
es desde luego una posición278 que ninguna filosofía, ni modo de ver, ni el
entendimiento, se dejarán imputar; lo expresamente presente en la afirmación de
lo finito es más bien lo contrario; lo finito es lo limitado, [lo] perecedero; lo finito
n o es m á s q u e lo finito, no lo imperecedero; eso es lo que se halla de
inmediato en su determinación y expresión. Pero todo depende de si en este modo
de ver sigue uno aferrado a l s e r d e l a f i n i t u d , si l a c a d u c i d a d sigue
teniendo consistencia, o si la c a d u c i d a d y el p e r e c e r p e r e c e n . Que no
sea esto empero lo que sucede es justo lo que fácticamente se tiene en ese modo
de ver lo finito que hace del p e r e c e r el [término] ú l t i m o de lo finito. Lo que
se afirma expresamente es que lo finito ni se compadece ni es compatible con lo
infinito, que lo finito está puesto sin más279 frente a lo infinito. A lo infinito se le
atribuye [el] ser, [el] ser absoluto; frente a él queda, así, afianzado lo finito como
lo negativo del mismo; incompatible con lo infinito, lo finito se queda
absolutamente del / lado que le es propio; afirmación [la] obtendría de lo
afirmativo, de lo infinito, y perecería de esta suerte; pero es una unificación con
el mismo lo que se declara como imposible. Si lo finito no debe persistir frente a
lo infinito sino perecer, entonces como acaba de decirse, su perecer sería
justamente lo último, y no lo afirmativo, que sería sólo el perecer del perecer.
Mas si lo finito no debiera perecer en lo afirmativo, sino que su final debiera ser
captado como la n a d a , entonces estaríamos de nuevo en esa nada primera,
abstracta, ella misma perecida tiempo ha.

Sin embargo, en esta nada –que debe ser s ó l o nada y a la que al mismo
tiempo se confiere una existencia, [sea] en el pensar, en el representar o en el
hablar- viene a comparecencia la misma contradicción antes indicada a
277
an
278
Standpunkt
279
schlechthin [: simpliciter].

104
propósito de lo finito, sólo que ésta, allí, se limita a c o m p a r e c e r mientras que
en la finitud está e x p r e s a m e n t e . Allí, la [contradicción] aparece como
subjetiva; aquí se afirma que lo finito e s t á p e r e n n e m e n t e enfrentado a lo
infinito, [o sea] que e s lo en280 sí nulo, y que es [, se da] c o m o en281 sí nulo. Tal
es lo que hay que llevar a conciencia; y el desarrollo de lo finito muestra que él,
en282 él [mismo], al ser esta contradicción, cae de consuno [, mas a la vez
coincide] en sí, pero que en ese punto la resuelve real y efectivamente, [a saber:]
que no es que sea él, tan sólo [cosa] perecedera, y perezca, sino que el perecer, la
nada, no es lo último, sino que perece.

β. 283La limitación y el deber ser.

Es verdad que esta contradicción está presente de manera abstracta, y de


seguido, en [el hecho de] que el a l g o es finito, o sea [en el hecho de] que lo
finito e s . Pero a l g o , o el ser, no está puesto ya de manera abstracta, sino [que
está] reflexionado en sí, y desarrollado como ser en sí que tiene una
determinación y disposición y, de manera aún más determinada [, y precisa], que
tiene en284 él su límite que, al ser inmanente al algo y constituir la cualidad de su
ser en sí, es la finitud. En este concepto del algo finito hay que ver qué tipo de 285
momentos estén contenidos.

Determinación y disposición se dieron a ver como l a d o s para la reflexión


exterior; pero aquélla contenía ya al ser otro como perteneciente al e n 2 8 6 s í de
algo; la exterioridad del ser otro está por una parte en la287 propia interioridad del
algo; por otra sigue siendo, como exterioridad, diferente de él: es aún
exterioridad como tal, pero e n 2 8 8 el algo. Mas en cuanto que el ser otro está
determinado como l í m i t e , mismamente / como negación de la negación,
entonces el ser otro inmanente al algo está puesto como la respectividad de
ambos lados, y la unidad del algo consigo –al que pertenece tanto la
determinación como la disposición- es la respectividad suya [propia] tornada
hacia sí misma, la respectividad al límite por parte de la determinación en289 sí
esente del algo, [respectividad] que niega en él su límite inmanente. El ser interno
a sí idéntico a sí se respecta de este modo a sí mismo como su propio no ser, pero
como negación de la negación, como negando al mismo, que conserva al mismo
tiempo [un] estar dentro de él290, pues es la cualidad de su ser en sí. El límite
280
an
281
an
282
an
283
[Cf. 11: 7324]
284
an
285
was für
286
an
287
in der [. Locativo, sin movimiento].
288
an
289
an
290
Daseyn in ihm

105
propio de algo, puesto así por él como un negativo al mismo tiempo esencial, no
es sólo límite en cuanto al, sino l i m i t a c i ó n . Pero la limitación no es
únicamente [algo] puesto como negado; la negación es de dos filos, en cuanto
que lo puesto por ella como negado es el l í m i t e ; éste es en general, en efecto,
lo común a algo y a otro, y también [la] determinidad del s e r e n s i m i s m a d o
de la determinación en cuanto tal. Con ello, este ser ensimismado, en cuanto
respectividad negativa a su límite –el cual difiere también de él-, [o sea] a sí como
limitación, es d e b e r s e r .

Para que el límite que es[tá] en general en291 el algo, sea limitación, el
[algo] tiene al mismo tiempo que s o b r e p a s a r , en sí mismo, e l l í m i t e y
respectarse, en292 él mismo, a e s t e [límite] c o m o a u n n o e n t e . El estar de
algo yace quietamente indiferente j u n t o a su límite, por así decirlo. Pero algo
sobrepasa su límite solamente en la medida en que su293 ser-asumido, que está
frente a su negativo ser ensimismado. Y como él [, el límite] está en la
d e t e r m i n a c i ó n misma en cuanto limitación, algo se sobrepasa con ello a s í
mismo.

El deber ser contiene, pues, la determinación doble: u n a v e z , como


determinación ensimismadamente esente frente a la negación; la o t r a , empero,
la misma [determinación] como un no ser que es, en cuanto limitación, diferente
de [aqu]élla, pero que al mismo tiempo es él mismo determinación
ensimismadamente esente.

Así, lo finito se ha determinado como respectividad de su determinación a


su límite; en esta respectividad, aquélla es d e b e r s e r ; éste, l i m i t a c i ó n .
Ambos son, así, momentos de lo finito y, con esto, ellos mismos finitos, tanto el
deber ser como la limitación. Mas sólo la limitación está p u e s t a como lo finito;
el deber ser es limitado sólo en294 sí y, con esto, para nosotros. Por su
respectividad al límite, que ya le es inmanente, / lo [finito] es limitado, pero esa
su determinación-de-estar-limitado295 está implícita296 en el ser ensimismado, ya
que [es] según su estar, esto es según su determinidad frente a la limitación,
[como] el ser ensimismado está puesto.

Lo que debe ser, e s y al mismo tiempo n o e s . Si f u e r a , entonces no


d e b e r í a meramente s e r , luego el deber ser tiene esencialmente una
limitación.- Esta limitación no es un [algo] ajeno; a q u e l l o q u e s ó l o debe ser
es la d e t e r m i n a c i ó n , puesta ahora según lo que ella, de hecho es, a saber
[como siendo], al mismo tiempo, sólo una determinidad.

291
an
292
an
293
deren [. Se entiende: “del límite”].
294
an
295
Beschränkung
296
eingehüllt [Lit.: “envuelta”]

106
El ser-ensimismado de algo en su determinación baja pues de posición, y se
hace d e b e r s e r , porque lo mismo que constituye su ser ensimismado es[tá] en
uno y el mismo respecto, como n o s e r , y además de tal modo que en el ser en
sí, en la negación de la negación, cada ser ensimismado es como una de las
negaciones ([como] lo que niega), unidad con la otra que, al mismo tiempo, como
cualitativamente otra [, distinta,] es límite, por cuyo medio es[tá] aquella unidad
como r e s p e c t i v i d a d a ella. La limitación de lo finito no es un [algo] externo,
sino que su propia determinación es también su limitación; y ésta es tanto ella
misma como también deber ser; ella es lo común a ambos o, más bien, aquello en
que ambos son idénticos.

Pero, además, en cuanto deber ser, lo finito sobrepasa ahora su limitación,


y e n d o m á s a l l á [de ella]; la misma determinidad, que es su negación, está
igualmente asumida, y es así su ser ensimismado; su límite tampoco es su límite.

En cuanto d e b e r s e r , algo es, con esto, e l e v a d o s o b r e s u


l i m i t a c i ó n ; pero, a la inversa, solamente e n c u a n t o d e b e r s e r tiene él
su l i m i t a c i ó n . Ambas cosas son inseparables. Algo tiene una limitación en la
medida en que en su determinación tiene la negación, y la determinación es
también el ser-asumido de la limitación.

Observación.

El deber ser ha jugado recientemente un gran papel en la filosofía, sobre


todo con respecto a la moralidad y, metafísicamente, en general también como el
concepto último y absoluto de la identidad del ser ensimismado o de la
respectividad a s í m i s m o y d e l a d e t e r m i n i d a d o del límite. /

P u e d e s , p o r q u e d e b e s : esta expresión, que debiera decir mucho, se


halla dentro del concepto del deber ser. Pues el deber ser es el ser-hacia-fuera,
más allá de la limitación297; el límite es[tá] asumido en el [deber ser] mismo; así,
el ser ensimismado del deber ser es respectividad idéntica a sí y, con ello, la
abstracción del p o d e r [ser o hacer]298.- Pero lo contrario es justamente igual de
correcto: N o p u e d e s , p r e c i s a m e n t e p o r q u e d e b e s . Pues en el deber
ser se halla, precisamente en el mismo sentido, la limitación en cuanto limitación;
ese formalismo de la posibilidad tiene en ella [, en la limitación] una realidad, un
ser-otro cualitativo enfrentado a sí, y la respectividad del uno al otro es la
contradicción y, con ello, el no-poder o, más bien, la imposibilidad.

En el deber ser comienza la acción de sobrepasar la finitud, [acción que es]


la infinitud. El deber ser es aquello que en el desarrollo posterior se expone –
según esa imposibilidad- como progreso al infinito.

297
das Hinausseyn über die Schranke
298
Könnens

107
Por lo que hace a la forma de la l i m i t a c i ó n y del d e b e r s e r , cabe
censurar con más detalle dos prejuicios. En primer lugar, suelen tenerse en
m u c h o las limitaciones del pensar, de la razón, etc., afirmándose que n o se
p u e d e sobrepasar la limitación. En esta afirmación misma se es inconsciente de
que, precisamente al estar algo determinado como limitación, ya se ha ido más
allá de él. Pues una determinidad [o] límite, está determinada como limitación
solamente en oposición a su otro en general y, por tanto, frente a su
i l i m i t a d o ; lo otro de una limitación es justamente el hecho de s a l i r , yendo
más allá de la misma. La piedra o el metal no sobrepasan su limitación porque
ésta no es limitación [alguna] p a r a e l l o s . Sí, con todo, en el caso de tales
proposiciones generales299 del pensar propio del entendimiento, [del tipo de] es
imposible sobrepasar la limitación, no se quiere aplicar el pensar –para ver lo
que se halla en el concepto- cabe remitir a la realidad efectiva, donde tales
proposiciones muestran ser de lo más irreal e inefectivo. Justamente porque el
pensar d e b e ser algo más alto que la realidad efectiva y mantenerse apartado
de ella en regiones más altas, estando por tanto determinado, a su vez, como un
d e b e r s e r , no llega de un lado, en su avance, al concepto, y lo que del otro le
acontece es que se comporta de una manera justamente tan falta de verdad con la
realidad efectiva como con el concepto.- Dado que la piedra no piensa ni tiene
siquiera sensaciones, lo limitado de su constitución no es p a r a e l l a limitación
alguna, es decir, no [es] en ella una negación para la sensación, representación,
pensar etc., que ella no tiene. Pero hasta la piedra, en cuanto algo, es diferente
de su determinación o ser ensimismado y en su estar, y en esta medida sobrepasa
ella también su limitación; el concepto, que ella en300 sí es, contiene / la identidad
con su otro. Si ella es una base acidulable es entonces oxidable, neutralizable,
etc. En la oxidación, neutralización y demás se asume [y supera] su limitación de
existir sólo como base; la [piedra] va más allá [de ello], de igual manera que el
ácido asume [y supera] su limitación de ser [, de darse] como ácido, mientras que
el d e b e r s e r [, o sea el] sobrepasar su limitación, está de tal manera presente
en el [ácido], así como en la base cáustica, que sólo violentamente pueden ser
mantenidos como ácido y base cáustica carentes de agua [o sea: como
anhídridos], es decir puramente no neutrales.

Mas si una existencia no contiene al concepto meramente como abstracto


ser ensimismado, sino como totalidad esente de por sí, como tendencia, vida,
sensación, representar, etc., es ella misma [la que] cumple de suyo el
sobrepasamiento de la limitación y está más allá de ésta. La planta sobrepasa la
limitación de su estado de germen, así como del de flor, fruto, hoja; el germen se
hace planta desplegada, la flor desflorece, etc. El sentiente es, en la limitación
[procedente de tener] hambre, sed, etc., la tendencia a sobrepasar esta limitación,
y lleva a cabo este sobrepasamiento. Tiene la sensación de d o l o r , y la
prerrogativa de la naturaleza sentiente es sentir dolor; el [sentiente] es una
299
allgemeinen
300
an

108
negación en su [propio] sí-mismo que está determinada en el sentimiento de éste
c o m o u n a l i m i t a c i ó n , [y ello] precisamente porque el sentiente tiene el
sentimiento de su s í - m i s m o , el cual es la totalidad que está fuera y más allá de
aquella determinidad. Si no estuviera fuera y más allá, él no la sentiría como
negación suya, y no tendría ningún dolor.- ¿Y en cambio la razón, el pensar, no
debería poder sobrepasar la limitación? Ella, que es lo u n i v e r s a l , lo que está
de por sí fuera y más allá de l a [limitación], esto es de t o d a particularidad, y
que no es sino el sobrepasamiento de la limitación.- Desde luego, no todo
sobrepasamiento ni todo estar más allá del límite es una liberación de verdad del
mismo, una afirmación de verdad; ya el mismo deber ser es un tal
sobrepasamiento imperfecto, y la abstracción en general. Pero apuntar a lo
universal enteramente abstracto [es cosa que] basta contra la aseveración, igual
de abstracta, de que la limitación no puede ser sobrepasada, o [sea] ya el apuntar
a lo infinito en general [basta] contra la aseveración de que no se puede
sobrepasar lo finito.
Cabe mencionar al respecto una ocurrencia, ingeniosa en apariencia, de
L e i b n i z : si una piedra imán tuviera conciencia, vería su dirección al norte
como una determinación de su voluntad, una ley de su libertad. Mas si tuviera
conciencia, y por ende voluntad y libertad, sería pensante, y de este modo sería [,
se daría] para ella el espacio como u n i v e r s a l , continente de t o d a dirección
y, por ende, la s o l a dirección hacia el norte sería [, se daría] más bien como una
limitación de su libertad, de la misma manera que para el hombre es una
limitación el estar retenido en un sitio, mas no para la planta. /

De otra parte el d e b e r s e r es el sobrepasamiento de la limitación, pero


un s o b r e p a s a m i e n t o solamente f i n i t o . Tiene por consiguiente su sitio y
su valor en el campo de la finitud, allí donde el ser ensimismado se mantiene
firme frente a lo limitado y, como regla, [como] lo esencial, se afirma frente a lo
nulo. El deber es un d e b e r s e r que se vuelve frente a la voluntad particular,
frente al deseo egoísta y el interés arbitrario; a la voluntad, en la medida en que
ella pueda aislarse, en su movilidad, de lo que es de verdad, se le encara éste
como un deber ser. Los que mantienen tan alto el deber ser de la moral y son de
la opinión de que la moralidad va a verse destruida a menos que se reconozca al
deber ser como lo último y lo de verdad, así como los razonadores301 cuyo
entendimiento se da la incesante satisfacción de poder alegar un deber ser y por
ende un saberlo-todo-mejor frente a todo lo que existe, y que, por ello, tanto
menos se quieren dejar arrebatar el deber ser, no ven que, respecto a la finitud de
su círculo, el deber ser viene a estar perfectamente reconocido.- Pero en la
realidad efectiva misma no están [las cosas] tan tristes como para que [la]
racionalidad y [la] ley se limiten a d e b e r ser –en este punto se queda solamente
lo abstracto del ser ensimismado-, ni tampoco como para que el deber ser se

301
Räsonneurs

109
eternice en302 él mismo y, lo que es lo mismo, la finitud sea absoluta. La filosofía
kantiana y fichteana indica como punto supremo de solución de las
contradicciones de la razón el d e b e r s e r , lo que no es más bien, empero, otra
cosa que la posición [propia] de la persistencia en la finitud y, por ende, en la
contradicción.

γ. Transición de lo finito a lo infinito.

El deber ser contiene de por sí la limitación, y la limitación el deber ser. Su


mutua respectividad es lo finito mismo, que contiene a ambos en su ser en sí.
Estos momentos de su determinación se están cualitativamente contrapuestos; el
límite está determinado como lo negativo del deber ser, y el deber ser, de igual
manera, como lo negativo de la limitación. Lo finito es así la contradicción de sí
en sí; se asume, perece. Pero este su resultado, lo negativo en general, es: α) su
d e t e r m i n a c i ó n misma, pues él es lo negativo. Así, lo finito no ha perecido en
el perecer; por lo pronto, él ha venido a ser, tan sólo o t r o finito que empero, de
igual manera, es el perecer en cuanto tránsito a otro finito, y así de seguido, por
caso, al i n f i n i t o . Pero: β) considerado este resultado de más cerca, lo finito,
en su perecer, en esta negación de sí misma, ha alcanzado entonces su ser
ensimismado; es allí donde ha c o i n c i d i d o c o n s i g o m i s m o . Cada uno de
sus momentos contiene justamente este resultado; el deber ser sobrepasa la
limitación, esto es, se sobrepasa a sí mismo; pero fuera y más allá de él –o sea,
su otro- no está sino la limitación misma. La limitación, empero, apunta
inmediatamente fuera y más allá de sí misma, hacia su otro, que es el deber ser;
pero éste es la misma escisión / del s e r e n s i m i s m a d o y del e s t a r que la
limitación: es lo mismo; por consiguiente, estando fuera y más allá de sí, la
limitación es de igual manera sólo un coincidir consigo. Esta i d e n t i d a d
c o n s i g o , la negación de la negación, es ser afirmativo, y por ende lo otro de lo
finito, al ser aquello que debe tener por determinidad suya la negación primera:
ese otro es l o i n f i n i t o 3 0 3 .

C.

LA I N F I N I T U D .

304
En su concepto simple, lo infinito puede ser visto al pronto como una
nueva definición de lo absoluto; puesto como respectividad a sí carente de
determinación, está puesto como s e r y d e v e n i r . Las formas del e s t a r no
son tenidas en cuenta en la serie de determinaciones, que pueden ser vistas como

302
an
303
das Unendliche [. Vertiré “lo infinito” cuando no lleve calificativo, y “el infinito” cuando lo lleve. P.e.:
“el infinito malo”.]
304
[Cf. 11: 7829]

110
definiciones del absoluto, dado que las formas de aquella esfera están puestas
inmediatamente de por sí sólo como determinidades, como [formas] finitas en
general. Lo infinito, en cambio, tiene sin más valor de absoluto, ya que está
determinado expresamente como negación de lo finito, de modo que es al
carácter-de-estar-limitado305 -del que el ser y [el] devenir, si bien tampoco tienen
o muestran en306 ellos mismos ningún carácter de estar limitados307, podrían sin
embargo ser de algún modo capaces- al que hace referencia expresa en lo
infinito, siendo negado en308 él tal [carácter].

Pero, con ello, lo infinito mismo no está ya, de hecho, retirado del carácter-
de-estar-limitado309 y de la finitud; la cosa primordial es: diferenciar entre el
concepto de verdad de la infinitud y la mala infinitud, entre el infinito de la razón
y el infinito del entendimiento; este último es el infinito d e g r a d a d o a f i n i t o
[, un infinito con m a l f i n ] 3 1 0 ; y, como se verá, justamente cuando se pretende
mantener al infinito en su pureza, apartado de lo finito, no se hace otra cosa que
darle un mal fin.
Lo infinito es:

a. en d e t e r m i n a c i ó n s i m p l e , lo afirmativo en cuanto negación de lo


finito;

b. con ello está empero en r e c í p r o c a d e t e r m i n a c i ó n con lo


f i n i t o , y es el i n f i n i t o abstracto, unilateral;

c. el asumirse de este infinito, así como de lo finito, en cuanto [que ambos


forman] u n ú n i c o proceso: [tal] es el i n f i n i t o d e v e r d a d . /

a.

Lo infinito en general.

Lo infinito es la negación de la negación, lo afirmativo, el s e r , que se ha


restablecido del carácter-de-estar-limitado311. Lo infinito e s , y en un sentido más
intenso que el primer ser inmediato; él es el ser de verdad, la elevación [a partir]
de la limitación. En el nombre de lo infinito d e s p u n t a para el ánimo y el
espíritu su luz [propia], pues allí no e s [tá] el [espíritu] cabe sí sólo de manera
abstracta, sino que se ha elevado hacia sí mismo, hacia la luz de su [propio]
pensar, de su universalidad, de su libertad.

305
Beschränktheit
306
an
307
Beschränktheit
308
an
309
Beschränktheit
310
das verendlichte Unendliche
311
Beschränktheit

111
Por de pronto, se ha venido a dar para el concepto del infinito [el hecho de]
que el estar se determine como finito en su ser ensimismado y sobrepasa la
limitación. La naturaleza de lo finito mismo es la de sobrepasarse, negar su
negación y venir a ser infinito. Con ello, lo infinito no se está312 como un [algo]
acabado de por sí p o r e n c i m a de lo finito, de modo que lo finito tuviera y
retuviera su permanencia [su morada] f u e r a d e aquél o b a j o él. Ni tampoco
vamos n o s o t r o s , en el mero sentido de una razón subjetiva, más allá de lo
finito, hacia lo infinito. Tal ocurre cuando se dice que lo infinito es concepto de
razón y que nosotros nos elevamos por la razón por encima de lo temporal,
[creyendo] que se deja acontecer tal cosa mientras lo finito queda totalmente
indemne como si a éste nada le fuera en aquella elevación, que sigue siéndole
exterior. En la medida empero en que [es] lo finito mismo [lo que] viene elevado a
la infinitud, tanto menos es entonces una violencia ajena la que le hace esto, sino
que su naturaleza es respectarse a sí como limitación –y ello lo mismo en cuanto
limitación en cuanto tal que en cuanto deber ser- y sobrepasarla; o, más bien, en
cuanto respectividad a sí, haberla negado [a la limitación] y estar fuera y más
allá de ella. La finitud en general no deviene en el asumir[se] de la finitud, sino
que lo finito no es sino esto: convertirse él mismo, por su naturaleza, en eso [:
infinito]. La infinitud es su [propia] d e t e r m i n a c i ó n a f i r m a t i v a , lo que él
ensimismadamente es de verdad.

Así, lo finito ha desaparecido en lo infinito, y lo que e s [lo que hay] es sólo


lo i n f i n i t o .

b.
313
Determinación recíproca de lo finito y lo infinito

Lo infinito e s ; en esta inmediatez, él es al mismo tiempo la n e g a c i ó n de


un o t r o , de lo finito. Así, en cuanto e s e n t e y al mismo tiempo en cuanto n o
s e r de un o t r o , ha recaído en la categoría del algo [, entendido] como un [algo]
determinado en general; con más precisión: al ser [lo infinito] el estar [que está]
reflexionado-en-sí, y que ha resultado mediante la asunción de la determinidad –
con lo cual está p u e s t o como el estar diferenciado de su determinidad-, ha
recaído en la categoría del algo con un límite. Según esta determinidad, lo finito
está enfrentado a lo infinito como [un] e s t a r r e a l ; así, ellos están en
r e s p e c t i v i d a d cualitativa como [términos] q u e s i g u e n e s t a n d o uno
fuera del otro; el s e r i n m e d i a t o del infinito vuelve a dar aliento al s e r de su
[propia] negación, [al ser] de lo finito, que por lo pronto parecía haber
desaparecido en lo infinito.

312
steht
313
[Cf. 11: 7920]

112
Pero lo infinito y [lo] finito no están tan sólo en estas categorías de la
respectividad; ambos respectos tienen una determinación ulterior a la de estar
uno a otro enfrentados como meramente o t r o s . El [respecto] finito es en efecto
la limitación puesta como limitación; él [, lo finito,] es el estar [, mas] puesto con
la d e t e r m i n a c i ó n de pasar a su s e r e n s i m i s m a d o , de v e n i r a s e r
infinito. La infinitud es la nada de lo finito, [el] s e r e n s i m i s m a d o y d e b e r
s e r de éste, mas es esto, al mismo tiempo, como reflexionado en sí, el deber ser
cumplido, [el] ser íntegramente afirmativo que sólo se respecta a sí. En la
infinitud está presente la satisfacción de que toda determinidad, cambio, toda
limitación y, con ella, el deber ser mismo han desaparecido, son en cuanto
asumidos; la nada de lo finito está puesta. Como esta negación de lo finito está
determinado el ser ensimismado que, así, como negación de la negación, es en sí
afirmativo. Sin embargo, esta afirmación es, en cuanto cualitativa respectividad
i n m e d i a t a a sí, s e r ; por este medio es reconducido lo infinito a la categoría
de que él tiene frente a sí a lo finito como un otro; su naturaleza negativa está
puesta como la negación e s e n t e y , con ello, primera e inmediata. Lo infinito
está de esta manera afectado de la aposición frente a lo finito, el cual, en cuanto
otro, sigue siendo al mismo tiempo el estar determinado real, aunque esté puesto
al mismo tiempo en su ser ensimismado, en lo infinito, como asumido; éste es lo
no-finito: un ser en la determinidad de negación. Frente a lo finito, al círculo de
las determinidades esentes, de las realidades, lo infinito es el vacío inmediato, el
más allá de lo finito, que no tiene su ser ensimismado en314 su estar, [o sea] que es
un determinado. /

Puesto así lo infinito frente a lo finito en respectividad cualitativa de [ser]


d i s t i n t o s 3 1 5 uno de otro, hay que denominarlo el i n f i n i t o - m a l o , el
infinito del e n t e n d i m i e n t o , para el cual tiene valor de verdad suprema, de
verdad absoluta; para llevarle a conciencia de que, cuando tiene la impresión 316
de haber alcanzado su satisfacción en la reconciliación de la verdad, se
encuentra en la contradicción irreconciliada, irresuelta, absoluta, habrían de
servir necesariamente las contradicciones en que por todos lados caen así que se
empeña en aplicar y explicar esas categorías suyas.

Esta contradicción está al punto presente en [el hecho de] que a lo infinito
le sigue estando enfrentado lo finito en cuanto estar; hay por ende d o s
determinidades; se d a n dos mundos, un [mundo] infinito y un [mundo] finito; y,
en la respectividad de ambos, lo infinito no es más que l í m i t e de lo finito y, por
ende, sólo un i n f i n i t o determinado, f i n i t o é l m i s m o .

Esta contradicción desarrolla su contenido en formas más expresas.- Lo


finito es el estar real que se empeña en seguir siéndolo aun al haber pasado a su
no ser, a lo infinito: éste tiene por determinidad suya frente a lo finito, como se

314
an
315
Andern [Li.: “otros”]
316
meynt

113
ha mostrado, solamente la primera negación, inmediata, así como lo finito tiene
frente a esa negación, en cuanto negado, solamente la significación de [ser] un
o t r o , siendo aún, por consiguiente, algo. Por ello, cuando el entendimiento que
se eleva de este mundo finito asciende a su [punto] más alto, a lo infinito, este
mundo finito sigue estando en respecto a él como un aquende, de modo que lo
infinito no está más que puesto m á s a l l á de lo finito, s e p a r a d o de éste, y
con ello, lo finito queda separado justamente de lo infinito: ambos,
e m p l a z a d o s en317 d i v e r s o s i t i o , lo finito como el estar de aquí [, de este
lado], lo infinito, a pesar de ser ciertamente el e n 3 1 8 s í de lo finito, como un
más allá, en la turbia lejanía inalcanzable f u e r a de la cual se encuentra y
permanece aquél.

Así separados, ambos son esencialmente, justo de la misma manera,


r e s p e c t i v o s el uno al otro justamente por la negación que los divide. Esta
negación que establece la respectividad entre ello, entre los algo reflexionados en
sí, es el límite recíproco del uno frente al otro, y además de tal modo que cada
uno de ellos no se limita a tener e n 3 1 9 él ese límite, frente al otro, sino que la
negación es [-para cada uno-] su s e r e n s i m i s m a d o ; cada uno tiene así el
límite en320 él mismo de por sí, en su separación del otro. Pero como el límite es
la negación primera, ambos son entonces limitados, finitos en321 sí mismos. Sin
embargo, como cada uno ser respecta también a sí afirmativamente, cada uno es
[entonces] la negación de su [propio] límite; así, él [, o sea cada extremo,] repele
inmediatamente de sí su límite, en cuanto [que éste es] su no ser y, / separado
cualitativamente de él, lo pone como o t r o s e r fuera de él: lo finito [pone] su no
ser como este infinito, y éste, de igual modo, lo finito. Que de lo finito se transite
hacia lo infinito necesariamente, es decir por la determinación [y destino propios]
de lo finito, y que éste venga a ser elevado, en cuanto [que se dirige] al ser
ensimismado [que le es propio, cosa es que] fácilmente se concede, dado que lo
finito está determinado, es verdad, como [un] estar que tiene consistencia pero
t a m b i é n , a la vez, como lo e n s i m i s m a d a m e n t e nulo, o sea [como algo]
que se disuelve según su [propia] determinación [y destino], mientras que lo
infinito, aun sufriendo la afección, es verdad, de [la] negación y [del] límite, está
[determinado] también, a la vez, como lo e n s i m i s m a d a m e n t e esente, de
manera que [es] esta abstracción de la afirmación que se respecta a sí [lo que]
constituye su [propia] determinación, de acuerdo con la cual, por ende, el finito
estar no se hallaría en ella. Mas ya se ha mostrado que sólo p o r m e d i o de la
negación, en cuanto negación de la negación, llega a resultar322 lo infinito mismo
[un] ser afirmativo, y que esta afirmación suya tomada como [si se tratara] sólo
[de un] ser simple, cualitativo, hace bajar de posición la negación en él contenida
317
an
318
an
319
an
320
an
321
an
322
resultirt … zum

114
hasta hacerla323 simple negación inmediata y, por ende, determinidad y límite,
[algo] que entonces –justamente en igual medida- al contradecir [, al poner en
entredicho,]324 su ser ensimismado, queda excluido de él y puesto como [algo] que
no es suyo, [sino que está] más bien contrapuesto a su ser ensimismado, [o sea,]
viene a ser puesto como lo finito. Así, en cuanto que cada uno es en 325 él mismo y
por326 su [propia] determinación el [acto de] poner su otro, [ambos] son
i n s e p a r a b l e s . Pero esta unidad de ambos está o c u l t a en el cualitativo ser
otro de los mismos, es la [unidad] i n t e r i o r , que s e l i m i t a a estar situada
como fundamento.

Por este medio está determinada la manera en que aparece327 esta unidad;
puesta en el e s t a r , ella es [, se da] como un súbito vuelco o transición de lo
finito hacia lo infinito, y a la inversa, de modo que lo infinito se limita a
p o n e r s e d e r e l i e v e en328 lo infinito, lo otro en329 lo otro; es decir que cada
uno sea un surgir propio, i n m e d i a t o , en330 el otro, y que la respectividad de
ambos sea solamente exterior.
El proceso de [ese acto de] transición de ambos tiene la siguiente figura,
[ahora] explícita. Se ha venido a pasar sobre lo finito, hacia lo 331 infinito. Este
sobrepasar aparece como un hacer exterior. ¿Qué surge en este vacío que está
allende lo finito? ¿Qué es lo positivo en él? En virtud de la inseparabilidad de lo
infinito y lo finito (o sea, porque este infinito que se queda332 en su [propio] lado
está él mismo limitado), surge el límite; lo infinito ha desaparecido, su otro, lo
finito, ha hecho su entrada. Pero esta entrada de lo finito aparece como un
acontecer exterior a lo infinito, / y el mero límite como un [algo] tal que no surge
de lo infinito mismo, sino que viene a ser así, justamente, [algo] encontrado ahí
delante. Con esto, se presenta la recaída en la anterior determinación, en vano
asumida. Este nuevo límite, empero, no es él mismo sino un [algo] tal que hay que
asumir, o sea que hay que sobrepasar. Con ello ha surgido de nuevo el vacío, la
nada, en la cual viene a hallarse en igual medida aquella determinidad: un nuevo
límite, y a s í d e s e g u i d o a l i n f i n i t o .

Lo que está presente en la d e t e r m i n a c i ó n r e c í p r o c a d e l o


f i n i t o y l o i n f i n i t o ; lo finito es finito solamente en la respectividad al
deber ser o a lo infinito, y lo infinito es solamente infinito en respectividad a lo
finito. Son inseparables y al mismo tiempo sencillamente otros [, absolutamente

323
zur
324
als widersprechend seinem [. Aquí, en su uso intransitivo, el verbo widersprechen no significa tanto
“contradecir” cuanto “oponerse activamente a algo”.]
325
an
326
aus
327
die Weise der Erscheinung
328
an
329
an
330
an
331
in das
332
stehende

115
distintos] el uno frente al otro; cada uno tiene en333 él mismo al otro de sí; así,
cada uno es la unidad de sí y de su otro, y es [el] estar, en su determinidad de n o
ser aquello que él mismo es y que su otro es.

Esta recíproca determinación que se niega a sí misma y a su negación es la


que entra en escena como p r o g r e s o al i n f i n i t o , que en tantas
configuraciones y aplicaciones tiene el valor de [algo] ú l t i m o y más allá del
cual no se va ya sino que, una vez llegado al: Y a s í d e s e g u i d o al infinito,
suele el pensamiento haber alcanzado su final. Este progreso interviene en todas
las partes en que determinaciones r e l a t i v a s sean impulsadas hasta su
contraposición, de modo que estén en unidad inseparable y sin embargo se
adscriban a cada una, frente a la otra, un estar subsistente de suyo. Este progreso
es por consiguiente la c o n t r a d i c c i ó n que no está resuelta, sino que viene
siempre y solamente proferida como p r e s e n t e .

Está presente un sobrepasamiento abstracto que sigue estando incompleto,


en cuanto que e s t e s o b r e p a s a r no viene él mismo s o b r e p a s a d o . Está
presente lo infinito; éste viene desde luego sobrepasado, ya que viene puesto un
nuevo límite, pero con ello no se ha hecho precisamente sino retornar más bien a
lo finito. Esta mala infinitud es en334 sí lo mismo que el perenne d e b e r s e r ; es
verdad que ella es la negación de lo finito, pero es incapaz de liberarse en verdad
de él; éste vuelve a ponerse e n 3 3 5 e l l a m i s m a de relieve, como su otro,
porque este infinito sólo es en r e s p e c t i v i d a d a lo finito, [el cual es] otro que
él. Por consiguiente, el progreso a lo infinito no es sino la uniformidad que se
repite, una y la misma tediosa a l t e r n a n c i a de este finito e infinito. /

La infinitud del progreso infinito, que sigue afectada de lo finito en cuanto


tal, está por ello delimitada, y es ella misma f i n i t a . Con esto estaría empero
puesta, de hecho, como la unidad de lo finito y lo infinito. Pero no se reflexiona
sobre esta unidad. Ella es, sin embargo, la que en lo finito evoca lo infinito y en lo
infinito lo finito; ella es, por así decirlo, el resorte que impulsa el progreso
infinito. Éste es lo e x t e r n o de aquella unidad, el [progreso] en que se estanca la
representación en esa perenne repetición de uno y el mismo alternarse, de la vacía
inquietud de ir adelante, sobrepasando el límite, hasta la infinitud; un sobrepasar
que en este infinito e n c u e n t r a un nuevo límite, en el cual se puede detener
empero tan poco como en el infinito. Este infinito tiene a la vez la fija
determinación de [ser] un m á s a l l á ; inalcanzable precisamente porque no
d e b e ser alcanzado, porque no viene absuelto de la determinidad de [ser] un más
allá, de la negación e s e n t e . Según esta determinación, él tiene a lo finito
enfrentado a sí como un a q u e n d e que, de igual manera, tampoco puede elevarse
a lo infinito por tener esta determinación de [ser] un o t r o y, con ello, de [ser] un

333
an
334
an
335
an

116
e s t a r perenne, [de un estar] que, en su más allá, se engendra una y otra vez, y
además como diverso de aquél.

c.

La infinitud afirmativa.

En el recíproco determinar que va y viene de un lado a otro de lo finito y


[lo] infinito está ya presente en336 sí la verdad de los mismos; lo único que se
precisa es acoger aquello que está presente. Este ir y venir de un lado a otro
constituye la realización externa del concepto; en ella está p u e s t o , pero de
manera e x t e r i o r , acaeciendo fuera [tanto] del uno [como] del otro, lo que el
concepto contiene; sólo es preciso / comparar estos momentos diversos en que
viene a darse la u n i d a d que hace donación del337 concepto mismo: como ya a
menudo se ha hecho notar, pero importa sobre todo recordarlo aquí, la u n i d a d
de lo infinito y [lo] finito es una expresión fallida338 para la unidad tal como ella
misma de verdad es; pero incluso la eliminación de esa determinación torcida
tiene que estar presente en esa externalización339 del concepto que está ante
nosotros.

Tomado según la determinación más próxima, solamente inmediata, de esa


[externalización], lo infinito es [se da] entonces solamente como
s o b r e p a s a m i e n t o de lo f i n i t o ; él es según su determinación, la negación
de lo finito, igual que lo finito es [, se da] solamente como aquello más allá de lo
cual se ha de ir, la negación de sí en340 él mismo, la cual es la infinitud. En c a d a
u n o s e h a l l a , con esto, la d e t e r m i n i d a d del o t r o , mientras que de
seguir la opinión del progreso infinito, ellos debieran estar excluidos uno del
otro, sin hacer otra cosa que alternarse consecutivamente; ninguno puede venir
puesto y captado sin el otro, ni lo infinito sin lo finito, ni éste sin lo infinito.
Cuando se d i c e que lo infinito es, a saber, la negación de lo f i n i t o , queda
p r o f e r i d o con ello lo finito mismo; n o es posible p r e s c i n d i r de ello para
la determinación de lo infinito. Para encontrar la determinación de lo finito en lo
infinito, lo único preciso es s a b e r l o q u e s e d i c e . Por parte de lo finito,
acaba de concederse que él es lo nulo, mas justamente esa nulidad suya es la
infinitud, de la cual es en igual medida inseparable.- Así aprehendidos, puede
parecer que a ellos se les toma según su r e s p e c t i v i d a d a su o t r o . Si vienen
tomados, con ello, de manera i r r e s p e c t i v a , de suerte que estén ligados sólo
por [la conjunción] “y”, quedan entonces mutuamente enfrentados como
subsistentes de suyo, [como] estando cada uno solamente en341 él mismo. Hay que
336
an
337
den … gibt
338
schieffe [. Lit.: “torcida”]
339
Äusserung
340
an
341
an

117
ver cómo están de tal manera dispuestos. Emplazado así lo infinito, él es u n o
s o l o d e l o s d o s ; pero al ser s o l a m e n t e uno de los dos, él mismo es finito,
no es el todo, sino sólo uno de los respectos; en342 el [término] que se le enfrenta
tiene él su límite; es, así, lo i n f i n i t o [que es] f i n i t o . Presentes están, tan
sólo, d o s f i n i t o s . Precisamente en el hecho de que él venga así a p a r t a d o
de lo finito –viniendo con ello a ser emplazado como u n i l a t e r a l - se halla su
finitud, o sea su unidad con lo finito.- Por su parte, lo finito, emplazado como [lo]
de por sí apartado de lo infinito, es e s t a r e s p e c t i v i d a d a s í en la que es
apartada su relatividad y dependencia, su caducidad; él es la misma subsistencia
de suyo y afirmación de sí que el infinito debe ser.

Ambos modos de consideración, que parecen tener por lo pronto diversa


determinidad como punto de partida, en cuanto que el primero debe tener lo
infinito y lo finito sólo como r e s p e c t i v i d a d del uno al otro, de cada uno a su
otro, y el segundo mantenerlos en plena separación uno de otro, dan uno y el
mismo resultado; / según la r e s p e c t i v i d a d mutua de lo infinito y lo finito –
que les sería [según ello] exterior, pero que les es esencial, [pues] sin ella
ninguno de ellos es lo que él es- cada uno contiene así a su otro en su propia
determinación, precisamente en la misma medida en que cada uno de ellos,
tomado d e p o r s í , considerado e n 3 4 3 é l mismo, tiene situado en él a su otro
como momento propio suyo.

Esto [es lo que] da entonces la –desacreditada- unidad de lo finito y [lo]


infinito: la unidad que es ella misma lo infinito, el cual comprende 344 en sí a sí
mismo y a la finitud; o sea, lo infinito en un sentido distinto al de aquel según el
cual está lo finito separado de él y emplazado del otro lado. Ahora bien, en
cuanto que ellos tienen que estar también diferenciados, cada uno de ellos es –
como se acaba de mostrar- él mismo, en345 él, la unidad de ambos; resultan así
dos unidades tales. Lo común, la unidad de ambas determinidades, las pone por
lo pronto como unidad, como negadas, ya que cada uno debe ser lo que él es en
la diversidad de ambos; en su unidad, [los dos] pierden por tanto su naturaleza
cualitativa: importante reflexión ésta contra la representación que no quiere
desembarazarse, en la unidad de infinito y finito, [de la costumbre] de
mantenerlos fijos según la cual que ellos deben tener, y que no ven por
consiguiente en aquella unidad más que la contradicción, no en cambio la
solución de la misma mediante la negación de la determinidad cualitativa de
ambos; de este modo resulta adulterada la unidad al pronto simple, universal, de
infinito y finito.

Pero además, en cuanto que han de ser también tomados como diferentes,
la unidad de lo infinito –la cual es cada uno de esos momentos- está determinada

342
an
343
an
344
begrifft
345
an

118
en cada uno de ellos de diversa manera. Aquello que, según su determinación, es
infinito tiene en346 él la finitud que difiere de él; aquél es, en esta unidad, el e n 3 4 7
s í , y éste no es más que determinidad, límite en348 él, sólo que es un límite que es
sencillamente su otro, su contrario; su determinación, que es el ser-en-simismado
en cuanto tal, se echa a perder por la intromisión de una cualidad de tal especie;
él es, entonces, un i n f i n i t o h e c h o f i n i t o [, un infinito con mal fin]. De
igual manera, mientras lo finito en cuanto tal sea tan sólo el no-ser-ensimismado
–aunque según aquella unidad tenga igualmente en349 él su contrario, es realzado
por encima de su [propio] valor y, por así decirlo, elevado infinitamente; viene a
ser puesto entonces como lo finito h e c h o i n f i n i t o [, lo finito sin fin].

De igual manera que antes [le ocurría a] la unidad simple, viene entonces a
adulterarse también, por culpa del entendimiento, la unidad doble de infinito y
finito. Ello acontece aquí, justamente en igual medida, en razón de que en una de
ambas unidades viene tomado el infinito como no negado, sino más bien como el
ser-en-simismado, en350 el cual, por tanto, no deben estar puestas la determinidad
y [la] limitación, [pues] de este modo bajaría de posición el ser-en-simismado y
se echaría a perder. Lo finito viene mantenido, a la inversa, también como lo no
negado, aun cuando / [sea] en351 sí nulo, de manera que en su enlace con lo
infinito venga elevado a aquello que él no e s , y por ello viene a hacerse infinito
[, algo sin fin]352 frente a su determinación no desaparecida, sino que más bien se
eterniza.

La adulteración cometida por el entendimiento con lo finito y [lo] infinito [,


a saber:] mantener fija como diversidad cualitativa su respectividad mutua,
afirmarlos en su determinación como separados –e incluso absolutamente
separados- se funda en el olvido de aquello que para él mismo es el concepto de
estos momentos. Según éste, la unidad de finito e infinito no consiste en juntarlos
exteriormente ni en una conjunción improcedente y de sentido contrario a su
determinación en que estuvieran conectados subsistentes de suyo, entes, en353 sí
separados y contrapuestos, enfrentados y, por ende, incompatibles, sino que cada
uno de ellos es en354 él mismo esta unidad, y lo es sólo como a s u m i r de sí
mismo, allí donde ninguno tendría ante el otro primacía de ser ensimismado y de
[ser un] estar afirmativo. Como antes se ha mostrado, la finitud no es [, no se da]
sino como sobrepasarse; en ella es[tá] pues contenida la infinitud, lo otro de sí
misma. De igual manera, la infinitud no es [, no se da] sino como
sobrepasamiento de lo finito; contiene pues esencialmente a su otro, siendo así

346
an
347
an
348
an
349
an
350
an
351
an
352
verunendlicht
353
an
354
an

119
en355 ella lo otro de sí misma. Lo finito no viene asumido por lo infinito como por
una potencia presente fuera de él, sino que es asumirse a sí mismo [lo que
constituye] su infinitud.

Con ello, este asumir no es el cambio o el ser otro en general, no es el


asumir de a l g o . Aquello en que se asume lo finito es lo infinito, en cuanto [que
es] el negar la finitud; pero esto no es a su vez, desde hace mucho, otra cosa que
el estar, determinado como un n o s e r . Por tanto, él es sólo la n e g a c i ó n que
se a s u m e en la n e g a c i ó n . Así, la infinitud está por su parte determinada
como lo negativo de la finitud y, por ende, de la determinidad en general,
[determinada] como lo vacuo más alla; su asumirse en lo finito es un retorno de
la vacua fuga, [una] n e g a c i ó n del más allá, que es en356 él mismo un
negativo.

Lo que está pues presente en ambos es la misma negación de la negación.


Pero ésta es e n 3 5 7 s í respectividad a sí misma, la afirmación pero como
retorno a sí misma, esto es por la m e d i a c i ó n , que la negación de la negación
es. Son estas determinaciones / las que hay que tener esencialmente en vista; pero
lo segundo [a tener en vista] es que ellas están p u e s t a s también en el progreso
infinito, y el modo en que en él están puestas: a saber, todavía no en su verdad
última.

E n p r i m e r l u g a r , allí vienen ambos, tanto lo infinito como lo finito, a


ser negados: se ha ido fuera y más allá de ambos de igual manera; e n
s e g u n d o l u g a r , vienen a ser puestos también como diferentes, cada uno
después del otro, como positivos de por sí. Así captamos desde fuera,
comparativamente, estas dos determinaciones, al igual que en la comparación, en
un externo comparar, hemos separado los dos modos de consideración, [el] de
[lo] finito e infinito en su respectividad, y [aquel] por el que cada uno es tomado
de por sí. Pero el progreso infinito profiere más: en él está puesta también la
c o n e x i ó n 3 5 8 de los también diferentes, aunque al pronto no [esté puesta]
todavía más que como transición y alternancia; [ahora] no hay más que ver, en
una simple reflexión por nuestra parte, lo allí presente de hecho.

Por lo pronto, la negación de lo finito e infinito puesta en el progreso


infinito puede ser tomada como simple, y por ende como [ocurriendo] fuera de
uno y otro, como una simple secuencia de uno a otro. Hecho el inicio por lo
finito, viene sobrepasado entonces el límite y lo finito negado. Ahora está pues
presente el más allá del mismo, lo infinito, pero en éste vuelve a s u r g i r el
límite; está así presente el sobrepasamiento de lo infinito. Este doble asumir está
puesto sin embargo, de una parte, sólo como un exterior acontecer y alternarse
de los momentos; de otra, no está puesto aún como u n a s o l a u n i d a d ; cada
355
an
356
an
357
an
358
Zusammenhang

120
uno de estos [actos de salir] hacia fuera es una puesta en marcha particular, un
nuevo acto, de suerte que ellos caen, así, uno fuera del otro.- Pero además, en el
progreso infinito está presente también la r e s p e c t i v i d a d de aquéllos.
P r i m e r o está lo f i n i t o ; l u e g o se va fuera y más allá de él, y este negativo
o allende de lo finito es lo infinito; e n t e r c e r l u g a r se vuelve a ir fuera y
más allá de esta negación, y surge un nuevo límite: otra vez un f i n i t o . - Éste es
el movimiento completo que se concluye a sí mismo, el [movimiento efectuado] a
propósito de359 lo [finito ahora] arribado y que constituía el inicio; lo surgido e s
l o m i s m o que lo q u e e r a e l p u n t o d e p a r t i d a , esto es, se ha
restablecido lo finito; por tanto, lo mismo h a i d o a p a r a r a s í m i s m o ,
sin hacer otra cosa que r e e n c o n t r a r s e e n s u m á s a l l á .

Lo mismo acaece por lo que hace a lo infinito. En lo infinito, en el más allá


del límite, surge solamente un [límite] nuevo, que tiene el mismo destino, [a
saber,] tener que ser negado como finito. Lo de nuevo presente es e l m i s m o
infinito que hace poco desaparecía en el360 nuevo límite; por consiguiente, por su
asumir[se], por atravesar el nuevo límite, lo infinito no ha adelantado nada: ni /
ha sido alejado de lo finito, pues éste no es más que [el hecho de] pasar a lo
infinito, ni está lejos de sí mismo, pues [a donde] él ha a r r i b a d o [es] a361 s í
[mismo].

Así, ambos [términos], lo finito y lo infinito son este m o v i m i e n t o de


retorno a sí mediante su [propia] negación; ellos son [, se dan] solamente como
m e d i a c i ó n en sí, y lo afirmativo de ambos contiene la negación de ambos, y es
la negación de la negación.- Son, así, r e s u l t a d o y, con ello, dejan de ser lo
que eran en la determinación de su i n i c i o : lo finito no es [ya] por su parte un
e s t a r , ni lo infinito un e s t a r o s e r e n s i m i s m a d o más allá del estar, esto
es, del [estar primero,] determinado como finito. Si el entendimiento se empeña
con tal fuerza en oponerse a la unidad de finito e infinito ello se debe a que
presupone tanto la limitación y lo finito cuanto el ser ensimismado como [si
fueran] p e r e n n e s ; de este modo s e l e p a s a p o r a l t o la negación de
ambos –fácticamente presente en el progreso infinito- igual que [se le escapa]
también que, en ella, vienen a darse ambos solamente como momentos de un todo
y que sólo salen a la luz por medio de su contrario, mas también, esencialmente,
por medio de la asunción de su contrario.

Si, por lo pronto, el retorno a sí fue considerado lo mismo retorno de lo


finito a sí que de lo infinito a sí, [es] en este resultado mismo [donde] se muestra
una incorrección, conectada con la inexactitud hace poco censurada; como
p u n t o d e p a r t i d a se toma una vez lo finito, y otra lo infinito; y sólo por ello
surgen d o s resultados. Da empero completamente igual cuál sea tomado como
inicio, y con ello cae de por sí la diferencia, que [era la que] había engendrado la

359
bey
360
in der [. Locativo, sin movimiento].
361
bey

121
d u a l i d a d de resultados. Esto es lo igualmente puesto en la línea del progreso
infinito, ilimitada por los dos extremos, y en la que cada uno de los momentos
está presente a intervalos alternativamente iguales, siendo cosa enteramente
exterior la posición en que sea tomado o cuál [de ellos] sea tenido como el
inicio.- Son diferentes en el mismo pero, de igual manera, el uno [es] sólo el
momento del otro. En cuanto que ambos, lo finito y lo infinito, son momentos
ellos mismos del proceso, tienen e n c o m ú n ser l o f i n i t o ; y en cuanto que
están de igual manera negados –en común- en él y en el resultado, con verdad se
llama este resultado –en cuanto negación de esa finitud de los dos- lo infinito. La
diferencia de ambos es así el d o b l e s e n t i d o que los dos tienen. Lo finito tiene
el doble sentido de ser, en primer lugar, solamente lo finito c o n t r a lo infinito a
él enfrentado; y, en segundo lugar, de ser a l m i s m o t i e m p o lo finito y lo
infinito a él enfrentado. También lo infinito tiene el doble sentido de ser u n o de
esos dos momentos –con lo que es el infinito malo- y de ser lo infinito, en el que
esos dos [términos], él mismo y su otro, son solamente momentos. Por tanto, el
modo en que de hecho se presenta lo infinito es el de ser el proceso en el que él se
baja de posición [, se depone como] solamente u n a de sus determinaciones, [a
saber:] estar enfrentado a lo finito y, por ende, ser solamente uno de los finitos, /
asumiendo esta diferencia de sí respecto a sí mismo al hacerse afirmación de sí,
siendo [, dándose] por esta mediación como i n f i n i t o d e v e r d a d .

Esta determinación de lo infinito de verdad no puede ser captada en la


f ó r m u l a –ya censurada- de una u n i d a d de finito e infinito; la u n i d a d es
abstracta igualdad consigo mismo, carente de movimiento, y los momentos son [,
se dan] de igual manera como entes inmóviles. Pero al igual que sus dos
momentos, lo infinito es más bien, esencialmente, sólo como d e v e n i r , pero
[como] devenir [que está] ahora u l t e r i o r m e n t e d e t e r m i n a d o en sus
momentos. Éste tiene por lo pronto como determinaciones suyas al ser y la nada
abstractos; en cuanto cambio [, sus determinaciones son] entes que están [ahí]
algo y otro; ahora, en cuanto infinito, [lo son] finito e infinito, ellos mismos
[entendidos] como [algo] que deviene.

Este infinito, en cuanto ser [consistente en haber] retornado a sí, en cuanto


respectividad de sí a sí mismo, es s e r , mas no ser carente de determinación,
abstracto, pues él está puesto como negando la negación; con ello, es también
e s t a r , pues contiene la negación en general, y con ello la determinidad. Él e s
y e s t á , presente, actual362. El infinito malo no es sino el m á s a l l á , por ser
s o l a m e n t e la negación de lo finito, puesto como r e a l : él es, así, la negación
primera, abstracta; determinado s o l a m e n t e como negativo, no tiene en él la
afirmación del e s t a r ; mantenido como sólo negativo n i siquiera d e b e
e s t a r , [sino que] debe ser inaccesible. Esta inaccesibilidad no es por su parte
una excelencia, sino una falta suya cuya razón última estriba en que lo finito en
cuanto tal es mantenido c o m o e s e n t e . Lo no verdadero es lo inaccesible; y

362
present, gegenwärtig

122
[de lo que se trata] es de inteligir que un infinito tal es lo no verdadero.- La
imagen del progreso al infinito es la l í n e a recta, a cuyos dos extremos363 no hay
otra cosa, ni sigue habiendo nunca otra cosa que el infinito, [justamente] allí
donde ella –que consiste en estar [determinada]- no es [ya], de modo que lo que
ella hace es s a l i r hacia este no-estar suyo, esto es, hacia lo indeterminado;
como infinitud de verdad, en sí replegada, su imagen viene a ser el c í r c u l o , la
línea que ha accedido a sí, clausa e íntegramente presente364, sin p u n t o
i n i c i a l ni f i n .

La infinitud de verdad, [considerada] así en general como e s t a r que está


puesto como a f i r m a t i v o frente a la negación abstracta, es la r e a l i d a d en
un sentido más alto al de la antes s i m p l e m e n t e determinada; ella ha obtenido
aquí un contenido concreto. No es lo real lo finito, sino lo infinito. Así, la
realidad viene a ser determinada ulteriormente como la esencia, el concepto, la
idea, etc. Es con todo superfluo repetir a propósito de lo que es más concreto
tales categorías anteriores y más abstractas, como la realidad, y utilizarlas como
determinaciones más concretas de lo que ella en365 ellas mismas son.
Repeticiones tales como decir que la esencia o que la idea sea lo real están
ocasionadas por el hecho de que al pensar inculto le resultan más corrientes las
categorías más abstractas, tales como ser, estar, realidad, finitud. /

El haber vuelto a traer a colación la categoría de realidad es algo aquí


ocasionado, de una manera más determinada, por el hecho de que, al ser aquí la
negación, frente a la que ella es lo afirmativo, negación de la negación, ella
misma está con ello puesta frente a aquella realidad que es el estar finito.- La
negación está, así, determinada como idealidad; lo ideal366* es lo finito, tal como
es en lo de veras infinito: como una determinación, un contenido que es diferente,
pero que no e s s u b s i s t e n t e d e s u y o , sino que es [, se da] sólo como
m o m e n t o . La idealidad tiene este significado más concreto, no expresado
[empero] por completo mediante [la] negación del estar finito.- Respecto a
realidad e idealidad, la oposición de finito e infinito viene empero captada de tal
suerte que es lo finito lo que vale como real, mientras que lo infinito vale como lo
ideal367, y en cambio el estar, en general, es tenido por lo real. De este modo, de
nada le sirve desde luego a la [ya] indicada determinación concreta de la

363
Grenzen
364
gegenwärtig
365
an
366
Ideelle
*
El [término] “I d e a l e ” tiene una significación más determinada (la de lo bello y cuanto ello implica)
que el [término] “I d e e l l e ”; aquél no es pertinente aún aquí; por esta razón se utiliza aquí la expresión
“i d e e l l ”. Por lo que hace a “realidad” no ha lugar ciertamente en el uso lingüístico a tal distinción;
“reelle” y “reale” vienen a ser dichos con el mismo significado, poco más o menos, así que no tiene
interés alguno hacer las matizaciones que de algún modo hubiera entre ambas expresiones. [Las comillas
no se hallan, claro está, en el original. En castellano es imposible –y por fortuna poco necesario aquí,
como se ve por la nota- expresar esa diferencia en la terminación. Siempre que aparece “reell” o “ideell”
lo hacemos constar a pie de página.]
367
Ideelle

123
negación el tener la expresión propia de lo ideal368; en esa oposición se regresa
de nuevo a la unilateralidad de lo negativo abstracto –que compete al infinito
malo- y se persiste en el afirmativo estar de lo finito.

La t r a n s i c i ó n .

Cabe denominar a la idealidad la c u a l i d a d de la infinitud; pero ella es


en esencia el proceso del d e v e n i r y, por ende, una transición –como la del
devenir en el estar- que ahora ha de ser indicada. En cuanto asunción de la
finitud, esto es de la finitud en cuanto tal y, precisamente en la misma medida, de
la infinitud que se limita a estar frente a aquélla, [de la infinitud] solamente
negativa, esta [infinitud] es retorno a sí, r e s p e c t i v i d a d a s í m i s m o ,
s e r . Dado que en este ser hay negación, él es e s t a r , mas dado que, además,
ella es negación de la negación, la negación que se respecta a sí, ella es el estar
que viene denominado s e r p a r a s í .

Observación 1. [Título en la Tabla del Contenido: El progreso infinito].

Lo finito –según el sentido habitual de la mala infinitud- y el p r o g r e s o a


l o i n f i n i t o , igual que el deber ser, son la expresión de una / c o n t r a d i c c i ó n
que se ofrece a ella misma como s o l u c i ó n y como lo último. Este infinito es
una primera elevación del representar sensible por encima de lo finito, [una
elevación] al pensamiento, cuyo contenido es solamente, empero, un contenido de
nada, puesta e x p r e s a m e n t e como [lo] no esente: una huida por encima de lo
limitado que ni se concentra en sí ni sabe volver a llevar lo negativo a lo positivo.
Esta i n a c a b a d a r e f l e x i ó n tiene ante sí, de manera plena, las dos
determinaciones del infinito de verdad: la o p o s i c i ó n de finito e infinito, y la
u n i d a d de finito e infinito, pero n o lleva a c o n j u n c i ó n estos d o s
p e n s a m i e n t o s ; el uno entraña inseparablemente al otro, pero ella [-la
reflexión-] se limita a dejar que se a l t e r n e n . La exposición de esta
alternancia, el progreso infinito, sucede en todas las partes en que se persiste en
la contradicción entre la u n i d a d de dos determinaciones y la o p o s i c i ó n de
las mismas. Lo finito es el asumirse a sí mismo, él incluye su negación, la
infinitud, en sí: u n i d a d de ambos; él [, lo finito,] viene a s a l i r , yendo más
allá de lo finito en dirección a lo infinito [, visto] como el más allá:
s e p a r a c i ó n de ambos; pero más allá de lo infinito y fuera de él hay otro
finito: el salir, lo infinito, contiene la finitud: u n i d a d de ambos; pero este finito
es también un [término] negativo de lo infinito: s e p a r a c i ó n de ambos, y así.-
De igual modo, en la relación de causalidad son causa y efecto inseparables; una
causa que no tuviera ningún efecto no sería causa, igual que tampoco sería ya
368
Ideelle

124
efecto el que no tuviera causa alguna. [Es] por consiguiente esta relación [la que]
proporciona el progreso infinito de c a u s a s y e f e c t o s , algo está
determinado como causa, mas ésta, al ser un [algo] finito (y cosa finita lo es ella,
al fin, precisa y propiamente en razón de su separación del efecto, con lo que l o
m i s m o que fue determinado como causa está determinado también como efecto:
u n i d a d de causa y el efecto; lo ahora determinado como efecto tiene de nuevo
una causa, esto es, hay que s e p a r a r la causa de su efecto y ponerla como un
algo distinto; esta nueva causa es empero, a su vez, sólo un efecto: u n i d a d de
causa y efecto; ella tiene por causa suya otra [cosa]: separación de ambas
determinaciones, y así al i n f i n i t o .

Cabe dar así al progreso una forma más característica; se establece la


afirmación de que finito e infinito son una sola unidad; esta falsa afirmación
tiene que ser rectificada por la contrapuesta, [a saber,] que son sencillamente
diversos y están contrapuestos entre sí; hay que rectificar de nuevo esa
[afirmación] en el sentido de que [aqu]éllos son inseparables, de que en una de
las determinaciones se halla la otra, [o sea, hay que rectificarla] mediante la
afirmación de la unidad de los dos, y así de seguido al infinito.- Fácil requisito es
el establecido para / inteligir la naturaleza de lo infinito, [a saber:] tener
conciencia de que el progreso infinito, el infinito desarrollado [propio] del
entendimiento, tiene la disposición de ser la a l t e r n a n c i a de ambas
determinaciones, de la u n i d a d y de la s e p a r a c i ó n de ambos momentos; y
luego, tener además conciencia de que esta unidad y esta separación son ellas
mismas inseparables.

La solución de esta contradicción no es[triba en] el reconocimiento de la


i g u a l c o r r e c c i ó n . o de la igual incorrección, de ambas afirmaciones; ello
no sería sino otra configuración de la contradicción permanente: sino [que la
solución está en] la i d e a l i d a d de ambos [momentos], en cuanto [idealidad] en
la cual, en la diferencia entre ellos, como negaciones recíprocas, no son ellos
sino m o m e n t o s ; aquella alternancia monótona es fácticamente tanto la
negación de la u n i d a d como de la s e p a r a c i ó n de los mismos. En ella [-en la
alternancia-] está de igual manera fácticamente presente lo arriba señalado, [a
saber] que lo finito, yendo fuera y más allá de sí, cae en lo infinito pero que, de
igual manera, yendo fuera y más allá del mismo, vuelve a verse engendrado, con
lo que no hace allí otra cosa que coincidir consigo, al igual que le sucede a lo
infinito; de modo que la misma negación de la negación resulta como
a f i r m a c i ó n , resultado que se da a ver con ello como verdad y originariedad
de ambos momentos369. En cuanto que, por ello, es este ser la i d e a l i d a d de los
diferentes, la contradicción no ha desaparecido [entonces] en él de una manera
abstracta, sino que se ha resuelto y reconciliado, y los pensamientos no son [, no
se dan] solamente de una manera completa, sino que son l l e v a d o s a
c o n j u n c i ó n . La naturaleza del pensar especulativo se muestra aquí –como en

369
ihre

125
un ejemplo bien desplegado- de una manera propia370 y determinada: consiste
únicamente en aprehender los momentos contrapuestos en su unidad. En cuanto
que cada uno de ellos, y además fácticamente, muestra en371 él que tiene en372 él
mismo su contrario, y que éste coincide consigo, la verdad afirmativa es esta
unidad que se mueve en sí, la comprehensión de ambos pensamientos, la infinitud
de ambos, [el ser] la respectividad a sí mismo; no la [respectividad] inmediata,
sino la infinita.

Quienes están ya familiarizados con el pensar han puesto frecuentemente la


esencia de la filosofía en la tarea de contestar: ¿c ó m o s a l e l o i n f i n i t o d e
s í y l l e g a a l a f i n i t u d ? Se es de la opinión de que ello es
i n c o n c e b i b l e . Lo infinito, cabe373 cuyo concepto hemos arribado, vendrá a
d e t e r m i n a r s e u l t e r i o r m e n t e en el curso de esta exposición, y en374 él
mostrará en toda su variedad de formas lo requerido: c ó m o l l e g a é l a l a
f i n i t u d , si vale la expresión. Aquí tomamos en consideración esta pregunta
solamente en / su inmediatez y con respecto al sentido antes considerado, que
suele tener lo infinito.

Se dice que de la contestación a esta pregunta dependerá en general q u e


h a y a u n a f i l o s o f í a ; y mientras se aparenta querer que eso es todavía lo que
importa, en la pregunta misma se cree poseer al mismo tiempo una especie de
acertijo, un invencible talismán por el cual se estaría firme y seguro contra375 la
contestación, y por ende contra376 la filosofía y el acceso a ella.- Pero si, también
en otros temas377, para saber p r e g u n t a r se presupone una formación, aún más
[se precisará tal cosa] en temas378 filosóficos, si se quiere obtener otra respuesta
que la de que la pregunta no sirve para nada. En tales preguntas, se suele exigir
con justicia no quedarse en las palabras sino –sea cual sea la forma de expresión-
que sea inteligible aquello de que se trata. Expresiones de la representación
sensible, tales como s a l i r y otras similares, utilizadas de buen grado en la
pregunta, despiertan la sospecha de que su origen es el suelo del representar
habitual, y de que para la contestación vienen esperadas también representaciones
de curso corriente en la vida ordinaria y que [tengan] la figura de un símil
sensible.

Si en vez de lo infinito viene tomado el ser en general, parece entonces más


fácilmente concebible el d e t e r m i n a r el s e r , [o sea] una negación o finitud
en379 él. Pues es verdad que ser es justamente lo indeterminado, pero lo que no

370
ihrer
371
an
372
an
373
bey
374
an
375
gegen
376
gegen
377
Gegenstände
378
Gegenstände
379
an

126
es[tá] inmediatamente expresado en380 él es que él sea lo contrario de lo
determinado. Lo infinito, en cambio, contiene esto de un modo expreso: él es lo
n o - finito. Con ello parece inmediatamente excluida la unidad de lo finito y lo
infinito; la reflexión inacabada, es[tá] por ello en contra de esta unidad de la
manera más obstinada.

Pero ya se ha mostrado, y ello es inmediatamente patente, sin mayor


penetración en la determinación de lo finito y lo infinito, que lo infinito, en el
sentido en que viene tomado por aquel reflexionar –a saber, como lo enfrentado a
lo finito- por eso, porque se le enfrenta, tiene en381 él su otro; por consiguiente
es[tá] ya delimitado, y él mismo es finito: el infinito malo. La respuesta a la
pregunta de c ó m o l o i n f i n i t o v i e n e a s e r f i n i t o es, con ello, la de que
no se d a un finito / que p r i m e r a m e n t e sea infinito y sólo después tenga
necesidad de venir a ser finito, de salir a la finitud, sino que ya para sí mismo es,
precisamente en la misma medida, tan finito como infinito. Como la pregunta
acepta por una parte que lo infinito [sea] para sí, y [por otra] que lo finito, salido
de aquél o de donde quiera que proceda, al hacer la382 separación, sea de verdad
real apartado de él, más bien habría que decir entonces que esa separación es
i n c o n c e b i b l e . Ni tal finito ni tal infinito tiene[n] verdad; lo no verdadero,
empero, es inconcebible. Pero de igual manera hay que decir que son
concebibles; la consideración de los mismos –incluso tal como ellos son [, se dan]
en la representación- de que en el uno está la determinación del otro, la simple
inteligibilidad de esta inseparabilidad suya significa concebirlos [,
comprehenderlos]; e s t a i n s e p a r a b i l i d a d e s s u c o n c e p t o . - En la
s u b s i s t e n c i a d e s u y o de aquel infinito y finito, por contra, aquella
pregunta establece un contenido no verdadero y contiene ya en sí una referencia383
del mismo [que] no [es] verdadera. Por eso no hay que responder a ella, sino más
bien negar las falsas presuposiciones que contiene, esto es, la pregunta misma.
Mediante la pregunta por la verdad de aquel infinito y [aquel] finito viene a
combinarse el nivel [de consideración], y este cambio volverá a llevar a ella la
misma dificultad embarazosa que debía producir la pregunta primera; esa
p r e g u n t a nuestra le es n u e v a a la reflexión de la que procede la pregunta
primera, dado que tal reflexionar no contiene el interés especulativo, el cual, de
por sí y antes de establecer una respectividad entre las determinaciones, está
enderezado a conocer si las mismas, tal como vienen propuestas, son algo
verdadero. Mas en la medida en que es [re]conocida la no verdad de aquel
infinito abstracto y de lo finito que debe, de igual manera, quedarse estancado
por su parte, hay que decir, por lo que hace a [la acción de] salir lo finito de lo
infinito que lo infinito s a l e hacia la infinitud, y además que ello se debe a que él
no tiene ninguna verdad, ninguna consistencia en384 él, captado como unidad
380
an
381
an
382
in die
383
Beziehung
384
an

127
abstracta, así como, a la inversa, lo finito, desde el mismo fundamento [por la
misma razón] de su nulidad, viene a e n t r a r en lo infinito. O más bien hay que
decir que lo finito ha salido eternamente hacia la finitud, que él sencillamente385
no e s , como tampoco [lo era] el s e r puro, [tomado] únicamente de por sí, sin
tener a su otro e n 3 8 6 é l m i s m o . /

Aquella pregunta acerca de cómo salga lo infinito a [hacerse] finito puede


contener aún la presuposición ulterior de que lo infinito, e n 3 8 7 s í , contenga en
sí a lo finito y que, con ello, sea en388 sí la unidad de sí mismo y de su otro, de
suerte que la dificultad se refiera389 esencialmente a la [acción de] s e p a r a r ,
[entendida] como aquello que está enfrentado a la presupuesta unidad de ambos.
En esta presuposición, la oposición a que [uno] se atiene [aquí] tiene solamente
otra figura; la u n i d a d y el d i f e r e n c i a r vienen a ser separados uno de otro y
aislados. Pero cuando aquélla no viene tomada como la unidad abstracta,
indeterminada, sino –según [sucede] ya en aquella presuposición- como la
unidad determinada de f i n i t o e i n f i n i t o , entonces está ya allí igualmente,
presente la diferenciación entre ambos: una diferenciación que no es a su vez un
dejarlos sueltos, en subsistencia separada, sino que los deja como i d e a l e s 3 9 0
en la unidad. Esta u n i d a d de infinito y finito, y esta su d i f e r e n c i a c i ó n ,
son lo mismo [, tan] inseparables como la finitud y [la] infinitud.

Observación 2. [Título en la Tabla del Contenido: El idealismo].

La proposición de que lo f i n i t o e s i d e a l 3 9 1 constituye el


i d e a l i s m o . El idealismo de la filosofía no consiste en otra cosa que en no
reconocer a lo finito como ente de verdad. Toda filosofía es esencialmente
idealismo o lo tiene al menos por principio suyo, y la cuestión no estriba entonces
sino en saber hasta qué punto se ha llevado el mismo efectivamente a cabo. La
filosofía lo es tanto [: a saber, idealismo] como lo es la religión; pues tampoco
reconoce la religión a la finitud como ser de verdad, como [cosa] última, como
absoluto, o sea como un no-puesto, increado, eterno. La oposición de filosofía
idealista y realista no tiene por consiguiente sentido392 alguno. Una filosofía que
adscribiera al estar finito, en cuanto tal, ser de verdad, ser último y absoluto, no
merecería el nombre de filosofía; [los] principios de filosofías antiguas o
modernas, el agua, o la materia, los átomos, son p e n s a m i e n t o s , [cosas]
universales, ideales393, no cosas que se encuentren inmediatamente ahí delante, o

385
schlechthin [lat.: simpliciter]
386
an
387
an
388
an
389
bezieht
390
ideelle
391
ideell
392
Bedeutung
393
Ideelle

128
sea en [una] singularidad sensible; ni siquiera el agua de Tales es eso; pues, aun
cuando sea también el agua empírica, además de ello es al mismo tiempo el
e n 3 9 4 s í o e s e n c i a de todas las otras cosas; y éstas no subsisten de suyo ni
están fundadas en sí, sino que están p u e s t a s a partir de otro, del agua, esto es:
[son] ideales395. En cuanto que antes se denominó al principio, a lo universal, lo
i d e a l 3 9 6 al igual que con más [razón] aún hay que denominar i d e a l 3 9 7 al
concepto, a la idea, al espíritu, así son también, por su parte, i d e a l e s 3 9 8 las
cosas singulares sensibles en el principio, en el concepto y aún más en el espíritu,
dado que son [, existen] en cuanto asumidas; así, y a este propósito, hay que
llamar preliminarmente la atención sobre la misma / duplicidad de respectos ya
mostrada a propósito de lo infinito, a saber, que una vez es lo ideal 399 lo concreto,
lo de verdad ente, otra en cambio, y precisamente en la misma medida, lo ideal 400
son sus momentos, asumidos en él, mientras que, de hecho, sólo hay un único
todo concreto401, del que son inseparables los momentos.

En el caso de lo ideal402 viene a las mientes [, se opina que se trata] sobre


todo [de] la forma d e r e p r e s e n t a c i ó n 4 0 3 , siendo denominado i d e a l 4 0 4
aquello que está e n mi representación, o e n el concepto, e n la idea, e n la
imaginación, etc., de suerte que ideal en general vale también para ficciones,
para representaciones no sólo distintas de lo real405, sino que, esencialmente, n o
deben ser reales406. De hecho, el espíritu es en general el i d e a l i s t a
propiamente dicho; en él, ya en cuanto que siente y se representa [cosas], pero
más aún en la medida en que piensa y concibe, el contenido no está como una, así
llamada, e x i s t e n c i a 4 0 7 r e a l ; en la simplicidad del Yo, tal ser exterior no
está sino [como] asumido, él es p a r a m í , es i d e a l 4 0 8 [o está i d e a l m e n t e ]
en mí. Este idealismo subjetivo, sea como idealismo inconsciente de la
conciencia, en general, o se halle conscientemente formulado y establecido como
principio, está enderezado solamente a la f o r m a de la representación, según la
cual un contenido es mío; esta forma viene afirmada en el idealismo sistemático
de la subjetividad como la única de verdad, como la forma exclusiva, enfrentada
a la forma de la objetividad o realidad, o sea del e s t a r e x t e r i o r de aquel

394
an
395
Ideelle
396
Ideelle
397
Ideelle
398
Ideelle
399
Ideelle
400
Ideelle
401
das Eine concrete Ganze ist [. Diferénciese ello del En kai pan: Alles Eins]
402
Ideelle
403
[Cf. p.e. Brockhaus’Konversations Lexikon. Leipzig 190814. IX, 499: “Ideell: nur in der Idee oder
Vorstellung bestehend”. O sea: “ideal: consistente (o existente) sólo en la idea o representación”].
404
Ideelle
405
Reell
406
Reell
407
Daseyn
408
Ideelle

129
contenido. Tal idealismo es formal409, en cuanto que no repara en el c o n t e n i d o
del representar o [del] pensar, que, para el caso, bien puede quedarse
enteramente en su finitud dentro del representar o el pensar. Con un idealismo tal
nada se pierde, sea porque la realidad de tal contenido finito, el estar, llenado
con [la] finitud, se conserva, sea también, y en igual medida, porque al hacer
abstracción de ella, se da a entender410 que, e n 4 1 1 s í , nada de monta hay en412
tal contenido; y nada se gana con él, justamente porque nada se pierde, porque
Yo, la representación, el espíritu, sigue estando lleno del mismo contenido de
finitud. La oposición de la forma entre subjetividad y objetividad es, en cualquier
caso, una de las finitudes; pero el c o n t e n i d o , según viene aprehendido en la
sensación, intuición o también en el elemento, más abstracto, de la
representación del pensar, contiene finitudes en abundancia, que, con la
exclusión de sólo una de las maneras de la finitud: la forma de lo subjetivo y de
lo objetivo, ni resultan eliminadas ni menos han caducado por sí mismas. /

409
formell
410
soll
411
an
412
an

130
CAPÍTULO TERCERO

EL SER PARA SÍ.

En el s e r p a r a s í se da el a c a b a m i e n t o 4 1 3 d e l s e r
c u a l i t a t i v o ; él es el ser infinito. El ser del inicio es carente de determinación.
El estar es el ser asumido, pero el ser sólo inmediatamente asumido. Contiene
pues, por lo pronto, solamente la primera negación, ella misma inmediata; el ser
está igualmente mantenido, es verdad, y ambos, en el estar, están unificados en
unidad simple, pero precisamente por ello son en414 sí, todavía d e s i g u a l e s
entre sí, y su unida n o está aún p u e s t a . El estar es, por ello, la esfera de la
diferencia, del ser determinado relativo, no absoluto. En el ser para sí está
puesta, e igualada, la diferencia entre el ser y la determinidad o negación;
cualidad, ser otro, límite, igual que realidad, ser ensimismado, deber ser, etc.,
son la figuraciones415 imperfectas de la negación en el ser, en cuanto que, en
ellas, la diferencia entre ambos [, entre ser y negación] está aún de fundamento.
Pero al haber pasado la negación, en la finitud, a la infinitud, a la p u e s t a
negación de la negación, ella es respectividad simple a sí, y por tanto, en 416 ella
misma, la igualación con el ser: s e r - d e t e r m i n a d o a b s o l u t o .

El ser para sí es, e n p r i m e r l u g a r , ente para sí, u n o .

E n s e g u n d o l u g a r , el uno pasa a la p l u r a l i d a d d e l o s u n o :
r e p u l s i ó n , cuyo ser otro del uno se asume en la idealidad del mismo:
atracción.

En tercer lugar, la determinación recíproca de repulsión y


atracción, dentro de la cual ambos se han hundido de consuno en el equilibrio, y
la cualidad, que en el ser para sí se llevó a sí misma a su punta extrema, pasa[n] a
cantidad. /

A.

EL SER PARA SÍ EN CUANTO TAL.

El concepto general417 del ser para sí se ha dado ya como resultado. Se


trataría solamente de mostrar que a ese concepto le corresponde la
representación que nosotros enlazamos con la expresión: s e r p a r a s í , con lo
que estaríamos autorizados a utilizar esta [expresión] para aquel concepto. Y así,
ciertamente, parece: nosotros decimos que algo es para sí en la medida en que él
asume el ser otro, su respectividad y comunidad con otro, al repelerlas, haciendo
abstracción de ello. Lo otro no es[tá] en él más que c o m o un asumido, como
m o m e n t o s u y o ; el ser para sí consiste en haber sobrepasado de tal modo la
413
ist vollendet
414
an
415
Einbildungen
416
an
417
allgemeine

131
limitación, su ser otro, que él, en cuanto esta negación, es el infinito r e t o r n o a
sí. La conciencia contiene ya en418 sí, en cuanto tal, la determinación del ser para
sí en cuanto que se r e p r e s e n t a un objeto que ella siente, intuye, etc., o sea que
tiene e n e l l a el contenido de aquel [contenido] que, de esta manera, es[tá]
como i d e a l 4 1 9 ; en su intuir mismo y, en general, en su entrelazamiento con lo
negativo de sí, con lo otro, ella está c a b e s í m i s m a . El ser para sí es el
comportarse-y-relacionarse polémico, negativo frente a lo otro delimitador y, por
esta negación del mismo, [él es] ser-reflexionado-en-sí, aun cuando j u n t o a este
retorno a sí de la conciencia, y junto a la idealidad del objeto, se conserve
i g u a l m e n t e , t o d a v í a , la r e a l i d a d del mismo, en cuanto que él es
sabido, a l m i s m o t i e m p o , como un estar exterior. La conciencia es, así, l o
q u e a p a r e c e , o sea [es] el dualismo de saber por una parte [que hay] un
objeto distinto de ella, un objeto exterior y, por otra, de ser-para-sí, de tener al
mismo, idealmente, en ella, [o sea,] de ser no sólo cabe tal otro, sino de ser allí,
también, cabe sí misma. Por contra, la a u t o c o n c i e n c i a es el ser p a r a s í
en cuanto l l e v a d o a p l e n i t u d y p u e s t o ; ese lado de respectividad a un
o t r o , a un objeto externo, es eliminado. La autoconciencia es, así, el ejemplo
más cercano de la presencia420 de la infinitud: de una infinitud, desde luego,
abstracta en todo caso, aunque al mismo tiempo tenga, sin embargo, una
determinación concreta enteramente distinta al ser para sí en general, cuya
infinitud tiene todavía una determinidad sola y enteramente cualitativa. /

a.

Estar y ser para sí.

Como se ha recordado ya, el ser para sí es la infinitud sumergida de


consuno en el ser simple; él es e s t a r , en la medida en que la naturaleza
negativa de la infinitud, que es negación de la negación, es [, se da] en la forma,
desde ahora puesta, de la i n m e d i a t e z del ser, sólo como negación en general,
como simple determinidad cualitativa. El ser, en tal determinidad, en la que él es
estar, está empero al punto diferenciado también del ser para sí mismo, que es
sólo ser para sí en la medida en que su determinidad es aquella [determinidad]
infinita; sin embargo, el estar es al mismo tiempo momento del ser-para-sí
mismo; pues éste contiene también desde luego al ser, afectado por la negación.
Así, la determinidad, que es en el421 estar como tal un o t r o y [un] s e r - p a r a -
o t r o , está replegada en la unidad infinita del ser para sí, y el momento del estar
está presente en el ser para sí como s e r - p a r a - u n o .

418
an
419
ideelles
420
Präsenz [gr.: parousía].
421
am

132
b.

Ser-para-uno.

Este momento expresa el modo en que lo finito está en su unidad con lo


infinito, o sea [lo expresa] como ideal4 2 2 . El ser para sí no tiene la negación
e n 4 2 3 é l como una determinidad o límite y, por ende, tampoco como
respectividad a un estar distinto424 de él. Ahora bien, en cuanto que este momento
ha sido designado como s e r - p a r a - u n o , nada [de aquello] para lo cual él
sería está aún presente: no [lo está] el uno, cuyo momento sería. De hecho, nada
similar está aún fijado en el ser para sí; aquello para lo cual algo sería (y aquí
no hay ningún algo), aquello que debiera ser el otro lado en general, es de igual
manera momento, él mismo es sólo ser-para-uno, sin ser todavía uno.- Con ello,
no está todavía presente una diferencialidad entre los dos lados que cabría
vislumbrar en el ser-para-uno; sólo [hay] u n s o l o ser-para-otro y, por ser
solamente u n ser-para-otro [, sin más,] éste es también, solamente, ser-para-
uno; no hay todavía más que la idealidad una y sola, [la idealidad] de aquello
para lo cual o en lo cual debiera haber una determinación como momento, y [la
idealidad] de aquello que, en él, debiera ser momento. Así, 425s e r - p a r a - u n o y
el s e r p a r a s í no constituyen mutuamente426 determinidades de verdad. En la
medida en que la diferencia viene aceptada por un instante y se habla aquí de un
e n t e p a r a s í , entonces es él mismo el ente para sí, en cuanto / ser-asumido del
ser-otro, que se respecta a sí como a lo otro asumido, siendo pues p a r a - u n o ;
en su otro, se respecta solamente a sí. Lo ideal 427 es necesariamente p a r a - u n o ,
pero no lo es para un o t r o ; el uno para el cual es no es sino él mismo. Por tanto,
Yo, el espíritu en general o Dios son [cosas] ideales 428 por ser infinitos; pero, en
cuanto esentes-para-sí, no son idealmente429 diversos de aquello que es-para-uno.
Pues entonces ellos serían solamente inmediatos o, con más precisión, [serían]
estar y un ser-para-otro, porque lo que sería para ellos no sería ellos mismos, sino
un otro, si el momento de ser-para-uno no debiera advenir a ellos [, e.d. no les
conviniera]. Dios es por tanto p a r a s í en la medida en que él mismo es lo que
p a r a é l es:

Ser-para-sí y ser-para-uno no son pues significaciones diversas de la


idealidad, sino momentos esenciales, inseparables de la misma.

422
ideelles
423
an
424
anderes
425
[Cf. 11: 9014]
426
gegeneinander
427
Ideelle
428
Ideelle
429
Ideelle

133
430
Observación. [Título de la Tabla del Contenido:
¿Qué [es ser apropiado] para un[a cosa]?].

La expresión de nuestra lengua, que al principio aparece extraña, para


preguntar por la cualidad: q u é sea algo p a r a u n a cosa [qué tipo de cosa sea
algo], pone de relieve en su reflexión en-sí el momento aquí considerado. Esta
expresión es, en su origen, idealista, dado que ella no pregunta qué sea esta cosa
A p a r a o t r a cosa B, ni qué sea este hombre para otro hombre, sino: ¿qué es
e s t o [o sea: cómo se determina esto] p a r a [o sea: en función de] u n a c o s a ,
p a r a u n h o m b r e ?, de modo que este ser para uno vuelve al mismo tiempo a
ser recogido en esta cosa, en este hombre mismo; o sea, que aquello q u e él e s y
aquello p a r a l o c u a l [en función de lo cual] él es, es uno y lo mismo: una
identidad como la cual también la idealidad ha de ser considerada.

La idealidad conviene, por lo pronto, a las determinaciones asumidas, en


cuanto diferentes de aquello e n l o q u e están asumidas, que, en cambio, puede
venir tomado como lo real431. Así, empero, lo ideal432 es de nuevo uno de los
momentos, y lo real el otro; pero la idealidad estriba en que ambas
determinaciones sean, de igual manera, solamente p a r a u n o y valgan
solamente para u n a s o l a [cosa]: u n a s o l a idealidad que, con ello, es
realidad indiferenciada. En este sentido la autoconciencia, el espíritu, Dios son
lo ideal433, como infinita respectividad puramente a sí: Yo es para Yo, ambos son
lo mismo, Yo es nombrado dos veces, pero de modo que, de los dos, cada uno es
solamente para-uno, ideal434; el espíritu es sólo para el espíritu; / Dios, sólo para
Dios; y sólo esta unidad es Dios, Dios como espíritu.- Pero la autoconciencia, en
cuanto conciencia, ingresa en la diferencia entre s í y un o t r o , o [en la
diferencia] entre la idealidad, en la cual es ella representadora435, y su realidad,
en la cual tiene la representación de la conciencia un contenido determinado que
todavía tiene el respecto –al ser lo negativo asumido, el estar- de ser sabido. Sin
embargo, llamar al pensamiento, [al] espíritu [o a] Dios s o l a m e n t e un[a cosa]
ideal436 presupone el punto de vista en el cual es el estar finito el que vale como lo
real, y lo ideal437 o el ser-para-uno tiene sólo un sentido unilateral.

En una observación precedente ha sido indicado y enunciado el principio


del idealismo, [y se dijo] que de lo que se trata entonces en una filosofía es ver
hasta qué punto se ha llevado a cabo el principio. Sobre el modo de llevarlo a
cabo, y por lo que respecta a la categoría cabe la cual nos hallamos, es posible
hacer aún una observación ulterior. Llevar a cabo [el principio es cosa que]
depende de, por lo pronto, de si junto al ser para sí no permanezca aún,
430
[Cf. 11: 889]
431
Reelle
432
Ideelle
433
Ideelle
434
Ideelle
435
vorstellend
436
Ideelle
437
Ideelle

134
consistente, y con subsistencia de suyo, el estar finito; mas también [depende] de
si esté puesto ya en lo infinito mismo el momento: p a r a - u n o , un comportarse-
y-relacionarse lo ideal438 a sí en cuanto ideal439. Así, el ser eleático o la sustancia
spinozista son solamente la negación abstracta de toda determinidad, sin que en
ella misma [-en la negación-] esté puesta la idealidad: en S p i n o z a , como se
mencionará más adelante, la infinitud es solamente la a f i r m a c i ó n absoluta de
una cosa, y con ello solamente la unidad inmóvil; la sustancia no llega siquiera a
la determinación del ser para sí, y mucho menos a la del sujeto y el espíritu. El
idealismo del noble M a l a b r a n c h e es, en sí, más explícito; contiene los
siguientes pensamientos fundamentales: dado que Dios incluye en sí todas las
verdades eternas, a las ideas y perfecciones de todas las cosas, de manera que
ellas son solamente las s u y a s , no las vemos entonces sino en él; Dios despierta
en nosotros nuestras sensaciones de los objetos mediante una acción que nada de
sensible tiene, y a cuyo respecto nos imaginamos alcanzar del objeto no sólo su
idea –que representa su esencia- sino también la sensación de la existencia 440 del
mismo (De la recherche de la Vérité, Eclairc[issements] sur la nature des idées,
etc.). Al igual pues que las verdades e ideas eternas (esencialidades) de las cosas,
así es también su existencia441, en Dios, ideal442 y no un estar realmente efectivo,
aun cuando, como objetos nuestros, ellos son solamente p a r a u n o . Este
momento de idealismo explícito y concreto, que en el spinozismo falta, está aquí
presente, en cuanto que la idealidad absoluta está determinada como saber. Por
puro y profundo que este idealismo sea, esas relaciones contienen todavía, de un
lado, mucho de indeterminado para el pensamiento, mientras que del otro es su
contenido, en seguida, bien concreto (los pecados y la redención se presentan en
ellas en seguida); la determinación lógica de la infinitud, que tendría que ser el
basamento de ese [contenido], no está explicitada de por sí, de modo que ese
idealismo sublime y pleno es el producto, bien es verdad, de un espíritu
especulativo puro, el único fundamentalmente de verdad. /

El idealismo leibniziano se halla en mayor medida dentro del límite del


concepto abstracto.- 443La esencia l e i b n i z i a n a r e p r e s e n t a d o r a 4 4 4 , la
m ó n a d a , es esencialmente [algo] ideal445. El representar es un ser para sí, en el
cual las determinidades no son límites ni, por ende, un estar, sino sólo momentos.
Es verdad que representar es también una determinación más concreta, pero aquí
no tiene más significación que la de la idealidad; pues también lo en general
carente de conciencia es en Leibniz representador percipiente. En este sistema está
pues asumido el ser otro; espíritu y cuerpo, o las mónadas en general, no son otros

438
Ideelle
439
Iseelle
440
Daseyn
441
Daseyn
442
ideell
443
[Cf 11: 8910].
444
vorstellende
445
ideelles

135
[distintos] unos para otros, no se delimitan ni tienen ninguna influencia entre sí446;
quedan en general abolidas todas las relaciones que tengan un estar como
fundamento. La multiforme variedad es solamente ideal447 e interna, la mónada
sigue estando allí respectada sólo a sí misma; los cambios se desarrollan en el
interior de ella, sin ser respectividades de la misma a otras. Aquello que, según la
determinación real, viene tomado como existente respectividad de las mónadas
entre sí es un devenir independiente y sólo s i m u l t á n e o , encerrado en el ser
para sí de cada mónada. Que haya m á s m ó n a d a s , que por ende vengan
determinadas también como [siendo] otras, en nada concierne a las mónadas
mismas; eso es la reflexión, que cae fuera de ellas, de un tercero; ellas no son
e n 4 4 8 e l l a s m i s m a s o t r a s , u n a s f r e n t e a o t r a s ; el ser para sí es
mantenido puro, sin tener a h í a l l a d o , un estar- Sólo que en este punto está al
mismo tiempo lo inacabado de este sistema. Sólo e n 4 4 9 s í , o [sea] e n 4 5 0 D i o s
como mónada de mónadas, o t a m b i é n e n 4 5 1 e l s i s t e m a , son las mónadas,
de este modo, representadoras452. El ser otro es[tá] igualmente presente, donde
quiera que caiga, sea en la representación misma, o como quiera que sea
determinado lo tercero que las considera como otras, como muchas. La pluralidad
del estar de ellas está solamente excluido, y además, sólo momentáneamente; sólo
por la abstracción están puestas las mónadas como [cosas] tales que no serían
otras. Si hay un tercero que pone el ser otro de ellas, entonces hay también un
tercero que asume su ser otro; pero todo este m o v i m i e n t o q u e l a s
c o n v i e r t e e n i d e a l e s 453 cae fuera de ellas. Mas así como cabe recordar
que ese mismo movimiento del pensamiento cae, con todo, dentro de una mónada
representadora, también hay que recordar, al mismo tiempo, que justamente e l
c o n t e n i d o de tal pensar s e es e x t e r i o r a s í m i s m o . / De la unidad de
la idealidad absoluta (de la mónada de mónadas) se pasa inmediatamente, sin
dar el concepto de ello (por medio [-en cambio-] de la representación del acto
creador), a la categoría de la p l u r a l i d a d abstracta (carente de respectividad)
del estar, y de ésta, y de manera igual de abstracta, se vuelve a aquella unidad.
La idealidad, el representar en general, sigue siendo algo formal454, al igual que
lo es también el representar, ascendiendo a conciencia. Así como en la
ocurrencia de Leibniz, arriba aducida, acerca de la aguja magnética –que, si
tuviera conciencia, vería su dirección al norte como determinación de su
libertad- viene pensada la conciencia sólo como forma unilateral, indiferente
cara a su determinación y contenido, así es la idealidad en las mónadas una
forma que sigue siendo exterior a la pluralidad. La idealidad debe serles

446
aufeinander
447
ideell
448
an
449
an
450
an
451
an
452
vorstellende
453
ideelles
454
formelles

136
inmanente; y su naturaleza, representar; pero el comportamiento-y-relación de
las mónadas es de un lado su armonía, que no acaece en su estar y está por
consiguiente preestablecida; de otro lado, ese e s t a r suyo no está captado como
ser-para-otro ni, ulteriormente, como idealidad, sino sólo como pluralidad
abstracta; la idealidad de la pluralidad y la ulterior determinación de la misma
como armonía no es ni inmanente ni pertinente a esa pluralidad misma.

Otro idealismo, como por ejemplo el kantiano y el fichteano, no sobrepasa


el d e b e r s e r o el p r o g r e s o i n f i n i t o , y se queda en el dualismo del estar y
el ser para sí. En estos sistemas entra, es verdad, la cosa-en-sí o el inicial-
impulso455 infinito inmediatamente en el Yo, y viene a ser solamente una [cosa]
p a r a é s t e m i s m o ; pero él [el impulso] sale de un libre ser otro, que, como
ser ensimismado negativo, se hace perenne. Por consiguiente el Yo, como lo
ideal456, como para sí esente, viene ciertamente determinado como infinita
respectividad a sí; pero el s e r - p a r a - u n o no es[tá] acabado hasta [el punto de
ser] el desaparecer de aquello que está más allá, o [el desaparecer] de la
dirección hacia el más allá.

457
c.

Uno.

El ser para sí es la simple unidad de sí mismo y de [ese] momento suyo [que


es] el ser-para-uno. 458No hay presente nada más que una sola determinación: la
respectividad-a-sí mismo del asumir. Los m o m e n t o s del ser para sí se han /
hundido conjuntamente en [esa] c a r e n c i a d e d i f e r e n c i a que es inmediatez
o ser, pero que es una i n m e d i a t e z que se funda en el negar, que está puesto
como su determinación. El ser para sí es, de este modo, e n t e p a r a s í , y, en
cuanto que su significación interna desaparece en esta inmediatez, [es] el límite
enteramente abstracto de sí mismo: el u n o .

Cabe hacer notar de antemano la dificultad que en la siguiente exposición


del d e s a r r o l l o del uno se halla, así como el fundamento [o razón] de esta
dificultad. Los m o m e n t o s constituyentes del c o n c e p t o del uno como ser
para sí hacen su entrada allí p o r s e p a r a d o , siendo: 1) negación en plural, 2)
d o s negaciones, 3) [negaciones] por ende de dos, que son l o m i s m o , 4) que
están sencillamente contrapuestos; 5) respectividad a sí, identidad en cuanto tal,
6) respectividad n e g a t i v a y, sin embargo [referida] a s í m i s m a . Que estos
momentos hagan su entrada aquí por separado se debe a que la forma de la
i n m e d i a t e z , del s e r , ingresa en el459 ser para sí como ente para sí; por esta

455
Anstoss
456
Ideelle
457
[Cf. 11: 8820]
458
[Cf. 11:916]
459
am

137
inmediatez, c a d a momento v i e n e p u e s t o como u n a d e t e r m i n a c i ó n
p r o p i a , e s e n t e ; y sin embargo, son en igual medida i n s e p a r a b l e s . A
ello se debe que de cada determinación sea en igual medida preciso enunciar su
contraria; es esta contradicción la que, dada la d i s p o s i c i ó n abstracta d e
l o s m o m e n t o s , constituye la dificultad.

B.

UNO Y MUCHO.

El uno es la simple respectividad a sí mismo del ser para sí, en la que sus
momentos han caído-conjuntamente-y-coincidido460 en sí, en la que, por
consiguiente, tiene la forma de la i n m e d i a t e z , volviéndose entonces sus
momentos, por consiguiente, e n t e s q u e e s t á n a h í .

Como respectividad de lo n e g a t i v o a sí, el uno es [un] determinar; y


como respectividad a s í , es infinito determinarse a s í . Mas en virtud de la
inmediatez que hay a partir de ahora, estas d i f e r e n c i a s no están ya sólo
como momentos de una y la misma autodeterminación, sino que están al mismo
tiempo puestas como e n t e s . La i d e a l i d a d del ser para sí como totalidad se
vuelca así, para empezar, en la r e a l i d a d , y además en la [realidad] más sólida
y abstracta, como u n o . El ser para sí es e n e l u n o l a p u e s t a unidad de
ser y estar, en cuanto unificación absoluta de la respectividad a otro / y de la
respectividad a sí; pero entonces hace su entrada también la determinidad del ser
f r e n t e a la determinación de la n e g a c i ó n i n f i n i t a , frente a la
autodeterminación, de modo que lo que es uno e n 4 6 1 s í lo e s ahora sólo e n
é l , [siendo] por ende lo negativo un otro, en cuanto diferente de él. Lo que, en
cuanto diferente de él, se muestra aquí p r e s e n t e es su propio determinarse; su
unidad consigo ha bajado así de posición, en cuanto diferente de sí, hasta
[hacerse] r e s p e c t i v i d a d y , como unidad n e g a t i v a , es negación de sí
misma como [negación] de un o t r o , e x c l u s i ó n del uno como de un o t r o , a
partir de sí, del uno.

a.

El uno en4 6 2 él mismo.

En463 él mismo el uno en general e s ; este su ser no es ningún estar, ninguna


determinación como respectividad a otro, ninguna disposición; él es esto: el haber

460
zusammengefallen
461
an
462
an
463
an

138
negado este círculo de categorías. Por ende, el uno es incapaz de devenir otro: es
inmutable.

Es indeterminado; sin embargo, no [lo es] ya como el ser; su indeterminidad


es la determinidad que es respectividad a sí misma, ser-determinado absoluto: ser
en sí, p u e s t o . En cuanto, según su concepto, es negación que se respecta a sí, el
[uno] tiene la diferencia dentro de464 él: una dirección que parte de sí y se vuelve
a otro, pero que está inmediatamente de vuelta, porque, según este momento del
determinarse a sí, no hay ningún otro al que ir, y que ha retornado a sí.

En esta inmediatez simple ha desaparecido la mediación del estar y de la


idealidad misma y, con ello, toda diversidad y multiplicidad. N a d a hay en él;
esta n a d a , la abstracción de la respectividad a sí mismo, es aquí diferente del
mismo ser en sí; es un [ser en sí] p u e s t o , porque este ser en sí no es ya el [ser]
simple de algo, sino que tiene la determinación de ser, en cuanto mediación,
concreto; en cuanto abstracto, empero, es verdad que él es idéntico al uno, pero
[es] diverso de la determinación de éste. Así, esta nada, puesta como e n u n
[solo uno], es la nada como v a c í o . - El vacío es pues la c u a l i d a d del uno en
su inmediatez. /

b.

El uno y el vacío.

El uno es el vacío en cuanto abstracta respectividad de la negación a sí


misma. Pero el vacío, en cuanto nada, es sencillamente diverso de la simple
inmediatez, del ser –también afirmativo- del uno; y en cuanto que ellos están en
una sola respectividad, a saber, [la] del uno mismo, la diversidad de ambos está
p u e s t a ; pero, [al ser] diversa del ente, la nada como vacío está f u e r a del uno
esente.

Al haberse determinado de esta manera como el uno y el vacío, el ser para sí


ha obtenido de nuevo un e s t a r . El uno y el vacío tienen a la respectividad
negativa a sí por simple suelo común suyo. Los momentos del ser para sí salen de
esta unidad, devienen exteriores a sí; dado que por la unidad s i m p l e de los
momentos mismos viene a entrar la determinación del s e r , ésta se baja entonces
de posición a sí misma hasta [hacerse] u n s o l o lado y, por ende, [baja a la
posición del] estar, situándose allí frente a ella, igualmente, su otra
determinación, [a saber] la negación en general, como estar [, como existencia]
de la nada, [o sea] como el vacío.

464
in

139
Observación [Título en la Tabla del Contenido: La atomística].

El uno, en esta forma de estar, es la fase categorial acaecida en los antiguos


como el p r i n c i p i o a t o m í s t i c o , según el cual la esencia de las cosas es el
á t o m o y el v a c í o (τò ατομον, o bien τα ατομα καì τò κενòν). La abstracción,
crecida hasta [alcanzar] esta forma, ha ganado una determinidad mayor que el s e r
de Parménides y el d e v e n i r de Heráclito. Por a l t a que esté situada, en cuanto
que convierte esta simple determinidad de lo uno y del vacío en principio de todas
las cosas, reconduce la infinita variedad del mundo a esta simple oposición y osa
conocerla a partir de ella, en igual medida le es f á c i l al reflexionar representador
el representarse a q u í a los átomos y a l l í , a l l a d o , al vacío. Por consiguiente,
no hay que asombrarse de que el principio atomístico se / haya mantenido en todo
tiempo; la relación, igual de trivial y exterior, de la c o m p o s i c i ó n , que hay que
agregar aún para conseguir la apariencia de [cosa] concreta y de una variedad, es
ciertamente tan popular como los átomos mismos y el vacío. El uno y el vacío es
el ser para sí, el supremo –cualitativo- ser interno a sí, decaído a completa
e x t e r i o r i d a d ; la inmediatez o el ser, del uno, por ser éste la negación de todo
ser otro, no es ya puesta como siendo determinable y mutable, [de modo que] para
la absoluta rigidez-frágil465 de éste, sigue siendo sencillamente respectividad
exterior toda determinación, variedad o nexo.

Sin embargo, en el caso de los primeros pensadores del principio atomístico


no se ha quedado el mismo en esta exterioridad sino que, aparte de su abstracción,
tenía también una determinación especulativa en el hecho de haber llegado a
[re]conocer al v a c í o como la f u e n t e d e l m o v i m i e n t o ; lo cual es una
respectividad del átomo y del vacío enteramente distinta al mero estarse uno al
lado del otro y a la indiferencia de estas dos determinaciones enfrentadas. Que el
vacío sea la fuente del movimiento no tiene el sentido, de poca monta, de que algo
sólo pueda moverse en un vacío y no en un espacio ya lleno pues en un [espacio]
tal no habría ya ningún sitio libre; si tal se entendiera, el vacío sería solamente la
presuposición o condición, no el f u n d a m e n t o del movimiento, de igual modo
que se presupone también al movimiento mismo como [algo] presente, mientras
que lo esencial: [que haya] un fundamento del mismo, es olvidado. El modo de ver
de que el vacío constituya el fundamento del movimiento contiene el
pensamiento, más profundo, de que en lo negativo en general yace el fundamento
del devenir, de la inquietud del automovimiento; sentido en el cual, empero, hay
que tomar lo negativo como la negatividad, de verdad, de lo infinito. El vacío es
f u n d a m e n t o d e l m o v i m i e n t o sólo como la n e g a t i v a respectividad del
uno a su n e g a t i v o , al uno, esto es, a sí mismo que, sin embargo, está puesto
como ente que está [ahí].

Mas, por otra parte, las determinaciones ulteriores de los antiguos acerca
de una configuración y situación de los átomos, [y acerca de] la dirección de su
465
Sprödigkeit. [Este polivalente término –uno de cuyos ejs. de aplicación podría ser el vidrio- significa
también “esquivez”.]

140
movimiento, son bastante arbitrarias y extrínsecas, y están al respecto en directa
contradicción con la determinación fundamental del átomo. De [este modo de
ver] los átomos, del principio de la suprema exterioridad y, con ello, de la
suprema / carencia de concepto, [es de lo que] adolece la física de las moléculas
y partículas, justamente igual que la ciencia política que parte de la voluntad
singular de los individuos.

c.

Muchos uno.

Repulsión.

El uno y el vacío constituye[n] el ser para sí en su estar más próximo [,


primero]. Cada uno de estos momentos tiene por determinación suya la negación,
y está puesto al mismo tiempo como un estar. Según aquélla, el uno y el vacío
son466 la r e s p e c t i v i d a d de la negación a la negación en cuanto [negación] de
un otro a su otro; el uno es la negación en la determinación del ser; el vacío, la
negación en la determinación del no ser. Pero, esencialmente, el uno es
respectividad a sí sólo como n e g a c i ó n respectante, es decir él mismo es aquello
que el vacío debe ser fuera de él. Ambos están empero p u e s t o s también como
un e s t a r afirmativo, el uno como el ser para sí en cuanto tal, el otro como estar
indeterminado en general, respectándose el uno al otro como a un e s t a r o t r o
[, distinto]. El ser para sí del uno es esencialmente, sin embargo, la idealidad del
estar y del otro; no se respecta [a algo] como a otro, sino sólo a s í . Pero en
cuanto que el ser para sí está fijado como uno, como e s e n t e para sí, como
i n m e d i a t a m e n t e presente, su respectividad n e g a t i v a a s í es al mismo
tiempo respectividad a un e n t e ; y con ella es justamente en igual medida
negativa, aquello a lo que el uno se respecta sigue estando determinado como un
e s t a r y como un o t r o ; en cuanto respectividad esencial a s í m i s m o , el
otro no es la negación indeterminada, en cuanto vacío, sino, igualmente, u n o . El
uno es, con ello, d e v e n i r hasta [hacerse] m u c h o s u n o .

Propiamente [hablando] esto no es tampoco empero un d e v e n i r ; pues


devenir es un pasar de s e r a n a d a ; por el contrario, u n o no hace otra cosa
que devenir [, que convertirse en] u n o . Uno, lo respectado, contiene como
respectividad lo negativo, lo tiene pues e n 4 6 7 él mismo. En vez del devenir está
pues presente, en primer lugar, la propia respectividad inmanente del uno; y en
segundo lugar, en la medida en que / ella es negativa y el uno, al mismo tiempo,
[un] ente, el uno se repele a sí mismo d e s í . La respectividad negativa de uno a
sí es r e p u l s i ó n .

466
ist
467
an

141
Esta repulsión en cuanto que es el poner m u c h o s u n o mas por medio
del uno mismo, es el propio salir fuera de sí del uno, pero hacia tales [seres]
fuera de él que, a su vez, no son sino [otros] uno. Esta es la repulsión según e l
c o n c e p t o , l a esente e n s í . La segunda [clase de] repulsión es diferente de
aquélla, y es la vislumbrada al pronto por la representación de la reflexión
externa, en cuanto que [en ella] no [se da] la generación de los uno, sino sólo un
recíproco habérselas por separados [tales] uno presupuestos, ya p r e s e n t e s .
Hay que ver entonces el modo en que aquella repulsión esente e n 4 6 8 s í se
determina a la segunda a la exterior.

Por lo pronto hay que establecer las determinaciones que tienen los muchos
uno en cuanto tales. El [hecho de] venir a ser muchos o [sea, el] venir-a-ser-
producidos los muchos [es cosa que] desaparece inmediatamente como devenir-
puesto [, como venir a estar puestos]; los producidos son uno, [mas] no para otro,
sino que se respectan infinitamente a sí mismos. El uno sólo repele de sí mismo a
s í ; luego no deviene, sino que y a e s ; lo representado como repelido es
igualmente un u n o , un e n t e ; repeler y venir a ser repelido [es cosa que]
conviene a ambos de igual manera y que no constituye diferencia alguna.

Los uno están, así, p r e s u p u e s t o s , [puestos de antemano] unos frente a


otros: p u e s t o s por la repulsión del uno respecto de sí mismo; d e
a n t e m a n o , puestos como n o puestos [, o sea: como sólo presu-puestos]; su
ser-puesto está asumido, ellos son e n t e s unos frente a otros al respectarse sólo
a sí.

De este modo, la pluralidad no aparece como un s e r o t r o , sino como una


determinación perfectamente externa al uno. Uno, en cuanto que se repele a sí
mismo, sigue siendo respectividad a sí, al igual que lo [era] lo tomado al pronto
como repelido. En nada concierne pues a los uno que ellos sean o t r o s , el uno
frente al otro, [o sea] que estén comprehendidos en la determinidad de la
pluralidad. Si la pluralidad fuera una respectividad de los uno mismos, del uno al
otro, se delimitarían entonces el uno al otro y tendrían un ser-para-otro afirmativo
en469 ellos. Tal como aquí está p u e s t a , su respectividad –y ésta la tienen por su
unidad esente e n 4 7 0 s í - está determinada como [una respectividad que no es]
ninguna; ella es de nuevo el v a c í o puesto hace un momento. Él es el límite de
ellos, pero un límite que les es exterior, en el que no deben ser e l u n o p a r a
e l o t r o . El límite es / aquello en lo cual los delimitados lo mismo s o n que n o
s o n ; pero el vacío está determinado como el puro no ser, y solamente esto
constituye el límite de aquéllos.

La repulsión del uno respecto de sí mismo es la explicación [, el despliegue]


de aquello que el uno es en471 sí; mientras que la infinitud, extendida como [un
468
an
469
an
470
an
471
an

142
estar] l o u n o f u e r a d e l o o t r o , es aquí la i n f i n i t u d s a l i d a f u e r a
d e s í ; y fuera de sí lo llega a estar en virtud de la inmediatez de lo infinito, del
uno. Ella es justamente tanto un simple respectar de uno a uno como, más bien, la
absoluta carencia de respectividad de los uno; aquél, según la simple
respectividad afirmativa del uno a sí; éste, según la misma [pero] como negativa.
O sea, la pluralidad del uno es el propio [hecho de] poner el uno; el uno no es
nada más que la respectividad n e g a t i v a del uno a sí; y esta respectividad, o sea
el uno mismo, es el uno plural472. Pero de la misma manera, la pluralidad le es al
uno sencillamente exterior; pues el uno es precisamente el asumir del ser otro, la
repulsión es su respectividad a sí, y simple igualdad consigo mismo. La
pluralidad de los uno es la infinitud en cuanto contradicción que, sin más ni
más473, se engendra a sí misma.

Observación. [Título en la Tabla del Contenido: Mónadas leibnizianas.]

Anteriormente ha sido mencionado el i d e a l i s m o l e i b n i z i a n o . Puede


añadirse aquí que éste, a partir de la m ó n a d a r e p r e s e n t a d o r a , determinada
como ente para sí, no ha progresado más que hasta la repulsión recientemente
considerada, y además sólo hasta la p l u r a l i d a d en cuanto tal, en la que los uno
son cada uno solamente para sí indiferentes frente al estar y al ser-para-sí de otros
o [en la que,] en general, [los] otros no son de ningún modo para el uno. La
mónada es para sí el mundo entero, aisladamente-clauso474; ninguna de ellas
precisa de las otras; pero esta interna variedad que ella tiene en su representar en
nada altera su determinación de ser para sí. El idealismo leibniziano admite de una
manera inmediata la p l u r a l i d a d como d a d a , sin concebirla como
r e p u l s i ó n de la mónada; tiene por tanto a la pluralidad solamente del lado de
su exterioridad abstracta. L a a t o m í s t i c a no tiene el concepto de la identidad;
no capta al uno como un [algo] tal que contenga e n é l m i s m o a los dos
momentos del ser para sí / y del ser-para-él; por tanto, no [lo capta] como ideal 475,
sino solamente como simple seco ente-para-sí. Pero [por otra parte] va más allá de
la mera pluralidad indiferente: si los átomos vienen [a darse] en una
determinación ulterior, los unos frente a los otros, aun cuando propiamente
hablando, de manera inconsecuente, aquí por el contrario, en esa indiferente
independencia de las mónadas, la pluralidad, que sigue siendo rígida
d e t e r m i n a c i ó n f u n d a m e n t a l , de manera que su respectividad cae
solamente en la mónada de las mónadas o en el filósofo que las toma en
consideración.

472
das viele Eins
473
unbefangen
474
abgeschlossene
475
ideelle

143
C.

REPULSIÓN Y ATRACCIÓN.

a.

Exclusión del uno.

Los muchos uno son entes; su estar, o respectividad de unos a otros, es no-
respectividad, ella les es exterior: el vacío abstracto. Pero ellas mismas son esta
respectividad negativa a sí, ahora como a o t r o s e n t e s : la contradicción
mostrada, la infinitud puesta en [la] inmediatez del ser. Con esto, la repulsión s e
t o p a ahora d e i n m e d i a t o con lo repelido por ella. En esta determinación,
ella es e x c l u s i ó n ; el uno no repele de sí más que a los muchos uno por él
engendrados, no puestos por él. Este repeler, sea recíproco u omnilateral, es
relativo, limitado por el ser de los uno.
La pluralidad es, por lo pronto, ser-otro no puesto; el límite, solamente el
vacío, solamente aquello en lo cual los uno n o s o n . Pero ellos s o n también en
el límite, son en el vacío, o sea: su repulsión es su r e s p e c t i v i d a d c o m ú n .

Esta recíproca repulsión es el e s t a r , puesto, de los muchos uno; ella no es


el ser para sí de éstos –en ese caso ellos se diferenciarían solamente en un tercero-
/ sino que es el propio diferenciar de éstos el que los mantiene [y conserva].- Ellos
se niegan recíprocamente, se ponen unos a otros como [términos] tales que
solamente son p a r a - u n o . Pero precisamente en la misma medida n i e g a n al
mismo tiempo el [hecho de] s e r s o l a m e n t e p a r a - u n o ; r e p e l e n esa su
i d e a l i d a d , y s o n . Así es como son separados los momentos que en la
idealidad están sencillamente unificados. El uno, en su ser para sí, es también
p a r a - u n o , pero este uno para el cual él es él mismo; su diferenciar[se] de sí
está inmediatamente asumido. Pero, en la pluralidad, el uno diferenciado tiene
un ser; el ser-para uno, según es determinado en el [hecho de la] exclusión, es
por consiguiente un ser-para-otro. Cada uno viene, así, a estar repelido por un
otro, asumido y convertido en un [término] que no es para sí, sino para-uno y,
además, otro uno [, un uno distinto].

El ser para sí de los muchos uno se muestra según esto como la


autoconservación de éstos por la mediación de su repulsión de los unos frente a
los otros, en la cual se asumen recíprocamente y ponen a los otros como un mero
ser-para-otro; pero, al mismo tiempo, ella [-la repulsión-] consiste en repeler esta
idealidad y en poner los uno, en no ser para-un-otro. Esta autoconservación de los
uno por su respectividad mutuamente negativa es más bien, empero, su
disolución.

Los uno no se limitan a s e r , sino que se conservan por su exclusión


recíproca. Ahora bien, en primer lugar, aquello por cuyo medio debieran tener

144
ellos el firme sostén de su diversidad, frente a su venir-a-ser-negados, es su
[propio] s e r , y además su ser e n s i m i s m a d o , frente a su respectividad-a-
otro; este ser ensimismado es[triba en] que ellos son u n o . Pero e s o l o s o n
t o d o s ; en su ser ensimismado, ellos son l o m i s m o , en vez de tener allí el
punto firme de su diversidad. En segundo lugar, su estar y su comportamiento-y-
relación mutuos, esto es su [función de] p o n e r s e a s í m i s m o s c o m o u n o
[en cada caso], es la [función] recíproca de negar; pero esto es, igualmente, u n a
y l a m i s m a determinación de todos, por cuyo medio se ponen pues más bien
como idénticos; al igual que, por ser en476 sí lo mismo, su idealidad –que había de
ser puesta como por otros- es s u p r o p i a [idealidad], que ellos, por tanto,
tampoco repelen.- Con ello, según su ser y [según su] poner, no son más que u n a
sola unidad afirmativa. /

Esta consideración de los unos, [a saber] que ellos, según sus dos
determinaciones –tanto en la medida en que son como en la medida en que se
respectan unos a otros- se muestran como uno y el mismo [término] y [muestran]
su indiferenciabilidad, es [cosa de] nuestra comparación.- Pero hay que ver
también lo que en su r e s p e c t i v i d a d misma de uno a otro está, en477 ellos,
p u e s t o . - Ellos s o n : eso está propuesto en esta respectividad; y son sólo en
la medida en que se niegan recíprocamente y al mismo tiempo apartan de sí esa
su idealidad, su ser-negados, esto es, en que niegan el recíproco negar. Mas ellos
son sólo en la medida en que niegan, de modo que, al ser negado ese negar suyo,
viene a ser negado su ser. Es verdad que, en cuanto que ellos s o n , no vendrían
a ser negados por ese negar, [sino] que eso les sería algo exterior; esta [acción
de] negar lo otro rebota en478 ellos, tocando su superficie sólo de refilón. Sólo que
por este negar a los otros retornan a sí mismos, sin ser sino como esta
mediación: ese retorno suyo es su autoconservación y su ser para sí. Mientras su
negar no efectúe nada, por razón de la resistencia que los entes, en cuanto tal o
como negantes, oponen, ellos no retornan a sí, ni se conservan, ni son.

Ha poco se hizo la consideración de que los unos son lo mismo: cada uno
de ellos es u n o , igual que el otro. No es éste un respecto solamente establecido
por nosotros, una acumulación extrínseca, sino que la misma repulsión es [,
consiste en] establecer respectos; el uno que excluye a los uno no hace otra cosa
que respectarse él mismo a ellos, es decir a sí mismo. El comportamiento-y-
relación negativo de los uno entre sí es, con ello, solamente un i r - d e -
c o n s u n o - c o n - s i g o [, un coincidir]. Esta identidad a la que pasa su repeler
es la asunción de su diversidad y exterioridad, que ellos debieran más bien,
afirmar unos frente a otros, en cuanto excluyentes.

Este [acto de] ponerse-en-un-solo-uno por parte de los muchos uno es la


atracción.

476
an
477
an
478
an

145
Observación. [Título en la Tabla del Contenido: Proposición de la
unidad del uno y lo mucho.]

La subsistencia de suyo, llevada al extremo del uno esente para sí, es la


subsistencia abstracta, formal479, que se destruye a sí misma; el error supremo y
más obstinado, que se toma por la verdad suprema: en formas más concretas,
como libertad abstracta, Yo puro, y que, ulteriormente, aparece como el mal. Es
la libertad, que atenta contra su propio concepto y se toma por lo que no es480
hasta el punto de poner su esencia en esta abstracción, y que en este ser-cabe-sí
se lisonjea de habérselas puramente consigo. Esta subsistencia de suyo es, más
determinadamente, el error de ver como negativo, y de comportarse
negativamente contra aquello que es su propia esencia. Es así el
comportamiento-y-relación negativo contra sí mismo, que al pretender ganar su
propio ser lo destruye; y este hacer suyo es sólo la manifestación de la nulidad de
este hacer. La reconciliación es el / reconocimiento de aquello contra lo que se
dirige el comportamiento-y-relación negativo, más bien su esencia, y es [, se da]
sólo como d e s i s t i r de la negatividad de s u [propio] ser para sí, en vez de
atenerse firmemente a481 él.

Es una antigua proposición [esa de] que l o u n o e s m u c h o y, en


particular, que l o m u c h o e s u n o . A este respecto hay que repetir la
observación de que la verdad del uno y lo plural, expresada en proposiciones,
aparece en una forma inadecuada, y que a esta verdad sólo cabe captarla y
expresarla como un devenir, como un proceso, repulsión y atracción, no como el
ser, que es como está puesta en una proposición, [a saber] como quieta unidad.
Anteriormente se ha mencionado y recordado la dialéctica de P l a t ó n en el
Parménides, acerca de la derivación de lo mucho a partir de lo uno, o sea a
partir de la proposición: el uno es. Ya se ha indicado la dialéctica interna del
concepto; lo más fácil de todo es captar la dialéctica de la proposición: q u e l o
m u c h o e s u n o , como [una] reflexión exterior; y exterior debe ser aquí, en la
medida en que también el objeto, l o s m u c h o s , es lo mutuamente exterior.
Esta mutua comparación de los muchos da al punto como resultado que el uno
está sola y sencillamente [tan] determinado como el otro; cada uno es uno, cada
uno es uno de muchos, está excluyendo a los otros: de suerte que ellos son sola y
sencillamente lo mismo, está sola y sencillamente presente una sola
determinación. Este es el f a c t u m , y ahora no se trata sino de aprehender ese
sencillo hecho. Que la obstinación del entendimiento se resista a esta
aprehensión se debe tan sólo a que a él le viene t a m b i é n a las mientes la
479
formelle
480
[Las dos frases de relativo intentan verter los distintos matices de: sich … vergreift –entre otras cosas,
lo contrario de “concebirse”: sich … begreift].
481
an

146
diferencia, y además con razón; pero ni ésta viene suprimida en virtud de ese
hecho, ni éste existe ciertamente a despecho de la diferencia. Cabría por ende
consolar al entendimiento por lo que hace a la llana aprehensión del hecho de la
unidad, [haciéndole ver] que también la diferencia volverá a entrar a su vez.

b.
482
El único uno de la atracción483

La repulsión es la autodisgregación del uno, por lo pronto, en muchos, cuyo


comportamiento-y-relación negativo es impotente, ya que unos a otros se
presuponen como entes; ella [-la repulsión-] no es más que el d e b e r s e r de la
idealidad; pero ésta viene realizada en la atracción. La repulsión pasa a
atracción, los muchos uno a un solo uno. Ambas, repulsión y atracción, están al
pronto diferenciadas; aquélla, como realidad de los uno; ésta, como su idealidad
puesta. La atracción se respecta de esta manera a la repulsión, [o sea] que tiene a
ésta por / p r e s u p u e s t o . La repulsión suministra la materia para la
atracción. Si no hubiera ninguno de los uno, no habría entonces nada que atraer;
la representación de una atracción incesante, de la consunción de los uno,
presupone una generación de los uno justamente igual de incesante; la
representación sensible de la atracción espacial permite que la corriente de los
uno que vienen a ser atraídos sea incesante; en el sitio de los átomos que
desaparecen en el punto atrayente entra, procedente del vacío, otra multitud y
[así], si se quiere, al infinito. Si la atracción fuera representada como llevada
plenamente a cabo, esto es, si se representaran los muchos como traídos al punto
de un solo uno, ya no estaría entonces presente más que un uno inerte, no un
atraer. La idealidad que está en la atracción no tiene en484 ella tampoco, todavía,
la determinación de la negación de ella misma, [o sea] los muchos uno, cuya
respectividad es, y la atracción es inseparable de la repulsión.

El atraer conviene por lo pronto de igual manera a cada uno de los muchos
uno presentes como i n m e d i a t o s ; ninguno de ellos tiene preferencia respecto
a los otros; estaría así presente un equilibrio en el atraer, propiamente un
equilibrio de la atracción y la repulsión mismas, y una quietud inerte sin
idealidad que tuviera estar. Pero aquí no cabe hablar de una preferencia de un
tal uno frente al otro –lo cual presupondría una determinada diferencia entre
ellos-; más bien, la atracción es el [acto de] poner la indiferencialidad presente
de los uno. [Es] sola y primeramente la atracción misma [la que] es el [acto de]
p o n e r un uno diferenciado de los otros; ellos son solamente los uno inmediatos,
que deben conservarse por medio de la repulsión; pero, por su negación puesta,
brota el uno de la atracción, que está determinado por consiguiente como lo

482
[Cf. 11: 983]
483
[En la Tabla del Contenido, el título es: “El uno de la atracción”.]
484
an

147
mediado: el u n o , p u e s t o c o m o u n o . Los primeros [uno], en cuanto
inmediatos, no retornan a sí en su idealidad, sino que la tienen en485 otro [uno].

El uno único, empero, es la idealidad realizada, puesta en486 el uno; él es


atrayente por la modificación de la repulsión; contiene esta mediación en sí
mismo como s u d e t e r m i n a c i ó n [propia]. Él no engulle en sí, como en un
punto, los uno atraídos, es decir, no los asume [-suprime-] abstractamente. En
cuanto que contiene en su determinación a la repulsión, ésta conserva a los uno
como muchos, al mismo tiempo, en él; por así decir él trae a sí [o sea, atrae] –por
su atraer- algo, gana ámbito y plenitud. En él hay, así, [una] unidad de repulsión
y atracción.

c.

La respectividad de repulsión y atracción.


La diferencia de u n o y m u c h o s se ha determinado como diferencia de
su mutua r e s p e c t i v i d a d , que está descompuesta en dos respectividades, la
repulsión y la atracción, cada una de las cuales es por lo pronto subsistente de
suyo y está fuera de la otra, de manera tal, / sin embargo, que están
esencialmente conectadas. La unidad, todavía indeterminada, de las mismas ha
de resultar con más precisión.

La repulsión, en cuanto determinación fundamental del uno, aparece


primero, y [además] como i n m e d i a t a , al igual que sus uno, aunque
engendrados por ella, puestos sin embargo como inmediatos; y con ello, [aparece
como] indiferentes de cara a la atracción, que viene a añadirse exteriormente a 487
ella, en cuanto así propuesta. Por el contrario, la atracción no viene presupuesta
por la repulsión, de modo que en el poner y ser de ésta no debe tener ella parte
alguna, esto es, de modo que la repulsión no sea ya en488 ella la negación de ella
misma, que los uno no estén ya en489 ellos negados. De tal manera, tenemos la
repulsión abstracta de por sí, así como la atracción tiene igualmente –frente a los
uno como e n t e s - el lado [, el concepto] de un estar inmediato y, partiendo de sí,
adviene a490 ellos como otro.

Tomemos, según esto, la mera repulsión de por sí: ella es entonces la


dispersión indefinida de los muchos uno, fuera de la esfera de la repulsión
misma; pues ella es eso: negar la respectividad mutua de los muchos; tomada
abstractamente, es la carencia de respectividad lo que constituye su
determinación. La repulsión no es empero meramente el vacío; en cuanto
485
an
486
an
487
an
488
an
489
an
490
an

148
carentes de respectividad, los uno no son repelentes ni excluyentes, que es lo que
constituye su determinación. Aunque sea negativa, [la] repulsión es con todo,
esencialmente, r e s p e c t i v i d a d ; el recíproco apartar y huir no es la liberación
de lo apartado y de aquello de que se huye; lo que excluye sigue estando a ú n e n
c o n j u n c i ó n c o n l o excluido por él. Este momento de respectividad empero,
es la atracción, [que está] por ello en la repulsión misma; ella es el [acto de]
negar a aquella repulsión abstracta, según la cual no eran los uno más que entes
que se respectan a sí, no [mutuamente] excluyentes.

Pero al haber partido de la repulsión de los uno que tienen estar –con lo
que se pone también la atracción como entrando exteriormente en491 ellos-,
entonces ambas, con [toda] su inseparabilidad, son mantenidas aún una fuera de
otra, en cuanto determinaciones diversas; sin embargo, lo que ha resultado es
que, no sólo viene la repulsión presupuesta por la atracción, sino que también y
en la misma medida tiene lugar la retrorrespectividad de la repulsión a la
atracción, y aquélla tiene en492 ésta, justamente en la misma medida, su
presuposición.

Según esta determinación, ellas son inseparables, y determinadas al mismo


tiempo como deber ser y limitación, cada una frente a la otra. Su deber ser es su
determinidad abstracta en cuanto [determinidad] de e n t e s e n 4 9 3 s í , la cual
es con ello, empero, sencillamente remitida más allá de sí y se respecta a la
o t r a ; y así, cada una es mediante de la o t r a en cuanto o t r a ; su subsistencia
de suyo consiste en que ellas están puestas en esta mediación como un determinar
o t r o [, distinto], la una para la otra.- La repulsión como posición de los
muchos, la atracción como posición del uno; ésta, al mismo tiempo, como
negación de los muchos, y aquélla como negación de la idealidad de los mismos
en el uno, de modo que también la atracción es atracción sólo m e d i a n t e la
repulsión e igualmente la repulsión es repulsión mediante la atracción. Que en
ello, empero, / la mediación consigo por medio de o t r o sea más bien negada, y
que cada una de estas determinaciones sea mediación de sí consigo misma, es
[cosa] que resulta de una consideración más detallada, y las conduce a la unidad
de su concepto.

Por de pronto, está ya presente en el comportamiento-y-relación de la


repulsión y atracción –al principio, aún relativas- el que cada uno s e
p r e s u p o n g a a s í m i s m o y, en su presuposición, sólo se respecte a sí.

La repulsión relativa es el alejamiento recíproco de los muchos uno


p r e s e n t e s , con los que, en cuanto inmediatos, muchos, se debe topar uno.
Pero que muchos uno sean [, que haya muchos uno, eso] es la repulsión misma;
la presuposición que ella tenía no es más que su propio [acto de] poner. Además,
la determinación del s e r que convendría a los uno –aparte de que ellos estén
491
an
492
an
493
an

149
puestos-, [esa determinación] por la que ellos serían de a n t e m a n o [, presu-
puestos,] pertenece igualmente a la repulsión. El repeler es aquello por lo cual se
manifiestan y conservan los uno en cuanto uno, aquello por lo cual ellos, en
cuanto tal, s o n . Su ser es la repulsión misma; no es, entonces, un [estar] relativo
frente a otro estar, sino que se comporta-y-relaciona íntegramente sólo consigo
misma.

La atracción es el [acto de] poner el uno en cuanto tal, el uno real494 frente
al cual vienen determinados los muchos, en su estar, como sólo ideales 495 y
evanescentes. Así, la atracción se presupone al punto a sí misma como siendo
ideal496 -a saber, en la determinación de los otros uno-, [otros uno] que, por lo
demás, deben ser para sí esentes y repelentes p a r a o t r o s y, por tanto, también
para un atrayente cualquiera. Frente a esta determinación de repulsión, no
obtienen ellos por vez primera la idealidad por relación497 a la atracción, sino
que ella está presupuesta, es la idealidad e n 4 9 8 s í esente de los uno, en cuanto
que como uno –incluido el [uno] representado como atrayente- están
indiferenciados unos de otros, son uno y lo mismo.

Este presuponerse-a-sí-misma por parte de ambas determinaciones –cada


una de por sí- es, además, esto: que cada una contiene en sí a la otra como
momento. El p r e s u p o n e r s e es de consuno499, en general, [acto de] ponerse a
sí como lo n e g a t i v o de sí: repulsión; y aquello que, en este [acto] viene
presupuesto es l o m i s m o que aquello que hace la presuposición500: atracción.
Que cada [determinación] sea e n 5 0 1 s í sólo momento es [lo que constituye] el
tránsito de cada una –partiendo de sí misma- a la otra, [el] negarse en502 ella
misma y [el] ponerse como lo otro de ella misma. En cuanto que el uno, como tal,
es el venir fuera de sí, sin ser él mismo otra cosa que [el] ponerse como su otro,
como lo plural; y [en cuanto que] lo plural, de igual modo, no es otra cosa que
caer de consuno [-coincidir-] en sí y ponerse como a su otro, como el uno y allí,
justamente, respectarse solamente a sí, continuándose cada uno en su otro, con
ello está ya en503 sí presente, y de forma no separada, el venir fuera de sí (la
repulsión) y el ponerse-como-uno (la atracción). Lo p u e s t o empero en504 la
repulsión y atracción relativas, esto es [en la determinación] que presupone [los]
uno inmediatos, [los] uno que t i e n e n e s t a r 5 0 5 , es que cada una es esta

494
reellen
495
ideell
496
ideell
497
Relation
498
an
499
in Einem
500
das Voraussetzende
501
an
502
an
503
an
504
an
505
daseyende

150
negación de ella en506 ella misma y, / por ende, también su continuidad en su otra.
La r e p u l s i ó n de los uno que tienen estar es la autoconservación del uno por la
recíproca acción de mantener aparte a los otros, de modo que 1) los otros uno
vienen a ser negados e n 5 0 7 é l : éste es el lado de su estar o de su ser-para-otro,
y es empero, con ello, atracción, al ser la idealidad de los uno; 2) que el uno sea
e n 5 0 8 s í , sin respectividad a los otros; pero no sólo hace ya mucho que el ser
ensimismado en general ha pasado al ser para sí, sino que e n 5 0 9 s í , según su
determinación, el uno es ese devenir [hacerse] muchos.- La a t r a c c i ó n de los
uno que está [ahí] es la idealidad de los mismos y el [acto de] poner al uno, [acto]
en el cual ella, en cuanto [acto de] negar y engendrar al uno, se asume a sí
misma, y es en510 ella, en cuanto [acto de] poner al uno, lo negativo de ella
misma: repulsión.

Con ello está acabado el desarrollo del ser para sí, y se ha llegado al
resultado de aquél [, del desarrollo]. El uno, al respectarse a s í m i s m o
i n f i n i t a m e n t e , esto es como puesta negación de la negación, es la
mediación, [a saber:] que él, al ser su absoluto (o sea abstracto) s e r o t r o (los
muchos), se repele de sí y que, en cuanto que se respecta negativamente a ese no-
ser suyo, asumiéndolo, justamente en este [acto] no es otra cosa que
respectividad a sí mismo; y uno es tan sólo este devenir, en el que la
determinación que él í n i c i a –esto es, puesta como [algo] inmediato, esente y
que, igualmente, como resultado se habría restablecido como uno, esto es, como
uno en igual media í n m e d i a t o , excluyente- ha desaparecido; el proceso que él
es, lo pone y contiene por todas partes sólo como [algo] asumido. El asumir,
determinado por lo pronto sólo como asumir relativo, como r e r s p e c t i v i d a d
a otro ente que está [ahí] –la cual es, con ello, una diferente511 repulsión y
atracción-, se da a ver justamente como [acto de] pasar a la respectividad infinita
de la mediación por la negación de las respectividades exteriores de [entes]
inmediatos y que tienen estar512, y [se da también a ver] como teniendo por
resultado justamente aquel devenir que, en la consistencia de sus momentos, es el
hundirse de consuno o, más bien, el coincidir-consigo en la inmediatez simple.
Este ser, según la determinación desde ahora o b t e n i d a , e s l a c a n t i d a d .

Si vemos ahora brevemente, en su conjunto, los momentos de esta


t r a n s i c i ó n d e l a c u a l i d a d a l a c a n t i d a d , 513lo cualitativo tiene
entonces por determinación fundamental suya el ser y la inmediatez, en la cual el
límite y la determinidad es de tal modo idéntico al ser de algo que, con el cambio
de aquéllos, desaparece el algo mismo; así p u e s t o , el [algo].está determinado

506
an
507
an
508
an
509
an
510
an
511
differente
512
Daseyenden
513
[Cf. 11: 1083]

151
como finito. En virtud de la inmediatez de esta unidad, en la que ha desaparecido
la d i f e r e n c i a , pero que e n s i m i s m a d a m e n t e está presente allí en la
unidad de / s e r y n a d a , esta [diferencia] cae, en cuanto s e r o t r o en general,
f u e r a de aquella unidad. Esta respectividad a lo otro contradice a la inmediatez
en que es la determinidad cualitativa respectividad a sí. Este ser otro se asume en
la infinitud del ser para sí, el cual ha realizado como uno y muchos, y como las
respectividades de ellos, la diferencia que tiene, en514 y dentro de515 él mismo,
en516 la negación de la negación, elevando lo cualitativo a unidad de verdad, esto
es, ya no inmediata, sino puesta como concordando consigo.

Con ello, esta unidad es α) s e r , [mas] sólo como a f i r m a t i v o , o sea


[como] i n m e d i a t e z mediada consigo por la negación de la negación; el ser es
puesto como la unidad que v a a t r a v é s de sus determinidades, límites, etc.,
los cuales están puestos en él como asumidos; β) e s t a r : según esta
determinación, él es la negación o determinidad en cuanto momento del ser
afirmativo, [negación o determinidad] que no es ya, sin embargo, la inmediata
sino la reflexionada en sí, que no se respecta a otro, sino a sí; lo que es sin más 517
-el estar-determinado-e n - s i m i s m a d a m e n t e - : el uno; el ser otro en cuanto
tal es él mismo ser para sí; γ) s e r p a r a s í , en cuanto aquel ser que se
continúa a través de la determinidad y en el cual está[n] puesto[s] como
asumido[s] el uno y [el] estar-determinado-en-simismadamente mismos. El uno
está al mismo tiempo determinado como salido fuera y más allá de sí, y como
u n i d a d ; con ello, el uno, el límite sin más determinado, es puesto como el
límite que no es ningún [límite], que está en el518 ser, pero que le es indiferente [a
ese ser].

519
Observación. [Título en la Tabla del Contenido: La construcción kantiana
de la materia a partir de la fuerza atractiva y de la repulsiva.]

Como es notorio, atracción y repulsión suelen ser vistas como f u e r z a s .


Hay que comparar esa determinación suya, y las relaciones concomitantes, con
los conceptos que para ellas se han dado como resultado. En esta representación
vienen a ser consideradas como subsistentes de suyo, de modo que no se
respectan la una a la otra por su naturaleza, es decir que cada una no debe
limitarse a ser un momento transeúnte en su opuesta, sino permanecer firmemente
enfrentada a la otra. Vienen además representadas como conviniendo en un

514
an
515
in
516
in
517
das Schlechthin
518
am
519
[Cf. 11: 10218]

152
t e r c e r o , en la m a t e r i a , aunque no de modo que este venir-a-aunarse520 valga
como su verdad, sino que cada una sea más bien un [término] primero y un ente
en-y-para-sí, mientras que la materia o las determinaciones de la misma sea lo por
ellas puesto y dado a luz. Cuando se dice que la materia t i e n e e n s í a las
fuerzas / se entiende entonces por esta unidad suya un nexo, a cuyo respecto
vienen al mismo tiempo presupuestas como estando en sí libres la una de la otra.

Es notorio que K a n t ha c o n s t r u i d o la m a t e r i a a p a r t i r de la
f u e r z a r e p u l s i v a y de la a t r a c t i v a o establecido al menos, según él se
expresa, los elementos metafísicos de esta construcción.- No dejará de ser
interesante el esclarecimiento más preciso de esta construcción. Esa exposición
m e t a f í s i c a de un objeto que, no sólo él mismo, sino hasta en sus
determinaciones parecía pertenecer solamente a la e x p e r i e n c i a , es de una
parte digna de nota por haber dado al menos como ensayo del concepto, el
impulso a la moderna filosofía de la naturaleza: [o sea] a la filosofía que no
convierte en fundamento de la ciencia a la naturaleza [entendida] como un [algo]
sensiblemente dado a la percepción, sino que conoce sus determinaciones a partir
del concepto absoluto; de otra parte, [lo] es también porque a menudo no se va ya
más allá de esa construcción kantiana, a la que se tiene por inicio filosófico y
basamento de la física.

Es verdad que una existencia tal como la materia sensible no es un objeto de


la lógica, como tampoco del espacio y las determinaciones espaciales. Pero
también a la fuerza atractiva y a la repulsiva, en tanto que son vistas como fuerzas
de la materia sensible, les están situadas como fundamento las determinaciones
puras del uno y [de lo] mucho, aquí consideradas, así como las respectividades del
uno al otro, a las cuales he denominado atracción y repulsión por ser estos
nombres los que más cerca están [de su significación propia].

Considerado más de cerca, el proceder de Kant en la deducción –que él


denomina c o n s t r u c c i ó n - de la materia a partir de esas fuerzas no merece ese
nombre, a menos que de otro modo se denomine construcción a toda especie de
reflexión, e incluso a la analizadora, cosa que desde luego [han hecho] los
filósofos de la naturaleza posteriores al llamar c o n s t r u i r hasta al más romo
raciocinar y al brebaje más falto de fundamento, [hecho] de una arbitraria fuerza
de imaginación y de una reflexión carente de pensamiento raciocinio y brebaje
que utilizaba y sacaba a relucir por todas partes los llamados factores de la fuerza
atractiva y de la fuerza repulsiva.

En el fondo, el proceder de Kant es en efecto a n a l í t i c o , no constructivo.


Lo que él hace es p r e s u p o n e r l a r e p r e s e n t a c i ó n d e m a t e r i a , y
preguntar entonces qué fuerzas serán pertinentes para obtener sus presupuestas
determinaciones. Así, por una parte necesita de la fuerza atractiva p o r q u e p o r
la sola repulsión, sin atracción, no podría existir

520
in-eins-Werden

153
p r o p i a m e n t e m a t e r i a a l g u n a (Princip. de la ciencia nat. p. 53 y s.). Por
otra parte, deduce igualmente la repulsión a partir de la materia, aduciendo como
razón q u e n o s o t r o s n o s r e p r e s e n t a m o s l a m a t e r i a / c o m o
i m p e n e t r a b l e , dado que ésta se le presenta en efecto bajo esta determinación
al s e n t i d o del t a c t o , por el cual se nos revela. La repulsión vendría después,
por consiguiente, pensada de seguido en el c o n c e p t o de materia en virtud de
estar, con el, inmediatamente d a d a ; por el contrario, la atracción vendría a
añadirse a aquélla mediante i n f e r e n c i a s s i l o g í s t i c a s . Pero también esos
silogismos están basados en lo recientemente dicho: que una materia que tuviese
meramente fuerza repulsiva no daría cuenta exhaustiva de lo que nosotros nos
representamos por materia.- Como es patente, este es el proceder del conocer, que
reflexiona sobre la experiencia, y que primero p e r c i b e determinaciones en el
fenómeno, las pone luego a la base y, para la llamada e x p l i c a c i ó n de las
mismas, acepta [las] correspondientes e s t o f a s f u n d a m e n t a l e s o f u e r z a s
que [-se dice-] deben producir esas determinaciones del fenómeno.
En lo concerniente a la diferencia aducida, o sea al modo en que el conocer
venga a encontrar en la materia la fuerza repulsiva, así como la atractiva, señala
además Kant que la fuerza atractiva p e r t e n e c e también, ciertamente, al
c o n c e p t o de materia, a u n c u a n d o n o e s t á c o n t e n i d a e n é l . Kant
subraya esta última expresión. Pero no hay modo de ver qué diferencia deba haber
en ello, pues una determinación perteneciente al c o n c e p t o de una cosa t i e n e
que e s t a r de verdad c o n t e n i d a e n é l .

Lo que constituye la dificultad, lo que entraña este vacuo subterfugio,


consiste en que, por lo que hace al concepto de materia, Kant tiene en cuenta de
antemano, sola y unilateralmente, la determinación de i m p e n e t r a b i l i d a d ,
que nosotros debemos p e r c i b i r por el t a c t o ; a ello se debe que la fuerza
repulsiva, en cuanto que es un mantener apartado de sí a un otro, sea
inmediatamente dada. Pero que, además, la materia no deba poder e x i s t i r 521 sin
fuerza atractiva es una afirmación que tiene por fundamento una representación
de la materia tomada de la percepción; la determinación de atracción tiene pues
que ser, igualmente, cosa a encontrar en la percepción. Pero lo que sí hay también
que percibir es que la materia, aparte de su ser para sí, que asume el ser-para-otro
(que es el que ofrece resistencia), tiene también una r e s p e c t i v i d a d m u t u a
d e l o e n t e p a r a s í : e x t e n s i ó n y c o h e s i ó n espaciales, y que en la
rigidez, en la solidez, tiene una consistencia muy sólida. La física explicativa,
para fragmentar, etc. un cuerpo, requiere una fuerza que sea más potente que la
a t r a c c i ó n mutua de las partes del mismo. / En base a esta percepción, la
reflexión puede derivar la fuerza atractiva, o aceptarla como d a d a , tan
inmediatamente como hacía con la fuerza repulsiva. De hecho, cuando se
consideran los silogismos kantianos en base a los cuales debiera ser derivada la
fuerza atractiva (la demostración del teorema: la posibilidad de la materia requiere

521
daseyn

154
una fuerza de atracción como segunda fuerza fundamental, loc.cit.) [se ve que] no
contienen nada más que esto: que, por la mera repulsión, la materia no llegaría a
ser e s p a c i a l . En cuanto que la materia es presupuesta como aquello que llena
el espacio, le viene atribuida entonces la continuidad, como fundamento de la cual
viene aceptada la fuerza de atracción.

Ahora bien, aun cuando tal llamada construcción de la materia tuviera a lo


sumo un mérito analítico, menguado encima por lo impuro de la exposición, hay
que seguir teniendo en gran estima la idea de base522: conocer la materia a partir
de estas dos determinaciones contrapuestas como fuerzas fundamentales suyas. Lo
que a Kant le importa sobre todo es desterrar el modo corriente y mecánico de
representación, estancado en una de las determinaciones: la impenetrabilidad, la
p u n t u a l i d a d p a r a - s í - e s e n t e , y que convierte en algo e x t e r i o r a la
determinación contrapuesta, a la r e s p e c t i v i d a d en sí de la materia o de más
materias entre sí, vistas a su vez como particulares uno; un modo de
representación que, como dice Kant, no quiere conceder más fuerzas motrices que
las de presión y choque, o sea sólo por influencia externa. Esta e x t e r i o r i d a d
del conocer presupone ya de siempre al movimiento como [algo] ya exteriormente
presente a la materia, sin pensar en captarlo como algo interior ni en concebirlo a
él mismo en la materia, que de este modo, justamente, viene aceptada como [algo]
de por sí carente de movimiento e inerte. Lo que este modo de consideración523
tiene ante sí es sólo la mecánica ordinaria, no el movimiento libre e inmanente.-
Aunque sea verdad que Kant suprime524 esa exterioridad al convertir a la atracción
–[o sea,] a la r e s p e c t i v i d a d mutua de materias entre sí, en la medida en que
vengan aceptadas como separadas unas de otras, o de la materia en general en su
ser fuera de sí-525 e n u n a f u e r z a d e l a m a t e r i a m i s m a , por otro lado
sus dos fuerzas fundamentales siguen siendo con todo, en el interior de la materia,
exteriores y de por sí autosubsistentes u n a f r e n t e a o t r a . /

Tan nula como la diferencia independiente526 atribuida a estas dos fuerzas


desde el punto de vista527 de aquel conocer tiene justamente que mostrarse toda
otra diferencia establecida en vista de su determinación de contenido como algo
q u e d e b e s e r s ó l i d o , puesto que ellas, según fueron antes consideradas en
su verdad, no son sino momentos que transitan el uno en el otro. Tomo ahora en
consideración estas ulteriores determinaciones diferenciales, tal como Kant las da
a mostrar.

Kant determina en efecto a la fuerza atractiva como fuerza p e n e t r a n t e –


por cuyo medio podría actuar i n m e d i a t a m e n t e una materia sobre las partes
de las otras yendo también más allá de la superficie de contacto-, y a la repulsiva,
522
Grundgedanke
523
Standpunct
524
aufhebt
525
[En orig., comas en lugar de guiones]
526
selbstständige
527
Standpunct

155
en cambio, como fuerza s u p e r f i c i a l , en virtud de la cual pueden actuar las
materias entre sí sólo en la superficie común de contacto. El fundamento aducido
[respecto a] que la última sea tan sólo una fuerza superficial es el siguiente: “Las
partes mutuamente e n c o n t a c t o delimitan cada una el campo de acción de la
otra, sin que la fuerza repulsiva pueda mover una parte más distante sino por
medio de las intermedias; una acción inmediata –ejercida a través y por medio528
de estas partes- de una materia sobre otra por fuerzas tensionales (es decir, aquí:
fuerzas repulsivas) es [-dice-] imposible.” (v. allí, también, aclar. y adiciones, p.
67).

Al punto hay que recordar que, en cuanto se admitan partes de la materia


m á s c e r c a n a s o m á s l e j a n a s , también c o n r e s p e c t o a l a
a t r a c c i ó n surgirá l a d i f e r e n c i a [consistente en] que, aunque un átomo
ejerciera su acción sobre o t r o , lo primero que haría un t e r c e r o más alejado
entre el cual y el primero atrayente se encontrará e l o t r o , sería entrar en la
esfera de atracción del [átomo] más cercano a él, en el intermedio, de modo que el
primero no ejercería una acción simple i n m e d i a t a sobre el tercero; de lo cual
se sigue que para la fuerza atractiva resultaría un actuar igual de mediato que
para la fuerza repulsiva; y ello sin contar con que, además, la verdadera
p e n e t r a c i ó n de la fuerza atractiva tendría que consistir únicamente en que
todas las partes de la materia fuesen atrayentes e n y p a r a s í , no en que una
cierta multitud se comportara pasivamente y nada más que un átomo lo hiciera de
forma activa.- / Inmediatamente, o sea con respecto a la fuerza repulsiva misma,
hay que hacer notar empero que en el pasaje aducido vienen a darse partes e n
c o n t a c t o , y por tanto una c o m p a c i d a d y c o n t i n u i d a d de una materia
l i s t a - y - a c a b a d a 529 que no permitiría que a través de ella pasara una acción
repelente; esta compacidad de la materia en que las partes están en c o n t a c t o ,
pero no separadas ya por el vacío, presupone ya el s e r - a s u m i d o [, la
supresión] d e l a f u e r z a r e p u l s i v a ; s egún la representación sensible que
rige aquí, las partes en contacto han de ser tomadas como partes tales que no se
repelen. Se sigue pues de manera enteramente tautológica que, allí donde se
acepte el no ser de la repulsión, ninguna repulsión puede tener lugar. Pero de ahí
no se sigue nada más [que sirva] para una determinación de la fuerza repulsiva.-
Pero cuando se reflexiona en que [las] partes en contacto sólo pueden estarlo en
la medida en que sigan manteniéndose u n a s f u e r a d e o t r a s , entonces, por
ende, no está ya la fuerza repulsiva meramente en la superficie de la materia,
sino en el interior de la esfera que debiera ser, solamente esfera de atracción.

Kant acepta ulteriormente la determinación de que, “por medio de la fuerza


atractiva, la materia s e l i m i t e a o c u p a r , n o a l l e n a r u n e s p a c i o ” ;
(ibid.) “como la materia no llena el espacio por la fuerza de atracción, ésta podría
actuar a través del e s p a c i o v a c í o , en cuanto que ninguna materia intermedia

528
quer durch
529
fertigen

156
le pone límites”.- Esa diferencia está dispuesta más o menos como la anterior; en
donde una determinación debería pertenecer al concepto de una Cosa, pero no
estar contenida en él, mientras que aquí no debe la materia l l e n a r un espacio,
sino sólo o c u p a r l o . Entonces era la r e p u l s i ó n , si nos quedamos en su
determinación primera, la que hacía que los uno se repelieran y s e
r e s p e c t a r a n u n o s a o t r o s de manera solamente negativa, lo que aquí
quiere decir: a t r a v é s d e l e s p a c i o v a c í o . Pero aquí es la f u e r z a
a t r a c t i v a la que mantiene vacío el espacio, s i n l l e n a r l o por la
respectividad de los átomos, es decir: m a n t i e n e a l o s á t o m o s en una
r e s p e c t i v i d a d n e g a t i v a de unos a otros.- Vemos que Kant le sale al
encuentro, sin que éste tenga conciencia de ello530, lo que está en la naturaleza de
la Cosa, [a saber] que él atribuye a la fuerza atractiva precisamente aquello que,
según la determinación primera, atribuía a la fuerza contrapuesta. En la tarea de
consolidación de la diferencia entre ambas fuerzas, [lo que] había acontecido [era]
que una había pasado a la otra.- Así, la materia debe, por el contrario, l l e n a r un
espacio por repulsión y, con ello, / desaparecer entonces el espacio vacío que la
fuerza atractiva dejaba. De hecho, al asumir [suprimir] el espacio vacío, la
[repulsión] asume con ello la respectividad negativa de los átomos o [de los] uno,
e.d. la repulsión de los mismos; esto es, la repulsión es determinada como lo
contrario de ella misma.

A esta difuminación de diferencias se añade aún la confusión [de] que,


como se ha hecho notar al inicio, la exposición kantiana de las fuerzas
contrapuestas sea analítica y que, en toda la exposición531, la materia, que sola y
primeramente debiera ser derivada de sus elementos, se presente como ya lista y
constituida. En la definición de la fuerza superficial y de la penetrante vienen
ambas aceptadas como fuerzas motrices por cuyo medio deban poder actuar, de
una u otra manera, las m a t e r i a s .- Aquéllas están expuestas pues aquí como
fuerzas, [pero] no [como tales] que por su medio viniera a darse532 la materia por
vez primera, sino [tales] que por su medio ésta, ya lista, no sería sino puesta en
movimiento.- Pero, en la medida en que se trate de fuerzas por cuyo medio
diversas materias ejerzan influencias y se muevan unas a otras, tal cosa será
entonces algo enteramente distinto a la determinación y respectividad que ellas
debieran tener como momentos de la materia.

La misma oposición que [tenían la] fuerza atractiva y [la] repulsiva, tienen
en una determinación ulterior la f u e r z a c e n t r í p e t a y la c e n t r í f u g a . Éstas
parecen guardar una diferencia esencial, en cuanto que en su esfera se alza firme
un solo uno, un c e n t r u m , frente al cual se comportan-y-relacionan los otros
uno, como no esentes para sí, de modo que la diferencia de las fuerzas puede ser
referida a esta presupuesta diferencia de un único uno central y de los otros [uno,
entendidos] como tales que frente al mismo no se mantienen. En la medida,
530
bewusstlos
531
Vortrage
532
zu Stande

157
empero, en que ellas son utilizadas a guisa de explicación, para lo cual se las toma
–como en el caso de la fuerza repulsiva y atractiva- en relación cuantitativa de
contraposición, de modo que la una crece tanto como la otra decrece, sólo el
fenómeno533 del movimiento –para cuya explicación fueron e l l a s aceptadas- y
su desigualdad debe resultar entonces de ellas. Basta empero atender, a partir de la
oposición de estas fuerzas, a la exposición más a mano del fenómeno534 que se nos
ocurra, p.e. la velocidad desigual de un planeta en su órbita alrededor del cuerpo
central, para reconocer enseguida la confusión allí reinante, y la imposibilidad de
poner por separado las magnitudes de esas [fuerzas], de modo que igualmente hay
que aceptar siempre como creciente aquella misma [fuerza] que en la explicación
viene admitida como decreciente, y a la inversa; sería precisa una exposición más
detallada de la aquí posible para que resultara claro lo anterior; pero lo
necesario al respecto vendrá a darse posteriormente, a propósito de la
relación inversa.

SESIÓN XIV

[…] GW 21, 323-32717)

SECCIÓN TERCERA.

LA MEDIDA.

En la medida están –expresado abstractamente- unificadas cualidad y


cantidad. El s e r en cuanto tal es inmediata igualdad de la determinidad consigo
misma. Esta inmediatez de la determinidad se ha asumido. La cantidad es el ser
retornado a sí de tal suerte que él es igualdad simple consigo, en cuanto
indiferencia frente a la determinidad. Pero esta indiferencia es solamente la
exterioridad, [que consiste en] no tener en535 sí mismo la determinidad, sino en
otro. Lo tercero es, ahora, la exterioridad que se respecta a sí misma; en cuanto
respectividad a sí es ello, al mismo tiempo, exterioridad a s u m i d a y tiene en536
ella misma la diferencia respecto de sí: la [diferencia] que, como exterioridad, es
el momento c u a n t i t a t i v o [y], como [diferencia] recogida en [sí]537, el
cualitativo.

533
Erscheinung
534
Erscheinung
535
an
536
an
537
[Adic. ed. acad.]

158
Como entre las categorías del idealismo trascendental se cita a la
m o d a l i d a d tras la cantidad y la cualidad, intercalando antes la relación, cabe
hacer entonces aquí mención de ella. Esta categoría tiene allí mismo la
significación de ser la respectividad del o b j e t o a l p e n s a r . En el sentido de
aquel idealismo es el pensar en general esencialmente exterior a la cosa-en-sí. En
la medida en que las otras categorías tienen tan sólo la determinación
trascendental de pertenecer a la conciencia pero como lo o b j e t i v o d e l a
m i s m a , la modalidad, en cuanto categoría de respectividad al sujeto, contiene
entonces en sí en esta medida, relativamente, la determinación de r e f l e x i ó n ; /
es decir que la objetividad que a las otras categorías conviene le falta a las de
modalidad; éstas no acrecientan –según la expresión de Kant- en lo más mínimo
al concepto [, entendido] como determinación del Objeto, sino que se limitan a
expresar la relación con la facultad cognoscitiva (Cr. de raz. pura, 2ª ed. [B] 99,
266).- Las categorías que Kant comprende bajo la modalidad: posibilidad,
realidad efectiva y necesidad, vendrán a darse en lo que sigue en su lugar propio;
Kant no ha aplicado la forma, infinitamente importante, de la triplicidad –que
además ha aparecido en él tan sólo como una chispa formalizante538- a los
géneros de sus categorías (cantidad, cualidad etc.), de la misma manera que
aplicó este nombre [de categoría] sólo a las especies de aquéllos; en
consecuencia, ha sido incapaz de acceder a lo tercero de la cualidad y cantidad.

En el caso de S p i n o z a , el m o d o es igualmente, tras sustancia y


atributo, lo tercero; él lo define como a f e c c i o n e s de la sustancia, o sea como
aquello que es en otro y por el cual viene también concebido. Según este
concepto, este tercero es solamente exterioridad como tal, al igual que se ha
recordado ya, por lo demás, que a la rígida sustancialidad spinozista en general le
falta el retorno a sí misma.

La observación aquí efectuada se extiende más generalmente a sistemas


del panteísmo configurados en alguna medida por el pensamiento. El ser, lo uno,
la sustancia, el infinito, la esencia es lo primero; frente a este abstracto puede ser
comprehendido igual de abstractamente, en general, lo segundo, [a saber] toda
determinidad, como lo simplemente finito, lo que es sólo contingente, perecedero,
extraesencial e inesencial, etc., tal como acontece por lo pronto y habitualmente
en el pensar enteramente formal. Pero la conexión de esto secundario con lo
primero ejerce demasiada presión como para no captarlo al mismo tiempo en
unidad con el mismo, tal como, en Spinoza, es el a t r i b u t o la entera sustancia,
sólo que captada por el entendimiento –él mismo una restricción o modo-; pero el
modo, lo no sustancial en general, que sólo puede venir captado desde otro,
constituye así el otro extremo de la sustancia, [o sea, constituye] lo tercero en
general. El panteísmo h i n d ú ha mantenido igualmente dentro de sus
monstruosas fantasías, tomadas en forma abstracta, esta configuración que,
como un hilo conductor más mesurado, atraviesa su desmesura y suscita cierto

538
formeller

159
interés: Brahma, el Uno del pensar abstracto, a través de Visnú y
particularmente en la forma de Krishna, procede hasta lo tercero, Silva. La
determinación de este tercero es el modo, el cambio, el surgir y perecer, el campo
de la exterioridad en general. Aun cuando esta tríada hinduísta haya inducido
injustamente a establecer una comparación con la cristiana, no deja de ser
verdad que en ella / cabe reconocer un elemento común de determinación
conceptual, sólo que es preciso tener esencialmente una conciencia más
determinada de la diferencia; no sólo es que ésta sea infinita, sino que es la
infinitud de verdad la que constituye la diferencia. Aquel tercer principio es,
según su determinación, la disgregación de la unidad sustancial en su opuesto, y
n o e l r e t o r n o d e l a m i s m a a sí: más bien lo carente de espíritu, y no el
espíritu. En la tríada de verdad no hay sólo unidad, sino unicidad, el silogismo
llevado a unidad p l e n a d e c o n t e n i d o y r e a l m e n t e e f e c t i v a que, en
su íntegra determinación concreta, es el e s p í r i t u . Bien es verdad que aquel
principio del modo y del cambio no excluye en general la unidad; igual que en el
spinozismo, en efecto, el modo es justamente, en cuanto tal, lo no verdadero,
siendo la sustancia lo verdadero539, aquello, a lo que todo debe ser reconducido –
cosa que es entonces un hundimiento de todo contenido en la vaciedad, en una
unidad sólo formal540, carente de contenido-, así vuelve a ser también Silva el
gran Todo, que no es diferente de Brahma: Brahma mismo; es decir que la
diferencia y la determinidad no hacen sino volver a desaparecer, sin ser
conservadas, asumidas; ni la unidad se hace unidad concreta ni la escisión es
reconducida a la reconciliación. La meta suprema para el hombre traspuesto a la
esfera del surgir y perecer, de la modalidad en general, es el hundimiento en la
carencia de conciencia, la unidad con Brahma, la aniquilación; lo mismo es el
nirvana budista, el Nieban, etc.

Ahora bien, si el modo es en general la exterioridad abstracta, la


indiferencia frente a las determinaciones, sean cualitativas o cuantitativas, y si en
esencia no hay que depender [-se dice-] de lo exterior e inesencial, en muchas
cosas se vuelve a conceder también que todo depende del m o d o y m a n e r a ,
con lo que el modo mismo viene a ser definido como esencialmente pertinente
para lo sustancial de una Cosa; una respectividad bien indeterminada, pero en la
que al menos se halla el hecho de que esta [cosa] exterior no es tan
abstractamente lo exterior.

Aquí, el modo tiene el significado determinado [, preciso] de ser la


m e d i d a . Tanto el modo spinozista como el principio hindú del cambio son lo
carente de medida. La conciencia griega –ella misma aún indeterminada- de que
t o d o t i e n e u n a m e d i d a –hasta el punto de que incluso Parménides
introdujo, tras el abstracto ser, la n e c e s i d a d [, entendida] como el a n t i g u o
l í m i t e p u e s t o p a r a t o d a c o s a - es el inicio de un concepto mucho más

539
das wahrhafte
540
formelle

160
alto que el contenido en la sustancia y en la diferencia que el modo guarda
respecto a la misma.-

La medida, más desarrollada, reflexionada, es la necesidad; el destino, la


n é m e s i s , se restringe en general541 a la determinidad de medida, [en el sentido
de] que aquello que se hace d e m a s i a d o , demasiado grande, demasiado alto,
viene a ser reducido, al otro extremo de la / degradación, a ser una nulidad, con
lo que se restaura el término medio de la medida, la mesura.- Que lo absoluto,
Dios, sea la m e d i d a de toda cosa no es más fuertemente panteísta que la
definición de que lo absoluto, Dios, sea el s e r , pero tiene infinitamente más
verdad.- La medida es ciertamente modo y manera exterior, un más o menos;
pero al mismo tiempo está justamente así reflexionada en sí, no es una
determinidad meramente indiferente y exterior, sino esente en542 sí; es, así, l a
v e r d a d c o n c r e t a d e l s e r ; a ello se debe que en la medida hayan
venerado los pueblos algo inviolable, sagrado.

En la medida se halla ya la idea de la e s e n c i a , a saber: el ser idéntica


consigo en la inmediatez del ser determinado, de modo que esa inmediatez, en
virtud de esta identidad-consigo, baja de posición hasta [hacerse] una [cosa]
mediata, igual que ésta [-la identidad-] estando medida solamente por esta
exterioridad, es empero la mediación c o n s i g o : la reflexión, cuyas
determinaciones s o n [, tienen una entidad], pero que en este ser son sencilla y
solamente como momentos de su unidad negativa. En la medida, lo cualitativo es
cuantitativo; la determinidad o la diferencia está como cosa que da igual; con ello,
él [, lo cualitativo,] es una diferencia que no es ninguna; la [diferencia] está
asumida; esta cuantitatividad constituye como retorno a sí, en el que ella es [, se
da] como lo cualitativo, el ser en-y-para sí, que [es lo que] es la e s e n c i a . Pero la
medida es la esencia primero e n 5 4 3 s í o en el concepto; este c o n c e p t o de
medida no está todavía p u e s t o . La medida, todavía como tal, es ella misma la
unidad e s e n t e de lo cualitativo y [lo] cuantitativo; sus momentos son [, se dan]
como un estar, como una cualidad y cuantos de dicha unidad, y que al principio
[son] inseparables sólo en544 sí, sin tener todavía empero la significación de [ser]
esta determinación reflexionada. El desarrollo de la medida contiene la
diferenciación de estos momentos, pero a la vez la r e s p e c t i v i d a d de los
mismos, de modo que la identidad que ellos son e n 5 4 5 s í deviene como
respectividad suya, [, como respectividad] de unos a otros, esto es: viene a ser
p u e s t a . El significado de este desarrollo es la realización de la medida,
[realización] en la que ella se pone a sí misma en relación y, por ende, se pone al
mismo tiempo como momento; por esta mediación, la medida viene determinada
como asumida; desaparece tanto su inmediatez como la de sus momentos: éstos

541
im Allgemeinen
542
an
543
an
544
an
545
an

161
son [, se dan] como reflexionados; el destacarse así como lo que ella es según su
concepto, ha pasado a la e s e n c i a .

La medida es, por lo pronto, unidad i n m e d i a t a de cualitativo y


cuantitativo, o sea que /

e n p r i m e r l u g a r , es u n c u a n t o que tiene significado cualitativo y


que es [, se da] c o m o m e d i d a . Su determinidad progresiva consiste en que
e n 546 é l [-en ese cuanto-], en el [cuanto] e n 5 4 7 s í determinado, se destaque la
diferencia de sus momentos, del ser determinado cualitativo y [del] cuantitativo.
Estos momentos se determinan a sí mismos ulteriormente [para convertirse] en
todos de medida, siendo [, dándose] en esta medida como [lo] s u b s i s t e n t e d e
s u y o ; y en cuanto que ellos se respectan esencialmente a otros, la medida
deviene

en segundo l u g a r , r e l a c i ó n de cuantos específicos,


[considerados] c o m o medidas de suyo s u b s i s t e n t e s . La
autosubsistencia de éstas descansa empero al mismo tiempo, esencialamente en la
relación cuantitativa y en la diferencia de magnitudes; su autosubsistencia
deviene entonces una transición de una en otra. Con esto se hunde [, se va al
fundamento] la medida en lo548 c a r e n t e d e m e d i d a .- Este más allá de la
medida es empero la negatividad de la misma [pero] sólo en sí mismo; por medio
de ello es

e n t e r c e r l u g a r , puesta la I n d i f e r e n c i a 549 de las determinaciones


de medida, y la medida –como real550, junto con la negatividad en ella contenida-
puesta como r e l a c i ó n i n v e r s a d e m e d i d a s , las cuales, como cualidades
subsistentes de suyo, descansan esencialmente sólo en su cantidad y en su
respectividad negativa de unas a otras, probando ser con ello solamente
momentos de su unidad de verdad subsistente de suyo, [unidad] que es su
reflexión-en-sí y la posición de las mismas: la e s e n c i a

546
an
547
an
548
im [. Sin movimiento].
549
Indifferenz
550
reell

162
[…] GW 21, 3333-3359)

B.

MEDIDA ESPECIFICADORA...

La misma es

e n p r i m e r l u g a r , una regla, una medida exterior frente al mero


cuanto;

e n s e g u n d o l u g a r , cantidad específica, que determina al cuanto


exterior;
e n t e r c e r l u g a r , a m b o s l a d o s se relacionan uno frente al otro
como c u a l i d a d e s de específica determinidad de cantidad, [o sea] como u n a
s o l a medida.

a.

La regla.

La regla, o sea el patrón de medida del que ya se ha hablado, al ser por lo


pronto una magnitud determinada en551 sí –[magnitud] que es unidad frente a un
cuanto que es una existencia particular existente en552 un algo distinto al algo de
la regla- está mediada en553 ella [, en esta existencia; o sea: se adecua a ella]; esto
es, viene determinada como valor numérico de aquella unidad. Esta
c o m p a r a c i ó n es un hacer e x t e r i o r ; aquella unidad es ella misma una
magnitud arbitraria que de igual manera puede volver a ser puesta como valor
numérico (el pie como un número de pulgadas). Pero la medida no es solamente
regla exterior, sino que, como específica, consiste en comportarse-y-relacionarse
en554 sí misma con su otro, que es un cuanto.

b.

La medida especificadora.
551
an
552
an
553
an
554
an

163
La medida es [un] determinar específico de la magnitud e x t e r i o r , esto
es, de la [magnitud] indiferente, puesta ahora por otra existencia [cualquiera] en
general en555 el algo de la medida, el cual es –ciertamente- él mismo cuanto
pero, a diferencia de tal [, de un cuanto en general,] es lo cualitativo, que
determina al cuanto meramente indiferente, exterior. El algo tiene en556 él este
lado del ser-para-otro, [lado] al que compete el indiferente venir a ser aumentado
y disminuido. Aquel inmanente mensurante es una cualidad del algo, al cual le
está enfrentada la / misma cualidad en557 otro algo; pero en558 éste, al pronto,
relativamente con un cuanto carente de medida, en general, frente a aquella
[cualidad] que está determinada como mensurante.

A algo, en cuanto559 que en sí es una medida, una variación de la magnitud


de su cualidad [es algo que] le viene del exterior; él no acepta560 [o sea, no toma
en561 él] la multitud aritmética procedente de esa [variación]. Su medida reacciona
en contra de ello, se comporta-y-relaciona como un [algo] intensivo frente a la
multitud, y la acoge562 [o sea, la toma sobre563 sí] de una manera peculiar [o sea,
específica]. El [algo] varía la variación exteriormente puesta, hace de ese cuanto
otro y, por esta especificación, se muestra en esta exterioridad como ser para sí.
Esta multitud a c o g i d a e s p e c í f i c a m e n t e es ella misma un cuanto que
depende también de la otra [multitud], o sea de ella [pero] como m u l t i t u d
solamente e x t e r i o r . La multitud especificadora es, por consiguiente, también
variable; pero no por ello un cuanto como tal, sino el cuanto externo, [entendido]
como especificado de una manera constante. La medida tiene, así, su estar como
una r e l a c i ó n , y lo específico de ella es, en general, el e x p o n e n t e de esta
relación.

En el cuanto i n t e n s i v o y e x t e n s i v o , tal como, a propósito de esas


determinaciones, resultó, es el m i s m o cuanto el que está presente: una vez en la
forma de la intensidad, la otra en la forma de la extensionalidad 564. El cuanto
situado de fundamento no sufre en esta diferencia ninguna variación, esa
[diferencia] es sólo una forma externa. En la medida especificadora, en cambio, el
cuanto es tomado una vez en su magnitud inmediata; la otra, empero, por el
exponente-de-relación, en otro valor numérico.

El exponente, que constituye lo específico, puede tener por lo pronto la


apariencia de ser un cuanto fijo, como cociente de la relación entre el [cuanto]
exterior y el determinado cualitativamente. Pero así no sería él más que un cuanto

555
an
556
an
557
an
558
an
559
insofern
560
nimmt….an
561
nimmt….an
562
nimmt….auf
563
nimmt….auf
564
Extensität

164
exterior; por exponente no hay que entender aquí otra cosa que el momento de lo
cualitativo mismo, que especifica al cuanto como tal. Lo propiamente inmanente
cualitativo del cuanto es sólo, como antes ha resultado, la d e t e r m i n a c i ó n -
d e - p o t e n c i a . Tiene que ser una tal [determinación] la que constituya la
relación, y que ha venido aquí a enfrentarse, como determinación en565 sí esente,
al cuanto como disposición exterior. / Éste tiene por principio suyo al uno
numérico; que constituye su ser-determinado-en566-sí, y la respectividad del uno
numérico es la [respectividad] exterior, y la variación, determinada solamente por
la naturaleza del cuanto inmediato como tal, consiste de por sí en el [acto de]
agregar un tal uno numérico, luego otro, y así de seguido. Así, cuando el cuanto
exterior varía en progresión aritmética, la reacción especificadora de la naturaleza
cualitativa de la medida engendra otra serie, que se respecta a la primera, crece y
decrece con ella, pero no en una [relación] determinada por un exponente
numérico, sino [en una] relación inconmensurable con un número, según una
determinación de potencias.

565
an
566
an

165
SESIÓN XV

[…] GW 21, 34110-34828)

C.

EL SER-PARA-SÍ EN LA MEDIDA.

1. En la forma, ha poco considerada, de la medida especificada está


cualitativamente determinado lo cuantitativo de ambos lados (ambos [están] en la
relación-de-potencias); son, así, momentos de una sola determinidad-de-medida,
de naturaleza cualitativa. Pero, a este respecto, las cualidades están puestas al
principio todavía como inmediatas, [como] s o l a m e n t e d i v e r s a s , sin estar
ellas mismas en aquella relación en que están sus determinidades de magnitud, a
saber, sin tener sentido ni estar [o existencia] f u e r a de una tal relación, cosa
implícita en la determinidad potencial de la magnitud. Lo cualitativo se esconde
así, como si no se especificara a sí mismo, sino a la determinidad de magnitud;
sólo como [estando] en567 ésta está él p u e s t o , pero como siendo de por sí
cualidad i n m e d i a t a en cuanto tal que, aparte de ello, [o sea de] que la
magnitud venga puesta en [una] Diferencia respecto a ella, y fuera de su
respectividad a su otra, ha de tener aún, de por sí, estar [, existencia] subsistente.
Así, tanto espacio como tiempo tienen valor fuera de aquella especificación que
obtiene su determinidad de magnitud en el movimiento de caída o en el
absolutamente libre, [o sea que tienen valor] como espacio en general [o] tiempo
en general, teniendo de por sí consistencia el espacio como [algo] duradero fuera
del tiempo y sin éste, y el tiempo como [algo] de por sí fluyente, con
independencia del espacio. /

Esta inmediatez de lo cualitativo frente a su específica respectividad de


medida está empero, precisamente en la misma medida, en concexión con una
inmediatez cuantitativa y con la indiferencia de un [algo] c u a n t i t a t i v o en568
él, frente a esta relación suya; la cualidad inmediata tiene también un c u a n t o
solamente i n m e d i a t o . Por consiguiente, la medida específica tiene también un
lado de variación, por lo pronto exterior, cuyo avance es meramente aritmético,
sin venir perturbado por aquella [medida], y en el que acaece la determinidad-
de-magnitud exterior, y por ello sólo empírica. Cualidad y cuanto, aun
presentándose también fuera de la medida específica, están al mismo tiempo en
respectividad a ésta; la inmediatez es un momento de [cosas] tales que pertenecen
ellas mismas a la medida. Así, a la medida le son también pertinentes las
cualidades inmediatas, igualmente en respectividad, y que están, según la

567
an
568
an

166
determinidad de magnitud, en una relación que, al estar fuera de la relación
especificada, de la determinación de potencia, no es ella misma sino la relación
directa y [la] medida inmediata. Hay que señalar con más detalle esta
consecuencia y su conexión.

2. El cuanto inmediato determinado, en cuanto tal, aun cuando como


momento de medida esté por lo demás fundamentado en 569 sí en una conexión
conceptual, es [, se da] en la respectividad a la medida específica como un
[cuanto] exteriormente dado. La inmediatez puesta aquí con ello es empero la
negación de la determinación cualitativa de medida; la misma [negación]
mostrada anteriormente en570 los lados de esta determinación de medida y que,
por ello, aparecían como cualidades subsistentes de suyo. Tal negación –y el
retorno a la determinidad inmediata de cantidad- se halla en la relación
cualitativamente determinada en la medida en que la relación de diferentes en
general contiene la respectividad de éstos con u n a s o l a determinidad, que con
ello es aquí, en lo cuantitativo, diferente de la determinación de relación: es un
cuanto. Como negación de los diferentes lados cualitativamente determinados es
este exponente un ser para sí, el ser-sencillamente-determinado; pero sólo e n 5 7 1
s í es tal ser para sí; como estar, es un cuanto simple, inmediato, un cociente o
exponente [entendido] como [exponente] de una relación de los lados de la
medida, tomada esta relación como directa; pero en general es la unidad que
aparece como empírica en lo cuantitativo de la medida.- En la caída de los
cuerpos están los espacios recorridos en relación al cuadrado de los tiempos
transcurridos: s = at2; ésta es la [relación] específicamente determinada, una
relación de potencias del espacio y del tiempo; la otra, la relación directa,
convendría al espacio y al tiempo como cualidades indiferentes la una frente a la
otra; debe ser la [relación] del espacio con el p r i m e r momento del tiempo; el
mismo coeficiente, a, sigue dándose en todos los puntos temporales siguientes: la
u n i d a d , como un cuanto ordinario para el valor numérico, determinado por lo
demás por la medida especificadora. Ella [-la unidad-] vale al mismo tiempo
como el exponente de aquella relación directa que conviene a la velocidad
r e p r e s e n t a d a , [a la velocidad] mala, o sea formal572, no determinada
específicamente por el concepto. / Tal velocidad existe aquí tan poco como la
antes mencionada, que debía convenir al cuerpo al573 f i n a l de un momento
temporal. Aquélla viene atribuida al p r i m e r momento temporal de caída, pero
este llamado momento temporal es una unidad, ella misma solamente supuesta y,
como tal punto átomo, no tiene ningún estar; el inicio del movimiento –sin que la
pequeñez alegada para este [punto inicial] pueda constituir diferencia alguna- es,
en el acto, una magnitud, y además especificada por la ley de caída. Este cuanto
empírico es atribuido a la fuerza de gravedad, de modo que esta fuerza no debe
569
an
570
an
571
an
572
formellen
573
am

167
tener a su vez respectividad alguna a la especificación presente (la determinidad
de potencias), a lo específico de la determinación de medida. El momento
i n m e d i a t o , [a saber] que en el movimiento de caída venga [a darse] en una
unidad de tiempo (un segundo, y además el llamado p r i m e r [segundo]) el valor
numérico de, por caso, quince unidades espaciales –tomadas como pies- es una
m e d i d a i n m e d i a t a , igual que la magnitud de medida de las extremidades
del hombre, las distancias y diámetros de los planetas, etc. La determinación de
tal medida no acaece dentro de la determinación cualitativa de medida –aquí, de
la ley misma de caída-, sino en otra parte; mas aquello de lo que tales n ú m e r o s
–lo solo inmediato de una medida, que aparece por consiguiente como empírico-
dependan es cosa sobre la que todavía no nos han dado información alguna las
ciencias concretas. Aquí tenemos que ver solamente con esta determinidad
conceptual, esto es, que aquel coeficiente empírico constituye el s e r p a r a s í
en la determinación de medida, pero el momento del ser para sí sólo en la medida
en que el mismo es e n 5 7 4 s í y está, por consiguiente, como inmediato. El otro es
lo d e s a r r o l l a d o de este ser para sí, la determinidad específica de medida de
los dados.- La gravedad, en la relación de caída, de un movimiento que aún está
ciertamente medio condicionado y que sólo es libre a medias, ha de ser vista, de
acuerdo a este segundo momento, como una fuerza natural, de modo que su
relación está determinada por la naturaleza del tiempo y del espacio, acaeciendo
en la gravedad por consiguiente aquella especificación, la relación de potencias;
aquélla –la simple relación directa- expresa tan sólo un mecánico relacionarse
del tiempo y del espacio: la velocidad formal575, determinada y producida
exteriormente.

3. La medida se ha determinado en aquel lugar a ser una relación


especificada de magnitud, que, como cuantitativa, tiene en576 ella el cuanto
exterior, ordinario; pero éste no es un cuanto general, sino que es [, se da]
esencialmente como momento de determinación de la relación como tal; es, así,
exponente y, como ser-determinado ahora inmediato, [es] un exponente
invariable, [un exponente] por ende de la relación directa –ya mencionada- de
aquellas mismas cualidades por cuyo medio viene al mismo tiempo determinada
específicamente su mutua relación de magnitudes. En el ejemplo aducido, la
medida del / movimiento de caída, esta relación directa está, por así decir,
anticipada, y se la admite como presente; pero, como se ha hecho notar, esa
[relación] no existe aún en aquel movimiento.- Ello constituye la ulterior
determinación de que la medida está ahora r e a l i z a d a de tal manera que sus
dos lados son medidas, diferenciadas como medida inmediata, exterior, y como
especificada en sí, mientras que ella es la unidad de las mismas. Como esta
unidad, la medida contiene la relación en la que las magnitudes están puestas
como diferentes y determinadas por la naturaleza de las cualidades, y cuya

574
an
575
formelle
576
an

168
determinidad por consiguiente, siendo enteramente inmanente y subsistente de
suyo, ha ido de consuno [a coincidir] al mismo tiempo en el577 ser para sí del
cuanto inmediato, en el exponente de una relación directa; su autodeterminación
está allí n e g a d a , en cuanto que ella [-la medida-] tiene en este su otro la
determinidad última, para sí esente; y a la inversa, la medida inmediata, que
debe ser en578 ella misma cualitativa, tiene por vez primera en579 aquélla, en
verdad, la determinidad cualitativa. Esta unidad negativa es s e r - p a r a - s í
r e a l , la categoría de un algo, como unidad de cualidades que están en la
relación de medida: una plena s u b s i s t e n c i a d e s u y o . De inmediato dan
también ambas [relaciones] –que han resultado como dos relaciones diversas- un
estar [que es] doble o, con más precisión: tal todo subsistente de suyo es al
mismo tiempo, como ente-para-sí en general, un repelerse a sí mismo en
s u b s i s t e n t e s d i f e r e n t e s , cuya naturaleza y consistencia cualitativas
(materialidad) se halla en su determinidad de medida. /

CAPÍTULO SEGUNDO.

LA MEDIDA REAL.

La medida está determinada a [ser] una respectividad de medidas, las cuales


constituyen la cualidad de diferentes algos subsistentes de suyo, o dicho de manera más
corriente, de c o s a s . Las relaciones de medida que acaban de ser consideradas
pertenecen a cualidades abstractas, como el espacio y el tiempo; de las [relaciones] que
ahora van a ser consideradas son ejemplos el peso580 específico y después las
propiedades químicas, que son [, se dan] como determinaciones de existencias
m a t e r i a l e s . Espacio y tiempo son también momentos de estas medidas, sólo que, al
estar subordinadas ahora a determinaciones ulteriores, ya no se relacionan
mutuamente sólo según su propia determinación conceptual. En el sonido, p.e., el
t i e m p o en que se sigue un número de vibraciones, así como el [elemento] espacial de
la longitud y espesor del cuerpo vibrante está[n] entre los momentos de determinación,
pero las magnitudes de aquellos momentos ideales581 están exteriormente determinadas
y no se muestran ya en una relación de potencias, sino en la habitual relación directa;
y lo armónico se reduce a la simplicidad –enteramente exterior- de números, cuyas
relaciones cabe aprehender del modo más fácil, proporcionando con ello una
satisfacción que recae íntegramente en la sensación, dado que al espíritu no le está
presente ninguna representación, imagen de la fantasía, pensamiento o casa semejante
que lo llene. Como los lados que constituyen ahora la relación de medida son ellos
577
in das [Acus.; direccional]
578
an
579
an
580
Schwere [. Se trata de la misma voz que, en el contexto anterior, y significando una fuerza, hemos
vertido como “gravedad”.]
581
ideellen

169
mismos medidas, mas son a la vez algos reales582, sus medidas son al pronto medidas
inmediatas y, en cuanto relaciones en583 ellos, relaciones directas. La relación que
ahora hay que considerar en su determinación progresiva es la relación de tales
relaciones entre sí.

La medida en el modo en que, desde ahora, es real, es

e n p r i m e r l u g a r , una medida de suyo subsistente de una corporalidad,


[medida] que se comporta-y-relaciona con o t r a s y [que], en este comportamiento-y-
relación, especifica a las mismas, así como, por ende, a la materialidad subsistente de
suyo. Esta especificación, como un respectarse exterior a muchos otros en general, es /
producción de otras relaciones y, con ello, de otras medidas; y la autosubsistencia
específica no sigue subsistiendo en u n a relación directa, sino que pasa a
d e t e r m i n i d a d e s p e c í f i c a , que es una s e r i e de m e d i d a s .

E n s e g u n d o l u g a r , las relaciones directas que por ese medio surgen son


medidas en584 sí determinadas y excluyentes (afinidades electivas); pero como su
diferencia mutua no es al mismo tiempo sino cuantitativa, hay entonces un proceso585 de
relaciones que, en parte, es cuantitativo, meramente exterior, pero que viene también
interrumpido por relaciones cualitativas, formando una l í n e a n o d a l de [seres]
específicos subsistentes de suyo.

E n t e r c e r l u g a r , empero, en este proceso hace su entrada, para la medida, la


c a r e n c i a d e m e d i d a en general y, más determinante, la i n f i n i t u d de la
medida, [infinitud] en la cual las subsistencias de suyo que se excluyen están aunadas
unas con otras, entrando lo subsistente de suyo en respectividad negativa para consigo
mismo.

A.

LA RELACIÓN DE MEDIDAS SUBSISTENTES DE SUYO.

Las medidas no significan ya [medidas] meramente inmediatas, sino subsistentes


de suyo, en la medida en que, en586 ellas mismas, se convierte en relaciones de medidas
que están especificadas, de modo que, en este ser para sí, son algos, cosas físicas,
materiales por lo pronto. Pero el todo, que es una relación de tales medidas, es

a. al pronto, él mismo i n m e d i a t o ; así los dos lados, determinados como tales


medidas subsistentes de suyo, tienen consistencia por separado en587 cosas particulares,
y vienen a ser puestos e x t e r i o r m e n t e en c o m b i n a c i ó n 5 8 8
582
reelle
583
an
584
an
585
Fortgang
586
an
587
an
588
Verbindung [. Vertimos así el término –trad. si no como “enlace”- cuando el contexto científico-natural
es el de la química].

170
b. las materialidades subsistentes de suyo están empero determinadas –en aquello
que ellas cualitativamente son- sólo por la determinación cuantitativa que ellas, como
medidas, tienen y por ende por una respectividad –ella misma cuantitativa- a otras, en
cuanto q u e d i f i e r e n 5 8 9 frente a éstas (la así llamada a f i n i d a d ) , y además [lo
hacen] como m i e m b r o s d e u n a s e r i e de tal cuantitativo relacionarse-y-
comportarse;

c. este comportamiento-y-relación indiferente y multiforme se clausura [, se


recluye] al mismo tiempo como e x c l u y e n t e ser-para-sí: es la, así llamada,
afinidad electiva./

a.

Combinación de dos medidas.

Algo está determinado en sí como relación-de-medida de cuantos, a los cuales


convienen además cualidades; y el algo es la respectividad de estas cualidades. Una de
ellas es el s e r e n s í de aquél, según el cual es él un ente para sí -[algo] material-
(como, tomado intensivamente, el peso; o extensivamente, la m u l t i t u d , pero de
partes materiales); mientras que la otra es la e x t e r i o r i d a d de este ser en sí (lo
abstracto, ideal590, el espacio). Estas cualidades están determinadas cuantitativamente,
y su relación mutua constituye la naturaleza cualitativa de algo [, y del algo] material:
la relación del peso591 al volumen, el peso592 específico determinado. El volumen, lo
ideal593, ha de ser aceptado como la unidad, mientras que lo intensivo, que aparece
como magnitud extensiva en la determinidad cuantitativa y en la comparación con
aquél, [como] multitud de uno[s] esentes para sí, [ha de ser aceptado] como el valor
numérico. El puro comportarse-y-relacionarse cualitativo de ambas determinidades de
medida según una relación de potencias ha desaparecido en [virtud de] que, en la
subsistencia de suyo del ser para sí (del ser material), ha retornado la inmediatez, en la
cual es la determinidad de magnitud un cuanto como tal, y la relación de un [cuanto]
tal al otro lado está igualmente determinado en el exponente ordinario de una relación
directa.

Este exponente es el cuanto específico de algo, pero es un cuanto inmediato, y


éste –y por ende la naturaleza específica de tal algo- está determinado solamente en la
c o m p a r a c i ó n con otros exponentes de tales relaciones. El [exponente] constituye el
e s p e c í f i c o ser [o estar] e n s i m i s m a d a m e n t e determinado, la específica594
medida interna de algo; mas dado que esta su medida se basa en el cuanto, ella es [, se
da] también solamente con determinidad exterior, indiferente, de manera que, a pesar
589
different
590
Ideelle
591
Schwere
592
Gewicht
593
das Ideelle
594
eigenthümliche [. La voz germánica equivale al latinismo: specifisch. Y aunque otras veces la hemos
vertido como “peculiar”, es preferible hacer resaltar aquí esa sinonimia.]

171
de la determinación interior de medida, tal algo es, por esa razón, variable. Lo otro,
aquello con lo cual puede él, como variable, relacionarse no es una multitud [, una
cantidad] de materia, un cuanto en general –contra éste se mantiene su específico ser [o
estar] ensimismadamente determinado-, sino un cuanto que al mismo tiempo es
igualmente exponente de tal relación específica. Son dos cosas, de medida interna
diversa, las que están en respectividad y entran en combinación: tal como dos metales
de diverso peso específico; no es pertinente considerar aquí qué homogeneidad de su
naturaleza –p.e. que no se trate aquí de la combinación de un metal con agua- sea por
demás la requerida para la posibilidad de tal combinación.- Ahora bien, de una parte,
cada una de las dos medidas se conserva en el cambio que debiera sobrevenirle en
virtud de la exterioridad del cuanto, porque es medida; pero, de otra parte, este
conservarse a sí mismo es un comportamiento-y-relación negativo con este cuanto, una
especificación del mismo; y dado que éste es exponente de la relación / de medida, [es]
un cambio de la medida misma, y además una especificación recíproca.

Según la determinación meramente cuantitativa, la combinación sería una mera


adición de las dos magnitudes de una de las cualidades y de las dos magnitudes de la
otra: p.e. la suma de los dos pesos595 y los dos volúmenes en la combinación de dos
materias de diverso peso específico, de modo que no sólo el peso de la mezcla siga
siendo igual a aquella suma, sino que también el espacio por ella ocupado sea igual a
la suma de esos espacios. Sólo que [, aquí,] únicamente el peso se encuentra que es
igual a la suma de los pesos presentes antes de la combinación; se suma el lado que, al
ser el lado esente para sí, ha llegado a estar constante [o sea a hacerse una existencia
firme] y, por ende, devenido de un cuanto inmediato permanente: el peso de la materia,
o bien –cosa que, según el respecto de la determinidad cuantitativa, vale lo mismo- la
multitud de partes materiales. Pero es en los exponentes donde acaece el cambio596,
dado que son expresión de la determinidad cualitativa, [o sea] del ser-para-sí, como
relaciones-de-medida; [ser-para-sí] que, mientras que el cuanto como tal sufre la
variación597 contingente, exterior, en virtud de un añadido que viene sumado, se prueba
al mismo tiempo a sí [mismo] como siendo negativo contra esta exterioridad. Como
este inmanente determinarse de lo cuantitativo no puede –según se ha mostrado-
aparecer en el598 peso, se prueba [y da a ver] en599 la otra cualidad, que es el lado
ideal600 de la relación. A la percepción sensible le puede llamar la atención el hecho de
que tras mezclar dos materias específicamente diversas se muestre un cambio –por lo
común, una disminución- del volumen sumado, siendo mismamente el espacio el que
constituye la consistencia de las materias recíprocamente separadas. Pero frente a la
negatividad que el ser-para-sí contiene en sí es esta consistencia lo no esente en601 sí, lo

595
[Recuérdese que, aislado, “peso” vierte Gewicht, mientras que con el calificativo “específico” vierte
Schwere].
596
Veränderung [Trad. como “cambio” o “variación” según sea el respecto cualitativo o cuantitativo].
597
Veränderung [Trad. como “cambio” o “variación” según sea el respecto cualitativo o cuantitativo].
598
am
599
an
600
Ideelle
601
an

172
mutable; de esta manera, el espacio viene a ser puesto como aquello que él de verdad
es, como lo ideal602.

Pero, con esto, no sólo está puesto como variable [o sea, como mutable] uno de
los lados cualitativos, sino que la medida misma, y por ende la determinidad cualitativa
–fundada en ella- de algo ha mostrado así no ser en ella603 misma [algo] constante, sino
tener, igual que el cuanto en general, su determinidad en otras relaciones de medida.

602
Ideelle
603
an ihm [. Se refiere a la medida]

173
SESIÓN XVI

[…] GW 21, 35210-3548)

c.

Afinidad electiva.

Se ha utilizado aquí la expresión de a f i n i d a d e l e c t i v a , así como también,


en lo que precede, n e u t r a l i d a d , a f i n i d a d : expresiones que se refieren a la
relación q u í m i c a . Pues es en la esfera química donde tiene esencialmente lo
material su determinidad específica en la respectividad a su otro; lo material existe
solamente como esta Diferencia. Esta respectividad específica está ligada además a604
la cantidad y, es al mismo tiempo, no sólo la respectividad a otro singular, sino a una
serie de tales Diferentes, que le están enfrentados; las combinaciones con esta serie
están basadas en una –así llamada- a f i n i d a d con c a d a miembro de la misma; pero
en esta indiferencia, cada uno es al mismo tiempo excluyente frente a otros; una
respectividad de determinaciones contrapuestas que ha de ser aún considerada.- Pero
no es sólo en lo químico donde se expone lo específico en un círculo de combinaciones;
también el tono singular tiene primero sentido propio en la relación y combinación con
otro y con la serie de otros; armonía o disonancia en tal círculo de combinaciones lo
que constituye su naturaleza cualitativa, basada al mismo tiempo en relaciones
cuantitativas que forman una serie de exponentes; y cada uno de los tonos combinados
es, en605 él mismo, las relaciones de las dos relaciones específicas. El tono singular es
clave [o tono fundamental] de un sistema, pero de la misma manera es, a su vez, un
miembro singular en el sistema de toda otra clave. Las / armonías son afinidades
electivas excluyentes, cuya especificidad cualitativa se resuelve a su vez empero,
precisamente en la misma medida, en la exterioridad de un proceso606 meramente
cuantitativo.- Ahora bien, dónde se halle el principio de media para aquellas afinidades
(sean químicas, musicales o de otro tipo) que entre sí, y unas frente a otras, son
afinidades electivas, es cosa respecto a la cual vendrá a hacerse todavía en lo que
sigue una observación, concerniente a la [afinidad] química; pero esta cuestión de
rango superior está conectada del modo más estrecho con lo específico de lo
propiamente cualitativo, y compete a las partes especiales de la ciencia natural
concreta.

En la medida en que el miembro de una serie tiene su unidad c u a l i t a t i v a en


su comportamiento-y-relación con el todo de una serie que le está enfrentada, pero
cuyos miembros son entre sí diversos sólo por el cuanto en conformidad con el cual se
neutralizan con aquél, entonces la determinidad, más especial, en esta múltiple
afinidad es, igualmente, sólo una [determinidad] cuantitativa. En la afinidad electiva en
cuanto respectividad excluyente, cualitativa, el comportarse-y-relacionarse se hurta a
esta diferencia cuantitativa. La siguiente determinación que se ofrece es que, según la
604
an
605
an
606
Fortgehens

174
diferencia de la multitud –o sea de la magnitud e x t e n s i v a - que tiene lugar entre los
miembros de un lado para neutralizar a un miembro del otro lado, también la afinidad
electiva de este miembro habrá de dirigirse a los miembros de la otra serie, con todos
los cuales está en afinidad. El [acto de] excluir, como un m á s f i r m e [y constante]
ser de consuno solidario frente a otras posibilidades de combinación, y que de este
modo estaría fundamentado, aparecería tornado entonces en una i n t e n s i d a d tanto
mayor, según la identidad –antes probada- de las formas de magnitud extensiva e
intensiva, [identidad tal] que, en esas dos formas, la determinidad-de-magnitudes es
una y la misma. Este volcarse de la forma unilateral de la magnitud extensiva también
en su otra, en la intensiva, nada altera empero en607 la naturaleza de la determinación
fundamental, que es el único y el mismo cuanto; de modo que, con esto no estaría
puesto de hecho ningún excluir, sino que podría tener lugar, indiferentemente, bien
solamente una única combinación, bien, en la misma medida, una combinación608 sin
determinación del número de miembros, con sólo que las porciones que de ellos
entraran fueran correspondientes, en conformidad con [o sea: a la medida de] sus
relaciones mutuas, al cuanto requerido.
Sólo que la combinación –que hemos denominado también neutralización- no es
sólo forma de intensidad; el exponente es esencialmente determinación de medida, y
por ende excluyente; los números, en este lado de comportamiento-y-relación
excluyente, han perdido su continuidad y capacidad de confluir unos en otros; es el m á s
o [el] m e n o s el que obtiene un carácter negativo, y la p r e f e r e n c i a que un
exponente tiene frente a otros no se queda detenida en la determinidad-de-
magnitudes. / Pero también, y precisamente en el mismo sentido, está presente este otro
lado, según el cual, a un momento le es también, a su vez, indiferente obtener el cuanto
que neutraliza a [otros] momentos más, enfrentados a él, [el cuanto neutralizador] de
cada uno frente al otro según su determinidad específica; el comportamiento-y-relación
excluyente, negativo, sufre al mismo tiempo, este perjuicio, que proviene del lado
cuantitativo. Con ello esta puesto un cambiarse las tornas del comportamiento-y-
relación indiferente, meramente cuantitativo, en otro cualitativo, y a la inversa, se pasa
del ser determinado específico a la relación meramente exterior: una serie de relaciones,
que ora son meramente de naturaleza cuantitativa, ora son específicas, y [que son]
medidas.

607
an
608
Combination

175
[…] GW 21, 3641-36913)

B.

LÍNEA NODAL DE RELACIONES DE MEDIDA

La última determinación de la relación de medida era que ésta, como específica,


es e x c l u y e n t e ; el excluir le conviene a la neutralidad como unidad n e g a t i v a de
los diferentes momentos. Para esta unidad e s e n t e p a r a s í, la afinidad electiva no
ha resultado, en vista de su respectividad a las otras neutralidades, ningún principio
ulterior de especificación; ésta sigue estando sólo en la determinación cuantitativa de
la afinidad en general según la cual son multitudes determinadas las que se neutralizan
y, con ello, quedan enfrentadas a otras afinidades electivas relativas de sus momentos.
Pero aparte de ello, en virtud de la determinación cuantitativa fundamental, la afinidad
electiva e x c l u y e n t e se c o n t i n ú a también en las neutralidades distintas a ella; y
esta continuidad no es tan sólo respectividad exterior de las diversas relaciones de
neutralidad, como un ajuste609, sino que la neutralidad, como tal, tiene en ella una
s e p a r a b i l i d a d dado que aquellos [elementos] de los cuales ella, como su unidad,
ha surgido, entran en respectividad como algos subsistentes de suyo, cada uno como
indiferente, con éste o el otro de la serie enfrentada, aun combinándose, es verdad, en
diversas multitudes [-cantidades-] específicamente determinadas. A ellos se debe que
esta medida, que descansa en ella misma sobre la base de una tal relación, esté
afectada de indiferencia propia, es un[a cosa] exterior a610 ella misma y variable en su
respectividad a sí.

Esta r e s p e c t i v i d a d a s í de la medida de relación es diversa de su


exterioridad y variabilidad como lado cuantitativo suyo; como respectividad a sí frente
a este [lado], ella es un basamento cualitativo, esente: un sustrato permanente, material
que, al mismo tiempo, como continuidad de la medida c o n s i g o m i s m a en su
exterioridad, tendría que contener en su cualidad aquel principio de especificación de
esta exterioridad.

Ahora bien, según esta determinación más precisa, la medida excluyente, exterior
a sí en su ser para sí, se repele de sí misma, poniéndose lo mismo como un otro
solamente cuantitativo que, igualmente, como una relación distinta tal que al mismo
tiempo es otra medida; está determinada como unidad en611 sí misma especificadora,
que produce en612 ella relaciones de medida. Estas relaciones son diversas al tipo de
afinidades antes [citado], en las que un subsistente de suyo se comporta-y-relaciona
con subsistentes de otra cualidad y con una serie de tales [subsistentes de suyo]; se
hallan en613 u n o y e l m i s m o sustrato, dentro de los mismos momentos de
609
Vergleichung
610
an
611
an
612
an
613
an

176
neutralidad; la medida se determina, al repelerse de sí, / a otras relaciones, diversas
sólo cuantitativamente y que forman igualmente a f i n i d a d e s y m e d i d a s
a l t e r n a n d o con [relaciones] tales que siguen siendo sólo d i v e r s i d a d e s
c u a n t i t a t i v a s . De tal manera, forman una l í n e a n o d a l de medidas sobre una
escala de más y menos.

Hay [aquí] presente una relación de medida; una realidad subsistente de suyo y
cualitativamente diferente de otras. Un tal ser para sí, al ser esencialmente al mismo
tiempo una relación de cuanto, abierto a la exterioridad y a la variación cuántica; tiene
una amplitud, dentro de cuyos contornos permanece indiferente a esta variación, sin
alterar su cualidad. Pero [entonces] hace su entrada un punto de esta alteración de lo
cuantitativo en el que viene a ser alterada la cualidad, o sea que el cuanto se da a ver
como especificador; de modo que la relación cuantitativa cambiada se torna en una
medida y, por ende, en una nueva cualidad y un nuevo algo. La relación que ha entrado
en614 el lugar de la primera está determinada por ésta, en parte según la mismidad
cualitativa de los momentos que están en afinidad, en parte según la continuidad
cuantitativa. Pero, al acaecer la diferencia en este cuantitativo, el nuevo algo se
comporta-y-relaciona de un modo indiferente respecto al precedente; la diferencia entre
ellos es la [diferencia] exterior del cuanto. Por tanto, no es partiendo de [algo]
precedente como él se destaca ahí delante, sino partiendo inmediatamente de sí
[mismo]; esto es, partiendo de la unidad especificadora interior, que aún no ha hecho
su entrada en el estar.- La nueva cualidad, o el nuevo algo, está sometido por su parte al
mismo proceso de cambio, y así de seguido al infinito.

En la medida en que el proceso [experimentado] por una cualidad es[tá situado]


en [la] continuidad constante de la cantidad, las relaciones que se aproximan a un punto
cualificador están entonces, desde una consideración cuantitativa, diferenciadas
solamente por el más o [el] menos. Por este lado, la variación es p a u l a t i n a . Pero este
carácter paulatino concierne meramente a lo exterior de la variación, no a lo cualitativo
de ese mismo carácter; la relación cuantitativa precedente, / que está infinitamente
próxima a la siguiente, no deja de ser otro estar cualitativo [, distinto]. Por consiguiente,
el proceso meramente cuantitativo, que tiene carácter paulatino, [y] que en615 sí no
constituye límite alguno, viene a ser absolutamente cortado de forma abrupta según su
lado cualitativo; en cuanto que la nueva cualidad entrante es, según su respectividad
meramente cuantitativa, una [cualidad] indeterminadamente otra [, distinta] a la
evanescente, [es decir] una [cualidad] indiferente, la transición es un s a l t o ; ambas
están puestas una frente a otra como plenamente exteriores [entre sí].- De buen grado
se intenta hacer c o n c e b i b l e un cambio a través del carácter paulatino de la
transición; pero tal carácter es, más bien, justamente la alteración meramente
indiferente, lo contrario de la [alteración] cualitativa. En ese carácter paulatino, la
conexión de las dos realidades –ya se tomen como estados o como cosas autónomas-
está más bien suprimida616; lo [que está] puesto es que ninguna es el límite de la otra,
614
an
615
an
616
aufgehoben

177
sino que la una es sencillamente exterior a la otra; con esto se aparta precisamente
aquello que es necesario para c o n c e b i r , aun por poco que se requiera para ello.

Observación [Título en la Tabla del Contenido: Ejemplos de tales líneas


nodales; respecto a que no haya salto alguno en la naturaleza].

El sistema numérico natural muestra ya una tal l í n e a n o d a l de momentos


cualitativos, que se distinguen [unos de otros] en el proceso meramente exterior. Por
una parte, se trata de un avanzar y retroceder meramente cuantitativos, un
ininterrumpido añadir o sustraer, de modo que cada número tiene la misma relación
a r i t m é t i c a con su precedente y subsecuente que [la de] éste con su precedente y
subsecuente, etc. Pero los números así surgidos tienen también una relación
e s p e c í f i c a con [los] otros precedentes o siguientes, [a saber la relación de] ser o
bien un múltiplo de uno de ellos, expresado como un número entero, o bien potencia, y
raíz.- En las relaciones m u s i c a l e s , una relación armónica hace su entrada en la
escala del proceso cuantitativo mediante un cuanto, sin que este cuanto tenga de por sí
en la escala otra relación con su precedente y subsecuente que [la que] éstos [tienen] a
su vez con sus precedentes y subsecuentes. A medida que617 los tonos siguientes parecen
irse alejando cada vez más de la clave [o tono fundamental] o [los] números irse
haciendo siempre otros mediante el proceso aritmético, más bien se pone de relieve, de
golpe, un r e t o r n o , una sorprendente concordancia no / preparada cualitativamente por
lo inmediatamente precedente, sino que aparece como una actio in distans, como una
respectividad a [algo] alejado. El proceso en relaciones meramente indiferentes, que no
alteran la realidad específica precedente ni tampoco forman en general ninguna
[realidad] tal, se interrumpe de golpe y mientras que, en [un] respecto cuantitativo, el
[proceso] es proseguido de la misma manera, irrumpe con ello, de un salto, una relación
específica.

En [las] c o m b i n a c i o n e s q u í m i c a s vienen a darse, en el caso de la


progresiva alteración de las proporciones618-de-mezclas, nudos y saltos cualitativos tales
que, en puntos particulares de la escala de mezcla, forman productos que muestran
cualidades particulares. Estos productos no se diferencian meramente entre sí por un
más y [un] menos, ni tampoco se dan619 ya (sólo que en un grado de algún modo más
débil)620 con proporciones cercanas a esas relaciones nodales, sino que están ligados a
tales puntos mismos. Las combinaciones, p.e., de oxígeno y ázoe dan [lugar] a los
distintos óxidos azoados y ácidos nítricos, que brotan solamente en determinadas
proporciones cuantitativas de la mezcla y tienen cualidades esencialmente distintas, de
modo que en las proporciones-de-mezcla intermedias no se siguen combinaciones de

617
indem
618
Verhältnisse
619
sind….vorhanden
620
[Paréntesis, sustituye a comas en el original]

178
existencias específicas de ningún tipo.- Los ó x i d o s m e t á l i c o s , p.e., los óxidos de
plomo, se forman en ciertos puntos cuantitativos de la oxidación, y se diferencian por
[sus] colores y otras cualidades. No pasan paulatinamente el uno al otro, las
proporciones situadas entre esos nudos no dan ningún [producto] neutral, ningún estar
específico. Sin haber pasado a través de las gradaciones intermedias, entra en juego una
combinación específica basada en una relación de medida y con cualidades propias.-
Tampoco el a g u a , al alterarse su temperatura, se hace por ello más o menos caliente,
sino que pasa por los estados de solidez, de fluidez en forma de gotas y de fluidez
elástica; estos diversos estados no hacen su entrada paulatinamente, sino que [es]
precisamente el proceso meramente paulatino de alteración de la temperatura [el que]
viene a ser interrumpido y frenado de golpe por estos puntos; y la irrupción621 de otro
estado es un salto.- Todo n a c i m i e n t o y m u e r t e , en vez de tener carácter de
prosecución paulatina, son más bien un corte abrupto y el salto de la variación
cuantitativa al [cambio] cualitativo. /

N o h a y n i n g ú n s a l t o e n l a n a t u r a l e z a , se dice; y, como se ha
recordado, la representación habitual opina, cuando debe concebir un s u r g i r o
p e r e c e r , que lo ha concebido cuando [se] lo representa como un p a u l a t i n o brotar
o desaparecer. Pero ya se ha mostrado que los cambios [en la esfera] del ser, en general,
no son solamente el transitar de una magnitud a otra magnitud, sino la transición de lo
cualitativo a lo cuantitativo y viceversa: un hacerse otro622 que es un corte abrupto de lo
paulatino y un [algo] cualitativamente-otro respecto al estar precedente.- El agua no se
hace más y más sólida por el enfriamiento, de modo tal que se hiciera [primero] viscosa
y paulatinamente se endureciera hasta [alcanzar] la consistencia del hielo, sino que se
solidifica de golpe; ya con la entera temperatura del punto de congelación, si el agua se
halla en reposo, puede tener aún toda su fluidez, aunque623 una pequeña sacudida la
lleva al estado de solidez.-

Cuando [se habla] del carácter paulatino del surgir, la representación básica es que
lo que surge está ya sensiblemente o, en general, e f e c t i v a m e n t e p r e s e n t e sólo
que, en razón de su pequeñez, n o e s a ú n p e r c e p t i b l e , así como, cuando [se
habla] del carácter paulatino del desaparecer, [se representa uno] que el n o s e r , o lo
o t r o que entra [a ocupar] ese lugar suyo, está igualmente p r e s e n t e , sólo que a ú n
n o e s p o s i b l e n o t a r l o ; y presente, además, no en el sentido de que el otro esté
ya e n 6 2 4 s í contenido en el otro presente, sino [en el de] que él, c o m o e s t a r , es[tá
ahí] p r e s e n t e , aunque no sea posible notarlo. Con ello, el surgir y [el] perecer vienen
a ser en general suprimidos625; lo e n - s i m i s m a d o , lo interno en que algo está antes
de [alcanzar] su estar, es transformado en una p e q u e ñ e z del e s t a r e x t e r i o r ; y lo
esencial, o sea la diferencia conceptual, en una mera diferencia exterior de magnitud.-
El [querer] hacer concebible un surgir o perecer a partir del carácter paulatino del

621
Eintritt
622
Anderswerden
623
und
624
an
625
aufgehoben

179
cambio tiene el carácter aburrido propio de la tautología, lo que surge o perece lo tiene
ya [esa opinión] de antemano enteramente listo, haciendo del cambio una mera
alteración de una diferencia exterior, de modo que ese [carácter paulatino] no es de
hecho sino una tautología. Para un tal entendimiento que quiere concebir, la dificultad
estriba en la transición cualitativa de algo a su otro, en general, / y a su contrapuesto;
por el contrario, el [entendimiento] sufre el espejismo de tomar la i d e n t i d a d y el
c a m b i o como una [variación] indiferente, exterior, de lo c u a n t i t a t i v o .

En la medida en que ello venga considerado en la esfera del ser, en lo m o r a l


tiene lugar la misma transición de lo cuantitativo a lo cualitativo; y diversas cualidades
parecen fundarse en una diversidad de la magnitud. Hay un más y menos por el que se
rebasa la medida del obrar a la ligera y sale a la luz algo enteramente otro [, distinto: el]
crimen por cuyo medio pasa [el] derecho a [ser] injusticia, [la] virtud a vicio.- Así [es
como] también los estados obtienen por su diferencia de magnitud, si se admite lo
restante como igual, un carácter cualitativamente distinto. Leyes y constitución se
convierten en algo otro [, distinto] cuando la dimensión626 del estado y el número627 de
ciudadanos se amplía[n]. El estado tiene una medida tal de su magnitud que, forzado a ir
más allá de ésta, se desintegra carente de contención, y ello bajo la misma constitución
que, con sólo tener otra dimensión, constituiría su felicidad y su fuerza.

626
Umfang
627
Anzahl

180
[…] GA 21, 37124-37213)

Para tener una visión de conjunto de la determinación progresiva recorrida por


la medida, los momentos de la misma se resumen entonces de este modo: que la medida
es por lo pronto la unidad, ella misma i n m e d i a t a , de la cualidad y la cantidad como
un cuanto ordinario, pero específico. Con ello, como determinidad de cantidad no
[referida] a otro, sino que se respecta a sí, la [medida] es esencialmente r e l a c i ó n . A
ello se debe además que contenga en sí sus momentos como asumidos y no separados;
y, al igual que [acaece] siempre en un concepto, la diferencia está allí de modo tal que
cada uno de sus momentos es él mismo unidad de lo cualitativo y lo cuantitativo. Esta
diferencia, al ser con ello r e a l , da como resultado una multitud de relaciones de
medida que, como totalidades formales628, son en sí subsistentes de suyo. Las series,
que forman los lados de estas relaciones, son para cada miembro singular, / que como
perteneciente a uno de los lados se comporta-y-relaciona con la entera serie que le está
enfrentada, la misma ordenación constante. Esta unidad, que como mera
o r d e n a c i ó n es una unidad todavía enteramente exterior, se muestra, es verdad,
como unidad especificadora inmanente de una medida esente para sí y diferente de sus
especificaciones; pero el principio especificador no es aún el concepto libre –único que
da a sus diferencias significado inmanente- sino que el principio es, por lo pronto,
solamente sustrato, una materia para cuyas diferencias -con el fin de que sean [,
existan] como totalidades, o sea que tengan en sí la naturaleza del sustrato que
permanece igual a sí mismo- está presente tan sólo la exterior determinación
cuantitativa, que se muestra al mismo tiempo como diversidad de cualidad. La
determinación de medida es, en esta unidad del sustrato consigo mismo una
[determinación] asumida; su cualidad es un estado exterior, determinado por el
cuanto.- Este trascurso es, en la misma medida, tanto la determinación progresiva que
da realidad a la medida como la deposición de la misma a momento. /

628
formelle

181
SESIÓN XVII

[…] GW 21, 373-37720

CAPÍTULO TERCERO

EL DEVENIR DE LA ESENCIA.

A.

LA DIFERENCIA ABSOLUTA.

El ser es la indiferencia629 abstracta, para la cual se ha empleado la expresión de


In d i f e r e n c i a 630, en cuanto que aquélla debe ser pensada, de por sí, como ser: en631
ella no debe haber todavía especie alguna de determinidad; la cantidad pura es la
Indiferencia como susceptible de todas las determinaciones, pero de manera que éstas
le son exteriores y que ella no tiene de suyo ninguna conexión con las mismas; pero la
Indiferencia que cabe denominar absoluta es la que s e m e d i a c o n s i g o hasta
[hacerse] unidad simple p o r l a n e g a c i ó n de todas las determinidades del ser, de
la cualidad y la cantidad y de la unidad por lo pronto inmediata de éstas, la medida. La
determinidad está en632 ella todavía sólo como estado, o sea como un e x t e r i o r
c u a l i t a t i v o que tiene a la Indiferencia por s u s t r a t o .

Sólo que eso que ha sido así determinado como exterior cualitativo es sólo un
[algo] evanescente; en cuanto que es así exterior al ser, lo cualitativo, al ser lo
contrario de sí mismo, es sólo algo que se asume a sí. De esta manera, la determinidad
está todavía puesta en633 el sustrato sólo como un vacío diferenciar. Pero justamente
este vacío diferenciar es la Indiferencia misma como resultado. Y además, así es como
ésta es lo concreto, lo en él mismo mediado consigo por la negación de todas las
determinaciones del ser. Al ser esta mediación, ella contiene la negación y la relación,
y lo que se llamaba estado es un diferenciar que le es inmanente y que se refiere a sí; es
precisamente la exterioridad y su evanescencia lo que convierte la unidad del ser en
Indiferencia y está por tanto d e n t r o de ésta, que deja con ello de ser sólo sustrato y
de ser, e n 6 3 4 e l l a m i s m a , sólo abstracta. /

B.

629
Gleichgültigkeit [. Lit.: carácter de valer (o dar) igual en un caso u otro; es la igualdad abstracta en la
que coinciden –al menos- dos cosas diferentes entre sí].
630
Indifferenz [. O sea: negación activa de las diferencias por parte de la Diferencia misma].
631
an
632
an
633
an
634
an

182
LA INDIFERENCIA COMO RELACIÓN INVERSA DE SUS FACTORES.

Ahora hay que ver el modo en que esta determinidad de la Indiferencia esté
puesta en635 ella misma y [el modo en que] ella esté, por ende, puesta como e s e n t e
p a r a s í.

1. La reducción de las relaciones de medida que tienen al pronto valor de


subsistentes de suyo fundamenta u n ú n i c o s u s t r a t o de las mismas; éste es la
continuación de unas en otras por parte de aquéllas, y con ello lo inseparable
subsistente de suyo, í n t e g r a m e n t e presente en sus diferencias. Para esta diferencia
están presentes las determinaciones contenidas en [aqu]el [sustrato], la cualidad y la
cantidad, dependiendo todo sólo del modo en que éstas estén puestas en636 él. Pero ello
está determinado por el hecho de que el sustrato está puesto al pronto como resultado y
[como siendo] e n 6 3 7 s í la mediación, pero sin que ésta esté todavía puesta como tal
e n 6 3 8 é l ; a ello se debe que el mismo sea al pronto sustrato y que, por lo que hace a
la determinidad, esté como I n d i f e r e n c i a .
En639 ella [, en la Indiferencia,] la diferencia es al pronto, esencialmente, la
[diferencia] solamente exterior, cuantitativa; lo que hay son dos cuantos diferentes de
uno y el mismo sustrato, que sería de esta manera la s u m a de los mismos, con lo que
él mismo estaría determinado como cuanto. Pero la Indiferencia es esta medida fija [,
constante,] el límite absoluto ensimismadamente esente sólo en r e s p e c t i v i d a d a
aquellas diferencias, de suerte que ella no será en640 ella misma cuanto, enfrentándose
en cierto modo como suma, o incluso exponente, a otros, sean sumas o Indiferencias.
Lo que acaece en la Indiferencia es sólo la determinidad abstracta; los dos cuantos, al
estar puestos en641 ella como momentos, sin variables, indiferentes, mayor o menor el
uno respecto al otro. Pero, limitados por el límite fijo de su suma, no se comportan-y-
relacionan al mismo tiempo exteriormente, sino negativamente, el uno contra el otro; lo
cual es ahora la determinación cualitativa en que el uno está con [relación al] otro.
Según esto, ellos están en una mutua r e l a c i ó n i n v e r s a . Ésta se diferencia de la
anterior relación inversa, formal642, por el hecho de que el todo [es] aquí un sustrato
real y de que cada uno de los lados está puesto como debiendo ser él mismo, e n 6 4 3
s í , este todo.

Según la determinidad cualitativa indicada, está presente además la diferencia de


d o s c u a l i d a d e s , de las que la una viene asumida por la otra pero que, al estar
mantenida en una sola unidad y constituir ésta, es inseparable de la otra. El sustrato
es, como Indiferencia, en644 sí igualmente la unidad de ambas cualidades; / cada uno de
635
an
636
an
637
an
638
an
639
an
640
an
641
an
642
formelles
643
an
644
an

183
los lados de la relación contiene en sí por consiguiente, y de la misma manera, a los
dos, diferenciándose sólo por un más de una de las cualidades y el menos de la otra, y
viceversa; en virtud de su cuanto, una de las cualidades es sólo la p r e p o n d e r a n t e
en uno de los lados, y la otra en el otro.

Cada lado es, con ello, en645 él mismo una relación inversa; esta relación retorna
como formal646 en647 los lados diferenciados. Estos lados mismos se continúan así uno
en otro, también según sus determinaciones cualitativas; cada una de las cualidades se
comporta-y-relaciona consigo mismo en la otra y está en cada uno de los dos lados,
sólo que en un cuanto diverso. Su diferencia cuantitativa es aquella Indiferencia, según
la cual ellos [-los lados-] se continúan uno en otro, y esta continuación está, como
mismidad de las cualidades, en cada una de las dos unidades.- Pero los lados, al
contener cada uno la totalidad de determinaciones y, por ende, la Indiferencia misma,
están puestos entonces al mismo tiempo uno frente al otro como subsistentes de suyo.

2. Al ser esta Indiferencia, el ser ya no es ahora el ser [o estar] determinado de la


medida en su inmediatez, sino el mismo, de la manera desarrollada recientemente
mostrada: Indiferencia, al ser e n 6 4 8 s í el todo de determinaciones del ser, resueltas
en649 esta unidad; y, de la misma manera, e s t a r , al ser totalidad de la realización
puesta, en la cual son los momentos mismos la totalidad ensimismadamente esente de
la Indiferencia, portados por ésta al ser su unidad. Pero como la unidad es mantenida
sólo en cuanto I n d i f e r e n c i a , y por ende, sólo en cuanto e n 6 5 0 s í , sin que estén
todavía determinados [los momentos]651 como e s e n t e s p a r a s í , esto es, sin que se
asuman aún e n 6 5 2 e l l o s mismos y p o r e l l o s m i s m o s hasta [hacerse] unidad, lo
presente en general es, con esto, la i n d i f e r e n c i a de ellos mismos f r e n t e a s í
como determinidad desarrollada.

Es este inseparable subsistente de suyo lo que ahora hay que considerar más de
cerca. Él es inmanente a todas sus determinaciones y, en ellas, permanece en unidad
consigo, sin ser perturbado por ellas, pero α) al ser e n 6 5 3 s í la totalidad, tiene
permanentemente las determinidades, que en ella están asumidas, sólo como
d e s t a c á n d o s e en654 ella, sin fundamento. El e n s i m i s m a m i e n t o de la
Indiferencia y este su e s t a r [, su existencia] están desvinculados; las determinaciones
se muestran en655 ella de manera inmediata; ella está íntegramente en cada una de las
mismas; con ello, su diferencia está puesta al pronto como asumida, y por tanto como
c u a n t i t a t i v a ; pero, precisamente por ello, no como la repulsión de ella respecto de

645
an
646
formelles
647
an
648
an
649
zu [: “hasta hacerse”].
650
an
651
[Adic. ed. acad.]
652
an
653
an
654
an
655
an

184
sí misma, no como autodeterminante, [sino] sólo como estando, y viniendo a estar,
determinada e x t e r i o r m e n t e .

β) Ambos momentos están en relación inversa cuantitativa: un ir y venir en656 la


magnitud, no determinado empero por la Indiferencia –que es justamente la
indiferencia de este vaivén- sino, por ende, sólo exteriormente determinado. Se apunta
a un otro que está fuera de ella y en el que se halla el [acto de] determinar. El
a b s o l u t o como Indiferencia tiene, según este respecto, el segundo / defecto de la
forma c u a n t i t a t i v a , [a saber] que la determinidad de la diferencia no está
determinada por el [absoluto] mismo; al igual que tiene el [defecto] primero en [el
hecho de] que, en657 él, las diferencias s e d e s t a c a n sólo en general, esto es: la
posición del mismo es algo inmediato, y no su mediación consigo mismo.

γ) La determinidad cuantitativa de los momentos, ahora l a d o s de la relación,


constituye el modo en que éstos tienen c o n s i s t e n c i a ; su e s t a r es sustraído, por
obra de esta indiferencia, al tránsito [propio] de lo cualitativo. Pero ellos tienen una
consistencia diversa de este estar suyo, una consistencia suya e n s i m i s m a d a m e n t e
esente, en el hecho de que ellos son e n 6 5 8 s í la Indiferencia misma, siendo cada uno,
él mismo, la unidad de las dos c u a l i d a d e s en las que se escinde el momento
cualitativo. La diferencia entre ambos lados se limita a que una de las cualidades está
puesta en uno de los lados con un más, en el otro con un menos, y a que la otra, de
acuerdo con esto, está puesta de manera inversa. Cada uno de los lados es así, en659 él,
la totalidad de la Indiferencia.- Cada una de las dos cualidades, tomada singularmente
de por sí, sigue siendo igualmente la misma suma que la Indiferencia es; partiendo de
un lado, se continúa en el otro, sin venir limitada por el límite cuantitativo que puesto
al respecto en ella. En660 esto es donde llegan las determinaciones a oposición
inmediata, la cual se desarrolla hasta [llegar a] la contradicción, cosa que ahora hay
que ver.

3. Cada cualidad entra en efecto, d e n t r o de cada lado, en respectividad con la


otra, y además, igualmente, de modo que esta respectividad, tal como ha sido
determinada, debe ser solamente una diferencia cuantitativa. Si ambas cualidades son
subsistentes de suyo –tomadas, por caso, como materias sensibles, independientes una
de otra- cae entonces la entera determinidad de la Indiferencia; su unidad y totalidad
serían nombres vacíos. Pero ellas están, más bien, determinadas al mismo tiempo de tal
suerte que están comprehendidas en una sola unidad, que son inseparables, sin tener
cada una sentido y realidad más que en esta única respectividad cualitativa mutua.
Ahora bien, c o m o l a c u a n t i t a t i v i d a d d e a m b a s e s s e n c i l l a m e n t e d e
e s t a n a t u r a l e z a c u a l i t a t i v a , c a d a u n a a l c a n z a entonces a l l e g a r
s o l a m e n t e t a n l e j o s c o m o l a o t r a . Como son cuantos, en la medida en que
debieran ser diversos la una sobrepasaría a la otra y, en su [ir a] más, tendría un estar
656
an
657
an
658
an
659
an
660
an

185
indiferente, que la otra no tendría. Pero, en su respectividad cualitativa, cada una es sólo
en la medida en que la otra es. De aquí se sigue que están en e q u i l i b r i o , de tal modo
que tanto como la una aumentara o disminuyera crecería o decrecería igualmente la
otra; y crecería o decrecería en la misma proporción661. /

Por consiguiente, partiendo del fundamento [, de la base] de la respectividad


c u a l i t a t i v a entre ellas no cabe llegar a diferencia c u a n t i t a t i v a alguna ni a
ningún m á s de una de las cualidades. El más, por cuya virtud u n o de los momentos
que están en respectividad estaría fuera y más allá del o t r o , no sería sino una
determinación inconsistente, o sea que este más n o s e r í a , a s u v e z , s i n o e l
o t r o m i s m o ; sólo que en esta igualdad de ambos no está presente ninguno, pues su
estar debiera descansar solamente en la desigualdades de su cuanto. Cada uno de estos
[momentos] que deben ser factores desaparece, tanto porque662 debe ser i g u a l a él.
Aquel desaparecer aparece de un modo que, partiendo de la representación cuantitativa,
viene a ser perturbado el equilibrio y tomado uno de los factores como mayor que el
otro, está puesta entonces la asunción de la cualidad del otro, así como su falta de
consistencia; el primero se hace663 el preponderante, de modo que el otro decrece con
velocidad acelerada [o más bien decelerada] y viene a caer bajo el yugo del primero;
éste se convierte por tanto en el único subsistente de suyo; pero, con ello, no son ya dos
[algos] específicos y factores, sino que [lo que hay] es solamente del todo, que es uno.

Esta unidad, puesta así como la totalidad del determinar, y tal como ella misma
está allí determinada como Indiferencia, es la contradicción omnilateral; con ello, hay
q u e p o n e r l a como tal que, al ser esta contradicción que se asume a sí misma, está
determinada a ser subsistencia de suyo esente para sí, cuyo resultado y verdad no es ya
la unidad sólo no-diferente664, sino la unidad que en ella misma es inmanentemente
negativa y absoluta, que es la e s e n c i a .

661
Verhältnisse
662
indem
663
wird
664
indifferente

186
[…] GW 21, 38120-3836)

C.

TRANSICIÓN A LA ESENCIA

La Indiferencia absoluta es la determinación última del s e r antes de que éste se


convierta en [, devenga] e s e n c i a ; pero no llega a ésta. Ella se muestra como
perteneciente aún a la esfera del s e r , en cuanto que se encuentra determinada aún
como i n d i f e r e n t e y tiene en665 ella la diferencia como e x t e r i o r , cuantitativa. Es
esto lo que constituye su e s t a r [, su existencia], con lo que ella se encuentra en la
oposición de estar determinada frente al mismo como [siendo] solamente el absoluto
e n 6 6 6 s í e s e n t e , no pensada como el e s e n t e p a r a s í . O sea, es la r e f l e x i ó n
e x t e r i o r estancada en el hecho de que los [entes] específicos son e n 6 6 7 s í o en el
absoluto / l o m i s m o , u n a s o l a [cosa, es decir] que la diferencia entre ellos es una
diferencia que da igual; que no es en668 sí diferencia alguna. Lo que falta aquí todavía
consiste en que esta reflexión no sea la reflexión e x t e r n a de la conciencia
p e n s a n t e , subjetiva, sino la propia determinación de las diferencias de aquella
unidad, [consistente] en asumirse; una unidad que prueba ser así para sí misma la
negatividad absoluta, su indiferencia tanto f r e n t e a s í m i s m a , frente a su propia
indiferencia, como, en la misma medida, frente al ser otro.

Esta asunción-de-sí por parte de la determinación de la Indiferencia ya se ha


dado empero como resultado; en el desarrollo de su ser-puesto, se ha mostrado como
contradicción por todos lados. E n 6 6 9 s í , ella es la totalidad en la que todas las
determinaciones del ser están asumidas y contenidas; ella es, así, el basamento, pero al
principio sólo en la d e t e r m i n a c i ó n u n i l a t e r a l del s e r e n s i m i s m a d o , con
lo que las diferencias, la Diferencia cuantitativa y la relación inversa de factores, están
en670 ella como e x t e r i o r e s . Así, al ser la contradicción de ella misma y de su ser [o
estar] determinada, de su determinación ensimismadamente esente y de su
determinidad puesta, es ella la totalidad negativa, cuyas determinidades se han
asumido en671 ellas mismas, y con ello, han asumido su unilateralidad fundamental, su
ser ensimismado. Puesta con esto como aquello que la Indiferencia, de hecho, es, ella
es simple e infinita respectividad negativa a sí, la incompatibilidad de ella con ella
misma, [el hecho de] repelerse ella de sí misma. El determinar y el venir [a estar]
determinado no es una transición, ni cambio exterior, ni un d e s t a c a r s e las
determinaciones en672 ella, sino el propio [hecho de] respectarse ella a sí, [un
respectarse] que es la negatividad de ella misma, de su ser [o estar] ensimismada.

665
an
666
an
667
an
668
an
669
an
670
an
671
an
672
an

187
Ahora bien, las determinaciones –en cuanto tales, repelidas- no se pertenecen
empero a sí mismas, no se destacan ahí delante en subsistencia de suyo o exterioridad,
sino que están c o m o momentos pertenecientes, en primer lugar, a la unidad
e n s i m i s m a d a m e n t e e s e n t e , sin estar expedidas673 de-y-por ella, sino portadas
por ella [, entendida] como el sustrato, y sólo llenas de-y-por ella; y, en segundo lugar,
están como las determinaciones inmanentes a la unidad p a r a s í e s e n t e , por cuyo
solo repelerse de sí son [, se dan]. En lugar de ser e n t e s , como en la entera esfera del
ser, [se dan] desde ahora sencilla y solamente c o m o p u e s t a s , [como] sencillamente
[puestas] con la determinación y significación de estar r e s p e c t a d a s a su unidad y,
con ello, [respectadas] cada una a su otra y [a la] negación: [están] designadas con esta
su relatividad.

Con ello ha desaparecido el ser en general, [desapareciendo] precisamente en la


misma medida tanto el ser o [sea] la inmediatez de las determinidades diferentes como
el s e r e n s i m i s m a d o ; y la unidad es s e r , i n m e d i a t a totalidad
p r e s u p u e s t a , de modo que ella es s o l a m e n t e / esta s i m p l e r e s p e c t i v i d a d
a s í , m e d i a d a por el a s u m i r s e d e e s t a p r e s u p o s i c i ó n , siendo este ser [o
estar] presupuesto y [este] ser inmediato mismos sólo un momento del repelerse por
parte de ella, que no es sino la originaria subsistencia-de-suyo e identidad consigo, en
cuanto el r e s u l t a n t e , i n f i n i t o c o i n c i d i r [-ir de consuno-] c o n s i g o : así, el
ser está determinado a [hacerse] la e s e n c i a , [o sea] el ser como simple ser consigo
por medio del asumirse del ser./

673
entlassen [. Así traducido para que el lector pueda enlazar este final –añadido en 1832- con el célebre
sich entlassen del final de la entera Lógica. Si no fuera por ello, bien podría verterse aquí en el sentido
ordinario –harto usado en nuestros días, incluso en Alemania- de: “despedidas”.]

188

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