El marketing, visto como un proceso continuo a través del ciclo de vida de la
relación con los clientes, puede ser representado como un círculo. Una continua adaptación a las necesidades, acompañada de actividades de marketing adaptadas a la etapa del ciclo de vida en la que está el cliente, se hace necesaria para mantenerlo en el círculo. Sin embargo, un cliente puede abandonar el proceso en cualquier etapa si la empresa no es capaz de darle lo que ha prometido. Por ejemplo, se puede perder un cliente porque en una campaña de publicidad la empresa hace promesas que no puede mantener mediante la función del marketing interactivo de las interacciones comprador-vendedor. Incluso, si las promesas son realistas, se puede perder al cliente si la empresa no puede gestionar con eficacia las interacciones comprador-vendedor que se producen en los procesos de compra y/o consumo. Además, la influencia externa por parte de compañeros o amigos (comunicación “boca a boca”) pueden tener cierta influencia en el comportamiento del cliente. Finalmente, los competidores pueden llevarse a los clientes mediante mayores promesas, por ejemplo, mejor calidad funcional o un precio sustancialmente menor, que las que actualmente reciben los clientes. Grönroos, C. (1994). Marketing y gestión de servicios: la gestión de los momentos de la verdad y la competencia en los servicios. Ediciones Díaz de Santos.