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Neuronas y Glucosa
Nuestro cerebro tiene miles de millones de neuronas, la cifra es mucho más elevada que el
número de estrellas que forman parte de la Vía Láctea.
Para que el metabolismo de las neuronas se realice con normalidad es necesario que reciban
mucha sangre con oxígeno y glucosa. Las neuronas necesitan mucho combustible porque su
trabajo consume mucha energía. Cuando un grupo de neuronas está cumpliendo una función
(hablar mucho, pensar en profundidad, recordar con intensidad, leer largo tiempo, caminar
mucho rato, etc.), su metabolismo aumenta notablemente. Dicho de otra manera, las neuronas
estimuladas tienen un mayor metabolismo, necesitan más oxígeno y más glucosa para funcionar
normalmente.
El proceso por el cual se forman las neuronas recibe el nombre de neurogénesis, el cual se
inicia hacia la séptima semana de embarazo. Cuando nacemos el cerebro no ha alcanzado su
peso definitivo, lo hará en torno a los 20 años de vida. Se estima que al nacer tan sólo tenemos
un 20 a 23% del peso final del cerebro.
A partir del nacimiento el número de neuronas permanece más o menos estable hasta los 30
años, momento a partir del cual perdemos al día unas diez mil neuronas, es decir, unos tres
millones y medio de neuronas al año. Afortunadamente este proceso de muerte neuronal es
armónico y ordenado, por lo cual no produce habitualmente ningún tipo de sintomatología y
pasa desapercibido.
La glucosa y las neuronas : un potente cóctel
Se olvida con frecuencia: no solamente nuestros músculos están trabajando, nuestro cerebro
es un gran consumidor de energía. Miles de millones de neuronas en estado de efervescencia
que deben ser nutridas.
Optimizar el rendimiento
intelectual
Cuando se realiza un especial esfuerzo cerebral, las áreas solicitadas son capaces de pedir un
"suplemento" de glucosa y de oxígeno para satisfacer el aumento de su actividad. El "proveedor
oficial" de la glucosa son los hidratos de carbono.
La complejidad y la duración de una tarea mental condicionan nuestro consumo de glucosa por
el cerebro. Traducción: cuanto más hagamos trabajar las meninges, más necesitamos
combustible.
Todas las complejas reacciones químicas que se producen dentro del cerebro, necesitan de la
presencia de la glucosa.
El cerebro consume 460 Kcal en 24 horas, la quinta parte de las 2300 Kcal que ingiere un adulto
promedio.
Las neuronas no pueden almacenar reservas de glucosa, por lo que deben recibirla
constantemente con la sangre. La glucosa procede de la digestión de los alimentos, y de la
reserva que hay en el hígado en forma de glucógeno.
Todas las células del cuerpo, excepto las neuronas, necesitan de insulina para transportar la
glucosa desde la sangre al interior de la célula.Las neuronas no necesitan insulina para obtener
glucosa, por lo que en el caso de diabetes con falta de insulina, las neuronas siguen recibiendo
su suministro de glucosa, siempre que la sangre contenga al menos 80 mg de glucosa por cada
100 mililitros.
Cuánta glucosa
Ni mucha ni poca; para su correcto funcionamiento, el cerebro precisa que la sangre que le
irriga mantenga un nivel constante de glucosa entre estos dos límites:
* Límite inferior: 80 mg de glucosa por cada 100 ml de sangre (= 0,8 gramos por litro). Cuando
el nivel de glucosa desciende por debajo de este 80/100ml de sangre, el rendimiento cerebral
empieza a disminuir.
* Límite superior: Alrededor de 180 mg/100ml. Los diabéticos saben bien que cuando aumenta
demasiado su nivel de glucosa en la sangre, debido a un control deficiente, se sienten
incómodos y alterados. Cuando el nivel de glucosa sube por encima de 400 mg por 100 ml de
sangre, el cerebro apenas puede funcionar, y se produce un estado de coma.
Los descensos y las fluctuaciones bruscas en el nivel de glucosa debido a una alimentación rica
en azúcar refinado, alteran el funcionamiento cerebral y debilitan la mente.
Procedencia de la glucosa
Todo el almidón y los azúcares ingeridos con los alimentos se transforman en glucosa durante
la digestión. Sin embargo, no es lo mismo que la glucosa proceda de fuentes saludables, tales
como cereales integrales, tubérculos o frutas ricas en fibra, que de dulces refinados o
caramelos.