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The Xavier Zubiri Review, Vol. 7, 2005, pp.

67-78

Ciencia, técnica y filosofía en nuestra situación intelectual


desde la perspectiva de Ortega, Zubiri, y Aranguren

Jesús Conill
Universidad de Valencia
Valencia, Spain

Abstract
The harmonizing position for science, technology, and philosophy, developed by Ortega,
Zubiri and Aranguren, permits us to discover a new “horizon,” one in which the study of
the deepest strata of reason reveals a new form of understanding reality and of being now
intellectively in it. It is a horizon in which one can combine the contributions of the grow-
ing scientific knowledge (without falling into scientism) and of the risky power of technology
(without falling in technocratism) with the birth of a new metaphysics, capable of confront-
ing the vital abyss to which the nihilistic experience of the so-called “postmodern” times
exposes us. In this way it is possible to offer a new ethical way out of the crisis of the con-
temporary intellectual scene, and so to remedy the colossal failure of modernity—such as it
has developed—and the crisis of life that it has produced, despite the enormous develop-
ment of science and technology..

Resumen
La posición armonizadora de la ciencia, la técnica y la filosofía por parte de Ortega,
Zubiri y Aranguren permite descubrir un nuevo "horizonte", en el que el estudio de los es-
tratos más profundos de la razón desvela una nueva forma de entender la realidad y de
estar inteligentemente en ella. Un horizonte en el que se pueden combinar las aportaciones
del creciente conocimiento científico (sin caer en cientificismo) y del arriesgado poder de las
tecnologías (sin caer en tecnocratismo) con el alumbramiento de una nueva metafísica, ca-
paz de enfrentarse al abismo vital a que nos expone la experiencia nihilista en los tiempos
llamados “postmodernos”. Es posible ofrecer así una nueva salida ética a la crisis del pa-
norama intelectual contemporáneo, con la que remediar el fracaso de la modernidad -tal
como ha sido desarrollada- y la crisis vital que ha producido, a pesar del enorme desarrollo
de la ciencia y la técnica.

Introducción sar el lugar que ha de ocupar la filosofía en


tal contexto.
Las relaciones entre ciencia, técnica y En este sentido, las respuestas de estos
filosofía exigen replantear el sentido de la indiscutibles maestros constituyen, a mi
vida intelectual y las reflexiones de Zubiri juicio, una fecunda aportación al futuro de
sobre este asunto, enlazadas con las de la filosofía, dado que, partiendo de lo que
Ortega1, constituyen un fermento dinamiza- me atrevería a denominar una “filosofía
dor de nuestra meditación actual, porque poética” en la versión literaria de la Genera-
nos permiten situar la ciencia y la técnica ción del 98, ofrecen nuevos modos de en-
en el contexto de un mundo histórico con tender la razón en forma de “razón vital”,
sentido, es decir, a partir de la existencia de “histórica” y “sentiente”, que no se inmuniza
una determinada “vida intelectual” y repen- frente al desarrollo de las ciencias contem-

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poráneas y los acelerados cambios que pro- cribirlo así: “A solas con su pasar, sin más
ducen las nuevas tecnologías. apoyo que lo que fue, el hombre actual huye
Esta posición armonizadora de la cien- de su propio vacío (...) exprime las maravi-
cia, la técnica y la filosofía presupone que llosas posibilidades técnicas del universo,
Ortega y Zubiri han sido capaces de descu- marcha veloz a la solución de los urgentes
brir un nuevo “horizonte” para la filosofía, problemas cotidianos. Huye de sí mismo,
en el que el estudio de los estratos más pro- hace trascurrir su vida sobre la superficie
fundos de la razón desvela una nueva forma de sí mismo. Renuncia a adoptar actitudes
de entender la realidad y de estar inteligen- radicales y últimas (...) la existencia del
temente en ella. Un horizonte en el que se hombre actual es constitutivamente centrí-
pueden combinar las aportaciones del cre- fuga y penúltima”5.
ciente conocimiento científico (sin caer en Esta experiencia de abismo que hoy
cientificismo) y del arriesgado poder de las nos invade constituye el trasunto de la sos-
tecnologías (sin caer en tecnocratismo) con pecha de que en el fondo todo es contingen-
el alumbramiento de una nueva metafísica, te y caótico, que tan sólo contamos con un
capaz de enfrentarse al abismo vital a que orden funcional y convencional, y que care-
nos expone la experiencia nihilista en los cemos de arraigo en la realidad. Por eso
tiempos llamados “postmodernos”2. Ortega y considero que con lucidez anunció O. Külpe
Zubiri creen ofrecer así una vía de salida a a comienzos de siglo que en el umbral de la
la crisis del panorama intelectual contem- filosofía del futuro estaba el problema de la
poráneo, con la que remediar el fracaso de realidad6.
la modernidad -tal como ha sido desarrolla- Arrastramos también la “crisis” de la
da- y la crisis vital que ha producido, a pe- razón, percibida de modo trágico y angus-
sar del enorme desarrollo de la ciencia y la tioso por conspicuos representantes de
técnica. nuestra Generación del 98 (al menos, Una-
muno y Machado), y analizada por Husserl
y por Ortega como crisis de fundamentos y
I. Nuestra situación filosófica privación de instancias últimas (un “terre-
La filosofía es una “posibilidad históri- moto en la razón”); pero una crisis que no
ca”, una manera de afrontar intelectual- les condujo a abandonar la razón sino a
mente la vida, que confía en “el poder de la reformarla desde sus raíces, porque “no era
razón”, pero que -como advertía Ortega- toda la razón quien tuvo la culpa del fracaso
puede dejar paso a otras maneras postfilo- cultural, sino un modo de entenderla, in-
sóficas, si se resquebraja la “fe” en la razón adecuado al fondo de la vida humana”.
que le sirve de sustento. ¿Y no se ha “volati- Es cierto que, de entrada, la reflexión fi-
lizado” la confianza en la razón tradicional losófica en general parece importar bien
y, sobre todo, en la tradicionalmente mo- poco en una sociedad como la nuestra, que
derna, produciendo una crisis intelectual de vive casi exclusivamente de lo espectacular
fondo? ¿Se puede seguir pensando filosófi- y no de lo especulativo -¡a no ser en lo eco-
camente, cuando nos sentimos arrastrados nómico!
por las urgencias y el interés está volcado Por otra parte, hay que empezar reco-
en lo inmediato? “Consciente del carácter nociendo que la filosofía se ha “desutopiza-
histórico de toda situación, dominado el do”. Sea por cansancio -como creyó detectar
mundo por la técnica, acosado el hombre Husserl-, sea por exigencias pragmáticas, o
por las urgencias más apremiantes, ¿qué sea por un proceso de responsabilización7,
sentido puede tener el filosofar?”3. ya no estamos en los tiempos de aquellas
Como “para entender una filosofía hay utopías que con sus ensoñaciones nos ale-
que descubrir su horizonte”4, según Zubiri, jaban de la complejidad de lo real, sino que
cabría caracterizar el contemporáneo resu- la mayor parte de las filosofías contemporá-
midamente como aquél que se ha quedado neas se conforman con propuestas fragmen-
“sin mundo, sin Dios y sin sí mismo” y des- tarias y modestas.

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De entre las diversas consecuencias de tes entre sí en cada caso).


esa -en ocasiones, a mi juicio, “falsa”- mo- Por eso, ya hace tiempo, defendí que la
destia quisiera destacar dos: 1ª) la de redu- modalidad apeliana y habermasiana de
cir el conocimiento de la realidad al de las filosofía tenía rasgos y pretensiones que
ciencias positivas (cientificismo) y poner la podían ser calificados de metafísicos, aun-
organización del mundo (natural y social) en que fuera en un sentido transformado. Lo
manos del poder de las innovadoras tecno- cual se debe a que hay ciertas característi-
logías (tecnocratismo); y 2ª) la de renunciar cas en su filosofía que revelan una modali-
a la dimensión metafísica de la filosofía, es dad de pensamiento de un determinado
decir, aceptar con resignación, seguramente calibre. Por ejemplo, la determinación de la
por imperativo cultural, el advenimiento de transcendentalidad, el proyecto fundamen-
una era “postmetafísica”. tador con evidencias paradigmáticas, el
orden teleológico y lógico-moral, el momento
II La cuestión metafísica en el contexto de incondicionalidad, etc.9
actual Y lo mismo debe decirse cuando ac-
Es ya un tópico en círculos muy rele- tualmente Habermas sigue pretendiendo
vantes de la filosofía contemporánea el ca- rescatar la “sustancia normativa de las tra-
racterizar nuestra época como “postmetafí- diciones religiosas” (y de lo que él denomina
sica”. Incluso pensadores que aceptan ex- metafísica) manteniendo la “perspectiva del
presamente la posibilidad y necesidad de mundo como un todo” y con ello la “univer-
una “Filosofía Primera”, rechazan la conve- salidad” e incluso la “trascendencia desde
niencia de la metafísica8. dentro”, ya que de este modo está conser-
Esto podría deberse a un afecto conce- vando características tradicionales del pen-
dente a la moda terminológica, o también samiento metafísico (totalidad, universali-
puede deberse a alguna que otra confusión. dad y trascendencia inmanente), por mucho
Por ejemplo, a mi juicio, Apel malentiende el que se empeñe en aclarar que su pretensión
término “metafísica”, cuando lo separa ta- es hacerlo “en condiciones posmetafísi-
jantemente del uso del término “filosofía cas”10. Una vez más, lo importante no es
primera”, ya que en la historia de la filosofía tanto fijarse en lo que se dice sino en lo que
se han asimilado ambos, de tal manera que se hace. Pues, a pesar de los pesares, lo
bien podría llamarse “metafísica” a lo que decisivo no es cambiar el nombre publicita-
Apel prefiere denominar “filosofía primera”. rio, sino descubrir las características del
Sería una cuestión de nombres; pues, si nivel filosófico en el que se mueve la re-
vamos al contenido, lo decisivo de la filoso- flexión.
fía primera o de la metafísica consiste en En definitiva, en los sedicentes pensa-
rebasar el nivel de las ciencias particulares mientos posmetafísicos hay mucha más
y alcanzar el nivel transcendental por la vía criptometafísica de la que se reconoce. Y
-el método- que sea. En cualquier caso, la esto vale no sólo para Apel y Habermas,
filosofía primera o la metafísica sería aque- sino para otros casos, que alardeando de
lla modalidad de pensamiento que es capaz una especie de utopía posmetafísica ex-
de alcanzar la transcendentalidad (en la hiben, sin embargo, los rasgos y pretensio-
versión que sea). nes de la metafísica, aunque con el incon-
Otro ejemplo es la persistente confu- veniente de hacerlo de una manera renova-
sión entre religión y metafísica, que se de- damente acrítica11.
tecta en Habermas. Pero no es acertado A mi juicio, esta incapacidad para des-
equiparar las metafísicas y las religiones, embarazarse de la metafísica es un claro
pues, por ejemplo, no pueden tratarse en el síntoma de la necesidad que tiene el pen-
mismo nivel cosmovisional la metafísica samiento de contar con ese nivel de re-
aristotélica y la religión griega, ni la metafí- flexión. Es más, una revisión en profundi-
sica crítica kantiana y la religión cristiana (a dad de lo que ha ocurrido a través de los
pesar de las posibles vinculaciones existen- procesos de modernización nos muestra

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que hemos estado reprimiendo aspectos tal, como es la que ha prevalecido hasta
que perviven en los entresijos de la vida y ahora. Esa nueva configuración evitaría al
en algunas formas de reflexión. menos algunos de sus desarrollos mons-
Autores como Ch. Taylor lo han ex- truosos y nos ahorraría las críticas más
puesto atinadamente12, tanto en su defensa habituales, algunas de las cuales se han
de una “ontología” moderna que reflexione recogido bajo el paraguas cultural de
sobre unos “hiperbienes” capaces de ofre- “postmodernidad”.
cernos el “significado de la vida”13, como a En este contexto puede comprenderse
través de su propuesta de superar la “fatal y el sentido innovador que tienen precisa-
terrible ilusión” que es propia de la “era mente las propuestas de “metafísica pos-
epistemológica” moderna. En ambos casos moderna” o “posmodernidad metafísica” a
se trata de superar el naturalismo y el posi- raíz de las filosofías de Ortega y Zubiri, en
tivismo, que nos están asfixiando vitalmente la medida en que ya en su momento pro-
al sofocar nuestras aspiraciones más pro- movieron un proyecto filosófico superador
fundas (“sofocan el espíritu”, dice Taylor), y del subjetivismo e idealismo de la epistemo-
de recuperar las fuentes de la vida, los bie- logía moderna y en favor de una nueva me-
nes constitutivos, los “hiperbienes”, aque- tafísica (postcriticista)18, pero siempre en
llos ideales que nos ilusionan y por los que consonancia con el desarrollo de la ciencia
realmente vale la pena vivir. Y, por otra contemporánea.
parte, Taylor rehabilita también la reflexión
transcendental kantiana ampliándola a III. La ciencia como fuente del pensa-
través de diversas modalidades de “argu- miento de Zubiri
mentos trascendentales”14 y revisando (des- En concreto, el pensamiento metafísico
enmascarando) las “creencias antropológi- de Zubiri ha contado desde siempre con
cas” que subyacen al prevalente enfoque una fuente privilegiada: la ciencia contem-
epistemológico moderno15. poránea. Así lo han puesto de relieve quie-
No obstante, a la hora de decidir acerca nes han narrado su biografía resaltando
de qué significa verdaderamente la supera- diversos episodios de su vida muy significa-
ción de la epistemología, es decir, de resol- tivos a este respecto19 y los concienzudos
ver la “pugna sobre el cadáver de la episte- estudiosos de la relación de las ciencias con
mología”, Taylor se encuentra con lo que su filosofía20, a los que remitimos.
considera “la disputa más dramática” -y Por nuestra parte, tras aludir breve-
que deja irresuelta-, la que se da entre la mente al sentido fundamental de la ciencia
posición nietzscheana y la de los “defenso- en la filosofía metafísica de Zubiri, presta-
res de la razón crítica”. remos una especial atención a la cuestión
De ahí que, a mi juicio, estas reflexio- de la técnica en el mundo actual y a las
nes exijan, entre otras cosas, por lo menos, aportaciones de Ortega, Zubiri y Aranguren
las siguientes: 1ª) ser conscientes de lo que para meditar sobre ella, pues me parece
significa el giro hermenéutico de la filosofía a que, por comparación, han recibido menos
partir de Nietzsche16 y 2ª) repensar radical- consideración y siguen siendo, a mi juicio,
mente la modernidad para ver si es posible muy relevantes para comprender “lo que
curarla de sus males y reconfigurarla por nos pasa” en una situación en la que hasta
otras vías más fecundas para sus propios y la ciencia se ha tecnologizado.
más profundos propósitos: he ahí la tarea La conexión zubiriana entre filosofía y
del giro práctico-aplicado contemporáneo17. ciencia es tan estrecha en Zubiri que Anto-
Y, aunque no todos lo vean así, estas nio Ferraz llega a afirmar incluso que la
dos líneas de reflexión -hermenéutica y ciencia es un tema fundamental en el pen-
práctica- deberían inducirnos a reconstruir samiento de Zubiri, precisamente porque es
una nueva metafísica, que sea capaz de un metafísico, un pensador abierto a la
desvelar una modernidad sustantiva y expe- realidad como problema. Zubiri hace su
riencial, frente a la meramente procedimen- filosofía contando siempre con las ciencias

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contemporáneas. En su modo de proceder, “son dos momentos unitarios de la investi-


la filosofía no puede disociarse de la ciencia gación”23.
ni tratar de inmunizarse frente a ella. Lo científico y lo metafísico están estre-
Algunos, como González de Posada, chamente conectados, dado que son dos
han dado un paso más y han propuesto formas de saber propias del desarrollo de la
una hipótesis arriesgada: la Física del siglo inteligencia como razón, es decir, de la inte-
XX habría sido el fundamento de la metafí- lección racional en sus diversas formas. Lo
sica de Zubiri21. Indudablemente en la filo- que ocurre es que las ciencias se ocupan
sofía de Zubiri hay presencia de otras cien- del orden talitativo y la filosofía metafísica
cias, pero, la decisiva habría sido la “nueva se ocupa del orden transcendental. Tanto
física” (a partir de Einstein, Heisenberg, de la ciencia como de la filosofía metafísica
Planck, Schrödinger...). Esta nueva física se puede decir que son “conocimiento ra-
del siglo XX no sería meramente “uno de los cional”, en el sentido zubiriano de ser pro-
trasfondos de su filosofía, sino “el trasfondo ducto de la razón (de la intelección racio-
auténtico, el determinante” de su nueva nal), aun cuando se trate de conocimientos
concepción de la realidad. Así pues, según diferentes. La diferencia estriba en que se
el estudio de González de Posada, la con- refieren a distintos niveles u órdenes de la
cepción zubiriana de la estructura dinámica realidad, el talitativo (los contenidos de “tal”
de la realidad, que sustenta toda su metafí- realidad) y el transcendental (la formalidad
sica, está fundada en la nueva Física del de realidad), pero que son complementarios
siglo XX; la metafísica de Zubiri se funda- para la comprensión integral de la realidad
mentaría “primordialmente” en las revolu- (por ejemplo, a través de las nociones de
cionarias concepciones de esa nueva física. “cosmos” y “mundo”)24.
Otros, como Javier Monserrat han in- A pesar de la importancia de las cien-
sistido en la “conexión fundamental” del cias, en nuestra situación intelectual la
pensamiento de Zubiri con las ciencias técnica ha adquirido una relevancia extra-
humanas, entendiendo por tales, por ejem- ordinaria por su poder para diseñar la pro-
plo, la Psicología, la Antropología y la Neu- pia ciencia y para configurar los más diver-
rología22. Según Monserrat, los conceptos sos aspectos de la vida humana, por ejem-
fundamentales de la filosofía de Zubiri, tan- plo, los crecientes problemas bioéticos que
to para su metafísica como para su versión acarrea el enorme poder de la técnica y que
noológica, tales como “formalización” e “hi- exigen una nueva figura ética de la respon-
performalización”, “aprehensión de reali- sabilidad25.
dad”, etc., están en íntima relación con los
IV. El poder de la técnica
conocimientos de la biología contemporá-
nea. La realidad se ha vivido durante mucho
Sean estas hipótesis acertadas o no, es tiempo como naturaleza (physis), el peso de
decir, sea la Física la ciencia fundante de su lo real era el de lo natural y el criterio de lo
filosofía metafísica, o bien sea la biología, o racional y de lo moral ha sido fundamenta-
alguna de las ciencias humanas, lo que do en lo natural. A esto se le ha llamado
afirma Zubiri en relación con la ciencia en “heteronomía” y por eso el movimiento ilus-
general es lo siguiente: la “ciencia” es “in- trado significó un impulso en favor de la
vestigación de lo que las cosas son en reali- autonomía humana. Los medios de expre-
dad” y la “filosofía” es “la investigación de en sión de dicha autonomía fueron el conoci-
qué consiste ser real”. “Las ciencias investi- miento científico y la ley moral (no reducti-
gan cómo son y cómo acontecen las cosas ble a ley natural). Pero la efectiva capacita-
reales”; “la filosofía investiga qué es ser re- ción para transformar la realidad se ha ex-
al”. Pero ciencia y filosofía “no son indepen- presado a lo largo de la época moderna y
dientes”, a pesar de que son “distintas”. Es contemporánea (cada vez más) a través de
más: “toda filosofía necesita de las ciencias; la técnica y la tecnología.
toda ciencia necesita una filosofía”, porque En realidad, la ciencia moderna, a dife-

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rencia de la theoría antigua, surge de la ducido una transmutación o transvalora-


voluntad de poder y de dominar; tiene raíz ción de los valores (tan eficaz o más que la
técnica: es expresión del imperativo tecno- diagnosticada por Nietzsche), por su fuerza
lógico ínsito en el ser humano como homo para generar cultura, es decir, una nueva
technologicus, que tiende a progresar en imagen del mundo y del hombre mismo, de
seguridad, bienestar y calidad de vida. Y la sus relaciones y posibilidades de acondicio-
técnica es el poder que permite realizar la nar el mundo en que vive. Hasta el arte,
autonmía fáctica del hombre, en la medida tanto por lo que concierne a la sensibilidad
en que capacita para controlar la realidad artística del autor como la del receptor, está
sometiéndola a nuestros diseños. La técni- siendo dominado por el poder de la técnica.
ca, pues, expresa el poder de la razón en la Por otra parte, el impulso del pro-
acción, es el lado poderoso de la razón prác- greso tecnológico parece imparable, porque
tica, la gestora eficiente de la acción. es consecuencia del criterio de eficiencia de
Las técnicas son sistemas de acciones, la acción, que constituye el criterio de ra-
se basan en conocimientos y están guiadas cionalidad tecnológica. Porque, desde que
por criterios pragmáticos (eficiencia y utili- se plantea el objetivo de transformar la rea-
dad): las acciones técnicas son la forma lidad para adaptarla a nuestros deseos (en
racional para intervenir y modificar la reali- principio, como exigencia de la autonomía y
dad para adaptarla a los deseos y necesida- de la dignidad humana), nos vemos arras-
des, es decir, para controlar la realidad de trados por la vorágine del desarrollo tecno-
acuerdo con las intenciones humanas. La lógico, que exige extender la técnica, au-
técnica se rige por el principio de la maxi- mentar su complejidad, intensificar las in-
mización de la eficiencia y el imperativo de tervenciones; lo cual sólo es posible gracias
la innovación. En definitiva, ejerce la racio- a la versatilidad y flexibilidad crecientes de
nalidad práctica en el sentido instrumental. la misma racionalidad tecnológica, que es
capaz de integrar múltiples y variados sub-
a. Consecuencias del poder de la técnica: la procesos en los sistemas técnicos.
técnica como poder en múltiples sentidos La técnica es el órgano de la actitud ra-
1) En cuanto intervención manipulado- cional que busca eficiencia en el mejor con-
ra, dado que mediante la técnica se puede trol de la realidad, para que la vida humana
intervenir para controlar, dominar y mani- goce de seguridad y bienestar (¡confort!). De
pular la realidad. ahí la amplia aceptación de las políticas
2) Por su extensión acelerada: El pro- tecnocráticas.
greso tecnológico (el progresivo avance de 4) Pero el desarrollo tecnológico lleva
las tecnologías) ha produdido con un ritmo consigo efectos perturbadores, que son el
acelerado, por una parte, la ampliación y centro de la evaluación de las tecnologías;
profundización (universalización) de la red evaluación que integra lo que se ha deno-
tecnológica, su incidencia universal; y, por minado una “vertiente interna” (basada en
otra, ha impulsado la interdependencia con la eficiencia) y una “vertiente externa” (inte-
lo social y cultural en todos los órdenes grada por valoraciones sociales, morales y
(individual, laboral, político, profesional, políticas). Es ésta una distinción de sabor
gerencial), cambiando en muchas ocasiones positivista y de carácter abstractivo. Separa
el sentido de la racionalidad, la moral, los lo que originariamente está unido. Pero un
valores y hasta los ideales. análisis fenomenológico-hermenéutico de la
3) Por su repercusión cultural: La técnica no puede separar los fines de los
técnica se ha convertido, además de en medios, porque un medio sin finalidad no
primera fuerza de producción, en un nuevo tiene sentido. Por tanto, a la “evaluación
sistema de relaciones sociales y en “ideolo- interna” de la técnica pertenecen más valo-
gía”. Para algunos, hasta en horizonte utó- raciones que la eficiencia entendida en sen-
pico, repleto de expectativas casi infinitas. tido reducido. Descubrir como raíz de la
Pero, en cualquier caso, de hecho ha pro- técnica al “animal fantástico” quiere decir

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que no hemos de entender desunido lo que que la tecnología se presente como moral.
originariamente estaba entrelazado26. La tecnología se convierte en el agente mo-
Hay que preguntarse por los crite- ralizador, que constituye al hombre en
rios con los que se realiza esta evaluación cuanto tal en su ser tecnológico, con una
de las tecnologías. ¿Cuáles son los modelos ética de la eficacia como horizonte. En este
de racionalidad práctica que utilizan las nuevo horizonte marcado por la técnica
evaluaciones sociales, morales y políticas, (como expresión de la voluntad de poder
de la tecnología? Porque lo que está claro es fáctica) se ha producido una transmutación
que la atomización y autonomización de los de los valores, en la que prevalece la razón
procesos tecnológicos es insuficiente para instrumental, la verdad como utilidad, el
evaluarlos adecuadamente, porque enton- bien como bienestar y el ideal de lo posible
ces se inmunizan a toda crítica que no se como factible.
rija por las razones de la presunta eficiencia No es mi intención, ni mucho menos,
(recortada). ¿Son las otras razones (presun- denostar la técnica, sino de practicar un
tamente externas) irracionales? ¿No supone discernimiento crítico ante este fenómeno
esta actitud una absolutización dogmática y cultural que está cambiando realmente la
reduccionista de un modelo de razón como faz de la tierra. Para saber estar (verdade-
válido, relegando cualquier otra posibilidad ramente bien) en la realidad, cuando y don-
por irracional? de lo artificial se ha convertido en natural;
¿Es irracional defender un (otro) estilo para acondicionar nuestra vida sabiendo
de vida, plantearse su sentido, así como el estar en la realidad tecnologizada, hace falta
sentido de la justicia y una vida con digni- meditar a fondo sobre la técnica y pregun-
dad? ¿No hay posibilidad de evaluar racio- tarse -desde las nuevas experiencias que
nalmente las repercusiones culturales, so- nos proporciona- qué es el hombre, qué
ciales, morales y políticas de la transmuta- quiere y puede llegar a ser, cuáles son sus
ción tecnológica que sufren y gozan nues- auténticas posibilidades vitales.
tras sociedades? Por ejemplo, en el plano En este contexto tiene pleno sentido la
laboral, en la cuestión de la nueva organi- fórmula nietzscheana y orteguiana del
zación del trabajo, dado que con el paro “animal fantástico”, en la medida en que
estructural se plantean temas y vivencias sirve para replantear el tema de la vida
que transmutan los valores habituales so- humana, sus formas de racionalidad, sus
bre la libertad, la justicia y el sentido de la ficciones y creaciones, su capacidad de
vida. crear el propio argumento vital. ¿Cuál es el
No basta pasar sin más de la ideología argumento vital del hombre tecnológico y su
política (como la marxista) a la ideología utopía? ¿Será una vida al margen del senti-
tecnicista a partir del “Racionalismo crítico”, do? La técnica nos ayuda a comprender el
tal como ha sido lo propio de cierta “no- misterio de la vida humana: la de un ser
menclatura” política hegemónica. La tecno- que inventa su vida, porque ésta no es sólo
logía parece haberse convertido en la nueva biológica sino invención, creación (¡hasta de
esperanza para generar la cohesión social, lo superfluo!).
tras el vacío religioso y moral. ¿Por fin libres
de contaminaciones religiosas y morales, b. La meditación orteguiana y zubiriana de
por fin solos con la pura racionalidad tecno- la técnica
lógica, la nueva sal de la tierra, la nueva Coincidiendo con la inauguración de la
utopía racional? Universidad de Verano de Santander, José
Las razones de eficacia que abogan por Ortega y Gasset impartió un curso sobre el
la racionalidad tecnológica van alimentando tema de la técnica, cuyas lecciones apare-
la figura de un “homo technologicus”, que cieron en La Nación de Buenos Aires y pos-
carece de otras normatividades, de modo teriormente fueron publicadas en 1939 con
que al final la tecnología determina los fi- el título “Meditación de la técnica”, junto
nes: el imperativo tecnológico va haciendo con “Ensimismamiento y alteración”, donde

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se perfilan asuntos ya tratados en el ante- dición humana es la aspiración y la técnica


rior escrito. No son éstas las únicas ocasio- constituye el medio para su realización, ese
nes en que se ocupa de la técnica: también será el mejor camino para sentirse feliz.
habrá que recurrir a su famosa obra La Frente a la invitación religiosa a la resigna-
rebelión de las masas, a importantes pasa- ción escatológica, se presenta la invitación
jes de En torno a Galileo, La idea de principio tecnológica a realizar las ilimitadas y más
en Leibniz, Una interpretción de la historia insopechadas aspiraciones27. Si la magia
universal, y a algunas conferencias como encanta, la tecnología desencanta, dado que
“Goethe sin Weimar” y “El mito del hombre viene a ser el arte científico de hacer posible
allende la técnica”. lo que deseamos. La técnica es el mejor
Lo peculiar del enfoque orteguiano es- modo conocido para ver cumplido el mayor
triba, a mi juicio, en haber llegado al fondo número de deseos, para resolver la constan-
antropológico y metafísico de la cuestión: la te menesterosidad de la vida. Partimos de la
técnica nos descubre la constitución del aspiración humana (deseos), contamos con
hombre, el “raro misterio” de su ser. Y, por la técnica (dominio de los medios), y de la
otra parte, su análisis sociológico de la téc- conjunción de deseos y técnica resulta la
nica como ingrediente de la cultura moder- felicidad como bienestar (la satisfacción de
na anticipa las críticas de la Escuela de los deseos). Por tanto, remedando a Ortega,
Frankfurt a la “sociedad administrada” y a no “¡Dios a la vista!”, sino “¡felicidad a la
la razón instrumental. vista!”.
El concepto de “necesidad humana” La técnica moderna es el nuevo clima
constituye el hilo conductor por el que se en que “nos movemos, vivimos y somos”28,
esclarecerá lo que es la técnica. Pues en él porque en las creencias estamos. Y la técni-
está incluido no sólo lo objetivamente nece- ca es la creencia moderna que se ha im-
sario sino lo superfluo. Vivir humanamente puesto contemporáneamente, en vez de la
significa no meramente estar en el mundo, religión o la moral, pues, al parecer, el
sino estar bien (“bienestar”); de ahí que el hombre orienta su existencia, su compor-
hombre sea técnico, creador de los super- tamiento y su pensamiento al compás de la
fluo. La técnica no prolonga meramente la técnica, bajo su poder hegemónico.
vida orgánica, puesto que no consiste en Pero la técnica necesita que una “in-
adaptar el sujeto al medio, sino el medio a vención pre-técnica”, proyectar un progra-
la voluntad del sujeto. El acto técnico, a ma vital. El hombre como “sistema de de-
diferencia del biológico, es creación, inven- seos” quiere que éstos se cumplan y hacia
ción. Así pues, la finalidad de la técnica esa finalidad se dirigen sus esfuerzos por
revela su radical significado antropológico: crear otro mundo. Lo que el hombre quiere
está al servicio del bienestar, de una “vida es estar bien y la técnica es el medio para
inventada” que trasciende la meramente satisfacer esta necesidad básica. Lo impor-
natural. La técnica es “actividad suntuaria”, tante es que cada cual acierte a poner los
“lujo”, “juego”, ya que trasciende el orden de medios acordes con su invención vital, con
la adaptación biológica al medio y es el ins- la “figura fantástica” de su vida. Porque el
trumento específicamente humano para hombre tiene que hacerse, tiene que fingir-
transformar el mundo en vistas a la felici- se, ficcionarse (de facere), proyectarse, in-
dad. ventarse, crearse a sí mismo determinando
¿Tecnología en vez de religión y de mo- el contenido de su propia vida personal29,
ral? ¿Nihilismo y Pragmatismo? La tecnolo- “tiene que ganarse la vida” metafísicamente
gía se adapta mejor a la condición humana hablando30.
actual, que consiste en desear, aspirar y No obstante, la creciente capacidad
anhelar ilimitadamente lo que no se tiene y técnica del hombre ha obnubilado -según
lo que no se es. El órgano de la felicidad Ortega- la capacidad de “programación vi-
como satisfacción de los deseos está siendo tal”, por la que habría de determinar el “ar-
la técnica de un modo creciente. Si la con- gumento de su propia vida”. Lo curioso es

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que la técnica haya contribuido a que el pretende descubrir la raíz de la unidad de la


hombre “no sepa ya quién es”, a que se le técnica en un sentir perceptivo-motor. La
haya vaciado la vida. Pues, por su potencial inteligencia se hace cargo de la realidad
ilimitación, la técnica se convierte en una sentientemente, de manera percipiente
“mera forma hueca -como la lógica más (aísthesis) y motriz (kínesis). La técnica nace
formalista-; es incapaz de determinar el de la inteligencia sentiente. Por lo cual el
contenido de la vida”. De ahí la desorienta- hombre entra en la realidad mediante la
ción y desmoralización colectiva de Occi- técnica de un modo específicamente huma-
dente, personificada en el “hombre-masa” no: no meramente modificando una situa-
(una forma de vida carente de proyecto). ción, sino dominando. La técnica es “inven-
En la actual situación, en la que el ción de realidades y es poder sobre realida-
hombre se percata del creciente poder de la des”, puesto que el hombre, en cuanto
técnica, sigue la necesidad de encontrar las “animal de realidades”, constituye una radi-
fuentes originarias del sentido vital: una cal unidad de homo sapiens y homo faber,
hermenéutica del sentido vital, de donde en virtud de su inteligencia sentiente31.
surgen las ciencias y la técnica, de su razón
vital e histórica, dentro de las perspectivas c. ¿Repercusiones negativas de la técnica?
culturales entre modernidad y posmoderni- A pesar del indudable valor de la crea-
dad. La raíz está en la capacidad creadora ción técnica, según Ortega, el desarrollo
del hombre que tiende siempre a ser más, a histórico ha tenido y tiene repercusiones
interpretarse como “voluntad de poder” o negativas en el orden moral. Ya José Luis
“pretensión de ser”, como pasión por ganar- Aranguren32 destacó insistentemente con
se a sí mismo y alumbrar un fondo personal lucidez la conexión de la antropología social
e íntimo, porque es ahí donde cree sentir el de Ortega con su necesaria prosecuación
misterio de la libertad. ética dentro de un marco filosófico de inspi-
Esta polifacética filosofía de la técnica ración zubiriana. Para Aranguren, la cultu-
ha sido proseguida por Zubiri. En primer ra tecnológica se caracteriza como sociedad
lugar, la antropología zubiriana afronta el de consumo y del bienestar, donde se educa
problema de la técnica en relación con la para la producción y el consumo33. Y, por
vida humana, criticando tres respuestas al otra parte, la innovación tecnológica traspa-
mismo: 1) la aristotélica, que entiende la sa parte de la moralidad desde el plano per-
téchne como modo de saber y que escinde sonal al social, desplazándose con ello la
saber y hacer al separar aísthesis y kínesis; responsabilidad moral desde la persona a la
2) la consideración de la técnica como cien- organización tecnológica. Así se produce
cia aplicada a partir de una concepción del una “evacuación del contenido moral” en
hombre como homo sapiens y reduciendo la favor de la tecnología social. Aquí se en-
unidad de saber y hacer a mera aplicación; cuentra una de las raíces de la actual crisis
y 3) la concepción fabril de la técnica, a de la moral y de la experiencia nihilista,
partir de una interpretación del hombre cuyo peor mal consiste en la desmoraliza-
como homo faber, apoyada en una concep- ción, producida a cambio del bienestar ma-
ción biológica de los instrumentos (como terial logrado por la cultura tecnológica.
prolongación de los órganos corporales) y Por eso el problema ético fundamental
una concepción instrumental de la inteli- para Aranguren en relación con la técnica
gencia. coonsiste en las relaciones entre el progreso
Para Zubiri, la “téchne” es “la unidad técnico y el progreso moral, puesto que la
intrínseca entre el saber y el hacer”. Como transformación tecnológica es culturalmen-
Ortega, no admite la reducción de la técnica te decisiva. De ahí la preocupación por un
a meros actos biológicos; el motor de los “nuevo humanismo” que, contando con la
actos técnicos es la innovación, la creación, socialización (institucionalización) de los
en vistas a “vivir mejor”. Además de insistir contenidos morales, sea capaz de llenar la
en la especificidad antropológica, Zubiri “evacuación del contenido moral” y la crisis

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76 Jesús Conill
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subsiguiente. El problema ético de nuestro clave ética (basada en Zubiri), Aranguren ha


tiempo lo formula Aranguren con cierto mostrado cómo la civilización tecnológica ha
sabor orteguiano y zubiriano así: “actitud favorecido la desmoralización y el vacío mo-
moral versus desmoralización”, porque la ral, al sofocar el sentido moral bajo los im-
transferencia de la responsabilidad moral a pulsos en pro del consumo, el éxito y la
la organización tecnológico-social fomenta imagen, que van en aumento en las actua-
la pérdida del sentido moral individual. Pro- les sociedades cada vez más tecnologizadas.
fundizando argumentos orteguianos en

Notas

1 Vid. J. Ortega, Prólogo para alemanes, La idea Gegenwart der Philo-sophie, Hamburg,
de principio en Leibniz (Obras completas, vol. Junius, 1993, pp. 41-70.
VIII), Origen y epílogo de la filosofía (vol. IX), 9 J. Conill, El crepúsculo de la metafísica,
Apuntes sobre el pensamiento: su teurgia y su Barcelona, Anthropos, 1988, cap. 12:
demiurgia (vol. V); X. Zubiri, Sobre el “Metafísica de la comunicación”.
problema de la filosofía (Fundación Xavier
10 J. Habermas, La inclusión del otro, Barcelona,
Zubiri) [en el que se recogen dos artículos de
Paidós, 1999.
1933 publicados en la “Revista de Occidente”,
CXV y CXVIII y otros inéditos]; Sobre el 11 Ibid., cap. 13: “¿Postmetafísica como utopía?”;
problema de la filosofía y otros escritos (1932- “Filosofía sin criptometafísica”, en Metafísicos
1944), Madrid, Alianza/Fundación Xavier españoles actuales, Fundación Fernando
Zubiri, 2002 (al cuidado de Germán Rielo, Madrid, 2003, pp. 67-89.
Marquínez); “Nuestra situación intelectual”,
12 Vid. Ch. Taylor, Las fuentes del yo (Barcelona,
en Naturaleza, Historia, Dios (Madrid, Alianza
Paidós, 1996) y Argumentos filosóficos
y Sociedad de Estudios y Publicaciones,
(Barcelona, Paidós, 1997).
1987, 9ª ed.).
13 “No podemos entendernos a nosotros mismos
2 Vid. Jesús Conill, El enigma del animal
o unos a otros”, “no podemos dar sentido a
fantástico, Madrid, Tecnos, 1991, Parte IV.
nuestras vidas o determinar qué hacer, sin
3 X. Zubiri, Naturaleza Historia Dios, p. 54. aceptar una ontología más rica que la que el
naturalismo nos permite al no pensar en
4 X. Zubiri, “Sobre el problema de la filosofía”, p.
términos de evaluación fuerte” (Ch. Taylor,
23.
Argumentos filosóficos, p. 65).
5 X. Zubiri, Naturaleza Historia Dios, pp. 56-57
14 Por ejemplo, en forma de indagación sobre las
6 Vid. Jesús Conill, El crepúsculo de la metafísica, innegables condiciones de la experiencia y de
Barcelona, Anthropos, 1988. la intencionalidad. En este punto es de
justicia aludir a los pioneros estudios de K.O.
7 Vid. H. Jonas, El principio de responsabilidad,
Apel sobre la versión transcendental de las
Barcelona, Círculo de lectores, 1997.
aportaciones de Heidegger, Wittgenstein y
8 K.O. Apel, “Transzendentale Semiotik und die Peirce en sus propuestas de “Pragmática
Paradigmen der prima philosophia”, en E. von trascendental”, “Hermenéutica trascenden-
Bülow y P. Schmitter (eds.), Integrale tal” y “Semiótica trascendental”, e incluso el
Linguistik, Amsterdam, 1979, pp. 101-138; aprovecha-miento de Merleau-Ponty en su
“Kann es in der Gegenwart ein “Gnoseoantropología”. Vid. K.O. Apel, La
postmetaphysisches Paradigma der Erten transformación de la filosofía, Madrid, Taurus,
Philosophie geben?”, en H. Schnädelbach y 1985, 2 vols.; A. Cortina, Razón comunicativa
otros (eds.), Philosophie der Gegenwart- y responsabilidad solidaria, Salamanca,

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Ciencia, técnica y filosofía en nuestra situación intelectual 77
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Sígueme, 1985; J. Conill, El crepúsculo de la Nicolás (ed.), Balance y perspectivas de la


metafísica, Barcelona, Anthropos, 1988, cap. filosofía de X. Zubiri, pp. 197-208; Francisco
12; el nº 183 (1999) de la revista Anthropos, González de Posada, “La ciencia
monográfico dedicado a K.O. Apel; J.C. contemporánea en la obra de Zubiri”, en D.
Siurana, Una brújula para la vida moral, Gracia (ed.), Desde Zubiri, pp. 35-55.
Granada, Comares, 2003. 21 Francisco González de Posada, “La ciencia
15 Vid. J. Conill, El enigma del animal fantástico, contemporánea en la obra de Zubiri”, en D.
Madrid, Tecnos, 1991, donde se incorpora la Gracia (ed.), Desde Zubiri, pp. 35-55.
preocupación antropológica de la tradición 22 Vid. Javier Monserrat, “La conexión
filosófica española, en especial, la orteguiana
fundamental de Zubiri con las ciencias
y zubiriana.
humanas”, en J.A. Nicolás (ed.), Balance y
16 Vid. J. Conill, El crepúsculo de la metafísica, perspectivas de la filosofía de X. Zubiri,
Barcelona, Anthropos, 1988, cap. 6; El Granada, Comares, 2004, pp. 501-514.
enigma del animal fantástico, Madrid, Tecnos, 23 Vid. Xavier Zubiri, Discurso de recepción del
1991; El poder de la mentira, Madrid, Tecnos,
Premio “Ramón y Cajal”, 18 de octubre de
1997.
1982.
17 Vid. A. Cortina, Ética aplicada y democracia 24 Vid. Antonio Ferraz, “La relación entre la
radical, Madrid, Tecnos, 1993; A. Cortina y D.
ciencia y la filosofía en Zubiri”, en D. Gracia
García-Marzá, Razón pública y ética aplicada,
(ed.), Desde Zubiri, pp. 25-33.
Madrid, Tecnos, 2002.
25 Vid. Diego Gracia, Como arqueros al blanco.
18 Vid. Diego Gracia, Voluntad de verdad,
Estudios de bioética, Madrid, Triacastela,
Barcelona, Labor, 1986; J. Conill, “La
2004; J. Conill, El enigma del animal
transformación de la fenomenología en
fantástico, cap. 5º; Lydia Feito, “Zubiri y la
Ortega y Zubiri: La postmodernidad
bioética”, en J.A. Nicolás (ed.), Balance y
metafísica”, en Ortega y la Fenomenología,
perspectivas de la filosofía de X. Zubiri, pp.
Madrid, UNED, 1992, pp. 297-312.
515-528.
19 Vid. Carmen Castro, Xavier Zubiri. Breve 26 J. Ortega, “Meditación de la técnica” (en Obras
recorrido de una vida, Amigos de la Cultura
completas, V, Revista de Occidente, Madrid,
Científica, Banco Hispano Americano,
1970, 7ª ed.); X. Zubiri, Sobre el hombre
Cantabria, 1986.
(Madrid, Alianza, 1986); J. Conill, El enigma
20 Vid. Antonio Ferraz, “Ciencia y realidad”, en del animal fantástico, cap. 5º.
Zubiri: Pensamiento y Ciencia, Fundación 27 Vid. J. Ortega, “Meditación de la técnica” y A.
Marcelino Botín, Santander, 1983, pp. 33-69;
Regalado, El laberinto de la razón, Madrid,
“La relación entre la ciencia y la filosofía en
Alianza, 1990, pp. 298-299.
Zubiri”, en D. Gracia (ed.), Desde Zubiri,
Granada, Comares, 2004, pp. 25-33; Javier 28 J. Ortega y Gasset, Obras Completas, vol. XII,
Monserrat, “El realismo zubiriano en el p. 164.
conjunto de una teoría crítico-fundamental 29 Vid. Xavier Zubiri, El hombre: lo real y lo irreal,
de la ciencia”, en Realitas II (1974-75),
Alianza/Fundación Xavier Zubiri, 2005
Sociedad de Estudios y Publicaciones,
(“Presentación” de Jesús Conill).
Madrid, 1976, pp. 139-202; “La conexión
fundamental de Zubiri con las ciencias 30 J. Ortega y Gasset, Obras Completas, vol. V, p.
humanas”, en J.A. Nicolás (ed.), Balance y 337.
perspectivas de la filosofía de X. Zubiri, 31 X. Zubiri, Sobre el hombre, Madrid, Alianza,
Granada, Comares, 2004, pp. 501-514;
1986, especialmente pp. 323 y ss.
Thomas Fowler, “Zubiri en el panorama de la
filosofía de la ciencia del s. XX”, en J.A. 32 José Luis L. Aranguren, Moralidades de hoy y

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78 Jesús Conill
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de mañana, Madrid, Taurus, 1973; La 33 Vid. Adela Cortina, Por una ética del consumo,
izquierda, el poder y otros ensayos, Madrid, Madrid, Taurus, 2002.
Trotta, 2005.

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