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Manuales
Introducción 3
Por
Emilia DOWLING
Gill GORELL BARNES
Traducción de
Pablo MANZANO BERNÁRDEZ
Revisado por
Mar del REY GÓMEZ-MORATA
©nEdiciones Morata, S. L.
5 Una exploración de la mente humana
Emilia DOWLING
Gill GORELL BARNES
Tercera edición
EDICIONES MORATA, S. L.
Fundada por Javier Morata, Editor, en 1920
C/ Mejía Lequerica, 12 - 28004 - MADRID
morata@edmorata.es - www.edmorata.es
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Introducción 6
Esta obra ha sido publicada con una subvención de la Dirección General del
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telectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad
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Derechos reservados
ISBN: 978-84-7112-521-7
Depósito Legal: M-55.652-2007
©nEdiciones Morata, S. L.
7 Una exploración de la mente humana
A nuestras familias.
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CAPITULO IV
Contenido
Págs.
AGRADECIMIENTOS ...................................................................................................... 11
CAPÍTULO III: Las familias en medio de las transiciones del divorcio: Objeto de
investigación en una muestra clínica ................................................................... 48
Diferencias de género en el proceso de divorcio, 49.—Cambios de los patrones
económicos y laborales, 52.—Las experiencias del ejercicio maternal después del
divorcio, 53.—Las experiencias del ejercicio paternal después del divorcio, 55.—
Los cambios de las relaciones a continuación de la separación: Pérdidas, adiciones
y emociones, 58.—Apoyo de la familia, 59.—Causas que motivan la derivaciones
de los hijos a un especialista, 61.
CAPÍTULO IV: El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres ..... 67
Orientación de nuestro trabajo en nombre de los hijos, 69.—Ambigüedades en las
relaciones de las parejas después de la separación, 71.—Relaciones de los padres
con sus hijos, 72.—Mejora de la comunicación entre padres e hijos, 73.—Entrevis-
tas con la familia, 73.—Los objetivos del trabajo, 80.—Resumen, 80.—Apéndice:
Un marco práctico para el trabajo con la familia, 81.
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10 Contenido
CAPÍTULO V: La perspectiva de los hijos:Hacer que se oiga la voz del hijo ........... 84
Roy, 84.—Facilitar la estructuración de un relato coherente, 87.—Diferencias evo-
lutivas, 88.—Lo que muestra la evidencia clínica, 90.—La necesidad de un relato
coherente, 92.—Expresión de los sentimientos, 94.—Ayudar a los hijos a afrontar la
reorganización de la familia, 98.—Resumen, 100.
CAPÍTULO VI: Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad
mental ....................................................................................................................... 101
Riesgos en los hogares después del divorcio, 102.—El procesamiento de la expe-
riencia, 104.—Riesgos para los hijos, 109.—Elementos clave útiles para reducir la
violencia de los padres en el hogar después del divorcio, 111.—La mala conducta
de los hijos: “Igual que tu padre”, 111.—Enfermedades mentales importantes y
comportamiento irracional, 113.—Signos que hay que buscar en favor del hijo
que vive solo con un progenitor que padece una mala salud mental tras un divor-
cio, 116.—Punto de Encuentro Familiar, 117.—Resumen, 118.
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CAPÍTULO PRIMERO
Agradecimientos
Emilia DOWLING
Gill Gorell BARNES
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INTRODUCCIÓN
Durante las dos últimas décadas, la vida familiar en los países occidenta-
lizados ha sufrido cambios fundamentales y espectaculares. El incremento
del número de divorcios, de padres y madresi* sin pareja y de familias recons-
tituidas se ha traducido en una importante cantidad de niños que crecen en
configuraciones familiares diferentes a la de la familia nuclear tradicional.
Según una investigación reciente (RODGERS y PRYOR, 1998, pág. 4), “basán-
donos en las tendencias recientes, se calcula que el 19% de los niños naci-
dos de parejas casadas habrán vivido el divorcio de sus padres a los 10 años
y el 28%, a los 16. Sin embargo, estas cifras pueden subestimar la proporción
de disoluciones familiares, dado que no incluyen las separaciones de pare-
jas de hecho”.
Estos cambios sociales no sólo han afectado a las familias implicadas,
sino que han llegado a ocupar un lugar central en el terreno de la política. Por
ejemplo, a los progenitores sin pareja se les ha inculpado de la indisciplina
de sus hijos y, en el Reino Unido, se ha creado un organismo encargado de
hacer un seguimiento de los padres, con el cometido manifiesto de garantizar
que asuman sus responsabilidades económicas, pero además les recuerdan
su compromiso como padres. El divorcio y la separación se han considerado
liberadores para los adultos, en especial para las mujeres y, al mismo tiempo,
desastrosos para los hijos. El cuadro que emerge es confuso: ¿qué es mejor
para los hijos, vivir con unos padres en constante conflicto o sufrir los efectos
(psicológicos, sociales y económicos) de su divorcio? En el Reino Unido, la
legislación que insiste en la idea de la responsabilidad parental (Children Act,
de 1989) ha cambiado fundamentalmente, pasando de hacer hincapié en los
*nSiempre deseamos evitar el sexismo verbal, pero también queremos alejarnos de la rei-
teración que supone llenar todo el libro de referencias a ambos sexos. Así pues, a veces se
incluyen expresiones como “los hijos y las hijas” o “el padre o la madre” y otras veces se utiliza
el masculino en general. (N. del E.)
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14 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
derechos de los padres a volcarse en el interés de los hijos, del acceso al con-
tacto y de los derechos a las responsabilidades. Las necesidades de los niños
han pasado al primer plano.
En el contexto de todos estos cambios, los profesionales de la salud, la
educación y los servicios sociales se enfrentan cada vez más a las secuelas
de la ruptura familiar. Los trastornos emocionales y conductuales de los niños,
la depresión y el estrés de los adultos y el conflicto abierto que ha sido la
razón primordial de la separación no suelen tener como contrapartida un
incremento de los recursos en la comunidad profesional.
Este libro representa un intento de examinar lo que hemos aprendido en
nuestro trabajo, en un establecimiento del National Health Service del Reino
Unido, proporcionando un servicio terapéutico a familias, durante y después
de la separación y el divorcio. Nos interesa la aplicación de nuestros hallaz-
gos en el contexto clínico, en la “primera línea” de la atención primaria y en los
medios educativos, en donde los profesionales se enfrentan con las dificulta-
des que experimentan tanto los hijos como las familias a consecuencia de
esta transición de vida, cada vez más corriente. Mientras escribimos desde la
perspectiva de unas trabajadoras ubicadas en una gran ciudad de una parte
de Europa, las familias con las que hemos trabajado proceden de todas las
partes del mundo: África, Norte y Sudamérica, India y Asia Oriental, así como
de Europa (véase el Capítulo III). Nuestros descubrimientos acerca del es-
trés de los hijos en el contexto de la ruptura de sus padres tienen, por tanto,
un campo de aplicación que excede el Reino Unido. Aunque las estructuras
para educar a los hijos difieren según zonas del mundo, la decisión parental
de vivir separados (en las culturas occidentalizadas al menos) conlleva en los
niños unas potentes repercusiones comunes, como han demostrado investi-
gaciones realizadas en Australia, Nueva Zelanda y los Estados Unidos.
En los últimos veinte años, las investigaciones de las ciencias sociales se
han ocupado de los efectos de los cambios de la estructura familiar en el fun-
cionamiento psicológico de niños y adultos, centrándose en particular en los
hogares con uno sólo de los padres frente a los que tienen los dos. En la déca-
da de 1970 y a principios de la de 1980, los científicos sociales consideraban
las elevadas tasas de divorcio y el incremento del número de familias en las
que los hijos conviven sólo con uno de los progenitores (monoparentales)
como un indicio de que las parejas infelices ya no se sentían obligadas a per-
manecer unidas, las mujeres oprimidas podían liberarse de unas relaciones
maritales en las que se sentían atrapadas y los hijos se libraban de la carga
de un conflicto parental contínuo. Se tendía a interpretar estos cambios como
un signo de evolución social más que como un indicio de desorganización
social. En consecuencia, los científicos sociales de la época solían considerar
las estructuras familiares alternativas como entornos igualmente viables para
el desarrollo de niños y adultos (SIMONS, 1996).
Durante la década de 1980, otras investigaciones comenzaron a mostrar los
efectos negativos del divorcio, sobre todo en los niños. Por ejemplo, diversos es-
tudios (AMATO y KEITH, 1993; MCLANAHAN y BOOTH, 1989; MCLANAHAN y SANDE-
FEUR, 1994) informaron de que los hijos de familias con sólo uno de los padres:
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Introducción 15
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16 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
•nLa ayuda no puede correr sólo a cargo de los especialistas. Lo más pro-
bable es que los padres pidan consejo a los médicos de atención pri-
maria, a los maestros o profesores y a los abogados de familia que, a
menudo, no están bien preparados para esto. La información y la for-
mación facilitada a estos grupos puede capacitarlos para tratar con
familias que no requieran o deseen la ayuda de especialistas.
•nTambién puede ser útil la información dirigida a los padres. Es impor-
tante despejar las preocupaciones de muchos de ellos acerca de que la
propia separación pueda tener un efecto dañino y permanente en sus
hijos. Igual de importante es transmitir el mensaje de que los factores
presentes y futuros, como los conflictos familiares, pueden tener efectos
negativos. Hay que estimular a los padres para que minimicen la impli-
cación de los hijos en sus disputas.
•nProbablemente sea beneficioso permitir a los hijos que mantengan con-
tacto con ambos padres. Aparte de circunstancias en las que sea nece-
sario protegerles de la violencia o los abusos familiares, los servicios de
apoyo deben facilitar la participación continuada de los padres que no
tengan la custodia en la vida de sus hijos.
•nEl reconocimiento de los responsables políticos y de los grupos de apo-
yo de las diversas formas familiares es vital para ayudar a las familias
para que actúen de la manera que sea mejor en beneficio de la salud y
el bienestar de sus miembros. El apoyo puede ser tan importante en los
momentos de formación de nuevas parejas como en los que siguen a la
separación [la cursiva es nuestra].
Como indican los informes obtenidos, las familias necesitan el apoyo de
los servicios generales y de los especializados tanto en el momento del divor-
cio como en las fases posteriores. Este libro se dirige a un amplio conjunto de
profesionales:
•nLos que están en “primera línea”, cuyas responsabilidades y relaciones
con los hijos y sus familias los convierten en la primera puerta a la que
llamarán cuando surjan las dificultades, en virtud de su implicación en
diversos puntos del ciclo vital del desarrollo de la familia. Son, por ejem-
plo, los médicos de atención primariai*, los maestros, los enfermeros
visitadores de salud, los enfermeros escolares, los trabajadores socia-
les y los orientadores escolares.
•nLos profesionales que, desde sus respectivas perspectivas especializa-
das, entran en contacto con las familias en el momento de la separación
y el divorcio: orientadores, psicoterapeutas, terapeutas de familia, me-
diadores, abogados, funcionarios judiciales, psicólogos y psiquiatras, y
otros que trabajan en las áreas de la salud, la educación, los servicios
sociales y en el voluntariado.
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18 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
están implicados en diversas etapas del desarrollo familiar. Sean cuales fue-
ren las circunstancias, representan un valioso recurso para las familias que
afrontan el divorcio y sus secuelas. En el Capítulo IX, examinamos cómo
maximizar, en esta etapa, el potencial del contexto de la atención primaria
para un contacto útil y significativo con las familias.
El Capítulo X estudia las cuestiones específicas que afectan a distintos
profesionales de diferentes ámbitos que pueden entrar en contacto con las
familias en distintas etapas del proceso de divorcio. Consideramos los proble-
mas de quienes trabajan directamente con los hijos en los campos de la
salud, la educación y los servicios sociales, así como las implicaciones del
divorcio y de la separación para quienes actúan en el contexto jurídico y en el
campo de la salud mental adulta. Prestamos especial atención a las compe-
tencias necesarias para hablar con los hijos y facilitar que ellos hablen de
manera que se sientan seguros y tengan en cuenta los vínculos de lealtad en
cuyo contexto se mueven.
Por último, pero no lo menos importante, están las “notas para los pa-
dres”, un resumen de los temas que nos parece importante tengan presentes
los padres con respecto a sus hijos en las épocas de separación y cambio.
El libro se basa en nuestra experiencia de más de veinte años de trabajo
con familias, muchas de las cuales han pasado por los procesos de separa-
ción, divorcio y nuevo matrimonio. Para algunos, estos procesos han sido más
difíciles y dolorosos que para otros. Somos conscientes de que hijos y padres
tienen que comenzar una nueva vida con el fin de seguir adelante y, de nues-
tro trabajo con familias, hemos aprendido que ciertos factores pueden mode-
rar los efectos dañinos del divorcio y, en consecuencia, contribuyen positiva-
mente al cambio familiar (GORELL BARNES y DOWLING, 1997; DOWLING y GORELL
BARNES, 1999).
Estamos agradecidas a las familias con quienes hemos trabajado, que
nos han enseñado tanto acerca de sus problemas y sufrimientos, como de su
ingenio, resistencia y capacidad de cambio. Los ejemplos que aparecen a lo
largo del libro han sido cuidadosamente modificados para respetar las identi-
dades y circunstancias de las familias y preservar la confidencialidad.
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CAPÍTULO PRIMERO
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20 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Cambios en la familia y ansiedades de los hijos 21
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22 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Cambios en la familia y ansiedades de los hijos 23
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24 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Cambios en la familia y ansiedades de los hijos 25
Ira y amargura
Diversos estudios de distintas partes del Reino Unido han puesto de
manifiesto la ira, el conflicto y la amargura que acompañan con frecuencia al
divorcio. En su estudio de 400 familias en fase de divorcio, realizado en New-
castle, WALKER y sus colaboradores advierten de manera especial sobre el
peligro de que los profesionales organicen sus creencias en torno a un “tipo
ideal” implícito de familia posdivorcio y hagan excesivo hincapié en un futuro
cooperativo. Uno de los peligros de un movimiento de la clase media, influido
por las ideas del divorcio “perfecto” y de la mediación, es que puede albergar
muchas expectativas de “acuerdo” entre los excónyuges. Al menos la cuarta
parte de las familias del reciente Estudio de Newcastle no estaban en esta
situación (SIMPSON, MCCARTHY y WALKER, 1995). El Exeter Study demostró
también que, de 152 niños cuyas familias se habían reconstituido, menos de
la mitad mantenían contacto con el padre que no ostentaban la custodia dos
años antes. Debemos tener muy en cuenta la evidencia directa de estos y
otros estudios que revelan que, para los hijos, el divorcio no suele ser fácil
y que los profesionales necesitan comprender en detalle los procesos impli-
cados, en vez de descartar el trastorno de las relaciones como acontecimien-
tos normativos de los que, con el tiempo, los niños se recuperarán. Es probable
que, entre los procesos perjudiciales, estén las dificultades de comunicación
entre los padres que ya no viven juntos, así como los patrones de discusión y
conducta agresiva. En las parejas que se separan es corriente la pérdida de
autoestima cuando las personas tratan de establecer sus propias ideas acer-
ca de cómo reconstruir sus vidas y sus redes sociales, mientras negocian lo
que consideran importante para sus hijos.
En nuestro trabajo, hace tiempo que los modelos teóricos que encuadran
la experiencia vital estresante en marcos patologizantes han sido reemplaza-
dos por el deseo de considerar y aprender más acerca de los enrevesados
factores cotidianos que hacen más vulnerables a los hijos o a los padres, que
de aquellos que pueden protegerlos de los riesgos, cuyo desarrollo se cono-
ce como “resiliencia”. Una de nosotras (ED) ha representado en particular
una perspectiva evolutiva, teniendo en cuenta las diferencias entre las res-
puestas de los niños. Los más pequeños que entraron en este estudio, por
ejemplo, han demostrado que son menos capaces de entender las realidades
de lo que ha llevado a un divorcio o de comprender lo que éste conlleva, y es
posible que piensen que ellos tienen la culpa. Es más probable también que
los niños mayorcitos tengan un conjunto de compañeros de clase o amigos
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26 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
con experiencias vitales similares, con los que hacen comparaciones, aunque
esto no los libere necesariamente de una sensación de responsabilidad per-
sonal.
Ambas autoras se han interesado por pensar en las transiciones con-
secuentes al divorcio en un “marco de referencia sistemática”. Este marco
implica considerar que las características de cada miembro de la familia y las
interacciones entre ellos desempeñan un papel en la forma de sentir y de
comportarse de cada persona en un momento en el que la familia se modifi-
ca. Las fluctuaciones entre los distintos “subsistemas” (padre-hijos, madre-
hijos, padre-madre, hermana-hermano) afectan al bienestar individual y fami-
liar, particularmente los cambios en la ex pareja marital, el ex esposo y la ex
esposa. Otros cambios de los subsistemas son las entradas de nuevas “pare-
jas”, que pueden influir en los planes relativos al tiempo de contacto entre
padres e hijos, así como en la creación de conflictos de lealtad en los hijos.
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Cambios en la familia y ansiedades de los hijos 27
Algunos de los efectos de vivir en un hogar con sólo uno de los padres, de
los que se informó en la investigación, ponen de manifiesto ciertas diferencias
entre los hijos incluidos y los no incluidos en muestras clínicas. Los hijos no
pertenecientes a muestras clínicas eran considerados más autónomos, tení-
an menos supervisión adulta y pasaban menos tiempo en compañía de los
adultos. Se indicaba también que manifestaban mayor competencia en las
tareas del hogar y que se enorgullecían de su participación en el funciona-
miento sin problemas de la familia. Esas generalizaciones están claramente
relacionadas con la edad y también están conectadas con el tiempo que haya
pasado desde la reorganización de la familia en relación con la estructura
encabezada por sólo uno de los padres. Nuestra muestra de padres, junto con
otras muestras de carácter clínico, como las de WALLERSTEIN y colaboradores
(WALLERSTEIN y KELLY, 1980), no siempre consideran positivas esas caracte-
rísticas de autonomía en las conductas familiares. Por ejemplo, la mayor auto-
nomía de los hijos y su participación en las decisiones planteaban a menudo
otros problemas para los adultos, que sentían que su autoridad se debilitaba
por la pérdida de poder que conllevaban los cambios consecuentes al divor-
cio (padres y madres, tanto los que tenían a su cargo a los hijos como los que
no). Podían experimentar una reducción de las diferencias entre generacio-
nes al quedar más “controlados” por sus hijos y menos libres de su responsa-
bilidad de “estar a cargo” de ellos. Observamos que los padres del Exeter
Study, una muestra no clínica del Reino Unido, también informaban de que su
propia sensación de vulnerabilidad había debilitado su autoridad. En conse-
cuencia, probablemente sea importante que los profesionales presten aten-
ción a este aspecto para ayudar a los padres a reforzar sus capacidades de
decisión del modo más adecuado.
Todos tenemos que concienciarnos de que las imágenes de la “materni-
dad” están en constante negociación y reconstrucción sociales mediante las
imágenes creadas por la política del gobierno y el tipo de debates que gene-
ra, así como por el periodismo, los medios de comunicación y las mismas
madres. La interpretación social tiene que ver con el modo en que nuestras
identidades son múltiples y complejas y están relacionadas con la sociedad y
los tiempos cambiantes en los que se producen las imágenes. Ser madre de
unos hijos después del divorcio en los primeros años del nuevo milenio es una
experiencia diferente, en muchos sentidos, a la de ser madre de unos hijos
tras el divorcio en la década de 1960; del mismo modo, vivir en Londres con
los hijos es diferente de vivir en Chipre, Barbados, Río o Delhi. No obstante,
es probable que haya características del rol de madre después del divorcio
que muestren cierta constancia, con independencia del tiempo y el lugar. Al
asumir el papel de madre, una mujer puede sentirse en posición desventajo-
sa en muchos aspectos, en comparación con las mujeres que siguen casadas
en familias con dos progenitores. Sigue considerándose que las madres, más
que los padres, tienen la responsabilidad de que sus hijos “salgan bien”. Aun-
que el debate sobre el tipo de familia que ayuda más probablemente a los
hijos a “salir bien” ha sufrido cambios radicales en la última década, muchos
debates públicos han seguido privilegiando ciertos tipos de familia sobre
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28 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
otros, a menudo incluso ante evidencias que contradicen los elevados moti-
vos morales que se defienden. Las familias con sólo uno de los padres han
sido atacadas una y otra vez por no ser “verdaderas familias” y se sigue
hablando de ellas como si sólo hubiese una forma familiar unitaria, en vez de
tratarse de una denominación que abarca muchas estructuras funcionales
diferentes para educar a los hijos (BURGHES, 1995). Las investigaciones re-
cientes han cuestionado muchos de los estereotipos acerca de los padres sin
pareja, poniendo de manifiesto que los hijos que crecen en familias sin padre
desde la infancia, pueden experimentar mayor cordialidad y más interaccio-
nes con su madre y están más firmemente vinculados con ella (TASKER y
GOLUMBOK, 1997).
Padres
¿Cómo hacer que los hombres entiendan, piensen, sientan y manifiesten
las diferencias de la paternidad en el contexto del ejercicio paternal tras el
divorcio? ¿Cómo se contextualiza esto en cuanto a sus recursos económicos,
historias familiares y creencias culturales más importantes? La maternidad y
la paternidad se interpretan de formas muy diferentes que, a su vez, son
cuestionadas por el divorcio (BURGHES, CLARKE y CRONIN, 1997). Por ejemplo,
las ideas dominantes de feminidad implicadas en las creencias tradicionales
acerca de la maternidad sostenidas en distintas culturas se complementan,
en esas culturas, con las creencias acerca de la masculinidad y el equilibrio
adecuado entre los géneros. La idea de que los hombres son dominantes y
fuertes (con frecuencia, relacionada tradicionalmente con la violencia contra
las mujeres y los niños) hay que modificarla, y otros aspectos del yo tienen
que desarrollarse y elaborarse para que el ejercicio paternal, posterior al
divorcio, sea viable para los hombres. En nuestro trabajo con padres y
madres, hemos adoptado la postura de que no hay unas relaciones preesta-
blecidas entre el género de los padres y lo que sean capaces o no de hacer
en beneficio de sus hijos. Nos gustaría indicar que hay tanto peligro en ha-
cer presuposiciones generales acerca de los padres (varones) sin pareja,
como en hacerlas sobre las madres sin pareja, habiendo encontrado una gran
diversidad en cuanto al alcance y la capacidad de los hombres de ejercer
como padres en nuestra pequeña muestra de familias que atravesaban el pro-
ceso de posdivorcio.
Otro trabajo realizado en el contexto de la búsqueda de roles y normas
familiares cambiantes (GORELL BARNES y cols., 1997) llevó a una de nosotras
(GGB) a interesarse especialmente por el descuido comparativo de los pa-
dres en relación con el reparto de responsabilidades tras el divorcio. Dos
pequeños estudios llevados a cabo en el contexto del proyecto de divorcio
aumentaron ese interés. Uno estudió más a fondo de qué modo se relacionan
la propia percepción masculina de lo que constituye un comportamiento acep-
table del hombre y de la mujer como padres con su capacidad de comprome-
terse a ejercer como padres tras el divorcio. En este estudio, HART (1994)
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Cambios en la familia y ansiedades de los hijos 29
demostró que hay muchos factores que influyen en el desarrollo de los roles
de paternidad tras el divorcio. Descubrió que la propia aptitud de los hom-
bres para actuar con flexibilidad en los planes para atender a sus hijos está
relacionada con su capacidad de adoptar unos patrones de ejercicio paternal
que incluyen la realización de tareas que antes se estimaban propias “de
mujeres” o que, por regla general, se consideran culturalmente incluidas en el
ámbito del ejercicio “maternal”. ADAMS (1996) descubrió, además, que la ex-
periencia de haber tenido un buen padre, así como el apoyo continuado de
otros hombres que realizan tareas similares, promueve, sin duda, su capaci-
dad para continuar ejerciendo como padres por sí mismos, un cometido que
muchos presentan como una experiencia a veces frustrante y dolorosa.
El segundo estudio (BRATLEY, 1995) consideraba las experiencias y dificul-
tades de los hombres al tratar de mantener el contacto con sus hijos cuando
los tribunales habían ordenado que las visitas debían hacerse bajo su-
pervisión. El estudio se realizó en un punto de encuentro familiar de Londres.
Este proyecto, así como nuestro propio trabajo clínico, suscitó una preocupa-
ción en torno a cómo ofrecer apoyo psicológico y educativo a los padres, para
ayudarlos a desarrollar unas competencias paternales adecuadas a las eda-
des de sus hijos. KRAEMER (1995) dice que las mujeres siguen facilitando el
contexto en el que los padres aprenden las competencias paternales y, aun-
que los investigadores no han demostrado ni refutado esta teoría, es proba-
ble que sea un aspecto que motive el abandono de los padres de los contac-
tos con sus hijos en los dos años inmediatamente posteriores al divorcio. Lo
que hacen algunos padres casi siempre es compartido con sus parejas, o
depende de las indicaciones que ellas les den, por lo que esta experiencia de
conducta paternal la consideran esencialmente relacionada con sus parejas
respectivas. Siguiendo esta misma lógica, cuando la pareja se rompe, el padre
puede estar inseguro con respecto a su forma de comportarse y el paso a una
identidad paternal personal será laborioso y doloroso. Esto es especialmente
probable cuando la separación ha sido agria y hostil y el padre no dispone de
ningún sitio al que llevar a su hijo que pueda considerar un “hogar”.
Según nuestra experiencia, el tiempo necesario para que un padre se
sienta competente y seguro de sí como tal, en ausencia de su ex mujer, es
muy variable. En parte, esto está relacionado con el grado en que la madre
“permita” al padre desarrollar su propio estilo de ejercicio paternal posdivor-
cio, con independencia de lo que se imponga como comportamiento “correc-
to”. Para algunos padres que no pudieran desarrollar las competencias ade-
cuadas, el hecho de que la ex mujer lo vigile críticamente le crea un grave
estrés. En estas situaciones, conviene adoptar un enfoque evolutivo y educa-
tivo que permita al padre situar su pensamiento en un marco de referencia
más amplio. No obstante, algunos padres se comprometen mucho con el ejer-
cicio de la paternidad durante toda la vida de sus hijos y, en algunos casos,
les han cuidado de forma equitativa a las madres que no trabajan a tiempo
completo. En estas situaciones, los razonamientos en torno a “qué es lo mejor
para el hijo” compiten con “qué es lo que los expertos valoran más aunque
sea el niño quien salga perdiendo”.
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30 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Si hay cada vez más pruebas de que los padres pueden ser padres
competentes, cariñosos y comprometidos, ¿cómo se desarrollará en la pró-
xima década el debate acerca de si es preferible que los hijos mantengan el
contacto con ambos conyuges, aunque discutan, o que pierdan el contacto
con uno, de manera que así no se vean afectados por un conflicto conti-
nuado? Es probable que las respuestas sobre las condiciones de la relación
que puedan influir en una decisión en uno u otro sentido se clasifique gra-
cias a nuevos estudios de investigación. En la actualidad, sabemos que
cuando las parejas que se divorcian procuran o aceptan voluntariamente la
responsabilidad parental conjunta y son capaces de llevar la coparentalidad
sin excesivos problemas, es más probable que los padres sigan implicados
en sentido positivo (MACCOBY y MNOOKIN, 1992) y que esto, a su vez, bene-
ficia a sus hijos. Se ha descubierto que una relación cordial con un padre
con autoridad, no residente en el hogar, está asociada con una autoestima
más elevada, mejores competencias sociales y cognitivas y menos proble-
mas conductuales de los hijos (HETHERINGTON y STANLEY-HAGAN, 1995).
FURSTENBERG y sus colaboradores estudiaron las percepciones de los ado-
lescentes de sus relaciones con sus padres no residentes en el hogar fa-
miliar y descubrieron que el 76% manifestaban que sus padres se preocu-
paban por ellos y los querían, incluso cuando el contacto fuese poco
frecuente. Parece probable que los hijos puedan identificarse con el padre
con quien no conviven y, por extensión, establecer una relación positiva con
él, aunque lo vean muy poco pero con regularidad (FURSTENBERG, MORGAN y
ALLISON, 1987).
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Cambios en la familia y ansiedades de los hijos 31
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32 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Cambios en la familia y ansiedades de los hijos 33
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CAPÍTULO II
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El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio 35
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36 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio 37
teriorando de una forma más dramática, las peleas pueden haber sido cada
vez más violentas, tanto verbal como físicamente, o quizá la pareja haya ido
alejándose, “yendo cada uno por su lado” y, por la razón que sea, la idea de
separarse parezca la única opción posible. Uno o ambos cónyuges pueden
considerar que esa decisión sea la mejor solución de su problema en sus cir-
cunstancias concretas. Las interacciones cotidianas pueden estar dominadas
por intensos sentimientos de ira, pérdida, dolor y ansiedad y la comunicación
entre los cónyuges puede resultar cada vez más tensa. Después, será más
difícil tener en cuenta las necesidades de los niños, en especial cuando
entren en conflicto con la decisión tomada por la pareja.
En medio de esta agitación emocional, desencadenada por el abandono
o por ser abandonado, probablemente haya presiones económicas y posibles
cambios próximos, como mudarse de casa y dejar a los amigos y los sistemas
de apoyo. Los padres deben tener presente lo que necesitan sus hijos en ese
período concreto para afrontar con éxito la transición.
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38 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Desde una edad muy temprana, los niños se sienten obligados a ser lea-
les con sus padres. A menudo creen que expresar sus sentimientos, o hacer
incluso una pregunta sobre uno de los padres puede molestar al otro. Los
niños se convierten en “vigilantes de los padres”, procurando no importunar-
los, a expensas incluso de soportar ellos mismos la molestia. En términos de
las pruebas de investigación, FERGUSSON , LYNSKEY y HORWOOD (1994) descu-
brieron en Nueva Zelanda que parecía que la separación parental tenía
menos impacto en el desarrollo cognitivo de los niños cuando se producía
antes de ingresar en la escuela. En otras palabras, parece que la separación
tiene efectos más marcados en los niños en edad escolar que en los prees-
colares. Estos hallazgos confirman los de AMATO y KEITH (1993).
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El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio 39
*nLocución latina utilizada en Derecho, significa “En el lugar de los padres”, y se refiere a la
toma de algunas responsabilidades legales paternas por una persona u organización, en este
caso la escuela. (N. del E.)
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40 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
El divorcio y la escuela
Ante la confusión familiar, la escuela puede ser un lugar que ofrezca segu-
ridad y continuidad, en medio de un importante trastorno de la vida de los
niños, y las normas, la organización y el currículum escolar pueden ayudar a
los niños y a las familias afectados por la separación y el divorcio (COX y DES-
FORGES, 1987). La investigación ha demostrado que las escuelas pueden ayu-
dar a contrarrestar la vulnerabilidad que los niños pueden mostrar en momen-
tos de conflictos en el hogar.
En el Exeter Study (COCKETT y TRIPP, 1994), uno de los análisis más sig-
nificativo del impacto del divorcio en los niños del Reino Unido, se entrevistó
a 152 niños y niñas de dos grupos de edad (9-10 y 13-14) y a sus padres
acerca de sus experiencias de vida en familias intactas y en familias reconsti-
tuidas. La mitad de los niños vivían con ambos padres y la otra mitad en fami-
lias “reconstituidas” por separación o divorcio. El estudio demostró la mayor
probabilidad de que los hijos de familias reconstituidas manifestaran haber
recibido ayuda extra con respecto a sus trabajos escolares. Los autores inter-
pretaron este descubrimiento como prueba de la presencia de elementos de
apoyo en la escuela en vez de como indicio de que los hijos de familias
reconstituidas tuvieran dificultades de rendimiento. Los cambios escolares se
habían producido con mayor frecuencia en hijos de familias reconstituidas.
Frente al 5% de los hijos de familias intactas, el 10% de los de familias recons-
tituidas manifestaron haber tenido sentimientos de aislamiento a consecuen-
cia de problemas con amigos tras un cambio de centro escolar. No había dife-
rencia significativa entre los dos grupos en cuanto a niños que manifestaran
dificultades con los maestros. No obstante, era significativamente más proba-
ble que fuesen los padres de familias reconstituidas quienes se refirieran a
conductas de absentismo escolar de sus hijos.
Los maestros informaron de que era menor el contacto con padres de
familias reconstituidas que con los de familias intactas. El grupo con quien
menos contacto tenían eran los padres o madres separados sin pareja, quie-
nes, a su vez, manifestaban tener dificultades para asistir a las reuniones de
padres a causa de problemas de transporte y de atención a los hijos. En el
Capítulo VIII, nos ocuparemos más ampliamente de las consecuencias del
divorcio para los niños en el contexto escolar.
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El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio 41
midad del centro, los factores religiosos y culturales, así como el tamaño, la
reputación en el barrio y el espíritu del mismo, influirán en esa decisión y ten-
drán su importancia en la estructuración de la identidad del niño durante sus
años escolares. Los padres pueden tener convicciones fuertes, y muy dife-
rentes, sobre qué centro sea mejor y el hijo de padres separados puede ver-
se atrapado en una batalla entre ellos en torno a las decisiones relativas a la
escolarización.
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42 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio 43
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44 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Cuando las emociones están a flor de piel, puede ser muy difícil para los
padres encontrar una forma cooperativa de establecer planes para los hijos y
tener presente sus intereses primordiales, en vez de continuar la batalla. Los
niños necesitan comprender que puede ser el final del matrimonio, pero no el
final de la relación parental.
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El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio 45
Sus hallazgos indican también que “la calidad del ejercicio parental del
padre explica en parte la relación entre la estructura familiar y la adaptación
del hijo” (pág. 213), lo que subraya el ejemplo siguiente:
Doreen, madre de cuatro hijos, se sintió muy deprimida después de que su mari-
do la abandonase por una mujer más joven. Le resultaba difícil salir y, a veces, tenía
ataques de pánico. Consultó a su médico de atención primaria cuando empezó a pre-
ocuparse por el comportamiento de tres de sus hijos. Los dos hermanos más peque-
ños (de 10 y 12 años, respectivamente) importunaban en la escuela y su hermana
mayor estaba metiéndose en peleas. La mayor de las niñas había adoptado un rol
parental, ocupándose de su madre y de la casa y, en consecuencia, se resintieron su
trabajo escolar y su vida social. En el diálogo con la madre, se puso de manifiesto que
el contacto del padre con los hijos era muy errático, lo que les hacía sentirse enfada-
dos y abandonados por él.
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46 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Aunque las diferencias son claras, los autores hacen hincapié en que no
puede darse por supuesto que la separación parental sea su causa subya-
cente. “La complejidad de los factores que influyen en las familias antes,
durante y después de la separación indica que es un proceso más que un úni-
co acontecimiento lo que merece un examen detenido (pág. 5).
SIMONS y cols. (1996) confirman estos hallazgos:
Resumen
nLos hijos necesitan unas relaciones seguras con sus cuidadores, con
el fin de desarrollar unas relaciones emocionales y sociales sanas.
nEs preciso entender el deseo de proximidad, atención y receptividad
de los hijos como una expresión de sus necesidades.
nEl origen más común del enojo de los hijos es la frustración de su
deseo de amor y atención, y su ansiedad con respecto a la disposición
parental para atenderlos.
nEl divorcio es un importante factor de riesgo con respecto a los proble-
mas de adaptación de los niños.
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El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio 47
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CAPÍTULO III
En este capítulo presentamos a las familias con las que hemos trabajado
durante los últimos cinco años en el proyecto de investigación sobre el divor-
cio, para poner de manifiesto la complejidad de la experiencia vital con la que
pueden entrelazarse los procesos de divorcio y de separación. El trabajo des-
crito se desarrolló en el contexto de un servicio de salud mental infantil y fami-
liar del centro de Londres. Hemos seleccionado algunos aspectos de la cultu-
ra, la estructura y los planes organizativos familiares de todas las familias con
las que hemos trabajado y sobre este fondo presentaremos los problemas y
enfoques clínicos que exponemos en los Capítulos IV y V.
Treinta familias y 50 niños de edades comprendidas entre los 4 y los 15
años pidieron ayuda, bien en el momento de la separación o el divorcio, bien
inmediatamente después. Las familias procedían de ambientes, países de ori-
gen y culturas diferentes. Los países de origen eran: Sudáfrica, Argentina,
Brasil, el Caribe, Colombia, Chipre, Francia, Holanda, India, Irán, Irlanda,
Israel, Líbano, Malasia, Reino Unido y Estados Unidos. En más de la mitad de
las familias con las que trabajamos, uno de los padres había nacido fuera del
Reino Unido (dieciseis en total) y, en el caso de doce familias, ambos padres
habían nacido fuera del Reino Unido. El carácter multicultural de las familias
refleja la naturaleza cambiante de la población en muchas partes del Reino
Unido. En los casos de algunas parejas, se dijo abiertamente que la imposibi-
lidad de elaborar un sistema de significados culturales compartidos había
contribuido a las diferencias entre los cónyuges, mientras que en otras no se
planteó la cuestión. Los padres y las madres de los interesados comentaron
que, a veces, la diversidad de visiones del mundo que hay entre el hombre y
la mujer, esposo y esposa, se complicaba por las extremas diferencias entre
los sistemas de creencias de hombres y mujeres en sus diferentes culturas de
origen. En varias familias, esta disonancia se vio reflejada en un nivel interge-
neracional y, como consecuencia, la vivieron como algo que los padres del
cónyuge consideraban perjudicial, desaprobándolo, por tanto. La forma de
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Las familias en medio de las transiciones del divorcio: Objeto de investigación... 49
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50 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
das por su ex pareja para que la relación de ambos adopte formas más libe-
radoras.
En nuestro grupo, la mitad de las separaciones las iniciaron las mujeres,
frente a un cuarto de los hombres; de las restantes parejas, tres habían toma-
do una decisión conjunta y las demás habían cohabitado de distintas mane-
ras, por lo que no habían llegado a crear una dinámica de parejas estables.
La principal razón para separarse dada por las mujeres era la violencia. Ocho
mujeres manifestaron que los actos violentos eran la razón primordial de ini-
ciar el divorcio, mientras que otras cinco, que habían informado de episodios
violentos, situaron su deseo de divorciarse por una situación más amplia de
infidelidad, abuso de drogas y de alcohol, conducta autoritaria e inseguridad
económica. Otras razones dadas eran el deseo de desarrollar una carrera
profesional no limitada por los puntos de vista de sus cónyuges, la falta de fia-
bilidad económica del varón “proveedor” o la hostilidad hacia los padres de
sus hijos, acompañada por la preferencia de vivir con otra mujer.
La principal razón dada por los hombres para iniciar la separación era que
se habían enamorado de otra mujer. Cinco de los padres que iniciaron el di-
vorcio dieron esta explicación. Otras razones aportadas por ellos en primer
lugar eran el “comportamiento poco razonable” de la esposa y la opinión de
los abuelos paternos y del resto la familia de que habían elegido una “mala
familia”. Las parejas que se responsabilizaron conjuntamente del divorcio,
aunque ambos cónyuges estaban mutuamente enfadados, no culpaban
exclusivamente de la situación al otro cónyuge. A algunas parejas les resulta-
ba difícil pasar de vivir en una misma casa a la fase siguiente de reorganizar
sus planes de vida por separado, con independencia de haber iniciado o no el
divorcio. Las personas reacias a negociar cambios manifestaron una serie de
temores profundos sobre qué ocurriría si los dos se mudaban: tristeza al pen-
sar en la ruptura de las estructuras cotidianas de la vida familiar tal como la
conocían, ansiedad por el dinero y por los efectos de la separación visible de
los padres sobre los hijos. Entre los temores expresados estaban sus propias
dudas acerca de si divorciarse era “correcto”. “¡Es como caer en pecado!”, dijo
un padre; “arrastrarse por el fango”, dijo otro, y “perder los códigos por los que
se ha organizado la vida”, manifestaron varios padres.
En los meses que siguieron a la separación, las capacidades de adapta-
ción de los conyuges a estar sin el otro variaban mucho, sobre todo al obser-
var las reacciones y emociones de sus hijos. Según nuestras ideas, basadas
en investigaciones realizadas en el mundo occidental, la capacidad de las
madres y los padres de establecer una relación cooperativa se consideraba
que era un factor predictivo importante del bienestar de los hijos. No obstan-
te, dado que nuestro trabajo se desarrollaba en un departamento que atiende
los problemas de salud mental de adultos y de niños, los problemas psicoló-
gicos que manifestaban los padres eran, como cabía esperar, de gran enver-
gadura y, a menudo, obstaculizaban el desarrollo de un ejercicio parental coo-
perativo.
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Las familias en medio de las transiciones del divorcio: Objeto de investigación... 51
cuando mi mente empezó a decaer, fue el año pasado, sentí que era un caso per-
dido... y me deprimí mucho, había, había perdido mucho peso y tenía la sensa-
ción de que a Richard [su marido] todo le daba igual... Me sentía como si me sui-
cidase cada día; y si hubiese tenido el valor suficiente lo hubiera hecho, pero cada
vez que lo pensaba, iba a la fotografia de los niños y me preguntaba qué iban a
hacer, y después lloraba, lloraba y lloraba, volvía y pedía ayuda... y solía mirar las
fotos de los niños, los tres juntos, y me preguntaba cómo podía hacerles eso.
Sería una actitud muy cobarde por mi parte hacerles eso... Podía hacérselo a él o
a mí, pero no a ellos.
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52 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Las familias en medio de las transiciones del divorcio: Objeto de investigación... 53
bien tenían con ellos a uno de sus hijos o mantenían un ejercicio parental
comprometido y emocionalmente muy implicado tras la separación. Ninguno
de estos padres tenía un empleo que supusiera unas “horas de trabajo” regu-
lares. Tres padres, cuyas ex esposas trabajaban a tiempo completo, aumenta-
ron su implicación parental, provocando un intenso conflicto que llevó a que en
dos casos se quedaran con la custodia. De las madres que anteriormente
habían trabajado a tiempo parcial, tres emprendieron nuevos empleos adicio-
nales, declarados o no, con el fin de hacer frente a las mayores cargas eco-
nómicas que conllevaba la separación. Estas madres se encontraron con que
debían soportar mayores cargas de trabajo al mismo tiempo que tenían
que supervisar las nuevas rutinas de sus hijos. De las mujeres que trabajaban
a tiempo parcial, cuatro comenzaron estudios de formación o educación supe-
rior. Tres madres no trabajaban fuera del hogar y una dejó su empleo, prefi-
riendo recuperarse de la ansiedad provocada por una experiencia de divorcio
particularmente violenta. Unos años después, se recicló y volvió a trabajar.
Las mujeres tenían que aprender ahora a diferenciar claramente la rela-
ción estresante que tenían con sus ex esposos del ejercicio parental compar-
tido, y esto ocasionaba a menudo conflictos tanto económicos como emocio-
nales. Las mujeres manifestaban tensiones económicas con más frecuencia
que los hombres y respondían con un incremento de horas de trabajo, mien-
tras que los hombres seguían con la misma carga de trabajo anterior, pero
descubrían más aspectos de las dimensiones emocionales de la combinación
de las exigencias del trabajo y las del ejercicio parental. Lo más frecuente era
que las madres trabajaran muchas horas además de hacer maquinaciones
más complejas que los padres para atender a sus hijos. Dadas las múltiples
tareas asociadas con este primer período de cambio, era fácil que se pasaran
por alto el punto de vista del hijo y sus deseos de explicaciones y de entender
los cambios que estaban teniendo lugar; el deseo de que las estructuras fun-
cionaran sin problemas tenía prioridad sobre el establecimiento de unos
modelos de una comunicación más clara entre los padres y los hijos. Aunque
gran parte de la investigación se ha referido a esta época de la vida familiar
como “período caótico”, no era lo normal en las familias que vimos, de mane-
ra que la mayoría de los padres mantenía, del mejor modo posible, la estruc-
tura cotidiana de la vida familiar en beneficio de sus hijos. La mayoría de las
mujeres cuyas horas de trabajo habían aumentado implicaban a otros, como
abuelos, vecinos, nuevos cónyuges o compañeros sentimentales y a cuidado-
res retribuidos de distintos tipos para que les ayudaran, pero algunas mujeres,
cuyas familias estaban en otro país, soportaban solas esta tensión añadida.
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algunas de las nuevas relaciones fueron vividas por el padre y la madre como
una pérdida añadida o por los hijos como nuevas complicaciones del apego o
la lealtad. Observamos a la mayoría de las familias durante un período que
osciló entre 1 y 2 años, e hicimos un seguimiento de las primeras 20 familias
que vimos durante 3 años y, en algunos casos, hasta los 5 años.
Al principio, había tres veces más madres que padres que vivían solas
con sus hijos. Cuatro madres tenían compañero sentimental regular o convi-
vían con él, tres madres tenían compañeras lesbianas no declaradas con las
que convivían, aunque posteriormente lo declarasen, dos grupos de padres
que vivían solos pero cada uno con un hijo y una mujer se fue a vivir con su
madre.
Al principio, once padres permanecían solos y trece vivían con una mujer
sin los hijos, lo que suponía presentar a una nueva persona a sus hijos muy
poco después de haberse separado. Cuatro padres iniciaron una relación en
la que se convirtieron en figuras “parentales” a tiempo parcial para los hijos de
su pareja. Además, esto requería que los hijos cambiasen sus ideas respecto
a su padre, viéndolo con otros niños con quienes mantenía una relación semi-
parental. Un padre se unió a una segunda familia donde tuvo nuevos hijos
mientras todavía vivía con la familia que había recurrido a nosotras; uno man-
tenía una relación sexualmente explícita con una mujer que trabajaba para él
en la casa aunque no convivía con ella formalmente.
En un período de tres años, los modelos cambiaron aún más. Sólo tres
madres seguían viviendo solas; las demás tenían compañero sentimental
regular o que convivía con ellas y dos habían dado a luz un hijo del nuevo
cónyuge. En las relaciones establecidas por los padres, siete grupos de niños
habían tenido nuevos hermanastros o medio hermanos. Por tanto, además
del proceso de cambio derivado de la ruptura de la familia nuclear original,
todos los niños que vimos habían pasado en dos años por la experiencia de
que uno o ambos progenitores adquirieran una nueva relación adulta y un ter-
cio también tenía nuevas figuras de hermanastros o hermanastras o medio
hermanos o medio hermanas con distintos grados de cercanía. La experien-
cia de la transición familiar conllevaba, por tanto, cambios complejos de los
conjuntos previstos de conexión, si no de apego a las nuevas relaciones, tan-
to con personas adultas como, a veces, con hijos “extraños”. Las preocupa-
ciones de los hijos por el sentido de estas nuevas relaciones constituyeron a
menudo una parte muy importante de sus conservaciones con una de noso-
tras o de posteriores entrevistas con sus padres.
Apoyo de la familia
¿Cómo influía la distancia o proximidad a la que se encontraba la familia
de los cónyuges para que éstos pudieran percibirla como un apoyo para ellos
y para sus hijos? Para los conyuges cuyos padres vivían en otro país, la for-
ma de actuar de la familia como recurso se dividía igualmente entre quienes
seguían apoyándose en sus familias en sentido positivo y útil y quienes no. La
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62 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
1.NLos remitidos ante todo para recibir ayuda en los problemas surgidos
por las discusiones no resueltas entre los padres.
2.NLos que tenían síntomas que preocupaban a sus progenitores, que no
tenían por qué estar relacionados con las discusiones surgidas en el
proceso de divorcio.
3.NAquellos que eran causa de preocupación en la escuela.
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Las familias en medio de las transiciones del divorcio: Objeto de investigación... 63
ron a los niños de las mismas familias en unas cuantas ocasiones. Obser-
vamos también que las niñas, a las que no habían agredido, mantenían una
visión ecuánime o más imparcial de sus padres, de acuerdo con sus propios
sentimientos positivos con respecto a ellos cuando sus hermanos parecían
incapaces de hacerlo.
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64 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
que sucede. Muchos niños pequeños que hemos visto en el estudio han
manifestado la creencia de que pueden mantener unidos a sus padres. Al
menos, cuatro niños pequeños manifestaron esta convicción: “Puedo reunir-
los de nuevo. Sé que puedo. Espera y verás”. Se alternan los sentimientos de
poder y de impotencia, y esta última puede extenderse a otros aspectos de su
vida. Su propia capacidad de ser competentes en relación con su edad y eta-
pa evolutiva puede quedar debilitada por la preocupación por lo que ocurre en
casa.
A menudo, las niñas pequeñas expresan el deseo de mantener unidas las
cosas mediante una conducta de preocupación. Anna tenía 5 años cuando
sus padres divorciados la llevaron a la clínica porque estaban preocupados
por su adaptación escolar y por el efecto de su divorcio sobre ella. Anna ya
había vivido una serie de transiciones en su familia, incluyendo el fallecimien-
to de amigas íntimas de su madre. En la primera entrevista, Anna estuvo
moviéndose sin parar durante la sesión. Iba de acá para allá, arreglando los
juguetes, vertiendo vasos de agua, tratando de cuidar a la terapeuta y mante-
niéndose muy ocupada simulando que ponía unas tazas de café. En el
siguiente extracto, una de nosotras (ED) examina su vivencia de la separación
de sus padres.
Más adelante:
Más tarde:
Anna: Cuando no viven juntos, cuando mi mamá y mi papá no viven juntos, estoy
muy disgustada.
ED: ¿Qué haces cuando estás disgustada?
Anna: Hoy no estoy disgustada ni nada por el estilo. Papá ya no está enfadado
conmigo y procuro ser siempre buena.
ED: ¿Por qué estaba enfadado contigo?
Anna: Él nunca se enfada conmigo.
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Las familias en medio de las transiciones del divorcio: Objeto de investigación... 65
Conflictos de lealtad
Los hijos pueden estar preocupados por uno o ambos padres durante
la separación y el divorcio y, cuando uno de los padres se ha marchado de la
casa, es inevitable que se produzca un conflicto de lealtades relacionado con
la forma de situarse ante el conflicto, como ponen de manifiesto los siguien-
tes comentarios de Bob (a la hora de escoger):
Estaba viendo este programa “Family Matters” y, en el año 2000, unos dos
millones y medio de padres se van a separar y los niños van a estar con... podrí-
an decirles que escogiesen y después podrían pensar... Y lo que no me gusta es
que podían ir con la madre y después pensar que a lo mejor debían querer más a
su papá... O su madre...
Hemos descubierto que los niños de tan sólo 8 años son muy capaces de
manifestar su inseguridad acerca del efecto que puede tener en un progenitor
su cariño hacia el otro. Además, pueden temer cómo actúe uno de los padres
cuando visitan al otro, dado que el comportamiento puede ser celoso o vengati-
vo. En este contexto, pueden ocultar sus sentimientos e inseguridades y adap-
tarse a lo que les parezca que esperan de ellos. Se enfrentan a la tarea de dar
sentido a cada uno de sus padres, sabiendo que tanto el padre como la madre
forman parte de ellos mismos y buscando el modo de integrar los distintos pun-
tos de vista con los que se encuentran. Este proceso resulta aún más difícil
cuando sus padres se descalifican mutuamente delante de los hijos o tratan de
hacer que tomen partido. “Mis abogados dicen que tu madre era la peor mujer
que han visto nunca” o “sólo tu padre sería lo bastante estúpido para pensar que
podía poner a un niño como tú en esa situación de peligro y salirse con la suya”.
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66 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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CAPÍTULO IV
©nEdiciones Morata, S. L.
68 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
escolar y de barrio. Por tanto, es posible que no perciban los efectos que
esos sucesos están produciendo en los hijos. Los padres que no han bus-
cado el cambio pueden vivir las transiciones como pérdidas, de manera que
concuerden con la experiencia de los hijos, por lo que no estarán muy bien
preparados para ayudar a sus hijos a afrontar los sucesos que les oprimen
a ellos mismos.
Como terapeutas de familia, normalmente consideramos a ésta como la
unidad primordial de nuestro trabajo, prestando atención también a la red
social más amplia en donde participan los distintos miembros y, en relación
con ello, en la que la familia cree que puede ser útil. En la familia, nos centra-
mos en las relaciones entre los distintos miembros y en tratar de encontrar
formas de ayudar a mejorar la comunicación. En nuestros primeros trabajos
clínicos con familias en transición, se puso de manifiesto que, tras la decisión
parental de separarse, era muy difícil que se escucharan las opiniones de los
hijos y sus diferentes perspectivas sobre los procesos familiares que estaban
teniendo lugar. También resultaba evidente que los hijos se encontraban a
menudo en un conflicto de lealtades entre sus padres y las diferentes histo-
rias que contaban sobre los procesos conducentes a la separación y sobre la
propia separación y el divorcio. Esto hacía difícil que los hijos hablaran de
su propio estrés y de sus preocupaciones derivadas de la experiencia de la
separación parental mientras estaban en presencia de uno o de ambos
padres. En el transcurso del proyecto desarrollamos, por tanto, unas formas
de trabajar con todas las relaciones de la familia en distintas combinaciones.
Esto permitió que emergieran distintos puntos de vista respecto a lo que esta-
ba ocurriendo y los efectos de la conducta de una persona sobre otra. En con-
creto, pudieron escucharse las opiniones de los hijos de manera que influye-
ran en sus padres y condujeran a cambios en los planes que se hicieron
posteriormente para ellos. El trabajo con los hijos se describe en detalle en el
Capítulo V. En este capítulo, abordamos el realizado con los padres y con la
familia en su conjunto.
Dado que los adultos deben tomar decisiones que tienen efectos a corto
plazo y, posiblemente, también a largo plazo en un momento en que ellos mis-
mos están sometidos a un grave estrés, estábamos dispuestas a hacer uso
de las investigaciones que han establecido factores protectores para los hijos
y a llevarlos a la práctica siempre que fuera posible. Esto nos condujo a ela-
borar unas preguntas sobre los cambios en la vida familiar que hicimos tanto
a los padres como a los hijos, en plan más formal en el transcurso de una
entrevista relacionada con la investigación y de manera más informal en el
curso de trabajo que hacíamos juntos. Los estudios tanto de Estados Unidos
como de Australia, así como los realizados en el Reino Unido, han demostra-
do que, a corto plazo, los hijos de familias divorciadas tienen más dificultades
en la escuela, más problemas de salud, incluida una serie de trastornos psi-
cosomáticos, una autoimagen más negativa y una autoestima más baja. Por
tanto, al plantear a uno de los padres o a un hijo unas preguntas sobre las
imágenes que tienen de sí mismos, de la familia y de la vida cotidiana del
niño, podíamos examinar los cambios, con cierto detalle. Por ejemplo, ¿de
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El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 69
qué modo ven los hijos y los padres las diferencias que se desarrollan en la
familia, durante las transiciones, y qué piensa cada uno sobre ellas? ¿Cuál de
los padres ha estado a diario más cerca del hijo y a quién ve menos en la ac-
tualidad? ¿Cómo se están planeando los acuerdos sobre las visitas de mane-
ra que se tenga en cuenta el apego del hijo a cada uno de los padres y no sólo
los puntos de vista de los cónyuges sobre “lo que es justo”? ¿Cuántas rela-
ciones con el resto de la familia quedarán cortadas y qué planes se desarro-
llan para que los hijos no pierdan sus conexiones con sus abuelos, tíos y tías?
El examen se centra en torno al equilibrio anterior de la vida del hijo y a cómo
ha cambiado y seguirá cambiando. También hay que ayudar a los padres para
que tengan en cuenta que los múltiples ajustes que necesitan los hijos duran-
te el cambio, pueden impedir durante algún tiempo que otras exploraciones
y aprendizajes se produzcan al ritmo habitual. En muchos casos, ha sido muy
útil ponerse en contacto con las escuelas de los niños.
©nEdiciones Morata, S. L.
70 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Cómo trabajamos
Muchos de los padres que atendimos ya estaban viviendo separados, por
lo que empezamos invitando al que estuviera conviviendo con los niños (nor-
malmente la madre), pidiendo permiso después para ponernos en contacto
con el que viviera aparte. Salvo que uno de los padres hubiese desaparecido,
manifestábamos siempre que nuestro trabajo consistía en promover lo más
beneficioso para los hijos, lo que implicaba a ambos padres y, durante la reu-
nión inicial, con uno pedíamos autorización para ponernos en contacto con el
otro. Veíamos a cada uno por separado en dos ocasiones por lo menos, de
manera que una de nosotras pudiera comprender del modo más completo
posible su historia sobre la ruptura del matrimonio y sus puntos de vista sobre
cómo debían orientar entre ambos el futuro de sus hijos, teniendo muy pre-
sentes todas las diferencias entre cada una de las versiones.
Para muchos padres, ésta era la primera oportunidad que habían tenido
de contar su historia. Por regla general, veíamos al menos dos veces a los
hijos sin sus padres, solos o con sus hermanos y hermanas. Después, tra-
bajábamos con las combinaciones siguientes, dialogando e intercambiando
las diferencias de puntos de vista acerca de lo que estaba ocurriendo y plan-
teando preguntas para que la familia aclarara las circunstancias o las exami-
nara con más detenimiento. Veíamos al padre y a la madre juntos, siempre
que fuera posible, y a cada uno de ellos con sus hijos. En ciertas ocasiones,
©nEdiciones Morata, S. L.
El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 71
vimos a toda la familia reunida para poner de manifiesto las diferencias que
habían quedado ocultas pero que estaban contribuyendo a confundir a los
hijos.
A pesar de los desacuerdos con sus ex parejas, los padres solían seguir
dispuestos a ayudar a sus hijos según las líneas de actuación que se acorda-
ran. No obstante, la experiencia nos enseñó que en el período más conflicti-
vo, inmediatamente posterior a la separación o al divorcio, cuando los sen-
timientos seguían pesando más que la voz de la razón, hay un conflicto entre
las propias necesidades de los padres y su capacidad de pensar en la de los
hijos. Así, un aspecto crucial del trabajo terapéutico consiste en recuperar el
equilibrio y ayudar a los padres a que presten atención a las necesidades de
los hijos. Con frecuencia, estos manifiestan su duelo por la pérdida de la an-
tigua familia, “la familia como era antes”, que es algo que los padres no
quieren oír o que quizá intenten evitar escuchar porque, también para ellos, la
pérdidas resultan sorprendentemente dolorosas. Acercarse a las distintas
posturas de los padres, que ya no son compañeros sexuales, ni siquiera ami-
gos, es complicado y, a menudo, agotador y lleva tiempo. Descubrimos que
habíamos subestimado la cantidad de tiempo que necesitaríamos dedicar
profesionalmente. El número de sesiones que necesitaban las familias para
lograr algún cambio de postura que las satisficiera variaba entre seis sesiones
y más de tres años de reuniones mensuales.
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72 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 73
mientos dolorosos de pérdida y es posible que, durante muchos años, los pla-
nes de “mirar por los hijos” no sean separables de los planes inacabados
entre la pareja. Es raro que un sistema de negociaciones no se vea afectado
por las desigualdades experimentadas de alguna manera en relación con el
acceso al dinero, a los bienes y a los hijos. La sensación de injusticia puede ir
en contra de la serenidad emocional que requiere un ejercicio parental com-
partido satisfactorio. Tres años después del divorcio una pareja, cuyo matri-
monio se había caracterizado por la pasión y la violencia, decía refiriéndose
a sus enconadas discusiones:
Don: Tengo la sensación de que el plan oculto con respecto a Bob es realmente
de Jane conmigo. Si me intereso por pensar con ella sobre cómo tratar al
niño, puede abrirse una brecha poco recomendable, cuyas repercusiones
nos devuelvan al lodo.
Jane: En nuestro caso, no es difícil que nos hagamos cosas... Me confunde y
empiezo a romperme. Sé que tendría que haberlo superado hace años...
Ahora, Don me gusta mucho más, lo que lo facilita. Ha sido muy difícil
superarlo. Todavía me siento muy ligada a él. Nunca tuve un momento en
el que dijese: “se acabó, ya está hecho”. Todavía me quedo confusa cuan-
do lo veo o paso algún tiempo con él.
Don: Una niebla devoradora cae rápidamente entre nosotros... es una falta de
información instintiva que se hace difícil. Cuando vives con ella y tienes un
mal momento... todavía tiene ciertas ventajas... tipos de comunicación...
códigos que se establecen de manera que quedas advertido de las cosas
y puedes establecer formas de organizarlas. Si te separas pero sigues con
los chicos, ya no cuentas con esos códigos instintivos. Las personas tienen
otras experiencias y los códigos cambian.
Para los padres, también es difícil asumir que los hijos cambian en rela-
ción con sus ideas acerca de sus padres y de su propia vida. Por ejemplo, Lin-
da, de 11 años, que había pasado años viviendo el mismo tiempo con su pa-
dre y con su madre, empezaba a querer estar más tiempo con ella. Su madre
había llegado a conectar más con las preocupaciones de su hija de 11 años y
las dos lo pasaban muy bien yendo de compras y haciendo juntas otras acti-
vidades. Esto causó un gran resentimiento en su padre, a quien le resultaba
muy difícil renunciar a parte del tiempo que pasaba con Linda.
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74 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Todavía me aferro a una burbuja que explotó hace mucho tiempo... Yo no pue-
do seguir con este tipo de abuso... en occidente estamos rompiendo muchas fami-
lias, pero en oriente llegamos a tales extremos de engaño... hace 20 años habrí-
amos llegado a un acuerdo, la mujer hace lo suyo, el hombre también, la mujer
engaña, los hombres lo saben, los hombres engañan pero no dejan que sus muje-
res lo sepan... pero permanecen unidos porque la familia es lo primordial y lo más
importante... y ahora eso ya no es posible.
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El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 75
Betty comentaba de qué modo Simon, su hijo, estaba alerta, la seguía a todas
partes y le decía: “¿Sabes qué mamá?, a veces me preocupa que no hayas tenido
una vida muy agradable”, y entonces, tenía que tranquilizarlo. Sin embargo, su pro-
pia reticencia a clarificar la situación la llevaba a dar respuestas parciales... “Tengo
que decirle: ‘mira, somos muy afortunados, tenemos una casa y bastante dinero, y
vemos a papá dos veces por semana, aunque ya sabes que ya no vivirá nunca más
con nosotros’... Y sé lo que eso me disgusta y que, obviamente, también a él verme
infeliz le afecta profundamente”.
Trabajando con la familia Darnley, vimos a cada uno de los padres a solas, a
Simon solo y después a Philip y Betty juntos. Al compartir su pesar porque su matri-
monio hubiese acabado realmente, (que incluía el hecho de que Philip estuviera
viviendo con otra mujer) se sintieron libres para hablar más abiertamente a Simon,
quien, a su vez, pudo expresar de manera más clara su enfado con su padre. Éste
reconoció el hecho cuando le manifestó a su hijo: “en realidad, tú no comprendiste
que yo estaba viviendo en otro lugar hasta que viniste aquí”, y nos dijo “me habría
gustado que Betty y yo hubiéramos sido más francos con él... porque le habría ayu-
dado a aceptarlo y creo que tiene toda la razón. Pienso que ambos sentimos que de
alguna manera, le estábamos haciendo la vida más fácil al no implicarlo en absoluto
y creo que le estábamos haciendo más difíciles las cosas”.
En la familia McGuire, la ausencia del padre era un tema tabú porque Mary, la
madre del chico, estaba muy encolerizada por el hecho de que éste la hubiera dejado
por otra mujer. El hijo mayor, Tony, se comportaba con su madre como si quisiera cas-
tigarla por haber “echado a papá”. El temor de Mary era que también pudiera empe-
zar a actuar como su padre. Mantuvimos cuatro sesiones con los chicos solos y un
número igual con Mary sola y una serie de sesiones con Mary y los chicos juntos. En
las sesiones con Mary sola, la animamos a que hiciera una lista de aspectos de la vida
con Sean, el padre de los chicos, que hubieran sido positivos para ella. Le pedimos
que escribiera los que le gustaría compartir con los chicos. Le preguntamos si estaba
dispuesta a firmar la lista y decir que mantendría lo que decía, antes de reunirse con
sus hijos para compartir sus recuerdos más positivos.
Una vez establecidas algunas imágenes buenas de Sean, Mary estaba más
decidida que antes a compartirlas. Le dijo a los chicos que él no era del todo malo
y les recordó que solía hacerla reír: “era muy bueno contando chistes. ¿Recordáis
alguno de los chistes que solía contar?” Los chicos dijeron que sí y comentaron
juntos algunos chistes. Ella continuó: “era bueno y todo eso si no bebía ni tomaba
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76 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 77
Los niños manifestaron que tenían ideas diferentes de lo que estaba pasando; el
hijo mayor adoptó un enfoque práctico: “En Gran Bretaña, muchas personas se están
divorciando, por lo que, si no os juntáis, supongo que vivirás en otro sitio”. Nosotras
señalamos que “parece que a Dave [el más pequeño] le resulta un poco difícil enten-
der que mamá y papá han tomado la decisión de no seguir viviendo como una fami-
lia. Parece que falta algo...”, y la madre continuó: “Creo que lo que falta, en realidad,
es que teníamos que habernos sentado, Henry [su marido] y yo, con los niños y expli-
carles todo, pero me parece que es porque yo siempre había hablado más... Siempre
he hablado más y dado más ánimos”. Después, interrumpe Henry enérgicamente: “No
quiero irme de casa porque no deseo separarme de mis hijos. Quiero marcharme por-
que no voy a seguir con mamá y parece que discutimos cada vez que hablamos, pero
también deseo quedarme en casa porque prefiero estar con vosotros, chicos... Ahora
bien, creo que, por encima de todo, y he hablado esto con mamá, es mejor que me
vaya porque me parece que disminuir las tensiones y los desacuerdos hará más feliz
a todo el mundo”.
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78 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
colaborar al máximo por satisfacer lo que creía que eran los deseos del hijo,
combinado con el reconocimiento tendría que llegarse a un compromiso por
ambas partes.
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El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 79
*nNo hay una traducción precisa de counselling al castellano. A veces aparece como
“orientación” y otras como “consejo”. Se trata, en todo caso, de un procedimiento profesional de
atención psicológica que recoge ambos aspectos y es conocido por su denominación inglesa.
(N. del T.)
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80 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Resumen
Objetivos del trabajo
•nCentro de atención: Pasar del “campo de batalla” a cooperar en relación
con el ejercicio parental como tarea primordial.
•nOpinión: Pasar de una postura de oposición al desarrollo de una serie
de puntos de vista respecto a cómo formular y pensar en las discusio-
nes en torno a los hijos, y de soluciones a problemas prácticos relacio-
nados con un ejercicio parental compartido puesto “sobre la mesa”.
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El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 81
Puntos clave
•nAl tener la oportunidad de presentar por primera vez su historia sin
correcciones, tanto los adultos como los niños tienen libertad para ela-
borar una nueva perspectiva de lo que ocurre.
•nA los hijos, las sesiones les dan la oportunidad de hablar con una per-
sona ajena a la familia, que sabe escuchar, es neutral y puede sacar a
la luz lo que les preocupa. En el proceso, se aclaran las ideas del hijo
acerca de las muchas diferencias implicadas. Posteriormente, en las
entrevistas con la familia, puede escucharse con más claridad la voz del
hijo y éste quedar absuelto de la responsabilidad de sostener todas las
diferencias.
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82 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
*nEn inglés Children’s Apperception Test (CAT), en la pág.175 se comentan las técnicas
proyectivas y el principio de apercepción en el que se basan estos test. (N. del E.)
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El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres 83
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CAPÍTULO V
Roy
Roy: Mamá, yo sólo quiero que sigáis juntos.
Madre: Ya lo sé, pero...
Roy: Por favor...
Madre: Ya lo ves, cielo, hemos estado juntos.
Roy: Yo sólo quiero saber si tú y papá seguiréis juntos.
Madre: Bueno, ya lo he decidido.
Roy: ¿Sí o no?
Madre: Ya he decidido no seguir viviendo con papá; primero, papá y yo no nos lle-
vamos bien cuando estamos juntos y, cuando hemos estado juntos, no
nos llevábamos bien y tú estabas teniendo un montón de problemas.
Roy: ¡Pero tú te llevabas bien!
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La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 85
Madre: No nos llevamos bien, cariño. Una de las razones de que hayamos deci-
dido, de que yo haya decidido dejar a papá, es que quiero darte la opor-
tunidad de tener un hogar tranquilo en el que puedas crecer y en el que
puedas aprender cosas y tener amigos y, al mismo tiempo, puedas visitar
a papá y asegurarte de que te diviertes con él.
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86 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Niños), que presentan escenas en las que aparecen distintos animales que
interactúan en diversos contextos, sus historias se referían a orfanatos, per-
sonas muertas y rocas. Le resultaba imposible utilizar los estímulos de los
animales interactuando juntos para construir historias de relaciones positivas
y constructivas. Llevó a la sesión monstruos de juguete y refirió historias ate-
rradoras que había leído y visto en casa.
Tras la sesión individual, pedimos a su madre que entrase con nosotros
para intentar ayudar al niño a escuchar su explicación de la decisión de sepa-
rarse. En el extracto anterior, pedía a su madre que permaneciese junto a su
padre, negándose a aceptar la explicación de su madre sobre el final de su
relación marital. Una de nosotras le sugirió que la escuchase:
ED: Quiero que escuches a mamá porque sé que esto es una gran preocupación
para ti y tú me has recordado que es incluso una preocupación mayor que
pensar en tus amigos. Por eso, deseo que tengas muy claro lo que ella te diga.
Roy: El león está triste; no tiene amigos; todo el mundo cree que es un imbécil.
ED: ¿Ningún amigo?
Roy: No, todos han muerto.
ED: ¿Cómo murieron?
Roy: Simplemente, murieron.
ED: ¿Y qué le ocurre al león?
Roy: Se muere de tristeza...
Había también una preocupación por una violencia aparentemente sin fin.
Al mirar una tarjeta en la que el perro padre sostenía el cachorro en su rega-
zo, el niño dijo: “Mira, está pegándole una paliza al perro, la paliza no acaba
nunca, el papá es como una máquina, cuatro millones de años más tarde, los
huesos se cascan, no queda nada...”
©nEdiciones Morata, S. L.
La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 87
ED: ¿No te preocupa uno de tus padres cuando estás con el otro?
Roy: En realidad, no; a veces, pienso en mi papá cuando estoy en casa de mi
mamá; ella me tiene durante dos días y eso parece bastante, y con papá
estoy un día...
ED: Tú sabes que los dos quieren estar contigo, ¿no?
Roy: Sí.
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88 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
ED: No lo sabes. Me parece que es bastante difícil pensar en ese tiempo, ¿no?
Fue una etapa preocupante, un tiempo triste. Es muy difícil recordarlo,
¿no? En esa época, ¿había alguien a quien pudieras contarle tus preocu-
paciones?
María: No.
ED: Parece como si tuvieras una imagen muy clara en tu mente de cómo ocu-
rrieron las cosas cuando los muebles acabaron en medio de la calle, pero
es difícil recordar lo que sabías en ese momento y lo que te habían dicho.
Quizá no te dijeran mucho... ¿Hubo algún momento en el que desearas
decir a tu mamá y a tu papá lo que tú querías?
María: Deseaba decirles que no se divorciasen.
ED: Querías que no se divorciasen.
María: Sí, y que siguiesen juntos.
ED: ¿Eras capaz de decirles eso?
María: No.
ED: ¿Era difícil?
María: Sí.
ED: ¿Te preguntaron alguna vez qué querías?
María: No, bueno, mi papá, pero no se lo quise decir.
Diferencias evolutivas
Como explicamos en el Capítulo II, es muy importante no perder de vista
la etapa evolutiva en la que estén los niños, con respecto al tipo de diálogo
que pueda mantenerse con ellos.
Etapa preescolar
Cuando los niños son muy pequeños, es importante utilizar un lenguaje
sencillo y claro que ellos puedan entender. Es fácil que el término “divorcio” no
signifique mucho para un niño de 3 años, pero saber que papá ya no vivirá en
la casa, sí. A los 3 años, el niño querrá tener alguna explicación de cómo se
ha llegado a eso y, en esta etapa de desarrollo, los niños buscan tipos de
explicación de causa efecto. Igual que quieren saber de dónde viene la lluvia,
querrán saber por qué papá no va a vivir más en casa. Es importante dar una
explicación clara que evite que se sienta de alguna manera responsable de
la decisión o de ser capaz de hacer que sus padres la cambien. A veces, a los
©nEdiciones Morata, S. L.
La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 89
padres les resulta difícil dar esa explicación y quizá prefieran creer que no es
necesario hacerlo con los niños pequeños. En algunos casos, quizá sea sólo
la maestra del grupo de juego, o de la guardería, quien se percate de la con-
fusión y el desconcierto del niño, a los que aludíamos en el Capítulo II.
Para los niños pequeños, el hecho de que uno de los padres se vaya de
casa puede generar el temor de que el otro se marche también. Estos temores
pueden dar lugar a que se vuelvan pesados, a que se levanten por la noche o
quieran ir a la cama de la madre o del padre y también a episodios de enure-
sis y pesadillas. Algunos de estos síntomas pueden ser temporales y desapa-
recen cuando se tranquiliza al niño pero, si persisten, es conveniente que los
padres busquen ayuda profesional. En el Capítulo IX, nos ocuparemos del
papel del médico de atención primaria y del Health visitori* en la ayuda a las
familias con niños pequeños durante la transición del divorcio. En el Capítu-
lo VIII, examinaremos en detalle los efectos del divorcio en el contexto escolar.
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90 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
ED: Creo que una de las cosas por las que hemos estado trabajando es
encontrar un modo de hacer las cosas que le pueda ir bien a Natalie. Evi-
dentemente, tendría que haber algunas distinciones porque vosotros dos
sois personas muy diferentes, pero sería bueno que encontráramos algu-
nas áreas en las que pudierais negociar una forma común de hacer las
cosas. Eso le haría la vida algo más fácil a Natalie.
Adolescencia
En el contexto clínico, cuando vemos a adolescentes que se autolesionan,
abusan del alcohol o de las drogas o faltan a clase de un modo espectacular,
hay a menudo una relación entre el principio de los síntomas y la ruptura de la
familia o acontecimientos relacionados con ella. Quizá haya habido un cambio
de las circunstancias de las visitas, uno de los padres se haya vuelto a casar o
existan nuevos hermanastros con los que competir (véase el Capítulo VII).
Algunos jóvenes recurren a comportamientos extremos para manifestar su
estrés en relación con lo ocurrido en la familia. A veces, son los profesores los
que deben solucionarles los problemas, como veremos en el Capítulo VIII.
©nEdiciones Morata, S. L.
La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 91
Rebecca, de 5 años, sentía mucha ansiedad por tener que ir a nadar con papá,
pero era incapaz de decírselo. En una sesión mantenida con ella y con su hermano
mayor, tras un período de exploración, pudimos descubrir que, en realidad, no le gus-
taba entrar en el vestuario de hombres. El padre la llevaba con él porque le inquieta-
ba que entrara sola en el vestuario de mujeres. Su hermano sugirió que debían alqui-
lar un vestuario “familiar”. Había que ayudar a los niños a manifestar su preocupación
al padre porque, una vez más, no deseaban disgustarle.
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92 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
taba mucho. A Jim le resultaba difícil manifestar sus deseos y era necesario que
una de nosotras hablara en su nombre de la necesidad de continuidad de su
educación, cosa que pudimos hacer durante una entrevista familiar. Los padres
no habían caído en la cuenta de la fuerza de los sentimientos de Jim y, aunque
la madre seguía decidida a mudarse, fue posible hablar del problema para la
familia y las consecuencias de la decisión para cada miembro de la misma.
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La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 93
Sam, de 8 años, y su hermano pequeño Ben estaban muy confusos ante el hecho
de que su papá ya no viviese en casa. Por una parte, los padres habían quitado impor-
tancia a los cambios: “papá se ha mudado porque tiene mucho trabajo”; por otra par-
te, parecía que los niños lo veían más y, al mismo tiempo, se daban cuenta de que,
©nEdiciones Morata, S. L.
94 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
A los niños les resulta muy difícil abandonar la esperanza de una futura
reconciliación entre los padres. Algunos niños que nos llegan porque tienen
dificultades en casa o en la escuela ven la conexión entre la reducción de sus
dificultades y la reunión de sus padres. Como decía un niño de 8 años, “todo
iría bien en la escuela si ellos volvieran a vivir juntos”. Sin embargo, no les
ocurre lo mismo a otros niños que hemos visto. Era evidente que un alumno,
que veía una clara conexión entre la marcha del padre y la vida “mucho más
tranquila ahora”, estaba experimentando alivio, como hijo mayor de una fami-
lia en la que había reinado la violencia antes de la separación. Su hermana,
sin embargo, echaba de menos a su padre y estaba triste porque, como ella
decía, “su padre la había olvidado”.
©nEdiciones Morata, S. L.
La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 95
ED: Una de las cosas que me gustaría hacer es ayudarte a comentar tus pre-
ocupaciones con mamá y papá cuando vuelvan, de manera que sepan lo
que te preocupa. ¿Te parece bien? Yo te ayudaré, se lo diré por ti, ¿de
acuerdo?
Robert: Sí.
ED: A veces, a los niños y niñas pequeños les resulta difícil decir a sus
padres lo que les preocupa, porque su principal inquietud es no preocu-
parles. Creo que seguramente sea un gran problema para ti. ¿Te inquie-
ta preocupar a tu mamá?
Robert: Sí, un poco, a veces.
Facilitar que los adultos escuchen. A veces, es difícil que los padres escuchen
el punto de vista del hijo cuando choca con sus propios intereses o deseos.
En una entrevista con Emily, de 11 años, tratamos de transmitir a los padres
lo difícil que era su postura:
ED: Una de las cosas de las que hemos estado hablando con Emily es el
gran trabajo con que se ha responsabilizado: se ha impuesto cuidarlos a
ambos, algo que es muy difícil a su edad. Cuando Emily tiene una discu-
sión con mamá, acaba cuidándola, no quiere molestar a papá. Está muy
dispuesta a atender a ambos porque creo que se considera responsable
de mantener la paz entre ustedes...
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96 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Ayudar al niño a decirlo y a los padres a escucharlo. Cuando los padres estén
preparados para escuchar, será posible ayudar al hijo a expresar sus senti-
mientos. A menudo, a los niños les viene bien que los apoyen para decir ellos
mismos las cosas, en vez de que lo haga por ellos un adulto. Es decir, nece-
sitan que les aseguren que el padre o la madre aceptará escucharlo, que no
se enfadará y, sobre todo, que sus sentimientos se tomarán en serio, aunque
no cambie necesariamente la situación.
Holly, de 10 años, sentía que tenía que proteger a sus padres de cualquier senti-
miento negativo para no disgustarlos. Después de una entrevista individual en la que
examinamos cómo podía comunicar a su padre sus sentimientos al verlo con su com-
pañera, fue capaz de decir: “Si dijera cosas bonitas, estaría fingiendo, es como si me
preguntas qué tal he pasado el día en la escuela y te contesto que muy bien y no lo
enfadada que he estado”.
Adele, de 10 años, tiene una relación muy estrecha con su padre, ella y su her-
mano más pequeño lo ven con regularidad, aunque, según Adele, no con la frecuen-
cia suficiente. Ahora, el padre se ha vuelto a casar y tiene un hijo pequeño. Cuando
Adele lo visita, siente que se espera de ella que ayude a cuidar al bebé, lo que le deja
poco margen para el tan valorado tiempo exclusivo con su papá. Siente que sale per-
diendo y está dolida, pero no se atreve a hacérselo saber a su papá por si se enfada
con ella y deja de verla. En el diálogo con los padres, quedó claro que las expectati-
vas de la nueva mujer del padre eran claramente que Adele desempeñara el papel de
“hermana mayor” con respecto a su hermanastra. Se había pasado por alto el hecho
de que sólo tuviera 10 años y su enorme necesidad de sentirse aún “la niña de los
ojos de papá”. El diálogo con el padre puso de manifiesto su temor a disgustar a su
©nEdiciones Morata, S. L.
La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 97
Hablar tanto de las dificultades como de las ventajas de tener dos casas. Es
posible ayudar a los niños a adaptarse a su nueva situación si se les apoya
para entender el cambio y adaptarse a él. La idea de tener dos casas puede
parecer desalentadora y estimulante al mismo tiempo. Se puede ayudar a los
padres a reflexionar con los hijos sobre los planes de modo que haga posible
que sientan que pueden aportar algo y participar en el proceso. Una de las
cosas más importantes para los padres es explicar exhaustivamente a sus
hijos lo que conllevará el cambio de circunstancias y las consecuencias para
su vida cotidiana. Por ejemplo, ¿tendrán que tomar el autobús para ir a la
escuela cuando estén con papá, quién los recogerá, podrán invitar a los ami-
gos, tendrán que compartir la casa con hermanastros, tendrán su propia habi-
tación? Es importante animar a los padres a que expliquen con detalle los
aspectos prácticos de la cuestión y a hacer planes previsibles. Esto permitirá
que los hijos se sientan más seguros y menos a merced de los cambios
impuestos.
A veces, puede ser útil para los hijos ensayar con un adulto cómo pueden
arreglárselas en algunas de las situaciones que les resultan menos familiares.
En una sesión familiar, hubo que ayudar a Sue, de 5 años, y a Ben, de 7, a con-
vencer a su padre de que sus gritos los asustaban, sobre todo cuando había bebido
demasiado. Pedir al padre que se pusiera al lado de los niños fue una forma concreta
de resaltar que era mucho más grande y más alto que ellos y que, por tanto, les resul-
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98 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Uso de cuentos y de juegos. A veces, a los niños les resulta difícil hablar de
situaciones “imaginarias” que reflejen las reales. Nosotras utilizamos juguetes
(muñecos y animales) para hacer que los niños representaran situaciones y
relaciones. Después, hablábamos con ellos sobre el contenido y establecíamos
conexiones con sus vivencias y sus puntos fuertes con el fin de que elaboraran
un relato diferente sobre sí mismos. Tras escuchar las narraciones de Philip,
pudimos señalarle que, en ellas, las personas siempre eran capaces de encon-
trar los recursos necesarios para salir de las situaciones difíciles. Él había con-
tado cómo un conejo conseguía salir de su jaula y encontrar a su hermano y
cómo habían sobrevivido a los rigores del invierno refugiándose en una cueva.
Para Philip fue muy útil ver la conexión entre los personajes y sus propios recur-
sos (cuando creó los relatos). En el Capítulo X, examinaremos el uso de cuen-
tos y de estímulos estandarizados como los tests proyectivos.
©nEdiciones Morata, S. L.
La perspectiva de los hijos: Hacer que se oiga la voz del hijo 99
Los hijos deben tener claro cuándo y cómo verán al que viva fuera del hogar y
hay que ayudarles para que no se sientan culpables por mantener una buena
relación con ambos. Procuramos por todos los medios apoyar a los miembros
de la familia a distinguir entre las diferentes relaciones. Aunque el contacto en-
tre marido y mujer haya concluido, la relación entre los padres y los hijos no.
Fiona no estaba muy tranquila con las visitas de fin de semana a su padre y su
madrastra, pero se sintió mejor cuando le comentaron que iría siempre con su her-
mano mayor, Adam. Por su parte, éste estaba muy condicionado por la lealtad a su
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100 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Resumen
•nHay que informar en términos sencillos, incluso a los hijos más pe-
queños, que sus padres ya no volverán a vivir juntos.
•nLos hijos pueden manifestar sus ansiedades por la separación a través
de diversos síntomas emocionales o conductuales. A veces, estos se-
rán temporales, pero, si persisten, conviene solicitar ayuda profesional.
•nA los hijos que se sientan amados y aceptados, que hayan recibido elogios
y a quienes se les haya demostrado afecto, les resultará más fácil entablar
nuevas relaciones, pues se considerarán simpáticos y agradables.
•nLos hijos pueden sentirse atrapados por vínculos de lealtad que les
impidan disgustar a sus padres.
•nObservar y preocuparse por sus padres puede influir en la capacidad de
los hijos para concentrarse y aprender en la escuela.
©nEdiciones Morata, S. L.
CAPÍTULO VI
*nEn España, la Delegación Especial del Gobierno contra la Violencia sobre la Mujer puso
en septiembre de 2007 el servicio telefónico, confidencial y gratuito, 016 y 900 116 016 (para
personas con discapacidad auditiva), de información y asesoramiento jurídico en materia de vio-
lencia de género. (N. del R.)
©nEdiciones Morata, S. L.
102 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 103
©nEdiciones Morata, S. L.
104 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
El procesamiento de la experiencia
Veamos cómo puede procesar un niño pequeño una experiencia violenta
entre su madre y su padre de la que ha sido testigo, que es réplica de una
escena presenciada u oída por él muchas veces.
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Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 105
GGB: ¿Recuerdas los gritos y las peleas? ¿Solías presenciarlos a veces o corrí-
as y te escondías? ¿Dónde estabas cuando se peleaban?
Pat: Estaba de pie al lado de la puerta.
GGB: Bueno, ¿así que pudiste salir corriendo?
Pat: Me quedé mirando para que no pudieran cogerme.
GGB: Cuando se enfadaban mucho, ¿tenías miedo de que te pegaran a ti también?
Pat: Sí.
Clara: ... Siempre solía estar cuando su papá estaba borracho. Y siempre le
asustaba lo que pudiera ocurrir.
GGB: ¿Tu papá era diferente cuando estaba borracho?
Pat: Sí.
GGB: ¿Qué te hacía pensar: “Papá ya ha estado bebiendo”?
Pat: ... Se peleaban [enseña a GGB un dibujo que había hecho de la pelea].
GGB: Es un dibujo muy, muy bueno. Dime quién es cada uno para que no me
equivoque.
Pat: Ese es papá, esa es mamá y ese soy yo.
GGB: Al lado de la puerta, para poder escapar. Es un dibujo muy, muy bueno. [Se-
ñala el dibujo] ¿Y papá solía agarrar a mamá por el cuello o la zarandeaba?
Pat: La zarandeaba.
Pat manifestó su sensación de indefensión cuando su madre y su padre estaban
chillando:
GGB: ¿Qué hiciste cuando intentaste de detenerlos?
Pat: Traté de gritarles pero ellos no podían oírme.
GGB: Sí, es una sensación horrible cuando intentas detener a alguien y no te
escucha.
Pat: Sí.
GGB: ¿Crees que ocurre muy a menudo?
Pat: Sí.
Clara: Nunca lo había mencionado en casa.
GGB: Con frecuencia, los niños recuerdan cosas terribles, sobre todo si les ocu-
rren a personas con las que están muy unidas. [A Clara] ¿Y recuerda si
esto ocurría muy a menudo?
Clara. Sí, demasiado a menudo. Todos los fines de semana y, a veces, durante la
semana.
Parecía que Pat, de 5 años, había sido capaz de soñar sus terrores en vez de
hablar de ellos. Su madre no había pensado hablar con él sobre la violencia de su
padre, en parte porque los acontecimientos que recordaba eran aquellos de los que
había intentado protegerle y, en parte, por el daño que le provocaba recordarlos.
Muchos padres temen también que hablar de un acontecimiento empeore las cosas.
Clara quería que las cosas cambiaran tanto por ella misma como por Pat y su padre.
Terminamos el primer encuentro con el acuerdo de que cada vez que tuviera un sue-
ño acudiera a Clara, aunque tuviese que despertarla, para contárselo. Pat preguntó a
su madre: “¿Aunque sea a medianoche?”, y ella le confirmó que sí. Dos semanas des-
pués, pidió venir sola, diciendo que el niño no había tenido más pesadillas ni se había
vuelto a orinar en la cama, pero había cosas de las que quería hablar.
Para Clara, el poderoso sentido del dibujo de Pat se basa en la forma de repetirse
acontecimientos de su propia infancia. Ella también recordaba esas peleas cuando era
pequeña y su sensación de indefensión cuando se había ocultado tras un sofá. Pasar
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106 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
por todos los miedos y significados que ella y Pat podían interpretar en esos episodios
violentos era muy importante para ella. Tras el divorcio de su madre y su padre, ella no
había seguido relacionándose con su padre, cosa que lamentaba amargamente. Dese-
aba que Pat continuara viendo a su padre después de la separación, porque ella no
había podido ver al suyo tras la separación de su madre. Su objetivo era hacerse sufi-
cientemente fuerte para sentirse segura permitiendo que la relación de Pat con su
padre prosiguiera a pesar de la antigua violencia marital. Como vimos en el Capítulo II,
ella fue capaz de hablar con toda claridad con su hijo para manifestarle que él no tenía
la culpa de la separación: “Tú eres demasiado pequeño, cariño; tú no puedes tener la
culpa de ninguna manera”. Decidió afrontar la violencia del marido solicitando una
orden judicial que impidiera que el padre se acercara a la casa y negociando un régi-
men de encuentros entre él y Pat fuera de la casa hasta que ella se sintiera segura.
Decidió también abordar la violencia que estaba produciéndose en su propia familia,
haciéndose cargo de su hermano, que estaba aterrorizando a su madre en la casa de
ésta, culpándola y “castigándola” por “romper el hogar familiar” veinte años antes.
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Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 107
Madre: Creo que, si tú estás en el trabajo y te enteras de que alguien está enfer-
mo en casa, no lo percibes como algo que te afecte. Como padre, no tie-
nes ni idea de lo que es tener un hijo enfermo.
Padre: Está bien, está bien.
Madre: Sólo oyes hablar de ello después y no siempre lo recuerdas.
Padre: Vale; estás diciendo que, como padre, soy un inútil.
Madre: No digas “vale”. Me refiero a que la verdad es que tú nunca tienes, ya
sabes, todo el tiempo que han estado en la escuela, ¿cuántas veces los
has llevado a la escuela?, ¿cuántas los has recogido de la escuela?
¿Cuántas veces?... respóndeme a eso. Puedo contar con los dedos de la
mano las veces que tú los has recogido. Y después, te presentas con esa
mujer... Y dices que podrías cuidar de ellos.
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108 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 109
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110 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
En la familia O’Rourke, Sean tuvo que aprender a controlar tanto la ira de su padre
como su propio impulso a responder con violencia, dado que debía vivir entre dos
hogares, con unos padres que tenían expectativas muy diferentes tras su separación.
Los arrebatos violentos de su padre habían sido habituales durante muchos años,
pero se intensificaron durante el proceso de divorcio. Sean quería seguir manteniendo
un contacto regular, pero le asustaba la forma irracional del trato de su padre con él y
no entendía las “pistas” que indicaban que se acercaba una de las “sesiones correcti-
vas” de su padre. Antes, confiaba en su madre, June, para controlarlas, pero sabía que
ahora, en los encuentros, tenía que arreglárselas él solo para controlar a su padre.
Trabajando con el Sr. O’Rourke (Michael) y con Sean al mismo tiempo, se discu-
tieron en detalle todos los aspectos de lo que ocurría cuando Michael quería “corre-
gir” a Sean, descomponiendo las secuencias y relacionando cada conducta con sen-
saciones corporales de daño, disgusto y llanto. El Sr. O’Rourke negó que ocurriera
algo verdaderamente violento y manifestó que lo que hacía era una corrección nece-
saria. Sin embargo, estaba preparado para dialogar seriamente sobre lo que suponía
un buen ejercicio parental, que incluía “aprender nuevas formas de ejercer como
padre después del divorcio”. Aceptaba que los hijos sólo podían controlar “hasta cier-
to punto” esta y aquella actividad o el tiempo que emplearan en tareas de perfeccio-
namiento personal, y que habría que modificar los proyectos parentales planeados de
enseñanza doméstica. Los intentos de esclarecer la verdad y la realidad en esta situa-
ción, igual que en otras que impliquen la negación de aspectos, puede ser contrapro-
ducente. Un marco hipotético “como si”, situando la educación de los hijos en un
debate social más amplio, resultó más productivo. “Si un padre esperara estas cosas
de su hijo de 9 años, ¿cómo podría abordarlas?” Desde la posición en la que se le
invitó a aportar consejos que podría dar a otro padre hipotético de un hijo hipotético,
el Sr. O’Rourke pudo pensar en la “disciplina adecuada” de un modo diferente. Desa-
rrolló una serie de interacciones más adecuadas entre hijo y padre y, como las había
discurrido él mismo (con la ayuda de la terapeuta), creía en ellas y estaba dispuesto
a ponerlas en práctica en lugar de sus conductas precedentes, muy reactivas. Ade-
más, comentamos abiertamente con el padre y el hijo juntos que tenían que buscar
otras formas de abordar los momentos en los que el padre “perdía los estribos”. En
entrevistas posteriores, se prepararon, anotaron y se volvieron a discutir formas de
recordarle al padre de Sean su edad y su tamaño.
Una característica clave para reducir la violencia consistió en estimular al
Sr. O’Rourke a que expresara sus sentimientos cariñosos y protectores hacia su hijo.
Dos de nosotras validamos esos sentimientos y, como profesionales, manifestamos
que creíamos que el Sr. O’Rourke, como hombre, podía desarrollar en solitario su
cometido parental con respecto a su hijo. El compromiso del Sr. O’Rourke con su hijo
era un aspecto fundamental de su vida y aceptó de buen grado que se crearan unas
ocasiones breves e intermitentes centradas en el tema para hablar sobre él respecto
a cómo “desarrollar lo que sea mejor para Sean”.
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Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 111
Otros estudios han señalado que una buena relación con uno de los padres pue-
de mediar los efectos negativos de la violencia del otro. En consecuencia, el trabajo
con la madre de Sean fue fundamental para facilitar un contexto alternativo en el que
él pudiera estructurar sus reservas de autosupervisión y su confianza en sus propias
competencias.
Tres cosas ayudaron a June a reforzar su autoestima, además del cese de la vio-
lencia en su propia vida. Una fue la mejora del rendimiento escolar de Sean que siguió
al establecimiento de un ambiente más tranquilo en casa para realizar las tareas
escolares que satisficieran las expectativas de la escuela en vez de las de su padre;
en segundo lugar, la mejora de la relación de Sean con ella, como la mujer que era su
madre, una relación que había quedado debilitada antes por el comportamiento abu-
sivo de su padre hacia su madre y, en tercer lugar, que su ex esposo, el padre de
Sean, comenzara a escuchar sus opiniones sobre la educación de Sean más de lo
que había hecho antes, cuando vivían juntos. El hecho de comprobar que Sean esta-
ba mejorando en la escuela contribuyó a que su padre estuviera más dispuesto a
reducir su supervisión del aprendizaje de su hijo y a cooperar más con su ex mujer.
©nEdiciones Morata, S. L.
112 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
mos de mala conducta del hijo puede llevar consigo el estigma del “igual que
tu padre”. Con independencia de que el padre siga teniendo un lugar en la
vida del hijo, en la mente de la madre sigue activo y pueden hacerse muchas
atribuciones con respecto a la conducta de los hijos que pueden contribuir a
confirmar la conducta violenta, en vez de permitirles desarrollar con libertad
otras formas de relacionarse con sus madres en torno a un conjunto de cues-
tiones. En siete familias en las que los hijos implicados eran varones, las
madres consideraban que ciertos aspectos de su comportamiento eran como
los del padre.
Una familia con la que trabajamos durante cuatro años presentaba con toda clari-
dad estas dificultades. La Sra. Ling, una mujer italiana casada con un hombre chino,
había vivido durante muchos años según el modelo de vida de su marido: “el cometi-
do del hombre es aportar la comida; el cometido de la mujer es hacer el nido”, sin
plantearle ni plantearse las contradicciones entre sus palabras y la realidad de sus
vidas. Al principio, trabajó muchas horas para ayudarle a él en sus estudios, así como
para cuidar a su primer hijo, Harry. Cuando su marido ascendió en su trabajo, ella
redujo sus horas de trabajo al tiempo que aumentaba la familia con dos hijos más:
Melina, una niña, y John, su hijo pequeño. Su marido recurría periódicamente a la vio-
lencia como forma de legitimar su visión de la supremacía masculina. Al hablar de los
efectos de esta situación durante muchos años, manifestó que todavía albergaba
muchos sentimientos en su interior: “Creo que eso me afectó con todos los niños... Te
pondré un ejemplo de hoy... Fui a ver si había bastante agua en el coche... Harry, mi
chico mayor, vino también y me dijo [pone una voz intensa]: ‘mamá, ¿por qué pones
esto en mi asiento, una revista, ya sabes?’, y tira lo que sea al suelo del coche, y pen-
sé: ‘bueno, no debes hacer eso’... eso es importante para mí... ‘¿por qué no lo dejas
en mi asiento?’, y dije: ‘quién más habría hecho eso, ponerlo en el suelo, ¿por qué
actúas como él?’ Yo ya me había alterado así antes y puedo sentir que me estoy enfa-
dando mucho...” Sin embargo, en este punto, tres años después del divorcio, la Sra.
Ling pudo establecer algunas diferencias entre su ex marido y su hijo. Añadió que por
el camino le dijo: “no debía haberte dicho eso, que eres como tu padre... Siento haber-
lo dicho, tú tienes tus cosas buenas, como todo el mundo... no eres como lo que te
dije... no debes tirar cosas... debías haber dicho: ‘mamá, pon eso en otro sitio, por
favor’... y no me hubiese enfadado así...” Pensando en sí misma, añadió: “Ya ves... me
enfado de un modo... Creo que es el dolor... y todo eso me recuerda... simplemente
ocurre, quiero encogerme, quiero esconderme y pensé: ‘no, no puedo volver a hacer-
les eso a mis hijos’”.
La situación con su hijo pequeño siguió haciéndose más problemática, no sólo por-
que le hiciera a menudo comentarios violentos, sino porque le provocaba las conductas
de represalia que solía mostrar hacia su marido... “A veces, digo cosas... Digo: ‘no hagas
eso; voy a matarte’, y él dice: ‘voy a matarte’... sí, me dice: ‘tú eres mi mujer, yo soy tu mari-
do’... él es mi marido... ‘no eres mi marido’, le digo, ‘eres mi hijo, haz lo que te he dicho’”.
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Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 113
©nEdiciones Morata, S. L.
114 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Por ejemplo, Caroline asumió cuidar de su madre cuando su padre decidió que no
podía seguir viviendo con la larga y complicada enfermedad psicótica de su mujer y
había formado una segunda familia cuando Caroline era todavía una niña pequeña.
Caroline vivió con su madre y la cuidó con la ayuda de sus abuelos maternos y de la
parroquia de su barrio. Con frecuencia, Caroline ayudaba a planear la jornada de su
madre y le hacía compañía después de la escuela y, cada vez más, en horario esco-
lar. Acabó convirtiéndose en objeto de las preocupaciones de su madre, y constante-
mente acudía al médico solicitando un certificado de alguna enfermedad nueva y difí-
cil de diagnosticar, acerca de la cual decía que sólo su sensibilidad podía apreciar. La
niña fue abandonando progresivamente los encuentros con el padre, a causa de que
la madre pensaba que en el segundo hogar que él había formado acechaban peligros
para la salud: pelos y gérmenes de las mascotas y alimentos de los niños más peque-
ños. Caroline tenía que controlar la tensión entre las creencias de su madre y su con-
ciencia de la diversión ligada a sus vivencias escolares con sus compañeros, que pro-
bablemente se estuviera perdiendo. A veces, una voz interior le decía: “Sé que aquí
soy la auténtica madre”. Sin embargo, a su madre le parecía demasiado desleal que
le dijera sin tapujos que quería ir a la escuela y que le gustaba ver a su padre y a sus
hermanastras, por lo que era un tema prohibido en el hogar.
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Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 115
res amigos que aporten otra dimensión a la vida (RUTTER, 1966; GORELL BAR-
NES y cols., 1998; RUTTER, 1999).
A veces, la búsqueda de otras personas fiables puede fallar y también es
importante saber cuándo no es posible que la familia y los amigos faciliten un
medio seguro.
Edie cuidaba de su madre, Emma, más de lo que ésta la había cuidado a ella, tras
el divorcio de sus padres, cuando Edie tenía 6 años. Este comportamiento estaba
asociado a la larga drogodependencia de Emma desde antes del divorcio. La mente
de Emma se iba volviendo más confusa e irracional, tras el desarrollo del virus del
SIDA. Algunos días, esperaba que Edie se comportara como una niña de 8 años y
fuese a la escuela a su hora; otros, la obligaba a quedarse en casa, a trabajar para su
mamá y para preparar el té a la gente que iba al piso, que servía de centro de dis-
tribución de droga para diversos usuarios. A Edie le gustaba hacer este trabajo y lo
consideraba como una responsabilidad importante, pero se sentía amenazada por
algunas conductas extravagantes que veía allí, incluyendo a veces que su madre
mantuviera relaciones sexuales con algunos amigos. Edie sólo iba a la escuela los
días que Emma estaba suficientemente bien, pero con frecuencia sentía que debía
quedarse merodeando cerca de la casa para “‘controlarla’, porque no me gusta la
gente que viene a nuestra casa y no me gusta que hagan mi trabajo”.
La conciencia de Emma de su propia debilidad se convirtió en la preocupación fun-
damental para ella a medida que se deterioraba su salud, aumentando el número de
conversaciones prácticas sobre el futuro de Edie. Nos pusimos en contacto con cada
uno de los parientes de Emma, con quienes ella había discutido por su consumo de dro-
gas, y Emma se relacionó de nuevo con su abuela y unos tíos. Ninguno de ellos estaba
dispuesto a que Edie viviera con ellos o Emma no los consideró adecuados. Entonces,
Emma tuvo la idea de que el padre de Edie volviera a entrar en la historia de su vida.
En una etapa anterior de la vida de Edie, ambas tuvieron evidencias de que él
había abusado sexualmente de Edie en una visita. Sin embargo, la misma Edie esta-
ba entusiasmada por la idea de recuperar a su padre; pero se sintió insegura porque
me informó de que creía que él había tenido una erección al jugar con ella durante
una visita. La convicción de la niña acerca de esto fue lo bastante fuerte para que se
tomara la decisión de alejarla de su familia. El cuento favorito de Edie era Matilda, de
Roald DAHL: “Sabes que la mayoría de las personas mayores tratan a los niños como
maravillosamente listos aunque sean estúpidos; bien pues lo raro es que es justo al
revés. Por ejemplo, Matilda es tan poderosa que puede golpear las cosas sólo con
mirarlas porque tiene tanta fuerza mental que ella no utiliza...”
©nEdiciones Morata, S. L.
116 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
***nEl Lord High Chancellor of Great Britain o Lord Chancellor es uno de más altos funciona-
rios del gobierno de Reino Unido. Aunque sus funciones se han reducido considerablemente con la
reforma constitucional de 1995, conserva entre ellas la supervisión del poder judicial. (N. del T.)
***nEl Home Office es el equivalente, en el Reino Unido, al Ministerio del Interior. (N. del T.)
***nEl Department of Health es el departamento homólogo del Ministerio de Sanidad. (N.
del T.)
©nEdiciones Morata, S. L.
Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad mental 117
de los servicios jurídicos para los niños, se ocupe de cerrar todas las lagu-
nas jurídicas en torno a las mujeres, los niños y la seguridad, en el contexto
de las visitas con el progenitor con quien no conviven los menores, tanto en
el sistema legal como en el de los contactos. Se prevé que las órdenes de
protección puedan contener cláusulas adicionales, como la adscripción a pro-
gramas de tratamiento, cuyo cumplimiento sea condición para el contacto
con los hijos. No obstante, será preciso aumentar el número de programas
de tratamiento con el fin de que pueda apreciarse su eficacia, pues, en la
actualidad, hay muy pocos (KELLY, 1998). Para seguridad de los niños y de
sus madres, podrá contemplarse un conjunto de condiciones explícitamente
articulado en relación con las visitas de contacto. Se espera, además, que se
otorgue más poder a los tribunales para castigar las infracciones de estas
condiciones.
**nEn inglés Contact Center, corresponde en España al Punto de Encuentro Familiar que
se define como un espacio neutral e idóneo que favorece y hace posible el mantenimiento de
las relaciones entre los niños y niñas y sus familias cuando, en una situación de separación y/o
divorcio, o acogimiento familiar, el ejercicio del derecho de visita se ve interrumpido o bien es de
cumplimiento difícil o conflictivo.
Tiene como finalidad garantizar la seguridad y el bienestar del menor. Al ser un lugar de
transición, constituye una alternativa de intervención temporal orientada a la normalización del
régimen de visitas, hasta que desaparezcan las circunstancias personales que motivaron la
necesidad de este recurso o que los progenitores asuman sus responsabilidades parentales a
la hora de llegar y cumplir acuerdos relativos al régimen de comunicación y/o estancia con sus
hijos.
Las visitas que los hijos realizan a los padres en estos centros pueden ser supervisadas o
no supervisadas; también estos centros son un lugar en el que se realiza la entrega y se reco-
ge a los hijos siguiendo un procedimiento. (N. del R.)
©nEdiciones Morata, S. L.
118 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Resumen
Violencia, problemas de seguridad y los hijos
en situaciones posteriores al divorcio
•n¿Se han tomado medidas para que el niño sepa a quién puede llamar si
tiene miedo o le hacen daño (en su casa o en una visita)?
•n¿Hay pruebas de que se hayan tenido en cuenta ciertos factores que
compliquen la situación, como el alcohol y las drogas, al pensar en la
seguridad del niño en su casa o en una visita? En relación con el con-
tacto con el padre, ¿puede participar una persona distinta de la ex espo-
sa en la evaluación de la situación en la que padre e hijo estén solos, y
hacer que las cuestiones de seguridad se conviertan en una nueva rea-
lidad importante para un padre no acostumbrado a estar a solas con su
hijo? ¿Hay amigos a los que pueda llamar si siente que la situación se
descontrola?
•n¿Hasta qué punto la violencia existente en el estilo familiar ha llegado a
ser parte del modo de expresión del hijo? Si constituye una parte fun-
damental de la experiencia de sí mismo del hijo, la actitud violenta de
alguno de los padres puede provocar la conducta de venganza del hijo,
y eso puede hacer más peligrosa la situación con uno sólo de los
padres, sobre todo cuando esto ha sido poco habitual. Quizá sea más
seguro implicar a una tercera persona, como un pariente o amigo, como
elemento básico para las visitas o para que esté junto al padre o la
madre que pueda llegar a perder el control. Los mismos padres dicen
que el uso de puntos de encuentro familiar puede ser útil si su personal
está formado por voluntarios dispuestos a promover el cuidado parental
del hijo. (GORELL BARNES y BRATLEY, 2000).
•nTras el final de un matrimonio violento, es fácil que las madres necesiten
ayuda para recordar cómo distinguir un comportamiento brusco de sus
hijos de la conducta mostrada por su ex compañero. Ayudar por todos
los medios a los adultos a recordar que para sus hijos son ellos sus
padres, sirve para contrarrestar la confusión en la que puedan sumirse
los niños cuando los “responsabilizan” de la violencia adulta previa.
•nLa violencia no sólo provoca miedo, sino que también reduce la autoes-
tima. Es fácil que las mujeres y los niños necesiten ayuda a largo plazo
para reconstruir la seguridad en sí mismos en muchas áreas sociales de
su vida.
©nEdiciones Morata, S. L.
CAPÍTULO VII
©nEdiciones Morata, S. L.
120 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
fican y sobrellevar las presiones que esto pueda crear en las nuevas relacio-
nes adultas, forma parte del problema de crear nuevas reglas y patrones fami-
liares. Están, además, las presiones derivadas del control de los límites del
contacto entre los hijos y el progenitor que no forma parte del hogar de la
segunda familia.
Dado que en la vida de los hijos, las segundas parejas, sean madrastras
o padrastros, pueden convertirse en la figura del padre o adultos de referen-
cia adicional en lugar de actuar como suplente, la división compartida de los
roles parentales del mismo sexo entre dos personas, al menos, madre y ma-
drastra o padre y padrastro, que surgen del divorcio y la nueva cohabitación
es una de las particulares adaptaciones que los niños deben abordar. Los
hijos tendrán, al menos, tres, a veces, cuatro y, en familias que se hayan re-
constituido más de una vez, cinco o seis figuras “parentales”, con los consi-
guientes aspectos diferentes de disciplina y educación. Las filosofías de los
hogares pueden ser coherentes o muy divergentes. A diferencia de las estruc-
turas cooperativas de parentesco en las culturas en las que éstas se han
desarrollado para facilitar la educación de los hijos a lo largo del tiempo, es
muy posible que estas estructuras de parentesco tras el divorcio no operen de
forma armónica e, incluso, sean contradictorias y compitan por la lealtad y el
apego del hijo.
En este capítulo, estudiaremos algunos de los débiles comienzos que ca-
racterizan muchas segundas familias y destacaremos algunos factores que,
según hemos observado, hacen que para los niños sean más difíciles o más
manejables las ambigüedades de la relación.
El enfoque centrado en la responsabilidad parental compartida, propio de
la Children Act de 1989, tiene una influencia potencial en muchos sentidos
sobre los límites de las familias de reciente formación. Al hacer claramente
visible la creencia social formal de que los padres lo son durante toda la vida,
cuestiona muchas de las formas emocionalmente preferidas de olvidar las
relaciones antiguas y de construir una nueva vida familiar que escogen
muchos padres. A menudo, cuanto más pequeños son los hijos en el momen-
to de la separación, a la madre le parece más lógico que su nueva pareja sea
considerada como padre de su hijo, en vez del hombre cuyos genes lleva. El
Estudio de Newcastle (SIMPSON, MCCARTHY y WALKER, 1995) ha puesto de ma-
nifiesto que, cuando ha habido y todavía se mantiene el maltrato y la violen-
cia, muchas mujeres desean ponerse en contacto con su esposo anterior
para poner punto final a esa relación. Cuando un progenitor desea continuar
su implicación con su hijo tras un primer matrimonio marcado por los conflic-
tos, puede que con el divorcio no cesen los patrones de hostilidad entre los
antiguos cónyuges. Si un ex cónyuge está trastornando activamente la vida
de la familia combinada actual —por ejemplo, llamando por teléfono cada
noche e insistiendo en hablar con su hijo durante una comida familiar, o com-
portándose de forma errática con respecto a la organización de las visitas
provocando así la desilusión del niño y echando a perder los planes de la
familia— las negociaciones de la vida cotidiana de la familia combinada impli-
can a un activo tercer adulto ajeno a la misma que, a menudo, no está muy
©nEdiciones Morata, S. L.
Reestructuración familiar: Nuevos hogares y nuevos modelos de acción... 121
bien dispuesto con respecto a los planes de la nueva familia. Cuando cada
adulto de la familia combinada tiene hijos de una relación previa, esas inter-
acciones y la provocación mutua en relación con un ex cónyuge, aún presente
en la actualidad, puede duplicarse con facilidad. Al hacer frente a estas ten-
siones, más probables en los primeros días de la vida de la familia reconsti-
tuida en torno a unas segundas parejas, descubrimos que tanto hombres
como mujeres utilizan grandes cantidades de energía en mantener algún tipo
de equilibrio entre sus propias necesidades de vida emocional o sexual y
las de sus hijos, prefiriendo a veces mantener oculta la existencia de una nue-
va pareja que introducirla abiertamente en el terreno de la vida familiar.
La Children Act de 1989 hace hincapié en la importancia de los vínculos
del resto de la familia, con especial referencia a los abuelos. A pesar de ello,
al debate popular sobre la vida de la familia combinada y su gestión no le sue-
le dar importancia al resto de la familia y tampoco al papel que cada uno de
sus miembros pueden desempeñar en el desarrollo de los niños. Para bien y
para mal, los abuelos pueden ejercer también importantes influencias sobre
su propio hijo que está pasando por el divorcio y por nuevas experiencias
emocionales. En nuestro estudio descubrimos que algo menos de la mitad de
las madres y padres implicaron a sus padres de un modo más regular en su
propia vida y en la de sus hijos tras la separación original de sus parejas, crean-
do una red de apoyo más cercana tanto para ellos mismos como para el día
a día de sus hijos. En algunos casos, los parientes ofrecían ayuda en el cui-
dado de los hijos, mientras que otras personas mantenían unas relaciones
problemáticas con los abuelos y, en algunos casos, habían interrumpido todo
trato frecuente. En tales circunstancias, sólo tenían en cuenta a los abuelos
en las vacaciones anuales o en días festivos. En general, los abuelos no plan-
teaban problemas cuando sus hijos les informaban de que mantenían una
nueva relación. Sólo en tres familias los padres manifestaron que un abuelo
había hecho comentarios críticos sobre las relaciones establecidas posterior-
mente. En dos de las tres familias se trataba de mujeres que iniciaron re-
laciones lésbicas y los padres del padre expresaron su hostilidad a esta si-
tuación. En la tercera familia, los abuelos tenían una historia de enemistad
familiar anterior a la separación.
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122 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Dana, de 11 años, telefoneó para decir que una crisis estaba amenazando a su
familia. Cuando le dimos hora para reunirse con nosotras, reveló que no le gustaba que
su madre, tras nueve años de vivir sin pareja, hubiese encontrado ahora a un hombre
al que amaba profundamente y con quien estaba planeando crear un hogar. La sensa-
ción de pánico y furia de Dana ante la idea de que otra persona entrara en el mundo
emocional de su madre se expresaba como el temor a ser “apartada de su madre”.
Como la interacción entre madre e hija se desarrollaba en la habitación, podía apre-
ciarse lo importante que era para ella su papel de cuidar a su madre que la había cui-
dado a ella y a su hermanito de 9 años. “Yo siempre fui mayor. Tuve que hacerme mayor
rápidamente porque papá se marchó... Yo solía ser responsable”. Añadió que no había
nada en su vida tan importante como “cuidar de Damian y de mamá”. “Siempre me has
necesitado y ahora ya no me necesitas pero yo a ti sí”. Manifestaba su ansiedad
mediante la redundancia, al decir: “Mi madre siempre cuidó de sí misma y de Damian,
pero de alguna manera yo cuidaba también de ella”. Percatándose de la dimensión de
este importante cometido que le daba a Dana sentido de sí misma y de su propia iden-
tidad, la terapeuta dijo: “Y es muy triste abandonar esa tarea, ¿verdad?” Ella contestó:
“Es que estoy muy acostumbrada a hacerlo; estoy muy acostumbrada a eso... y este
hombre llega ahora y dice: ‘Bueno, yo me hago cargo de esto, muchas gracias’”.
Los chicos pueden estar tan apegados a sus madres como las chicas en
familias en las que se les haya estimulado a hacerlo o en situaciones en las que
hayan tenido que “cuidar” a un progenitor cuya vulnerabilidad lo llevara al des-
moronamiento emocional, el exceso de bebida, la drogadicción o una enferme-
dad mental más grave. Pueden mostrarse igualmente inquietos cuando estas
relaciones se rompen. Sin embargo, es probable que un padrastro recién llegado
no tolere tan bien la conducta vigilante o de prestación de cuidados de un chico
como esa misma conducta en una niña. Puede considerar que pretende mante-
nerle más alejado de la madre. El nuevo compañero masculino puede responder
de forma más agresiva a un chico, considerándolo un rival, que a una chica.
Joanne, su nuevo compañero Harry y su hijo Dean, de 5 años, acudieron tras una
llamada que realizó Harry a una línea telefónica de ayuda, pues temía responder con
violencia ante la conducta “posesiva” de Dean hacia su madre: “No te deja sola, te
sigue como un perrito... tira y tira de tu brazo hasta dejártelo dolorido, y su mamá,
mamá, mamá”. A Joanne la había abandonado previamente su marido Joel cuando
Dean tenía dieciocho meses y, más tarde, ella había sido ingresada tres veces en el
hospital por sobredosis. Por tanto, la preocupación de Dean tenía, al menos, dos nive-
les de significado: preocupación por cómo le iría a su madre con un nuevo hombre en
su vida, así como por sí mismo. La llegada de un nuevo hombre le planteaba impor-
tantes preguntas: ¿Significaba eso que quedaría desplazado? ¿Sólo había sitio para
un hombre en la familia al mismo tiempo, como parecía indicar la desaparición de su
padre tras su nacimiento? ¿Su madre tenía que elegir entre Harry y él?
A Dave, de 10 años, le ponía furioso oír hablar de los planes de su madre de vol-
ver a casarse porque la decisión le daba una prueba más de que ésta no iba a volver
©nEdiciones Morata, S. L.
Reestructuración familiar: Nuevos hogares y nuevos modelos de acción... 123
con su padre (aunque ya habían estado tres años viviendo separados). Había ata-
cado a su madre en tres ocasiones y también le había pegado en la cara a la com-
pañera de su padre. “Ella me saca de quicio... Descubrí que [mi padre] tenía un
asunto con ella y no sé si me lo hubiese dicho o no”. Como para muchos niños que
viven sólo con un progenitor, las cuestiones relativas a las personas entre las que se
establecen la relación primordial de lealtad y las vías de comunicación más “ade-
cuadas”, dentro de la familia —entre adultos o entre progenitor e hijo— eran muy
importantes para él. Sin embargo, en el diálogo, Dave también pudo señalar algunas
diferencias en la relación de su madre con su nuevo compañero que le tranquiliza-
ban: “Tú y papá siempre estabais discutiendo; tú y Jim no habéis tenido un simple
roce”. Su preocupación referente a si su padre y su madre podrían seguir siendo
amigos, aunque cada uno viviera con otra persona, era una cuestión clave para su
propia seguridad.
Cuando una mujer forma una segunda relación con otra mujer, un proge-
nitor puede preguntarse si la conducta negativa de los hijos indica que están
reaccionando a la relación lésbica y manifestando actitudes “homofóbicas”.
Sin embargo, con frecuencia ocurre que la ira que manifiestan los niños está
más relacionada con que su madre forme una nueva relación adulta que con-
sideran desleal para su padre; del mismo modo podrían considerarlo si fuera
una nueva relación heterosexual. También podrían aflorar ansiedades deriva-
das de las ideas de su padre o de sus abuelos acerca de los efectos que
pudiera tener sobre su propio desarrollo de género el hecho de criarse en un
hogar lésbico. Recientes investigaciones británicas sobre niños que crecen
en familias lésbicas, incluyendo familias combinadas, ha facilitado informa-
ción útil que muestra resultados positivos para los hijos, a pesar de su ansie-
dad a causa de los prejuicios encontrados en la escuela. Ha sido muy valioso
el hecho de poder comunicar estos conocimientos en un diálogo más general
con padres y con madres (TASKER y GOLUMBUK, 1997).
Hemos atravesado situaciones que han puesto de manifiesto que, para un
chico adolescente, es demasiado difícil hacer frente a las actitudes negativas
hacia los hombres que se mantienen en un hogar por lo demás exclusiva-
mente femenino:
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124 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Seth, un chico de 14 años que vivía con dos hermanas y su madre, Jane, y su
compañera, Rose, descubrió que ser el blanco de demasiadas observaciones en con-
tra de los atributos negativos de los hombres le hacía sentirse demasiado alienado en
su propia casa. Jane y Eli, el padre de Seth, se habían separado en un ambiente de
acritud y mucha violencia y Seth tenía que hacer frente constantemente a observa-
ciones sobre la agresión machista; tal como él lo veía, estaba siempre defendiéndo-
se en una “casa llena de mujeres”. Fue marginándose cada vez más en su propia
familia y relacionándose con un grupo de compañeros que hacían uso habitual de
drogas. Cuando lo expulsaron de la escuela, su madre pidió a su padre que se hicie-
ra cargo de él. A Eli le disgustó mucho tener que recibir a un hijo con el que no había
convivido durante cuatro años y tuvo que reorganizar su vida laboral y la casa para
acomodarle en el dúplex en el que vivía. También tuvo que reorganizar sus despreo-
cupadas relaciones sexuales ante la presencia de su hijo en la casa. Al principio, la
transición a un hogar completamente masculino le resultó a Seth difícil y sorprenden-
te, porque su padre le exigía mucho más trabajo en casa y en relación con los estu-
dios que su madre. El uso de la casa de su tía, en la que vivían también dos primas,
en fines de semana alternos, le ayudó a asimilar el nuevo equilibrio de género en su
adolescencia.
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Reestructuración familiar: Nuevos hogares y nuevos modelos de acción... 125
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126 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
a los padres para que no mantengan el contacto con sus propios hijos. La
actitud de su segunda compañera con respecto al compromiso con la tarea
de continuar una paternidad activa es crucial. GORELL BARNES y BRATLEY
(1999), en un estudio de la paternidad tras el divorcio, que se está realizando
actualmente y se centra en lo que ayuda a los hombres a mantener la relación
parental, examinan: 1) los factores de toda la familia; 2) el rol de los compa-
ñeros como apoyo para el padre, y 3) la conducta de los hijos para ayudar a
los padres a mantener su convicción de que tienen un papel que desempeñar
en su vida.
Cuando un padre, que ya no vive con los hijos, se esfuerza considera-
blemente por seguir cuidándolos, haciendo de ello una preocupación funda-
mental en su vida, también es preciso que todos los adultos implicados pres-
ten atención a la situación. La capacidad de “dividir” equitativamente la
atención a los hijos y los pequeños ajustes de la vida cotidiana, mantenien-
do al mismo tiempo la separación de la madre divorciada, lleva con frecuen-
cia al límite las capacidades de control parental y las reservas de paciencia.
Un padre no residente en el hogar puede comportarse de un modo que com-
plique el desarrollo tranquilo de la vida cotidiana del niño (tal como lo ve la
madre), al insistir en participar en todos los niveles del cuidado del niño, exi-
giendo, por ejemplo, que se le telefonee si tiene fiebre o hay una excursión
escolar imprevista. Esta preocupación intensiva puede convertirse en cos-
tumbre y prolongarse hasta mucho después de que el hijo lo viva como una
“atención” hacia él. La convivencia bajo el mismo techo puede plantear pro-
blemas similares cuando cualquiera de los padres no confía en que el otro
cuide adecuadamente al hijo en su ausencia y se ofende continuamente por-
que no se le informa de los mínimos detalles de la vida del niño. Las ilusio-
nes creadas por la filosofía de la “custodia compartida” pueden negar la rea-
lidad de que se ha producido la separación y atrapar a algunos padres e hijos
en una vida inadecuadamente ligada por unos horarios detallados. Una
situación así puede sustituir la reflexión activa en las necesidades evolutivas
del niño.
Al participar como profesionales en estos debates, asumimos la postura
de que no siempre puede resolverse con facilidad el conflicto de intereses
entre las necesidades de intimidad y continuidad del padre con el hijo y la
necesidad de espontaneidad de éste. Gran parte de nuestro tiempo se ha
dedicado a ayudar a los padres a volver a pensar algunas de las batallas libra-
das por ellos sobre los tiempos, los espacios y las actividades, en las que se
han atrincherado emocional y psicológicamente. Nuestro objetivo ha sido que
los padres sean conscientes de los efectos de estas batallas sobre la mente
y la capacidad de pensar de los niños. Esas batallas pueden centrarse en tor-
no a las trivialidades esenciales de la vida cotidiana, de manera que nos per-
mitan entrar en ellas y deshacer los procesos implicados junto con sus signi-
ficados emocionales. Una niña de 11 años, Carlotta, por ejemplo, deseaba
comprar ropa interior en una tienda de su cadena favorita el viernes después
de la escuela y, en principio, quería probarse un sujetador, actividad que pre-
fería hacer con su madre (que trabajaba durante toda la jornada y sólo podía
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Reestructuración familiar: Nuevos hogares y nuevos modelos de acción... 127
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128 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Muchos niños que pasan a segundas familias tienen que entablar unas
complejas relaciones con unos hermanastros que cambian su propia defini-
ción de sí mismos, en el sentido de tener un “lugar determinado” dentro de la
familia, como el de hermana mayor o el de hermano menor. Los hermanastros
recién llegados pueden agravar los sentimientos de distanciamiento y compli-
car la organización familiar para determinados niños porque pueden sentirse
excluidos.
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130 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Reestructuración familiar: Nuevos hogares y nuevos modelos de acción... 131
Gerald, cuyo padre mantenía una vigilancia constante y celosa sobre la nueva
relación de su madre, descubrió que el nuevo compañero de ella, Liam, le facilitaba
una alternativa cálida y tranquila a las volátiles relaciones de sus padres y al drama-
tismo que tomaron después del divorcio. Liam dedicaba tiempo a jugar a la pelota con
Gerald, que hacía sus tareas en un ambiente tranquilo, y lo llevaba de excursión a
visitar a su acogedora familia. También enseñó a Gerald a hacer frente a sus senti-
mientos de ira, disuadiéndolo de insultar y acosar a otros, una forma de conducta que
le había conducido a meterse en problemas en la escuela. Al cabo de dos años, la
mejora de la conducta y el rendimiento escolares de Gerald, así como sus compe-
tencias futbolísticas, tuvieron su recompensa y, en interacción con su sensación de
una presencia masculina acogedora en casa, le condujeron a una elevación de su
autoestima.
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132 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
menor. Esto era lo que ocurría en dos familias en las que los padrastros
mantenían una actitud crítica hacia los hijos, que incrementaba la postura
crítica de la madre.
Un estudio anterior (GORELL BARNES y cols., 1998) demostró que un pa-
drastro o madrastra que modera la infelicidad o el desacuerdo en el hogar en
el que entran, supeditándolo a la calidad de la relación con su pareja, puede
provocar pequeños cambios a mejor que se amplían con el tiempo. Este estu-
dio presentaba algunos ejemplos muy vívidos de cómo pueden mejorar la si-
tuación los compromisos menores y regulares con ciertos aspectos de la vida
de los hijos. Esos cambios se producían tanto entre el padrastro o la madras-
tra y el hijo como en la relación entre los hijos en el hogar. A largo plazo, esto
puede llevar a que los jóvenes abandonen el hogar de manera menos dramá-
tica y reactiva, un aspecto del abandono del hogar que, según se ha demos-
trado, distingue las familias combinadas de las biológicas intactas y de las
monoparentales. Es probable que el corte de relaciones sea más peligroso
para los jóvenes que ya han visto perturbada o rota una relación con un pro-
genitor después del divorcio. En consecuencia, un padrastro o una madrastra
que agrave las relaciones discordantes o infelices preexistentes en una fa-
milia después del divorcio puede aumentar los riesgos para los niños y preci-
pitarlos a una independencia prematura que conlleva sus propios peligros
(KIERNAN, 1992; JONES, 1995).
No obstante, en nuestro estudio, conocimos las segundas familias de los
hijos en un momento en el que los vínculos sólo estaban formándose y eran
muy tenues, a menudo con la oposición (patente y encubierta) del otro pro-
genitor. Muchas de las dificultades y problemas aparecidos en las familias
combinadas se derivaron de la complejidad de las transiciones de relaciones
que hemos descrito brevemente y, en particular, de las exigencias derivadas
de pasar de un conjunto de lealtades familiares al inicio de nuevos vínculos.
En esas transiciones se producen pérdidas y, cuando éstas no se reconocen
ni se discuten entre padres e hijos, pueden provocar ansiedad acumulada.
Con independencia de los beneficios que se consigan, la ruptura del matri-
monio trastorna las relaciones íntimas previas y los patrones de estabilidad
y apego para los hijos. Para los niños que pasan además de por la ruptura
parental por la de sus padres con las nuevas parejas, las pérdidas acumula-
das pueden ser difíciles de soportar sin trastornos de salud o del desarrollo
social o emocional. Sabemos que, al menos, la sexta parte de los padres que
se divorcian, vuelven a hacerlo por segunda vez. En consecuencia, para al-
gunos niños, el proceso de transición formará parte de su vida. No está su-
ficientemente estudiado si esta circunstancia facilita o no la acomodación
a cambios posteriores ni si el propio cambio se convierte en un factor de
acumulación de estrés que conduzca a trastornos. DUNN y cols. (1999) han
preparado un estudio a gran escala de las relaciones cambiantes en la vida
familiar que permita dar algunas respuestas a las cuestiones sobre la transi-
ción acumulada y lo que propicia las condiciones para que pueda darse una
adaptación satisfactoria.
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Reestructuración familiar: Nuevos hogares y nuevos modelos de acción... 133
Resumen
Las segundas familias y la resiliencia de los hijos
He aquí algunos de los factores que, a nuestro juicio, es importante que
tengan presentes los padres y los profesionales en beneficio de los hijos en
las familias reconstituidas:
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CAPÍTULO VIII
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El centro escolar, ¿una base segura? 135
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136 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Desde el punto de vista de los niños, la escuela infantil les facilita un mun-
do de descubrimiento y entusiasmo al que se acercan con una mezcla de
interés y aprensión y al que se adaptan más o menos bien de acuerdo con
sus experiencias previas de apego seguro o inseguro (véase el Capítulo II).
Billy solía llegar todas las mañanas con su padre a la escuela infantil. Entraba
confiado y cogía el burro gris, un objeto familiar al que le había tomado cariño desde
el primer día. Después, miraba a su padre y o bien corría hacia él para darle un rápi-
do abrazo o se limitaba a saludarle con la confianza que indicaba que había llegado a
territorio conocido y que estaba muy bien. Su padre esperaba el tiempo suficiente
para asegurarse de que era así, echando un vistazo un poco nervioso a los otros
niños, a la maestra y a su ayudante, como para confirmar que todo el mundo sabría
qué hacer si de repente Billy se encontrase mal. A veces, la maestra le miraba in-
dicándole que todo estaba bien. No obstante, aunque no lo hiciera, el padre de Billy
sabía cuándo podía marcharse tranquilo. Esta compleja red de señales verbales y no
verbales, intercambiadas de manera casi imperceptible y sin pensarlo mucho, había
evolucionado desde el principio del curso y la previsibilidad de los signos aseguraba
a todos los implicados que, si se interpretaban correctamente, todo estaría bien, es
decir, Billy estaría bien hasta la hora de comer, en que su madre lo recogería. El mis-
mo Billy parecía muy cómodo con esa rutina y poco a poco diversificaba sus activida-
des para experimentar con diferentes juguetes y jugar con distintos niños.
El primer día después de la mitad del curso, Billy no fue a la escuela infantil. El
martes llegó con su madre. No era el Billy confiado habitual que se acercaba directa-
mente al burro gris. Se escondía detrás de su madre y chupaba un trozo de tela que
traía. Su madre rodeó el aula infantil, arrastrando a Billy detrás de ella, esperando
atraer la mirada de la maestra. Ella parecía agotada y cansada. La maestra estaba
ocupada consolando a Lucy, que se había hecho daño en el tobogán. Sin embargo,
pronto se dio cuenta de la inhabitual mirada triste que presentaban Billy y su madre.
Siguió una conversación, dando una breve explicación; era difícil hablar delante de
Billy; el padre se había marchado; todo había sido muy complicado. La maestra inten-
tó ayudar a Billy a coger los juguetes y animarlo a que participara en las actividades,
cosa que, pasado un rato, pudo hacer. Fue al rincón de los cuentos. En ese momen-
to, su madre tuvo la sensación de que ya había dicho bastante y, sintiéndose aver-
gonzada, se marchó rápidamente sin esperar a que volviera la maestra...
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El centro escolar, ¿una base segura? 137
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138 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
La señorita S., maestra de primaria, me consultó sobre la dificultad que tenía con
la lectura un niño de 7 años. A pesar de sus especiales esfuerzos y del hecho de que
Joe estaba teniendo ayuda adicional dos veces por semana en un grupo pequeño, no
hacía progreso alguno; de hecho, la señorita S. pensaba que estaba retrocediendo.
Parecía confundida por esta circunstancia, pues consideraba que Joe era un niño
inteligente al que le gustaba la escuela y dispuesto a aprender. Durante la consulta,
intenté examinar con cierto detalle cuál era exactamente la dificultad con la lectura. La
maestra explicó que a Joe le resultaba difícil “prever lo que venía a continuación” en
el texto y tenía dificultades de “secuenciación”. Me intrigaba lo que estuviera pasando
en la vida de Joe y a la maestra le supuso una liberación hablar sobre Joe y su fa-
milia, pues ya había probado todo en el plano “educativo”. En realidad, conocía muy
bien las teorías actuales sobre la lectura, pero no había tenido oportunidad de exami-
nar las conexiones entre el contexto familiar y emocional de Joe y su aprendizaje en
la escuela.
Me dijo que la mamá y el papá de Joe se habían separado hacía nueve meses.
Desde entonces, la mamá había ingresado en la educación superior. Cursar estudios
universitarios y llevar una familia monoparental le había impuesto grandes presiones.
Aunque la separación había sido difícil, los padres habían alcanzado una etapa en su
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El centro escolar, ¿una base segura? 139
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142 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Anna era una alumna de 10 años alegre y entusiasta. Asistía a una escuela feme-
nina en la que no sólo se insistía en el rendimiento académico, sino que el centro esta-
ba comprometido con el desarrollo social y emocional de las niñas. Contaba con un
sistema sólido de atención personal, los profesores dedicaban tiempo a reflexionar
sobre las alumnas y la escuela tenía canales eficaces de comunicación si las cosas
iban mal.
Por supuesto, Anna obtuvo buenas calificaciones en el GCSEi*. La asignatura de
lengua era una de las materias que mejor dominaba, disfrutaba redactando y tenía
cierta facilidad para la poesía. Mantenía también una relación muy buena con su pro-
fesora de lengua, a la que había hecho algunas confidencias en una o dos ocasiones.
La profesora, una persona con talento y sensible, se debatía a veces en el límite entre
ser “confidente” de las niñas y mostrarse capaz de afirmar su autoridad cuando tenía
que exigirles las tareas para casa, la puntualidad y el nivel de trabajo. Le produjo una
gran impresión leer una de las redacciones de Anna inmediatamente antes de las
vacaciones de Semana Santa. Era un relato muy deprimente que presentaba al per-
sonaje principal, una niña de su edad que deseaba suicidarse porque no se sentía
querida y detestaba a su padrastro. La profesora se angustió mucho y su dilema era
si consideraba el relato como autobiográfico y, en consecuencia, como un grito en
petición de ayuda, tenía que actuar, hablar con los padres, hablar con el director,
“hacer algo” y, por otra parte, que ella sólo era una profesora de lengua y por tanto
¿qué derecho tenía a inferir nada del trabajo de la niña? La profesora comentó este
dilema con una de nosotras y llegamos a la conclusión de que era posible plantear a
los padres su preocupación haciendo referencia al comentario de la redación de len-
gua de Anna. Sus intentos de implicar en esta cuestión a cada uno de los padres se
convirtieron en un diálogo tenso en el que experimentó grandes presiones para garan-
tizar a los padres que Anna obtendría una calificación Ai** en su GCSE. La profesora
acabó con una sensación de desaliento y de impotencia, preguntándose si había
alguna otra persona preocupada por la angustia de Anna.
Planteó su preocupación durante una sesión de consulta en grupo que una de
nosotras ofrecía con regularidad a la escuela. El grupo dio ideas y brindó su apoyo,
examinándose una serie de estrategias posibles. La profesora se sentía capacitada
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El centro escolar, ¿una base segura? 143
para ponerse en contacto con los padres, pero el grupo acordó que la acompañara la
vicedirectora responsable de la atención personal a las alumnas. Durante el trabajo en
grupo, quedaron más claros los límites entre lo que las profesoras pueden y no pue-
den hacer. Por ejemplo, al comentar cuestiones relativas a los trastornos alimentarios,
desarrollaron la norma de pedir certificados médicos antes de los viajes escolares a
las niñas cuya salud fuese motivo de preocupación. También se sintieron más segu-
ras para pedir a los padres que se responsabilizaran de sus hijas cuando no se encon-
traran bien.
Reuniones de padres
Para los padres, ésta es la oportunidad de conocer los progresos de sus
hijos y los centros escolares deben asegurarse de que ambos, con indepen-
dencia de las circunstancias, se sientan capaces de asistir y de aportar algo.
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144 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
En general, los padres se ponen de acuerdo para asistir juntos a estos acon-
tecimientos, sobre todo cuando el hijo mantiene el contacto con ambos. No
obstante, puede haber situaciones en las que el nivel de conflicto sea tan alto
que no quieran estar en el mismo lugar y al mismo tiempo. Las escuelas
deben tener la flexibilidad suficiente para que la madre y el padre, por sepa-
rado, puedan ver a los profesores. Sin duda, esto supone imponer más cargas
a unos profesores extremadamente ocupados, pero esos gestos de buena
voluntad pueden ser enormemente beneficiosos al permitir que madre y pa-
dre sigan en contacto con el centro escolar y que se convenzan de que siguen
siendo importantes en la vida de su hijo.
En una escuela secundaria, en la que sea poco práctico organizar otra
reunión con todos los profesores, la oportunidad de verse con el tutor del gru-
po o con el coordinador del curso para que éste transmita los puntos de vista
de los profesores a la madre o al padre podría ser un indicio de que a la
escuela le importa realmente mantenerse en contacto con ambos padres.
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El centro escolar, ¿una base segura? 145
que las escuelas pueden apoyar a los alumnos garantizando que los materia-
les de enseñanza reflejen diferentes formas de familia que los niños puedan
relacionar con su propia situación, en vez de resaltar la normalidad de la fami-
lia “nuclear”. COCKETT y TRIPP (1994) consideran que esto permitiría a los
niños sentirse mejor con respecto a sí mismos y mejorar su autoimagen, lo
que contribuiría, a su vez, a romper el ciclo de bajo rendimiento que afecta a
algunos de estos alumnos.
El sistema de atención personal debe hacer posible que los niños com-
partan los cambios familiares con un miembro del profesorado, nombrado a
propósito, en el que confíen y al que ellos conozcan como una persona que
está a su disposición cuando necesiten hablar. Los docentes pueden desem-
peñar un importante papel de apoyo, haciendo saber al niño, con mucho tac-
to, que están dispuestos a escucharle (FRIEMAN, 1993). Sin embargo, no todos
los niños se encontrarán cómodos hablando sobre lo que sienten como una
cuestión privada (MCNAB, 1993). Muchos tendrán sentimientos encontrados
en cuanto lo que supone que las circunstancias de su familia pasen a ser de
dominio público, y la mayoría de los alumnos desean fervientemente que no
los consideren diferentes de sus compañeros (MITCHELL, 1985).
Las clases de Educación Personal y Social de los centros de secundaria
facilitan una oportunidad ideal para promover el diálogo de grupo sobre cues-
tiones relacionadas con las transiciones de la vida en general y con la sepa-
ración y el divorcio en particular. La introducción de estas cuestiones en el
terreno del aula transmitirá a los niños el importante mensaje de que es acep-
table y conveniente hablar de estos hechos de la vida y de su impacto en los
menores. Los profesores responsables de las relaciones entre el hogar y la
escuela, los coordinadores de curso, los que coordinan las necesidades es-
peciales, los profesores de apoyo y demás personas con responsabilidades
de atención personal a los alumnos, en virtud de su rol especial, pueden ser
particularmente conscientes de los cambios producidos en las circunstancias
familiares. Están en buena posición para asegurarse de que la escuela res-
ponda con sensibilidad a estos cambios.
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146 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
familiares. Hay situaciones en las que los profesores sienten que han hecho
todo lo posible por el alumno que les preocupa y puede ser conveniente remi-
tirlo a un servicio especializado. Las derivaciones las pueden hacer el servi-
cio psicológico del centro, los servicios de orientación infantil y familiar
o los servicios sociales. En el Capítulo X, examinaremos con más deteni-
miento los roles de distintos profesionales en relación con los hijos de familias
divorciadas.
Consulta familia-escuela
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El centro escolar, ¿una base segura? 147
jugaría con él y, por tanto, recurriría a la conducta agresiva y a los insultos, lo que, a
su vez, provocaría más rechazo en sus compañeros.
También acordamos que el psicólogo educativo se reuniera periódicamente con
la profesora y elaboraran estrategias para controlar a Mark en clase.
©nEdiciones Morata, S. L.
148 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Resumen
Puntos clave para los profesores
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CAPÍTULO IX
**nNational Health Service: “Servicio Nacional de Salud” del Reino Unido. (N. del T.)
**nEn el texto se utiliza indistintamente médico de cabecera, médico de atención prima-
ria (A.P.) y médico de familia (N. del E.)
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150 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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El divorcio y la atención primaria de salud 151
La Sra. Long estaba preocupada por su hijo, Darren, de 8 años. La llamaron para
que fuera a la escuela donde los maestros le manifestaron su preocupación por la
conducta agresiva del niño. La Sra. Long también había sufrido en casa la agresividad
de Darren y cada vez le resultaba más difícil controlarlo. Acudió a su médico de aten-
ción primaria porque estaba padeciendo dolores de cabeza, sobre todo a primera
hora de la mañana, cuando se arreglaba para ir a trabajar y luchaba con Darren para
que se preparara para ir a la escuela. El médico le preguntó si se habían producido
cambios en casa. La Sra. Long explicó que su marido y ella se habían separado.
Durante mucho tiempo, había existido una situación difícil y, al final, se había mar-
chado. Ella había procurado “llevarlo del modo más normal” porque creía que, al no
comentarlo, todo sería más fácil para Darren. El contacto con el padre de Darren era
imprevisible, pues viajaba mucho por motivos de trabajo. Las visitas solían ir precedi-
das por conversaciones telefónicas reñidas y difíciles, que suponía que la Sra. Long
tuviera que hacer lo posible para que su hijo no se desilusionara. Sin embargo, cuan-
do Darren quedaba con su padre, era más bueno que el pan con él, aunque tuviese
que esperar varias horas a que lo recogiese. El médico indicó que quizá Darren se sin-
tiera muy enfadado con su padre, pero no se lo manifestaba directamente a él por
temor a que se acabara el escaso contacto que mantenían. Creía que sería bueno
que Darren hablase con alguien de sus sentimientos. El médico convenció a la
Sra. Long de que hablar con Darren sería bueno para él y no perjudicial, y pensó que
empezaría por explicarle totalmente la situación.
La Sra. Long y Darren visitaron al médico de atención primaria unas semanas
después, cuando su hijo se hizo un esguince en el tobillo jugando al fútbol. El médi-
co preguntó cómo iban las cosas en casa y la Sra. Long explicó abiertamente, delan-
te de Darren, que habían tenido “una buena conversación y desmontamos todo
nuestro sistema y fuimos capaces de disgustarnos juntos”. Darren se había tranqui-
lizado en la escuela y había preguntado a su padre si le gustaría ir a verle jugar, pues
ahora pertenece a un equipo de fútbol y tiene partido los sábados. El padre está muy
orgulloso de los logros futbolísticos de Darren y está empezando a interesarse por ir
a verle jugar.
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152 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Niveles de intervención
¿Qué puede conseguirse en una consulta
con el médico de atención primaria?
El médico podrá hacer preguntas relevantes, reconocer las relaciones y
conexiones entre los síntomas y los aspectos preocupantes de la separación
y el divorcio y quizá consiga que una madre o un padre acepte que su hijo
puede estar manifestando su angustia de un modo determinado. Las familias
encuentran alivio cuando reconocen sus sentimientos encontrados y reciben
ayudan para darles sentido. Habrá situaciones en las que esa relación no
pueda hacerse explícita o en las que el progenitor sea reacio a aceptar que
podría haber una conexión.
A continuación, aparecen algunas preguntas útiles para que las plantee el
médico de atención primaria a los hijos que están viviendo la separación o
el divorcio de sus padres:
•n¿El niño está abatido, ha perdido el interés por la escuela o por las acti-
vidades extraescolares?
•n¿Enferma el niño con más frecuencia, falta a la escuela, tiene que lla-
mar al médico por diversas situaciones de malestar?
•n¿Están cambiando significativamente los hábitos de comidas?
•n¿Se pelea más o es más agresivo, en casa o en la escuela?
•n¿Evita a los amigos, salir de casa o el contacto social?
•n¿Está pendiente de sus padres, se preocupa por su bienestar físico o
mental?
•n¿Teme afirmar sus deseos para no molestar a los padres (sobre todo al
no residente en el hogar); es decir, prescinde de actividades para ajus-
tarse al tiempo de visita del progenitor y no va a excursiones escolares,
a fiestas de amigos, etcétera?
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El divorcio y la atención primaria de salud 153
A algunos médicos les resulta más útil concertar una cita más duradera
cuando les parece claro que no es posible mantener una conversación ade-
cuada durante la consulta normal. Esta “cita especial” transmitirá al paciente
el mensaje de que el médico ha comprendido la necesidad de un espacio
adecuado para examinar la cuestión.
Ellie, de 17 años, había ido a su médica de cabecera porque, una vez más, su
eczema había vuelto a brotar. Le dijo que estaba desesperada, sobre todo cuando
se acercaba el verano. “¿Podría recetarme una crema diferente? Algo que funcio-
ne de verdad, por favor”. Su médica la conocía desde que era una niña pequeña y
tenía mucha relación con ella a causa de su eczema recurrente. La Dra. tuvo la
sensación de que Ellie estaba tensa y, cuando le preguntó si todo iba bien, Ellie,
evitando el contacto visual, murmuró que estaba disgustada por las discusiones
en casa y porque sus padres no eran razonables. La Dra. le dijo que quizá hubie-
se cosas de las que quisiera hablar, pero Ellie se levantó diciendo: “Tengo que
irme. Voy a una excursión de geografía”. La Dra. le propuso a Ellie que fuera al final
del horario de consulta al día siguiente, porque tendría algún tiempo libre para
hablar con ella. Ellie asintió. Con los adolescentes, es importante no dejar pasar
demasiado tiempo, porque su disposición a hablar puede desaparecer. La doctora
le dio a Ellie su receta para que empezara a tratar su eczema de inmediato. Ellie
volvió al día siguiente; se había dado la crema y parecía estar mejor. La doctora no
tuvo que hablar mucho: Ellie explicó que sus padres estaban siempre discutiendo
y que pensaba que podían separarse. Su madre había comentado que iba a mar-
charse a Irlanda a vivir con su hermana. Ellie estaba muy confusa y disgustada.
Pensaba en ello continuamente y no se concentraba en el instituto. Salía por las
noches y volvía a casa muy tarde. Una o dos veces había llegado bebida y mantu-
vo una gran discusión con su padre. Estuvo llorando intensamente, pero, poco a
poco, fue sintiéndose más aliviada a medida que se desahogaba. La médica le
concertó una consulta con el psicólogo. A Ellie le gustó la idea. Le ayudaría a cen-
trarse...
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154 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Sharon, una joven madre de dos niños, estaba preocupada porque su hija de 2
años, Katie, “daba la lata” y no se dormía. Se sentía agobiada, pues tenía mucho que
hacer con una niña pequeña y un bebé. El bebé aún se despertaba por la noche y,
como Katie no se iba pronto a la cama, Sharon no dormía lo bastante y se encontra-
ba agotada. Acudió a la clínica a que pesaran al bebé y la “health visitor”, que la cono-
cía bien, se dio cuenta de su mal aspecto y le propuso una visita domiciliaria en esa
misma semana. Cuando fue a la casa, se encontró con un ambiente tenso. Mark, el
compañero de Sharon, estaba allí; hacía poco que lo habían despedido por reducción
de plantilla. Esta situación provocó una considerable tensión en las relaciones
de la pareja y habían discutido mucho. La “health visitor” pudo hablar con ambos sobre
la relación que había entre las discusiones y la conducta inquieta de Katie. Quizá es-
tuviera angustiada y un poco asustada. Hablaron de cómo podían manejar a Katie a
la hora de acostarse y la “health visitor” preguntó a Mark y a Sharon si les gustaría
acudir al psicólogo. Mark se negó rotundamente. Se sentía seguro hablando con la
“health visitor” en la intimidad de su hogar y creía que la conversación había sido ver-
daderamente útil. También hablaron de que Sharon fuese al centro familiar local, don-
de podría conseguir algún apoyo. Unas semanas después, la “health visitor” volvió a
la casa y encontró a una Sharon más relajada. Ahora, Katie se iba a la cama sin nin-
gún problema y, después del baño, Mark le leía un cuento mientras Sharon atendía al
bebé. Parecía que discutían menos y Mark había estado buscando trabajo.
*nUn health visitor es un profesional cualificado y diplomado en enfermería que está for-
mado para asesorar en las necesidades referidas a la salud a personas individuales, familias
y a la comunidad. Promocionan hábitos saludables y de prevención de enfermedades ofrecien-
do a la comunidad su asesoramiento y ayuda.
Entre sus funciones está visitar los hogares, especialmente a las nuevas madres y a los
niños de hasta 5 años, igualmente trabajar en otras secciones de la comunidad como ancianos,
discapacitados y enfermos de larga duración. Su trabajo incluye también afrontar el impacto de
la injusticia sanitaria y su proximidad con poblaciones de riesgo o sin recursos.
Mantenemos la terminología inglesa pues tiene unas funciones específicas y por tanto con-
duciría a error sustituirlo por médico de familia, de cabecera o pediatra. (N. del R.)
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El divorcio y la atención primaria de salud 155
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156 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
En la madre o padre
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El divorcio y la atención primaria de salud 157
Cuando se pide a la familia que venga a una consulta dentro del servi-
cio de atención primaria, conocemos su historia con su médico y la presen-
tación del profesional especialista añade una nueva dimensión a la consulta
que tiene lugar en el contexto de una relación segura y conocida. Es posible
examinar el área de las relaciones familiares utilizando el conocimiento del
médico de familia, que constituye una especie de “informe taquigráfico” con
respecto a las conexiones entre acontecimientos en el ciclo de vida fami-
liar. El médico conoce también las estrategias utilizadas por la familia para
superar los momentos de estrés y es probable que sepa lo que les sirve y lo
que no.
Por otra parte, el profesional especialista podrá aprovechar la posición de
ajeno a la relación, de “ignorante”, para hacer preguntas que puedan introdu-
cir una perspectiva diferente en la situación y que permitirá que el médico per-
manezca en un segundo plano. Para el médico de atención primaria, que tra-
baja solo y sometido a enormes presiones de tiempo y de exigencias, el
hecho de tener a otro profesional con el que trabajar y reflexionar representa
un recurso valioso y valorado. Al mismo tiempo, el médico necesita sentirse
libre para volver a los aspectos de rutina de la medicina general sin tener que
preguntar siempre por las relaciones problemáticas.
La familia P.:
La familia estaba formada por la madre y dos hijos de 7 y 5 años. La madre esta-
ba preocupada por la hija mayor, Laura, que se comportaba de forma retraída, sobre
todo en la escuela. El padre había abandonado la familia varios años atrás y la madre
se había sentido aliviada por su marcha porque, a su modo de ver, “no podía respon-
sabilizarse de su paternidad”. Desde el punto de vista de la escuela, Laura carecía de
autoestima y la Sra. P. había comentado sus preocupaciones a su médico de atención
primaria, que pensó que sería útil ofrecerle una consulta familiar.
En principio, nos reunimos con la Sra. P. porque no le gustaba nada la idea de lle-
var a sus hijos al psicólogo. En el contexto de lo que ella vivía como una relación de
gran confianza con el médico, pudimos examinar sus principales preocupaciones
y comenzar a pensar en lo que podrían necesitar los niños, en especial Laura. La
Sra. P. estaba muy angustiada porque el Sr. P. no había tenido ningún contacto con los
niños. Descubrimos que la Sra. P. había tenido la “ilusión” del interés del pa-
dre comprando regalos y tarjetas para los niños en sus cumpleaños y en Navidad,
dándoselos como si los hubiera enviado el padre. El médico conocía esta situación
pero le resultaba difícil encontrar un modo de decirle a la Sra. P. que el método no era
muy conveniente. Ella nos dijo también que Laura se culpaba de la marcha de papá y,
a veces, tenía unas rabietas ante las que la madre se sentía impotente y desolada
porque no conseguía “hacerse comprender” por Laura. La madre nos comentó tam-
bién su ansiedad con respecto a dejar salir a los niños y su terror a que, en el futuro,
pidieran ir solos de tiendas o al parque.
En esta situación, estaba claro que, con esos miedos a “lo desconocido”, el médi-
co no podía derivar a la familia a ningún otro profesional. Sin embargo, en el ambien-
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158 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
Una de las “health visitors” se mostraba preocupada por Jane, que estaba muy
deprimida. Jane tenía tres hijos pequeños y, según la “health visitor”, exigía demasia-
do a Martin, el niño mayor, de 6 años. Esas exigencias de Jane a Martin habían
aumentado desde que se separó de su marido y como consecuencia se inició su
depresión.
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El divorcio y la atención primaria de salud 159
En conversación con la “health visitor”, decidimos que sería mejor, tanto para ella
como para nosotras, ver a Jane y a sus hijos juntos. Jane desconfiaba de reunirse con
alguien a quien no conocía, pero estaba preparada para aceptar la sugerencia de la
“health visitors”, en quien confiaba.
A la reunión, Jane sólo trajo al bebé, porque no quería que Martin ni su hermana fal-
taran a clase. Nos pareció muy bien y pronto se puso de manifiesto que Jane había
reflexionado mucho y quería dar sentido, con nuestra ayuda, de lo que ocurría entre
Martin y ella. Su madre también la había exigido mucho porque era la mayor y tenía que
cuidar de sus hermanos y hermanas menores. Había crecido sin padre y era muy cons-
ciente de lo que le faltaba a Martin pero, por alguna razón, no podía dejar de exigirle. Lo
único que sabía era que “¡los chicos echan mano de los padres cuando ellos no pueden
arreglárselas solos!”. Ella ya había hablado antes con la “health visitor” sobre sus expe-
riencias infantiles así que, igual que ocurrió entonces, se sentía confiada para continuar
la conversación. Pasamos a examinar lo que podría posibilitar que Jane liberara a Mar-
tin de responsabilidades impropias de su edad y que utilizara otros apoyos. A Jane le
gustaría tener más contactos sociales con otros padres, pero le angustiaba unirse a un
grupo. Reflexionamos sobre el modo de hacerlo posible y la “health visitor” sugirió la
posibilidad de ir con ella al grupo local de madres y niños pequeños. Esto le gustó a
Jane. También pensamos en la posibilidad de que los dos niños mayores fueran a un
centro de juego extraescolar durante un par de días a la semana con el fin de aliviarla
un poco. Después, hablamos de las necesidades evolutivas de los niños, en especial de
Martin. A pesar de ser el mayor, solo tenía 6 años y necesitaba jugar y ser estimulado,
en vez de andar constantemente haciendo recados a su madre. Unas semanas más tar-
de, en una visita de seguimiento, la “health visitor” supo que Jane había conseguido un
par de amigas en el grupo de madres y niños pequeños y lo pasaba muy bien cuando
iba allí. Los niños estaban muy contentos en el centro de juego y Jane pudo pensar más
en Martin como en un niño que como en un “hombrecito”, como ella decía.
El valor de la consulta
Poco a poco, este papel se ha extendido a distintos niveles de trabajo en
el centro de salud:
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160 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
•nLo más probable es que las versiones del padre y de la madre de los
acontecimientos que han conducido a la separación no coincidan, pero
es importante ayudarles a que se pongan de acuerdo en los puntos cla-
ve para contárselo a los hijos.
•n¿Quién debe decírselo? Si es factible, los padres deben hablar juntos
con los hijos pero, si esto no es posible, los puntos acordados ayudarán
a los hijos a disponer de una explicación coherente.
•n¿Cómo cambiará la vida de los hijos? Es muy útil que los padres expli-
quen en concreto cómo puede cambiar su vida.
•nDistinción entre el hecho de que la pareja se divida y el de que los
padres siguen siendo los mismos, aunque en circunstancias diferentes:
Ayudar a los padres a que expliquen a los hijos esta distinción les ayu-
dará a elaborar un nueva descripción narrativa de su familia que incluya
la pérdida de ésta tal como era, y también les permitirá iniciar un nuevo
tipo de relación con cada uno de sus padres, como se explica en los
Capítulos IV y V.
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El divorcio y la atención primaria de salud 161
Resumen
Al enfrentarse a la separación y el divorcio, los profesionales de atención
primaria deben prestar atención a:
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CAPÍTULO X
En este libro hemos examinado las condiciones en las que los niños pueden
ser especialmente vulnerables y hemos revisado los riesgos, así como los facto-
res protectores que promueven la resiliencia de estos y sus familias. Hemos rea-
lizado nuestro trabajo en el Child and Family Mental Health Servicei*. Sin embar-
go, hay un conjunto de profesionales que probablemente entren en contacto con
niños que están viviendo las transiciones familiares posteriores a separaciones y
divorcios. En este capítulo, consideramos cómo pueden tener presentes estos
profesionales los problemas descritos en la medida en que tienen relación con
su propio trabajo. Nos hemos centrado en particular en quienes, con gran proba-
bilidad, trabajen directamente con niños mientras atraviesan los cambios del
divorcio y de la familia. Somos conscientes de la gran cantidad de profesionales
cuyo motivo de contacto u objetivo de trabajo con la familia es diferente y, sin
embargo, estarán trabajando con niños para quienes el divorcio y la reorganiza-
ción de la familia constituyen una parte importante de su experiencia infantil. Es
muy posible que, para la persona que los remita a ellos, los problemas motivo de
la derivación no tengan relación directa con las cuestiones de la separación. No
obstante, es importante que los profesionales tengan presentes estas cuestiones
y pregunten por ellas cuando se planteen qué ayuda pueden ofrecer. Del mismo
modo, los profesionales que trabajan con adultos, sobre todo en los servicios
sociales y en el campo de la salud mental, deben tener presente la relevancia
del divorcio en la experiencia de sus clientes o en la de los hijos de sus clientes.
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Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 163
NIÑO Y FAMILIA
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164 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
El contexto sanitario
Los niños y sus familias están en contacto con los médicos de atención
primaria y los “health visitors” durante su desarrollo, como mostramos en el Ca-
pítulo IX. Los enfermeros y médicos escolares también tienen un papel que
desempeñar en relación con la evaluación del desarrollo físico de los niños y
con la detección de cualquier motivo de preocupación. Sin embargo, si hay
problemas específicos en relación con su salud, aprendizaje o conducta o si
tienen necesidades especiales físicas, emocionales o educativas, pueden
acudir a un equipo de desarrollo infantil o a una clínica especializada.
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Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 165
©nEdiciones Morata, S. L.
166 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
El contexto escolar
Durante los años preescolares y escolares, el personal de educación in-
fantil y los maestros se convierten en una influencia crucial, como mostramos
en los Capítulos II y VIII. Tanto los coordinadores de necesidades especiales
como los psicólogos educativos y los trabajadores sociales de la educación
pueden verse implicados en relación con los problemas educativos. Uno de
los principales cometidos de los psicólogos educativos es evaluar a los niños
con necesidades educativas especiales y su evaluación es un factor impor-
tante que contribuye a la decisión relativa a la dotación de educación especial
para los niños. Es muy importante que, como parte de su evaluación, investi-
guen el contexto familiar y cualquier factor que tenga que ver con las relacio-
nes familiares que puedan influir en el rendimiento del alumnado en la escue-
la. Del mismo modo, estos factores pueden influir en el rendimiento de los
niños en los tests psicométricos y el informe escrito debe reflejar estas cir-
cunstancias. Los resultados de los tests cognitivos estandarizados han de
interpretarse con cautela y debe hacerse referencia explícita a las circunstan-
cias familiares que puedan afectar el funcionamiento intelectual de los niños.
Los psicólogos educativos tienen un importante papel que desempeñar
como consultores para las escuelas así como al impartir formación continua a
los docentes. Pueden ayudar a los profesores a considerar la relación entre la
familia y la escuela y facilitarles que desarrollen e introduzcan ideas que ayu-
den a los niños y a sus familias durante esta transición. BLACHER (1997), en un
pequeño estudio que investiga los puntos de vista de cinco psicólogos edu-
cativos y de cinco profesores sobre su papel en relación con el divorcio, des-
cubrió que los psicólogos educativos señalaban un desajuste entre las priori-
dades de las escuelas y sus creencias acerca de su papel. Consideraban que
las escuelas se interesaban ante todo por su servicio para estudiar los ante-
cedentes individuales y para la evaluación, mientras que sostenían que su
papel consistía en poder aportar una perspectiva diferente en un nivel de con-
sulta y proporcionar formación permanente en relación con las cuestiones
relativas a la separación y el divorcio y sus efectos sobre los alumnos. Todos
los docentes entrevistados creían que los psicólogos educativos tenían un
©nEdiciones Morata, S. L.
Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 167
papel que desempeñar, consistente en apoyar a los docentes con sus cono-
cimientos especializados y a través de la formación, pero creían que su papel
estaba restringido por limitaciones de tiempo y la aparente prioridad de la
evaluación reglamentaria.
Los trabajadores sociales de la educación trabajan entre el hogar y la
escuela y tienen ocasión de examinar los cambios de las circunstancias fami-
liares y sus efectos sobre la adaptación de los niños a la escuela.
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168 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
•nLa importancia que debe darse al bienestar, los deseos y los sentimien-
tos de los niños.
•nCómo pueden llegar las partes a comprender mejor el modo en el que
pueden ayudar a los hijos a afrontar la ruptura del matrimonio.
•nLa protección contra la violencia a disposición de las personas y cómo
obtener ayuda y asistencia.
El artículo 11(4) también vela por los niños. En ella, el concepto de su bie-
nestar se considera de “suma importancia” y se explica con todo detalle en
relación con la “voz del niño”. En el artículo 11(4), se indica que al tratar del
bienestar del niño como una cuestión fundamental, el tribunal ha de prestar
especial atención a:
La preocupación por el riesgo que puede correr el hijo impone conocer los
detalles sobre el lugar y las personas con quienes podría tener contacto pos-
teriormente:
•nEl lugar en el que la persona con la que resida el niño esté viviendo o se
proponga vivir.
•nCualquier otra persona con la que ésta esté viviendo o con quien se pro-
ponga vivir.
•nCualquier plan para su cuidado y educación.
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Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 169
*nOfficial solicitor: actúa como administrador o fideicomisario del menor, que puede ser
nombrado por el tribunal cuando no haya otra persona adecuada o interesada en desempeñar
esa función. (N. del T.)
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170 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
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Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 171
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172 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
El tema del trabajo con hombres violentos excede con mucho el marco
de este libro (véase el Capítulo VI). Sin embargo, nuestra propia experiencia de
trabajo en colaboración con profesionales orientados a los niños sugiere una
fórmula diferente que respalda la necesidad de recursos adicionales. Seña-
lamos tres aspectos clave:
©nEdiciones Morata, S. L.
Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 173
•n“¿Qué te gusta más de estar con papá (o mamá)?” hará que el niño
manifieste las experiencias que considere positivas. Por otra parte, unas
respuestas como “podemos ir a la cama cuando queramos”, “podemos
ver vídeos hasta tarde” o “siempre tomamos comida para llevar” ponen
de manifiesto el tipo de límites que se imponen a los niños o el nivel de
atención del que disfrutan.
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174 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 175
Materiales de juego
Los materiales de juego pueden servirnos para facilitar la comunicación con
los niños. Nosotras utilizamos muñecas y animales domésticos que les ayudan
a describir situaciones que puedan revelar sus preocupaciones. La expresión
de la agresividad, la falta de cuidados, las interacciones negativas expresadas
mediante el juego con estos pequeños objetos facilitará pistas respecto a lo que
pasa por la mente del niño. Del mismo modo, las actitudes positivas de aten-
ción, las personas o animales que se cuidan o rescatan mutuamente pueden
ser indicios de los tipos de experiencias que tenga o haya tenido el niño.
Sin embargo, no siempre es útil contarle nuestras impresiones. Lo impor-
tante es poner a prueba y comprender el significado del juego con el fin de dar
sentido a su conducta.
Narración de cuentos
A veces les resulta más fácil a los niños hablar “poniendo distancia de por
medio”. Contar cuentos o interpretarlos con marionetas puede ser un medio
útil para establecer una buena relación con ellos. Las marionetas facilitan la
interactividad que les cautiva. Una vez más, es importante mantener una pos-
tura neutra con el fin de no influir en la versión que el niño ofrezca de la situa-
ción simulada. Christian, de 10 años, solía traer a las sesiones una colección
de pequeños “monstruos” y la mayoría de sus interacciones consistían en que
algunos amenazaran a los otros, que estaban muy asustados por esta acti-
tud. Este tema recurrente nos ayudó a entender la conexión entre la conduc-
ta acosadora de Christian en el patio de recreo y su parte vulnerable, que
estaba profundamente dañada por su padre.
Técnicas proyectivas
Una técnica específica para provocar la narración de historias es el uso de
los tests proyectivos. Esto requiere una formación especializada y sólo pue-
den utilizarlos los psicólogos, pero pueden arrojar información útil sobre el
mundo interior para otros profesionales. Estos tests se han estandarizado y
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176 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
tienen normas detalladas para interpretar las respuestas; los psicólogos edu-
cativos y clínicos están preparados para utilizar el test proyectivo, como una
más de sus técnicas especializadas de evaluación psicométrica. Las técnicas
proyectivas se basan en el principio de apercepción, que es la capacidad de
percibir selectivamente material de los estímulos. Mediante el mecanismo
de proyección, las cualidades, sentimientos y temores se “proyectan” en los
estímulos estandarizados. Se hace posible así comparar y contrastar res-
puestas utilizando directrices de interpretación (DOWLING, en preparación).
Impacto que los niños generan en las personas que los tratan
Un aspecto importante del trabajo con los niños es prestar atención y dar
sentido al impacto que lo que nos transmiten tiene en nosotros. Controlar y
tolerar la conducta irritante, de llamada de atención, provocadora o agresiva
puede ser altamente estresante y no hay que subestimar el impacto que ejer-
ce sobre las personas que los tratamos. No obstante, puede ser muy útil in-
tentar dar sentido a la misma en términos interactivos y considerar la conduc-
ta como una comunicación que necesita ser comprendida. En consecuencia,
es esencial crear oportunidades de análisis, supervisión o consulta entre com-
pañeros, con el fin de hacer frente al impacto emocional generado.
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Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 177
©nEdiciones Morata, S. L.
178 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
La escuela
•nLa escuela se convierte en un lugar muy importante en el momento en
que están cambiando otras cosas en casa. Comuniquen al maestro o
profesor lo que está ocurriendo, de manera que pueda comprender cier-
tos comportamientos emocionales o caprichosos, o cualquier dificultad
de aprendizaje. Aunque tenga que mudarse de casa, procuren mante-
ner a su hijo en la misma escuela para que no pierda a sus amigos. Si
tienen que cambiarlos de escuela y de casa, hablen con su hijo para
saber con qué amigos les gustaría mantenerse en contacto y qué po-
drían hacer para conseguirlo.
•nA menudo, los hijos desean que sus padres continúen asistiendo juntos
a los acontecimientos escolares. Si les parece que esto es demasiado
difícil hagan saber a sus hijos que por el momento no es posible hacer-
lo pero que en el futuro quizá sea más fácil.
•nSean sensibles en cuanto a asistir a los acontecimientos de la escue-
la o a otros actos especiales con sus eventuales nuevas parejas. Con
frecuencia, los hijos prefieren que su madre o su padre vaya solo si no
puede ir con el otro progenitor. Cuando decidan dar este paso de asis-
tir con su nueva pareja, hablen primero de ello con su hijo y conozcan
su punto de vista. Después de todo, se trata de un acto que él prota-
goniza.
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Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profesionales 179
Nuevas parejas
•nPor regla general, para un niño es muy incómodo encontrarse con una
pareja nueva, y siempre es mejor hablar de antemano con él sobre esta
nueva persona. No intenten provocar un encuentro rápido.
•nTransmítale a su hijo que siente que es una persona buena para usted.
No espere que le guste rápidamente su pareja y recuerde que es muy
posible que siga manteniendo su lealtad hacia su mamá o su papá
durante muchos años. Si puede transmitirle a su hijo que es consciente
de esto y que no espera que su pareja le guste de inmediato, le ayudará
a que no estime que lo pone en un compromiso.
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180 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
•nAsegúrele a su hijo que el hecho de que tenga una nueva pareja no sig-
nifica que le quiera menos. A menudo, a los niños les desconcierta la
posibilidad de que la nueva pareja los reemplace. Asegúrele que, como
hijo suyo, ocupa un lugar especial en su vida que es irreemplazable.
•nNo olvide que sus ideas respecto a cómo educar a los hijos y las que
tenga su nueva pareja pueden ser muy diferentes. Dedique algún tiem-
po a contrastarlas, de manera que sus hijos no se aturdan ante las dife-
rentes ideas de cada uno de ustedes.
•nSea delicado a la hora de introducir en casa a nuevos hermanastros o
hermanastras y deje algún tiempo para observar y comentar cómo se
desarrollan estas nuevas relaciones.
©nEdiciones Morata, S. L.
CAPÍTULO PRIMERO
Bibliografía
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V
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Índice de autores y materias 189
Conducta (comportamiento). “Igual que Divorcio, 14, 20-24, 45-46, 51-52, 53-58,
tu padre”, 111, 195. 63, 67-69, 76-77, 81, 86-94, 124-
—i—. Niños, 22, 30, 42, 45, 62, 118, 146- 127, 138-139, 152-153, 176-177.
147. — como proceso, 15.
—i—. Véanse también: Agresividad en —. Estadísticas, 13, 19, 21, 26, 101, 129,
los niños; Disciplina; Salud mental; 132.
Violencia. Divorcio. Véase también: Separación.
Confianza, 29, 32, 42. DOWLING, E., 35.
Conflicto, 30, 31, 33, 44, 62, 72, 86, 106-
109. Ejercicio parental compartido, 30-32, 65,
—. Negociación, 113. 71-72, 126-127.
Consejos para los padres, 176-179. —i— conflictivo, 30, 90.
Coordinadores de necesidades especia- —i— cooperativo, 30, 50, 87.
les, 163, 166. —i—. Desentendido, 30.
Contacto con el progenitor no residente, —i—. Véase también: Disciplina.
16, 25, 30, 31 98. El que abandona y el abandonado, 49,
—i—i—i—i—. Apoyo, 57. 50.
—i—i—i—i—i— bajo supervisión, 29, EMDE, R. N., 104.
117-118. Engaño, 74.
—i—i—i—i—i—. Explicarlo a los niños, Enojo (ira), 25-26, 51, 74, 75, 93, 177.
77-78, 176-177. —i— en los niños, 35, 46, 86, 92, 151.
—i—i—i—i—i—. Importancia del, 124- —i—. Véase también: Violencia.
125, 152. Entrevista a niños, 82, 172-176.
—i—i—i—i—i—. Madres “Vigilantes”, 57, Equipos de atención primaria, 150, 155.
78, 114. Escuchar a los niños, 81, 95-96, 100.
—i—i—i—i—ii—. Perturbador, 120. —i—i—ii—. Véase también: Ayudar a los
—i—i—i—i—ii—. Riesgos, 115-116, 127. hijos a expresarse.
—i—i—i—i—ii—. Visitas, 57, 65, 69, 78, Escuela, 17, 33, 39, 179.
100, 117, 179. —. Acoso, 107.
—i—i—i—i—ii— y nuevas parejas, 125- —. Consultas familia-escuela, 146-148.
126. —. Currículum, 144-145.
—i—i—i—i—ii—. Véase también: Proge- —. Factores emocionales, 139.
nitores ausentes. —. Gestión de la pérdida, 97.
Contexto jurídico, 13-14, 163, 167-169. —. Impacto del divorcio en la, 40, 42-43,
Crítica, 60, 131. 62, 91-92, 94.
Culpa, 70, 177. —. Necesidades especiales, 163, 166-167.
—. Autoculpabilización de los niños, 25, —. Normativas, 140, 143-146, 148.
51, 64, 70, 81. —. Preescolar, 36, 135-138.
— primaria, 40-48, 85-87, 90, 137-139,
Cultura de la familia, 24, 119-120.
146-147.
Custodia compartida, 31.
—. Profesionales sanitarios, 163, 164.
—. Reuniones de padres, 143, 178.
Decir “no”, 104. — secundaria, 45, 96, 140-143, 144,
Department of Healts, 116. 145-147.
Depresión, 46, 51-52, 154. —. Véanse también: SATS; Maestros y
Derivaciones de los hijos, 61-65. Profesores (Docentes, enseñantes).
Dibujo como terapia, 85, 174-175. Escuelas infantiles, 36, 135-137.
Diferencias culturales, 48-49, 61-62, 135- Estados de ánimo, 78-79.
136, 171. Estructuras familiares, 14-15, 32, 53, 59,
Disciplina, 27, 61, 110-111, 179. 119-120, 121-133, 144.
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190 Índice de autores y materias
Estudio de Newcastle, 25, 120-121, 124. Interacción social, 103-104, 106, 114-
Exeter Study, 19-20, 25, 27, 40, 73, 92. 115.
Explicar la separación a los niños, 37-38, Interés (“lo mejor”), 14, 72, 126-127, 147,
44, 77-78, 81, 92-94, 176-177. 168.
Expresar los sentimientos, 94-98, 134,
145, 151, 158, 173-174, 178. KELLY, J. B., 27.
KRAEMER, S., 29.
Faltas de asistencia, 40.
Familias, 59-61, 68, 120-121, 163. LAMB, M. E., 35.
— combinadas, 119-121, 133. Lealtad a los progenitores, 23, 38, 65, 68,
—i—. Ruptura de las, 132. 71-72, 90-91, 114, 122-123, 133.
—ii—. Véase también: Hermanos y her- —. Intimidad familiar, 42.
manas. LYNSKEY, M. T., 38.
— monoparentales, 98, 108, 122.
—i—. Estereotipos, 28. MACCOBY, E. E., 30-31, 107.
—i—. Hijos en las, 14, 27, 115, 159. Madres e hijas, 26. 73, 98, 122.
Family law act de 1996, 168-169. —i— hijos, 26, 106, 108-109, 112, 122-
FERGUSSON, D. M., 38. 123, 124, 159.
Finanzas, 52-53. —i—i— e hijas, 34, 35.
FLASHER, A., 144. — “Vigilantes”, 57, 78, 114.
FLEESON, J., 103. Maestros y profesores (docentes, en-
FONAGY, P., 80. señantes), 39, 163.
FRIEMAN, B., 140. —i—i—i—i—. Ayuda externa para los,
FUGGLE P., 155. 145-148.
“Función reflexiva”, 80. —i—i—i—i— como base segura, 139-
FURSTENBERG, F. F., 30, 124. 140, 144.
—i—i—i—i—. Contacto con los padres,
GARMEZY, N., 23. 40, 44, 135, 136-137, 139,
GELLES, R., 106. 143-144, 148.
Género, 26, 28, 49-50. —i—i—i—i—. Currículum, 144-145.
GORELL BARNES, G., 125. —i—i—i—i— en lugar de los padres, 39,
Grupos de juego, 36, 135-137. 134-135.
—i—i—i—i—. Formación, 144-145, 166.
HART, B., 28. —i—i—i—i—. Necesidades especiales,
“Healt visitor” (Visitador Sanitario), 154- 163, 166-167.
156, 158, 160-161, 163. —i—i—i—i—. Preescolar, 135-137.
Hermanos y hermanas, 33, 99. —i—i—i—i—. Primaria, 137-139.
—i—i—. Hermanastros y hermanastras, —i—i—i—i—. Secundaria, 141, 141-142.
24, 38, 59, 99, 128-129. —i—i—i—ii—. Véase también: Escuela.
—i—i—. Medio hermanos y medio her- MAIN, M., 34-35.
manas, 59, 90, 94, 96, 128-129. Materiales de juego como terapia, 85,
HETHERINGTON, E. M., 22, 49. 98, 175.
HIGGITT, A., 80. Maternidad, 27, 28.
Historia familiar, 69, 80, 81, 84-88, 93-94. — después del divorcio, 53-55.
Home Office, 116. Matrimonio. Puntos de vista sobre el, 49,
Homofobia, 61. 55.
HORWOOD, L. J., 38. MCCARTHY, P., 25, 31, 124.
Mediación, 25, 31, 79, 169-171.
Ingesta de alcohol, 52, 55, 104-105. Médicos de atención primaria (A.P.), 149-
Institute of Family Therapy, 170. 152, 159-161, 163.
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Índice de autores y materias 191
Médicos de atención primaria. Citas es- Niños. Family law act de 1996, 168-169.
peciales, 153. —. Ira, (enojo), 35, 46, 86, 92, 151.
—i—i—i—. Consultas familiares, 156- —i—. Véase también: Violencia.
158, 159-161. —. Negación, 75, 76, 84-85, 88.
—i—i—i—. Consultas generales, 152- —. Preescolares, 36-39, 88-89, 135-137.
153. —. Preocupación por los padres, 21, 51,
MITCHELL, A., 139. 65-66, 75, 81, 87, 91-92, 114-116.
Modelos de rol, 75-76. —. Problemas psicológicos de los, 22,
— funcionales internos, 34-35, 103-105. 35.
Moralidad, 50. —. Relaciones con las parejas de los
MORGAN, S. P., 30. progenitores. Véase: Parejas (compa-
ñeros).
Nacimientos fuera del matrimonio, 21. —i—i— los progenitores. Véase: Padres;
Narración de cuentos como terapia, 85, Madres.
95, 98, 175. —. Salud emocional, 22-23, 35, 40-42,
Necesidades de los niños, 14, 46-47, 81, 63, 138-139.
100, 118, 133, 162-163. —. Sensación de seguridad, 21, 95, 177.
—i—i—i— frente a las necesidades de — y docentes, 136-140, 146-147.
los padres, 121, 126-127. —i— la mediación, 169-171.
Negación, 74, 75, 76, 84-85, 88. —. Véanse también: Adolescentes; Con-
Niños. Aceptación del divorcio, 63, 76, 94. ducta; Riesgos para los niños; Escuela.
—. Agresividad, 42, 45, 62, 85-86, 109,
118, 146-147. Oficina del Lord Canciller, 116.
—. Ansiedad, 19, 36, 63-65, 68, 89, 91,
95-96. Padrastros y madrastras. Véase: Parejas
—i—. Véase también: Violencia. (compañeros).
—. Autoculpabilización, 25, 51, 64, 70, Padres (papás). Como progenitor cuida-
81. dor, 28-29, 35, 53.
—. Autoestima, 23, 30, 115, 122-123, —i—. Confianza, 29.
125, 131, 133, 145, 147-148. —i— e hijas, 91, 94, 96, 109, 130.
—. Autonomía, 27, 43, 115-116, 122- —i—i— hijos e hijas, 35, 38, 45, 55-58,
123. 118, 130-131.
—. Autoprotección, 66. —i—i—i— varones, 56, 93, 109-111.
—. Como cuidadores, 114, 116. —i— excesivamente dependientes de
—i— “intermediarios”, 30-31, 135-136, los hijos, 58.
143, 158, 179. —i— no residentes, 31, 56-57, 152.
—. Comprensión del divorcio, 63, 77, 81, — y madres (progenitores). Autoestima,
88-89, 176-177. 25, 49, 54, 72, 111, 118.
—. Efectos del divorcio sobre los, 14, 22- —i—i—i— con hijos preescolares, 36,
24, 50-51, 68-69, 86-94, 138-139, 135-136.
141-142, 152-153. —i—i—i—. Consejo para, 176-179.
— en diferentes etapas de desarrollo, 25, —i—i—i—. Preocupaciones, 50, 51, 67,
34-45, 46, 63-64, 88-90, 159. 154, 157.
—i— edad de educación primaria, 40-48, —i—i—i—. Relaciones entre, 23, 26, 57,
84, 88, 89, 90, 137-139, 146-147. 70-71, 124, 179.
—i— familias monoparentales, 14, 27, —i—i—i—. Responsabilidad, 13-14, 28,
115, 159. 30, 120.
—. Entrevista a los, 82, 172-176. —i—i—i—. Salud emocional, 44.
—. Expresión de los sentimientos, 94-98, —i—i—i—. Salud mental, 31, 50-51, 113-
134, 145, 151, 158, 173-174, 178. 118.
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192 Índice de autores y materias
Padres y madres (progenitores) y docen- Riesgos para los niños. Enfermedad men-
tes, 40, 44, 135, 136-137, 139, 142- tal, 113-116.
143, 148. —i—i—i—. Violencia, 102-104, 108, 109-
—i—i—ii—. Véanse también: Paternidad; 110.
Padres; Maternidad; Madres. ROBINSON, M., 169-171.
Parejas (compañeros), 59, 129-130. RODGERS, B., 13, 15, 45-46.
—i— del progenitor no residente, 101, Rose, M. K., 21.
125-126. Ruptura familiar, 24-25, 137.
—i—i—i— residente, 98, 122-124, 129.
—i— e hijos e hijas, 23, 59, 119-120, Salud, 51.
130-132, 133, 179, 180. —. Efectos del divorcio sobre la, 45, 46.
— de lesbianas, 33, 61, 123-124, 129-130. — emocional de padres y madres, 44.
Paternidad, 28-30, 32, 35. —i— “de quien abandona y del abando-
—. Interpretaciones de la, 56-57. nado”, 49-50.
—. Posterior al divorcio, 26-27, 54-58, —i—. Niños, 22-23, 35, 40-42, 63, 138-
124-127. 139.
Patrones de trabajo. Madres, 52-53. —i—. Papás no residentes, 31, 152.
—i—i—. Padres, 35, 38, 52-53. — mental. Niños, 22, 35, 163.
PECHEREK, A., 144. —i—. Consultas familiares, 156-159.
Pérdida, 58, 68, 71, 73, 85, 97, 132. —i—. Padres no residentes, 31.
Perdón, 79. —i—i— y madres, 50-51, 113-116.
Poder, 27, 116, 122-123, 129. —i—. Véase también: Child and Family
Preocupaciones. Padres, 50, 51, 67, 154, Mental Health Service.
157. —. Véanse también: Salud emocional;
Progenitor cuidador, 21, 23. Salud mental.
—i—. Padre, 28-29, 35, 53. SATS (Standard Attainment Tests), 43,
Progenitores (padres) ausentes, 21, 33, 138, 166-167.
44, 81, 93. Sentimientos. Véase: Expresar los senti-
—i—i—. Véase también: Contacto con el mientos.
progenitor no residente. Separación, 36.
Proyecto de investigación, 48-49, 81-83. —. Efectos a corto plazo en los hijos, 22,
PRYOR, J., 13, 14, 45-46. 50-51, 63-64, 68-69.
Planes de vida, 30, 31, 50, 52, 97, 98. —i—i— largo plazo en los hijos, 22-24,
Problemas psicológicos. Véase: Salud 38, 45-47.
mental. —i— sobre los padres y las madres, 38.
Psicólogos clínicos, 156, 160-161. —. Explicación a los hijos, 37-38, 44, 51,
— educativos, 137, 140, 146-147, 163, 63, 77-78, 81, 176-177.
166-167, 175. —. Impacto en el niño en edad escolar,
Psicoterapeutas, 163, 165. 40, 42-43, 44, 62, 91-92, 94, 138-139,
Puntos de Encuentro Familiar, 117. 141-142.
—. Razones de la, 50.
Racismo, 61. —. Véase también: Divorcio.
“Rectitud”, 66, 72. Servicios sociales, 155, 162, 163.
Religión, 61, 163. Sexo en la adolescencia, 44, 46.
Resiliencia, 23, 25, 55. SIMONS, R. L., 14, 44, 46.
— de los niños, 32-33, 69. SIMPSON, B., 25, 31, 124.
Riesgos para los niños, 101, 168. Sinceridad, 177.
—i—i—i—. Abuso sexual, 115-116, 127. SROUFE, L. A., 103.
—i—i—i—. Conducta inadecuada, 102, Standard Attainment Tests (SATS), 43,
115. 138, 166-167.
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Índice de autores y materias 193
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195 Cómo elegir y utilizar software educativo
CAPÍTULO PRIMERO
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