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74 HISIORTA DE AMÉRJCA LATINA

inundación o deterioro, de la salida de capitales y del colapso de los métodos colo-


niales de e¡t¡acción, del aprovisiooamiento de mercu¡io y de refinado. l¿ p¡oduc-
ción agfcola descendió a la mitad de su antiguo nivel, a causa de la desorganiza-
ción del pals, de la muerte o la marcha de los hacendados, de la desapadcióri de
los capitales y de la destrucción de las granjas, aninales y maquinaria. La produc-
ción industrial se rcdujo a dos terceras partes.]Al conservarse las leyes españolas
que rcstringían el comercio y al perpetuarse el tisberna de trabajo basado eo la et-
nia y el neofeudalis¡no, la economia qu€dó rezagada y s€ ensanchó la brccha ent¡e
el antiguo vi¡einato y los palses ell rápido desarollo del Atlántico Norte. I-as im-
portaciones b¡itánicas y €stadounidenses lletraron el vacío dejado po¡ la desapari-
cióIl del comercio español; las manufacturas mexicanas y centroamericana! e¡an Capítulo 3
incapaces d€ competi¡ con las importadad Las et(portaciones preciosos,
-metales
cochinilla, fndigo, vainilla, algodón y cueros- e¡an de un valo¡ rnucho menor qu€ LA INDEPENDENCIA DE LA AMÉRICA
las importaciones. I¿ debilidad fiüanciera de Mádco y de Amé¡ica Central hicie-
¡on fmcasar los proyectos de desa¡¡ollo. En 1824, Mexico negoció con banqueros
DEL SUR ESPAÑOLA
britáDicos el p¡imer emp/estito de una serie post€rior]En América Cent¡at, el pri-
mer emp¡éstito se contr¿tó en 1825, tambien con bancos británicos; su objetivo esen-
cial er¿ el de aumentar los ingresos del gobiertro hasta que pudiera pone$e en fun- I-a crisis de la monarqula e$pañola de 1808, que dejó al país sin un gobie¡no
cionamiento una esuuctura fiscal revisada, pero también para impulsar la con una l€gitimidad aceptada por todos, tuvo un profundo impacto en las colonias
construcción de r¡n canal interoceánico que atravesarfa NicanguüA findes de 1825, americanas, desde Nueva España hasta el Rfo de la Pla¡a. A posteúol¡; puede ob-
los estados de Costa Rica y Honduras intentaron n€gocia¡ sus propios emp¡éstitos servarse hasta qué punto aquélla impulsó las fue¡zas, entonces activas, que acaba-
con una fi¡ma b t¡ínica, pero los p¡oyectos fue¡on vetados por la ciudad de Guate- ron por producir la secesión de las colonias continentales de España. Sin embargo,
mala.pn M6<ico v Centroamérica, la pérdida de co¡fia¡rza, la inseguridad y la in- la independencia, que contaba co¡l pocos defensores, sólo pa¡eció en aquel mo-
certidúmbre opera¡on p¡onto en contra de la rccup€ración eco[ómica. En la región mento una ¡espuesta más a la c¡isis. I-os hispanoamericanos pudieron escoger en-
proüferaron el miüta¡i$mo inco¡ltrolable, los movimientos regionalistas que el po- tre acepta¡ el dominio de José Bonaparte o juar obedi€ncia a las autoddades pro-
der central no podfa conteoe¡, €l bandolerismo y la violencia polltica, efectos todos visionales creadas por las juntas peninsulares que diriglan la resistencia f¡ente a
ellos de lá lucha por la independencia. I.os problemas sociales y económicos no los franceses. Asimismo, también pudie¡on opta¡ por ju¡a¡ obediencia a Ca¡lota,
se podfan solucionar en medio de la inestabilidad polltica y de las luchas civiles la hermana de Fernando vII, que se habla ¡efugiado en Rfo de Janeiro con su ma-
que conünuaron durante muchas décadas, Tbdos los ot¡os p¡oblemas que he¡eda- rido Dom Joáq prlncip€ ¡egente de Portügal, y que desde allí se ofreció par¿ go-
los españoles, la bernar temporalmerfe en nombre de su real hermano. Por ot¡o lado, tambiél pu-
ron los nuevos estados
-la fuga dc capitales cuando se fueron
decadencia de la minerla, de la industria y de la ag¡icultua, las gra[des deudas- dieron establece¡ ju¡tas pam gobemat en nombre del cautivo Fernando, tal como
quizá hubieran podido ¡esolverse si hubie¡a existido un acuerdo sobre qué sistema hicieron las provincias españolas. En primera instancia, esta última alternati\a com-
polltico debía¡ adoptar los estados, I-os log¡os de Itubide y del pla¡ de Iguala fueron portaba de hecho la autonomla dentro de la monarqufa cornrln, pe¡o a la la¡ga r€-
sultó ser una situación transitoria antes de obtene¡ la separación total de España.
-el firal de t¡es siglos
inmenso$ de dominación española después de haber fraca-
sado las ¡svoluciones de Hidalgo y Moretos-: pe¡o también limitados, porque aho- Con anterioddad a 1810, en ningúl lugar se estableció con &ito la autonomla, pe¡o
Ia Ménico y América Cetrtral deblatr empezar el proceso de rehacer sus esÍuctluas eso no es razón suficiente para considerar este año como el del comienzo del movi-
polJticas, económicas y sociales] mi€nto de independencia; simplemente, significa que hasta l8l0 los autonomistas
perdieron todas las batallas.

En la mad¡e patria, y entrc los colabondo¡es de José I, había hispanoamedca-


nos, como el recién nombrado di¡ector del Jardín Botánico de Madrid y futuro vi-
cepresidente p¡ovisional de G¡an Colombia; Fnncisco Antonio Zea. Sin emba¡go,
en las colonias, los supuestos ¡eformadorcs que a veces dieron la bienvenida a los
contactos con Francia, se pusie¡on al lado del bando autonomista, y aquellos qug
preocupados sólo por defender sus inte¡eses mate ales, pensaban apoyar al posi-
ble t¡iunfadot a duras penas podfan espera¡ una victo¡ia napoleónica en el lado
americano del océano: no odsda en las ce¡canlas ningún ejé¡cito fmncés; en cam-
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I-a solución carlotista en Bu€nos Aires at¡ajo a un g¡upo de refo¡mistas c¡iollos


bio, navegaba la marina británica. Además, en la Amé¡ica española también se rc-
sólo porque la burocracia real erdst€nte prefLió ignorar sus, teó¡icamentq bastante
chazabao las cosas fnncesas, seútimiento que los qcesos rcvolucionarios habla di-
respct¿bles pretension€s y somete¡s€ directamente a la auto¡idad de la Junta Cen-
fundido entre los españoles y que la intervención francesa en Espafa había rcfo¡zado.
De ahí que tas intrigas bonapartistas p¡ogresaÉn poco. A lo sumo, ciertos oficiales
t¡al de Sevilla (oryanismo creado por los sectores patriotas en la España no ocupa-
da, qüe se at¡ibuyó la sober¿nla en ausencia de Fer¡rando vII). La decisión de esta
de alta graduación jugaron brcvemente con la idea de rcconocer a Jo# I, pero siempre
fue¡on disuadidos por la firme hostilidad de la población de las colonias y por el Junta de gobemar basándose en la sobe¡anla popula¡ fue ¡evolucionaria, aunque
apelar¿ a prec€dentes m€dievales; su iniciativa, más tardg fue imitada etr las colo-
ape¡cibimíento de que el hecho de poner en duda la legitimidad dinásüca podla
nias americanas, por juntas no menos rcvolucio¡arias. Pe¡o, po¡ lo menos, se esta-
fácilmente poner en pelig¡o la subordinación de las coloriias a Bspaña, con lo que
su propia posición peligraba. En el Rlo de la Plata fu€ donde la opciófl bonapartis-
bleció la Junta C€ntral en la madre patria. I-a acept¿ción de su autoridad no deso¡-
ganizó los canales habituales de mando, y ello, combinado con el auténtico
ta pareció tener más posibiüdades. Alll, la crisis provocada por las invasiones bri-
tánicas (18061807) habla catapultado a un oficial de o¡ig€n francé.s, Santiago Li- entusiasmo que levantó la Junta al di¡igi¡ la lucha cont¡a los f¡anceses, le aseguró
niers, a una posición dirigente, que le permitió actuar como vi$€y Se$ln era de la lealtad de virtualmente todos los oficialcs de alto rango en las colonias y de la
espenr, una comisión napoleónica le visitó en agosto de 1808, pero no existe nin- mayor parte de los que se hallaban en la penlnsula, ocupa¡an o no ün ca¡go oficial,
guna widencia de que se prcstara a servir a Fmncia. De todos modos, los propios La Junta también contó con la instinti lealtad de una gran parte de la población
fnnceses p¡onto recoúocie¡on que la Amédca española eta una causa perdida para nacida en la colonia, Sin embargo, su pretensión de gobemar le fue disputada por
José Bonapartq pasaron entonces a estimular los movimientos de independencia,
otra opción que aducla que, en la situación €xistente d€ €mergencia, las provincias
ame¡icanas tenían tanto derecho como las españolas pam constituir instituciones
amque el gobiemo de Parls nunca estuvo en posición de pode¡ interveni¡ mucho
de gobiemo. Esta tesis encont¡ó adeptos por todas paltes, aunque su número e im-
en la situación colonial,
portancia variaron mucho de un lugar a ot¡o.
El Río de la Plata también pareció ofrecer las mejores esperanzas de t¡iunfo
a la alternativa carlotista, pero al final tampoco se impuso. Carlota se eocont¡aba
El Rlo de la Plata fue el escenario de dos de los primeros movimientos juntis-
en Rlo, biell situada cerca de Buenos Aires, que durante los rltimos años del domi-
tas, aunque no fueron tlpicos. I-a junta est¿blecida en Montevideo en septiembre
nio espalol fue uno de los centlos coloniales más inmersos en la fermentación po- de 1808 estaba encabezada por el gobernador español, y su propósito era conseguir
que lo que ahora es Uruguay pudiera escaparse del control, no de la Junta de Sevi-
lltica €xistente. I-as invasiones britiinicas pusieron de manifiesto la !'¡¡lne¡abilidad
de España, y dieron lugar a que los criollos, que llevaron el peso de la lucha contra
lla, sino de Liniers, a quien sus opositores acusaban de tener inclinaciones bona-
partistas. l¿ junta 6e autodisolvió tan pronto Liniers fu€ sustituido, desde Ssvilla,
los atacarntes b¡it¡ánicos, adquirieran una aqecentada conciencia de su importan-
por un peninsular de codianza, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Mientas €rdstió,
cia. Además, al ser un centro comercial madtimo, Buenos Aires estaba abierta a
la junta de Montevideo contó con un amplio apoyo local, básicamente porque ape-
influencias externas, t¿nto intelectuales como económicas, y el hecho de que los
prcductos de exportaciótr que le procu¡aba 8t irrmedíato hi erland consistienn en ló a los sentimientos de dvalidad polftica y com€rcial con Buenos Aire8.
voluminosos allculos procedentes de la explotación gaDadera hizo que tanto los El iútento de crea¡ una junta en Buenos Aires el I de €nero de 1809 fue igual-
propiet¿rios territoriales como los come¡ciantes fi¡eran muy conscientes de las po- mente dirigido contra Liniers. Uno de sus primeros instigado¡es fue Martln de Al-
zaga, el rico comerciante pcninsular que habla convocado al cabildo para oponerse
teDciales ventajas qr¡e reporta¡ía la implantación de utra mayo¡ Iibertad comercial.
a las invasiones británicas y que arln dirigla una importante fracción de la polltica
En efecto, por varias lazolles, se est¿ba extendiendo el sentimiento de que el Rlo
dc la Plat¿ merecía tener un mayor peso eh el manejo de sus asuntos; a p¡imera local. se tntaba de un grupo con¡tituido por individuos nacidos en España, pero
que por entonc€s también inclufa a criollos tan riotables como Mariano Mor€no,
vista, la pr€sencia de la hermana de FeÍIando VII en Brasil ofrecla un medio para
llevar a cabo este deseo. Al ace'ptar el plan de Carlota pam gobe¡na¡ las colonias el abogado que después dirigió el ala más radical de la rsvolución del Rlo de la
españolas, un grupo de hombres de negocios y de profesionales criollos, que in- Plata. Au[que Azaga fue acusado incluso de ¡epubücanismo por sus enemigos,
clula a futuros dirigentes de la lucha por la independencia como Manuel Belgrano el único deseo claro de este gn¡po fue el de deshacerse de Linie¡s, ya fuem pór ra-
y Juan José Castelli, esperaban est¿blece¡ una monarquía ilustrada en el Nuevo Mun- zones personales, por sospechar de su lcaltad, o pam iniciar el camino de las inno-
do, en la que ellos y ottos como ellos, podrían disfrutar de un áuténtico instrumen- vaciones pollticas. Bl intento de golpe quedó frustrado con bastante facilidad, ]a
que Liniers contó con el apoyo de la bu¡oc¡acia ü¡¡einal y de la milicia crioüa,
to de poder. Carlota también contaba con simpatizantes en otros medios. Pero, de
que €staba satisfecha con la posición que habfa alcanzado bajo la p¡otección del
hecho, tampoco en Buenos Aircs el ca¡lotismo no representó otñl cosa que una com-
plicación más en una situación de por sí confusa. En partq su fracaso s€ debió virtey, Sin embargo, los perd€dores tuvieron la satisfacción al cabo de un año de
a que su llarnamiento quedó mitigadq porque se temfa que Carlota actuam como ve¡ que Líniers era desplazado por el nuevo viÍey, Cisneros. Este resultó se¡ un
agente de los portugueses. Y por otro lado, porque Carlota era i¡ascible y absolu- administrador prudente y flexiblq como demostró en noüembre de 1809 al ac€ptar
1a solicitud de ab r el puerto de Buenos Aires al comercio con Cran Bretaña, que
tista, mienÍas qüe los criollos que la apoyaban deseaban un nuevo orden basado
en el refo¡mismo moderado y contemporizador. A medida que sus cont¡adicciones €ntonces era aliada de España.
se fueron poniendo de manifiesto, decayó el entusiasmo por ell¿. En 1808, en Caracas, la capital de la capitanía gene¡al de Venezucla, también
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hubo utr intento menos ambígüo de establecer una jult¿ gobernativa, pe¡o que lam- ta¡de. La prime¡a, fue el resultado inmediato de una disputa dent¡o de la burocra-
bién f¡acasó. Al igual que en Buenos Ai¡es, alll etdstían casas de come¡cio españo- cia colonial, conc¡etamente eft¡e el p¡esiderte de Cha¡cas (que se había mostlado
las que trabajaban con Cádiz y que, por lo tanto, s€ oponian a la liberalización interesado en la opción carlotista, aunque formalmente IIo se adhirió) y los juecas
del comercio. sin embargo, en venezuela, la influencia y la opinión local estaban de la audíencia. I-os individuos que participa¡on a título personal e¡an peninsula-
aún más decididamente a favo¡ de la libertad de comercio con el mundo extedor. res, que fundamentalmente ittentaban mantener las ¡elacioles tradicionales entrc
Aqul, el grupo dominante de la sociedad lo constitufa ((una bu¡guesfa agraria y las colonias y España, perc que emn incapaces de aco¡da¡ cuál e¡a el mejor medio
come¡cialD las palab¡as de Cermán Carrera Damas-,r conocida popu- para conseguilo. La situación estaló el 25 y el 26 de mayo de 1809, cuando la audien-
-usando
la¡mente bajo el nombrc de (¡nantuanost. D€ntro de esta (burgueslatt no oristla cia depuso al presidente y asumió los poderes de éstq comp¡ometiéndose a some-
una separación claramente fi¡ncional entre propieta¡ios y comercianteo,- En r¡n campo terse a Femando VII. Era algo muy distinto a las juntas gub€rnativa¡ compuestas
o en los dos, esta gentq que d€pendía de la p¡oducción y de la exportación del ca- por naturales de la ¡egión, pe¡o el movimiento contó con el soporte pleno de un
cao y oüos p¡oductos de las plantacio¡es, ela pe¡fectamente coNciente.de que el pequeño g¡upo de individuos que eje¡cíaú profesiones liberales, incluyendo al ar-
sistema comercial espafol, a pesar de excepciones y apertura¡ temporales, era un gentirio Bemardo de Monte¿gudo, que fue después la mano delecha del libertador
impedimetrto para que continuara el crecimiento y la p¡osperidad. Al mismo tiempo, San Ma¡tlni y cuyo objetivo sec¡eto ela el de establecer alguna clas€ de autonomfa
Ca¡acas y el cinturó¡ de plantacion€s del cent¡o-norte venezola¡o, al iSual que Bue- ame¡icana. Estos hombres hicieron lo que pudie¡oD pa¡a precipitar la crisis; ahom
nos Ai¡es, estaban fácilmente al alcance de toda clase de influenciai externas, tanto querlan o(tender el clima de agitación a través)del resto del Alto Peni.
de Europa como de (en est€ caso) las Antillas no espafrolas y de los Estados Unidos' l¿ repercusión más importante tuvo luga¡ en I-¿ Paz, donde el 16 de julio el
Venezuela también habfa padecido su invasión en 1806, pe¡o el invasor no fue cabildo mudcipal depuso al intendente y at obispo, acusándoles de una vaga trai-
una potencia ext¡anjera slno el conspirador venezolano y agitado¡ rcvoluciona¡io ción a Femando VII. Poco después su¡gió üna junta tuitiva presidida por el mesti-
Fmncisco de Miranda. Esta vez, tanto los ma[tuanos como la población se unie- zo y aspirante a abogado Pedro Domingo Murillo. En su proclama apeló a un <<sis-
rou en torno a las autoridades españolas contra Mi¡anda, cuyo llamamiento a la tema nuevo de gobiemo)r basado en inte¡eses pu¡amente americanos, y a la vez se
ind€pendencia par€cía demasiado radical. El miedo a una insur¡ección al estilo hai- lamentó de la pasada opresión ejercida sobre <estas desg¡aciadas colonias, adqui-
tiano de los esclavos y de los pardos líbr€s, qu€ conjuntamelte sumaban más de das sin el menor título y coriservadas con la mayo¡ injusticia y timnla).'z En este
la mitad de la población d€ Venezuela, explica la cautel4 de la clas€ alta criolla. o en otros documeritos oficiales del movimiento de L¿ Paz no había nada que de
Al mismo tiempo, el miedo a las rnasas fue una importante razón pam no dejar forma inequlvoca evidelciara que no se que¡la mantener la lealtad al cautivo Fer-
el mantenimiento del orden en manos de los repres€ntantes de un gobierno español nando, pero la petición de un autogobierno efectivo estaba prcsente y no quedaba
debilitado y aparentemente indigno de confianza, que eD varias ocasiones ya se ha- ci¡cunsc¡ita, ni indirectamente ni de otla manera, a una eme¡gencia transitoria. A
bía mo$trado d€masiado ioclinado a satisfacer las aspimcioles de los pardos' todo esto, los revolucionarios habían sobrepasado el límite de lo permitido. No menos
Po¡ ello, en Caracas, los sucesos españoles de 1808 causaron a la vez una gl¿ttr p€rlxrbadores eran sus llamamientos a ¡en€diar la situación de los indios y su abierta
alarma y crearon el sertimiento de que la ocasión em propicia. El capitán geneml, llamada de apoyo a las masas indias y mestizas. Este llamamiento fuvo amplia ¡e-
Juan de Casas, estaba apa¡entement€ incünado a aceptar la alternativa bonapartis- percusión, aunque no siempre de forma favo¡able a la revolución. l¡s criollos re-
ta, hasta qüe vio cómo la llegada de una misión francesa a venezuela fue recibida cordaban la revuelta de Tlipac Amaru, dirigida €n el Alto Perú por Tlipac Catari,
con hostiüdad popula¡. Dio a entende¡ entonc€s que podría apoyar €l establecimiento y la mayoría de ellos no quería correr el riesgo de que otra vez se repitiera la misma
de una junta de gobierno provisional en Caracas, pero pronto decidió que no nece- situación.
sitaba ir tan lejos, Asl, cuando en noviembre un distinguido grupo de demandan- El aparente radicalismo de la junta de La Paz no sólo provocó la división €ntre
tes, que inclula dos condes y un marqués, p¡opuso formalrnente la constitución de sus adhe¡entes iniciales, sino que fo¡t¿leció la oposición de los que nunca hablan
una junta, Casas contestó con una serie de arrestos y coqfinamientos, pero nadie simpatizado con ella. Sin emba¡go el rechazo más fuerte provino de un elemento
fue castigado swerarnente. En su actuación, el capitál gene¡al etrsató una alianza €rderior, el presidente de Cuzco, José Manuel de Goyenéch€, Nacido en Perú, Go-
que se repitió después; antes de actuar conüa los mantuanos descontentos, se ase- yeneche estaba totalmente identificado con la causa de la Junta C€ntral española,
guró de que contaba con el apoyo de los pardos y de que las ünidad€s de la milicia al igual que el ultraconseryado¡ y qrcepcionalmente hábil vi¡rey d€ P€rú, José Fer-
parda estuvieran alerias. Aunque €sto no puso fin a los proyectoi de los c¡iollos, nando de Abascal y Sousa. Ni en Cuzco ni en el resto de Penl se habfa producido
las autoddades espaf,olas que e,stabaD en Venezuela consiguieron sob¡evivü a otros aún un rechazo impo¡tarLfe al stofu quo polftico o.istente, como mostraba la conti-
intentos similares hasta abril de 1810. nuada obediencia €rdstentq fueran quienes fuenn la¡ auto¡idad€s qüe estuvie¡an
l¡s juntistas del Alto Pe¡ú (la actual Bolivia) tuvieron mejo¡ suerte, al menos gobernando en nombre de Fernando VII en España. Con anterioridad se hablan
momentáneanente En la capital colonial de Chuquisaca (hoy Sucre), se estableció dado muestms de descontento, e incluso de un incipiente nacionalismo peruano
en mayo de 1809 uria especie de junta; otn en I¿ Paz se co¡stituyó dos meses más
2, Ca os Urquizo Sossz, ed., Ptochña de la junta tuiti\)a de 1809: esclarccimiento pam la
1. C€rmán Carrer¿ Damas, La cüsis de la sociedad colonial, Caracas, 1976, p.80- histo a, LA Pzz, 1916, pp. 144-145.
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entre los intelectuales diollos, pero tales sentimientos, al igual quc en el Alto Perú, el manejo de sus propios asuntos. Por otro lado, la decadencia económica que ex-
quedaron ahogados por el miedo a qu€ reavivaran el mal€sta¡ indio y por el inhe- pe¡imetrtaba la Sierra ecuatoriana, que entre otns cosas reflejaba las desfavorables
rctrte conser dudsmo de su élite c¡iolla, culas glorias pasadas estaban directamente consecuencias de las ¡eformas comercialcs de la monarqula borbónica en la manu-
rclacionadas con la pdvilegiada situaciól que tenla Perú dentro del sistema impe- factura t€rdil local, sirvió paIa provocar el descontento. Bajo tales ci¡cunstancias,
rial. Aunque P€rú habla perdido peso, tanto polltico como económico, a resultas la fórmula ofrccida por la junta transfercncia del poder a manos de la gente
-la
de las reforma$ y la ¡eorganización imperiales de la segunda mitad del siglo xv I' del pais con una alteración mlnima del orden tradicional su lógica'
-tuvo
Entre los dirigentes de la rebelión de Quito que socialmente eran menos promi-
no habrla que ext¡aer la conclusión de qu€ los nuwos cambios resultarlan mejores.
El relativo estancamiento de la colonia hizo, sobre todo a la clase 4ta de Lima, nentes, pero que en realidad hicie¡on ta mayor parte del t¡abajo, habia algunos con
proyectos que iban mucho más lejos, posiblemente la implantación de utra repúbli-
más dependiente de los empleos y los favores que otqrgaba el Estado español, lo
cual ¡efo¡zó su actitud de cautela' I¡s indios, que conttitulao la mayorla de la po- ca. El movimi€nto contenía el€mentos potenciales de tensión comparabl€s a los quc
blación, sentlan la misrna desconfianza hacia los cripllos, como éstos la sentlan se hablan visto en La Paz, incluso más serios. Por otro lado, al igual también qu€
habíaDtido eliminados o intimi-
anre ellos, y la mayorla de sus dirigentes natü"alcs en el Alto Perú, no faltaba una oposición oderior. I¿ junta proclamó su soberanla
dados, o simplemente hablan pasado a colaborar cogJofgobernaltes. De ahí que en toda el fuea de ta presidencia de Quitq pero las provincias de Cuenca y Guaya-
las altas autoridades pudieraú dedicar una gr¿n atención a la reprcsión de los de-
quil, no¡malmente recelosas de la capital y que se elcontraban ñrmemente bajo
sórden€s ocurridos en las judsdicciones vecinas. No pasó mucho tiempo antes que el coúol de sus gobemadores espaloles, se negaron a aceptarla. Naturalmente,
el virrey del Penl, Abascal, no estaba más dispuesto a tolera¡ la junta de Quito que
Goyeneche, con el importante apoyo del ür¡€y Abascal, se dirigiera a La Paz a la
cabeza de una fue¡za militar, reducida pero disciplinada y bien equipada En octu- la de La Paz, y el vir¡€y de Nüeva Cranada, Antonio Amar y Borbón, a cuya ju¡is-
brc de 1810, su simple aproúmación fue suficiente para desmoralizar a los ¡evolu- dicción pertenecía Quito, también l€s amenazó.
cio¡larios, entr€ los cuales había confadicciones. No fuerctr nec€sa¡ios muchos dis- Sin embargo, el vir¡ey Amar tuvo primero que enftentarse al proyecto de esta-
paros. Se captü¡ó a los jefes principales, que fueron debidamente castigados; Murillo blecer ura junta en Bogotá, su p¡opia ciudad,3 a la que la junta d€ Quito habla
fue uno de los ajusticiados. Mientras tantq en Chuquisaca la audiencia habla con- invitado a segui¡ su ejemplo. Aunque al final consiguió acabar con el movimiento,
solidado su posición, pero p¡onto cambió de actitüd y se avino a someterse al nue- se ent¡etuvo demasiado como para pod€r actua¡ con efectividad contra Quito. A
vo presidente de charcas, prcvisiotralmente dbsignado por el viÍey cisneros desde Abascal no le sucedió lo mismo, pero las fue¡zas cont¡arrevolucionarias que envió
Buenos Aires. nunca tuvieron un encuenúo importante En octubre de 1809, antes de que llega-
f Antés de que concluyera la revolución de La Paz, estalló otro movimiento en ¡an a la ciudad, la junta de Quito se desintegró y Ruiz de castilla reasumió su car-
go de presidente Hay que subrayar que Selva Alegre habla dimitido con anteriori-
Quito, en el que las rcivindicaciones de los revoluciona os eran menos radicales
que las de La Paz, pero tambiétr menos ambiguas que las de chuquisaca. Comenzó dad; él y otros llderes aristoqáticos han sido acusados por una co iente de
en diciemb¡e de 1808, cuando un gfupo de quiteños conducidos por el marqués historiadores de habe¡ sido desleales al movimiento qu€ diriglan. Este ca¡go no se
de Selva Alegrq rico p¡opietario y antiguo patrón de uno de los pritrcipales intelec- ha podido proba¡, pero se hizo evidente la timidez y la falta de auténticos compro-
tuales ecuatorianos, precursor de la independencia, Fratrcisco Javier Eugenio de misos revoluciona¡ios de la junta.a
Sa¡t¿ Cruz y Espejq planearon opone$e a la ocupación de España' Se sospechó
de ellos, y s€ les arrestó, pero quedaron €n libertad por falta de pruebas. En agosto La derrota de las juntas de La Paz y Quito ¡lo resolvió el p¡oblema creado por
de 1809, habiéndose ganado a la guarnicióh, los conspirado¡es arrestaron al presi- la falta de titular en el trcno. Por ot¡o lado, los sucesos acaecidos en España plan-
dbnte de Quito, el conde Ruiz de Castilla, e implantaron una junta de gobieno tearon problemas de nuevo. I¿s victo¡ias francesas hicieron desaparecer la mayo-
presidida por Selva Alegre, aunque parece ser que no tomó pale en la r¡ltima ac- ría de los centros de resistencia española, incluida Sevilla. l¿ Junta central se refu-
gió en Cádiz, donde se disolvió a fmales de enero de 1810, pa.¡a dar paso a un co¡sejo
ción; el obispo de Quito, que casualmente em natural de Nueva Granada, fue el
vicep¡esidente. otros notables criollos ap¡obaron la junta, la cual juró velar por de Regencia, una de cuyas ta¡eas fue la de preparar la apertura de las Cortes con
la auténtica religión y los dercchos del monarca legítimo, Fernando vII. presencia de ¡ep¡eseritantes de todos los territorios del impe o español. El traspa-
No e¡iste ninglln indicio de que el marqués, el obispo o cualquie¡ otra de las so de pod€res de la Junta a la Regencia no p¡ovocó problemas, a orcepción del he-
pe¡soúalidades significativas de la nobleza o del clero de Quito fu€ran siúceras al cho de que el nuevo órgano de gobierno debfa ser reconocido por las autoridades
decla¡arse leales a Fe¡nando. Quito, que contaba con una clase alta bastante pre- del Nuevo Mundo; ello planteó automáticament€ de nuevo la cuestión del 5r4úrs
suntuosa, separada de las masas indias y mestizas por un profundo abismo social
y aislada geogníficamente de los centrcs por donde discurrían las cor¡ientes inte- 3. Aunqu€ en el perlodo colonial se denominaba Santa Fq dur¿nte el pelodo d€ la indepen_
dencia se convirtió en Santa Fe de Bogotá y mr¡s tatde pasó a ll¿Jr¡aJse Bogotá. Por conveniencia,
lectuales, no era un lugar apropiado pam iniciar una acción revolucionaria. Se puede
a lo largo de todo estc úabajo se utiliza este último nombre.
suponer, sin emba¡gq que la misma presuntuosidad de la a¡istocracia de Quito, 4. Véasg por e,emplq Michael T. Hamerly, (Seh'a Alcg¡g p.esident of th€ quiteña junta of
iocluido Selva Alegre, que no era el rlnico en ostenta¡ un tltulo español, les hizo 1809: tmitor or pat¡ot?), Hispmic Ame can Hístofical Review, 48/4 (1968), pp. 642-653, v las
conscientes de su capacidad y de su derecho a jugar un papel más importante en fuentes que se crtan.
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de las colonias. Y lo qu€ es más impo¡tantg ahor¿ parecla que existlan más razo- gana convocar un cabildo ¿bierto; éste, el22 de mayo de l8l0 se auto¡izó a sí mis-
nes que nunca para dudal de que en España se pudiem restablecar en una fecha rno pam crear una junta, que se estableció a los dos días y nombró presidente al
previsible la completa independencia nacional y la cstabilidad polJtica. El resulta- vir¡ey, Sin embargo, antes de que pudiera funcionar, esta.llaron las protesta¡, di gi-
do de todo ello fue la reaparición del deseo de los criollos de tomar sus asuntos das por j€fes d€ la milicia cdolla e individuos de diferentes grupos d€ p¡ofesiones
en sus ma¡os y la apa¡ición d€ una cierta incertidumbre entre los defensores del liberales que, desde 1808, hablan üsto en la crisis de la monanuía €spañola la opor-
sistema odstente tunidad d€ llevar q término cambios €n la colonia. Vencie¡on de forma bastante
l¿ prime¡a actuación ímportaote tuvo lugar en Cafacas, no tanto porque alll fácil. Asl pues, el 25 de mayo se instaló una junta qu€ no inclula al vir¡ey, presidida
existi€m con anterioridad un clima de agitación (aunque se habla descubie¡to otra por el coronel Cornelio Saavedra, un comerciante nacido en el Alto Pefll, pero que
(conspíración> algunas sematras antes), sino porque venezuela era la colonia con- hacfa tiempo que se habla establecido en Buenos Aires; la base de su poder radica-
tinental más ce¡cana a Eu¡opa, y por ello la p¡imeE en tener noticias de la situa- ba en las unidades de milicia formadas para coltener las invasiones bdtánicas de
ción de España. El 19 de abdl de 1810, ur gupo de c¡iollos p¡ominentes depuso 1806 y 1807. I-a junta ju¡ó lealtad a Femando, aunque no al Consejo de Regencia,
al capitán general y estableció una junta. Téódcamentc, gobemarla en nombre de e intentó imponer su auto¡idad al resto del virrcinato.
Femando YII, fórmula que los ¡evolucionarios jura¡on mantener con dife¡entes gra- Se ha debatido hasta qué punto los hechos que condujeron al establecimiento
dos de since¡idad; pero a(pllcitamente negó que €l nuevo Consejo de Regencia cons- de la junta de Buenos Aires ¡eflejan auténticas coüie¡tes de opinión popular. los
tituido eo Espala tuvi€ra legalmente autoridad etr Amé¡ica. No hubo al respecto histo¡iado¡es que consideran que la revolución de mayo fue el resultado de la inter-
una oposición abie¡ta por parte de las autoridades civiles o militares. La mayo¡la vención de una mino¡la están sin duda en lo cierto, pe¡o c¡itican lo que en ¡ealidad
de las p¡incipales capitales de provincia de la capitanía general de Venezuela hicie- es obvio e inevitáble Es ve¡dad que la mayoría de los habitantes de Bue¡os Aircs
ron lo mismo, y creaton sus propias juntas, que €¡an semiautónomas pe¡o acepta- no tomaron pa¡te en el p¡oceso, que nunca fueron consultados por los que lo lleva-
ban la primacla dela d€ Carac¡s. Coro y Mar¿caibo fu€ron las únicas excepciones ron adelante; tampoco puede negarse que muchos se opusieron a é1, fu€¡on indife-
en la zona occidental y Guayana en la oriental; éstas se maútuvie¡otr leales a Cádiz. rent€s o düdarcn en compromete¡se. Sin embargo, tal como apunta ll¡lio Halpeítr
Además, en la periferia de Venezuela, la posibilidad de sust¡aerse a la auto dad Donghi, las organizacion€s de la milicia que toma¡on parte en ella encuad¡aban
de Caracas añadió un aliciente más a la opción ¡ealista. a buena parte de la población masculifla actiE y la revolucióo fue aceptada por
I¡s suce.sos de Espalla, y ahora los de Venezuela, tuvieron una inquietantc re- ampüos secto¡q!. de la población, que desd€ las invasiones británicas estaba co[-
pe¡cusión en Nueva Granada. El vir¡ey Amar reconoció rápidamelte al Consejo vencida de la brillatrte misión que esperaba a Buenos Aires y de las capacidades
de Regencia, pero una fracción importante de c ollos €staba más convg¡rcida que que ésta tenla.5 Más problemática era la actitud del resto del viÍeinato, donde l¿s
nunca de que¡er gobema¡se mediante juntas ame¡icanas. Como la capital estaba difereocias ecolómicas y cultu¡ales, junto con una serie de ivalidades locales, in-
aislada en el inte¡ior andino, tuta, a dife¡encia de Ca¡acas, no ll€vó la iniciativa cluyEndo las que habla conha Buenos Ai¡es, imposibilitaron una adhesión unáni-
del movimiento. El primer paso se dio en Cartagena, en la costa, donde el 22 de me al nuevo ¡égimeq. El llamamiento de la ju¡ta pa¡a que se la reconociera fue
mayo el cabildo designó a dos pe$onas panr que comparti€¡an el poder con el go- atendido po¡ aqueuas partes del vireinato que en la actuaüdad forman la Repúbli-
bernador p¡ovincial, e¡ lo quc puede considerarse una cuasi-junta. Pamplotra y so- ca Argentina, aunque algunas veces se hizo co¡r dudas o a la fuerza. Po¡ ot¡o lado,
co¡ro crc¡¡¡on las suyas en la primera mitad de julio, y Bogotá hizo lo mismo el Montevideq que en 1808 había establecido su propia jutrta enfrentada a Buelos
20 d€ julio de 1810, al c¡ear una junta gubemativa de la qu€ inicialmente el vi$ey Aires, ahora confesó esta¡ satisfecha con el Consejo de Regencia; de nuevo, la dva-
Amar, qu€ esta vez habla cedido paclficamente a la presión criolla, fue nombndo lidad com€rcial y polltica con la capital del v¡reinato fue un facto¡ d€cisivo en este
presidente. Pero comq en los días siguientes, toda clase de getrte se benefició del enftent¿miento, Paraguay también se puso de su lado, no tanto po¡ su incondicio-
cambio de régimen a¡¡egla¡on cuentas con oficiales impopulares, algunos de nal lealtad a España como por su propio ¡esentimiento po¡ la subordinación pollti-
-se
los cuales fueron encarcelados- se dudó de la autenticidad de la actitud del vir¡sy. ca y económica que sufrla respecto a Buenos Aires. lo mismo ocurió al plincipio
El 25 de julio fue expulsado de la junta, lo que se hizo arln en nombre de la lealtad en el Alto Pe¡ú, donde los ¡evolucio¡ra¡ios de 1809 aún no se hablan rccuperado
' al rey Femando, A la vez,las noücias que llegaban de Bogotá desencadenaron más de la r€presión de Goyeneche, si es que aún estaban vivos; y los civiles y los oficia-
agitación y el establecimiento de juntas en otrcs puntos de Nueva Glanada' Por les ñilirares esfaban alerta para prevenir nuevas insurrecciones.
-. otro lado, ayudaron a que estallam una nuwa crisis efl Quito, donde el 22 de sep- Perú fue ot¡a vez el baluarte rcalista; y demost¡ó serlo al hacer una renovada se-
tiemb¡e se iNtaló una seg¡rnda junta; a su cabeza se designó al presidente Ruiz de rie de d€claraciones de adhesión a cualquier tipo de autoridad que en España aún
castilla, qui€n conservó este cargo por más tiempo que Amar en la de Bogot4 aqué- ostenta¡a cualquier legitimidad, y al hacer nuevos donativos al vifiey Abascal para
lla inclufa también a cdollos p¡omiDentes y a veteranos supervivientes del movi- que fu€¡an utiüzados en la defensa de la causa imperial. Sin embargo, el capitán ge-
miento de 1809, como el obispo de Quito y el ma¡qués de Selva Alegre. neral de Chilq con cierto ret¡aso, consideró que era mejor seguir el ejemplo de Bue-
z En el otrc e'dr€mo de Su¡smérica, lo8 sucesos acaecidos en España produjeron
ot¡a serie de respuestas ¡evolucio¡radas. I¿ más importante fue la <<rwolución de 5. nrlio Ha.lperfn Donghí, Revolución y guefta; fomación de una elite dirigente en la Aryen-
mayo>, que se desa olló en Buenos Ai¡es, donde €l vir¡ey cisne¡os aceptó de mala t¿¿d c¡¡oll¿, BuFnos Aires, 1912, pp. l'13-174, 188 y passitl.
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nos Aires. Escasamente poblado, aislado y caracterizado por tener ufla soci€dad entre criollos y peninsülares, o la incidencia de las p¡esiones económicas internas
agraria estática, en la que unas pocas famüas aristocráticas ejercían una inlluen- y extemas, que la influencia de la ideologla política etl los sucesos latinoamerica-
cia casi absoluta, Chile no jugó un papel de vanguardia en el debate polltico e inte- nos. De todas manemq las ideas, si no otra cosa, fueron atmaq sobrc ello, cabe
lectual. Uno de los pocos precusores chileoos de la independencia, fray Camilo decir que la elección de las armas €stableció no pocos lazos entre la revolución de
Henríquez, señaló más tarde que sólo unos seis chilenos podlan leer libros en f¡an- Hispanoamérica y las corrientes libe¡al-democráticas emergentes €n la Europa oc-
cés y que ninguno podía hacerlo en inglés, con el Esultado de que (la! obras filo- cidentat y los Estados Unidos.
sóficas libe¡ales les e¡an tan desconocidas como la geografla y las matemáticas' I-as juntas cdollas de l8l0 compartieron con el régimen antiDapoleónico espa-
Ni sablan qué era la libertad, ni la deseaban¡>.6 Sin duda, He
íquez €xage¡aba. ñol no sólo muchos argumentos que siwieron p¿m justificar su existericia, sino tam-
Y aunque entre los historiadores hay g¡andes desacuerdos sobre el alcance del im- bién una profesión común de lealtad a Fernando vII. Sin embargo, fuera sincera
portante descontento (incluso sobre si éste llegó a existir) que hubiera en Chile a o no dicha lealtad, las jurtas no podlan esperar colaboración, d de las autoddades
causa de los reglam€ntos comerciales, no hay duda de que los chilenos estaban in- erdstentes en España ni de los oficiales leal€s que arln conservaban el poder en Amé-
mersos en un prcceso de concienciación al menos protonacionalista. La primera rica. Ios prime¡os flo estaban por €l momento en situación de poder hacer mucho
reacción al p¡oducirse la cdsis española de 1808 fue proclamar su lealtad a Fernan- ante la p¡olif€ración de juntas; los últimos a veces lo estuvi€ron. Además, cabe se-
do VII, pero úpidamente aumentaron las dudas respecto a la conveni€ncia de con- ñalarlo, al principio, aun cuando la invasión f¡ancesa de España hubie¡a constitui-
tinuar subordinados a las autoridades de la penlnsula, asl como las relatiras a no do una oporturddad para los criollos revolucionarios, la situación internacional no
establecer una junta en Chile; ello ocu¡rió casi con la misma rapidez con que crecie- permitla esperar que las potencias e'dranjeras interiniera¡! en su awda, como ocu-
ron las tensiones existentes entre los c¡iollos y los p€ninsula¡es. En julio de 1810, la Irió en el caso de la revolución norteamericana. Fue¡a de su país, los nuevos go-
audiencia intentó reducir dichas tensiones depoúiendo al arbitrario e impopula¡ capi- biernos contaban con simpatlas, de modo especial en los Estados Unidos, donde
tán gener¿I, para sustituirlo por un cdollo noble de avanzada edad. Sin embargo, cualquie¡ movimiento autonómico hispanoamericano e¡a conside¡ado una adula-
la solución sólo resultó satisfactoria temporalmente. El 18 de septiembrg un cabil- dora imitación de su propio ejemplo. Aun asl, hay que tene¡ en cuenta que el g¡ado
do abierto celebrado en Saútiago dio finalmente a Chile su Fopia junta gubernativa. de simpatla varió, y err ningún caso condujo necesariamente a acciones concretas.
En la historiografia tuadicional de la independcncia hispanoam€ricana, p¡edo- En Angloamérica, el púbüco buryués y p¡otestante, imbuido de la t€yenda Ne-
mina la opinión que consíd€ra las juntas de l8l0 y los movimientos a que dieron c¡a, era algo escéptico ace¡ca del desarrollo de la América €spañola, y esperaba
lugar como parte integr¿l del mismo proceso rwolucionario que en el mundo occi- bien poca cosa de ella. Asl, por ejemplq John Adams dijo que la idea de que se
dental plodujo la revolución angloamericana de 1776 y la Revolución f¡ancesa de pudieran establecer gobiernos lib¡es en América del Su¡ era tan absurda como in-
1789. Está muy asumido que las ideas überalizadoras de la llustración, asl como tentar <establecer democracias eftre los pájaros, las lieias y los pecesD.s Obviamen-
la influencia de los dos ej€mplos mencionados, fuercn causas necesa¡ias, si bien te, ello no era razón pala quer€r que las colonias continuarun bajo el dominio de
no suficientes, de todo lo que ocurrió. Esta interp¡etación ha sido ampliamente de- la monarqufa española, que t€nIa una gran parte de culpa de la falta d€ virtudes
batida por eacritores conservadores, que señalan que la ideologfa de los patriotás cívicas entre sus habitantes; además, con el tiempo, algunos portavoces angloame-
hispanoame¡icanos se encuentra en el pensamiento tradicional hispánico. El que ricanos desplegaror¡ gran entusiasmo por la causa hispanoam€ricana. otros les ven-
se cita más frccuentemente es el jesuita F¡ancisco Sufuez (1548-1617), conocido so-
dieron proüsiones y ofrecieron servicios. No obstante, la polltica oficial fue caute-
bre todo por ¡echazar el principio del derecho diüno de los reyes y por su tesis de
losamente neutral, lo que comportó que incluso las actividades p¡ivadas con los
que el poder civil procede de Dios a través del pueblo. Asl pues, el de¡echo de los
revoluciona¡ios fue¡an objeto de restricciones legales y de sanciones intermitentes.
americaúos a crear sus propios órganos dé gobiemo al prcducüse la cri¡is de la
A fin de cuentas, hacia l8l0 los Estados Unidos se hablan €nzarzado en una viva
monarquia absoluta podría justificarse tanto ¡efi¡iéndose a Suá¡ez, como a Jeffer-
controversia con G¡an Bretaña ace¡ca de los derechos de los treutrales ent¡e otras
son o Rousseau. De h€chq el nombre de Sufu€z sólo es notable por no aparecer
cosas, y cuando se llegó a la guena, eD 1812, el gobierno de \l/ashington aún estuvo
en la p¡opaganda de los revolucionarios, Una familiarización anterior con las en-
menos incünado a abandona¡ la neutralidad en Hispanoamérica. Mejor dicho, sólo
señanzas de su escuela podría habe¡ facilitado la acept¿ción de los pensadores fran-
quería intervenir en lo que concemía a sus fronteras sueña y occidental, donde
ceses y anglosajones, sin embargo, a quien se menciona más es a estos tlltimos, al
lado de los inevitables griegos y romanos, all como también se cit¿n los argumen- sus propios ciudadanos estaban ocupando ter¡ito¡ios españoles. La esp€ra¡za de
que se pudiera adquirir Florida y 'Ib<as mediante una negociación fue otra razón
tos ju¡ldicos r¡sados en la propia Éspaña paIa defender la legalidad de la implanta-
ción de un nuevo gobierno de iniciativa popular t¡as el destrcnamiento de Fenafi- más por la que los Est¿dos Unidos evita¡on un enfrentamiento abierto con España.
do.7 Indudablemente son más sólidos los a¡gumentos que sub¡ayan la rivalidad En Eu¡opa, donde todos vivlan inmersos en las guerras contra Napoleón, Gran
BEtaña em la ¡lnica posibl€ fuente de aluda para los revolucionarios; incluso alll,
6. Raúl Silva Castq ed., Escritos políticos de Cdmilo Henrlqu4, Szntiago, 1960, p. 18?. las circunstancias no eran las ideales. I¡s intransigent€s lorys lamentaban lo que
7. Sobre la fi€cuencia de los autores citados, ci Jua\ AuEelF'riini, Gaceta ¿le Buenos Aircs
1UG182l; índice geneml, Buenos Ailes, 1963, y José lgnacio Bohórquez Colorado, (fndrce de la
Caceta de colombio, en Gaceta ¿le Colombia, úición facsímil, Banco de la Repriblica, Bogotá,
8. The works oÍ John Adam& second pesideút oÍ the UñiEd States, Ch^:Jes Francis Adams,
ed., 10 vols., Boston, Mass., 1856, X, p. 145.
5 vols., 1973-1975, V
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estaba ocurriendo €n la América española y sólo los liberal€s radicales y algunos de los c ollos más modemdos, pero la idea de independencia total avanzó. Al fi-
clrculos merc¿ntiles sentlatr simpatfa po¡ la ¡evolución. La polltica oficial era otra nal, el congreso declaró fomalmente la independencia €l 5 d€ julio de Lsll.
vez ambivalente: cualquier debiütamiento de los lazos entre las colonias y España Después, el colgreso prccedió a redactar la constitución liberal de la <Primen
abrla la opolünidad de comerciar abiertamente con aquéllas, pero España era áliada RepúblicD de Veúezuela, que se p¡omulgó oficialm€nte en diciembre del mismo
en la lucha contra Napoleón. Además, Ia idea d€ ¡evoluciól no se debía ensalzar. año. Un hecho a destacar es su estructu¡a fedeFl, por lo que las provincias en que
Por ello, la solución perf€cta desde el punto de vista británico era la independencia había estado dividida la antigua colonia de Ve¡rezuela conservaban la autonomía
de Íacto de HispanoaÍrérica dentrc de un marco poco claro de lealtad a la molar- en lo refereote a sus asultos internos, pero se unían en una fede¡ación para las cues-
qula española. A$1, mientms los comerciantes pleno coflocimiento y apoyo tiones de interés común, Bolívar, en la crftica que más tarde hizo a este federalis-
-con
del gobiemo británico- empeza¡on a comercia¡ con cualquie¡ puerto que estuvie- mo, lo conside¡ó como una de las teorlas poco prácticas que ciertos <<buenos visio-
ra en manos de los tevolucionarios, los agentes oficiales aconsejaban discretamel- na¡ios ... imaginándose ¡epúblicas aéreas>,e iútentaron irnponer en un país ¡o
te a los hispanoamericanos que no rompieran todos los lazos con la madre pat¡ia. p¡eparado pala ello, lo que lo llevó al borde de la ruina. En realidad, la ¡epúblic¿
Estos consejos a los rcbeld€s se complementaban apr€miando a España pala que que inspiró a los que hicieron la constitución no ela ni fantástica ni imaginaria:
adoptara una actitud conciliado¡a; por otro lado, casi desde el principio, Gran Bre- era la de los Estados Unidos, que Bouvar también admiraba, pero que a causa de
taña se of¡eció para mediar en la solución del conflicto. diferencias cultu¡ales e históricas no consideró que fuera utr modeld apropiado para
Venezuela. 'Ihmpoco Mi¡anda quiso segui¡la; ambos prefirieron un Estado más cen-
ve¡ezuela (donde a lo laryo de los años de la independencia la lucha se libró tralizado. Sin embaryo, no fue sólo el ejemplo de los Estados Unidos lo que moti-
con más intensidad que en ningún otro punto de la América €spañola) fue el pri- vó que una mayorla de diputados votaran al iedera.lismo. Despues de todo, Vene-
mer pal$ con un gobierno ¡evoluciona¡io establecido en l8l0 que tuvo que eüfren- zuela, como unidad polltica que tenla aproximadamente el tamalo y la lí[ea
tarse a un gran desaflo. Un4 de las causas era estrictamente geogÍífica: al ser la fronteriza de ahora, sólo nació como tal al crearse la capitanía general en l7?7,
colonia continental más cercana a España y al esta¡ f¡ente a las A¡tillas españolas, y Ca¡acas aún no habla tenido tiempo para vencer las fuertei tendencias particula-
estaba peligrosamente o(puesta a un ataque. El hecho de que Nuwa Gr¿nada, en ¡istas de la6 otras provincias. Memás, las dife¡encias ¡egionales que rcalmente ads-
su pa¡te occidental, estuvier¿ en buena parte en manos patriotas la p¡ot€gla, y Nue!'a tlan en la estructura social y económica y en la composición étnica
Cranada ay¡dó a los insurgentes venezolanos a que se recupe¡aran de su primera
-por ejemplo,
entre el cinturón de plantaciones tropicales con esclavos que rodeaba Caracas, las
derota. En cambio, el segundo colapso de venezuela allanó el camino para la re- escasamente pobladas y abiertas dehesas de la cuenca del O noco y las tierras al-
conquista d€ Nueva Granada, tas de occidente, cuyos lazos más p¡óximos se estableclan coa los A¡des de Nueva
La ¡ápida evolución del movimiento r€volucionario en venezuela -el primer Granada- de alguna rnanera hacían que el fede¡alismo no fuera intrfnsecamente
pafs de Hispanoamédca que declaró la independencia- fue un factor' enhe otros' más artificial que la estructura unitada.
que dio lugar al e.stallido de un gran conflicto. 1¿ junta de Ca¡acas no hizo nada t¿ constitución de 1811 también establecla la igualdad jurídica de todos los hom-
por a¡¡ancar la <másca¡a de Fe¡trando)), pero envió misiones a c¡an B¡etaña y a b¡es sin dife¡encias de raza, una cuestión que levantó ur¡a gran polémica pero que
los Bstados Unidos para p¡esentar 5u caso y buscar ayuda. 'Ihmbién adoptó de fo¡- pareció el corolario ineludible de las doctrinas políticas que los padres fundadores
ma rápida medidas como abri¡ los puertos a los barcos de los palses amigos y neu- defendie¡on, al menos, de palabra. Se esperaba que gustara a los pardos y apenas
trales, prohibir el comercio de esclavos y abolir la alcabala que gavaba lo8 produc- ponfa en peligro el dominio de la elite criolla, ya que la misma constitución conti-
tos básicos. Aunqu€ intentó satisface¡ a la vez a los oQortador€s y a los import¿dores, nuaba manteniendo la ocupación y la propiedad como condición indisp€¡rsable pam
a los b¡it¡ánicos y a las masas popula¡es, de hecho su propia orientación social se vota¡. El reformismo d€l congrqso venezolatro también se r€flejó en el ardculo de
puso claramente d€ manifi€sto en los térmiqos con los que convocó la elección de Ia constitución que supdmla los fueros del clero y de los militares. Arln no se acep-
ttlr p mer congreso venezolano. Sólo los varon€s adultos que trabajaban por su taba la tol€rancia religiosa, bien porque pot principio fuera objecionable o porque
cuenta, o que tenían propiedades valoradas al menos en 2.000 pesos, tenlan dere- meramente se consideiase que era demasiado p¡onto pa¡a estabteceda, p€Io lue abier-
cho a votar; ello €xclula automáticam€nte ¿ la inmen$a mayorfa. tamente discutida, y esto en sl mismo ya tuvo un efecto perturbado¡.
Antes de que se reuniera el coogr€so (marzo de l81l), la revolución creó otro Sin embargq en Venezuela habfa quien gente del pals como europeos-
-ta:nto
cue¡po deliberant€: la Sociedad F¿triótica de caracas, donde estaba el ala más ac- pensaba que las cosas hablan ido demasiado lejos y durante julio y agosto de lSll
tiva de la buqu€sla comercial y agraria, asl como los ¡eprcsentantes de otros gru- ya tuvo lugar una contra[evolución en Valeocia' Fue aplast¿da con dificultad, pero
pos sociales, incluidos los pardos. Pronto se convirtió en un foro para algunos, aomo el nuevo régimen fue ircapaz de efectuar una acción decisiva contra los enclaves
el joven simón Bolfva¡ de los más ¡icos plantadores de cacao-' que no con- rcalistas de Mdacaibo y Corc. En marzo de 1812, después de la llegada de refue¡-
-uno
fiabal en que España int¡odujera cambios en el sistema colonial, incluso elr el hi- zos desde Ia colonia española de Puerto fuco, un pequeño ejército bajo las ó¡d€n€s
potético caso de que Napoleón fi¡ese vencido. Cuando el conspirado¡ Miranda re-
(y la Sociedad
lresó de Inglate$a en diciemb¡e de 1810, este tipo de consideraciones 9. Simón Bolfu"¿r, E crÍospollt¡?or, selección e ilrtroducción de Craciela Soriano, Madrid,
Patriótica) ganaron un nuevo portavoz. La llegada de Miranda d€spertó el ¡ecelo 1969, p. 48.
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El nombmmiento de Miranda como jefe supremo con pode¡es dictatoriales el


23 de abril de l8l2 rlo fue suficiente para contene¡ la ma¡ea. Es ve¡dad que coutaba
cotr un historial de militar, pero el problema ¡ea.l no era la falta de tales profesio¡a-
les, y muchos desconfiaban de é1. Monteve¡de continuó avanz¿ndo y, el6 de juliq
después de un levantamiento de los p¡isioneros realistas, Simón Bolivar tuvo que
abandona¡ la est¡atégica fortaleza de Pue¡to Cabello y Miranda c¿pituló el 25 del
mismo mes. Un g¡upo de sus antiguos subordinados, Bolívar entre ellos, que sos-
pechaba de sus motivos para rendiIsq le impidieron que escapara. Encarcelado por
Monteverdq Miranda, a pesar de los términos de su r€ndición, fue enviado prisio-
nero a España donde murió en 1816.
ocÉaNo A finales de 1812, Bollvar estaba eD Nu€va Cranada, donde lo que 106 histo¡ia-
do¡es colombianos llaman la <Patria BobD) estaba en plena efervesc€Dcia. Su p¡e-
sunt¿ bobeía consistía en gmn parte en u¡a situación extrema de falta de unidad
interna. En Nueva Granada, la dificultad de comunicación y los contmstes sociales
y culturales entre las rcgiooes er¿n incluso más aosados que en Venezuela, y la
misma capital pequeña y la menos implesionante de las sed€s de gobierno
-la más
vi¡¡einales- sólo era acce¡ible desde la costa a travé6 de un inconfortable viaje por
el rlo Magdalena y después por los caminos andinos. En las tie¡ras altas ce¡canas
a Bogotá alternaban g¡andes propi€dades territoriales con minifundios y los ¡es-
gua¡dos (propiedades comunales de las poblaciones indias) que qu€daban, los cua-
les difícilmente conservaban su int€gridad aote la prcsión de los criollos y los mes-
tizos. SocorIq en el noro€stq arin era r¡n centro impo¡tante de industrias artesanales
en particular- y en la provincia noroccidental de A¡tioquia, al igual que
-tejidos
en las tierra¡ bajas del F¿clfico, se p¡oducfa el oro que constitufa el rlnico producto
importante de cxport¿ció[ de Nueva Granada. Panamá, aünque politicamente es-
IAs gue os de independencia eñ la Amé ca del Sü/ española: el escenario del norte
taba subordinada a Nueva Granada, casi no tenla contactos con las otras provin-
ciaq por otro lado, CaxtagerJa, que ela el punto de enlace comercia.l entre el inte-
del capitán naval de o¡igeq catra¡io, Domingo de Moltwe¡de, empezó a avanzar ¡io¡ y el exte¡ior, constituia un mundo cultual aparte con una r€ducida clase alta
desde Coro contra el ter¡ito¡io de los pahiotas, Mont€vc¡de no había avanzado mu- blanca que dominaba a una mayorla que tenla un notorio compon€nte racial afro-
cho cuando recibió la ay¡da de la naturaleza: el 26 de marzo un te¡remoto destru- caribeño.
yó glan parte de Caracas y ot¡as poblaciones que estaban etr manos de los republi- Las rivalidades políticas y de otro tipo ertre las provincias fue¡on tales que har-
canos, pero apenas afectó al territorio ocupado por los leales al rey. Para la gente t¿ I¡oviemb¡e de l8l1 no se pudieron crcar las P¡ovincias Unidas de Nueva G¡ana-
quedó bien clara crüil era la preferencia diiina y ello tuvo un efecto inimaginabl€ da. Esta federación fue más débil que la de Venezuela, es más, no todas las p¡ovin-
en la moral de los patriotas. Además, el desastre causó pérdidas económicas y ex- cias se unieron a ella. I¿ ausencia más importante fue la dc la mirma Bogotí que
t€ndió la desorganización ent¡e las filas de los pattiotas, ahora e¡a el centro del estado de Cundinamarca. A su cabeza, cotr poderes semi-
I-as continuas tensiones sociales y nciales contribuy€rol a ir ennegrcciendo el dictato¡iales, se e[contmba el (p¡ecursoDr Antonio Nariñq quien al comenza¡ la
panorama. La abolición de la trata de esclavos y la oto¡gación de la igualdad for- lucha por la independencia estabá encarcelado en Cartagena pe¡o que regr€só a su
mal a los pardos libres cafibiaron de hecho poco la estructura d€ la sociedad. La nativa Bogotá y allí se encargó del gobierno de CuDdiflama¡ca, Nadño afirmó que
clase alta criolla, que gracias a la revolución habla adquirido virtualmente el mo- en Nusva Gnnada la cau8a revolucionaria 8ólo pod{a establecerse sobr€ üna firme
nopolio det poder políticq lo usaba para defender sus inte¡es€s. I¿ esclavitud per- base militar y pollüca. Mantuvo a cundinama¡ca sepa¡ada de la,s Provincias Uni-
duró y se cazaba a los esclavos fugitivos, Se ¡edactaron uDas ordenanzas para los das arguyendo que la forma de unión era demasiado débil, y de esta manera 8e de-
llanos con objeto de imponer el sistema de Fopiedad p vada tanto sobre los pas- bilitaba más todavfa. A principios de l8l2 el antagonismo entrc Curidinamarca y
tos como sobre el ganado cimafión en perjuicio de los indisciplinados y oo blancos las Provincias Unida¡ degeneró en hostilidades a¡madas que prosiguie¡oÁ hasta c¿si
llaneros, quienes queda¡ían rcducidos al estatus de peones sujetos a reglamentos. el final de la (Parria Boba>.
l¡s llane¡os respondie¡on a la llamada de lo¡ llderes de la guerrilla ¡ealista, mien- Algunas otas rcgiones de Nuwa Granada quisieron no tener nada que ver con
tlas que en otros puntos de Venezuela los esclavos se levantaron contra sus amo! ninguno d€ los dos bandos y siguieron siendo leales al Consejo de Regencia esta-
en nombre del rey. blecido €n Bspafa, Este fue el caso de Panamá, que permaneció al margen de la
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piedades fueron confisc4das junto con las de ot¡os muchos, pero lo libe¡ó y le per-
lucha hasta que una década más tarde Lima se declaró a favor de la independencra' mitió que se fuera delaaolonia. Más tarde, Motrteverde se enfrentó con algunos
Thmbién fue el de Santa Marta, una ¡ival üadicional de la pahiótica Cartagena, de sus p¡opios pa¡tidarios por el hecho de que sólo aceptó simbóücamgnte la cons-
que en 1810 por poco tiempo se sumó a la revolución, pero que cambió de lado titución de 1812 (adoptada por las Cortes de Cádiz y que se intentó que sirviera
antes de termina¡ el año. Otro caso fue el de P¿sto en el lejano sur' aislada cultural de base pa¡a uni¡ a los españoles eurcpeos y americanos bajo una monarquía libe-
y económicamente €n sus muy intrincadas montañas y fanáticamente anclada en ral constitucional), asl como por su tendencia a rodea$e de tende¡os y ex tenderos
su propia variedad de catolicismo popular. Popayán, al norte de Pasto' era un ¡írca mediocres, en particular de origen cana o como é1.
disputada por las fuerzas realistas y las ¡evolucionarias que iba y veDla de unas ma- EIr enero de l8l3 empezaron a m€jorar las perspectivas ¡evolucionadas cuando
noi a otras, Nariño, tras haber €stablecido r¡na alianza temporal con las PrcviDcias santiago Madñq que se habla refugiado en Tlinidad, invadió la zoúa oriental de
Unidas, en septiembre de l8l3 salió de Bogotá con un pequeño ejército con la espe- Venezuela donde se hizo fuerte Unos pocos meses después, habiendo obtenido la
ranza d€ recuperar Popayán y poder seguir hasta Pasto. Pudo recuperar Popayán ayuda de las Provincias Unidas de Nue!? CÉnada, Bollvar lanzó otro ataque des-
pero fue hecho p¡isione¡o no muy lejos de su último objetivo. (Enviado a prisión de occidente, y en la llañada Campaña Admirable de 1813 avanzó rápidamente ha-
á España cono Miranda, Nariño sobrwivió y pudo ¡egre'sa¡ a su pafs') Las ope¡a- cia Caracas, donde entro t¡iunialnente el 6 de agosto. El 15 de junio en Tiujillo,
cionis milita¡es ya fueran a favo¡ o en cont¡a de la revolución quedaron limitadas en mitad de la campaña, Bolfva¡ decla¡ó su <guerra a mue¡te) contm todos los
¿ estos y a otros escenarios regionales y no fueron decisivas. Además, nunca distra-
peninsulares que no se adhirieran a la ¡evolución, y por ot¡o lado amnistió a los
jeron a los patriotas de sus propias disputas. reaüstas criollos, incluso aquellos que se habían levarit¿do en armas. Con ello, Bo-
Aunque Ñueva G¡anada no logró alcanzar la unidad, sus provincias acabaron llvar quería polarizar la situación entre españoles y amedcanos con lo que obliga-
por p¡oclama¡ abiertame¡te su ind€pendencia, si bien lo hicieron por regiones' Car- rla a los p¡imercs a sumarse a los insu¡gentes o a abandotrar Venezuela y haría que
iagena lo hizo el 11 de noviembre de 1811. 'Ibdendo €l mayor pue¡to del área' Car- los segundos se declararan más firmemente a favor de la independeDcia. No está
talena dispuso sobre bases regularcs el establecimiento del comercio con palses que nada clarc hasta qué punto se cumplieron estos propósitos, aparte de incitar a am-
no fueran Espala y abolió el comercio de esclavos. Igualrnent€ abolió la Inquisi- bos bandos a las mayorcs at¡ocidades, pe¡o e)e¡esaban fielmente el pensamiento
ción que habla tenido en Cartagena uno de los tres principal€s puntales coloniales' de Bolfva¡ sobre el modo de abo¡dar la guera en esta nuwa fase Bolívar, cabeza
Ci€rto nllme¡o de prcvincias dispusieron el reparto de los resguardos ent¡e los in- de facto de la rclohrción, gracias al brillante éxito de su Campaña Admirable, se
dios de forma individual. Aunque se dijo que s€ otorgaba a los indios el beneficio abstuvo de ¡einstau¡a¡ la constitución de 1811. La Seguada República fue una dic-
de la propiedad privada, la liquidación de los resgualdos abdrla la posibilidad de tadua militar en todos los senüdos,
que fueran adquiridos por los no indios. A los indios les daba lo mismo que las De esta manen Bollvar quería evitar la debilidad política que en su concepto
nuevas autoridades no tuvieran auténüca oportunidad de apücar la disposición' habfa provocado la caída de la P¡ime¡a República. Los conflictos sociales y racia-
ED l8l4,'Antioquia adoptó una ley de vientre libre, que garantizaba la libertad
ju- les tambíe[ hablan contribuido a la destrucción de la Primera República, y él rlo
¡ldica de todos los niños que desde entonces nacieran de una esclava' Est¿ m€dida te¡la solución paxa ellos. I¡s pa¡dos desaprobaban la dirección rcvolucionaria. Ade-
fue mucho más lejos que cualquie¡a tomada en Venezuela y hay que subraya¡ el miis, a pesar de la reconquista de Caracas efectuada por Bolívar, algunas fortale-
hecho de que se üataba de una proviucia cuya población esclava era importante, zas quedaron en manos de los realistas que amenazaban a la ¡estaurada república
si bien es cje¡to que la ¡entabilidad de la esclavitud efl las minas de oro de A¡tio- por sus flancos, mient¡as que el renacimiento de la actividad de la guerrilla ¡ealista
quia habla decafáo.¡o No obstante en esta lcgislación antiesclavista, por lo general la rofa por de[tro. El pequeño comerciante español y ex contnbadista, José 'Ib-
lós intereses sociales propugnados po¡ los lfde¡es revoluciona¡ios de Nueva crana- rnás Bwes, fue el jefe de guer¡illa más victorioso; o¡ganizó a los pardos de quienes
da e¡an similares a aquellos que tuvo la P¡imera República venezolana' Si la ¡wo- recibió una lealtad incondicional, en parte porque toleró los €xcesos de todo tipo
lución de Nueva Granada no se vio arnenazada por ning¡in conflicto grave social que cometieron contra ot¡os blancos. Más tarde alentó a sus hombres prometién-
y racial, en gran part€ se debió a que las tensiones subyacentes no hablan madura- dol€s las propiedad$ de los patriotas criollos. Conside¡ar a Boves como el ¡ealiza-
io -por tAta d" ,rn p.o"eso de cambios socioeconómicos rápidos a dife¡encia dor de una sistemática política de igualdad social e incluso como un (reformado¡
de lo ocurrido en Venezuela a finales del perlodo colonial- y a que el carácter agrado>) parece más que discutible,tt En cambio, lo que no se puede nega¡ es la
discontinuo de la lucha por la independeúcia dejó menos sitio a la participación eficacia de Boves y de otros dhigentes de las guerrillas populares realistas, Aunque
popular. tambié[ sufrió der¡otas, el 15 de junio d€ 1814 Boves consiguió aplastar a las fuer-
En Venezuela, durante un tiempo, parcció como si Monteverde pudiera rcst¿u- zas conjuntas de Bolívd y Mariüo en la batalla de La Puerta, lo que una vez más
rar el régimen colonial sobre una base sóüda, pero al combinar la conciliación con
las ¡et¡ibuciones, ni d$truyó a los enemigos de España ni s€ los ganó de v€rdad' ll. Cf. Cermán Carr€m Damas, Bo'¿r- arpecfo¡ so.ioeconómicos de su acc¡ón histótua, Ca-
Un ejemplo tlpico de ello lo constituye el trato que dio a Simón Bolfvar: sus pro- racas, 19ó82, y Demetrio Ramos, <Sobre un aspecto de las "tácticas" de Bovesrr, Eoletíi de la
Acadetnia Nacional de la Histo a, C^racas, 5l/201 (1968), pp. 69-73. Mieritras que Ca[e¡a Da-
xx, Bogo' mas refuta la tesis de la reforma ¡graria, Raeos la present¡ otra vez de un modo más delimitado.
lO. Alvaro lÁpczToro, Mígmción t cambio social en Antíoquia durunte el síglo
t^, 1910, pp, 29-lO.
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ron a los fugitivos procedentes del hundimiento de la Venezuela patriota. A finales


obligó a éstos a evacuar Camcas Bwes murió algo más tarde, dentio del mismo
de 1816 la mayor parte del vir¡einato de Nueva Granada, incluyendo Quito, estaba
año, en una operación de limpieza en la zona o¡iental de Venezuela, pero por e[-
sin problemas en manos rcalistas.
tonces la Segunda República ya no €xistla.
Hasta 1810, los sucesos de Quito habfan tenido escasa relación di¡ecta con los
Bollvar di nuwo se fue a Nueva G¡anada, que habla cambiado bien poco desde - del resto del virrcinato. Pero Quito no se podía aislar del c€ntro del poder ¡ealista
que salió de ella en 1813. I¡s enclaves ¡ealistas continuaban sin ¡endi$e, y los cen-
en €l Perú. Asl, su segr¡ndo gobierno independientq organizado en septiemb¡e de
taüstas y los federalistas aún estabatl peleándose. Al conquistar Bogotá en diciem-
1810, fue destruido por un ejército enviado por el virrey Abascal desde Pení, tal
b¡e de 1814, awdó a poner el riltimo argumento a faYor de los federalist¿s, no por-
que compattiera sus principios, sino po¡que tenía una deuda contralda co¡ ellos
como ya había ocu¡¡ido en 1809, Este segu[do gobierno sob¡svivió más tiempo
dos años- y en este pe¡fodo mantuvo enfrentamientos no decisivos con
por la ayuda que las Provincias Unidas le había¡ otorgado en 1813. Comisionado -unos
la ulhar¡ealista Pasto en el norte y con Cuenca y Guayaquil en el sur, las cuales
para que hicien algo acerca de la ¡€alista Sant¿ Marta, p¡onto se vio atrapado €n
otm vez, como en 1809, rehusaron seguir la dirección de la capital. En Quito se
un en¡rentamiento con la patdota Cartagena y poco después disgustado se fue a
produje¡on algunos e[frentamientos entre facciones de la nobleza local y se llegó
las Antillas a proyectar un nuevo plan de acción. Por ello, cuando llegó el desastre
al punto de que se autoproclamó mo¡a¡qula constitucional independiente. No lle-
final él estaba ausente de Nueva Cmnada.
a bacer mucho más.
La de¡rota del ejército de Ñapoleón en España en 1813 y la ¡estauración de Fer-
nando vII en el trono español en los prim€ros meses d€l siguiente año coloca¡on -gó
La revoluciól del Río de la Plata mrnca sucumbió ante la conquista o la cont¡a-
a España en uoa posición mejor paIa trata¡ la rebelión de las colonias ame¡icanas'
r¡evolución, pe¡o quedó inmersa en crisis, tanto de orden interno como e)demo,
A pisar de sus promesas iniciales, el rey abolió la obra constitucional que los libe-
que parecían no tener fin. Como ya hemos üsto, la rwolución empezó en mayo
rales españoles habían establecido durante su ausencia, y en 5u lugar implantó un
gobierno tan absolutista como pudo. Él y sus ministros tainbién plantearon una de l8l0 con el establecimiento de ürla junta gubernativa en Buenos Aires dirigida
por el üde¡ de la milicia criolla, Cornelio Saavedra. Sin embargo, inicialrnente, ante
ampüa serie de p¡opuestas para la (pacificación de las Indias> que ilclulan el pro-
yecio de hacer concesion€s comerciales o de otro tipo a las colonias, una represión
la auser¡cia de un dirigente que reunien la altua militar y política de Mi¡anda o
Bollvar, Ma¡iano Morenq uno de los dos secEtarios de la junta, fue la personali-
más eficaz y la aceptación de un mediador (en principio, Cran Brctaña). De la con-
dad más influyente, a quien tanto sus admi¡adores ¡adicales como sus detmctores
fusión creada por los proyectos cootradictorios, nunca surgió una política cohe-
conservadores calificaban de (jacobinoD.
rente, pgro, a principioE de 1815, se puso en camino una de las mayores fuesas
El radicalismo de la Evolució[ del Rlo de la Plata en su primera fase no into-
experliáonarias. consistfa en más de 10.000 hombres bien equipados y iue la más
grande que España envió durante la lucha para ¡ecupenr el contlol de sus colonias
dujo grandes innovaciones legislativas o institucionales. Asl, por ejemplo, por lo
que se refiere a la apertua del puerto al come¡cio con los extranjeros, la junta sólo
ame¡icanas. El expedmentado soldado profesional Pablo Morillo fue su coman-
confirmó y reformuló la disposición que el viü€y Cisneros habla tomado ante8 como
dante y Venezuela fue su primer objetivo. Se eligió Venezuela antes que al Rfo de
rnedida provisional. La junta declaró la igualdad de los indios y los descendientes
la Plata, el enclave preferido por los comerciantes de Cádiz que tedan los ojos pues-
de españoles, pero es notable la omisión d€ una mención de igualdad de los pa¡-
tos en el mercado de Buenos Aires, porque em más asequible y porque desde allí
dos." En Ia propia Buenos Aires, la retó ca del igualitarismo sirvió p¡incipalmente
se podía accede¡ rápidamente a oÍos puntos estratégicos. Una vez que la expedi-
paIa incita¡ el fervo! popular y combatir los privilegios reales o imagina os de los
ción hubie¡a consolidado el control realista de venezuela, se atacaría a Nueva Gra-
peninsula¡es, quienes empezaron a ser disqiminados en los cargos públicos y en
nada, y todas las tropas que no se necesitamn en el norte de Suramérica se envia-
el sistema impositivo.
rían a Peni (vía Panamá) o a Nueva España.
Los españoles y otros individuos sospechosos de deslealtad al orden revolucio-
Aunque a su llegada (abril de 1815) Morillo se e[cont¡ó con que Boves y los
na¡io padecie¡on algo más que la discriminación, I-os jueces de la Audiencia fue-
suyos ya se hablan encargado de los in$urgentes venezolanos' intentó establecer un
gobiemo milita¡ en la región. Penetró en Nueva Granada, po¡ el lado de Santa Marta' ron enviados al exilio por suponeffe que hablaü dicho que la junta debla reconocer
el Corisejo de Regencia €stablecido en España, y en su lugar se creó un nuevo tribu-
ion un ejército de 5,000 hombres; primero se dirigió a Cartagena que el 6 de di-
nal suplemo. Un t¡ato aún más duro se aplicó en agosto de l8l0 a los implicados
ciembre se rindió, no a causa de un asalto sino de hambre. A continuación las fuer-
en el primer intento cont¡arrevolucionario abierto. Ii¡vo lugar en Córdoba, dolde
zas de Modllo penetraron en el inte¡ior y en mayo de 1816 ocuparon Bogotá. En
las declaraciones de la junta de Buenos Aires entnron en contradicción con los
la lucha, los desorganizados patdotas de Nueva C¡atrada demostraron no esta¡ a
la altur¿ de los ihvasores: pero Morillo no era nada incli¡ado a la indulgencia y
con ejecuciones masivas, empeza¡do con la de fue¡a de las mr¡rallas de Cartagena 12. Registrc Naciotal de la República Aryentina, que comprcnde los documentos ¿lesde I8l0
y continuando con la que siguió a la caida de Bogotá, acabó con la mayo¡ parte ¡tarta ,¿891, 14 vols. oos tres primeros llevan el titulo Reg¡stto OJicial). R\el¡os Air€s, 1879-1891,
de los altos dir:igentes y con varios inspiradore$ menores de la
(Patda BobD. Sólo I, p. 34. El decreto citado €xcluye las unidades de la milicia india de las organizaciones existentes
unos pocos, con buenas relaciones o suerte, sobrwivieron padeciendo castigos me_ en las que s€ agrupaban con los pardos y ordena que se agrupen con las unidades de los bla¡cos
precis¿mente pam subrayar su superioridad frente a lo¡ primeros y su igualdad con estos últimos-
nores, y ot¡os escapa¡on a los llanos orientales de Nusva Cranada donde se suma-
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fuertes sentimientos r€alistas que allí existfan. Entre los instigadores de la opos¡- en la p¡áctica los principales inmigrantes fueron brifánicos y otros comerci¿¡ntes
ción cordobesa se encontraba el hé¡oe de la defensa de Buenos Aircs contra los in- extranjeros, qug gmcias a sus buenas cone,\iones con el exterio¡ y al uso de méto-
gleses, Santiago Liniers, que se habla ¡etindo allí al se¡ destituido como virrey en dos innovadores, pronto controlaron una parte muy impoÍante del comercio de
1809. I¿ respu€sta de la junta fue rápida y ejemplar, €ncontrándose Morcno entre importación y e)(portación, I¿ influencia britii¡ica, que era miis fue¡te y directa
los que insistiercn en que no se debía tene¡ ningtl¡ tipo de compaEión. A pesar en el Rlo de la Plata que en el ¡esto de Hispanoamé¡ica, también cont¡ibuyó a que
de los servicios p¡estados en el pasado, Liniers fue fusilado junto con otros jefes las autoridades pat¡ióticas conservaran <la másca¡a de Fe¡nandoD en vez de pro-
supuestamente en rebeldla. clamar abiertamente la ilrdependencia. Ello se debió a que a Gran B¡etaña le Esul-
El papel persoúal de Mo¡eno fi¡e m¡is clato y directo en el campo de la propa- taba más fácil rcpresentar el doble papel de aüada dc España cont¡a Napoleón en
ganda revolucionaria. Encargado del pedódico oficial de la junt^, Gacets de Bue- Europa y de amiga de las coloriias rebeldcs d€ España si los ¡ioplantenses hacfan
¡ros li¡e.r, utilizó sus página¡ pa¡a prepa¡ar a la opinión pública para que acepta¡a ver que emn leales al ¡ey c¿utivo.
otros c¿mbios cuando llega¡a el momento oportuno. Los artlculos que escribió de- Algunos censuraron que no se decla¡a¡a la independencia; entr€ ellos €staban
fendlan impllcitamente el gobierno ¡epubücano y la independencia. La más impre- los mo¡enistas supervivientes que formaban la espina do¡sal de la Sociedad Patrió-
sionante de sus publicaciones fue la que hizo del Contrato social de Rousseau. A tica, organizada en enero de l8l2 a ñn de exigir que se persiguienn más activa-
pesa¡ de que omitió los pasajes sobre la religión, la obra no fue bien recibida por i mente los objetivos revoluciona¡ios. I¡s propósitos y, de alguna manera, la com-
los católicos o por aquellos que crefan que la rwolución estaba yendo demasiado posición de la Sociedad Pat¡iótica coincidlan con los de la logia Lauta¡o, una
de prisa, sociedad secreta o¡ganizada sobr€ bases semimasónicas. Ent¡e los fundadorcs de
En las provincias interiores, sobre todo, e'ristfan dudas sob¡e la marcha d€ la r. la logia se encont¡aba el que sería el héroe nacional argentino, José de San Martín,
revolución. Aunque p¡onto fue widente que las zonas más exfemas del vir¡einato que hacla poco habia regresado de la mad¡e patria donde habfa servido en el ejérci-
deberfan someterse a la autoridad de Buenos Aires po¡ la fuerza Moreno fue to español como oficial de caIrera. Con su participación en la logia Lautaro, y a
-y
de los que lo aceptó con agr¿db- en lo que actualm€nte constituye Aryentina, el t¡avés de ella, se tipificó la aparición en el escenario polÍtico de una nueva fuerza
nuevo gobierno pactó tranquilamente con las oligarqulas locales, o al menos con polftica: el ejé¡cito regular, cuyos oficiales, más que ser militares de ca¡¡em como
pa¡te de €llas. Así sucedió que la misma getrtq o la misma clase de gente, que bajo I él mismo, en su mayoría se hablan improvisado desde el p¡incipio de la revolución
ii y sirvie¡on de contrapeso a la milicia ubana básicamente saavedrista. En cualquie¡
el Antiguo Régimen domina¡on la sociedad colonial continuarcn haciéndolo bajo tl
€l nuevo, y ent¡e ella hubo pocos que buscasen alBo más Iadical que ejerce¡ ellos u caso, la unión de los herederos políticos de Moreno con San Martln y otros jefes
i
rnisnos una mayor influencia. Se sinti€ron algo incómodos con la ejecución de Li- militarcs rclacionados con la logia I¿utaro ¡esultó d€masiado fue e pa¡a los saa-
uie¡s o con la publicación de la obra de Rousseau, y cuando !u! represent¿mtes em- rl v€dristas que controlaban el Primer Tliunvirato, el cual fue der¡ib¿do en octub¡e
p€zaron a llggar a Buenos Ai¡es para ocupa¡ plaza¡ etr la junta tal como se les ha- de 1812. El Segundo Tliunvirato que lo reemplazó fue un instrumento etr maoos
bía prometido, se convirtieron etr una clara amenaza para Mariano Moreno y sus de la logia y lo mismo ocurió coIr la Asamblea Gerlelal Constituyente que en €ne-
.lJ

colaboradorcs más inmediatos. Moreno buscó la manera de posponer su toma de i ro de l8l3 empezó a funciona¡ en Buenos Aires como prime¡ congreso nacional.
posesión, pe¡o incluso en Buenos Aires habla quien recelaba del curso que segufa \.1
Tbl como sugiere el título oficial de la A¡amblea, ésta debió elaborar ulla cons-
la revolución. Este era el caso del prcsiderite de la junta, Cornelio Saavedra, que titución con la qu€ ¡egi¡ el viÍeinato que ahora pasaba a denomina¡se Proüncias
;,
aún cont¡olaba el aparato militar y que acabó po¡ toma¡ partido por los delegados {:
Unidas del Rlo de la Plata. De hecho nunca 1o hizo y lampoco llegó a declarar
provinciales. Cuando a mediados de diciemb¡e se les admitió en la junta, Moreno I la independencia, pero al adopta¡ una banden, una moneda y un himno, luzo uúa
aceptó la defiota y dimitió. En compensación, se le encargó una misión diplomáti- n
l: decla¡ación simbóüca de sobe¡aDla nacional. 'Ihmbién promulgó una ambiciosa se-
ca en Europa, y este prime¡ caso de qilio político ¡esultó efectivo de una manera rie de reformas que inclufa la ley de vientre libre
-como
primera medida para em-
poco co¡riente porque el desplazado secreta¡io de la junla murió durante el viaje prender la abolición gradual de la esclavitud-, así como también la abolición de
¡l
y fue ente[ado en el mar. tr la tortura y d€ los tftulos nobiliarios, la prohibición de vincular bienes y otras mu-
Cotr la $alida de Moreno Iro terminó el conflicto ent¡e morenistas, saavedristas chas medidas. Además el<istió ura primen tanda de anticle¡icalismo. La abolición
y ot¡as facciones o subfacciones. I¡ composición d€ la junta gubernatil'¿ experi- de la debiütada y ampüamente desaseditada lnquisición no fue en realidad muy
mentó más cambios, y a finales de 18ll esta se disolvió, siendo sustituida po¡ el t controvertida, pero la prohibición de que cualquier persona menor de 30 aflos pu-
I
P¡imer Tliun\/irato que más tarde dio pa¡o al Segundo Tliunvirato pri- dieIa hacer votos fue un serio golpe a las órdenes reügiosas, que en definitiva es
-y, en los
meros meses de 1814, a un Directorio Suprcmo. Las diferentes facciones revolucio-
t:
lo que se quella que fuera. En agosto de 1813, el decreto que prohibía que se bauti-
t!l

na¡ias no se preocuparon sólo de obtener y conservar el pode¡, sino que, como ve_ zara a los [iflos con agua frfa, aunque se trataba de algo aparentemente trivial,
I

rcmos, se enfrenta¡on a sus €n€migos declarados del Alto Peni y Motrtsvideo, aunque puso de manifiesto que edstía una corriente de cuestionamiento de las tndicio-
fluctuó su celo en combati¡los. En ab¡il de l8l2 se prohibió la tlata de esclavos nales prácticas religiosas. Es seguro que el p¡ograma legislativo de la Asamblea
que era una medida p¡ogresiva, si bi€n no radical, que agradó a los británicos. En tuvo poco impacto sob¡e las estructu¡as báEicas de la sociedad puesto que los títu-
el mismo año. con otra medida se quiso fomentar la llegada de iúmigmfltes, pe¡o los y las vinculaciongs no existlan o sólo era¡r impo¡tantes en las provincias del
i.i
I
t.
Fs,,
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Juatr José castelli, ün abogadq miembro de la jutrta de Buenos Aircs y aliado de


Mariano Mo¡eno, que compartió el anhelo de este último de extender la revolución
BRASIL hasta los llmites más extremos del vireinato. El ejército rcvolucionado co¡siguió
una decisiva victo¡ia en la batalla de Suipacha el 7 de novie¡nb¡e de l8l0 y ent¡ó
eD Potosl poco d€spués. En otros lugar€s, incluyendo Chuquisaca y I-a Paz, tos pa-
tdotas locales toma¡on el poder y rápidamente establecieron lazos con ellos.
I¿s cosas hablan ido bien, asl que Castelli y sw colabo¡ado¡es se envalentona-
ron hasta el punto de olvidar cualquier medida de pr€caución. No sólo fueron im-
placablemente duros con los ¡ealistas vencidos, sino que ti¡aniza¡on a aquellos que
de forma espontánea aprobaron su llegada. Escandaüza¡on a la gente devota con
demostraciones públicas de librepensamiento. Buscaron el apoyo de los indios y
po¡ ello destacaron la declaración de igualdad jurldica, lo cual en un área de abun-
dante població[ india tuvo tanto un sentido práctico como ideológico, pero la me-
dida no siemp¡e fue aprcciada por los blancos o los mestizos, En términos milita-
res los argentinos no resultaron ser un auténtico coDtrincante para el Qrpe¡imentado
comandante rcalista, José Manuel de Goyeneche, quien, al igual que en 1809, üno
del Pení a restaurar el olden. El 20 d€ junio de l8ll, aplastó a los patriotas €n Hua-
qui, cerca Ael hgo Titicaca. En la larga rctirada que siguió los a¡gentinos fu€ron
acosados po¡ la gente que hablan ido a überar y la r€tirada no t€rminó hasta que
kB los victoriosos realistas pefietraron ca$i hasta Tl¡cümán.
9-t--r--r--!-!9o En 1813, los patriotas a¡gentinos pudieron rcemprender la iniciativa y de nuevo
ffi rieraa por encina aa te z.ooo m marcha¡on hacia el Alto Penl como übertadores. Bsta vez iban diigidos por Ma-
nuel Belgrano, que como comandante militar era un auténtico autodidacta, pero
ela p¡udcnte y metódico y evitó el peor de 1o8 e¡ro¡es cometidos anteriormente
Hacia mediados de mayo, estaba en PotosI y en todas partes causó una buena im-
Las g erros de indepeñdenc¡a en lo Amé ca del Sur española: el escenorío ce tml presión hasta que en noüernb¡e de 1813, poco antes de su propia retirada, trató
de dinamita¡ la Casa de la Moneda de Potosí. Su derrot¿ final se debió simplemen-
te a la superio¡idad militar de las fuerzas que se enfrcntaron a é1, que ahora esta-
Alto Perú, y el principio del nacimiento en libertad tuvo de inmediato un efecto
ban bajo la dirección del ge[eral español Joaquln de Pezu€la, Otrc ejército invaso¡
meno¡ sobre la esclavitud que la p¡áctica vez más cofliente- de confiscar
-cada también fue derrotado por Pezuela en 1815. Después, los patriotas argentinos se
esclavos pa¡a el servicio militar, a cambio dc lo cual quedabao libres si sobreviüan.
interesaron por otros puntos, dejando que la rcsistencia en el Alto Perú qu€da¡a
Aun asl, la amplitud y los maücas que tuvo este p¡ograma se compaginan perfecta-
en m¿¡nos de las numerosas paitidas de guer¡illercs que se hablan empezado a for-
mente con el sabor algo jacobino del nombre que se ha dado a est¿ reuníón
-Asam- mar en 1809 y que nunca se o.tinguierol totalnente. Estas ¡eclutaron a las masas
blea del Año XIII- en la tradición argentina, lbl como señala el him¡o nacional
indias (tal como todos hicieron en este escenario milita¡), pe¡o normalmente fue-
que &!a adoptó:
¡on dirigidas por mestizos o criollos de o¡ige¡r no a¡istocático. Abundaron las par-
tidas en los valles altos justo debajo d€l altiplano, donde se erigiercn y desaparecie-
Oid, mortales, el grito sagrado:
¡on una serie de ¡epuári4let¿s. Aunque d$pués de 1816 era muy reducida, la guerrilla
Libert¿d, Libertad, Libertád;
oíd el ruido de las rotas cadeüas, constituyó el movimiento de indepefidencia de lo que actualmente constituye Boli-
ved en trono a la noble igualdad. via hasta la llegada, en 1825, de un ejército libertador proced€nte de una dirección
distinta y sorprendentq Peú (véase más adetante).
De eDtre las áreas periféricas del virreinato del Río de la Plata, los patriotas Aunque los gob€rnantes de Bu€nos Aires no se di€ro¡r cabal cu€nta de ello, al
argeltinos, por una buena razón, prime¡o se fijaron en el Alto Perú. Ahi se eicon- dejar el Alto Penl en manos de unas partidas locales, dejaron qu€ de hecho la ¡e-
traba la plata de Potosí, cuyo comercio em sumamente impo ante para los inter- gión se escapara de su dominio. Por otro lad o, la separaciín de facto de Paraguay
mediarios comerciales así como para los cobndores de impuestos de Buenos Aires. se produjo incluso ante¡. Cuando Pamguay vaciló en reconocer la junta de mayo
El levantamiento regiónal de 1809 y sus violentas consecuencias hicieron pensar que de 1810, se o¡ganizó y enüó una qp€dición bajo el mando de Manuel Belgano
un ejército libe ado¡ podrla ser bien recibido. Por ellq una formación militar as- (quien más tarde fue derrotado en el Alto Peni). A principios de l8ll, fue vencido
cendió con dificültad hasta el Alto Perú. Estaba dirigida por el comisario polltico por dos veces por las fuelzas de la milicia paraguaya. Una vez que Belgrano fue
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eeulsado, los paragüayos estableci€¡on su p¡opia junta, elr mayo de l8ll, m€dian-
de esta clase, los indios, y los criollos pobres>>.ra Artigas, en función de estas dis-
te un golpe incruento. Ab¡ieron negociaciones con Buenos Aires con el objetivo
posiciones que tanto reflejan una incünación populista en las cuestiones sociales
de encont¡ar algunas bases de coopemción, pe¡o en la práctic¿ Par"aguay siguió su
propio camino, independiente de Madrid y de Buenos Ai¡es. Hacia fioales de 1813, como la propia convicción de que el medio más úpido de volve¡ a hacer producti-
vas las tierras era el de otorga¡las a los pequeños granjeros y r¿ncheros que podlan
sucumbió a la fi¡me dictadua personal de José Gaspar Rod¡lguez de Francia, un
intelectual criollo que escogió gobernar col! el apoyo de las masas mestiza! que ha- oFlotarlas directamente, ha sido consider¿do como el primer gran reformado¡ agra-
blaban guarad. Francia desconfió de Buenos Aües y acabó po¡ aislar Paraguay rio de Su¡américa. Pero Artigas nunca tuvo ticmpo de llevar a la práctica su pro-
grama, puesto que en 1816 tuvo que hacer frente a una nueva invasión portuguesa
no tanto de los contactos come¡ciales sino de los contagiosos desórdenes políticos
desde Brasil, Esta vez los ingl€ses no intervinieron y aún menos los port€ños. Ade-
de A¡gentitra.tr Si Francia log¡ó todo esto, fue po¡que Buenos Aires tenía proble-
más, los invasores obtuvie¡on €l apoyo de un g¡an n¡lmero de uruguayos que no
mas más grandes y urge¡t€s de que p¡eocupars€ antes que de la insubodinación
estaban cont€ntos con el populisrno agario de A¡tigas y/o estaban convencidos de
de Paraguay.
que la c¿usa de éste est¿ba pedida, Haci¿ principios de 1820, toda la Banda Oden&l
Uno de los problemas que eclipsaron los que habfa entrc Paraguay y los po e-
estaba baio cont¡ol portugué$,
ños (habitantes de Buenos Ai¡e$) fue la situación de Montevideo y su rcgión, el
E¡l la segunda mitad de la déc¿da de la revolución del fuo de la Plata eran más
actual Uruguay- Alll, el primer golpc contra el dominio español fue asestado a prin-
cipios de 1811 po¡ José Gervasio Artigas, vástago de una famiüa de Motrtevid€o modestos 106 propósitos y las ob¡as del gobi€lno revolucionariq lo que en parte
que tenfa importa¡tes intereses ru¡ales y un historial de cargos prlblicos. Artigas al menos reflejaba la existencia de un amplio d€scontento ante lo que s€ habla he-
enarboló la ba[de¡a dc la ¡ebelión e¡ el campo, donde su ¡elación con los gauchos, cho }?. Fuera d€ Buenos Aircs, tal descontento p¡ocedla de la desaprobación de
los conservadores de las inúovacioD€s rcvolucionadas y del ¡esentimiento local arite
ocupantes de tierras y propietarios medios le prcpo¡cionó un gran nrl¡nero de se-
guidores. Al principio rcconoció la supremacfa d€ la jr¡nta de Buenos Aires; sin el centralizador poder polltico. En el mismo Buenos Aires, la mayorla de la clase
alta t€miendo identificarse demasiado con el nuevo régimeú- estaba harta
embargq no fue r¡n adherente lncondicional porque tenia la idea de establecer una -siempre
de préstamos forzosos y de otras exacciones, cansada de la inestabilidad polftica,
confed€ración de p¡ovi¡cias autónomas del Río de la Plata, mientras que los go-
y miraba con cierto desdén a los líderes civiles y milit¿Ies que desde l8l0 habían
biernos que sucesivamente mandaban en Buenos Aires r€chazaban tal p¡oyecto. Ar-
tigas también se sintió perjudicado por lo que él cqnsidenba la falta de una auté¡-
conve¡tido la <<ca¡rem de la revoluciónD en una vocación personal de dedicación
exclusiva.ls
tica voluntad, por parte de BueDos Aircs, de liberar su provincia, como lo demostraba
Thnto en la capital como en el interio¡, los fr¿casos de los di¡igentes ftente a
el hecho de que el gobiemo porteño quisiera establece¡ una t¡egua t¿nto con los
en Montevideo- como con los portugueses, que los enemigos externos fueron ot¡a fuente de descontento. Además, por esta época,
espaloles
-arln atrincher¿dos
entrevierotr l¿ ocasión d€ volve¡ a pone¡ el pie en el Rlo de la Plata y en l8ll envia-
en la Amédca española la c¿usa de la insurrección estaba llegando a su punto más

ron una fueiza <<pacificadorD. I-os pofugueses abandona¡on su inte[to al año si-
bajq mientras qüe la deÍota d€ Napoleón €n Europa anunciaba utra conüarrevo-
guiente, pe¡o sólo po¡que los ingles€s consideraron que era'una complicación inne- luciónt una de cuJas muchas facetas fue la r€stauración de un agrcsivamente rcac-
cionario Fernando VII en el trono español. Entonces, no faltaban motivos pala
cesa¡ia y pre¡ionaron para que aba¡rdona¡an la idea. Al final, en 1814, un ejército
contener los impulsos ¡€volucionarios del Río de la Plat¿. Bl cambio de que se üa-
de Bu€nos Aires consiguió la r€ndiciól de Montevideo, pero entonces ]a se hablau
ta fue facilitado por la expulsión, en ab¡il de 1815, del di¡ecto¡ sup¡emo Ca¡los Ma¡fa
roto de fo¡ma delinitiva las relaciones con Artigas, y éste estaba coovi¡tiéndose en
de Alvea¡, que habla sido uno de los fundadores de la logia Lautaro. Aunque Al-
llder de los federalistas antiporteños de las provincias del llamado Lito¡al, quc dis-
vear más tarde apoF¡la un de.sesperado intento de r€conciliación con España
currla a lo largo del rlo Paraná. Obtigado a enf¡entarse a Artigas y a otrc$ disiden-
si €llo fracasaba, de ser un protectorado b¡itánico-, po¡ entonces aún era un he¡e-
-o
tes conta¡ co! el problema del Alto Perú-, el gobierno de Buetros Ai¡es fue
-sin
incapaz de vencer a A¡tigas y en febrero de l8l5 finalmente le cedió Montevideo.
derc de la tndición activista de Morenó. Po¡ otro lado, en el intedor del pals era
conside¡ado como un representante de la clase de dominación porteña mris odiosa,
Una vez al mando de toda la Banda oriental, Artigas se ocupó de oryanizarla
y por ahf empezó la oposiciór contra su autoridad. Sin embargq el moYimiento
bajo su conúol y en ¡econstruir su economla destruida por la güe¡¡a. En la cues-
se €ntendió a Buenos Aircs, donde gan parte del ejército, que p¡eviamente e8taba
tión agxaria introdujo una de las medidas más interesantcs y o¡iginales del período
de la independencia- luvo que hace¡ frente al problema de los rebaüos dieznados
al lado de Alvea¡.sirviéndole de firme puntal, ahom se volvió €n su contra.
y de las vastas elensiones de tie¡ra abandotradas por sus propietarios. I¡
solucio- A.lvear fue sustituido primero por un director inte¡ino y después por otto. En-
tretanto, €n marzo de 1816, se eügió y reunió el nuevo congreso constituyente en
üó con la confiscación sin compensación de las tierras pertenecient€s a los (malos 'Ihcumán sitio fue una cla¡a concesión ante el descontento de las provi¡r-
europeos y peores ame¡icanos> que habfan emigrado (€n bastantes casos a Buenos -cuyo
cias. El congreso de Tl¡cumán fue mucho más conservado¡ que la Asamblea del
Aires) y proceder a su redistribución, dando prioridad a <los negros libres, los sambos

13. vé¡se Johd Hoyt Williamt, (F¿raguaya¡ isolation ünde¡ Dr. Francia: a re_evalualion), 14. Nelson de la'Ibrrg Julio C. Rodrlguez y Lucla Sala de Ibüo¡, ¿¿ ¡evofu ción agñia arti'
Eispdnic Ametica Histo cal Review, 52/l (1972r, pp- l03-l09. guísto: 1815-1816, Mon'túdeq 1969, pp 16?-168.
15. Halpedn Donghi, .Rsvoluclón t guefta, pp 226'U, 231'236 v passin.
IOO HISTORIA DE AMERICA I.ATINA
I"A AMERIoA DBL sUR ESPAÑoLA IOl

tar de la r€volución de Buenos Aires desde 1810 que t€úla por meta principal la
Año XIII, y no solamente porque casi la mitad d€ sus miémbros fueran reli¿iiosos.
conquista del Alto Pe¡ú era equivocada. E¡a ve¡dad que el Alto Perú estaba juddi-
Finalmente declaró la independencia de las Provincias Unidas del Rio de la Plata'
camente atado a Buenos Ai¡es y que se encontraba en la ruta más directa a Lima,
pe¡o no se trató de un signo de militancia revolucionaria sino del recooocimiento
el centro neurálgico de la resistencia realista de toda América del Sur, pero la oee-
práctico del hecho de qug al rcinstau¡arse el absolutismo en España' era absurdo
encia habla demostrado la dificultad de conqüstarlo conserw¡lo- desde el
coutinuar proclamando su lealtad a Fernando. Sin embargo, los mismos diputados -y
sur. San Martln pensó que el mejor camino para llegar a Lima era atravesar Chil€
que declararon la itrdependencia eran en su mayo¡ía favo¡ables a la implantació[
por entonces el gobierno patdota estaba acorralado por el ejé¡cito que
de un sistema moniírquico constitucional como forma de gobierno de la nueva na- -donde
había enviado en contra sula el ürrey de Perú- y desde allí llegar por mar hasta
ción. Algunos pensaron que lo más conveniente em encontmr un hercde¡o apro-
la costa peruana. T¡rl como los hechos se enc¿rgaron de d€mostmr fue una estrate-
piado d€ los antiguos emperadores incas y coronarle rey de las Provincia¡ del Rlo
gia lógica. Además crela que la toma de Lima comportaría indircctamente la ent¡e-
de la Plata, y casarle, quizá, con una princesa portuguese a fin de aumentar la p¡o-
ga del resto d€ P€rú, tanlo el Alto como el Bajo, lo que resultó ser una suposición
tección del nuevo Estado. otros preferlan un príncipe europeo, y en los siguientes
bastante menos acertada,
afios se hicieron sondeos en Europa para vel a quién se podía reclutar. No se en-
Una vez que hubo preparado su traslado a Mendoz¿, como int€ndente de Cuyq
coDtró ningún prctendiente, perc el mismo esfuerzo se ajustó al estado actual de
San Martín emprendió su misión €n el momento en que el ¡égimen patriota chileno
los ánimos. I-o mismo puede decirse de la ¡enuencia del nuevo cong¡$o a reasumir
estaba d€shaciéndoE€ al otro lado de los Andes, Esto no le hizo cambia¡ de planes
el trabajo de rcfo¡ma tan querido por sus predecesores.
pu€sto que p€nsó qúe Chil€ arln estaba en condiciones de dar más apoyo a un ejér-
En mayo de 1816 el congeso de Tucumán eligió a uno de sus miembros, Jüan
cito übertador que el Alto Per¡i. Estableció buenas ¡elaciones de trabajo con Puey-
Martín de PueyFedón, como diredor supremq el cual mostló tan poco inteÉs en
r¡edóq también estuvo decididamelte dc acue¡do con la proclamación de la inde-
las innovaciones überales como el congreso, thmbién colaboró estrecham€nte con
pendcncia y apoyó la idea de establecc¡ una mona¡qula constitucional. Pero, sobre
el congreso cuando en l8l7 se trasladó a Buenos Aires y allf empezó a elaborar
todo, acopió reclutas y proüsiones. Los refugiados chilenos fue¡on una fu€nte de
una co$titución que se terminó en 1819. Esta primera estructura completa de go-
reclutamiento; otr¿ la constituyeron los esclavos de la región, la mayorla de los cuales
biemo e¡a altamente ceDtratista (había un poder ejecutivo nacional que directame[te
atabó en el Ejército de los Andes de San Martfn.¡6 Puetrredón le envió más es-
nomb¡aba a todos los gobernadores provinciales) y también conservadora (estable-
clavos, de modo que cuando emprendió la marcha la mitad de su infantcrla estaba
ció un suf¡agio rcstriogido y un parlamento semicorporativo). Aunque era un régí-
formada por negros. En Mendoza se €stablecie¡on talle¡es para hacer pólvora e in-
men rcpublicano, fácilmente podla convertirse en una monarqr¡la si se presentaba
cluso artillerla. A principios de l8l7 todo estaba a punto. Un ejército compuesto
la ocasión. Sin embargo, por entonces €l monarquismo había emp€zado a decaer,
por unos 5.500 hombres se puso en carnino hacia Cbilg a través de seis pasos andi-
así que los conti[uos esfuerzos para encontrar a un monarca no favorecieron la
nos, en movimientos cuidadosamente preparados para alarmar y confundir lo más
popularidad de Pueyr¡edón y del congreso; y tampoco les favor€ció su pasividad
posible al enemigo.
atrle la ocupación portuguesa de Uruguay. Al mismo tiempq el centralísmo de la
nueva constitución levantó una gmfl oposición en las ot¡as prcvíncias. Enfrentado
El Chile que San Ma¡tln iba a libe¡ar a principios de l8l7 estaba atr¿pado en
a una deciente drsconfo¡midad general, en junio de 1819 Puel'rredón dimitió como
una co¡tm¡¡evolución ¡ealista que habla te¡minado con la (Patria Viej¿> chilena,
di¡ector supremo, pero su sucesor aún resultó más incapaz de contener'la mar€a.
el €xp€rimento de autogobiemo iniciado en septiemb¡e de l8l0 con et establecimiento
A principios de 1820, el gobierno directodal y el congreso nacional se disolviercn
en Santiago de una primera junta gube¡nativa. Hasta su desaparición en 1814, la
y la [ación a¡gentina, ahola independielte, volvió a ca€r en un estado de anárqui-
(PaÍia Vieja> habla tenido que enfretrta¡se a conflictos casi continuos ent¡e gru-
ca desunión.
pos regionales y pollticos opu€stos. Existla a la vez un proccso paralelo de radicali-
En el panorama generat de la independencia de la América €spañola, la admi-
z¿ción o (profundiz¿cióD) de la rcvolución, pe¡o más a nivcl de retórica que de
nistlación de Puelrredón se ¡ecuerda p¡incipalmente por el apoyo que dio a las e)(-
pro$'amas conc¡etos.
pediciones militares de José de San Martín, aunque abandonó a Artigas a su suer-
I-a original junr¿ chilena aco¡dó disposiciones tales como la apertura de los puer-
te. Hijo de ufi oficial español inst¿lado en Argefitina, San Martíl obtuvo algunas
los al come¡cio intemacional y la convocatoria d€ elecciones al congreso, que em-
distinciones como oficial español, Sin embargo, una combinación de sentimientos
pezó a funcionar en julio de l8ll. I¿ figura dominante d€ la junta, si es que tenla
liborales y d9 tealtad a Bu tierra qüe dejó cuando era adolesceüte le llevarcn de nue-
una, era Juan Martln€z d€ Rozas, pero pronto tuvo problemas con la mayorla del
vo a América en 1812, donde no sólo se comprometió con la polltica rcvoluciona-
ria a través de la logia Lautaro, sino que dedicó todas sus enérglas y talento a la congr€so y reaccionó retirándose a Concepción, el p ncipal puerto y
lcleo de po-
blación del sur de Chile que a la vez tambié[ era su propia principal base de apoyo.
colstrucción de un cuerpo milita¡ más eficaz. Cuando hacfa dos años que estaba
en su parria, récibió el maldo del Ejército del Norte con la tarea de defender las
Allí cleó una junta provincial separada y cismática. Su puesto en Santiago fue cu-
provincias lib¡es del Rlo de la Plata de los ¡ealistas que actuaban desde el Alto Perú
y para invadir, si e¡a posiblq estas fortalezas andinas. San Martln no vio con bue- 16. José Irris Masini,.k esclay¡tud negra en Mendoza; época independiente, M.¡doza, 1962,

nos ojos el enca¡go porque habla llegado a la conclusión de que la estrategia mili- w.20-23.
LA AMERICA DEL SUR ESPAÑoLA IO3
IO2 HISTORIA DE AMERICA LATINA

motas islas d€ Juan Fe¡nández, y muchos perdieron sus propiedades al se¡les con-
bie¡to por el exponente más notable del activismo revolucionario de la <Patria vie- fiscadas. Pero la extensión de la represión estimuló la resistencia en guerrillas y ase-
jo), José Miguel Car¡era. Aunque é1, como la mayorla de los participantes en Ia guró a San Martín un caluroso recibimiento cuando descendió a Chile a principios
vida polltica, pert€necfa a uúa familia adstocrática, Carrera cultivaba un estilo po- de 1817.
pular en polltica, postulando francamente un apoyo no adstocÉtico, y, como anti-
San Marth se enf¡entó a sus enemigos €l 12 de febrero en Chacabucq a medio
guo oficial criollo del ejército español que hacía poco que habfa regresado de Es- camino ent¡e Santiago y los principales pasos qu€ hablan cruzado desde Mendoza;
paña, contaba con una amplia reputación y apoyo ent¡e las fueEas militar€s del habla ¡eunido ap¡oxi-madamente a 3.500 hombres en dife¡entes cuerpos de su Ejér-
nuevo ¡égimen, Esta combinaciótr de buenas conoriones familiares, atractivo po- cito de los Andes, incluyendo a un número susta¡rcial de chilenos. CarIera no se
pular y apoyo militaf se mostló durante un tiempo invencible encontraba entre ellos, porque San Martín había tenido prontamente la impresión
I-o primero que hizo Carrera fue depurar al congrcso de sus elementos miis con- de que era problemático y poco digno de confianza, mientas que o'Higgins se
serv¿doEs, abriendo a¡l el camino de la adopción de cierto núme¡o de medidas ganó su confianza y llegó a ser el colabo¡ador más inmediato del líder argentino.
prog¡esistas, entre las cual€s había la ley de üentr€ libre' A¡tes de que te¡minaru O'Higgins dirigió una de las dos divisiones patrióticas en Chacabuco y casi perdió
l8ll, habla disuelto el congrcso por completo e¡igiéndose en dictado¡, y como tal la batalla po¡que lanzó un ataque frorital antes de que otra división completara
presidió innovaciones tales como la adopción de una bande¡a nacional y €l estable- su movimiento.r? Sin emba¡gq al final los pat¡iotas ga[aron y entraron en San-
cimiento de la primera imp¡enta en Chile. Perc oo implantó ninguna ¡eforma que tiago sin otra oposición. Alll una improvisada asamblea ofreció el gobierno de Chile
pudiera ser estructural: incluso la ley de vientre libre fue más bie! simbólica en Chile a san Martín, el cual inmediatamente lo declinó en favor de o'Higgins.
un paJs donde habla pocos esclavos, la mayoría de los cuales vivlan en las ciudades A pesar del triunfo de San Martln en chacabuco arin quedaban fuerzas enemi-
y eian senidores domésticos- Sin duda, fue más importante la introducción de la gas en el centro de Chile, las cuales, reforzadas desde Pe¡ú, le i[fligi€ron una im-
imprenta, lo que conllevó el nacimielto del periodisrno polftico e hizo que la mino- portante d€rrot¿ en Cancha Rayada eú marzo de 1818. Pe¡o el5 de ab¡il San Mar-
rla que sabla leer y esc¡ibi¡ conocíera un abadco más amplio de opciones políti tÍir ganó otla victoria en Maipó, justo en las afueras de Santiago, que fue decisiva.
cas, entre ellas el republicanismo y la que defendla la sepamción total de España. I¡s ¡eaüstas, conservando un pie eq el su¡ de Chile y en la isla de Chiloé, montaron
Es cierto que la pr€ferencia personal de Carrera, al igual que la de Rozas, e¡a la una guerrilla que perduró duante aflos. Thmbién conservaron la importante forta-
independencia, pero nunca se presentó el mom€nto oportuno pam decla¡a¡la. Sin leza de Valdivia en la costa del sur, pero süs supuestas invulnerables defe¡sas fue-
embargq a pesar de comparti¡ el mismo objetivo Rozas y Car¡em no se avinieron. ron destruidas en febrc¡o de 1820 po¡ el aventuero inglés lo¡d Cochranq quien ha-
En julio de 1812, un le ntamiento local de ocó la junta de Concepción, después bfa aceptado dirigi¡ las pequeñas pero crecientes fuerzas navales chilenas. La
de lo cüal Carer¿ obligó a Rozas a etdliarse. eliminación de aquel enclave enemigo fue un detalle que se preparó con cuidado
caÍera tro pudo acabar tan pronto con un adversario aún má5 temibls el vi- a¡tes de que San Martf¡ se embarcar¿ pa¡a cübrir la segunda etapa de su plan es-
fiey Abascal de Peni, que a principio$ de 1813 enüó una pequeña fuerza expedicio- tr¿tégico, que coús¡stfa en libemr Perú.
na¡ia a Chile Adem¡is, mientras Carrcra estaba di¡igiendo una batalla indecisa cont¡a Otro prerrequisito básico pam poder llevar a buen término la campaña perua-
los invasores, la junta que habla oeado para que gobe¡nara eD Saútiago durante na, e¡a el establecimiento de un gobierno efectivo en el Chile liberado y desde aquf
su ausencia lo destituyó y lo sustituyó por el homb¡e que se convertirla en su mayor aseguia¡s€ el suministrc de mate¡ial, teniendo en cuent¿ que los argentinos
val, Bernardo o'Higgins. Hijo de un capitrin genenl de Chile y vfurey de Perú, mersos en problemas internos- eran incapaces de ofrcce¡ ayuda. O'Higgins logró
-ill-
Ambrosio O'Higgins, el nuevo dirigente patriota habla sido educado en pa¡te en lo que se propüso: controló el apanto administrativo abandonado por los realis-
Inglaterr¿ y alll habla recibido la influencia de Francisco de Miranda ¿ favor de tas, recaudó conüibuciones y se apropió de los fondos del eriemigo, e impuso ügo-
la independencia de la América española. ThDto en 8u €stilo como en su tempera- rosamente su propia autoridad sobrc todas las oposiciones que apa¡ecie¡on en el
m€ntq pero no €n sus objetivos finales, era más coNervado¡ que Caüera. o'Hig- campo patriota. El g¡upo de Carrera no em rcalm€nte un problema, porque tanto
gins a$umió el mando supremo, pero no tuvo más 6dto que CaÍela ante €l ejército José Miguel como dos hermanos más alin estaban €n Arg€ntina, donde se entro-
gocedente de Perú (ahon muy refoEado) y en mayo de l8l4 aceptó una hegua metieron en los asuntos aryentinos con vistas a volvet a apodemrse de chil€. (En
quc permitla a Chile disfruta¡ de utra autononJa limitada bajo el dominio español, cambio fueron ejecutados por los a¡gentinos.) En todo caso, el gobierno chileno
aunque la tregua no se ratiñcó nunca de ¡nanera formal. En julio del mismo año, funcionó lo suficientemente bi€n como para poder satisfac€r las más urgentes de-
Car¡i¡a efectuó ot¡o golpe pala restablecer su dictadura, abriendo un cl¡culo de mandas de San Martín, La expedición, que partió el 20 de agoslo y ent¡e ba¡cos
conflictos d€ aniquilación mutua quo debiütaron arln más a los patriotas y asl con- de guerra y de t¡ansporte disponla de 23 unidades, fue financiada y equipada prin-
tribuyó a la derrota aplastante que sufriercn en manos de los realistas en la batalla cipa.lmente por los chilenos y rep¡esentó un impresionante despliegue de energla
de Rancagua, a unos 80 kilómetros al su¡ de Santiago, el I y 2 de octubre de 1814' y recursos, por parte del ¡egimen de O'Higgins. El jefe de la flota, Cochrane, y
Rancagua comportó el colapso de la <ity'ieja Pat¡ia). Carrera, O'Higgiús y otros
muchoi se dirigieron a Mendoza y se refugiaron en A¡gentina, ruienlms que la res- 17. I¿opoldo R. Omstein, (Revelaciones sobre la batall¿ de Cha€abuco), I¿\)est¡gaciones y
tauración del imperio español impuso una dura lepresión a aquellos que se queda- E¡r¿]or, Buenos Ai¡es, lo4 On1), pp. 178-207.
¡on atrás, Algunos insuÍectos fueron Ejecutados, ot¡os fueron confinados a las ¡e-

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BIBLIOTECA CENTRAL
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la mayoría de los altos oficialei de la marina elan en r€¿lidad mercenarios extran- que Lima recobraba algo de lo perdido en la reorganización administrativa del si-
jercs, p€ro a bordo habla más chilenos que de cualquier ot¡a nacionalidad. El odto glo xvnl.
de la expedición se d€scribirá más adelaúte Ello fue un motivo de satisfacción para los criollos peruanos, cuyo apoyor o
El gobierno de O'Higgins finalmente d€claró la independencia chilena en fe- por lo menos su paciencia, era esencial. El hecho de que Perú fuem realista tam-
bre¡o de 1818, cuando el acto )a estaba un poco iuera de tiempo. Atin más desa- bién significaba que podla beneficiarse de la constitución libenl española de 1812,
fiant€s fueron, en el conto.to chileno, ci€rtas ¡eformas que adoptó O'Higgins tales elegir los miembros de los ayuntamientos y de las diput¿ciones provinciales, y dis-
como la prohibición de vincular propiedades y la abolición de los títulos h€redita- frutar de una ¡elativa libertad de prensa y de otms conce$iones al espfritu de los
rios. Estas medida¡ fueron tomadas más o menos de forma rutinaria etr la mayo¡ tiempos. Penl, al conta¡ con la presencia d€ ocho diputados elegidoE mencio-
-sin
parte de América I¿tina dura[te el perlodo de la independencia, d€ modo que el nar a otros pe¡u¿nos residentes en España que proüsionalmente participa¡on €n
hecho de que etr Chil€ crearan impor¿antes ¡esentimientos da a entender cuál fue el parlamento español en espera de que llegaran los diputados p¡ocedentes de Peru*,
el gado d€ r€sistencia al cambio en la sociedad chilena, Al mismo tiempo, los chi- incluso llegó a desempeña¡ un papel importante en las Cortes de Cádiz; po¡ otro
lelos más liberales que hubieran podido rccibir favorableme¡rte ciertas cautelosas lado, un peruano fue p¡esidente de dicho organismo. Todo ello también agradó a
innovaciones sociales, a menudo se quejaban del sistema político auto¡ita¡io de c
la mayorla de los ollos cuttos, a pesar de que el nuevo rcgimen peninsular qo
o'Higgins y de su excesiva confianza en €l impopula¡ consejero, José Antonio Ro- otorgó a las colonias americanas la misma representación que al resto del territorio
drÍguez Aldea, u¡! ex realista. o'Higgins int¡odujo una esp€cie de constitución en espalol y de una u otra mane¡a minaba la fe de los que hablan esperado que los
1818 pero que le daba muchos pode¡es, ümit¿dos por un senado consultivo cuyos abusos coloniales se solucionarlan a través de una polltica imperial de r€fo¡ma.
miembros había[ sido nombrados por él mismo. Este senado pudo bloquear la apli- El inte¡ludio liberal no gustó al ultr¿conservador Abascal, que proclamó la co¡s-
cación del decrcto sobre las vinculaciones, pero no satisfacia ¡ealrnente los crite os titución sin entusiasmo y la aplicó a regañadientes. Cuando €n l8l4 Femando ¡e-
del constitucionaüsmo liberal. o'Higgins p€rmitió que la constitución de.l8l8 fue- cuperó el tro¡ro y abolió la constitución, al vhrey le sobró tiempo pala restau¡ar
ra sustituida por una carta de rasgos más convencionalmente republicanos en 1822. el absolutismo en la colonia. Por otra partg los peruanos descubrie¡on que, con
Sin embargo manipuló las elecciones para elegir la asamblea que la debía esbozar o sin constitución, su papel de defensorcs de la integridad del impedo e¡a costoso
y sus disposiciones parecían calculadas para asegura¡le su ya casi indefinida conti- y que se pagaba con impuestos y contribuciones especiales; y esto no gustaba ni
truació[ en el cargo. De este modo no acalló todo el descontento erdstent€ en con- a los liberales ni a los absolutistas. Incluso en Peril algunos indiüduos 5e pronun-
tra d€l sistema polltico, lo que junto con el prolongado resentimiento €xistente po¡ ciaron a favor de la causa revolucionaria, por lo que la adminisfiación vfureinal
la polltica socioeconómica de O'Higgins y su inhabiüdad para apacigua¡ la !e$is- nunca pudo dedicarse totalmente a conÍolar los levant¡mientos que tenlan lugar
tencia ¡ealist¿ del sur produjeron una serie de agitaciones y conspiEciones a fina- más allá de las f¡onteras de Pe¡ú. De vez en cuando hubo conatos de conspiracio-
les de 1822 y principios de 1823. O'Higgins aceptó la defiota y cedió el poder el nes, reales o imaginarias, efl la misma Lima, aunque todas ¡esulta¡otr infructuosas,
28 de enero de 1823. y se produje¡on desórdenes de escasa duración en dife¡entes puntos de las provi[-
cias. Algunos de éstos fuero[ rcpercusiones d€ los periódicos avances de la activi-
La participación de las fuerzas peruanas en la supresión de Ia {<Pairia Vieja> dad insurg€nte del Alto Peni (como en Thcna en l8ll.y 1813), mientras que el de
de Chile constituye una muestra del papel jugado por Peni como principal base Huánuco, en 1812, empezó siendo una protesta india contra cierto! abusos concre-
del poder realista en la Amédca del Sur española a lo largo de la mayor parte de tos pe¡o acabó adquiriendo un importante caráct€¡ polltico porqu€ los indios fue-
la lucha po¡ la independencia. Quito y el Alto Perri hablan sido reconquistados (y ron apoyados por los criollos descontentos. Desde luegq no s€ debió a una casuali-
por más de una vez) con anterio dad desde el mismo baluarte de la lealtad. El pa- dad que los moümientos de oposición más importantes se prcdujeran en las zonas
pel de Peru se explica tanto por la debilidad del impulso ¡evolucionario del mismo un poco alejadas, sino que se debió al hecho de estar más lejos de [a ügilancia de
Perú como por el éxito del virrey José de Abascal en crea¡ su fue¡za milita¡. Abas- Abascal y al reseúimiento que habla po! estar sujetos polftica y económicamente
cal hizo todo lo posible para ergrandecer y fortalece¡ la$ fuerzas regula¡es; amplió a Lima.
conside¡ablemente la milicia pquana, cuyo nivel de enhenamiento y equipami€nto El lev¿ntamiento de Cuzco de l8l4 fue el más importante de los que tuvieron
dejaba algo que desear, pe¡o que él con claridad entrevió que era el medio de obte- lugar en provincias. Empezó siendo una protesta de los criollos y los mestizos €n
ner un riípido y masivo aumento de la t¡opa. Hacia 1816, sobre el fapel, las fuerzas contra del arbitrario pode¡ de la audieDcia d€ Cuzco e, indi¡ectameDte, de la hege-
totales del ejército y de la milicia estaban por encima de los 70.000 hombres, de monla de Lima; rápidamente est¿bleció un nu€vo gobierno' al que incluso el obis-
los cuales la mayor parte procedian de la milicia. La fuerza efectiva era algo me- po apoyó. I¡s rebeldes ad€más atr¿jeron al viejo y oportünista caciquq Maieo Garcia
not pe¡o lo mi$mo ocu[ía con los posibl€s advelsarios. Naturalm€ntq la impor- Pumacahua, que hacla años habla lucbado al lado del régimen colonial en contra
tancia militar de Peú se relacionaba con su posición central, que hacla más fácil de Tüpac Ama¡u y más recientemente contta los insurg€nt€s del Alto Perú. Fue una
al viüey eDviar ¡efuerzos al norte, este o sur fue¡a necesario- a los realis- valiosa adquisición porque los revolucionarios de Cuzco deberfan enfrenta¡s€ a la
-según
tas sitiados. Su decisión de envia¡los incluso a las zonas que estaban dentro de la implacable hostilidad de Abascal, y Pumacahua podfa conseguir que la población
ju¡isdicción de los virreinatos de Nueva Cranada y d€l Rlo de la Plata significa india de la región s€ sumara a su causa. Pe¡o mientras se incorporaban más indios,
106 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA LA AMÉRICA DEL SUR ESPAÑOLA 101

más criollos abrigaban seC,undos pensamientos y aunque el movimiento se exten- Efectivamente, rccibió una favorable acogida en su cabeza de puente y, a filales
dió a l¿ Paz y a Arequipa, al final fue aplastado. Desde el principio sus objetivos de 1820, una serie de ciudades coste¡as del no¡te se integra¡on espont¡íneamente
habían sido algo ambiguos puesto que los d€seos de los di¡igentes iban desde las en el bando patriota. Por otro lado, se produjo un rebrote de la ¡esistencia guerri-
mejoras pelsonales y el ajuste de agravios especlficos hásta la coNecución de la llera €n la sier¡a celtral. Sin embargq Lima no cambió de barido. No fue hasta
ind€pendencia total. En los años siguientes al colapso de [a ¡ebelión de Cuzco que las autoridades españolas por decisión propia salieron de Lima hacia las üe-
(18!41816), los disturbios en la sierra y las alarmas en Lima disminuyeron, al mis- ¡ms altas and¡nas.en julio de l82l que San Martín pudo entmr en la capital sin
mo tiempo que los movimientos de independ€ncia en otr¿s colonias daban paso encontra¡ resistencia, y el 28 de julio proclamaba formalmente que Pe¡ú e¡a una
a la rcconquista realista o bien iniciaban un período de relatil¿ quietud. nación independiente Como a su lado no habla un equivalente peruano a O'Hig-
¡ealistas- gins, se avino a ser su jefe provisional, con el título de protector.
Abascal regfesó a España en 1816, confiando Pe¡ri
-a salvo en manos la evacuación realista de Lima se debió no sólo al sentimiento de que los suce-
al nuevo viúey, Joaqufn de la Pezuela, que era ot¡o expe mentado oficial. Sin em-
bargo, tas arcas del tesoto estaban casi vacías y la producción de plata -la única sos se iban volviendo co[tra ellos, sino a la valonción acefada de que la base hu-
actividad que escapó de la gene¡al decadencia ecolómica del último perfodo mana y los recursos económicos de Peni no debfan buscarse en la parasita¡ia capi-
colonial- habla sido duramente pe¡judicada por las inundaciones y los desórde- tal sino principálmente efl la sierra. Allí los ejércitos del rey se fortalecerían. Por
nes d€ los años de gu€rra, itrcluyendo la interrupción del aprovisionamiento d€l mer- su partq en Lima SaIl Ma¡tln vio que era diffcil mantener un gobierno, un ejé¡cito
curio español usado para reducir el mine¡al. Milita¡mentg desDués de la der¡ota y una población civil de 50.000 habitantes si estaba desconectado de la sierra. Tuvo
de Napoleón, Pe¡ú recibió algunos refue¡zos mod€stos de t¡opas regulares españo-
que €xigi¡ nuevas co¡tribucioües que fueron tatr poco populares como las del régi-
las, pero algunos oficiale$ eran c¡iptoliberales de modo que su presencia no forta- men antedor, Po¡ ¡azones financiems y pollticas inició un duro programa de expul-
leció la unidad. Entretanto, mientms el movimiento de independencia etr todas partes sar a los españoles peninsula¡es que no abrazaran activame¡te al nuwo régimen
nuevamente ganaba lmpetu todo en Chile, d€spufu de l8l7-, aumenta¡on y a confisca¡ sus bie¡res. Con ello se enfrentó a una gra¡ parte de la elite qiolla
-sobre de Lima, que en general no sentía tener ningún compromiso con la causa pat¡iota
las presiones fina¡cie¡a5 y de otlo tipo sobre Penl €n un momento en que los con-
vencidos rcalistas se estaban cansando de tanto luchar' I¿ indepedencia de Chile y que se encontnba unida por múltiples lazos familia¡es o de otro tipo con los es-
supuso otras compücaciones como la interrupción del aprovisionamiento de trigo
pañoles. I-os limeños acusa¡on de la (persecüción> de los españoles al principal
chileno y la pé¡dida del mercado chileno del tabaco que era dominado por los pro- colaboEdor de Satr Martln en el nuevo Égimen, el rsvoluciola¡io argentino Ber-
ductorcs de la costa norte peruana, mientlas que los barcos con bande¡a chilena nardo de Monteagudo, pe¡o, inevitablemente, la propia popula¡idad de San Mar-
empezaron a atac¿u los puertos peruanos y los ba¡cos españoles. Asl, apenas sor- tfn salió afectada. Monteagudo ofendió a los eclesiásticos más conservado¡es al dict¿r
p¡ende que cada vez hubiera más peruanos que empeza¡an a pensar en las ventajas medidas tales como la d€ establecer una edad mfdma para los votos eclesiásticos,
y a los poderosos propietarios de los valles costeros por llevarse a los esclavos al
de cambia¡ de bando. Par¿ decidirse no fueron con prisas' pero la llegad¿ de San
Martfn, eú septiembre de 1820, al final forzó la situación y creó la oca$ión propicia. servicio militar y por establece¡ el pdncipio de vieutIe üb¡e Otra serie de deqetos
El libertador argentino desembarcó con 4.500 hombres en Pisco, a unos 200 ki- aboliendo el tributo indiq el t¡abajo forzoso de los indios, e incluso el uso del tá-
lómetros al sur de Lima, y después se dirigió a Huacho, a uua distancia ligeramen- mirio <indioD, tuvie¡on un escaso resultado práctico porque la mayo¡ parte de la
población india se encont¡aba en áreas controladas po¡ los españoles; además, agr¿-
te m€no¡ al norte de la capital. En ambos lugares siguió una polltica de cautelosa
espen ya que sabla que se habla producido la rwolución española de 1820, la cual daron bien poco a los criollos peruanos. Por otro lado, al igual que había pasado
no sólo acabó con la posibiüdad de que las tropas rcalistas que aún estaban en Amé- con O'Higgins efl chile, las refo¡mas libera.les d€ San Manfn en Perrl se combina-
ban con un proyeclo político Mart{n a la monar-
fica d€l Sur recibieran refuerzos, sino que significo la llegada de un nuevo gobierno -en este caso, el apoyo de San
qlda como ur¡a forma posible de gobierno indep€ndiente- que tendla a enajenarle
que procedió ¿ reinstauar la constitución e intsntó buscar una solución al conJlic-
to colonial. San Martln ap¡ovechó todas las oportunidades existie¡on vadas- el apoyo de algunas de las personas que deberlan haber sido las más receptivas a
de poder discutir con el otro bando, y en el curso de ellas
-y
mencionó la posibilidad aquéllas.
d€ acorda¡ el fin de la guerEt a base de e¡igir una rnonarqula independiente bajo Mientras tanto, San Martfn conti¡uó a toda cost¿ evit¿ndo p¡oblemas con el
ufl prfocipe de la familia real española. Aunque San Ma¡tln más ta¡de dijo que la enemigo, Mantenla contacto con la gue[illa de la sier¡a perc ni la ayudó ni em-
propuesta taú sólo había sido una estratagema negociadora, no hay duda de que prendió ninguna acción por su parte, esperando que el tiempo actuara en su favot
a él le hubiera gustado ver cómo se implantaba un sistema monárquico. Pero, al aunque la falta de una base de recursos satisfactoria y la qeciente desafección de
final, estas negociacioúes no tüvie¡on ningútr ¡esultado práctico; además, en me- Lima fueron motivos para dudar d€ que fuem a ocurrir así. Hay dos hechos que
dio de ellas la dir€cción espalola en Peni suf¡ió un repentino cambig cuando un sugierel que el mismo San Martín tenla dudas al respecto: las ganas cofl que fue
golpe militar depuso a Pezuela como virrcy sustituyéndol€ po¡ José de la Sema. a Guaraquil, en julio de 1822, pala confercnciar con su colega norteño Simón Bo-
Mientras se estudiaban las posibiüdades de una negociación de paz, San Mar- Ifvar y poco después su prisa en abandonar el teat¡o pe¡uano y deja¡ la libe¡ación
tfn pensó que con su llegada los peruanos se anima¡ían a declara¡ su independen- de Peni (y el Alto Peni) etr manos de Bolfvar.
cia, evitándos€ así la necesidad de emprende¡ una acción ofensiva a gtan escala'
108 HISToRIA DB AMERICA LATINA LA AMERICA DEL SUR ESPAÑOLA IO9

El impase que odstia en Perú se rompió con la €ntrada de las fue¡zas del Dorte de l8l7 los pafiiotas obtuvieron utra señalada victoria al tomar la ciudad de An-
de Suramérica, donde la causa de la independencia se habla ido recobrando gra- gostura. Este puerto fluvial se convirtió delacto en la capital de las dos veces rena-
dualmente desde 1816, su punto más bajo. El principal artffice de esta r€cupera- cida rcpública venezolana. Podian acceder a él barcos procedetrtes del océano y ello
ción fue Bolíva¡, que se habla ido a las Antillas antes de que se p¡odujera el colap- constitüla un valioso lazo con el mundo e.terior; tambiéIr ¡epresentaba fáciles co-
so final de Nueva G¡anada. Primero se estableció en Jamaica, donde publicó su municaciolles con existentes o futu¡os reductos pat¡iotas que estuviemn en los lla-
(Ca a de Jamaicar (septiembre de l8l5), en la que, además de fep€ti¡ sus c¡íticas nos de venezuela o de Nue cranada a los que se podfa llegar a favés del orinoco
a las institucioues adoptada$ por los regímenes patriotas anterior€8, manifestó su y sus afluentes.
inquebrant¿ble fe en la victoria final. A continuación se fue a Haitl, donde consi- Bollvar usó la ruta del Orinoco para establecer contacto con Píez y otros insut-
guió el apoyo del president€ Pétion y €l de ulr cierto o¡¡¡nero de corne¡ciantes ex- g€ntes. En ene¡o de l8l8 üBitó al jefe llane¡o, obteniendo de él el recotrocimiento
tranjeros. Habiéndose aprovisionado de nuwo en Haiti con hombres, barcos y equipo t)or cierto no plenam€nte i[coDdicional) de su di¡ección suprema, y a través de
milita¡, organizó una €xpedición a la costa oriental de Venezuela en mayo de 1816, Rlez conquistó el apoyo de los llaneros. En octubre de 1817, Bollvar en un decreto
en el mismo mes en que el genelal Pablo Mo llo reconquistaba Bogotá. No consi- ya habfa prometido la división de las propiedades de los enemigos entre los solda-
guió su p¡opósito y en septiembr€ volvla a esta¡ en Haití, pero, después de haber dos y los oficiales, siguiendo una escala descendente po¡ rangos; con ello tanto ra-
reorganizado sus fue¡zas, rcgresó a Venezuela el 28 de diciembrc. Ya nunc¿ más tificaba como €xtendfa las p¡omesas que informalmente habla hecho Páez. Bolfvar
abandonó Suramédca. ensanchó las bases de su apoyo por otros medios, como fue incorporando la eman-
De hechq en Venezuela las condicioÍres para que se produjela una ¡ecuperación cipación de los esclavos elrtrc sus objetivos (tal como había eslado haciendo desde
de la causa patriota cada vez emn más favorables, El movimietrto nunca habla de- su p mer regreso a Venezuela en 1816), y promocionando también a los milita¡es
saparecido del todo, po¡que siemp¡e €xistieron guerrillas insurgentes en un lugar pardos. La abolición sólo se aplicó de forma inmediata a los que ent¡aban en el
u otro y particularmente fue¡or importantes en los Llanos, que habla sido uoo de servicio miütar, pero se compaginó pe¡fectament€ con la esp€cie de popülismo mi-
los p¡incipales puntos de ¡eclutamiento de Boves en su acción contra la Segunda litar que ahoIa Bollvar ertaba llevando a cabo, coño también sus esfirerzos para
República. En la ¡egión de Apu¡g José Antonio Páez con un grupo de seg¡¡idores llsvar adelante las promesas criollas de igualdad de los pardos, aunque a este res-
llaEeros estaba €rdendiendo sus operaciones contra los ¡ealist¿s. No es sorplenden- pecto habla todaüa ciertos l{nites. El general Manuel Piar, el pardo de más alto
te que cada vez más los llaneros (y los venezolanos de clase baja eII general) estu- rango, fue ejeautado bajo la acusacióú de conspir¿r cuando intentó le!'antar de nuevo
vieran dispuestos a juntarse a los patriotas. El triunfo de los realistas signiiicó que a su grupo racial contra Bollvar. Naturalmetrte, los individuos que pertetrecfan a
ellos alio¡a hablan pasado a ser el botín más tentado¡. Thmbién empezaban a ser la misma clase que Bolívar detentaroo €l mayo¡ número de altos mandos, asl como
el blanco de los antagonismos de clase y Éciales, porque la llegada de Morillo a casi todos los puestos de responsabilidad en el gobierno civil de Angostura. Pero
pri[cipios de 1815 toma¡ el mando de lo que Bove.s y otros populares jefes Bollla¡ no quiso que de nuevo se considerase que la causa ¡epublicana buscaba úni-
-pa¡a
de guer¡illa hablan ¡ecuperado para el rey- fue sólo un pfimer escalón hacia el camente el encumbmmiento de una r€ducida elite criolla.
restablecimiento de una estructura político-milita¡ fo¡mal. I-os oficiales y los buró- El Libertador tuvo menos &ito cuando en l8l8 intentó salir de los Llanos inva-
cntas d€ caÍera, peninsulares o c¡iollos, se pusie¡on ahora por delante de los ca- diendo los Andes venezolanos. En las montañas, su caballeía llanera no Ésultó
becillas al estilo de Boves y de sus pa¡dos, quienes se sintieron ofendidos. Además, ser una bueúa rival de la veterana infanterla de Morillo. Pe¡o, del mismo modo,
tampoco faltaron conflictos entrc los oficiales militares y los burócratas ¡ealistas, Morillo no pudo vencq a Bollvar y a Páez en la llanua. Bollva¡ esperaba que
producidos en gran parte po¡ la ¡esistencia de estos últimos a someterse a los pode- quizá la balanza se inclinarla a su favor con la ayuda de unos pocos voluntario6
res absolutos que Morillo habfa ¡ecibido de Madrid y qug du¡ante su estancra en europeos mayorla de ellos vete¡anos de las guerras lapoleónicas que esta-
Nueva Granada (de donde no r€gresó hasta diciembre de 1816), dejó en manos de
-la
ban abur¡idos o sin empleo-, que empezarol a llegar a través del puerto de An-
un oficial inflexible Todo esto debilitó la causa reaüsta; también la debilitó la total gostum junto con diferentes sumi¡istros milita¡es qüe los agentes ¡epublicanos
falta de recursos odstente en Venezuela de media década de duros hablan conseguido en el crderior. Sin embargo, Bollvar no se contentó con esla¡
-después sólo ocupado con los preparativos miütares. thmbién convocó a eleccioDes pa-
etrfrentamientos- para poder sostener a una efectiva administ¡ación civil o la ma-
quinaria militar que aún se necesitaba para contener a los insurgentes. m un congr€so cofi sede en Angostum que pusiera al ¡égimen repubücano sobre
Ello no quiere decir que la tarca de Bolívar fue¡a fácil. Cuando regresó a fina- bases legales más regulares. Esto r€spondla a otro aspecto de la polltica que enton-
les de 1816, consiguió establecer contacto coll algunos dispe$os grupos de patrio- ces Bolívar llwaba a té¡mino, y que consistla en ganarse la confianza y la colabo-
tas que aún estaban activos en el no¡este de Venezuela y no d€jó de hostiliza¡ al ración de los patriotas civiles de tendencia libenl constitucionalista, a los que
enemigo. Al mismo tiempo, tambiéü habla nuevas desavenencias en el campo pa- había culpado del f¡acaso de la Primen Rep¡fblica, El 15 de febrcro de 1819, en
triota, en particular entre Bolívar y el general Santiago Madño, que asimismo ha- alocución de apertura del congresq el llamado D¡tcu¡so de Angostura, Bollvat
bía regresado de las Antillas y que no tole¡ó el liderazgo de Bollvar en la región subrayó, siguiendo a Montesquieu, la necesidad de adaptar.las instituciones al en-
que había sido su campo de acción personal. Para svitar, en partq la fricciól cofl torno particular en que se encontraban, y esbozó cuál era el de la Amé ca españo-
Marifio, Bolíva¡ trasladó sus operaciones hacia el Olinoco, donde el 17 de julio la en estos frlos términos: <<Uncido el pueblo anericano al triple yugo de la igno-
.:il
\
IIO HIST0RIA DE AMÉRICA LAIINA '..:

i1'
LA AMERTCA DEL suR EspAñoLA lll
rancia, de la tiranJa y del vicio, no hemos podido
adquirir ni saber, ni pode¡ ni dias más tarde Bolí!"r entró en Rnrotá sin
vinud. ..,)).¡a sesún Botfvar, de ello se ertáa t"
";"-Jl"rü;l;;;; .i íá,"rno dad españoja simplemenre
enconrrar oposición. Como la autori_
apropiado para un lugar como venezuela, uunqu"
ru"o upl"otari"r,"
nq deberla ser uno en que los desordenai* i"iririá, á"i"pr"ü1.'ii_" ,"ir'ruri""- I
se
nada, los pat¡iotas obtuvie¡on una reserya
,n"y"r;;;;;i;;;;:'i,ff"
derruribó en t"
o__
segura de rccursos hurnanos y materia_
conholados po¡ la existercia de un sufragi. ,"roingi¿",G-"¡*l;;"p;;..r. "rí*i.rarry les, asr como un renovado ímoetu o,rsles
pd;i¿;;;i;;";;;;;jltoi'lLu"
un_senadg-hereditario; además, o<istirfa un de Nueva Gnnada, sino dirigirse a'los
And",
ñoá1,,,
canos emrnentes, que se ocupa¡la de promover "po¿.,
la €ducación "á'.pu*i"!_
y ta, tu"oás "i"¿"_
a las pl^zas fue¡tes realistas de
euito y peni. ""n";;;;;;;:';;;;r.***
bres. E¡a un sistema profundamente conservador que
resumia lo, ,"rgá, j"rao.ro,
"ostu-_ t a creación de lo que los historiadores
llaman la Gran Colombia _pero que
det pensamiento polftico de Bolívar. ¡r
-ir-o ¿i.**1";;;;f;;il;
¡encia a la abolición de la esclavitud y al efe"ti"o *f._
en su dia rimplemenre se uamó Colombia_
de Boyací. t¿ unión de todos tos te¡ritorios
fr";; ;;;;";uei;;;'i"r--"ij"to.iu
soldados, que sugieren que el
*rnpfirn¡""to?Jiioli^" ro,
una sola nación fue proclamada nñr et
áei vtr¡iñ;;;-ñ;;;A;;0" *
.disposiciones
bleJ relativamente ilustr¿do. El discurso te¡minaba
soi*í
á" "
n*¡_ cong".o a" ¿,re.ri*á,'.iji ol á'ji'n""
con un llamami"*" "ü
"onr.r"u¿o¡rrno de l8l9; esLu decisión se avenia no sólo co;
los des;;;;*r;;'a1 iliilll ,".
de Venezuela y Nueva Granada. "lJrn¡¿r¡ con ta situacióq existeürq con unas fuerzar.^ilit-*
El congreso de Angostura adoptó ula constituc¡ón que Nueva craoada sin disrinción, Boliva¡ iba ;;";;;;;;J""üJ".?;"r" ,
.- incorporaba algunas d" il;É;;;, ñ;j*0" i""Tí.r,a"¿
ideas poltticas de BoÍvar, auoque no todas, ¿eci¿¡ó milita¡ que sóto Deces¡raba ¡ecib¡r forma y regitimiaaa
v aejJiacu"rñá" á" ü!*r"- po[iic;iij
I]:11.!1? ilr g.d. Mienrns tanro, ri¡ertu¿o, y" J" r,Ái"
"l
espec[acuh¡ de todas sus camDañas rqilita¡es,
iáü¿i""i" _¿, Angosrura era ta institución apropiada para "i*ü*_ ¿"
a"ñ" üe;t,;;l;;;i;*"r"r_
que le llevó desde los llanos vlnezo_ tlór, puesto.que en él sólo "irr.ri.
había unos pocos rcprcsentantes de Nueva
lauos al corazón de Nueva Granada. Esta estrarega Gr¿nada y
te algún tiempo más en manos d€ Mo¡illo, p"ro
sign¡hcd ¿ó;;-c;;;';"."_ nin_guno de_la presidercia de
euiro, que aún ,. üil
L a"_
u-prorJ"ü rr"Ji" á" o,ñ, mrruo espafiol. pero alli donde enrrahan los e¡ercitos
"n"on,¡a¡rio,ulro"r,i
va cr¿nada- el enemigo era miütarnente m¿s ¿¿i,il que "i oe aorüile .." o"_
favorable a los patriotas. l¿ ola de ejecuciones, outiós y
v J .entii o.o'ria¡ iL^*_ l cis¡ón. El co¡sreso de Angosrura rambién """oá1"
ron a la reconquisra de Mori o de t 8t5J8le Uro que
coofisca#"J o* ;tr"l"_ "." sional, pendiente de la elección del congreso "d;;i;-;;ü;;¿';;i;T;.",_ q*
consrituyente de Gran"Cof".Uii
jeara las simpatlas de la clase
fu ca*a e-rpJ"bil;;r* ftnalrnente se congregó en cúcura, en iá fro^,".
l"i'r"'v"ü"iri;üH"6r_"
alta criolta, mr'"nr."i q* ru" da, en mayo de 1821.
cont¡ibutivas, los ¡eclutamientos arbit¡arios y las levas "ri.iJri";;";;;i""",
_";¿; ;;;;;;"
d€ De¡dela liberación del centro de Nueva G¡anada
el rcsentimiento en ot¡os grupos sociales. La en lglg hasta la apertura del
¡entes puntos, aunqu€ a¡tut no Donía en pel¡e¡ó d
i""rtrii" r. r,áúi" *"r¿l¿"" :oncr"ro.9:.q"ytu,le p¡odujeron pocas operaciones rnititares
esp;;;;Jñ;r,*,o*.
sode la <Patria Boba>i la p¡ovincia de óasá""re
"ii¿rr"-
régin"" erpaüol. ó"r¿" !i""l"p_ se consoridó el dominio repubücano
.n to, t".ritoiio, Iri-i".í j"l""iliir.",
;'r.. ii*i, áeñ"*i'cl"""¿q y se e¡friaron las.sanas de luchar d€l
enemis.. r,u d";;";;;;;;;;i¿ i"ri,*.
babfa sido un refugio para los republicanos, y Bollva¡ (que
apena, tar¡u* au*ra pa¡a la mo¡a.l ¡ealista; después sisuió iri
Granadiy venezuáil el lev"rr"*t"rto
l::ly:,:ll'. lo:*a ,'oá J" ;;;;;;,"b,",, vo-e¡volvió a la madre parria en una gran ".p-Joial;;ó;;;il,."_
11
h*r y ahora general, Fm¡cisco
"o-tri"i,ál
de puola sanÁj"i paru qu"
co"frri¿;. ;;;;;;,0. io"ii,"o"
1l,l::,"Y:T""1"
aru crease. una base avan"-ada de operaciones. El
1820 resrauró el régimen überal, y etleneral
M"rilto. b";;;;;.";Jj_-""";
éxiro de la misióu
fue ot¡a de las mzones p¿¡¡¿¡ que Bollvar se desplazase -- de '-'*
-' 3anun¿e¡ propuso a Botlvar uD ar.isricio qu.
se-pro"'rlm;;;ilj;il, (:ffin;ffi"á::::
ul o.rte, Bolfvar en 1813 habla decrerado s <sD
. Aun asi existieron unos obsáculos imp¡erion-t"r. Á i"
inundadas llanur¿s de Casanare durante ia épo""
d" lu;i"",
ai¡i"oltad de cruzar las
;;;-¿;;;;;ffi
A""q"" ;o;i;;;;;;;;ffi ;rH;:':,,?,,T:f ll"i"1'.ffi i:?lHf iJ:í::
r¡a sobre"rla base de ta ¡econcüación ¿" lo,
o". #il#::ftr"
de que España tratara a los ¡ebeldes como "rpu¡o1", iiá;
las. estribaciones o¡ientales de los ¡,o¿es
coi"-u-o. r,asi. f?" :.sd
altitud del pá¡amo de pisba antes de descender a una ;iii, ¿"
serie de vall", _¿, t"."it"l"_ b"rig"r"or., úo";rüi. iilcti*' r".
una acepración de su propia debiüdad. El
rios de la sie¡¡a. r_os aneros, acostumbrad., mi.^o vo. ro" fiiro i" iüí".rliiro"-
deras reservas y poco después depuso el man¿o.
po¡tar el f¡lq y los legiona¡ios b¡it¿ínicos "" "riÁ"
no "fueron "¿".ü"ná';""i:ifi "._
me¡orescuáá;;;;;_." Torrg decidióponer fin al
co*¿o lo ru"-ü üir.i'J.,"
sin-zapatos. pero el ejército de Bollva¡ hizo la trá;;;ü;;;;;ñ;#il;", armisticio como p¡otesta po¡que los patriotas
incitaban
reclutas y provisiones mienbas se enfrentaba u ¿.rt
curnántos uuuq*¿;, J.i"ii."l_ 3:,":.".,:1::.*:::',"res.lelristas,
naoo smo que lanzó su rlltima gran
Bouva¡;o aio ni"gu;,¡;"s-;;;;;;;;,,"_
to realista dirigido por José Marla Bdreiro. El il rerrito¡io venezá'r""á, ir,u
campa¡a sob¡e
""f*;;.rto
luga¡ el 7.de asosto de 1819 en la baralla d" s.y""¿.
;;;;;;;;;;"r. culminó en la batatla de Carabobo. et su¡ de valencia,
de Bogoá El combate du¡ó dos homs y no int"*inie¡o"
J,ri {rlj;'";"i;;ir"
;" I

número de los contendiemes, entre ámbos luaor, "i


Z- a'. ¡r"fiiijiii
u,
los d€ Bollvar y los de Ba¡¡eiro no habá má. d. 5,000
m*rr;;-i;;; I de Boyacá., pe¡o el
ru. up.o*i_"a"rninii
¡esultado fu€ idéntico. Er e¡¿rctto ¿i
.r o"iji *,
jiri_ül. c.
*ld;;;;;;;;;;;;; =""" rac¿s fue liberada por rlltima vez unos
ra-ru¡¡Ju"'
con cierta preponderancia de los republicanor_, p;;;i;ró #;;;i#;"r"_ dias
tos ¡eductos Jirales venezuela quedaba arr*a
m¿i *a" _, **p"ü";";;';""_
v *
ria. EI ejército ¡ealisra fue destruido y el mis-"
ür"h;;;;";il#;#" I obtuvo ot¡a clase de éxito cuando el
ti¡r" áJ¿oiiri;;ñ;i:.
18. Bollva\ Esct¡tos ^ ,Bolívar
colombia, en una sesión que ruvo lugar a l" u". qu."oog."ro "o"rririíüii'¿" c.un
potítícos, p. g.t,
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bobo, ¡eaf.'mó el acta de unión de Angostura _a pesar
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de la cont¡luada ausencia ";_
iii

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II2 HISTORIA DE AMERICA I,ATINA
LA AMERICA DEL SUR ESPAÑOLA I13
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de repr€senta[ies ecuato¡ianos- y adoptó una constitución rigurosamente centra- su importancia estntégica, nunca se encont¡aba sin guamición española) fue un
lista para la nueva república, Así pues, se rechazaron las demandas federaüstas que
- objetivo p¡ioritario. Ahora Bouvar conside¡ó su liber¿ción como la primera etapa
Bollvar consideraba responsables de la debilidad de los p¡imeros regl¡nenes patrio- antes de llegar a Ecuado¡, donde Guayaquil había acabado con la dominación es-
pañola gncias a su ¡evolución que tuvo lugar €n octubre de 1820, si bien la sierra
tas. Por lo demás, la constitución codtenía unas muestns convencionales de repu-
bücariismo liberal, tales como la separación de poderes, las garantlas de los dere- continuaba siendo realista; de ahf, ñnalmente se podrla llegar a Perú. Sin emba¡-
go, no fue necesario emprender la invasióE que se habla preparado po¡que el 28
chos individuat€s y diversas apo¡taciones de los modelos angloamericano y ewopeos.
de noviernbre de 1821 Panamá se sublevó. La gente del istmo p¡oclamó su i¡depen-
A pesar de la otorgación exprcsa d€ <facultades €td¡ao¡dinarias>) al pode¡ ejecuti-
dencia y al mismo tiempo se integó a la Gran Colombia propia iniciativa,
vo que deb{an usa¡se en caso de emergencia
-un
¡ecurso ca8i utriv€rsal en las cons_ -por
tal como en la actualidad precisan los panameÍos. (El hecho de que no odstiera
titucion€s hispanoünericanas tanto de los prime¡os tiempos como de más tarde-,
las amplias atribuciotres conferidas al legislativo fueroD motivo de pÉocupación otla alte¡nativa posible naturalmente pesó en su decisión.) Sin emba¡go, aun antes
para Boliva¡, quien por esta y otras mzones considel-¿ba qüe la constitución d€ Gran de que la ¡uta de Panamá quedara abierta a las tropas patriotas, Bollvar habfa en-
Colombia había ido demasiado lejos eD su libenlismo. Es más, el congreso de Cú- viado a su lugarteniente de más confianza, Antodo José de Sucre, con una pequc-
cuta se encargó de emprender otras reformas básicas, qu€ g€neralmente er¿n de o¡ien- ña fuerza auxiliar para que reforzara la iudependiente Cuayaquil y al mismo tiem-
p ncipio de vienÍe libre, que übeÉba a todos po para que preparara el camino a fin de que se integrara a Gran colombia, El
tación libe¡al. Una de ellas fue la del
los niños que en el futu¡o nacieran de mad¡es esclavas, aunque deblan trabajar pa¡a
p mer i[tento d€ Sucre de subir a la sierra ecuatoriana fue un fracaso, pe¡o en 1822
el amo de su madre hasta la edad de dieciocho años. Con esta m€dida se erdendió emprendió con Bollva¡ una campaña de dos frcntes contra Quito: mient¡as el Li-
a toda la repúblic¿ el sistema adoptado en Antioquia en l8l4 y significó la rcali?a- befador se abría camino a través del sur de Nuey¿ Granada, donde Pasto conti-
ción, aunque limitada, de la! promesas de Bollvar de poner fin a la esclavitud. (Dm- nuaba siendo fanáticamente realista, Suüe peqet¡aba en el inte¡ior desde Guaya-
bién contenla una p¡ovisión de crea¡ unos fondos especiales pam comprar la liber-
quil. I¿ batalta de Bomboná que libró Bollvar el7 de ab¡il ha sido calificada tanto
tad de los esclavos qu€ habían tenido la mala suerte de haber lacido antes de que de üctoria como de derrota, y de cualquier forma fue muy costosa, p€ro sirvió para

se promulga¡a la ley, p€ro, en la práctica, no más de un puñado de esclavo! obtu- distraer a los realistas mientms Sucre llevaba ad€lante la part€ del plan que le co-
viercn-la libertad por este medio.) Ot¡a (¡eformaD de la <(Patria BobaD de Nueva rrespondfa. Con una ayrda adicional de fuerzas argentino-chileno-peruanas pro-
Granada que fue rcimplantada en Cúcuta y que se aplicó a toda la ¡ep¡lblic¿ fue po¡cionadas por San Martln, el 24 de mayo ganó la dccisiva batalla de Pichincha
la divisióo de las tierr¿s comunales de los indios (resguardos), pero de hecho esta en una ladera que dominaba Quito. El resultado fue la ¡endición de las autoddades

disposicióri continuó siendo apenas algo máB que un principio polftico. Una nueva espafiolas de Quito e, indircct¿mente, también de las de Pastq aunque los pastusos
medida, que iba a suscitar controversias, fue la ley que o¡denó la supresión de to- mantuvieron üna larga guerra de guerrilla antes de que la r€gión fuera pacificada
dos los conventos masculinos que tuvieran menos de 8 miembros y la confiscación definitiv?mente.
de sus bienes que debíari emplearse para la educ¿ción priblica secundada. Fue la otra consecuencia d€ Pichincha fue la incorporación de lo que actualmente es
primera selal auténtica de anticlericalismo liberal, y, aunque fueron las escuelas Ecuador dentro de Glan Colombia. En Quito se hizo de man€ra automática, En
las beneficiarias de la confiscación, la medida no agradó totalmente a los frailes cambio, en Guayaquil Ia situación fu€ más compleja, pues los peruanistas, los co-
ni a sus simpatizar¡tes. lombianistas y el grupo autonomi$ta se disputaban el control de la situ¿ción. Estos
Él mismo congreso constituyente dc Cúcuta eligió al p mer presidente y al vi- riútimos qüizá eran los más fuertes localmente, pero Guayaquil ya habla confe¡ido
c€p¡esidente de la Gran Colornbia. Para la presideúcia la única elección posible era la dirección de sus fuerzas militares a Sucrg y Bouva¡, habiendo obtenido Quito,
la del mismo Bollvar; de modo que los diputados simplemente le confi¡maron en no pensaba permitir que su punto de salida al mar pudiera decidi¡ po¡ su cuenla-
la suprema autoridad que ya dctentaba. La selección del vic€presidente no ela tan Cuando, el 3l de julio de 1822, Cuayaquil formalr¡rente votó su integ¡ación a Co-
cta¡a. Francisco de Paula Santander ¡esültó ganador después de una du¡a contien- lombia, simplemente ¡atificaba un hecho consumado.
da con Antonio Na¡iño, cuyo rcciente rsto¡no de su cautividad fue otra de las con- El futu¡o de Gualaquil ya no quedaba en duda cuando San Ma¡tf¡ se entrevis-
secueDcias de la ¡evolución liberal espafola. El triunfo de Santander se debió al tó con Bolfvar en la ciudad portuaria cuat¡o dlas antes, en una conferencia
-que
no se anotó palabra por palabra- que hasta nuestros dlas continúa siendo polémi-
reconocimiento de su eficiente t¡abajo como jefe de la administ¡ación regio[al de
Nueva Cranada, ca¡go que le fue confiado por Bollvar en 1819, mientras que los ca, principalmente y
eúe los historiadores venezolanos argentinos. El principal
pasados servicios de Nariño queda¡on oscu¡ecidos por los ¡encores aún €rdstefites pünto de controve$ia se centra sobre la ayuda militar que San Ma¡tfn pudo habe¡
de sus enemigos per8oDales y pollticos. pedido a Bolívar para completar la liberación de Penl y la ¡espuesta dada po¡ Bolí-
El ücepreside[te Santarde¡ p¡onto quedó a cargo d€l gobicmo como jefe en var. Se$ln la versión más aceptada, San Martln subrayó la necesidad de aduat con-
juntamente para desalojar a los realistas de las plaza$ fuertes qu€ aún les queda-
activo del poder ejecutivo, puesto que Bollvar no tenla ninguna intcnción de sen-
tarse en su despacho de Bogotá mient¡as aún existían tropas €spañolas que comba- ban, e incluso se ofreció para servir bajo el mafido de Bollvar; se dice que Bollvar
tir. El istmo de Panamá (que siempre contó con adeptos a la r€volución pero que no quiso colabo¡a¡ por lo que San Martin optó por alejarse del escenario peruano
estaba aislado de tos p¡incipales centros de actividad pat ótica, y qu€, a causa de y deja¡ la gloria a su adve$ario nort€ño. Los venezolatros prcsentan a San Martt!
II4 HISTORIA DÉ AMERICA LATÍNA LA AMÉRICA DEL SUR ESPAÑoLA 1I5

como algo indife¡ente a la presencia de fue¡zas realistas en Perú (lo que parece poco te, Lima cayemn de nuevo en poder de los realistas, Consiguió el pode¡ tras atemo-
p¡obable), mientras coüectamente señalan que Bolívar sf envió ¡efuerzos. Queda rizar al congresó, el cual así le otorgó poderes dictatoriales.
bien claro que en Perú no había sitio para ambos libertado¡es, San Martln, que A mediados de 1824, Bolívar estaba a punto pa¡a emprender la ofensiva final.
se dio cuenta de que su propia eficacia estaba efl decadencia, decidió retirarse, di- Yendo hacia el sur a través de la sie[a y con la a¡rda de las guerrillas patrióticas,
mitió de todos sus poderes el20 de septi€mbre y s€ dirigió a lo que ac¿barla siendo ganó una prim€ra victo¡ia importante en Junín el 6 de agosto. Aunque sólo se tmtó
su autoimpuesto exilio en Eu¡opa. de una b¡eve colisión de la caballerla, ent¡e sus consecuencias directas e indirectas
cabe contar la elacuación definitiva de Lima por parte de los realistas. I¿ campa-
Remanentes de las fuerzas aeedicionarias chileno-a¡gentinas de San Ma¡tln per- ña de 1824 culminó en la batalla de Ayacucho, que fue lib¡ada el 9 de diciembre
manecieron en Perú cuando él se marchó, p€ro d Chil€ ni Argentina contribuyeron por Sucre, puesto que Bolívar estaba en Lima. Fue el último glan acontecimiento
de un modo significativo en la lucha por la independencia p€ruana. Ambos paises de la guer¡a: Sucre aplastó o capturó a los 7.000 homb¡es armados que conducla
estaban d€masiado pendientes de sus propios asuntos y no tenían inconveniente si el vir¡ey José de la Serna. Después de esto, apenas hubo ¡esistencia a o(cepción
la Cran Colombia, que de hecho ya estaba lo suficientemente bien preparada, que- del Alto Perú, y a principios de abril de 1825 esta resistencia fue finalnente elimi-
rla asumir la carga. Ia dirección del pals estaba en manos del vicepresidente San- nada gr¿cias a la invasión de Sucre y a las continuas dese¡ciones realistas. Cuando,
tand€r, utr homb¡e que parecla goza¡ con los detalles de la administración, y bajo
el 23 de enero de 1826, un pequeño destacamento español que arirl estaba defen-
el mando del cual el aparato de gobierno funcionó bien más o menos. santander
diendo la fortaleza de El Callao se sumó a la rendición, de hecho concluyó la güe-
estableció una buena relación de t¡abajo con el poder legislativo, que gozaba de
rra €n Suramérica.
una sustancial independencia pero que generalmente al final hacía lo que él querla;
I-o que no aclaró la de¡rota de los reali$ta$ fue cu¿il se¡ía la Bituación futura
asf no le resultó demasiado diflcil vivi en consonancia con el título de <el hombrc
del Alto Peú, que ahora era i¡rdependiente de España
de las leye,sr>, que le confirió Bollvar. En algunos sectores no se estaba de acuerdo -e ¿independiente de qüé
más? Antes de la gu€rra, formaba pa¡te del virrcinato del Rlo de la Plata, pero
con la polltica d€l gobierno que Santande¡ y sus colaboradores continua-
-puqrto
¡on po¡ el camino de las rcformas libe¡des €stablecido por el congreso de Cúcuta- también €rdstfan válidas nzones, tanto culturales como económicas e histó¡icas,
y t¿mbién frdstfan lat€ntes co lictos regionales ent¡€ Venezuela, Nueva Granada pa¡ir pensa¡ en unirlo a Peni. Sin emba¡go, entre la pequeña minoría de los habi-
y F¡uador. Pe¡o, por el momento, todo esto derivó en una viva controversia perio- tantes con conciencia polltica que se enc¿ugarían de la nueva adminis-
-aquellos
tración fuen la que fuera- predominaba el sentimiento de constituir ulra ¡epúbli-
dlstica y en unos debat€s en el congreso antes de romper el orden civil; y en reali-
dad el prestigio de BolI r en el pals era más alto que nunca. Por consiguientg él ca separada. Bollvar se esforzó €n retrasa¡ la decisión, pe¡o, cuando en agosto de
pudo atender la llamada de Penl si¡r tener miedo a que estalla¡a un problema grave 1825 la asamblea altoperuana convocada po¡ suüé declaró la plena independen-
en el inte¡ior del país. cia, aceptó la decisión, especialmente cuando los diputados votaron denomiia¡la
La llamada tro tardó mucho en llegar. Perú no disponia de un líder que pudiera República Bo[va¡ (que pronto se cambió por Bolivia) y le invitaron a que rcdactara
ocupa¡ la plaza de San Martfni en el mejor caso existla José de la Riva-Agiierq una constitución para ella,
u¡ limeño a¡istóc¡¿ta qu€, a dife¡encia de la mayo¡ía de su clasg dürante años ha- El texto que Bolíva¡ escribió a petición de la asamblea ¡epresentó otro de sus
bía sido un partidario de la independencia y que llegó a se¡ p¡esidente con la a¡rda intentos de combinar la apariencia y algunos de los principios del repubücanismo
de un golpe milita¡. Riva-Agúerc, aunque habla abrazado la causa patriótica sobre liberal con las salvaguardas contla €l deso¡den en o<pansión que según él amenaza-
todo por razones oportunistas, d€sar¡olló u¡a gran actividad en levantar y rcotga- ba los logros de los libertado¡es hispanoamericanos. En ¡elación a esto, él no sólo
nizar las fue¡zas. Sin emba¡go, pasó la mayo¡ pale del tiempo peleándose con el p€nsaba en la falta d€ unidad d€l Rlo de la Plata y los problemas de Perú, Chile
congrcso penrano, y en realidad ni uno ni oro estaban en situación de poder libe- y,M&ico, sino en la evolución de Gran Colombia, que en apariencia se mantenla
rar la sierra, que aún estaba dominada po¡ los ¡ealistas, y termina¡ asl la gue¡¡a.
t¡anquila pero €n la que desde hacla poco se estaba oyendo un qeciente co¡o de
Por lo tanto, habla muchos motivos pam tra€r a alguien que tuvien hombres bajo
quejas. Algunas mostraban el descontento de los grupos que hablan sido perjudi-
sus órdenes, una rcputaciótr de triunfos y qu€ no estuüera e edado en otros asun-
cados por las medidas del congreso constituyente o de los congrcsos posteriores,
tos peruanos. El congreso añadió su invitación oficial a las otras súpücas que Bolf-
tales como los frailes y los propietarios de esclavos, pa¡a no mencionar a los rnanu-
va¡ habla ido ¡ecibiendo; finaL¡rente el I de septiembre de 1823 éste desemba¡có
en El Callao Bollva¡ trató por un lado de cooperar con el congreso y con el nuevo
factureros t€xtiles de la sie¡ra ecuatoriana, que padecían la falta de una política
pode¡ ejecutivq que los legisladores hablan establecido en oposición a Riva-Agúero, aduanera cla¡amente p¡oteccionist¿, y los muchos ricos ciudadanos que no sólo
pero po¡ otro lado hacfa proposiciones a este último, quieD pronto se hizo política- evadlan los impuestos sino que además censu¡aban el infructuoso esfue¡zo de in-
mente vulnerable al enúablar negociaciones poüticas, no nece¡a¡iamente traicione- troducú una colt¡ibución dirccta. Otras quejas se referían al desagrado de los ve-
ra$, con los español€s. Entonces fuva-Agüero fue conveniertemente destituido por nezolanos y ecuatorianos por cualquier tipo de gobierno que residiera en Bogotá,
alguoos d€ sus antiguos seguidores. Bollva¡ empezó a establece¡ u¡a base miütar mienÍas que otras p¡ocedlan de los eÍores erl grari parte inevit¿bles que se come-
eD €l norte de Perú, y abie¡tamente tomó el poder politico en sus manos después tieron al o¡gaúizar el nuevo gobierno. Se tendla a culpa¡ al vicep¡esidente Santan-
del motl¡ de febrero de 1824 que po¡ unos dlas hizo que El Callao e, indi¡ectamen- der de la situación y odstfa la qt€ndida opinión, que vino a compartir BolIva¡,
116 HISToRIA DE AMÉRICA LlffrNA LA AMERICA DEL suR EsPAñoLA, \17

nales f¡icciones sobre cuestiones como la tarifa peruana sobre el g¡ano chileno, o
de que una p¡incipal fuente de dificultades procedla de los intentos de los innova-
la pr€tensión de Buenos Ai¡es de cont¡olar el come¡cio y las vlas de comunicación
dores liberales de cambia¡ tanto en tan poco tiempo,
a través del rlo Paraná con Paraguay Ai¡es por entonces ni tan sólo reco-
Bolíva¡ llegó a la conclusión de que €ra necesario enderezar la balanza a favo¡ -Buenos
nocia la autonomla de Pamguay-, no favorccla el log¡o d€ una unidad mayor. La
de ta estabilidad y la autoridad; y la constitución boliviana fue la solución que dio.
rivalidad política de las capitales de las antiguas colonias una de ellas inevi-
La caracterlstica más importante de la constitución fue la odstencia de un presi- -cada
tablemente estarla inquieta bajo la hegemonía d€ cualquier otra- lampoco era [ada
dente vitaücio que tenía el derecho de nombrar a su sucesor; venía a ser como un
favorable Además, incluso antes de que se iniciara el movimiento de independen-
mona¡ca constitucional cuyos poderes legales estaban esüictamente definidos pe¡o
que a la vez tenía ufi muy amplio potencial d€ inJluencia persanal. Este invento cia, las diferentes parteq que consütuían el imperio español hablan avanzado hacia
el desa¡rollo de una coociencia protonaciotral que se basaba en un sentimiento de
se compleme¡tt¿ba con un complejo congreso de t¡es cámalas; una C¡imara
-la
de Censorcs- e¡a una reinstauración del <poder moral> propuesto po¡ Bolivar e$
dife¡enciación no sólo respecto a la madr€ patria, sino ent¡e ellas mismas. El al-
cance continent¡l de la lucha sostenida en la Amé ca del Su¡ española creó a veces
1819 eD Angostura, pero no reimplantó la idea de un senado hereditario' El tono
ge[eral de la constitución era una mezcla apenas convincente de cesarismo y aris- nuevos lazos entre ellas, como fue €l caso de los soldados venezolanos que se casa-
tocr¿ticismo. Puede ser que BolIva¡ tuviera razón al c¡eer qu€ la influencia del cons- roD y establecie¡oq en Ecuador a donde sus campañas l€s habla Ilevadq o el del
titucionalismo lib€ral de origen francés o anglosajón hizo que los forjadores de las c¡riquecimiento del hablar de Caracas con nuevas €r(presion€s aprendidas etr
primeras instituciones de América I¿tina independiente se equivocaran a menudo, Penl.r'qEn cambiq en Perú la influeucia miütar, provenicnte no sólo del norte de
pero él nunca of¡eció una alternativa satisfactoria. Suramérica sino del Rlo d€ la Plata y Chile, gene¡ó una mezcla de gratitud y de
El Bolivia se aceptó la nueva coNtitución, pero sin mucho entusiasmo. Suc¡e fobia anticrft¡anjera que creó p¡oblemas prime¡o a San Martf¡ y d€spués a BolJvar,
¡esponsablem€nte aceptó ser el primer preside[te, aunque puntualizó que no tenía actitud que más o me¡ros se rcpitió en todos lados; demasiado a mcnudo los liber-
la intención de se¡lo du¡ante toda su vida. Antes d€ que terminara el afo, la consti- tado¡es de un dla pa¡aban a ser considemdos conqui$tadotes al siguietrte. El ¡esen-
tución también se adoptó en Penl, aún con ñenos entusiasmo, y con algunas du- timiento de Nueva Gnnada por el p¡edominio de los venezolaDos
-espccial¡nente
venezolanos de sectorcs sociales bajos- ent¡e los líderes milita¡es de Gratr Colom-
das acerca de la legalidad del p¡ocedimiento empleado. Así se daban los p¡imcros
pasos hacia el sueño del Libertador de ¡euDi¡ a Boliüa, Peni y Gran Colombia en bia pa¡ece que fue uno de los factores que contribuye¡on ¿ que fracasara el experi-
u¡a c¿nfederación de los Andes, en la que tanto la confedemción como cada pafs mento de u[ión, BolJvat aunque conocía bien las dificultades que existían para
adoptarían de alguna mane¡a la panacea constitucio¡al por él €laborada. Cuando, la co¡secucióo de una unión mayor, esperaba ve¡ establecidos entre las unidades
a finalei de 1826, se fue de mala gana de Perú y Boliüa para A a Cran Colombia,
tg¡¡itoriales independient€s al menos algunos acuerdo$ permaneltes de consulta y
uno de los motivos que le fo¡zaron a hacerlo fue el de ayudar a inclinar la opinión cooperaciór. Es€ncialmente pensaba en la creación d€ una liga hispanoamedcatra,
puesto que enfatizaba la importancia de la homogeneidad histórica y cultural. Por
colombiana elr favor de este proyecto. Si¡r embargo, e¡a mucho más importante ¡c-
solver la rápida deterioración d€ la situación polltica inte¡na. Desde abril, Vene- esto, invari¿blemente €,(cluyó a los Estados Unidos y a Haitl de su concepto d€ sis-
zuela, baio José Antonio Páez, estaba en r€belión abierta, y ello habla animado tema interame¡ica¡o, y no estaba del ¿odo seguo de lo que debla hace¡se ace¡ca
de Brasil, que declaró su independencia de Portugal €n 1822, Bollvar incluso duda-
a los ecuatorianos a ¿u¡umir una actitud de oposición más sistemática fr€nte a la
administráclón de Santander, Bolívar no orcluyó la posibilidad de qu€ la crisis fue- ba sobre el caso de Arg€ntina, que era hispanoamericana p€ro qu€ se hallsba do-
ra la mejor oportunidad para impone¡ su nuevo sistema polltico, pe¡o en ¡ealidad minada por una egolst¿ elite port€ña, cuya falta de sentimiento genuinamente ame-
resultó ser el p ncipio del fin de la p¡opia Gran Colombia. No qólo ocurrió esto, ricano habla p¡€ocupado cotr anterioddad a San Martln. Asl y todo, en diciembre
sino que unos pocos meses después de su salida de Lima, en Penl tuvo lugar una de 1824, en la vlspera de la batalla d€ Ayacucho, Bollvar decidió qu€ ]a €ra hora
reacción nacional y liberal que comportó la caída del pode¡ de sus amigos perua- de convertir los sueños en r€alidad, Desde Lima convocó la prime¡a asamblea de
nos y la rwocación alll de su constitución boliviana. estados americanos que se celebra¡la en Panamá, y, ¿ pqsa¡ de las dudas, invitó
a Buenos Aires. No invitó a Brasil ni a los Estados Unidos, pe¡o esper"aba que Gran
I¿ idea de Bollvar de crear una Confederación Andina prcnto se abaDdonó por
falta de apoyo, y lo mismo sucedió después de sus esfuerzos, con 8u intento de Bretaña pals que culturalmente no era menos erúraño, pero que era el socio
-un
comercial principal de Hispanoamérica y la potencia polJtica y económica
fomenta¡ la formación de una liga o alianza de todos los nuevos estados hispano-
ame¡icalos. Estc último proyecto, Bollvar ya lo habfa p¡opuesto claramente en su domi¡rante- protegerla su proyecto. Más tardq el gobie¡no de Sautanter en Gran
Carta de Jamaica en l8l5 y lo iba ¡epitiendo regula¡mente. Bollvar descartó cla¡a- Cotombia invitó a los Estados Unidos y Brasil, pcro ello tuvo poca importancia.
mente la posibiüdad de establecer un solo gran Estado-nación, ]a que, como él mis- Uno de los delegados estadou¡ddenses murió en el caminq y el otro no pudo sali!
mo vio, serÍa difícil de manejarlo por razones geográficas y a c¿usa además de los con el tiempo suficiente para llegar a las s€siones (celebradas en los meses de junio
y julio de 1826), pero tampoco se pe¡dió mucho, De los estados latinoamericanos,
conflictivos intereses o sentimientos rcgionales de idetrtidad difercnciada que exis-
tían. Entre las antiguas colonias españolas habla pocos antagonismos po¡ int€leses sólo estaban presentes México, la Federación Cent¡oame¡icana, Gran Colombia y
ecolómicos, debido en parte a que tenían más contacto con Europa o los Estados
Unidos que €ntre eltas mismas. Pero esta falt¿ de contacto, que no evitaba ocasio- 19. Martha Hild€brandt, Ii lengua de BoAw: Wico, Ca¡acas, 1961, pp. 189-231.
II8 HISIORIA DE AMERICA LATINA LA AMERICA DEL SUR ESPAÑOLA 1I9

Perú, perc el acuerdo que se €stableció d€ alianza p€rpetua y de cooperación milí- didas adicionales por emigración volunta a o forzada. La mayoría de los patriotas
que huye¡on, después volvieron: algunos odüados reaüstas también Egresarofl, pero
tar y de ot¡o tipo sólo fue ratificado por Cran Colombia. El intento de continuar
parece ser que la mayoúa de ellos no volvió.
las sesiones más tarde en 'Ibcubaya, Mo.ico, aún tuvo rcsult¿dos menos concretoi.
Es vedad que hay que considerar el congreso de Panañá como un precedente Paraguay presentó el caso opuesto al de Venezuela; alll las pé¡didas humanas
de la colabonción interamericana que funcionó más tardg pero por entonces 8ólo fueron insignificaütes. Por otro iado hay que tener en cuenta que el impacto demo-
pu$o de manifiesto la falta de condiciones p¿!¡a que se formara tal colaboraciór. gráfico fue desigual tro simplemente en términos regionales. Thmbién ha quedado
Las nuevas naciones no sólo estaban atrapadas en problemas domésticos que pare- desacreditada la idea en un tiempo ampliamente aceptada de que la falta de pobla-
clan casi i¡¡esolubles, sino que en realidad era muy poco lo que podían hace¡ con- ción negra en la A¡gentina se debe a que los esclavos y los pardos libres se incorpo-
juntamente y que no pudieran hace¡ solas con igual grado de eficacia (o de inefica- raron de forma sistemática a la güe¡ra de independencia y que o mu¡ie¡on en el
cia). Un¿ vez asegundo el triunfo de l¿ lucha por la independencia -aunque España campo de batalla o no regrcsaron d€l destino a donde san Martín los había üeva-
alin no habla admitido su derrota-, apelas habfa ¡azón pala cr€ar una unidad do, pe¡o puede contener algo de verdad, al menos para el caso de la región de
militar conha la mad¡€ patda; además, la posibilidad, que nunca había sido dema- Cuyo.'?r (Por el cont¡ario, en Gran Colombia Bolívar justificó el reclutañiento de
siado seria, de que ot¡os poderes eu¡opeos pudieran interveni¡ al lado de Bspaña esclavos precisamelte con el a¡gumento de mantetre¡ el equilibrio ¡acial al hace¡
se había disipado porque los ingleses desaprobaban tales planes. las mismos ingle-
que los negros sufriemn su parte proporcional de bajas.)" El ejemplo más claro
ses estaban sólo interesados en la penetración económica que los dirigentes de los del difer€nte grado de impacto de la gue¡ra en los grupos sociales fue el de la emi-
nuevos palses estaba¡r gener¿lment€ dispueÁtos a recibir. 'Ibmpoco existió ningún
gración de la rninoría de los peninsulares, cuya posición se vio seriamente me¡ma-
proyecto seiio de presentar un frente unido para degociar con los ingleses en busca da aunque no desaparecieron del todo. la salida de los españoles peninsula¡es (y
de unas condiciones comerciales o de inersión mejores, Para empeza¡, la posición de la de los criollos reaüstas) tuvo por supuesto una rcpercusióD ecoDómica además
las ex coloDias d€vastadas por la guer¡a frente al poder comercial e indust¡ial era de demográfica. Los bienes ralces no se podían sacar del país y en gran medida
demasiado débil. En t€orla, una alianza defensiva hispanoamericana hubiera s€r- fueron confiscados y siryiercn pa¡a finaúciar los nuwos gobiernos y ¡ecompensar
üdo de algo frente al expansionismo de los Estados Unidos o de Brasil, pero es a los pat otas que se lo me¡ecían; pe¡o el dine¡o en metiilico fue extmldo con ma-
yor facilidad, I-a salida de capit¿les junto con el e¡frentamiento de San Mardn con
dificil creer qu€ hubiera servido de algo, po¡ ejemplo, a A¡gentina en su guera de
1825-1828 con Brasil por la Banda Orient¿l (que comportó la creación del Estado de
los come¡ciantes españoles de Lima c¡earoD se¡ios p¡oblemas a él y a los gobiernos
que le siguieron, pero fund¿mentalmente ha atraido la atención a causa de su rapi-
Uruguay), o a M&ico en su gue¡ra con los Estados Unidos dos décadas má5 tarde.
La c¡eación de va¡ias nuwas naciones hispanoame¡icanas no fue, desde luego' dez y dimensiones. No se trató de un caso rinico.
el único r€sultado de la la¡ga lucha por la iddependencia. Se pe¡die¡on muchas vi- OtIa fuente de descapitalización fue la llegada de los come¡ciantes ingleses y
das y se destruyeron muchas propiedades, y también se produjeron ciefos cam- extranjeros que en glai mane¡a sustituyeron a los espafloles; los productos que ifl-
bios, para mejor o peor, en el aspecto social. El impacto demográfico de las gue- trodujeron encontrarotr más demanda que nufica €n los ¡ecientemeote abiertos puer-
¡ras fue muy impo¡tarnte en V€nezu€la, un área donde la lucha no sólo fue tos de HisDanoamérica y no se podian pagai con las ganancias obtenidas co[ las
especialmente dura sino continua. Es ve¡dad que inv€stigacion€s recientes, al suge- exportacioles. l¿ necesidad de paga¡ las importaciones con capital activo
-i¡clu-
yendo las monedas en circulación- fue tanto mayor debido al impacto de la mis-
rir que al final del período podla haber más o menos tantos habitantes -unos
ma coritienda sobrc las actiüdades productivas. Aunque Belgraoo ftacasó en su in-
800.000- como al p¡incipio,2o ponen en duda la conclusión de aquellos historia-
dores que sostienen que vetrezuela, como consecuencia de la guerra' padeció un tento de destruir la c¿sa de la mon€da de Potosl, en dif€¡ent€s momentos del conflicto
acusado d€scenso neto de población. I¿ pé¡dida del inc¡emeDto natural tampoco las instalacione-s mine¡as del Alto y el Bajo Peni fuerol gfavemente pe¡judicadas
a rcsulta¡ de los sabotajes y de las negligencias involuntarias. De igual manera, las
se debió solam€nte, tal como podría supone¡se, a las muertes en el campo de bata-
lla y a las represalias y contrarrep¡e¡alias de la (gue¡ra a muerteD. En venezuela, manadas y los rebaios desde Uruguay hasta colombia fueron diezmados al ser uü-
al igual que en el ¡esto de Hispanoamérica, los bandos contrincantes no fueron lizados pala la alimeBtación y el transporte de los ejércitos que pasaban sin p¡eo-
capaces de que un gran contingente de hombres combatie¡a al mismo tiempo, y cuparse de conseryar las crlas para el futuro. Aun asI, el ganado vacuno, los caba-
<la gue¡¡a a mue¡ten [unca se aplicó a rajatabla. Al igu¿l que en la mayorla de llos y otros animales no s€ qtinguieron totaknente y con el tiempo ¡ecupem¡on
los conflictos bélicos, los dos ejércitos y la población civil padecieron pérdidas sus- su nrimero y lo hicieron de forma más rápida y ciertamente mucho más banta an-
tanciales tanto por enfermedad como por acciones miütares, y se plodujeron pér- tes de que las mitras inuúdadas pudierao ser puestas de nuevo eII funcionamiento,
o de que se reparara la maquinaria estropeada, PaIa la agricultura de subsistencia
20. Cf. Joh¡ v. Irñba¡di, Peopte an¿t ptaces in colonial yene4@la,Rloofii'aglon, Ind.' 1976'
p. 59 y p¿rstm. I¡mbardi no da ningum éstimación del cambio demog¡áilco acaecido dulant€ el
21. l,.zsi,Laescldvitudnegru,pp.12-15,59ypassiñ.Cf.EquiposdelnvestigaciónHistóri-
;edod; de h iúdependencia, Dero oftec€ un¡ g¡an caltrd¡d de datos -sünque algunas v€c$ tieoe¡ Aircs, su gente 1800-1E30, B\e\os Aites, 1976, pp. 89, \9+196, U8.
una l"lidez dudo¡e- par¿ alguDos luSia¡€s concretos. I¡ más qu€ se puede d€cir es qüe sus ciflal no
ca, Buenos

apotan la id€s de una drástica calda gene¡al d€ la población. véá¡e t¿mbién Migucl lraq,-El lliedo
22.Bolívar a Santander,20 de abril de 1820, en SimónBolí\a\ Cattss del L¡be ador,viceñ-
te l,ecuna, ed., l2 vols., Ca¡acas y Nueva York, 1929-1959, vol. 2, pp. 151'152.
; la revotución, La tucha pot la libeüad en yenquela (1777'1830)'Madrid, 1979' pp. 43, 4'6' 175.
IM HISIORIA DE AMÉRTCA LATINA LA AMÉRICA DBL SUR BSPAÑOLA I2I

medio de supervivencia de la mayor parte de los hispanoam€ricanos- €l tiem- ro al comprar a crédito y con otras operaciones financieras a corto plazo, incluso
-el
po mínimo de rccuperación de los campos abandonados y de las cosechas holladas antes de qu€ los nuevos gobiemos estuüe¡an lo suficientemente bien consolidados
iue incluso m¿is corto. El daño suf¡ido por la agricultura de plantación fue más para que fuelan tenidos en cuenta en el mercado europeo de bouos.
complejo porque aquí la pé¡dida de capital y la desorganiz¿ción de la mano de obra I¡s primeros préstamos €xtranjeros importantes se concedieron en 1822; el go-
plantearon problemas especiales. Las fincas de cacao de Venezuela y las plantacio- bi€rno chileno de O'Higgins obtuvo 1.000.000 de libras, Perú obtuvo 1.200,0'00 y
nes azuca¡e¡as y de otjos p¡oductos comerciales de los valles costeros de Perú fue- Gran Colombia 2.000.000. (En 1824 Gran Colombia obtuvo otro préstamo de
ron especialmente perjudicadas por el reclutamie[to de esclavos para el servicio 4.?50.000 libras, y en 1825 Perú otro de 616.000.) Naturalmente, los gobiernos en
rnilitar. cuestión rio recibieron el valor total de los préstamos y la mayor parte de lo que
En el panomrna económico habla unos pocos sectores prcmetedores, sobre todo ¡estó de ellos tras la coNolidación de anteriores obligaciones siwió para comprar
era el caso de la actividad ganadera de Buenos Aires debido a la c¡eciente demanda efectos militares que a veces ]a no se nec€sitaban hacia la época de la compra' Muy
de los palses industrializados de cue¡os y ohos p¡oductos derivados de los despo- pronto dejaron de pagarse los préstamos, con el resultado de que el financiamiento
jos animales y a la extensión de los saladeros (plantas de salar y corü¡ervar ca¡ne)' de las guerras de independencia dejó un legado de complicaciones diplomáticas que
Éstos establecimientos hablan aparecido en la costa de Uruguay a finales del siglo tardaron muchos años en solucionarse. Thles problemas no sólo se tuvieron con
xv I y dura[te el período de la independencia se inst¿laron en otlos putrtos del los acreedores europeos, sino que también e(istieron ent¡e las diferentes repúblicas
Rlo de la Plata. 'Ibdas las €t<Dortacio[es derivadas de la ganadería se velan natural- que esperaban rcpamciones económicas po¡ los se¡vicios prestados para lib€mr a
mente favorecidas por la creciente facilidad de comerciar con los pue¡tos extranje- otras. Asl, Cran Colombia ¡eclamaba una (deuda de gue[att a Pen¡, que a su vez
¡os, y Buenos Aües en particular se ben€fició del hecho de que las ope¡aciones mi- reclamaba otra a Bolivia.
lita¡es afectaran mucho más a Uruguay. Sin embargo, en el conjunto de Las deudas internas de guerm también fueron un prcblema para los nugvos go-
Hispanoamérica el modesto 6dto de la historia rural de Bue[os Ai¡es fue ün fenó- bierrios, y, por otro lado, igualmente importante fue el impacto, de distinto grado,
meno e6pecial, si no único. Al mismo tiempo, el efecto negativo de la gu€rm sobre del sistema en que se obtuvo el dine¡o. I¡s p¡éstamos forzosos siempre afectaron
diferentes actividades tradicionales no fue compensado por la apa¡ición de nuer¡as más a aquellos individuos cuyos bienes eran líquidos, sobre todo si tales personas
actividades. Es verdad que aurn€ntó la deqranda de algunos productos artesanal€s pollticamente eran hostiles al régimen, como fue €l caso de los comerciantes penin-
como las telas pala los unifo¡rnes y que se lelantaron un cierto núm€ro de fundi- sulares en territorio patdota o el de los comerciantes pat¡iotas durante cualquie¡
ciones de metal, talleres de pólvora y otras <industrias de guerraD, p€ro las repet- restauración del dominio español. Aquellos cuyos bi€nes consistían en tierras go-
cusiones- económicas y tecnológicas de la demanda generada po¡ la gue¡ra parece zaron de cierta protección ¡elativa f¡ente a los préstamos forzosos y queda¡on en
que no fueron ni profundas ni duraderas. En ¡ealidad, la demanda de implementos mejo¡ situación *a menos de que provocaÉn la confiscación de sus bienes. I¿
de guerra fue cubierta en parte con importaciones, ¡esultando de ello una mayor Iglesia fue üna perdedora neta ante las medidas financie¡as revoluciona¡ia¡. Pro-
pé¡dida de capital y una acumulación de deuda €xtranje¡a. porcionó préstamos, voluntaria o forzosamente, a los contendrentes, y vio como
Inevitablemente, la guerm cr€ó nuevas Decesidades financieras tanto a las aufo- se rcduclan sus ingresos decimales tanto en su volumen como porquq de forma
ridades patriotas como a las rcalistas, las cuales no podlan se¡ cubiertas con las repetida, el Estado los retenla para fines milita¡es.
cont buciones otdinadas. Además del efecto que sobrc las rentas fiscales ejerce Este [o fue el único problema que tuvo que afrontar el cle¡o, cuy¿ influencia
cualquier tnsto¡no de la producción a causa de la guera, los monopolios estatales sobre ta opinión popula¡ hizo que tanto los pat ot¿s como los r€alistas qui$ierun
padecieron la desviación del capital operante hacia gastos milita.es o ext¡as En manipularlq no sólo por razones financieras sino también por razones polfticas.
1827, en Venezuela los beneficios del monopolio del tabaco apenas ascendlan a una L¿ posición del papado en Hispanoamérica, al haberse mantenido fiel a su tradi-
cuarta parte del nivel anterior a la guerra. Ad€más, en tiempos de guerm ciertas cio[al alianza con la corona española y al haber condenado a los revolucionarios
imposiciones fueron más diflciles de recaudar, mient¡as que otns, como el t¡ibuto, hasta que Ia victoria de éstos fue segura, inevitablemente se debiütó. El cl€ro penin-
se abolieron la disposición no siempre se llevó a la práctica. Sólo los de- sular, sobrcÍeprcsentado en lo8 altos niveles de la admidstración eclesiástica, tam-
-aunque bión tendió a ser lealista. Por otro lado, el clero local parece que se alineó a favor
rechos de aduana most¡aron una tendencia a aumentar, particularmente en un puerto
como Buenos Ar¡es que estuvo siempre bajo cont¡ol patriota y cuyo entorno ilrme_ o en contm de la independencia siguiendo la tó¡rica general de los que no eran ecle-
diato gozaba de una ¡elativa vitalidad económica. Pe¡o por todos lados la situa- siásticos. Si, como en Pasto, todo el mundo era realista, los curas apenas eran una
ción füe de déficit, que se cubrió, entre otros medios, a través de (contribucio[€s €r@epciótr. Pero si, en algún lugar, la elite cIiolla era predominantemente pat¡iota,
€rd¡aordinariasD y préstamos fo¡zosos. En 1817, en Chile los préstamos internos los criollos que habfan optado por la carrera eclesiástica adoptaban la misma acti-
voluntarios o involuntarios llegaron a sumar más de la mitad de los ingresos del tud que aquélla. Asl, la gaceta oficial de Gran Colombia estaba dentro de la €xage-
gobierno. Se trató de una propolción poco corrientq pero el recu$o a los présta- nción permitida cuando se ¡efirió a <est€ clero sobre cuyo pahiotismo se ha edi-
mos fue universal. El hecho de que los corne¡ciantes extranjeros residentes en His- ficado el trono de la liber¿ad de la patria)t.'?3 A pesar de ello, la intransigencia
panoamérica se encontraban entrc los p¡estamistas diluye la llnea divisoria entre
la deuda interna y la externa, a la que recurdan los agentes patriotas en el e)dranje- 23. Caceta de Colombia, 9 de febr€ro d€ 1823.
122 HISToRIA DE AMÉRICA LAIINA LA AMERICA DBL SUR ESPAÑOLA 123

del papado creó problemas a la Iglesia a lo largo del ter torio republicano al inte- tatr la existencia de una ¡elativa mayor facilidad en el ascenso social de ciertos indi_
rrumpir la cadena normal de transmisión de la auto¡idad eclesiástica. Así, por ejem- viduos más que un cambio en la estructura social. La confiscación y redistribución
plo, resultó imposible reemplazar canónicamente a los obispos que se mo¡Ian o se delas propiedades de los enemigos, que fue el mecanismo que pudá haber implan_
adliaban. I-a pdmera muest¡a inequívoca de que el papado estaba dispuesto a rc- tado el mayor cambio estructural posiblq en realidad no tuvo semejante efecto. Sólo
conoce¡ el nuevo orden político impuesto en Hispanoamérica tuvo lugar en 1827; Artigas en Uruguay proclamó claramente la división de grandes fropiedades entre
sucedió con motivo del nombramie[to de obispos para las vacantes de las diócesis pequeños y medianos propietarios, pero sus medidas agrarias quedaton t¡uncadas.
de Gran Colombia a partir de una lista de nombres p¡eviamente aprobada por el El dec¡eto de 1817 de Bollvar es más característico al ¡espectó; establecía que las
vicepresidente Santander. grandes p¡opiedades confiscadas se conserva¡ían intactas y sólo p¡eveía que ios pe_
A la larya, la incomunicación con Roma fue menos g¡ave qrre €l p¡incipio de queños peticionarios, si querían, pudieran conjuntamente rccibi¡ una sola propie_
las reforma,s anticlericales. I¿ abolición de la Inquisición en todas parúes dad, pero, ante la desilusión de Bolívar, esta última disposición fue casi inoperati-
-efectuada
durante estos años- fue sobre todo un gesto simbólico y con ella automáticamen- va. Como rcgla general, nuevos latifundistas sustituyeron a lo8 antiguos, y sólo los
te no se eliminaron las restricciones existentes sobre las creencias religiosa¡ hetero- viejos latifundistas que a la vez fue¡on bueno$ patriotas consiguie¡on aumentar sus
doxas; como máximo auguró una vigilancia más laxa. Para la Iglesia fu€ más omi- p¡opiedades. La concentración de la p¡opiedad oristente sobre las mejo¡es tierras
noso que los nuevos rcgímenes limitaran las p¡ofesiones religiosas y suprimieran de cultivo y de pasto no fue rnodificada de mane¡a significativa.
las casas religiosas más pequeñas, de 1o que ya se han dado más afiiba ejemplos Las consecuencias inmediatas de las medidas que se ¡efedan a la esclavitud tam-
aislados de dife¡entes partes de Hispanoamérica. Se podrlan cita¡ otras medidas bién fueron limitadas. Aunque la institución no fue abolida totalmente, perdió im-
similares y todas ellas no emn sino los prime¡os intentos de rest¡ingir la influencia portancia a causa del reclutamiento de esclavos pa¡a el servicio militar, d; b aboli_
eclesiástica. Sin embargo, en realidad, apenas em necesario ümitar las profesiones ción de la tr¿ta negre¡a y de la inüoducción en la mayoría de los países _a e)(cepción
con Ia ley, )a que duEnte el pe odo revolucionario se produjo un declive espontá- del Paraguay y del Uruguay ocupado por los brasileños- del principio de vientre
neo de vocaciones religiosas de todo tipo. Ello presumiblemente reflejaba, en pa¡- librg todo ello sin mencionar que la confusión creada por la gue¡¡a of¡eció a los
te, la influencia de las corrientes de pensamiento secula¡izador e irreligioso que lle- esclavos múltiples oportunidades de huir. En Venezuela la poblacióD esclava dismi_
gaban de fuem, de lo que los portavoces tradicionalistas se quejaban ama¡gariente; nuyó casi ufl tercio durante los años de lucha, y efl ot¡a! ¡egiones el descenso aún
también ¡eflejaba la decadencia del atractivo de las car¡eras eclesiásticas f¡ent€ a fue mayor. Sin embargq en la mayor parte de la América española la mano de ob¡a
la aparición de otras nuevas en dive$os campos. esclava había tenido una importancia económica limitada, y donde había sido im-
Es bien conocido el hecho de que los militares estaban crcciendo en número portantg como ocurrió en el cenho-norte de Venezuela, los libertos se convirtiercn
e importancia con ¡elación al cle¡o (y a casi todo el mundo). Mientras duró la gue- en p¡oleta os rurales o e¡r una población flotante de ocupantes de tiera y de vaga_
rra de ind€pendencia las razones d€ ello son bien evidentes; por otlo lado, el hecho bundos. El miedo manifestado por los grupos sociales más elevados ante los posi-
de que los militarcs continua¡an jugando un papel muy importante después de Ia bles distu¡bios de los ex esclavos refleja un cie¡to debilitamiento de los cont¡oles
independencia tiene mucho que ver con la debiüdad de las instituciones de gobier- sociales tradicionales, pero los hechos probarol que tales temores emn exagendos.
no civil de las nuevas naciones, De hecho, sin emba¡gq el estamento militar sufrió El golpe ¡ecibido por la esclavitud, aua asl, debe considerarse como la <refo¡ma
cambios ta[to cualitativos como cuantitativos. Cuando la lucha se estaba exten- sociabr más impo¡tante de los años de la iodependencia, pero no produjo una re_
diendo, los ejércitos crecieron y la clase alta criolla no pudo propo¡cionar todos distribución del pode¡ económico, y lo mismo se puede decir de otras innovaciones
los oficiales que se necesitaban. Asl, mientras que durante el período colonial las sociales y económicas que o bien fueron dec¡etadas por los nuevos gobie¡nos, o
unidades de las milicias pardas normalmente fueron dirigidas por blancos, durante bien se produjeron como resultado natual, no int€ncionado, de la lu;ha. En His_
las guerras de independencia ün buen núme¡o de pardos se elevaron a los nngos panoamérica, los pdncipales medios de producción continua¡on en manos de la
supe ores e incluso empezaron a dirigir a los que ¡ro erun pa¡dos. A muchos de clase alta criolla, que como consecuencia de la indepe¡dencia aho¡a también de_
los c¡iollos de la clase más baja y a los mestizos les resultó aún más fácil ascende¡ tentaba el pode¡ político. Ello significó que a pa¡tir de entonces las decisiones polí-
€n 9l rango militar sob¡e las bases de una demostmda habiüdad. Un ejemplo de ticas se hadan se$in los intereses nacio[ales y flo según los met¡opolitanos, o me_
ello lo ofrece el jefe de los llaneros, José Antonio Píez, quien, de extracción bas- jor dicho, según los inte¡eses nacionales tal como lo$ interpreiaba la mino¡ía
tante modesta, se elevó al más alto rango miütar y también se convirtió en la prin- dominante Pero esto no evitó la continuación sl hubo algunos cambios_
cipal figura pollüca de venezuela, al menos dumnte la ausencia de Boüvar. En pago de la dependencia €conómica e\terior porque-aunquelos inte¡eses de esta minoda domi_
de sus servicios po¡ la independencia obtuvo tie as que le convirtieron en uno de nante iban frccuenlemente ligados a la producción y exportación de p¡oductos bá_
los hombres más ricos del país. No obtuvo (y en realidad ¡o lo buscó) un estatus sicos. Po¡ el contrario, significó la desaparición de las linritaciones legales, inhe_
social que le igualara a los miemb¡os supervivientes de la elite mantuana, pero se rentes al sistema imperial español, que impedlan una incorporación plena en el
ganó Eu resp€to. mercado mundial. Fue¡a de algunos casos excepcionales, la incorporación de otros
Se podrfan encontrar más ejemplos pa¡ecidos al de Riez tanto en Venezuela como grupos sociales en las decisiones nacionalej tendda que esperu aún bastante tiempo.
en otlas partes de Hispanoa¡nérica. Sin embargo, todos eEtos casos sólo ¡epresen-

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