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Roca y Agua:

un programa de entrenamiento psicofísico aplicado a adolescentes

María Lourdes Morimoto Sone

Introducción

Roca y Agua es un programa cuya didáctica se fundamenta en un entrenamiento físico


bajo una serie de principios básicos para desarrollar habilidades psicosociales. Combina
la acción — el ejercicio físico—, como componente principal, complementada con
momentos de reflexión y conversación grupal y realización de tareas en casa sobre lo
experimentado. De este modo, se refuerza la transferencia de la experiencia física a
otras áreas de la vida.

El nombre Roca y Agua responde a una suerte de metáfora de los fundamentos de este
programa: la postura dura e inquebrantable de la roca frente a la postura móvil y
conectora del agua. Así, la idea de la roca es la fuerza y la estabilidad, la autonomía y
la seguridad personal, mientras la cualidad del agua se asocia con la flexibilidad y la
conectividad con los otros. El entrenamiento combina permanentemente estas dos
posturas que funcionan como un marco conceptual y posibilitan su transferencia a otros
ámbitos. Así, por ejemplo, tal como explica Freerk Ykema (2018), autor de este
programa, en lo físico un ataque puede ser detenido con los músculos tensos (Roca),
pero muchas veces puede ser más efectivo moverse con la energía del atacante (Agua).
Transfiriendo estos principios a, por ejemplo, una discusión, uno puede tomar una
postura firme e intransigente como una roca o una postura más comunicativa como el
agua. Así, sostiene su creador, los chicos pueden moverse bajo estos conceptos y
hacerse notar entre sí que uno está siendo “muy roca” y que requiere ser “más agua”,
de modo que van tomando conciencia de sus posturas, las cuales son inicialmente
aprendidas en el ejercicio físico (Ykema, 2018).

El programa se origina en Holanda en 1999 y surge como respuesta al ambiente de


violencia vivido en ese país: acoso escolar, violencia sexual, agresión doméstica, etc.
Se concibe como un programa educativo y preventivo que pretende reforzar la seguridad
del individuo en su entorno. El programa está secuenciado en lecciones bien pautadas
y con objetivos de aprendizaje claros, que van desde estar de pie firmemente, mantener
el equilibrio y la respiración, hasta lecciones de defensa personal, pasando por el
establecimiento de límites o el reconocimiento de la fortaleza del grupo. Existe un plan

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para la escuela primaria (desde preescolar hasta sexto grado) —al cual no hemos tenido
acceso— y otro para estudiantes mayores: las primeras lecciones básicas generales
para niños desde 9 años y un segundo bloque más específico para jóvenes de 13 o14
años en adelante, con temas más propios de su edad (presión grupal, toma de
decisiones). Roca y Agua se implementa en diversos lugares a nivel mundial, para lo
cual forma entrenadores certificados. No solo se aplica en escuelas de diversos ámbitos
culturales, sino también en programas de asistencia social, trabajo con refugiados, etc.

Parte del equipo del Departamento Psicopedagógico del Colegio Pestalozzi, escuela
donde laboro, participó este año en un taller impartido en Lima y el programa está siendo
aplicado recientemente con un grupo de tercero de Secundaria como línea de trabajo
del curso de Tutoría, bajo la conducción del psicólogo de la escuela, quien ha sido
certificado como entrenador. Si bien el programa abarca una población que involucra
desde la niñez temprana hasta la adolescencia tardía, nos centraremos en analizar Roca
y Agua como programa dirigido a adolescentes medios, especialmente porque el grupo
al que de manera cercana se está aplicando corresponde a las edades de 14 y 15 años.

Análisis del programa

Desde el punto de vista de la teoría del ciclo vital de Baltes, Roca y Agua se vincula con
algunos de los principios planteados por esta teoría. La más destacable es la concepción
multidimensional del desarrollo. En su idea de base, el programa considera la
interacción de las diversas dimensiones del ser humano: parte del trabajo físico, en
conexión con la mente, y se orienta al desarrollo socioemocional. El propio autor del
programa explica que el aumento de la consciencia corporal provocará
automáticamente un aumento de la consciencia emocional, pues las emociones van
siempre acompañadas de reacciones físicas. Al estar más conscientes de las
emociones, se abre también más espacio para la reflexión y, con ello, por ejemplo, a
tomar mejores decisiones (Ykema, 2018, p. 43). Así, es evidente cómo la interacción
entre lo físico, lo socioafectivo y lo cognitivo se hallan contemplados en el desarrollo del
individuo.

Otro de los principios del ciclo vital que se reconoce en los fundamentos del programa
es la consideración de la plasticidad en el desarrollo y la importancia del entrenamiento
y la práctica para la mejora de las capacidades (Papalia, Feldman y Martorell, 2012).
Este principio se hace bastante evidente desde el nombre mismo del programa:
“entrenamiento psicofísico”. Y se refuerza no solo al revisar las lecciones graduadas y

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organizadas secuencialmente, sino por algunos fundamentos científicos que el
programa contempla, como el que este mismo denomina “el moldeamiento”, es decir,
que “por medio de pasos pequeños se construye hasta alcanzar el comportamiento final
deseado. […] Los pasos, el tamaño y la velocidad con que son tomados se adaptan a
las capacidades y el nivel de desarrollo del niño” (Ykema, 2018, p. 43). Podría decirse
que este entrenamiento va construyendo en espiral, pues los principios rectores son los
mismos (equilibrio, autocontrol, autoconfianza, flexibilidad, conectividad, etc.) pero, a
medida que se avanza en el entrenamiento, los ejercicios y los niveles de exigencia
física y emocional van en aumento (mayor presión, necesidad de mayor confianza en el
otro, situaciones que ameritan acudir a la defensa personal) con el propósito, por
supuesto, de mejorar las habilidades de los individuos en las diversas dimensiones.

Un principio más que se puede relacionar con la idea del programa analizado es que el
contexto histórico y cultural influye en el desarrollo. Como señalan Papalia y otros
autores (2014) sobre los principios de Baltes, los seres humanos son influidos por el
lugar y el tiempo en que viven, pero a su vez estos ejercen una influencia sobre su
contexto. Si analizamos a un nivel más macro, es interesante recordar que Roca y Agua
surge como respuesta a un contexto social generalizado de violencia en Holanda, que
se reflejaba en altos índices de acoso escolar. Podríamos inferir entonces que el
desarrollo de estos niños y jóvenes estaría inevitablemente influido por este contexto
(por ejemplo, tal vez, marcados por la desconfianza, el temor, la inseguridad y la propia
conducta agresiva). Pero también podríamos pensar —felizmente— que el programa se
orienta no solo hacia la prevención, sino también hacia un cambio de fondo en que los
individuos con habilidades socioemocionales bien desarrolladas repercutan en la
creación de ambientes más seguros, de modo que la interacción contexto-individuo se
produce en ambas direcciones.

Esta última reflexión empalma con las influencias del desarrollo de la teoría del ciclo
vital, específicamente con las influencias basadas en la historia que, en este caso,
podría relacionarse con la evolución del sistema educativo, tal como citan a manera de
ejemplo Baltes, Lindenberger y Saudinger (2006) al explicar que estas influencias
corresponden a los aspectos biológicos y ambientales que hacen que el desarrollo sea
diferente a través de diversos períodos históricos. Precisamente, el autor del programa
comenta sobre el sistema educativo en el siglo XXI que “más a menudo las escuelas se
vuelven institutos de conocimiento donde los docentes se encuentran bajo una gran y
creciente presión para desempeñarse, mientras cada vez más alumnos siguen la
enseñanza regular con problemas específicos de desarrollo” (Ykema, 2018, p 19.)

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Asimismo, sostiene que en las últimas décadas se ha dado mucha importancia al
desarrollo cognitivo, a las materias como matemática, lenguaje, mas no al desarrollo
socioemocional, y critica que la educación física, dominio donde los niños desarrollan
autoconocimiento y habilidades sociales, base para un buen desarrollo cognitivo, tenga
cada vez menos espacio en el currículo escolar (Ykema, 2018). Podríamos afirmar
entonces que la tendencia de la educación a partir del presente siglo es una
manifestación de la influencia basada en de la historia.

Esto último interactúa, por supuesto, con las influencias basadas en la edad. El
programa, definitivamente, toma en cuenta los aspectos normativos como el proceso de
maduración física basado en la edad o los contextos de desarrollo según el periodo en
que se encuentre el individuo (grado escolar, por ejemplo) (Baltes et al., 2006). De
hecho, los niveles o las variantes que ofrece el programa se basan en estas
consideraciones normativas.

Pasando ahora al análisis de Roca y Agua según la teoría bioecológica de


Bronfenbrenner, no centraremos en los diversos sistemas que estarían implicados en el
desarrollo del programa, tomando en cuenta los fundamentos conceptuales que
sustentan la propuesta. Tomando como individuo foco al estudiante, este formaría parte
de un microsistema en la escuela con su entrenador Roca y Agua y sus compañeros de
clase, donde desarrollan una serie de ejercicios, algunos rutinarios, otros progresivos,
en permanente interacción social. A su vez, este estudiante forma parte del
microsistema familia, donde interactúa con sus padres y tal vez hermanos u otros
parientes. Lo interesante es que el creador de Roca y Agua pretende hacer partícipes
de este programa a los padres de familia, “quienes por excelencia cumplen un papel de
modelo para sus hijos y quienes pueden cumplir un papel muy importante en todo el
proceso (entrenamiento Roca y Agua), tanto en casa como en otros lados, como grupo
objetivo intermediario” (Ykema, 2018, p.335), aunque no se detalla en el manual de qué
manera efectiva o concreta participan los padres, salvo que los entrenadores les
comunican acerca del programa. En todo caso, es evidente la intención de favorecer el
desarrollo del mesosistema, es decir, “una interacción social entre participantes de
diferentes entornos, los cuales incluyen al individuo foco” (Neal y Neal, 2013, p.728) o,
dicho de otro modo, la relación entre microsistemas. Así, padres y entrenadores
interactúan con el fin de reforzar el desarrollo del individuo en la línea deseada.

Pero Roca y Agua va más allá, ya que fuera del microsistema entrenador-estudiantes,
pretende crear una suerte de “cultura roca y agua”, pues señala que “resulta muy

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ventajoso que las escuelas dispongan de un idioma común y un marco conceptual”
(Ykema, 2018, p.21). Aquí “escuela” debe ser entendida como institución, con sus
lineamiento y políticas. Usando los conceptos de Bronfenbrenner, citados por Monreal
y Guinart (2012), se trataría del nivel del exosistema, es decir, “un entorno que no incluye
a la persona en desarrollo como participante activo, pero en los que se producen hechos
que afectan, o se ven afectados, por lo que ocurre en ese entorno” (Monreal y Guitart,
2012, p. 83). De hecho, el individuo se vincula indirectamente con esta instancia que ha
decidido implementar Roca y Agua como parte de su currículo, guiado por las
necesidades de sus estudiantes, del entorno inmediato, o el contexto más amplio.
Encontramos, pues, una gran coincidencia con los niveles del micro, meso y
exosistemas cuando Ykema sintetiza la orientación de su propuesta en estas palabras:
“nos tenemos que dirigir a los padres y a la crianza, a la escuela y a la educación, al
vecindario y a la comunidad.” (Ykema, 2018, p.19).

Ahora bien, si recordamos lo señalado línea arriba al analizar el principio de Baltes sobre
cómo el contexto y la cultura influyen en el desarrollo y cómo el entorno de violencia en
diversos ámbitos vivido en Holanda dio origen y derivó en esta propuesta, podemos
reconocer lo que Bronfenbrenner entiende por macrosistema, es decir, “el sistema de
creencias, la religión, la organización política, social y económica de una determinada
región [que] afectan el desarrollo humano, moldeando los microsistemas, mesosistemas
y exosistemas” (Monreal y Guitart, 2012, p. 83). Notamos cómo los sistemas forman una
especie de entramado donde se produce la interacción entre los diversos sistemas que
se condicionan entre sí, en diversos niveles y grados. Roca y Agua es un buen ejemplo
de esta red bioecológica que explica la dinámica interactiva del individuo en desarrollo.

Precisamente, analizaremos a continuación el concepto de desarrollo desde la teoría


bioecológica. Para Bronfenbrenner, el desarrollo implica “cambios perdurables en el
modo en que una persona percibe su ambiente y se relaciona con él” (Monreal y Guitart
p. 82). Recordemos ahora los objetivos planteados por Roca y Agua: desarrollar
habilidades socioemocionales a través del autocontrol, la autorreflexión, la confianza en
sí mismo (elementos roca) así como la conectividad, la asertividad y la comunicación
(elementos agua). Para alcanzar estos logros, como bien sabemos, se sigue un
entrenamiento y, como señala su creador, “la maestría en estas habilidades surge recién
si las lecciones y los ejercicios son repetidos” (Ykema, 2018, p. 23) y explica cómo
también ciertos temas son repetidos, aunque de diferente forma. Estos ejercicios, que
suponen interacciones entre el entrenador y el estudiante y entre los estudiantes entre
sí, que se desarrollan de acuerdo con ciertas rutinas y rituales (saludos, códigos) y con

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objetivos formativos claros, podrían ser entendidos como procesos proximales en tanto
constituirían “procesos de interacción recíproca progresivamente más complejos entre
un organismo biopsicosocial activo y las personas, objetos y símbolos de su derredor”
(Monreal y Guitart, 2012, p.84). Estos procesos sostenidos y prolongados son los que
posibilitan el desarrollo del individuo; sin embargo, no olvidemos que para ello se
requiere que el cambio sea perdurable, que suponga una reorganización de la conducta
y una manera nueva de percibir el entorno. Por ello, si el programa de entrenamiento se
aplica con eficiencia y los estudiantes logran, en efecto, desarrollar las habilidades ya
mencionadas con todo lo que ello supone, creemos que sí supondría un verdadero
desarrollo en el sentido de la teoría bioecológica. Al ser un individuo seguro de sí y a la
vez con capacidad para comunicarse y relacionarse, su vínculo con su entorno será
positivo y ello repercutirá, en general, en su ambiente ecológico.

Revisaremos a continuación algunos aspectos más vinculados específicamente a la


etapa de la adolescencia y las propuestas del programa. En cuanto al aspecto biológico,
nos detendremos brevemente en el desarrollo del cerebro adolescente. Al respecto, se
sabe que “Entre la pubertad y la adultez temprana tienen lugar cambios espectaculares
en las estructuras del cerebro involucradas en las emociones, el juicio, la organización
de la conducta y el autocontrol (Papalia, Feldman y Martorell, 2012, p.360). En la etapa
de la adolescencia, aún se halla en desarrollo la corteza prefrontal, que es la zona del
cerebro asociada a la inhibición de impulsos o el proceso de toma de decisiones (la
capacidad de evaluar consecuencias). Sin embargo, su desarrollo no sucederá
necesaria y naturalmente, sino que dependerá de la interacción con el medio. Por ello,
nos parece pertinente que el programa Roca y Agua se aplique en esta etapa del
desarrollo, más aun cuando mucho de lo que ofrece se relaciona con el autocontrol.

En cuanto a la dimensión socioafectiva, es interesante anotar que el programa


contempla el desarrollo de una identidad social con habilidades sociales positivas
(Ykema, 2018, p. 235). Para ello, intenta que los jóvenes se sientan parte de un grupo,
cómodos y desarrollen relaciones de amistad. Precisamente, muchos de los ejercicios
están basados en la confianza en el grupo (como confiar en que si uno se lanza, el grupo
o un compañero lo sostendrá). Pero también toma en cuenta el desarrollo del
autoconcepto. Al respecto, explica Palacios (2014) que, durante la adolescencia media
hay una “inestabilidad en la valoración de uno mismo que da lugar a confusión”.
Precisamente por ello, es importante que el Roca y Agua se oriente al descubrimiento
de las capacidades propias, de su propia personalidad, talentos y capacidades (Ykema,

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2018, p.235), aunque esta se encuentre básicamente motivada desde la defensa
personal, con la idea de que sea trasladada a otros ámbitos.

Considerando esta etapa del desarrollo, el programa contempla también el tema de la


sexualidad, del ser hombre y ser mujer y se abordan aspectos como la homosexualidad,
la homofobia y la violencia sexual. Estos temas resultan importantes porque en la etapa
de la adolescencia la identidad sexual es también una dimensión que se va definiendo.

Finalmente, en cuanto al aspecto cognitivo, las lecciones orientadas a los adolescentes


suponen niveles de abstracción acordes con el desarrollo de pensamiento formal. El
hecho de que, como señalan Papalia y otros (2012), los adolescentes sean capaces de
apreciar mejor las metáforas y alegorías o pensar en términos de lo que podría ser
permite una mejor asimilación del programa y su transferencia a otros ámbitos. Todo
trabajo corporal, en este programa, es finalmente una metáfora de otras situaciones
posibles que un estudiante podría encontrar en la realidad. Los ejercicios crean
situaciones lúdicas, dramatizadas que se dan en el ámbito del entrenamiento. Pero ellas
deben ser extrapoladas a circunstancias posibles de la vida real.

Finalmente, esta propuesta toma también en cuenta el desarrollo metacognitivo del


adolescente o, en todo caso, ayuda a reforzarla. Al final de cada lección, se les plantea
a los participantes, entre otras preguntas, la siguiente: “¿Qué has aprendido y dónde lo
puedes usar?”. Esto obliga a los alumnos a pensar sobre su propio proceso de
aprendizaje y les exigen pensar en la transferencia.

Recomendaciones

Tras haber analizado el programa Roca y Agua en su concepción y lineamientos


principales—mas no así con detalle las lecciones—, reconocemos que se trata de una
propuesta bien fundamentada, con bases en la psicología y en la experiencia de su autor
y aplicada en diversos ámbitos con aparente éxito. Por ello, resulta difícil encajar, dentro
de un programa tan armado, recomendaciones desde la inexperiencia. Por esta razón,
nos limitaremos a realizar algunos comentarios críticos sobre algunos vacíos o
deficiencias que notamos en el programa.

Un primer aspecto tiene que ver con la aplicabilidad de un programa que fue creado
explícitamente para el contexto holandés. Si bien, como su propio creador señala “La
cultura muchas veces no es más que una capa de barniz: a nivel mundial los niños

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siguen el mismo patrón de desarrollo y se enfrentan con los problemas correspondiente
a este desarrollo. Cada persona aspira a independencia y autonomía, pero esta misma
persona quiere poder estar junto con otros y poder convivir con otras personas para ser
feliz” (Ykerma, 2018, p. 20). Es una declaración que borra en cierto modo el aspecto
cultural y reduce el programa a lo que desde la teoría de Baltes serían las influencias
normadas por la edad. Sin embargo, considerando también los principios del propio
Baltes sobre cómo el contexto y la cultura influyen en el desarrollo, así como el concepto
de Bronfenbrenner sobre el macrosistema, cabría preguntarnos si el programa no
debería contemplar algunos lineamientos sobre cómo considerar la cultura de la región
en la que se ha de aplicar el programa.

Otro aspecto que no queda del todo claro en el planteamiento del programa es cómo se
integra a los padres. Como señalamos, sí está contemplado y enunciado, pero no se
detalla la forma como se conectan con ellos. Recordemos que, para que para el
desarrollo del individuo se vea favorecido, debe haber interacciones en el ámbito del
mesosistema. Se requiere por ello un mayor detalle sobre cómo se produciría: reuniones
entre padres y entrenadores, participación de padres en alguna actividad,
involucramiento de padres en algunas de las tareas que llevan los estudiantes a casa,
por ejemplo.

En cuanto a la orientación y el fundamento de Roca y Agua, nos parece muy valioso el


rescatar el trabajo físico, con el cuerpo, sobre todo en los adolescentes. Quizás se tiende
a asociar más el ejercicio corporal con la infancia y, conforme van creciendo, el trabajo
con alumnos de nivel secundario se va limitando al aula. Sin embargo, sabemos que a
esta edad de crecimiento la salud física es importante y, tratándose de alumnos de 14
o 15 años, sobre todo en la población masculina, el movimiento corporal es parte de su
ser. No obstante, notamos que la mayor parte de las actividades físicas están basada
en la defensa personal ante el acoso y es el principio rector que fundamenta los
ejercicios. Eso nos hace preguntarnos si, en la mente adolescente, ello no estaría
reforzando una visión de la realidad que se basa en defensa y ataque y que el estudiante
no sea capaz de transferir el trabajo más allá de esta mirada.

Finalmente, mencionaremos un aspecto relacionado con una de las aspiraciones a las


que pretende llegar el programa, lo que Ykema llama la identidad espiritual: “sentido de
sí mismo (yo) y conectividad (nosotros juntos somos uno) forman juntos una nueva
experiencia de identidad: la identidad espiritual con un sentimiento profundo de cohesión
con el misterio al que cada persona pertenece” (Ykema,2018, p. 237). Pensando en la

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etapa de desarrollo adolescente y aunque, como hemos afirmado líneas arriba que en
este periodo alcanza el pensamiento formal, nos parece que esta dimensión espiritual
requiere no solo un mayor nivel de abstracción, sino quizás mayor conocimiento,
experiencia y madurez.

Conclusiones

Roca y Agua es un programa integral que toma en cuenta el desarrollo del individuo
desde una perspectiva multidimensional, pues considera el ejercicio físico como base
para el desarrollo socioemocional y cognitivo del estudiante. En este sentido, se inscribe
dentro de los planteamientos de las teorías del desarrollo humano que consideran la
estrecha interrelación de estos tres aspectos.

Algunos principios de la teoría del ciclo vital de Paul Baltes como la ya mencionada
multidimensionalidad del desarrollo, así como la plasticidad y la influencia del contexto
y la cultura en el desarrollo se reconocen en el programa propuesto por Ykema. Así
mismo, es posible identificar algunas influencias relacionada con la historia (el momento
en que el programa fue concebido) y con la edad, por concebirse de acuerdo con
diversas etapas del desarrollo de niños y adolescentes.

También la teoría bioecológica de Bronfenbrenner es aplicable al programa Roca y


Agua, pues en su planteamiento ha sido posible identificar un entramado de relaciones
de los diversos sistemas que interactúan, así como la posibilidad de un efectivo
desarrollo, en tanto cambio perdurable en la percepción y la conducta del ser humano
sobre su entorno, si en efecto el programa se aplica con eficiencia y cumple los
propósitos planteados.

Asimismo, se evaluaron algunos aspectos de la etapa de la adolescencia en relación


con el programa, desde la dimensión biológica (el desarrollo del cerebro y su
plasticidad), socioafectiva (el desarrollo del autoconcepto y la identidad social), así como
cognitiva (pensamiento formal y metacognición), evaluando cómo Roca y Agua los toma
en cuenta efectivamente.

En general, podemos afirmar que se trata de un programa novedoso cuyo principal


aporte se basa en trabajar aspectos emocionales a partir de lo más tangible que puede
tener un individuo: su cuerpo. Y, además, trabajado en forma grupal. De ese modo, en

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efecto, lo socioafectivo se desarrolla de manera más fluida, con el consiguiente efecto
en el área cognitiva y el correspondiente proceso de aprendizaje.

Bibliografía

• Baltes, P.B., Lindenberger, U. y Staudinger, U.M. (2006). Life Span Theory in


Developmental Psychology. En W. Damon y R.M. Lerner (Eds), Handbook of
Child Psychology (pp. 569-664). New Jersey: John Wiley & Sons. doi:
10.1002/9780470147658.chpsy0111

• Monreal, M. G., y Guitart, M. E. (2012). Consideraciones educativas de la


perspectiva ecológica de Urie Bronfenbrenner. Contextos Educativos, 15, 79–
92.

• Neal, J.W., y Neal, Z.P. (2013). Nested or Networked? Future Directions for
Ecological Systems Theory. Social Development, 22(4), 722-737.

• Palacios, J. (2014). Desarrollo del Yo. En: F. López, I. Etxebarría, M. Fuentes, y


M. Ortiz. (Eds.), Desarrollo afectivo y social, (pp. 231-245). Madrid: Pirámide.

• Papalia, D., Feldman, R., y Martorell, G. (2012). Desarrollo Humano (12º ed.).
Ciudad de México: McGraw Hill. Pease, M.A. e Ysla, L. (2015). E

• Ykema, F. Roca y agua. Entrenamiento psicofísico para chicos y chicas. Manual


de prácticas. Schagen: Instituto Roca y Agua / Instituto Gadaku, 2018

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