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En el desarrollo de este Programa, orientado a fortalecer competencias para el ejercicio del liderazgo, se estará
utilizando, con mucha frecuencia, el adjetivo “ignaciano”. Suponemos que este término podría no ser tan claro y
comprensible para muchos de los participantes y es necesario explicar su origen e implicaciones para que
tengamos una plataforma semántica común.
Ahora bien ¿Es Ignacio de Loyola un persona tan singular como para que su modo de proceder pueda servir de
referente para un adjetivo? ¿su vida y obra, ocurridas en el siglo XVI, pueden aportar algo interesante a jóvenes
universitarios del siglo XXI? Para responder a esas preguntas, es necesario conocer un poco más en detalle de la
vida de Ignacio, dado que será él quien nos acompañe, como compañero de camino, a lo largo de todo el
Programa.
Es importante comentar, al inicio de la presentación biográfica de Ignacio, que no se pretende hacer una
apología de tal manera que se genere un culto a su personalidad o una especie de “ignaciolatría”. Lo que se
busca es dar a conocer algunos datos de la vida de este hombre y que los lectores puedan juzgar sobre la
relevancia y originalidad de su legado.
2
González Magaña, Jaime. Iñigo López de Loyola ¿Una historia de Fracasos?. Tomo I Edit. Sistema educativo UIA-ITESO. México,
México, 2002. p.75.
En el tiempo de Ignacio, la geopolítica cambia radicalmente. “Constantinopla en manos de los turcos hecho
de máxima importancia simbólica, Copérnico descentra el universo, se descubren las rutas marítimas
al oriente, Colón descubre Américay los navegantes españoles, así como los portugueses adentrándose en
los mares encontraron los caminos de la India, del Japón y volvieron a Europa con sus naves cargadas de
especias, de horizontes amplios y de nuevas culturas. Lutero y Calvino dividen la Iglesia con ideas de libre
examen. Con eso termina definitivamente la Edad Media y llega el Renacimiento. Ignacio fue
contemporáneo de Erasmo, Maquiavelo, Miguel Ángel, Lutero, los Borgia, etc. En Paris conoció las
tesis de Erasmo y las ideas protestantes y en Roma obviamente pudo tener contacto con todo el
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mundo del renacimiento.”
Sin embargo, habiendo nacido en la región guipuzcoana, la socialización primaria de Iñigo se realizó
en los códigos culturales más cercanos al feudalismo medieval que al renacimiento. Fue un hijodalgo
y, como tal, aprendió la importancia de hacer honor a su abolengo y afanarse por ser más, valer más,
ante los ojos de los demás. Sus criterios valorativos y modo de proceder hundían sus raíces en la
educación típica de la caballeresca hispánica, en la que el sentido de la lealtad y el agradecimiento
serán valores primordiales. Este primer aprendizaje será fundamental para comprender el imaginario
que estará en el trasfondo de su obra.
El padre de Iñigo, según usanza de la época, buscó que el joven consolidara un posicionamiento
social insertándolo en la vida cortesana del castillo de Arévalo (1506), bajo la tutela de Don Juan
Velázquez de Cuellar, quien para entonces era el Contador Mayor de Castilla, es decir, ocupaba la
sexta posición más importante del reino, y por tanto, hombre de confianza de los Reyes católicos que
comenzaban a recibir una fortuna procedente de las tierras americanas. El desarraigo de su casa y, en
general, de su mundo, será la primera crisis por la que deberá pasar Iñigo. Como se verá en toda su
vida, pronto encontró la forma de adaptarse y, en este caso, aprendió los modos y maneras de
sobrevivir, ejercitándose en la práctica de la negociación, tan necesaria e importante en los ambientes
cortesanos.
Este detalle es importante no perderlo de vista, dado que será una escuela para su modo de proceder.
“El contacto directo con tantos otros nobles le haría caer en cuenta sobre la importancia del decoro, la
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dignidad, la distinción, la discreción y la modestia.” En Arévalo, Iñigo aprendió el arte de la
conversación y el valor de relacionarse de una manera educada y elegante para obtener algún
provecho. El adolescente que creció en medio de la familia Velázquez era una mezcla de heroísmo y
vanidad; de honor y pasión, deslumbrado por la búsqueda de prestigio y fortuna.
A Iñigo se le describe como “de aspecto vistoso y deslumbrante, bien armado, vestido con colores vivos,
melena rubia hasta los hombros, un poco bajo para la estatura media pero, quizá por eso, dueño de una
tremenda capacidad de persuasión, hubo de tener éxito con las mujeres. Tenía un don natural para
encantarlas, cautivarlas, enamorarlas y seducirlas. Toda su vida supo entenderlas, lo que le ayudó a obtener
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los apoyos necesarios para los fines que se propuso. Eso formaba parte de su capacidad negociadora .”
3
Montes, Fernando. Nuestra Identidad y Misión. En Identidad Ignaciana y Universidad. Edit. Universidad Católica Andrés Bello.
Caracas, Venezuela. 2007. p.13
4
Montes S.J, Fernando. Formación para la misión. Especificidad ignaciana y su despliegue en su modelo de liderazgo. Ponencia
presentada en el Seminario Liderazgo Ignaciano y Justicia Social (Deusto‐Loyola, País Vasco, España, 2013).
5
Martínez de Toda, José. Los años riojanos de Iñigo de Loyola. 2° Edición. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, Venezuela.
2012. p.37
6
García Hernán, Henrique. Ignacio de Loyola. Edit. Taurus. Madrid, España. 2013. p.53-54
¿Qué hacía el Contador Mayor del reino, Don Juan Velázquez de Cuellar? “El Contador Mayor no era
un simple contable. Se encargaba de la guarda, beneficio y acrecentamiento del patrimonio real, era
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un experto legista y perito en la administración (…)” El joven Iñigo, dada su condición, servía como
paje a las órdenes de Don Juan Velázquez. “Uno de los servicios de los Pajes era llevar la bolsa de
los documentos y expedientes de su Señor. Iñigo lo haría también, cuando acompañaba a Velázquez.
Junto a su “segundo” padre aprendería, por lo tanto, organización social, económica y jurídica.
Adquiriría conocimientos de derecho, economía, contabilidad, finanzas y estructura política,
eclesiástica y social; conocería empresarios y mercaderes de todas partes que acudían al Contador a
gestionar sus negocios y contratos con el Rey. De vez en cuando, el Contador le confiaría encargos
concretos, relacionados con los negocios que se llevaban adelante con el Rey. Así se preparaba
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también, inclusive, para ser gobernador algún día .”
A pesar de todo eso, no se puede decir que Iñigo era persona de estudios formales, ni de una razón
cultivada, como lo podían ser los universitarios de su época. Lo que sí reportan de él es que era buen
escribano. “Su elegante letra denota que él debió ejercer de “escribiente”, o al menos se estaba
preparando para serlo, es decir, para copiar lo que le dictaban o poner en limpio escritos ajenos. Pero
no sólo era escribano en sentido caligráfico.
Había escribanos que resumían documentos para que el Rey o la autoridad competente pudiera enterarse
más rápidamente de ellos (…) Así aprendió a tener un espíritu de orden, selección y cálculo. Esto lo preparó
a procesos futuros difíciles, como el del “discernimiento”, la organización, la administración y el gobierno de
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la Compañía de Jesús”
Inesperadamente, esta vida cortesana, cómoda y llena de opulencia, tocó su fin en 1518, cuando su
protector cayó en desgracia, tras la muerte del Rey Fernando de Aragón en 1516. Todas las
expectativas de Iñigo, fundamentadas en una ilusión de seguridad, fueron cercenadas. ¿Doce años
perdidos? Un sabor a derrota, así como a frustración, le obligaron a rehacer sus planes. Nuevamente
una crisis que le exigió un reencuadre de vida.
Truncada la vía de la vida cortesana, Iñigo necesitaba otra alternativa con la cual alcanzar sus ideales
y aspiraciones. Dada su condición social, la opción era entrar a la vida de armas, para lo cual,
precisaba ponerse al servicio de otro Señor y en este caso fue Don Antonio Manrique de Lara, Duque
de Nájera. Sólo tres años (1518-1521), pudo dedicar Iñigo a ese estilo de vida militar. Él mismo se
describe de la siguiente manera: “Hasta los 26 años de edad fui hombre dado a las vanidades del
mundo; y principalmente me deleitaba en ejercicio de armas, con un deseo grande y vano de ganar
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honra.”
Iñigo, para ese momento, “es un hombre de acción, sin verdadera cultura intelectual, sin conocer en
punto a refinamientos más que los de la vida de corte y de la caballería galante: es un oficial de una
valentía y de una energía raras, en la fe cristiana robusto y sin vacilaciones, leal y caballeresco, que
tenía ya dotes notables de iniciativa y de mando, pero también orgulloso y sensual, ambicioso y
violento. Polanco, su secretario, dirá de él: «aunque muy seguro en la fe, no vivía conforme a ella, y
7
García Hernán, Henrique. Ignacio de Loyola. Edit. Taurus. Madrid, España. 2013. p.75
8
Martínez de Toda, José. Los años riojanos de Iñigo de Loyola. 2° Edición. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, Venezuela.
2012. p.36
9
Martínez de Toda, José. Ob. cit.
10
Martínez de Toda, José. Ob. cit p.36-37.
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Autobiografía de Ignacio de Loyola N° 1
El contenido de estos textos tendrá un eco profundo en su psiquis. Así, este acontecimiento, casi
fortuito, durante una larga y dolorosa recuperación, en un lugar apartado y silencioso como era su
casa natal en las montañas guipuzcoanas, va a posibilitar el insight sobre lamanera como fue
experimentando sus procesos emocionales. Poco imaginaba, el para entonces convaleciente Iñigo
que, el decidirse tomar nota de lo que iba sintiendo como producto de la lectura, le abriría las puertas
a aquello que le cambió radicalmente la vida a él y a miles de personas en los siglos venideros.
Ahora bien, la “historia de Loyola se desenvuelve de manera previsible como en los libros de cuentos: el joven
disoluto, la crisis personal, la intensa experiencia de la conversión. La trama familiar, a menudo presentada de
manera romántica, encubre lo que debe haber sido una lucha interna mucho más complicada para reconstruir
algún sentido de sí mismo y un propósito. La cruenta operación quirúrgica de la pierna puede haber sido la parte
más fácil de su reconstrucción personal. La cirugía duró sólo unas pocas horas pero lo que Abraham Zaleznik
llamaría el segundo nacimiento de Loyola se extendió por casi una década. Una profunda y permanente
conversión religiosa durante su convalecencia le dio un destino espiritual, pero traducir esa meta a un
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compromiso maduro, sensato, en el mundo de todos los días, resultó ser un proceso muy largo y tortuoso.”
Iñigo, como consecuencia de la experiencia límite que le desencadenó la herida en la pierna, comenzó
a descubrir su dimensión interior, revisó su historia, sus valores, creencias, temores y deseos. Con la
capacidad para hacer síntesis y organizar que había desarrollado en Arévalo, va desarrollando un
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método cuyos pasos pudieran esquematizarse de la siguiente manera:
a) Aprender a captar, agudizar los sentidos para que la experiencia por la que está pasando el sujeto sea
fuente de información significativa.
b) Aprender a concientizar los efectos en el ámbito afectivos -Ignacio las llamará mociones- que produce la
experiencia.
12
Guibert, José. La Espiritualidad de la Compañía de Jesús. Edit. Sal Terrae. Santander, España. 1955.p.4
13
Autobiografía N° 5
14
Lowney, Chris. El Liderazgo al Estilo de los Jesuitas. Edit. Norma. Bogotá-Colombia. 2004. P. 48
15
Estos pasos son la base fundamental de un proceso mayor y más complejo que Ignacio denominará: Ejercicios Espirituales.
Gracias a este método introspectivo, “Iñigo López de Loyola comienza a ser consciente de que se
había asumido como el gentilhombre que otros quisieron que fuera, se vio inmerso en la carrera de
administración y escribano que otros le habían elegido. Se miró a sí mismo como un joven irreflexivo y
colérico, como un soldado temerario que arriesgó su vida y la de otros, que los arengaba a la batalla y
que cayó en el momento decisivo. Como en un instante vital, se vio como lo veían los otros y pensaba
que estaba bien, pero nunca se había planteado la cuestión de cómo quería verse él mismo, a la luz
de una oferta extraña, cristiana y extraña a la vez. Todo lo vivido anteriormente entró en crisis, y a
través de ella, profundamente inmerso en sus efectos, descubrió que había algo más de lo
aprehendido y que era totalmente distinto, igualmente retador, que lo trascendía y animaba a vivir
plenamente, a darlo todo, y a ser, efectivamente “más”. Todo lo antiguo empezó a tornarse incoloro,
sin sentido y por fin, aprendió que todavía no había descubierto qué era lo que él quería ser y hacer
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con su vida.”
Así, al estar al borde la de la muerte y sentir, según sus creencias, que Dios le regresaba el don de la
vida, le permitió caer en cuenta de la fuerza que tiene el sentimiento de agradecimiento. Esto lo llevó
a querer corresponder de la manera más excelsa ante tanto bien recibido. Amor con amor se paga
dice el refrán popular.
17
Para Iñigo, la gratitud a ese Dios providente, pasa por el servicio al prójimo (1 Jn 4, 19-21) Por eso, en él, ese
Amor se tradujo en la búsqueda del mejor servicio al otro, el discernir la mejor elección, generar el mayor
efecto, la atención a la mayor necesidad, siempre buscando hacer el bien mayor en beneficio de más seres
humanos, en especial de los pobres y excluidos, al modo como lo hizo Jesús de Nazaret. Esta actitud la sintetizó
con el término Magis, que, como se puede ver, en nada tiene que ver con un neurótico perfeccionismo de
carácter narcisista.
Recuperada su salud, salió de su casa de Loyola, para iniciar esa nueva vida, cultivando como hábito,
la praxis introspectiva que mantuvo durante su convalecencia. Pasado el tiempo, y con la formación
académica que buscó más adelante en su vida, encontró las categorías adecuadas para dar cuenta de
16
González Magaña, Jaime. Iñigo López de Loyola ¿Una historia de Fracasos?. Tomo I Edit. Sistema educativo UIA-ITESO.
México, México, 2002. p.261.
17
1 Jn 4, 19-21: “Nosotros amamos porque Él nos amó primero. Si alguien dice: "Yo amo a Dios," pero aborrece a su hermano, es un
mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento
tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.”
La biografía de Iñigo, a partir de ese momento, da cuenta de una búsqueda voluntarista de los modos
más adecuados para vivir al estilo de esos santos que tanto lo habían impactado. Experimentó rigores
hacia su persona que, a la postré, lo afectarían. Este nuevo Iñigo se dedicó a cuidar enfermos en
hospitales y atender menesterosos de manera desinteresada. Realizó largos viajes a modo de
peregrino (llegó hasta Jerusalén), viviendo de limosnas y la caridad de personas.
De la misma manera como en sus tiempos de cortesano fue muy cuidadoso de su apariencia, la
búsqueda de esa nueva vida lo llevó a un polo opuesto del que obtendría nuevas perspectivas sobre
las preguntas fundamentales de la vida. De él dirá un monje del monasterio de Montserrat que lo
conoció en 1522, viendo su apariencia y comportamiento: “Aquel Peregrino era un loco por Cristo”.
Con el tiempo, irá descubriendo que con ese voluntarismo no lograría las metas que se había trazado
y el asceta dio paso al místico.
Iñigo se va comprendiendo como un instrumento en las manos de Dios para hacer el bien. Se ejercita
en el arte del discernimiento, para saber elegir entre lo bueno y lo mejor, lo necesario y lo accesorio.
Así, todas las experiencias por las que va pasando le ayudan a “aceptar la complejidad de la realidad
en que vivía y quería «ayudar a las ánimas», y por esa razón se dedicó a estudiar. En su vida pasó de
las mediaciones cortas (peregrinar a Jerusalén para vivir «a la apostólica») a las mediaciones largas
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(estudiar para ayudar a las personas) .Iñigo vio claro la necesidad de procesar el conocimiento
obtenido por vía empírica. Para eso, la institución más adecuada era la Universidad, por la naturaleza
de su función cultural en el mundo occidental.
Tuvo que comenzar sus estudios formales desde el principio, tomando clases de latín, requerimiento
necesario para sus estudios posteriores. Recibió clases en las Escuelas Mayores de Barcelona de
1524 a 1526.“Como gentilhombre, Iñigo era un hombre cultivado, había recibido la educación propia
de un caballero, pero sus conocimientos de latín eran escasos –por no decir nulos-(…) El hecho de
que Iñigo de Loyola estudiara, no era de ninguna manera una excepción. Su mérito consistió en ser
sensible a este fenómeno y captar la importancia que cada día y de modo creciente adquirían
19
los sectores estudiantiles y de letrados en la sociedad.”
18
Margenat, Josep. Competentes, consciente, compasivos y comprometidos. La Educación de los Jesuitas. Edit. PPC. Madrid-
España. 2010. p.14
19
González Magaña, Jaime. Ob. cit. p.345.
20
Restrepo S.J, Iván. Ignacio de Loyola y su tiempo. En AA.VV, Ignacianidad. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá-Colombia.
1991. p.31.
En el Colegio de Santa Bárbara, de la Universidad de París, contado 38 años, realizó sus estudios en
Artes Liberales (1528-1535) y cambiará su nombre por el que será recordado en la historia: Ignacio de
Loyola. En un contexto mucho más tranquilo, se dedicó de lleno a sus estudios y fue perfeccionado
sus Ejercicios Espirituales, haciendo síntesis entre la experiencia personal y los conocimientos que iba
adquiriendo.
En ese tiempo universitario trabo amistad con jóvenes estudiantes que, en el devenir de la historia,
sería el grupo fundador de la Compañía de Jesús: Francisco Xavier (navarro), Pedro Fabro
(saboyano), Diego Laínez (soriano), Alfonso Salmerón (toledano), Simón Rodríguez (portugués) y
Nicolás Bobadilla (castellano). El grupo fundador eran estudiantes talentosos y según los
historiadores, este fue el ranking aproximado que tenían en sus estudios.
Alfonzo Salmerón, Nicolás Bobadilla y Diego Laínez (quien sería el sucesor de Ignacio en el gobierno de la
Compañía de Jesús) obtuvieron el Grado de Maestros en Alcalá. A Laínez le correspondió el 3° puesto entre
22
los 23 primeros.”
Estos primeros siete compañeros, al calor de los estudios, tertulias inspiradoras y los Ejercicios
Espirituales, deciden, en 1534, hacer unos votos en los que manifestaban su disposición de poner sus
vidas al servicio de los demás. Para ese momento, el grupo contaba con las siguientes edades:
Ignacio 43 años, Fabro y Xavier 28, Bobadilla 25, Rodríguez 24, Laínez 22 y Salmerón 19.
“Ignacio formó un grupo de hombres, les dio un sueño, les dio ideales, pero se encontraron con que
este ideal y este sueño se moría con ellos y para que no muriera tenían que institucionalizar ese
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“Básicamente existían dos arquetipos de Universidades: París, modelo de las Universidades de maestros; y Bolonia, modelo de las
de estudiantes. En el modelo de Bolonia, predominante también en España, los estudiantes contrataban los servicios de los
profesores, los Colegios de doctores y los Colegios de estudiantes estaban separados, y el poder estaba en manos de los
estudiantes. En París, en cambio, los profesores ofrecían sus servicios a los estudiantes por una cuota determinada y, aunque los
Colegios eran conjuntamente de profesores y estudiantes, el poder estaba en manos de los profesores. El modelo italiano
respondía a un tipo de sociedad marcada por los negocios y acentuaba el aspecto "profesional" (derecho, medicina), mientras que
el modelo de París apuntaba a una formación "científica", centrada fundamentalmente en la Facultad de teología.” Codina, Gabriel.
El Modus parisiensis. En revista Gregorianum, 2004, vol. 85, N°1, p 4. El método que se usaba en la Universidad, se conoce en la
historia como el “modus parisiensis”.Sus puntos fundamentales eran: “procurar una sólida fundamentación en la gramática;
establecer el progreso de los estudios de los más elementales a los más complejos, según la habilidad del alumno y, por último,
exigir un gran número de repeticiones.” Meneses,Ernesto. El Código Educativo de la Compañía de Jesús. Universidad
Iberoamericana, México. 1988. p12
22
Iturrioz S.J, Jesús. Ignacio de Loyola.Edit. Mensajero. Bilbao-España. 1982. p.30.
La formalización del grupo, como instituto religioso, se dio en 1540, cuando fue promulgada la Fórmula
del Instituto o Regla fundamental de la Compañía, a través de la Bula RegíminiMilitantisEcclesiae de
S.S Paulo III. Diez años más tarde, fue ratificada por S.S Julio II a través de la Bula Exposcitdebitum.
Ignacio fue elegido por sus compañeros, en 1541, como Superior General de la naciente Compañía.
Desde esa fecha, hasta su muerte en 1556, el otrora incansable peregrino, debió quedarse en Roma
para sus funciones de gobierno. Esos años los dedicará, junto con el perfeccionamiento y difusión de
los Ejercicios Espirituales, a escribir cientos de cartas en las que se daban orientaciones para las
misiones de los jesuitas, ya esparcidos por diversas partes del mundo y a redactar las Constituciones
de la Compañía de Jesús, que es el documento que intenta poner negro sobre blanco –con las
fortalezas y debilidades que eso conlleva- las orientaciones de cómo debe organizarse y operar la
Compañía de Jesús, según la espiritualidad que brota de la vivencia de los Ejercicios Espirituales.
A modo de cierre
A través de esta introducción a la vida de Ignacio, se pretende dar una visión generalísima que permita
contextualizar mejor sus propuestas y orientaciones, de tal manera que, efectivamente, él pueda ser
nuestro compañero de camino a lo largo de todo el Programa.
Así, según el p. Fernando Montes S.J, en su ponencia Nuestra Identidad y Misión, la biografía de
Ignacio se puede apreciar mejor a través de nueve claves de lectura que dan pistas para entender el
humus de la Espiritualidad que inspira un liderazgo con enfoque ignaciano.
23
Montes S.J, Fernando. Formación para la misión. Especificidad ignaciana y su despliegue en su modelo de liderazgo. Ponencia
presentada en el Seminario Liderazgo Ignaciano y Justicia Social (Deusto‐Loyola, País Vasco, España, 2013).
Es importante recordar que, a través del Programa de Liderazgo, no se busca la exaltación de la persona de
Ignacio, ni se pretende que sus participantes sean especialistas de su vida. Ignacio, con sus luces y sombras, fue
único e irrepetible. Sin embargo, su legado intelectual y espiritual, procesado a lo largo de todos estos siglos,
por múltiples especialistas, nos ofrecen unas excelentes herramientas para lograr eso que fue la inquietud de
toda su vida, «el salvar las ánimas» o como diríamos en un lenguaje más contemporáneo, el desarrollo pleno de
una persona
que pudiera en todo Amar y Servir.
24
Para conocer mejor estos enunciados, recomendamos la lectura del artículo del p. Fernando Montes S.J: Nuestra Identidad y
Misión. En Identidad Ignaciana y Universidad. Edit. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, Venezuela. 2007. p.18-27, en
donde se encuentran más desarrollados.
La identidad personal no es una “etiqueta” colocada desde el exterior, puesto que es lo le hace ser consciente a
cada quien sobre su condición de serúnico e irrepetible, solo igual a sí mismo en el tiempo y el espacio.
Este conjunto de representaciones mentales que conforman la Identidad no se dan de una vez y en forma
definitiva. Se van modificando a lo largo de la vida de la persona, dadas las relaciones de mutua influencia que se van
generando en los diferentes contextos por los pasa un individuo. “La construcción de la identidad no es un trabajo
solitario e individual. Se modifica en el encuentro con el Otro, cuya mirada tiene un efecto sobre ella. La identidad se
sitúa siempre en un juego de influencias con los otros: «estoy influido por la identidad del Otro y mi identidad influye
en la suya».
25
Rodríguez Sánchez, José Luis. Concepto de Identidad Personal. Disponible en:
http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/mocl/rodriguez_s_jl/capitulo1.pdf
Tomar conciencia de esta relación de mutua influencia, posibilita comprender lo dinámico y personal que es la
construcción de una identidad. Esta “(…) se va elaborando a partir de las diversas identificaciones (con otros
individuos) no se construye como un mero precipitado de las mismas. Como muy bien señaló E. Ericsson, cada sujeto
va constituyendo una síntesis dinámica particular, resultante de un proceso de asimilación y de rechazo de esas
identificaciones previas y de la interacción entre el desarrollo personal y las influencias sociales.
Todos vamos necesitando alcanzar una identidad personal que nos posibilite decir y decirnos a nosotros mismos
“soy yo”, diferenciarnos de los otros y narrarnos, contarnos, ante esos otros para ser por ellos reconocidos y
27
comprendidos.”
El tener claridad sobre la identidad personal, pasa por tomar conciencia de que ésta se va haciendo a lo largo de
toda la vida. “La identidad, por otra parte, constituye un dinamismo siempre vivo y activo, una especie de campo de
fuerzas, de luchas, a veces de conflictos, en los que se va trenzando el carácter con la disciplina. Un proceso vivo,
28
pues, que no se ve nunca concluido sino con la propia muerte”
Tal como se deja ver, la conformación de la personalidad no es, ni remotamente, un proceso que adolece de
conflictos. Al respecto, Domínguez Morano S.J afirma lo siguiente:“… no se constituye desde una plena pasividad por
parte del sujeto. Cuenta también como factor esencial el de la propia decisión en ir dando forma y estilo, “estilo
personal”, a ese material que la vida ha ido configurando en cada uno. Construcción de sí mismo, pues, en la que
articulamos nuestro querer, nuestra decisión y nuestra aspiración ideal con lo que a través de los otros se fue
29
sedimentando en nuestro interior.”
La identidad personal da cuenta de preguntas fundamentales de la existencia, tales como: ¿Quién soy Yo? ¿Qué
soy? ¿Cuál es mi origen? ¿Cómo me relaciono con la sociedad en la que vivo? ¿Cuál es el derrotero de mi vida? ¿Qué
quiero ser? ¿Cuál es mi papel en la Vida? ¿Qué sentido tiene mi existencia? Ahora bien, dar respuesta a estas
interrogantes es una tarea absolutamente personal, indelegable, si en verdad se quiere que ellas sean una vía para
constituir una persona en plenitud.
Con fines didácticos, podríamos decir que el estudio de la identidad personal se puede realizar, analizando los
siguientes aspectos:
b) La Corporeidad: se deriva del dato evidente que todo individuo es un ser orgánico y dotado de un cuerpo.
En este sentido hay cualidades que, indudablemente, particularizan a las personas: el color de la piel, la
estatura, el peso, el género, el sexo, etc.
26
Dronda, Belén.El Concepto de Identidad. En: Dossier para una Educación Intercultural. Centro de Investigación para la Paz, CIP-
FUHEM. Madrid-España. 2005. Disponible en:
http://www.fuhem.es/ecosocial/dossier-intercultural/contenido/9%20EL%20CONCEPTO%20DE%20IDENTIDAD.pdf
27
Domínguez Morano S.J S.J, Carlos. La configuración psicosocial de la identidad. En: MANRESA. 2008. Vol. 80. pp.35-36.
28
Idem. p. 36.
29
Idem. p. 36.
d) Los Temores: todo aquello que genera en los individuos sentimientos de inquietud y/o miedo, por
considerarse peligroso o perjudicial. La manifestación compulsiva frente a “eso” es la necesidad de huir,
escapar o evitar. Así, por ejemplo, se tiene el temor al dolor, a la soledad, al ridículo, a la vulnerabilidad,
etc.
e) Los Valores y Principios: los Valores constituyen todas aquellas convicciones profundas de las personas,
que, dado su rol normativo y regulador, determinan y orientan el modo de proceder de los
31
individuos. Los Principios, por su parte, son reglas o normas éticas de carácter general, las cuales,
aunque se tienen interiorizadas, generalmente los individuos no son conscientes de la influencia que ellas
32
ejercen en su modo de proceder habitual.
f) Las Creencias: en palabras del Dr. Fernando Savater, las creencias son:“… esas certezas que damos por
33
descontadas hasta el punto de no pensar siquiera en ellas.”
Las creencias son afirmaciones personales que funcionan como “verdades”, a través de las cuales, y junto
a los valores, se da significado y coherencia a la representación mental que cada individuo hace del
34
mundo exterior.
g) Las Competencias: constituyen el elenco de habilidades, destrezas y talentos que una persona tiene, para
llevar a cabo, virtuosa y efectivamente, una acción en un determinado ámbito. Coloquialmente hablando
responde a la pregunta: “¿Para qué o en qué eres bueno?”
Tal como se refirió en párrafos precedentes, aparte de la auto-imagen, al analizar la identidad, también se tienen
que tomar en cuenta los contextos en los que está la persona. El filósofo español Ortega y Gasset lo sintetizaba con
la expresión: “Yo soy yo y mi circunstancia”. En ese contexto se incluyen la religión, la moral, la ciencia, la filosofía,
el arte, el derecho, las instituciones políticas así como jurídicas, entre otros; es decir, el conjunto de elementos de la
superestructura culturalen las que la persona transita su existencia. Ellas pautan, enseñan qué es lo socialmente
30
El p. Carlos Cabarrús, en su libro La Danza de los Íntimos deseos, puntualiza sobre este aspecto, lo siguiente:“El deseo es una
sensación muy especial; es un impulso vital que me lanza a la consecución de algo que añoro porque intuyo que me plenifica y me
da felicidad. Hay niveles de profundidad de los deseos, los más profundos hablan de lo que de verdad puedo ser yo.”30Cabarrús,
Carlos. La danza de los íntimos deseos. Edit. Desclée De Brouwer. Bilbao-España. 2006. p.65
En opinión del p. Cabarrús, los deseos son la clave para entender lo nuclear de la identidad personal:“Lo que nos hace personas
únicas son esas fuerzas en nuestro interior que nos hacen capaces de superar los peores momentos de nuestra vida; esas fuerzas
que nos sacan de lo más oscuro y nos devuelven a la existencia. Y estas fuerzas no son las mismas para todos. Para algunas
personas será el deseo de vivir y de ser libre. Para otras, en cambio, será el deseo de servir, el amor a alguien, la atención a los
necesitados. Esa combinación de un puñado de cualidades, de potencias, de deseos, es lo que fundamentalmente me hace ser
yo.”30Cabarrús, Carlos. Ob. cit. p.64
31
El p. Mikel de Viana S.J establece una manera sencilla de aproximarse a la consideración sobre este tema:“Los valores son, pues,
aquello a lo que le entregamos la vida, aquello por lo que vale la pena vivir… Permítaseme la licencia: si quisiéramos saber
realmente qué valores animan la vida de la gente concreta, un ejercicio indicativo de alta eficiencia sería determinar en qué gastan
el tiempo, la energía y el dinero… especialmente cuando no está sometida a la coerción de la necesidad.”De Viana, Mikel.
Educación moral: educación en valores. UCAB-Guayana. Material Mimeografiado. 2002. p.1
32
Los Principios operan como una especie de “vía rápida” que tienen como finalidad ayudar a seleccionar la acción más acertada
para alcanzar o mantener un estado de paz, satisfacción o la coherencia personal entre el sentir y el actuar “correctamente”.
Operan en el ámbito del “deber ser”. Algunos ejemplos de ellos son: “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”,
“Mentir es malo”, “A las mujeres, ni con el pétalo de una Rosa”, “Hay que respetar a las personas mayores”, “Los Hombres no
lloran”, “Con la familia, con razón o sin ella”, “Los trapos sucios se lavan en casa”, etc.
En no pocos casos, cuando las acciones no mantienen correlación con los principios, se produce intranquilidad, ansiedad ese
desasosiego que comúnmente se denomina “remordimiento de conciencia”.
33
Savater, Fernando. Las preguntas de la vida. Edit. Ariel. Barcelona-España. 2003. p.55
34
Las Creencias afectan el proceso de percepción de la realidad, el cual tiende a ser selectivo, con el fin de reforzar y justificar su
existencia. En otras palabras, “las creencias hacen ver, lo que se desea ver”. Esto, indudablemente, influencia sobre la conducta
de la persona que la posee.
Llegados a este punto, se debe pasar a ver que le añade el adjetivo ignaciana, al sustantivo identidad. Así, cuando
se esté hablando de la Identidad ignaciana, se estará haciendo referencia a una identidad que ha asumido el modo
como Ignacio de Loyola cultivo para sí y enseñó a otros, la forma de habérselas con la realidad; cómo sintió, entendió
y vivió su relación con Dios, con los otros, con el mundo y consigo mismo.
Si una persona dice que asume, o, como diría Ignacio, manifiesta “el deseo de tener el deseo” de
vivir en clave de Identidad ignaciana, está diciendo que existe -o quiere que exista- una correlación
entre su identidad personal y la propuesta de Ignacio.
Mediante la identificación, el sujeto desea integrar, en su vida, los atributos que su modelo le
ofrece como atractivo. Ahora bien, este proceso tiene dos grandes tendencias: la primera tendería a una
apropiación de los rasgos para copiar. El sujeto, enajena, niega su identidad original, para repetir el modo de
proceder de su modelo. El devenir de esta postura es tornase en una “caricatura” del modelo. Está claro que esta
tendencia no nos interesaría cultivar en el Programa de Liderazgo
La segunda tendencia apunta no a la copia, sino a la personalización profunda de la esencia de la identidad del
modelo. Domínguez Morano S.J plantea al respecto:“En la identificación, un Yo se convierte en otro Yo y pasa a
sentir y a comportarse del mismo modo que el segundo. Es, tal como lo ha formulado H. Kohut una internalización
36
transmutadora que logra una nueva estructuración del sujeto.” Sin que eso signifique la negación de la identidad
original.
Como se puede intuir, se está delante de algo muy delicado, que toca lo medular de la persona. En este sentido, se
puede apreciar mejor que la Identidad ignaciana, no puede ser una moda o una “franela (playera, camiseta)” que
pone y se quita a conveniencia dependiendo del contexto, ni se decreta, ni se logra por puro voluntarismo, ni se
tiene porque lo diga un certificado, o porque se egresó de una determinada institución o se esté “pasivamente” en
un programa de formación que pueda abordar este tema.
Tampoco hay identidad ignaciana, por el mero hecho de mantener una relación favorable, incluso de gran
fidelidad, con una determinada obra vinculada con la Compañía de Jesús. Ciertamente, esto puede ser muy loable,
dependiendo de las motivaciones; sin embargo, es necesario diferenciar la “filias” o el sentido de pertenencia a una
determinada institución con un modo de estar e interactuar con y en el mundo.
Por otra parte, la identidad ignaciana tampoco es un mero saber racional. Se reconoce lo valioso de manejar
datos, nombres, términos, expresiones; sin embargo, por más nociones que se tengan sobre el tema, lo que se desea
es que éstas formen parte de un proceso integrador de la persona, incidiendo en los sentimientos, deseos, ideas,
valores, etc. La formación de la identidad ignaciana no es aprenderse una determinada jerga o a estructurar
discursos, sin que estos estén conectados con la vida misma, con la sensibilidad de la persona.
35
Domínguez Morano S.J S.J, Carlos. Ob. cit. p.34
36
Idem.
Por otra parte, también es necesario advertir, que para el caso de la identidad ignaciana, la identificación no es
con la persona de Ignacio en estricto sensus, sino con la espiritualidad que brota de sus Ejercicios Espirituales. Ahora
bien, para poder comprender mejor esta espiritualidad ignaciana, apreciar su novedad y tener una perspectiva
adecuada que posibilite ponderar sus alcances, así como limitaciones, es importante, conocer la vida de Ignacio, ver
hacia dónde apuntó su existencia, cuáles fueron sus búsquedas y qué medios usó para acentuarlas.
Dicho de otra manera: alguien irá robusteciendo la identidad ignaciana en la medida que, en clave de fidelidad
creativa, dependiendo de tiempos, lugares y personas, va experimentando una identificación, positiva, progresiva y
profunda, con la manera de vivir la relación con Dios, con los otros, con el mundo y consigo mismo, tal como lo
presenta la espiritualidad que brota de los Ejercicios Espirituales.
Tal como se ha venido afirmando, la identidad desarrollada por San Ignacio hunde sus raíces, y cómo dudarlo, en
una espiritualidad. De ella obtiene su norte, sus criterios para discernir y elegir, su “desde dónde” y su “a favor de
quién”; de la espiritualidad, en definitiva, obtiene las claves fundamentales de su modo de proceder en la vida
cotidiana.
¿Qué entender, entonces, por Espiritualidad ignaciana? Las páginas precedentes señalan el modo de dilucidar este
interrogante; es decir, preguntando primero qué es Espiritualidad (como sustantivo), y luego, juntarle lo ignaciano
(como adjetivo).
Una primera aproximación muy general a esta pregunta sería la siguiente: “La espiritualidad tiene que ver con la
vida y con nuestra forma de vivirla. Tiene que ver con el ánimo con el que nos levantamos todos los días para ir a
trabajar, con la manera de afrontar los problemas de los hijos o con nuestras relaciones con el vecino. Tiene que ver
con nuestra reacción cuando, delante del espejo, las arrugas nos indican que vamos envejeciendo; tiene que ver con
las páginas que visitamos en Google, con nuestro tiempo libre, o con el espíritu con el que sobrellevamos la
enfermedad, nuestra o de un ser querido. Y tiene que ver, por supuesto, con lo que las personas creyentes llamamos
Dios y con esa experiencia que cambia la vida hasta el punto de querer desvivirse por los demás.
Espiritualidad viene de «espíritu», que originariamente significa viento, aliento. Indica libertad, brisa, algo difícil de
encerrar y encasillar. Por eso, la espiritualidad no es patrimonio de las religiones y de los creyentes. Muchas
personas, quizás tú, alejadas hoy por distintos motivos de las grandes tradiciones religiosas, no renuncian por ello a
37
cultivar su espíritu.”
Presentado así el término, se podría colegir que espiritualidad tiene que ver con llevar una vida según el “espíritu”,
es decir, según ese dinamismo interno que orienta, dota de sentido, inspira a cada persona. De esta «vida según el
espíritu» es de donde “emana la capacidad de intuir, de lograr ver más allá de las apariencias, de experimentar lo
infinito y de poder encontrar sentido y valor a lo que hacemos y vivimos. De ella procede la demanda interna de
querer ser felices y la capacidad de realizar actividades “improductivas” y gratuitas, como disfrutar de una puesta de
sol, del aroma de un ramo de flores, de acariciar un niño, del deleitarnos escuchando una obra musical o
38
contemplando una obra de arte”
Una persona espiritualmente sensible desarrolla una mirada aguda que es capaz de encontrar belleza en lo que
para otros es corriente y ordinario. Pero no sólo es fortalecimiento del sentido estético, sino que también “no se
37
Provincia de Loyola.Cinco claves de Espiritualidad Ignaciana. Edit. Mensajero. Bilbao-España. 2010. pp.7-8.
38
Alonso Sánchez, Ana. Pedagogía de la Interioridad. Edit. Narcea. Madrid-España. 2011. p.25
Ahora bien, ¿cómo entender qué es la Espiritualidad ignaciana?: lo primero que surge a modo espontáneo es que
esta “no consiste en sumar a todo lo que ya hacemos otras actividades «más espirituales». No se trata de «…y ahora,
además de lo que haces, apártate de todo y ponte a rezar». La espiritualidad ignaciana intenta ayudar a vivir la vida
de una forma integrada. Integrar es marcar un horizonte claro en el proyecto personal de vida: un horizonte que da
un plus de calidad y sentido a lo que se va haciendo, que ayuda a vivir reconciliado con uno mismo, con los demás y
40
con la creación.”
La Espiritualidad ignaciana no lleva a una ascesis que aparta del mundo. Todo lo contrario, nada humano le es
ajeno, siendo en el mundo-con sus luces y sombras- donde despliega sus dinamismos. “La Espiritualidad ignaciana es
un camino para mirar la vida de una manera nueva, agradecida, con ojos compasivos y comprometidos, con dosis de
humor, de sentido común, de apoyo en los demás, de una lectura sabia de nuestro pasado para no tomarnos
41
trágicamente el presente y vivir inspirando futuros.”
Esta Espiritualidad Ignaciana habla de una vida “según el espíritu” o “inspirada”, que busca percibir, sentir, pensar,
juzgar y elegir desde un talante ambientalmente responsable, al servicio de la dignidad humana así como del respeto
a los derechos de las personas, especialmente de los más necesitados y excluidos de la sociedad, buscando el bien
común, actuando según el modo de proceder de Jesús de Nazaret.
Pero cuidado, que no se entienda el párrafo precedente como la justificación para un talante de simple “activista
social”, sin sentido de la trascendencia. Se insiste en esta idea: la Espiritualidad ignaciana es ante todo una
experiencia mística, una experiencia de relación profunda entre la persona humana concreta y Dios, o como diría
Ignacio, de la criatura con su Creador; la cual, lleva al individuo a una toma de conciencia de tanto bien recibido a lo
largo de su existencia, comenzando por el don de la vida. De este sentirse amado, aceptado y convocado, mana una
gratitud que está a la base de la actitud fundamental de la persona ignaciana: en todo Amar y Servir.
El p. Jerónimo Nadal S.J, asistente personal de Ignacio, utilizaba la expresión, Contemplativos en la Acción, para
describir como él entendía la vivencia de la Espiritualidad ignaciana. Con esto intentaba indicar el necesario
equilibrio entre ser una persona que cultiva su relación con Dios, pero que no pierde contacto y compromiso con su
aquí y ahora, para actuar en consecuencia. En la actualidad se diría que es una opción, libremente asumida, que
lleva a un servicio proactivo de la Fe y la promoción de la Justicia.
“Ignacio no quiso fundar una escuela espiritual. Al menos no fue esa su intención al iniciar su seguimiento de Cristo.
Sin embargo, movido por su deseo de aprender de las experiencias espirituales de otras personas, dialogando con
ellas, va cayendo en la cuenta de que su itinerario puede servir a otros. Dotado de una gran capacidad de
introspección y de habilidades para lo que hoy llamaríamos la metacognición, fue elaborando unos criterios y un
42
derrotero para facilitar el acceso de otros a una experiencia de conversión similar a la suya.”
Tal como se ha comentado, la experiencia que fue desarrollando la plasmó en el texto autógrafo llamado
“Ejercicios Espirituales”, para que otras personas, en otros tiempos y lugares, también tuvieran la oportunidad de
experimentar esa vivencia profunda de Dios que cambia el modo de habérselas con la realidad.
39
Torralba, Francesc. Inteligencia Espiritual.Edif. Plataforma. Madrid-España. 2010. p.56
40
Provincia de Loyola. Cinco claves de Espiritualidad Ignaciana. Edit. Mensajero. Bilbao-España. 2010. p.9.
41
Provincia de Loyola. Cinco claves de Espiritualidad Ignaciana. Edit. Mensajero. Bilbao-España. 2010. p.9.
42
Quiros, Javier. Espiritualidad ignaciana. En Vásquez, Carlos. Propuesta educativa de la compañía de Jesús. Edit. ACODESI.
Bogotá-Colombia. 2006. p.85
¿Qué implica esta característica laical de la Espiritualidad ignaciana? Entre otras cosas, que ésta no es para una
“élite de iluminados”, sino que está al alcance de personas normales, comunes y corrientes que, desde una
disposición de apertura, deseen, verdaderamente, saber si la ignaciana es la espiritualidad que mejor se adapta a sus
necesidades existenciales.
Dicho lo anterior, ¿cuáles serían, en definitiva, los rasgos distintivos de una persona que viva desde la
Espiritualidad Ignaciana? Este es un tipo de pregunta compleja, pues se puede tener la tentación de las recetas
homogeneizantes y no se puede perder de vista que la Espiritualidad ignacianano pretende anular la singularidad de
cada sujeto, sino cualificarla. Ahora bien, sin querer ser exhaustivo, se pudiera decir que sí existe un “aire de
familia” caracterizado por los siguientes rasgos, los cuales, dependiendo del sujeto, estarán marcados en mayor o
45
menor medida :
a) Busca dar respuesta a las preguntas existenciales desde la perspectiva cristiana, modulada por la cosmovisión
que ha cultivado la tradición ignaciana.
b) Fomenta una interioridad que le brinda un conocimiento personal para reconocer, con humildad, sus fortalezas
así como sus ámbitos a trabajar.
c) Familiaridad con Jesús de Nazarety su modo de proceder, lo cual le permite tenerlo como modelo de
humanidad.
d) La relación con Dios, de la que brota un profundo agradecimiento, hace que emprenda todas las cosas con un
sentido de Magis. Amor con amor se paga.
e) Tiene una aceptación positiva de la utopía cristiana y despliega sus dones, así como sus talentos para que esta
se vaya haciendo una realidad sensible.
f) Vive una sano y responsable diálogo con su aquí y ahora.
g) Es nuclear el servicio desinteresado, como actitud de vida. Se entiende como un ser-para-los-otros.
h) Cultiva un sentido de cuerpo. Reconoce, aprecia y fomenta el trabajo con otros.
i) Practica el discernimiento, según los métodos ignacianos, para orientar su modo de proceder.
j) Hay una sensibilidad especial, tal como la tuvo Jesús de Nazaret, por los menos favorecidos, excluidos de la
sociedad o los que se encuentran en las periferias existenciales.
k) Se orienta por el principio del bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiaridad y la solidaridad.
l) Tiene como valores fundamentales: la verdad, la justicia y la libertad.
A MODO DE CIERRE.
El presente material ha pretendido tener un tono introductorio, suministrando los elementos que se consideraron
fundamentales para una comprensión inicial de la vinculación entre la identidad y la espiritualidad ignaciana.
Una última idea que no se desea dejar pasar: el asumir la identidad ignaciana no significa, de ninguna manera, que
se esté enajenando la propia personalidad, sino que es un proceso de complementación. La ignacianidad le ofrece
un plus a la identidad personal.
Otro aspecto del que es conveniente ser consciente, consiste en que muchos de estos rasgos van a contrapelo de
las tendencias culturales dominantes del mundo contemporáneo. Eso, en su momento, exigirá tomas de posiciones
43
Laical viene de laico(a) y por este término se entiende –al igual que en la época de Ignacio-, a aquellas personas que no pertenecen
al clero, ni a ninguna orden religiosa.
44
Cabarrús, Carlos. La espiritualidad ignaciana es laical. En Cuadernos ignacianos. N° 4. Edit. UCAB. Caracas-Venezuela. 2002. p.11
45
Se debe advertir que estos rasgos no se enuncian como puntos de partida, sino como horizontes de desarrollo humano. Lo que sí
debe estar presente es el deseo de cultivarlos e integrarlos como el modo proceder natural.
Elsustantivo latino spirĭtussignifica aliento o respiro. Para los antiguos, por simple observación,su presencia en
47
un ser - el que tuviera aliento y respirara- era señal inequívocade vida . Al ser castellanizado se convierte en la
46
NOTA: Se enumera los párrafos para facilitar la corrección en los borradores. Una vez que se adopte la versión definitiva, se
deberán eliminar los números.
47
Para los antiguos, la vida sólo podía proceder de la divinidad, por tal motivo, no es difícil entender que ese “spirĭtus” se asociaraa la
idea del “aliento de Dios” que insufla al ser para darlevida.En este sentido, “spirĭtus” está relacionado, por equivalencia, a la
palabra hebrea ruah ()רוח, cuyo significado es viento y la palabra griega pneuma (πνεῦμα), que también significa viento, respiración,
aire, aliento. Así, por ejemplo, en el AT, libro del Génesis, capítulo 2, versículo 7, correspondiente a la traducción de la Luis
Alonso Schökel y su equipo, dice el autor sagrado: “Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo, sopló en su
nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo.” Pero este spirĭtustambién tiene que ver con la auto-consciencia del
ser humano. En el libro deProverbios, capítulo 20, versículo 27, correspondiente a la traducción de la Biblia de Jerusalén, dice el
autor sagrado: “El aliento del hombre es lámpara de Yahvé que sondea lo más profundo de su ser.” En
Cuando al sustantivo spirĭtusse le agrega la partícula “alis” (spirituālis) se genera un adjetivo que, al
castellanizarse, se convierte en la palabra espiritual. Esta indica que algo pertenece o es relativo al espíritu. En
este sentido, cuando se dice que los seres humanos son espirituales indica, principalmente, que en ellos hay un
dinamismo interno que les genera “la necesidad de preguntarnos cuestiones «fundamentales» o «sustanciales».
¿Por qué nací? ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Por qué debo seguir adelante cuando me siento cansado o
deprimido o frustrado? ¿Qué hace que todo esto valga la pena? Nos empuja y ciertamente define un deseo
específicamente humano de hallar sentido y valor a lo que hacemos y experimentamos. Deseamos ver nuestras
vidas en un contexto más amplio y significativo, se trate de una familia, la comunidad, un club de fútbol, el trabajo
de nuestra vida, nuestro marco religioso o el mismo universo. Deseamos algo a que podamos aspirar, algo que
nos lleve más allá de nosotros mismos y del presente, algo que nos proporcione valor a nosotros mismos y a lo
48
que hacemos.” El tipo de respuesta que se haga a estas preguntas es fundamento un modo de proceder.
49
El último elemento es el sufijo “dad” . Su función gramatical es formar sustantivos abstractos a partir de
adjetivos, indicando "cualidad de" lo expresado en el adjetivo base. En este caso: espiritual-idad. Los sustantivos
abstractos, “permiten nombrar objetos creados por el pensamiento o percibidos a través de la racionalidad. Es
posible diferenciar, por lo tanto, entre los sustantivos abstractos y los sustantivos concretos (que se encargan de
50
nombrar a los objetos que se perciben mediante los sentidos: vista, audición, olfato, tacto o gusto).”
A) Dimensión: en cuanto a este primer aspecto, es esa parte “profunda del ser humano, que transciende las
dimensiones más superficiales y constituye el corazón de una vida humana con sentido, con pasión,
51 52 53
con veneración de la realidad y de la Realidad .”
Desde esa perspectiva, la espiritualidad es “aquel espacio entre mi yo activo y mi yo profundo. A la vez nos
referimos a una realidad no reducible a las emociones o a la inteligencia intrapersonal. Es aquello que nos pasa
por dentro y aquello que se nos revela desde dentro. Más que una cosa, sustantiva, es un ámbito: integra cuerpo,
pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Por esto a menudo es más sugerente hablar de espacio o
54
de mundo interior.”
traduccionesespecializadas,que tratan de hacer una versión adaptada a la cultura contemporánea,se puede leer este mismo
versículo de la siguiente manera: “El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser” o “Dios nos
ha dado la conciencia para que podamos examinarnos a nosotros mismos.”
48
DanahZohar, Ian Marshall. Inteligencia Espiritual. Edit. Plaza & Yánez. Barcelona-España. 2001.p.19
49
Si el adjetivo es de más de dos sílabas, toma, en general, la forma “-idad”.
50
Definición de: Sustantivos abstractos.Qué es, Significado y Concepto. Disponible en:
[http://definicion.de/sustantivo-abstracto/#ixzz3N7kQazqx]
51
Entendida, en este contexto, realidad como la “no-apariencia”.
52
Así, “Realidad”, con mayúscula, es la existencia en sentido ontológico.
53
Escuelas Católicas Madrid. Reflexiones en torno a la Competencia Espiritual. p.45.
54
LuísYlla, Xavier Melloni, Josep M.Rambla y M. DolorsOller. ¿De qué hablamos cuando hablamos de interioridad? N° 69. Edit.
Cristianisme i Justícia. Barcelona-España. 2013. p.8.
a) “Es una dimensión antropológica fundamental de la persona en la cual se dan las condiciones para la
subjetividad, la escucha, el sentimiento, la receptividad, la conciencia.
b) Es allí donde se da el resultado del consejo de los clásicos: ¡conócete a ti mismo!
c) Es el ámbito que acoge las diferentes acciones o movimientos no tangibles: sentir, gustar, imaginar,
rumiar, querer, asumir, razonar, recordar..., el ámbito del “sentir y gustar de las cosas internamente”.
d) También el del saber “sapiencial”, donde saber y (de) gustar son muy próximos (diferente del saber del
estar informado), el de la ciencia.
e) El mundo interior es allí donde resuena lo que recibimos del mundo exterior, es donde pensamos, donde
reflexionamos, donde procesamos los impactos que recibimos a lo largo del día, donde sentimos de vez
en cuando la indisponibilidad radical de nosotros mismos.
f) Es un lugar para el silencio, donde uno se pone ante sí mismo sin defensas, con tanta transparencia
como es capaz de tener, donde uno elabora lo que a través del pensamiento y de los sentidos nos llega.
g) Un lugar para unificarnos en un entorno que nos fragmenta.
h) También es un lugar en el que luchamos con nosotros mismos y encontramos emociones que nos
55
duelen, vivencias que abruman, recuerdos que hieren, retos que paralizan, decisiones que exigen.”
C) Búsqueda: este aspecto hace referencia al ejercicio especulativo que una persona puede hacer
sobre su propio ser. Dada su condición espiritual, el ser humano puede abordar las cuestiones
fundamentales o sustanciales de su existencia. El principio y fin de esta búsqueda tiene que ver con la
conformación de una forma de entender lo que es el ser humano, su lugar en el cosmos y su relación -
o no- con Dios.
La Espiritualidad ignaciana
Teniendo lo antecedente como marco de referencia, cuando abordamos este concepto, es necesario
incorporar nuevas preguntas: ¿qué le agrega el adjetivo ignaciano al sustantivo abstracto
Espiritualidad? ¿Qué se entiende, en definitiva, por Espiritualidad ignaciana?
Lo primero que se debe resaltar es que es un modo de espiritualidad que recibe sus claves de interpretación
desde la inspiración cristiana de enfoque católico y tiene que ver con la manera como Ignacio de Loyola vinculó la
búsqueda sobre el ser de la cosas con Jesús de Nazaret y su mensaje.
55
Idem.
56
El término Espiritualidad de Degustación fue usado por José María Mardones, en su artículo “Neoliberalismo y Cultura.” Disponible
en: [http://gumilla.org/biblioteca/bases/biblo/texto/COM1998102_7-11.pdf]
La Espiritualidad ignaciana, nace como un carisma que, en palabras de Carlos Cabarrús S.J, “es la
manera de captar y vivir el Evangelio de Jesús. La genialidad de Ignacio es que su carisma, su modo
de captar a Jesús, lo hizo método (en los Ejercicios Espirituales), y por eso lo puede difundir. Esta
también es la causa por la cual este carisma sólo puede comprenderse en profundidad después de
58
haber hecho la experiencia de los Ejercicios”
Dicho de una manera muy general, se denomina Espiritualidad ignaciana, el dinamismo interno que
59
logra una persona como fruto de haber pasado por la experiencia de los Ejercicios Espirituales . Este
“paso”, realizado con ánimo y disposición positiva por parte del ejercitante, supone que él se ha dejado
afectar por la experiencia, alcanzando los objetivos (en la racionalidad, afectividad y voluntad) que se
proponen para cada una de las etapas o semanas, según el lenguaje ignaciano.
Rasgo fundamentales
Si se revisan textos relacionados con la Espiritualidad ignaciana, se podrá apreciar que cada autor,
dependiendo de su contexto y su sensibilidad frente al tema, pondrá sus acentos para resaltar lo que
considera son los rasgos característicos. A los fines de este trabajo, enunciamos los siguientes:
A) Cristocentrismo: Ese dinamismo interno mueve a una identificación con Jesús de Nazaret y su modo de
proceder, percibiendo, sintiendo, discerniendo-eligiendo y actuando desde un talante ambientalmente
responsable, al servicio de la dignidad humana y del respeto a los derechos de las personas (especialmente de los
más necesitados y/o excluidos de la sociedad) desde la perspectiva de los principios del bien común, el destino
universal de los bienes, la subsidiaridad y la solidaridad; valorando la libertad, la verdad y la justicia.
57
Provincia de Loyola. Ob. cit. p.9.
58
Carlos Cabarrús. La espiritualidad Ignacia es laical. En Cuadernos Ignacianos N°4., Universidad Católica Andrés Bello. Caracas-
Venezuela. 2002, p.11.
59
En el entendido que acá no se está hablando del “haber pasado” por una o varias experiencias de “retiros” o experiencias
eventuales inspiradas en la metodología ignaciana, que, de manera muy laxa, se suelen llamar “Ejercicios espirituales”. Estos
siempre serán buenos y provechos para la vida, pero, en este contexto, se habla de la propuesta tal y como la propone Ignacio.
Ahora bien, no es la intensión de este trabajo el plantear un fundamentalismo sobre este tema, pues el propio Ignacio reconocía la
dificultad de realizar la experiencia de las cuatro semanas en su fórmula ideal. Así está plasmado en la Anotación N°19 de los
Ejercicios y,a partir de ella, se han realizado múltiples adaptaciones, tomando en cuenta contextos culturales y destinatarios, con el
fin de promoverlos con toda su riqueza.
60
Peter-Hans Kolvenbach S.J. La Espiritualidad Ignaciana. Material mimeografiado. Cuba, 30 de mayo 2007.
“La Espiritualidad ignaciana intenta ayudar a vivir la vida de una forma integrada. Integrar es marcar un
horizonte claro en el proyecto personal de vida: un horizonte que da un plus de calidad y sentido a lo
que se va haciendo, que ayuda a vivir reconciliado con uno mismo, con los demás, con la creación y
63
con Dios.”
C)La búsqueda de la Voluntad de Dios. Una nota constante de la Espiritualidad ignaciana es la búsqueda de la
Voluntad de Dios.¿Qué debemos entender por Voluntad de Dios? ¿Cómo se va a buscar y cómo sabemos qué es
lo que se va a encontrar? Lo primero que se debe indicar es que, desde la perspectiva católica, la Voluntad de
Dios no es ni un “secreto cósmico”, ni un “oráculo místico”, ni cualquier otra cosa que tenga que ver con la idea
de predestinación o “algo” que traerá, inexorablemente, consecuencias negativas en la vida de las personas y por
ello se justificaría tenerle miedo.
“Con frecuencia tenemos ideas equivocadas acerca de la Voluntad de Dios, o sea, que tenemos la idea de un libro
ya escrito, que se encuentra allá, y yo debo procurar alcanzarlo (…) Esta es una idea muy errada de la voluntad de
64
Dios, como si Dios tuviera una voluntad que luego nos esconde y nos pone en aprietos para encontrarla.”
Afirmado lo anterior, ¿qué se puede entender como voluntad de Dios? “La palabra voluntad de Dios, en la Biblia
tiene otras formas: se llama, designio divino de Salvación, el plan de Dios; o se la llama, en el lenguaje de la
teología griega, partiendo del Nuevo Testamento, la economía de Dios, es decir, la manera como Dios, a fuerza
65
de buen padre de familia, dispone las cosas en la historia y en el mundo.”
¿Y cuál es ese “deseo” de Dios? Dicho de una manera muy genérica, lo que se puede interpretar de las Sagradas
Escrituras sobre este deseo de Dios tiene que ver con un mundo de justicia y de paz, un mundo en el que se
respeten los Derechos humanos, que sea ambientalmente sano, en el que no se experimenten las grotescas e
indignantes diferencias sociales, un mundo en el que los débiles no sientan temor por el abuso de los poderosos,
61
Provincia de Loyola. Ob. cit. p.9.
62
Caravias, José Luis. Espiritualidad laical Ignaciana hoy.
Disponible en [http://www.ciemexico.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=137%3Aespiritualidad-laical-ignaciana-
hoy&catid=43%3Aarticulos&tmpl=component&type=raw]
63
Provincia de Loyola. Cinco claves de Espiritualidad Ignaciana. Edit. Mensajero. Bilbao-España. 2010. p.9.
64
Martini, Carlo María. ¿Cómo conocer la Voluntad de Dios? Información S.J. N* 3. Madrid-España. Septiembre-Octubre.
1987.p.171
65
Idem.
Cuando en los Ejercicios Espirituales se habla de “buscar y hallar la voluntad de Dios”, quiere indicarle al
ejercitante que, al hacer la introspección y analizar su vida, pueda discernir cómo, con sus cualidades y defectos,
sus luces y sombras, su historia, psicología, sueños, valores, etc., conociendo e identificándose con el modo
de proceder de Jesús así como con su proyecto, encuentre la forma particular de desarrollarse plenamente y
contribuir, activamente, en la construcción de ese otro mundo posible.
Para esta búsqueda, Ignacio, a través de los Ejercicios Espirituales, le ofrece al ejercitante un práctico
instrumental (como por ejemplo las Reglas de Discernimiento para la primera Semana (EE 313-327) y
las Reglas de Discernimiento de la Segunda semana(EE 328-336)) con el fin de introducirlo en el arte
del discernimiento.
D) El sentido de Magis. La convicción fundante que se obtiene de los Ejercicios Espirituales es que el
ser humano, en tanto criatura, es invitado, por Dios, a desarrollarse en plenitud, siendo aceptado tal
cual es. El experimentar esta aceptación incondicional y, desde ahí, sentirse convidado a ponerse bajo
el “estandarte del Rey Eternal” -según las imágenes que esboza Ignacio en los Ejercicios Espirituales
N°97- engendra un talante que posibilita vivir la vida de manera agradecida.
Esto abre las puertas al sentido magnanimidad, que en el contexto ignaciano significa “tener el corazón
grande, tener grandeza de ánimo, quiere decir tener grandes ideales, el deseo de realizar grandes
cosas para responder a lo que Dios nos pide, y precisamente por esto realizar bien las cosas de cada
día, todas las acciones cotidianas, las obligaciones, los encuentros con las personas; hacer las cosas
66
pequeñas de cada día con un corazón grande abierto a Dios y a los demás.” Este talante tiene que
ver con lo que se conoce como Magis.
A partir de lo afirmado, nótese que el significado de Magis se aleja de lo que pudiera interpretarse como una
dinámica narcisista de superación personal. El Magis no sólo hace alusión a niveles óptimos de eficiencia y
calidad, sino sobre todo, a un tipo de relación con Dios, con la naturaleza y los seres humanos, que se inscribe en
el servicio de la realización de la persona en todas sus potencialidades.
El Magis lleva a la auto-motivación para la superación de la mediocridad, a través del compromiso con el
mejoramiento continuo, mediante prácticas y hábitos personales, así como colectivos. El Magis, tal como se
entiende en este contexto, nace de un profundo sentido de agradecimiento. “Amor con Amor se paga”, dice el
refrán popular. Es desde ese deseo de retribuir con lo mejor, ante tanto bien recibido, que se desarrolla un
sentido crítico, creador y de apertura al cambio.
66
S.S Francisco. Discurso del santo padre Francisco a los estudiantes de las escuelas de los jesuitas de Italia y Albania. Viernes 7 de
junio de 2013.
Disponible en: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/speeches/2013/june/documents/papafrancesco_20130607_scuole-
gesuiti_sp.html
En este sentido, hay tres visiones características, íntimamente imbricadas, que se generan como fruto
68
del asumir como propia esta Espiritualidad Ignaciana :
69
a) Una visión antropológica : es optimista y esperanzadora, pues considera al ser humano bueno por
naturaleza. Es un ser creado, invitado a una vida con sentido y a crecer -desarrollarse- en plenitud,
merecedor de dignidad y respeto desde su concepción hasta el último aliento de vida, poseedor de
derechos inalienables.
La visión antropológica entiende a la persona humana como capaz de procesos cognitivos que le
permiten establecer juicios sobre el bien y el mal, razón por la cual, puede hacerse responsable de
sus actos, los cuales son realizados con libre albedrío. Su modo de proceder estará orientado por
los afectos, la fuerza de los deseos, los temores, los valores, las creencias, que haya podido cultivar
a lo largo de su vida. En este sentido, es capaz de un comportamiento virtuoso, noble, generoso,
correcto, inspirado e inspirador. Ignacio es hombre de Fe y su Espiritualidad tendrá como modelo
de humanidad, para su visión antropológica, a Jesús de Nazaret.
Ahora bien, si esto es así, ¿por qué el ser humano se puede descubrir así mismo cometiendo
errores o conductas que no hubiese querido realizar? Una primera aproximación a la respuesta
apuntaría al desorden de los afectos y/o a una conciencia poco cultivada, la cual lleva a confundir
70
medios con fines y elegir incorrectamente . En este sentido, “Ignacio desarrolla una antropología
de la libertad que pasa por la ordenación del deseo, de los afectos y de las experiencias internas.
Ignacio busca cambiar al sujeto, su forma de percibir el mundo, de ubicarse y de realizarse en él,
71
respetando la ambigüedad objetiva del mundo”
72
¿Puede, entonces, la persona humana experimentar una metanoia y modificar sus actitudes, así
como sus conductas? Para Ignacio, definitivamente sí. Por eso hay que procurar que aprenda los
modos de revisar los propios procesos afectivos, comprender por qué y cómo operan, así como la
manera de encontrar los medios para su mejora, señalando indicadores claros y distintos que
evidencien el que, efectivamente, se están realizando cambios. Para esta tarea, el método
privilegiado, desde la perspectiva de Ignacio, son los Ejercicios Espirituales y el instrumental para el
73
discernimiento que hay en ellos; sin embargo, no sería el único.
67
Peter-Hans Kolvenbach S.J. Ob. Cit.
68
Sobra decir que estas notas características demandarían una mayor extensión, pero, dados los fines de este trabajo, se hará
mención de ellas muy brevemente.
69
El texto emblemático en el que se expresa la visión antropológica de Ignacio es el denominado Principio y Fundamento, ubicado en
el N° 23 de los Ejercicios Espirituales.
70
La pregunta sobre el misterio del mal (Mysteriuminiquitatis) no queda resuelto con esta respuesta, sin embargo, es un buen punto
de partida para su comprensión desde una perspectiva antropológica.
71
Caravias, José Luis. Espiritualidad laical Ignaciana hoy.
Disponible en [http://www.ciemexico.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=137%3Aespiritualidad-laical-ignaciana-
hoy&catid=43%3Aarticulos&tmpl=component&type=raw]
72
Metanoia es un término griego que, literalmente traducido, significa “cambio de mentalidad”. En la tradición neo-testamentaria, los
autores sagrados proponen que cuando una persona tiene un encuentro profundo con Jesús y su mensaje, se produce un cambio
en la mente y el corazón, hay una conversión, una reforma, una transformación de la cosmovisión que posibilita mayor coherencia
entre la fe declarada y la vida cotidiana.
73
La labor educativa abrazada por la Compañía de Jesús, desde sus primeros años como organización, nace de esta vocación de
servicio de la humanidad. Ella ha tratado, a través de sus procesos de enseñanza y aprendizaje, formar a sus alumnos, según la
expresión usada por los jesuitas fundadores, en “virtud y letras”.
74
Ruiz, Francisco José. Hombre. En: Diccionario de Espiritualidad Ignaciana. Vol. 2 Edit. Sal Terrae. Bilbao, España. p.944
La cosmovisión habilita a una percepción de la realidad que va más allá de lo que la ciencia
experimental puede decirnos acerca de ella. “La mística que fluye de la experiencia de Ignacio nos
conduce simultáneamente hacia el misterio de Dios y su presencia activa en la creación (…), nunca
se plantea una disyuntiva entre Dios o el mundo; siempre se trata de Dios en el mundo, trabajando
para llevarlo a su plenitud de modo que el mundo llegue finalmente a ser plenamente en Dios
«Ignacio afirma que no existe para el hombre camino de auténtica búsqueda de Dios que no
pase…por una zambullida en el mundo creado y, por otra parte, que toda solidaridad con el hombre
y todo compromiso con el mundo creado, para ser auténticos, presuponen el descubrimiento de
78 79
Dios.» ”
75
Caravias, José Luis. ob. cit.
76
Caravias, José Luis. Espiritualidad laical Ignaciana hoy.
Disponible en [http://www.ciemexico.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=137:espiritualidad-laical-ignaciana-
hoy&catid=43:articulos&Itemid=163]
77
Caravias, José Luis. Ob. cit
78
Kolvenbach, Peter-Hans: Alocución a la CG 34 (6.1.1995), 2; cf. Apéndice III, 2.
79
Congregacion General 34. Decreto 4, N°7
Ignacio quiere hacer patente que “el amor de Dios es más fuerte que la debilidad humana, lo que
abre la posibilidad de discernir y encontrar el camino para la construcción del bien, que se encarna
81
en la justicia, en la solidaridad, en la libertad, en el respeto a los derechos de todos.”
El texto emblemático en el que se plasma esta lógica encarnatoria se encuentra en los Ejercicios
Espirituales N°102: “Primer preámbulo. El primer preámbulo es recordar la historia de lo que debo
contemplar; que es aquí cómo las tres personas divinas miraban la llanura o redondez de todo el
mundo lleno de hombres, y cómo, viendo que todos descendían al infierno, determinan en su
82
eternidad que la segunda persona se haga hombre para salvar el género humano…”
La perspectiva teológica presenta a un Dios que ha optado por la humanidad hasta el extremo. “El
Dios trinitario y encarnado que contempla Ignacio no es el Dios de la metafísica griega ni el de
buena parte de la escolástica medieval, inmutable e impasible, autosuficiente y ajeno a la historia
humana… Aunque Ignacio participa de la teología escolástica, el influjo de la mística franciscana y
su decidido cristocentrismo le hacen recuperar al Dios de la historia de la alianza que sí reacciona al
comportamiento humano. Por eso, la suya es una espiritualidad de trascendencia mundana y no
83
cae en la trampa de buscar a Dios desde el apartamiento de la historia y de lo profano.”
El Dios de Ignacio es un Rey Eternal, un Señor al que vale la pena ponerse a su servicio, pues él nos
sirvió primero. La Compañía adoptó la frase Ad maiorem Dei gloriam (Para mayor Gloria de Dios)
como su divisa. Ahora bien, vistas las notas anteriores, esta debe entenderse desde la lógica
encarnatoria. En este sentido, ayuda tener como referente una frase atribuida a San Irineo de Lyon
84
(130 - 202d.C) según la cual, la Gloria de Dios está en que la Humanidad viva . Por eso, el servicio
a Dios pasa por el servicio al prójimo y a lo profundamente humano, teniendo como referente
fundamental, como modelo, el modo de proceder de Jesús de Nazaret. “La experiencia ignaciana
ayuda a descubrir a ese Cristo liberador, vivificante y tierno, único Mesías, fuente de vida, de amor,
de libertad y de justicia, que me ama profundamente y cuya única preocupación es mi felicidad y la
85
de mis hermanos.”
A modo de conclusión.
80
Ruiz, Francisco José. Hombre. En: Diccionario de Espiritualidad Ignaciana. Vol. 2 Edit. Sal Terrae. Bilbao, España. p.944
81
Guerrero Anaya, José Luis. La Utopía y los sueños del Padre Nicolás.
Disponible en [http://www.magis.iteso.mx/anteriores/025/025_ergosum_nicolas.htm]
82
Nótese en este texto como está presente, de manera subyacente, el ya descrito proceso seminal. Ignacio, a partir de la experiencia
personal, introdujo, en su Espiritualidad, una perspectiva teológica que ha marcado el modo de proceder de los jesuitas y que, al
institucionalizarse, es la lógica con la Compañía de Jesús se han planteado el sentido, el para qué de sus diversos campos de
trabajo. Para que esta “lógica encarnatoria” fuera realmente operativa, Ignacio redactó un conjunto de criterios para la praxis, los
cuales se encuentran plasmados en la Parte VII de las Constituciones de la Compañía de Jesús (N°
83
Caravias, José Luis. Ob. cit
84
A los efectos de este trabajo se ha enunciado la frase de manera parafraseada. «La vida en el hombre es la gloria de Dios, la vida
del hombre es la visión de Dios.» (C. H., libro 4,20:7).
85
Caravias, José Luis. Ob. cit
Estos puntos están presentes en la Espiritualidad ignaciana, como fruto del propio proceso de Ignacio. Él, a partir
de su crisis personal, producto de herida en Pamplona (1521) y su posterior recuperación, pudo descubrir su
interioridad y el modo de cultivarla, teniendo como referente fundamental a Jesús de Nazaret. Este modo se hizo
método en sus Ejercicios Espirituales, posibilitando el poder compartirlo con otros.
Así, la Espiritualidad que Ignacio cultivó para sí, pudo transmitirla a otros de tal manera que esta pudiera
ser fuente de inspiración de multitud de personas a través de distintas generaciones. Con un núcleo
sólido, la Espiritualidad ignaciana tiene la virtud, gracias a la lógica encarnatoria que la marca, de
adaptarse a tiempos, lugares y personas, sin perder su esencia.
Esta Espiritualidad será la que, en su momento, Ignacio y los primeros compañeros, con el fin de darle
continuidad en el tiempo, buscarán la manera de darle una expresión institucionalizada, lo que permitirá la
fundación de la Compañía de Jesús y de todas las obras que ella promueve.
Dic/2014
86
Provincia de Loyola. Cinco claves de Espiritualidad Ignaciana. Edit. Mensajero. Bilbao-España. 2010. pp.7-8.
La Inteligencia Espiritual
El ejercicio del liderazgo implica, entre otras cosas, la capacidad para construir futuros deseados compartidos.
En este sentido, aparejado al tema de la creación de horizontes, aparece la consideración sobre los modos de
superar las dificultades que pudieran surgir al intentar alcanzarlos y el fortalecimiento de aquellas
potencialidades que contribuyan en la realización de esas operaciones.
Es precisamente, en este último aspecto, donde el psicólogo norteamericano Howard Garnerd, a principios de la
década de los 80 (siglo XX), centró su definición de inteligencia, con el fin de sustentar su tesis de las
inteligencias múltiples.
Según Gardner, la inteligencia¨es un potencial bio-psicológico, lo que significa que es parte de nuestro cerebro y
de nuestra mente –que no son lo mismo-,para resolver problemas reales, para hacer cosas que son valoradas en,
88
cuando menos, una cultura o comunidad, y para encontrar o crear nuevos retos.”
De acuerdo a lo planteado en esta tesis, el ser humano dispone, para desarrollar, de las siguientes inteligencias:
verbal-lingüística, visual-espacial, naturalista, musical, lógico-matemática, kinestésico-corporal, interpersonal e
89
intrapersonal. A partir de esta propuesta, diversos autores has realizado aportes que, por un lado, van
consolidando esta teoría y, por el otro, van abriendo camino a nuevas investigaciones vinculadas al tema de las
inteligencias, tal como es el caso de Daniel Goleman con la Inteligencia emocional
87
NOTA: Se enumera los párrafos para facilitar la corrección en los borradores. Una vez que se adopte la versión definitiva, se
deberán eliminar los números.
88
Howard Gardner. Entrevista. En el canal: La Ciudad de las Ideas. Disponible en:
[https://www.youtube.com/watch?v=xJkPGSJLuAU ]
89
Para los fines de este artículo no es posible el desarrollo de estos aspectos, sin embargo, recomendamos profundizar en ellos para
una mejor comprensión del texto.
90
El término Inteligencia Espiritual fue acuñado por DaharZohar (Profesor de la Universidad de Oxford) e Ian Marshall (Psiquiatra de
la Universidad de Londres).
91
DanahZohar, IanMarshal. Inteligencia Espiritual. Edit. Plaza &Yanez. Barcelona-España. 2001.p.19
Según Torralba, estas “preguntas últimas” se pudieran agrupar, a grandes rasgos, en seis bloques temáticos:
Teniendo estas preguntas –y las respuestas que se les den- como criterios para decodificar/la realidad, en
opinión de Zohar y Marshall, la Inteligencia espiritual se experimenta en las personas a través de las siguientes
capacidades:
1) “Autognosis: conocimiento de uno mismo; sabe lo que se cree y se valora las motivaciones íntimas.
2) Espontaneidad: vivir el momento con conciencia.
3) Congruencia: actuar conforme a los principios y convicciones personales.
4) Holismo: ser capaz de ver patrones extensivos; relaciones y conexiones con sentido de pertenencia.
5) Compasión: tener una empatía profunda, capaz de hacer sentir al individuo lo que le sucede al otro.
6) Celebración de la diversidad: valorar a los demás por sus diferencias, no a pesar de ellas.
7) Espacio de autonomía: resistirse a las mayorías, sosteniendo las propias convicciones.
8) Humildad: saberse sólo un partícipe más de un drama más grande, aceptando su lugar en el mundo.
9) Cuestiones fundamentales: se necesita comprender las cosas y llegar al fondo de ellas, al por qué, de
su sentido.
10) Capacidad para estructurar: ver a distancia un problema, su panorama, ubicándolo en un contexto
más amplio.
92
Francesc Torralba. La Inteligencia Espiritual. Edit. Plataforma Actual. 3° Edición. Barcelona-España. 2010. p.71.
93
Idem.
Dado el imaginario que puede evocar el calificativo “espiritual”, si no es bien entendido, y para evitar posibles
confusiones que puedan levantar ciertos pruritos, es importante aclarar que esta modalidad de Inteligencia “no
97
debe confundirse, ni identificarse sin más con la consciencia religiosa . La primera es condición de posibilidad de
la segunda. Sólo porque el ser humano tiene esta forma de inteligencia puede vivir la experiencia religiosa, pero
98
la inteligencia espiritual es un dato antropológico, no una cuestión de fe.”
Este potencial, que tienen todas las personas por el hecho mismo de ser seres humanos, al igual que las otras
inteligencias, conviene ser cultivado para obtener los beneficios que apuntan a un desarrollo en plenitud.
Evidentemente, son muchas las vías que sirven para fortalecer este potencial, cada una de ellas se han generado
desde sensibilidades y contextos diversos. Un ámbito privilegiado, pero no exclusivo, es el de las experiencias
religiosas; y fue en este, precisamente, donde Ignacio de Loyola consiguió insumos para el desarrollo de sus
Ejercicios Espirituales.
“Leyéndolos muchas veces (los libros sobre la vida de los Primer Momento: en este fragmento se notan los
Santos y sobre Jesús), algún tanto me aficionaba a lo que dos grandes centros de interés a los que se ve
allí estaba escrito; pero dejándolos de leer, algunas veces atraída la atención de Iñigo, según el sistema de
me detenía a pensar en las cosas que había leído, y otras valores que había cultivado hasta el momento: las
veces en las cosas del mundo en que antes solía pensar. Y aventuras de los héroes cristianos (los Santos), con
de muchas vanidades que se me ofrecían, una se Jesús a la cabeza; y las prácticas, así como el estilo
94
Zohar y Marshal ¿Existe una Inteligencia espiritual? Disponible en:[http://tsopemaling.blogspot.com/2010/01/existe-una-inteligencia-
espiritual.html]
95
Francesc Torralba. La Inteligencia Espiritual. Disponible en: [https://www.youtube.com/watch?v=LpyfYURViEo]
96
Antonio Pérez Esclarín. La Inteligencia Espiritual. Diario Panorama. Domingo 01 junio 2014. Disponible en:
[http://panorama.com.ve/portal/app/push/noticia114078.php]
97
“La creencia religiosa es una manifestación, un desarrollo de la inteligencia espiritual que consiste en la adhesión a un tipo de
verdades que no pueden demostrarse racionalmente, que son objeto de fe. Esta adhesión da sentido a la vida humana y permite
comprender los grandes momentos de la existencia: eventos como el nacimiento, la muerte, el amor y el sufrimiento.” Francesc
Torralba. La Inteligencia Espiritual. Plataforma Actual. 3° Edición. Barcelona-España. 2010. p.51.
98
Francesc Torralba. La Inteligencia Espiritual. Plataforma Actual. 3° Edición. Barcelona-España. 2010. p.51.
99
Esta categoría “proceso seminal” se utiliza por iniciativa del autor, con fines pedagógicos y sólo en este trabajo. No forma parte de
la terminología tradicional de la cultura ignaciana.
Haciendo un ejercicio de abstracción a lo vivido por Ignacio, se pudiera esquematizar el proceso de la siguiente
manera:
a) Primer momento: aprender a captar, agudizar los sentidos para que la experiencia por la que está
pasando el sujeto sea fuente de información significativa.
b) Segundo momento: aprender a concientizar los efectos en el ámbito afectivos -Ignacio las llamará
mociones- que produce la experiencia.
c) Tercer momento: aprender a discernir, preguntar, analizar el por qué la experiencia produce lo ya
concientizado en el paso anterior.
d) Cuarto momento: poner por obra, actuar en consecuencia con los resultados del discernimiento,
seleccionando los medios más adecuados.
Ignacio, a lo largo de su vida, fue refinando este “proceso seminal” e incorporándole categorías, indicaciones y
estructuras que le permitieron operativizar lo mejor y convertirlo en una herramienta para la práctica del
100
discernimiento . Este proceso, tal como ya se afirmó, fue la materia prima fundamental de un método aún
mayor y que él denominó Ejercicios Espirituales.
Ignacio los describió de la siguiente manera: “se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de
contemplar, de orar vocal y mentalmente y de otras actividades espirituales según que adelante se dirá. Porque
100
Al respecto, se pueden señalar, a modo de ejemplo, el propio ordenamiento en “semana” con las recomendaciones de como
ordenar un día de Ejercicios, las Anotaciones (EE 1-22), las reglas para una buena elección (170-189) las Adiciones (EE 73-90), las
“Reglas de Discernimiento” para la Primera Semana(EE 313-327) y segunda Semana (EE 328-336), las Reglas para comprender
los escrúpulos (EE 345-351), Reglas para sentir con la Iglesia (EE 352-370), El Examen general(32-44) y el particular. (EE 27-31)
En definitiva, ¿qué son, para Ignacio, los Ejercicios Espirituales? Partamos del hecho que son su obra nuclear y,
desde el enfoque con el que se inició este artículo, las operaciones, enunciadas en la descripción elaborada por
el propio Ignacio, constituyen una de las tantas vías para el fortalecimiento de la Inteligencia espiritual. De los
Ejercicios Espirituales se deprende la espiritualidad de la Compañía de Jesús y de todo aquello que se quiera
entender desde el enfoque ignaciano. Los Ejercicios Espirituales son una escuela de sensibilidades, fuente de
102
criterios e inspiración para optar por determinados campos y modos de servicio.
Ahora bien, con el nombre de Ejercicios Espirituales también podemos identificar tres cosas: El Texto, el Método
y la Experiencia en sí misma:
a) El Texto: fue redactada a lo largo de su vida, desde su proceso de resiliencia en Loyola, luego de su
herida en Pamplona hasta su estadía en Roma, como Padre General de la Compañía de Jesús.
No es un documento en una prosa para ser leída de corrido, como el común de los libros. Es un
texto con indicaciones para que el ejercitante siga una metodología y realice unas tareas. Los
Ejercicios Espirituales se parecen más a lo que hoy entendemos como un manual, con secciones
claramente identificadas.
103
b) El Método: es una mistagogía para un proceso de introspección profunda. Es un itinerario, y
104
como tal, es para ser puesto en práctica, durante un poco más de un mes. Para realizar esta
mirada a la interioridad, ofrece un conjunto de orientaciones, organizadas por etapas, cada una de
ellas con objetivos específicos, cuyo fin es facilitar el proceso de auto-análisis.
101
EE N°1
102
En este sentido, para aquellos que quieran auto-calificarse como ignacianos, el verdadero punto de arranque está en el
conocimiento de las tesis centrales de los Ejercicios Espirituales, así como de la praxis de algunas de sus modalidades con cierta
frecuencia, y no, simplemente, la pertenencia o cercanía afectiva a alguna institución de la Compañía de Jesús, o el manejo de una
cierta jerga ignaciana o frases clichés.
103
Del griego mystagogheín (iniciar, introducir en los misterios). Se entiende aquí, desde una perspectiva muy general, como el arte
de enseñar-aprender a vivir con fe, que es lo que habilita para que la persona “no sólo sepa mucho” sino que “sienta y guste
internamente”. Para comenzar, introduce en el misterio de la persona humana, ayudándole a formular preguntas fundamentales de
la existencia y buscar sus respuestas. A partir de este dato antropológico, se acerca a la experiencia de lo trascendente (que es
llamado Dios por los cristianos y que se nos revela con el rostro de Jesús de Nazaret) pero no desde un conocimiento racional sino
desde la mística.
104
A modo de aclaratoria: cuando a una persona realizase unos “ejercicios espirituales” de 2, 4 u 8 días, lo que está haciendo, en
stricto sensu, es una actividad “basada” en la metodología de los Ejercicios. Se reconoce que estas experiencias pueden ser muy
ricas, profundas, gratificantes, clarificadoras, útiles, místicas, potenciadoras, buenas y santas. Siempre será provechoso procurar
tener una con cierta frecuencia… Ahora bien, estas experiencias no se deben confundir la experiencia de los EJERCICIOS
ESPIRITUALES, así con mayúscula, pensada para un mes en inmersión total o su versión para la vida corriente, dado que, por lo
general, el ejercitante no pasa por todos los contenidos desarrollados por Ignacio y que están puestos para generar un efecto
profundo en la estructura afectiva del Ejercitante.
La segunda nos expone a la vivencia de la libertad que nos va a permitir experimentar la gracia
de la entrega. Una libertad confrontada con la vida inhumana de tantas gentes y tentada de
satisfacerse sólo a sí misma. Nos asomamos al horizonte de la liberación personal y de la
liberación del mundo. Los ejercicios de esta segunda semana nos abren la posibilidad de
cristianizar la libertad. La persona que surge de ella es una persona para los demás, solidaria,
una verdadera gracia para quienes viven cerca de él o ella.
La tercera nos expone a la vivencia del dolor ajeno para hacer propia la gracia de la comunión.
El dolor ajeno, vivido como ajeno, sólo espanta, echa para atrás, obliga a volver el rostro.
Vivido como propio, acerca, se compadece, acompaña. Los ejercicios de esta tercera semana
nos abren la posibilidad de cristianizar el dolor. La persona que surge de ella es una persona
con los demás, un hermano, una hermana que no abandona, alguien que sabe estar y deja
estar, que cultiva la virtud de la reciprocidad.
Sentirnos reconciliados con lo que somos nos hace entregados, agradecidos, hermanos.
Entregarnos a los demás gratuitamente nos pacifica por dentro, nos hace sentirnos
hermanos.
Sabemos hermanos y hermanas nos lleva a la entrega, al agradecimiento, a la
reconciliación con todos.
Sentirnos agradecidos compromete nuestra entrega, nos confraterna, nos permite estar
reconciliados.
Las cuatro son puertas de entrada al crecimiento humano que nos permiten acceder a ese horizonte
de persona reconciliada, para los demás, con los demás y agradecida, que resulta una bendición allí
donde esté, una verdadera buena noticia. De hecho, esos cuatro rasgos básicos son propios de
alguien que ama, pues es el amor, en último término, lo que da consistencia y plenitud al ser
105
humano.”
c) La experiencia en si: cuando el ejercitante está en plena vivencia del método. En este sentido,
Ignacio recomienda que la persona, si realmente desea obtener los frutos propios de los Ejercicios,
entre en ellos con ánimo y libertad. Esto implica que se deje afectar por la experiencia de
introspección profunda, sanamente desestabilizadora, cuestionante y generadora de criterios de
105
Provincia de Loyola. La Persona en el camino de Ignacio. Bilbao, España. 2005. p.5-7
Al realizar los Ejercicios Espirituales y dejarse afectar por ellos, el ejercitante va fortaleciendo su Inteligencia
espiritual y las competencias asociadas a ella. Aprende a examinar su consciente y conocer, así como, trabajar
sus afectos, para alcanzar mayores niveles de libertad interior. “Asimismo, los Ejercicios ayudan a la persona a
encontrar el sentido de su existencia, de sus éxitos y fracasos, de sus alegrías y sufrimientos. Los Ejercicios
ayudan a cada persona a madurar humanamente en todas sus dimensiones partiendo de sus propias
106
necesidades y llevándolas a descubrir como camino de plena realización” la identificación con Jesús de
Nazaret, su modo de proceder y su misión de servicio a la Humanidad.
Al conocer el contexto histórico que rodeó a Ignacio, se puede apreciar que, gracias a ser hijo de su historia,
pudo desarrollar un instrumental para “navegar en aguas crispadas”. La pedagogía de los Ejercicios le permiten
al ejercitante aprender a leer los signos de los tiempos y adecuar su modo de procederá tiempos, lugares y
personas, siempre inspirado en el modo de proceder de Jesús de Nazaret.
Dicho lo anterior, surge, como es natural la siguiente pregunta: ¿Cuál es el objetivo de los Ejercicios Espirituales?
En el N° 21 de los Ejercicios Espirituales, Ignacio señala: “Ejercicios Espirituales para vencerse a si mismo y
ordenar su vida sin determinarse (decidirse) movido por alguna afección (afecto) desordenada.” Dicho eso, se
puede colegir que los Ejercicios Espirituales apuntan a tres cosas:
b) “Quitar las afecciones desordenadas...”: En los Ejercicios se puede encontrar pistas que ayuden a
“liberar” de aquellos afectos, apegos, actitudes, maneras de ser o de comportar que en la vida del
ejercitante no le ayudan a relacionarse de manera sana, madura, libre y gozosa con Dios, consigo
mismo, con los-otros y con su entorno.
c) “Para buscar y hallar la voluntad de Dios...”: Es decir, comportarse como personas maduras en la
fe y su incidencia en la vida ordinaria. El tema de la Voluntad de Dios implica que cada quien, con
sus cualidades y defectos, sus luces y sombras, su historia, psicología, sueños, valores, etc.,
siguiendo el modo de proceder de Jesús, encuentre la forma particular de contribuir activamente
en la construcción de una sociedad en la que los seres humanos vivan libres, felices y de la manera
en que deben estar los hijos e hijas de Dios.
106
Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina. Directorio de Ejercicios Espirituales para América Latina. Documento
mimeografiado. Enero 2010. p.3
Es importante volver a señalar que el desarrollo definitivo de los Ejercicios fue producto de un largo proceso
reflexivo de Ignacio a partir de sus experiencias personales, sus estudios universitarios y del aprendizaje que
obtuvo al compartir su método con otras personas.
A modo de conclusión:
El ser humano es el único que se pregunta a sí mismo sobre su condición. “El ser humano quiere vivir una
vida con sentido. Necesita hacerse preguntas esenciales y enfrentarlas con sinceridad y
responsabilidad, pero hoy la mayoría de las personas tiene pavor a enfrentar el misterio de la vida y
asumirla como pregunta: ¿quién soy?, ¿qué hago en esta vida?, ¿para qué vivo?, ¿cómo me imagino
108
realizado y feliz?, ¿cómo concibo la muerte?, ¿cómo me preparo para ella?” En este sentido, tratar de
107
El desarrollo de la metodología es deudora de los planteamientos realizados por el equipo de espiritualidad de ITAICI (Sao Paulo-
Brasil) en su folleto La Fuerza de la Metodología en los Ejercicios Espirituales. Para los fines de este texto, se parafrasea y glosa el
contenido original.
108
Antonio Pérez Esclarín. La Inteligencia Espiritual. Diario Panorama. Domingo 01 junio 2014. Disponible en:
[http://panorama.com.ve/portal/app/push/noticia114078.php]
Este potencial, que tiene su fundamento en una condición antropológica, puede desarrollarse de diversas
maneras, encontrando en las experiencias religiosas un espacio privilegiado (no exclusivo) para su cultivo. Fue
en ellas donde Ignacio de Loyola, a partir de una crisis existencial, experimentó las vivencias necesarias para
desarrollar su método denominado Ejercicios Espirituales.
En este sentido, el texto hay que situarlo y entenderlo desde tres características:
a) “Es la expresión de una honda experiencia: En él se proyecta la manera como Dios fue conduciendo a Ignacio,
a lo largo de la vida, para que se situara en un dinamismo permanente de búsqueda y realización de la
voluntad divina en el seguimiento de Jesús (…)
c) Es una presentación de medios o instrumentos para prepararse y disponerse a acoger la voluntad divina en la
totalidad de la persona. Medios que ayudan a la persona para que todo lo que constituye su realidad
personal (sentimientos, razón, voluntad, afecto) y social (ambiente, historia) sea un canal de comunicación
109
de la palabra y del amor misericordioso de Dios.”
Ignacio, a partir de su experiencia personal y tras observar los efectos que generaban los Ejercicios en la vida de los
ejercitantes, valoró mucho su método y por eso se dedicó, hasta su muerte, a perfeccionarlo. De sus Ejercicios
Espirituales llegó a escribir en una carta a Miguel Miona, en 1536: “siendo todo lo mejor que yo en esta vida puedo
pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo como para poder fructificar, ayudar y
110
aprovechar a otros muchos(…)”
109
Conferencia de Provinciales de América latina. Directorio de los Ejercicios Espirituales para América latina (2010)” CPAL p.9
Material mimeografiado.
110
Carta al P. Manuel Miona, 16 de noviembre de 1536. Obras Completas, BAC, 5ª. edición, p. 736