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METODOLOGÍAS EN LA EVALUACIÓN DE

ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS


Ma. Del Carmen Vergara Tenorio
Liliana Cortés Ortiz
Centro de Investigaciones Tropicales
Universidad Veracruzana

El surgimiento de las áreas protegidas (ap) como modelo eficiente para la conservación de la
biodiversidad y los recursos naturales, ha dado la pauta al desarrollo de distintas metodologías
para su evaluación. Específicamente, en los últimos 20 años, se han propuesto diversos enfoques
que analizan el funcionamiento de las ap, ya sea enfatizando la planeación, los procesos o los
impactos de las actividades que se llevan a cabo en estas entidades, para asegurar la dinámica
ecológica y la biodiversidad. En la actualidad, las metodologías de evaluación de ap están en
proceso de revisión en todo el mundo. Recientemente, el tema de la evaluación de las ap
ha sido abordado por la comunidad científica internacional (BioScience, 2003). El presente
escrito tiene como propósito analizar algunas de las ideas de este debate con respecto al
tema y hacer una síntesis de metodologías ampliamente utilizadas en el nivel internacional
para la evaluación de las ap. En primer lugar, se discute el trabajo de Hockings (2003), quien
describe los antecedentes para la integración de metodologías dirigidas a la evaluación de
las ap. Como segundo caso, discutimos las ideas de Ervin (2003), quien propone el uso de la
metodología “Evaluación Rápida y Priorización del Manejo de las Áreas Protegidas” (rappam),
del Fondo Mundial para la Naturaleza (wwf, por sus siglas en inglés). Finalmente, nos referimos
al planteamiento de Parrish y colaboradores (2003), quienes centran su discusión en la
identificación de atributos ecológicos claves para la evaluación de áreas protegidas.

PROBLEMÁTICAS Y EVALUACIÓN DE ÁREAS PROTEGIDAS

Si consideramos a la figura del ap como una de las formas más eficientes para conservar la
biodiversidad, es necesario preguntarnos ¿cómo evaluar su efectividad? Más aún, es importante
definir cuáles son los elementos útiles para decidir si un área natural está cumpliendo con su
cometido. De esta manera, evaluar a las ap también implica la identificación de los problemas
con los que se enfrentan.
Como antecedentes al reconocimiento de las problemáticas en las ap se identifican
tres momentos (Hockings, 2003). En 1984, la Comisión sobre Parques Nacionales y Áreas
Protegidas (cnppa) –que a partir del 2000 se conoce como Comisión Mundial sobre Áreas
Protegidas, (wcpa)– de la Unión Mundial para la Naturaleza (iucn) prepara una lista de las ap

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amenazadas del mundo y los distintos tipos de peligros que enfrentaban. La lista documentó
113 tipos de amenazas, las más comunes fueron:

• Manejo inadecuado de recursos.


• Invasiones por asentamientos urbanos.
• Cambios en el uso de agua.
• Caza furtiva.
• Desarrollos adyacentes a las ap.

En 1992, la cnppa nuevamente prepara una evaluación y se encuentra con que las tres
amenazas más comunes para las ap son:

• Manejo y políticas deficientes.


• Prácticas administrativas deficientes.
• Falta de financiamiento y de personal.

Finalmente, en el 2000, el wwf realizó una revisión de 26 evaluaciones en ap y encontró


una correlación entre el manejo inadecuado y el aumento de amenazas. Se concluyó que la
información sobre la infraestructura y la capacidad para el manejo deberían indicar el posible
estado de conservación en el ap o, al menos, el grado de amenazas dentro de ellas.
En conclusión y de acuerdo a Hockings (2003), los problemas en las ap se agrupan en
tres tipos:

• Amenazas en contra de los recursos naturales y culturales.


• Recursos inadecuados para el manejo.
• Problemas institucionales y de capacidades.

El reconocimiento de las problemáticas en las ap, ha conducido al concepto de


“manejo efectivo” y al desarrollo de varias metodologías para evaluarlo. El manejo efectivo
incluye tres componentes principales de evaluación: el diseño especializado de acuerdo al ap,
los sistemas y procesos de manejo apropiados y lo adecuado de los objetivos del ap (Hockings
et al., 2000). Como antecedente, tenemos que –en 1997– la cnppa establece una metodología
para desarrollar sistemas de evaluación en la efectividad del manejo. La metodología provee
una lista de indicadores y elementos que deben ser evaluados para caracterizar la efectividad
del manejo, tales como: contexto del ap, planeación, entradas de recursos, procesos en las
acciones de manejo, salidas en productos y servicios y resultados (Tabla 1).
Además de la cnppa, otras instituciones han desarrollado metodologías para la evaluación
de las ap. En 2003, Hockings realizó un análisis de 27 tipos diferentes de metodologías y las
comparó con los criterios de la metodología de la wcpa, concluyendo que hay dos enfoques
primordiales que diferencian y agrupan a la forma de evaluación de las ap: el enfoque de
monitoreo de elementos (datos cualitativos) y el enfoque de puntaje (datos cuantitativos). La
importancia de distinguir entre los diferentes tipos de evaluación, determina futuras acciones de
manejo en el ap. Por ejemplo, aunque en primera instancia parecería que los datos cuantitativos
nos dan información más precisa, los datos cualitativos se basan en años de experiencia en

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TABLA 1. Metodología para la evaluación del manejo efectivo de las áreas y sistemas naturales protegidos (Comisión Mundial
de Áreas Protegidas) (Hockings, 2003).

el campo, lo que nos acerca más a la realidad, este enfoque es práctico y revela información
importante, aunque puede pasar por alto detalles esenciales para el manejo. Por otra parte, el
uso de indicadores de puntaje puede involucrar mayor disponibilidad de recursos, tiempo y
financiamiento, aunque es específico y produce información puntual. En conclusión, identificar
el tipo de metodología para la evaluación nos debe conducir a maximizar el potencial de las
ap, ya que si no existe información sistematizada sobre la efectividad del manejo, se está
trabajando a ciegas y como resultado el propósito de conservación es ineficaz.

EVALUACIÓN RÁPIDA DEL MANEJO DE LAS AP

Una de las metodologías para evaluar la efectividad del manejo de las ap es la Evaluación
Rápida y Priorización del Manejo de Áreas Protegidas (rappam, por sus siglas en inglés) del wwf
(Ervin 2003). Esta herramienta fue diseñada entre 1999 y 2000 y ha sido probada en Francia,
Camerún, Gabón, China y Argelia. El objetivo principal de la rappam es revelar las amenazas a
las AP y las debilidades en su manejo, lo cual puede ayudar a los responsables a mejorar las
prácticas de manejo y reducir las amenazas. En síntesis, la rappam analiza el alcance, la severidad,
la prevalencia y la distribución de las distintas amenazas y presiones, identifica áreas de gran
importancia y vulnerabilidad ecológica y social, indica la urgencia y prioridad de conservación
en áreas protegidas particulares y ayuda a desarrollar y priorizar las políticas de intervención
y los pasos a seguir para mejorar la efectividad en el manejo del ap. La implementación de
la metodología de la rappam se realiza mediante un taller o una serie de talleres en los que

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participan todos los sectores involucrados en el manejo para realizar la evaluación del área, el
análisis de los resultados y la identificación de los pasos y prioridades subsecuentes. En estos
talleres se trabaja por medio de un cuestionario que cubre todos los aspectos de la estructura
de evaluación desarrollada por la wcpa, pero enfatiza dos áreas principales: 1) asuntos
contextuales, incluyendo amenazas futuras, presiones pasadas, vulnerabilidad e importancia
biológica y socioeconómica; y 2) efectividad de manejo, incluyendo una variedad de medidas
sobre planeación, inversión y procesos (Tabla 2). Debido a que esta metodología se basa en
una puntuación cualitativa, basada en la percepción, sin verificación directa en el campo,
es necesario establecer una base negociada y mutuamente aceptada para la asignación del
puntaje a través de las distintas áreas que se estén evaluando.
Como resultado de la aplicación de la rappam se obtienen mediciones que determinan
el grado de las amenazas sobre las ap, tomando en cuenta la magnitud (rango en el cual
la actividad ocurre), el impacto (grado en que esta presión afectó los recursos del ap) y la
permanencia (tiempo necesario para la recuperación del recurso con o sin la intervención
de manejo).

Tabla 2. Elementos del cuestionario de la rappam (Ervin, 2003).

El grado de cada presión o amenaza se calcula multiplicando valores numéricos


asignados para la magnitud, impacto y permanencia. Cada presión o amenaza se clasifica
utilizando una puntuación determinada (Tabla 3). Un valor separado es asignado para cada
cualidad y los tres valores son multiplicados para calcular el grado de cada presión o amenaza.
Con esta metodología se pueden identificar las distintas amenazas y presiones de un ap que

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pueden ser monitoreadas y cuyo impacto se puede prevenir, mitigar o revertir mediante un
grado razonable de financiamiento, reformas políticas o manejo. Sin embargo, aunque la
metodología ayuda a detectar qué amenazas están dañando al sistema, existen amenazas
y presiones que no se pueden monitorear, ya que la información disponible es confusa,
intervienen muchos sectores con conflicto de valores, los límites son poco claros y no existen
pruebas para posibles soluciones.
Esta metodología ha sido aplicada en varios países, recientemente se hizo una
evaluación en Bután, China, Rusia y Sudáfrica. A grandes rasgos, se concluye que en el caso de
estos países las amenazas más serias son las omnipresentes en el país, es decir basadas en el
sistema y no en el manejo del ap. En segundo lugar, se tiene que, al utilizar esta metodología, la
asignación de amenazas en categorías (monitoreables o no) depende del contexto propio del
ap. Y en tercer lugar, se observa que hay amenazas comunes considerables, tales como caza
furtiva y recolección de productos forestales no maderables, especies exóticas, turismo, tala
forestal e invasiones, que requieren una investigación a fondo para determinar su magnitud.

Tabla 3. Indicadores y valores para la evaluación de áreas protegidas (Ervin, 2003).

Finalmente, se puede decir que las ap son verdaderamente vulnerables a una serie de
amenazas y debilidades en el manejo, muchas de éstas pueden ser prevenidas, mitigadas o
revertidas a través de una cooperación nacional e internacional. Las debilidades más urgentes
en el manejo se pueden tratar con módicos recursos, capacitación y reforma de las políticas.
Por tanto, el reto radica en tomar seriamente los pasos necesarios para mejorar el manejo en
las áreas.

EVALUACIÓN DE LA INTEGRIDAD ECOLÓGICA

Otra metodología de evaluación es la utilizada por The Nature Conservancy (tnc) (Parrish
et al., 2003), la cual se enfoca básicamente en uno de los seis aspectos considerados en el
sistema de evaluación propuesto por el wcpa: la medición de los resultados de conservación.

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Ellos consideran que para evaluar el impacto a la conservación de la biodiversidad en las ap,
el manejo de estas áreas debe enfocarse principalmente en dos medidas de los resultados:
el estado actual de las amenazas y la integridad ecológica. La primera de estas medidas se
refiere a aquellas amenazas críticas a los recursos bióticos que se presentan en el área, las
cuales han cambiado en severidad y/o rango geográfico como consecuencia de las estrategias
de conservación. La integridad ecológica, por otro lado, implica que los sistemas ecológicos,
comunidades y especies, tengan un tamaño suficiente, con procesos ecológicos que funcionen
apropiadamente y con composición, estructura y función naturales adecuadas que permitan
su persistencia en el largo plazo.
Para realizar la evaluación del éxito de la conservación, tnc y otras agencias están
utilizando un enfoque que implica el uso de fichas de registro de datos ecológicos, en las
que se tabula y sintetiza información científica diversa sobre la biodiversidad de un área,
mediante un pequeño número de categorías de medición que están estandarizadas para
usarse en múltiples áreas y proyectos de conservación. Así, se pretende que la información
sea obtenida de manera práctica, que pueda ser comparable entre distintas áreas y se pueda
replicar en el tiempo. Esta estrategia utiliza datos cuantitativos y cualitativos que son obtenidos
mediante equipos conformados por instituciones involucradas en el ap y por expertos que
pueden identificar características ecológicas importantes y sintetizar su condición en un grupo
de categorías simples (tales como pobre, regular, bueno o muy bueno) para definir el estado
actual de la biodiversidad en el área.
La ficha para la evaluación de la integridad ecológica y la viabilidad de especies tiene
cuatro componentes principales. El primero es seleccionar un grupo limitado de blancos
de biodiversidad focal, cuya conservación pretende servir como un marco para proteger
la biodiversidad total. Estos “blancos de conservación” pueden ser un número limitado
de especies, comunidades naturales o sistemas ecológicos completos, que se eligen para
representar la biodiversidad del ap. El segundo componente implica la identificación de un
grupo de atributos ecológicos clave para los blancos de conservación, así como indicadores
específicos para cada uno de ellos, que proporcionen la información para conocer su estado
actual. En tercer lugar, se requiere identificar un rango aceptable de variación de cada
atributo ecológico clave, definiendo los límites de variación dentro de los cuales un blanco
de conservación debe caer para considerarse conservado. Por último, el cuarto componente
corresponde a evaluar el estado actual de cada blanco de conservación, de acuerdo con el
estado de sus atributos ecológicos clave, considerando los límites de variación aceptables e
integrando las evaluaciones de la situación del blanco de conservación, dentro de una medida
de la situación de la biodiversidad total.
Además de proporcionar una base estandarizada para medir la efectividad del manejo
de un ap, otros beneficios de esta estrategia de evaluación incluyen el enfocar la estrategia del
desarrollo dentro de límites ecológicos más que dentro de las fronteras de una jurisdicción,
proporcionar consistencia y especificidad al establecer objetivos de conservación, permitir
la identificación y anticipación de amenazas a la biodiversidad, promover el desarrollo
de estrategias de conservación comprehensiva, ayudar a identificar las necesidades de
investigación cruciales para la conservación del área y promover programas de monitoreo
eficientes y bien enfocados.

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CONCLUSIÓN

Las ap se han considerado como una de las estrategias más efectivas para la conservación de
la biodiversidad, tanto en términos económicos, como en cuanto a la posibilidad de mantener
tanto a los elementos que la componen, como también a las interacciones entre ellos y con
su medio ambiente. La mayoría de los gobiernos en el nivel mundial han incorporado la
figura de las ap como medio de conservación para sus recursos naturales. Aun cuando esto
representa un avance significativo para la conservación mundial en las últimas décadas, en
términos reales el establecimiento de ap no necesariamente significa que se esté conservando
lo que en ellas existe. Por ello, se han establecido sistemas que pretenden evaluar las acciones
que se llevan a cabo en cada área, para la conservación de los recursos naturales dentro
sus fronteras. Estos esfuerzos por evaluar a las ap han seguido varias tendencias. Algunas se
enfocan exclusivamente en la evaluación del manejo (parte administrativa), mientras que
otras se centran en las características ecológicas presentes en el ap. Consideramos que ambas
partes son indispensables para evaluar la efectividad del ap y que estas evaluaciones deberían
llevarse a cabo en varios periodos, desde el momento en que se planea el ap, durante su
establecimiento y como parte del monitoreo, una vez que ésta se encuentra en función. Otro
punto importante a mencionar es que las evaluaciones deberán ser planificadas y ejecutadas
tomando en consideración al contexto de cada área, incluyendo el tipo de ap que se pretende
evaluar. Asimismo, la evaluación de las ap debe hacerse en varios niveles; tanto individual,
para entender la problemática particular de cada sitio, como en el nivel de redes o sistemas
de ap para intentar reforzar la conservación de la mayoría de los elementos característicos de
la biodiversidad en una región determinada.
Uno de los problemas centrales para realizar cualquier tipo de evaluación es la
deficiencia de información y particularmente, de información a largo plazo sobre los distintos
aspectos de la biodiversidad en las ap. Sin embargo, dentro de las estrategias que se han
propuesto recientemente, y en particular en las que analizamos en este documento, se
asume esta deficiencia y se proponen estrategias que incorporan información generada
por la experiencia de los distintos actores que intervienen en las ap, principalmente a través
de talleres de trabajo. Claramente, los talleres en los que se incluyen representantes de los
distintos sectores y que tienen un enfoque multidisciplinario prometen ser más efectivos que
los que consultan sólo a alguno de los sectores involucrados.
Además de brindar una visión de la situación de las ap y apoyar al mejor manejo de las
mismas, los resultados de estas evaluaciones pueden servir como una herramienta de apoyo
para promover el aumento de fondos gubernamentales y privados, así como la aceptación
de la sociedad civil, comunidades aledañas y la comunidad internacional hacia las ap. Las
evaluaciones también contribuyen a la revisión de la asignación de presupuestos y prioridades
de gasto, a la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones sobre ap, y a la
promoción de la transparencia y responsabilidad gubernamental; lo que en última instancia y
en el largo plazo puede ser tan importante para el éxito de las ap como lo es el mejoramiento
de las prácticas de manejo. Finalmente, es indispensable que las evaluaciones de las ap se
extiendan más allá de los límites del área evaluada, ya que la influencia de las acciones fuera
de la zona de conservación puede ser determinante para su propia existencia.

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REFERENCIAS

Ervin, J. 2003. Rapid assessment of protected area management effectiveness


in four countries. BioScience 53(9):833-841.

Hockings, M., Stolton, S. y Dudley, N. 2000. Evaluating effectiveness: A


framework for assessing the management of protected areas. iucn. Gland
Switzerland.

Hockings, M. 2003. Systems for assessing the effectiveness of management


in protected areas. BioScience 53(9):823-832.

Parrish, J. D., Braun, D. P. y Unnasch, R. S. 2003. Are we conserving what we


say we are? Measuring ecological integrity within protected areas. BioScience
53(9):851-860.

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