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BOLILLA 4

6. La certeza de la esperanza
a)- No es la “fiducia” o confianza protestante: los protestantes confundían la
esperanza con la fe, y a ésta con un sentimiento de confianza en Dios que perdona los
pecados por causa de Cristo. Atribuían a esta “fiducia” la certeza de ser perdonados y
justificados. Con esto querían eliminar el temor saludable en orden a la salvación. Ante esto
el Concilio afirma: “Si alguien dijere que la fe justificante no es otra cosa que la confianza
en la divina misericordia que perdona los pecados por causa de Cristo, o que esa confianza
es lo único con que nos justificamos, sea anatema”(Dz. 802 y c. 12).
b)- El fundamento de la certeza de la esperanza: hay que decir que la esperanza
participa de la certeza de la fe. En este sentido y hablando de los justificados, el Concilio,
por un lado, establece que “ningún hombre piadoso puede dudar de la misericordia de
Dios, del merecimiento de Cristo y de la virtud y eficacia de los sacramentos”. Pero, por
otro lado, si nos miramos a nosotros mismos, a nuestra flaqueza e indisposición, establece
que es necesario temblar y temer por la propia gracia, “como quiera que nadie puede saber
con certeza de fe, en la que no puede caber error, que ha conseguido la gracia de Dios”
(Dz. 802 y c. 13 y 14). Según estas afirmaciones podemos decir que la esperanza, por un
lado, participa de la certeza de la fe con respecto a la misericordia de Dios, el merecimiento
de Cristo y la virtud y eficacia de los sacramentos; pero, por otro lado, también participa de
la incerteza con respecto al estado de gracia, el cual, sin embargo, puede conjeturarse en
base a ciertos indicios, como por ejemplo, el no tener conciencia de pecado mortal (I-II, q.
112, a. 5). De todos modos, la esperanza no se apoya principalmente en la gracia ya
recibida, sino en la omnipotencia y misericordia divinas (II-II, q. 18, a. 4, ad 2).

Asimismo, hablando del don de la perseverancia, el Concilio declara que “nadie se


prometa nada con absoluta certeza; aunque todos deben colocar y poner en el auxilio de
Dios la más firme esperanza(1).
la esperanza se funda ante todo en la omnipotencia y en la misericordia divina, «por
la cual, incluso el que no tiene la gracia puede conseguirla y así obtener la vida eterna; y
tiene certeza de la omnipotencia y misericordia de Dios el que tiene fe» (II-II, 18, 4 ad 2).
Vista desde aquí, es decir desde el auténtico núcleo del ser de la esperanza sobrenatural,
resulta evidente su certeza infalible.
7. Los preceptos relativos a la esperanza

Es doctrina católica que existe para todos los cristianos el precepto de esperar la
vida eterna, y, por lo mismo, la obligación de ejercitar los actos procedentes de la virtud de
la esperanza.
La Iglesia rechazó también los errores quietistas y semiquietistas, que rechazaban los actos
de la esperanza para entregarse a un amor de Dios purísimo y enteramente desinteresado
(Dz. 1.232 y 1.327). Podríamos agregar lo dicho acerca de los protestantes y jansenistas
que consideran pecado el obrar con miras a la recompensa eterna
8. La esperanza y las realidades temporales
Lumen Gentium, 31 y 36: a los laicos corresponde por propia vocación:

- Tratar de obtener el reino de Dios, gestionando los asuntos temporales,


ordenándolos según Dios, según el espíritu del Evangelio, como desde dentro, a modo de
fermento (n.31).
- Con su actividad elevada desde dentro por la gracia de Cristo, contribuyan
eficazmente a que los bienes creados sean promovidos, mediante el trabajo humano, la
técnica y la cultura civil, ordenándolos a la gloria (n.36).DISPONER LAS COSAS
CREADAS PARA QUE TODO SEA PARA CRISTO. QUE CRISTO SEA TODO EN
TODOS.
Gaudium et Spes, 21b:

- Enseña además la Iglesia que la esperanza escatológica no merma la importancia


de las tareas temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su
ejercicio. Cuando, por el contrario, faltan ese fundamento divino y esa esperanza de la
vida eterna, la dignidad humana sufre lesiones gravísimas.

BOLILLA 7
DESESPERACIÓN
1.1 Noción

Tenemos varias acepciones del término “desesperación” en el marco teológico:


a)- Desesperación negativa: es la falta inculpable de esperanza, por la carencia,
también inculpable, de la fe (por ejemplo, los infieles negativos, que no han conocido la fe).
b)- Desesperación privativa: es la omisión de los actos de esperanza preceptuados,
pecado que no destruye la virtud misma.
c)- Desesperación impropiamente dicha: es la de quien siente fastidio y rechaza los
bienes eternos. Es un acto contrario al deseo de estos bienes en que se funda la esperanza.
Tal desprecio proviene del apego excesivo a los bienes terrenos o placeres carnales. Es de
suyo un pecado de acedia espiritual, opuesto a la caridad divina.
d)- La desesperación propiamente dicha es la positiva, es decir, el acto opuesto a la
esperanza (por defecto). Puede definirse como el acto voluntario de rechazar el auxilio y
bienaventuranza divina por la desconfianza de conseguir esta beatitud o los medios para
ello necesarios. O también: voluntaria repulsa de la bienaventuranza eterna, juzgada como
imposible de conseguir con el auxilio divino.
Sus especies son: desesperación simple -o sin herejía- o desesperación cualificada y
heretical.
1.5 Causa de la desesperación
a)- La lujuria: hace que perdamos el sabor de los bienes espirituales o que no nos
parezcan grandes (difíciles), debido a que el afecto está inficionado por el amor de los
placeres corporales. Esto hace que sintamos fastidio por los bienes espirituales y que no les
esperemos como arduos.
b)- La acedia: es cierto abatimiento del ánimo, por el cual nos hace creer que nunca
podremos levantarnos para hacer algo bueno. O mejor, cierta tristeza que abate el espíritu,
la cual hace que juzguemos el bien arduo como imposible de alcanzar por nuestras fuerzas
o con la ayuda de otro. Por esto, la acedia es la principal causa de la desesperación.

PRESUNCIÓN
Etimológicamente, presunción deriva del verbo presumir (de prae: partícula aumentativa, y
sumere: tomar). Significa entonces, tomar excesivamente o anticipadamente.
la presunción intenta conseguir aquellos bienes (primario y secundario) valiéndose de la
virtud o poder divino pero sin recurrir o hacer uso de las causas instrumentales, que son
como los intermediarios del auxilio divino.
Consiste, entonces, en la temeraria confianza de obtener la salvación eterna por medios
desproporcionados o no ordenados por Dios.
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2.5 Causas u origen de la presunción
La presunción moral que da por intentar aquello que supera las propias fuerzas, tiene su
origen en la vanagloria. La presunción teologal que se apoya desordenadamente en la
misericordia o en el poder divino, por el que se espera obtener la gloria sin méritos o el
perdón sin la penitencia, se origina directamente en la soberbia; es decir, el hombre se tiene
en tanto, que llega a pensar que, aún pecando, Dios no lo ha de castigar ni excluir de la
gloria, o también, que puede cambiar el orden establecido por la divina sabiduría.

2.6 Formas de presunción teologal


a)- Presunción simple: se opone sólo a la esperanza, pues no contiene un juicio
universal o teórico de herejía. Es, como ya hemos visto, una temeraria e inmoderada
confianza (o esperanza) en obtener bienaventuranza eterna por medios no ordenados por
Dios.

b)- Presunción herética: contraría, a la vez, a la fe y a la esperanza, porque lleva


anejo un juicio universal (o teórico) contrario a la fe o un error en la fe. Son tres las formas
principales:
1. La presunción pelagiana: que presume obtener la salvación eterna por las
propias fuerzas naturales sin la ayuda de la gracia. No está lejos de ella “el moralismo de
tipo liberal y burgués, que, con incomprensión y aversión hacia lo dogmático, así como
hacia la realidad de los sacramentos de la Iglesia, cree que una honorable persona que
“cumple su deber” subsistirá al hallarse frente a Dios únicamente en virtud de su
rendimiento personal y moral”(2).

2. La presunción luterana: que se apoya desordenadamente en el auxilio


divino por la falsa confianza y seguridad que predica de obtener la salvación en la pura
misericordia de Dios sin nuestra cooperación y penitencia, por la sola fe sin las obras. No
lejos está la presunción calvinista, que se apoya en la sola predestinación absoluta, con
buenas o malas obras.

3. La presunción pietista: que se basa en el error de los quietistas (Dz.


1.221-1.288), que se arrogan una vana seguridad de salvación y hasta de gran santidad
mediante sus falsos métodos de quietud contemplativa y vida de oración, con menosprecio

2
Pieper, Las virtudes fundamentales, 401
de la ascesis cristiana y hasta de la guarda de los mandamientos.

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