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María Camila Cardozo Prieto

Seminario de Filosofía y Economía

Sobre el concepto de Felicidad en Aristóteles

Aristóteles fue un pensador, nacido en Estagira, Macedonia, en la Grecia Antigua,


alrededor del año 384 a.C. Podríamos decir que Aristóteles funda las primeras bases del
pensamiento en occidente, con sus aportaciones en la ciencia y la filosofía. Entre estas,
es considerado como el padre de la lógica, por establecer los fundamentos de la
argumentación y la lógica, con los silogismos, haciendo hincapié en el buen
razonamiento. Además, contribuye en el campo de la política, en lo que respecta a la
estructura y al buen funcionamiento de una ciudad-estado; realiza estudios en la medicina
griega y en la biología; y presenta una Teoría del alma y una Ética de la virtud.

En lo que a nosotras respecta en estas notas, es estudiar el concepto de Felicidad en


Aristóteles, que iremos analizando detenidamente, y que tiene que ver con una ética de la
virtud. Para ello nos enfocaremos principalmente en el libro primero de la Ética a
Nicómaco, y concluiré con un comentario crítico frente a lo aquí estudiado.

Ahora bien, Aristóteles parte de que toda actividad humana tiene un fin, y de este modo
todo arte, elección e investigación parecen tender a algún bien. Dejando en claro que
existen diferencias en los fines, dado que unos son actividades y los otros obran a parte
de estas. Una cosa es la acción, otra la actividad y otra, la producción. No obstante, existen
muchas acciones, artes y ciencias, y muchos son también los fines. Así por ejemplo,
establece Aristóteles que el fin de la medicina es la salud y el de la construcción naval el
navío. Sin embargo la pregunta principal, que encaminará el estudio de todo el libro I, de

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Ética a Nicómaco, es por aquello que busca por sí mismo y no está determinado por otra
cosa.

Dentro de ese primer cuestionamiento, Aristóteles plantea en un primer momento que


este bien se manifiesta en la política, dado que ella es en efecto, la que regula qué ciencias
son necesarias en las ciudades y cuáles ha de aprender cada uno y hasta que extremo. Y,
el fin de la política incluye el fin de otras ciencias tales como la economía, la estrategia y
la retórica, ya que la política se sirve de estas.

Para Aristóteles, el fin de la política no es el conocimiento adquirido de esta, sino que es


la acción. Establece que los hombres deberán orientar sus afanes y sus acciones según la
razón, pues el saber acerca de estas cosas, será más provechoso.

“Y poco importa si es joven en edad o de carácter juvenil; pues el defecto no


radica en el tiempo, sino en vivir y procurar todas las cosas de acuerdo con la
pasión. Para tales personas el conocimiento resulta inútil, como para los
incontinentes; en cambio, para los que orientan sus afanes según la razón, el
saber acerca de estas cosas será muy provechoso.” (E.N I,1095a, 5-10)

De la cita anterior, Aristóteles intenta clarificar que la política es un conocimiento


práctico y no una ciencia exacta. Y por esta razón una persona joven, no es apropiada
para aplicar la ciencia política, porque se deja llevar por sus sentimientos y no hace buen
uso de la razón, lo que no conducirá, en términos Aristotélicos, a ser virtuoso.

Aristóteles defiende además que las cosas nobles y justas, que si bien son objetos de la
política, presentan la mayoría de las veces tantas diferencias como desviaciones, que
parecen entonces existir por convención y no por naturaleza. No obstante, se reitera la
pregunta sobre cuál es la meta de la política y cuál es el bien supremo entre todos los que
puedan realizarse.

“(…) tanto para el vulgo como los cultos dicen que es la felicidad, y piensan que
vivir bien y obrar bien, es lo mismo que ser feliz. Pero sobre lo que es la felicidad
discuten y no lo explican del mismo modo el vulgo y los sabios.” (E.N I, 1095a,15-
20)

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Para Aristóteles, los seres humanos parecen entender el bien y la felicidad partiendo de
los diferentes géneros de vida. Pero, tanto el vulgo como los más groseros-según
Aristóteles-parecen encontrar la felicidad en el placer, y por esto aman la vida voluptuosa,
que, en términos Aristotélicos, corresponde a una vida de bestias. De esta manera explica
que quien desempeña cargos políticos busca honores, como si el fin de la vida política,
fuese la honradez. Pero aunque seamos reconocidos por lo que hagamos, será importante
si quienes nos reconocen por ser virtuosos y por realizar acciones virtuosas, son virtuosos.

Partiendo de esto, Aristóteles, que considera la felicidad como el bien supremo, que se
busca como un fin en sí mismo, y va a criticar no sólo a quienes buscan la felicidad en el
placer, sino que va a realizar una crítica a la idea platónica del bien, que se desprende por
la pregunta por el bien universal.

Para Aristóteles los bienes pueden decirse de dos modos: unos por sí mismos (los útiles)
y los otros por estos. No obstante, pareciese que los argumentos de los platónicos no
incluyen todos los bienes, sino únicamente los que buscan y aman por sí mismos. Es,
decir, que no existe en tales argumentos una idea universal de todos los bienes. A saber,
Aristóteles critica el hecho de que el bien no puede ser unívoco, expresado en distintas
categorías, ya que estos no se diferencian en cuanto a su definición y no existe una idea
de “bien en sí mismo”. Pues el término “bien” es análogo y no unívoco. Cada saber
práctico se debe ocupar únicamente de bienes concretos.

Aristóteles distingue tres clases de bienes: a) Los llamados exteriores, b) los del alma, y
c) los del cuerpo; Siendo los del alma los más importantes y los bienes por excelencia.
Por ende, dice las acciones y las actividades anímicas las referimos al alma.

“Es también correcto decir que el fin consiste en ciertas acciones y actividades,
pues así se desprende de los bienes del alma y no de los exteriores. Concuerda
también con nuestro razonamiento el que el hombre feliz vive bien y obra bien,
pues a esto es, poco más o menos, a lo que se llama vida buena y buena conducta.”
(E.N I, 1098b, 20-25)

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De lo anterior, podemos concluir que para Aristóteles la virtud depende de las acciones
y las elecciones, por ello, quien se complace por ejemplo con la práctica de la justicia,
tiende a la felicidad. «Lo más hermoso es lo más justo; lo mejor, la salud; pero lo más
agradable es lograr lo que uno ama»1. (E.N I, 1099a, 25-30)

Por otra parte, Aristóteles señala que la felicidad necesita también de los bienes
exteriores, porque no es fácil hacer el bien cuando no se cuenta con los recursos. Muchas
cosas por ejemplo, sostiene Aristóteles se hacen por medio de los amigos, de la riqueza o
el poder político como si fuesen instrumentos, entonces la carencia de cosas importantes
como lo son la nobleza de linaje, buenos hijos y belleza, nublan esta dicha. Pues la
felicidad también necesita de la prosperidad, y por ende algunos la identifican como una
cuestión de buena suerte, mientras que otros la vinculan, como Aristóteles, con la virtud.
Pues Aristóteles define la felicidad como cierta actividad del alma conforme a la
virtud.

¿La felicidad radica en nostros o procede de una fuente exterior? Aristóteles responde a
esta pregunta, estableciendo que aun cuando la felicidad puede venir como un regalo o
un don de los dioses, sobreviene de la virtud y de cierto aprendizaje o ejercicio. Asimismo
el premio y el fin de la virtud es algo divino y venturoso. Así por ejemplo el fin de la
política es el mejor bien, dado que pone el mayor cuidado en hacer de los ciudadanos,
seres capacitados para realizar acciones nobles, lo que encaminará al buen actuar y a la
virtud, y en efecto, a la vida feliz.

Como ya lo mencionamos anteriormente, Aristóteles define la felicidad como una


activudad racional del alma conforme la virtud, que no está determinada por otra cosa,
sino que se busca como un fin en sí mismo; y de los demás bienes unos son necesarios,
otros por naturaleza auxiliares y útiles como instrumento. La felicidad entonces, requiere
de una virtud perfecto y de una vida entera.

“De acuerdo con esto, es razonable que no llamemos feliz al buey, ni al caballo
ni a ningún otro animal, pues ninguno de ellos es capaz de participar de tal

1
Esta afirmación es citada en el libro I, de Ética a Nicómaco, y corresponde a una inscripción que se
encuentra en los propileos del templo de Leto en Delos y, aparece además en el principio de la Ética
Eudemia.

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actividad. Por la misma causa, tampoco el niño es feliz, pues no es capaz todavía
de tales acciones por su edad; pero algunos de ellos, son llamados felices porque
se espera que lo sean en un futuro.” (E.N I, 1099b -1100a, 30-5)

De la cita anterior, Aristóteles intenta mostrar que, muy a pesar de que existan cambios y
azares de toda índole a lo largo de la vida, porque las actividades virtuosas juegan un
papel importantísimo en la felicidad, mientras las contrarias, el contrario. Establece
Aristóteles que, de cierta manera sería correcto seguir las viscitudes de la fortuna, porque
la bondad o la maldad de una persona, no dependen de ellas, aunque la vida humana las
necesite.

En esencia lo que respalda Aristóteles es la idea de que en ninguna obra humana existe
tanta estabilidad como en las actividades virtuosas, porque siempre y cuando se siga el
camino de la virtud, una persona podrá ser feliz para toda la vida, y soportar las viscitudes
de la vida, noblemente y con moderación en toda circunstancia. Por lo tanto ningún
hombre venturoso llegará a ser desgraciado, porque nunca hará -dice Aristóteles- lo que
es odioso y vil. Por lo que toda persona verdaderamente buena y prudente podrá soportar
dignamente toda las viscitudes de la furtuna, y actuar de la manera más idóneas o correcta
bajo cualquier cincunstancia.

¿Es la felicidad elogiable o digna de honor? Más allá de una simple facultad, Aristóteles
establece que (…)todo lo elogiable se elogia por ser de cierta índole y por tener cierta
referencia a algo; y así elogiamos al justo y al viril, y en general al bueno y a la virtud
por sus acciones y sus obras, y al robusto y al ágil (…) (E.N I, 1101b, 10-15) por tener
naturalmente ciertas cualidades y de esta manera servir para algo virtuoso y bueno. No
obstante establece que (…) nadie elogia la felicidad como elogia lo justo, sino que la
ensalza como algo más divino y mejor.” (E.N I, 1101b, 25-30)

En resumen, establece Aristóteles que la felicidad es cosa perfecta y por ende es digna de
ser alabada, ya que es la causa principal de todas las demás cosas que hacemos. Y el
principio y la causa de tales bienes deben por consiguiente ser dignos de honor. Por último
enfatiza Aristóteles que el verdadero político se esfuerza por ocuparse de la virtud, porque
busca de alguna manera hacer de los ciudadanos, personas buenas y sumisas a la ley.
Señalando que la virtud humana no es la del cuerpo, y por eso su discrepancia con

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encontrar la felicidad en los placeres, sino que esa virtud de la que hablamos es la del
alma, por ello, la felicidad en términos de Aristóteles, es una actividad racional del alma.
Recordemos que cuando Aristóteles habla del alma, explica que existe una parte de ella
que es racional y la otra irracional; y que la virtud se divide según estas facultades del
alma, unas son las virtudes dianoéticas (sabiduría, inteligencia, prudencia) y otras éticas
(liberación y moderación).

Para concluir las notas que hemos estudiado hasta aquí, quisiera decir que, aun cuando
considero al igual que Aristóteles que procurar la virtud en las elecciones y en las buenas
obras, nos permite encaminarnos hacia una vida feliz, Aristóteles deja ver que no todos
son dignos de alcanzar la felicidad si no se siguen los ideales griegos de ese momento.
Estos ideales, si bien no sólo tenían que ver con el buen cultivo de la razón, para
encaminarla hacia la virtud y la vida buena, sino que también, el ciudadano griego debía
tener un buen cultivo del cuerpo. Y aquel que por fallas naturalez nace invidente, no podrá
alcanzar la felicidad plénamente, según Aristóteles, porque la felicidad se mediría en
cierta parte por la fortuna o la suerte.

Por otra parte, me llama la atención que Aristóteles aluda a la felicidad, para expresarla
no como un estado anímico, sino como una actividad racional del alma, que se alcanza
durante una vida entera, si encaminamos dicha activida hacia la virtud. Creo que en ello
tiene razón, pero me surje la pregunta de si la felicidad más allá de ser un fin en sí mismo,
no determinado por otras cosas, no puede hacer parte del proceso de dichos fines hasta
culminarlos. Asimismo me parece que conducir la felicidad a un plano méramente
racional, la vuelve un poco limitada, pues considero que la felicidad puede procurarse
mediante ciertos placeres corporales, que no necesariamente pueden ser catalogados
como “malos”, aquellos por ejemplo que nos pueden brindar ciertas experiencias
estéticas.

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 Aristóteles. (2014). Ética a Nicómaco. Editorial Gredos, S. A. Madrid. Prólogo de
Teresa Martínez Zambrano. Traducido de Julio Pallí Bonet.

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