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Comité editorial
Silvia Carrizosa Hernández, Alejandro Cerda García, Valeria Falleti, Verónica Alvarado,
Leticia Flores Flores, Marta Rivas Zivy, Rodrigo Parrini Roses, Carlos R. Pérez y Zavala
Apoyo editorial
Andrés Alvarado y Roberto César Cortés
Tramas. Subjetividad y Procesos Sociales aparece en los siguientes índices, bases de datos y colecciones:
Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, El Caribe,
España y Portugal (latindex), Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (clase).
Tramas. Año 24, número 41, ______ 2014, es una publicación semestral editada por la Universidad Autónoma
Metropolitana, a través de la Unidad Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departa-
mento de Educación y Comunicación. Prolongación Canal de Miramontes 3855, Col. Ex-Hacienda San Juan
de Dios, Delegación Tlalpan, C.P. 14387, México, D.F. y Calzada del Hueso 1100, Edificio de Profesores,
primer piso, sala 3 (Producción Editorial), Col. Villa Quietud, Delegación Coyoacán, C.P. 04960, México,
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de Educación y Comunicación • Número de Certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título:
04-2000-021517411200-102, ISSN 0188-9273, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho
de Autor. Certificado de Licitud de Título: 6664 y Certificado de Licitud de Contenido: 6954, otorgados
por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Dis-
tribuida por la Librería de la uam-Xochimilco, Edificio Central, planta baja, tels. 5483-7328 y 29. Edición:
Logos Editores, José Vasconcelos 249-302, Col. San Miguel Chapultepec, Delegación Miguel Hidalgo,
C.P. 11850, México, D.F., tel. 5516-3575, logos.editores@gmail.com. Este número se terminó de imprimir
el 30 de octubre de 2013, con un tiraje de 1 000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no
necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. / Impresa en México / Printed in Mexico.
PRESENTACIÓN................................................................................... 9
TEMÁTICA
CONVERGENCIAS
DOCUMENTOS
RESEÑAS
Presentación
2 Muestra de ello son las reivindicaciones planteadas en México a través de las consignas
“Estamos hasta la madre” y “No más sangre”, cuyo impulso tuvo como principal protagonista
al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad surgido en 2011.
3 Un ejemplo emblemático es el Programa “Memoria Colectiva y Represión: Perspectiva
Comparativa sobre Procesos de Democratización en el Cono Sur de América Latina”, que se
inició en 1999 y que fue coordinado por Elizabeth Jelin y Carlos Iván Degregori.
4 Participación en el “Taller memoria e historia reciente en América Latina. Debate para
un campo de investigaciones”, Chicago, 2014. Entre sus libros más conocidos sobre esta
temática puede consultarse Los trabajos de la memoria (Jelin, 2002).
5 Planteamientos expresados por Vania Markarian en el “Taller memoria e historia re-
ciente en América Latina. Debate para un campo de investigaciones”, Chicago, 2014. Entre
las principales obras de la autora se encuentran El 68 uruguayo. El movimiento estudiantil
entre molotovs y música beat (2012) y Left in Transformation; Uruguayan Exiles and the Latin
American Human Rights Network, 1967-1984 (2005).
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Diría Bertolt Brecht que un pueblo que olvida su historia está conde-
nado a repetirla. Es por eso que nosotros, en representación de la mesa
14 de Memoria y conciencia histórica, hemos traído, por unanimidad
de los compañeros que ahí asistieron, la justificación histórica de este
movimiento. El Estado ha contado ya su historia. El silencio nos quiere
matar de olvido. Ese silencio hoy lo rompemos para recuperar la historia,
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Bibliografía
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Resumen
Abstract
This work raises the question of the need for social acknowledgement to those
who suffered violation of their human rights during the military dictatorship
in Chile (1973-1990). We present clinical vignettes of a group therapy pro-
cess conducted at Latin-American Institute of Mental Health and Human
Rights, with women that were victims of sexual torture and that did not share
this traumatic experience with anyone for over 30 years. They were treated
in group therapy after their testimony before the National Commission
of Politics and Torture, which was created by the Chilean government in
2003 as an instance of recognition of the damage suffered by these people.
The therapeutic work is performed based on this context and the authors
maintain that this stimulates the individual processing of these extremely
traumatizing experiences.
Introducción
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Medidas de reparación:
Tan pronto el país retornó a la democracia en 1990 con el Gobierno de Patricio Alywin
se creó la Comisión Nacional Verdad y Reconciliación (Comisión Rettig). Con el objeto
de recabar información para elaborar un informe sobre las graves violaciones a los derechos
humanos con resultado de muerte y desapariciones, que se habían producido desde el 11 de
septiembre de 1973 hasta marzo de 1990, por motivación política y cometidas por agentes del
Estado. Fueron reconocidas 3 197 víctimas, de los cuales 1 102 fueron los casos reconocidos
como detenidos desaparecidos y 2 095 muertos como ejecutados políticos.
La cnppt se constituyó en noviembre de 2003 y hasta mayo de 2004 recibió el testi-
monio de más de 35 000 personas; sobre esa base realizó un informe que daba cuenta de una
nómina de 27 255 personas que la Comisión reconoce como víctimas de privación de libertad
y tortura por motivos políticos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1990.
Se establece, asimismo, que estas violaciones a los derechos humanos constituyeron una
práctica institucional realizada por el Estado.
En 2010, se reabrió la Comisión porque un número significativo no entregó su testi-
monio por desinformación, por temores y desconfianzas hacia las políticas de reparación del
gobierno, y declararon 28 000 personas.
3 La tortura es un acontecimiento límite de traumatización extrema. Un concepto de
Bruno Bettelheim (1981) que se refiere a un trauma de etiología sociopolítica caracterizado
por una experiencia impredecible, de duración incierta pero potencialmente de larga duración
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Donna Orange (1995) señala que, en el espacio terapéutico, la calidad de testigo del
terapeuta es una forma específica de participar en el campo intersubjetivo que hace real y
valida la experiencia y de esa forma la hace importante para el paciente. La calidad de testigo
le permite al paciente confiar en su propia experiencia y darle un sentido de realidad propia.
6 Véase nota 2. Según Benjamin (1988) el sujeto se construye en el reconocimiento
mutuo entre dos sujetos iguales. Existiría una tensión permanente entre la relación sujeto-
sujeto y la relación sujeto-objeto. Si esta última se rigidiza, aparecen las relaciones de some-
timiento y dominación.
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7 Tortura sexual: la agresión sexual consiste en forzar a una persona mediante coacción
física o psicológica, a realizar o padecer actos de carácter sexual. En textos de represión po-
lítica, la violencia sexual utiliza los cuerpos de las mujeres como campos de batalla y así se
imponen de manera cruel el poder y la dominación que culturalmente se ejerce sobre ellas.
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Nunca entendí de qué se trataba; este grupo nos hace mal, nos hace
recordar todas esas situaciones horribles.
¿Por qué tenemos que juntarnos a oír todas estas historias tan dolorosas?,
yo nunca las he hablado y ni siquiera sé si las contaré aquí, tengo ganas
de pararme e irme, hoy no quería venir”.
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Fui con mis hermanas a ver a mi mamá que la habían detenido de nuevo
en el regimiento, yo tenía 17 años. Nos dejan adentro; nos llevan a una
pieza grande; nos desnudan, muchos militares frente a nosotras, con
focos grandes delante para que no los veamos; nos tocan, nos revisan
por todas partes […] me manosean entera. Para qué les cuento todo lo
que me hicieron. Esta cicatriz de quemadura de cigarro que tengo aquí
en el pecho, no me permite olvidar…
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En lenguaje popular: tonta, ingenua.
9 Villa
Grimaldi fue un centro de detención clandestino de la Dirección Nacional de
Inteligencia. La mayoría de las personas que estuvieron detenidas en ese recinto son hoy día
detenidos desaparecidos. Hoy es un espacio de memoria y se llama Parque de la Paz Villa
Grimaldi.
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Claudia Feld **
Luciana Messina ***
Resumen
* Agradecemos a nuestros colegas del Núcleo de Estudios sobre Memoria (ides) la lec-
tura atenta, los comentarios críticos y las sugerencias a una versión anterior de este artículo.
Asimismo, queremos expresar nuestro reconocimiento al programa “Carrières testimoniales.
Les devenirs-témoins de conflits des xxe et xxie siècles”, dirigido por Béatrice Fleury y Jacques
Walter, con sede en la Universidad de Lorraine-Metz, Francia.
** conicet / ides, Argentina; <clavife@yahoo.com.ar>.
*** conicet / uba, Argentina; <lulumessina@yahoo.com.ar>.
observar hasta qué punto algunos de esos osbtáculos siguen vigentes, así como
los efectos del poder desaparecedor a treinta años de terminada la dictadura.
Abstract
This article discusses the diverse forms of testimony on the experience of forced
disappearance during the last military dictatorship in Argentina (1976-1983).
It examines the criteria that have contribuited to the fact that some survivors
have been regarded as legitimate witnesses and other as denied. The paper
focuses on the ways in which the testimonial trajectories are determined not
only by legitimation dynamics that enable a public word and allow the victim
to be heard and incorporated into the social sphere, but also by the dynamics
of silencing and denial. Suspicions about survivors constituted some of the
obstacles for them to became visible during the democratic transition and
assume the role of witnesses in public space. The category of witnesses denied
allows us to observe to which extent these barriers remain in place, as well as
the effects of disappearing power, thirty years after the end of the dictatorship.
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1984:126-143). En este artículo, que se propone como un análisis inicial sobre la temática de
las modalidades de testimonio, trabajamos solamente sobre este ccd, pero somos concientes
de que la experiencia y la situación de muchos sobrevivientes de otros centros clandestinos
complejizan sustancialmente algunas de las reflexiones vertidas aquí.
4 Esta perspectiva se desarrolla en detalle en un trabajo anterior (Messina, 2012), donde
se reflexiona sobre la práctica testimonial y las transformaciones del espacio discursivo tes-
timonial a partir del análisis de la trayectoria como testigo de un sobreviviente de la última
dictadura militar argentina.
5 Jacques Walter y Béatrice Fleury (2012) han denominado a esta práctica, a esta tra-
yectoria y a estos itinerarios “carreras testimoniales”.
6 En esta perspectiva, Sarlo sostiene que “no hay testimonio sin experiencia, pero
tampoco hay experiencia sin narración. [La experiencia es aquello] que puede ser puesto en
relato, algo vivido que no sólo se padece sino que se transmite. Existe experiencia cuando la
víctima se convierte en testigo” (2005:29-31).
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7 Para un análisis sobre el estigma de la traición que pesa sobre los sobrevivientes de los
distintos ccd argentinos, véase Longoni (2007).
8 Si bien en la primera parte del artículo nos centramos en la transición democrática
y en la segunda en los años 2000, nuestra intención no es periodizar ni construir una línea
cronológica sino indagar en las condiciones de surgimiento y publicitación de los primeros
testimonios posteriores a la dictadura, para luego pensar en condiciones más actuales.
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excluir la voz de otros. Estos criterios no han sido los únicos ni tam-
poco se han mantenido estables a lo largo de los años, pero sí permi-
ten entender, en parte, la dinámica de legitimación y denegación de
algunas modalidades de testimonio y de la figura de ciertos testigos.
Los testigos más claramente legitimados en aquel momento fueron:
9 Si bien el centro de este texto está puesto en la voz de los sobrevivientes y en la manera
en que se han constituido como testigos, nos importa mencionar este criterio de legitimación
de la palabra testimonial, sustentado en los vínculos de parentesco, ya que los familiares
fueron las voces reconocidas públicamente desde los inicios de la transición.
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10 Los discursos memoriales que se presentan en el espacio público tienden a configurar
o conformar figuras fuertes –que, con el tiempo, pueden transformarse en emblemáticas– que
condensan significaciones y estabilizan sentidos sobre el pasado, en determinados momen-
tos. Estas figuras funcionan como contrapeso de la dispersión de sentidos que ofrecen los
recuerdos, tanto individual como colectivamente (Feld, 2012).
11 Esta concepción puede entenderse como funcional, por contraste, a la frase nativa
“por algo será” en alusión a los desaparecidos, una afirmación cargada de un sentido negativo
vinculado a la sospecha y a la culpabilización de las víctimas que cobró cierta popularidad en
aquellos años. En este sentido, la figura de la víctima inocente de culpa y cargo no surge de la
nada durante la transición democrática sino que constituye en cierta medida una respuesta a
relatos vigentes e incluso hegemónicos durante la dictadura que incluían pseudoexplicaciones
de sentido común como la frase mencionada.
12 La narrativa del Nunca Más (1984) tuvo por efecto desvincular a los detenidos-
desaparecidos de la militancia política y de las organizaciones armadas, es decir, despoliti-
zarlos y crear una figura de víctima a la que nadie tuviera nada que objetar en tanto tal. Sin
embargo, estudios posteriores, como el de Pilar Calveiro (1998), sostuvieron que la población
de los ccd estuvo mayoritariamente constituida por militantes políticos y sindicales y que
las “víctimas casuales” –si bien representaron un número absoluto alto– constituyeron un
porcentaje relativamente bajo en el total de detenidos-desaparecidos. Para la autora, si el
secuestro de los militantes se fundó en el objetivo militar de aniquilar a la guerrilla, el de
las “víctimas casuales” sirvió a los fines de la diseminación del terror y de la demostración
de un poder absoluto.
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13 En el juicio a los ex comandantes, realizado entre abril y diciembre de 1985, se juz-
gó a los nueve integrantes de las tres primeras juntas militares (1976-1982). De los nueve
acusados, dos fueron condenados a prisión perpetua, otros tres a penas de entre 4 y 17 años
y los demás fueron absueltos. Sin embargo, allí quedó probado que el plan sistemático de
desaparición forzada de personas fue organizado y ejecutado por las fuerzas armadas en
poder del aparato estatal.
14 María Seoane y Héctor Ruiz Núñez (1986), el filme homónimo fue dirigido por
Héctor Olivera (1986).
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15 Los tres sobrevivientes mencionados por Lorenz (2004) son Pablo Díaz, Emilce
Moler y Patricia Miranda. Los otros seis continúan desaparecidos.
16 Moler había testimoniado en otro proceso judicial conocido como Causa Camps.
Esta causa es un megaexpediente que en la década de 1980 investigó el accionar de la Policía
de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura. A partir de 1987, al sancionarse la
ley de Obediencia Debida, el expediente quedó paralizado y se reabrió en 2004, a raíz de
la promulgación de nulidad de dicha ley (apdh, La Plata, [http://www.apdhlaplata.org.ar]).
17 Pablo Díaz estuvo secuestrado en los ccd denominados Pozo de Arana y Pozo de
Banfield.
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Escribió Preso sin nombre, celda sin número en español. Pero su prime-
ra edición, traducida por Toby Talbot, fue en inglés y apareció en los
Estados Unidos. Tenía apenas 164 páginas y era un conmovedor relato
personal, por momentos poético, de su secuestro y prisión, atravesado
por un relato político de la Argentina previa a su caída (Mochkofsky,
2004:406).
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Pero el tema central del libro era el antisemitismo del régimen militar.
Describía las sesiones de tortura y los interrogatorios de paranoia an-
tisemita a los que lo habían sometido y afirmaba que su tormento se
debió al hecho de ser judío. No sólo eso: había sido secuestrado, tor-
turado y mantenido preso dos años y medio principalmente porque era
judío, además de un luchador por los derechos humanos (Mochkofsky,
2004:407 cursivas nuestras).
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22 La
categoría de “afectados” merecería un examen detallado que diera cuenta de las
luchas sociales, los contextos y los agentes que les otorgan sentido, y de la discutible sepa-
ración entre afectados y no afectados. Sin embargo, los organismos de derechos humanos
han estatuido muy tempranamente el lugar de “afectados” para los familiares directos de
desaparecidos (Jelin, 1995). Es esta categoría nativa a la que nos estamos refiriendo.
23 Los nietos apropiados, al igual que los estudiantes secundarios, constituyen otra
variante de “hipervíctima”. El sistema represivo instaurado por la dictadura puso en práctica
la apropiación de bebés nacidos en cautiverio o secuestrados junto con sus padres. Desde la
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dictadura, las Abuelas de Plaza de Mayo llevan a cabo una búsqueda permanente de esos
niños, ahora adultos. Sobre un total de alrededor de 450 casos de chicos/as apropiados/as,
fueron encontrados 109 hasta ahora (septiembre de 2013).
24 La denuncia en clave revolucionaria, que había primado con anterioridad al golpe
de Estado, fue reemplazada por una denuncia en clave humanitaria, con énfasis en la descrip-
ción fáctica más que en la interpretación política. Esto se tradujo en una nueva forma de
representar a los desaparecidos que ocluía toda práctica política, sobre todo, aquella ligada
a la militancia revolucionaria y a la lucha armada. Según numerosos autores, la figura de la
“víctima inocente” fue el operador común en las denuncias (Crenzel, 2010).
25 Además del libro de Timerman ya mencionado, otro ejemplo de relato testimonial
es el de Alicia Partnoy, plasmado en el libro La Escuelita, que fue publicado en 1986 en
inglés, en Estados Unidos. Si bien Partnoy brindó su testimonio ante la Conadep, en 1984,
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su libro no fue traducido y publicado en castellano sino hasta 2006. Agradecemos a Alicia
Salomone los datos proporcionados sobre este caso.
26 “El libro es pequeño, con un formato de bolsillo, de lectura rápida. En sus distintas
ediciones no excede las 250 páginas. Luego de que la Editorial Contrapunto 50 cerrara,
compró los derechos la editorial Planeta, que siguió editándolo, y luego lo hizo Sudamericana,
que en 2009 comercializaba su décima primera edición” (Raggio, 2010).
59
27 La segunda mitad de la década de 1990 puede caracterizarse por la tensión entre
la gran visibilidad que adquiere el tema de la represión en el espacio público y las trabas
que, desde el punto de vista institucional, generan una situación de impunidad para los
crímenes de la dictadura. Si bien el gobierno nacional de Menem no lleva adelante medidas
importantes al respecto, se llevaron adelante, tanto nacional como internacionalmente,
una serie de estrategias jurídicas tendientes a “reparar” la falta de verdad y justicia: entre
otras, la apertura de los llamados juicios por la verdad en algunas de las ciudades más
importantes del país; la prosecución de juicios en España y otros países europeos contra
los responsables de la dictadura argentina; el inicio de juicios por la apropiación de niños
nacidos en cautiverio, en los cuales resultaron procesados y detenidos varios jefes militares
de la época de la dictadura como Jorge Rafael Videla y Emilio Massera. Para un análisis
del modo en que estas acciones se vinculan con las luchas llevadas a cabo durante esos años
por los organismos de derechos humanos, y sobre las relaciones de estos organismos con
el Estado, véase Valdéz, 2001.
60
28 Entre los numerosos análisis que han suscitado estas expresiones culturales, podemos
mencionar los ensayos de Ana Amado (2009) y Alejandra Oberti y Roberto Pittaluga (2006)
sobre los filmes de integrantes de esta generación.
29 La existencia de un grupo de prisioneros dedicados a las tareas de mantenimiento y
funcionamiento fue algo común a la mayoría de los centros clandestinos de detención. En
muchos de ellos, este grupo era conocido como el Consejo. Formar parte del Consejo podía
significar algún privilegio pero no eximía de los malos tratos ni garantizaba la supervivencia:
61
“en cada campo hubo varios Consejos y por lo general sus miembros sólo duraban con vida
poco tiempo” (Villani y Reati, 2011:139).
30 Desde noviembre de 1977 hasta agosto de 1981, Mario Villani estuvo secuestrado en
los centros clandestinos de detención conocidos como Club Atlético, el Banco, el Olimpo,
Pozo de Quilmes y esma.
31 Surgen aquí una serie de categorías por interrogar en las que no podremos ahondar en
el presente artículo. Nos referimos a las nociones de “colaboración”, “traición” y “zona gris”,
tal como han sido trabajadas en la bibliografía referente a centros clandestinos de detención
en Argentina, y a la experiencia concentracionaria en general. La noción de “traición” en
Argentina ha sido trabajada por el libro que ya citamos de Longoni (2007). La noción de
“zona gris” ha sido propuesta por Primo Levi (2000) para los campos de concentración
nazis. El análisis puntual de estas categorías excede los alcances de este artículo, aunque no
podemos dejar de mencionarlas y subrayar la dificultad para examinar una experiencia que
se desarrolló en el límite entre la vida y la muerte, y en un contexto de amenazas no sólo
para quienes estaban cautivos en los ccd sino también para los familiares que estaban afuera.
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34 En este aspecto, en tanto propone un análisis no binario del cautiverio en los ccd, el
análisis de Calveiro (1998) puede compararse con las consideraciones de Primo Levi (2000)
sobre la ya mencionada “zona gris” de los campos de concentración nazis.
35 Es cierto que hubo diferencias de lugares y acciones que ocupaban y desplegaban los
detenidos-desaparecidos en su cautiverio. Este análisis no pretende negar ese hecho, aunque
tampoco podrá analizarlo en profundidad. Sin embargo, este trabajo apunta a cuestionar
64
categorías que han sido planteadas por los represores y mantenidas luego por los documentos
y análisis posteriores.
36 Calveiro (1998) menciona que una de las estrategias de resistencia dentro de los
centros clandestinos de detención fue el engaño a los represores: convencerlos de que esta-
ban colaborando sin hacerlo realmente, para dar signos de “estar recuperándose” y así salvar
sus vidas. Es en ese sentido que los sobrevivientes que habían integrado el staff en la esma
hablan de un “doble juego”.
37 Queremos precisar que fue el sistema mismo del ccd el que propuso estas ambigüe-
dades y complejidades en los comportamientos individuales durante el cautiverio. En ese
sentido, el sistema desaparecedor no sólo ha creado incertidumbres y sospechas en el “afuera”
(esto es, entre los familiares de las víctimas y en la sociedad en general), sino también entre
los mismos secuestrados. Lo que sigue no intenta juzgar actitudes ni zanjar cuestiones extre-
madamente delicadas, sino poner de manifiesto una problemática hasta ahora poco analizada
y que sigue produciendo efectos, tanto en las vidas personales de algunos/as sobrevivientes,
como en los discursos públicos sobre el pasado reciente.
38 Vemos cómo la acusación de traición, que en un principio había recaído sobre la
mayoría de los sobrevivientes, se fue desplazando hasta abarcar sólo a algunos de ellos: aqué-
llos que se habrían “pasado al otro lado”. “Están entre la espada y la pared: para las víctimas
65
fueron cómplices y para los represores son personae non gratae porque lo que saben podría
hundir a muchos” (Villani y Reati, 2011:134).
39 Como sostienen Pollak y Heinich, “todo testimonio se sitúa en un espacio de lo de-
cible, cuyos límites son el silencio absoluto debido a la destrucción física […] y los silencios
parciales debidos a la destrucción de las disposiciones ‘morales’ (es decir, psíquicas, sociales,
éticas) que autorizan al testimonio” (Pollak y Heinich, 2006:59).
40 Los represores han intentado borrar, ocultar o destruir toda prueba –desde archivos
hasta edificios– que los inculpe en los atroces crímenes cometidos por ellos. El mecanismo
represivo basado en el secuestro, la tortura y la desaparición de personas funcionó como un
sistema de borramiento de identidades, de cuerpos, de información. En este sentido, las in-
certidumbres sobre el destino final de cada desaparecido, en la mayoría de los casos, persisten
hasta hoy. Dadas las características de la represión y la falta de otro tipo de documentos o
fuentes, los sobrevivientes resultan ser testigos “necesarios” tanto para la construcción de la
prueba contra los represores en los procesos judiciales, como para los intentos de reconstruc-
ción –por parte de los familiares– de la suerte corrida por los desaparecidos.
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67
68
47 Entrevista
ya citada. El tema de la responsabilidad de la sociedad civil argentina se
ha constituido recientemente en un problema por indagar y, en este sentido, ha sido aún
poco explorado. Sin embargo, algunos trabajos han comenzado a indagar las articulaciones
entre las prácticas represivas (tanto en los años previos al golpe de Estado como durante la
dictadura) y ciertos actores de la sociedad tales como la Iglesia católica, los medios de co-
municación, el empresariado y el poder judicial (Verbitsky, 2005; Basualdo, 2006; Franco,
2012; Verbitsky y Bohoslavsky, 2013).
48 Entrevista ya citada.
69
Con el tiempo se fueron sumando a esta tarea del eaaf otros so-
brevivientes que, como él, eran acusados de formar parte del grupo de
detenidos que gozaban de ciertos privilegios en relación con el resto
y cuyos comportamientos en el centro clandestino también habían
sido estigmatizados como traición.
Al respecto, resultan pertinentes las palabras de Pollak y Heinich
acerca de los testigos de los campos nazis y de la dificultad para tomar
la palabra en un contexto de acusaciones de este tipo:
70
50 De todas maneras, este episodio nos habla de la movilidad de las categorías de “testigo
legítimo” y “testigo denegado”, cuyas condiciones son múltiples y funcionan en distintos
niveles y escenarios. En este caso, en el plano judicial José no ha sido un testigo denegado.
Lo que se producen, en esos ámbitos y escenas múltiples, son luchas por la legitimidad del
testigo y del testimonio, cuyas resoluciones son siempre parciales y transitorias.
51 Entrevista de las autoras con la fiscal de la causa, 8 de agosto de 2012.
71
Palabras finales
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Anna-Emilia Hietanen*
Resumen
Los testimonios han sido muchas veces indispensables para reconstruir las
experiencias y los patrones de la represión política de las décadas pasadas, y
por eso también muchas comisiones de la verdad y otras instancias oficiales
de investigación los han usado en su trabajo. Aquí se analiza el uso de los
testimonios de las víctimas en el caso de las dos comisiones de la verdad en
Chile y la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado
(femospp) de México, a partir de sus informes finales. Los tres informes usan
los testimonios de maneras muy diferentes: la Comisión de la Verdad y Re-
conciliación de Chile, por ejemplo, no da mucho espacio a los testimonios en
sí, aunque los usa como fuentes. La segunda comisión chilena, que investigó
la prisión política y la tortura, da mucho más visibilidad a las palabras de
las víctimas que su antecesor. La Fiscalía Especial, por su parte, también usa
testimonios, pero en muchos casos de una manera problemática.
Abstract
The victims’ testimonies have often been fundamental for the reconstruction
of experiences and pattern of political repression of the last decades, which is
why many truth commissions and other official investigations have used
testimonies in their work. This article analyzes the use of the testimonies
of the victims in the final reports of the two truth commissions in Chile and
the Special Prosecutors Office for Past Social and Political Movements (spo)
in Mexico. The three reports use the testimonies in very different ways: the
Truth and Reconciliation Commission in Chile, for example, gives only a little
space for the testimonies, even though they are used as information sources.
In the final report of the second Chilean commission that investigated torture
and political imprisonment during the Pinochet dictatorship, the voice of
the victims is much more present than in the report of its predecessor. The
Mexican Special Prosecutors Office, for its part, uses lots of testimonies, but
in many cases in a problematic manner.
Introducción
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81
nera, los testimonios orales, en vez de ser vistos solamente como fuen-
tes sobre los acontecimientos del pasado, pueden servir para investigar
las maneras en que la gente da sentido al pasado y para conectar sus
propias experiencias con las experiencias colectivas (Perks y Thom-
son, 1998:2-3). Desde esta perspectiva, las fuentes orales pueden ser
valiosas aun cuando sean contradictorias con otras fuentes, ya que las
contradicciones pueden revelar algo sobre las maneras de construir
memorias y conectar el pasado con el presente.
La memoria se trata justamente de eso, de las maneras de dar sen-
tido al pasado y no tanto de los acontecimientos específicos del pasa-
do (Lechner y Güell, 1999:186; Jelin, 2002:33). La memoria es una
construcción social del pasado en el presente, que puede referir tanto
a los recuerdos individuales vividos y transmitidos como a diferen-
tes tipos de “ritos del recuerdo”, como monumentos y memoriales,
conmemoraciones y relatos de grupos y colectividades para explicar
el pasado (Pérotin-Dumon, 2007:12). En este sentido, como plantea
María Inés Mudrovcic, la memoria es “menos un medio de acceso
a lo real pasado que un fin para explorar en su misma superficie los
conflictos públicos y privados acerca de cómo debe ser recordado y
transmitido el pasado” (2005:116).
El uso de los testimonios de las víctimas para esclarecer las viola-
ciones a los derechos humanos cometidas en el pasado está relaciona-
do con la memoria por lo menos de dos formas. Los testimonios en
sí en los casos de Chile y México han sido recogidos mucho después
de los acontecimientos y, así, tienen que ver con las maneras en que
los testigos recuerdan los sucesos. Además, recoger y dar a conocer a los
testimonios tiene una finalidad: formular una cierta interpretación
sobre el pasado reciente, que es un trabajo de la memoria.
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Testimonios y trauma
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Metodología
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1 La figura de los senadores vitalicios fue eliminada con las reformas constitucionales,
en 2005.
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Primero vendí mis aves. Después como era sola me robaron mis animales
y después me quitaron la parcela porque mi esposo era detenido desa-
parecido (Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, 1996:1152).
Nos decían que estaba vivo. A mi madre cuando se casó de nuevo
la molestaron diciéndole que cómo había hecho eso si su marido estaba
vivo (1996:1154).
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Los efectos psicológicos fueron muy traumantes, pero, más que eso, la
estigmatización social y la crisis familiar fue lo que más me marcó. Hom-
bre, detenido en 1975, a los 23 años, Región Metropolitana (2004:510).
4 Hay que notar que por el carácter judicial de la femospp, los representantes de las
organizaciones de las víctimas hablan de “denuncias”, no de testimonios. El informe final
de la Fiscalía, sin embargo, usa partes de estas denuncias como testimonios.
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Hay que notar que también los nombres de los victimarios se han
dejado en los fragmentos, cuando los testigos los han mencionado
(por ejemplo, p. 582). Esto contrasta, por ejemplo, con el Informe
Valech, en que los nombres de los torturadores han sido omitidos aun
cuando los torturados los señalan. El mandato de la Comisión Valech
prohibió explícitamente nombrar a los presuntos responsables, dado
que la Comisión no era una instancia judicial y se decía que no era
justo acusar a personas que no tuvieran la posibilidad de defenderse.
La Fiscalía, por su parte, nombró a varias personas presuntamente
responsables de los crímenes del pasado, algunas de las cuales intentó
procesar.
Mostrar los nombres de los testigos no es el único aspecto pro-
blemático del uso de los testimonios en el informe de la Fiscalía. Los
testimonios, en sí muy valiosos, no siempre han sido bien elegidos
para ejemplificar una cierta práctica. Por ejemplo, el testimonio en el
apartado nominado “La tortura como forma de destrucción” describe
diferentes tipos de tortura, pero no cuenta de los efectos psicológicos
en las víctimas (2006:548).
Parece que la idea en la redacción del informe ha sido que los
testimonios hablan por sí y no necesitan mayores explicaciones. Esta
idea, sin embargo, es problemática. En muchos casos diferentes ti-
pos de violaciones a los derechos humanos solamente son ilustrados
por uno o dos testimonios, sin contextualizar estos testimonios ni
explicar que se trató de prácticas más generalizadas, que sufrieron
muchas personas. Esto hace que muchas veces los testimonios estén
desconectados del contexto de la represión, lo que individualiza los
horrores –especialmente porque se citan varias veces los testimonios
de las mismas personas–6 como si no se tratara de prácticas comunes
en el periodo abarcado por el informe. Se regresa a escenas fantasma-
tizadas, para usar las palabras de Peris Blanes.
6 En un caso hasta se cita en dos capítulos el mismo fragmento del testimonio de una
adolescente violada (aunque las transcripciones tienen algunas diferencias entre sí), en las
páginas 582 y 626-627.
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Reflexiones finales
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Bibliografía
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Bárbara I. Ohanian *
Resumen
Abstract
This article sets out to explore the ways in which some accounts of the as-
sociation “Abuelas de Plaza de Mayo” in Argentina may have sutured senses
that had been lacerated by a social catastrophe; and what effects they produce
Introducción
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Una necesidad táctica, la de dar con elementos que sirviesen para esta-
blecer un vínculo entre un detenido-desaparecido y un individuo hoy
adulto del que nada se sabe, se convirtió en una definición ontológica
que ha terminado por colonizar ya no sólo el campo del detenido-
desaparecido sino incluso las definiciones más usuales sobre la identidad
(Gatti, 2008:102).
119
sentido han sido esclarecedores y han logrado derribar los prejuicios propios de las ciencias
sociales que fueron naturalizados durante la propia formación en la sociología.
5 Es difícil, por caso, imaginar un aviso de ausencia al trabajo por angustia de castración,
a no ser, quizás que algún síntoma relacionado con lo psíquico esté diagnosticado por un
médico psiquiatra; es decir, quien detenta el saber de la anatomía humana.
6 Véase “Llena almas y dice que es posible que las cosas pasen”, [http://www.pagina12.
com.ar/diario/elpais/1-226255-2013-08-08.html], consultado el 08 de agosto de 2013.
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Era solidario. Aída lo recuerda volviendo del colegio un día, yendo directo
a la alacena y sacando latas de tomate y arvejas. “Le voy a llevar a los que
tienen menos que nosotros” (Diario 23, agosto de 2003).
Laura era muy buena alumna y además estudiaba profesorado de
música: salía al mediodía del colegio Mariano Moreno, Negrita la iba a
buscar con algo para comer y la llevaba al Conservatorio. Le gustaban
todos los instrumentos, no solo el piano. Desde la escuela primaria, Laura
se dedicó a juntar ropa y útiles para los chicos más pobres (Diario 25,
octubre de 2003).
[…] luego ella fue una niña que siempre, sin proponérselo desco-
llaba en cualquier actividad que ella emprendiera, sin proponérselo,
naturalmente, tenía como un ángel. […] No era nada coqueta, era muy
sencilla, siempre ella tenía su mente puesta en otra cosa que trascendiera,
casi nunca pensaba en ella, siempre pensaba en los demás. Recuerdo
un hecho que la tipifica: como nosotros vivíamos en una casa, a veces
algún vendedor ambulante tocaba el timbre para vender algo, todos los
días teníamos vendedores ambulantes, algunas veces les compraba y
otras no, estaba abarrotada de cosas que les compraba y que ni siquiera
usaba. Un día no les compré e Inés lloró tanto... fue una amargura tan
grande porque dejé ir a ese hombre sin comprarle... eso la tipifica, tenía
8 años, y ella me decía cómo pudiste no comprarle a ese hombre que
es lo único que tiene para vivir, a lo mejor tiene familia, tiene hijos y él
necesita que le compren, por qué lo dejaste ir sin comprarle [...] pero
127
fue una amargura tan grande que yo no sabía cómo consolarla. Inés
siempre fue así, tenía esa inclinación por el prójimo, por solucionarle
los problemas al prójimo (Diario 45, junio de 2005).
Ella luchó por sus ideales. Yo creo que tenía muy claro, más claro que
nosotros, esto que está pasando. Y no lo quería. Hemos perdido una
generación maravillosa (Diario 19, abril de 2003).
Ellos querían que sus hijos pudiesen decidir sobre sus vidas libre-
mente. Sin embargo, fue muy duro respetar la decisión de un hijo que
elegía luchar por sus ideales, aun a costa de su vida (Diario 38, noviembre
de 2004).
Y todo lo hice porque creo que de alguna forma tengo que retribuirle
el orgullo que mi hija me ha hecho sentir, por haber dado su vida, su
sangre, por sus ideales (Diario 18, marzo de 2003).
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8 “No hay dos verdades, tres verdades, más o menos verdades. En eso se enmarca la
identidad”. Entrevista con la responsable de conadi (Comisión Nacional por el Derecho a
la Identidad), citada en Gatti, 2008:110.
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Palabras finales
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Bibliografía
136
Silvia Hernández *
Resumen
Abstract
This article analyzes the process by which the category of vecinos (neighbors)
becomes a synonym of víctimas de la inseguridad (victims of insecurity) in
what we call “security discourse”, for Buenos Aires city during the last de-
cade. The condensation of both categories reinforces the legitimacy of social
Introducción
138
3 Empleo
el término “gobierno” en el sentido que adquiere para Foucault. Cabe por
ello aclarar que el “gobierno” no se ejerce sobre un territorio, sino sobre la “población”,
concepción derivada de la tradición pastoral cristiana. El poder pastoral se conforma en la
relación con el rebaño, al cual está encargado de conducir hacia un “buen destino”, donde
“bueno” es lo adecuado para la subsistencia (Foucault, 2009). El “gobierno” constituye una
economía general de poder que se va centrando, a lo largo de la historia de Occidente, en
el funcionamiento del Estado, sin dejar de ser a la vez un conjunto de técnicas orientado a
la conducta de los hombres a partir del principio del autogobierno.
4 Por ejemplo, en un debate televisivo durante la campaña electoral de 2011, el luego
reelecto Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, llegó a decir que en la ciudad “hay un solo
modelo, y es el de los vecinos”. En 2013, los afiches callejeros de su partido político para las
elecciones legislativas insistían: “Somos un equipo de tres millones de vecinos”.
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13 No me detendré aquí en este aspecto por razones de espacio y pertinencia. Señalo
simplemente, para el caso de Buenos Aires, que la legislación incorpora, desde la autono-
mización de la ciudad establecida por la Constitución Nacional reformada en 1994, el
desarrollo de modos participativos de gobierno local. Esto se retoma en la Constitución de
la Ciudad (1996) (“La Ciudad de Buenos Aires […] organiza sus instituciones autónomas
como democracia participativa...”) para plasmarse luego en la Ley Orgánica de Comunas,
de 2005, donde la figura de los vecinos aparece explícitamente mencionada en el texto de la
ley en alusión a los sujetos de la participación. Para otros análisis acerca de la participación
y sus implícitos, véanse Frederic (2004), Landau (2008), Tecco (2002).
143
14 No se trata aquí de evaluar si esta estrategia es efectivamente más democrática que
otras, sino de relevar cómo esta asociación se establece en un sistema de relaciones (en este
caso, el discurso securitario), sobredeterminado a su vez por su exterior específico (Pêcheux,
1975). Justamente, mientras escribo estas palabras, en Argentina se debate una reforma
del Código Penal, y la pregunta acerca de qué es una “seguridad” adecuada para la vida en
democracia aparece como foco de disputas.
15 Ejemplos de esta inscripción territorial son los “mapas de la inseguridad” como forma
de representación en el espacio de los niveles de peligrosidad de las áreas, la profusión de
iniciativas de prevención situacional, o el desarrollo de instituciones policiales de proximidad.
16 Resuenan aquí los elementos presentes en debates contemporáneos en materia
penal, que Daroqui (2003) menciona como Nueva Prevención y Nueva Penología, y que
David Garland divide entre “criminologías del sí” y “del otro” (citado por Brandariz García
y Faraldo Cabana, 2006:29-30). Las del “otro” consideran al criminal como una alteridad
cualitativamente distinta, peligrosa y abyecta, ya sea por carencias sociales, psicológicas,
educativas, o por rasgos étnicos, etarios, etcétera, y apuntan a renovar la legitimidad
estatal del monopolio de la violencia mediante una “justicia expresiva” orientada al en-
durecimiento de las sanciones. Las “criminologías del sí”, por su parte, ponen el acento
en la victimización y en identificar las características de la potencial víctima, la existencia
de barreras protectoras, los tipos de bienes “atractivos”, etcétera. Aquí, la preocupación
por el criminal retrocede ante la centralidad de la víctima, aunque no obstante aquél se
mantiene como un “predador peligroso que actúa maximizando beneficios” (Brandariz
García y Faraldo Cabana, 2006).
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ciendo la ley. Están cometiendo un delito. Tenés que darles una alternativa, como contratar a
unos miles para que hagan la separación de residuos dentro de los centros de procesamiento,
y no en la calle. [Al que siga en la calle] me lo llevo preso. Vos no podés alterar el orden en
algo que es un delito, porque es tan delito robar la basura como robarle a un señor en la
esquina. Y, además, daña la salud. Entonces, llamo a concurso a miles de personas, y les doy
trabajo” (“A los recolectores informales de basura los vamos a sacar de la calle”, La Nación,
27 de agosto de 2002).
22 Macri es el líder del partido Compromiso para el Cambio, formado en 2003, inte-
grante de la alianza Propuesta Republicana (pro). En ese año se presentó como candidato
a Jefe de Gobierno, pero fue derrotado por el entonces reelecto Anibal Ibarra. En 2005 fue
electo diputado por la ciudad, y en 2007 abandonó ese cargo para asumir como Jefe de
Gobierno, tras superar a Daniel Filmus (Frente para la Victoria, partido al que pertenece
la presidenta nacional Cristina Fernández). Macri fue reelecto en 2011, luego de vencer
nuevamente a Filmus.
23 Por ejemplo, en un spot de campaña, Macri y la candidata a Vicejefa de Gobierno,
Gabriela Michetti, afirmaban: “¿Quién usa las calles inundadas? Todos. ¿Quién camina
por las veredas rotas? Todos. ¿Quién no ve las calles sin luz? Todos. ¿Quién puede ser
asesinado en cualquier momento, o asaltado? Todos. ¿Quién debe tener seguridad gratis?
Todos. ¿Quién debe tener escuela gratis? Todos. ¿Quién cree que los hospitales se están
muriendo? Todos […]” (añadido el 17 de abril de 2007, [http://www.youtube.com/
watch?v=m5Ml9QK3sEs&eurl], consultado el 24 de mayo de 2012). Siguiendo la propuesta
de Laclau (2002), puede decirse que seguridad se consolidó como el significante vacío capaz
de suturar la imposible plenitud de lo social.
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Nosotros los vecinos exigimos de una vez por todas que no seamos más
las victimas de antagonismos políticos, de intereses egoístas y delictivos
o de campañas preelectorales, que lo único que producen es un estado de
saturación y hastío de los vecinos y convierten a la geografía de nuestra
ciudad en el mapa del miedo (Asociación 4, marzo de 2010).
150
Toda esta grave situación con nuestros vecinos, y familiares, que además
deteriora a la comunidad en su conjunto, nos motoriza más allá de las
diferencias ideológicas dedicando tiempo, esfuerzo y juntando nosotros
mismos unos pesos para poder hacer las convocatorias con volantes a
cada actividad (Asociación 5, julio de 2011).
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¿Será ud. la próxima víctima? […] Los esperamos y no olviden que: “todos
somos víctimas”, participemos todos […] sumate, tu vida, la de él, la
de todos es lo más valioso que tenemos (Asociación 2, junio de 2011).
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Palabras finales
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31 Así, un parque será un parque mientras sea utilizado por los vecinos para ir con la
familia en el tiempo libre y no para trabajar o residir (como en el caso de vendedores
ambulantes, prostitutas o homeless); o una calle será una calle mientras cumpla su función
“natural” de circulación entre el trabajo o la escuela y la casa (por oposición al deambular
sospechosamente de los jóvenes, o al protestar y manifestarse de los piqueteros). En una
línea similar, Carman (2006) señala, en el proceso de “ennoblecimiento” del barrio por-
teño del Abasto, una moralización de la cuestión social, por la cual los sectores excluidos
aparecen como aquellos que hacen mal uso del espacio, o que afean el barrio, y su exclusión
160
es remitida a las cualidades morales de los individuos. Por mi parte, he trabajado anterior-
mente sobre la colocación de enrejados perimetrales en plazas y parques de la ciudad desde
fines de la década de 1990, realizada bajo el argumento de que sólo así podría un parque
seguir siendo un parque, es decir, estar consagrado a los buenos usos de los vecinos por fuera
de los malos usos ligados a los “indeseables” (Hernández, 2009). Sin embargo, es necesario
decir que existen movilizaciones en rechazo de los enrejados por los sujetos que también
se autorreconocen como vecinos, lo cual, si bien excede los objetivos propuestos para este
artículo, deja planteado un disparador para ulteriores indagaciones acerca de una eventual
conflictividad en torno de esta categoría.
161
32 A modo de ejemplo, cito las siguientes declaraciones de Diego Santilli (ministro de
Ambiente y Espacio Público) tras la realización, a principios de 2011, de obras de mejora-
miento en el Parque Indoamericano: “Será un día muy especial. Nosotros sabemos que el
Parque Indoamericano es de todos y lo vamos a hacer un lugar para todos. […] Esta obra que
vamos a presentar en sociedad dejará un lugar que hasta ahora no cumplía con su función
de Espacio Público en condiciones de ser disfrutado por todos […]. Para este proyecto tuvimos
muy en cuenta los pedidos y sugerencias de los vecinos […] que son los que nos alientan a seguir
defendiendo el Espacio Público” (“Santilli presenta el proyecto para el Parque Indoamericano”,
Prensa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 05 de marzo de 2011, cursivas mías).
Es necesario tener en cuenta que, tres meses antes de las declaraciones citadas, este parque,
ubicado en un área históricamente relegada de la ciudad, fue ocupado por personas en reclamo
de viviendas prometidas por el propio gobierno local. Dicha ocupación fue reprimida por
distintas fuerzas de seguridad dejando un saldo de tres muertos y varios heridos.
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Bibliografía
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Resumen
Abstract
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La predisponibilidad al trauma:
desamparo y necesidad de otros
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sacudida producida por las pérdidas que han sufrido y las crueldades
de las que han sido objeto por parte de sus congéneres.
Con la migración se produce una ruptura de un cierto equilibrio
que los sujetos sostenían en su relación con otros y con las institucio-
nes que operaban en su comunidad. Al dejar su tierra, sobre todo al
hacerlo bajo la presión de la guerra y la amenaza sobre su vida, se res-
quebraja esa relativa armonía que sostenía las relaciones de un sujeto
con los otros, con el trabajo, con los lazos amorosos, familiares, con
los pensamientos y hasta con el propio cuerpo. Es una ruptura que
puede manifestarse en síntomas de malestar corporal, pero que afecta
la dimensión simbólica, el lazo social y produce un traumatismo que
amenaza, según su intensidad, con producir desintegración extrema
y definitiva. Los migrantes son arrojados al anonimato, a no tener un
lugar social donde habitar y relacionarse, y en muchos casos a no ser
alguien para ningún otro.
Preguntémonos: ¿A dónde puede conducir en casos extremos una
búsqueda de identidad que se apuntala en la destrucción de los otros,
los diferentes? La respuesta la tenemos en lo ocurrido en sucesos de
crueldad sin límite en la historia de la humanidad, como el nazismo,
el estalinismo y, más recientemente, el llamado “último genocidio del
siglo xx”, del que nos ocuparemos más adelante.
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Psicoterapia y elaboración
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No, no tuvimos que salir entre bombas, todavía teníamos nuestros cami-
nos. Nos ofreció llevarnos a Potocari un chofer de Bosnia; nos subimos
y nos dimos cuenta que llevaba oculto, como podía, a un muchacho
joven. La situación más peligrosa era para los hombres. Se acercaron
serbios con la intención de revisar el camión, pero llegó una de sus
autoridades y les dijo que el chofer estaba transportando mujeres, que
liberara el paso. Nos salvamos por segundos. Nos tocaba ver muertos
por todos lados. Mi tía, la chica de mi pueblo y yo, nos encontramos
con mi madre y los niños. Todo era movimiento de gente que huía. Los
edificios de la fábrica se llenaban de gente que buscaba dónde pasar la
noche, casi todos eran mujeres, niños y ancianos. A los hombres se los
llevaban y los mataban.
Ya en Potocari, al atardecer, como no encontramos lugar para dor-
mir en las fábricas, que estaban atestadas, mi madre nos dijo que nos
acomodáramos en un prado que colindaba con uno de los edificios, que
era en el que había trabajado mi padre.
Mucho de lo que digo estaba olvidado, pero ahora vuelven los re-
cuerdos, y cuando no lo hablo entonces sueño, tengo pesadillas. Yo sólo
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narro lo que vi con mis ojos. Me sirve compartir esas experiencias sobre
todo porque siento que me escuchan con mucha atención.
El primer día en Potocari no fue tan malo, pero el segundo fue terri-
ble; los niños tenían sed y no había agua para darles, una vecina que nos
encontramos nos dijo, a mi prima y a mí, que podíamos conseguirla en
una casa a la que era posible acceder. Nos indicó cuál era; fuimos allá y
mientras tomábamos agua vimos que por debajo de una puerta corría
sangre, llenamos apenas a medias el recipiente que llevábamos y las dos
quisimos irnos de ahí lo más rápido posible, pero saliendo de la casa
nos topamos con unos hombres serbios que nos retuvieron, pusieron
bombones en la punta de unos cuchillos y nos dijeron que no nos iban
a dejar ir hasta que los comiéramos, pero sin tocarlos con la mano; tu-
vimos que comerlos directamente del cuchillo, estábamos terminando
cuando apareció un hombre corpulento que era uno de los principales
organizadores de la “limpieza étnica”, lo reconocí porque lo había visto
varias veces en la televisión. Ese hombre dijo a los dos que nos retenían
que nos dejaran ir preguntándoles si no se daban cuenta de que éramos
unas niñas... Sí, éramos unas niñas, ¿qué querían con nosotras?
186
187
que estábamos ahí escondidos, pero dijeron que no nos habían visto.
Cuando ya se había ido el serbio, las mujeres empezaron a quemar las
fotos de sus hombres, yo no entendía por qué y pregunté: me explicaron
que porque cuando los serbios encontraban las fotos se las llevaban para
buscarlos y matarlos; también mi madre quemó las fotos de mi padre,
pero yo tomé a escondidas una en la que estoy yo con él y la guardé en
mi zapato sin decirle a nadie, así quedó una foto que mi madre guarda
ahora como tesoro en Bosnia.
188
189
190
191
192
193
A manera de conclusión
Bibliografía
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196
Antares Dudiuk*
Carolina Torres **
Resumen
El trabajo aborda el escrache como una de las nuevas formas de acción colecti-
va, que irrumpió en la década de 1990 en Argentina. La palabra proviene del
lunfardo, habla que originariamente empleaba, en la ciudad de Buenos Aires
y sus alrededores, la gente de “clase baja”. Se trataba de una protesta realizada
en los domicilios de los genocidas de la última dictadura cívico-militar; de una
“condena social” como respuesta a las “leyes de impunidad”. La agrupación
hijos se podría decir fue la “inventora” del escrache, con su lucha profundizó
y le dio contenido al “derecho humano a la verdad”, derecho fundamental
de toda la sociedad argentina –víctima de la dictadura– a conocer la verdad y
luchar por ella, más allá del riesgo y el peligro que este ejercicio implicara. Se
relaciona al escrache con la parrhesía de Michel Foulcault como acto verídico,
de decir verdad, de hablar franco, de “escupir” la verdad ante un Estado que
pretende ocultarla o ignorarla. En este sentido, la agrupación hijos se erigió
como la parrhesiasta por excelencia.
Abstract
Introducción
1 La sigla significa: hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio. Esta
agrupación está conformada centralmente por hijos de víctimas del terrorismo de Estado.
198
199
4 Se llamó de este modo a las leyes de Obediencia debida y Punto final: En 1987 co-
menzaron las actuaciones judiciales contra oficiales del Cuerpo I de Ejército y de la Escuela
de Mecánica de la Armada (esma). Se produjeron entonces los alzamientos de los militares
carapintada (por la pintura de camuflaje que utilizaban los comandos del ejército). Bajo esa
presión, el gobierno de Alfonsín consiguió que el Congreso votara la Ley de Obediencia
Debida. Hubo todavía nuevos alzamientos militares porque a pesar de ella seguían todavía
bajo proceso un par de centenares de oficiales de las fuerzas armadas (Verbitsky, 2011:36).
200
Etimología de escrachar
201
202
203
la forma de la protesta tiene que ver con procesos políticos y con formas
de reclamo aprendidas en repetidos enfrentamientos con el Estado y
con su relativo éxito o fracaso. Las maneras en que la gente formula sus
reclamos tienen que ver entonces con la política y con la cultura de la
acción colectiva (2002:14).
204
El escrache
205
12 Es Grupo de Arte Callejero, por eso su nombre. Desde su formación, en 1997, el
gac realizó trabajos en conjunto con diversas agrupaciones como la Mesa de Escrache Po-
pular, hijos, Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, Serpaj (Servicio de Paz y Justicia),
colectivos de arte y organismos de derechos humanos, Correpi (Coordinadora contra la
Represión Policial e Institucional), familiares de los asesinados el 20 de diciembre, varios
mtd (Movimiento de Trabajadores Desocupados), delegados de Metrovías, Argentina arde,
Cine Ambulante, entre muchos otros.
13 Todos los jueves, desde 1977, las madres de personas desaparecidas durante la última
dictadura realizan una caminata silenciosa pidiendo la aparición de sus hijos/as en torno de
206
la pirámide de la Plaza de Mayo, punto nodal de la ciudad alrededor del que se concentran
los edificios que condensan el poder simbólico, político, religioso y económico de la nación.
14 Cántico que instalaron siempre los organismos de derechos humanos en Argentina,
en todas las marchas, y luego escraches, cuando de genocidas se hablaba.
15 Palabra utilizada en Argentina para hacer referencia a aquellas personas defensoras de
una ideología o pertenecientes a un grupo, movimiento social o partido político.
207
16 Género artístico rioplatense que combina música y teatro. Dicha denominación
también se aplica a las agrupaciones que desarrollan este tipo de manifestación artística, que
es muy frecuente en tiempos de carnaval y en otras festividades.
208
Una memoria de alguna manera es una visión del mundo social e his-
tórico, por ese motivo no existe “la memoria”, sino las memorias, las
visiones, las selecciones, los olvidos, los recuerdos optados al paso del
tiempo y las construcciones colectivas de esos hechos pasados. Por esta
complejidad, las memorias no son meros recuerdos, sino construcciones
de individuo-sociedad en relación dinámica y conjunta enmarcadas en
209
Las memorias son múltiples como los distintos sujetos que inte-
gran la sociedad misma. Según Michel Foucault no existen relaciones
de poder sin resistencias; la resistencia existe porque está allí donde
el poder está, es pues, como él, múltiple e integrable. En la Mesa
de Escrache construir resistencias es una respuesta en oposición a la
trascendencia de las organizaciones sociales, es decir “basta”. Con
el proceso del escrache se intenta un camino de poder como verbo,
del poder-hacer como poder relacionarse, poder reconocerse en las
diferencias y similitudes, poder construir colectivamente. “En este
proceso de construir colectivamente la memoria no es un rompecabe-
zas donde sus piezas forman una única imagen […] sino que hay que
sumar las voces para ir armando, en lugar de un puzzle en que cada
pieza tiene un solo lugar, una especie de caleidoscopio que reconoce
distintas figuras posibles” (Calveiro, 2005:19). Se crean de este modo
prácticas políticas mediante la alegría, lo festivo y la reflexión.
Michel Foucault afirma que la verdad no queda ajena a la cues-
tión del poder; la verdad se produce a partir de múltiples relaciones
y luchas por el poder, disputas, agonísticas constantes que conllevan
efectos en los individuos, en las instituciones, y por supuesto en el
amplio dominio del saber. Cada sociedad construye su régimen de
verdad, su “política general de la verdad”; lo que equivale a decir
que cada sociedad produce históricamente los rituales y mecanis-
mos que permiten aceptar lo verdadero y rechazar lo falso. La ver-
dad, por lo tanto, no se encuentra fuera del poder ni carece de efectos
de poder. De esta manera, el planteamiento de la verdad conduce a
la política.
La verdad, como derecho humano fundamental, también ha te-
nido desarrollo en el sistema interamericano y en el derecho interno.
La jurisprudencia de la Corte Interamericana y la Comisión
Interamericana tienen un amplio desarrollo del concepto y alcance
del derecho a la verdad. Inicialmente, la Comisión consideró que
se trata del derecho de las familias a conocer qué sucedió con sus
210
211
212
213
18 Caso de los “Niños de la calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, cidh.
19 Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros) vs. Guatemala, cidh.
214
215
22 Jorge Julio López es un albañil y ex militante de una unidad básica peronista barrial, y
desde 1985 afiliado al Partido Socialista de La Plata. Desapareció en octubre de 1976 hasta junio
de 1979, durante la última dictadura argentina. Por segunda vez, desapareció el 18 de septiem-
bre de 2006, el día en que se realizaron los alegatos de la querella en la Causa que como víctima
fuera testigo (durante la presidencia de Néstor Kirchner habiéndose derogado las leyes de Obe-
diencia Debida y Punto Final). Hasta la fecha, Jorge Julio López se encuentra desaparecido.
216
las maneras de decir verdad se analizan o bien por la estructura misma del
discurso o bien por la finalidad de éste, o bien, si se quiere, por los efectos
que esa finalidad acarrea sobre la estructura y con ellos los discursos se
analizan según su estrategia. Las diferentes maneras de decir la verdad
pueden aparecer como tantas otras formas, sea de una estrategia de la
demostración, sea de una estrategia de la persuasión, sea de una estrategia
de la enseñanza, sea, por fin de una estrategia de la discusión. ¿Forma
parte la parrhesía de una de esas de estrategias (Foucault, 2009:70).
217
218
219
Conclusión
220
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www.madres.org
www.ohchr.org
www.corteidh.or.cr
223
Resumen
Abstract
226
1 La “memoria del holocausto” ha sido ubicada por Andreas Huyssen (1995) como un
tópico discursivo de carácter global que hoy en día es utilizado como referente casi ineludible
para hablar de otros procesos de violencia estatal propios de la geopolítica contemporánea.
2 El “South Africa History Archive” surgió en 1980 como un archivo independiente
de derechos humanos dedicado a documentar y brindar acceso a documentos relativos a
las luchas pasadas y contemporáneas por la justicia en Sudáfrica. El archivo contiene, entre
otras, una colección de documentos audiovisuales y una más sobre “historia oral” (McKinley
y Veriava, 2008).
3 Una reconstrucción histórica del genocidio en Armenia, a partir de fuentes orales,
puede consultarse en Miller y Miller (1999).
4 La “Shoah Foundation” de la Universtiy of Southern California ofrece actualmente
acceso a entrevistas con 52 000 sobrevivientes y testigos del holocausto judío (sf-usc, 2013).
5 Si bien es necesario reconocer las características particulares y los procesos históricos
nacionales y mundiales en los que tuvieron lugar las acciones de violencia de Estado en cada
uno de los países mencionados, la reflexión contratada entre ellos aporta elementos para
comprender el cometido social y la influencia pública que los archivos orales están teniendo
a inicios del siglo xxi.
227
228
229
problematización ha sido documentado por Lazzara (2003) respecto del Parque por la Paz
Villa Grimaldi.
230
231
232
11 El Informe Rettig documentó “2 279 personas respecto de las cuales se formó la
convicción de que murieron o desaparecieron como víctimas de violación de sus derechos
humanos o como víctimas de la violencia política” (cnvr, 1991:1312). Por su parte, el In-
forme Valech, que tuvo el objetivo de documentar los casos de personas reconocidas como
víctimas de prisión política y tortura señala que “se reconoce la calidad de víctima a 27 255
personas” (cppt, 2004:81).
233
234
235
Tensiones metodológicas
de los archivos orales de la violencia estatal
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237
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240
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242
A manera de conclusión
243
Bibliografía
244
245
246
247
Roberto Montenegro*
Resumen
Abstract
In this paper I will focus on the contexts of social action that occur to be
done diverse meetings in public areas. Because the subject is in this case the
democratic way of life, its depth and its problems, I propose to distinguish
a limited set of relevant aspects that go into the making of such situations
as it is here, in the constant creation of canvas of significations that their
actors perform, life’s democratic quality and the constitution of citizenship
are in game.
Given that my investigations are inscribed in projects oriented by “critical
elucidation” of public scopes, I consider relevant rehearsing a reflexive link
between the meeting ambits taken as significative ambits themselves. For it, I
will develop the notion of occasion, which inscribes in the rhetorical fields, and
we will postulate it as valid tool to consider the contexts of action as openings
in the folds of those situational instances, the momentary configuration of
a virtually legible field.
Introducción
Dado que los temas que interesa desarrollar en este escrito se vincu
lan con la forma de vida democrática, su profundización y sus pro-
blemáticas, propondré una mirada que posibilite identificar rasgos
relevantes en las operaciones que se reiteran en los ámbitos institucio-
nales. Estatuidos por las prácticas sociales, estos espacios –que remi-
ten a la forma racional-legal de las organizaciones modernas– quedan
enlazados, en estado virtual, con la vida democrática y las reglas cons-
titutivas del juego democrático. Lo virtual aquí siguiendo una línea
de significación que podemos denominar “bergsoniana-deleuziana”;
implica que las actualizaciones no agotan la potencia de lo virtual
que, retornando sobre sí mismo, persevera en su dominio como
realidad virtual. En consecuencia, puntuaré un limitado conjunto
de aspectos que entran en la composición de dichas situaciones pues
252
253
254
Espacios de encuentros
255
256
Escenografías
257
258
7
Véase Spinoza (1982). Para Spinoza, el cuerpo es “cierto modo de la extensión existente
en acto” (Parte ii, Proposición xiii). Los cuerpos son singularidades que “se mueven o están en
reposo” (Parte ii, Axioma i), que afectan y son afectados, constituyendo relaciones complejas,
un modo, que define su individualidad.
259
260
La noción de ocasión
10 Aristóteles considera a la retórica como la facultad que permite obrar pertinentemente,
actuar con prudencia en cada caso, en cada situación concreta. Véase Retórica, libro i, capítulo ii.
261
262
12 La noción de kairós alude al momento oportuno para ejercer el juicio razonable, a la
capacidad para hacer lo conveniente respecto a lo que es relevante en una situación singular.
263
13 Aristóteles, en La Política, subraya la posesión del logos como cualidad social humana
específica que le permite conocer, sopesar, juzgar, manifestar qué es conveniente y qué es
nocivo cuando se debe obrar en situaciones concretas.
264
bién que aun sin intencionalidad, al realizar esta operación algo del
dictum spinoziano se cumple. Aunque no haya una determinatio, una
afirmación que conlleve negación en el sentido fuerte del término, se
efectúa al menos un desplazamiento de la atención prestada a las figu-
ras retóricas. Queda clara la importancia del momento del habla pues
pone de relieve la centralidad de las prácticas. Desde el punto de vista
del análisis del discurso, nos permite focalizar la atención en el domi-
nio de la pragmática, en las instancias de enunciación, evitándonos así
caer envueltos en el fetichismo de las palabras. Sin embargo, si bien
la convocatoria a las figuras retóricas se inscribe en el linaje discursivo
que ha focalizado su atención en el decir, no podemos dejar de señalar
cierta bifurcación en esa línea de pensamiento cuando el estudio de
tropos como metonimia y metáfora es transducido o interferido por
el giro pragmático y tales tropos quedan en consecuencia enredados
en la praxis social, en la acción social. En ese sentido, podemos decir
que el logos posibilita la producción de un contexto etnográfico. Digo
“posibilita” pues los sujetos individuales ponen en juego sus propias
capacidades de agenciamiento, sus competencias etnometodológicas,
de selección, valoración y juicio adecuado; atributos del logos. Pero
como nuestro interés es subrayar aquella serie de significaciones que
vinculan el logos a la razón práctica, al hablar, a la praxis, tenemos un
requisito: esquivar el logocentrismo y valorar las prácticas, los juegos
de fuerza, las afectaciones y la lucha.
De modo que entran en juego la trama de concepciones, de sen-
tidos y de representaciones sociales –representación entendida como
escenificación, como darstellung –, en que se desplegará el discurso.
Como vimos, en algunas líneas de significación que circulan en los
estudios de retórica, kairós es la ocasión, el momento en que se toma
la decisión de realizar el acto del habla, o se decide callar. En el Fedro
Platón dice que el experto en retórica debe conocer el arte y además
tener “conocimiento de las oportunidades, de cuándo ha de hablar
y cuándo ha de abstenerse de hacerlo”. La ocasión propicia, más lo
conveniente ( prépon) sería la base de la construcción retórica. La ope-
ración siguiente es la invención (inventio); de modo que constituirse
en el kairós es condición de posibilidad para el hablar, lo cual impli-
ca praxis como dimensión antropológica articulada a una situación
265
266
instituido al ser como ente, por evanescente que este ente fuese. Mas
abajo veremos cómo se puede encontrar, en la noción de apertura a la
luz, de luminosidad, un modo que posibilite otra visión, desmarcada
de la tradición ontoteológica, de sus presencias y sus copias.
14 Esta palabra tiene como sinónimo Waldblöse, “claro en el bosque”. Sinonimia
interesante, pues la luminosidad está precedida por lo oscuro, por la espesura del contorno.
267
Tenemos entonces una relación doble del lucus con la luz y con
la oscuridad, un vínculo complejo en el que ese nexo se rompe si
el lucus no es respetado en su especificidad. Talar, devastar un lucus
(lucum conlucare), lo aniquila como tal, deja de ser una Lichtung
para convertirse en un simple descampado, totalmente abierto a la
luminosidad del día, sin el entorno oscuro de la selva que lo abre a
la luz y al mismo tiempo esconde. La delicada armonía entre luz y
oscuridad que sostiene al lucus, se desvanece (Amoroso, 1990:200).
Tomemos, a modo de ilustración, una jornada en la que se tra-
bajó sobre las transformaciones del espacio público,15 donde a lo
largo de dos días se intervino en el entramado de elaboraciones
presentadas despejándose limitadamente, como no puede ser de
otra manera en encuentros de este tipo, algo del intrincado tejido
de producciones. Se genera así ese espacio de visibilidad limitada,
268
269
270
271
272
19
En Habermas esta noción, proveniente de la tradición fenomenológica, se encuentra
en tensión con los “sistemas sociales” y complementa el concepto de “acción comunicativa”,
como hemos visto directamente vinculado a la posibilidad de constituir consensos racionales
democráticos.
273
274
275
Bibliografía
276
277
278
Alejandro Klein*
Resumen
¿Es una sociedad hedonista la que causa el auge de las adicciones? No estemos
tan seguros… Como hay diversos indicios, podemos pensar que si esta socie-
dad se caracteriza por algo es por el displacer, el malestar y el desvalimiento.
Entonces, lo descripto como hedonismo ¿es un exceso de placer o es, más
bien, una compensación ante el exceso de displacer? Y de allí esta otra inte-
rrogante: ¿los jóvenes se drogan tan sólo por enfermedad mental, sólo por
patología? ¿No existe algún tipo de facilitación en el hecho de que la droga
se acopla a una estructura social donde el futuro está abolido, denigrado,
desvalorizado? ¿Dónde lo único que queda es el ya y lo inmediato? ¿No será
que la adicción es más bien una figura de mediación, tanto subjetiva como
social, donde colapsa la capacidad mental para tolerar y elaborar el conflicto,
lo que se entrelaza a la incapacidad de anticipación social? Y, finalmente, en el
campo de las adicciones: ¿hay ausencia de conflicto o más bien distintos tipos
de exceso que vuelven imposible la capacidad de contención y elaboración
subjetiva y social?
Abstract
Is a hedonistic society that causes the rise of addictions? We’re not so sure…
Not little evidence, makes us to think that the society is characterized by
displeasure, discomfort and helplessness. So, what is it described as excessive
hedonism or pleasure is rather a compensation to the excess dipleasure? And
there is another question: Do young people take drugs just by mental illness
or just for pathology? There is not some kind of facilitation in the fact that
the drug is coupled with a social structure where the future is abolished,
denigrated, devalued? Where the only thing left is the right now and the im-
mediate future? Could it be addiction a figure of mediation, both subjective
and social, which collapses the mental capacity to tolerate and developing
the conflict, which is intertwined with the inability of social advance? And
finally, in the field of addictions: there is not conflicts or rather different types
of excesses that make impossible the capacity to containment subjective and
social developments?
280
las personas con conductas adictivas sufren por ellas? ¿Estamos tan
seguros de eso? Antes que reaccionar con horror ante la sustancia,
¿nos preguntamos fehacientemente sobre el deseo del sujeto? ¿Acaso
no hay consumidores de sustancias que pueden ser tan equilibrados,
como el que consume coca colas diariamente?
Sin caer en la burda dialéctica de qué es primero, “el huevo o la
gallina”, reflexionemos sobre si la conducta adictiva, además de ser
patología o construcción de subjetividad, no es también un negocio.
Un fabuloso y exitoso negocio. ¿O acaso el narcotráfico, junto con
la industria farmacéutica y la industria armamentista, no son de las tres
industrias que generan más ganancia dentro del mundo capitalista?;
donde las crisis al parecer producen empobrecimiento, por un lado,
pero también crean diversas formas de enriquecimiento, por otro.
Entonces: ¿males sociales o estructuras sociales? ¿Acaso podemos ig-
norar que una de las primeras causas de muerte en los jóvenes es por
psicofármacos?, pero, aclarémoslo, esos psicofármacos que usaron
también sus padres, abuelos, tíos. Entonces, mientras el imaginario
social se desespera por situar al toxicómano en un lugar marginal de
borde, una y otra vez el toxicómano es reenviado al centro mismo
de la cultura en la cual convivimos todos.
Evitemos claramente los juicios de valor, las actitudes de conde-
na; así pues ¿cómo ignorar que el uso de determinadas sustancias va
asociado casi indefectiblemente a cuadros de pobreza, pésimas con-
diciones de vida, configuraciones familiares vapuleadas por situaciones
de desempleo y carestía? Preguntas y reflexiones. Reflexiones para
poder entender el laborioso y a veces fracasado camino de las políticas
públicas con que se encaran por lo general estos temas.
Ha pasado ya un buen tiempo, desde 1996, cuando la película
Trainspotting, salió al mercado y escandalizó a la prensa con la historia
de un grupo de heroinómanos de Edimburgo. El siguiente monólogo
es el que abre la famosa y controversial película, dirigida por Danny
Boyle, basada en la novela del mismo nombre, escrita por Irvine
Welsh:
Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige
un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de
281
282
283
284
285
1 ¿No es ésta quizá una metáfora del propio consumidor? ¿Una forma de verse en un
espejo invertido utilizando la figura del chivo expiatorio? El consumidor es un dios tanto
como un trapo, un adicto tanto como una identidad autónoma.
286
En este sentido, cualquiera de las versiones del viaje revelan una es-
tructura ucrónica, fuera del tiempo. Para Giddens (1990, 1997), la
modernidad implica un enganche específico entre espacio y tiempo,
en tanto que uno implicaba al otro. La expansión del espacio tenía
287
que ver con la progresión del tiempo; por el contrario, en este caso se
genera la sensación de que la expansión espacial (la exploración del
mundo interno, la aparición del nuevo cuerpo, la aventura de las expe-
riencias) implica la anulación o por lo menos la detención del tiempo.
Esta detención es un aspecto inédito en tanto muestra la radicali-
zación del límite entre la vida y la muerte. O sea, la vida se vive jugan-
do a estar muerto cuando parece que se está vivo, desde un simulacro
donde no se tolera la muerte ni los duelos. Laufer (1996) caracteriza
justamente a las adolescencias graves bajo el signo de lo urgente. Lo
urgente aquí puede querer significar el riesgo de la destrucción, o el
riesgo de la descompensación ante la extinción del tiempo.
El viaje quizá no sea lo patológico en sí. En gran parte es una
expresión, una neoversión del poder individualista, tanto como el de-
recho a la intimidad, propia de la modernidad. Por otro lado, el dro-
gadicto es quizá ambiguo: quisiera otro mundo pero con las mismas
reglas de lo ya conocido. Un planeta confortable pero absolutamente
reconocible, sin peligros, ni desquicios ni exilios, más que el exilio
utópico en el que él mismo se embarca para volver más esclavo que
nunca al mundo que él aniquila tanto como restaura.
El drogadicto utiliza las cláusulas propias de la modernidad, no las
inventa ni las pergeña por sí. En ese sentido, no es un outsider ni un
marginal del sistema; por el contrario, en el punto mismo en que es
un desadaptado social, podría pensarse, paradojalmente, en que es un
adaptado social, en tanto continúa y renueva la lógica del consumo.
Ninguna política pública que no tenga en cuenta que el drogadicto
no es sino la pseudoretórica metafórica de la ciudadanía, no podrá
tener ningún éxito. No se trata de política de prevención pues no
hay nada que “prevenir”. A lo máximo, entender más y mejor los
meandros, ambigüedades y paradojas de aquello denominado social,
aquello denominado sociedad y aquello, tentativamente, denomina-
do subjetividad. Los politólogos podrían contribuir mucho y mejor
a este campo que los psiquiatras.
En el vacío fascinante y horrorizante que sigue y precede al “viaje”
del drogadicto, existe un vacío también horrorizante y fascinante du-
rante el mismo viaje: la extinción de lo social: ya no hay gobernados
ni gobernantes, ya no hay el espacio de lo “común”, sólo el derecho
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Conceptos en transición
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Conclusiones
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Bibliografía
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Resumen
La situación social imperante nos interpela a intentar reflexionar, una vez más,
sobre cuáles son las características que poseemos los sujetos para colaborar en
los hechos destructivos que alcanzan niveles altos de violencia y sufrimiento.
Pensamos que es necesario volver la mirada hacia nuestro interior, no sólo
mirar lo externo, en otras palabras, intentar hacer consciente, como propias,
nuestras pulsiones tanáticas y amorosas, y hasta dónde las leyes, las prohibi-
ciones internas y externas más que ordenarnos nos impulsan a su transgresión.
¿Hay otras salidas, otros caminos con los que podamos construir más que
destruir? Ésa es parte de la búsqueda.
Abstract
evelop an awareness of our own thanatotic and amorous drives and of to what
d
extent laws and internal and external prohibitions, rather than maintaining
the order, drive us to transgress it. Are there other outlets, other paths that
we could take to construct rather than to destroy? That is part of the search.
Introducción
En pocas líneas dejaré establecido que Maldoror fue bueno durante los
primeros años de su vida en los que conoció la felicidad; ya está dicho.
Luego descubrió que había nacido malo: ¡fatalidad extraordinaria! Ocultó
su carácter lo mejor que pudo durante muchos años; pero finalmente, a
causa de esta contención opuesta a su naturaleza, todos los días le subía
la sangre a la cabeza, hasta que no pudiendo soportar más ese género de
vida, se lanzó resueltamente por el camino del mal… ¡atmósfera grata!
¡Quién lo hubiera dicho!, cuando besaba a un pequeñuelo de cara rosada,
sentía deseos de rebanarle las mejillas con una navaja, y muy a menudo
lo hubiera hecho, si la Justicia, con su largo séquito de castigos, no lo
hubiera impedido en cada ocasión. No era mentiroso, confesaba la verdad
y declaraba ser cruel (Lautréamont, 1986:72).
300
y me atreví a escudriñar, yo, tan joven, los misterios del cielo. No ha-
biendo encontrado lo que buscaba, levanté mis párpados azorados más
arriba, aún más arriba, hasta que percibí un trono formado de excre-
mentos humanos y de oro, desde el cual ejercía el poder con orgullo
idiota, el cuerpo envuelto en un sudario hecho con sábanas sin lavar
de hospital, aquel que se denomina a sí mismo el Creador. Tenía en la
mano el tronco podrido de un hombre muerto, y lo llevaba alternati-
vamente de los ojos a la nariz y de la nariz a la boca; una vez en la boca
puede adivinarse lo que hacía. Sumergía sus pies en una vasta charca de
sangre en ebullición, en cuya superficie aparecían bruscamente, como
tenias a través del contenido de un orinal, dos o tres cabezas medrosas
que se volvían a hundir con la velocidad de una flecha: un puntapié bien
aplicado sobre el hueso de la nariz era la consabida recompensa por la
infracción del reglamento, provocada por la necesidad de respirar otro
ambiente, ya que, después de todo, esos hombres no eran peces. ¡Todo
lo más, anfibios que nadaban entre dos aguas en ese líquido inmundo!
Hasta que, no teniendo ya nada en la mano, el creador, con las dos pri-
meras garras del pie tomó a otro de los zambullidos por el cuello como
con unas tenazas y lo levantó en el aire, sacándolo del fango rojizo, ¡salsa
exquisita! Con éste hizo lo mismo que con el otro. Le devoró primero
la cabeza, las piernas y los brazos, y, en último término, el tronco, hasta
que, al no quedar nada, roía los huesos […] A veces exclamaba: “Os he
creado, por lo tanto tengo derecho de hacer con vosotros lo que quiera.
No me habéis hecho nada, no digo lo contrario. Os hago sufrir para mi
propio placer” (Lautréamont, 1986:117).
301
Sade lo dijo y repitió de todas las maneras: la naturaleza nos hizo nacer
solos, no hay ningún tipo de relación entre un hombre y otro. Así pues
la única regla de conducta es que yo prefiera cuanto me afecta felizmente
y que no me importe nada cuanto de mi preferencia pueda resultar per-
judicial para el otro. El mayor dolor de los demás siempre cuenta menos
que mi placer. No importa que tenga que comprar el más insignificante
goce con un inaudito conjunto de fechorías, ya que el goce me halaga,
está en mí, mientras el efecto del crimen no me afecta, está fuera de mí
(Bataille, 1997:174).
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el césped y los árboles pero eso sí colgado de cada árbol ¡a cada uno
de sus enemigos! Tenemos también el ejemplo que cita Lacan de la
pequeña niña que cargaba una gran piedra y le preguntan adónde
la lleva, a lo que responde: “Yo romper cabeza a Francisco” (Lacan,
2010:255). Aclara Lacan que esa niña no padecía locura alguna, sino
más bien era como cualquier otro niño, apuntando a la agresividad
como parte de nuestra propia estructura.
¿Qué hacer con la crueldad? ¿Qué hacer con las guerras? ¿Qué ha-
cer con la tortura? ¿Qué hacer con nuestra potencialidad destructiva?
¿Qué decía Freud en “Por qué la guerra” (1979c), entre otros de sus
escritos sobre estos temas, y en su diálogo con Einstein? La carta
de Einstein es bastante lúcida al hablar del “afán de poderío de la
clase gobernante” (1979c:184), de “hambre de poder político de
la clase dominante” e incluso dice: “el hombre tiene dentro de sí
un apetito de odio y destrucción” (1979c:185) pensando en si estas
características pueden ser en parte provocadoras de las guerras, y
muestra una ilusión: “estoy seguro de que usted podrá sugerir mé-
todos educativos, más o menos ajenos a la política, para eliminar
esos obstáculos” (1979c:184). La respuesta de Freud se apoya en
algunos de los temas que Einstein marca, le plantea que concuerda
con él, pero le propone cambiar la palabra poder, en derecho y que
usa Einstein, por violencia, y así dice: “Derecho y violencia son hoy
opuestos por nosotros, aunque uno se desarrolló desde la otra” –dice
Freud– “L’union fait la force” (La unión hace la fuerza); el derecho es
el poder de una comunidad decía, pero pensamos que más bien sí,
eso debería ser, mas no lo es tal, en tanto “hay elementos de poder
desigual, varones y mujeres, padres e hijos, y pronto, a consecuencia
de la guerra, vencedores y vencidos, que se transforman en amos y
esclavos”. Este es un pensamiento de enorme profundidad y aún vi-
gente; ése es uno de los impulsores de la guerra, habida cuenta de los
intereses económicos que imperan en esas luchas. Freud le recuerda a
Einstein el desarrollo que había trabajado sobre el intrincamiento de
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307
métodos de la tortura para distinguir cuáles eran los puntos más débiles
de los sujetos presos y lograr hacerlos confesar, lo que es absolutamente
inadmisible; esos llamados psicólogos debieran ser también juzgados.
Por otro lado, conviene anotar que el psicoanálisis si bien no está
(o no debe estar) en una posición de juicio, no debe juzgar al otro,
no se tiene una posición común frente al bien y el mal; hay cosas y
situaciones que nos rebasan y entonces ahí no podemos trabajar. No
obstante, el psicoanálisis tiene su propia ética que en mayor medida
consiste en no poner en juego el propio deseo; es decir, el deseo del
psicoanalista, debe quedar claro para él, para desde luego dejar que
el analizante logre ir descubriendo sus propios deseos. Cuando La-
can habla de “jugar al muerto” no quiere decir que no sienta o que
no desee, el quid de la cuestión es no permitir que interfiera con los
deseos del sujeto analizando. En un trabajo anterior, desarrollo lo
siguiente: “Es sin duda en la relación con el ser donde el analista debe
tomar su nivel operatorio. Está por formularse una ética que integre
las conquistas freudianas sobre el deseo: para poner en su cúspide la
cuestión del deseo del analista” (Lacan, 1971b:246).
Lacan utiliza una metáfora fuerte, en la que los sentimientos del
analista, si juegan, tendrían que jugar “el juego del muerto”, como
anotaba anteriormente, lo que implicaría no ponerlos en juego para
lograr la escucha respetuosa del paciente, si no que ya no se sabría a
qué conduciría el análisis: “[…] por eso el analista es menos libre en
su estrategia que en su táctica... haría mejor en ubicarse por su falta
en ser que por ser” (1971b:221), o bien, […] la transferencia tiene
siempre el mismo sentido de indicar los momentos de errancia y
también de orientación del análisis, el mismo valor para volvernos a
llamar al orden de nuestro papel: un no actuar positivo con vistas a la
ortodramatización de la subjetividad del paciente (Lacan, 1971b:48).
Se entiende el énfasis de Lacan en la necesidad de la no actuación
del deseo del analista; años más tarde, en el Seminario núm. 8 sobre
La Transferencia, centra su atención en la dimensión ética y marca la
transferencia como lo más opaco de nuestra experiencia: “Uno debe
preguntarse por qué medios operar honestamente con los deseos... y
preservar al acto, del deseo” (1960:61).
Marina Lieberman nos dice a propósito:
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Un camino por elegir que nos atañe de lleno es el del deseo y sus pro-
hibiciones, es decir, la ley y la violación; dice Bataille: “El deseo es el
sentido profundo de la prohibición” (1997:39). Tenemos la creencia
generalizada de que la prohibición nos es impuesta desde el afuera,
incluso en la formación del superyó, Freud nos la plantea como las
voces del superyó de nuestros padres, abuelos, incluso generaciones
anteriores e ideales sociales, sin que esto sea discutible (ya anotaba que
Freud planteaba al Estado y la Iglesia como prohibidores del pensa-
miento y acordaba que lo son), pero hay un plus que da Bataille, quien
nos enfrenta a pensar que en la angustia se levanta la prohibición desde
dentro. Nos ha intrigado en este mundo actual donde los actos violen-
tos aparecen absolutamente extremos (asesinatos múltiples, descabe-
zamientos, exhibición con lujo de detalles de actos crueles, etcétera)
si contamos todavía con una instancia psíquica tal como aquella que
describía Freud, mencionada más arriba que ocasionaba sentimientos
de culpa ante tales actos, lo que podía permitir cierto control; quizás a
esto nos daría cierta respuesta la “disociación o escisión del yo” (véase
Freud, 1979d) donde el mismo sujeto que asesina y despedaza a unos,
después puede ir con su mujer, sus hijos o incluso su perro y ¡llenarlos
de caricias! Esto claro que tiene que ver con todo el tema de “yo es
otro”, lo que ya lo observábamos en los militares nazis, quienes después
309
Ahora bien, siguiendo a Freud, y de acuerdo con él, lo que hace posible
la civilización, con todos sus malestares, es desgraciadamente (porque
no tiene ninguna gracia) la culpa. Lo que impide que nos comamos,
en todos los sentidos, los unos a los otros, es la instancia psíquica lla-
mada superyó. El superyó funciona por medio de la culpa, la culpa es
su alimento; lo paradójico es que siendo el guardián de la civilización
es, al mismo tiempo, generadora del odio y la crueldad, es decir, lo que
amenaza con destruirla. Entonces lo que nos da soporte es insoporta-
ble por sí mismo. Como sujetos, cada uno tiene que arreglárselas para
construir los soportes que detengan eso que los va a soportar. Es algo
imposible o casi imposible, es el sujeto sosteniendo eso que lo sostiene.
Y eso sólo puede suceder en el campo de lo simbólico. No en el real ni
en el imaginario. Más claramente sólo es posible si se encuentran bien
amarrados estos tres registros. Y lo que hace que funcionen los amarres
es la metáfora (2011:132-133).
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Este placer forma parte de las necesidades del yo que deben ser
satisfechas; a este placer mínimo debe seguir un “placer suficiente”
y para éste:
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Es así de complejo el tema del deseo, del goce, del placer, del amor,
el erotismo, la violencia, la crueldad y la alienación; es decir, las pul-
siones, sus vicisitudes y sus destinos, lo que me parece hay que darlo
a conocer para que los sujetos deseen seguir volteando la mirada a sí
mismos y busquemos otros caminos para salir de las relaciones en-
trampadas, alienadas, psicotizantes, destructivas. Había expresado la
idea, freudiana en principio, de que uno de los caminos para luchar
en contra de nuestras pulsiones destructivas era el amor, la razón
por encima de la pulsión, el avance en la cultura. Vamos a explorar
algo de lo que pertenece a la cultura, que es el trabajo, la creación, la
capacidad de fantasear e inventar…
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Esto tiene que ver con que el otro, los otros, se atreven a enunciar
lo que el yo propio tiene oculto e imposibilitado de nombrar; esto se
ve apoyado por la sublimación y la identificación.3
La insatisfacción mencionada tiene que ver con el tema de la falta,
los agujeros incolmables que nos enloquecen e intentamos infruc-
tuosamente “llenarlos” a costa de lo que sea, “Deseos insatisfechos
son las fuerzas pulsionales de las fantasías, y cada fantasía singular
es un cumplimiento de deseo, una rectificación de la insatisfactoria
realidad” (Freud, 1979a:130). Otro modo de expresarlo, de forma
contundente:
3 Al respecto hay un excelente análisis de cómo también sucede esto en el teatro, sus
actores y espectadores, en el texto Ser otros. El actor y sus personajes de Lieberman et al. (1989).
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4 Atractivas y paradójicas resultan para seguir reflexionando las estrictas reglas que
Sade impone en sus perversos, sangrientos y sádicos juegos, por ejemplo en Las ciento veinte
jornadas de Sodoma y en La filosofía del tocador, donde todos los más horribles actos, tenían
un orden y horario estricto preestablecido, con fuertes sanciones ante el riesgo de no ser
cumplidos, como un querer meter la razón en la sinrazón, tal vez como hacer de ello una
suerte de “trabajo” que es ordenado y opuesto al desenfreno, dentro del desenfreno mismo.
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(Quiere decir que no sólo aplica la ley por la fuerza y así la conser-
var “sino que la inventa, publica ordenanzas”. Se arroga el derecho de
inventar el “derecho” cuando es suficientemente indeterminado…).
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Todos aquellos grandes libertinos, que no viven más que para el placer,
sólo son grandes porque han aniquilado en sí toda capacidad de placer.
Por eso se entregan a espantosas anomalías […] se han hecho insensi-
bles; pretenden gozar de su insensibilidad, de esa sensibilidad negada,
anonadada, y se vuelven feroces. La crueldad no es más que la negación
de uno mismo, llevada tan lejos que se transforma en explosión destruc-
tora; la insensibilidad, dice Sade, se vuelve estremecimiento de todo el
ser (Bataille, 1997:176-179).
320
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tudes del narcisismo como régimen de control”, en S. Radosh Corkidi
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321
322
Resumen
Abstract
The article analyzes the identities of the survivors of the concentration camps
during the last dictatorship in Argentina (1976-1983) and the variability of
those representations along three decades. Specifically, the article focuses on
the camp know as “La Perla” (Córdoba) and in the tensions between the
speakable and unspeakable in the testimonies of the survivors, specially facing
the current judicial scene where are being judged crimes against humanity
committed against themselves as victims.
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Un horror “inenarrable”
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Ricardo Panzetta *
Resumen
Abstract
Introducción
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II
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III
1 Jouve (2004). Véase también Del Barco (2004). Ambos escritos y los de la rica polémica
que generaron fueron recogidos en un libro con el título de No matar. Sobre la responsabilidad
publicado por la unc y Editorial el Cíclope en 2007.
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Bibliografía
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Por otra parte, no puedo pensar en los autores y autoras del li-
bro reseñado sin considerar sus militancias, tránsitos y reflexiones
desde el movimiento mapuche contemporáneo. Son trayectorias y
biografías diversas las que se encuentran presentes en el libro, diver-
sidad que se asume como valor al fortificar la unidad por sobre las
discrepancias. Ta iñ fijke xipa rakizuameluwün es el resultado de un
esfuerzo por unidad y organización de los investigadores mapuche,
sin desconocer por cierto nuestro actual abigarramiento.
El título de la obra se podría traducir como nuestras diferentes
formas de pensarnos. Creo que en esta frase se concentra la vitalidad
y renovación de la propuesta reflexiva. No es la visión encuadrada y
cosificada de la sociedad mapuche, propia de la ciencia colonial, que
considera el pensamiento indígena como una unidad acabada, una
suerte de esencialismo epistémico. Acá, por el contrario, se evidencia
un esfuerzo por discutir en nuestras divergencias y complejidades ac-
tuales, sin por ello arrojar a la sociedad mapuche a un abismo de frag-
mentos inconexos, como harían los esencialistas de la fragmentación,
sino más bien evidenciar nuestro abigarramiento, pero apuntando
hacia nuestras proyecciones. Y esto último es significativo para sope-
sar el libro: ninguno de los autores escribe sin situarse políticamente,
sin hacer ya sea una crítica anticolonial, una reflexión sobre procesos
de asociatividad o apuntando dardos hacia el futuro, en este sentido,
el libro abraza convicciones contingentes, no está pensado como un
mamotreto condenado al polvo y a los ratones de biblioteca.
Podemos recorrer el libro desde dos profundas convicciones: la
existencia de colonialismo y la posibilidad cierta de la autodetermi-
nación. En el desarrollo interpretativo de la sociedad mapuche que
avizoran los autores y autoras aparecen con fuerza los factores raciales,
clasistas y patriarcales para explicar el tipo de relación que se inaugura
con la arremetida militar de los Estados chileno y argentino a terri-
torio mapuche a fines del siglo xix. El colonialismo aparece como
un sistema económico, político y cultural que desnivela relaciones
estructurales y cotidianas por el solo hecho de pertenecer a uno de
los segmentos societarios, esta valorización social desigual genera
violencias y jerarquías en nombre de la quimera civilizatoria. Develan
también la relación colonial existente, la cual permea instituciones
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Bibliografía
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por la liberación de los pueblos. Bajo esta guía hemos tomado expe-
riencias de otros contextos para lograr la construcción de herramien-
tas teóricas y metodológicas que permiten trabajar la dimensión del
corazón, al mismo tiempo que las personas se convierten en sujetos
con poder de transformación de su realidad.
Poner en marcha el enfoque psicosocial, en la atención integral a las
personas migrantes y sus familias, tendrá muchas variantes. Debido,
por un lado, al grado de movilidad de las personas, quienes pueden
ser localizadas o ubicadas en un país en tránsito, y que regresan a sus
países de origen, o bien, aquellos que están de forma estable en los paí-
ses de origen o destino. Por otro lado, se darán ciertas particularidades
dependiendo de si se trabaja con familiares de personas desaparecidas,
mujeres en comunidades de origen, personas que pasan por los alber-
gues de migrantes, personas deportadas, niños, niñas o personas que
han sido violentadas o que han sufrido accidentes en la ruta migratoria.
Cada contexto requerirá estrategias y acciones particulares, pero
lo que consideramos necesario es que, dada la naturaleza trasnacional
de la migración que atraviesa países, pensemos en formas de acom-
pañamiento y lucha por los derechos que sobrepasen las fronteras.
En 2010, un grupo de organizaciones que trabajamos en la de-
fensa y promoción de los derechos humanos en la región de Cen-
troamérica y México, iniciamos la reflexión de cómo incorporar el
enfoque psicosocial a los contextos de las migraciones forzadas. Al
analizar múltiples experiencias en contextos internacionales, no se
encontraron muchos materiales en este sentido y, por ello, iniciamos
un proceso de adaptación del modelo psicosocial para los contextos
migratorios. Se tomó como punto de partida otras experiencias en
el campo de las situaciones de conflictos armados como Guatemala,
Colombia o El Salvador, en las que el enfoque psicosocial ha tenido
un papel importante en los procesos de reconstrucción y fortale-
cimiento de las personas que han vivido graves violaciones de los
derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.
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1 El malentendido y la educación
2 Subjetividad y mujer
3 Eros y Tánatos
4 Pensamiento mágico e imaginación colectiva
5 Instituciones totales
6 Sujeto y subjetividad
7 Artes y psicoanálisis
8 Literatura y psicoanálisis
9 Las tramas del amor
10 Convergencias y divergencias
11 ¿Sociedad de locos o locura social?
12 Orfandad en la teoría
13 Símbolos y significados
14/15 Familia, pasiones y mitos
16 Familia y cultura
17 Género y violencia social
18/19 Pensar la intervención
20 Diversidad de infancias
21 El devenir de los grupos
22 Procesos educativos: ¿creación o repetición?
23 Otros lugares de la subjetividad
24 Emergencia de nuevos actores sociales y formas de subjetividad
25 Subjetividad y nuevas tecnologías
26 Narcisismo y modernidad
27 Subjetividad y quehacer político
28 Participación social infantil y juvenil: perspectivas críticas
29 Los placeres de la vida cotidiana
30 Los usos del miedo
31 Subjetividades juveniles, riesgo y creación
32 Los territorios del cuerpo
33 La experiencia del tiempo
34 Comunidad: aproximaciones teóricas y experiencias comunitarias
35 Autonomía e intervención
36 Nuevas subjetividades
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Ediciones impresas
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Ediciones digitales
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