Sunteți pe pagina 1din 3

¿Qué es la literatura?

de Terry Eagleton

Escrito por tallerdeliteratura el 23-04-2014 en Literatura. Comentarios (0)

En torno a la definición de literatura se pueden distinguir varias posturas. Primeramente se la


podría definir como una obra de “imaginación” en el sentido de ficción, de escribir sobre algo
que no es literalmente real. Pero aquí nos encontramos con que hay obras que no son
necesariamente productos de la imaginación, sino reales, como es el caso de la literatura
francesa del siglo XVII, donde se encuentran las oraciones fúnebres de Bossuet, los escritos
filosóficos de Descartes y de Pascal, entre otros.

Desde el empleo característico de la lengua, Roman Jakobson, dice que la literatura consiste en
una forma de escribir, en la cual “se violenta organizadamente el lenguaje ordinario”. En este
sentido, la literatura transforma e intensifica el lenguaje ordinario, se aleja sistemáticamente
de la forma en que se habla en la vida diaria, es decir, un lenguaje que llame la atención sobre
sí.

Los formalistas rusos afirmaban que la literatura no era una seudorreligión, psicología o
sociología sino una organización especial del lenguaje. Tenía leyes propias específicas,
estructuras y recursos, que debían estudiarse en sí mismos en vez de ser reducidos a algo
diferente. La obra literaria no era ni vehículo ideológico, ni reflejo de la realidad social ni
encarnación de alguna verdad trascendental. Era un hecho material, y su funcionamiento era
más bien “estructurado” o “formal”. Una obra literaria estaba compuesta de palabras, no de
objetos o de sentimientos, es por eso que era un error considerarlas como expresión del
criterio de un autor.

Los formalistas, consideraron a la literatura como un conjunto más o menos arbitrario de


“recursos”, es decir elementos relacionados entre sí o como “funciones” dentro de un sistema
textual total. Tales recursos eran sonidos, imágenes, ritmo, sintaxis, metro, rima, técnicas
narrativas; lo que se conoce como elementos literarios formales. En efecto, la literatura es una
clase “especial” de lenguaje que contrasta con el lenguaje “ordinario” que generalmente
empleamos.

También se podría decir que la literatura es un discurso “no pragmático”, ya que ésta carece
de un fin práctico inmediato. Si se enfoca en la manera de hablar y no a la realidad de aquello
sobre lo cual se habla, se entendería por literatura a un lenguaje que habla de sí mismo. Es por
eso, que no se puede definir la literatura “objetivamente”, sino que se deja la definición de
literatura a la forma en que alguien decide leer, no a la naturaleza de lo escrito. Tal es así, que
un escrito que en un comienzo fue historia o filosofía, luego es clasificado como literatura, o
bien también puede empezar como literatura y terminar siendo apreciado por su valor
arqueológico. En conclusión, algunos textos nacen literarios; a otros se les impone el carácter
literario. De esta forma, consideraríamos la literatura no tanto como una cualidad o conjunto
de cualidades inherentes que quedan de manifiesto en cierto tipo de obras, sino como las
diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito.

Incluso, podría decirse que el término “literatura” es funcional, que se refiere a lo que
hacemos y no al ser fijo de las cosas, es decir, al papel que desempeña un texto en un contexto
social, a lo que lo relaciona con su entorno y a lo que lo diferencia de él, a su comportamiento,
a los fines a los que se le puede destinar y a las actividades humanas que lo rodean. Así,
consideraríamos que “literatura” constituye un tipo de definición hueca, puramente formal.
No es posible llegar a una esencia de la literatura porque existen otras aplicaciones del
lenguaje, como los chistes.

La gente, suele denominar “literatura” a los escritos que le parecen “buenos”, con esta
definición no habría nada que pudiera llamarse mala literatura. Así, se sugiere que la
“literatura” es una forma de escribir altamente estimada, y con esto abandonaríamos la idea
de que la “literatura” es objetiva, en el sentido de ser algo inmutable, que no cambia y es para
toda la eternidad. De esta manera, cualquier cosa puede ser literatura, como también algo que
indiscutiblemente se considera literatura, puede dejar de serlo.

Dentro de las corrientes teóricas literarias, podemos encontrar a los formalistas rusos, entre
ellos Viktor Shklovsky, Roman Jakobson, Osip Brik, Yury Tynyanov, Boris Eichenbaum y Boris
Tomashevsky. Los formalistas surgieron en Rusia en los años anteriores a la revolución
bolchevique de 1917. Stalin luego les impondría silencio. Fue un grupo militante y polémico de
críticos que rechazaron las doctrinas simbolistas que anteriormente habían influido en la
crítica literaria, y que con espíritu científico práctico enfocaron la atención a la realidad
material del texto literario. Afirmaban, que la crítica debía separar arte y misterio y ocuparse
de la forma en que los textos literarios realmente funcionan.

La esencia del formalismo era la aplicación de la lingüística al estudio de la literatura. La


lingüística era de tipo formal, enfocada más bien a las estructuras del lenguaje que a lo que en
realidad se dijera, y en consecuencia, los formalistas dejaron de lado el “contenido” literario y
se centraron en el estudio de la forma literaria. Decían que el contenido era la “motivación” de
la forma, una ocasión u oportunidad conveniente para un tipo particular de ejercicio formal.

Como se dijo anteriormente, los formalistas consideraron a la obra literaria como un conjunto
más o menos arbitrario de “recursos”, y que estos compartían su efecto “enajenante” o
“desfamiliarizante”. Así, distinguieron el lenguaje literario de otras formas de discurso,
afirmando que “deformaba” el lenguaje ordinario en diversas formas. Gracias a la presión de
los recursos literarios, el lenguaje literario se intensificaba, condensaba, retorcía, comprimía,
extendía, invertía. El lenguaje “se volvía extraño”, transformando al mundo cotidiano en algo
también extraño. Este lenguaje rutinario, hace que naturalicemos las percepciones de la
realidad, en cambio, la literatura nos impresiona y nos refresca esas respuestas habituales y
hace más “perceptibles” los objetos.

Esta corriente, vio al lenguaje literario como un conjunto de desviaciones de una norma, como
una especie de violencia lingüística. Estas normas y desviaciones cambiaban al cambiar el
contexto histórico o social, y en efecto, lo “poético” depende del punto donde uno se
encuentra en un momento dado. Para los formalistas “lo literario” era una función de las
relaciones diferenciales entre dos formas de expresión y no una propiedad inmutable. No se
habían propuesto definir la “literatura” sino lo “literario”, los usos especiales del lenguaje que
pueden encontrarse en textos “literarios” pero también en otros diferentes.

Los formalistas suponían que la “rarefacción” era la esencia de lo literario, “relativizaban” este
empleo del lenguaje, lo veían como contraste entre dos formas de expresarse. Si la literatura
quedara definida como la teoría de los formalistas, deberíamos pensar que toda literatura es
poesía.
Entre las diferentes definiciones de literatura, se puede hablar de “hecho” y “ficción” y su
distinción entre ellos, aunque ciertamente esta separación no tiene muchas posibilidades, ya
que a fines del siglo XVI y principios del XVII, la palabra “novela” se empleaba tanto para
denotar sucesos reales como ficticios. Algunos leen varios escritos como si se tratase de
hechos, pero otros los consideran “ficción”.

Una pequeña distinción entre “hecho” y “ficción”, es que al leer una obra literaria, pueden
aparecer hechos, personajes y lugares reales, presentados subjetivamente ya que los sujetos
viven sentimientos, emociones que son inventadas por el autor y que resultan creíbles
solamente en el mundo de la ficción.

S-ar putea să vă placă și