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La primera medida que se propone para intervenir el TDAH desde el aula, tiene carácter
preventivo y aunque se propone para el alumnado con TDAH, será igualmente válida para
todos los demás niños.
Las medidas preventivas pretenden evitar los problemas de atención, hiperactividad
impulsividad o, al menos, reducirlos.
1. Expectativas realistas
La primera medida consiste en que, como maestro o maestra, tengas unas expectativas
realistas respecto a estos niños con TDAH. En ocasiones, cuando las expectativas de los
profesores respecto a estos alumnos no son realistas, se produce una sensación de
impotencia, de fracaso o de ansiedad, que normalmente se contagia. La situación se
maneja desde otra perspectiva cuando conoces sus limitaciones, lo que puedes exigirle y
lo que el alumno puede dar. Además, este es el primer paso para que el niño o la niña vayan
mejorando a su ritmo.
Tener expectativas realistas te ayudará como profesor a no tener continuamente una
sensación de frustración y de fracaso, de no transmitírsela al alumno y de caminar,
progresivamente hacia la mejora.
La segunda medida preventiva es procurar que los niños estén cómodos en función de la
actividad que realizan. La comodidad favorece la atención y disminuye el riesgo de
hiperactividad. Para eso, es necesario que adaptes la actividad a las condiciones en la que
se realiza.
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GLORIA CECILIA HENAO LÓPEZ
Neuropsicóloga – Psicóloga – Ed. Especial
Reg: 15 03 08 / Cód. Prestador de Salud SSA 06084
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Por ejemplo, una asamblea de clase, en la que los niños están sentados en el suelo, es una
situación que no puede prolongarse demasiado. Cuando pase el tiempo, empezaran a estar
incómodos, a cansarse, a moverse… Mucho más el alumno con TDAH. Por lo tanto, tendrás
en cuenta que ese tipo de actividad no puede ser demasiado prolongada.
En otros casos, los alumnos están distribuidos en el aula de tal manera, que les resulta
complicado ver eel tablero, porque están de espaldas a el. En esas situaciones, tendrás
que cambiar la posición de esos niños para estar más cómodos en ese momento.
Pero hay otras ocasiones en las que las condiciones de comodidad no se pueden modificar.
Por ejemplo, hay períodos del curso y determinadas regiones, donde puede hacer frio.
Serán situaciones que procurarás tener en cuenta y adaptarte a ellas de alguna manera.
3. Reducir distractores
La tercera medida preventiva consiste en que hay que procurar eliminar o reducir los
distractores, es decir, aquello que pueda distraer al alumno con TDAH.
Por ejemplo, estar sentado junto a la ventana puede ser un distractor; algún objeto de
juego en la mesa, también puede distraer… En algunos casos, un aula con una decoración
excesiva, con mucha información en las paredes, también puede ser un distractor, pero a
la vez, es una ayuda para la mayoría de alumnos. En estas situaciones tendrás que sopesar
y tomar las decisiones que consideres. Hay aulas en las que los distractores son
inevitables: un aula que da a una calle muy ruidosa, por ejemplo.
En todo caso, la idea es que tengas en cuenta aquellos elementos que pueden ser un
distractor para el alumno con TDAH y consideres en qué medida puedes modificarlo.
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Una medida preventiva básica consiste en que haya un sitio para cada cosa y que cada cosa
esté en su sitio. En definitiva, que el aula dé la sensación de orden.
Esto implica que se debe disponer de espacios para dejar los libros, los cuadernos pendientes
de corregir, los diferentes materiales, los juegos… Y que los niños sepan perfectamente
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Y añade:
En nuestra clase todo está bien colocado y no puedes dejar las cosas por
cualquier sitio.
6. Evitar interrupciones
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Finalmente, debes prevenir situaciones especialmente problemáticas para todos los alumnos
y para los que presentan TDAH en particular.
Una de las más importantes que debes evitar es que se queden solos, sin supervisión de un
adulto. Normalmente sucede en los cambios de clase, cuando esperas a otro profesor que
tiene que venir o debes acudir a otra aula. En la medida de lo posible, debes evitar esos
momentos o acortarlos al máximo.
Otras situaciones problemáticas son las esperas prolongadas o situaciones de pasividad
demasiado duraderas. Por ejemplo, mantener a los alumnos esperando durante mucho tiempo,
mientras intentamos solucionar un problema técnico o informático. Normalmente, suelen ser
situaciones de riesgo para crear otro tipo de problemas. Es importante evitarlas siendo
previsor de las mismas.
Recapitulando, las primeras medidas que se deben adoptar en un aula, son las de carácter
preventivo. Nosotros te hemos propuesto las siguientes:
Que, como profesor o profesora, tengas unas expectativas realistas, que eviten
la frustración y la sensación de fracaso.
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Evitar interrupciones.
La dificultad para ser organizados suele ser una característica de los alumnos con TDAH.
La desorganización, a su vez, suele ser un impedimento para poder funcionar con
normalidad en diferentes ámbitos, también en el aprendizaje. Por eso, ayudarles a ser
organizados, es un objetivo prioritario en la intervención educativa de un niño o una niña
con TDAH. Habría que gastar mucha energía en este aspecto, sobre todo, al principio de
la intervención.
Aunque muchas de las estrategias que vamos a presentar te parecerán muy básicas,
comprobaras que muchos niños con TDAH no las tienen adquiridas. Se debe enseñar a ser
organizados desde los niveles más básicos, hasta niveles más elaborados; comenzando con
mucha ayuda, hasta conseguir el máximo de autonomía.
Estos son los aspectos en los que debes ayudarles de manera progresiva.
1. Manejar el horario de clase
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Otra segunda medida consiste en enseñarle a preparar desde el colegio, lo que se tiene
que llevar a casa y lo que puede dejar en clase.
Enseñarle implica realizarlo de una manera sistemática, sobre todo al principio: consultar
la lista de tareas y el horario de clase, para ir incluyendo lo necesario. Lo que no se
precisa, se queda en el aula.
3. Organizar el cuaderno
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En cuarto lugar, enseñarle a ser organizado también supone enseñarle a colocar cada cosa
en su sitio: colocar el saco en su lugar, dejar los diferentes materiales del aula en sus
espacios correspondientes.
También implica enseñarles a mantener ordenado el propio pupitre, tirar lo sobrante,
colocar el material de forma ordenada. De la misma forma, mantener ordenada la mochila
o cartera.
5. Preparar solo lo necesario
Esta estrategia consiste en que el alumno disponga en su mesa tan solo de aquello que
precisa para realizar una tarea y retire lo que no necesita e incluso le puede distraer.
Por ejemplo, si el niño se dispone a realizar los deberes de inglés, debe pensar lo que va a
necesitar: el cuaderno, dos bolígrafos, el libro y el diccionario. Pues bien, antes de
comenzar, prepara todo en la mesa, para no interrumpir el trabajo. Y, por otro lado,
retira y guarda en su lugar correspondiente lo que le pueda estorbar o distraer.
6.Trabajar de manera sistemática
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Hemos querido dedicar un apartado especial al hecho de anotar los deberes y tareas, por
ser uno de los puntos débiles habituales del alumnado con TDAH en todas las etapas
educativas. En realidad, esta estrategia formaría parte de los aprendizajes dedicados a
ayudarles a ser organizados, pero queremos darle un tratamiento especial.
Aunque parece una estrategia sencilla y básica, sin embargo, por las características
propias del trastorno, es un hábito que hay que ayudarles a adquirir.
1. El uso de la agenda
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En primer lugar, tienes que tener en cuenta que la agenda no siempre es la mejor
herramienta para anotar las listas de tareas. En niños pequeños, de 1° a 3° de Primaria,
las agendas disponen de espacios muy reducidos para la escritura o al menos, pequeños
para el tamaño de su letra.
En 1° a 2° de Primaria, de los 6 a los 8 años aproximadamente, pueden anotar los deberes
mucho mejor en el propio cuaderno. Lo más importante es habituarlos a anotar lo que
queda pendiente o lo que tienen que recordar.
En 3°y 4° de Primaria, con 9 y 10 años, pueden utilizar para anotar los deberes y tareas,
una pequeña libreta de notas. A partir de 5° o 6°, si pueden comenzar a utilizar las
agendas convencionales.
Por otro lado, en el caso de los niños con TDAH, es importante dedicarles inicialmente un
tiempo a explicarles cómo funcionan las listas de tareas o las anotaciones en la agenda.
Hay que explicarles de que forma anotar la tarea pendiente. En algunos casos, además,
deben apuntar el material que necesitaran llevar a casa. Como profesor has de dejar un
tiempo breve, al final de la clase, para que realicen las anotaciones. El profesor no debe
anotarle los deberes, pero sí dejar tiempo para hacerlo y supervisar que lo hace. En
algunos casos, un compañero puede encargarse de recordar al alumno con TDAH que anote
lo necesario.
2. Listas de tareas
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Consultar la lista.
En el contexto del aula, una medida eficaz para su enseñanza consiste en que hagas de
modelo como maestro o maestra de cómo usarlas convenientemente. Por ejemplo,
como decíamos antes, anotar en la pizarra la posible lista de tareas para la sesión de
clase o para la semana y priorizar las tareas e ir tachándolas conforme se ejecutan.
Los alumnos más mayores, por ejemplo, desde los 10 años, deben ir aprendiendo a usar
la agenda o los calendarios, para tareas a más largo plazo. Por ejemplo, realizar un
trabajo, leer un libro o preparar un examen.
En estos casos no basta con anotar la fecha de entrega o realización, que puede ser a
los veinte o treinta días. Con los alumnos con TDAH hay que enseñarles algunas
estrategias más de planificación. Concretamente enseñarles a establecer y anotar
plazos intermedios.
Por ejemplo, si debe leer un libro y dispone de veinte días para hacerlo, puede
establecer una especie de calendario de lectura, donde anota las páginas que debe
llevar leídas cada semana o cada tres días. Lo mismo puede ocurrir con la elaboración
y entrega de un trabajo o monografía: se debe enseñar a establecer plazos para
tareas intermedias.
Por ejemplo, imagina que estamos a principios del mes de marzo y que para el día 31
de ese mes, debe presentar un trabajo. El chico puede establecer los siguientes
plazos intermedios.
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Todas estas estrategias que hemos presentado sobre anotar deberes y trabajos,
son pautas centradas en el contexto del aula. Sin embargo, es clave la colaboración
familiar para que las estrategias puedan consolidarse en estos alumnos.
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El espacio del aula es una variable pedagógica que, como profesor, puedes gestionar
como medida de intervención con el alumnado con TDAH.
En este apartado te vamos a facilitar una serie de recomendaciones en dos ámbitos:
por un lado, cómo distribuir la clase y, por otro, cual es la mejor ubicación para un
alumno con TDAH.
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Además de variar, tendrás que realizar pruebas “ensayo-error” para ver cuál es la más
adecuada para determinado grupo de alumnos y en cual trabajas como profesor, con
más seguridad.
En segundo lugar, tal y como ya hemos aludido, es más importante que en el aula
haya un sitio para cada cosa y que cada cosa pueda estar en su sitio.
En este aspecto, no existe una ubicación ideal del alumno con TDAH. Tendrás que
realizar pruebas a modo de ensayo-error y realizar cambios cada cierto tiempo. En
todo caso, te ofrecemos las siguientes orientaciones:
En primer lugar, es conveniente que, en cualquiera de las distribuciones del aula,
sitúes al alumno con TDAH en el lugar en el que cuente con los menores distractores
posibles, que pueda mirar con comodidad al profesor cuando explica o da instrucciones
y que pueda salir de su mesa y moverse con cierta facilidad. Parece que situarlo cerca
del profesor y en las primeras filas, reduce las posibilidades de distraerse y facilita el
hecho de ofrecer ayuda directa.
Por ejemplo, en una clase, un alumno estaba justo mirando hacia la ventana y estaba
continuamente deslumbrado, por lo que le resultaba más complicado mirar al profesor
y seguir las explicaciones. Ese tipo de incidencias, habría que evitarlas.
En otros casos, la ubicación ideal puede ser al final de la clase. Esto sucede
especialmente, con alumnos con un alto nivel de hiperactividad. El final de la clase le
permite levantarse con más frecuencia o moverse, sin que, por ello, distraiga o moleste
a los demás niños.
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como veremos en próximos apartados. Hay alumnos que no son una compañía positiva
para el niño o la niña con TDAH, mientras que otros, los animan y estimulan.
La situación cerca de una ventana o de una puerta puede ser una ubicación
inadecuada para algunos chicos y, sin embargo, ser ideal para otros. A una niña, estar
situada cerca de la ventana, le servía para hacer pequeños descansos mirando a través
de ella. Para otro alumno, el estar cerca de la puerta le permitía ir con más frecuencia
al baño sin interrumpir, ya que para él era una forma de canalizar su hiperactividad.
La gestión del tiempo es una variable pedagógica que cobra una especial relevancia
cuando tienes un alumno con TDAH, ya que la concentración y la atención varían a lo
largo de una sesión de clase.
A este propósito hay que tener en cuenta que existe una curva del rendimiento para
una sesión de clase. Al comienzo de la sesión, hay una primera fase en la que la
atención y concentración ascienden rápidamente hasta conseguir el máximo
rendimiento.
Después existen pequeños periodos de tiempo, de unos 15 minutos como máximo, en los
que va decayendo, pero de nuevo se puede volver a recuperar. En cada fase de
recuperación, la atención y la concentración ya es menor, fruto de la fatiga. Hacia el
final de la sesión, el rendimiento atencional decae.
La curva del rendimiento se debe tener en cuenta en mayor medida con los niños de
TDAH. Las implicaciones que esto conlleva, te las explicamos a continuación.
La primera implicación es justamente esa, que la atención y la concentración no
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En tercer lugar, que el máximo rendimiento suele ser al principio. Pero que ese
tiempo es limitado. Por tanto, las tareas de mayor concentración deberían realizarse
en ese periodo, por ejemplo, una explicación del profesor.
En cuarto lugar, también puedes comprobar que forma parte del proceso, que la
atención y el rendimiento decaigan y que hay que invertir tiempo en recuperarla de
nuevo a lo largo de una sesión de clase.
Finalmente, el hecho de que exista una curva del rendimiento te enseña que las
tareas las debes distribuir a lo largo de la sesión: casi siempre las que exigen más
atención al principio, y las que exigen menos, al final de la sesión.
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Para terminar, otra implicación más de la gestión del tiempo, es el hecho de tener
expectativas realistas a la hora de ajustar el tiempo disponible a las tareas que
queremos realizar. Esto implica que no puedes pretender hacer una distribución
demasiado ajustada o exigente para una sesión de clase, porque es muy probable que
no tengas tiempo suficiente.
Recapitulando, en este apartado te hemos explicado cómo funciona, en general, la
curva del rendimiento, de manera que la tengas en cuenta en las sesiones de clase, a lo
largo de una semana y finalmente, a lo largo de un curso escolar. Y por último, cómo
gestionar, con expectativas realistas el uso del tiempo, especialmente cuando tienes
alumnos con TDAH en el aula.
Las instrucciones son todas esas órdenes o recomendaciones sobre qué actividades
hay que realizar, cómo hacerlas, avisos para los alumnos, normas, etc. El hecho de dar
instrucciones a los alumnos es algo habitual en la vida del aula.
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En cuarto lugar, intenta dar las instrucciones sin criticar. Si tienes que recordar
que hoy van a la biblioteca y que tanto la bajada como la estancia deben realizarla en
silencio y sin correr, es necesario criticar como se suelen comportar en otras
ocasiones. La crítica no los predispone a cumplir la norma, sino más bien al contrario.
Con el niño con TDAH “la técnica del altavoz”: consiste en avisarle, antes de dar
la instrucción, que él hará de “altavoz” nada más dar las instrucciones, recordando a
los compañeros lo que hay que hacer. Esta técnica le anima a estar más concentrado y
a atender más. Y a ti como profesor también te sirve para comprobar hasta qué punto
ha entendido la instrucción.
Finalmente, debes tener en cuenta, que, en muchos casos, los alumnos con TDAH
necesitan, además, instrucciones especificas y particulares, porque las que se dan gran
grupo, no suelen resultar suficientes para ellos.
En segundo lugar, es útil que les expliques a todos los alumnos, también al niño
con TDAH, cuál es el objetivo de lo que van a aprender. Por ejemplo, antes de
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comenzar el tema de la Digestión, se les puede indicar que en esta lección vamos a
aprender cómo se produce la digestión de los alimentos y qué función tiene cada
uno de los órganos que intervienen. Además de explicarles el objetivo, es
conveniente presentarles un esquema o guion de los diferentes apartados que se
van a desarrollar.
Por ejemplo, un comentario como este puede ser suficiente: “Me alegra ver que
estáis prestando mucha atención…” Si el alumno con TDAH vuelve su atención hacia
ti, es el momento de reforzarle: “Muy bien, así me gusta, que estés atento a las
explicaciones”.
En quinto lugar, para mantener la atención de todos los alumnos y también del
alumno con TDAH, evita ser monótono: habla en un volumen adecuado, que se te
oiga bien y sobre todo, cambia frecuentemente el tono de voz, haz pausas donde
pongas ejemplos, comenta anécdotas… dramatiza en la medida que puedas.
A este respecto hay maestros y maestras que son verdaderos artistas y logran los
tiempos y la atención de los alumnos de una manera magistral.
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Finalmente, utiliza también otros recursos para las explicaciones. Hoy en día
disponemos de cientos de videos en Internet con los que podemos ilustrar nuestras
explicaciones.
I. Orientaciones sobre las actividades
El criterio de actuación con los alumnos con TDAH debería ser el de proponer las mismas
actividades que al resto de los alumnos, pero con algunas adaptaciones. Esta medida no es
válida en los casos en los que haya un desfase curricular significativo. En ese caso, el
contenido de las tareas debe responder al nivel curricular que presenten.
Las medidas que te vamos a proponer son las siguientes: secuenciar la dificultad, emplear
diferentes niveles de dificultad, utilizar la técnica “actividades para todos”, presentar las
actividades de manera secuenciada, adaptar el formato de respuesta, proponer actividades
“sin lápiz ni papel”, las actividades divergentes y utilizar material e información familiares.
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Cualquier actividad, cuando no se consigue resolver, se puede dividir en pequeños pasos que
tienen menor nivel de dificultad y donde se aumenta el nivel de ayuda.
Por ejemplo, imaginemos que un niño no es capaz de escribir su nombre completo en
mayúsculas. Secuenciar la dificultad de esta tarea puede consistir en que complete su
nombre escribiendo solo las vocales o que lo repase, pero escrito con letras con puntitos, por
ejemplo.
Otra tarea puede ser la de escribir una redacción donde el alumno cuente lo que ha hecho
durante las vacaciones de verano. Si no fuera capaz de realizarla, si podríamos secuenciar la
dificultad y aumentar la ayuda, proponiéndole unas preguntas sobre el tema: que lugares has
visitado, que has hecho en esos lugares, con que personas has estado, a que te has dedicado
mientras has estado en casa, que es lo que más te ha gustado de las vacaciones …
La segunda medida que te proponemos consiste en llevar a cabo actividades con distintos
niveles de dificultad. Concretamente, te aconsejamos que siempre haya actividades de tres
niveles:
Un nivel básico, para todos los alumnos, incluidos los niños con TDAH que
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hubiera en tu aula.
Un nivel medio, sobre los contenidos prioritarios, pensando para los alumnos
promedio, pero también para los que pudieran presentar TDAH.
Finalmente, un nivel avanzado, con mayor nivel de exigencia y creatividad, para
los alumnos más aventajados y con un abordaje mas profundo de los contenidos.
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