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Concepto de Mesoamérica
Mesoamérica es el nombre mediante el cual se designa a la región que abarca desde aproximadamente la mitad de
México hasta algunos países de Centroamérica tales como El Salvador, Belice, Guatemala y parte de Honduras, Costa
Rica y Nicaragua. Esta región recibe esta designación porque se la considera la mitad (meso en griego: 'medio')
intermedia entre Norteamérica y Sudamérica desde un punto de vista técnico. Sin embargo, el término o denominación
de Mesoamérica se utiliza especialmente para hacer referencia a un área no definida por los límites políticos de los
países de esta zona, sino por ser el área de América en el que varias culturas y civilizaciones precolombinas de
importancia tuvieron asiento antes de la llegada del hombre blanco (por ejemplo los aztecas, mayas, olmecas, zapotecas
y mexicas, entre muchos otros). Estas sociedades precolombinas guardaban algunos rasgos en común entre todas,
independientemente de que algunas fueran más fuertes y centralistas que otras.
La superficie de la zona conocida como Mesoamérica siempre ha sido de gran riqueza en recursos mineros, pero
también agrícolas, ya que el territorio es extremadamente fértil y provechoso para la siembra. También, al encontrarse
rodeada por agua de mar u oceánica, Mesoamérica cuenta con importantes recursos pesqueros. Hoy en día, esta región
es especialmente visitada por el turismo que busca las bellas playas y las relajantes aguas del Caribe.
Las culturas de las diferentes sociedades precolombinas fueron las que dieron características comunes a las diferentes
sociedades que allí se asentaban. En su mayoría, estos grupos étnicos contaban con un avanzado desarrollo matemático
y astronómico, con prácticas rituales similares (muchas de las cuales aprobaban el sacrificio humano), la belicosidad de
sus espíritus, la organización social y las costumbres diarias que tenían que ver con la realización de diferentes tipos de
actividades y tareas. En muchos sentidos, y a pesar de haber sido conquistadas estas sociedades por los españoles, las
raíces de estas culturas fueron tan fuertes que muchos de sus elementos pueden ser visibles en la actualidad.
Los Olmecas
Hace más de 3000 años, entre 1200 y 400 a.C., en Mesoamérica ocurrieron el apogeo y la decadencia de la cultura
olmeca, una de las grandes civilizaciones del México antiguo. Los olmecas, “los que habitan la tierra de hule”, fueron
capaces de recoger y sintetizar las pautas culturales que por siglos se habían desarrollado en el área. Aun después de la
caída de sus grandes centros, sus logros serían parte importante de la cultura mesoamericana.
Entre las contribuciones que han llevado a considerar a la olmeca como la “cultura madre” de Mesoamérica, se
encuentran: los primeros edificios ceremoniales, construidos de acuerdo con un plan bien determinado; la estructura
social, capaz de organizar grandes obras; el primer y bien definido estilo artístico, plasmado lo mismo en pequeños
objetos que en colosales esculturas; el dominio de la talla de piedras de gran dureza; un ritual fundamental: el juego de
pelota; así como el desarrollo de sistemas calendáricos y de escritura. El término olmeca se utiliza para designar a una
cultura arqueológica que tuvo su apogeo en el Preclásico Medio (1200-400 a.C.).
El gran asentamiento olmeca más antiguo fue San Lorenzo, tras cuyo declive su lugar fue ocupado por La Venta, al que
siguió Tres Zapotes (entre Tabasco y Veracruz). Su desarrollo no se circunscribió a la llamada área nuclear y hasta han
sugerido la posibilidad de que algunos aspectos característicos de los olmecas hayan aparecido primero entre grupos de
otras regiones, como Chiapas y Oaxaca. Las húmedas tierras del sur de Veracruz y el oeste de Tabasco fueron el
escenario en donde la cultura olmeca se expresó con mayor intensidad. La mayoría de la escultura monumental
conocida –cabezas colosales, altares o tronos, estelas y otros monumentos esculpidos en piedra– fue encontrada en esa
región. En un lapso de poco más de 800 años (entre 1200 y 400 a.C.), en este rico ambiente surgieron, se desarrollaron y
finalmente decayeron los sitios olmecas más importantes que hoy en día se conocen.
Aunque todavía no se conoce el número preciso de sitios arqueológicos del área, la densidad de población olmeca era
bastante alta. La mayoría de las poblaciones se ubicaron en colinas bajas o mesetas, cerca de los ríos, lo que permitió el
acceso inmediato a las fértiles tierras inundables.
Tlatilco
La cultura de Tlatilco es una de las primeras en asentarse en el Anáhuac, a las orillas del lago de Texcoco. Su ubicación
histórica se encuentra en el Período Preclásico Medio, entre 1500 a. C. y 500 a. C. El nombre actual, proviene
del Náhuatl, y significa "oculto en la tierra", y fue asignado por los pueblos nahuatlacas, debido a que a su llegada al
valle, la cultura de Tlatilco había desaparecido. Se cree que la ciudad estuvo dominada (o influída fuertemente) por
los Olmecas (la primera gran cultura de Mesoamérica).
Por los restos encontrados, se sabe que los habitantes de Tlatilco conocían y dominaban la alfarería (de fuerte influencia
Olmeca) y la cerámica. Además, practicaban la deformación craneana y la mutilación dentaria.
Según las más recientes investigaciones, los tlatilcas nunca desarrollaron el vestido ni algún tipo de lenguaje escrito o de
imágenes; solían andar desnudos, o con el cuerpo pintado, preferentemente de color rojo. Eran inicialmente cazadores y
su tipo de agricultura -hasta antes de la llegada de los Olmecas- era bastante rudimentaria.
Tlatilco fue una de las primeras sociedades de agricultores de Mesoamérica. La base de la economía era el cultivo del
maíz, aunque posiblemente cultivaban también calabazas y frijoles. Las semillas eran sembradas con la ayuda de un palo
aguzado, en campos que eran despejados mediante tala y roza. La dieta vegetal era complementada con la caza de aves
y animales que habitaban el lago, tales como peces, patos, tortugas, armadillos, osos y sapos. También recolectaban
frutos silvestres, raíces y tubérculos y tules, los que eran usados para alimentación y cestería. La presencia de materias
primas de zonas alejadas y objetos foráneos indican que existió un amplio intercambio interregional.
Cuicuilco
Las habilidades arquitectónicas, escultóricas y pictóricas de los toltecas les granjearon la fama de artistas entre los
demás pueblos mesoamericanos. De su arquitectura sobresalen los llamados Atlantes, que eran las columnas del templo
del Señor de la casa del Alba.
Es un muy importante sitio arqueológico mesoamericano del periodo preclásico (700 a.C. a 150 d.C.) localizado en el
extremo sur de lo que fue el Lago de Texcoco, en el sur de la Ciudad de México. Podría ser una de las ciudades más
antiguas del Valle de México, contemporánea, y con probables relaciones con la cultura Olmeca.
Hasta donde se sabe, fue el primer gran centro cívico religioso del Altiplano Mexicano, su población probablemente
incluía todos los estratos sociales y rasgos culturales que caracterizarían a las Altépetl (ciudades-Estado) de
Mesoamérica Clásica.
Cuicuilco fue destruido y abandonado, a partir de la erupción del volcán Xitle, ocasionando migraciones y reacomodos
de la población en la cuenca de México; la culminación fue la consolidación de Teotihuacán como centro rector del
periodo clásico en el Altiplano Central.
Existen en el sitio 8 de los múltiples edificios religiosos y habitacionales que existieron, e incluso los restos del sistema
hidráulico que abastecía a la ciudad. Una de las pirámides fue construida en una posición estratégica, representando el
primer intento entre los pueblos prehispánicos por relacionar los conceptos religiosos con el acaecer cósmico a través de
una creación monumental.
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Teotihuacanos
Teotihuacan fue la ciudad mesoamericana por antonomasia; llegó a concentrar en esa época el 75% de la población de
la cuenca de México. Su desarrollo estuvo apoyado -entre otras cosas- en la explotación de los recursos del entorno
geográfico y de su posición geográfica estratégica como encrucijada de varias rutas comerciales.
Los cambios en el modelo de asentamiento en el Centro hicieron posible el surgimiento de la dicotomía campo/ciudad.
Un punto interesante derivado de esta díada es el motivo de la alta concentración poblacional y el modo en que la urbe
se proveía de alimentos.
Teotihuacan debió contar con técnicas agrícolas que le permitirían satisfacer la demanda de su enorme población; entre
ellas, se encontraba el cultivo en chinampas en los pantanos, la construcción de terrazas, el barbecho, y la ocupación de
una parte importante de los residentes de la ciudad en la agricultura. Es casi seguro que dependieran ampliamente de
las cosechas de temporal, y que su dieta a base de maíz, calabaza, frijol y chile era complementada con caza, recolección
y pesca.
Otras importantes actividades económicas de los teotihuacanos eran la producción artesanal (objetos de alfarería y de
manufacturas de obsidiana) y el comercio de larga distancia. En ambos casos, existió una importante especialización y,
debido a la demanda, se hizo necesario modificar técnicas para producir masivamente (por ejemplo, a través de la
utilización de moldes y modelado sin torno en el caso de la alfarería).
Dos expresiones artísticas sobresalientes en Teotihuacan fueron la escultura y la arquitectura. Ambas tenían un carácter
público y monumental. La escultura era de estilo geométrico, y representaban generalmente animales y deidades,
asociados con el agua y la fertilidad. La arquitectura también tenía sus rasgos peculiares, de los cuales, el más
importante es el empleo de módulos talud-tablero, de amplia difusión en la época.
La escritura, la matemática, la astronomía y el calendario nunca fueron desarrolladas al nivel de sus contemporáneos
mayas. Se supone que esto se debe a ciertas características internas del sistema político teotihuacano, esto es: que no
necesitaba de una complejidad mayor en esas tecnologías y conocimientos.
Respecto a su organización social, la ciudad estaba dividida en barrios por linajes o por corporaciones con ocupaciones
específicas. Su poderío no podía erigirse sobre la estructura del parentesco, y que se trataba de una ciudad multiétnica.
Mayas
La civilización maya destacó por su escritura glífica, el único sistema de escritura plenamente desarrollado del
continente americano precolombino, así como por su arte, arquitectura y sistemas de matemática, astronomía y
ecología. Se desarrolló en la región que abarca el sureste de México, correspondiente a los estados de Yucatán,
Campeche, Tabasco, Quintana Roo y la zona oriental de Chiapas, así como en la mayoría de Guatemala, Belice, la parte
occidental de Honduras y de El Salvador.
Durante el periodo formativo, antes de 2000 a. C., se inició el desarrollo de la agricultura y la población se hizo
sedentaria estableciéndose en las primeras aldeas. En el período Preclásico (c. 2000 a. C. hasta 250 d. C.) se
desarrollaron las primeras sociedades complejas y se cultivaron los alimentos básicos de la dieta maya: el maíz, los
frijoles, las calabazas y los chiles. Las primeras ciudades mayas se desarrollaron en torno a 750 a. C., poseían una
arquitectura monumental, incluyendo grandes templos con fachadas de estuco. La escritura glífica se utilizó desde el
siglo III a. C., se desarrollaron grandes ciudades en la Cuenca del Petén, y Kaminaljuyú alcanzó prominencia en el
altiplano guatemalteco. Desde alrededor de 250 d. C., el período clásico se define en gran medida por el levantamiento
de monumentos esculpidos empleando las fechas de Cuenta Larga. En este período se desarrolló un gran número de
ciudades-estado vinculadas entre sí por una compleja red de comercio. En las tierras bajas mayas surgieron dos grandes
poderes rivales, Tikal y Calakmul. Se vio también la intervención extranjera en la política dinástica maya de la ciudad de
Teotihuacan del centro de México. En el siglo IX, se produjo un colapso político general en la región central maya, que
originó guerras internas, el abandono de las ciudades, y un desplazamiento poblacional hacia el norte.
El poder político durante el periodo Clásico se centró en el concepto del «rey divino», que actuaba como mediador entre
los mortales y el ámbito sobrenatural. La monarquía era hereditaria y patrilineal, y el poder pasaba al hijo mayor;
aunque, la exacta composición política de un reino variaba de una ciudad-Estado a otra. Hacia el Clásico Tardío, la
aristocracia había aumentado considerablemente y se había reducido el poder exclusivo del rey divino.
La civilización maya desarrolló formas de arte sofisticadas utilizando tanto materiales perecederos como durables,
incluyendo madera, jade, obsidiana, cerámica, monumentos de piedra tallada, estucos y murales finamente pintados.
El centro de la ciudad era ocupado por complejos ceremoniales y administrativos, rodeado por una irregular expansión
de barrios residenciales. Las diferentes partes de una ciudad eran conectadas por calzadas y la arquitectura principal de
la ciudad se componía de palacios, templos piramidales, juegos de pelota ceremoniales, y estructuras alineadas para la
observación astronómica.
La élite maya sabía leer y escribir, y desarrolló un complejo sistema de escritura glífica, considerado el más avanzado en
América precolombina. Los mayas grabaron su historia y conocimiento ritual en libros en forma de biombo, de los que
solo permanecieron tres ejemplos con incuestionable autenticidad, el resto fue destruido por los españoles. También
existe un gran número de ejemplos de inscripciones mayas en las estelas y la cerámica. Los mayas desarrollaron una
compleja serie de calendarios rituales entrelazados, emplearon la matemática y fueron uno de los primeros pueblos en
utilizar el cero explícito en el mundo, un sistema numérico vigesimal y en el área de la lingüística, comparte una serie de
características importantes, incluyendo el uso generalizado de palabras compartidas.
Zapotecas
Los más de mil sitios del Clásico que se hallan en los Valles Centrales de Oaxaca se encontraban evidentemente bajo el
control de Monte Albán. La historia clásica de Monte Albán suele dividirse en dos periodos: Monte Albán IIIA (250-
600 d. C.): Fuertes vínculos con Teotihuacan, de naturaleza probablemente pacífica, y Monte Albán IIIB-IV (600-800/900):
Máximo apogeo de la ciudad y disminución de los contactos con el Centro de México. El declive de la ciudad es gradual, e
inicia alrededor del año 750, por causas aún indeterminadas.
Esta ciudad se halla construida en un cerro sobre 400 m del nivel del valle. Llegó a tener en la época de su mayor apogeo
una población de 15 mil-30 mil habitantes, que ocuparon más de dos mil terrazas en las laderas del cerro. La ciudad se
hallaba subdividida en 15 grandes barrios, que correspondían bien a un número igual de linajes o bien, a grupos
incorporados de actividades económicas.
Monte Alban contaba con una Gran Plaza, rodeada por edificios civiles y religiosos. Su característica principal sigue el
modelo talud/tablero de Teotihuacan, con una peculiaridad propia de la región: el tablero de ‘doble escapulario’. En la
gran plaza podían caber hasta 15 mil personas. Alberga, además, un buen número de tumbas. Las ofrendas encontradas
estaban compuestas por ornamentos de concha, piedra verde, y sobre todo, por las célebres urnas de cerámica grisácea
(obras maestras del arte clásico zapoteca), que por lo general no contenían nada más que algunas cuentas, objetos de
concha o se hallaron vacías.
El número de monumentos con inscripciones que han sido encontrados en el valle de Oaxaca es sólo superado por el
área Maya. Estos monumentos nos revelan una escritura mixta, similar a la maya y a la olmeca, con un ordenamiento
sintáctico. Las inscripciones tratan sobre temas históricos (nacimientos, conquistas, etc.).
Mixteca Alta (Fase Las Flores): A diferencia de lo que ocurría en los valles centrales de Oaxaca, la región mixteca no tuvo
una capital hegemónica en el clásico. Sin embargo, ocurrió un aumento considerable de localidades en comparación con
el preclásico. Se trataba de núcleos relativamente pequeños, de los cuales Yucuñudahui era el mayor, pues cuenta con
una compleja planificación urbana, que sigue un patrón en L. En este asentamiento se levantaron edificios religiosos,
palacios, plazas, juegos de pelota y tumbas al estilo de las zapotecas de Monte Albán.
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El Postclásico es el contexto histórico en el que florecieron pueblos como los mexicas y toltecas en el Centro; los
mixtecos en Oaxaca; los tarascos en el Occidente; los huastecos en el norte de la llanura del Golfo de México; los mayas
en la península de Yucatán y el altiplano occidental de Guatemala, y los pipiles en América Central.
Características principales del Postclásico mesoamericano
Las sociedades del período Postclásico mesoamericano comprendido del año 900 d. C. al 1521 d. C. siguieron
desarrollándose sobre la base de la economía: la agricultura, sobre todo de temporal. Algunas regiones poseían mejores
condiciones para el desarrollo de sistemas de irrigación que produjeran mejores resultados agrícolas en las riberas de los
ríos o de los lagos. Algunas zonas con humedad baja desarrollaron también sistemas hidráulicos, con el propósito de
aprovechar mejor los recursos hídricos existentes, mediante acueductos que sirvieron para llevar agua de los
manantiales a la población y a las zonas de cultivo; en Yucatán se desarrolló un sistema de cisternas excavadas en la roca
madre de la superficie, llamadas chultunes, para la recolección de agua de lluvia y su almacenamiento.
En el periodo posclásico destacaron -entre otras- las culturas tolteca y mexica, ambas de origen chichimeca. Los
primeros en llegar al Altiplano central fueron los toltecas que tomaron como propio el legado cultural dejado por los
teotihuacanos, pues los descendientes de esta cultura se mezclaron con ellos. Tiempo después llegaron los aztecas o
mexicas, quienes a su vez se designaron herederos de la cultura tolteca y, por tanto, teotihuacana. Los aztecas crearon
el imperio más grande y poderoso que existió en Mesoamérica.
Los toltecas
Los toltecas desarrollaron su civilización entre el año 800 y el 1170. Se establecieron inicialmente en Culhuacán, donde
iniciaron una serie de conquistas entre los pueblos vecinos. Surgieron de un pueblo originario del noroeste de México
que decidió buscar mejores tierras para vivir y se estableció en la Meseta Central. Así fundaron Tula (estado de Hidalgo),
donde se dedicaron a la agricultura y la construcción de edificios adornados con hermosas esculturas de piedras como el
templo de Tlahuizcalpantecuhtli (conocido como de los Atlantes).
Las habilidades arquitectónicas, escultóricas y pictóricas de los toltecas les granjearon la fama de artistas entre los
demás pueblos mesoamericanos. De su arquitectura sobresalen los llamados Atlantes, que eran las columnas del templo
del Señor de la casa del Alba.
Uno de los dioses de origen tolteca más venerado en toda Mesoamérica fue Quetzalcóatl ("serpiente emplumada":
quetzalli = plumas de quetzal; cóatl = serpiente). Se cuenta, que los toltecas al ver reflejada en el firmamento la luz de
una estrella la compararon con una serpiente adornada con plumas y le dieron ese nombre, y a partir de entonces se
convirtió en un dios y se le relacionó con otras deidades y símbolos. Su culto quedó establecido por el rey tolteca
Topiltzin quien añadió a su nombre el de Quetzalcóatl, lo cual produjo un conflicto entre los seguidores de Quetzalcóatl
–dios del sol– y los de Tezcatlipoca –dios de la noche–.
El rey Topiltzin Quetzalcóatl fue un hombre magnánimo y sabio que gobernó con justicia a su pueblo y reformó la
religión. Se convirtió en sacerdote del nuevo dios y prohibió los sacrificios humanos que se ofrendaban a Tezcatlipoca.
Se dice que era un hombre alto y rubio, de aspecto muy distinto al de los demás toltecas; lo cual hace resultar
inexplicable que un hombre así hubiera existido entre los indígenas y, por tanto, su imagen se entremezcla con la
leyenda. Este rey no tardó en tener enemigos que lograron que los toltecas lo desterraran de la ciudad de Tula y
volvieran al culto de Tezcatlipoca. Quetzalcóatl inició un peregrinaje y prometió regresar por oriente para reinar otra vez
entre los toltecas e instaurar la paz. Este hecho lo recordaron los aztecas cuando llegaron los conquistadores españoles,
haciéndoles pensar que la promesa hecha por Quetzalcóatl se estaba cumpliendo.
Los mexicas
La última tribu chichimeca en llegar al valle de México fue la de los mexicas. Según cuentan antiguas tradiciones, los
aztecas procedían de un lugar situado al noroeste del Valle de México –algunos investigadores piensan que venían desde
la Alta California, otros aseguran que procedían de Sinaloa– ellos decían haber salido de Aztlán ("Lugar de garzas") por
eso eran aztecas y tomaron el nombre de tenochcas porque Tenoch, uno de sus sacerdotes, era su guía. También se les
conoce como mexicas porque su dios principal era Huitzilopochtli o Mexitli, de donde deriva el nombre del pueblo.
Su largo y penoso peregrinar había durado algo más de 150 años, buscando un lugar para establecerse. Seguramente en
su ruta habían pasado por lugares apropiados para vivir, pero su dios Huitzilopochtli les había anunciado que el mejor
sitio para establecerse y llegar a ser poderosos era aquel en que encontraran "…un águila sobre un nopal devorando una
serpiente…".
Los aztecas merodearon en los alrededores de Tula y luego penetraron en el Valle de México, pero como los mejores
lugares ya estaban ocupados por otros grupos, tuvieron que continuar su camino, permaneciendo en diversos sitios tan
sólo el tiempo que les permitían los dueños de los terrenos en que acampaban. Zumpango, Xaltocan, Ecatepec y
Azcapotzalco fueron algunos de los lugares en que estuvieron temporalmente, después llegaron a Chapultepec, en
donde permanecieron unos veinte años, hasta que nuevamente fueron expulsados y enviados como prisioneros a
Tizapan.
Como tenían fama de ser buenos guerreros, fueron llamados por el Señor de Culhuacan para que los ayudaran en la
guerra contra los xochimilcas y así obtuvieron su libertad; sin embargo, volvieron a tener problemas cuando al recibir a
la hija del señor de Culhuacan para que fuera la esposa de su jefe o Tlatoani, los aztecas la sacrificaron porque según sus
creencias así se convertiría en su diosa protectora; los culhuas indignados les hicieron la guerra. Siendo vencidos los
aztecas, ocuparon los pantanos del lago de Tezcoco y fue un islote de ese lugar en donde encontraron las señales que les
habían sido anunciadas por su dios; entonces decidieron fundar un templo en honor de Huitzilopochtli y quedarse a vivir
allí, así nació la ciudad de Tenochtitlan, por el año de 1325. Algunos aztecas que no estuvieron de acuerdo con la
distribución inicial de las tierras, se separaron del grupo mayor y se retiraron a Tlatelolco.
Como el lugar en donde encontraron la señal divina pertenecía a los tepanecas cuyo señor era Tezozómoc, éste les
impuso las obligaciones de servirle como soldados y de pagarle tributo. Esta situación duró hasta que Itzcóatl, el cuarto
gobernante tenochca, se unió con los señores de Tezcoco y Tlacopan (Tacuba) para formar la Triple Alianza, misma que
venció a los tepanecas y mantuvo su poderío sobre el valle. Desde esta época poco a poco, los aztecas fueron ganando
posiciones militares y políticas y lograron destacar entre sus aliados, para que más tarde se convirtieran entre los
poseedores de un amplio imperio, que se extendió por Mesoamérica y que duró hasta la conquista española.
Los aztecas tenían en cada territorio dominado grupos de guerreros para evitar que hubiese rebeliones. Entre las
regiones no dominadas, tenemos las de los tlaxcaltecas y los purépechas.
La organización social tenía bases religiosas y militares. El Tlatoani como gobernante supremo, tenía bajo sus órdenes a
un grupo de funcionarios, jueces y recaudadores de tributos. Era también jefe del ejército, pero estaba poderosamente
influido por los sacerdotes y por otros nobles y guerreros. Los grupos de mayor importancia e influencia en la sociedad
eran los sacerdotes, los pochteca o comerciantes, quienes además desarrollaban funciones de espionaje para informar
sobre los pueblos dominados y, los jefes guerreros, quienes no tenían la obligación de pagar tributo ni cultivar la tierra.
La gente del pueblo trabajaba la tierra, levantaba las construcciones y obligatoriamente, formaba parte del ejército. En
el ejército destacaban los guerreros águilas y tigres, quienes recibían un entrenamiento especial y si demostraban ser
muy valientes, los recompensaban haciéndolos miembros de la nobleza.
Los mexicas, en casi 200 años, llegaron a ser la cultura más importante de Mesoamérica, aprovechando la herencia
cultural de los demás pueblos mesoamericanos.
Recién fundada la ciudad de México-Tenochtitlan se dividió en cuatro barrios o calpullis, formados por grupos de
familias, que tenían su propia organización con tierras, escuelas y autoridades llamados Calpullec, quienes obedecían al
señor principal o Tlatoani.
El tiaquiz (tianguis-mercado) era motivo de júbilo y admiración por la llegada de los pochteca, quienes viajaban a tierras
muy lejanas para traer y exponer sus mercancías en los tiaquiz, en donde había calles o andadores para cada producto:
aves, hierbas medicinales, sal, algodón, metales, plumas; el más grande era de Tlatelolco. Comerciaban mediante
trueque; utilizaban como moneda complementaria semillas de cacao, sal o piedras preciosas. En cada mercado había un
juez, que decidía, en desacuerdos, sobre calidad y precio.
Los aztecas fueron politeístas, es decir, tenían muchos dioses, algunos de ellos eran propios y otros los fueron
adoptando de los pueblos que conocían o conquistaban. Entre los primeros estaba Huitzilopochtli, y como ejemplo de
los segundos estaban a Tláloc y Quetzalcóatl. Una de las ideas principales de su religión era que el mundo se creaba y se
destruía cada cierto tiempo; y para evitar la posible destrucción, ofrecían a sus dioses lo más valioso que tenían: sangre
humana, que, para conseguirla, se organizaban guerras religiosas llamadas floridas, donde se capturaban prisioneros
para los sacrificios. Por lo anterior, es fácil comprender que la religión y la guerra estaban muy ligadas; así que, los
sacerdotes interpretaban los deseos de los dioses y el pueblo sólo obedecía.
Lo que conocían de ciencia los aztecas, lo que sabemos por medio de los códices y documentos escritos por algunos
misioneros que obtuvieron información sobre los conocimientos de los indígenas en pláticas sostenidas con ellos; tal es
el caso de fray Bernardino de Sahagún, entre otros muchos. Desgraciadamente, la mayoría de los conocimientos se
perdieron porque los códices fueron quemados para evitar que la cultura indígena se siguiera desarrollando y fuera más
fácil el aprendizaje de la europea. Se sabe que los aztecas tenían amplios conocimientos de astronomía, matemáticas,
zoología, botánica, geografía y medicina, principalmente. También dominaban otros campos del saber pues medían el
tiempo con mayor exactitud que los europeos. Muchos de los conocimientos no los habían elaborado directamente, sino
que fueron adquiridos de los pueblos con los que habían tenido contacto.
La educación era rígida, se iniciaba en la familia con la práctica de los deberes domésticos. Los niños eran
acostumbrados a bañarse diariamente y a permanecer limpios, a comer alimentos sanos y a dormir poco para tener una
mayor resistencia física. Las niñas eran adiestradas en las labores del hogar, confección de ropa y preparación de
alimentos. Se inculcaba y practicaba el respeto a los mayores, especialmente a los ancianos. Continuaba la preparación
en el Tepochcalli, escuela en donde se instruían para la agricultura y para la guerra o en el Calmécac, en donde recibían
educación los nobles, futuros gobernantes, sacerdotes y guerreros; ahí aprendían astronomía, religión, astrología,
derecho, historia, adivinación, entre otras disciplinas. Las artes, especialmente el canto y la danza se promovían y
practicaban en el Cuicacalli.
El ritmo de vida era a veces alterado por las fiestas, generalmente de tipo religioso, en donde se podía danzar, cantar y
tomar pulque -sin embriagarse- ya que esto era severamente castigado.
Purépechas
El Imperio purépecha o tarasco abarcaba aproximadamente el área geográfica del actual estado mexicano de
Michoacán, partes de Jalisco y Guanajuato. En el momento de la conquista española fue el segundo Estado más grande
de Mesoamérica. Su gobierno era monárquico y teocrático politeísta.
En el siglo XVI los nahuas se referían a los habitantes de la zona del lago de Pátzcuaro como michuaques ("habitantes del
lugar donde abundan los peces"). La palabra purépecha (vasallo) designa al segmento más numeroso de la población del
territorio, y la palabra tarasco (en purépecha: ídolo, yerno o suegro) se utilizaba para referirse a los nobles y
gobernantes del estado.
El estado estaba constituido por una red de sistemas tributarios y poco a poco se fue centralizando bajo el control del
gobernador del estado al que se llamó cazonci. La capital tarasca se encontraba en Tzintzuntzan a orillas del lago de
Pátzcuaro, Michoacán.
El estado purépecha fue contemporáneo y enemigo del Imperio Azteca, contra el que luchó muchas veces. El imperio
purépecha bloqueó la expansión azteca hacia el oeste y suroeste, que, fortificados, patrullaban sus fronteras con los
aztecas.
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