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TEMA 4.

CLIMAS Y ZONAS BIOCLIMÁTICAS. EL TIEMPO Y EL CLIMA COMO


CONDICIONANTES DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS.

1. INTRODUCCIÓN.
Los climas de nuestro planeta son la respuesta del sistema Tierra-atmósfera al estímulo
provocado por la radiación incidente del Sol. Conforme a esta concepción, el término clima expresa las
condiciones generales propias de la atmósfera sobre un lugar durante un periodo relativamente largo, y
se distingue del concepto de tiempo atmosférico, que se refiere a un periodo corto y expresa el estado
puntual de la atmósfera.
La climatología tiene como objetivo conocer el reparto de los climas en la superficie terrestre
y estudiar su extensión, sus características, sus mecanismos y su evolución. En principio, la
configuración climática tiene una clara componente zonal, dominada por los grandes flujos de la
circulación atmosférica; pero sobre la misma intervienen gran variedad de factores, tales como la
distribución de tierras y mares, la continentalidad, el relieve, la altitud, etc., que introducen
modificaciones azonales y que, en definitiva, son los responsables de la diversidad de climas.
Otro objetivo de la climatología es la clasificación de los climas. Estos pueden agruparse sobre
las propiedades que tienen en común. Más allá de los núcleos climáticos definidos se sitúan franjas de
transición en las que las influencias climáticas se interpenetran, con matices distintos de una época a
otra, que hacen difícil cualquier intento de clasificación.
Dichos núcleos climáticos condicionan las actividades del ser humano a través de sus elementos
y factores dominantes, que aportan niveles de confort o disconfort climático. Temperaturas, humedad,
viento y presión proporcionan unos márgenes climáticos que permiten o limitan el desarrollo de las
actividades humanas, repercutiendo en la agricultura, la industria, el turismo o en la propia salud
humana.
2. ELEMENTOS Y FACTORES DEL CLIMA.
a) Elementos del clima.
El estado del tiempo atmosférico se caracteriza por un cierto número de magnitudes físicas, que
pueden medirse, y de circunstancias ambientales, que pueden observarse y describirse. Unas y otras
constituyen los elementos del clima: la temperatura, la precipitación, la presión atmosférica, la
velocidad y dirección del viento, la insolación, la nubosidad y la humedad atmosférica.
Durante mucho tiempo la climatología se ha fundamentado en dos de estos elementos: la temperatura
del aire y las precipitaciones. Sin embargo, otros elementos pueden tener igual o superior consideración
en casos concretos. Por ejemplo, la temperatura y la humedad del suelo, junto con la evaporación, son
fundamentales en agricultura; y los flujos de energía radiante lo son para conocer los procesos
atmosféricos. Al final, la combinación de todos los elementos integrantes del sistema que forma la
atmósfera definen el clima de una región.
b) Factores que controlan el clima.
Consideramos factores del clima el conjunto de mecanismos que inciden en las
manifestaciones atmosféricas y que son responsables de la diversidad climática regional. En efecto, los
distintos climas son el resultado de la actuación conjunta de factores astronómicos, meteorológicos y
geográficos, siendo los más significativos: la latitud, la altitud, la distribución de tierras y mares, las
corrientes oceánicas, la disposición del relieve, los sistemas de vientos dominantes y la presión
atmosférica.
Los factores astronómicos, derivados de la situación latitudinal y los movimientos de la tierra,
son los responsables del carácter rítmico del tiempo y de la sucesión de las estaciones. Los factores
meteorológicos, relacionados con la dinámica general de la atmósfera, confieren el sentido cambiante
que presenta el estado de la atmósfera. Los factores geográficos, por su parte, actúan como
modificadores de los demás factores y a ellos se debe la diversidad de las características climáticas.
Los diferentes grupos de factores intervienen de un modo interrelacionado y su acción
determina la distribución de los climas del planeta. En principio, los factores astronómicos y
meteorológicos establecen el dominio zonal, y sobre éstos los factores geográficos imponen las
alteraciones azonales y, en definitiva, los climas regionales y locales.
3. CLASIFICACIÓN DE LOS CLIMAS.
El intento de clasificar los climas se puede fundamentar en un gran número de parámetros. Por
otra parte, el método de clasificación debe basarse en los documentos disponibles, no siempre
suficientes, y en el objetivo que se persiga. En conclusión, resulta imposible establecer un esquema de
clasificación de los climas único y válido para todo el planeta, pero, dada la trascendencia de este tema,
el intento de clasificación ha sido abordado por muchos autores de todas las épocas y disciplinas.
Aunque existen propuestas de clasificación regional de los climas desde la época de los griegos,
el siglo XX ha sido el que ha contemplado una mayor proliferación de propuestas de clasificación de
los climas, pudiendo observarse dos tendencias principales. Por un lado, las que se basan en los factores
que generan la diversidad climática, como son la circulación atmosférica, las masas de aire y los tipos
de tiempo, que se conocen como clasificaciones genéticas. Por otro lado, las que combinan diferentes
elementos del clima (habitualmente el grado de aridez y las temperaturas) y los efectos que producen
en el medio geográfico, llamadas clasificaciones empíricas. De las diferentes propuestas, las de
STRAHLER (climas de bajas latitudes, climas de latitudes medias y climas de altas latitudes),
THORNTHWAITE (basado en la evapotranspiración potencial y en el balance de vapor de agua) y
KÖPPEN están entre las más extendidas. En este apartado solo nos vamos a ocupar de la clasificación
de KÖPPEN.
 Clasificación de KÖPPEN.
Constituye tal vez el mejor ejemplo de clasificación empírica y es uno de los esquemas más
usados por los geógrafos. Para Köppen, la vegetación natural constituye un indicador del clima, y
algunas de sus categorías se apoyan precisamente en los límites climáticos de ciertas formaciones
vegetales. Los climas son definidos por los valores medios y mensuales de las temperaturas y las
precipitaciones, criterios con los que se diferencian varios grupos climáticos que se identifican mediante
un código de letras.
KÖPPEN distingue seis grandes grupos climáticos, que se reconocen mediante la asignación a
cada uno de una letra mayúscula. El criterio principal para esta primera división es el térmico:
 Tropical (A). La temperatura media mensual es superior en todos los meses a 18o y las
precipitaciones son abundantes y constantes.
 Secos (B). La evaporación es superior a la precipitación y no hay excedente hídrico.
 Templados o mesotérmicos (C). El mes más frío tiene una temperatura media superior a -3o y el
mes más cálido supera los 10o.
 Continental o microtérmico (D). La temperatura media del mes más frío es inferior a -3o y la del
mes más cálido supera los 10o.
 Polar (E). La temperatura media de todos los meses es inferior a 10o. Diferencia los subgrupos ET
(clima de tundra), cuando el mes más cálido supera los 0o, y EF (clima de hielo permanente),
cuando ningún mes supera los 0o.
Los grupos anteriores se subdividen a su vez en subgrupos más específicos mediante la
asignación de letras minúsculas que hacen referencia a la distribución estacional de las precipitaciones:
- f: No existe estación seca.
- s: Estación seca en verano.
- w: Estación seca en invierno.
- m: Presencia de lluvia monzónica.
Para matizar el régimen térmico se hace uso de una tercera letra minúscula, siendo las
principales:
- a: El mes más cálido supera los 22o.
- b: El mes más cálido no supera los 22o, pero al menos 4 meses superan los 10o.
- c: Menos de cuatro meses superan los 10o.
- d: El mes más frío está por debajo de -38o.
La clasificación de KÖPPEN es susceptible de enriquecimiento en sus detalles, mediante la
adición de nuevos símbolos, así como de adaptaciones regionales que maticen aun más las diferencias
entre subtipos climáticos.
4. ZONAS BIOCLIMÁTICAS.
Sería imposible describir individualmente todos los climas existentes, aunque sí es necesario
adoptar algún esquema que identifique los grupos principales. Seguiremos la división básica zonal en
climas cálidos, templados y polares, explicando sus características generales y haciendo una síntesis
selectiva de los climas regionales existentes en cada área.
4.1. CLIMAS CÁLIDOS.
Ocupan la superficie del globo comprendida entre los Trópicos de Cáncer y Capricornio, y se
caracterizan globalmente por sus temperaturas altas y homogéneas a lo largo del año, debido a los
balances positivos de energía solar en las latitudes bajas. Desde el punto de vista de las temperaturas no
existen estaciones propiamente dichas, y la amplitud térmica media anual es escasa. En una primera
aproximación pueden diferenciarse dentro de esta familia cuatro grandes tipos de climas: ecuatoriales,
tropicales, monzónicos y secos
a) Climas ecuatoriales.
Tienen una disposición zonal entre las latitudes 10-15o al Norte y al Sur del Ecuador. Son climas
de gran uniformidad térmica, con temperaturas medias próximas a los 27o, débiles contrastes
estacionales y oscilaciones diarias de poca importancia. Esta uniformidad se debe a varios hechos: la
duración prácticamente idéntica de los días y las noches, la ausencia de invasiones de masas polares
frías y la elevada humedad del aire.
La precipitación es siempre abundante, provocada por los mecanismos de convergencia de
vientos (choque de los alisios) y por convección (calentamiento, elevación y condensación del aire),
alcanzando la precipitación anual valores por encima de los 2.000 mm. No existe estación seca, pero
pueden detectarse dos máximos anuales en las precipitaciones, que suelen relacionarse el periodo en
que los rayos solares caen perpendicularmente sobre una zona.
El clima ecuatorial domina en la amplia cuenca del Amazonas, en la cuenca del Congo y en las
islas de Indonesia. Constituye el dominio del bosque ecuatorial denso, donde convive un número
inmenso de especies vegetales y animales. Desde el punto de vista edafológico, el clima ecuatorial se
relaciona con la existencia de suelos pobres, ya que la abundante agua que reciben disuelve y arrastra
las bases esenciales para la fertilidad.
b) Climas tropicales
El clima ecuatorial lluvioso se va degradando conforme se sube en latitud, dando lugar a toda una gama
intermedia de climas tropicales, caracterizados por la alternancia de una estación lluviosa y otra seca,
de duración y extensión variables. El periodo de lluvias tiene lugar en verano, y coincide con el
desplazamiento de la vaguada ecuatorial en dirección al polo y con el arrastre por los vientos alisios de
masas de aire marítimas muy inestables y cargadas de humedad. El periodo de sequía se produce en
invierno, debido a la acción de los vientos alisios continentales (secos) y al desplazamiento de los
anticiclones subtropicales hacia las latitudes bajas, estabilizando la atmósfera.
En las fachadas orientales de los continentes, la exposición a los vientos oceánicos e inestables
que penetran desde el Este hace que las precipitaciones sean abundantes todo el año. Esto ocurre en las
costas del Caribe, en la fachada Sudeste de Brasil, en las costas orientales del África meridional, en las
islas del Océano Indico y en el Noreste de Australia, regiones todas en las que suelen superarse los
1.000 mm de precipitación anual. El clima de estas zonas se asemeja bastante al ecuatorial, aunque por
factores distintos, y suele conocerse como subecuatorial.
El clima tropical típico suele tener unas precipitaciones anuales entre 750 y 1.000 mm., que se
concentran en una sola estación que dura de cinco a siete meses, abarcando el verano, y suele contemplar
potentes tormentas acompañadas de vientos fuertes. El invierno no se deja sentir en las temperaturas,
pues los meses menos calurosos suelen superar los 25o, pero en ellos se inicia una estación seca que se
prolonga durante la primavera, dominada por vientos continentales muy secos. Este clima tiene un
extenso dominio en América del Sur y Central, en África y en el Sureste Asiático.
Cuando la cantidad de precipitaciones desciende (entre 400 y 750 mm) y la estación seca se
hace más prolongada, la tendencia a la aridez se acentúa y entramos en la zona de transición hacia el
desierto. Esta modalidad de clima tropical marcadamente seco se conoce como saheliense, ya que
encuentra su dominio más extenso en África, en la región que los árabes denominan Sahel (= orilla, en
este caso del desierto). Además de en África, esta modalidad de clima tropical muy seco aparece en el
interior de México, en el altiplano boliviano, en el Noroeste de la Península India y en el interior de
Australia, siempre en zonas de transición hacia regiones desérticas.
c) El clima monzónico.
En realidad es un clima tropical con estación seca, pero que se da en regiones asiáticas. El factor
principal que imprime su carácter al clima monzónico es el viento denominado monzón, que afecta
básicamente a la Península India y a la región del Sureste Asiático.
El mecanismo del monzón se basa en un sistema de vientos estacionales que soplan
alternativamente del mar, en verano, y del continente, en invierno, asociados al movimiento del Jet
Stream de la atmósfera superior, y, sobre todo, a procesos térmicos que se relacionan con el desigual
ritmo de calentamiento y enfriamiento de la masa continental y del mar.
En definitiva, la estación seca invernal del clima monzónico está dominada por el monzón de
invierno, vientos secos de procedencia continental, mientras que en el verano el régimen de los vientos
cambia, entrando flujos cálidos y muy húmedos del océano que provocan fuertes lluvias de junio a
septiembre. A pesar de la estación seca, las lluvias monzónicas son tan abundantes que el total anual de
precipitaciones suele ser muy superior al de un clima tropical con estación seca convencional, pudiendo
llegar a superarse los 1.500 mm.
Aunque el monzónico es un clima típicamente asiático, sus rasgos aparecen también en una
estrecha franja costera del Africa Occidental (Guinea Bissau). Su dominio más extenso abarca parte de
la Península India, Sri Lanka, gran parte del Sudeste Asiático (Indonesia, archipiélago malayo, Sur de
China) y, con menor grado de representación, algunas zonas del Asia Oriental (centro y norte de China
y Japón).
d) Climas secos.
Los climas secos afectan casi a un tercio de la superficie continental. La característica principal
de estos climas es la extrema aridez, fruto de unas escasas precipitaciones y de una elevada
evaporación, que crean un balance de agua deficitario durante casi todos los meses del año. Los factores
que provocan la aridez son diversos: acción de potentes anticiclones, estabilidad del aire en contacto
con corrientes marítimas frías, efecto de la continentalidad, influencia de la orografía...
Los desiertos cálidos están vinculados a las extensas células anticiclónicas en torno a los
trópicos de Cáncer y Capricornio, cuya persistencia crea las mayores zonas desérticas del globo: Sahara,
Arabia, Irán, Kalahari y buena parte de Australia. En estas zonas la insolación alcanza valores muy
elevados, la sequedad del aire es extrema y las temperaturas llegan a cotas muy altas, aunque la claridad
de la atmósfera provoca una amplitud térmica diaria que puede llegar a los 30o. Las precipitaciones son
siempre muy débiles y muy irregulares. En estos desiertos cálidos no existe una red fluvial permanente,
la escasez de las precipitaciones impide la formación y evolución de los suelos y las condiciones de
vida son extremas, lo que origina una concentración en los escasos puntos en los que el agua filtrada se
acumula a poca profundidad del suelo (oasis).
Dentro de los desiertos cálidos, un caso singular lo constituyen los desiertos litorales de las
costas occidentales de los continentes, donde la sequedad es debida a corrientes marítimas frías que
estabilizan el aire en contacto con la superficie de las aguas. Es el caso del desierto de Atacama (costa
chileno-peruana), en relación con la corriente de Humboldt, el de Namibia, originado por la corriente
de Benguela, el de California, relacionado con la corriente del mismo nombre, y el desierto costero
marroquí, ligado a la corriente de Canarias. En los desiertos costeros la proximidad del océano favorece
el aumento de la humedad, que no llega a dar lugar a precipitaciones pero origina abundantes nieblas y
permite que la vida vegetal y animal esté más presente que en otros desiertos cálidos. Igualmente, la
cercanía de la masa marítima atenúa la oscilación térmica.
Los desiertos templados se encuentran en las latitudes medias, en áreas interiores de los
continentes. En Asia los desiertos templados ocupan una extensa franja desde Irán hasta Manchuria,
mientras que en América se alargan en sentido del meridiano a sotavento de las montañas Rocosas, las
Cascadas y los Andes. Su origen se debe a la estabilidad atmosférica en las regiones afectadas por las
altas presiones subtropicales, el aislamiento de la influencia marítima por barreras montañosas y, sobre
todo, el efecto de la continentalidad. Las precipitaciones son siempre muy débiles e irregulares, mientras
que los regímenes térmicos son los propios de la zona continental, con inviernos muy fríos, veranos
tórridos y amplitudes absolutas que pueden superar los 90o.
4.2. CLIMAS TEMPLADOS.
Cubren una amplia franja en ambos hemisferios entre los paralelos 40o y 70o, dominada por la
circulación de los vientos del Oeste y el juego de las masas de aire tropical y polar. Debido a la acción
de los ciclones y anticiclones de las latitudes medias, los cambios de tiempo son continuos. Al igual
que sucede en la región intertropical, en la zona templada se dan climas muy diferentes. No obstante,
frente a los climas tropicales, sin invierno, y los climas polares, carentes de verano, los climas templados
tienen un rasgo común: el régimen térmico contrastado, con alternancia estacional de calor y frío.
Esta diversidad climática refleja la interacción de los factores meteorológicos con los
geográficos. En principio va unida a la confrontación de influencias tropicales y polares y a las
perturbaciones del frente polar, pero a esta acción se superpone la influencia del relieve y de las masas
marítimas y continentales. A grandes rasgos en la zona templada pueden distinguirse tres tipos
principales de clima: el mediterráneo, el oceánico y el continental.
a) Clima mediterráneo.
El dominio mediterráneo se localiza al Oeste de los continentes, entre los paralelos 30 y 45o,
estando especialmente representado en las tierras que bordean la cuenca del mar Mediterráneo, además
de en estrechas bandas costeras de California, Chile central, El Cabo y el Suroeste de Australia.
Es un clima de lluvias mediocres y de tendencia cálida, que debe sus principales
características a la alternancia estacional de los anticiclones subtropicales y a la circulación general del
Oeste. Durante el verano, las altas presiones provocan cielos soleados, altas temperaturas y tiempo seco.
En invierno las altas presiones subtropicales descienden de latitud y dejan paso a la entrada de borrascas
frontales que aportan la mayor parte de las lluvias y motivan un descenso suave de las temperaturas.
La violencia estacional de las lluvias en el clima mediterráneo origina un importante problema
de erosión de los suelos, sobre todo en las vertientes montañosas desprovistas de vegetación, de las que
el agua arrastra importantes cantidades de materiales, dejando la roca madre al desnudo.
b) Clima oceánico (templado-cálido de las costas occidentales).
Es propio de las fachadas occidentales de los continentes, donde la circulación dominante del
Oeste trae el influjo directo del aire marítimo y las borrascas del frente polar. Bajo la acción reguladora
del océano, los inviernos son templados y los veranos frescos, con una amplitud térmica media anual
de apenas 10o. En todas las estaciones la humedad del aire es alta y la precipitación abundante,
pero es durante la estación invernal cuando se suceden con más frecuencia e intensidad las bajas
presiones, por lo que las precipitaciones suelen ser mayores.
Este clima suave, húmedo e inestable queda reducido a franjas litorales del Oeste
norteamericano, de Chile y de Nueva Zelanda, regiones en las que las cadenas montañosas litorales
impiden que su dominio se extienda hacia el interior. En las costas de Europa occidental, sin embargo,
la influencia marítima se prolonga hacia el interior del continente debido a la existencia de llanuras
abiertas, a través de las cuales se pasa en transición al clima continental.
c) Clima chino (o templado-cálido de las costas orientales)
Este tipo de clima se da en las mismas latitudes que el clima oceánico, pero en la fachada
opuesta de los continentes. Su versión más típica aparece en las costas de China, de ahí el nombre, pero
también lo encontramos en la costa suroriental de América del Norte (Mississipi), en la costa argentina
y en Australia. Se trata de un clima con un régimen térmico semejante al clima mediterráneo, ya que
los inviernos son suaves (normalmente en torno a los 9º) y los veranos calurosos (el mes más cálido
supera los 22º).
En cuanto a su régimen pluviométrico destaca la existencia de precipitaciones suficientes
durante todos los meses del año, aunque se destaca un importante descenso de la precipitación en los
meses invernales, que en algún caso roza el rango de sequía, y un incremento igualmente notable en el
verano. Esto se debe a que en la estación fría los anticiclones térmicos del interior de los continentes
frenan en parte la entrada de borrascas, mientras que en el verano la cercanía de estas costas a la zona
de influencia monzónica conlleva un aumento del paso de borrascas.
d) Clima continental.
Sus características son prácticamente las opuestas del clima oceánico: tiene un régimen
térmico muy contrastado, riguroso frío invernal y limitada acción de las borrascas oceánicas.
Ocupa importantes superficies de América del Norte y de Eurasia, con transiciones hacia los climas
fríos de las áreas polares, a los cálidos de filiación tropical o a los oceánicos del Oeste.
El rigor invernal del clima continental se debe al dominio casi permanente en el interior de los
continentes de las altas presiones durante el invierno. La masa continental enfría el aire superficial
llegando a formarse potentes inversiones térmicas que interfieren la circulación general y cierran el
paso a los frentes lluviosos. Debido a esto, el invierno, además de muy frío, es seco.
En verano la situación se invierte y el calentamiento rápido de la masa continental genera un
predominio de las bajas presiones que dejan paso a la circulación zonal del Oeste, permitiendo el paso
de borrascas que, no obstante, son débiles y proporcionan precipitaciones bastante moderadas.
En la fachada oriental de los continentes aparece una variedad de clima continental sin estación
seca. El régimen térmico sigue siendo muy contrastado por la presencia alternante de masas de aire
polar y ártico en invierno y tropicales marítimas en verano; pero las precipitaciones son más abundantes
que en el clima continental típico debido a la humedad que aporta la cercanía del océano. Pese a que no
existe estación seca en invierno, en esta variedad de clima continental el verano sigue siendo la estación
más lluviosa.
4.3. Climas polares.
Son los climas de las latitudes altas, caracterizados por el frío intenso y la ausencia de verano.
El frío de las regiones polares es resultado del enorme déficit de radiación solar, pues aunque el sol
puede estar sobre el horizonte las veinticuatro horas del día, la intensidad de su radiación es baja por la
oblicuidad de los rayos solares.
Las áreas polares son también regiones secas, debido al dominio de las altas presiones térmicas
y a la escasa evaporación, lo que motiva que el volumen anual de las precipitaciones sea similar al de
los climas secos templados o tropicales. Otro rasgo de las regiones polares es la presencia de fuertes
vientos, debido a las turbulencias que se producen entre las altas presiones polares y las bajas presiones
circumpolares.
Dentro de los climas polares pueden distinguirse dos variedades principales:
El clima de tundra ocupa las franjas costeras ártica y antártica. Aunque no existe el verano
propiamente dicho, varios meses pueden alcanzar temperaturas superiores a los 0o, lo que permite el
deshielo superficial.
El clima glacial corresponde al dominio permanentemente helado del Océano Artico y, sobre
todo, del interior de Groenlandia y de la Antártida, donde al factor latitud se une su considerable altitud.
Es el clima más frío del globo, con temperaturas siempre inferiores a 0o y registros absolutos
extraordinariamente bajos. Las precipitaciones son muy escasas y casi siempre en forma de nieve.
4.4. Climas de montaña.
Las montañas constituyen un factor azonal del clima e introducen importantes modificaciones
en los elementos meteorológicos.
Un rasgo destacado de la regiones montañosas elevadas es la disminución de la presión
atmosférica con la altitud, de la que derivan muchos de sus rasgos climáticos. Debido a la reducción de
la masa atmosférica y a la disminución de los componentes variables de la atmósfera, ésta absorbe
menos energía solar y la intensidad de la insolación que llega al suelo aumenta; así, el aire de las
montañas retiene poco calor y mantiene temperaturas bajas, mientras que el suelo de las laderas
expuestas al sol alcanza durante el día elevadas temperaturas, que contrastan con el acusado
enfriamiento nocturno y con las bajas temperaturas de las zonas de umbría.
En general, la temperatura desciende con la altitud a un ritmo de medio grado por cada 100
metros. Igualmente, la precipitación suele aumentar con la altitud debido al ascenso de las masas de
aire y a su enfriamiento y condensación; aunque esto según la situación geográfica de la montaña y su
orientación.
En las regiones intertropicales, donde la perpendicularidad de los rayos solares asegura un alto
grado de uniformidad térmica anual, el descenso de las temperaturas con la altitud origina un
característico escalonamiento de pisos climáticos, con franjas de transición casi inexistentes. En los
trópicos, además, la altitud acentúa la abundancia de precipitaciones, llegando a registrarse en algunas
montañas de estas regiones los registros pluviométricos más elevados del planeta.
En las latitudes medias y bajas, por el contrario, las diferencias de insolación entre invierno y
verano determinan variaciones térmicas anuales mucho más amplias que en los trópicos. Además,
debido a la oblicuidad de los rayos solares, la distribución de las temperaturas depende mucho de la
orientación de las vertientes y ocasiona la conocida oposición entre solana y umbría. En las montañas
de estas regiones, el incremento pluviométrico con la altitud se mantiene hasta los 2.000 o 3.000 metros,
al tiempo que las precipitaciones en forma de nieve aumentan en importancia.
5. EL TIEMPO Y EL CLIMA COMO CONDICIONANTES DE LA ACTIVIDAD HUMANA
El clima ha condicionado la actividad humana de una forma más o menos determinante según
el grado de desarrollo tecnológico de cada cultura. Existen unos márgenes climáticos en los que la vida
humana se desarrolla de forma optima y permite un notable desarrollo. Es lo que se llama confort
climático. Un elemento fundamental de dicho confort será la humedad, así como la velocidad del
viento, que suele aumentar la sensación térmica de frio. Así pues, los umbrales de confort son los que
definen y explican la distribución de la población mundial (unidos a otras razones históricas, religiosas,
sociológicas, económicas, etc.).
Los fenómenos meteorológicos inciden y condicionan las actividades económicas y sociales de
muy diversas formas. En la actividad agraria, cada zona bioclimática impone aprovechamientos
determinados, aunque la capacidad tecnológica superar ciertos condicionantes. Así, las heladas,
seguías, granizadas, etc., pueden ocasionar desde la paralización del ciclo vegetativo, congelación de la
planta, etc., y en general, desde perdidas parciales hasta la imposibilidad de obtener cosecha.
En las actividades industriales el influjo del tiempo y clima suele ser mínimo. Las
innovaciones y adecuaciones tecnológicas, unidas a la facilidad del transporte, han permitido el
desarrollo industrial en zonas frías. El mayor problema afecta a las industrias forestales en tiempos de
sequedad y calor, que pueden concluir en la aparición de incendios. En otras actividades el tiempo
incide facilitando o disolviendo la contaminación industrial y urbana. Las bases nocivas contenidas en
el aire son las culpables de la contaminación. Cuando la estabilidad anticiclónica es notable la
contaminación puede estabilizarse en el aire.
En la actividad turística, el intervalo entre 16º y 22º es el optimo para el desarrollo turístico
y deportivo, mientras que las temperaturas superiores a los 30º ya desaconsejan las practicas deportivas.
Por el contrario, las temperaturas inferiores a 0º permitirán el desarrollo de practicas deportivas
invernales.
En el transporte la incidencia climática es cada vez menos relevante. Como mucho unas
condiciones adversas pueden representan alteraciones momentáneas en las transacciones o perdidas
coyunturales. Frente a ello, la respuesta tecnológica es cada vez mas eficaz, con sistemas de radas y
navegación capaces de buscar vías alternativas o prevenir tiempos de espera.

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