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Protocolo de Activación del Derecho Internacional

Humanitario
El derecho humanitario se aplica en situaciones de conflicto
armado, mientras que los derechos humanos o, al menos, algunos
de ellos protegen a la persona humana en todo tiempo, haya
guerra o paz.
Si el derecho humanitario tiene por objeto proteger a las víctimas
procurando limitar los sufrimientos provocados por la guerra, los
derechos humanos protegen a la persona humana y favorecen su
completo desarrollo. Al derecho humanitario competen,
principalmente, el trato debido a las personas que están en poder
de la parte adversaria y la conducción de las hostilidades. La
principal finalidad de los derechos humanos es impedir la
arbitrariedad, limitando el dominio del Estado sobre los
individuos; no es su objeto regular la conducción de las
operaciones militares.

Para garantizar su respeto, el derecho humanitario establece


mecanismos que instituyen un tipo de control continuo de su
aplicación y hace resaltar la cooperación entre las partes en
conflicto y un intermediario neutral, con miras a impedir las
eventuales violaciones. Es decir, el modo de acción del Comité
Internacional de la Cruz Roja, cuyo cometido es, en particular,
velar por el respeto del derecho humanitario, privilegia la
persuasión.
Una nueva Conferencia diplomática sobre la Reafirmación y el
Desarrollo del Derecho Humanitario Internacional volvió a
reunirse en Ginebra, desde 1974 a 1977, con el objeto de actualizar
los cuatro convenios anteriores. Como resultado de sus tareas se
aprobaron dos protocolos adicionales que se refieren, el primero, a
la protección de las víctimas de los conflictos internacionales, y el
segundo, a la protección de las víctimas de los conflictos armados
internos, incluso entre las fuerzas armadas de un gobierno y
disidentes u otros grupos organizados que controlan una parte de
su territorio sin comprender los disturbios y tensiones internas en
la forma de tumultos u otros actos de violencia aislados o
esporádicos.
Ambos protocolos instan a las partes a otorgar un tratamiento
humanitario a todas las personas que no toman parte de las
hostilidades, o que han dejado de tomar parte.
Están totalmente proscriptos el homicidio, la tortura, las
mutilaciones y las penas corporales. Se prevé la atención a los
enfermos, heridos y náufragos y la protección de los civiles contra
actos o amenazas de violencia, el hambre como método de combate
y movimientos forzados. Se prohíben los actos de hostilidad
dirigidos contra los monumentos históricos, obras de arte o lugares
de culto, o su utilización en apoyo del esfuerzo militar.
Primer protocolo. Se refiere a la protección de las víctimas de los
conflictos internacionales. Se desarrollan en él las normas relativas
a la función que les corresponde a las potencias protectoras
designadas por cada parte en un conflicto con el fin de supervisar
la aplicación de los cuatro convenios y sus protocolos adicionales.
Incluye decisiones para mejorar el estado de los heridos, enfermos
y náufragos y prevé la recopilación y el suministro de información
sobre las personas que hayan desaparecido o que hayan fallecido
durante la guerra.
Todo combatiente que caiga en manos del adversario será
prisionero de guerra. Ni los espías ni los mercenarios tienen
derecho al estatuto de prisionero de guerra. Existen protecciones
especiales para mujeres y niños.
Segundo Protocolo. El 8 de junio de 1977 se aprobó este
instrumento relativo a la protección de las víctimas de los
conflictos armados internos, que desarrolla y completa el Art. 3,
común a los cuatro Convenios de Ginebra. Ninguna disposición de
este Protocolo puede invocarse para menoscabar la soberanía de un
Estado o la responsabilidad que incumbe al gobierno de mantener
o restablecer la ley y el orden o defender la unidad nacional y la
integridad territorial por todos los medios legítimos. Todas las
personas que no participen en las hostilidades tienen derecho a ser
respetadas y ser tratadas con humanidad.
Se prohíben los atentados contra la vida, la salud y la integridad
física o mental de las personas, en particular el homicidio y los
tratos crueles tales como la tortura, las mutilaciones y los castigos
corporales, los castigos colectivos, la toma de rehenes, los actos de
terrorismo, los atentados contra la dignidad de las personas (en
especial los tratos humillantes y degradantes, la violación, la
prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor), la
esclavitud y la trata de esclavos, el pillaje y las amenazas de realizar
los actos mencionados. Se contemplan tratos especiales para los
niños menores de quince años (los que no podrán ser reclutados) y
para las personas privadas de la libertad. El protocolo también
prevé los casos de enjuiciamiento y la sanción de infracciones
penales cometidas en relación con el conflicto armado. Se otorgan
garantías para un enjuiciamiento ecuánime y se prohíbe la pena de
muerte a menores de 18 años, a las mujeres encinta y a los niños de
corta edad.

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