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Esta doctrina estima que la vida social no es sino la manifestación de una voluntad
de los individuos, el resultado de un acuerdo que se ha producido entre ellos. En
su origen, los hombres vivieron aislados. Un día, reconocieron los inconvenientes
de ese régimen que oponía los unos a los otros y les dejaba sin defensa contra las
fuerzas físicas y las otras especies animales. Convinieron en asociarse. Es de tal
contrato del que nació la sociedad y actualmente todavía, tal sociedad no tiene
otras fuerzas y las leyes que la dirigen son entonces, jamás de orden biológico,
sino de origen psicológico y voluntario. No es un producto de la naturaleza, sino
precisamente una creación del arte humano. La sociedad no tiene sino una
existencia moral y jurídica, si es que se puede hablar de una existencia verdadera.
El contrato social aborda el problema de la justificación filosófica de la sociedad:
repetimos que no trata de resolver sobre su origen histórico.
“El contrato social es la idea que señala como debe ser constituido el orden
jurídico, para que los derechos que el hombre tiene por naturaleza sean
conservados íntegros en la organización social.” La teoría de Rosseau, alcanza su
más clara y racional exposición con Kant: el Estado debe ser constituido según las
ideas de un pacto.
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sistema circulatorio que son las vías comerciales y de comunicación. Ambos
tienen un sistema óseo: esqueleto y ciudades caminos y puentes. Según los
organicistas, las crisis económicas son enfermedades de la sociedad; las colonias
son los vástagos de la sociedad; la sociedad que se reproduce.
La doctrina organicista, cuyo más célebre intérprete moderno fue Herbert Spencer,
para hacer comprender la naturaleza de los seres sociales, se esfuerza en
aproximarlos a lo seres a los cuales nadie les niega naturaleza independiente: los
organismos vivientes, vegetales, animales, hombres. Sin asimilarlos a tal o cual
especie de estos en particular, afirma que se puede encontrar en ellos todos los
caracteres que presentan estos últimos en lo general. Muestra para ello, en su
constitución y en su actividad, las fuerzas y las leyes de la vida tal como los
biólogos las han deducido. Propone entonces comprenderlos en el grupo de la
“naturaleza animada” creando simplemente un conjunto nuevo: el reino o imperio
social.
Los contractualistas que creen que el hombre creó la sociedad, son partidarios de
una tesis en que predomina la espontaneidad. Los organicistas, que creen que la
sociedad ya estaba hecha, son partidarios de una tesis en que predomina la
coacción.
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Se llama tesis ecléctica (del griego eklegoo; ek, fuera, leggo, escoger), a la que
carece de doctrina propia, pues estima como mejor procedimiento para alcanzar la
verdad hacer la selección de lo mejor de los sistemas en pugna. En este caso,
Fouillée ha tomado de los organicistas un aparte de su tesis y ha desechado otra
parte; y de los contractualistas ha tomado algo, rechazándoles otra muy
considerable.