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Giacomo Meyerbeer

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Giacomo Meyerbeer
Meyerbeer d'après P. Petit b 1865.jpg
Información personal
Nombre de nacimiento Jacob Liebmann Beer Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 5 de septiembre de 1791
Bandera de Alemania Fredersdorf-Vogelsdorf, Brandeburgo, Alemania
Fallecimiento 2 de mayo de 1864 (72 años)
Bandera de Francia París, Francia
Lugar de sepultura Berlín (Alemania) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Alemana Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Madre Amalie Beer Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Alumno de
Muzio Clementi
Carl Friedrich Zelter Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Compositor, Escritor
Género Ópera Ver y modificar los datos en Wikidata
Distinciones
Comendador de la Legión de Honor
Orden del Mérito de las Ciencias y las Artes
Orden bávara de Maximiliano para la Ciencia y las Artes (1853) Ver y modificar los
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Giacomo Meyerbeer (Yaakov Liebmann Beer) (Tasdorf, desde 1931 barrio de Rüderdorf
cerca de Berlín, 5 de septiembre de 1791 - París, 2 de mayo de 1864) fue un
compositor alemán, favorito del público parisino por la composición de óperas en el
estilo Grand Opéra. Su obra más conocida es Los Hugonotes.

Índice
1 Biografía
2 Evolución musical
2.1 Primera etapa (años 1810)
2.2 Segunda etapa (1817-1830)
2.3 Tercera etapa: la Grand Opéra (1831-1864)
3 Listado de Óperas
4 Otras obras (Selección)
4.1 Música sinfónica
4.2 Música de cámara
4.3 Música vocal
4.4 Música de escena
5 Órdenes y cargos
5.1 Órdenes
5.1.1 Reino de Prusia
5.1.2 Extranjeras
5.2 Cargos
6 Véase también
7 Referencias
8 Bibliografía
9 Enlaces externos
Biografía
Hijo de un acaudalado comerciante de azúcar de Berlín, fue niño prodigio y a los 9
años era ya pianista. Discípulo de Muzio Clementi, que sería uno de sus profesores
de piano, desde muy pronto manifestó su atracción hacia el teatro. Sin embargo,
halló su propio estilo sólo gradualmente, tras unos inicios convencionales bajo la
influencia de su amigo Carl Maria von Weber.

Se le considera el creador del melodrama musical romántico, por lo general basado


en un tema histórico y montado de forma grandilocuente, con efectismos teatrales
que deslumbraron a sus contemporáneos; se sobrecargaba el escenario de personajes,
había escenas de fuerte contraste, desde inundaciones hasta incendios. Es la última
variante de la ópera seria: la ópera histórica de vasto aliento conocida como grand
opera. Combina con gran habilidad los estilos francés e italiano con meticulosidad
alemana.

Ayudó a Richard Wagner durante su estancia en París, si bien el fracaso de este fue
evidente ante un estilo hoy considerado encorsetado que nada tenía que ver con la
complejidad dramática del drama wagneriano.

Entre 1836 y el fin de siglo, Meyerbeer fue una potencia mundial en música, estando
considerado como el compositor más importante de la vida musical europea, con
cifras astronómicas de representaciones. Sus grandes éxitos fueron Robert le
diable, Les Huguenots y Le Prophete. Se convirtió en Director General de Música en
Berlín en 1842.1

Meyerbeer murió en París el 2 de mayo de 1864 mientras trabajaba en su última gran


ópera, La Africana, que se convertiría en uno de los mayores éxitos de la historia
de la ópera.

Evolución musical
La crítica moderna suele dividir la carrera de Meyerbeer en tres etapas bien
diferenciadas. Es una opción viable, y todo un acierto de cara a precisar su
verdadera significación musical.

Primera etapa (años 1810)


Así, la primera de ellas, que podríamos denominar etapa alemana, está especialmente
influida por la figura de su amigo Carl Maria von Weber, autor de dos bellísimos
conciertos para clarinete, de la famosa Invitación a la danza tan bien orquestada
por Berlioz, de varias sonatas para piano a las que no se les presta la menor
atención, pero sobre todo del inmortal Freischütz, la primera ópera romántica
(singspiel realmente), y de Euryanthe, de Oberón, un mundo sonoro nuevo al que, sin
embargo y por desgracia, Meyerbeer no fue receptivo. No nos detendremos demasiado
en estos comienzos sin duda ingratos, en los que el compositor experimentó con
varias formas sin hallar, al parecer, un lenguaje personal. Robert Schumann, tan
buen crítico musical como músico, estimaba sin embargo las producciones de estos
comienzos como “lo mejor” creado por Meyerbeer. Como no hemos tenido acceso a
ninguna de los obras punteras de esta etapa, como el oratorio Dios y la naturaleza
o la ópera Alimelek (1813), sólo las referimos sin ninguna base real, pues a lo
mejor ocultan algunas páginas de cuya belleza todavía no se han hecho partícipes
sus escasos oyentes.

Segunda etapa (1817-1830)


Tras esta primera etapa, y tras tomar contacto con Antonio Salieri, Meyerbeer se
trasladaba a Italia. Comienza así su etapa italiana, cuantitativa y
cualitativamente más rica que la primera, pero meramente mimética al copiar los
modelos de Rossini, de Bellini. Fue sin duda el autor de Les Danaïdes el que lo
determinó en esta idea quizá un tanto apresurada, en dar este paso tan decisivo
para su carrera, que implicaba a su vez “traicionar” de algún modo las pretensiones
de Weber, a las puertas ya de terminar el Freischütz y de crear por tanto una ópera
genuinamente alemana. Comenzó así Meyerbeer a producir varias óperas con la mayor
rapidez, Semiramide riconosciuta, Emma di Resburgo, L'esule di Granata...
Escuchemos L´esule di Granata: el preludio arranca con un bello y lento crescendo
de las cuerdas que, tras un breve silencio, vuelve a reexponer el motivo antes de
que se incorporen los vientos. A continuación el cuerpo orquestal se agiliza y
cobra consistencia: una curva melódica uniforme en la línea de los italianos pronto
se redefine hasta culminar en el estruendo de la percusión. Sin apenas transición,
irrumpe el coro (Sempre tacer!). Toda la obra es una alternancia de arias y
escenas, con la inclusión de un quinteto (Miei pensieri in tal cimento) que poco
nuevo aporta a lo ya practicado por Rossini. Los aires son muy convencionales,
aunque incluyen una página de la belleza del andante Cara, il soave istante. Como
vemos, Meyerbeer, un profesional de lo más diestro, sigue buscando su propio estilo
a través de la mímesis; a esta segunda etapa, valga la evidencia, se le puede
reprochar una cierta falta de talento creativo que es suplida por su gran
conocimiento de la voz humana, verdadera protagonista de estas óperas, pues la
orquesta, en cualquier caso, sigue ocupando un lugar muy secundario, como de mero
acompañamiento salvo en las partes puramente orquestales… Esta situación
provisional prontamente sería superada: fue sin duda el gran éxito de Il crociato
in Egitto (1824), su primera obra importante, el que lo llevó a trasladarse a París
y a comenzar allí su tercera y última etapa, su etapa francesa.

Eugène Scribe, el libretista favorito de Meyerbeer.


Tercera etapa: la Grand Opéra (1831-1864)
Giacomo Meyerbeer llegó a París, la capital de la música durante el siglo, en el
momento preciso, con un puñado de ideas bien dispuestas y grandes ansias de
innovación en su intento de redefinir el espectáculo completo, la ópera, desde una
nueva perspectiva. El público parisino, de gustos tan impredecibles, acababa de
vivir su última gran conmoción con el Guillermo Tell de Rossini, que resultaría la
despedida de la ópera de este, con tan solo treinta y siete años. Salvo Auber, que
no cesaba de producir ópera tras ópera dentro de una regularidad de lo más
burguesa, y Halévy, que pronto asestaría su golpe maestro con La Judía, el panorama
musical francés era desolador, un verdadero desierto de talentos. Proliferaban
empero unos músicos de tercera fila que fabricaban óperas cómicas a destajo, sin
otros propósitos que los meramente lucrativos. Meyerbeer configuró su estilo
definitivo gracias al bagaje que cargaba consigo, y para ello aunó los estilos
alemán, italiano y francés en uno solo. Esta mezcla explosiva encontró en él al
transcriptor perfecto. Más que una hibridación informe, Meyerbeer practicó una
síntesis estilística sin precedentes a la búsqueda de un cosmopolitismo muy de la
época, y cuya prueba más clara es Roberto el Diablo (1831), su primera incursión en
la grand opéra y, sin lugar a dudas, su primera obra maestra, en la que ya aparecen
asentadas las convenciones de la misma: cinco actos muy desarrollados con inclusión
de ballet y recitativo; amplios efectivos humanos, en el reparto y en el coro;
fastuosos decorados preparados para acoger tanto incendios como inundaciones, así
como fuegos de artificio… El éxito de Roberto el Diablo fue tal que contribuyó a
hacer de Meyerbeer el compositor más importante del momento (privilegio que
mantendría hasta su muerte). Al margen de las sorprendentes audacias de su música,
buena parte del impacto de esta truculenta y a la par delicada historia gótica se
deben al singular Eugène Scribe, dramaturgo de resonancia europea, el más
característico libretista de la gran ópera (suyos son los libretos de algunos de
los puntales de la misma: La muda de Portici, de Auber; La Judía, de Halévy; La
Favorita, de Donizetti; Las Vísperas sicilianas, de Verdi), que elaboró un libreto
con momentos tan irresistibles como la bacanal del tercer acto, con el ballet de
monjas malditas que han salido de sus tumbas gracias a la invocación de Bertram, el
Rey de los Infiernos. Pero los mejores momentos los encontraremos en la parte
vocal, de la que destacaremos dos arias tiempo ha famosas: Nonnes qui reposez (Acto
III) y, especialmente, la declaración de amor de Isabelle a Robert, Robert, toi que
j’aime (Acto IV).

Representación de la Masacre de San Bartolomé, tema central de la ópera de


Meyerbeer Los Hugonotes
Su segunda entrega obtendría un éxito todavía más resonante si cabe. Los Hugonotes
(estrenada el 29 de febrero de 1836), la ópera más veces representada de la
historia (en 1900 ya había alcanzado las mil representaciones en la Ópera de
París), es un extraordinario espectáculo de más de cuatro horas duración que
encandiló hasta el paroxismo más extremo al público de su tiempo. Algo
completamente comprensible tras escuchar tamaño prodigio de extravagancia musical,
cuyas mayores inventivas, sin embargo, estaban en la compleja puesta en escena. En
el plano argumental, Los Hugonotes pone en escena a lo largo de sus cinco actos el
día de la masacre de San Bartolomé, acaecido el 24 de agosto de 1572. El libreto de
Scribe (escrito a cuatro manos junto a Émile Deschamps) peca en este aspecto de
simplista, lo que malbarata hasta cierto punto la sustancia histórica de la obra.
Pero como espectáculo es abrumador. Estamos ante una ópera que requiere ser vivida
en directo, o cuando menos visionada de modo escénico, ya que la mera escucha no
basta para captar lo abrupto de su drama. Los personajes principales que por ella
desfilan son Margarita de Valois, Raúl de Nangis, Valentina como la católica
enamorada de Nangis, su prometido el Conde de Nevers y el Conde de Saint-Bris,
padre de Valentina, entre otros. Durante las cuatro horas que dura Los Hugonotes
asistimos a un evento político de primer orden. La arbitrariedad de los hechos
torna si cabe más subversivo el tono que adopta la obra: la matanza de los
hugonotes, protestantes asesinados a manos de los católicos, devendría así producto
de un nimio equívoco sentimental acaecido en las “altas esferas”. Lógicamente, esto
no fue así, pero Meyerbeer consigue hacer verosímil lo disparatado, por lo que la
obra adquiere una lectura universal de la atrocidad del hecho político y sus
penosas consecuencias en una situación irrisoriamente extrema. Si musicalmente la
obra abusa en exceso de las soluciones de compromiso propias de la gran ópera,
sobre todo en las transiciones, la parte vocal se muestra de lo más seductora
(comprendemos el cariño que por esta ópera sentían dos astros mayores del canto
como Enrico Caruso y Nelly Melba), con joyas como Une dame noble et sage (Acto I),
O beau pays (Acto II), Je suis seule chez moi (Acto IV) o Ainsi je te verrai périr?
(Acto V). La influencia de Los Hugonotes ha sido enorme, y la resolución de algunas
de sus escenas, entre la elipsis y el subrayado, ha tenido continuidad en otras
óperas, algunas de ellas tan notables como los Diálogos de carmelitas de Francis
Poulenc.

Giacomo Meyerbeer (fotografiado por Nadar) en sus últimos años.


Resultado de un largo proceso de elaboración, El Profeta (1849), en torno a Juan de
Leyde, es, al decir de Joaquín Turina, la ópera más perfecta del autor; se trata de
una opinión esquemática que apuntamos sólo por la valía de su emisor. Mas de sus
páginas, hoy en día sólo se recuerda un fragmento, la estruendosa y circense Marcha
de la coronación, un episodio vulgar equiparable a la Marcha triunfal de Tarpeja de
Beethoven, cuyos malabarismos sonoros y tosquedad armónica general dicen muy poco
en favor de Meyerbeer. Empero, la trascendencia de este fragmento tan tarareado ha
sido tal (al ser lo más conocido de la ópera, llegó a comercializarse la partitura
de forma independiente), que de algún modo ha simplificado la visión actual de
nuestro hombre, considerándolo un músico de factura militar y poco más.

Tras dos obras menores pero igualmente bien recibidas, La Estrella del Norte (1854)
y Dinorah (1859), con La Africana (estrenada el 28 de abril de 1865) Meyerbeer
decía adiós de forma póstuma al mundo de la ópera al que tanto había contribuido.
¡Y qué decir ante tan nobles páginas salidas de su pluma más firme! La Africana es
el equivalente meyerbeeriano al Otello de Verdi o al Parsifal de Wagner, el broche
de oro a una carrera prodigiosa, una obra maestra de una riqueza melódica sin
parangón y, con toda seguridad y junto a Los Hugonotes, la ópera decimonónica con
el trabajo vocal más exigente jamás escrito tras Wagner y Verdi. Musicalmente es su
creación más avanzada. Su refinada orquestación abunda en momentos de gran belleza
(destacaremos la obertura, que explora los timbres exóticos sin olvidar la pura
melodía de su curva) y dramatismo, aunque la obra quizá se alargue en exceso. Dos
páginas sobreviven de tan magna ópera: las arias Adamastor, roi des vagues (Acto
II), y especialmente O paradis (Acto IV), cantadas por el africano Nelusko y Vasco
de Gama respectivamente; es (O paradis) un momento de un lirismo sobrecogedor, y
una de las arias más notables de la gran ópera.

Listado de Óperas
La tabla siguiente recoge sólo las óperas compuestas por Meyerbeer:

Lista de óperas
Fecha composición Obra Fecha estreno Lugar estreno Notas
Jephtas Gelübte 1812/12/23 Múnich
Wirt und Gast 1813/01/06 Stuttgart
Das Brandenburger Tor 1814 Berlín
Romilda e Costanza 1817/07/19 Padua
Semiramide riconosciuta 1819/03 Teatro Regio, Turín
Emma di Resburgo 1819/06/26 Venecia, San Benedetto
Margherita d’Anjou 1820/11/14 Milán
1820–1821 L'Almanzore Probablemente compuesta en 1820–1821, prevista
para Roma pero no representada allí. Aunque se cree que tuvo que ser terminada,
también es posible que se trate de una primera versión de L'esule di Granata.
L'esule di Granata 1821/03/12 Milán
Il crociato in Egitto 1824/03/07 La Fenice, Venecia Frecuentemente revisada
por Meyerbeer.
Robert le diable («Roberto el diablo») 1831/11/21 Opéra, París Ópera de
terror. Eugène Scribe fue el libretista. Se representó en París con gran
ceremonial.
Les Huguenots («Los Hugonotes») 1836/02/29 Opéra, París Ópera en cinco
actos que alcanzó un éxito inmediato. Con el trasfondo de la Matanza de San
Bartolomé (1572), con sus conflictos entre calvinistas y católicos, se despliega
una complicada intriga. El escalofriante ritual de la consagración de las espadas,
con sus tinieblas demoníacas y su fanatismo, es uno de los grandes conjuntos
románticos (a veces también se le llama Guelfos y Gibelinos o Los anglicanos y los
puritanos).
Ein Feldlager in Schlesien («Un campo en Silesia») 1844/12/07 Hofoper, Berlín
Revisada como Vielka (Viena, 1847/02/18).
Le prophète («El profeta»). 1849/04/16 Opéra, París El papel central
pertenece a una contralto, la madre del profeta, Fides. Espectáculo turbulento
sobre el movimiento reformista de los anabaptistas en la región de Münster.
L'étoile du nord 1854/02/16 Opéra Comique, París Parcialmente basada en la
temprana Feldlager in Schlesien, revisada en italiano (Londres, Covent Garden,
1855/07/19).
Le Pardon de Ploërmel 1859/04/04 Opéra Comique, París Revisada en italiano
como Dinorah (Londres, Covent Garden, 1859/07/26).
L'Africaine 1865/04/28 Opéra, París Póstuma. Ópera de ambiente exótico,
ambientada en los viajes de Vasco de Gama. Termina con el tema de amor de Sélika,
al suicidarse tras haber dejado ir a Vasco da Gama.
Otello

Otras obras (Selección)


Música sinfónica
Quatre Marches aux flambeaux (1846)
Fackeltanz (1853)
Schiller-Marsch (1859)
Obertura en forma de marcha, para la Exposición de Londres (1862)
Marche du Couronnement, para la coronación de Guillermo I, rey de Prusia
Sinfonía concertante para piano, violín y orquesta
Extracto sinfónico en Re para pequeña orquesta
Música de cámara
Quinteto para clarinete (1813)
Fantasía para clarinete y cuarteto de cuerda (1839)
Música vocal
Gott und die Natur, cantata (estrenada en Berlín, 1811)
Festa nella Corte di Ferrara, cantata (estrenada en Berlín, 1843)
12 Psaumes de dos coros a capella
Miserere
Stabat Mater
Te Deum
18 Canzonette di Metastase
Suleika
Hor ich das Liedchen klingen
Die Rose, die Lilie, die Taube
Komm, du schones Fischermadchen
Luft von Morgen
Der Garten des Herzens
Fruhling im Versteck
Le ricordanze
Il nascere e il fiorire d'una rosa
Ballade de la reine Marguerite de Valois
Der Garten des Herzens
Sur le balcon
La folle de St Joseph
Nella
Mina
La dame invisible
Rachel a Nephtali
Le bapteme
Chant de mai
Scirocco
Música de escena
Struensee (1846)
Órdenes y cargos
Órdenes
Reino de Prusia
Caballero de la Orden Pour le Mérite.2
Extranjeras
Oficial de la Orden de Leopoldo.2 (Reino de Bélgica)
Caballero de la Orden de la Cruz del Sur.2 (Imperio del Brasil)
Caballero de la Orden de Enrique el León.2 (Ducado de Brunswick)
Caballero de la Orden de la Casa Ernestina de Sajonia.2 (Ducados Ernestinos)
Orden de la Legión de Honor3. (Reino de Francia)
3 de mayo de 1849: Comendador.
9 de agosto de 1837: Oficial.2
15 de enero de 1832: Caballero.
Cargos
Director general de la música de la Corte y Maestro de Capilla de la Corte de
Prusia.2
Véase también
El judaísmo en la música
Referencias
Meyerbeer, Giacomo (1999). The Diaries of Giacomo Meyerbeer: The last years, 1857-
1864 (en inglés). Fairleigh Dickinson Univ Press. ISBN 9780838638453. Consultado el
2 de octubre de 2017.
Preußen (1848). Handbuch über den Königlich Preußischen Hof und Staat für das Jahr
.... 1848 (en alemán). Decker. Consultado el 18 de enero de 2018.
«http://www.culture.gouv.fr/public/mistral/leonore_fr?
ACTION=CHERCHER&FIELD_1=NOM&VALUE_1=MEYERBEER». www.culture.gouv.fr (en francés).
Consultado el 18 de enero de 2018.
Bibliografía
El texto de 'Evolución musical' ha sido extraído de:

BIELSA ARBIOL, José Antonio; Giacomo Meyerbeer y la Gran Ópera [1]


Otras referencias destacables:

HONEGGER, Marc; Diccionario Espasa de compositores de música clásica.


REBATET, Lucien; Una historia de la música. De los orígenes a nuestros días.
SCHUMANN, Robert; Historia de la ópera.
Enlaces externos
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Giacomo Meyerbeer en España. En el 125 aniversario de la muerte, por Domingo M. y
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Las voces del Romanticismo olvidado Influencia de Meyerbeer y Halévy en la ópera
del siglo XIX.
Biografía y audición de varias piezas, entre ellas la Romanza de Valentina de Los
Hugonotes y la Marcha de la Coronación de El Profeta, en El poder de la palabra
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