Homicidio Involuntario, un crimen en círculos 1

Homicidio Involuntario, alrededor de un crimen en círculos

Nicolás Oviedo
00202371

Escritura Académica

1459

Universidad San Francisco de Quito

Quito, 8 de mayo de 2018

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Las personas poseen cercamientos emocionales que los conectan con el mundo y

representan su humanidad; dicho mensaje es planteado en la mente de todos nosotros a lo

largo de nuestra vida y conforme vamos creciendo este sentimiento de protección a lo que

amamos se vuelve mucho más fuerte, pero ¿que pasa cuando en una situación de defensa se

ven comprometidos la ley y el quebrantamiento de la misma? La gente acusada y encarcelada

por estos casos experimenta fuertes traumas y es que la sentencia hacia un criminal es letal,

pero lo es mucho más si dicho crimen se realizó en defensa propia o de seres queridos. Las

leyes amparan a la justicia, pero nadie se centra en la defensa del acusado, temas que hasta

la actualidad representan un conflicto penal muy grande.

La problemática surge el momento en que una persona sufre un ataque por parte de

algún delincuente y es forzado a realizar actos de agresión mayores para defenderse o para

defender a alguien más, casos reales que conllevan a problemas mayores en la corte pues el

argumento de defensa propia o ajena no es concretamente aceptado y los juzgados se limitan

a basarse en los hechos, más concretamente cuan afectado resultó el criminal o si incluso

llego a perecer en el conflicto; estos acusados se ven inmersos en un dilema mucho más

grande pues terminan siendo condenados y vistos como criminales o asesinos ellos mismos.

Un término que no se conoce en su totalidad por las personas es el homicidio

involuntario, acción que sucede en el momento de la agresión que se comete en un acto

violento y que puede resultar en el asesinato de uno de los participantes, este acto sucede de

manera muy común y suele reconocerse como accidental o complejo, resultando por medio

una serie de actos penales que conllevan a un juicio complicado que posee más matices de

los que se ven.

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Para la realización de este trabajo, se trabaja con una metodología de reacción y

comprensión, enfocada con la ayuda de textos que exploran históricamente como se ha

desarrollado la justicia penal tras el asesinato en defensa propia, además de casos que servirán

como ejemplo del porque este tema es bastante controversial en la actualidad y porque ha

costado tanto ponerlo en un sitio balanceado, estos textos nos presentaran los casos para ser

argumentados en distintas secciones para poder encontrar y llegar al punto medio que nos

transmita la verdad que ocurre tras este tipo de crímenes, los cuales tienden a pasar

desapercibidos o poseen exclusión, y que suceden más de lo que parece.

Gran parte del problema se concentra en que mientras a los acusados por esto se les

condena, a veces los mismos criminales reales resultan tener libertad o una condena mucho

menor, lo que en resultados prácticos representa una injusticia social con el acusado que

buscaba mantener su integridad o la de alguien cercano. Dicho problema queda marcado

cuando estas personas, los acusados, sufren de grandes condenas que toman demasiado

tiempo y son cargadas directamente por actos violentos, bastos son los casos en los que los

acusados responden que se defendieron con actos de violencia pues amenazaban su seguridad

e incluso si vida

Algunas personas consideran que sin importar las circunstancias, las personas que

comenten estos actos de violencia física que incluso llevan a temas mortales deben recibir

una condena y no cualquiera sino las más fuertes, basándose en temas circunstanciales de

que “se lo merecen” por agredir a un ser humano y por generar caos en un área determinada,

la mentalidad que gobierna a estas personas rige una ley unidireccional para todo aquel que

comete un crimen, y se debe pagar de la manera en que la ley lo dicta, mediante la estadía en
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prisión por un tiempo determinado, sin importar quien lo cometió y porque sucedió, fue

violencia y esta se debe pagar.

Sin embargo, dicho argumento no es del todo correcto, puesto a que las personas que

caen bajo este manto de crítica no son personas que inciten al caos o que quieran provocarlo,

son meramente personas que buscan defenderse ante situaciones que ponen en riesgo su

integridad o en casos más extremos, la seguridad de un tercero que bien podría ser un familiar

o ser querido, no se debe caer en un juzgamiento general por la concepción que se tiene de

la violencia. “El delito de homicidio involuntario según expuesto en el presente artículo se

considerará de delito menos grave y el acusado tendrá derecho a juicio por jurado”

(Mascareñas, 1973). Como se puede observar, se presenta una oportunidad al acusado en la

que tendrá una penalización menor pues su crimen no fue cometido intencionalmente, un

claro ejemplo de lo que se debería realizar en todos los países.

Dicho argumento inicial tampoco es válido porque el acusado solo posee dos

opciones dentro de una situación en esas circunstancias, se lo fuerza a actuar si bien

defendiéndose o no haciéndolo, y cualquiera de las dos puede terminar en un accidente para

él, pero existe la posibilidad de defensa en una respuesta física contra su agresor. “El delito

de homicidio involuntario penaliza toda la muerte ocasionada con negligencia o al realizar

un acto ilegal que no constituye delito grave” (Mascareñas, 1973). En la definición misma se

ve representado que este acto no es completamente voluntario y le brinda una posibilidad

sumada a oportunidad que el acusado tendría para su defensa certera en medio de un juicio.

Cierto porcentaje de la población considera que el acto mismo de violencia es,

meramente y valga la redundancia, un acto de violencia. Si se comete en algún lugar algo

violento bajo cualquier circunstancia sigue siendo una agresión directa contra una persona,
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sin importar historiales de los mismos o lo que esté pasando en ese momento, estas personas

creen en la justicia impartida ante cualquier agresividad, es decir, no importa el contexto, no

importa como sucedió, si cometiste un crimen has de pagar por él. Basados en la creencia de

una cuenta que pagar tras realizar actos de este calibre, tienen implantada la idea de que estos

crímenes sean de donde sean no dejan de ser crímenes y deben ser pagados por quien los

cometió, sin excepciones.

No obstante, los argumentos en los que se basan las personas representadas en el

párrafo anterior, son erróneos, puesto a que las penalizaciones o “castigos” impartidos tras

cometer algún crimen violento no deben ser homogéneos entre todos aquellos que infringen

la ley, en el círculo de los acusados por defensa propia, la urgencia de una penalización con

menores consecuencias es más que evidente, no solo porque estos crímenes no se dan con

intención sino accidentales, sino también porque los acusados no son gente de mal sino

personas defendiéndose. Mirando por ejemplo en Puerto Rico, donde “si la muerte es

producto de la imprudencia o negligencia, se calificará como involuntario, con una sanción

levemente con prisión de tres meses o dos años y multa” (Anzola & Pena, 1992), como

podemos observar, en este país se maneja una dirección que es tanto justa para los que

comenten los crímenes en accidente y para el resto de las personas, ya que se reconoce el

acto criminal pero no se le sanciona como a un delincuente que lo hace intencionalmente.

De igual manera, una gran diversificación existe en los actos de violencia y sus

consecuencias, pues en los juzgados de las personas que violentan la ley por defensa existe

una importancia más alta y relevante por el crimen, las acciones y consecuencias que, por la

defensa misma del acusado, impidiéndole así expresarse claramente y dejar un testimonio
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completo. Tal y como se comenta, “En cuanto la realización de un primer acto ilegal grave

para no desplazar al homicidio involuntario, según concebido en la propuesta, de forma

intencional, el cual produzca a su vez la muerte, siendo esta al menos previsible al momento

de la acción” (Anzola & Pena, 1992), se puede observar las intenciones de diversificar las

acciones con los crímenes cometidos, donde se diferencia que un homicidio normal difiere

de uno involuntario, dando una oportunidad al acusado de recibir condenas menores para que

no pague por actos tan altos que no cometió a voluntad.

Las situaciones de emergencia son completamente imprevistas, nadie puede

esperarlas y cuando llegan no tenemos otra opción más que defendernos para proteger aquello

que amamos e incluso a nosotros, estas personas que han tenido que recurrirá a un acto

violento que conllevo a la muerte de sus asaltantes no son más que personas que hicieron

todo lo posible por defenderse, caso que podría pasarle a cualquier persona y que no se sabe

cómo terminara pues cada individuo actúa de manera distinta, si bien las leyes no favorecen

a estas personas se debe incitar a la creación de nuevas leyes que dejen en claro que si el

acusado ataco solo, y aclaro, solo por acto de defensa merece una oportunidad más, ante

muchos riesgos el defenderse a uno mismo o sus seres queridos estará sobre todo lo demás y

demuestra que los seres humanos tenemos sentimientos y responderemos ante los mismos,

incluso si ello nos dirige a realizar acciones inauditas.

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Referencias

Anzola, J. E. G., & Pena, J. E. G. (1992). El Delito de Asesinato en Segunda Grado

Entre el Homicidio Involuntario y el Preterintencional: Commentarios en Torno a La

Propuesta de Revision del Codigo Penal de Puerto Rico. Rev. Jur. UPR, 61, 361.

PeiIa, J. E. G., Del Valle, A., Enriquez, G. M. S., Llorkns, J. A. S., Monteserin, T. M.,

Ramos, E. R., ... & Pena, J. E. G. 990 REVISTA JURIDICA UPR [Vol. 61: 4: 989 El delito

de asesinato en segundo grado entre el homicidio involuntario y el preterintencional:

comentarios en torno a la propuesta de revisi6n del C6digo Penal de Puerto Rico............ 361.

Mascareñas, C. (1973). Revista de Derecho Puertorriqueno, Vol. 13 and 14, Issues

51 - 53 (1973-1975), pp. 299-308