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La Historia
El historiador enfrenta varios retos metodológicos, para trabajar comienza desde la elección
del objeto de estudio, el tiempo histórico, la objetividad y la interpretación. En su Introducción
a la historia, Marc Bloch define el porqué y para qué la estudiamos, brindándote una
perspectiva interesante en donde encontrarás que el estudio de la historia facilita y enriquece
tu formación profesional y ética.
La Historia es inseparable del concepto de tiempo, al punto que muchas veces ésta se
confunde con una cronología o una suma de hechos históricos (efemérides). Estos
conceptos forman parte de la historia, pero no son la Historia. Tradicionalmente se ha
estudiado a la historia de manera episódica, secuencial o buscando la relación causa-efecto.
De cualquier manera, no conseguimos aprehender y comprender realmente el proceso
histórico. Por ello, como acertadamente lo señala Fernand Braudel, la historia debe
estudiarse como un proceso de larga duración, donde se atienda centralmente la
conformación de las estructuras económicas y sociales determinadas. Esta tarea, que se
plantea la Historia compleja y amplia, puede lograrse con el auxilio de otras disciplinas
sociales como la geografía, la economía, la arqueología, la antropología, el derecho y la
sociología. Por consiguiente, resulta imprescindible conocer la relación que la historia
guarda con las diferentes ciencias sociales.
La magnitud y complejidad del objeto de estudio, así como la variedad de posiciones entre
los historiadores frente al pasado y al presente han provocado la especialización de esta
disciplina. Existen, entre otras, historia económica, historia demográfica, historia de las
religiones, historia social, en fin, tantas vertientes como posibilidades de abordar el estudio
del pasado. Entre éstas, consideramos que la historia social es idónea para conocer el
desarrollo de la historia de Europa -fundamentalmente- desde de los siglos XVIII hasta el
XX, largo período de profundas transformaciones.
El capitalismo mercantil es la primera etapa del moderno sistema capitalista. Sostenido por
el gran comercio marítimo, que incluyó el comercio negrero y la colonización de territorios
en América a partir del siglo XVI. Por vez primera, todos los continentes quedaron integrados
a un mercado mundial – a través del comercio triangular- que fue dominado por la Europa
Occidental.
La Revolución Industrial, realizada en Gran Bretaña) alrededor de 1750, fue posible gracias
a que a finales del siglo XVII, Inglaterra (el Reino Unido de Gran Bretaña se creó hasta
1707) había establecido un nuevo orden político a través del parlamentarismo monárquico
(la Revolución Gloriosa de 1688). Este orden impulsó decididamente el desarrollo
económico capitalista que incluyó la innovación de la ciencia y la tecnología en la industria
textil, la máquina de vapor y la expansión de la comunicación y el transporte. Este proceso
modificó a la sociedad inglesa en todos los aspectos de la vida, como el surgimiento de los
sectores medios, de la migración interna, de los obreros asalariados que conformarán al
proletariado y el moderno concepto de la familia.
El desarrollo del capitalismo monopolista en la segunda mitad del siglo XIX se dio en el
marco de un nuevo ciclo de expansión general y fue acompañado de un nuevo crecimiento
de las fuerzas productivas generado por la Segunda Revolución Industrial, generada en las
ramas de la siderurgia, la química y la electricidad. Ésta alcanzó a un mayor número de
países y con ella, consiguieron elevar su desarrollo económico y sus expectativas políticas.
Para finales del siglo, la amplia e intensa expansión territorial y económica generada por el
imperialismo, generó diversas contradicciones entre las potencias imperialistas y sus
respectivos monopolios internacionales que desembocaron en la Primera Guerra Mundial.
BLOCH, Marc, (2011) Introducción a la historia, México, FCE. Capítulo 1, pp. 25-51.
BRAUDEL, Fernand, (1989) La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza, pp.60-
82.
BURKE, Peter, (2007) Historia y teoría social, Buenos Aires, Amorrortu. Capítulo 1, pp.15-
39.
En conclusión...
En esta primera Unidad, abordamos los rasgos esenciales de la Historia, sus conceptos
fundamentales, así como la relación que guarda con otras ciencias sociales. Asimismo,
destacamos que la Historia no es la suma de hechos aislados o espontáneos como tampoco
es episódica. Por el contrario, subrayamos la propuesta teórico-metodológica de Braudel de
estudiar los grandes procesos de larga duración que determinan las estructuras económicas
y sociales. Mientras que revisamos los elementos metodológicos que Burke propone para
estudiar la Historia social.
Al inicio del período moderno, nos encontramos con formas que generaron una serie de
cambios en las estructuras económico-políticas y sociales de Europa que pueden
considerarse como la génesis del mundo contemporáneo: el surgimiento del sistema
capitalista y del Estado moderno. En el desarrollo del capitalismo, se constituirá por vez
primera en la historia un espacio mundial bajo la forma de un mercado también mundial que
unió de manera permanente a todos los continentes en beneficio de la Europa Occidental.
El mercantilismo propició la integración del mundo, pero también la dependencia a menudo
con formas de explotación brutales como lo fue la esclavitud y la explotación de poblaciones
americanas a partir del siglo XVI.
Mercantilismo
La Revolución Industrial abrió una nueva etapa en el desarrollo del capitalismo, pues éste
pasó de ser mercantil a productivo. El avance científico y tecnológico, producto de esta
revolución, impulsó decididamente la Modernidad en Europa y de ésta a otras regiones del
mundo. Por ello, se considera que este proceso revolucionario se convirtió en el rasero
mediante el cual se mide, hasta hoy en día, la modernización de una sociedad.
Aprende más...
La Revolución Industrial
https://www.youtube.com/watch?v=ECQUWIGTZm0